Mathéo Thibault

Lo cierto es que el corazón de Mathéo tiene como base la bondad, pues es su verdadera esencia, pero generalmente esta cualidad queda eclipsada. Dichos impedimentos son varios, pero están todos más relacionados con el contexto que con su personalidad fundamental. El ser huérfano no le ha ayudado mucho en la vida y su día a día le agota tanto que su carácter ha seguido la tendencia de la irritabilidad, algo que acrecientan sus problemas para conciliar el sueño. No me malinterpretéis, no es alguien arisco de primeras, pero la vida le ha prevenido de mostrarse como alguien caritativo y tocar ciertos temas en determinado momentos resulta fácil alterarlo. Y, sin embargo, pese a su mala suerte, realmente compartida con la aplastante mayoría de la población francesa, él trata de contemplar su existencia de una forma optimista, quizás porque ésta sea la única forma de sobrellevarla.

A partir de eso podemos deducir cierta tendencia a soñar, habiendo en su mente la idea de montar un negocio propio con la mera intención de mejorar su estatus económico. Esto siempre quedaría condicionado a obtener el capital necesario para ello, lo cual, aunque tenga la costumbre de ahorrar, no parece ir a llegar nunca. Al margen de eso, no hay muchos objetivos en su vida a parte del subsistir. Pese a este defecto, podríamos considerarle un superviviente y un luchador, siendo tenaz en sus objetivos una vez los haya encontrado, lo cual puede ser algo tanto beneficioso como perjudicial, dado la posibilidad de poder obcecarse en conservar metas aún cuando deba dejarlas ir. También es alguien rencoroso y, aunque pueda tragarse sus sentimientos, el resentimiento permanecerá.

Otra de las cuestiones con influencia en su vida es su orientación sexual, o la que él teme como ésta, ya que nunca la ha llegado a confirmar. Desde joven comenzó a sentir atracción por los hombres, algo que pronto aprendió a ocultar, tanto por vergüenza como por miedo. No es nada raro que, de vez en cuando, suelte algún comentario acerca de mujeres simplemente cual mascarada frente a compañeros, aunque nunca haya yacido con ninguna. Y muy ligado a ello está su relación con Dios, en quien una mitad de él se esfuerza por no creer mientras que la otra se debate entre el respeto, el odio y el temor, la cual suele cobrar más importancia al realizar acciones que pudieran ser moralmente consideradas como “malas”. De entre todas estas sensaciones, no logra abrazar ninguna por completo, pues, aunque uno siempre tenga la inclinación para aceptarse, en realidad nadie quiere ser condenado al infierno tras la muerte.

A parte de Dios, no cree en nada sobrenatural. Esto, por supuesto, quiere decir que no es consciente de sus propias habilidades, las cual se encuentran latentes en él a la espera del momento en el que deban revelársele.