AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The Hound, the Hunter and the Wolf //Privado
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The Hound, the Hunter and the Wolf //Privado
Como todas las noches tras una provechosa cena, Amethyst se despidió de sus empleados deseándole buenos sueños para comenzar a subir las escaleras en compañía de Danna. La chica era nueva en la casa y de hecho, en la vida, pero no había tardado en volverse la favorita de la griega al ver que guardaba un corazón amable e inocente predispuesto a ayudarla y esforzarse en lo que le pidiera que, vale aclarar, solían ser excentricidades. Mas allá de todo eso, lo que mas apreciaba la cambiaformas es que solia levantarse sin quejas de la cama cuando la pequeña “mascota” de la casa ladrada para salir al patio e incluso algunas veces al regresar notaba que se dormía esperándola en una de las sillas. Lo que causaba una ternura inconfundible en la rubia quien le advirtió en contra de hacerlo, con que simplemente estuviera atenta a los ladridos bastaba.
-Parece va a ser muy buena noche, ojala nos bendiga con buenas mañanas también –dijo la chica sonriéndole mientras la ayudaba a desajustar el corset y enseguida se dirigía a preparar todo para un óptimo descanso de su patrona quien se acercó a la ventana a comprobar que tenía razón. La luna llena brillaba en lo alto sin rastros de nubes que fueran a entorpecer su poder en la tierra, las estrellas incluso parecían más distantes y pequeñas esa noche lo cual le hiso sonreír ¿ocultaría la noche alguna sorpresa para ella? Dio la espalda al paisaje para despedir a Danna, asegurándose de cerrar la puerta con llave desde adentro. Ya nadie preguntaba por ello pues la cambiaformas se había asegurado de repetir la vieja historia de que tenía miedo de verse asaltada en plena noche como le había ocurrido de pequeña, además claro que no quería enojarse con ninguno de sus criados si por algún motivo llegasen a entrar… No que ella se fuera a enterar claro, pues en noches como aquella, tan pronto cerraba la puerta su cuerpo cambiaba y en su lugar quedaba un pequeño perrito con patas muy cortas y orejas muy largas que se escabullía por un pequeño pasaje hasta quedar libre y ladrar a Danna, la pobre Danna, para que le abriese la puerta y “salir a jugar” con sus presas los licántropos ¿Quién veria en ella un peligro con esa forma? Debía de tener cuidado de la misma forma que otros debían tener cuidado con ella porque tras ese apariencia tan simpática aún conservaba la inteligencia humana que le permitió subirse al pequeño escalón de una carreta que la acercaría a donde más lobos habia; las afueras de la ciudad.
No había comenzado a explorar el terreno cuando un sonido la distrajo y forzó a girar la cabeza en alerta. Un humano; por el perfume, hembra, y por el olor a pólvora: cazadora. Una combinación de elementos letal pues significaba que probablemente llevase balas de plata y que no podría distraerle con su figura llegado el caso; las mujeres eran demasiado inteligentes para verse distraídas; eran asi por la naturaleza y en todas las especies del reino animal demostraban su poderío y eficacia cuando se trataba de asesinar o de proteger a los suyos. Era interesante, suponía Amethyst ientras se dirigia con el contoneo de sus pequeñas caderas animales y remarcaba los pasos comicos que le indicarían a la mujer iba en son de paz y que se apiadara de su alma – Cazadora!- ladro fuerte y claro aunque solo se escucho su ladrido y no se pudieron comunicar hasta que apoyo la pequeña pata sobre su bota – Cazadora!- repitió -¿Es que no sabes que cazar lobos en luna llena es algo peligroso?¿No traes acompañantes al menos?- pregunto con su voz en la cabeza de la mujer y una sonrisa jadeante en los labios perrunos
-Parece va a ser muy buena noche, ojala nos bendiga con buenas mañanas también –dijo la chica sonriéndole mientras la ayudaba a desajustar el corset y enseguida se dirigía a preparar todo para un óptimo descanso de su patrona quien se acercó a la ventana a comprobar que tenía razón. La luna llena brillaba en lo alto sin rastros de nubes que fueran a entorpecer su poder en la tierra, las estrellas incluso parecían más distantes y pequeñas esa noche lo cual le hiso sonreír ¿ocultaría la noche alguna sorpresa para ella? Dio la espalda al paisaje para despedir a Danna, asegurándose de cerrar la puerta con llave desde adentro. Ya nadie preguntaba por ello pues la cambiaformas se había asegurado de repetir la vieja historia de que tenía miedo de verse asaltada en plena noche como le había ocurrido de pequeña, además claro que no quería enojarse con ninguno de sus criados si por algún motivo llegasen a entrar… No que ella se fuera a enterar claro, pues en noches como aquella, tan pronto cerraba la puerta su cuerpo cambiaba y en su lugar quedaba un pequeño perrito con patas muy cortas y orejas muy largas que se escabullía por un pequeño pasaje hasta quedar libre y ladrar a Danna, la pobre Danna, para que le abriese la puerta y “salir a jugar” con sus presas los licántropos ¿Quién veria en ella un peligro con esa forma? Debía de tener cuidado de la misma forma que otros debían tener cuidado con ella porque tras ese apariencia tan simpática aún conservaba la inteligencia humana que le permitió subirse al pequeño escalón de una carreta que la acercaría a donde más lobos habia; las afueras de la ciudad.
No había comenzado a explorar el terreno cuando un sonido la distrajo y forzó a girar la cabeza en alerta. Un humano; por el perfume, hembra, y por el olor a pólvora: cazadora. Una combinación de elementos letal pues significaba que probablemente llevase balas de plata y que no podría distraerle con su figura llegado el caso; las mujeres eran demasiado inteligentes para verse distraídas; eran asi por la naturaleza y en todas las especies del reino animal demostraban su poderío y eficacia cuando se trataba de asesinar o de proteger a los suyos. Era interesante, suponía Amethyst ientras se dirigia con el contoneo de sus pequeñas caderas animales y remarcaba los pasos comicos que le indicarían a la mujer iba en son de paz y que se apiadara de su alma – Cazadora!- ladro fuerte y claro aunque solo se escucho su ladrido y no se pudieron comunicar hasta que apoyo la pequeña pata sobre su bota – Cazadora!- repitió -¿Es que no sabes que cazar lobos en luna llena es algo peligroso?¿No traes acompañantes al menos?- pregunto con su voz en la cabeza de la mujer y una sonrisa jadeante en los labios perrunos
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Última edición por Amethyst C. Tsartsaris el Sáb Mar 07, 2015 5:43 pm, editado 1 vez
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: The Hound, the Hunter and the Wolf //Privado
Aguanto la carcajada en un extraño y cómico gesto reflejarse en mi rostro sin poder taparme la boca – El santo corgi – repito en un susurro aun mordiéndome los labios intento mantener la boca cerrada – No soy de bebes… créeme jaja – agrego arrugando la nariz sonriendo. Corre junto a mi, miro de vez en cuando si continuamos a la par y sin mas con algunos segundos sin dolor aparente cambia de apariencia y tamaño – Fascinante… – susurro distrayéndome resbalándome de nuevo, logro mantener el equilibrio para continuar mi carrera…
Cuan fascinante me parece el mundo de los cambiantes, seguro es una chica o su tono de voz es demasiado ‘femenino’ ¿Pudiera ser que cambiase dependiendo las circunstancias? –¡¡Concéntrate Jaelyn!! ¡¡Pelea ahora, desvaríos después!!- si eso exactamente me lleva a mi maldita perdición, mis constantes distracciones e impulsos como es en este momento en que escucho me grita ‘CAZADORA’ poniéndome alerta ralentizando mi andar y – ¡¡Demonios!! – me derrapo en el suelo, ella se lanza en pos de la bestia. Recuerdo la primera vez que vi un lycan transformado por completo, el miedo me paralizo a tal grado que no recuerdo nada de lo que sucedió, pareciera q la maldición de ellos me hubiera acunado en un tierno abrazo ya que supe lo que destripe… y así como paso con ese pasaría con este.
Me abalanzo dejándome resbalar, con las piernas de frente llendo derecho a su pecho mientras mi espalda casi pega con el suelo, aprovechando que la bestia se yergue aun con el can aferrándose a el, logro encajar una de las dagas en su costado derecho a la altura de sus costillas, jalo con fuerza insuficiente e inútil al atorarse entre estas. Abandono aquel acto y acuchillo el brazo arrancándole un par de dedos de paso. La plata anidada en las dagas ayudara y mucho mas aquella en su costado que le envenena a cada segundo que pasa, se que aun así no es suficiente – ¡Ya Quiebrate! – grito furiosa sacando resina con polvo de plata aventándoselo a lo que es la cara de aquel hombre maldecido, ganándome uno de sus manotazos y golpes, parece querer arrancarse el rostro. Me pongo de pie nuevamente se mueve. Se que mi mirada demuestra el temor que siento por la can, temo que pueda llegar a hacerle daño logrando distraerme nuevamente. Las garras sangrientas me alcanzan golpeándome de lleno entre la garganta y el pecho arañando todo mi hombro izquierdo – ¡AHHHhh! – mi cuerpo cae con peso muerto de boca, exhalo dificultosa en busca de aire – No es mi noche – susurro para mi quejándome adolorida buscándome en el cuerpo mas armas. Debí hacer caso y cargarme otra pistola…
Cuan fascinante me parece el mundo de los cambiantes, seguro es una chica o su tono de voz es demasiado ‘femenino’ ¿Pudiera ser que cambiase dependiendo las circunstancias? –¡¡Concéntrate Jaelyn!! ¡¡Pelea ahora, desvaríos después!!- si eso exactamente me lleva a mi maldita perdición, mis constantes distracciones e impulsos como es en este momento en que escucho me grita ‘CAZADORA’ poniéndome alerta ralentizando mi andar y – ¡¡Demonios!! – me derrapo en el suelo, ella se lanza en pos de la bestia. Recuerdo la primera vez que vi un lycan transformado por completo, el miedo me paralizo a tal grado que no recuerdo nada de lo que sucedió, pareciera q la maldición de ellos me hubiera acunado en un tierno abrazo ya que supe lo que destripe… y así como paso con ese pasaría con este.
Me abalanzo dejándome resbalar, con las piernas de frente llendo derecho a su pecho mientras mi espalda casi pega con el suelo, aprovechando que la bestia se yergue aun con el can aferrándose a el, logro encajar una de las dagas en su costado derecho a la altura de sus costillas, jalo con fuerza insuficiente e inútil al atorarse entre estas. Abandono aquel acto y acuchillo el brazo arrancándole un par de dedos de paso. La plata anidada en las dagas ayudara y mucho mas aquella en su costado que le envenena a cada segundo que pasa, se que aun así no es suficiente – ¡Ya Quiebrate! – grito furiosa sacando resina con polvo de plata aventándoselo a lo que es la cara de aquel hombre maldecido, ganándome uno de sus manotazos y golpes, parece querer arrancarse el rostro. Me pongo de pie nuevamente se mueve. Se que mi mirada demuestra el temor que siento por la can, temo que pueda llegar a hacerle daño logrando distraerme nuevamente. Las garras sangrientas me alcanzan golpeándome de lleno entre la garganta y el pecho arañando todo mi hombro izquierdo – ¡AHHHhh! – mi cuerpo cae con peso muerto de boca, exhalo dificultosa en busca de aire – No es mi noche – susurro para mi quejándome adolorida buscándome en el cuerpo mas armas. Debí hacer caso y cargarme otra pistola…
Última edición por Jaelyn Sheridan el Jue Ene 29, 2015 10:07 pm, editado 1 vez
Jaelyn Sheridan- Cazador/Realeza
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Re: The Hound, the Hunter and the Wolf //Privado
Inclino su rostro hacia un lado al oír la pregunta de la joven que había terminado por caer en el fango del bosque, arrastrándose hasta protegerse la espalda contra un tronco de un árbol. Bien, era inteligente y Amethyst no tardo en seguirla apurada con una sonrisa que no se veía en sus caninos labios pero que parecía brillar divertida en sus ojos negros –Claro que no!– bufo sacudiendo su cabeza como si en verdad estuviese ofendida -Soy el Santo Corgi y vengo a informarte que estas embarazada. Aleluya hermanos!– se elevó sobre sus patas traseras, estirando su cuerpito tan largo se le era permitido (unos miseros 40cm) y dio unos saltos ridículos que celebraban la ficticia enhora buena antes de hacer caso a la cazadora y darse a la carrera detrás de ella. A cada paso su cuerpo cambiaba: La caja torácica se expandía, las orejas se alargaban y la distancia al suelo aumentaba empujándola de forma mas veloz por sobre el suelo del bosque casi como una liebre o una gacela, sin hacer sonido y en amplios y elegantes pasos.
Se detuvo en seco, levanto las orejas y el hocico para buscar a su persecutor allá donde sus ojos no pudieran, encontrándose casi ciegos en la oscuridad de la noche y con el bosque tan lleno de sombras donde podría ocultarse.
Giro la cabeza para percibir otra corriente de aire y retomo un trote lento detrás de la figura de la mujer de quien no quería perder de vista su cabello rojo como un fuego mágico en los cuentos de los niños. Casi parecía una pequeña hada , tan bonita y sin embargo tan belica que era difícil no sentir el deseo de seguirla. Bueno, ella siempre sentía deseos de seguir a las personas que parecían tan interesantes y los cazadores siempre le habían parecido curiosos, especialmente aquellos que se embarcaban en las expediciones como aquellas, que parecían tan suicidas y que sin embargo solían ser las más gratificantes. La adrenalina, el viento cortante en los oídos y la extraña posibilidad de que aquellos fueran los últimos pasos que daría hacían que todos los sentidos se agudizaran con miedo y ¿ansiedad? Era extraña cómo funcionaba la mente de Amethyst
–Cazadora!- volvió a gritar con un fuerte ladrido, más agudo y lloriqueado de lo que le hubiera gustado antes de retomar su camino tras detectar al licántropo siguiéndolas. Usualmente no eran bestias muy inteligentes, no como los lobos que esperaban a que sus presas se agotasen, si no que simplemente se lanzaban abusando de la fuerza de su maldición, totalmente enceguecidos por ella como un toro tras una bandera roja –Viene por la derecha. Prepad las armas o..el coraje!– y como lo predijo, la inmensa bestia apareció segundos después por un lateral derrapando hacia ambas y con las fauses abiertas, dejando ver los colmillos que fácilmente atravesarían el cráneo de una persona ¿No era maravillosa la crudeza que el mundo habia creado para los humanos? Como si la respuesta fuera afirmativa o siquiera divertida, la cambiaformas se lanzo hacia la bestia sin siquiera reducir la velocidad e impactando con la elegancia de un rinoceronte en una cristalería, desbalanceándose y cayendo ambas bestias peludas
Se detuvo en seco, levanto las orejas y el hocico para buscar a su persecutor allá donde sus ojos no pudieran, encontrándose casi ciegos en la oscuridad de la noche y con el bosque tan lleno de sombras donde podría ocultarse.
Giro la cabeza para percibir otra corriente de aire y retomo un trote lento detrás de la figura de la mujer de quien no quería perder de vista su cabello rojo como un fuego mágico en los cuentos de los niños. Casi parecía una pequeña hada , tan bonita y sin embargo tan belica que era difícil no sentir el deseo de seguirla. Bueno, ella siempre sentía deseos de seguir a las personas que parecían tan interesantes y los cazadores siempre le habían parecido curiosos, especialmente aquellos que se embarcaban en las expediciones como aquellas, que parecían tan suicidas y que sin embargo solían ser las más gratificantes. La adrenalina, el viento cortante en los oídos y la extraña posibilidad de que aquellos fueran los últimos pasos que daría hacían que todos los sentidos se agudizaran con miedo y ¿ansiedad? Era extraña cómo funcionaba la mente de Amethyst
–Cazadora!- volvió a gritar con un fuerte ladrido, más agudo y lloriqueado de lo que le hubiera gustado antes de retomar su camino tras detectar al licántropo siguiéndolas. Usualmente no eran bestias muy inteligentes, no como los lobos que esperaban a que sus presas se agotasen, si no que simplemente se lanzaban abusando de la fuerza de su maldición, totalmente enceguecidos por ella como un toro tras una bandera roja –Viene por la derecha. Prepad las armas o..el coraje!– y como lo predijo, la inmensa bestia apareció segundos después por un lateral derrapando hacia ambas y con las fauses abiertas, dejando ver los colmillos que fácilmente atravesarían el cráneo de una persona ¿No era maravillosa la crudeza que el mundo habia creado para los humanos? Como si la respuesta fuera afirmativa o siquiera divertida, la cambiaformas se lanzo hacia la bestia sin siquiera reducir la velocidad e impactando con la elegancia de un rinoceronte en una cristalería, desbalanceándose y cayendo ambas bestias peludas
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Última edición por Amethyst C. Tsartsaris el Sáb Mar 07, 2015 5:36 pm, editado 1 vez
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: The Hound, the Hunter and the Wolf //Privado
Aguanto la carcajada en un extraño y cómico gesto reflejarse en mi rostro sin poder taparme la boca – El santo corgi – repito en un susurro aun mordiéndome los labios intento mantener la boca cerrada – No soy de bebes… créeme jaja – agrego arrugando la nariz sonriendo. Corre junto a mi, miro de vez en cuando si continuamos a la par y sin mas con algunos segundos sin dolor aparente cambia de apariencia y tamaño – Fascinante… – susurro distrayéndome resbalándome de nuevo, logro mantener el equilibrio para continuar mi carrera…
Cuan fascinante me parece el mundo de los cambiantes, seguro es una chica o su tono de voz es demasiado ‘femenino’ ¿Pudiera ser que cambiase dependiendo las circunstancias? –¡¡Concéntrate Jaelyn!! ¡¡Pelea ahora, desvaríos después!!- si eso exactamente me lleva a mi maldita perdición, mis constantes distracciones e impulsos como es en este momento en que escucho me grita ‘CAZADORA’ poniéndome alerta ralentizando mi andar y – ¡¡Demonios!! – me derrapo en el suelo, ella se lanza en pos de la bestia. Recuerdo la primera vez que vi un lycan transformado por completo, el miedo me paralizo a tal grado que no recuerdo nada de lo que sucedió, pareciera q la maldición de ellos me hubiera acunado en un tierno abrazo ya que supe lo que destripe… y así como paso con ese pasaría con este.
Me abalanzo dejándome resbalar, con las piernas de frente, aprovechando que la bestia se yergue aun con el can aferrándose a el, logro encajar una de las dagas en su costado derecho a la altura de sus costillas, jalo con fuerza inútil al atorarse entre estas. Abandono aquel acto y acuchillo el brazo arrancándole un par de dedos de paso. La plata anidada en las dagas ayudara y mucho mas aquella en su costado pero no es suficiente – !Muerete! – grito enfadada sacando resina de plata aventándoselo a lo que es la cara ganándome uno de sus manotazos y golpes, parece querer arrancarse el rostro. De nuevo se mueve y miro a la can espantada de que puede llegar a hacerle daño distrallendome nuevamente, sus garras sangrientas me alcanzan golpeándome de lleno entre la garganta y el pecho arañando todo mi hombro izquierdo – ¡AHHHhh! – mi cuerpo cae con peso muerto de boca, exhalo dificultosa en busca de aire – No es mi noche – susurro para mi quejándome adolorida buscándome en el cuerpo mas armas. Debí hacer caso y cargarme otra pistola…
Cuan fascinante me parece el mundo de los cambiantes, seguro es una chica o su tono de voz es demasiado ‘femenino’ ¿Pudiera ser que cambiase dependiendo las circunstancias? –¡¡Concéntrate Jaelyn!! ¡¡Pelea ahora, desvaríos después!!- si eso exactamente me lleva a mi maldita perdición, mis constantes distracciones e impulsos como es en este momento en que escucho me grita ‘CAZADORA’ poniéndome alerta ralentizando mi andar y – ¡¡Demonios!! – me derrapo en el suelo, ella se lanza en pos de la bestia. Recuerdo la primera vez que vi un lycan transformado por completo, el miedo me paralizo a tal grado que no recuerdo nada de lo que sucedió, pareciera q la maldición de ellos me hubiera acunado en un tierno abrazo ya que supe lo que destripe… y así como paso con ese pasaría con este.
Me abalanzo dejándome resbalar, con las piernas de frente, aprovechando que la bestia se yergue aun con el can aferrándose a el, logro encajar una de las dagas en su costado derecho a la altura de sus costillas, jalo con fuerza inútil al atorarse entre estas. Abandono aquel acto y acuchillo el brazo arrancándole un par de dedos de paso. La plata anidada en las dagas ayudara y mucho mas aquella en su costado pero no es suficiente – !Muerete! – grito enfadada sacando resina de plata aventándoselo a lo que es la cara ganándome uno de sus manotazos y golpes, parece querer arrancarse el rostro. De nuevo se mueve y miro a la can espantada de que puede llegar a hacerle daño distrallendome nuevamente, sus garras sangrientas me alcanzan golpeándome de lleno entre la garganta y el pecho arañando todo mi hombro izquierdo – ¡AHHHhh! – mi cuerpo cae con peso muerto de boca, exhalo dificultosa en busca de aire – No es mi noche – susurro para mi quejándome adolorida buscándome en el cuerpo mas armas. Debí hacer caso y cargarme otra pistola…
Jaelyn Sheridan- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 20/06/2014
Re: The Hound, the Hunter and the Wolf //Privado
Como suele ocurrir en las peleas de los canes, era difícil discernir donde comenzaba el uno y donde terminaba el otro, eran simplemente una gran masa de pelo rodante y rampante. Cuando lograron separarse, los dientes se encontraron para chocar entre si con profundos gruñidos de advertencia que ya no lograban detener a ninguna de las dos bestias que se batían a duelo, empujándose y añorándose con encaramada violencia que solo una suicida podía considerar digno de un pasatiempo de mes en mes. Se soltaron en algún momento, o mas bien, el lobo sujeto a la cambiante por la pata para estrellarla contra un árbol, robándole un chillido de dolor, pensamientos obscenos y malsonantes para una dama de su alcurnia -Maldita criatura, es de las buenas! – y pese alas heridas en su columna, su voz no sonaba molesta ni era aquel un reclamo pero el timbre era alivianado y ligeramente sorprendido. La maldita se estaba divirtiendo! Habia nada mas que ver esos ojos negros y brillantes, como esas piedritas en la playa que pese a ser ordinarias rocas llamaban la atención de todos los niños. Destilaban magia…
O la locura del placer adrenalico, en el que confundimos a los héroes por los camicaces. Porque lo cierto es que, pese a tan confiada actitud, los segundos siguientes le costó ponerse de pie sintiendo el resentimiento de sus músculos donde había impactado su columna y si no vio su piel convertida en tiras fue por la precisa intervención de la cazadora que clavaba en el costado una daga de plata. Plata! Aquello debería ponerla nerviosa y asi fue pero no quedaba tiempo para ser cautelosa o doblarse ante el miedo de los que sería si … y no estaba en su naturaleza el serlo, de todos modos. Pero aprovecho el tiempo dado para volver a crecer de tamaño, oscurecer su pelaje y hacerlo tan tupido alrededor de sus cuellos que las mordidas de aquellas fauces debieran pelear para encontrar las delicadas venas de su cuello. Si, gano masa muscular y con ello resistencia a los golpes pero perdía agilidad y movilidad lo cual le costaría al intentar retomar la distancia arrojada para ir por su aliada – Hang in there Little red fire!– dijo en su ingles natal, incapaz de traducirlo presa de la emoción, lanzándose nuevamente hacia el licántropo que se erguía colérico por los daños en su rostro, amenazando con los colmillos abiertos y la piel del lomo erizada desde la cola hasta la punta de las orejas. Misma que le sujetaría la cambiapieles para pinzar los nervios de la nuca y sujetarlo en el lugar, trabando sus patas en el suelo y jalando, jalando con fuerza y peso para evitar que se moviera y no soltarse de aquel estratégico lugar en su retaguardia, donde recibía nada mas que golpes y arañazos torpes sobre su lomo, producto de los trastapies con los que andaba -Ahora cazadora! Golpéalo en el pecho! – una de sus enormes patas delanteras golpeo el cuchillo en el lateral, una, dos, tres veces para aflojarlo entre las carnes de su víctima sin lograr retirarlo del todo, culpa tanto de la ausencia de manos 100% funcionales y la criatura de pesadillas que procuraba mantener sujeta para que la otra diera el golpe de gracia. Pero allí a donde la mandaba tan ciegamente el mastin, el fuerte pecho que cuidaba el frágil corazón, estaban armados y preparados para atacar las garras y los colmillos de la criatura dispuestas a atraparla si lo intentaba ¿podría hacerlo? Amethyst procuraba mantener a la presa quieto y erguida, jalando hacia atrás para exponerlo pero era inevitable –por la forma cuadrúpeda de ambos- que los dos cayesen al suelo, se aplastasen y sacudiesen peligrosamente antes de que retomasen la figura anterior con la cambiaformas sujeta como una pulga al cuello de su victima, pero sin lograr realmente hacerle daño en aquella posición – O Apuntadle a los pies!...o a las manos!...o a los ojos!-enlistaba rápido y entre dientes con los ojos achinados por una de las tantas caídas. Como que su cabecita necesitara mas daños
O la locura del placer adrenalico, en el que confundimos a los héroes por los camicaces. Porque lo cierto es que, pese a tan confiada actitud, los segundos siguientes le costó ponerse de pie sintiendo el resentimiento de sus músculos donde había impactado su columna y si no vio su piel convertida en tiras fue por la precisa intervención de la cazadora que clavaba en el costado una daga de plata. Plata! Aquello debería ponerla nerviosa y asi fue pero no quedaba tiempo para ser cautelosa o doblarse ante el miedo de los que sería si … y no estaba en su naturaleza el serlo, de todos modos. Pero aprovecho el tiempo dado para volver a crecer de tamaño, oscurecer su pelaje y hacerlo tan tupido alrededor de sus cuellos que las mordidas de aquellas fauces debieran pelear para encontrar las delicadas venas de su cuello. Si, gano masa muscular y con ello resistencia a los golpes pero perdía agilidad y movilidad lo cual le costaría al intentar retomar la distancia arrojada para ir por su aliada – Hang in there Little red fire!– dijo en su ingles natal, incapaz de traducirlo presa de la emoción, lanzándose nuevamente hacia el licántropo que se erguía colérico por los daños en su rostro, amenazando con los colmillos abiertos y la piel del lomo erizada desde la cola hasta la punta de las orejas. Misma que le sujetaría la cambiapieles para pinzar los nervios de la nuca y sujetarlo en el lugar, trabando sus patas en el suelo y jalando, jalando con fuerza y peso para evitar que se moviera y no soltarse de aquel estratégico lugar en su retaguardia, donde recibía nada mas que golpes y arañazos torpes sobre su lomo, producto de los trastapies con los que andaba -Ahora cazadora! Golpéalo en el pecho! – una de sus enormes patas delanteras golpeo el cuchillo en el lateral, una, dos, tres veces para aflojarlo entre las carnes de su víctima sin lograr retirarlo del todo, culpa tanto de la ausencia de manos 100% funcionales y la criatura de pesadillas que procuraba mantener sujeta para que la otra diera el golpe de gracia. Pero allí a donde la mandaba tan ciegamente el mastin, el fuerte pecho que cuidaba el frágil corazón, estaban armados y preparados para atacar las garras y los colmillos de la criatura dispuestas a atraparla si lo intentaba ¿podría hacerlo? Amethyst procuraba mantener a la presa quieto y erguida, jalando hacia atrás para exponerlo pero era inevitable –por la forma cuadrúpeda de ambos- que los dos cayesen al suelo, se aplastasen y sacudiesen peligrosamente antes de que retomasen la figura anterior con la cambiaformas sujeta como una pulga al cuello de su victima, pero sin lograr realmente hacerle daño en aquella posición – O Apuntadle a los pies!...o a las manos!...o a los ojos!-enlistaba rápido y entre dientes con los ojos achinados por una de las tantas caídas. Como que su cabecita necesitara mas daños
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Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: The Hound, the Hunter and the Wolf //Privado
El aturdimiento no excusa la clara frece en ingles que comprendo perfectamente, el mismo que usaba y extraño horrores en este momento. Reprendiendome mentalmente alejo esas ñoñerias sentimentales, no es momento de añorar mi hogar y continuar repudiando Francia. Pasándome las manos por la cadera y las piernas cuento mentalmente los cuchillos y dagas que aun tengo. El licantropo me esta, es decir nos metiendo una buena paliza a ambas. Esta furioso, con la respiración que no le da para mas, el hocico amenazando con los colmillos abiertos y la piel del lomo erizada, la cola la zarandea desquiciada y las orejas se mueven percibiendo cualquier insignificante sonido.
Mi compañera de pelea le da verdadera guerra al peludo maldito trabando sus patas en el suelo y jalando con todas sus fuerza y peso para evitar que se moviera. Corro al encuentro sacando cuchillas, no mas largas de veinte centímetros de mis largas botas enterrándolas con fuerza en los ojos haciendo que el licantropo gruña de dolor. La plata no solo ayuda a lastimar, prácticamente quema, deshace la piel de ellos.
Lo que sucede a continuación es lo peor que cualquier ser vivo puede verme hacer. Clavo en cada pata frontal idénticos cuchillas a las de los ojos, afirmando con una patada en cada una destrozar los huesos y articulaciones del animal que aúlla cansado, desesperado y sofocado por el dolor y desesperación sin dejar atrás la rabia y salvajismo que caracteriza tanto su especie. No es que sea ferozmente suerte pero la plata que infecta su cuerpo ayuda mucho. Saco la larga daga que a perforado y carcomido uno de sus pulmones, algunas arterias, y de paso creado alguna que otra complicación en su moribundo cuerpo lobuno – Sueltale por favor – pido con la mirada bacía y la voz sin emoción alguna malabareo la daga con el brazo lastimado, tal cual como si nada hubiera sucedido. Hincada clavo, usando las ultimas fuerzas, paralelo al cuello fracturando y desgarrando parte del mentón, llevándome de por medio la traquea, los adenoides hasta llegar a su cerebro dando tope con su cráneo.
Hay sangre y fluidos derramando de aquel que no sufrirá mas transformaciones. La respiración se agita con fuerza en mi pecho. Un Licantropo menos para el mundo, un asesinato mas a mi lista. – Por hoy hemos terminado – susurro a mi acompañante sacando el ultimo cuchillo listón de mi antebrazo ando vuelta al cuerpo con el pie dejando espalda al piso, clavando nuevamente a la altura de la manzana de Adan haciendo un corte limpio hasta la mitad del torso.
Mi compañera de pelea le da verdadera guerra al peludo maldito trabando sus patas en el suelo y jalando con todas sus fuerza y peso para evitar que se moviera. Corro al encuentro sacando cuchillas, no mas largas de veinte centímetros de mis largas botas enterrándolas con fuerza en los ojos haciendo que el licantropo gruña de dolor. La plata no solo ayuda a lastimar, prácticamente quema, deshace la piel de ellos.
Lo que sucede a continuación es lo peor que cualquier ser vivo puede verme hacer. Clavo en cada pata frontal idénticos cuchillas a las de los ojos, afirmando con una patada en cada una destrozar los huesos y articulaciones del animal que aúlla cansado, desesperado y sofocado por el dolor y desesperación sin dejar atrás la rabia y salvajismo que caracteriza tanto su especie. No es que sea ferozmente suerte pero la plata que infecta su cuerpo ayuda mucho. Saco la larga daga que a perforado y carcomido uno de sus pulmones, algunas arterias, y de paso creado alguna que otra complicación en su moribundo cuerpo lobuno – Sueltale por favor – pido con la mirada bacía y la voz sin emoción alguna malabareo la daga con el brazo lastimado, tal cual como si nada hubiera sucedido. Hincada clavo, usando las ultimas fuerzas, paralelo al cuello fracturando y desgarrando parte del mentón, llevándome de por medio la traquea, los adenoides hasta llegar a su cerebro dando tope con su cráneo.
Hay sangre y fluidos derramando de aquel que no sufrirá mas transformaciones. La respiración se agita con fuerza en mi pecho. Un Licantropo menos para el mundo, un asesinato mas a mi lista. – Por hoy hemos terminado – susurro a mi acompañante sacando el ultimo cuchillo listón de mi antebrazo ando vuelta al cuerpo con el pie dejando espalda al piso, clavando nuevamente a la altura de la manzana de Adan haciendo un corte limpio hasta la mitad del torso.
Jaelyn Sheridan- Cazador/Realeza
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 20/06/2014
Re: The Hound, the Hunter and the Wolf //Privado
A cada segundo la pelea se volvía mas acalorada, más llena de sangre y rugidos que hacían temblar el follaje y a los habitantes del bosque mientras los tres integrantes de aquella contienda se batían incansables sabiendo que esta pronto llegaría a su fin. Lo sabían los tres como un conocimiento supeior atado a su cadena genética que dictaba las reglas de presa y cazador, de supervivencia. El lobo estaba solo y bien aferrado por la espalda se encontraba casi inmovilizado para la estocada mortales que dio la cazadora sobre su pecho con la dagas que relucieron su cobertura de plata antes de perforar la piel del licantorpo y llenarse de sangre, tomando un ultimo aullido de dolor que en sus últimos acordes sonaba al grito de un hombre joven en sus últimos alientos; la muerte es lenta y torturosa, los golpes caen como rayos en diferentes zonas de su cuerpo, inmovilizando lentamente y quitándole las energías que ya no tiene mientras se remueve en el piso como una mata de pelaje, sangre y saliva que el mastin se asegura de seguir sacudiendo de un lado para aturdirlo entre gruñidos intimidantes que se ven alentados por el sabor de la sangre, el sonido del chapoteo de las armas sobre el cuerpo y el olor a adrenalina y miedo que escapan de los cuerpos.
Escucho la voz sin emoción darle un orden que respondió con un gruñido, levantando el pelaje y retrocediendo con su presa entre las fauces incluso cuando la mujer remato al lobo con un golpe directo a la tráquea y perforando por debajo hasta alcanzar el cerebro que se apagó por siempre, terminando todo movimiento de su enemigo y haciendo que el enorme can se desinteresara de golpe por aquello. Generalmente no mataba a sus presas, simplemente seguían jugando hasta la salida del sol que los devolvía a su verdadera naturaleza pero aquel desafortunado niño no había tenido la suerte de sus pares; había sido descuidado y tenido la mala suerte de toparse con una cazadora en su rutina, Amethyst estaba contenta de que la mujer hubiera decidido por el hombre lobo en vez de por la cambiaformas y en aquel momento no considero que, tras haber trabajado juntas, pudiera también desear aniquilarla y esto se veía en al forma tonta en sus labios torpemente parecían formar una sonrisa y su cola se agitaba de un lado para otro con la lentitud de los grandes perros de la montaña – Por hoy… ¿Volveremos a vernos, cazadora, para batir otros lobos?– pregunto al ver que habría un nuevo tao post mortem al gran lobo que iba perdiendo su forma hasta dejar su real rostro al descubierto. Amethyst volteo la cabeza para verlo mejor y se relamió el hocico mientras consideraba que había sido un espécimen bastante bonito, sin cicatrices por anteriores enfrentamientos. Su acompañante tampoco tenía marcas en su nívea piel pero quizás ello se debiera a la habilidad que había demostrado aquella noche, faltaban pulir algunas cosas pero Amethyst había encontrado divertido pelear a su lado y no le molestaría acompañarla la siguiente vez que decidiera salir nuevamente, quizás como compañera, quizás solo como observadora. Quien sabría que decisión tomaría, mas si se enteraba que era la duquesa de escocia…si es que se enteraba algún dia. Las policías no habían sido jamas algo que le atrajera por mas que debiera tener un conocimiento mínimo para sus negocios pues a fin de cuentas lo que hacia girar al mundo no era la felicidad ni la adrenalina de una cazeria, si no el llano y frio dinero
Escucho la voz sin emoción darle un orden que respondió con un gruñido, levantando el pelaje y retrocediendo con su presa entre las fauces incluso cuando la mujer remato al lobo con un golpe directo a la tráquea y perforando por debajo hasta alcanzar el cerebro que se apagó por siempre, terminando todo movimiento de su enemigo y haciendo que el enorme can se desinteresara de golpe por aquello. Generalmente no mataba a sus presas, simplemente seguían jugando hasta la salida del sol que los devolvía a su verdadera naturaleza pero aquel desafortunado niño no había tenido la suerte de sus pares; había sido descuidado y tenido la mala suerte de toparse con una cazadora en su rutina, Amethyst estaba contenta de que la mujer hubiera decidido por el hombre lobo en vez de por la cambiaformas y en aquel momento no considero que, tras haber trabajado juntas, pudiera también desear aniquilarla y esto se veía en al forma tonta en sus labios torpemente parecían formar una sonrisa y su cola se agitaba de un lado para otro con la lentitud de los grandes perros de la montaña – Por hoy… ¿Volveremos a vernos, cazadora, para batir otros lobos?– pregunto al ver que habría un nuevo tao post mortem al gran lobo que iba perdiendo su forma hasta dejar su real rostro al descubierto. Amethyst volteo la cabeza para verlo mejor y se relamió el hocico mientras consideraba que había sido un espécimen bastante bonito, sin cicatrices por anteriores enfrentamientos. Su acompañante tampoco tenía marcas en su nívea piel pero quizás ello se debiera a la habilidad que había demostrado aquella noche, faltaban pulir algunas cosas pero Amethyst había encontrado divertido pelear a su lado y no le molestaría acompañarla la siguiente vez que decidiera salir nuevamente, quizás como compañera, quizás solo como observadora. Quien sabría que decisión tomaría, mas si se enteraba que era la duquesa de escocia…si es que se enteraba algún dia. Las policías no habían sido jamas algo que le atrajera por mas que debiera tener un conocimiento mínimo para sus negocios pues a fin de cuentas lo que hacia girar al mundo no era la felicidad ni la adrenalina de una cazeria, si no el llano y frio dinero
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/02/2014
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