Contrato Accidentado - [Cammy White]BSTE

por **Clemence Glenmoore** Sáb Nov 08, 2014 5:34 pm

Corrió, con su corazón latiendo fuerte en su pecho, si hubiera podido reír a carcajadas habría sido feliz, pero en aquella piel solo se habría escuchado un maullido algo extraños, que habría llamado la atención de algunos de los peatones. Se detuvo en la esquina de la calle que separaba la parte comercial de la ciudad, con la plaza principal de Londres. Cuando observó que ningún carruaje le impediría cruzar, lo hizo veloz, impulsándose con sus patas traseras y extendiendo las delanteras. Era un hermoso Gato de Angora Albino, peludo pompón, que contrastaba con las grises calles de una ciudad que lentamente comenzaba a industrializarse. Al llegar a la acera de la plaza, se detuvo triunfante. Recordó cuantas veces en Paris había escapado de las manos melosas de Clarisa, la doncella personal de Clemence Glenmoore, - oye, espera, esa soy yo – pensó irónicamente, recordando como la mujer corría siempre detrás de ella, - ven aquí Cleo, no se te ocurra salir, si se entera la señorita Clemence, ¡me matará! - ella hubiera querido decirle que no se preocupe, pero debía cuidar su secreto.

Definitivamente, las múltiples personalidades eran una diversión para ella, le encantaba esa sensación de ser descubierta, el peligro de quedar en evidencia. Claro, no hería a nadie, cambiando de nombre, al fin de al cabo, ser cambiante, no le quedaba otra opción, siempre debía ocultar su verdadera naturaleza. Pero, con respecto a sus afectos, su lealtad, siempre era la misma, solo con diferentes disfraces. Nadie debía sentirse engañado, ya que ella tenía todo el derecho del mundo de guardar sus secretos, como los demás lo harían, inclusos los que podrían señalarla con el dedo, si alguna vez descubrieran que, la insulsa señorita Moore, que pretendía ser institutriz en Londres. Pero también, era la señorita Glenmoore, distinguida dama de la alta sociedad, que jamás faltaba a un evento y se interesaba en las nuevas tecnologías que podían mejorar la vida de los ciudadanos, de éste lado del Canal, como del otro.

Unos tacones que pasaron muy cerca de su cola, la despertaron de sus cavilaciones, gruñó y lanzó un zarpazo, dejando su huella en las medias de seda y el calzado de la dama – cuida donde pisas, bruta – le gritó, aunque la humana solo pudo observar unos ojos amarillos y el pelaje erizado, además del maullido nervioso. Antes que la joven reaccionara, Clemence ya se encontraba lejos de allí, volvió a correr como si la vida se le fuera en ello, hasta que en mitad de la plaza se zambulló en un parterre, entre las flores de colores rojos y amarillos, sacó su cabecita para asegurarse que ningún caballero había corrido a darle alcance al feroz animal que había herido a una bella dama, - mmm… pues bien, parece que estoy segura – se dijo, caminando con gran porte, moviendo su cola esponjosa de forma zigzagueante, aún estaba algo nerviosa, por eso, se acomodó en un trozo de césped donde el sol de la mañana la bañaba y se dedicó a quitarse el estrés, lamiéndose concienzudamente, para luego de estirarse y bostezar, y comenzar a tomar su siesta matinal, los ojos comenzaron a entornarse y un suave ronroneo mostraba lo feliz que se sentía. Era tan exquisito poder hacer lo que deseaba, sin tener que estar siguiendo las normas de una sociedad de humanos egocéntricos y brutos.

Soñó que bailaba en el palacio y luego se encontraba buscando trabajo en Londres, como una gris institutriz, - espero que sea interesante - se dijo mientras se desperezaba y estiraba sus patas, mostrando las garras, bostezó, para luego lamer su pata, despreocupada, - mmm… tengo hambre, es hora de volver -.