Sota de Oros II[Emhyr Van Emreys]

por **Mieri G. Milanova** Vie Oct 17, 2014 5:45 am

-No, espera! Yo...!-quiso pararle, elegir obviamente la opción mas larga y enrevesada, para ella el haberse encontrado con alguien con mucha mas experiencia que ella en casi cualquier cosa, no la atemorizaban, sino todo lo contrario, creando en ella un sentimiento de curiosidad infinita.

Mieri podía pensar que aquella historia sería fruto de una mente realmente perturbada, pero había algo en ella quizás ilusión, quizás ganas de explorar mundo, pero era curiosidad que le infundía cada palabra de aquel muchacho. A partir de la primera palabra, su mente jugaba con escenarios y lugares acorde el chico narraba, haciendo que ella viese alrededor de ambos como si estuvieran en los sitios y las situaciones que el chico parecía haber experimentado.

Ella asintió, empujando la bandeja más cerca de el, como dando a entender que ella no tenía apetito en aquellos momentos, mas aun encontrándose en la misma un apetitoso cuenco de hermosas y suculentas fresas rojas. Ella las miraba, pero jamas las tocaba pues le hacían enfermar siempre. Para ella era algo triste, ya que soñaba con poder probarlas. Quizás su sabor fuese tan rico como la apariencia que tenían, pero eso nunca lo sabría.

No dejó de prestar atención en ningún momento al joven, es mas, le parecía realmente interesante su historia, pese a que esta tan solo fuese -al parecer- la punta del iceberg.

-No puedes dejarme con la miel en los labios, si no vas ha ser completamente sincero, mejor no digas anda mas...una verdad medias es igual que mentir y yo no soporto que me mientan.- suspiró y se ajustó la tela de la bata que cubría su piel y se sentó a su lado.-No es que no quiera creerte, pero dudo de que esto que me pasa sea algo especial...mira a donde nos llevó ¿recuerdas?-giró la cabeza para mirarle y acto seguido volvió a mirar a los pies de la cama con la mirada perdida. No quería ahondar más en lo que sea que le ocurriese, tampoco ella era nadie importante, sin embargo el chico parecía esconder mas de mil y una historias a las que ella le hubiese encantado haber vivido.

-Me gustaría saber mucho mas, pero nos e que preguntas hacer.- dijo mas bien lanzando el pensamiento en voz alta en lugar de dirigirse directamente hacia Emhyr.-¿Donde está tu familia? ¿Como es Constantinopla? ¿Por qué viniste a Paris? ¿Por qué no puedes volver a casa?- dijo encogiéndose de hombros, como dándole a entender que no eran demasiadas preguntas sino poca la información. Mieri, lo quisiese o no, se sentía cada vez más cómoda conversando con el, simplemente estando sentada junto a el en la cama. Jamas en su corta existencia, se le habría ocurrido hacer aquello, es mas, repudiaba un tanto al sexo masculino ya que ninguno se acercaba a ella con buenas intenciones.

por **Emhyr Van Emreys** Vie Oct 17, 2014 11:04 am

Emhyr miró su ofrecimiento y tomo una de aquella fresas, no la probo enseguida, la observo detenidamente como si fuese algo bello que no hubiese visto en demasiado tiempo, luego le dio el primero bocado gozando de su sabor mientras la escuchaba.

Sintió su peso a su lado al sentarse en al cama, él con gesto doloroso se movió un poco para darle sitio y tras comer varias fresas se dejo caer en la cama tumbandose por completo, mirando el techo.

-No probaba fresas en... Puff en años. ¿No quieres ninguna? -Comento cuando ella dejo de hablar. La preguntas de ellas habían quedado en el aire y Emhyr por un momento parecía haberlas ignorado pero ahí estaban rondando en su cabeza. Por un instante cerro los ojos y recordó... -Constantinopla, es una gran ciudad llena de antiguos edificios de la época romana, en ella viven personas de distintas culturas, hablan muchas lenguas y esta dividida por una especie de río que parece más un mar, azul... Dicen que es la frontera entre el mundo occidental y el oriental. -Recordaba y recordaba... Las ruinas del templo laberíntico donde le gustaba jugar a esconderse con su madre y sus hermanas, recordó el palacio, las aguas y los barcos, las lecciones de su padre; y luego la escuela de jenízaros, aquellos hombres de baja cuna, aquellos rufianes a los que pudo llamar familia... Había seguido describiéndole los lugares pero silencio con los ojos cerrados, los cuales, volvieron a abrirse mirando al techo con seriedad. -¿Mi familia? Mi hermana mayor murió hace demasiados años, iba a tener un bebe y en el parto ambos murieron. Una suerte para ella. -Sonrió con amargura, si su hermana mayor hubiese seguido con vida aquel día hubiese tenido dos opciones: la muerte o haberse convertido en moneda de cambio. -Mis padres murieron cuando tenía unos 15 años, no estoy muy seguro si fueron asesinados, o si mi padre decidió adelantarse a "ellos" para no manchar su honra; he escuchado cosas tan distintas, solo sé que nos traicionaron. -Ahora parecía que el turco hablase para sí mismo, eran recuerdos que no había aparecido en su memoria desde hacía demasiado tiempo, eran imágenes de una vida que le parecía tan ajena y lejana, como si no le hubiese pertenecido. -Querían quitárnoslo todo, nuestros títulos, nuestras propiedades... Nos traicionaron. -Estaba hablando más de la cuenta y no se daba cuenta de que aquello era peligroso. -Creo que mi hermana menor aun vive, debe de tener tu edad más o menos, me cuesta bastante recordarla cuando me mandaron a la escuela de jenízaros (los jenízaros son como unos soldados especiales en mi país) ella era una recién nacida. Por lo que sé la casaron con un hombre poderoso de mi país, con demasiados años para ella, y con el deseo de heredar legalmente todo lo que teníamos. Todo lo que debería ser mío cuando fuese jenízaro, pero yo... Estoy muerto, supuestamente debería estarlo, "ellos" me buscan.
>>Estoy en París porque busco "algo" que me ayudará a volver a casa después de más de 10 años, pero no me creerías si supieras lo que es, aunque debería creer en tus visiones, porque yo creo en ellas, Mieri. Soy un poco como tú.

Emhyr volvió su rostro al de la muchacha para mirarla durante unos segundos silenciosos que le parecieron eternos, luego tomó su mano con cuidado y ahí llego la sensación electrizante que le recorrió en su propia piel y transmitió a la chica imágenes aleatorias se cruzaron en la mente de él y ella tras pronunciar aquellas desconocidas palabras.

-Estoy tan seguro de que son visiones como que puedo ver que tu madre dio la vida por ti al nacer... Veo monjas, y un país lejano, conozco su lengua... Y... Algo de una cicatriz, mmm... Eso no lo entiendo... Pero estoy seguro de tus visiones como que puedo hacer que la mano que sostengo este ardiendo y no sintamos dolor ni nos queme -Emhyr levanto la mano con al que apretaba la de la chica, estaba rodeada por llamas que iluminaban la habitación y luego estas se consumieron en la piel sin daños ni sensación de calor.

OFF: Continuación de: http://www.victorianvampires.com/t26289p15-sota-de-oros-mieri-g-milanova

por **Mieri G. Milanova** Vie Abr 17, 2015 3:23 am

Mieri se sentía extraña no, no era miedo, no era ansiedad, quizás fuera vértigo pero no era nada que hubiese experimentado antes. Aquellas imágenes y aquella tétrica historia contada por labios de aquel chico quizás fuera mentira, pero aun siendo una chica joven e insensata, podía reconocer el dolor en las palabras, un dolor que nadie en su sano juicio se atrevería acontar como mentira. Por eso le creyó.

Aquella fe ciega en las palabras de aquel chico, la llevó a sentirse mal por todo lo que había ocurrido en su vida. Mieri, jamas se había lamentado por no haber crecido entre los brazos de su madre, ya que la educaron para que no lo recordase como algo que pudo haber sido, sino que ocurrió y que inevitablemente tuvo que terminar. Ahora quizás podía entender la coraza a la que se sometía aquel chico, como si se obligara a mantener una apariencia infranqueable.

Mieri quiso hablar, pero era tal la sugestión a la que propiamente se sentía inducida, que se sentía sin fuerzas como para seguir preguntando tan doloso pasado. Pero ahí no quedaba todo, entre las imágenes, pudo sentir como si algo estuviese empujando desde ambos lados por salir a la luz, no sabía como, pero lo intuía, entre las imágenes de el salieron algunas reconocibles, como su cicatriz, otras no tanto como los vagos recuerdos de su niñez y un mapa, un mapa sobre el que ella dibujaba.

Fuego. Eso fue lo siguiente que ocurrió, pero el se equivocaba...claro que ella si sentía calor, pero no un calor que hacía arder la piel sino un cosquilleo incesante que se disipó en cuanto su mano dejó de estar en contacto con la de el. Mieri observó su mano una vez separada y reconoció aquel cosquilleo que parecía ir a un rumbo específico. Mieri se levantó corriendo, yendo hacia el espejo que había a los pies de la cama. Posicionándose de cara a esta, la bata de Mieri se deslizó rápidamente por su piel mostrando no mas que su espalda. Mieri giró la cabeza para ver su reflejo, sujetando fuertemente la tela para que no mostrase mas de la cuenta y quedó sin palabras en cuanto aquella vieja cicatriz con la que había nacido, parecía expandirse hasta tomar una forma definida.

-La cicatriz.- susurró, como en respuesta a las ultimas palabras de Emhyr. Miery estaba completamente atónita ante todo aquello que ocurría con alarmante velocidad.-¿Que diablos significa esto?- Blasfemó, aun temblando ante aquel descubrimiento.

por **Emhyr Van Emreys** Dom Jul 26, 2015 1:23 pm

Aun había un pequeño rastro de humo cuando él le había soltado la mano, al igual que el aire cálido y cargado que había dejado aquellas lenguas de fuego creadas por su magia como demostración de la existencia de ella misma.

Emhyr no esperaba más de aquel fuego que una simple ilusión, sorpresa, pero no que encendiese algo más en la muchacha que el descubrimiento.
Sus ojos castaños siguieron cada movimiento de ella, ella se detuvo frente al espejo y luego deslizo la tela por su piel describiéndola. Sin poder evitarlo y olvidando su debilidad lentamente Emhyr se fue levantando y colocándose a su lado mudo.

-La cicatriz. -Repitió.

Sin pedir permiso, sus cálidos y dedos acaricio la piel de su espalda, dejando un rastro suave y a la vez áspero, Emhyr tenía las manos deterioradas a causa del trabajo y el manejo de las armas blancas.

Dejo caer la mano, y dispuso su antebrazo junto a la espalda: un tatuaje, hermano y gemelo con la cicatriz de la joven. No parecía una copia, parecía un calco casi exacto de la misma marca, de aquella cruz que Emhyr se había tatuado cuando tuvo que vender el símbolo que tenía en plata como colgante, regalado por su madre.

-Mieri has nacido marcada como yo... -Tiro de la tela, para intentar obligarla a tapar la marca. Un acto de precaución. -Eres como yo... Tú sangre tiene poder, y tu sangre es demasiado atractiva para los seres del submundo. Lo que me extraña es que solo hayas manifestado tu poder en sueño, y no de otro modo. ¿No suele ocurrirte cosas extrañas, niña?

De repente las preguntas comenzaron a invadir la mente de Emhyr, ¿qué debía de hacer con este descubrimiento? Si ella aun no había manifestado nada, pronto empezaría con ello y eso haría denotar su presencia entre los suyos haciéndola destacarle y a la vez demasiado deseable. ¿Qué debía de hacer? Se repitió, ella no era responsabilidad de él, pero le debía una y por una parte sentía que se comenzaba a convertir en su responsabilidad, su su madre aun viviese sabía que lo haría sentirse mal por cerrar los ojos y seguir con su camino, al fin y al cabo ella era como su madre. Había nacido marcada y probablemente en ella residiría un gran poder sobre los seres del submundo.

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