El veneno de la Abeja [Cammy White "Killer Bee" + Libre]

La noche había caído, Crystall Van Wijs se dirigía a caballo a la residencia Van Wijs donde su hermano-esposo la esperaría con ansiada pasión de poseerla y ella también lo deseaba. No era una experta jinete, era la primera vez que llevaba un caballo por las calles empedradas de París, el trote era totalmente diferente a como era en los campos o en la misma residencia. Y sin embargo, Crystall tenía buen control sobre el animal.

Las calles estaban casi desiertas, la noche estaba muerta y no era de esperarse luego del evento que había sucedido un día anterior, una festividad que mantendría borracho a cualquier indecoroso, inhabilitándolo para cualquier fechoría. Una noche fría y pacifica para un mortal, pero no para un sobrenatural, no cuando la inquisición te ha marcado como blanco, esas noches eran las que los inquisidores aprovechaban. Quizás aquel evento había sido organizado por la misma iglesia, quizás con un propósito en común, soltar la jauría de inquisidores por todo París, por la ciudad que al fin dormía.

No había fantasmas o almas en los alrededores, sólo energías pero éstas no le podían proporcionar información, estaba a ciegas en la niebla de lo desconocido... Crystall se había perdido y nadie podía orientarla, pero estaba tranquila, el caballo le contagiaba su serenidad, las herraduras sobre el empedrado calmaban a Crystall, era una armonía de seguridad que sonaba por todo el lugar y que las energías las proyectaban en un eco en el plano espiritual.

La calle parecía volverse más larga, interminable y la bruja sospechó haber caído víctima de un hechizo, una ilusión, posiblemente. El caballo se detuvo en contra de la voluntad de ella, y sin embargo, no armó un escándalo, había detenido su marcha como si alguien se lo hubiera pedido, una voz que Crystall no pudo captar o al menos eso sospechó la bruja. Crystall acarició la larga cabeza del caballo y le cantó una nana cuando a lo lejos vislumbró una sombra junto a un faro. Todo parecía ser una sombra humana, no era un fantasma, la bruja los identificaba con mucha facilidad y si lo era, era un fantasma muy poderoso. Pero tampoco era un sobrenatural, ellos siempre estaba rodeados de almas, espíritus de sus víctimas, no, parecía una persona pura, o lo que era más lógico para Crystall, una ilusión.

La bruja se bajó del caballo y caminó hasta un faro donde lo amarró, –tranquilo muchacho regresaré por ti– le dijo y sacó un par de zanahorias entregándoselas.

Crystall se aventuró mas la sombra se había marchado, eso más que asustarle le inquietó, le interesó. Quizás no tenía fantasmas o almas en su alrededor para usarlas como armas, pero estaban las energías que aunque no eran tan eficientes, le servían por si se trataba de una amenaza. Caminó hasta llegar hasta donde vio a la sombra, no había nadie y su caballo apenas se veía, en la distracción en la que Crystall veía al caballo se escuchó un sonido que la bruja no supo reconocer, no fue provocado por un ser, sino más bien por un objeto y a lo lejos volvió a ver la sombra, era una sombra femenina y que la invitaba a acercarse con la mano.

Continuó, con las energías rodeándole, en un torbellino invisible. De pronto, la luz que proyectaba la sombra se apagó, Crystall se sobresaltó, un disparo y el faro a su espalda perdió su luz. Un disparó más y otro faro quedó inhabilitado, todo había caído en oscuridad y Crystall dudo en usar las energías para crear luz y escapar a su caballo o usar el plano espiritual para llegar a éste y escapar a la inminente amenaza.

Había sido una tonta, Crystall cayó en la trampa de la inquisidora con torpeza; como dice el dicho, de curiosidad murió el gato.

La bruja hizo que las energías se manifestaran en luces de diversos colores que iluminaron ambos rostros, en un principio la luz segó a Killer Bee pero rápidamente se adaptó a la luz. La inquisidora le apuntaba con el monstruo plateado, sus dedos en el gatillo hacían que Crystall comprendiera que su vida realmente corría riesgo. De reojo miró el lugar, no existía nadie más y no era que quisiera a un mortal o inmortal, no, Crystall Van Wijs buscaba un fantasma o un alma que pudiera usar como arma, para aplicar su poder titiritero y nigromante a un nivel superior, pero no había nada, ni siquiera en el plano espiritual, sólo un gran vacío, una oscuridad, y la bruja al fin lo dedujo. Era como cuando fue prisionera en España, cuando era violada y Dalma no podía hacer nada, la inquisidora debió de haber colocado artefactos que evitaban que los fantasmas pudieran acceder.

Ingenioso e inteligente, esos eran los términos con los que Crystall se refería a las tácticas de la mortal inquisidora que le aventajaba.

—Reconozco que fue ingenioso tu montaje Killer Bee, reconozco también que estoy en desventaja pero, ¿acaso crees que con esto ya me venciste?— le reté consiguiendo más tiempo, mis hilos invisibles se apoderaron de energías y Crystall no comprendía por las energías sobrevivían al campo de energía.

Bajo las ordenes de Crystall, las energías que emitían la luz se apagaron, algunas que se encontraban con Killer Bee alcanzaron a tener fuerza suficiente para golpear el revólver que disparó a la oscuridad. Varios remolinos débiles se alzaron en la oscuridad mientras la bruja corría a su caballo.

Pero de pronto, un frasco cayó frente a la bruja y un gas se desprendió, Crystall reaccionó generando bajo un perfecto control de energías un torbellino para alejar el invisible pero mortal gas, la bruja no se atrevió a invocar la luz pues no quería ser descubierta por la inquisidora y sin embargo, no sabía que tan espeso era el gas, su color, si aún estaba esparcido por las calles o las energías habían logrado diseminarlo en el aire.

Y cuando Crystall quiso hacer un movimiento, Killer Bee le sorprendió por detrás; rodeó el cuello de la bruja con su fuerte y delgado brazo, tomó una mano de la bruja y le aplicó una llave, mas la bruja no se dejó someter, era verdad que de combate cuerpo a cuerpo no sabía absolutamente nada, pero era observadora.

Lo primero que hizo fue hacer que las energías emitieran luz como flashes, en un intento vano de aturdir a Killer Bee que intensificó la llave provocando un quejido en Crystall. Lo segundo que se le ocurrió fue crear a su alrededor un torbellino, el cabello de ambas se alzó pero la inquisidora fue más astuta, golpeó una articulación de la rodilla derecha y Crystall cayó hincada, su intento fue frustrado y con otro movimiento en la llave a la bruja le arrebató un nuevo quejido.

Entonces Crystall escuchó el sonido de cuando un revólver abandona su cartuchera, –¡NO!– exclamó para sí e hizo que varias energías estallaran logrando liberarse de la llave.