AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El filo de la espada[privado]
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El filo de la espada[privado]
Los parpados de Nathaniel se agitaron mientras los colmillos se hacían visibles. Rhys podía ver los iris café cuando Nathaniel abrió lentamente los ojos. Sus pupilas pequeñas, casi inexistente. Rhys cerró los puños deteniendo el impulso de matar a su pareja.
El mal era el mal, no importaba en qué forma se aparecía. Pero Nathaniel era su pareja. Las dos emociones luchaban dentro de él, Rhys se movió lejos de Nathaniel, retrocediendo hacia la pared y luego sentándose mientras veía lo que Nathaniel se había hecho a sí mismo.
Rhys nunca se había detenido a considerar una vida, cuando él había matado antes. Lo único que le había importado era que la persona fuera mala.
¿Qué más había que tener en cuenta?
Yudea sonrió al ver al cazador al borde del colapso, ver a su pareja convertida en vampiro, la cosa que más detestaba debía ser un completo shock para el joven y atrevido humano, por meses había merodeado su casa, había asechado a sus sirvientes y a sus mascotas, incluso a sus prisioneros, el humano le tenía arto con su filosofía de rectitud y moral. Sonrió a el y levanto el rostro de Nathaniel, su compañero, el joven tenía los ojos ya completamente rojos por la sed de sangre, su cuerpo se movía pero su conciencia estaba dormida, un neófito completamente deseoso de los placeres y la sensualidad de la sangre.
-¿no vas a matarlo Rhys?
Pregunto viendo la respuesta sorprendida del humano en medio de aquella pesadilla personal, apenas un respingo volviendo los ojos de su pareja a Yudea, como si no esperara que el vampiro lo conociera, como si el simple hecho de su nombre pronunciado de aquellos labios fuese imposible.
-te sorprende que sepa de ti Rhys? No eres tan invisible como creías.
La sonrisa burlona se extendió por su rostro mientras lamia el cuello del humano recién convertido, las marcas de sus colmillos aún no se desvanecían de su cuello, abiertas pero sin que gota de sangre corriera por la piel ahora blanca y perfecta. Yudea se había percatado de la presencia del cazador acechando pero no había sido hasta la conversión de Nathaniel que se había tomado el tiempo de indagar en su mente y saber su nombre, su historia, sus habilidades para leer y controlar la mente habían crecido con los años dominar a un humano como aquel, obligarlo a volverse vampiro y aun siendo neófito tenerlo tranquilo en sus brazos no era nada para el.
-veras Rhys en realidad me tienes muy alagado, toda esa vigilancia y acecho, tan pendiente de mi, como un chiquillo enamorado.
Sonrió mientras soltaba al neófito y este se lanzaba contra el que había sido su amante, buscando su sangre, buscando saciar aquella sed insoportable, yudea desde su sitio vio al joven cazador intentar evadir cada ataque de su amante, disfruto de cada lagrima, saboreando el final de aquella molestia, cuando finalmente el neófito murió el cazador estaba en shock, con el cuerpo inerte y sin corazón en sus brazos y las manos manchadas de sangre.
-debes de quemarlo Rhys, lo sabes no es cierto? Incluso un neófito como el podrá volver a la vida si le dejas así.
Le aconsejo felizmente mientras se acercaba, el cazador no contestaba, le temblaba el cuerpo entero, tenía un sollozo ahogado y los ojos inundados de lágrimas que caían sin cesar. Parecía que el que el había creído un preciado amante había sido algo bastante más importante para el cazador, por extraño que pareciese entendía la profundidad de aquel dolor, comprendía la intensidad de los sentimientos. Era por eso que podía infringirlo, era por eso que podía manipularlo, entendía de odio y rencor.
-debería ser piadoso contigo y matarte o dejarte hacerte cargo del cuerpo…
Medito y termino por suspirar, el cazador estaba en shock pero cuando saliese de el estaría aún más decidido y sin motivos ya para tener cuidado, mejor deshacerse de el de una vez, miro en varias direcciones y dibujo una mueca de satisfacción al ver una espada corta tirada en el suelo, parte del armamento del cazador seguramente, levanto una de sus perfecta cejas al observarla, una verdadera artesanía con el mango tallado en plata, no dudaba que la hoja tuviese parte de ella también.
-y así todo termina.
Se dijo a si mismo cuando de un movimiento separo la cabeza del cazador del resto de su cuerpo, suspiro y se revisó comprobando que no había gota de sangre sobre el, ver la derramada del cazador fresca y abundante despertaba en el apenas un punzón de deseo y excitación, pero después del festín que había tenido con su amante podía estar tranquilo.
Tomo el cuerpo del vampiro y alambre perteneciente al cazador y salió por el balcón de la ventana que daba a un callejón desolado. Tranquilamente subió al techo y ya en el busco en donde colocar el cuerpo, aun un vampiro consolidado tardaba un par de días en recuperarse de una herida así quedando débil y necesitado de sangre antigua, un mero neófito no podía siquiera moverse antes de que llegase el amanecer. Lo fijo a la puerta de la azotea, viendo justamente hacia la salida del sol.
-tiempo de dejar de jugar.
Había pasado un par de siglos solo antes de conseguir la gente que tenía y después de perder a la última, se había acostumbrado a muchas veces hablar consigo mismo, era como un acto de reflejo de si mismo. Yudea a diferencia de otros antiguos no consentía las normas ni las leyes, era caprichoso y engreído y hacia cuanto le placía, no había mas línea de vida ni regla para el.
Se paró en el borde de la azotea observo su obra, tal vez debería enviar a juno a vigilar el cuerpo hasta el amanecer, no quería tener otra creación como jin andando por ahí, aunque el hecho también sería divertido, el amante intentando vengar al cazador que le arranco literalmente el corazón, curioso… pero demasiado problemático, enviaría a juno.
Noto que se había traído la espada corta con el, la observo y decidió quedarse con ella, saco un pañuelo de sus ropas y limpio la hoja dejando el pañuelo en el suelo. Dio un paso atrás saltando al callejón.
El mal era el mal, no importaba en qué forma se aparecía. Pero Nathaniel era su pareja. Las dos emociones luchaban dentro de él, Rhys se movió lejos de Nathaniel, retrocediendo hacia la pared y luego sentándose mientras veía lo que Nathaniel se había hecho a sí mismo.
Rhys nunca se había detenido a considerar una vida, cuando él había matado antes. Lo único que le había importado era que la persona fuera mala.
¿Qué más había que tener en cuenta?
Yudea sonrió al ver al cazador al borde del colapso, ver a su pareja convertida en vampiro, la cosa que más detestaba debía ser un completo shock para el joven y atrevido humano, por meses había merodeado su casa, había asechado a sus sirvientes y a sus mascotas, incluso a sus prisioneros, el humano le tenía arto con su filosofía de rectitud y moral. Sonrió a el y levanto el rostro de Nathaniel, su compañero, el joven tenía los ojos ya completamente rojos por la sed de sangre, su cuerpo se movía pero su conciencia estaba dormida, un neófito completamente deseoso de los placeres y la sensualidad de la sangre.
-¿no vas a matarlo Rhys?
Pregunto viendo la respuesta sorprendida del humano en medio de aquella pesadilla personal, apenas un respingo volviendo los ojos de su pareja a Yudea, como si no esperara que el vampiro lo conociera, como si el simple hecho de su nombre pronunciado de aquellos labios fuese imposible.
-te sorprende que sepa de ti Rhys? No eres tan invisible como creías.
La sonrisa burlona se extendió por su rostro mientras lamia el cuello del humano recién convertido, las marcas de sus colmillos aún no se desvanecían de su cuello, abiertas pero sin que gota de sangre corriera por la piel ahora blanca y perfecta. Yudea se había percatado de la presencia del cazador acechando pero no había sido hasta la conversión de Nathaniel que se había tomado el tiempo de indagar en su mente y saber su nombre, su historia, sus habilidades para leer y controlar la mente habían crecido con los años dominar a un humano como aquel, obligarlo a volverse vampiro y aun siendo neófito tenerlo tranquilo en sus brazos no era nada para el.
-veras Rhys en realidad me tienes muy alagado, toda esa vigilancia y acecho, tan pendiente de mi, como un chiquillo enamorado.
Sonrió mientras soltaba al neófito y este se lanzaba contra el que había sido su amante, buscando su sangre, buscando saciar aquella sed insoportable, yudea desde su sitio vio al joven cazador intentar evadir cada ataque de su amante, disfruto de cada lagrima, saboreando el final de aquella molestia, cuando finalmente el neófito murió el cazador estaba en shock, con el cuerpo inerte y sin corazón en sus brazos y las manos manchadas de sangre.
-debes de quemarlo Rhys, lo sabes no es cierto? Incluso un neófito como el podrá volver a la vida si le dejas así.
Le aconsejo felizmente mientras se acercaba, el cazador no contestaba, le temblaba el cuerpo entero, tenía un sollozo ahogado y los ojos inundados de lágrimas que caían sin cesar. Parecía que el que el había creído un preciado amante había sido algo bastante más importante para el cazador, por extraño que pareciese entendía la profundidad de aquel dolor, comprendía la intensidad de los sentimientos. Era por eso que podía infringirlo, era por eso que podía manipularlo, entendía de odio y rencor.
-debería ser piadoso contigo y matarte o dejarte hacerte cargo del cuerpo…
Medito y termino por suspirar, el cazador estaba en shock pero cuando saliese de el estaría aún más decidido y sin motivos ya para tener cuidado, mejor deshacerse de el de una vez, miro en varias direcciones y dibujo una mueca de satisfacción al ver una espada corta tirada en el suelo, parte del armamento del cazador seguramente, levanto una de sus perfecta cejas al observarla, una verdadera artesanía con el mango tallado en plata, no dudaba que la hoja tuviese parte de ella también.
-y así todo termina.
Se dijo a si mismo cuando de un movimiento separo la cabeza del cazador del resto de su cuerpo, suspiro y se revisó comprobando que no había gota de sangre sobre el, ver la derramada del cazador fresca y abundante despertaba en el apenas un punzón de deseo y excitación, pero después del festín que había tenido con su amante podía estar tranquilo.
Tomo el cuerpo del vampiro y alambre perteneciente al cazador y salió por el balcón de la ventana que daba a un callejón desolado. Tranquilamente subió al techo y ya en el busco en donde colocar el cuerpo, aun un vampiro consolidado tardaba un par de días en recuperarse de una herida así quedando débil y necesitado de sangre antigua, un mero neófito no podía siquiera moverse antes de que llegase el amanecer. Lo fijo a la puerta de la azotea, viendo justamente hacia la salida del sol.
-tiempo de dejar de jugar.
Había pasado un par de siglos solo antes de conseguir la gente que tenía y después de perder a la última, se había acostumbrado a muchas veces hablar consigo mismo, era como un acto de reflejo de si mismo. Yudea a diferencia de otros antiguos no consentía las normas ni las leyes, era caprichoso y engreído y hacia cuanto le placía, no había mas línea de vida ni regla para el.
Se paró en el borde de la azotea observo su obra, tal vez debería enviar a juno a vigilar el cuerpo hasta el amanecer, no quería tener otra creación como jin andando por ahí, aunque el hecho también sería divertido, el amante intentando vengar al cazador que le arranco literalmente el corazón, curioso… pero demasiado problemático, enviaría a juno.
Noto que se había traído la espada corta con el, la observo y decidió quedarse con ella, saco un pañuelo de sus ropas y limpio la hoja dejando el pañuelo en el suelo. Dio un paso atrás saltando al callejón.
Yudea- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 492
Fecha de inscripción : 04/04/2011
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Re: El filo de la espada[privado]
Lewis, un conocido empresario ingles, exitoso pero con una mente perversa, lujuriosa, todo un depravado que todo fin de semana sale a conquistar y toma a las mujeres de la forma que a él le plazca. Si su seducción fracasa no duda en poseer a la mujer a la fuerza. La clase de hombre que Keyla disfruta cazar.
Si, la duquesa se había hecho pasar por su víctima, lo acompañó al teatro, todo un caballero, de sus labios delgados salía poesía y palabras encantadoras, cumplidos que divertían más que gustar a la duquesa. Pero la falsedad de aquel hombre, su máscara de rectitud le atraía, aquella mente que la desnudaba, que planeaba la mil formas de poseerla, el lugar a donde llevarla y quizás, matarla después.
Oh, pero que ingenuo era. Caminaron por la Rue Avenue, ella tomada del brazo de él, en esa noche de luna, como una feliz pareja. Coqueaban la duquesa como una inocente mujer que cree en el amor y él el enmascarado asesino hedonista.
Tomaron un callejón oscuro, vacío, él ya tenía en mente lo que haría. Y ella, enamorada de esa perversamente lo disfrutaba, todo lo que pensaba. Al internarse en el corazón del callejón, donde la luz mortecina chispeaba Lewis se abalanzó como el animal que era. Ambos cuerpos se estrellaron en la pared, él buscó introducir la mano entre la falda buscando la zona erógenas de entre sus piernas. La duquesa reía, aquellos pensamientos de Lewis eran una revolución de obscenidades y deseos perversos.
La boca besó el cuello, un cuello delgado pero duro con la piel fría y sin látidos. Aquella lengua removía el maquillaje que disfrazaba la piel de extrema blancura con desesperación. Keyla sonreía con malicia, disfrutandolo. Pero entonces Lewis mordió el cuello, sus pensamientos lujuriosos cayeron en el pánico de estar besando a alguien no humano, aterrado se alejó de ella.
—¡Monstruo!—
Gritó viendo aquella piel sin maquillaje que su lengua había limpiado, el terror en sus ojos comenzó a irritar a la duquesa.
¡¡¡BANG!!!
Disparó, la bala no penetró la piel, rebotó generando un rasguño que sano tan rápido que el mortal ni siquiera vio la herida provocada.
Keyla explotó en una rabia ante la cobardía de aquel hombre, había echado todo a perder, su valiosa presa había arruinado la función que la duquesa había preparado, odiaba cuando todo se salía del libreto.
Lewis con torpeza quiso huir, pero no logró salir del callejón, La duquesa se arrojó sin dar tregua por la espalda, tomando su cuello y clavando esos colmillos inmaculados que se mancharon con la espesa sangre, bebió con avidez. Furiosa y cuando hubo terminado lamió las heridas y arrojó el cadáver a la basura.
Irritada se alzó hasta el tejado y brinco de tejado en tejado hasta que vio a un hombre tan atractivo que decidió entrar en su mente, quizás tomarlo como víctima, aún no estaba saciada y aquel joven atentaba con su sed. Pero cuando intentó entrar en su mente se dio cuenta de que era un vampiro, lo supo por el inexistente latido de corazón. Tenía con él una espada corta y con un pañuelo limpio la brillante hoja.
Le pareció un inmortal refinado, muchos se habrían quedado con el pañuelo sucio, en cambio él no, simplemente lo había tirado a un costado y desaparecido de un salto, dirigiéndose al callejón donde se había realizado la escena del crimen. La duquesa aceleró el ritmo hasta que se adelantó a más de tres metros, luego bajó del techo y espero a que llegara. Y cuando lo vio sintió una extraña afinidad. Era una antigua, una hedonista que solo pensaba en ella, en satisfacer sus deseos a costa de otros y él, quizás a él lo sometería para complementar el vacío que Lewis abandonó.
—¿Al parecer se ha divertido esta noche?—
Y le dedicó una sonrisa seductora.
Si, la duquesa se había hecho pasar por su víctima, lo acompañó al teatro, todo un caballero, de sus labios delgados salía poesía y palabras encantadoras, cumplidos que divertían más que gustar a la duquesa. Pero la falsedad de aquel hombre, su máscara de rectitud le atraía, aquella mente que la desnudaba, que planeaba la mil formas de poseerla, el lugar a donde llevarla y quizás, matarla después.
Oh, pero que ingenuo era. Caminaron por la Rue Avenue, ella tomada del brazo de él, en esa noche de luna, como una feliz pareja. Coqueaban la duquesa como una inocente mujer que cree en el amor y él el enmascarado asesino hedonista.
Tomaron un callejón oscuro, vacío, él ya tenía en mente lo que haría. Y ella, enamorada de esa perversamente lo disfrutaba, todo lo que pensaba. Al internarse en el corazón del callejón, donde la luz mortecina chispeaba Lewis se abalanzó como el animal que era. Ambos cuerpos se estrellaron en la pared, él buscó introducir la mano entre la falda buscando la zona erógenas de entre sus piernas. La duquesa reía, aquellos pensamientos de Lewis eran una revolución de obscenidades y deseos perversos.
La boca besó el cuello, un cuello delgado pero duro con la piel fría y sin látidos. Aquella lengua removía el maquillaje que disfrazaba la piel de extrema blancura con desesperación. Keyla sonreía con malicia, disfrutandolo. Pero entonces Lewis mordió el cuello, sus pensamientos lujuriosos cayeron en el pánico de estar besando a alguien no humano, aterrado se alejó de ella.
—¡Monstruo!—
Gritó viendo aquella piel sin maquillaje que su lengua había limpiado, el terror en sus ojos comenzó a irritar a la duquesa.
¡¡¡BANG!!!
Disparó, la bala no penetró la piel, rebotó generando un rasguño que sano tan rápido que el mortal ni siquiera vio la herida provocada.
Keyla explotó en una rabia ante la cobardía de aquel hombre, había echado todo a perder, su valiosa presa había arruinado la función que la duquesa había preparado, odiaba cuando todo se salía del libreto.
Lewis con torpeza quiso huir, pero no logró salir del callejón, La duquesa se arrojó sin dar tregua por la espalda, tomando su cuello y clavando esos colmillos inmaculados que se mancharon con la espesa sangre, bebió con avidez. Furiosa y cuando hubo terminado lamió las heridas y arrojó el cadáver a la basura.
Irritada se alzó hasta el tejado y brinco de tejado en tejado hasta que vio a un hombre tan atractivo que decidió entrar en su mente, quizás tomarlo como víctima, aún no estaba saciada y aquel joven atentaba con su sed. Pero cuando intentó entrar en su mente se dio cuenta de que era un vampiro, lo supo por el inexistente latido de corazón. Tenía con él una espada corta y con un pañuelo limpio la brillante hoja.
Le pareció un inmortal refinado, muchos se habrían quedado con el pañuelo sucio, en cambio él no, simplemente lo había tirado a un costado y desaparecido de un salto, dirigiéndose al callejón donde se había realizado la escena del crimen. La duquesa aceleró el ritmo hasta que se adelantó a más de tres metros, luego bajó del techo y espero a que llegara. Y cuando lo vio sintió una extraña afinidad. Era una antigua, una hedonista que solo pensaba en ella, en satisfacer sus deseos a costa de otros y él, quizás a él lo sometería para complementar el vacío que Lewis abandonó.
—¿Al parecer se ha divertido esta noche?—
Y le dedicó una sonrisa seductora.
Keyla Van Zuiverheid- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 21/11/2012
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Re: El filo de la espada[privado]
Camino tranquilamente por el callejos, diviso al final de este la figura atrayente de una mujer y levanto curiosamente una de sus cejas, a varios pasos de ella se detuvo y ladeo el rostro en una sonrisa, girando la espada en su mano como si se tratase de un bastón.
La observo, tenía la piel blanca y daba aquel aspecto casi “mágico” a la vista humana, no sentía el latir de su corazón y aunque al estar frente a un humano debía controlarse para no escuchar el murmullo de sus pensamientos no tuvo que hacer nada frente a ella pues no le llagaba nada. Unos segundos le tomaron admirarla por completo, el aroma a sangre que la rodeaba no dejaba a la imaginación su raza. Detuvo el giro de la espada con un solo movimiento de su mano y a coloco de punta al suelo dejando el metal vibrante por el golpe, pese a ello el precioso metal no se abollo, debía ser la ventaja de que fuese el arma de un cazador.
-y parece que no soy el único madame, tiene usted un color estupendo en sus mejillas, debe alimentarse bien.
Le hablo con un ademan de saludo con la cabeza, moviendo la espada al frente, haciendo que la hoja rozare el suelo con un movimiento que no podía saberse fue rápido o lento. Eran los movimientos de los vampiros con la lentitud que parecía haber detenido el tiempo y la rapidez para pensar que había sucedido en solo un segundo. Coloco ambas manos en el puño de la espada y la observo con cierta simpatía, no todos los días una vampiresa se presentaba asi ante el y vaya peculiar dama, tenía la misma mirada que había visto en Rosielle la primera vez que se habían encontrado, la mirada de un cazador midiendo a la presa y la sola situación mantenía la sonrisa dibujada en el rostro, parecía que los hombres fáciles de matar no llamaban el interés de las damas bellas.
-no me mire de esa manera mi bella dama.
El vampiro levanto la espada y jugo con ella nuevamente en su mano, el objeto era su nueva adquisición y se notaba que le gustaba jugar con ella en sus manos.
-hará que sienta escalofríos y me intimide- jugo- ¿qué es lo que ha llevado a semejante criatura a dirigir sus palabras a un simple andante nocturno como yo?
Juno estaba esperando en la calle su regreso, seguramente se quedaría en el mismo sitio hasta el amanecer aun si el no regresaba, era un hombre sumamente estricto con su propio trabajo, si llegase a tener la suerte de contemplar aquella escena se preguntaba que sería lo que pensaría, acaso sentiría el flujo de adrenalina al ver la posibilidad, de contemplar siquiera la ínfima posibilidad de deshacerse de el de una vez por todas? O temería que alguien pudiese terminar con el antes de que el mismo lo lograra… quien sabe tal vez se quedaría tan campante sabiendo que todo continuaría igual que siempre al día siguiente.
La observo, tenía la piel blanca y daba aquel aspecto casi “mágico” a la vista humana, no sentía el latir de su corazón y aunque al estar frente a un humano debía controlarse para no escuchar el murmullo de sus pensamientos no tuvo que hacer nada frente a ella pues no le llagaba nada. Unos segundos le tomaron admirarla por completo, el aroma a sangre que la rodeaba no dejaba a la imaginación su raza. Detuvo el giro de la espada con un solo movimiento de su mano y a coloco de punta al suelo dejando el metal vibrante por el golpe, pese a ello el precioso metal no se abollo, debía ser la ventaja de que fuese el arma de un cazador.
-y parece que no soy el único madame, tiene usted un color estupendo en sus mejillas, debe alimentarse bien.
Le hablo con un ademan de saludo con la cabeza, moviendo la espada al frente, haciendo que la hoja rozare el suelo con un movimiento que no podía saberse fue rápido o lento. Eran los movimientos de los vampiros con la lentitud que parecía haber detenido el tiempo y la rapidez para pensar que había sucedido en solo un segundo. Coloco ambas manos en el puño de la espada y la observo con cierta simpatía, no todos los días una vampiresa se presentaba asi ante el y vaya peculiar dama, tenía la misma mirada que había visto en Rosielle la primera vez que se habían encontrado, la mirada de un cazador midiendo a la presa y la sola situación mantenía la sonrisa dibujada en el rostro, parecía que los hombres fáciles de matar no llamaban el interés de las damas bellas.
-no me mire de esa manera mi bella dama.
El vampiro levanto la espada y jugo con ella nuevamente en su mano, el objeto era su nueva adquisición y se notaba que le gustaba jugar con ella en sus manos.
-hará que sienta escalofríos y me intimide- jugo- ¿qué es lo que ha llevado a semejante criatura a dirigir sus palabras a un simple andante nocturno como yo?
Juno estaba esperando en la calle su regreso, seguramente se quedaría en el mismo sitio hasta el amanecer aun si el no regresaba, era un hombre sumamente estricto con su propio trabajo, si llegase a tener la suerte de contemplar aquella escena se preguntaba que sería lo que pensaría, acaso sentiría el flujo de adrenalina al ver la posibilidad, de contemplar siquiera la ínfima posibilidad de deshacerse de el de una vez por todas? O temería que alguien pudiese terminar con el antes de que el mismo lo lograra… quien sabe tal vez se quedaría tan campante sabiendo que todo continuaría igual que siempre al día siguiente.
Yudea- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/04/2011
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Re: El filo de la espada[privado]
El atractivo vampiro movió la espada como un maestro y como ningún mortal podría, no con esa habilidad y provecho de las habilidades natas de los bebedores de sangre. Como un espectáculo para Keyla y que sin embargo, realmente era para él.
Pese a que se lo pidio, Keyla no mudó de expresión, la voz de aquel vampiro fue una melodía para sus oídos. Se adelantó a él, contoneando y sujetó con una de sus manos la hoja.
La bella espada no sólo lucía un aspecto magistral, sino que también tenía un filo abrumador y su hoja tan resistente que quizás podría cortar el mármol. O al menos en la Grecia antigua así hubieran dicho.
El filo logró rasguñar la dura piel de Keyla, sin embargo, su sanación acelerada funcionaba tan rápido que su piel nunca se vio herida. Mas, al subir su mano al mango era claro que un camino de sangre se había formado.
—Atracción, deseo...— se mordió su labio inferior, —usted sabe a que me refiero, sus ojos me dicen que experimenta lo que yo en otros seres. Usted lo comprende, sería una perdida de tiempo explicarlo—
Y Keyla tomó la mano que sujetaba el mango de la espada. Era una piel como la suya, el vampiro era viejo hilo de los milenios, como ella, no era un neófito y la atracción creció aún más. El Vampiro al no resistirse, alzó la espada y con su lengua limpio la sangre de una parte de la hoja.
—He ensuciado su espada moniseur—
Sacó un pañuelo y terminó el trabajo que su lengua no efectuó, y es que su intención sólo era el de coquetear. El pañuelo fue deprendiendo la sangre de la hoja hasta que el brillo reapareció. Keyla guió la espada y mano del vampiro de nuevo a su lugar, retrocedió unos pasos y soltó una risilla simpatica mientras finjiendo timidez desviaba la mirada.
—Su manejo de la espada es admirable—
Regresó su mirada a él y haciendo uso de su velocidad se colocó a un costado, llevó una de sus manos al abrigo del vampiro y como lo hiciera una seductora cortesana lo rodeó hasta llegar al otro costado y acercó su boca al oído varonil.
—Mi atractivo monsieur ¿en que más es admirable?—
Pese a que se lo pidio, Keyla no mudó de expresión, la voz de aquel vampiro fue una melodía para sus oídos. Se adelantó a él, contoneando y sujetó con una de sus manos la hoja.
La bella espada no sólo lucía un aspecto magistral, sino que también tenía un filo abrumador y su hoja tan resistente que quizás podría cortar el mármol. O al menos en la Grecia antigua así hubieran dicho.
El filo logró rasguñar la dura piel de Keyla, sin embargo, su sanación acelerada funcionaba tan rápido que su piel nunca se vio herida. Mas, al subir su mano al mango era claro que un camino de sangre se había formado.
—Atracción, deseo...— se mordió su labio inferior, —usted sabe a que me refiero, sus ojos me dicen que experimenta lo que yo en otros seres. Usted lo comprende, sería una perdida de tiempo explicarlo—
Y Keyla tomó la mano que sujetaba el mango de la espada. Era una piel como la suya, el vampiro era viejo hilo de los milenios, como ella, no era un neófito y la atracción creció aún más. El Vampiro al no resistirse, alzó la espada y con su lengua limpio la sangre de una parte de la hoja.
—He ensuciado su espada moniseur—
Sacó un pañuelo y terminó el trabajo que su lengua no efectuó, y es que su intención sólo era el de coquetear. El pañuelo fue deprendiendo la sangre de la hoja hasta que el brillo reapareció. Keyla guió la espada y mano del vampiro de nuevo a su lugar, retrocedió unos pasos y soltó una risilla simpatica mientras finjiendo timidez desviaba la mirada.
—Su manejo de la espada es admirable—
Regresó su mirada a él y haciendo uso de su velocidad se colocó a un costado, llevó una de sus manos al abrigo del vampiro y como lo hiciera una seductora cortesana lo rodeó hasta llegar al otro costado y acercó su boca al oído varonil.
—Mi atractivo monsieur ¿en que más es admirable?—
Keyla Van Zuiverheid- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 21/11/2012
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Re: El filo de la espada[privado]
Levanto una ceja dibujando una sonrisa divertida y la observo mientras se movía y le dejo hacer sabiendo a lo que se refería, eran pocos los placeres que ponían mantenerse en su eterna existencia y entre ellos estaba la lujuria en su más ardiente naturaleza, la lujuria por la sangre, la lujuria por la carne, el deseo que podía darles el ardor y el calor que la vida misma les había arrebatado de sus cuerpos.
-es usted bastante directa madame.
Contesto viendo aquella rosada lengua pasar por la hoja de la navaja, para un humano un acto como aquel podría parecer abominable pero para ellos, que se alimentaban de la sangre de los vivos, para alguien como el que podía recordar aun la sangre del cazador bañando el filo hacia centellar sus ojos, cambiar por un segundo el color de sus pupilas ante el exquisito recuerdo y el sensual movimiento.
-me alaga con sus palabras, debo decir que es usted aún mas sensual que hermosa, lo cual, bien debe saber ya es decir demasiado, si así es como limpia todo cuanto ensucia debo considerar el cuidado del resto de las posesiones que hay sobre mi esta noche.
Ella soltó la espada y su mano y el la apoyo a su lado derecho, nuevamente, como si un bastón fuese, el jamás había tenido la necesidad de saber usar un arma como una espada, sus meras habilidades podían cubrir la falta de conocimientos sobre la esgrima, al menos al principio de sus años como andante nocturno, cuando era apenas un neófito, unos cientos de años habían pasado antes de que le fuese innecesaria casi cualquier tipo de arte de aquel estilo, podía mantenerse al margen de peligro, había aprendido a usar cadenas humanas y de sobrenaturales que le rodearan, había aprendido a usar la mente y los deseos de los demás. Pero yudea jamás había dejado de ser el niño caprichoso que había sido de humano, nunca en toda su no vida había cedido a la locura, nunca había necesitado del sueño profundo para recuperarse y era porque jamás había dejado que su vida se sumiera en la apatía y la elegante rutina de sus “iguales”.
Muchos vampiros habían estado en sus manos y muchos habían cedido a la luz del sol, muchos habían perdido el placer por la inmortalidad, habían llegado al punto de no sentir el deseo de continuar, otros tantos se habían dejado sobrepasar por su ser mismo cayendo en manos de cazadores o inquisidores, cayendo en trampas tontas con la firme creencia de que era invencibles, el prefería el juego, prefería la caza lenta y los placeres simples. Podía regocijarse con la simple y sublime expresión de dolor de un traidor, con la lágrimas de un inocente, la expresión llorosa y martiriada de un amante infiel… tantas y comunes cosas que el tomaba para si mismo y por esos placeres que por días se le antojaban, por esos caprichos que por momentos se le antojaban había aprendido el uso de la espada y otras armas, cosas que no necesitaba, cosas que no le eran ni indispensables y posiblemente poco necesarias pero que poseía porque simplemente lo quería y podía. Una vez Jin le había preguntado con rabia por que le atormentaba, la respuesta había sido en aquel tiempo la misma que le daría si volvía a preguntarlo ahora, por que podía.
-No está en mi qué cualidades son las que poseo, no es bien visto que un hombre se alabe a si mismo.
Contesto avanzando hacia ella y extendiendo su brazo hacia la joven, su rostro tenía un gesto que por si mismo decía “¿me acompaña?” El podía actuar completamente diferente con la misma persona dependiendo del humor y el momento en que le encontrase, especialmente en los primeros encuentros, justo en esos momentos se encontraba de un buen y agradable humor, había saciado sus deseos de sangre y divertido su lado sádico también, estaba por esa noche casi satisfecho de jugar.
-es usted bastante directa madame.
Contesto viendo aquella rosada lengua pasar por la hoja de la navaja, para un humano un acto como aquel podría parecer abominable pero para ellos, que se alimentaban de la sangre de los vivos, para alguien como el que podía recordar aun la sangre del cazador bañando el filo hacia centellar sus ojos, cambiar por un segundo el color de sus pupilas ante el exquisito recuerdo y el sensual movimiento.
-me alaga con sus palabras, debo decir que es usted aún mas sensual que hermosa, lo cual, bien debe saber ya es decir demasiado, si así es como limpia todo cuanto ensucia debo considerar el cuidado del resto de las posesiones que hay sobre mi esta noche.
Ella soltó la espada y su mano y el la apoyo a su lado derecho, nuevamente, como si un bastón fuese, el jamás había tenido la necesidad de saber usar un arma como una espada, sus meras habilidades podían cubrir la falta de conocimientos sobre la esgrima, al menos al principio de sus años como andante nocturno, cuando era apenas un neófito, unos cientos de años habían pasado antes de que le fuese innecesaria casi cualquier tipo de arte de aquel estilo, podía mantenerse al margen de peligro, había aprendido a usar cadenas humanas y de sobrenaturales que le rodearan, había aprendido a usar la mente y los deseos de los demás. Pero yudea jamás había dejado de ser el niño caprichoso que había sido de humano, nunca en toda su no vida había cedido a la locura, nunca había necesitado del sueño profundo para recuperarse y era porque jamás había dejado que su vida se sumiera en la apatía y la elegante rutina de sus “iguales”.
Muchos vampiros habían estado en sus manos y muchos habían cedido a la luz del sol, muchos habían perdido el placer por la inmortalidad, habían llegado al punto de no sentir el deseo de continuar, otros tantos se habían dejado sobrepasar por su ser mismo cayendo en manos de cazadores o inquisidores, cayendo en trampas tontas con la firme creencia de que era invencibles, el prefería el juego, prefería la caza lenta y los placeres simples. Podía regocijarse con la simple y sublime expresión de dolor de un traidor, con la lágrimas de un inocente, la expresión llorosa y martiriada de un amante infiel… tantas y comunes cosas que el tomaba para si mismo y por esos placeres que por días se le antojaban, por esos caprichos que por momentos se le antojaban había aprendido el uso de la espada y otras armas, cosas que no necesitaba, cosas que no le eran ni indispensables y posiblemente poco necesarias pero que poseía porque simplemente lo quería y podía. Una vez Jin le había preguntado con rabia por que le atormentaba, la respuesta había sido en aquel tiempo la misma que le daría si volvía a preguntarlo ahora, por que podía.
-No está en mi qué cualidades son las que poseo, no es bien visto que un hombre se alabe a si mismo.
Contesto avanzando hacia ella y extendiendo su brazo hacia la joven, su rostro tenía un gesto que por si mismo decía “¿me acompaña?” El podía actuar completamente diferente con la misma persona dependiendo del humor y el momento en que le encontrase, especialmente en los primeros encuentros, justo en esos momentos se encontraba de un buen y agradable humor, había saciado sus deseos de sangre y divertido su lado sádico también, estaba por esa noche casi satisfecho de jugar.
Yudea- Vampiro Clase Alta
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Re: El filo de la espada[privado]
Keyla quiso reír al segundo comentario, pero no lo hizo, le divirtió aquel hombre. No era como cualquiera. Muchos reflejaban de inmediato su personalidad, con gestos o el tono de su voz, mas él no. Keyla volvió a alejarse de él, mirandolo de frente.
—Me parecen muy correctas sus palabras Monsieur—
Avanzó hacía ella y extendió su brazo a la duquesa, en una silenciosa pero formal invitación que su mirada describía. Keyla le sonrió divertida, satisfecha.
Había estado irritada después de que Lewis hubiera fastidiado su escenario, pero el encuentro con este no vivo estaba poniendola de buen humor. La atracción crecía y sus deseos perversos y sádicos se dispararon, deseos que sólo podían ser complacidos con los hijos de los milenios. Keyla ya había intentado complacerse con algún neófito o no vivos con una de edad de tres a cuatro siglos y todos habían terminado igual, destruídos por las manos como la piedra de Keyla, con esa fuerza superior que la sangre a través de los milenios incrementaba en capacidad y poder.
Keyla quiso introducirse en la mente de aquel vampiro, el enigmático no vivo que iluminaba su noche, pero lo respetó, sería hacer trampa, crearía un escenario y dejaría que él interpretara su papel de la forma que él quisiese, una improvisación que estaba segura le satisfacería.
—No pertenezco a esta nación, tendrá usted que guiarme monsieur—
Aceptó el brazo y espero paciente la decisión del no vivo, de su capricho.
—Me parecen muy correctas sus palabras Monsieur—
Avanzó hacía ella y extendió su brazo a la duquesa, en una silenciosa pero formal invitación que su mirada describía. Keyla le sonrió divertida, satisfecha.
Había estado irritada después de que Lewis hubiera fastidiado su escenario, pero el encuentro con este no vivo estaba poniendola de buen humor. La atracción crecía y sus deseos perversos y sádicos se dispararon, deseos que sólo podían ser complacidos con los hijos de los milenios. Keyla ya había intentado complacerse con algún neófito o no vivos con una de edad de tres a cuatro siglos y todos habían terminado igual, destruídos por las manos como la piedra de Keyla, con esa fuerza superior que la sangre a través de los milenios incrementaba en capacidad y poder.
Keyla quiso introducirse en la mente de aquel vampiro, el enigmático no vivo que iluminaba su noche, pero lo respetó, sería hacer trampa, crearía un escenario y dejaría que él interpretara su papel de la forma que él quisiese, una improvisación que estaba segura le satisfacería.
—No pertenezco a esta nación, tendrá usted que guiarme monsieur—
Aceptó el brazo y espero paciente la decisión del no vivo, de su capricho.
Keyla Van Zuiverheid- Vampiro/Realeza
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Re: El filo de la espada[privado]
Yudea se había especializado desde su creación en el dominio de las emociones y la manipulación de la mente, no había nada que hubiese gozado más que el ver a sus víctimas perder el control de sus actos, ver sus rostro contraídos por la desesperación, con el tiempo había perdido el gusto por el control y comenzado a usar el chantaje y la dominación el sentimiento de frustración parecía más vivo y el odio en los ojos que le acusaban más intenso, momentos en que la mente de aquellos que mancillaba se llenaban de pensamientos suyos, solo suyos y nadie más había en ellos, momentos en que hacia suyos a sus víctimas desde la voluntad hasta la inconciencia. Era por ello que con el tiempo había tenido que aprender no a controlar mentes ajenas si no a retener la suya propia. Había usado tanto aquella habilidad que debía contenerse para que los pensamientos ajenos no llegasen a su mente, el saberlo todo de su contrincante le resultaba aburrido, por lo que sintió apenas la intención de la mujer por hurgar en sus recuerdos por entrar en su conciencia y sonrió viendo al frente al no llegar intromisión alguna.
-sabia decisión madame.
Murmuro a la nada mientras avanzaba, salieron del callejón y el murmullo de la gente los alcanzo, la luz mas intensa les balo por completo y el carro del vampiro se hizo visible. Juno parado junto a la puertezuela le esperaba con una expresión serena y solo percibirlo saludo educadamente dibujando después una perfecta y profesional sonrisa en su rostro, tan amable y educada que a los mortales daba escalofríos.
-¿En verdad no ha estado nunca en paris? Bien tampoco presto demasiada atención a los lugares a los que me encuentro, pero debería ser suficiente para guía ¿Que se le antoja conocer esta noche?
Mientras hablaba juno abrió la puertezuela del coche, el joven mayordomo estaba actuando como lacayo mientras Yoh se mantenía como cochero, solo estaban ambos cuando era el quien salía, si alguien mas de la mansión lo hacia solo Yoh era necesario.
-sabia decisión madame.
Murmuro a la nada mientras avanzaba, salieron del callejón y el murmullo de la gente los alcanzo, la luz mas intensa les balo por completo y el carro del vampiro se hizo visible. Juno parado junto a la puertezuela le esperaba con una expresión serena y solo percibirlo saludo educadamente dibujando después una perfecta y profesional sonrisa en su rostro, tan amable y educada que a los mortales daba escalofríos.
-¿En verdad no ha estado nunca en paris? Bien tampoco presto demasiada atención a los lugares a los que me encuentro, pero debería ser suficiente para guía ¿Que se le antoja conocer esta noche?
Mientras hablaba juno abrió la puertezuela del coche, el joven mayordomo estaba actuando como lacayo mientras Yoh se mantenía como cochero, solo estaban ambos cuando era el quien salía, si alguien mas de la mansión lo hacia solo Yoh era necesario.
Yudea- Vampiro Clase Alta
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Re: El filo de la espada[privado]
Por supuesto que Keyla había escuchado las palabras de Yudea, palabras más para él que para la inmortal y facilmente dedujo que era por el respeto que ella tenía sobre la mente de su igual, después de todo aquel hombre hermoso parecía ser un gran actor, para el show de la duquesa.
Salieron del callejón y el carro del vampiro se hizo presente, Keyla ignoró las palabras del vampiro y subió al carro, se acomodó y espero a que su acompañante subiera.
Cuando lo hizo, las puertas se cerraron y se quedaron mirándose, el haber quedado frente a frente facilitaba la vista a los ojos de ambos.
— Me temo que no monsieur, en mi última visita por estas tierras era conocida como Galia —
Cruzó las piernas adoptando una postura un tanto sensual y se llevó un dedo a la boca de forma coqueta.
— Guieme a donde guste monsieur confío en su criterio —
Le guiño le ojo mientras planeaba el juego para los dos y que deseaba su igual participara.
— Quizás un paseo por la ciudad con su compañía me sea suficiente, aunque un juego sería más interesante. ¿le gustan lo juegos monsieur? —
La duquesa adoptó un postura más comoda extendiendo sus brazos y descansándolos en los asientos. Keyla ya deseaba que iniciara el juego aunque aún no estaba segura de cual sería, pero sin duda aquella espada y su filo serían indispensables. Se le antojaba una cacería, elegir a alguien y jugar con él haciendo uso de sus habilidades y sometiéndolo a sus caprichos, darle esperanzas de vivir si gana, o tal vez una compentencia.
Aquel vampiro le atraía, necesitaba saber su nombre y también que tan viejo era, y aunque una edad era para muchos nada importante, para Keyla si lo era, de esa forma su obra pintaría diferente.
— Sí, quiero jugar un juego monsieur y me gustaría que se me uniera, escoja el mejor lugar para que nos entretengamos. La noche es joven y me parece que esta de humor —
Cambió de lugar violando el espacio personal del inmortal. Keyla se acercó a él y lo besó en la mejilla, casi en los labios.
— ¿Me complacerá? —
Y le dedicó una mirada inocente, como el de una niña caprichosa.
Salieron del callejón y el carro del vampiro se hizo presente, Keyla ignoró las palabras del vampiro y subió al carro, se acomodó y espero a que su acompañante subiera.
Cuando lo hizo, las puertas se cerraron y se quedaron mirándose, el haber quedado frente a frente facilitaba la vista a los ojos de ambos.
— Me temo que no monsieur, en mi última visita por estas tierras era conocida como Galia —
Cruzó las piernas adoptando una postura un tanto sensual y se llevó un dedo a la boca de forma coqueta.
— Guieme a donde guste monsieur confío en su criterio —
Le guiño le ojo mientras planeaba el juego para los dos y que deseaba su igual participara.
— Quizás un paseo por la ciudad con su compañía me sea suficiente, aunque un juego sería más interesante. ¿le gustan lo juegos monsieur? —
La duquesa adoptó un postura más comoda extendiendo sus brazos y descansándolos en los asientos. Keyla ya deseaba que iniciara el juego aunque aún no estaba segura de cual sería, pero sin duda aquella espada y su filo serían indispensables. Se le antojaba una cacería, elegir a alguien y jugar con él haciendo uso de sus habilidades y sometiéndolo a sus caprichos, darle esperanzas de vivir si gana, o tal vez una compentencia.
Aquel vampiro le atraía, necesitaba saber su nombre y también que tan viejo era, y aunque una edad era para muchos nada importante, para Keyla si lo era, de esa forma su obra pintaría diferente.
— Sí, quiero jugar un juego monsieur y me gustaría que se me uniera, escoja el mejor lugar para que nos entretengamos. La noche es joven y me parece que esta de humor —
Cambió de lugar violando el espacio personal del inmortal. Keyla se acercó a él y lo besó en la mejilla, casi en los labios.
— ¿Me complacerá? —
Y le dedicó una mirada inocente, como el de una niña caprichosa.
Keyla Van Zuiverheid- Vampiro/Realeza
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Re: El filo de la espada[privado]
Galia… bien ahora tenía la certeza de que la dama tenía más de 1300 años vagando por el mundo, una edad considerable si debía ser precioso, el ser humano parecía estar diseñado para un tiempo de vida menor al de los 100 años, cercanos a estos la mente se atrofia e incluso el espíritu se debilita, en una regresión en que los hijos cuidan a los padres, parecía que la transformación a vampiro detenía no solo el envejecimiento del cuerpo y la erradicación del alma, también detenía el envejecimiento de la mente y su deterioro, desgraciadamente la base seguía siendo humana y en su mayoría los vampiros llegaban a un punto en que la inmortalidad los superaba y la búsqueda de la muerte era inevitable, encontrar vampiros antiguos en estos días, en los que el paseaba sin prejuicio por extraordinario que pareciere viniendo de un ser como el, era raro. En otros países había recibido invitaciones de los grupos más extraños y conservadores, la presencia de ser alguno que pretendiese sumir su existencia en un linaje parecido a la realeza humana era solo un fastidio.
Sonrío a la mujer moverse en el coche, ponerse cerca de el insinuando su cuerpo perfecto cerca del suyo y ladeo el rostro en una sonrisa lenta y perezosa, el tipo de sonrisa que implicaba el placer de su dueño.
— ¿quiere jugar conmigo madame?
Levanto una de sus manos acariciando el rostro de la joven, recorriendo la suavidad de sus mejillas, bajando por su cuello y volviendo a subir.
— Entonces espero que no el importe jugar un poco rudo…
No pudo evitar que al mencionar la palaba juego en principio el recuerdo de su último juego de póker viniese a su mente, el viejo lobo había querido jugar con él y había fijado una apuesta demasiado alta sobre la mesa como para rechazarla y ahora era su cachorro de casa. El tipo de juego que le proponía la chica era diferente pero no por ello menos interesante y desde luego no era algo que pudiese rechazar.
La idea de llevarla a su casa cruzo por su mente ero ella no era una neófita que no significase ningún peligro, el no había llegado al nivel en que su autoconfianza llegara a la estupidez como para mostrarle su lugar de descanso a la primer mujer hermosa que cruzara por su camino. Sin embargo un buen lugar cruzo por su mente, su nuevo cachorro había aumentado a sus propiedades la galería de las sombras…aunque de inmediato lo rechazo en su mente. Sonrió para sus adentros al dar con el sitio.
—¿le agrada el bosque madame? Una mansión en medio del busque no es el sitio turístico mas visitado pero la vista desde el ático es perfecta.
Sonrío a la mujer moverse en el coche, ponerse cerca de el insinuando su cuerpo perfecto cerca del suyo y ladeo el rostro en una sonrisa lenta y perezosa, el tipo de sonrisa que implicaba el placer de su dueño.
— ¿quiere jugar conmigo madame?
Levanto una de sus manos acariciando el rostro de la joven, recorriendo la suavidad de sus mejillas, bajando por su cuello y volviendo a subir.
— Entonces espero que no el importe jugar un poco rudo…
No pudo evitar que al mencionar la palaba juego en principio el recuerdo de su último juego de póker viniese a su mente, el viejo lobo había querido jugar con él y había fijado una apuesta demasiado alta sobre la mesa como para rechazarla y ahora era su cachorro de casa. El tipo de juego que le proponía la chica era diferente pero no por ello menos interesante y desde luego no era algo que pudiese rechazar.
La idea de llevarla a su casa cruzo por su mente ero ella no era una neófita que no significase ningún peligro, el no había llegado al nivel en que su autoconfianza llegara a la estupidez como para mostrarle su lugar de descanso a la primer mujer hermosa que cruzara por su camino. Sin embargo un buen lugar cruzo por su mente, su nuevo cachorro había aumentado a sus propiedades la galería de las sombras…aunque de inmediato lo rechazo en su mente. Sonrió para sus adentros al dar con el sitio.
—¿le agrada el bosque madame? Una mansión en medio del busque no es el sitio turístico mas visitado pero la vista desde el ático es perfecta.
Yudea- Vampiro Clase Alta
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Re: El filo de la espada[privado]
–¿Jugar rudo?–
—Para nada Monsieur, la rudeza será el aderezo perfecto para nuestra noche—
Y Keyla regresó a tomar su asiento para estar frente a él, no le gustaba ver a otro que no fuera su amante de lado, no ahora, ella estaba interesada en estudiarlo en cada gesto pues quería ganar el juego si es que se confrontaban en vez de compartir. Lo claro para Keyla era una cosa, el intelecto sería la principal arma.
—Creo que es un perfecto escenario Monsieur, sin intrusos, sin restricciones. ¿La mansión le pertenece a usted? Pienso que es un maestro en los juegos monsieur seguro me llevaré una sorpresa y espero usted también—
Le sonrió con malicia y sacó su lengua para delinear sus labios con ella. Noto que el coche cambió el rumbo y cruzó sus piernas por debajo de la falda, luego, sacó una caja de metal, caja que contenía cigarrillos.
Dicha caja la había obtenido de Lewis cuando en el teatro la sedujo, le había ofrecido uno pero ella se hizo de toda la caja. Le había gustado, era de oro y su grabado era de la casa de su familia, un linaje antiguo pensó Keyla en aquel momento y que entre la platica había corroborado tener la razón.
La duquesa sacó un cigarrillo, era de esos largos que dan risa y se lo llevó a la boca.
—¿Le molesta Monsieur?—
A Keyla no le gustaba fumar pero todo era parte del juego.
—Para nada Monsieur, la rudeza será el aderezo perfecto para nuestra noche—
Y Keyla regresó a tomar su asiento para estar frente a él, no le gustaba ver a otro que no fuera su amante de lado, no ahora, ella estaba interesada en estudiarlo en cada gesto pues quería ganar el juego si es que se confrontaban en vez de compartir. Lo claro para Keyla era una cosa, el intelecto sería la principal arma.
—Creo que es un perfecto escenario Monsieur, sin intrusos, sin restricciones. ¿La mansión le pertenece a usted? Pienso que es un maestro en los juegos monsieur seguro me llevaré una sorpresa y espero usted también—
Le sonrió con malicia y sacó su lengua para delinear sus labios con ella. Noto que el coche cambió el rumbo y cruzó sus piernas por debajo de la falda, luego, sacó una caja de metal, caja que contenía cigarrillos.
Dicha caja la había obtenido de Lewis cuando en el teatro la sedujo, le había ofrecido uno pero ella se hizo de toda la caja. Le había gustado, era de oro y su grabado era de la casa de su familia, un linaje antiguo pensó Keyla en aquel momento y que entre la platica había corroborado tener la razón.
La duquesa sacó un cigarrillo, era de esos largos que dan risa y se lo llevó a la boca.
—¿Le molesta Monsieur?—
A Keyla no le gustaba fumar pero todo era parte del juego.
Keyla Van Zuiverheid- Vampiro/Realeza
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