AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La espada del Apocalipsis. {Privado}
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La espada del Apocalipsis. {Privado}
Elora cerró la enorme biblia de un manotazo y ésta crujió, quejándose y levantando una buena polvareda que la hizo estornudar. Se pellizcó el puente de la nariz. ¿Sería posible aquello? Miró a Xaryne que estaba tumbada en la cama con las manos bajo la nuca, relajada, pensando en sus cosas. Con Mauritz muerto, el mundo era más feliz, el sol brillaba más y todo era mucho más llevadero.
— es que no lo entiendo...¿en serio el rey va buscando esta espada? hay cientos de espadas legendarias, pero como sea esta...¿acaso cree que la podrá dominar? está loco!!! Mira, esto es lo que dice el Apocalipsis de Juan: ...Y miré, y he aquí un caballo pálido; y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre Muerte; y el infierno le seguía. Y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra...El Rey va tras la puta espada del Apocalipsis. Pero esa espada pertenecía a uno de los jinetes, y no puede empuñarla un mortal así como así...¡Dios! espero que no sea esa, que mis pistas sean incorrectas, que no tengan nada que ver...¿te das cuenta de lo que podría pasar si encuentran un objeto así?
La cosa era seria, si un descerebrado encontraba una espada que Dios había dado a un jinete del Apocalipsis para sembrar la muerte a su paso...quién sabe qué podía suceder.
Guardó la Biblia en un estante y se dejó caer al lado de la alemana resoplando. Se giró y la cogió de la mano.
—¡Ay! ¿a dónde te arrastro? siempre te estoy metiendo en líos, tú sólo querías cazar monstruos, y para variar te meto en jaleos absurdos...— pero su expresión pasó de ser de fastidio a que le brillasen los ojos de la emoción.— ¿te imaginas? y si encontrásemos una espada así? o... no sé, objetos legendarios como la lanza del Destino. ¿No te gustaría empuñarlos? saber lo que se siente?
— es que no lo entiendo...¿en serio el rey va buscando esta espada? hay cientos de espadas legendarias, pero como sea esta...¿acaso cree que la podrá dominar? está loco!!! Mira, esto es lo que dice el Apocalipsis de Juan: ...Y miré, y he aquí un caballo pálido; y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre Muerte; y el infierno le seguía. Y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra...El Rey va tras la puta espada del Apocalipsis. Pero esa espada pertenecía a uno de los jinetes, y no puede empuñarla un mortal así como así...¡Dios! espero que no sea esa, que mis pistas sean incorrectas, que no tengan nada que ver...¿te das cuenta de lo que podría pasar si encuentran un objeto así?
La cosa era seria, si un descerebrado encontraba una espada que Dios había dado a un jinete del Apocalipsis para sembrar la muerte a su paso...quién sabe qué podía suceder.
Guardó la Biblia en un estante y se dejó caer al lado de la alemana resoplando. Se giró y la cogió de la mano.
—¡Ay! ¿a dónde te arrastro? siempre te estoy metiendo en líos, tú sólo querías cazar monstruos, y para variar te meto en jaleos absurdos...— pero su expresión pasó de ser de fastidio a que le brillasen los ojos de la emoción.— ¿te imaginas? y si encontrásemos una espada así? o... no sé, objetos legendarios como la lanza del Destino. ¿No te gustaría empuñarlos? saber lo que se siente?
Última edición por Elora Paine el Miér Nov 02, 2016 11:16 am, editado 3 veces
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Escuché su parloteo con los ojos cerrados, relajada. Desde que el desgraciado había muerto, los problemas eran muchos menos y más manejables. Notaba que volvía a ser yo misma. Aquella noche había cazado un vampiro de los escurridizos, al que curiosamente le gustaba chupar la sangre de la ingle de sus víctimas. Había bichos raros en todos sitios, suponía.
Abrí los ojos y la vi tumbada a mi lado. Contesté a sus dudas sin inmutarme.
- Hay armas que ni siquiera deberían ser encontradas. Además, ¿para qué quiero yo la espada del Apocalipsis? Mis espadas pueden desatarlo y no son mágicas.
La miré y sonreí de lado mientras tiraba de ella hacia mí y le hacía cosquillas.
- El rey sabrá lo que hace. Si es demasiado peligroso para los mortales, siempre puedes borrarnos la memoria y dejarla donde esté.
Fruncí el ceño. No me apetecía mezclarme con la realeza, pero dos mujeres juntas en esta sociedad... entendía que el apoyo real era importante en la situación de Elora, pero como mínimo podían acabar en la horca. Realmente, la espada legendaria me la traía al pairo, pero no desaprovecharía la oportunidad de cazar algo en Alemania. Abundaban los licántropos desatados en aquellas zonas.
- Así que necesitas una fantástica traductora. Entiendo. ¿Y qué saco yo a cambio?
Abrí los ojos y la vi tumbada a mi lado. Contesté a sus dudas sin inmutarme.
- Hay armas que ni siquiera deberían ser encontradas. Además, ¿para qué quiero yo la espada del Apocalipsis? Mis espadas pueden desatarlo y no son mágicas.
La miré y sonreí de lado mientras tiraba de ella hacia mí y le hacía cosquillas.
- El rey sabrá lo que hace. Si es demasiado peligroso para los mortales, siempre puedes borrarnos la memoria y dejarla donde esté.
Fruncí el ceño. No me apetecía mezclarme con la realeza, pero dos mujeres juntas en esta sociedad... entendía que el apoyo real era importante en la situación de Elora, pero como mínimo podían acabar en la horca. Realmente, la espada legendaria me la traía al pairo, pero no desaprovecharía la oportunidad de cazar algo en Alemania. Abundaban los licántropos desatados en aquellas zonas.
- Así que necesitas una fantástica traductora. Entiendo. ¿Y qué saco yo a cambio?
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Miró a la cazadora sopesando esa opcion de borrar la memoria si era peligroso...Uy. Eso era una buenísima idea. Trabajaría en el hechizo o la poción correspondiente, por si resultaba necesario. Enarcó una ceja cuando le preguntó qué sacaba a cambio.
— ¿Una luna de miel? Qué mejor que largarnos unas semanas con la excusa de que estoy completamente abatida por la muerte de mi marido, y así podremos celebrarlo con tranquilidad. ¿No hay baños curativos en Alemania? pues allí diremos que voy. Aunque yo prefiero un baño contigo, que me quita todos los males!!.
Dos días después le mandó recado a Höor para decirle que partirían al día siguiente hacia Alsacia con esa excusa, y que se reunirían en Reims dos días más tarde. Le dejó la dirección del hotel donde se alojarían y se dispuso a preparar todo cuanto podría necesitar, porque la magia no era gratuita. Bloqueó el baul con maldiciones y cierres especiales y apostó entes en la entrada de su cuarto. Nadie entraría ni saldría de allí mientras estuvieran fuera.
Esperaba que a Höor se le hubiera pasado el efecto del hechizo, pero lo cierto es que aun le cosquilleba algo cuando le venía a la mente la imagen del vikingo. "Piensa en otra cosa Elora." Y así lo hacía, distraerse en los preparativos y esperar que todo fuera bien.
— ¿Una luna de miel? Qué mejor que largarnos unas semanas con la excusa de que estoy completamente abatida por la muerte de mi marido, y así podremos celebrarlo con tranquilidad. ¿No hay baños curativos en Alemania? pues allí diremos que voy. Aunque yo prefiero un baño contigo, que me quita todos los males!!.
Dos días después le mandó recado a Höor para decirle que partirían al día siguiente hacia Alsacia con esa excusa, y que se reunirían en Reims dos días más tarde. Le dejó la dirección del hotel donde se alojarían y se dispuso a preparar todo cuanto podría necesitar, porque la magia no era gratuita. Bloqueó el baul con maldiciones y cierres especiales y apostó entes en la entrada de su cuarto. Nadie entraría ni saldría de allí mientras estuvieran fuera.
Esperaba que a Höor se le hubiera pasado el efecto del hechizo, pero lo cierto es que aun le cosquilleba algo cuando le venía a la mente la imagen del vikingo. "Piensa en otra cosa Elora." Y así lo hacía, distraerse en los preparativos y esperar que todo fuera bien.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Hacia apenas un par de días que había llegado una misiva a la mansión Cavey. Su dueña, la bruja, Elora, esa de la que tras el hechizo de sangre que creo para hacerme volver de una visión, habíamos quedado anclados en algún lugar de la magia y por la que a fecha de hoy, aun sentía algún tipo de “impulso”
Por suerte, el viaje pintaba mejor de lo esperado. Lakme, la inmortal que conocí en el callejón y con la que sin duda tenia un trato que cumpliría hasta el final de mis últimas consecuencias, se había unido a nuestra causa.
Ambos interesados en la espada mitológica, nos habíamos convertido en algo mas que aliados, y aunque manteníamos cierto decoro entre nosotros las cosas fluían de un modo extraño.
Quizás fuera porque esa inmortal resultaba cautivadora frente a mis ojos, o simplemente porque algo nos unía mas allá del tiempo y del espacio.
En la misiva, la dirección de un hotel en Reims, al noroeste de París.
Aquella mañana me levante temprano y tras un copioso desayuno en las cocinas junto al servicio de la mansión Cavey salí hacia las caballerizas. Desconocía si la señora estaba en casa, mas imaginé que de estarlo se habría acostado al alba tras alguna de esas fiestas a las que solía asistir.
Así que para no molestarla omití despedida alguna, mas allá de un breve mensaje que dejé para ella en mi dormitorio avisándole de que me ausentaría por un tiempo, no definido, mas breve y que se cuidara.
Así emprendí con mi espectro el camino hacia el mercado, tenia cosas que hacer antes de que el ocaso cubriera el cielo.
Lakme, la inmortal que frecuentaba en mis ultimas noches mas de lo permitido, nos acompañaría, con una inmortal entre nuestras filas, la noche seria el único modo de movernos, así que se me ocurrió una idea bastante buena para evitar que el viaje se eternizara mas de lo debido.
Un carro con las ventanas cubiertas podrían darle el descanso necesario para el día, mientras nosotros avanzábamos por los caminos.
Así dispuse durante el día lo necesario para ese viaje que emprendíamos, y al caer el sol, el galope de mi caballo se perdió por el empedrado junto a la nueva montura y el carruaje con todo dispuesto para llegar a Alemania, lugar donde encontraríamos mas respuestas sobre la mítica espada o al menos eso esperaba.
Al anochecer llegue frente al alojamiento de la inmortal, una sonrisa de medio lado fue mi saludo al verla bajar mientras con un movimiento de cabeza le mostraba mi obra.
-Buenas noches señorita Lakme -musité hundiendo en ella mi parda mirada -¿preparada para dejarse llevar?
Por suerte, el viaje pintaba mejor de lo esperado. Lakme, la inmortal que conocí en el callejón y con la que sin duda tenia un trato que cumpliría hasta el final de mis últimas consecuencias, se había unido a nuestra causa.
Ambos interesados en la espada mitológica, nos habíamos convertido en algo mas que aliados, y aunque manteníamos cierto decoro entre nosotros las cosas fluían de un modo extraño.
Quizás fuera porque esa inmortal resultaba cautivadora frente a mis ojos, o simplemente porque algo nos unía mas allá del tiempo y del espacio.
En la misiva, la dirección de un hotel en Reims, al noroeste de París.
Aquella mañana me levante temprano y tras un copioso desayuno en las cocinas junto al servicio de la mansión Cavey salí hacia las caballerizas. Desconocía si la señora estaba en casa, mas imaginé que de estarlo se habría acostado al alba tras alguna de esas fiestas a las que solía asistir.
Así que para no molestarla omití despedida alguna, mas allá de un breve mensaje que dejé para ella en mi dormitorio avisándole de que me ausentaría por un tiempo, no definido, mas breve y que se cuidara.
Así emprendí con mi espectro el camino hacia el mercado, tenia cosas que hacer antes de que el ocaso cubriera el cielo.
Lakme, la inmortal que frecuentaba en mis ultimas noches mas de lo permitido, nos acompañaría, con una inmortal entre nuestras filas, la noche seria el único modo de movernos, así que se me ocurrió una idea bastante buena para evitar que el viaje se eternizara mas de lo debido.
Un carro con las ventanas cubiertas podrían darle el descanso necesario para el día, mientras nosotros avanzábamos por los caminos.
Así dispuse durante el día lo necesario para ese viaje que emprendíamos, y al caer el sol, el galope de mi caballo se perdió por el empedrado junto a la nueva montura y el carruaje con todo dispuesto para llegar a Alemania, lugar donde encontraríamos mas respuestas sobre la mítica espada o al menos eso esperaba.
Al anochecer llegue frente al alojamiento de la inmortal, una sonrisa de medio lado fue mi saludo al verla bajar mientras con un movimiento de cabeza le mostraba mi obra.
-Buenas noches señorita Lakme -musité hundiendo en ella mi parda mirada -¿preparada para dejarse llevar?
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
No fue muy complicado dejar a un lado su gira por Europa, el espectáculo podría prescindir de su presencia por una temporada, o eso esperada. Había dejado instrucciones y sabía que en algún momento de lo que sería “aquella identidad” en aquel siglo, toda diversión y espectáculo terminaría para siempre. Era el problema de la eternidad y sus secretos.
Un descubrimiento que el azar había decidido regalarle, era como si “ellos” tuviese planeado desde el principio aquel prematuro encuentro. Él era un simple humano, o al menos su fachada era pintada así, pero ella pronto se había dado cuenta que en la sangre de aquel hombre había más que el simple sabor de férreo, había un largo legado, había un camino abierto que, a pesar de que su fin tal vez fuese distintos, intereses le hacían cruzarse.
Un trato sellado y destino enlazado, no estaba segura si era él quien iba a depender de ella o ella de él, solo sabía que no había temor ya que por su parte solo había unos pasos para destruirla, y era complicado, había visto su futuro y uno de sus fines, y sabía que no le tocaba hasta dentro de mucho tiempo. Y luego estaban “ellos” aferrados con mantenerla con vida, ¿por qué? Ni siquiera ella lo entendía.
“Cuando encuentres la espada, no se la darás a tu Rey, te la quedará para ti, y a cambio me entregará a tu Rey como presente… Solo deseo eso.”
Así lo había pactado y sorprendentemente, no vinieron demasiadas preguntas ni la respuesta se hizo a esperar. El accedió con todo el riesgo y cuenta, sin saber la oculta intención que la bruja inmortal tenía para todos ellos.
Un destino no tan nuevo para ella, ya que había viajado demasiado, y sobre todo en aquel siglo, los teatros más populares la esperaban con su exotismo y éxito y había terminado en los lugares menos pensados, pero más lustrosos de todo rincón europeo.
Carruaje velado al caer la noche, y el hechizo de la mortalidad fingida volvía hacer que ella pareciese tan humana como cualquier confundiendo incluso a los de su especia.
Sin escatimar en lujos, aquella noche vestía del verde botella, recatado para su gusto, acorde a lo cortés de aquel siglo.
-Buenas noches, Señor Cannif. -Formalismos que aquella noche no había existido, pero por apariencia y cortesía se atrevió a usar. -Encantada de ser llevaba, y espero que me disculpe ya que nunca marcho de viaje sin estar acompañada. Éste es Sidhu. -Señalo al enorme hombre de rasgos orientales, que en aquella noche en el hotel les había visitado brevemente, evidentemente era inmortal. -Me protege y sustenta en caso de necesidad, ¿creo que puede entenderme? -Le sonrió ante su insinuación de canibalismo.
Un descubrimiento que el azar había decidido regalarle, era como si “ellos” tuviese planeado desde el principio aquel prematuro encuentro. Él era un simple humano, o al menos su fachada era pintada así, pero ella pronto se había dado cuenta que en la sangre de aquel hombre había más que el simple sabor de férreo, había un largo legado, había un camino abierto que, a pesar de que su fin tal vez fuese distintos, intereses le hacían cruzarse.
Un trato sellado y destino enlazado, no estaba segura si era él quien iba a depender de ella o ella de él, solo sabía que no había temor ya que por su parte solo había unos pasos para destruirla, y era complicado, había visto su futuro y uno de sus fines, y sabía que no le tocaba hasta dentro de mucho tiempo. Y luego estaban “ellos” aferrados con mantenerla con vida, ¿por qué? Ni siquiera ella lo entendía.
“Cuando encuentres la espada, no se la darás a tu Rey, te la quedará para ti, y a cambio me entregará a tu Rey como presente… Solo deseo eso.”
Así lo había pactado y sorprendentemente, no vinieron demasiadas preguntas ni la respuesta se hizo a esperar. El accedió con todo el riesgo y cuenta, sin saber la oculta intención que la bruja inmortal tenía para todos ellos.
Un destino no tan nuevo para ella, ya que había viajado demasiado, y sobre todo en aquel siglo, los teatros más populares la esperaban con su exotismo y éxito y había terminado en los lugares menos pensados, pero más lustrosos de todo rincón europeo.
Carruaje velado al caer la noche, y el hechizo de la mortalidad fingida volvía hacer que ella pareciese tan humana como cualquier confundiendo incluso a los de su especia.
Sin escatimar en lujos, aquella noche vestía del verde botella, recatado para su gusto, acorde a lo cortés de aquel siglo.
-Buenas noches, Señor Cannif. -Formalismos que aquella noche no había existido, pero por apariencia y cortesía se atrevió a usar. -Encantada de ser llevaba, y espero que me disculpe ya que nunca marcho de viaje sin estar acompañada. Éste es Sidhu. -Señalo al enorme hombre de rasgos orientales, que en aquella noche en el hotel les había visitado brevemente, evidentemente era inmortal. -Me protege y sustenta en caso de necesidad, ¿creo que puede entenderme? -Le sonrió ante su insinuación de canibalismo.
Lakme- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 420
Fecha de inscripción : 22/11/2010
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Desde que había conocido a Höor en la taberna y habíamos firmado el trato de que sería su guía para ayudarle a encontrar la espada, pasaba las noches encerrada en mi casa leyendo libros sobre las leyendas de espadas, en busca de alguna que pudiera ser la que él andaba buscando. Muchas eran las leyendas que se habían quedado plasmadas en los libros. Tizona, la espada de la misericordia, Zulfigar, Joyeuse y muchísimas más. Cualquiera podía ser la que Höor andaba buscando, incluso la del Rey Arturo, aquella que le dije en el bosque en tono de broma.
Cerré el libro que tenía sobre las manos de golpe y me asomé a la ventana, olía a Höor desde hacía un poco, pero me había parecido una ilusión, pero no. Le vi con un carromato. Sonreí y salí de mi casa, quería ver a donde iba con un carro tan grande. Le seguí unos cuantos pasos por detrás, era sigilosa y sabía que no se iba a dar cuenta de que le estaba siguiendo a no ser que me lo propusiera, así que continué despacio. Parecía que se iba de viaje a algún lado.
Se paró delante de una casa, de la que salió una vampiresa como yo y un tío que parecía un gorila, también vampiro. ¿Qué estaba tramando Höor con estos vampiros? Temía que se lo comieran, así que me hice ver, llegando hasta ponerme al lado del humano. —¡Hola! Soy Dunya.— Dije mirando a los otros dos vampiros, tenían muchísima más edad que yo, podía notarlo. Giré la cara para poder mirar al humanito y le sonreí. —¿Nos vamos de viaje?— Pregunté, dándole a entender que yo me unía a ellos.
Cerré el libro que tenía sobre las manos de golpe y me asomé a la ventana, olía a Höor desde hacía un poco, pero me había parecido una ilusión, pero no. Le vi con un carromato. Sonreí y salí de mi casa, quería ver a donde iba con un carro tan grande. Le seguí unos cuantos pasos por detrás, era sigilosa y sabía que no se iba a dar cuenta de que le estaba siguiendo a no ser que me lo propusiera, así que continué despacio. Parecía que se iba de viaje a algún lado.
Se paró delante de una casa, de la que salió una vampiresa como yo y un tío que parecía un gorila, también vampiro. ¿Qué estaba tramando Höor con estos vampiros? Temía que se lo comieran, así que me hice ver, llegando hasta ponerme al lado del humano. —¡Hola! Soy Dunya.— Dije mirando a los otros dos vampiros, tenían muchísima más edad que yo, podía notarlo. Giré la cara para poder mirar al humanito y le sonreí. —¿Nos vamos de viaje?— Pregunté, dándole a entender que yo me unía a ellos.
Dunya- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 28/07/2016
Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
A Reims se entraba por la puerta de Marte, la única que se conservaba de su muralla del siglo IV. Habían cruzado el rio Vesla, que rodeaba la ciudad, y Elora se quedó fascinada con una estatua de Juana de Arco en la Place d'Erlon, ante la que se detuvo. Le explicó a Xaryne sobre la leyenda de tan magnífica mujer.
— Ay, Juana!! eras una de las nuestras...qué poco te valió la excusa de que Dios te hablaba... Tengo que decir que para una vez que la Inquisición acierta, va y la hacen mártir. Yo creo que era una mezcla entre tú y yo, Xar. Era una bruja, de las de verdad y peleaba como una fiera, o sea como tú. ¿Lo ves? el mundo necesita más Juanas, tenemos que adoptar niñas con dones especiales y tendríamos nuestro propio ejército de furias negras...jajajajajaj.— Evidentemente estaba de broma, relajada. A fin de cuentas era su luna de miel de viuda.
Había reservado en un hotel de la ciudad, que tenía caballerizas, y al que no le faltaba lujo. Tanto ellas como Höor y sus compañeras se lo podían permitir. Alojaron a Zaros en los establos y salieron a pasear un rato por la maraña de calles de aquella ciudad. Elora se había empapado de toda la historia del lugar, sigueindole la pista a esa espada que estaba en el inventario de objetos arcanos de la Biblioteca. Fuera o no la espada del Apocalipsis, desde luego sería una poderosa. Además era una misión que la había absorbido de inmediato porque quería ponerse a prueba. Sus dotes de estudio, deducción, adivinación y magia.
— En el siglo V, el obispo Nicasio mandó construir la primera catedral sobre unas termas romanas. Aunque ha sido derruida y levantada varias veces, se conservan los túneles de conducción y evacuación del agua, y allí es donde creo que puede estar la espada. En esa catedral fue proclamado emperador el hijo de Carlomagno, así que habrá protecciones mágicas. El emperador era muy supersticioso y creía en todo esto. Se parece a Notre Dame y tiene sus gárgolas y sus bóvedas. Podríamos ir a visitarla y después...— cogió de la mano a Xaryne.— una cena romántica. Tú y yo. No me pongas esa cara de fastidio!! qué pasa? no puedo tener una cena romántica? pffff. Ahora tenemos dinero, puedo pedir que nos dejen el restaurante para nosotras solas...Gracias Mauritz. Pero va, no te lo voy a hacer pasar mal, con que nos pongan un saloncete privado me sirve.
La bruja estaba feliz de salir de París, con dinero en el bolsillo y la absoluta libertad de poder ser ella misma y estar con Xaryne. Y además una aventura, un reto peligroso. Sus socios en aquella misión llegarían a Reims al dia siguiente, así que podrían aprovechar para callejear un poco y tomarse un día de descanso.
— Ay, Juana!! eras una de las nuestras...qué poco te valió la excusa de que Dios te hablaba... Tengo que decir que para una vez que la Inquisición acierta, va y la hacen mártir. Yo creo que era una mezcla entre tú y yo, Xar. Era una bruja, de las de verdad y peleaba como una fiera, o sea como tú. ¿Lo ves? el mundo necesita más Juanas, tenemos que adoptar niñas con dones especiales y tendríamos nuestro propio ejército de furias negras...jajajajajaj.— Evidentemente estaba de broma, relajada. A fin de cuentas era su luna de miel de viuda.
Había reservado en un hotel de la ciudad, que tenía caballerizas, y al que no le faltaba lujo. Tanto ellas como Höor y sus compañeras se lo podían permitir. Alojaron a Zaros en los establos y salieron a pasear un rato por la maraña de calles de aquella ciudad. Elora se había empapado de toda la historia del lugar, sigueindole la pista a esa espada que estaba en el inventario de objetos arcanos de la Biblioteca. Fuera o no la espada del Apocalipsis, desde luego sería una poderosa. Además era una misión que la había absorbido de inmediato porque quería ponerse a prueba. Sus dotes de estudio, deducción, adivinación y magia.
— En el siglo V, el obispo Nicasio mandó construir la primera catedral sobre unas termas romanas. Aunque ha sido derruida y levantada varias veces, se conservan los túneles de conducción y evacuación del agua, y allí es donde creo que puede estar la espada. En esa catedral fue proclamado emperador el hijo de Carlomagno, así que habrá protecciones mágicas. El emperador era muy supersticioso y creía en todo esto. Se parece a Notre Dame y tiene sus gárgolas y sus bóvedas. Podríamos ir a visitarla y después...— cogió de la mano a Xaryne.— una cena romántica. Tú y yo. No me pongas esa cara de fastidio!! qué pasa? no puedo tener una cena romántica? pffff. Ahora tenemos dinero, puedo pedir que nos dejen el restaurante para nosotras solas...Gracias Mauritz. Pero va, no te lo voy a hacer pasar mal, con que nos pongan un saloncete privado me sirve.
La bruja estaba feliz de salir de París, con dinero en el bolsillo y la absoluta libertad de poder ser ella misma y estar con Xaryne. Y además una aventura, un reto peligroso. Sus socios en aquella misión llegarían a Reims al dia siguiente, así que podrían aprovechar para callejear un poco y tomarse un día de descanso.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Uno de mis pasatiempos favoritos era observar a Elora. La bruja poseía tal amalgama de expresiones que era fascinante el poder contemplarla relajada, en toda su esencia. Paseábamos por Reims, yo ya había estado un par de veces antes, pero siempre en misiones de caza y sin pararme a ver la ciudad.
Le sonreía, callada, mientras me explicaba la historia de la ciudad. Cuando me cogió de la mano, le di una vuelta de baile y la atrapé en mis brazos por las espalda. - ¿Sabes lo sensual que resultas cuando te pones en plan erudita? - aprovechando que pasábamos por un callejón, le mordí el lóbulo de la oreja con una sonrisa juguetona, pero no le solté la mano. Paseamos por el casco antiguo de la ciudad, la gente curioseaba en el mercado, ajena a todo. Me alegró el hecho de entender el idioma y no haberlo perdido, a pesar de que apenas lo practicaba. Cuando me propuso vaciar un restaurante sólo para nosotras torcí un poco el gesto, pero la idea del salón privado me pareció mejor.
Me permití relajarme por un momento, aunque no acababa de creerme que todo hubiera salido bien. Era como si en el fondo, aún esperara que apareciera algo que nos dijera: "Creía que todo iba a acabar bien y que ibas a ser feliz? ERROR".
Sacudí la cabeza, alejando esos pensamientos. Aún tenía que pasar por la herrería que servía de tapadera para el gremio de cazadores de la ciudad, donde se exponían los contratos de caza vigentes y sus correspondientes recompensas... aunque ya no las necesitáramos.
Le sonreía, callada, mientras me explicaba la historia de la ciudad. Cuando me cogió de la mano, le di una vuelta de baile y la atrapé en mis brazos por las espalda. - ¿Sabes lo sensual que resultas cuando te pones en plan erudita? - aprovechando que pasábamos por un callejón, le mordí el lóbulo de la oreja con una sonrisa juguetona, pero no le solté la mano. Paseamos por el casco antiguo de la ciudad, la gente curioseaba en el mercado, ajena a todo. Me alegró el hecho de entender el idioma y no haberlo perdido, a pesar de que apenas lo practicaba. Cuando me propuso vaciar un restaurante sólo para nosotras torcí un poco el gesto, pero la idea del salón privado me pareció mejor.
Me permití relajarme por un momento, aunque no acababa de creerme que todo hubiera salido bien. Era como si en el fondo, aún esperara que apareciera algo que nos dijera: "Creía que todo iba a acabar bien y que ibas a ser feliz? ERROR".
Sacudí la cabeza, alejando esos pensamientos. Aún tenía que pasar por la herrería que servía de tapadera para el gremio de cazadores de la ciudad, donde se exponían los contratos de caza vigentes y sus correspondientes recompensas... aunque ya no las necesitáramos.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
No tardó demasiado en bajar, para que mentir, su cabello azabache caía sobre aquel vestido verde botella mucho mas recatado que la vestimenta de nuestro encuentro anterior, mas que no le hacia perder un ápice de belleza.
Sonreí de medio lado cuando nuestras miradas se encontraron, de nuevo esa tensión sexual que se hacia patente incluso sin rozarnos, mas esta vez quedo rota por el tercero en cuestión, un hombre enorme de aspecto oriental que presento la inmortal asegurando que era un acompañante de viaje que no podía faltar.
Me encogí de hombros ¿que podía decir? Cada uno conocía sus necesidades y las de esa dama no eran asunto mio, teníamos un trato, lo cumpliría, sus costumbres dieteticas o amatorias no me incumbían ¿o si?
No tardamos en ponernos en marcha, casi tan poco como en ser interceptados por la pequeña Dunya, que como si me hubiera estado siguiendo dispuesta a proteger o destrozar mis pasos, aun no lo sabia bien se unió al viaje y a la búsqueda de la espada.
Así partió la comitiva camino al hotel donde la bruja y cazadora nos esperaría.
Sabia que Elora y yo teníamos una conversación pendiente, esperaba que su amada cazadora fuera capaz de despegar sus manso de la reciente viuda el tiempo suficiente como para darnos cierta intimidad.
Busqué a Lakme en mas de una ocasión con la mirada, creo que ambos también teníamos que hablar, mas esa conversación era bastante mas complicada que las demás, así que de momento mejor callar y continuar.
-¿me has echado de menos Dunya? -pregunté entre bromas con cierta picardia al verla con esa sonrisa mirándonos a todos de soslayo, como si tratara de analizar lo que estaba pasando.
Tras unas horas de viaje, y antes de que le sol despuntara robando su reinado a la noche, llegamos a Reims donde cazadora y bruja nos esperaban.
Sonreí de medio lado cuando nuestras miradas se encontraron, de nuevo esa tensión sexual que se hacia patente incluso sin rozarnos, mas esta vez quedo rota por el tercero en cuestión, un hombre enorme de aspecto oriental que presento la inmortal asegurando que era un acompañante de viaje que no podía faltar.
Me encogí de hombros ¿que podía decir? Cada uno conocía sus necesidades y las de esa dama no eran asunto mio, teníamos un trato, lo cumpliría, sus costumbres dieteticas o amatorias no me incumbían ¿o si?
No tardamos en ponernos en marcha, casi tan poco como en ser interceptados por la pequeña Dunya, que como si me hubiera estado siguiendo dispuesta a proteger o destrozar mis pasos, aun no lo sabia bien se unió al viaje y a la búsqueda de la espada.
Así partió la comitiva camino al hotel donde la bruja y cazadora nos esperaría.
Sabia que Elora y yo teníamos una conversación pendiente, esperaba que su amada cazadora fuera capaz de despegar sus manso de la reciente viuda el tiempo suficiente como para darnos cierta intimidad.
Busqué a Lakme en mas de una ocasión con la mirada, creo que ambos también teníamos que hablar, mas esa conversación era bastante mas complicada que las demás, así que de momento mejor callar y continuar.
-¿me has echado de menos Dunya? -pregunté entre bromas con cierta picardia al verla con esa sonrisa mirándonos a todos de soslayo, como si tratara de analizar lo que estaba pasando.
Tras unas horas de viaje, y antes de que le sol despuntara robando su reinado a la noche, llegamos a Reims donde cazadora y bruja nos esperaban.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Balanceo del carro velado en cristales oscuros y ahumados. Un detalle por su parte, pensó la inmortal.
Una sonrisa dedicada, coqueta para disimular bien aquel vividor deseo de noches anteriores.
Extraña comitiva se había creado en aquel carro y más cuando una vampira mucho más joven que ella se unió al trayecto.
-Soy Lakme, y éste es Sidhu. -Intento ser educada y crear un ambiente un tanto ameno, aun sentía esa tensión entre ambos. -Lo encontré en la India, era Brahman, ahora no sé separa de mí, fe ciega.
Frente a frente, el camino seguía su recorrido y las horas seguían. Mientras los dejaba conversar, a Lakme se le escapaba algún mirada furtiva para el muchacho mientras ellos conversaban.
Palabras en otro idioma para Sidhu, que con gesto hierático contesto. Como una niña pequeña ella le tomó de su enorme mano y apoya su menudo cuerpo contra aquel enorme, parece una delicada muñeca a la que necesitan proteger de un oscuro destino, y Sidhu esta ahí para asegurarse de ello.
Lakme mira a la nada, sueña despierta mientras tararea bajito. ¿Qué podría estar anhelando aquellos ojos verdes con un viaje como aquel para hacerle dibujar una misteriosa sonrisa?
La noche va pasando y sin quererlo se duerme.
Por un instante despierta y retira su contacto del gigante, su aliento es vaho, es hielo, y los cristales ahumados estan helados. Su mano toca el cristal intenta descifrar algo, otro pequeño copo de nieve, el sonido de los aullidos y los cascos de enumerarles jinetes.
Mira a sus acompañantes y sé da cuenta que la nieve, la sangre y el fuego solo son regalos para sus ojos, o para los de aquel que ahora su sangre comparte.
Visión efímera.
-"Åsgårdsreien" -Susurra.
Han llegado a Reims, y el carruaje se ha detenido.
Una sonrisa dedicada, coqueta para disimular bien aquel vividor deseo de noches anteriores.
Extraña comitiva se había creado en aquel carro y más cuando una vampira mucho más joven que ella se unió al trayecto.
-Soy Lakme, y éste es Sidhu. -Intento ser educada y crear un ambiente un tanto ameno, aun sentía esa tensión entre ambos. -Lo encontré en la India, era Brahman, ahora no sé separa de mí, fe ciega.
Frente a frente, el camino seguía su recorrido y las horas seguían. Mientras los dejaba conversar, a Lakme se le escapaba algún mirada furtiva para el muchacho mientras ellos conversaban.
Palabras en otro idioma para Sidhu, que con gesto hierático contesto. Como una niña pequeña ella le tomó de su enorme mano y apoya su menudo cuerpo contra aquel enorme, parece una delicada muñeca a la que necesitan proteger de un oscuro destino, y Sidhu esta ahí para asegurarse de ello.
Lakme mira a la nada, sueña despierta mientras tararea bajito. ¿Qué podría estar anhelando aquellos ojos verdes con un viaje como aquel para hacerle dibujar una misteriosa sonrisa?
La noche va pasando y sin quererlo se duerme.
Por un instante despierta y retira su contacto del gigante, su aliento es vaho, es hielo, y los cristales ahumados estan helados. Su mano toca el cristal intenta descifrar algo, otro pequeño copo de nieve, el sonido de los aullidos y los cascos de enumerarles jinetes.
Mira a sus acompañantes y sé da cuenta que la nieve, la sangre y el fuego solo son regalos para sus ojos, o para los de aquel que ahora su sangre comparte.
Visión efímera.
-"Åsgårdsreien" -Susurra.
Han llegado a Reims, y el carruaje se ha detenido.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
No tenía ni idea de donde me estaba metiendo. Y para cuando me quise dar cuenta, y pensar en lo que podía llegar a pasar, ya estaba dentro del carro con Hoor, la vampiresa y el gorila vampiro. La mujer se llamaba Lakme y el gorila tenía efectivamente, nombre de gorila. Me quedé sentada al lado de Hoor, a su lado no me sentía tan pequeña como me hubiera sentido si hubiera estado sentada al lado del gorila o de Lakme. Podía notar que ella era mucho más mayor que yo aunque... Cualquier vampiro era más mayor que yo. Para ellos no era más que un bebé.
Miré a Hoor y le sonreí ante su pequeña broma y asentí. —Sí. He estado estudiando nombres de espadas durante las noches, igual alguna es la que estamos buscando. ¿Qué va a pasar cuando la encuentres?— Siempre llegar al final era acabar... Y de ahí ya no sabías que hacer, la meta nos tragaba a todos.
Me aburría de estar todo el rato sentada, Hoor olía de lo más apetecible, pero como había prometido cuando le conocí, no podía comermelo. Quizás cuando encontrase su maldita espada. Reí por mis pensamientos de niña pequeña y me apoyé en su hombro, cerrando los ojos. ¿Qué íbamo a hacer durante el día? ¿Iba a haber más gente en el sitio al que íbamos? Me habían dicho su nombre, pero ya no lo recordaba.
El carruaje, al rato, se detiene y llegamos al lugar. Miro a Hoor, como fuese de día, le iba a meter un puñetazo, como tuviera que quedarme más en el carro. Quería estirar las piernas y correr por el bosque a velocidad sobrehumana. Me sentía igual que cuando tenían al perro encerrado todo el día, estaba ansiosa por salir.
Miré a Hoor y le sonreí ante su pequeña broma y asentí. —Sí. He estado estudiando nombres de espadas durante las noches, igual alguna es la que estamos buscando. ¿Qué va a pasar cuando la encuentres?— Siempre llegar al final era acabar... Y de ahí ya no sabías que hacer, la meta nos tragaba a todos.
Me aburría de estar todo el rato sentada, Hoor olía de lo más apetecible, pero como había prometido cuando le conocí, no podía comermelo. Quizás cuando encontrase su maldita espada. Reí por mis pensamientos de niña pequeña y me apoyé en su hombro, cerrando los ojos. ¿Qué íbamo a hacer durante el día? ¿Iba a haber más gente en el sitio al que íbamos? Me habían dicho su nombre, pero ya no lo recordaba.
El carruaje, al rato, se detiene y llegamos al lugar. Miro a Hoor, como fuese de día, le iba a meter un puñetazo, como tuviera que quedarme más en el carro. Quería estirar las piernas y correr por el bosque a velocidad sobrehumana. Me sentía igual que cuando tenían al perro encerrado todo el día, estaba ansiosa por salir.
Dunya- Vampiro Clase Media
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
LA ESPADA
Debían reunirse esa noche en el hotel de Reims , y después de pasar dos días explorando la ciudad con Xaryne, Elora tenía algo más de idea de dónde empezar su misión.
El objetivo era la catedral de la ciudad, en concreto sus cimientos, bajo los que discurría el viejo alcantarillado romano, y según sus investigaciones en los viejos libros, en su entramado yacían también los huesos de muchos cristianos en sus catacumbas. Al parecer había tres formas de entrar en aquellas viejas cloacas, pero las entradas “oficiales” seguramente no les llevasen a ningun lado, un objeto así no iba a estar a la vista de todo el mundo. Por tanto quedaban dos opciones: o había formas de entrar que no estaban a la vista, o una vez dentro, habría que encontrar la forma de acceder a alguna de las cámaras secretas de aquellas catacumbas y cloacas.
Tenía un plan, y si Höor y los demás estaban de acuerdo, lo ejecutarían de esa forma. Podrían hacer equipos, uno por entrada hasta batir toda la red de túneles y seguramente alguno encontraría alguna pista que les indicara dónde debían seguir buscando. Dependiendo de cómo fueran las compañías del sobrino del rey, propondría un equipo u otro. Evidentemente Xaryne entraría en barrena asesina si la dejaba sola con un vampiro, así que mejor evitar situaciones desagradables.
Había reservado un saloncete privado del hotel para tener una charla con los que faltaban. Habían servido algo de cena, pastas, vinos y quesos. Elora estaba sentada frente a una mesa releyendo algunas cosas que necesitaban saber, mientras mordisqueaba distraíadamente una galleta de nueces acompañada con té. Xaryne solía preferir alguna bebida alcohólica, porque apenas le afectaban a bajas dosis. Ella en cambio se emborrachaba con poco.
— Si no lo vemos claro, nos retiraremos cortesmente, Xar, no te preocupes, no soy idiota. No quiero meterme de cabeza en un nido de vampiros o de nosferatus a lo loco sin saber si me cubren las espaldas. Llegaran en un momento, se está haciendo la hora.
Alrededor de la mesa había varias sillas esperando al resto del grupo. Cuando entraron, la bruja se levantó de la silla pero no se movió de su posición. Observó las auras de los presentes y miró a Xaryne con un claro “NO” en la mirada. Era experta en matar engendros inmortales, estaba segura de que se había dado cuenta de lo que eran, desde el mismo preciso instante que atravesaron la puerta.
— Höor… justo a tiempo. Me gusta la gente puntual, la gente de palabra.— Salió de detrás de la mesa despacio y se acercó al noble, para tenderle la mano, porque solía saludarla con un beso en el dorso. Cuando hubo terminado, la bruja simplemente le dio dos besos en las mejillas. Lo soltó y se detuvo frente a Dunya tendiendole la mano.— un placer, mi nombre es Elora, y ella es Xaryne.— La presentó porque sabía que la cazadora no les daría la mano. Ya sería suficiente si aquel encuentro no acababa en sangre.La bruja había procurado mandar a los entes que solían seguirla a pasear, porque algunos sobrenaturales podía sentir el halo de muerte de la nigromante, y no quería comenzar aquella extraña asociación con malos presentimientos y mal fario. Sus ojos se posaron finalmente en Lakme y Sidhou. Podía sentir su aura pálida de muerta viviente combinada con hebras de magia. Mierda, una bruja vampira o algo similar. Tendría que tener mucho cuidado con ella y con su perro de piel morena. Aún así se acercó y le tendió la mano.— Buenas noches.
Debían reunirse esa noche en el hotel de Reims , y después de pasar dos días explorando la ciudad con Xaryne, Elora tenía algo más de idea de dónde empezar su misión.
El objetivo era la catedral de la ciudad, en concreto sus cimientos, bajo los que discurría el viejo alcantarillado romano, y según sus investigaciones en los viejos libros, en su entramado yacían también los huesos de muchos cristianos en sus catacumbas. Al parecer había tres formas de entrar en aquellas viejas cloacas, pero las entradas “oficiales” seguramente no les llevasen a ningun lado, un objeto así no iba a estar a la vista de todo el mundo. Por tanto quedaban dos opciones: o había formas de entrar que no estaban a la vista, o una vez dentro, habría que encontrar la forma de acceder a alguna de las cámaras secretas de aquellas catacumbas y cloacas.
Tenía un plan, y si Höor y los demás estaban de acuerdo, lo ejecutarían de esa forma. Podrían hacer equipos, uno por entrada hasta batir toda la red de túneles y seguramente alguno encontraría alguna pista que les indicara dónde debían seguir buscando. Dependiendo de cómo fueran las compañías del sobrino del rey, propondría un equipo u otro. Evidentemente Xaryne entraría en barrena asesina si la dejaba sola con un vampiro, así que mejor evitar situaciones desagradables.
Había reservado un saloncete privado del hotel para tener una charla con los que faltaban. Habían servido algo de cena, pastas, vinos y quesos. Elora estaba sentada frente a una mesa releyendo algunas cosas que necesitaban saber, mientras mordisqueaba distraíadamente una galleta de nueces acompañada con té. Xaryne solía preferir alguna bebida alcohólica, porque apenas le afectaban a bajas dosis. Ella en cambio se emborrachaba con poco.
— Si no lo vemos claro, nos retiraremos cortesmente, Xar, no te preocupes, no soy idiota. No quiero meterme de cabeza en un nido de vampiros o de nosferatus a lo loco sin saber si me cubren las espaldas. Llegaran en un momento, se está haciendo la hora.
Alrededor de la mesa había varias sillas esperando al resto del grupo. Cuando entraron, la bruja se levantó de la silla pero no se movió de su posición. Observó las auras de los presentes y miró a Xaryne con un claro “NO” en la mirada. Era experta en matar engendros inmortales, estaba segura de que se había dado cuenta de lo que eran, desde el mismo preciso instante que atravesaron la puerta.
— Höor… justo a tiempo. Me gusta la gente puntual, la gente de palabra.— Salió de detrás de la mesa despacio y se acercó al noble, para tenderle la mano, porque solía saludarla con un beso en el dorso. Cuando hubo terminado, la bruja simplemente le dio dos besos en las mejillas. Lo soltó y se detuvo frente a Dunya tendiendole la mano.— un placer, mi nombre es Elora, y ella es Xaryne.— La presentó porque sabía que la cazadora no les daría la mano. Ya sería suficiente si aquel encuentro no acababa en sangre.La bruja había procurado mandar a los entes que solían seguirla a pasear, porque algunos sobrenaturales podía sentir el halo de muerte de la nigromante, y no quería comenzar aquella extraña asociación con malos presentimientos y mal fario. Sus ojos se posaron finalmente en Lakme y Sidhou. Podía sentir su aura pálida de muerta viviente combinada con hebras de magia. Mierda, una bruja vampira o algo similar. Tendría que tener mucho cuidado con ella y con su perro de piel morena. Aún así se acercó y le tendió la mano.— Buenas noches.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Ese asunto no acababa de convncerme del todo, pero me limitaba a fiarme de Elora. Por supuesto, me di cuenta en cuanto entraron de qué era cada uno de los presentes. Mi cara no denotaba ninguna emoción, era experta en ello, simplemente les miré con gesto neutro y ojos de hielo mientras movía un poco la copa para oxigenar el vino blanco que estaba tomando.
Mi cuerpo se encontraba tenso, pero las cimitarras de plata a mi espallda y la ristra de estacas de roble que llevaba atado a uno de mis muslos podrían acabar con sus vidas al primer movimiento sospechoso. La mirada de Elora me dejó claro que no quería derramar sangre, así que me quedé quieta por el momento. Cuando me presentó a los recién llegados, incliné levemente la cabeza en señal de saludo mientras les escrutaba con la mirada.
Mi cuerpo se encontraba tenso, pero las cimitarras de plata a mi espallda y la ristra de estacas de roble que llevaba atado a uno de mis muslos podrían acabar con sus vidas al primer movimiento sospechoso. La mirada de Elora me dejó claro que no quería derramar sangre, así que me quedé quieta por el momento. Cuando me presentó a los recién llegados, incliné levemente la cabeza en señal de saludo mientras les escrutaba con la mirada.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Mis ojos se tornaron velo. El frio arreciaba mi cuerpo hasta hacerlo temblar sobre mi espectro, vaho en mis labios, copos sobre la blanca nieve, carmesí tiñéndola bajo el cuerpo de los guerreros. Una bocanada de aire y mis ojos contra el cristal del carro desde donde la inmortal atenta me miraba como esperando que la visión compartida me hiciera entender no sabia bien que.
Continué el sendero haciendo de guía, solo adentrándome en el carro un breve rato para cobijar mi cuerpo del recio temporal.
Dunya parecía feliz como una niña y sobre mi hombro acabo quedando dormida.
-Es incleible que sea un ser letal -musité mirando a Lakme que apoyada en su montaña parecía contemplar la imagen.
Llegados al hotel, nos adentramos en el. En una habitación nos esperaba Elora y su pareja la cazadora.
Esta última se limito sin moverse de su asiento a saludar. No se le veía muy contenta con la presencia de las inmortales y para que mentir, tampoco con la mía.
Elora, por el contrario bastante mas servicial se acerco a todos dispuesta a saludar, no confiada, mas si dispuesta a dialogar.
Sus labios en mi mejilla y aquel escalofrió mágico que aun ligaba nuestros sinos de un modo perturbador ¿lo sentiría también ella?
Dejé escapar el aire tomando asiento junto a Dunya. Lakme no se despegaba de la mole y tampoco la bruja de su cazadora.
-Bien, todos sabemos que nos ha traído a Alemania. ¿Que has descubierto Elora? -pregunté hundiendo en ella mi parda mirada.
Continué el sendero haciendo de guía, solo adentrándome en el carro un breve rato para cobijar mi cuerpo del recio temporal.
Dunya parecía feliz como una niña y sobre mi hombro acabo quedando dormida.
-Es incleible que sea un ser letal -musité mirando a Lakme que apoyada en su montaña parecía contemplar la imagen.
Llegados al hotel, nos adentramos en el. En una habitación nos esperaba Elora y su pareja la cazadora.
Esta última se limito sin moverse de su asiento a saludar. No se le veía muy contenta con la presencia de las inmortales y para que mentir, tampoco con la mía.
Elora, por el contrario bastante mas servicial se acerco a todos dispuesta a saludar, no confiada, mas si dispuesta a dialogar.
Sus labios en mi mejilla y aquel escalofrió mágico que aun ligaba nuestros sinos de un modo perturbador ¿lo sentiría también ella?
Dejé escapar el aire tomando asiento junto a Dunya. Lakme no se despegaba de la mole y tampoco la bruja de su cazadora.
-Bien, todos sabemos que nos ha traído a Alemania. ¿Que has descubierto Elora? -pregunté hundiendo en ella mi parda mirada.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
-Lakme. -Afirmó solo haciendo una leve reverencia con su cabeza. Se sentía un tanto cansada de aquel viaje, y extrañamente el hambre volvía a quebrarle la garganta.
No lo entendía demasiado, usualmente cuando consumía en acto caníbal sangre de vampiro, su sed quedaba saciada durante al menos una semana, y con un poco de voluntad podría aguantar más. Pero no, parecía que aquel enlace creado con aquel mortal agotaba sus fuerzas más de la cuenta, haciéndole necesitar de una dosis más usual.
Un instante de tensión, no puedo evitar mirar con aquellos ojos verdes directamente a la bruja. Había notado su aura fuerte, y sin evitarlo por un instante se quedó aturdida por la leve presión que en su pecho el “ente” ejerció.
-Huellas… -Susurro aquel pensamiento en voz alta, aunque muy bajito. Aquella chica coqueteaba con una magia que ella bien conocía, y al parecer la dominaba con buena voluntad cuando no los tenía pegado con ella, y solo habían dejado su rastro como un aroma viciado en el ambiente.
Una pregunta formulada, la presión se había marchado, y el aire había vuelto a ser el mismo. Todo normal. Momento de centrarse, momento de seguir el camino que el “ente” le había dicho que debía de seguir y dejarse llevar.
Encuentra la espada, y que Höor te entregue a su rey como presente en vez de esta. Era lo que le había susurrado aquella sombra oscura que en su interior moraba desde el día de su nacimiento.
No lo entendía demasiado, usualmente cuando consumía en acto caníbal sangre de vampiro, su sed quedaba saciada durante al menos una semana, y con un poco de voluntad podría aguantar más. Pero no, parecía que aquel enlace creado con aquel mortal agotaba sus fuerzas más de la cuenta, haciéndole necesitar de una dosis más usual.
Un instante de tensión, no puedo evitar mirar con aquellos ojos verdes directamente a la bruja. Había notado su aura fuerte, y sin evitarlo por un instante se quedó aturdida por la leve presión que en su pecho el “ente” ejerció.
-Huellas… -Susurro aquel pensamiento en voz alta, aunque muy bajito. Aquella chica coqueteaba con una magia que ella bien conocía, y al parecer la dominaba con buena voluntad cuando no los tenía pegado con ella, y solo habían dejado su rastro como un aroma viciado en el ambiente.
Una pregunta formulada, la presión se había marchado, y el aire había vuelto a ser el mismo. Todo normal. Momento de centrarse, momento de seguir el camino que el “ente” le había dicho que debía de seguir y dejarse llevar.
Encuentra la espada, y que Höor te entregue a su rey como presente en vez de esta. Era lo que le había susurrado aquella sombra oscura que en su interior moraba desde el día de su nacimiento.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Estaba siendo un día de locos, nunca me hubiera podido imaginar que el conocer a Hoor en una taberna me iba a acabar llevando hasta Alemania, cuando yo ni siquiera había salido nunca de París. Estaba contenta, emocionada por lo que podíamos llegar a encontrar, si fuese un perro no dejaría de mover la cola, de saltar y de ladrar, pero era una vampiresa, así que simplemente sonreía lo bastante como para que se viesen mis colmillos, aunque no lo hacía para dar miedo, estaba contenta y punto.
Salimos del carro y llegamos a un hotel enorme. ¿Cuánto valía aquí la noche? Yo no tenía dinero, pero podía usar mis poderes para no tener que pagar, así que no importaba, el dinero para mí poco valor tenía. Entramos en una sala en la que solamente estaban una chica con un aura algo verdosa y vibraciones raras y otra con el aura de un color azul tormenta. Estreché la mano de la mujer llamada Elora. La que estaba detrás de ella con cara de perro se llamaba Xaryne. Les sonreía a ambas. —¡Hola! Soy Dunya. ¿Qué sois?— Pregunté a las dos. Xaryne era humana, podía olerla, podía notar su sangre normal, aunque estaba armada hasta los dientes. Elora era algo raro, y me ponía nerviosa.
Nos sentamos cada uno en parejas, Elora con Xaryne, Lakme con el gorila y yo con Hoor, al cual me pegué con fuerza mientras escuchaba su pregunta y esperábamos que era lo que Elora tenía que decir. Podía oler a los trabajadores del hotel desde aquí y olían de maravilla. Debería de haberme alimentado antes de salir, pero se me había olvidado. Era así, aún me costaba acostumbrarme a esto, pero por suerte, aún podía pasar dos días más sin comer, aunque no prometía que pudiera controlarme.
Salimos del carro y llegamos a un hotel enorme. ¿Cuánto valía aquí la noche? Yo no tenía dinero, pero podía usar mis poderes para no tener que pagar, así que no importaba, el dinero para mí poco valor tenía. Entramos en una sala en la que solamente estaban una chica con un aura algo verdosa y vibraciones raras y otra con el aura de un color azul tormenta. Estreché la mano de la mujer llamada Elora. La que estaba detrás de ella con cara de perro se llamaba Xaryne. Les sonreía a ambas. —¡Hola! Soy Dunya. ¿Qué sois?— Pregunté a las dos. Xaryne era humana, podía olerla, podía notar su sangre normal, aunque estaba armada hasta los dientes. Elora era algo raro, y me ponía nerviosa.
Nos sentamos cada uno en parejas, Elora con Xaryne, Lakme con el gorila y yo con Hoor, al cual me pegué con fuerza mientras escuchaba su pregunta y esperábamos que era lo que Elora tenía que decir. Podía oler a los trabajadores del hotel desde aquí y olían de maravilla. Debería de haberme alimentado antes de salir, pero se me había olvidado. Era así, aún me costaba acostumbrarme a esto, pero por suerte, aún podía pasar dos días más sin comer, aunque no prometía que pudiera controlarme.
Dunya- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 28/07/2016
Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
La bruja no estaba demasiado contenta de que Höor hubiera traido hasta Reims a dos vampiras. ¿En qué narices estaba pensando el muy pazguato? Bueno, luego tendrían una charla más privada. La tal Dunya también tenía un aura fría y pálida, pero al menos parecía más humana que la otra. En cualquier caso no se fiaría de ninguna, sólo se fiaba de los muertos de verdad, de los que ya estaban al otro lado del velo de la realidad, no de cadáveres animados hematófagos.
Tomó asiento y cruzó las manos sobre un montón de papeles, miró a Dunya directamente y sonrió, aunque resultaba difícil saber si estaba sonriendo de forma conciliadora o sonreía para ella misma por algo que sólo a ella le hacía gracia.
— ¿Qué somos? Oh! somos un desayuno potencial ¿verdad? pero no hace falta hacer tanto drama. Somos muy indigestas, así que nada de colmillos, nada de maldiciones y nada de espadas; tengamos la reunión en paz.— Cualquier día de estos esa lengua acabaría reportándole problemas.— Bien. Supongo que estamos todos aquí reunidos porque vamos a ayudar a Höor Cannif a encontrar una espada legendaria. Cada cual tendrá sus motivos para estar en esta sala, pero baste decir que alguien tiene que tomar las decisiones importantes. Hemos llegado hasta aquí siguiendo las pistas que he encontrado yo, así que creo que estoy en disposición de trazar planes a largo plazo. Si alguien no está de acuerdo con mis métodos, es libre de retirarse y continuar por su cuenta.— Miró al vikingo directamente.— Tú eres el jefe, pero no voy a obedecer órdenes de un vampiro. Estas son las reglas del juego: siempre guardo un as en la manga, si alguien me la intenta jugar, nosotras nos volveremos a París, y os quedaréis sin pista alguna. ¿Dudas?
Elora podía ser afable y tener aspecto de jovencita resabiada, pero cuando sacaba cojones, era la sangre de Paine la que tomaba el control de su carácter, y en ese momento se volvía implacable.
— De acuerdo. Entonces empecemos por el principio. Esta ciudad se fundó en la época de los romanos, ha pasado por muchas invasiones de diferentes pueblos, pero el hecho más importante es que la catedral fue erigida sobre unas antiguas termas romanas, y en ella fue proclamado emperador el hijo de Carlomagno. Ambos pertenecían a la orden del Temple, custodios de las reliquias más legendarias de la cristiandad. En los archivos arcanos, si uno sabe donde mirar, se recoge que en la ceremonia se empleó una espada que sólo se saca para coronar a emperadores y bla bla. La cuestión es que si es ésta...— sacó un boceto muy antiguo, dibujado con todo lujo de detalles sobre un cuero agrietado.— es la espada del Apocalipsis. Eso es piel humana y esa pagina fue arrancada de un tomo de la biblia de Judas.
Observó la reacción de los presentes y se tomó unos segundos tensos de silencio para ordenar los papeles de nuevo y guardarlos en una carpeta de cuero.
— No hay seguridad de que sea esa espada, aunque todo apunta a ello. Y si está en esta ciudad, posiblemente esté en la red de túneles subterráneos de las Termas. También fueron catacumbas y lugares de culto para los cristianos perseguidos. Hasta aquí parece fácil, pero... Hay algunos primos vuestros que viven aquí.— Miró a Lakme y a Dunya.— ¿Habéis oido hablar de una sociedad secreta llamada Nigrum Triste? ¡Oh! pues claro que no, porque es secreta. Todo el mundo cree que que son sabios, protectores de reliquias y del conocimiento por todo el mundo, herederos del saber de la biblioteca de Alejandría... pues siento comunicaros que son Nosferatus y tienen una de sus logias aquí en Reims y...¡tachán! bajo la catedral en los túneles de las viejas termas.
Elora sonrió satisfecha, su trabajo le había costado obtener tanta informacion, buscando en libros, conjurado espíritus, abriendo puertas mágicas que la llevasen a entender el complejo rompecabezas.
— ¿alguna sugerencia? porque había pensado en hacer un pastel, tocar a su puerta y pedirles amablemente la espada pero... creo que no funcionará.
Tomó asiento y cruzó las manos sobre un montón de papeles, miró a Dunya directamente y sonrió, aunque resultaba difícil saber si estaba sonriendo de forma conciliadora o sonreía para ella misma por algo que sólo a ella le hacía gracia.
— ¿Qué somos? Oh! somos un desayuno potencial ¿verdad? pero no hace falta hacer tanto drama. Somos muy indigestas, así que nada de colmillos, nada de maldiciones y nada de espadas; tengamos la reunión en paz.— Cualquier día de estos esa lengua acabaría reportándole problemas.— Bien. Supongo que estamos todos aquí reunidos porque vamos a ayudar a Höor Cannif a encontrar una espada legendaria. Cada cual tendrá sus motivos para estar en esta sala, pero baste decir que alguien tiene que tomar las decisiones importantes. Hemos llegado hasta aquí siguiendo las pistas que he encontrado yo, así que creo que estoy en disposición de trazar planes a largo plazo. Si alguien no está de acuerdo con mis métodos, es libre de retirarse y continuar por su cuenta.— Miró al vikingo directamente.— Tú eres el jefe, pero no voy a obedecer órdenes de un vampiro. Estas son las reglas del juego: siempre guardo un as en la manga, si alguien me la intenta jugar, nosotras nos volveremos a París, y os quedaréis sin pista alguna. ¿Dudas?
Elora podía ser afable y tener aspecto de jovencita resabiada, pero cuando sacaba cojones, era la sangre de Paine la que tomaba el control de su carácter, y en ese momento se volvía implacable.
— De acuerdo. Entonces empecemos por el principio. Esta ciudad se fundó en la época de los romanos, ha pasado por muchas invasiones de diferentes pueblos, pero el hecho más importante es que la catedral fue erigida sobre unas antiguas termas romanas, y en ella fue proclamado emperador el hijo de Carlomagno. Ambos pertenecían a la orden del Temple, custodios de las reliquias más legendarias de la cristiandad. En los archivos arcanos, si uno sabe donde mirar, se recoge que en la ceremonia se empleó una espada que sólo se saca para coronar a emperadores y bla bla. La cuestión es que si es ésta...— sacó un boceto muy antiguo, dibujado con todo lujo de detalles sobre un cuero agrietado.— es la espada del Apocalipsis. Eso es piel humana y esa pagina fue arrancada de un tomo de la biblia de Judas.
Observó la reacción de los presentes y se tomó unos segundos tensos de silencio para ordenar los papeles de nuevo y guardarlos en una carpeta de cuero.
— No hay seguridad de que sea esa espada, aunque todo apunta a ello. Y si está en esta ciudad, posiblemente esté en la red de túneles subterráneos de las Termas. También fueron catacumbas y lugares de culto para los cristianos perseguidos. Hasta aquí parece fácil, pero... Hay algunos primos vuestros que viven aquí.— Miró a Lakme y a Dunya.— ¿Habéis oido hablar de una sociedad secreta llamada Nigrum Triste? ¡Oh! pues claro que no, porque es secreta. Todo el mundo cree que que son sabios, protectores de reliquias y del conocimiento por todo el mundo, herederos del saber de la biblioteca de Alejandría... pues siento comunicaros que son Nosferatus y tienen una de sus logias aquí en Reims y...¡tachán! bajo la catedral en los túneles de las viejas termas.
Elora sonrió satisfecha, su trabajo le había costado obtener tanta informacion, buscando en libros, conjurado espíritus, abriendo puertas mágicas que la llevasen a entender el complejo rompecabezas.
— ¿alguna sugerencia? porque había pensado en hacer un pastel, tocar a su puerta y pedirles amablemente la espada pero... creo que no funcionará.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Después de la información de Elora, que escuché con atención pero que ya conocía de antemano, puse las palmas de las manos en la mesa y me levanté con lentitud. Mis ojos en aquel momento eran de un azul tan pálido que reflejarían los témpanos de hielo del Ártico. Mis movimientos eran calculados. Miré a los concurrentes empezando por el vikingo, seguida de la vampiresa risueña y la que más alerta me tenía, la tal Lakme, acompañada por aquella mole vampírica con cara de malas pulgas. Mi mirada simplemente denotaba apatía, ninguno de aquellos cuatro me inspiraba sentimiento alguno que fuera más allá de querer matar a los inmortales por su condición y tener unas palabras con el propiciante del hechizo de Elora para atar sus voluntades. Pero ese tema lo dejaría aparte, por el momento.
Cogí el único papel que quedaba fuera de la carpeta de cuero de Elora y lo coloqué en el medio de la mesa de un movimiento. Mi mente se puso en modo caza automáticamente, centrada, fría y calculadora. La iba a necesitar para explicar la táctica de aquel plan. Respiré hondo mientras miraba el mapa y aunque no me apetecía en absoluto relacionarme con tres vampiros y el sobrino lameculos del rey, hablé mirándoles fjamente con voz neutra:
- Bien, ahora que Elora ha explicado lo que conocemos sobre la espada, me toca a mí. Dejaremos un par de cosas claras. Primero: Yo sólo estoy aquí por ella, lo que significa que si considero de cualquier manera que ésto se nos va de las manos, nos largaremos de inmediato y sin ningún remordimiento. - dirigí a la bruja una mirada de advertencia, en respuesta a la que me había lanzado cuando entró aquel grupo tan extraño. Sólo que la mía significaba que si decidía que nos íbamos me la llevaría sin admitir discusión, así tuviera que acarrearla hasta París como si fuera un saco de patatas. Cambié de objetivo y mi mirada se clavó en Höor.
- Segundo: No me importan en absoluto tus méritos en batallitas humanas o lo que hayas peleado contra mil ejércitos. Dudo seriamente que hayas luchado contra un Nosferatu, la prueba es que sigues respirando.- Entorné los ojos sin cambiar un ápice la expresión. - Por tanto, seguiremos mi táctica ante un enfrentamiento directo.
Me levanté de la mesa y me di la vuelta cruzando los brazos y acercándome al ventanal. Las calles seguían su vida, ajenas a lo que se estaba desarrollando en aquel salón. Me giré y miré de nuevo hacia la mesa y sus integrantes.
- Tercero: A los Nosferatu no se les mata como a vampiros normales. - dije esto sin un ápice de remordimiento o de deferencia a los inmortales presentes en la sala. Comencé a pasear lentamente de un lado a otro mientras hablaba. - La manera más efectiva de acabar con ellos es decapitándolos, clavándoles una estaca en el corazón y quemando acto seguido sus restos. De lo contrario, sus habilidades de regeneración harán que vuestras cabezas se separen de vuestros cuerpo antes de que podáis daros la vuelta. Dado que estaremos en su territorio y que puede que estén reunidos, simplemente rezad todo lo que sepáis por una muerte rápida, porque contra más de uno, no tendréis ninguna oportunidad.
Escuché cómo se abría la puerta del salón y vislumbré cómo se asomaba la cabeza de un joven empleado del hotel, supuse que para preguntar si necesitábamos algo. No le dio tiempo. Sin apenas un movimiento, mi cuchillo de ébano voló desde mi mano y tardó medio segundo en clavarse en la madera, a escasos centímetros de la nariz del chico, que se quedó petrificado mirándome. Sonreí con media boca macabra mientras decía en perfecto alemán: - No queremos nada, gracias.
El chico, con cara de terror, cerró la puerta de golpe y se fue corriendo como alma que lleva el diablo. Recorrí lentamente la distancia hasta la entrada y saqué el cuchillo de la puerta, jugueteando con él entre mis dedos. Volví a mirar a la mesa como si nada hubiera pasado. Miré a los inmortales y al vikingo y sentencié:
- Por último, diría que no quiero héroes ni mártires, pero la verdad es que me da exactamente igual lo que os suceda. - enseñé los dientes un instante en lo que pretendía ser una sonrisa irónica, cogí la copa de vino y apoyé uno de mis brazos en el respaldo de la silla de Elora, dando a entender que sólo me importaba lo que le pasara a ella. Di un trago de vino, dando así por zanjada mi intervención.
Cogí el único papel que quedaba fuera de la carpeta de cuero de Elora y lo coloqué en el medio de la mesa de un movimiento. Mi mente se puso en modo caza automáticamente, centrada, fría y calculadora. La iba a necesitar para explicar la táctica de aquel plan. Respiré hondo mientras miraba el mapa y aunque no me apetecía en absoluto relacionarme con tres vampiros y el sobrino lameculos del rey, hablé mirándoles fjamente con voz neutra:
- Bien, ahora que Elora ha explicado lo que conocemos sobre la espada, me toca a mí. Dejaremos un par de cosas claras. Primero: Yo sólo estoy aquí por ella, lo que significa que si considero de cualquier manera que ésto se nos va de las manos, nos largaremos de inmediato y sin ningún remordimiento. - dirigí a la bruja una mirada de advertencia, en respuesta a la que me había lanzado cuando entró aquel grupo tan extraño. Sólo que la mía significaba que si decidía que nos íbamos me la llevaría sin admitir discusión, así tuviera que acarrearla hasta París como si fuera un saco de patatas. Cambié de objetivo y mi mirada se clavó en Höor.
- Segundo: No me importan en absoluto tus méritos en batallitas humanas o lo que hayas peleado contra mil ejércitos. Dudo seriamente que hayas luchado contra un Nosferatu, la prueba es que sigues respirando.- Entorné los ojos sin cambiar un ápice la expresión. - Por tanto, seguiremos mi táctica ante un enfrentamiento directo.
Me levanté de la mesa y me di la vuelta cruzando los brazos y acercándome al ventanal. Las calles seguían su vida, ajenas a lo que se estaba desarrollando en aquel salón. Me giré y miré de nuevo hacia la mesa y sus integrantes.
- Tercero: A los Nosferatu no se les mata como a vampiros normales. - dije esto sin un ápice de remordimiento o de deferencia a los inmortales presentes en la sala. Comencé a pasear lentamente de un lado a otro mientras hablaba. - La manera más efectiva de acabar con ellos es decapitándolos, clavándoles una estaca en el corazón y quemando acto seguido sus restos. De lo contrario, sus habilidades de regeneración harán que vuestras cabezas se separen de vuestros cuerpo antes de que podáis daros la vuelta. Dado que estaremos en su territorio y que puede que estén reunidos, simplemente rezad todo lo que sepáis por una muerte rápida, porque contra más de uno, no tendréis ninguna oportunidad.
Escuché cómo se abría la puerta del salón y vislumbré cómo se asomaba la cabeza de un joven empleado del hotel, supuse que para preguntar si necesitábamos algo. No le dio tiempo. Sin apenas un movimiento, mi cuchillo de ébano voló desde mi mano y tardó medio segundo en clavarse en la madera, a escasos centímetros de la nariz del chico, que se quedó petrificado mirándome. Sonreí con media boca macabra mientras decía en perfecto alemán: - No queremos nada, gracias.
El chico, con cara de terror, cerró la puerta de golpe y se fue corriendo como alma que lleva el diablo. Recorrí lentamente la distancia hasta la entrada y saqué el cuchillo de la puerta, jugueteando con él entre mis dedos. Volví a mirar a la mesa como si nada hubiera pasado. Miré a los inmortales y al vikingo y sentencié:
- Por último, diría que no quiero héroes ni mártires, pero la verdad es que me da exactamente igual lo que os suceda. - enseñé los dientes un instante en lo que pretendía ser una sonrisa irónica, cogí la copa de vino y apoyé uno de mis brazos en el respaldo de la silla de Elora, dando a entender que sólo me importaba lo que le pasara a ella. Di un trago de vino, dando así por zanjada mi intervención.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Perfecto ,aquello parecía un nido de avistas esperando que alguien lo removiera un poco.
Dunya apretó su cuerpo contra el mio, creo que capaz de percibir exactamente lo mismo y yo abrí mi brazo para darle cierto sustento a su cuerpo.
Sabia la facilidad con la que podía descontrolarse, en el bosque me dijo que hacia poco tiempo que se había convertido y que todavía le costaba mantener su sed a un lado.
Si se acercaba a Elora, Xar no dudaría en empalarla, así que tenerla a mi lado era sin duda la mejor opción para ella.
Escuché atento las explicaciones de Elora mientras mis orbes, seguían los suyos. Esa mujer era increíble. Su lengua era mordaz, divertida e intrépida, mas a la vez era capaz de conciliar entre nosotros, pese a saber que la presencia de las mujeres que me acompañaban le desagradaban profundamente.
Hay algo que también sabia, que esto lo hacia por mi, no por el pacto que alcanzamos en el que yo le ayudaría en la alta sociedad, si no porque entre nosotros se había creado algo mas allá de la magia.
Lakme permanecía en silencio, atenta a cada gesto, con su mole rodeándola como si su menudo cuerpo pudiera quebrarse en cualquier momento.
La busqué con la mirada en mas de una ocasión, esperaba que fuera capaz de encontrar la calma, sus sensaciones arrancaban partes de mi, de mis entrañas y la sentía hambrienta.
Las palabras de Elora continuaron captando mi atención. La espada, si era la que sospechaba la bruja, podría estar bajo las termas, en unos canales subterráneos.
El problema que al parecer, lejos de ser una misión fácil, nos íbamos a meter en la boca del lobo. Nosferatu, Vampiros para mi todo era nuevo, apenas había descubierto a los sobrenaturales cuando alcancé París.
Xar tomó su turno de palabra, esta mucho menos diplomática se dirigió a mi en primer lugar.
No pude evitar sonreír de medio lado. Medir quien de los dos la tenia mas grande era absurdo.
La mía era una bastarda y las suyas dos cimitarras, estaba claro quien tenia mas acero.
Aunque admito, que en algo tenia razón, ese lugar seria muy peligroso, y no iba a permitir que Elora, se metiera en ese lugar ni muerto.
Xar nos explicó con todo lujo de detalles el modo de acabar con los Nosferatú. Así como dijo bien claro, que al menos problema se llevaría a Elora.
En eso también estábamos los dos de acuerdo.
-Elora, tu nos ayudaras solo en la parte técnica -alce la mano cuando estuvo a punto de replicar -¿sabes empuñar un arma? No, pues deja que los guerreros matemos.
Eres demasiado importante para perderte en batalla ¿lo entiendes? -intenté conciliar
Vale, nunca se me dio bien eso de apaciguar a las fieras y Elora era una de las mas salvajes, pero, esa era mi voluntad y la cumpliría le gustara o no, ella no iba a luchar.
-Sobre lo demás, yo ayudaré a Xar a despejar el conducto de Nosferatu -Miré de medio lado a la mole -no se si a parte de ...-hice una pasa -si sabe luchar nos vendrá bien ahí abajo Lakme.
Dunya tu y Lakme iréis detrás, cerrareis la comitiva y nos ayudareis si algo se pone feo. Era complicado poner en peligro a gente que de un modo u otro me importaba por una misión que era mía.
Dunya apretó su cuerpo contra el mio, creo que capaz de percibir exactamente lo mismo y yo abrí mi brazo para darle cierto sustento a su cuerpo.
Sabia la facilidad con la que podía descontrolarse, en el bosque me dijo que hacia poco tiempo que se había convertido y que todavía le costaba mantener su sed a un lado.
Si se acercaba a Elora, Xar no dudaría en empalarla, así que tenerla a mi lado era sin duda la mejor opción para ella.
Escuché atento las explicaciones de Elora mientras mis orbes, seguían los suyos. Esa mujer era increíble. Su lengua era mordaz, divertida e intrépida, mas a la vez era capaz de conciliar entre nosotros, pese a saber que la presencia de las mujeres que me acompañaban le desagradaban profundamente.
Hay algo que también sabia, que esto lo hacia por mi, no por el pacto que alcanzamos en el que yo le ayudaría en la alta sociedad, si no porque entre nosotros se había creado algo mas allá de la magia.
Lakme permanecía en silencio, atenta a cada gesto, con su mole rodeándola como si su menudo cuerpo pudiera quebrarse en cualquier momento.
La busqué con la mirada en mas de una ocasión, esperaba que fuera capaz de encontrar la calma, sus sensaciones arrancaban partes de mi, de mis entrañas y la sentía hambrienta.
Las palabras de Elora continuaron captando mi atención. La espada, si era la que sospechaba la bruja, podría estar bajo las termas, en unos canales subterráneos.
El problema que al parecer, lejos de ser una misión fácil, nos íbamos a meter en la boca del lobo. Nosferatu, Vampiros para mi todo era nuevo, apenas había descubierto a los sobrenaturales cuando alcancé París.
Xar tomó su turno de palabra, esta mucho menos diplomática se dirigió a mi en primer lugar.
No pude evitar sonreír de medio lado. Medir quien de los dos la tenia mas grande era absurdo.
La mía era una bastarda y las suyas dos cimitarras, estaba claro quien tenia mas acero.
Aunque admito, que en algo tenia razón, ese lugar seria muy peligroso, y no iba a permitir que Elora, se metiera en ese lugar ni muerto.
Xar nos explicó con todo lujo de detalles el modo de acabar con los Nosferatú. Así como dijo bien claro, que al menos problema se llevaría a Elora.
En eso también estábamos los dos de acuerdo.
-Elora, tu nos ayudaras solo en la parte técnica -alce la mano cuando estuvo a punto de replicar -¿sabes empuñar un arma? No, pues deja que los guerreros matemos.
Eres demasiado importante para perderte en batalla ¿lo entiendes? -intenté conciliar
Vale, nunca se me dio bien eso de apaciguar a las fieras y Elora era una de las mas salvajes, pero, esa era mi voluntad y la cumpliría le gustara o no, ella no iba a luchar.
-Sobre lo demás, yo ayudaré a Xar a despejar el conducto de Nosferatu -Miré de medio lado a la mole -no se si a parte de ...-hice una pasa -si sabe luchar nos vendrá bien ahí abajo Lakme.
Dunya tu y Lakme iréis detrás, cerrareis la comitiva y nos ayudareis si algo se pone feo. Era complicado poner en peligro a gente que de un modo u otro me importaba por una misión que era mía.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: La espada del Apocalipsis. {Privado}
Tensión en el aire, aún continuaba allí. Al parecer la presencia de ambas inmortales no era de agrado, o incluso allí sobraban.
Lakme miro por un instante a Sidhu, impasible, tan hierático, luego de reojo miro a Höor seguramente él estaba sintiendo lo mismo que ella, ahí estaba el… Hambre. Desde que había empezado aquel viaje, desde que habían aceptado el trato. El hambre no se resistía, el hambre no esperaba… Ya no aguantaba las semanas, si no los días… Al menos la voluntad forjada en los siglos estaba allí. Y luego… esa humanidad que había regresado.
Miró a la bruja, intentando centrar ideas y escuchar sus palabras junto a la de aquella cazadora. Si tenían un poco de estima a su “amigo”, se andarían con cierto cuidado, porque ponía en duda que Höor no las hubiese puesto al día de su nuevo “estado”.
No pudo evitar sonreír con diversión al escuchar la bruja hablar, y cómo se dirigía a Dunya y a ella. Si ella supiera la apatía que ella sentía por los de su especia, Dunya solo era un tentempié dentro de su “curiosa” dieta, donde esa forma de canibalismo la convertía en una especie de paria para quien conociese su modo de vida.
¿Nosferatu? Curiosa especie, moderna especie… Cuando ella andaba sus primeros pasos por la tierra, era una especie desconocida para ellos, tales incluso no hubiesen dado demasiados pasos en su existencia, pero tanto hay en el mundo por descubrir oculto que quien sabía.
-Creo que todo lo tienen muy “medido”, y cerrado para “sugerir” algo más. -Rompió su silencio. -Por mi parte me dejaré llevar con obediencia. Todo tenemos un propósito con esta misión. -Espero que lo "controle"... -Iba para Elora, un comentario de más, veía las marcas y las huellas de "esa" magia.
Escuchó sus planes, retaguardia, bueno, al menos se aseguraría que el joven Höor no lo matará a ambos.
-Sidhu irá con vosotros, obedecerá órdenes, como un fiel soldado, pero solo protegerá una vida. -Solo dijo, por un instante se sintió sobrestimada, miles de años en la tierra, sabía lo que era luchar, estaba entrenada en ello y sabía también otros trucos que bajo la manga guardaba. Otra vez esa risa, no la suya, la del “entre”. Mejor así pensó como respuesta a su sombra. -Nosotras os seguiremos de cerca por si se pone todo feo. Y con disculpas, si nada más se tiene que cerrar en esta comitiva, os privo de mi presencia de un modo prematuro…
Lakme miro por un instante a Sidhu, impasible, tan hierático, luego de reojo miro a Höor seguramente él estaba sintiendo lo mismo que ella, ahí estaba el… Hambre. Desde que había empezado aquel viaje, desde que habían aceptado el trato. El hambre no se resistía, el hambre no esperaba… Ya no aguantaba las semanas, si no los días… Al menos la voluntad forjada en los siglos estaba allí. Y luego… esa humanidad que había regresado.
Miró a la bruja, intentando centrar ideas y escuchar sus palabras junto a la de aquella cazadora. Si tenían un poco de estima a su “amigo”, se andarían con cierto cuidado, porque ponía en duda que Höor no las hubiese puesto al día de su nuevo “estado”.
No pudo evitar sonreír con diversión al escuchar la bruja hablar, y cómo se dirigía a Dunya y a ella. Si ella supiera la apatía que ella sentía por los de su especia, Dunya solo era un tentempié dentro de su “curiosa” dieta, donde esa forma de canibalismo la convertía en una especie de paria para quien conociese su modo de vida.
¿Nosferatu? Curiosa especie, moderna especie… Cuando ella andaba sus primeros pasos por la tierra, era una especie desconocida para ellos, tales incluso no hubiesen dado demasiados pasos en su existencia, pero tanto hay en el mundo por descubrir oculto que quien sabía.
-Creo que todo lo tienen muy “medido”, y cerrado para “sugerir” algo más. -Rompió su silencio. -Por mi parte me dejaré llevar con obediencia. Todo tenemos un propósito con esta misión. -Espero que lo "controle"... -Iba para Elora, un comentario de más, veía las marcas y las huellas de "esa" magia.
Escuchó sus planes, retaguardia, bueno, al menos se aseguraría que el joven Höor no lo matará a ambos.
-Sidhu irá con vosotros, obedecerá órdenes, como un fiel soldado, pero solo protegerá una vida. -Solo dijo, por un instante se sintió sobrestimada, miles de años en la tierra, sabía lo que era luchar, estaba entrenada en ello y sabía también otros trucos que bajo la manga guardaba. Otra vez esa risa, no la suya, la del “entre”. Mejor así pensó como respuesta a su sombra. -Nosotras os seguiremos de cerca por si se pone todo feo. Y con disculpas, si nada más se tiene que cerrar en esta comitiva, os privo de mi presencia de un modo prematuro…
Lakme- Vampiro Clase Alta
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