Armagedon (jinete del apocalipsis)

”He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón. El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.” (Apocalipsis 15-18)

Armagedón cree ser un ángel destructivo, vengativo y justiciero. Está convencido de que su labor divina es la de purgar la humanidad que ha entrado en decadencia. Dios le ha creado como su brazo, su arma, la solución que traerá al mundo un nuevo orden y hará de nuevo a los humanos temerosos de la ira divina.

Mediante la sangre, la oscuridad y el dolor hará emerger una nueva luz, una nueva era. El jinete de la muerte cabalgará a lomos del corcel bayo para sumir al mundo en tinieblas. Armagedón es implacable, determinado y orgulloso, nada lo aparta de su camino sagrado. Es inflexible, crítico e incapaz de perdonar una ofensa. Tan sólo tiene una enorme debilidad: la bondad lo trastorna, le hace tambalear porque su misión es arrasar y asolar con todo porque en teoría los humanos son merecedores de la muerte y la destrucción. Pero no puede evitar dudar cuando se trata de seres inocentes en los que identifica la pureza divina.

Fue en una noche de muertos cuando el inquisidor Canicus perdió a toda su familia, mujer y dos preciosas niñas de doce y catorce años respectivamente. Cabría pensar que fue a manos de una criatura de las que cazaba habitualmente, pero no fue así, fue en el patio del monasterio de Les Claires, quemadas hasta ser reducidas a cenizas por parte de del Inquisidor general. Semanas antes, un lobo había mordido a su familia en una accidente fortuito y el inquisidor aunque tenía firmes convicciones, no podía matar a su propia familia. Su fe se tambaleó y fue la propia Inquisición la que acabó con ellas, siguiendo las estrictas normas de la organización. Canicus perdió todo aquella noche, su familia, su cordura y su fe. Desapareció de Francia para viajar por Europa como un alma errante mientras rumiaba su venganza.

Pertenecía a la clase alta, con su dinero pudo establecerse finalmente a las afueras de Roma en una gran propiedad en la que cultivaban olivos y tenía mucho ganado. Adoptó a cuatro niños, dos chicos y dos chicas, pero no cuatro cualquiera. Su objetivo era claro, traer el Apocalipsis al mundo, ese que tantas veces había leído en su misal, en la Biblia que lo acompañaba cada noche. Los cuatro Jinetes del Apocalipsis algún día se alzarían en la Tierra sembrando el mal a su paso: Victoria, Hambre, Guerra y Muerte. Conocía suficientes sobrenaturales que le ayudarían en ese empeño, y así a la edad adecuada los dos varones, Guerra y Muerte serían convertidos por un licántropo y un Vampiro, mientras que Victoria y Hambre desarrollarían sus habilidades innatas como cambiante y bruja respectivamente.

Los cuatro niños huérfanos recibieron una educación letrada, entrenamiento en las armas y en las habilidades que el Inquisidor había aprendido en su larga carrera. Crecieron siendo una piña aunque en realidad no les unía la sangre. El inquisidor que los adoptó les dio una misión divina, purgar la humanidad de su corrupción y decadencia, los aleccionó como si fueran creaciones divinas que servirían como el brazo de Dios en la Tierra, pero su naturaleza pronto comenzó a manifestarse como cabría esperar. No eran ángeles aunque lo creyeran y sus acciones no siempre eran coherentes con los designios del Altísimo. Canicus se percató de ello demasiado tarde, había creado cuatro armas perfectas de destrucción masiva y ahora nadie podía controlar a los cuatro jinetes del Apocalipsis. Intentó guiarlos, llevarlos de nuevo al redil, pero jamás consentirían que un humano les apartase de su misión sagrada ni les dijese qué tenían que hacer, porque ellos eran creaciones de Dios. Por ese motivo no le quedó más remedio que tomar de nuevo los hábitos de la Inquisición y tratar de dar caza a su prole maldita. Desde entonces, busca la redención de su alma y en su corazón sólo hay espacio para un objetivo: acabar con los jinetes sin importar el coste.

Poderes y Habilidades:
→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ Atributos: Colmillos afilados, piel y cuerpo resistentes e inmortalidad.
→ Sanación acelerada
→ Percepción del aura
→ Bloqueo mental: Es la habilidad para bloquear su mente y nadie puede saber lo que piensa.
→ Fortaleza: Capacidad de resistencia extrema al dolor físico.
→ Rastreo:Poder de rastrear la localización de un objeto o criatura.

Cabalga un corcel Bayo, como está establecido en el relato del Apocalipsis.
Su nombre significa en hebreo “La guerra de Dios que acabará con todas las guerras”.
Disfruta especialmente causando la muerte indiscriminada y porque sí.