Victorian Vampires
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] 2WJvCGs


Unirse al foro, es rápido y fácil

Victorian Vampires
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] 2WJvCGs
PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



NIGEL QUARTERMANE

ADMINISTRADOR

ENVIAR MP
NICOLÁS D' LENFENT

ADMINISTRADOR

ENVIAR MP
ESTACIÓN


Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24


COPYRIGHT/CRÉDITOS

En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.

Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.

Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.

Licencia de Creative Commons
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org


Últimos temas
» Savage Garden RPG [Afiliación Élite]
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMMiér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones

» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMMar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut

» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMMiér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane

» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMJue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar

» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMMiér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer

» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMSáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour

» orphée et eurydice ― j.
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMJue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour

» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMJue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke

» labyrinth ─ chronologies.
Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] NXLYMSáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour


<

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

2 participantes

Ir abajo

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] Empty Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

Mensaje por Rashâd Al–Farāhídi Dom Nov 02, 2014 10:29 pm

“Él se precipitó detrás de la barrera y le gritó que lo siguiera. La gente le chilló para que él continuara caminando, pero Frank seguía llamándola. Ella volvió su pálida cara hacia él, pasiva, como animal desamparado. Sus ojos no le dieron ningún signo de amor, ni de adiós, ni de reconocimiento.”

James Joyce. Evelyne.


La muchacha descorrió las cortinas, dejando a la vista la imponente luna llena que reinaba en el firmamento. El ventanal era gigantesco y permitía una vista panorámica de aquella zona desolada de París.

Pero el vampiro, echado descuidadamente sobre el mullido sofá, sólo tenía ojos para la doncella. La chica se sabía observada por el amo y una especie de miedo reverencial le recorrió el espinazo, pero no volteó hacia él ni le dirigió la palabra. Una de las cosas que el amo Ian había sido especialmente cuidadoso en enseñarles a todos fue la importancia de no molestar al príncipe; las pocas mujeres que desafiaron esa instrucción habían terminado muertas. Jane había decidido que no cometería el mismo error, aunque se muriera de deseo por el inmortal al que servía.

Lo sintió moverse y caminar hacia ella, deteniéndose a unos pocos pasos de la joven. Jane contuvo el impulso de girar; en cambio, estrujó entre sus manos la gruesa cortina, para reprimir el temblor que amenazaba con delatar sus emociones.

Sois más alta que ella. — dijo él, repentinamente cerca; su gélido aliento cosquilleándole el cuello; un frío dedo le dibujó la clavícula por sobre la ropa — Vuestra piel es más obscura, vuestro olor más ácido... No os parecéis en nada a Hélida. — musitó furioso y Jane temió que fuera a matarla allí mismo.

Le pareció que él se había marchado, pero el miedo tenaz le impidió moverse. Dio un grito cuando una marmórea mano le apretó suavemente el brazo; la mano se retiró con gentileza y una voz diferente llenó el espacio:

Tranquila, joven Jane. No es un buen día para él; podéis iros. Claudius os irá a buscar cuando os necesitemos otra vez. Os pagaremos por los días que no vengáis como si los hubierais trabajado, no os angustiéis por ello. — la miró con infinita piedad; nunca antes lo tuvo tan cerca, por lo que la muchacha tuvo oportunidad de observarlo con detenimiento; se quedó fascinada con sus descubrimientos, pero no pudo hablar — Espero que nos perdonéis; me temo que habrá mucho trabajo para vos la siguiente vez. — le dijo, con dulzura, mientras la llevaba a la entrada de la casa.

Jane decidió que seguiría todas las veces que la llamasen a esa casa, así su vida corriera peligro.

***

Rashâd bajó al sótano donde había construido su cuarto personal; abrió las puertas de par en par y contempló su desastre personal; parecía como si un huracán hubiese azotado el dormitorio, destruyéndolo todo sin miramientos; las cobijas estaban revueltas con restos de muebles, trozos de vidrio, libros, loza y un sinfín de otros objetos en los que el valaquio había desatado toda su furia. E incluso todavía, él podía oler el perfume de Hélida en esa habitación.

Veintiocho días atrás, la había dejado, dormida como un ángel, en el cuarto que tenía para sí en la taberna. Esa desquiciada madrugada, Rashâd había recuperado parte de sus viejas emociones; tuvo piedad por el crío que mató (y le dio digna sepultura), fue amable con el panteonero que le ayudó y no incordió a las muchachas de la servidumbre que a esa hora ya se hacían cargo de su propiedad.

Pero, una vez diluida la euforia inicial, el paso de las horas de ese insomnio diurno sólo le dejó amargura y cólera.

¿Por qué no la mató?

¡Por Allah! Ella ahora conocía su secreto, había bebido su sangre y volvería por él. Ese pensamiento, lejos de tranquilizarlo, le produjó aún mayor desazón. Así, con el paso de las horas y de los días, su ira era cada vez más incontrolable. Todo le molestaba. El aleteo de una mariposa nocturna fue suficiente para que destrozara media biblioteca. Una de las mucamas, que tenía una levísima cojera, casi acabó muerta. Ni siquiera Ian pudo calmarlo; pero consiguió que no matase a la pobre criatura. No salió de la propiedad durante los primeros quince días; de no ser por la paciencia solícita de su amante, ciertamente Rashâd habría muerto. Medio loco por la falta de sangre, se había reído mientras gritaba a todos que una mujerzuela lo había derrotado, que había sido herido de muerte con un hechizo que nadie sino la bruja hija del sol podría deshacer. Se habían necesitado tres mozos de cuadra para contenerlo y sólo la voluntad de hierro de Ian lo había salvado de sí mismo.

Volvió a las andanzas el día número quince y lo primero que hizo fue buscarla. Sorprendido, descubrió que dar con ella no era nada fácil; le había tomado siete días más dar con ella. Verla otra vez fue un golpe brutal a su marchito corazón. No demostraba las marcas físicas de la emoción, pero la padecía; comprendió por qué no podía matarla; la deseó aún con mayor fiereza y, con un malsano placer, descubrió que ella también lo estaba buscando.

Tentado por la Muerte, siguió el juego de la Cazadora y no se dejó ver, sino que la espió, durante esa noche, sin revelarse ante ella. Hélida era realmente muy buena en lo suyo, pero ni siquiera ella pudo dar con la casucha donde habían tenido sexo; lo más lejos que pudo llegar aquella vez fue la taberna; frustrada, la joven golpeó la baranda, mientras Marie la dejaba sola con una jarra de cerveza; curioso, la siguió más de cerca y, cuando casi se rozaron, presionó los recuerdos más frescos de la chica; así supo que ella lo había buscado todo ese tiempo en distintos lugares sin ir más allá del cuarto que tan bien mantenía la mesera. Hélida se detuvo de golpe y, si no fuera por sus instintos perfectos, lo habría descubierto en el acto y, probablemente, lo habría matado.

Fue entonces que el miedo le pudo más. No de la chiquilla que le buscaba para acabarlo, sino de sí mismo, de quién era cuando ella estaba cerca. La calma temporal de su hogar había acabado aquella noche con la elegante cocina hecha añicos. Y él había vuelto a caer en ese espantoso estado de melancolía que amenazaba con enloquecerlo.

Así fue como, dos noches después, se había arrojado en el sillón, cuan largo era y se había quedado en absorta contemplación de su sirvienta. Se preguntó, mientras jugaba con ella, si otro cuerpo borraría el recuerdo de la joven Cazadora y en el instante mismo supo que no. En todo ese mes, por primera vez en siglos, no acudió a la cama de Ian, no se revolcó con las meretrices, ni se entretuvo con sus presas. No quería más que el cuerpo de Hélida, sus gemidos, sus caricias, su sangre. La quería únicamente a ella.

Y entonces, mientras contemplaba la desgracia que era su dormitorio, tuvo una idea. Como un rayo, poseído otra vez por el demonio del deseo, se perdió en el bosque que protegía su lujosa mansión de ojos indiscretos.

Así, dos horas después ejecutaba con precisa frialdad su improvisado plan. Llevarlo a cabo no le costó nada; provocar el instinto cazador de Hélida tampoco. Tenerla frente a sí y no devorarla... eso sí que fue una prueba a su voluntad. Por supuesto, no la superó. Soltó el cadáver de su víctima y de dos largas zancadas deshizo la distancia que los separaba.

No hubo palabras de por medio, ni de él ni de ella. Sólo un beso feroz que delataba a ambos enemigos lo mucho que sus cuerpos se deseaban. Pero era Rashâd, de los dos, quien siempre sería el gran perdedor.

Veintiocho días lejos de ella era una marca que no podría volver a repetir, jamás.


***


Última edición por Rashâd Al–Farāhídi el Lun Feb 09, 2015 3:41 pm, editado 1 vez
Rashâd Al–Farāhídi
Rashâd Al–Farāhídi
Vampiro Clase Alta
Vampiro Clase Alta

Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 28/02/2014
Localización : Donde la noche gobierne

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] Empty Re: Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

Mensaje por Helida Darsian Jue Nov 20, 2014 5:38 pm

Helida era amiga de sus instintos, incluso se llevaba bien con su impulsividad traicionera. Sin embargo nunca había hecho buenas migas con los sentimientos, le recordaban a una serie de petardos que brotaban en el pecho, dispuestos a arruinar lo que quedaba de su cordura. Si alguna vez había creído estar obsesionada con la pintura o con la caza, ahora reconocía que había sido una ilusa. Puesto que aquellas últimas semanas, se había hecho conocedora de la verdadera obsesión.

Vagando perdida, se había encontrado más de una vez en el bosque, no con la intención de cazar, sino con la de encontrarle a él. Por supuesto, esto último jamás se lo reconocería a si misma.

La ira, había sido su mejor amiga desde la última vez que vio a Rash, la incontrolable ira… La cazadora había recorrido sus pasos una y otra vez con la convicción de matar al inmortal. Se había acercado a la taberna, para alcanzar la plaza en la que había estado bailando con él, y luego tratar de localizar la casa de este, el lugar en el que ambos…El lugar en el que ella había traicionado a su padre.

Cada vez que tragaba saliva podía jurar por todos los ángeles, que aquello era ácido.

Una de las veces que se acercó a la taberna, había estado tan nerviosa por el descontrol de su rabia, que Marie, le había invitado a una bebida, al reparar en su controlado temblor. Algo extraño, tras los estragos que la muchacha le había causado a la mesera. Rendida esa misma noche, salió del lugar más agotada que si hubiera pasado horas matando inmortales. Así que con el único objetivo de regresar a casa, se arrastró por las lúgubres calles de Paris, hasta que le sintió. Una mera indagación, un pinchazo en su mente, la invasión de sus pensamientos. Y qué particular fue aquella sensación, puesto que pudo reconocer por una milésima de segundo la esencia de él. La esencia de Rash. La esencia de su castigador. De su Luna despiadada. Se detuvo en aquel lugar de golpe, sin poder contener el impulso de mirar tras de sí. Pero no había nada que encontrar.

Regresar a la rutina, le tomó más tiempo del que hubiese deseado admitir. Las pinturas se le antojaban tediosas y monótonas. Comenzaba a odiar que se le acercaran las muchachitas del muelle a tontear con ella. Ni si quiera le había seguido el juego ni a la más bella. Y para colmo, las únicas veces que se perdía en sus pinturas, regresaba a la realidad al cerciorarse de lo que había retratado. El demonio que la había dominado la miraba desde su lienzo, perfecto y mortal. Su hogar se encontraba repleto de cuadros con su rostro, destrozados por la rabia de ella, desgarrados y ultrajados del mismo modo en el que él la había poseído a ella. En contra de su voluntad por supuesto, no podía haber sido su propio deseo el que le había llevado a acostarse con él. Se decía una y otra vez, que el vampiro había utilizado uno de aquellos poderes tan encandiladores que en ocasiones poseían. No había otra explicación. Ella tan solo había perdido la partida, y él la había dejado viva para burlarse, humillarse…Pero aquello había sido un error. Si había alguien a quién culpar, aquel era el vampiro. La próxima vez que lo viera, sería distinto.

Por otro lado estaban las noches de caza. Helida se había encontrado con la dificultad de poder controlar sus habilidades. Se había vuelto despiadada y todavía más descuidada con antes. Sus cacerías nocturnas resultaban unas masacres de las que volvía bañada en sangre y órganos. Los neófitos susurraban su nombre como si fuera el del peor de los diablos.

Aquella noche había sido ligeramente distinta. Con gran esfuerzo, había tratado de controlar sus emociones a la hora de dar caza. Se había medido en las puñaladas que debía asestar y no había derramado más sangre de la necesaria. Justo cuando había terminado y creído satisfecha con el trabajo de aquel día, decidió poner rumbo de regreso a casa. Al parecer, las cosas estaban volviendo a la normalidad…. Eso fue lo que pensó hasta que vio el rastro. Un rastro de sangre descarado y perverso. No habías sido ella la culpable de aquel derramamiento carmesí. Por eso mismo, siguió la pista con pasos silenciosos.

Lo sintió antes que verlo. Sin levantar la cabeza del rastro, sabía que se toparía con él. Sin embargo, toda prevención fue inútil. Helida no estaba preparada para enfrentarse a la imagen del Diablo de nuevo. Su cuerpo manchado de sangre, con el neófito despedazado ridículamente en sus manos. Era la viva imagen de la lujuria y la depravación. La cazadora se rió mentalmente de lo inútil que resultó en aquel momento, al darse cuenta de que no era capaz de mover un solo músculo. Estaba inmóvil. Con la boca entreabierta corroborando que lo vivido con Rash no había sido una placentera pesadilla, sino que había sido real. Y ahora la realidad se acercaba a ella y la reclamaba de nuevo. Sus labios sin vida la devoraban, exigiendo su alma a cambio. La cazadora fue incapaz de ignorar aquel contacto. Sucumbió al hambre, al deseo agónico. No podía describir con palabras cuanto había echado de menos su cercanía. Fue en el instante en el que se escuchó a si misma ahogar un gemido de urgencia, cuando recordó su propósito.

Luces blancas, rojas y negras explotaron en su cabeza. Extrajo una daga de madera y apenas un segundo la blandía que de pronto dejó que la ira la manejara. A ciegas atacó al vampiro. A ciegas porque sabía que si lo miraba de verdad no sería capaz de hacerlo. No dijo nada, simplemente fue a por él. Fría y distante como un Sol apagado. El silencio sería un castigo. Helida, su nombre sonaba como los glaciales del polo. No hablaría, no miraría, no sentiría. Pero se engañaría.

Y no le dejaría otra opción al vampiro más que morir o matar.

Helida Darsian
Helida Darsian
Cazador Clase Media
Cazador Clase Media

Mensajes : 288
Fecha de inscripción : 25/04/2014
Localización : Paris

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] Empty Re: Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

Mensaje por Rashâd Al–Farāhídi Sáb Nov 29, 2014 12:24 pm

“Luego, el padre ordenó lo mismo a su segunda hija, la que se puso su mejor traje y se dirigió al patio; aún no había pisado el umbral de la puerta cuando apareció el Cuervo, la cogió con sus garras y se la llevó a su reino.”

El sol, la luna y el cuervo.
Cuento popular ruso, adaptado por Alekandr Nikoalevich Afanasiev.


Descubrir que no era el único derrotado por la abstinencia, le produjo una cierta maliciosa satisfacción. Le pareció sentirla luchar contra una batalla perdida, pues cayó derrotada por el hambre de su cuerpo, tal como él se entregaba, ávido de su boca, de su vida, de su sangre. Allí estaba ese terrible placer malsano, tan parecido a las emociones humanas, cuando la Darsian respondió a su beso con el mismo agónico ardor; el síndrome del que ambos eran víctima sólo tenía una cura: la consumación blasfema de su amor maldito. Enredados en el abrazo mutuo, ardían en una combustión semejante a un estallido estelar, comparable sólo a la sorpresa imposible del corazón marchito que vuelve a latir desesperado de la vida, olvidada tanto tiempo atrás.

Eso era para Rashâd su deseo por la joven. Mas, el deseo no pudo olvidar lo evidente y fue la Cazadora quien primero ganó la batalla.

O fingió ganarla en realidad.

Enemigos naturales, como ellos eran, la tregua ciertamente no podía durar; en algún momento en que la pasión cegó al inmortal (empezaba a comprender cuánto le costaría el deseo por Hélida), la amazona había encontrado la claridad suficiente para atacarle; o para convencer a su consciencia de que lo atacaba.

Él supo y no supo (cuando ella falló) cuánto deseaba la fémina verle muerto, y cuánto le dolía, paradójicamente, ser su asesina.

Las estocadas volaron tan veloces como infructuosas; parecía ya ésa una escena frecuente entre ellos. Cruel, el vampiro se rió sobre sus labios en el momento exacto en que ella hundía fieramente la estaca en su hombro derecho, con tanta alevosía que ya no pudo volver a sacarla de allí.

Más que furia, fue una especie de perversa satisfacción lo que dirigió las decisiones del valaquio. Ella intentaba matarle por ética; y por deseo era que intentaba fallar. Si seguía así, sería la pobre muchacha quien acabaría como tributo para la Emperatriz del Inframundo. La empujó lejos de sí, con violencia inaudita y retrocedió unos pasos, mientras su gélida mirada resbalaba por el apetitoso cuerpo de la chica:

¿Hasta cuándo fingiremos, vos y yo, habibe?... Mejor, cerremos estas cuentas y muramos; o dejémonos de cuitas y entreguémonos al violento Eros. — le gritó, falsamente iracundo. Su ánimo bélico esa noche era más fuerte que el macho cabrío que habitaba dentro de él.

Se quitó la estaca del cuerpo sin la menor dificultad, y Hélida tuvo que ser testigo espantada de cómo él podía curarse con asombrosa e instantánea facilidad. Ya libre de toda molestia física, desentumeció los inertes músculos y extrajo las espadas gemelas que yacían ocultas en las vainas a su espalda. Con una habilidad mortal, arrojó una de ellas hacia la muchacha con tal precisión que ésta se clavó a los pies de la guerrera. Un gemido ahogado de sorpresa escapó de sus humanos labios, al tiempo que le dedicaba a él una mirada emponzoñada en odio y rencor. Rashâd volvió a reírse en su cara y la desafió, sin culpa alguna:

Combatid a muerte, zwina. No soy alguien que prodigue clemencia alguna con mis enemigos... Y vos insistís en ser la mía. — le pareció que ella recibía el látigo de sus palabras y, terriblemente ofendida, cogía la espada entre sus manos, mientras adoptaba la posición de ataque. Orgulloso, le regaló una sonrisa sincera; ella sabía de esgrima y todo indicaba que estaría a la altura del combate — Si me vencéis, os responderé otra pregunta. Tampoco, ghzala, soy vampiro que olvide sus promesas; y vos habéis desperdiciado veintiocho preguntas. Es hora de ponernos al día... si me derrotáis. – repitió, mientras se replegaba para el ataque.

Ella dio el primer paso; lanzó dos estocadas certeras que él detuvo sin dificultades, luego de lo cual, dio un complicado giro y la envolvió entre sus brazos para robarle un beso salvaje; ella respondió con ira, luego de lo cual le pateó la espinilla y se libró de él.

Se regalaron expresiones de ávida y mutua complacencia y se dispusieron al combate. La noche era joven, como siempre para ellos.

Y a Selene le encantaban los combates como ése.


“Hélida, querida, vuestra vida será mi mayor victoria”.


***
Rashâd Al–Farāhídi
Rashâd Al–Farāhídi
Vampiro Clase Alta
Vampiro Clase Alta

Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 28/02/2014
Localización : Donde la noche gobierne

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] Empty Re: Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

Mensaje por Helida Darsian Dom Ene 04, 2015 6:38 am

Su voz.
No había abierto la boca desde que se habían encontrado.
Era un sonido terrible y fascinante, como el de una avalancha; destructor pero encantador de algún modo.

"Combatid a muerte, zwina" dijo la voz destructora. Y así la haría.

Una sonrisa retorcida asomó los poéticos rasgos de la cazadora. No tenía nada que perder. Él había hecho que ella no tuviera nada que perder. Sabía que apenas tenía oportunidad alguna contra el vampiro, ¿pero y si moría? ¿No sería eso un alivio para ambos? Se convertiría en una mártir más de entre todos sus compañeros. La llorarían un par de días, y la tendrían presente como ejemplo de como un cazador no se debe dejar arrastrar por el orgullo. Y el orgullo era exactamente lo que le hacía mantener los pies allí pegados, dispuestos a sumergirse en la pelea, puesto que la opción más sensata era huir. Pero, ¿y si huía y él la encontraba? Qué lo haría, la encontraría... Entonces podría morir como una cobarde que había escapado. También podría dejarla vivir. Y eso sería peor aun, puesto que terminaría por sucumbir a su oscuridad, y cuando él se cansara de ella, moriría como una traidora. El apellido "Darsian" sería una maldición para cualquier cazador. Toda opción la guiaba a la misma conclusión; morir como mártir era lo mejor.

Tomó el frío mango de la espada y la alzó con cuidado. Estuvo a punto de soltar una carcajada. Al parecer moriría más pronto que antes. Su padre le había enseñado esgrima, pero hacía al menos tres años que no la había vuelto a practicar, no era el tipo de arma que la cazadora utilizaba en sus incursiones durante la noche. Aún así la blandió con elegancia y atacó. Como era de esperar, él se defendió con burla. Encontró sus labios sobre los propios tratando de devorarla con pasión y ella le propinó un mordisco como respuesta. Se las apañó para alejarse de él y de su disfrute. Pero para qué engañarse, Helida estaba comenzando a disfrutar de aquella pelea también. ¿Y qué si pudiera tratarse de su última? Se aseguraría de disfrutarla.

Barajó sus cartas. El juego sucio era su principal táctica y su amigo más fiel. Necesitaba una distracción.

Trató de acercarse lo máximo posible al Diablo; a Su Diablo. Bajo la mirada confusa de este, tiró del cuello de su traje y dejó al descubierto su acolchado escote.

-Dime, ¿Qué sentisteis mientras profanabais con vuestro miembro y vuestros colmillos a la vez?

La provocación salió de sus labios al mismo tiempo que deslizaba la espada sobre el inicio de uno de sus pechos. La sangre brotó tentadora y se suicidó por su escote. Ella se acercó tan despacio como un cervatillo a un león sosegado. Y cuando los ojos de Râsh dejaron de prestarle atención a sus movimientos para perderse en la sangre, ella saltó sobre él. Hundió su rodilla en el final de su espalda, algo que hubiera sido muy efectivo para hacer caer a alguien normal. Se enganchó a su torso con las piernas y pegó su espada a su garganta, enredándo sus dedos en su cabello y echándole el cuello hacia atrás.

-Ahora la pregunta de verdad, ¿Decidme...-hundió la espada en la piel y la sangre comenzó a brotar desbocada-aun siendo una abominación, continuáis temiendo a la muerte?

Hundió más la espada. Probablemente aquello habría costado la vida de un humano, pero no de un vampiro. Sin embargo confiaba en que drenara gran cantidad de su fuerza.

El líquido carmesí que se corría por el cuello del monstruo, se deslizó por su hombro y terminó por mezclarse con la sangre de ella. Helida tuvo el desagradable impulso de lamerla.
Rashâd la estaba cambiando, o simplemente había destapado una parte de ella que no deseaba descubrir.
Helida Darsian
Helida Darsian
Cazador Clase Media
Cazador Clase Media

Mensajes : 288
Fecha de inscripción : 25/04/2014
Localización : Paris

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] Empty Re: Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

Mensaje por Rashâd Al–Farāhídi Lun Feb 09, 2015 3:40 pm

“Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.”

Franz Kafka. Buitres.


Ella le miró, orgullosa. En efecto, el orgullo era un defecto que ambos compartían. Y, por eso mismo, es que funcionaban tan bien juntos. Eran, a fin de cuentas, las dos puntas de la misma cuerda; mejor, las dos caras de la luna. Eso eran ellos dos.

Por un momento, al vampiro le pareció que la Cazadora dudaba de sus habilidades; pero no hubo tiempo de dudas, pues, al instante siguiente, ya revelaban los gestos sutiles de Hélida que ella había encontrado una manera de equilibrar la balanza. Midió su posición, balanceó la espada y escupió su veneno:

Dime, ¿qué sentisteis mientras me profanabais con vuestro miembro y vuestros colmillos a la vez?

He allí la pregunta.

Pero no le dio oportunidad de responderla, pues, en ese tipo de movimientos que sólo la Darsian era capaz de arriesgarse, se rajó uno de los pechos para tentarlo con su sangre; en otro momento, con otro combatiente, Rashâd habría salido victorioso; pero no con ella, no con su cuerpo, no con su sangre.

El golpe le dio de lleno en su cadera; era un golpe brutal, que habría derribado a cualquier mortal, pero no a él; esa jugarreta no era suficiente, pero le bastó a la “hija del sol” para engancharse a él y treparse a su espalda; sin siquiera darse cuenta, ella le había jalado los cabellos y había puesto la espada contra su gaznate, como si fuera una vil daga.

Habibe… — masculló, furioso; como un perro de caza que se prepara para el asalto final — Os vais a arrepentir. Lo juro. — susurró; otra criatura habría temido de su tono quedo, pero no Hélida. La joven parecía querer abrazar a Plutón. Y el vampiro se tentó de cumplirle la voluntad. Pero la pregunta de la chiquilla le distrajo de su propósito. Él se rió, como lo haría un condenado a muerte, que nada tiene que perder; que nada tiene para temer — ¿Miedo, zwina?… La Muerte es mi amante. — le respondió, seductor.

E hizo su jugada; con una sola de sus manos estrujó la muñeca de la muchacha hasta hacerla soltar el arma, luego de lo cual, la cogió con ambas manos y la lanzó al suelo, en un golpe brutal, pero inocuo. La verdad era (y él era plenamente consciente de ello) que no deseaba matarla. Hacerlo significaba que el valaquio también tendría que morir, pues no sabría vivir en un mundo sin ese sol suyo que era la impertinente cazadora.

De eso tenía miedo, en verdad. De llegar a amarla, como si no la estuviera amando ya. Tenía que probárselo a sí mismo; demostrarse que era capaz de ver a Hélida como una propiedad, nunca como una igual… O estaría perdido; más le valiera entregarse a la Inquisición sin demora. ¡No! ¡Jamás! Él era el Amo y ella su Esclava, ¡nunca al revés!

Fue por eso que la azotó en el suelo; por eso le tomó el rostro angelical y lo abofetó, furioso (mas no con ella). Y, por eso, perdido en su Eros personal y siniestro, le rasgó las ropas y profanó su cuerpo con sus frías manos. Cogió el pecho sangrante y lo lamió con un placer incontrolable, para luego deslizar su lengua a lo largo de todo el vientre femenino, tan hábilmente expuesto por él. Se deleitó en la humedad de su punto más íntimo, el que saboreó sin que Hélida lo detuviera, porque ella, al final, también lo deseaba.

La calentó, la hizo moverse, buscándolo ansiosa y, en el momento final, cuando ella estaba lista para ser suya, Rashâd se detuvo y se puso de pie.

No, habibe. — la miró con crueldad y la cogió de los cabellos obligándola a ponerse de pie — Despedíos de vuestro padre el Sol, Hélida Darsian, pues desde hoy, me pertenecéis de todas las formas en que yo quiera poseeros. Y vuestra primera lección, zwina, es que no podéis derrotarme. Ni en el combate. Ni en la cama. Os tomaré cuando me plazca, — le dijo, mientras le ataba las manos con una cuerda que extrajo de entre sus ropajes, para luego echársela al hombro como si fuera un fardo de paja — donde me plazca y como me plazca. Buscasteis ser mi enemiga, ghzala. Pues bien, asumid las consecuencias de vuestras decisiones. — sentenció, colérico, mientras emprendía el camino de regreso a su morada.

Ian no estaría nada feliz, Rashâd lo sabía muy bien.

Pero su necesidad de Hélida era superior a todo lo demás. La domaría. A costa de lo que fuera, y sin importarle el tiempo que le tomara, Hélida acabaría siendo suya por propia voluntad. Sería un largo camino, no lo ponía en duda, pero, ¿qué podía importarle?

Él tenía toda la eternidad por delante para convencerla de entregarse. Podía esperar a por ello, sin la menor prisa.

Sonrió, diabólico.


***
Rashâd Al–Farāhídi
Rashâd Al–Farāhídi
Vampiro Clase Alta
Vampiro Clase Alta

Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 28/02/2014
Localización : Donde la noche gobierne

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] Empty Re: Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

Mensaje por Helida Darsian Mar Mar 17, 2015 2:26 pm

Él estaba furioso.
Bien.

Qué lo estuviera. No era ni la mitad de las emociones que ella sentía en aquel instante. Un poco más y podría ser oficialmente declarada una demente. Como si no lo estuviera ya…
No se quejó cuando fue derribada contra el suelo, ni lo hizo cuando él la abofeteó. Su labio debió de haberse roto puesto que la sangre comenzó a salir en abundancia. La muchacha sonrió sin defenderse, sabía ya que nada podía hacer.

Escupió al rostro de su enemigo. Del hambriento ser que había terminado con su vida.
Moriría con dignidad. Al menos tendría eso. Era lo único que deseaba.
Sin embargo el monstruo parecía estar dispuesto a regocijarse en su poder.
Sintió el aire frío sobre su piel desnuda antes que sus manos. El terror se atoró en sus extremidades, las cuales alzó para tratar de alejar a Rashâd. Helida, luchó por la súplica que deseaba de escapar de sus labios. No rogaría. No lo haría.

Arañó y golpeó hasta que sus dedos se entumecieron. Más que una cazadora, parecía una inútil joven siendo despedazada por un bárbaro.

“¡Todo menos eso!”, la misma frase de desesperación divagó por su cabeza una y otra vez.
Sintió la lengua del vampiro tentándola, instándole a derretirse a su dominio, pero aquel día su furia era mayor. Y a pesar de que la determinación se la estaba llevando el viento, la rabia era lo único que hacía bombear su corazón.

¡NO!

Su pelea llegó a su fin cuando él la ató y se la echó al hombro. Atónita ante las palabras que escuchaba, Helida dejó de intentar golpearle por un instante.

¿Qué…? ¿Qué decís? ¿No vais a matarme? ¿Quién os da el derecho de no hacerlo?

Sabía que sus preguntas además de ser inútiles, carecían de sentido, pero eran el fruto de la desesperación. Podía evitar caer en la tentación del Príncipe oscuro en distintas ocasiones, ¿pero estando secuestrada por él? La cazadora prefirió no meditarlo, a pesar de que sabía la respuesta.

¿Es eso lo que seré ahora para vos? ¿Una mera prostituta? —la ponzoña salió despedida en cada palabra —¿Y cuando terminéis? ¿Cuándo me rompáis? ¿Me matareis entonces? ¿Os encargareis de trocear mi alma en vuestros colmillos antes de hacerla desaparecer?

Helida trató de contener las emociones, pero era difícil ocultar el terror que estaba experimentado. No se sintió cazadora en aquel momento, sino más que lo que era. Una niña sola y asustada que necesitaba a su padre con urgencia. El nombre de este rozó su boca pero no lo dejó escapar, ¿por qué darle más regocijo a su enemigo?

No supo si fue por agotamiento o por el simple hecho de desaparecer que Helida se desmayó.
Su subconsciente se despidió de su orgullo con una carcajada.

Helida Darsian
Helida Darsian
Cazador Clase Media
Cazador Clase Media

Mensajes : 288
Fecha de inscripción : 25/04/2014
Localización : Paris

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] Empty Re: Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

Mensaje por Rashâd Al–Farāhídi Vie Mayo 01, 2015 8:36 pm

“El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única”.

Horacio Quiroga. A la deriva.


Podía sentir, sobre todas las otras emociones femeninas, el odio de Hélida, dominándolo todo. Era como una campana de acero, recién bruñida, firme, poderosa y eterna. Eso le satisfizo más que cualquiera de las otras sensaciones que le llegaban como débiles olas en medio de ese maremágnum que era el corazón de la Cazadora. Mas, por un momento, fue el miedo quien gobernó todo:

¿Qué decís? ¿No vais a matarme? ¿Quién os da el derecho de no hacerlo?

La frase, en sí misma, era tan ridícula y falta de sentido que Rashâd no pudo reprimir la sincera carcajada que se escapó de sus labios:

Habláis como si fuera mi obligación mataros… Como si vos, muchacha, tuvierais algún tipo de poder sobre mí.

La apretó más contra su frío cuerpo, para demostrarle de quién era la supremacía en aquel momento.

Mas, una vocecita se burló de él, en aquello indefinido y tan cercano a la palabra consciencia. Su semblante, si Hélida le pudiera ver, no reflejaba en lo más mínimo la burla que sus palabras expresaban. Hubiera querido que la moza se callare un momento, que diese descanso a esa agotadora contienda, pero simulaba ser que la Darsian no supiera de treguas, que lo de ella fuera arrasar el mundo con hielo y fuego, como si el odio de toda la Humanidad hubiera encontrado albergue en ese pequeño y frágil cuerpo:

¿Es eso lo que seré ahora para vos? ¿Una mera prostituta? — la ponzoña salió despedida en cada palabra — ¿Y cuando terminéis? ¿Cuándo me rompáis? ¿Me matareis entonces? ¿Os encargareis de trocear mi alma en vuestros colmillos antes de hacerla desaparecer?

A punto estuvo de azotarla contra el suelo, sin piedad; así de gigante era la furia que ella le encendía en el marchito corazón, en esa alma suya, tétrica e infinita, pero entonces le sintió soltar todos los músculos hasta entonces tensos a causa de la alerta y el temor; comprendió, en esa fracción de segundo en que ella se resbalaba de entre sus brazos, que la joven se había desmayado. Para fortuna de la mortal, sus reflejos eran de una velocidad que ningún mortal podría haber igualado nunca. Así pues, Hélida cayó entre los brazos de Rashâd como un ángel que hubiera descendido del Cielo, herido por algún pecado terrible.

Y él contempló su belleza frágil, su cuerpo puro en medio de la inmundicia del combate; pese a las rasgaduras, a las heridas, a las sogas amoratando sus manos, Hélida seguía siendo una mujer de belleza singular, superada sólo por su expresión cándida y lejana. Se arrodilló con esa especie de tesoro que era la criatura en manos del inmortal, y la depositó en el suelo, luego de lo cual le liberó las inertes manos. Ella parecía tan inalcanzable en esos momentos y Rashâd parecía tan sumiso y débil que la escena misma habría parecido una mala pieza de teatro del absurdo.

Comprendió, al cabo de unos minutos, que ella no despertaría de inmediato y la noche avanzaba implacable y veloz, como si la Luna estuviera desesperada por volver a los brazos del Hiperión. Le masajeó las muñecas heridas por su propia crueldad y, con la velocidad de la que sólo él podía hacer gala, volvió a tomarla entre sus brazos para luego apurar sus pasos hacia su mansión. En un tiempo que sólo él pudo percibir, ya cruzaba el umbral de su terreno y disponía de él como más le placía.

En efecto, las mujeres de la casa habían sabido cómo recomponer el orden que él había empeñádose en destruir día tras día por causa de la hembra que cargaba tan gentilmente. Jane fue quien le abrió la puerta y le sostuvo la mirada, desafiante, como si supiera ella la aberración que él cometía llevando a su enemiga al hogar compartido con el gentil sufí inmortal.

Bajad esa mirada insolente, mujer. — exclamó el valaquio, ofendido — No son asuntos vuestros lo que yo haga en mi morada. Decid a Ian que se presente ante mí. — ordenó, impaciente y dirigió sus pasos hacia su dormitorio.

El amo Ian no está. — replicó Jane, con la misma insolencia — Pensaba que estabais con él. — le recriminó, con cierta angustia en la voz, como si ella, una simple mortal, pudiera aspirar a un corazón tan puro y noble como el de su varón.

Rashâd volteó lentamente hacia la criada, en esa cólera fría que le recorrió el espinazo. Que la zorra diera gracias porque él estaba ocupado en otros asuntos.

Vos limitaos a informarle de mi petición, no os pago para que opinéis, ¿ha quedado claro?

Luego de lo cual, volvió sobre sus pasos y se perdió en su cuarto, depositando su delicada carga sobre la mullida cama. Tendió a la joven con toda la suavidad de la que era capaz en ese momento. Se inclinó al lado de la hija de Helios y esperó.

Parecían siglos desde que ellos pelearan, desde que se declararan la guerra; pero apenas habían transcurrido unos minutos. Y entonces ella abrió sus ojos, llenos de vida. Y él deseó, en ese segundo imposible, que mejor no hubiera despertado jamás.

Porque estaba a punto de saber que no era una buena idea encerrar a un ángel lejos de su Cielo.


***
Rashâd Al–Farāhídi
Rashâd Al–Farāhídi
Vampiro Clase Alta
Vampiro Clase Alta

Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 28/02/2014
Localización : Donde la noche gobierne

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18] Empty Re: Sin taberna y sin teatro {Hélida Darsian} [+18]

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.