The Promises We Made Were Not Enough [Privado]

por **Jenna Saltzman** Lun Nov 03, 2014 11:37 pm

"... Why your sweet beliefs have led my soul In distress?" ~

Llevábamos exactamente un año en convivencia, y nada más ni nada menos que en su espaciosa residencia. De un estilo refinado y gótico, la mansión se encontraba perfectamente entre los recónditos de una considerable arboleda. Allí el silencio podía reinar en su delicia si así lo quería, y en mi caso más cómoda era imposible estar, tanto que los otros dos integrantes de su círculo me habían llegado a simpatizar bastante. A Sven con el tiempo quizás lo tomara también como hijo, aunque la idea me sacudiera en un principio, y Kaya se había vuelto una extraña confidente mía. Era, definitivamente, un clan un tanto extravagante, pero no esperaba menos de este empezando por nosotras. No necesité en efecto demasiado tiempo para acostumbrarme, era como si al fin y al cabo estuviera destinada a ello. Mis horas nocturnas las destinaba principalmente a Lauren, pasando la mayor parte del tiempo con ella, y hasta el intercambio de nuestra sangre se había vuelto en suma medida un perfecto sustento para la toma obligada de ella. Por supuesto aquella relación era mantenida en secreto bajo los integrantes de la casa, pues ni la servidumbre de Lauren sabía o se atrevía a investigar, y tal era el respeto que sabía que no haría falta el uso de sus dones para controlarlos. Al menos con ellos sí tenía decencia o algo de consideración.

Aquella noche había despertado mucho más tarde que ella; no entendía como aún no lograba despertarme a la par suya. Incorporándome con tranquilidad, la llamé por su nombre buscando su voz y figura, y allí estaba una vez más, esta vez ordenando y buscando aquella capa tan característica suya, arreglándose a su vez como podía, más allá de que no lo necesitara. Le pregunté entonces el porqué de ello y tanta prisa, y rápidamente me contestó que era otra asamblea con sus superiores, y claro que no me podría adentrar demasiado en la cuestión. Luego de un veloz beso la vi atravesar la entrada, y en silencio permanecí unos segundos, un tanto desorientada. En la casa también predominaba el silencio, no había señales del resto, y el asunto en general me inquietaba por dentro, pues siempre tuve la curiosidad acerca de las internas a las cuales pertenecía, no importaba cuan despreciable me pareciera. Y justo sería esa misma maldita noche en la que no resistiría a la misma, puesto que ya andaba en dos pies tras su rastro. Debía de guardar mucho sigilo, considerando a sus acompañantes, quienes podrían de costarme la vida. De haberme viste me hubiese odiado tanto.

Me detuve, sin embargo, de manera aturdida al ver donde descansaba sus pasos. No era nada más ni nada menos que un burdel, el lugar con el que tanto había despotricado en su misma presencia. Por supuesto, algo de diversión me parecía perfecto, pero casi siempre terminaba hastiada al ver tanto a hombres y mujeres ingresar inmersos en la lujuria para olvidar el nombre de sus parejas un rato.
Me acerqué aún teniendo una precavida distancia para presenciar mejor su interesante visita al lugar, y tan sólo luego de unos segundos lo vi a él. Fuera quien fuera, era claro que se conocían bastante bien, y más me sorprendía que fuera ella quien lo hubiera llamado a acercarse. Aquellas sonrisas y gestos me incomodaban lo suficiente. ¿Era esta su reunión? ¿Cuántas veces me habría entonces venido con esa mentira? Aquel juego de coqueteo insoportable calaba demasiado hondo en mí, y más lo hizo al ver la seña del tipo, invitándola a entrar con más comodidad dentro de las cortinas. Pensé entonces que ella no aceptaría, ¡no podía! Más me vi ilusa nuevamente, y observé como sus figuras se perdían en el interior. Estaba claro que no iba a entrar en el momento tan sólo para enfrentar de frente algo indeseado. Esperaría su llegaba como bien hubiese debido, y recién ahí eliminaría toda duda, por más innecesario que esto fuera. Ella jamás me vio hasta ese entonces.

Llegando nuevamente a la residencia, aguardé las horas tortuosas en silencio, debía al menos ocuparme de algunos asuntos antes de su llegada.

por **Lauren Von Krautzs** Vie Nov 07, 2014 9:54 pm

"There is a fire inside of this heart
and a riot about to explode into flames."

Conforme avanzaba por las calles de regreso a la residencia, el aire se tornaba pesado, más denso de lo que debería estar considerando la estación que predominaba. O tal vez era sólo yo quien lo sentía de esa manera, pues extrañamente en mi se había instalado una presión que lejos de disminuir, crecía en cada nuevo paso.
Hubiera llegado en pocos minutos a la mansión, pero sólo me di el gusto de tardar para pensar en lo difusa que la noche se había vuelto. Ya que encontrarme con Fletcher bien pudo haber sido una casualidad, pero el estaba muy al tanto de mis pasos, por lo que la insquisión no tardaría en enterarse y comenzarían los interrogatorios por más que buscara mantenerme alejada de los malditos devotos. Era mi responsabilidad ocultar la localización de la residencia y todos los que vivían conmigo.

No quise retrasarme más de lo necesario por lo que luego de echar un vistazo a mis espaldas, adopté el recorrido que me correspondía.
Desde afuera todo se observaba en calma, y eso era esperarse; Sven había salido de caza esa noche y Kaya llevaba algunos días din dormir en su habitación y me encontraba muy segura que mi prima habís sentido la necesidad de volver a su cabaña en el bosque.

Intenté no hacer demasiado ruido al entrar y antes de subir las escaleras que daban hasta la habitación que compartía con Jenna, me desvié a un cuarto en la planta baja, en donde dejé mi capa y cambié el vestido que traía, ya que estaba claro la impregnación de aromas que tendrían mis ropas.
Luego de esto finalmente me sostuve de la baranda de las escaleras y ascendí con aparente calma. De seguro ella estaría despierta y esperándome como siempre..¿Sería prudente decirle lo que había ocurrido?.. Probablemente no, sólo serviría para ocasionarle un mal rato. Después de todo no consideraba que había sido gran cosa, aunque claro, eso era visto de mi liberal punto de vista. Grave error.

Empujé desde el pomo la puerta y me enfrenté a la reducida luminosidad que las velas entregaban, buscando su figura entre las sombras.
— Buenas noches, Jenna.— el saludo fue seco, pero sinceramente me aliviaba verla, aunque había algo en ella, su semblante era estático, sin mencionar lo serio de éste.
— Lamento la tardanza. Tuve algunos inconvenientes.— agregué mientras desataba mis cabellos, observando de reojo el jardín desde el ventanal a un costado de mi cuerpo.
Era la única oportunidad que tendría para decirle todo, pero inutilmente titubeaba. No tenía forma de explicarle como había terminado en un burdel ni mucho menos la compañía que había conseguido.

Tomé la desición equivocada tratándose de mí, pero me arriesgaría a "confesar". Finalmente si había salido de ese lugar había sido por ella.
— Jenna, hay algo que debo decirte...— liberé las primeras palabras, sintiendo como éstas raspaban mi garganta y mientras aguardaba paciente a que su atención se centrara por completo en mí, me instalé de pie al borde de la ventana, observándole fijamente.
Dejé que los segundos avanzaran, ya que no lograba ordenar las ideas en mi cabeza. Maldecía el nerviosismo que buscaba azotarme, claramente no podría continuar así y lo peor es que ya no podía retractarme. Tendríamos una larga noche por delante.

por **Jenna Saltzman** Dom Nov 09, 2014 2:26 pm

Se sentía extraño, pues me encontraba tan impaciente que deseaba que llegara de una vez, y al mismo tiempo, por el contrario, no deseaba verla atravesar la puerta. Conocía mi propio raciocinio hasta ese punto como para darme cuenta de cómo podría llegar a reaccionar, sabiendo como probablemente empezaría y terminaría todo esto, y créanme que no me animaba a enfrentarlo aún, no con ella. Mi cabeza seguía maquinándose siquiera con lo poco que había alcanzado a ver, enredando toda clase de cosa que ella pudo hacer o que todavía estaba haciendo, como seña de mi escasa paciencia en esta clase de momentos. Nadie, después de todo, con un poco de sentido común la tendría, y aunque en algunas excepciones me consideraba masoquista, estaba claro que este no sería el caso nunca. Constantemente me hundía en burdas conversaciones que podríamos llegar a tener, o que yo le diría. »No es necesario que me digas«; »¿Cuánto tiempo duró aquello?«

Cuando me di cuenta me encontraba observando el collar que me había entregado como promesa de no alejarse nunca más; no quitaba mi vista de encima de él, y fue cuando oí unos pasos provenientes del clásico crujido de la escalinata de madera, y más allá de que no lo necesitara, tomé una gran bocanada de aire. Aquella persona no podía ser Kaya, ni mucho menos el pequeño. No, su aroma la delataba.
No me animaba a enfrentar su rostro, debido a que sabía lo perceptiva que era con mis expresiones y su poca sutileza. ¿Era mejor pasarlo por alto y seguir con nuestra feliz anormalidad diaria? Eso quería, pero realmente no podía sostenerlo lo suficiente. Permanecí en silencio durante unos segundos más, concentrada en todo y nada a la vez. Apenas atendí a sus primeras palabras, al menos no tanto como a su última oración. Recién ahí entonces le devolví la mirada. Una fría, bastante distante.
—Buenas noches, amor —dije al fin —. ¿Cómo estuvo la… asamblea?

Suspiré. A esas alturas tender cualquier tipo de teatro era hasta cínico, pero todavía así me había llamado la atención, y sólo quería saber qué iba a agregarme. La casa estaba completamente vacía, a nuestra disposición, de modo que podríamos armar cualquier tipo de escándalo libremente, o bien callar, resumiéndonos en sencillos saberes del tema, pero sin embargo preferiría mantener la discreción, a pesar de que no sabía cuánto iba a durarme este. Mantenía mis manos inquietas, sobre el dije, sobre las sábanas. Me costaba concentrarme.
—Que debes decirme… ¿Qué sucede?

En verdad me costaba horrores ocultarlo, y era probable que ella lo notara. Ahora poco importaba ya, si después de todo el utilizar cualquier variante de factor desembocaría en lo mismo. Desvié nuevamente mi rostro hacia un costado, y sonreí un tanto hipócrita, negando un par de veces con la cabeza. Sí, me costaba demasiado.

por **Lauren Von Krautzs** Lun Nov 10, 2014 8:46 pm

"The prayers that we have prayed were like a drug.
The secrets that we sold were never known."

Me sentía perdida, no sabía como empezar... Aún conociendo las palabras que debía usar para hacerle entender lo que había ocurrido. Me causaba extrañeza la frialdad de su mirada, tremendamente cortante, algo que me impulsaba a pensar que ella ya conocía muy bien lo que tenía para decir, "¿Me habrá leído?"... De cualquier forma no tenía derecho alguno a ofenderme porque ella haya roto esa promesa de privacidad, después de todo yo misma había quebrantado una mucho más valiosa; La confianza que tanto nos había costado forjar. Misma que seguramente hoy se iría por la borda. Todo un año perdido, inútilmente perdido.

No me acerqué ni un sólo centímetro a ella. Analizar su postura me detuvo antes de realizar cualquier aproximación. La sentía totalmente a la defensiva y no deseaba invadir su espacio tan bruscamente, por lo que desvié mis pasos a otro rincón de la habitación, sin tener siquiera la necesidad. Sólo era el nerviosismo actuando en mí, era eso lo que me mantenía en constante movimiento.
Exhalé aún con la mirada adherida a la refinada decoración de la alcoba.
— No fui a ninguna asamblea.— mencioné con firmeza- Aunque deseaba que mis palabras restaran algo de la tensión del ambiente, al pronunciarlas sólo rasparon en mi garganta.
— No me preguntes "cómo"... Pero terminé acudiendo a un burdel. Sólo iba por un trago, pero...— hice un pausa, ya que hasta yo me daba cuenta de lo ilógico que sonaban mis explicaciones, pero era cierto. Mi presencia en la "Casa de Muñecas" no era para buscar placeres carnales.
— El punto es que no fui la única que escogió esta noche para visitar el lugar... También un antiguo conocido de la inquisición.- "El bastardo de Fletcher". Si no hubiera sido por su aparición, nada de eso habría ocurrido, ¿pero acaso podía culparlo solamente a él?.. Claro que no. Tampoco podía aplacar mi responsabilidad en los echos por cargarlos en los hombros de un tercero.
— ... Luego de hablar por unos minutos, terminamos compartiendo algo más que un simple vaso de vino.— murmuré y fue necesaria una fracción de segundo para darme cuenta que toda mi explicación no estaba sonando para nada bien, por el contrario, era un completo desastre, pero ya no podía dar pie atrás, debía terminar con eso de una buena vez. Antes de continuar me aseguré de tener mi mente totalmente bloqueada, en blanco.
— No creas que me revolqué con él, porque no es así... Pero existió un intercambio de sangre mutuo.— fue todo lo que tenía para decir.

La explicación había sido simple, y eso era de esperarse, no valía la pena que me diera el tiempo de dar detalle alguno, no era necesario.
Ahora todo se desprendía a las manos de la vampiresa, si me creía o no, o bien si debía desahogarse y gritarme en mi cara lo maldita que era. Todo lo aceptaría, ya que por primera vez era capaz de reconocer mi error.

por **Jenna Saltzman** Mar Nov 11, 2014 12:31 am

"Tell me, what would you say when those promises you made to me don't come true." ~

La rigidez de nuestras posturas, nuestros semblantes pétreos y carentes de expresión, éramos puestas cada vez más en evidencia a medida que más buscábamos ocultarlo. Me sentía en un pequeño cubículo al que se le iba agregando presión, en donde metafóricamente me hallaba asfixiada, y todo por la situación, por su presencia, por cada palabra que lograba oírle salir de su boca. De reojo habría observado su cambio de ubicación. Tanto me delataba con mi comportamiento, que de alguna manera sabía que no iba a acercarse.

Eso estuvo muy claro, pensé para mí misma al escuchar su primera declaración. En ese momento sólo buscaba tranquilizarme, enfocarme en otro tipo de resolución más centrada, más me era imposible, pues al escuchar más y más su discurso delator, lograba tensar todo mi cuerpo, y era cuando más deseaba evadir su mirada. »… terminamos compartiendo algo más que un simple vaso de vino.« ¿Quién había sido ese tipo? Su compañero en la inquisición, ¡y era cuando más mi mente ponía a marchar nuevas hipótesis! Una más desagradable que la otra. Cuando venía a despedirse por aquellas misiones encomendadas, era cuando aquel títere de la tentación poseía oportunidad para calmar su atracción liberal.
Tardé unos segundos en decidirme, pero finalmente terminé levantándome del lugar y, aunque a paso desganado iba, firme me mostraba. Después de todo a estas circunstancias debía cerciorarme con algo más que sólo sus palabras.
—Está de más aclarar que no necesito tu permiso para leerte, ¿no? Promesa por promesa —respondí sin ninguna señal de vida en mi voz, tomándole de los hombros con suavidad, totalmente displicente. Así me habría puesto a decodificar el más allá de lo que apenas mis ojos habían logrado ver en vivo horas antes.

No sabía si arrepentirme de ello o no. Lograba ver todo, oír todo. Fletcher, ese era el nombre del bastardo. Ya adentrada a lo que había sido el rato dentro de aquella habitación de amantes, no supe como conseguí concentrarme. Aquel juego de movimientos entre ambos, aquellos suspiros, aquella repugnante conversación de por medio. Y ahora… El ínfimo espacio que se mantenían en aquel rincón contra la pared. Ese hombre manoseándole, el fino vestido de Lauren deslizándose por el suelo, y mi estómago comenzó a revolverse; si me había mentido con lo otro, sabía que también podía hacerlo con lo que me había dicho hace segundos. No me equivocaba, puesto que ella, sin embargo, terminaba “cortejándolo” arrancándole de igual manera su camisa. Un calor inexplicable iba subiendo en mí cada vez más. ¡Y claro! Ahí estaba aquel intercambio de sangre.
¿Iba ella a irse luego de ello como decía en sus recuerdos? Ahora lo dudaba, y más lo hice cuando vi al malnacido frenándola, reteniéndola de espalda contra su cuerpo, introduciendo su mando en la prenda femenina, rozando su intimidad. “Te quedas o te vas con ella”.

Y la solté de repente de manera brusca, retomando mi distancia con los pasos, distanciándome a su vez de toda visión. No quería saberlo. ¿Para qué seguir develando tanta amargura?

—»Por supuesto que tengo algo que perder« —comencé a recordarle sus palabras, puesto que no creía que las pudiera haber dicho —»No iré a ninguna parte«… Ya no necesito seguir viendo.
¿Qué era lo que estaba sintiendo realmente? Ira, melancolía, decepción, no sabía descifrarlo. Sólo sé que por impulso terminé tomando una de las dos copas que solíamos llevar hasta la habitación con algún licor o vino, para luego lanzarla contra el sueño, haciendo que la misma en milésimas quedara hecha añicos.
—Eres una… —Resoplé, y tomé un respiro. No tenía porqué decirlo, intentaba aún controlar mi momento agresivo, el primero en mostrarse por lo general ante este tipo de situaciones —Al parecer después de todo este tiempo no hay nada que te diferencie de aquellas mujeres en semejante lugar.

por **Lauren Von Krautzs** Mar Nov 11, 2014 9:39 pm

"Do you really want?.. Do you really want me?
Do you really want me dead ...or alive to torture for my sins?"

Hace siglos que no sentía aquella culpa, esa jodida sensación de no tener el control de la situación, y observaba con profundo resentimiento como todo se me iba de las manos conforme pronunciaba una nueva e indómita palabra ¿qué intentaba con todo eso? ¿limpiar la carga que llevaba en mis hombros por olvidar mi lugar?.. No lo sabía, pero sinceramente, no estaba sintiéndome aliviaba por soltar tan vaga confesión a mis ruínes actos.

Mis ojos se centraron en los movimientos que lentamente la acercaron a mí, por lo que mi postura fue totalmente relajada — falsamente relajada — y esperé hasta tenerla justo en frente.
Lo que dijo luego bien sonaba como una condena, no había razón alguna para negarme, y tampoco podría crear algún tipo de pared que protegiera mis vivencias, mis recuerdos. Sería un libro abierto para ella, un peligroso libro con cada detalle de las últimas horas.
Mi cabeza se movió a los costados, demostrando así la autorización que le daba, aún cuando esta no había sido solicitada. Los segundos, minutos... — para mí, una eternidad — fueron tortuosos, me agobiaba pensar en lo que analizaría, en como se sentiría al ver tanta porquería, porque eso era ¡una absoluta porquería!

El seco movimiento que sus manos realizaron para soltarme evidenció que sus visiones había concluido. Luego me vino un escalofrío horrible, recorrió mi espalda; Me estaba escuchando a mí misma a través de su voz, todas y cada una de las estúpidas acotaciones que había echo —Detente.— pensé con remordimiento, realmente me estaba hiriendo con todo eso... Pero lo merecía, eso lo sabía. Aunque esperaba que ella hubiera apreciado mi retirada de ahí, algo que por lo visto no hizo.
Su reacción era algo mínimo comparado con lo que realmente esperaba de ella, por lo que el estruendo que provocó la copa al desintegrarse sobre la alfombra sólo me hizo observar sus gestos con mayor detenimiento, y sin que pudiera contenerme, las ganas de contenerla se volvían insostenibles.
— ¿Una qué? ¿una puta?— presioné para que ella lo dijera tal y como lo pensaba, sin que lo decorara con la inútil comparación con las prostitutas del burdel.
— Te dije que no me había revolcado con él y tú misma pudiste comprobarlo.- era mi momento de hablar, buscando alguna defensa que pudiera usar, pero sólo pensaba en decirle toda la verdad.
— Que lo toqué más de lo debido, sí, no lo niego y fue una completa equivocación... Y lo fue en primera instancia el atravesar el lumbral de la puerta a su lado.— sólo ahora que me escuchaba en voz alta podía entender la poca consideración que había tenido.
— Fletcher es parte de mi pasado, uno que seguramente es mucho más obscuro de lo que imaginas... Y pude haberlo revivido esta noche ¡pero no lo hice!—exclamé ya presa de la frustración y en medio del impulso avancé los pasos que ella había retrocedido, y aunque casi podía sentir el roce con su cuerpo, no la toqué en ese momento.
— Jenna, sé que no tengo justificación alguna para lo que hice, pero si salí de ese lugar fue por ti.— esa era la verdad más poderosa que tenía a mi favor.
— Tú eres lo que me hizo regresar aquí... Yo no podía... —mi voz se quebró y me vi en la obligación de dejar el respeto de su espacio personal de lado, y fue mi diestra la encargada de concentrar una caricia sobre su mejilla.
— No puedo perderte a ti.. No puedo.— susurré con la chispa de desesperación asomando por el tono empleado.

Estaba lista a recibir sus insultos, su rabia e incluso si deseaba desquitarse de manera física o inclinándose al uso de sus dones. Pero no estaba lista a verla salir de la habitación, de nuestro hogar... Jamás lo estaría.

por **Jenna Saltzman** Mar Nov 11, 2014 11:36 pm

Me concentraba estática en el lugar, apagada de mí misma, inanimado cuerpo que descansaba casi sobre una esquina sin consciencia, que no quería removerse de allí. Era como advertirse a una misma de sus próximas acciones, las cuales no serían tal vez las más sensatas. No sabía como reaccionar considerando a la persona que tenía en frente. Si se hubiera tratado de alguien más, alguien que no hubiera calado lo suficiente en mi vida como para alterarla por completo, quizás ya hubiese mandado al olvido a la misma, pero era ella, y sólo ella, y no me lo podía permitir.

Utiliza la palabra que desees, el significado sigue siendo el mismo, pensé solamente para mis adentros. Inerte me mantenía, oyéndola en profundo silencio, no me interesaba hablar o discutir ahora, podría ser por lo que había visto, o porque si lo hacía lo terminaría de arruinar. Oía sus culpas exhumarse, sus defensas escapando hacia la luz. ¿Y qué sucedería si esta vez se lo perdonaba? Dicen que, si una vez lo haces, es porque lo volverás a hacer, y tanto me había confirmado aquello con vidas ajenas, que sentía que esta no sería la primera vez, y en verdad no estaba preparada para volver a sostenerlo. Si discernía de su equivocación, ¿por qué no discernió en el momento? Y pensé, que tal vez sí lo estaba haciendo, o que si no había controlado sus instintos antes aún queriéndome, lo volvería a hacer. Conocía muy bien de anécdotas al transitar historias bajo otros labios. Existían millones de individuos que llegaban hasta la infidelidad en su punto más culmine, y era probable que a esto lo tomaran como una estúpida exageración, ¿pero eran conscientes de ello? No, estaba segura, y no entendía desde cuando lo interiorizaban como asunto menor. Una aventura, un inextinguible carpe diem, y entonces todo el amor y respeto, aunque quisieran ignorarlo, en el olvido habría quedado.

Lauren se acercaba hasta donde me encontraba, e innecesario me pareció su atrevimiento, y aún así lo valoraba, pero no podía moverme, pese a las palabras usadas en defensa, pese a sus asumidos errores. Pero fue cuando sentí aquel contacto, su mano contra mi mejilla, cuando volví a perder mis estribos. No sabía como reaccionar ante aquello, ante su áspera voz arrepentida.
—No me toques —respondí con un hilo de voz, retrocediendo nuevos pasos. Instantes luego volví a moverme, esta vez bajo el dintel de la puerta, donde en un comienzo ella había estado —¿Saliste de ese lugar por mí? Oh, ¿y por mí fue también que entraste con él? No.
»No me interesa ya seguir viendo tus visiones, hayas hecho lo que hayas hecho. ¿Crees que con ello no tuve suficiente?... ¡Dime que pensarías o harías si fuera yo la que hubiese estado en tu lugar!
Entonces lleve mi diestra a frotarme los ojos con brusquedad, analizando el rompecabezas que había resultado ser esto. Ella habría mantenido sus ideas libres durante siglos, así como yo las mías conservadoras, y no lograba ensamblar ninguna pieza, simplemente no se podían relacionar. No encontraba otra opción, y extrañamente comenzaba a odiarme a mí misma de una manera inimaginable.
Velozmente salí de lo que era nuestra habitación, y en un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba en el umbral de la gran puerta principal. Giré medio cuerpo y arranqué el dije de Anna -su madre-, que tanto había atesorado.

—Si realmente te hubiese importado, no habrías siquiera puesto un pie dentro del lugar, y lo siento mucho.
Ahora yo estaba lista, me iría de allí. ¿A dónde? Ya no importa. Deseaba perderme hasta a mí misma. Buscaba alejarme lo más posible. Mis suposiciones estaban siendo ridículas, pero eran mis más altos juicios los que me expulsaban fuera de la residencia, fuera de su lado.

por **Lauren Von Krautzs** Miér Nov 12, 2014 10:29 pm

"No matter how many times that you told me you wanted to leave...
No matter how many breaths
that you took, but still couldn't breathe."

Era como hablarle al aire, sin importar lo que dijera ella seguía fría, inmóvil, como la más bella escultura de mármol. Así sentía su presencia, su piel, hasta el rechazo que tuvo con mi caricia, y lo lamenté profundamente, aunque fue aquel mínimo contacto el que me "devolvió el alma al cuerpo".
Estaba comenzando a desesperarme, más cuando la distancia que Jenna estaba tomando se asimilaban a finas navajas que lanzaba contra mí, contra mi necesidad de rozarle. Todo estaba siendo pasado a llevar por ella; mis actos, palabras y hasta las confesiones que realicé, resbalaban por los ideales de mi compañera.
No volví a acercarme, ¿para qué seguir jugando con su paciencia?.. Desde ahora me mantendría con los limites que ella estableciera.
Asentí en silencio sólo a su primera pregunta; claro que si había salido de aquel lugar, era sólo por ella, por el recuerdo que me embargó estando ahí.

De pronto, en menos de lo que tarda un pestañeó la había perdido de vista, pero su aroma no tardó en guiarme hasta ella, llegando a la puerta de salida de la residencia.
— ¡Alto, Jenna!—le exigí con un grito que me paralizó más a mí que a ella. Fue ahí que mi anterior decisión de mantenerme a raya con ella se esfumó, y prácticamente corrí a sostener sus manos, en un intento de entrelazarlas con las mías, un movimiento que me ayudó a notar la presencia del dije de mi madre... La vampiresa tenía literalmente mi promesa en la palma de su mano.
— No puedes irte... ¿En serio vas a dejarme? — no podía aceptarlo.. ¡No quería aceptarlo!
Había dejado todo por ella y no me arrepentía en lo absoluto, pero ahora junto con ella podría irse la parte más valiosa de mi existencia.

Imaginé una y mil maneras de retenerla, utilizando mis ilusiones, recitar un sin fin de promesas. Pero ya no tenía derecho sobre ella, ya la había herido lo suficiente.
— Jenna, yo... Yo te...— "Díselo o vas a perderla". La amaba, y aunque no lo hubiera mencionado nunca ne voz alta, estaba segura que ella lo sabía, porque su alma recibía aquel fuerte sentimiento de mi parte.
Pero me callé, como una cobarde que se estaba dando por vencida frente a ella, y fue el suspiró agónico que expulsaron mis labios el encargado de crucificarme.. ¿Qué más podía hacer?
Mis ojos cristalizados ascendieron a los suyos, y los hice descansar en el sustento de su obscura mirada.
— Por favor...—

por **Jenna Saltzman** Jue Nov 13, 2014 1:44 am

Y en el umbral aún me mantenía sin movimiento alguno. ¿A qué esperaba? No pretendería moldear alguna clase de juego altivo. Ilusa aguardaba a que esto jamás estuviese sucediendo. Horrida realidad que se asomaba en mi presente, donde todo tan bien parecía estar. Estaba actuando automatizada por los valores que siempre había defendido sin ningún tipo de pavor. Desde que tenía uso de razón, aquella índole de moral básica y devota se habría embebido en cada preludio de acto que estuviera por cometer, y no se trataba de una represión, sino un entendimiento hacia el simple razonamiento en donde el amor y el respeto iban entrelazados, y mientras más iba pasando el tiempo, más me iba amargando; tan así que nunca llegaría a mantener una relación estable, tan así que para mis cuarenta años de vida ya me había vuelto un ser asexuado, totalmente apática a cierto contacto o relación íntegramente amorosa, y aunque monótonos se habían vuelto mis inviernos, bien me había sostenido. Más con ella había roto mis esquemas. En más de seiscientos años me lo podría haber propuesto, y ahora tan sólo un año significaría tanto para mí, ¡y ahora lo estaría viendo inexistente!

Su voz retumbó en la sala, e hizo que se me erizara la piel. En ese entonces de nuevo mi mente comenzó a trabajar tortuosa en la indecisión, y sólo un llamado había hecho. Era tan débil, pero debía entender, una vez más, que era lo único que tenía y jamás tuve. Mi cuerpo iba más allá de mi deseo por mantenerme impávida, e inmediatamente me di vuelta a su encuentro, apretando con firmeza mi mano derecha, misma que sostenía su collar. Su habla perforaba cada poro de mi piel con gran suplicio. Su mano sobre la mía parecía arder, puesto tanto como la quería lejos la necesitaba cerca. Me encontraba esta vez con una mujer de desconsolado mirar, y esta era tan distinta a la de sus visiones. ¿Cómo era posible? Ella no era ella.

—¿Tú qué? ¿Me amas? Vaya manera de demostrarlo allí —dije, aún confundida —¡Tú sabes quien era, y porqué fui lo que fui! Si entonces había vivido mis siglos como alguien asexual, fue justamente por esto, Lauren. Y aunque siempre fueron noches con propósitos vacíos o desabridos, a nadie nunca se lo podía haber permitido. Conoces de mi temor al asunto.
¿Debía temerle a algo así? Ridículo sonaba, pero aún con la poca alma que me quedaba, aquel escudo más resistente se había vuelto.
Pero al mirarla empezó a embaucarme cierta calma, y entendía que no era la primera vez que me sucedía al hacerlo, y me preguntaba de donde sacaba ese poder. Procedí entonces a resbalar mi mano de su agarre, volviendo a sostener la máxima perdición de sus escarchados ojos. Un nuevo impulso quemaba sobre mis manos, mismas que terminaron apoyadas sobre sus mejillas. La contemplaba, me fascinaba, me entristecía.
—Nunca pensé calmarme tan repente, pero asombrosamente logro eso con mirarte —confesé con voz más calmada, no logrando contenerme de posar mis labios sobre los de ella, reclamando quizás un último beso.
—De veras lo siento.

En ese instante solté el contacto que me mantenía con ella, y me di vuelta nuevamente, pues había sido suficiente, y ni ella debía verme así. Comenzaba a quebrarme, y hacía tanto tiempo que no sucedía; se notaba en mis titubeos a voz rota, en mi mirada de brillo humillado. Era de las que no conseguía retener mis inquietudes, tanto buenas como malas, y en varias ocasiones habría de quedar como alguien absurda, pero era tan sencillo que no lograba calmar lo que mi cuerpo buscaba descargar o eximir. Comencé así a dar pasos ciegos a través del sendero que separaba su casa, sin dar uso a mi velocidad, aturdida. Fuera o no la salida, era algo que me encomendaba al sentir que no quedaría nada.

por **Lauren Von Krautzs** Jue Nov 13, 2014 11:44 pm

"No matter how many nights did you lie wide awake to the sound of pausing rain...Where did you go?
Where did you go?.. Where did you go?"

Sabía que mi postura era desconcertante e inesperada, aún mas para ella, pero todo era provocado por el temor a perderla, uno que no había sentido hace bastante, y lo peor es que este se vitalizaba con cada segundo que pasaba. Todo se desgastaba por el incómodo silencio luego de mis lamentos.
Estaba tan segura de lo que sentía, pero mis trabas me frenaban, sellando mis labios y dejándome a la deriva con el único deseo de que lo anteriormente dicho ayudara a calmar la rabia que se estaba impregnado en el interior de ella.

Era lógico que la vampiresa necesitaba escuchar las cosas de mis labios, pero ahí nacía una nueva incógnita para mí.. ¿Qué pasa si ya no lo cree? Y por segunda vez me encontraba en jaque.
Quise decirle que sí, que la amaba y había sido un completa idiota al haber ido hasta ese inmundo lugar y que estaba sumamente arrepentida de mis inconscientes actos, pero era de esperarse que ella no quisiera entender. No me daría la oportunidad de hablar, ya lo había intentado con un patético fracaso. Ahora debía concentrarme en otros métodos, mucho menos convencionales.
Había sido muy ingenua en creer que ella se arrepentiría de su decisión, pero fue entonces que sus ojos destellaron con semejante frialdad luego de silenciar sus dichos.
— Lo sé, créeme que lo sé... Y me siento orgullosa de ser yo quien te hiciera cambiar la manera en la que veías tu inmortalidad... Y ahora lo arruiné, maldición.— le dije con una rabia muy presente en mi voz, misma que sólo me autodirigía a mí, ella no la merecía.

La siguiente victima de la horrenda presión fue mi estómago, to en cuanto sus manos abandonaron las mías, dejando el dije ahora en mi palma. Aunque bastó un segundo para que el gesto de acunar mis rostro, me ayudó a tomar retomar mi innecesaria respiración.
— No te vayas.— volví a pedir, justo antes de que sus labios me silenciaran. Y disfruté como nunca de aquello, la suavidad sublime que un beso suyo podía entregarme.
Estuve a punto de protestar cuando su retirada fue un echo visible ante mis ojos.. ¿Era todo para ella?
Suspiré entrecortadamente, al borde de un profundo dolor que me carcomía por dentro, el cual fue incluso capaz de inestabilizarme, hasta dejarme suspendida contra el marco de la puerta.
Y lo dudé, no comprendía el perverso destino que nos se había encargado de unirnos por más de un año, y ahora se atrevía a separarnos. Pero increíblemente era ella quien me dejaba.
— Sí te amo...— susurré con voz inaudible para sus oídos. Fue entonces que lo supe. Quizás ella había tenido suficiente... Pero yo no.
— ¡Te amo, y no puedo dejar que todo termine así! — respondí de forma tardía a su primera pregunta. Limpié la amargura de mis ojos, y me reincorporé ubicando muy bien los pies sobre la tierra mientras alzaba mis brazos y las ilusiones comenzaban.
Cuatro enormes columnas de piedra se alzaron a su alrededor, aprisionándola, mientras mi mente se encargaba de hacer un recuento de lo que había sido nuestro primer año juntas. Sólo debía aguardar pacientemente unos segundos, hasta que mis visiones la confundieran. Cuando al fin percibí aquel alboroto en su mente, supe que era mi momento de entrar. En un veloz movimiento ya me encontraba de pie junto a ella, alzándola entre mis brazos, creando también un amarre con ellos y volví adentro, a una habitación casi abandonada en la planta inferior. Ahí sólo contábamos con una malgastada pintura borgoña en las paredes y un par de cadenas en un rincón, siendo eso precisamente lo que buscaba.

Ya tenía todo a mi favor, por lo que me apresuré a levantar las cadenas y atar su muñeca con ellas, — sin dejar de proyectarle recuerdos — luego de terminar con ella fue mi turno, y tal vez fue mi apuro de mantenerla casi cautiva el cual no me dejó darme cuenta de la fuerza que usé, haciendo que parte de la piel de ambas cediera. Un dolor que no me importaba, pero más tarde sí me disculparía con ella por lastimarla.
— ¿Quieres ver lo que realmente ocurrió en esa habitación?.. Lo veremos juntas.— le aseguré, y sentándome en el suelo jalé de ella, rodeándola con mis brazos, haciendo que su mirada se alzara al frente, en donde comenzaban a materializarse dos figuras. Estaba claro que una de ellas era yo, y en cuanto se reveló la figura masculina, la habitación que nos albergaba antes se esfumó. Estaba usando al máximo dos de mis habilidades para abrirle los ojos como si estuviera presenciando todo desde primera fila, absolutamente todo lo que había ocurrido luego de — lo que yo supuse — alcanzó a ver; Las palabras que usé con él, la moléstia y el rechazo final que acabó con la velada.
— Observa eso...— susurré en su oído con voz cálida, mucho más sosegada.
— Yo me fui... No pasó nada de lo que tú piensas y jamás pasará. No volveré a verlo. Te lo aseguro.— sonaba tan segura como lo estaba realmente, y eso era mi mayor privilegio.
— Te amo, Jenna Saltzman... Perdóname por todo el daño que te causé ahora, y permíteme ser tu eterna compañera.—

por **Jenna Saltzman** Vie Nov 14, 2014 11:24 pm

De pronto al caminar comencé a recapitular mi período en sus brazos. La vida irónicamente me había juntado con alguien perteneciente a las estirpes que más llegaba a odiar. Supe entonces que cada individuo debía comenzar a replantearse sus odios y cóleras, puesto que no se sabría cuando estos vendrían a maldecirte con un cambio de perspectiva. Con ella había aprendido a ser más consciente, a odiarme en un principio, para luego empezar a simpatizar con mi existencia. De todas mis sentencias, su compañía había sido la única que me liberara de la agonía que sabía cargar en silencio. Ella, con su odiosa manera de ser, a veces podía distinguir claramente el contraste existente entre nuestras esencias, y eso mismo era lo que tal vez nos faltaba. La iba a perder para siempre, a mi única y última oportunidad por encontrar la excepción, pues no habría más luego de ello.

La habría comenzado a escuchar a hablar en voz muy baja; mi alcance auditivo sería alto, pero imposible me era escucharla. La curiosidad empezó a plantearse, por supuesto, y aún así ignoré todo en un suspiro, como si fuera en vano. Instantes después, sin embargo, un impotente tono volvió a alzarse en lo que había sido mi decisión; era como un juego de Tira y Afloje. Débil. Sentía ceder con él, ¿tan permeable era mi firmeza? Con ella, sí.

Y todo desaparecía de mi vista, todo empezaba a transformarse en un nuevo delirio. De nuevo utilizaba sus ilusiones conmigo, como la última vez, con la diferencia que esta era mucho más aguda, más real. Me detuve en seco, cerrando los ojos con fuerza, buscando concentrarme en mi propia resistencia, y resultaba ser una vez más algo inútil.
—Maldición —exasperé conmigo misma, sabiendo que no podía expelerlo; ella era la más antigua de nosotras, y si conocía a alguien que sabía usar con provecho sus dones, esa era Lauren. Sentí sus brazos alrededor mío, consiguiendo victorioso su intento de levantar mi cuerpo. Usaría también su poder para crear una especie de amarre confuso, y supe que no tendría otra opción de ida —¡¿Por qué el insistir conmigo?! —presioné aún con los ojos cerrados, aferrándome a sus brazos. ¿Se había vuelto nuestra relación una obsesión? En ningún momento me había detenido a pensarlo, pero tan estable sabía mantenerme a su lado, que jamás lo podría haber percibido así. ¿Estaba yo obsesionada con ella? No era sano aclamar a un mundo de quimeras, donde corría el riesgo de resbalar en el precipicio mismo. El tiempo, no obstante, me iba demostrando que no era así, que todo desembocaba en algo más allá.

—¿Gustas aprovechar de tus habilidades conmigo?
Cualquier tipo de provocación por mi parte terminaba como una inservible tentativa por hacerla rabear, y ni yo sabía cual era mi finalidad con ello. Una muy idiota de seguro. Ignoraba por completo a ellas, y centrada se dirigía conmigo de nuevo a la casa. Sabía que allí me regresaría; mantenerme cautiva quizás hasta que me hiciera “cambiar” de opinión. Finalmente era consciente también que ya no oponía resistencia, que me dejaba llevar. Se detuvo al llegar a una habitación determinada -inmersa en la confusión, no podía dilucidar la misma-, y fue cuando sentí el arrastre de unas cadenas dirigirse hasta mi dirección. Resoplé, la llegaba a conocer lo suficiente como para saber lo que haría. Era tragicómico.
—Argh… —me quejé entre dientes, sintiendo el dolor de una herida como producto de la presión que ejercía las cadenas sobre mi piel al buscar retenerme —¿No estás yendo demasiado lejos? —Continué rabeando, siendo todavía ignorada por mis reclamos. Tiré de ellas con fuerza, haciéndolas sonar bastante, consiguiendo únicamente más dolor en la zona, a lo que guarde otro quejido de mi parte.

Finalmente, luego de que pasara mi persistir, su voz se hizo sonar de nuevo, esta vez referente al tema principal. Al parecer sólo se daría ella el derecho de hablar. ¿Qué insinuaba mostrarme esta vez?
Entonces sus figuras comenzaron a levantarse frente a mis ojos, y aquel malestar volvió a presentarse. No quería volver a verlo, más sus susurros al oído producían un notable cosquilleo, como si fuera una clase de anestesia, sin mencionar que hasta el rostro mantenía ella con sus manos hacia el frente, obligándome a mirar. Nuevamente, el bastardo y ella iniciaban ese juego, tal cual lo vi en sus recuerdos, con la diferencia que esta vez aquella visión permitió cerrar su ciclo, el cual terminaba con la inquisidora repudiando al hombre. Con ligera expresión de asombro mis ojos se abrieron aún más, y me di vuelta a mirarla, a volver a intentar hurgar en su memoria para comprobarlo directamente. La confianza no sería la misma. Pero entonces vi que no se trataba de un sucio truco barato. Estaba buscando indicarme de toda manera posible que jamás habían llegado a consumarlo, y ahora, que no volvería a verlo. ¿Qué debía pensar? A base de mi lógica, lo otro tampoco me había sido tolerable, pues el deseo habría estado latente.

»Permíteme ser tu eterna compañía.«

Oía mi discernimiento, a mis ideales, a mi felicidad, y no sabía que camino elegir. Algo tan “simple” me podía afectar tanto, herirme o reducirme a una insignificancia. Pero en el fondo, en el fondo siempre mantuve aquel temor implícito, porque jamás la toque de una manera distinta, porque jamás tampoco ella a mí. ¿Debía comprenderlo por ese lado? Nuevas disputas, pero aún así no podía alejarme de mi posición de alegar al respeto por quien era tu persona y compañía.
Agaché la cabeza, desviando su mirada. El quiebre volvía a notarse, y buscaría toda manera de ocultarlo.
—¿Por qué? —pregunté —¿Fue por el deseo a lo prohibido? ¿Fue porque nunca te he tocado y necesitas de aquel placer?
Me mantuve en silencio un rato, ya que aún no esperaba su respuesta.
—De verdad... ¿Cómo sé que no lo volverás a hacer? —agregué con voz casi imperceptible, cansada de toda esta situación.

por **Lauren Von Krautzs** Lun Nov 17, 2014 10:20 pm

"No matter how we try it's too much history.
Too many bad notes, playing in our symphony...
So let it breathe, let it fly, let it go.
Let it fall, let it crash, burn slow."

Por unos segundos dejé a su disposición mi mente y mis recuerdos sin temor a que se encontrara con alguna memoria navegando en mi culpa, mis errores.
Mis ojos fijos en su obscuro par de orbes que a pesar de destellar en decepción hacia mí, se mostraban más calmados y dispuestos a sostener mi mirada por los siguientes minutos, o al menos lo que tardaraN sus propias averiguaciones en terminar. Bien sabía que buscaría asegurar toda visión que yo pudiera darle, ya que mis ilusiones podían llegar a ser altamente engañosas.

Saqué provecho al encontrarme atada a ella, y delicadamente busqué enlazar nuestras manos, aunque antes de decir nada, desvié mi mano libre a las siluetas que anteriormente había materializado, encargándome de difuminarlas hasta hacerlas desaparecer por completo. Regresando la realidad a la sencilla habitación.
— No es nada de eso, Jenna. Mis motivos para ingresar ahí no fueron de desesperada en conseguir compañía carnal. Y encontrarme con él fue una muy desafortunada coincidencia.— le expliqué por enésima vez, y seguiría recalcándolo, puesto que yo jamás había programado un encuentro con el condenado.
— Y creo que está de mas decir que nunca te presionaría a ti... Sé como era tu personalidad e inclinaciones. Sabré esperar todo el tiempo que sea necesario, y en nuestro caso el tiempo es infinito.— le recordé y en medio de ésto delaté mis intenciones con ella. Realmente deseaba continuar a su lado, una eternidad con ella.

Su última pregunta me hizo ver que nuevamente había fallado. Su confianza nunca volvería a ser la misma de antes, y lo estaba lamentando.
— No volveré a hacerlo luego de darme cuenta lo que estuve a punto de perder. Sé que no lo soportaría.— susurré bajando la mirada al piso, y junto con ella; Mis ganas de seguir peleando.
Me tomé unos segundos para dilucidar antes de actuar, fue entonces que mi mano desatada, buscó liberar las nuestras, resguardando por sobretodo su piel, dejando las cadenas incrustadas en mi muñeca.
— Eres libre de irte ahora... Al menos ya estás al tanto de toda la verdad, Jenna.— agregué con sumo pesar, pero internamente estaba tranquila, porque pude mostrarle todo lo que había echo, y lo que no.
Mi mano sana, se alzó hasta enredar uno de sus mechones de cabello en mi indice. Me sentía limitada.
— Eres preciosa... Y no sabes como me duele haberte lastimado.— continué hablando con el miedo latente que su figura se esfumara, ese era mi mayo temor.
Nunca me había sentido tan unida a alguien, era inexplicable, y lanzar por la borda todo lo vivido no lo aceptaba.

Nuevamente me puse en marcha de una manera más atrevida, y sacaba ventaja de la posición que teníamos, ya que sin aviso, me arrimé a sus labios para comenzar a besarla con intensidad, una que me traía tensa desde hace horas.
— *Si vas a irte... Déjame al menos disfrutar de ellos una vez más.*— compartí las palabras sólo en su mente, y la abracé... Estaba siendo inconsecuente, no tenía excusas... Sólo ella lo sería. Ella y sus inevitables encantos que empleaba sobre mi razón.

por **Jenna Saltzman** Mar Nov 18, 2014 2:10 am

Exhausta me sentía, cansada de ser presa de los minutos que iban carcomiendo cada uno de mis paradigmas y cuestionamientos; era como ser cautiva de buitres que revoloteaban alrededor mío, encargándose de alimentarse de la poca energía que me restaba. Increíble era como esta clase de asunto lograba eliminar mi fortaleza. No importaba cuanta fuerza sobrenatural podía retener en mis manos, mi mente juraba desintegrarse con cada amargo saber, con cada mortificante duda, con decepciones, este tipo de desilusiones; necesitaba descansar de esto, pero las cosas no podían quedar así, y no iba a hacerlo. En el momento que toda ilusión empezó a disolverse por efecto ajeno, creí sentir como liberaba presión, y de repente la habitación no podía verse más acogedora. ¿Era verdad lo que estaba diciendo? Ningún pensamiento parecía indicar lo contrario, y era tan extraño ahora. Ella no era ella, y ni yo me sentía yo. Sonaba tan decidida al perseverar por una decisión más incondicional de mi parte, que la eterna espera podía sonarle necesariamente pequeña, pero para mí si así se tratara de una basta noche, el tiempo, aún escaso, sabría como martirizarme. Así de indispensable se había vuelto la inquisidora para mí, aunque ella no lo supera de ese modo. No buscaba apresurarme a hablar, a contestarle; sin ir más lejos me percibía como una muñeca de trapo, ahora más que nunca a su caprichosa disposición, tan maleable como ella se lo permitiera, en su acunar podía maldecirme a mí misma una y otra vez, y todavía así me vería atrapada en sus encantos. La poca, la mísera perspicacia o sagacidad que me quedaba, la habría sacado a relucir instantes atrás en mi desespero al enterarme del gran alboroto.

Escuchándola exhalé, terminando por volver a bajar la mirada, cerrando los ojos mientras la oía, apoyando mi cabeza contra su brazo; mi mano aún seguiría sujeta a la de ella. Ya había gritado, ya me había desquitado, por último los sucesos tenían otro desenlace, y aunque existía todavía un tormento, no era capaz de seguir insultando, de continuar expresando mi aflicción al caso. Inmóvil yacía, y esta vez no eras las cadenas quienes cumplían su función, sino que era yo la inepta. Recién entonces sentí las mismas cadenas liberarse de mi piel, en cuanto mi compañera declaraba mi libertad. Pero yo jamás me sentiría libre de ella, todo símbolo envuelto se transformaba en algo inútil, pues inconscientemente se había encargado de marcarme, poseerme, sin necesidad de explicitarlo mucho sobre mi piel. Simplemente existiendo a mi lado, acompañándome, era cuando más habría grabado su nombre en mí, y ya no había marcha atrás. Le pertenecía, y así yo lo quería. Y deseaba, por consecuente, que ella me perteneciera sólo a mí. Sus besos, sus húmedos besos quizás era otra manera de recordármelo, de que la amaba, y que ella era como una maldición paradisíaca.

Imposible me fue no corresponder a aquel abrazo, a sus labios. Dejé que mi mente intacta, en silencio.
—Inútil es… Por más que busque razonar de otra forma, o desear decidirme por algo más correcto… No puedo irme, en el fondo lo sé.
Estaba siendo tan incoherente con mis actos previamente realizados, realizados en momento -aunque de lucidez reflejo- de ira y desencanto, cuando más cavilaba, más sabía que no podía distanciarme mucho de ella.
Estirando mi mano me encargué de librar de igual manera su piel del hierro lacerante, observando con pesadumbre.
—Por favor… Nunca más, Lauren.

por **Lauren Von Krautzs** Miér Nov 19, 2014 10:37 am

"Tell me would you kill, to save your life?
Tell me would you kill, to prove you're right?
Crash, crash, burn, let it all burn...
This hurricane's chasing us all underground "

— Nunca más.— murmuré en un seguro dirigido a su última expresión, y estaba muy consciente lo afortunada que había sido al contar con su segunda y última oportunidad. Ella era una mujer de palabra y sin importar sus sentimientos por mí, no volvería a perdonarme, así como yo en nombre de los mismos sentimientos, no caería tan bajo en cometer el mismo error. Esta noche quedaba todo saldado, y toda promesa echa antes, se volvería indestructibles.

No había mucho más que decir, en este punto las miradas y acciones hablaban por nosotras. Levanté mi cuerpo del inmundo suelo, sosteniéndola a ella para alzarla a mi lado.
En cuanto la culpa fue eximida, sólo existía ella nuevamente. Encandilaba por su belleza me quedé observándola unos segundos,y era únicamente su presencia la que me transmitía un sustento de paz, sentirme en calma con mi condena, sabiendo que ella me guiaba a un futuro incierto, pero totalmente diferentes a lo que antes tenía estipulado.

Deposité mi frente contra la de ella y suspiré muy cerca de su rostro, a la par que su gélido aliento crispaba contra mi piel.
— Ven conmigo...— le pedí llevando una una mano a su nuca para alcanzar mejor altura y presionar mis labios en su frente "Nadie volverá jamás a herirte, ni siquiera yo."... Fue una promesa muy personal, y desde ahora y para siempre resguardaría su integridad en todo sentido. Atesoraría su vida que inevitablemente se había vuelto la mía.

Busqué la cercanía necesaria con ella para moverme, y afianzando mis brazos en su cintura, llegamos en menos de un parpadeo a nuestra habitación. Sin articular palabra alguna, liberé su esculpido cuerpo sobre las sábanas y volví a reclamar lo que me pertenecía; Sus labios.
— Descansa, Jenna... Sé que lo necesitas.— murmuré acariciando su cabello...Realmente la adoraba.
Luego de unos minutos me erguí, no dormiría esta noche con ella, no lo merecía. Por lo que decidí darle un poco de espacio, ya suficiente la había agobiado en tan pocas horas.
Intenté que mi semblante fuera muy suave, creando un intento de darle tranquilidad a ella. Fue todo, y sin antes admirar su figura, nuevamente me encaminé a la puerta con la seguridad de que ella seguiría ahí a la noche siguiente.

por **Jenna Saltzman** Jue Nov 20, 2014 1:41 pm

¿Qué importancia atesoraba una promesa? Probablemente ahora mismo, en alguna parte del mundo, algún hombre estaría delegándose ante una, sin importar el grado de esta. Consideraba como cierto el hecho de que las mismas posiblemente eran la declaración más devota hacia alguien, donde más allá de esperas y planes fallidos, la intención intacta seguiría, e inquebrantable se mantendría el espíritu, omitiendo alguna probabilidad arbitraria. Si se conservasen realmente estos juramentos, no habría de existir el “lógico” margen de error; si estos existieran la desconfianza se esfumaría a otro plano. Era tan consciente que aún no aprenderíamos de ellas sino a golpes; ella la había roto, y yo la había roto, y me preguntaba si todavía quedaban de esas oportunidades doradas en la bolsa. Nunca más, ¿era este un sinónimo?

Extraño cuadro se plasmaba al verme aferrada nuevamente en sus brazos, siendo que momentos atrás arrojando mi copa despotricaba tan sólo por su presencia delante mío. Sí, era como una maldición. Y no buscaría rectificarme de ninguna manera.
Cerré los ojos, sus labios protectores eran la clase de gesto que andaba necesitando luego de semejante episodio. Tan poco podía afectarme tanto. Ni siquiera me habría dado cuenta cuando tomando la decisión de llevarme nuevamente a la habitación, me encontraba ya sobre la cama, siendo ultrajada una vez más por sus besos. Me sentía lo suficiente… ¿atontada? que apenas captaba con atención sus palabras. Fruncí el ceño al ver como se alejaba, y entonces fue cuando mi cuerpo decidió relajarse por primera vez. Mi cuerpo, y mis manos. Allí estaba, luego de toda discusión, el dije de Anna seguía sobre la palma de mi mano. Parecía ser que tal había sido mi tensión que sin darme cuenta parte del dije se me había incrustado sobre mi piel, manchándose con mi sangre y ahí me di cuenta que mi nerviosismo me impedía sentir siquiera advertencia de alguna molestia.

Me levanté de inmediato, buscando su antebrazo, el cual sujeté con mi mano sana, tirando de él hacia mi lado.
—¿Luego de todo esto me harás dormir sola? —le interrogué, negando un par de veces con mi cabeza—. Eso sí que no sería justo.
La traje sin pensarlo de nuevo hasta la cama, casi obligándola a que tomara su lado en ella, y fue cuando decidí mostrarle. Mi otra mano ya casi se había recuperado por completo.
—Deberé limpiarlo… Ella no se merece esto. —Exhalé —¿Tú crees? ¿Tú crees que nos estén observando? Portaba su collar, y nunca me has hablado de ella.
Comencé a recordar retazos de mi pasado e infancia, todas aquellas heridas que mi madre había sabido sanar. Heridas superficiales, de las cuales tomábamos como catástrofe, y que jamás imaginaríamos que las mismas se reducirían a un cosquilleo en comparación del hoy por hoy. Cuanto atesoraba la inocencia entonces. Una avalancha de recuerdos, y nada más.
—Aún los sigo extrañando, sabes, me es inevitable. Nosotras peleando, y a veces me pongo a pensar que dirían de esto —agregué. Una pequeña lágrima resbaló mi mejilla, y busqué concentrarme una vez más. La melancolía pasada y presente sin querer se había fundido. Pero finalmente la mayor tormenta comenzaba a ceder.

por **Lauren Von Krautzs** Vie Nov 21, 2014 8:42 am

" I'm running from the light, running from the day to night...
The quiet silence defines our misery,
The riot inside keeps trying to visit me"

A escasos metros quedé de la puerta cuando su mano se enrolló en mi brazo deteniendo mis pasos. En ese momento no sabía si pincelar una sonrisa en mis labios, o sentirme peor ante los evidentes echos que aún me empujaban fuera del lugar, y más importante; Lejos de ella.
Pero avalada sea mi infinita debilidad con la vampiresa, y fue precisamente esa la que me contuvo de realizar algún tipo de resistencia y simplemente regresé a su lado en la cama, tomando el lugar que desde hace tiempo consideraba mío.

Mis ojos se desviaron de su rostro a la mano que alzó mostrándose ante mí, y suspiré con pesadez. Tomé de su muñeca acercándola hasta mi propia mano y remover el dije con mis dedos, limpiando el frontis con mi pulgar perdiéndome unos segundos al recordar a mi madre... Que jamás conocí.
— Realmente espero que no... O por lo menos no a mí. Aunque nunca conocí a mi madre, sé que no es la vida que ella hubiera querido para mí, independiente de mi condición... Me convertí en una asesina por placer, por venganza.— reflexioné con una calma que sólo me embargaba al pensar en ella.
Jenna tenía razón, le había entregado mi más valiosa pertenencia y no tenía la más mínima idea de la historia tras aquel dije.
— Ella murió minutos después de mi nacimiento, sufrió una hemorragia que no pudieron controlar... Digamos que básicamente el primer asesinato que consumé, fue el de mi propia madre.— agregué con una risa seca apretando el collar en mi diestra, cerrándola. Me gustara o no, mis palabras eran totalmente ciertas.
— Mi padre fue el encargado de contarme acerca de ella. Era una mujer muy bondadosa, compasiva, fuerte... Y muy inteligente. Aunque mi padre decía lo mucho que me amaba, y el increíble parecido que yo tenía con ella, físicamente claro...
Yo siempre sentí la culpa que cargaba en mis hombros, y él no se esforzaba en aliviarme, sé que también me hacía responsable de su muerte.— hice una pausa luego, sentía que si seguía el rumbo de mis memorias terminaría quebrada, y desenterrando penumbras que se encontraban sepultadas hace mucho tiempo.

Moví mi cabeza, como si intentara borrar todo lo amargo que se alojaba en la misma y clavé mis ojos en su rostro. Se encontraba quizás tan pensativa como yo misma, pero la tristeza en ella era visible, y no podía permitir que nuevamente se viera manipulada por sus penas.
— No estarían de acuerdo, eso es seguro..¿Cómo eran tus padres, amor? — le interrogué con algo de curiosidad, ya que yo todavía desconocía mucho de su vida.
Llevé la yema de mi indice hasta capturar la lagrima que su ojo había liberado, desvaneciéndola entre mis dedos.
— Supongo que siempre existirá un vacío al pensar en tus padres, pero debes recordar las experiencias que alcanzaste a vivir con ellos, atesora eso, Jenna... Ahora es nuestro turno de compartir sus enseñanzas.— le dije, intentando sosegarle mientras disfrazaba mi propio dolor.

Aunque me esforzara en negarlo, había temas que sin dudas tocaban una parte muy vulnerable en mí, y este día ella había dado en el clavo con uno de ellos. Y no podía contenerme de pensar si hubiera sido diferente al ver crecido con ambos, en una familia completa y amorosa.. ¿Los extrañaba? No... No lo sabía. Pero su recuerdo me hacía plantearme el deseo de construir mi propia familia. Y partiría con la mujer que había logrado aferrarse a mí, sin importar todo lo que nos separaba.

por **Jenna Saltzman** Vie Nov 28, 2014 6:24 pm

De principio le oí deteniendo una mirada absorta en el dije que disponía limpiar, dejando mis ojos en blanco. Todo este tiempo erróneamente había creído que su madre había sido por alguna razón lo más preciado que tenía en el tiempo que aún era humana, y portaba el dije por lo mismo. Ahora entendía que el plano de su niñez había sido incluso más turbio; sus palabras lo confirmaban, más allá de que estas escasas fueran. En cuanto se refirió a su propio nacimiento alcé mis ojos, buscando los suyos. ¿Cómo es que había permaneciendo con ese concepto durante todos estos siglos? Y más encima con su padre apoyando discretamente la culpa absurda que una pequeña cargaba. Ahora todo su origen podía formular un perfecto detonante del porqué de su psicología martirizada, sea con ella misma o con los demás. El primer paso. ¿Cómo hubiese sido su vida de haberla compartido con su madre? Más agraciada, o al menos con otro punto de vista, de eso estaba segura. No podía sostener que ella se tuviera ese concepto.

Con mayor consternación le habría mirado en el momento que limpió mi lágrima.
—Mis padres eran… padres, supongo. Buenos padres. —Suspiré —Mi padre por así decirlo era el más ‘estricto’, que buscaba mantener el honor y fortuna de la familia; mientras que mi madre era quien lo ablandaba. Sabes, ella adoraba más la naturaleza que la misma mansión donde podía darse cualquier clase de gusto. Creo que de ella saqué lo salvaje —mencioné con una esforzada sonrisa, aunque sincera pudiera ser. Pero después de todo terminé negando con mi cabeza, pues aún retenía sus palabras, y terminé acunando su rostro entre mis manos—. Mi amor… Tú no has asesinado a tu madre, y es algo que debes entender. Anna en todo caso pudo haber elegido a quién salvar, y el hacerlo a ti ya me dice lo fantástica madre que pudo haber sido, y al parecer si has heredado de ella, pues tu amor y dedicación por Sven habla por sí solo.
En toda filosofía de vida de alguna manera u otra los padres terminaban plantando raíces en nuestros pensamientos o decisiones, más allá que con el tiempo y dependiendo de la convivencia esta se disolviera o fortaleciera. Aún para aquellos seres más déspotas tendrían su debilidad en la cuestión, y muchos de sus porqués se relacionarían en ello.

El tema principal de nuestra ‘velada’ se había disipado en un tópico más sensible, y ni cuenta me di cuando sucedió. No obstante, tampoco quería seguir recordando aquello. La vesania corriendo los primeros minutos por mi torrente podía volver, ¿y por qué? Tan simple como que no podía soportar imaginarlo. Desde temprana edad era consciente que tal vez sobrellevaba innumerables episodios drásticos de ánimo, y desde entonces buscaba canalizarlos. Nunca había hablado del tema, pero esperara que no fuera muy relevante después de todo. Le solté el rostro con delicadeza, no sin antes reclamar otro beso, apoyándome nuevamente contra el respaldar, exhalando de manera notoria.
—Creo que el tema tranquilizó un poco las cosas… Los padres, salvándonos de todo aún inconscientes. Como sea, al idiota no le tendré la misma consideración, y lo despedazaré si lo veo. ¿Debería escuchar ahora que lo defiendas, cariño? —Bajé la mirada, sintiendo de nuevo esa aspereza indeseada. Tampoco estaba ayudando—. Creo también que todo esto me ha dejado exhausta, y creo que a ti también, pero si hay que descansar, será contigo en esta misma cama. Por lo mismo, si vamos a arreglar las cosas, hagámoslo bien, Lauren —le aseguré, estirando uno de mis brazos a su dirección —Ven conmigo.

por **Lauren Von Krautzs** Dom Dic 14, 2014 6:34 pm

"The promises we made were not enough
The love we had, the love we had...
We had to let it go."

Adoraba el sonido de su voz mezclándose con un ambiente mucho más armónico en la habitación. Podría estar hablándome de cualquier cosa, pero ahí estaba, por primera abriendo su corazón para comentarme de los dos seres que hasta ese momento habría creído que eran los más importantes para ella, ¿y estaba equivocada? No tendría forma de saberlo.
Habían lapsus que me dejaban en evidencia el parecido que compartía con su madre, y de seguro, yo misma tendría que agradecer aquello, sin mencionar lo compasiva que Jenna había sido conmigo horas atrás, lo mereciera o no.
Siendo muy sincera conmigo misma, consideraba un punto a favor — por más siniestra que mi manera de pensar fuera — el echo de que nuestros padres no se encontraran con vida, y era de esperarse que tampoco contáramos con la "bendición" de ellos, puesto que nuestra relación estaba siendo una completa falta a la iglesia y su falsa careta de moralidad.

Ella nunca dejaba de sorprenderme, y siempre tenía las palabras justas en el momento indicado. Aún recapitulando los echos pasados y lo que yo misma sabía, Jenna jamás me había tratado como la asesina que realmente era, y creo que aún no entendía sus razones. Pero conocía las mías, las que me impulsaban a amarla por encima de todo.
— Creo que lo que más lamento es que jamás podré agradecerle por escoger mi vida por sobre la de ella. Y en mi caso, lo que hice por Sven, fue porque no aprobaba la idea de ver a un pequeño rodeado de inquisidores, por mucho que él también fuera uno. Necesitaba una figura materna, y me arriesgué a ser yo su ejemplo. Sé que no soy la más indicada para eso, pero yo... Lo adoro, de verdad.— le reconocí, aunque sabía que ella conocía a la perfección mi devoción por el pequeño vampiro al cual llamaba hijo.

Todo parecía indicar que la tormenta había comenzado a disminuir, hasta casi volverse una leve brisa que nos envolvía. El cuerpo de mi compañera había bajado la guardia finalmente, y notaba como buscaba ponerse más cómoda y por mi parte, estaría atenta a proporcionarle lo que necesitara.
Fueron sus labios, suaves y perfectos como siempre, los que me terminaron por asegurar todo y podía sentir aquella calma que sólo su tacto podía proporcionarme.
— Tienes razón y agradezco que su invisible presencia nos obsequie una noche más amena... Y no digas tonterías.— le pedí, negando forzosamente con mi cabeza. Nunca me pondría a defender a Fletcher, y aunque ella lo sabía, su comentario estaba dirigido a darme un poco de irritación.
— Puedes despedazarlo si deseas, pero no quiero que te pongas en riesgo a ti, ¿entendido? — le aseguré con un toque más serio en mi voz, ya que no soportaría que le pasara algo, y mucho menos permitiría que fuera él quien llegara a lastimarla.

Al parecer no había notado el cansancio producto del uso excesivo de mis fuerzas, mis dones. Y sólo fue consciente cuando ella lo mencionó.
— Es cierto... Me siento agotada.— suspiré a la par que una imperceptible sonrisa se pincelaba en mi rostro. Ella aún deseaba dormir en mis brazos.
— ¿Cómo podría negarme, Jenna? — le interrogué dejándome caer sobre su pecho, aguardando que sus manos terminaran de resguardarme.
— Perdóname, mi amor...— volví a pedirle en un murmullo, y aunque ahora me encontraba afianzada contra ella, la culpa que sentía no desaparecería tan fácilmente.
Sabía que tendría que esforzarme como nunca para recuperar su confianza, para que volviera a caminar conmigo a ojos cerrados sin temor a tropezar. Jenna era mi pilar, siempre lo había sido... Y era tiempo de que yo me volviera tan fuerte como ella.

por **Jenna Saltzman** Mar Dic 23, 2014 5:16 pm

Entre pensamiento y pensamiento aún me preguntaba como la atmósfera tan abruptamente había cambiado. Tornadizas emociones cruzaron la mansión sin permiso, apoderándose sobretodo de lo que creía ser un sano juicio, pero aún así admitía que de alguna manera u otra había logrado estabilizar mi cólera. Si en un pasado me atrevía a considerar la reacción de mis actos, habría llegado a un preliminar muy distinto, en donde decidía no volver a ver más su rostro. Hubiese sido un final mucho más agrio, pues ni yo sabría qué hacer con mi maldita existencia. Luego de descubrirla había llegado a mi límite, me había asomado al abismo con seguridad, y decidí entonces que no deseaba conocer a nadie más. En vista ajena hubiera sido lo justo, pero yo no me sentía capaz. Aún en medio del dolor la seguía amando. Y temía de todos modos. Temía que manteniendo mi visión aquello volviera a repetirse, pero sabía que en el fondo no lo podría volver a resistir. Creo ahora que mi único sostén, el único a mi firme decisión, fue saber que el asunto jamás llegó a mayores por su consciencia tardía. Aunque tarde, por alguna razón se detuvo, y eso se lo reconocía… Odiaba la guerra que comenzaba a gestarse en mi mente.

Me era extraño imaginar a Lauren siendo madre, todavía teniendo la escena de los dos juntos. Ser madre, era algo que yo también me había planteado hacía tiempo, más allá de que mi condición no me lo permitiera. Sería un gesto en ella que apreciaba y que, en el buen sentido, le envidiaba. ¿Me aceptaría el pequeño inquisidor también con los años?
*Lo intentaré, pero no prometo demasiado si el maldito se entromete más de la cuenta, y eso lo decidiré yo* le terminé de aclarar mentalmente. Sabido era de mi parte. Con él no guardaría mi furia sino que la desplegaría con total regocijo, desmembrándolo si se diera la oportunidad, y entonces sería la primera vez que mi lado más sádico saliera a la luz.

Ni bien anuncié mi declaración la rodeé con mis brazos, apoyando mi mentón sobre su cabeza, volviendo a disfrutar de su aroma. En el momento en que volvió a disculparse exhalé muy por lo bajo, cerrando mis ojos unos instantes.
—Ya lo he hecho. Sólo deja que pasen unas noches —respondí en voz baja, casi imitando su timbre. Decir que era difícil para mí acaparar todo esto era pequeño, pero al final de cuentas yo sola entendía el porqué de mi decisión. Mi juicio no me lo permitía, y me castigaba con incesantes replicas de su parte, volviéndome a dar esas imágenes de tan mal gusto. La amaba, tan simple y complejo como ello podía ser, y la muestra sería la nueva oportunidad que delegaba—. No te pondré a presión como si estuvieras a prueba. Con el tiempo tu comportamiento aún inconsciente me dirá como son las cosas, y será suficiente para mí.

Por primera vez en la noche, luego de todo el agotamiento, el sueño se me presentaba en demasía. Bastaba con darme cuenta como mi cuerpo comenzaba a acomodarse por sí solo. Prontamente dejé caer muerto al mismo, aún sosteniéndola. Mi reflejo sería el desear despertar a la noche siguiente teniéndola a esta como una simple pesadilla, pero la veracidad era otra, y de todas formas se debía aprender de ella. Ambas lo haríamos.
—Deberíamos permitirnos descansar —volví a recalcar, sintiendo esta vez la vista más pesada, suspirando. Quería dormir junto a ella esta noche, no importaba lo demás. La necesitaba, ahora y siempre. Mis sentimientos hacia ella eran profundos, y no dudaba que hasta eternos, pero esa no sería la noche para demostrarlo.
—Descansa, Lauren… *Puedes estar tranquila* —finalicé.

[CERRADO]

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