AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
➢ Bacchus a noyé plus de gens que Neptune || Duc d'Aquitaine
3 participantes
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➢ Bacchus a noyé plus de gens que Neptune || Duc d'Aquitaine
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Corentine Ilhan Didier "Cid" d'Lorena▲EDAD▲
30 aparentes · 372 reales▲ESPECIE▲
Vampiro▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲
- ▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Clase Alta▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Heterosexual▲LUGAR DE ORIGEN▲
Angoulême, Aquitania · 1428 d.C▲HABILIDADES/PODERES▲
❋ Habilidades Innatas de los Vampiros ❋
❋ Atributos Innatos de los Vampiros ❋
❋ Sanación Acelerada ❋
❋ Percepción del Aura ❋
❋ Bloqueo Mental ❋
❋ Telepatía ❋
❋ Levitar ❋
❋ Atributos Innatos de los Vampiros ❋
❋ Sanación Acelerada ❋
❋ Percepción del Aura ❋
❋ Bloqueo Mental ❋
❋ Telepatía ❋
❋ Levitar ❋
Con ocasión de las Cenas de Otoño, en el año 91 de este siglo de Luces, tuve ocasión de formarme notable impresión del Duque de Aquitania entre mis destacados comensales. Debo citar que el Duque llegó tarde al encuentro, sin embargo su entrega y saber hacer posterior convidaron a todos a olvidar su falta de puntualidad. No hay lugar para la duda cuando uno menta la sorprendente educación que debió recibir Su Señoría, y el evidente interés que preserva en su presente respecto a la cultura nacional y los trabajos cuyo eco nos llegan desde el exterior a este, el centro del mundo, Francia. Su capacidad para recitar la poesía obsequió a las damas presentes con gentileza y conocimiento, del mismo modo que dispuso de filosofía y política para los miembros varones del noble encuentro. Y todavía a medianoche, cuando todos le habíamos tomado por erudito y hombre de pluma y letras, tuvo a bien sorprendernos con una representación en piano de "Claro de Luna", así como en su posterior participación en el baile social, con gran porte y elegancia. La presencia del Duque correspondió a la de un Rey, pues tales eran sus destrezas en sociedad que tan humilde siervo de Dios no puede sino sentirse honrado por ser súbdito de la mejor instruida nobleza de este sacro mundo. Señores como el Duque hacen uno pensar en la excelsa calidad que debe configurar a nuestro amado Monarca, centro de nuestras plegarias y mejores deseos.
El Duque de Aquitania ha paseado en carro por la noche de Mauvezin, ¿qué clase de hombre decente no teme por la hora de las bestias? Solo aquellos que han sido poseídos por ella, sin duda alguna. Dios me perdone por tener mal pensar sobre el Duque, pero bien que le he observado vagar en otras ocasiones a intempestivas horas, y aceptar a jóvenes y dignas mujeres de baja cuna en el interior de su negro vehículo. Temo por el alma de nuestro Duque, temo porque la lujuria pueda haber tomado su gentil corazón, y que corrompa la vida de tan desdichadas vírgenes con la fuerza de su título. Mas este siervo del Supremo teme todavía más escribir tan fuertes acusaciones por venir, y más espera no estar en lo cierto cuando figuro que el Duque pudiera pecar de la más terrible sodomía, pues invita a jóvenes efebos por igual. Rezo por el alma de nuestro Duque, y que su alma permanezca pura como su longeva juventud. Que todos mis temores solo sean miedos de anciano.
Todavía guardo en mi pesar la emotiva ceremonia funeral del Duque de Aquitania, aunque debo reconocer que hubiera sido mayor mi dolor si no hubiera contado con la gentil compañía de su hijo y heredero. Debo reconocer que quedé maravillada con el Salón de los Retratos de su noble Casa. Parece que la línea de sangre es fuerte, pues los rasgos heredados parecen manifestarse en cada generación con gran vigor. Es una pena que las continuas expediciones coloniales y su última y dilatada enfermedad mantuvieran al viejo Duque apartado de la sociedad francesas, parece que el joven heredero ocupará con suma habilidad ese vacío. Su aspecto personal me sorprendió, no solo por la belleza propia de sus antecesores, sino por la pulcritud y el cuidado con que se encontraba ataviado. Incluso tuvo la delicadeza de vestir dos atuendos diferentes en el funeral y en la cena. Me sentí profundamente dichosa de recibir su privada atención más allá de medianoche, su voz suave y sabia no parece propia de alguien de su edad. Es atento y paciente, parece haber nacido para ejercer de anfitrión incluso en horas tan terribles como las de la muerte de su padre. Incluso hizo que yo lo olvidara, lástima que no ocurriera nada más, en ocasiones me pregunto cómo hubiera sido mi vida si esa noche hubiera terminado de un modo distinto.
El Diablo ha vuelto a escapar del cerco en Lombardía, temo se dirija al Oeste, a tierras francas a través del Delfinado. En esta ocasión, no obstante, no parece haber jugado con la misma holgura que la anterior ocasión. Su partida debió resultar apresurada, pues tuvo que dejar numerosas pertenencias en su apartamento rentado. Quizás enfadado por ello nos dejó una diabólica obra presentada para recibir nuestra investigación. Encontramos en el apartamento numerosos libelos librepensadores, y también a clásicos de la filosofía. Lee al hombre el que no escucha a Dios. A juzgar por las cuentas que saldó y los caprichos que satisfizo parece contar con opulencia suficiente como para moverse libremente. Seguir el dinero no sería una mala opción en consecuencia. Más allá de sus apetitos burgueses por la lectura, encontramos numerosos lienzos a medio pintar, y algunas obras acabadas que incluían desnudos. Este servidor pensó en buscar a los modelos para obtener información, pero temo que fueran incluidos en la salvaje bienvenida que se encontraba diseminada por todo el apartamento. Esta sádica criatura no parece conocer límites para su maldad, ni para la satisfacción de sus delirios luciferinos. Le informamos, Cardenal, que nuestras finanzas empiezan a hacer aguas, y que necesitaríamos nuevas armas y recursos para reenfocar la caza. Perdí a dos hombres cuando le acorralamos en Mantua, y siento que debemos ser más cautos y letales. Su resistencia a los métodos convencionales era mayor a los de su corrupta especie, e incluso parecía tener la capacidad de desafiar su peso y navegar los vientos. Deseamos detener este reguero de sangre y darle paz al monstruo, envíe fondos...[...]
Por primera vez, en lugar de sentarme a esperar el lento transigir del tiempo, espero por la muerte que ha de llegar. ¿Cómo pude yo prever al tener la noble intención de preservar una poderosa y joven belleza, que esta estaría envenenada? Un siglo de intentar enseñar, un siglo de intentar comprender. Un siglo de ver como tan maravilloso alumno solo estaba sujeto a mi por tan débil correa como era la necesidad. El fracaso de un padre, yo que he alumbrado a un Aquelarre, yo que he visto pasar los siglos, y ahora mis hijos sus hermanos, todos muertos por su implacable ambición de soledad y control. Dejó aquí por escrito estas líneas que nunca nadie entenderá, perdidas en la sombra de los años. La verdad confesa sobre un hijo que no pude dejar de amar, como dador de tan Oscuro Don. ¿Cómo puede un ser tan hermoso, tan tocado por las artes y sensible por la obra del hombre, ser tan destructivo? Ojala encuentre un alma que logre atemperar su tormento y le haga ser eterno y cabal, pues yo no lo he conseguido. Y ahora que el último de nuestros lazos se han roto, ahora que su instinto se ha desatado para la extinción mía y de mi prole, yo dejo aquí que no es Inmortal villano. Yo le perdono por no entender la soledad que sobrecogerá su ser con la caída de su familia inmortal, por entregarse al oscuro pozo de la pérdida. Quien le encuentre hallará un monstruo vestido de inocencia y bondad, ojalá el destino le dé mejor consejo del que yo he podido dar. Encuentra una razón para vivir en muerte, Cid, o estarás muerto por siempre.
El Duque de Aquitania es un inmortal impregnado por el Quattrocento florentino, en efervescente desarrollo durante su corta vida como mortal. Nacido en el seno de una familia pobre, dotado con el único y cuestionable regalo natural de una delicada belleza, posee de forma inequívoca una sensación de ambición que hierve en su mente, así como un poderoso gusto por el lujo y la libertad que otorga el dinero. Su conocimiento y sabiduría no son, realmente, fruto de una educación formativa que jamás recibió, sino más bien una sólida y reflexiva construcción ejecutada a lo largo de dilatados periodos de estudio y curiosidad académica. El haber nacido en el siglo XV le ha permitido crecer como inmortal mientras perseguía la estela del Renacimiento. No es, consecuentemente, un inmortal afectado por las ideas oscurantistas del Medievo o los tiempos de la superstición, sino un vampiro fascinado por los cambios del Mundo y el auge de las ciencias y las artes. Esta pasión personal, por aprender y contemplar las maravillas que pueden nacer fruto del ingenio, le han llevado en numerosas ocasiones a ejercer de mecenas, dotando a jóvenes promesas de fondos notables a cambio de disfrutar de su obra, y en ocasiones recibir clases de su arte. Habiendo pasado por el florecimiento de las Artes, y viviendo el Siglo de las Ideas, siente una incesante curiosidad por la presente centuria que se abre, llena de posibilidades: la edad de la Máquina.
Al haber compartido su primer siglo como inmortal junto a un aquelarre vampírico, el Duque tuvo la oportunidad de desarrollarse y conocer bien a sus iguales, del mismo modo en que asumió numerosos prejuicios e ideas merced de ese contacto prolongado. Su necesidad por mantener una vital intimidad respecto a sus compañeros en la No Vida le forzó a desarrollar un cierre personal en su mente, que ya nadie es capaz de franquear. Este hecho, sin embargo, le impidió en el futuro desarrollar habilidades basadas en la penetración de la mente de otros, siendo pues un candado de doble cierre. Al no poder emplear métodos sobrenaturales para subyugar la psique de los demás, el Duque ha tenido que pasar por una larga experiencia vital de aprendizaje del alma y las personalidades del hombre, con el único objetivo de comprender como funciona la mente, y así anticipar su juego. Es pues, en el campo de la competición intelectual, un hombre hecho a sí mismo a base de esfuerzo y privación.
Por regla general no suele poseer criterios supremacistas o racistas respecto a las diferentes razas y entes que moran sobre la faz de la Tierra. Es ampliamente tolerante al momento de conocer a alguien, e intenta averiguar qué clase de relación pudiera beneficiar más a ambos en función del tipo de persona que sea. Entiende hasta cierto punto el desprecio de los Vampiros por otras criaturas como los Licántropos, aunque no lo comparte, pero abomina el desprecio de los Inmortales por el Hombre, algo que no considera distinto a un infantil odio no superado hacia el padre. Su ánimo paciente y educado es el fruto de un temple relajado, cincelado por los siglos que ha vivido y que han permitido mermar el fuego de un alma apasionada. Pese a ello todavía es capaz de despertar su instinto, y cuando este le ciega es capaz de cometer los mayores despropósitos y más aberrantes actos, como cualquiera de su especie.
Observa el pasado como una reliquia magnífica, sobre la cual le agrada discurrir y filosofar, aunque a la cual jamás regresaría. Suele vivir en el futuro, imaginando el modo en que cambiará el Mundo, y hacia dónde irá el Hombre y su conocimiento. Pese a ello, cuando alguien logra asentarle en el presente gusta de disfrutar del momento, y dejarse llevar por los placeres y la suntuosidad. Se trata de un erudito, quizás con visos de excentricidad, que se ha adaptado con facilidad a su nueva identidad en la realeza. El título de Duque es posiblemente lo último que le faltaba para asentarse, y ahora que forma parte de la más alta clase social francesa vive en comodidades, jugando al infinito juego de la Eternidad con las cartas que el Destino provee.
Un amigo, un confidente, un dialogador, un amante, un monstruo, todo y nada. Cada individuo puede juzgar y predicar, y hacer del Duque amigo o enemigo, mas no sin que este afecte a su vida ...
Extracto de "Notas sobre la Nobleza Sureña", 1792.
Monsieur Castagnier- Gentilhombre de Burdeos
Monsieur Castagnier- Gentilhombre de Burdeos
El Duque de Aquitania ha paseado en carro por la noche de Mauvezin, ¿qué clase de hombre decente no teme por la hora de las bestias? Solo aquellos que han sido poseídos por ella, sin duda alguna. Dios me perdone por tener mal pensar sobre el Duque, pero bien que le he observado vagar en otras ocasiones a intempestivas horas, y aceptar a jóvenes y dignas mujeres de baja cuna en el interior de su negro vehículo. Temo por el alma de nuestro Duque, temo porque la lujuria pueda haber tomado su gentil corazón, y que corrompa la vida de tan desdichadas vírgenes con la fuerza de su título. Mas este siervo del Supremo teme todavía más escribir tan fuertes acusaciones por venir, y más espera no estar en lo cierto cuando figuro que el Duque pudiera pecar de la más terrible sodomía, pues invita a jóvenes efebos por igual. Rezo por el alma de nuestro Duque, y que su alma permanezca pura como su longeva juventud. Que todos mis temores solo sean miedos de anciano.
Extracto de Libro de Anotaciones, 1783.
Monsieur Tannarette- Sacerdote de Mauvezin
Monsieur Tannarette- Sacerdote de Mauvezin
Todavía guardo en mi pesar la emotiva ceremonia funeral del Duque de Aquitania, aunque debo reconocer que hubiera sido mayor mi dolor si no hubiera contado con la gentil compañía de su hijo y heredero. Debo reconocer que quedé maravillada con el Salón de los Retratos de su noble Casa. Parece que la línea de sangre es fuerte, pues los rasgos heredados parecen manifestarse en cada generación con gran vigor. Es una pena que las continuas expediciones coloniales y su última y dilatada enfermedad mantuvieran al viejo Duque apartado de la sociedad francesas, parece que el joven heredero ocupará con suma habilidad ese vacío. Su aspecto personal me sorprendió, no solo por la belleza propia de sus antecesores, sino por la pulcritud y el cuidado con que se encontraba ataviado. Incluso tuvo la delicadeza de vestir dos atuendos diferentes en el funeral y en la cena. Me sentí profundamente dichosa de recibir su privada atención más allá de medianoche, su voz suave y sabia no parece propia de alguien de su edad. Es atento y paciente, parece haber nacido para ejercer de anfitrión incluso en horas tan terribles como las de la muerte de su padre. Incluso hizo que yo lo olvidara, lástima que no ocurriera nada más, en ocasiones me pregunto cómo hubiera sido mi vida si esa noche hubiera terminado de un modo distinto.
Extracto de Diario Personal, 1777.
Mademoiselle Gerrier- Cortesana d'Îlle-de-France
Mademoiselle Gerrier- Cortesana d'Îlle-de-France
El Diablo ha vuelto a escapar del cerco en Lombardía, temo se dirija al Oeste, a tierras francas a través del Delfinado. En esta ocasión, no obstante, no parece haber jugado con la misma holgura que la anterior ocasión. Su partida debió resultar apresurada, pues tuvo que dejar numerosas pertenencias en su apartamento rentado. Quizás enfadado por ello nos dejó una diabólica obra presentada para recibir nuestra investigación. Encontramos en el apartamento numerosos libelos librepensadores, y también a clásicos de la filosofía. Lee al hombre el que no escucha a Dios. A juzgar por las cuentas que saldó y los caprichos que satisfizo parece contar con opulencia suficiente como para moverse libremente. Seguir el dinero no sería una mala opción en consecuencia. Más allá de sus apetitos burgueses por la lectura, encontramos numerosos lienzos a medio pintar, y algunas obras acabadas que incluían desnudos. Este servidor pensó en buscar a los modelos para obtener información, pero temo que fueran incluidos en la salvaje bienvenida que se encontraba diseminada por todo el apartamento. Esta sádica criatura no parece conocer límites para su maldad, ni para la satisfacción de sus delirios luciferinos. Le informamos, Cardenal, que nuestras finanzas empiezan a hacer aguas, y que necesitaríamos nuevas armas y recursos para reenfocar la caza. Perdí a dos hombres cuando le acorralamos en Mantua, y siento que debemos ser más cautos y letales. Su resistencia a los métodos convencionales era mayor a los de su corrupta especie, e incluso parecía tener la capacidad de desafiar su peso y navegar los vientos. Deseamos detener este reguero de sangre y darle paz al monstruo, envíe fondos...[...]
Extracto de una Misiva, 1619.
Marco Savino- Rastreador Inquisitorial
Marco Savino- Rastreador Inquisitorial
Por primera vez, en lugar de sentarme a esperar el lento transigir del tiempo, espero por la muerte que ha de llegar. ¿Cómo pude yo prever al tener la noble intención de preservar una poderosa y joven belleza, que esta estaría envenenada? Un siglo de intentar enseñar, un siglo de intentar comprender. Un siglo de ver como tan maravilloso alumno solo estaba sujeto a mi por tan débil correa como era la necesidad. El fracaso de un padre, yo que he alumbrado a un Aquelarre, yo que he visto pasar los siglos, y ahora mis hijos sus hermanos, todos muertos por su implacable ambición de soledad y control. Dejó aquí por escrito estas líneas que nunca nadie entenderá, perdidas en la sombra de los años. La verdad confesa sobre un hijo que no pude dejar de amar, como dador de tan Oscuro Don. ¿Cómo puede un ser tan hermoso, tan tocado por las artes y sensible por la obra del hombre, ser tan destructivo? Ojala encuentre un alma que logre atemperar su tormento y le haga ser eterno y cabal, pues yo no lo he conseguido. Y ahora que el último de nuestros lazos se han roto, ahora que su instinto se ha desatado para la extinción mía y de mi prole, yo dejo aquí que no es Inmortal villano. Yo le perdono por no entender la soledad que sobrecogerá su ser con la caída de su familia inmortal, por entregarse al oscuro pozo de la pérdida. Quien le encuentre hallará un monstruo vestido de inocencia y bondad, ojalá el destino le dé mejor consejo del que yo he podido dar. Encuentra una razón para vivir en muerte, Cid, o estarás muerto por siempre.
Última Entrada, 1526.
Etienne d'Annuard- Sire y Creador
Etienne d'Annuard- Sire y Creador
El Duque de Aquitania es un inmortal impregnado por el Quattrocento florentino, en efervescente desarrollo durante su corta vida como mortal. Nacido en el seno de una familia pobre, dotado con el único y cuestionable regalo natural de una delicada belleza, posee de forma inequívoca una sensación de ambición que hierve en su mente, así como un poderoso gusto por el lujo y la libertad que otorga el dinero. Su conocimiento y sabiduría no son, realmente, fruto de una educación formativa que jamás recibió, sino más bien una sólida y reflexiva construcción ejecutada a lo largo de dilatados periodos de estudio y curiosidad académica. El haber nacido en el siglo XV le ha permitido crecer como inmortal mientras perseguía la estela del Renacimiento. No es, consecuentemente, un inmortal afectado por las ideas oscurantistas del Medievo o los tiempos de la superstición, sino un vampiro fascinado por los cambios del Mundo y el auge de las ciencias y las artes. Esta pasión personal, por aprender y contemplar las maravillas que pueden nacer fruto del ingenio, le han llevado en numerosas ocasiones a ejercer de mecenas, dotando a jóvenes promesas de fondos notables a cambio de disfrutar de su obra, y en ocasiones recibir clases de su arte. Habiendo pasado por el florecimiento de las Artes, y viviendo el Siglo de las Ideas, siente una incesante curiosidad por la presente centuria que se abre, llena de posibilidades: la edad de la Máquina.
Al haber compartido su primer siglo como inmortal junto a un aquelarre vampírico, el Duque tuvo la oportunidad de desarrollarse y conocer bien a sus iguales, del mismo modo en que asumió numerosos prejuicios e ideas merced de ese contacto prolongado. Su necesidad por mantener una vital intimidad respecto a sus compañeros en la No Vida le forzó a desarrollar un cierre personal en su mente, que ya nadie es capaz de franquear. Este hecho, sin embargo, le impidió en el futuro desarrollar habilidades basadas en la penetración de la mente de otros, siendo pues un candado de doble cierre. Al no poder emplear métodos sobrenaturales para subyugar la psique de los demás, el Duque ha tenido que pasar por una larga experiencia vital de aprendizaje del alma y las personalidades del hombre, con el único objetivo de comprender como funciona la mente, y así anticipar su juego. Es pues, en el campo de la competición intelectual, un hombre hecho a sí mismo a base de esfuerzo y privación.
Por regla general no suele poseer criterios supremacistas o racistas respecto a las diferentes razas y entes que moran sobre la faz de la Tierra. Es ampliamente tolerante al momento de conocer a alguien, e intenta averiguar qué clase de relación pudiera beneficiar más a ambos en función del tipo de persona que sea. Entiende hasta cierto punto el desprecio de los Vampiros por otras criaturas como los Licántropos, aunque no lo comparte, pero abomina el desprecio de los Inmortales por el Hombre, algo que no considera distinto a un infantil odio no superado hacia el padre. Su ánimo paciente y educado es el fruto de un temple relajado, cincelado por los siglos que ha vivido y que han permitido mermar el fuego de un alma apasionada. Pese a ello todavía es capaz de despertar su instinto, y cuando este le ciega es capaz de cometer los mayores despropósitos y más aberrantes actos, como cualquiera de su especie.
Observa el pasado como una reliquia magnífica, sobre la cual le agrada discurrir y filosofar, aunque a la cual jamás regresaría. Suele vivir en el futuro, imaginando el modo en que cambiará el Mundo, y hacia dónde irá el Hombre y su conocimiento. Pese a ello, cuando alguien logra asentarle en el presente gusta de disfrutar del momento, y dejarse llevar por los placeres y la suntuosidad. Se trata de un erudito, quizás con visos de excentricidad, que se ha adaptado con facilidad a su nueva identidad en la realeza. El título de Duque es posiblemente lo último que le faltaba para asentarse, y ahora que forma parte de la más alta clase social francesa vive en comodidades, jugando al infinito juego de la Eternidad con las cartas que el Destino provee.
Un amigo, un confidente, un dialogador, un amante, un monstruo, todo y nada. Cada individuo puede juzgar y predicar, y hacer del Duque amigo o enemigo, mas no sin que este afecte a su vida ...
De nuevo aquí, al amparo de una vela y su tenue agitar, me encuentro escribiendo en negra tinta las verdades de toda una vida. Reflexionando en silencio, mas sin callar, dejando impresa mi experiencia y pensar. Me pregunto por qué razón me cito en soledad, y tan a menudo, con mi propia historia en momentos como este. Puedo escribir que mi cuerpo se encuentra solo cubierto por las sedas de mi batín, y que no demasiado lejos de este escritorio se halla sobre cómodo lecho, y ya adentrado en sueños, el cuerpo cálido de un amante circunstancial. Y ahora, tras el placer, cuando debiera llegar el momento del descanso y el abandono, yo no encuentro en mí salvo la necesidad de plasmar sobre el papel los recuerdos que me asaltan. ¿Pero cómo he llegado hasta aquí? ¿Cómo he llegado hasta esta noche, en que soy Duque y el mundo se abre y pliega para mi deleite, al son del dinero y el privilegio?
Yo he conocido la penuria, el hambre, la desgracia de una vida ausente de expectativa y progreso. Más también he sido estúpido e inculto, lo suficiente como para no percibir ninguna de mis numerosas deficiencias como mortal. Yo era un chico del pueblo, del vulgo, y hubiera hecho cualquier cosa por abandonar mi rutina sin sentido y abrirme a los brazos de un futuro de aventuras. Yo era un soñador, como todos aquellos que carecen del poder y la fuerza para cumplir con sus ensoñaciones. Era todavía un niño cuando la heroína de esta nación, Juana de Arco, se convirtió en mártir más crecí bajo la influencia de relatos y cuentos que la glorificaban. Para mí, en esos tiempos, significaba la posibilidad real de que un hombre, incluso en sus más humildes orígenes, podía ser tocado por la fortuna de Dios y emprender su camino en las emocionantes corrientes de la historia. Sin embargo ni Juana de Arco procedía de una familia tan humilde, ni Dios hablaría jamás conmigo. Yo era un púber sin futuro, destinado al campesinado de una Guyena que cambiaba de bando con facilidad en el sangriento conflicto dinástico entre Francia e Inglaterra. Y quizás afectado por los cuentos de gloria, y por el deseo de abandonar una vida vacía de todo significado, yo esperaba poder unirme a la próxima campaña militar desde los once años. Sin embargo Francia no era entonces el poderoso Reino que es hoy, y mi hogar como tantos otros se encontraba bajo el dominio Inglés. Hoy, desde este escritorio, puedo agradecer que así fuera. Probablemente de haber sido de otro modo, mi cuerpo yacería anónimo en cualquier agujero de este implacable mundo, y mi tiempo en la Tierra hubiera sido tan longevo como el de cualquier gusano.
No. Yo viví para ver, viví para celebrar la victoria de Francia, y viví también para ser visto. Supongo que nunca fui como mortal alguien que pudiera impresionar con la palabra, ni siquiera capaz de seguir con entereza una conversación mas allá de lo vulgar, pero alguien en la noche de Aquitania tuvo suficiente con mi rostro para decidir sobre mi entero futuro. Ciertamente me hubiera gustado haber sido elegido por otros méritos, o haber contado con razones de mayor trascendencia con las que mi Creador decidiera otorgarme tan poderoso don, como lo es el de la Eternidad. Pero sé que, si así hubiera sido, yo jamás hubiera resultado el elegido y que a la belleza que otro vio en mi rostro debo las posibilidades y el futuro que he gozado. Cuando conocí a Etienne, el maestro de la noche, yo siquiera pensé en nada de esto. Me cautivó con facilidad y trascendió mis decepciones y frustraciones con un simple gesto, tendiéndome la mano hacia un mundo diferente. Su forma culta de hablar, la posibilidad de formar parte de una sociedad elevada y escapar a mi vulgar destino me sedujeron de inmediato. Yo fui, por supuesto, un total incauto más en mi defensa debo citar que la fortuna solo favorece a los audaces.
Etienne me llevó hasta su mundo, y en él contemplé la riqueza de las bibliotecas, la joyería por siglos acumulada, y a los hombres y mujeres que le acompañaban. Ellos eran su progenie, y eran su bien más preciado, de entre ellos podían encontrarse a súbditos de todo género y edad, pertenecientes a tiempos y épocas que me confundían y aturdían toda lógica. Él me ofreció hacer inmortal mi juventud, y me prometió que podría elegir mi destino, así como disfrutar de todos sus recursos y riquezas. Por supuesto la única condición impuesta resultaba, en esencia, que formara parte de aquella familia. Siempre supuse que al haber sido elegido por mi rostro, ese oportuno mecenas querría que yo acompañara su alcoba, mas en todo el tiempo en que conviví con él debo alegar que jamás me tocó o se interesó en esos términos. El momento de mayor intimidad que mantuve con Etienne fue sin lugar a dudas el de mi nacimiento a las Tinieblas, y puedo asegurar que trascendió cualquier encuentro amatorio que pueda existir. Fue como cruzar un nuevo útero, como deshacerse de una carcasa invisible que velaba los sentidos e impedía el pensamiento. Aunque pueda olvidar muchas cosas con el paso de los siglos, aunque cada vez mi vida como mortal quede más atrás y borrosa, jamás podré olvidar por completo el instante en que empecé a vivir de verdad, paradójicamente a raíz de la muerte. Pero al fin y al cabo no resulta tan extraño, en ocasiones para disfrutar de algo verdaderamente primero hay que perderlo.
Junto a aquella familia inmortal perduré hasta cumplir mi primer siglo. Fue una centuria lenta y pausada, pues en ella di mis primeros pasos y siempre me encontré constreñido por la unidad de mis hermanos y el carácter pasivo de mi Creador. Pese a ello aprendí mucho, y logré conocerme a mí mismo y al mundo de un modo que jamás pudiera haber soñado. A través de los libros conocí las lenguas extranjeras, sus historias, costumbres y milagros. De entre todo ello me fascinó el inicio de un poderoso Renacimiento del Hombre que se originaba en las tierras florentinas. Puedo recordar el modo en que pedí vez tras otra a Etienne partir hacia allí, conocer de primera mano el modo en que el Mundo giraba y avanzaba hacia algo distinto, un nuevo modo de pensar y hacer, más nunca me lo permitió. Me obsequiaba con fabulosos tomos y libros, compraba arte florentino y me lo regalaba para mi deleite. Pero llegó el día en que nada de eso fue suficiente, y en que la libertad que me había otorgado empezó a ser percibida como una jaula por siempre. Desde ese momento, y siendo yo una criatura joven e intempestiva, dejé que el egoísmo se apoderara de mí. Eventualmente causé la ruina a mi familia, y también a mi Creador. Me pregunto si no podría haber sido de otro modo, pero posiblemente la existencia de ese aquelarre jamás me hubiera dejado sentir y pensar por mí mismo, representaban unas cadenas invisibles que me ataban, mi cuerpo y consciencia, a una vida dormida. Dejé cenizas tras de mí, y heredando por la fuerza todo lo que era suyo, marché sin vacilar a Florencia.
Ese fue el principio de un largo sendero, repleto de pasiones y descubrimiento. Nunca fui más salvaje ni más libre, poseyendo el mundo a mi alcance, y todos los medios tras de mí. Mi curiosidad inundó las tierras italianas, y se trasladó por las naciones del Mediterráneo, antes de cruzar la Puerta de Oriente y proseguir mis viajes por las estepas, Germania, y finalmente regresar a casa. Pasó mucho tiempo en realidad, dos siglos quizás conociendo al Hombre y cazándolo a la par. Yo era entonces un ciudadano del mundo y de ningún lugar, un apátrida cuyo mundo itinerante vagaba con él, como un equipaje atesorado. Sin embargo cuando pisé de nuevo Francia y el hogar, yo sentí que jamás había marchado muy lejos, y que siempre había sido francés. Y quizás fue en ese preciso instante, en ese regreso, cuando comprendí a Etienne. La necesidad de asentarse y tener una vida cabal, un hogar y abandonar el caos de la soledad y la inquietud de lo extraño. No podía huir para siempre, y por ello decidí buscar el modo de establecerme en el Reino de Francia.
La respuesta vino a mí por sí sola, en la forma de la familia ducal de Aquitania, a través de su último y anciano miembro. El Duque d'Angoulême, al borde de la extinción, se convirtió en mi objetivo. Yo siempre había poseído riquezas desde mi liberación, y conocimiento, y poder, pero nunca privilegio ni elevación social. Pensé que convertirme en Noble me permitiría vivir tranquilo, y que hospedado en un título de alto renombre no podría ser jamás molestado por enemigos o escépticos. Fui la sombra del Duque en sus últimos años, y a cambio de ayudarle a disfrutar de sus días finales en la Tierra, me convertí en su heredero a través de ser su supuesto primo de la inexistente Casa de Lorena. Yo era Duque de Aquitania a su muerte, y aunque disfruté durante décadas de ello, pronto comprendí que había olvidado detalles que siempre jugarían en mi contra. Yo no envejecí, al fin y al cabo, como si lo hacían todos a mi alrededor. Primero intenté cubrirlo con humor, pero hubo un momento en que no fue suficiente. Intenté cubrirlo con viajes y expediciones en el Nuevo Mundo y las Colonias Africanas, pero llegó el día en que no fue suficiente. Finalmente tan solo pude fingir enfermedad y encerrarme para la vista de cualquiera que no supiera de mi inconfesable y oscuro secreto. Solo tras fingir mi muerte por enfermedad, y fingiendo ser mi propio hijo, gané una nueva época de paz. Una paz frágil, pero paz al fin y al cabo. Es así como disfruto y gozo del presente, sirviendo a Francia y a mí mismo, para mi beneplácito y mayor gloria de nuestro Rey.
Yo he conocido la penuria, el hambre, la desgracia de una vida ausente de expectativa y progreso. Más también he sido estúpido e inculto, lo suficiente como para no percibir ninguna de mis numerosas deficiencias como mortal. Yo era un chico del pueblo, del vulgo, y hubiera hecho cualquier cosa por abandonar mi rutina sin sentido y abrirme a los brazos de un futuro de aventuras. Yo era un soñador, como todos aquellos que carecen del poder y la fuerza para cumplir con sus ensoñaciones. Era todavía un niño cuando la heroína de esta nación, Juana de Arco, se convirtió en mártir más crecí bajo la influencia de relatos y cuentos que la glorificaban. Para mí, en esos tiempos, significaba la posibilidad real de que un hombre, incluso en sus más humildes orígenes, podía ser tocado por la fortuna de Dios y emprender su camino en las emocionantes corrientes de la historia. Sin embargo ni Juana de Arco procedía de una familia tan humilde, ni Dios hablaría jamás conmigo. Yo era un púber sin futuro, destinado al campesinado de una Guyena que cambiaba de bando con facilidad en el sangriento conflicto dinástico entre Francia e Inglaterra. Y quizás afectado por los cuentos de gloria, y por el deseo de abandonar una vida vacía de todo significado, yo esperaba poder unirme a la próxima campaña militar desde los once años. Sin embargo Francia no era entonces el poderoso Reino que es hoy, y mi hogar como tantos otros se encontraba bajo el dominio Inglés. Hoy, desde este escritorio, puedo agradecer que así fuera. Probablemente de haber sido de otro modo, mi cuerpo yacería anónimo en cualquier agujero de este implacable mundo, y mi tiempo en la Tierra hubiera sido tan longevo como el de cualquier gusano.
No. Yo viví para ver, viví para celebrar la victoria de Francia, y viví también para ser visto. Supongo que nunca fui como mortal alguien que pudiera impresionar con la palabra, ni siquiera capaz de seguir con entereza una conversación mas allá de lo vulgar, pero alguien en la noche de Aquitania tuvo suficiente con mi rostro para decidir sobre mi entero futuro. Ciertamente me hubiera gustado haber sido elegido por otros méritos, o haber contado con razones de mayor trascendencia con las que mi Creador decidiera otorgarme tan poderoso don, como lo es el de la Eternidad. Pero sé que, si así hubiera sido, yo jamás hubiera resultado el elegido y que a la belleza que otro vio en mi rostro debo las posibilidades y el futuro que he gozado. Cuando conocí a Etienne, el maestro de la noche, yo siquiera pensé en nada de esto. Me cautivó con facilidad y trascendió mis decepciones y frustraciones con un simple gesto, tendiéndome la mano hacia un mundo diferente. Su forma culta de hablar, la posibilidad de formar parte de una sociedad elevada y escapar a mi vulgar destino me sedujeron de inmediato. Yo fui, por supuesto, un total incauto más en mi defensa debo citar que la fortuna solo favorece a los audaces.
Etienne me llevó hasta su mundo, y en él contemplé la riqueza de las bibliotecas, la joyería por siglos acumulada, y a los hombres y mujeres que le acompañaban. Ellos eran su progenie, y eran su bien más preciado, de entre ellos podían encontrarse a súbditos de todo género y edad, pertenecientes a tiempos y épocas que me confundían y aturdían toda lógica. Él me ofreció hacer inmortal mi juventud, y me prometió que podría elegir mi destino, así como disfrutar de todos sus recursos y riquezas. Por supuesto la única condición impuesta resultaba, en esencia, que formara parte de aquella familia. Siempre supuse que al haber sido elegido por mi rostro, ese oportuno mecenas querría que yo acompañara su alcoba, mas en todo el tiempo en que conviví con él debo alegar que jamás me tocó o se interesó en esos términos. El momento de mayor intimidad que mantuve con Etienne fue sin lugar a dudas el de mi nacimiento a las Tinieblas, y puedo asegurar que trascendió cualquier encuentro amatorio que pueda existir. Fue como cruzar un nuevo útero, como deshacerse de una carcasa invisible que velaba los sentidos e impedía el pensamiento. Aunque pueda olvidar muchas cosas con el paso de los siglos, aunque cada vez mi vida como mortal quede más atrás y borrosa, jamás podré olvidar por completo el instante en que empecé a vivir de verdad, paradójicamente a raíz de la muerte. Pero al fin y al cabo no resulta tan extraño, en ocasiones para disfrutar de algo verdaderamente primero hay que perderlo.
Junto a aquella familia inmortal perduré hasta cumplir mi primer siglo. Fue una centuria lenta y pausada, pues en ella di mis primeros pasos y siempre me encontré constreñido por la unidad de mis hermanos y el carácter pasivo de mi Creador. Pese a ello aprendí mucho, y logré conocerme a mí mismo y al mundo de un modo que jamás pudiera haber soñado. A través de los libros conocí las lenguas extranjeras, sus historias, costumbres y milagros. De entre todo ello me fascinó el inicio de un poderoso Renacimiento del Hombre que se originaba en las tierras florentinas. Puedo recordar el modo en que pedí vez tras otra a Etienne partir hacia allí, conocer de primera mano el modo en que el Mundo giraba y avanzaba hacia algo distinto, un nuevo modo de pensar y hacer, más nunca me lo permitió. Me obsequiaba con fabulosos tomos y libros, compraba arte florentino y me lo regalaba para mi deleite. Pero llegó el día en que nada de eso fue suficiente, y en que la libertad que me había otorgado empezó a ser percibida como una jaula por siempre. Desde ese momento, y siendo yo una criatura joven e intempestiva, dejé que el egoísmo se apoderara de mí. Eventualmente causé la ruina a mi familia, y también a mi Creador. Me pregunto si no podría haber sido de otro modo, pero posiblemente la existencia de ese aquelarre jamás me hubiera dejado sentir y pensar por mí mismo, representaban unas cadenas invisibles que me ataban, mi cuerpo y consciencia, a una vida dormida. Dejé cenizas tras de mí, y heredando por la fuerza todo lo que era suyo, marché sin vacilar a Florencia.
Ese fue el principio de un largo sendero, repleto de pasiones y descubrimiento. Nunca fui más salvaje ni más libre, poseyendo el mundo a mi alcance, y todos los medios tras de mí. Mi curiosidad inundó las tierras italianas, y se trasladó por las naciones del Mediterráneo, antes de cruzar la Puerta de Oriente y proseguir mis viajes por las estepas, Germania, y finalmente regresar a casa. Pasó mucho tiempo en realidad, dos siglos quizás conociendo al Hombre y cazándolo a la par. Yo era entonces un ciudadano del mundo y de ningún lugar, un apátrida cuyo mundo itinerante vagaba con él, como un equipaje atesorado. Sin embargo cuando pisé de nuevo Francia y el hogar, yo sentí que jamás había marchado muy lejos, y que siempre había sido francés. Y quizás fue en ese preciso instante, en ese regreso, cuando comprendí a Etienne. La necesidad de asentarse y tener una vida cabal, un hogar y abandonar el caos de la soledad y la inquietud de lo extraño. No podía huir para siempre, y por ello decidí buscar el modo de establecerme en el Reino de Francia.
La respuesta vino a mí por sí sola, en la forma de la familia ducal de Aquitania, a través de su último y anciano miembro. El Duque d'Angoulême, al borde de la extinción, se convirtió en mi objetivo. Yo siempre había poseído riquezas desde mi liberación, y conocimiento, y poder, pero nunca privilegio ni elevación social. Pensé que convertirme en Noble me permitiría vivir tranquilo, y que hospedado en un título de alto renombre no podría ser jamás molestado por enemigos o escépticos. Fui la sombra del Duque en sus últimos años, y a cambio de ayudarle a disfrutar de sus días finales en la Tierra, me convertí en su heredero a través de ser su supuesto primo de la inexistente Casa de Lorena. Yo era Duque de Aquitania a su muerte, y aunque disfruté durante décadas de ello, pronto comprendí que había olvidado detalles que siempre jugarían en mi contra. Yo no envejecí, al fin y al cabo, como si lo hacían todos a mi alrededor. Primero intenté cubrirlo con humor, pero hubo un momento en que no fue suficiente. Intenté cubrirlo con viajes y expediciones en el Nuevo Mundo y las Colonias Africanas, pero llegó el día en que no fue suficiente. Finalmente tan solo pude fingir enfermedad y encerrarme para la vista de cualquiera que no supiera de mi inconfesable y oscuro secreto. Solo tras fingir mi muerte por enfermedad, y fingiendo ser mi propio hijo, gané una nueva época de paz. Una paz frágil, pero paz al fin y al cabo. Es así como disfruto y gozo del presente, sirviendo a Francia y a mí mismo, para mi beneplácito y mayor gloria de nuestro Rey.
• Conoce y habla con fluidez la mayor parte de grandes lenguas europeas, así como algunos dialectos de la Francia sureña.
• Es diestro con el piano, y aunque no es creativo ni ha compone por si mismo, conoce algunas de las mejores obras clásicas.
• Posee numerosas propiedades en Europa, entre las cuales destacan las afincadas en Francia. El Palacio Estival de Burdeos, la Villa de Invierno en los Pirineos, o el Palacete de París.
• Aunque en situaciones formales suele emplear su nombre y título, en la intimidad suele hacerse llamar Cid, que representa adecuadamente la primera letra de sus tres nombres de pila.
• Es diestro con el piano, y aunque no es creativo ni ha compone por si mismo, conoce algunas de las mejores obras clásicas.
• Posee numerosas propiedades en Europa, entre las cuales destacan las afincadas en Francia. El Palacio Estival de Burdeos, la Villa de Invierno en los Pirineos, o el Palacete de París.
• Aunque en situaciones formales suele emplear su nombre y título, en la intimidad suele hacerse llamar Cid, que representa adecuadamente la primera letra de sus tres nombres de pila.
Última edición por Cid el Miér Dic 24, 2014 7:42 am, editado 26 veces
Cid- Vampiro Clase Alta
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Re: ➢ Bacchus a noyé plus de gens que Neptune || Duc d'Aquitaine
FICHA EN PROCESO
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PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
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Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: ➢ Bacchus a noyé plus de gens que Neptune || Duc d'Aquitaine
Bien, creo que todo está en orden. Gracias.
Cid- Vampiro Clase Alta
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Re: ➢ Bacchus a noyé plus de gens que Neptune || Duc d'Aquitaine
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