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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Kala Bhansali Lun Jun 20, 2016 3:17 pm

Deja que te acompañe, por favor —insistía una y otra vez con las manos en posición de rezo frente al pecho—. Tenía que ir tarde o temprano a la ciudad, así al menos no irás sola. Por favor.

Kala tomó aire y lo echó con fuerza, dejando caer la cabeza, derrotada. Aunque le caía bien, Dan podía llegar a ser una persona sumamente insistente. Demasiado. Y no es que no quisiera que la acompañara, pero lo que tenía que hacer en la ciudad eran asuntos de índole femenina, y hacerlo acompañada de él le daba vergüenza, francamente.

Está bien, está bien —accedió. Él, a su vez, mostró una cara de triunfo—. Pero si te pido que te quedes fuera, te quedas fuera. No hagas que me arrepienta —le advirtió.

Dan asintió como si fuera un niño al que le acabaran de dar una galleta y salió tras ella, camino de la ciudad. Hablaban de todo lo que veían en el camino: animales, plantas, otra gente… daba lo mismo. Algo que no se podía negar era que el camino que separaba el campamento de la capital se hacía mucho más corto siempre que se iba acompañado, y ese día no fue una excepción. No tardaron en ver las primeras casas de las afueras, algo estropeadas pero todavía en uso. El sonido de los zapatos cambió al traqueteo de los adoquines; el olor de la ciudad, del verdor del campo a los residuos de los caballos que tiraban de los carros. Cuanto más se adentraban en la ciudad, más laberíntica y ruidosa se volvía. Kala guió a Dan entre calles y callejuelas hasta llegar a un local frente al cual se paró. Le pidió que esperara y él obedeció un poco a regañadientes. Sabía que, si entraba con ella, no volvería a permitir que la acompañara. Miraba a través de los cristales del local esperando a que saliera. Apenas tardó media hora allí dentro, pero para el joven fueron horas y horas. Cuando salió, él se quejó por la espera.

Has sido tú el que ha querido acompañarme, así que no quiero oír más quejas —se defendió, cansada de tanto reproche—. Yo ya he terminado. ¿Qué es eso que tenías que hacer? —preguntó, un tanto fastidiada por tener que quedarse por allí más tiempo. Si por ella fuera, tomaría el camino de vuelta al campamento.

Dan comenzó a caminar hacia otro local en el que, según él, tenía que comprar algún material para algo que estaba construyendo. Kala no prestó demasiada atención, ni a los recados que debía hacer ni a lo que estaba preparando. Miraba a la gente a su alrededor de manera inconsciente, buscando algo que no sabía qué era exactamente. Un tirón suave de su brazo la obligó a detenerse; habían llegado a la tienda en cuestión. La gitana decidió esperar fuera, sentada en un banco, a que el joven terminara los recados. Como supuso, a él no le hizo gracia, pero le daba igual. Le instó a que entrara de una vez y se dejó caer, aprovechando algunos rayos de sol que le acariciaron de manera cálida. Miró a su alrededor y paró la vista en una niña que le sonreía ampliamente. Kala le devolvió la sonrisa y la saludó con la mano, a lo que la pequeña respondió echando a correr calle arriba. Ella la siguió con la mirada hasta que en su recorrido se cruzó un hombre. Frunció el ceño intentando enfocar la vista. Se levantó despacio sin apartar los ojos de él. «No puede ser».

Emhyr —susurró tapándose la boca con la mano.

Sus pies comenzaron a caminar en su dirección, despacio primero y acelerando el paso después. Dan vio movimiento fuera desde la tienda y, cuando vio que Kala se alejaba, salió precipitadamente tras ella. La llamó varias veces desde el umbral. Al no obtener respuesta, comenzó a seguirla sin dejar de gritar su nombre, pero la gitana no escuchaba nada. El joven dejó de perseguirla cuando vio el objetivo de la chica y se quedó quieto, a la espera. Ella, al contrario, se acercó hasta quedar a pocos pasos de él.

Emhyr —le llamó tan alto como pudo y con toda la firmeza que su corazón le permitía—. ¿Eres tú?

Había aguantado la respiración. Quería acercarse más a él, pero tenía miedo de ser rechazada. Y es que, si seguía en la ciudad, ¿por qué no había vuelto con ella?  ¿Quizá él no quería verla? Y, de ser así, ¿qué haría ella? Todas esas preguntas y más rondaban su mente mientras allí, parada a su espalda, esperaba una respuesta.


Última edición por Kala Bhansali el Miér Dic 07, 2016 3:39 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Miér Jun 29, 2016 1:21 pm

Echando la vista atrás el recuerdo de hacía dos semanas, la tarde había caído, no sabía cuanto tiempo había estado tumbado entre el amasijo de huesos en el cementerio, rodeado de la putrefacción y el olor de su propia sangre.
Solo podía sentir dolor, estar y allí a la vez, en la oscuridad y en aquella luz, pero no llegaba a morir. Hubo un momento que rogó morir, deseo acabar con todo aquello profundamente, desprenderse de aquel cascaron dolorido insoportable.

Luego despertó en el hogar ajeno, todo era desconcertante. Sus sentidos pasaban de ser lo más sensibles a dejarle sordo, ciego o mudo en el mismo instante. Su cuerpo invadido por el veneno del lobo aun intentaba equilibrarse, su alma humana con la de la bestia.

Había perdido mucha sangre, había perdido hasta trozos de piel. Su aspecto era demacrado, deforme... Pero el milagro había obrado, aquel trozo de antebrazo perdido junto con el recuerdo de sus tatuajes se regeneraba en señal que el cambio se estaba llevando a cabo de una manera favorable.
Si hubiese sido humano en aquel momento, probablemente hubiese tardado meses en volver a caminar, o tener un mínimo de fuerza para levantar un simple brazos. Más bien ya hubiese muerto, pero la ponzoña del lobo le había salvado regenerando día tras día la piel y los huesos.

Todo eran ventajas, pero lo peor venía con el ánimo y el espíritu. Los sentidos lo confundía, el apetito se apagaba para luego ser feroz, un apetito que reclamaba la sangre ajena. Podía sonreír, para luego sentirse el más desgraciado del mundo... O bueno, luego venían esos ataques violentos.

Se había convertido un peligro para sus propios salvadores, un peligro para sí mismo. ¡Tenía tanto que aprender! Y aun no había tenido su primera Luna Llena, en ella se vería la confirmación de su cambio, otra prueba de vida o muerte.

Aquella tarde le había dejado salir al exterior. El señor Miles no se separaba de su lado ni un momento, lo habían convertido en su nuevo perro guardian, por lo que pudiese hacer o desatar.
Mientras caminaba por las calles, su olfato volaba de un lado a otro captando el sin fin de sensaciones, su oído podía penetrar la piel de los hombres con su latido de corazón. Aquello era maravilloso, aquel poder lo confundía pero a la vez lo embriagaba, el mundo era un sinfín de detalles.

Un perfume...
Si, no era un perfume artificial... Reconocía aquel olor atado a la piel canela, los mechones de ébano donde había hundido su rostro embriagándose.
Su pequeñito corazón latía con fuerza, y allí sus ojos se cruzaron.

Emhyr dio un pequeño traspies. Mucho más delgado, y sin todavía las fuerzas recuperadas, el señor Miles acudió a su lado.

-La señorita le dijo que no saliera a la calle aun, no esta recuperado . Deberíamos volver.

Apenas le escucho con atención su propio corazón había dado un vuelco, cuanto deseo correr hacía ella tomarla entre sus brazos y besarla.

Emhyr tomó aire con fuerza, no había apartado los ojos de la vidente. Sus labios mudos pronunciaron lentos su nombre.
Aun no estaba preparado para volver, estar a su lado era estar en peligro, aun no controlaba los ataques de furia e ira, el hambre, el fuego que en su interior quemaba arañando con sus fauces el alma humana para ser devorado por el cánido.

La tristeza le invadía al pensar que destrozaría a Kala, pero ella era poco consciente de la gravedad de todo.
El turco afirmo al sirviente, y se agarro de su brazo, tenían que huir de allí.
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Mensaje por Kala Bhansali Vie Jul 01, 2016 5:27 am

Fue soltando el aire poco a poco mientras Emhyr se giraba. Tenía dudas sobre si sería él o no, desde detrás se le veía delgado y muy débil, para nada como ella le recordaba. Fue un momento largo en el que sintió que sólo estaban ellos dos en el mundo. La gente pasaba a su lado como si fueran fantasmas. Le miró a los ojos y le sobrevino una oleada de recuerdos demasiado intensos. Los suyos se humedecieron y, por un momento, creyó que él iría hacia ella. Kala estaba preparada para abrazarle y estrecharle contra su cuerpo, para besarle hasta quedarse sin aliento. Había pasado demasiado tiempo sin verle y sin sentirle cerca de ella.

Dio un paso en su dirección, intentando calmar así su impaciencia por juntarse finalmente con él. En su rostro se podía apreciar un ligero atisbo de sonrisa, pero duró tanto como el poco tiempo que habían mantenido la mirada. Primero vino la confusión y seguido un miedo atroz. Se quedó congelada en el sitio sin poder moverse, no entendía qué estaba pasando. ¿Se estaba alejando de ella?

Kala. Vámonos, venga.

La voz de Dan sonó a su espalda. Se había mantenido al margen y no quería entrometerse, pero prefería llevarse una reprimenda por parte de la gitana antes que verla sufrir como lo había estado haciendo durante aquellas semanas. Le colocó una mano en el brazo, atrayéndola hacia sí suavemente y rompiendo ese trance en el que había entrado la joven. Ella movió el cuerpo por el impulso, pero siguió mirando el cuerpo del turco alejarse de allí del brazo de aquel hombre.

Es él —dijo sin apartar la mirada—. Sé que es él, pero no me ha dicho nada, casi ni me ha mirado. —Giró al fin el rostro hacia su compañero—. ¿Por qué no me habla? ¿Acaso he hecho yo algo?

El joven se encogió de hombros y miró en la dirección en la que desaparecían los otros dos. Podía sentir la confusión de ella y compartía gran parte de su pena, pero no sabía muy bien qué podía hacer él para ayudarla. Volvió a tirar de su brazo para partir en dirección contraria hacia el campamento, pero Kala se zafó y siguió por el camino que antes habían recorrido Emhyr y aquel hombre.

No puedo irme así, Dan. Necesito hablar con él —lo dijo sin mirarle mientras echaba a andar.

Con el corazón en un puño, les siguió desde la lejanía. Ella aceleraba el paso para acortar la distancia y Dan, muy a regañadientes, caminaba a su lado temiendo dejarla sola. No se fiaba de Emhyr, estaba claro que no le caía bien, y, si seguía allí, era sólo por la vidente.

Cruzaron un calle y giraron una esquina con Kala pisandoles los talones. Su corazón latía más fuerte que antes y no sólo por el esfuerzo de seguirles. Tenía un nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad y las lágrimas aguardaban impacientes por rodar por su rostro. Cuando llegó al lado del turco le agarró del brazo y le obligó a girarse.

Emhyr —le dijo con firmeza—. Sé que eres tú. —Volverle a mirar a los ojos hizo que su estómago se encogiera. Estaba muy delgado, con unas ojeras marcadas y alguna cicatriz en el rostro. Le dolía en el alma verle en ese estado y sentía que, de alguna manera, ya no era bienvenida en su mundo—. Dime algo, por favor —le rogó—. ¿Cómo estás? ¿Por qué no has venido a verme?

Sólo tenía ojos para él e ignoraba completamente al hombre que le acompañaba, que tiraba del brazo del joven para llevárselo de allí.

Te he echado mucho de menos —le dijo al borde del llanto. Su voz se quebró y respiró hondo, intentando aguantar las lágrimas.
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Sáb Jul 09, 2016 10:18 am

Primeros pasos por parte de Emhyr, cada movimiento era tan costoso y se le hacía tan dolorido todo, en aquel momento era como aquel fanfarrón turco hubiese menguado y se hubiese mucho más pequeñito de la cuenta, pero a pesar de ella aquel espíritu de fiereza se aferraba a su ser y su aura.

Cerrar los ojos ante la situación, le pareció la peor opción, pero la necesaria. Como esperaba ella iba a luchar con conseguir cruzar unas palabras, y por fin se acercó a su lado.
Él la miró con aquellos ojos castaños, cansados y derrotados, sintió el contacto de su mano en su brazo, le estremeció del gusto. Sus ojos brillantes contenidos, le hacía daño su tristeza.

-Kala… -Le susurro e hizo un ademán al señor Miles que se detuvo.

Ojos que pasaron de mirarle con tristeza o ese cariño que hondonada, a entrar en una especie de trance, irisados la miraban con una mirada desconocida.  Sus pasos se acercaron a la muchacha, sus dedos recorrieron sus cabellos acariciantes e hipnóticos, inclino su rostro para oler aquel perfume embriagador y apoyar su mejilla contra la suya.

-Esto aun no ha terminado, Kala. -Susurro muy cerca de su oído. El señor Milles cerca de ellos estaba tensó, ya conocía de sus episodios repentinos que venían seguidos por la violencia. Por ello no había pisado a la calle hasta ahora. -He estado muy enfermo… Débil… -Pegó su frente contra la suya, el castaño se tornaba un tanto dorado, peligrosamente dorado. -Encerrado por mi bien.

Casi rozaron los de ella, pero estos continuaron por su mejilla en un roce, en escalofríos, recorriendo su cuello. Casi la obligó a girar el rostro. Podía sentir el latir de su corazón y el correr de su sangre, su respiración agitada, su aroma, el sabor de su piel… Aquella hambre feroz atraídos por unos sentidos aumentado, era terrible, el probar la carne ajena en la boca…. Ahí estaba el lobo que luchaba, allí en monstruo que alteraba la razón humana.

-No deberías aferrarte a mí, aún no… Lo que menos quisiera es que te llevases una equivoca ilusión aun me queda superar la primera transformación. -Su voz seguía siendo susurrante, incluso ronroneante, había tono acechador en ella, y su propio cuerpo. Ahora era un depredador. -…y me está costando recuperarme. -Sus manos la tomaron por la cintura la atrapaban con aquel temblor que denotaba su debilidad. -Teniéndote aquí, tan cerca y no poder hacer lo que deseo… Porque siento esa hambre, esas ganas de desgarrar que por dentro me llama, rasgar la piel y los huesos ajenos, embriagarme con la sangre… -Dejo de respirar, luchaba por dentro contra el lobo. Por un momento trago saliva.

- ¡En qué clase de lío me he metido, Kala! -Suspiró con fuerza, y con rudeza se apartó de ella, respirando agitado. -Que ya no puedo salir de el -Sonríe amargo se siente arrepentido. -En un momento u otro esto se terminará, pero no sé cómo… Lo que menos quiero es acabar con una vida que me importa demasiado. Me ves aquí y me contengo, y no sabes lo que cuesta…-Sufría conteniendose.
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Mensaje por Kala Bhansali Vie Jul 15, 2016 4:56 pm

Por una milésima de segundo consiguió ver al humano que habitaba dentro de aquel cuerpo. Su mirada la derritió, pero, cuando apareció la bestia, sintió un frío intenso recorrerle la espina dorsal. Vio como se acercaba a ella hasta estar tan cerca como para acariciarla. Su cuerpo estaba luchando entre lo que su instinto le gritaba y sus sentimientos deseaban. Tenerle tan cerca después de tanto tiempo la hizo feliz, el roce de su mejilla, su aroma, la respiración vibrando en su piel… Sin quererlo alargó una mano buscando la ajena. Con los dedos la rozó y los terminó entrelazando con los suyos con suavidad. Cerró los ojos, imaginando que no estaban allí, hasta que escuchó su voz. Por fuera seguía siendo él, más delgado, alicaído y débil, pero seguía teniendo los rasgos que hacían del turco lo que era: una persona exótica, única, blanco de miradas tanto envidiosas como lujuriosas. Por fuera seguía siendo su Emhyr, aquel por el que tanto cariño profesaba. Dentro era donde residía la diferencia. En su voz, Kala pudo sentir al lobo acechando, esperando su oportunidad para lanzarse a su cuello. Sabía que los lobos podían oler el miedo, por eso se esforzaba en no sentirlo, pero no era algo fácil. La voz de Emhyr, tan ronroneante, esa misma voz que en otro momento la habría hecho caer rendida a sus pies, ahora la inquietaba y la hacía querer huir de allí. ¡Qué le habían hecho!

Sintió sus labios recorrer su cuello dejando piel erizada tras ellos. La gitana tensó los músculos y tragó saliva, pero tenía la boca seca. Su respiración era entrecortada y sólo era capaz de escuchar su propio corazón latir con fuerza.

¿Por qué no la ibas a superar? —le preguntó con voz temblorosa, todavía cerca de él—. Has salido vivo de lo que sea que te hayan hecho y aún quedan días hasta la luna llena. —Giró la cabeza para mirarle. Sus ojos eran de color dorado, salvajes, peligrosos y extraordinariamente hermosos—. Tienes tiempo de recuperarte. Todavía puedes sacar fuerzas y ganar la batalla al...

No podía referirse al lobo en voz alta, lo veía tan a flor de piel que era como si pudiera entenderla. Suspiró cerca de su rostro con añoranza. Cuánto deseaba abrazarle y dejarse mecer por él. Las manos del turco seguían en su cintura; ella, a su vez, elevó las suyas y le sujetó la camisa en un amago de abrazo. Sus movimientos eran lentos y precavidos, no sabía cómo reaccionaría la bestia a muestras de afecto más intensas. Lo que menos deseaba era causar una carnicería en mitad de la calle. Casi como si le hubiera leído el pensamiento, Emhyr se separó de ella empujándola ligeramente hacia atrás. Kala no dio un paso al frente esta vez, sino que recobró el equilibrio y se quedó en el sitio, mirándole.

No, no lo sé —contestó, conteniendo las lágrimas. Le dolía sobremanera verle así—. No lo sé y ni siquiera puedo imaginarlo, pero ahora sólo te queda seguir adelante. —Se peinó el pelo con los dedos, pasándolos por el cuero cabelludo de delante hacia atrás. Después cruzó los brazos a la altura del vientre, abrazándose—. Vuelvo a decirte, Emhyr, que no estás solo. Te dije que estaría contigo fuera cual fuera tu decisión. Ha sido ésta —tendió la mano abierta hacia él, señalándole— como podía haber sido otra. A mi me da igual que seas un hechicero mediocre o un lobo sanguinario —siguió, bajando la voz—. De verdad, no me importa. Deja que te ayude, por favor. Tiene que haber algo que yo pueda hacer.

Su voz sonaba como si fuera un ruego, y es que, sufría tanto al verle así, que sería capaz de hacer todo lo que le pidiera. Parecía casi que le ayudaba en su propio beneficio, para poder dormir sin miedo a despertar y saber que ya no estaba allí, para reír con tantas ganas que le faltara el aire. Quería ayudarle para recuperar todas esas sensaciones que se marcharon junto con Emhyr. Felicidad es como suelen llamarlas.

Aunque esos ojos no sean los tuyos, yo sé que estás ahí. Has pasado por mucho y siempre has sabido salir. —Hizo una pausa—. Has llegado hasta aquí, no te rindas ahora.
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Dom Jul 31, 2016 5:31 am

-Porque… O soy yo, o es “él”. -En un primer momento, en cuanto la alejo de su contacto. Quería ser realista y franco con ella, se merecía toda la verdad y más. Debía de ser consecuente de lo que era estar a su lado, de esa peligrosidad.

Poco pudo disimular el ápice que en sus ojos se deslumbraba, al sentir que le dolía verla al borde de las lágrimas.
Un paladeo ligero dentro de su boca, instintivo y contradictorio, ahí estaba el lobo asomando las orejas. Curioso, aquel animal que había despertado en su interior, quería olerla, saborearla, sentía curiosidad por aquella mortal que deseaba verter en lágrimas por aquel cuerpo que habitaba.

Podía casi oír como su pequeño corazón se acongojaba y se quebraba al mismo tiempo, el perfume entre el miedo y la inseguridad, y luego pudo apreciar aquel contradictorio sentimiento de atracción por su parte más humana, Emhyr sabía cómo las mujeres le miraban, sabía de aquel química que aún estaba por descubrir con Kala, mezclada con una física aplicada, pero el espíritu del cánido no, aprendía ahora mismo lo que era la vida como un recién nacido, pero un recién nacido salvaje, hambriento de todo y sin apenas control. El lobo sentía curiosidad por aquella pequeña cosita que olía demasiado bien.

No contesto con respecto a la cuestión de rendirse, es más apretó por un momento los labios, pensativo, ya había vivido la lucha que era la vida cuando estaba en aquel cementerio dejando que su cuerpo se rindiese por lo insoportable que era el simple hecho de respirar. Prueba viva de su batallar y de que no se iba a dejar vencer tan fácilmente, el hecho que estuviese en pie a pesar de que su fuerza le fallase.

- ¿Sabes? -Su rostro preocupado cambio por completo, por un momento y gracias a esa sonrisa y cambio de actitud pareció el Emhyr sinvergüenza de siempre, descarado y seguro de sí mismo. -Podrías hacer algo pequeño por mí, no me vendría nada mal una de esas tazas de té que suele preparar. -No se sabía si estaba fingiendo que todo iba a ir bien, o para detener la lluvia que asomaba por los ojos de la morena. -El señor Milles prepara un té horrible. -Bromeo mirando al hombre que le acompañaba, éste le miró sorprendido, desde que había entrado a la casa de su señora, aquel maldito otomano no había parado de traerle problemas a él y a la señorita Appleby, arriesgando en todo momento su reputación.

Unos pasos dolorosos en su caminar, pero intentaba guardar el tipo, al fin y al cabo, el orgullo era algo que le seguía perdiendo a pesar de que los años pasasen. Tomó su mano, con aquel temblor de debilidad y tiro un poco de ella.

-Puede dejarnos a solas. Dígale a la señorita Appleby que me ha dejado en buenas manos, ya buscaré el modo de regresar. Gracias. -Se dirigió al sirviente, luego en su susurro para que no le escuchasen se dirigió a Kala. Le miró con aquellos ojos castaños divertidos, aunque algo apagados. Intentaba arreglar aquella aura oscura que se había cernido entre ellos, y ahí estaba el canido recién nacido curioso y hambriento. -Vamos a pasear y… Lo que surja. -Le guiño un ojo, ahí estaba el Emhyr de siempre, pero a pesar de todo el giro de la situación algo olía a cuerno quemado.
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Mensaje por Kala Bhansali Miér Ago 10, 2016 4:57 pm

No fue capaz de disimular el asombro que le causaron sus palabras. ¿Té? Debía estar de broma. Fue tal la sorpresa que se borró cualquier rastro de tristeza que asomaba su rostro. Las lágrimas retrocedieron como si bajara la marea y sus hombros se relajaron. No eran gestos marcados, pero alguien con mirada perspicaz podría darse cuenta del cambio de actitud en ella. Aun así, no se acercó a él. Le gustaba verle sonreír, pero había algo que todavía la mantenía alerta. No sabía qué era con exactitud, quizá el cambio repentino en el ambiente entre ambos o el hecho de saber que, aunque volviera el Emhyr de siempre, nada volvería a ser igual. Podía ver la sombra del lobo acechando como buen depredador, y ella era una presa demasiado fácil. Y todo porque le quería demasiado como para enfrentarse a él.

Fue el turco quien, finalmente, acortó la distancia entre ambos. Le cogió la mano y Kala pudo sentir lo débil que estaba. Ella se la agarró y acarició el dorso suavemente con el pulgar. El guiño, la sonrisa pícara… Le recordaron a un tiempo pasado que, sin duda, fue mejor. No pudo evitar sonreír ante su propuesta descarada.

Lo que surja—repitió en el mismo tono de voz—. Si consigues llegar al final de la calle haremos lo que quieras —le retó, separándose ligeramente. Con la mano hizo un gesto para que esperara y se giró hacia Dan—. ¿Por qué no vuelves al campamento? Yo iré más tarde. No te preocupes, estaré bien.

El gitano le lanzó una mirada a Emhyr y asintió, no muy convencido. Al fin estaban solos, aunque Kala no sabía si eso era buena señal. Sentía cierto nerviosismo ante la idea, y ahora no era sólo por el lobo que habitaba dentro de él. Hacía tiempo que no se veían y para ella había sido una agonía. No saber si volvería a verle la había agotado tanto física como mentalmente. Había empezado a recuperar la forma que había tenido su cuerpo antes del ataque, pero había adelgazado tanto que le estaba costando. Se despertaba varias veces a lo largo de la noche, y los ratos que pasaba dormida no descansaba lo suficiente. Veía al turco en cada hombre de pelo oscuro con el que se cruzaba, llevándose un disgusto cuando se daba cuenta que en realidad no eran él. Había llegado un punto en el que no pensaba que conseguiría recuperarse de aquello, y cuando consiguió empezar a olvidar veía el cajón donde guardaba la caja de música y todo volvía a empezar.

Se mordió el labio inferior y se giró hacia Emhyr. Se acercó a él y le agarró del brazo con suavidad, de manera que pudiera sujetarse sin parecer que estaba cargando el peso sobre ella. Comenzó a caminar a paso lento y en silencio, escuchando tan sólo el ruido de la calle. Los murmullos, los cascos de caballos y los gritos de niños hacían que fuera imposible sentirse solo. Le miró de reojo primero, pero enseguida subió la mirada hasta su rostro.

Esto… —dijo de pronto, mirando hacia el suelo. Se pasó un mechón de pelo detrás de la oreja y suspiró— ¿Puedo preguntar quién es la señorita Appleby o crees que dormiré mejor si no lo sé? —Levantó la mirada hacia Emhyr de nuevo, pero enseguida la desvió hacia el frente. No quería que se notara que le había molestado escuchar que había otra mujer de por medio. No era celosa, no, no lo era—. Sentémonos ahí, estoy un poco cansada.

Se acercó hasta un banco de piedra y se dejó caer, esperando que él la siguiera. Una ligera brisa les acarició y el sol brillaba tímido en el cielo, haciendo de aquella una tarde perfecta. Cuando se sentó a su lado, Kala tomó la mano del otomano con la suya y la giró para dejar la palma hacia arriba. A pesar de las cicatrices que las surcaban, le gustaban mucho. Eran masculinas, más grandes que las de ella y fuertes. Muy fuertes. Terminó envolviéndola entre las suyas con suavidad y las apoyó sobre sus piernas.

Aún no te he dado las gracias por lo que hiciste. —Le miró con cariño—. Gracias—dijo después, con una ligera sonrisa y apretando las manos en torno a la de él—. Creo que deberías saber que volvieron a buscarte. Hice lo que me dijiste, pero no sé si seguirán por aquí o habrán vuelto a tu tierra. Yo no les he vuelto a ver.

Miró a su alrededor de manera instintiva, como si esperara encontrárselos allí mismo. Todavía se le erizaba el vello de todo el cuerpo al recordar aquel encuentro, pero, tal y como él le había dicho, no la habían vuelto a molestar.

Acarició la mano de Emhyr con los pulgares de nuevo y la hizo girar entre sus manos. La sujetaba como si fuera una obra de arte y la trataba de la misma manera. Después se la llevó a los labios y le besó el dorso de los dedos de manera rápida. ¡Cuánto le había echado de menos!
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Vie Ago 26, 2016 1:06 pm


Lo había conseguido, comportarse con normalidad y crearla, así borrar todo rastro de tristeza en sus ojos. “La tristeza traiciona a la condición humana” Recordó por un momento aquellas palabras.
Una sonrisa dentro del recién ritmo monótono, a pesar de que había creado aquella ilusión de una realidad menos cercana a la oscuridad, y sombras y dolor que ahora vivía. Tener una especie de cuenta atrás que asolaba más los cambios, era un sinvivir, una especie de pesadilla que tuvo que disimular demasiado bien.

Su mano apretó la temblorosa, y la leve caricia de la yema de sus dedos. Pequeños detalles que le hacía embriagarse en ella, que le llenaban por dentro de un modo que antes lo había hecho.

- ¿Pones en duda mi fuerza de voluntad? -Fingió hacerse el ofendido, como un niño pequeño al que subestiman. Hubo gesto de astucia para seguirle el juego. -Recuerda que he burlado la muerte varias veces, sabes que no que no puedes subestimarme.

Un ademán al Señor Milles, se marchaba con gesto de no estar demasiado de acuerdo en dejarlo a ambos a solas. Él había seguido todo el transcurso de aquellas semanas, había visto su sufrimiento, su casi muerte, y los primeros ataques del lobo que le desgarraban por dentro doblando su ánimo y personalidad.

Sin contestar a sus preguntas, se dejó caer junto a ella sobre el banco de piedra y, sinceramente lo agradeció, no era capaz de soportar tanto esfuerzo como aquel, había perdido mucha resistencia y era consciente de ello. Pronto se recuperaría estaba seguro.

-Digamos que temporalmente soy el protegido de la Señorita Appleby. -Sus ojos distraídos rascaron la superficie del banco que se deshacía en trocitos de piedra. -Ella me encontró cuando me mordieron, y se aseguró que me recuperase y… Puede que me haya acostado con ella. -Lo dijo así de natural, como si nada. Usualmente le hubiese dado igual decirle aquello a cualquier mujer, pero de repente sus ojos se alzaron para mirar a Kala. Mudó sintió que sus labios le habían traicionado y había hablado de mas, no sabía por qué, pero de repente sentía que posiblemente a Kala le molestase y… Sintió el peso de la duda, el temor de lo que pensase ella. -No te voy a mentir. Seguro que…

Ahora si fue capaz de sujetarse la lengua, iba a seguir mintiendo la pata, estuvo dispuesto a decirle que seguramente ella habría tenido rondando a algún hombre, es más se había dado cuenta que un joven la acompañaba y como la miraba. De repente pensar en Kala en brazos de otro no le gusto demasiado, ¿acaso eran celos?

-Lo sabía. Siempre se aseguran de que todo queda cerrado. -Los conocía como a la palma de la mano, jenízaros siempre cerraban sus misiones con veracidad. Seguramente que aun rondaría la capital, sin un cadáver, no había una tranquilidad. -Muchos están cansados de esta misión, llevan más de 10 años detrás de mis pasos, y para ellos no tiene sentido esto ya… Espero que hayan decidido regresar a “casa” y si no, estaré esperándoles…

Un beso en sus manos, aquel hermoso rostro que le brindaba de gestos. Aquella calidez interna. ¿En serio se estaba enamorado de ella o estaba completamente perdido por su hechizo que no quería admitirlo?

- ¿No te vas a enfadar? -Le dijo algo extrañado, normalmente con declaraciones así venía una buena bofetada o un insulto. -Yo también te he echado de menos, incluso soñaba contigo, pero no sabía si este día llegaría…
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Mensaje por Kala Bhansali Miér Ago 31, 2016 9:16 am

Elevó el rostro hacia él con los ojos abiertos como platos. Cuando le preguntó por ella no esperaba obtener aquella respuesta, aunque fuera lo que pasara entre ellos realmente. Tratándose de Emhyr, aquello era algo bastante probable, a no ser que la señorita Appleby fuera una vieja decrépita, en cuyo caso no se referirían a ella como “señorita”. Estaba viviendo en la casa de una mujer, probablemente soltera y bonita, y que, además, se había “asegurado” de que saliera del ataque con vida. En ningún momento se le ocurrió pensar que fuera una mujer la que le estaba ayudando. Sintió como el rostro se le encendía de rabia. Apoyó las manos en el borde del banco y clavó las uñas en la piedra.

¿Seguro que qué? —dijo, un tanto cortante. Clavó sus ojos en los de él sin parpadear durante unos pocos segundos y después miró hacia otro lado—. No tenía que haber preguntado nada.

¿De qué se extrañaba? Había sido él quien le pidió que no esperara, el que la instó a que siguiera con su vida. Por mucho que le doliera admitirlo, no tenía nada que reprocharle, en realidad. Emhyr había seguido con su vida, había tomado una decisión y se había lanzado a por ella. Si estaban destinados a volver a encontrarse o no, era algo que ambos desconocían. Aun así, no podía dejar de imaginarse a Emhyr abrazando a otra entre las sábanas de la misma manera que lo había hecho con ella. Se preguntó si le habría hecho sentir lo mismo que sintió la propia Kala en su momento, aquella sensación más allá del placer físico que no había sido capaz de olvidar. Pero, lo que más la inquietaba era si esa confesión cambiaba algo entre ellos, convirtiendo aquella historia en un juego a tres bandas.

Estoy intentando no hacerlo —contestó— porque no creo tener motivos para ello. Pero yo tampoco te voy a mentir —volvió a mirarle—, me está costando un poco. —Elevó las piernas sobre el banco cruzándolas frente a ella y dejó caer la espalda hacia atrás, apoyándola contra el respaldo—. ¿Es eso algún tipo de excusa? Yo tampoco sabía si volveríamos a vernos, por eso creo que no tengo motivos para enfadarme. Hemos seguido con lo nuestro como hemos querido, y ya está. Me pediste que no te esperara; debí imaginar que era aplicable en ambos sentidos.

Independientemente de lo que hiciera cuando se fue, ahora lo tenía delante. Era su oportunidad para decirle todas aquellas cosas que no pudo hacer en su momento. Kala se excusaba diciendo que se había marchado antes de que ella pudiera siquiera empezar, pero, en realidad, el problema era que no sabía cómo explicar lo que sentía cuando le veía. Sintió como el corazón se le aceleraba y respiró hondo para intentar calmarse, aunque para entonces el lobo ya habría notado su nerviosismo.

Muchas veces he pensado en cómo habrían sido las cosas si hubiéramos tenido más tiempo. Es posible que termináramos odiándonos el uno al otro, pero eso nunca lo sabremos —habló mirándose las manos, que reposaban entrelazadas en su regazo—. He leído tu carta tantas veces que llegó un momento en el que podía recitarla sin mirar el papel. Era como si intentara encontrar algo que me dijera dónde estabas. Lo sé, ha sonado absurdo —hizo una pausa que aprovechó para rascarse la sien. Tomó aire profundamente y lo soltó suavemente—. No sé decirte qué es lo que había entre nosotros, ni si sigue siendo lo mismo o ha cambiado. No puedo decírtelo porque tampoco lo entiendo, y créeme si te digo que no he dejado de buscar una palabra que lo explicase. ¿Es, acaso, amor? —Elevó el rostro para mirar al hombre con el que había soñado reencontrarse durante tanto tiempo—. Es posible que sí.

Se volvió a mirar las manos, temerosa de lo que él pudiera contestar. Si se levantaba y se marchaba… No, prefería no pensar en eso. Aún quedaban cosas que decirle.

He estado mal, y no sólo físicamente. Muchas mañanas me despertaba pensando en que todo había sido un sueño, y cuando rodaba en la cama para buscarte y veía que no estabas me daba cuenta de que todo era verdad, de que te habías marchado, quizá para siempre. —Las lágrimas asomaron de nuevo, contenidas—. No puedo decirte qué es lo que tenemos, Emhyr, pero sí puedo asegurarte de que no me gusta que estés lejos de mí. Pensar en que había posibilidades de no volver a verte era… angustioso, y horrible. Y ya no digamos saber si estabas bien o no. Desde que me marché de Ceylán no había perdido nada tan querido, y había olvidado lo mal que uno se siente.

Se secó una lágrima que, tímidamente, echó a correr mejilla abajo. Había intentado explicarlo de la mejor manera posible. Sólo quedaba esperar para escuchar lo que él tuviera que decir, si es que había algo. Kala esperaba que no tardara mucho en hablar, ya que cuanto más tiempo tardara más aumentaría su nerviosismo.
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Jue Sep 22, 2016 9:18 am

Aun anonadado por su reacción serena, no supo si alegrarse por no recibir el bofetón o sentirse preocupado de algún modo, por dentro sentía disconformidad con aquella reacción y no tardo ni un momento en soltar aquella lengua suya que en la mayoría de las veces lo metían en un lío por no tener filtro y ser un bocazas.

-Pues “no” intentes “no” hacerlo y hazlo, sinceramente no sé por qué, pero me gustaría que empezaras a golpearme, que te enfades, que me grites…-Empezó a decir precavido.

Luego se quedó callado, escuchándola simplemente, intentando entender si algo había llegado a cambiar, qué era lo que deseaba realmente y ante la situación, había cosas que tenía demasiado claras, aunque le confundía su clarividencia. La había empezado para él de nuevo, y era difícil de mentalizarse.

-Creo que me he enamorado, Kala. -Rompió un silencio que se había creado tras la espera de respuesta ante lo dicho por ello. -Con todo lo que ha pasado, con esto este sufrimiento… -Parecía por un momento que hablase de otra mujer, daba a mal interpretar sus palabras y confundir. -… Este sentimiento indescriptible…

Suspiró. Callado la contemplo sin saber muy bien que decir, como expresarlo. Por una vez alguien había conseguido hacer callar a aquel bravucón sin pelos en la lengua ni vergüenza en lo que se trataba mujeres. Se podría decir que temía a la palabra amor, y lo que conllevaba.

Y es que, al mirarla, le parecía tan bonita, con aquellos ojos tristes que solo habían tenido en su mente a aquel estúpido egocéntrico y egoísta vagabundo, que era Emhyr. Le daba miedo de cagarla.

Sintió deseos de apretarla contra su cuerpo, atraparla y no dejarle jamás escapar, atar sus cabellos oscuros sus costillas como decían las leyendas de oriente, y ser siempre prisionero de sus besos. Igual que ella, la había echado de menos.
Suspiró, sin quererlo, por aquel pensamiento, ojos contenidos por mirar sus labios carnosos, y el corazón que latía a mil.  No sabía si era por su cambio, porque los sentimientos se identificaban, pero era como un cachorro de lobo asustado.

-Una vez me enamore… -Por fin habló, sentía la cara caliente. -Ella tendría unos años más que tú y yo unos casi 10 menos que ella. Un muchacho que de la vida no sabía de la mitad, solo del deber y la guerra. Un niño, que acaba de enterarse que su familia había muerto y que había perdido toda posibilidad de justicia. -Pauso. -Sí, recuerdo que me enamoré, ella era salvaje, independiente y experimentada, como las mujeres de su pueblo, fueron pocos días, amé su piel y sus marcas, era inexperto en todo, créeme que los que hemos creído en la fe entre los míos, o éramos célibes o eunucos.
>Una noche nos asaltaron, si, a ellos los conoces. Hirieron a Tammayun, y lo último que vi de ella era su cabeza estallar en pedazos… Nos vimos empujados al desierto sin nada. Aún recuerdo creer ver su espíritu perseguirme entre las arenas, y no querer soltarme… Así de reducido se quedó para mí el concepto o lo único que he conocido del amor, eso me hace sentirme perdido.


Se miró por un momento las manos, y entrelazo sus dedos con fuerza, como un niño inseguro que se estaba pensando demasiado las cosas. El corazón aun latía con fuerza., su cuerpo aun temblaba por la debilidad.

- No sé nada del amor, no entiendo nada, solo sé reconocer de él el bienestar y los escalofríos que proporciona. -Pauso, y trago saliva. -Kala, ¿Qué desearías que hubiese entre nosotros? Aquí, y ahora… Porque yo sí sé lo que quiero.
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Mensaje por Kala Bhansali Jue Sep 29, 2016 4:13 pm

Sus ojos se entristecieron ante sus palabras. Agachó la cabeza y se miró las manos, entrelazadas sobre su regazo. ¿Por qué quería que se enfadara con él? De verdad que le estaba costando trabajo no gritarle por lo que acababa de escuchar, y si estaba haciendo el esfuerzo es porque no creía tener suficientes motivos para echárselo en cara. De no haber estado tan perdida por él, hubiera tenido posibilidades de rehacer su vida con otro. Si no lo hizo, fue por decisión propia. No dejó de preguntarse cómo habría reaccionado él de haber sido al contrario. ¿Se habría enfadado con ella?

Estuvo a punto de decir algo, replicarle y discutir sobre ello, pero, al levantar la cabeza para hablar, Emhyr se adelantó. Sus palabras la dejaron muda. Un sudor frío le recorrió la espalda y se le revolvió el estómago. Así que era eso, se había enamorado. ¿Sería por eso que quería que ella se enfadara? ¿Para que el adiós no fuera tan duro?

El mundo se le cayó encima. Se odió a sí misma por no haberle buscado antes, por no haber sido ella la que estuvo allí cuando todo pasó. Otra había ocupado su lugar, si es que alguna vez le había llegado a pertenecer. Se sentía perdida sin él, y ahora más que nunca lo sentía lejos, muy lejos. El otomano volvió a hablar, pero Kala apenas escuchaba palabras sueltas o alguna frase de vez en cuando. ¿Se habría enamorado de ella? No la conocía, pero ya la odiaba. Sintió como un peso se alojaba en su pecho y como se generaba ese nudo de la garganta que precede al llanto. Carraspeó para aliviar el dolor, pero sólo consiguió avivarlo más. Lo había perdido, ahora se daba cuenta, y algo dentro de ella le decía que, de alguna manera, había sido culpa suya.

Qué importa lo que yo desee —susurró, con la voz rota—. Si no es lo mismo que deseas tú, no…

No podía seguir. Agachó más el rostro haciendo que su pelo cayera por los lados como dos cortinas, ocultando las lágrimas que ya habían empezado a brotar. Bajó las piernas del banco y cerró los puños fuertemente agarrando la fada dentro de ellos. Quería evadirse, serenarse y poder seguir con la conversación, pero el simple hecho de imaginar su sonrisa le dolía en lo más profundo de su corazón. El ambiente se enrareció y sintió que empezaba a faltarle el aire. Respiró profundamente un par de veces hasta que terminó levantándose de manera rápida y precipitada. Dio dos pasos alejándose del banco con los brazos cruzados sobre su vientre, dándose calor, aunque los brazos que realmente necesitaba eran los del hombre que había quedado tras ella. Su cuerpo entero temblaba y seguía sin poder dejar de llorar, pero lo hacía de una manera silenciosa, como si no quisiera que Emhyr se diera cuenta. Lo último que quería era darle darle lástima. Ella también tenía su orgullo.

Anduvo otros dos pasos y abrió los ojos para mirar la calle que había frente a ellos, que no estaba demasiado transitada. Una familia pasó caminando por allí. Parecían felices juntos, o eso es lo que Kala creyó. En realidad, cualquier persona le hubiera parecido feliz en aquel momento, puesto que ella se encontraba sumida en el más profundo de los abismos. Los miró pasear tranquilamente, como si dispusieran de todo el tiempo que necesitaran. La pregunta de Emhyr volvió a su mente. “¿Qué desearías que hubiera entre nosotros?” Ella tenía claro lo que quería: a él. Lo quería con sus desfachateces y sus bromas, su sonrisa, su forma de mirarla. Quería sus brazos, sus manos, sus labios; su cuerpo entero. Deseaba aspirar el aroma de su pelo antes de dormir y despertarse cada mañana con los brazos alrededor de su cintura. Sentir su calor en las noches de invierno y en las de verano, hundir el rostro en su cuello y mantenerlo ahí durante horas. Quería ser la persona que le consolara en los malos momentos y la que disfrutara de su dicha en los buenos. Quería, incluso, formar una familia con él, de dos, tres o todos los miembros que el destino tuviera a bien de darles.

Tenía muy claro lo que ella quería, compartir su vida entera con Emhyr. Se enjugó las lágrimas con la manga de la camisa y volvió a respirar hondo. Había sido un bonito sueño y había llegado a pensar que sería real, pero ahora se daba cuenta de que no. Quizá fue el amor que sentía por él, o ver que la batalla había sido perdida, lo que le dio las fuerzas necesarias para girarse y mirar su rostro de nuevo. Le parecía tan guapo, a pesar de su debilidad y de su delgadez, que creyó que no podría hablar.

Quiero estar contigo —dijo en un último intento para retenerlo junto a ella—. Eso es lo que he deseado desde que te fuiste.
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Lun Oct 10, 2016 9:27 am

Lágrimas que brotaban, y por un momento Emhyr no entendió nada. La extrañado, incluso sorprendido. Todo el calor que había decidido impregnar de rubor su rostro se había marchado ante la confusión y luego entendió todo.

Sin quererlo le sonrió al escuchar sus palabras y ver lo que pareció una cara decepcionada, y primero pasos a punto de alejarse. Sintió que estaba malinterpretándolo, no hablaba de otra mujer, si no de ella. Simplemente había tomado algo de valor para expresar sus sentimientos con respecto a ella y se había todo convertido en un malentendido. Así de bien debía de haberse explicado, incluso por un momento dudo si había utilizado correctamente el idioma que ambos compartía.

- ¿A dónde vas, Kala? -Como pudo se levantó de su sitio, con pasos lentos debido a la debilidad de su cuerpo, que aún le costaba sostenerse.

Cuando llego a ella, su mano temblorosa le tomó el antebrazo para detenerla y que ella se volviese para mirarle. Sin querer y a pesar de que le llenaba de pena ver sus lágrimas, empezó a reír. Sí, no dejaba de reírse, no sabía si era por los mismos nervios o porque la confusión le había parecido graciosa y tierna en ella.

-Si deseas estar conmigo, ¿por qué huyes? ¡Maldita sea! -No supo de donde saco las fuerzas, ese lobezno que había despertado en la luna llena tal vez se las estuviese regalando, pero con delicadeza la estrecho contra sí, con cierto temor a no controlarse y hacerle daño, a veces no medía bien sus nuevas capacidades.

Un beso tembloroso, un roce al principio tímido de sus labios, y una mirada que se la devoraba desde el calor de su alma. Frente contra frente, y un gesto doloroso… Sentía el hambre oculta, que le hacía paladear como el animal que ahora era, pero no era el momento.

- ¿Por qué quieres huir de mí cuando necesito que me lleves de la mano como un niño inexperto en algo de lo que no entiende? Ahora mismo podrías romperme el corazón si lo desearás, tiene “ese” poder sobre mí. -Le susurro. -Kala, estoy enamorado de ti… Y me quedaré en París.

Ahí comenzaba el miedo, el lanzarse a un camino desconocido, una vida. Pero antes tenía tanto que resolver... Licantropia, los jenízaros, su venganza, y su hermana...
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Desde que te fuiste {Emhyr Van Emreys | +18} Empty Re: Desde que te fuiste {Emhyr Van Emreys | +18}

Mensaje por Kala Bhansali Sáb Oct 22, 2016 5:28 pm

Después de sus últimas palabras se giró otra vez, dándole la espalda. Era demasiado doloroso. Pensó en marcharse de allí y volver a casa. Dan tenía razón, debía haberse marchado cuando le vio. ¿Por qué no le haría caso? Se había dejado llevar y la verdad le había golpeado como un jarro de agua fría. Pero, si aquello eran tan horrible para ella, ¿por qué no se movía? Su subconsciente le hacía quedarse donde estaba, sin mirarle, pero esperando una reacción que no terminaba de llegar. Cuando finalmente decidió que había esperado suficiente, el cálido contacto de la mano de Emhyr le rozó el brazo, tirando de ella y obligándola a girarse. Kala tenía el rostro surcado de lágrimas. Los ojos enrojecidos mostraron primero tristeza y después… confusión. Le vio reírse. ¡Reírse! Cuando ella tenía el corazón tan destrozado que sería imposible reconstruirlo. Se zafó de su mano con suavidad pero claramente ofendida.

¿Qué? —Sus palabras tampoco le aclararon aquello que era tan divertido—. No estoy huyendo.

Cada vez entendía menos, y todo le empezaba a parecer una broma pesada. Al menos, la confusión había conseguido que dejara de llorar. No se movió mientras él se acercaba a ella y la estrechó contra su cuerpo. Recibió el abrazo con el cuerpo totalmente rígido, como si no lo quisiera. Algo que no era para nada cierto. Después llegó el beso, tímido y casi efímero, seguida por su declaración que no conseguía creer que fuera cierta. Su cuerpo se ablandó y se dejó abrazar, besar y querer, adoptando esa forma única que encajaba perfectamente con la de Emhyr. Por todo lo sagrado, ¿qué tenía ese hombre que podía hacerle cambiar de la tristeza a la euforia en cuestión de minutos?

¿Es eso cierto? —preguntó, confirmando que aquello no era un sueño. Echó todo el aire que tenía retenido en los pulmones y pasó sus brazos alrededor del cuello del licántropo, estrechándolo contra ella con demasiada fuerza. —Emhyr —susurró contra su cuello mientras aspiraba su aroma—. Creía que hablabas de otra mujer. Qué tonta he sido. —Ahora ella también reía con ganas al darse cuenta de su confusión—. No huyo. No de ti.

No supo durante cuánto tiempo se quedó aferrada a él, recuperando todo el tiempo que había estado sin poder hacerlo. Seguía teniendo el rostro hundido en su cuello, cálido y suave, mientras que una mano jugueteaba con el cabello del otomano, enredándolo entre los dedos. Podía pasar así horas, incluso días, pero terminó por separarse ligeramente, liberándolo parcialmente de su abrazo y mirándole a los ojos.

Tú también tienes ese poder del que hablas. Acabas de ponerlo a prueba, de hecho. —Se mordió el labio inferior y volvió a juntar su frente con la ajena—. Te llevaré a donde quieras de la mano, pero creo que los dos somos unos niños inexpertos recorriendo un camino que no entendemos. —Suspiró—. Así que no puedo decirte cómo será ese viaje, porque yo tampoco lo sé. De la misma manera que no se qué se supone que debo hacer ahora.

Respiró hondo, y cuando soltó el aire le dio un beso tierno y prolongado en los labios. A ese le siguieron otros dos en la mejilla, y terminó abrazándole de nuevo, esta vez con suavidad. Todavía le costaba creer que aquello estuviera pasando de verdad, pero no dejaría de aprovechar la oportunidad que el destino le estaba brindando.

¿Tú has pensado qué hacer ahora? —le preguntó, intentando tantear la situación. Si por ella fuera, le daría la mano y emprendería ese viaje cuya primera parada sería su casa. Después, ya se vería—. Si has decidido que te quedarás aquí, supongo que tendrás algún plan, o un sitio donde quedarte, algo que debas hacer, o...
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Desde que te fuiste {Emhyr Van Emreys | +18} Empty Re: Desde que te fuiste {Emhyr Van Emreys | +18}

Mensaje por Emhyr Van Emreys Miér Nov 09, 2016 6:38 pm

Una confesión que le hizo demasiado feliz. La verdad lo hubiese gritado al mundo por el gozo que le llenaba en su interior, ver sus lágrimas tornarse en sonrisa, que inocente era a veces y bonita. Amaba esos labios, amaba esa sonrisa…

Sus brazos le envolvieron y con ello pudo rodear su cuerpo con los suyos. Su fuerza le dio entender que no quería dejarlo escapar, y él por su parte no quería que ella lo dejase.

-Hablaba de ti, y solamente de ti. - Reafirmo, podía sentir su respiración contra su rostro, su aroma que le embriagaba. -Entonces somos dos tontos hechizados. Nos arriesgaremos…

Un beso que vinieron con miles, y luego se detuvo deleitándose en aquella boca que le enloquecía con su suavidad y gusto. Y luego vino la pregunta y con ella la seriedad y poco la magia, un recuerdo de triste realidad.

-Intento no pensar en ello… Aún no he pasado la primera luna llena, es decir, no he completado la transformación, así que no me podrás ver en unos días. -Lo dijo con un tono de voz que denotaba que le dolía el tener que separarse de ella de nuevo. -Si todo va bien, seguiré en el burdel, cama y comida caliente y negocios, ya cuando reúna algo de dinero conseguiré algo más cómodo. Y tampoco descarto el ir a mi país a cerrar unos asuntos… No quiero pensar demasiado en el futuro.

Ahí quedo su misterio y venganza personal que decidió guardarse para él. No quería adelantar acontecimientos, pero está dispuesto a hacer justicia y averiguar cómo estaba su hermana. No tenía miras de reparar su mundo o de volver a recuperar tu título, pero desenmascarar de un modo tapado al traidor que condeno a su familia.

-Tal vez debería marcharme ya. -El señor Milles seguro que se estaba preguntando por donde andaba, le había desafiado al ordenarle que separaran, aún estaba débil y confuso con sus nuevos sentidos, pero las cuatros paredes donde llevaba semanas encerrados ya le hacía demasiado daño. Necesitaba respirar el aire.

Una mirada brillante de aquellos ojos castaños que se fundían con solo mirarla. La devoraría allí mismo, se sentía tan a gusto a su lado y tenerla entre sus brazos le hacía sentirse fuerte y protegido. Era algo que antes no había podido tener.

-Kala. -Un instante, y se lo pensó. -Me gustaría acostarme contigo… -En eso no cambiaban así de descarado, así de directo.
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Desde que te fuiste {Emhyr Van Emreys | +18} Empty Re: Desde que te fuiste {Emhyr Van Emreys | +18}

Mensaje por Kala Bhansali Miér Nov 16, 2016 3:36 pm

Dos tontos hechizados. No había mejor manera para describir a la pareja, dos personas completamente adultas comportándose como verdaderos adolescentes. ¿Quién iba a decirle a Kala que sentirse querida de aquella manera fuera tan placentero? La gitana había recibido amor de muchas maneras, desde el que profesa una madre cariñosa al que se recibe de parte de un padre orgulloso. Hermanos, amigos… Kala nunca había tenido falta de amor por parte de nadie, pero nunca lo había sentido así, tan puro e incondicional. Podría gritar al viento que le amaba, y que él también la amaba a ella. Podría y estaba segura de que lo haría, porque quería que todos supieran lo feliz que era en ese momento.

No se atrevía a deshacer el abrazo que le unía a él por miedo a que todo dejara de ser real. No lo soportaría, no otra vez. Desgraciadamente, su historia todavía tardaría en empezar. No ocultó su decepción al escuchar que aún les quedaban unos días para volver a verse. Sabía que a Emhyr tenía que terminar su transformación, pero había creído que, ahora que se habían vuelto a encontrar, se verían de manera más asidua. La realidad le había dado una sonora bofetada de nuevo. Estaba claro que, por muy fuerte que le sujetara, nada iba a impedir que no se volvieran a separar. Kala agachó la mirada durante unos segundos y la volvió a levantar para mirarle a los ojos. Ella tampoco quería pensar en el futuro; viviría el ahora, porque ahí era donde estaba él.

Sí, lo entiendo —dijo, acariciando las mejillas del licántropo con las yemas de los dedos—. Poquito a poco, ¿no? —sonrió con tristeza y acercó su rostro al de él, haciendo que las mejillas de ambos se rozaran. Después giró el rostro y le hizo caricias en la misma zona con la punta de la nariz—. Es sólo que… me va a resultar muy difícil no verte, sobre todo sabiendo que estás en París.

Volvió a estrecharle contra ella y se dejó mecer como en una danza imaginada. Junto a Emhyr no pasaba el tiempo. O tal vez pasara demasiado rápido. Su voz grave volvió a sacarla de aquel ensueño. Parecía que había llegado el momento de separarse otra vez. El pulso de Kala se aceleró; no creía estar preparada para decirle adiós, más todavía si no se iban a ver hasta que terminara su transformación.

¿Tan pronto? —dijo, aprentando más el abrazo.

Emhyr, al contrario, se separó un poco y le miró directamente a los ojos. Brillantes, le decían mucho más de lo que a simple vista aparentaba. Las palabras que continuaron le confirmaron lo que ella había sentido. Sus mejillas se ruborizaron nada más escucharle, primero de un tono rosado que se iba volviendo cada vez más oscuro conforme pasan los segundos.

¿Aquí? —preguntó, un poco aturdida. Aquella desvergüenza, que en él sonaba tan natural, siempre conseguía descolocarla y sonrojarla como a una cría.

Pero tan pronto como entendió lo que le acababa de pedir, empezó a notar un calor en el vientre que se fue expandiendo por todo su cuerpo. Las piernas le temblaron, haciendo que le costara mantenerse quieta. Ella también le miró con unos ojos encendidos por ese fuego que se había iniciado en ella y que no dejaba de crecer. Tragó saliva y se relamió los labios, mordiéndose el inferior después. Una sonrisa pícara y un suspiro. Estaba dispuesta a desnudarle allí mismo, pero unas voces a su espalda le recordaron dónde se encontraban. Miró a su alrededor en busca de algún lugar más apropiado, pero no había nada que le sirviera cerca de allí. Ni siquiera un mísero callejón. Nada.

Creo que éste no es un buen sitio, pero puedo acompañarte a donde tengas que ir. —Soltó los brazos al fin, pero no a Emhyr; asió firmemente su mano, tirando de él para emprender la marcha—. Puede que encontremos algo de camino, o en el mismo destino cuando lleguemos. —Volvió a sonreír y le guiñó un ojo—. ¡Vamos! —le apremió—. Eres tú el que tiene que guiarme. Yo no sé el camino.

Ahora era ella la que ansiaba estar a solas con él. Volver a sentir esa plenitud como lo hizo aquella noche, en la que un encuentro casual había terminado con ella en su cama. Quería volver a sentir el aliento de Emhyr en su piel, cada suspiro y cada jadeo. Notar cómo las pieles de ambos se fundían por el calor del esfuerzo y volver a ver su sonrisa cuando todo hubiera terminado. Sólo habían bastado unas pocas palabras por parte de él para que ella lo deseara con todas sus fuerzas. Eso que era un hechizo.
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Jue Nov 24, 2016 9:23 am



Tenerla tan cerca su rostro contra el suyo, calidez de su aliento impregnando su piel y su menudo cuerpo entre sus brazos. ¿Por qué romper con aquellos? Un beso sobre su cabeza, sobre su frente y el perfume de sus oscuros cabellos impregnándole.

Vaivén indirecto de ambos cuerpos que se buscaban con ansia delicada y miedos compartidos. Si el tiempo se detuviese… Ahora de repente agradecía el día que había entrado en la tienda de Kala para intentar jugársela creyendo que era otra adivina de esas de pacotilla. Si no hubiese sido por eso nunca se hubiese conocido, y no hubiera lo maravilloso de cada uno.

-Sí, aquí. -Le sonrió con su broma, al ver su leve rubor y gesto. - ¿Me ves con las suficientes fuerzas para hacerlo en cualquier rincón? -Rio.

Era cierto, estaba hecho una maldita pena, había perdido algunos kilos y luego estaba aún a la debilidad que el cambio le suponía. Pero si, se había atrevido a pedirle aquello como si estuviese en forma suficiente. Las ganas nunca se le quitaban y más después de haber pasado tanto tiempo sin tenerla entre sus brazos, luchando contra la muerte.

-Vamos, la casa está cerca. -La tomó del brazo para conducirla con su paso lento y cuidadoso. -El señor Milles no iba a permitir que me alejará demasiado del “refugio”; pero ya necesitaba ver la luz del sol y que me diese el aire fresco. Es agobiante estar tanto tiempo entre esas cuatro paredes.

Era cierto, llevaba todo aquel tiempo encerrado en una habitación alquilada por la señorita Appleby a modo de refugio y escondite, para que él se recuperará y de paso no mancillaba su cara a la sociedad. Aunque ya había rumores de aquella fiesta donde ambos se conocieron y donde hubo más que palabras…

Sus ojos hermosos brillaban, también ella deseaba estar a solas con él tanto, compartir un momento de intimidad donde las palabras apenas sobraban y más los gestos hacían su trabajo con respecto a lo que era el sentir.

La noche comenzaba a caer, y casi llegando a la casa el Señor Milles se les adelanto, preocupado y algo enfadado con el huésped que debía de guardar. Emhyr iba a seguir metiéndole más de un lío.
Solo bastaron unas palabras, y el hombre con educación saludo a Kala y les condujo dentro.

Por fin solos, una habitación amplia con propio baño y distintas comodidades, quien diría que a la joven Appleby le faltaba el dinero para tales comodidades.
Emhyr se dejó caer sobre la cama, sentado y cansado por la breve caminata.

-Aquí estamos solo dijo. -Ademán para que ella se acomodará y viniese a su lado.
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Mensaje por Kala Bhansali Dom Nov 27, 2016 5:52 am

No puedes hacerte una idea de lo agradecida que estoy de que eligieras este día para salir a respirar aire fresco. —Le apretó la mano y se pegó más a su cuerpo, recostándose un poco sin cargar el peso sobre él—. Puede que no haya sido casualidad que nos encontráramos hoy, después de todo. ¿Se decía maktub, no? —giró el rostro, dejando los labios apoyados en su hombro y le miró. ¿Habría sido todo aquello fruto del destino realmente? Kala no lo sabía, y tampoco le importaba, en realidad. Lo único que sabía era que Emhyr estaba ahí, junto a ella, y que tenía las mismas pocas ganas de separarse que la propia gitana.

El camino fue corto. Efectivamente, la casita no estaba lejos. Pudo ver cómo el hombre que le había estado acompañando esperaba ansioso en la puerta y cómo se apresuraba a acercarse hasta ellos, claramente preocupado por Emhyr. Hablaron algo de lo que Kala entendió sólo una pequeña parte, tras lo cual, la saludó de manera muy cortés y les llevó dentro. Después se marchó. Así de fácil, así de rápido. Estaban solos.

El pulso de Kala se aceleró como si fuera una locomotora. Había soñado con aquello desde que Emhyr se marchó, dejándole tan sólo aquella carta —que ya había memorizado de tanto leerla— y la manga ensangrentada. Aunque su mente se negaba a aceptar el hecho, siempre tuvo presente la posibilidad de no volver a verle, puesto que se había enfrentado a fuerzas sobrenaturales que eran imposibles de predecir. Había tenido suerte de que la señorita Appleby le encontrara a tiempo y se esforzara por sacarlo adelante. Porque sólo con ver la habitación donde se recuperaba se podía ver que había puesto empeño en ello. Era muy acogedora, no tenía muchos muebles, pero sí los suficientes para hacer la estancia cómoda y fácil. Sólo aquella habitación era más grande que su carreta, sin contar con que contaba con un cuarto de baño, que ella no tenía. Kala nunca jamás podría pagar algo así, ni siquiera algo parecido. Ver que aquella chica sí, y que encima lo hacía por él… Sintió una rabia dentro de ella que la hacía querer destrozar todo lo que veía a su alrededor. Ella, que nunca había sido celosa, ahora empezaba a reconocer que algo había, aunque no lo llegara a aceptar nunca.

Te está cuidando bien, de eso no hay duda —comentó, más como si fuera un pensamiento que algo dirigido a él, pero estaba segura de que le habría oído. A decir verdad, tampoco le importaba que lo hiciera.

Echó un último vistazo a su alrededor antes de mirar al licántropo, que ya se había sentado en la cama. Nada más fijar los ojos en él todo su enfado se esfumó, dando paso a una ternura que se podía palpar en el aire. Sus ojos destilaban tanto cariño que hasta dolía.

Emhyr… —dijo entre risas—. Estás agotado. —Sonrió y se acercó hasta él. Antes de sentarse le cogió el rostro con ambas manos e inclinó el cuerpo, dándole un beso en el labio superior. Le acarició el cabello, que le había crecido un poco desde la última vez, y se sentó a su lado con el cuerpo girado, quedando frente a frente. Apoyó una mano sobre el colchón, tras la espalda del licántropo, mientras que la otra la dejó enredada en su pelo, acariciándolo una y otra vez sin poder apartarla—. ¿Estás seguro de que quieres hacerlo? No quiero que te hagas daño.

Ella lo deseaba, quería sentir piel con piel, que la envolviera entre sus brazos y pasar así horas y horas.
Bajó la mano que tenía en la cabeza hasta su cintura acariciando su cuerpo allí por donde pasaba. Cuando llegó, movió los dedos haciéndole unas cosquillas suaves mientras hundía su rostro en el cuello ajeno, besando cada centímetro de piel que se encontraba por el camino. Nunca se cansaba de él, no tenía suficiente. Le necesitaba como el respirar.

Ven, túmbate conmigo —le pidió, cogiéndole del brazo suavemente y empujándolo hacia atrás.

Ella quedó de lado mirando hacia él. Llevó una mano a su pecho y empezó a dibujar círculos con el índice que fueron subiendo hacia el cuello, y después a la barbilla. Se incorporó un poco, lo suficiente para poder pegarse más a él, quedando ligeramente sobre su cuerpo, para así poder dejar ambos rostros a la misma altura. Le miró con ojos brillantes y con el corazón latiendo deprisa. Acarició sus labios con las yemas de los dedos, acercando los suyos pero sin llegar a rozarlos. El fuego interno seguía creciendo sin control.

Te quiero, Emhyr —susurró, tan cerca de su rostro que apenas tuvo que acercarlo un par de milímetros para besarle, largo y prolongado.

Llevó una mano hasta el cuello de su camisa y comenzó a desabrocharla, botón a botón, sin prisa. Cuando hubo abierto unos pocos coló su mano debajo de la tela, tocando el pecho del licántropo directamente e intentando adivinar la forma de las cicatrices que lo decoraban. Se separó un poco y le miró a los ojos, aprovechando ese momento para respirar. Después rozó su nariz con la de él y sonrió. Deseó poder detener el tiempo eternamente para no volver a separarse de él nunca más.
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Jue Dic 01, 2016 5:33 pm



Había que admitir que ella tenía razón. Llevaba años sin haber estado en un lugar que tuviese tales condiciones y lujos.
Abbey se había lucido en sus cuidados, sabía perfectamente que ella le tenía una gran estima que había nacido de una noche, un tanto peculiar. Le gustaba hacerse la dura, pero desde el minuto cero hubo complicidad, que no amor, porque él no la veía de aquel modo, es más la veía como otro camarada, pero en este caso con un par de buenos pechos.

Su cuerpo echado sobre la cama, se incorporó cansado para quedar sentado sobre ella.
Sus ojos dulces le miraban, y sus manos sobre su rostro, cuanto calor sentía por ella, como le gustaba simplemente desnudarla con la mirada, pero no solo en el plano físico también el del alma.
Si había sentido aquello con fuerza por otra persona, le costaba ubicarlo en lo que era su memoria.

-Estoy débil, pero eso no me quita las ganas de ti… -Recibió sus besos, sus caricias que eran delirio en su piel, y con ello le provocaba una excitación que se había evidente mientras más rozaba su contacto con su cuerpo.

Su ligero cuerpo junto al suyo, sus ojos castaños no pudieron evitar brillar con lujuria cuando la contemplaron. Tenía muchas ganas de tenerse y deleitarse con cada centímetro de su cuerpo, la había echado de menos en tantos sentidos, que se había sentido enloquecer y morir a la vez.

Ropa que descubría las marcas del dolor que en la luna llena le había otorgado, nueva maldición para su piel y su vida. Riesgo aceptado.
Vinieron labios que impactaron con los suyos correspondientes, él a veces los retiraba dejándole con ganas con gesto divertido, y provocativo, deseando que ella le pidiese más. Pero sin querer volvía a rendirse al roce que sus labios le otorgaban en forma de beso, recorrido que intentaba mantener en su memoria y aliento cruzado con el suyo, en lo que luego se volvía en apasionada batalla.

“Te quiero” Ella le había dicho, y él se había quedado mudo sin saber que decir exactamente.
Que hermosa sonrisa dibujaban aquellos labios, que bonita era para sus ojos, y que amables sus caricias.

Su corazón acelerado, y excitación evidente, le hizo sentirse impaciente y no tardo demasiado en deshacerse de las ropas de ella. Le excitaba tanto verla desnuda, que, si hubiese tenido más fuerzas e impaciencia, la habría tomado en aquel momento de un modo desenfrenado. Pero no, sin saber los minutos que le iban a quedar sobre la tierra, quiso perderse en su piel morena, impregnándola de caricias, besos y algún pícaro mordisco.

-Te amo… -Dejo escapar en un suspiró, cuando su aliento se vio cohibido y extasiado por lo que era ella, su diosa que lo evadía con su perfume inconfundible, era como estar suspendido en una nube o en un recuerdo demasiado agradable, como en un sueño del que no se quiere despertar.

Manos atrevidas que rozaron sus muslos, y la pegaron a sus caderas ajustándola y encajándola a las suyas propias. Era evidente lo que su cuerpo ahora bien encendido, e ígneo le pedía y provocaba.
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Mensaje por Kala Bhansali Miér Dic 07, 2016 3:38 pm

«Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas
Je vois la vie en rose
Il me dit des mots d'amour
Des mots de tous les jours
Et ça me fait quelque chose»

La vie en rose - Édith Piaf


Tumbada en la cama junto a él, así podía pasar lo que le restaba de vida. Allí no pensaba en nada más que no fuera su cuerpo, su ropa, sus caricias. Cómo disfrutaba cuando él la hacía rabiar, apartando sus labios con ese gesto divertido, pidiendo en silencio que fuera ella la que le buscara de nuevo, una y otra vez. Y ella le seguía allá a donde fuera, cegada completamente por todo lo que él era, sin importarle el camino o el destino, ni el peligro que aquello pudiera suponer. Nunca le dejaría solo mientras siguiera respirando.

Bajó la mano que tenía sobre el pecho hasta el siguiente botón de la camisa y la siguió desabrochando poco a poco. Con el último botón, la prenda cayó a ambos lados del cuerpo, y Kala no tardó en quitársela del todo. Con todo el torso al descubierto, su primer vistazo estuvo dedicado a sus tatuajes. Desvió los ojos hacia su hombro y se sobresaltó al verlos destrozados por nuevas marcas sobre su piel. Aquellos debían de ser los recuerdos de la noche en la que su vida cambió, donde las garras y los dientes de aquella bestia se clavaron en su piel. Acarició las cicatrices con las yemas de los dedos y, tras besarlas con suavidad, deslizó los dedos en una caricia hasta el cierre del pantalón. Al contrario que la primera vez, lo desabrochó sin nerviosismo, disfrutando, y se lo quitó sabiendo lo que hacer en cada momento. Cualquiera diría que era la misma chica.

Apartó la ropa y volvió a su lado. Puso una mano en el vientre de Emhyr mientras acercaba el rostro al suyo, sólo para volver a librarle batallas a sus labios. La excitación del licántropo era evidente, y la de ella también en cuando él la desnudó. Sentir sus manos acariciando su piel la extasiaba de tal modo que perdía por completo la noción del tiempo, el espacio y la vergüenza. Aquel susurro de palabras de amor terminó por enloquecerla, haciéndola olvidar cualquier pequeño rastro de decoro que quedara en ella.

Fue bajando la mano de camino hacia su entrepierna, pasándola por su cintura y su cadera, y fue en ese momento en el que Emhyr la sujetó de sus muslos y la pegó a él, dejándola encima con las caderas de ambos encajadas como un puzle. Sintió su excitación palpitante y expectante bajo ella. Un último beso apasionado y un mordisco en el labio inferior antes de separarse, para quedar apoyada sobre sus manos, que reposaban a ambos lados del cuerpo del licántropo. Con el torso elevado, le observaba desde la posición ventajosa que le proporcionaba la postura. Clavó sus ojos en los ajenos con la respiración ya entrecortada para entonces. Sentía su vientre arder, tanto que le incomodaba. Su cuerpo le pedía algo más que besos y caricias; necesitaba sentirle de nuevo dentro de ella.

Aún así, y a pesar de su excitación, todavía tardó un poco en dar comienzo a lo que sería el momento más dulce de su vida, pero también el más emponzoñado. Porque cuando todo terminara, ella tendría que volver a su carreta, dejándole a él allí a la espera de algo cuyo final ninguno conocía. Esa podía ser la última vez que se verían, y Kala nunca había sentido tanto miedo.

Cogió aire profundamente y se mordió el labio inferior. Después llevó su mano hasta el miembro de él, lo sujetó con suavidad y lo guió hasta su sexo. Ahí comenzó el balanceo, lento, disfrutando de cada roce y cada sensación que le provocaba. Gemidos que escapaban de su garganta, incontrolables, acompañados de ese placer que crecía y se expandía por todo su cuerpo como si fuera una enfermedad. Y es que algo parecido era, en realidad, y Emhyr era la única medicina que existía para curarla. Llamaba su nombre entre jadeos y gemidos mientras intentaba mantener ese ritmo tranquilo de sus caderas, a pesar de que su cuerpo le pedía más y más. No quería que aquello terminara nunca. Nunca.
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Mensaje por Emhyr Van Emreys Lun Dic 26, 2016 8:38 am


Ahí continuaban en su cuerpo, aquellas marcas de un pasado oscuro y retorcido, y mientras sus manos iban descubriendo más y más la piel ajena, se iban sumando lo doloroso y nuevo. El lienzo que era su piel marcada por aquellos tatuajes se había visto corrompido por las garras y mordeduras del licántropo que le había regalada su nueva maldición.
Marcas aun curándose y envuelta en vendas, y otras que en pulcritud sin ninguna cicatriz ni palabras en tinta negra escrita denotaba que había sido una buena herida, y que el poder del lobo le había ayudado a curarse.
Si Kala hubiese su estado primigenio tras la luna llena, se habría espantado, su antebrazo estaba completamente destrozado, quedaban más músculos y hueso a la vista, siendo un miembro deforme y corrompido por aquellos colmillos, al igual que su clavícula y parte de su costado. Heridas hechas con saña, que, si no hubiese sido por el milagro obrado por aquella oscura magia, lo hubiese dejado inútil, incompleto o muerto. Pero de nuevo todo volvía a ser como antes, no había ni un ápice de aquellas faltas, solo la piel lisa, y palabras incompletas que recordaban que antes había sido otra cosa, para luego ser destruida.

Confuso por el sentir humano, aquella fiera que en su interior se removía ante la novedad, parecía calmado por la presencia de la bella, y se dejaba hacer ante la caricia de sus labios y su dulce trato. Emhyr lo agradecía, aún seguía débil y por un momento sintió que no pudiese cumplir con el acto, eso le preocupo, ¿desde cuándo dudaba de su propia virilidad? Nunca, había estado al borde de la muerte unas cuantas veces, y tampoco estaba en lo peor, pero lo que pensará ella era importante. Aunque su excitación y ganas de ella le ganaban a cualquier tipo de debilidad, y más cuando ella en su desnudez y belleza se dedicaba entera con sus caricias a su cuerpo, sobrando las palabras, sobrando todo para solo perderse.

Acostumbrado a ser él que se dedicará a buscar el placer en el cuerpo femenino, más activo que pasividad, siempre le había gustado que sus manos fueran la que despertasen sensaciones, pero por una vez en su vida el rol había cambiado completamente.
Sus muslos envolvían sus caderas, su piel era tibia y podía sentir el palpitar de su propio sexo y el ajeno.
Su boca bebió de sus pechos, con la caricia de su lengua, sus manos apretaron su piel y trasero, era evidente que la deseaba, y que se sentía impaciente por unirse a ella. Labios descarados que mordieron los de ella, en fuego que quemaba demasiado.

Quejido pronunciado, gemidos que se suspendía en suspiros en una respiración agitada al igual que le latir de su corazón, ella le recibió cálida y húmeda en su vientre.
Seguía sus pasos danzantes bajo el sonido de aquella melodía que el cuerpo femenino había creado sobre el suyo, en un vaivén pausado y delicioso. Él intentaba controlar aquella velocidad porque su cuerpo le pedía consumirse en su cuerpo, con cada una de las embestidas leves que le proporcionaban, haciéndose a su ritmo y calma.

Era todo tan extraño, ella era la que llevaba el baile, la que daba indicaciones indirectas con su cuerpo, y él la seguía tranquilamente, perdiéndose en aquel frenesí y dulzura, sin el deseo que aquello terminase por mucho que su cuerpo le pidiese más y más.

Gemidos que se sumaban a los ajenos, la quería como compañera de vida eterna. Y no quería volver a una realidad cruda de la que aun tenía que enfrentarse, ojala solo pudiese quedarse con aquella que ahora vivía.

Mordida en su cuello, labios que acallaban su nombre en los de ella. La volteó contra la cama para hacerse con el mando, y para acelerar un ritmo impaciente, cada embestida profundizaba en aquel ardor, perdiedole en razón, cordura y fuerzas.
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