Un Rostro Conocido no se Olvida Fácilmente [Cammy White "Killer Bee"]

por **Riful** Miér Oct 10, 2012 7:36 pm

Y allí estaba, caminando entre los callejones de París, dejándome guiar sólo por el tenue brillo de la luna.

Mi naturaleza felina me hacía bastante vulnerable a noches como ésta. Claras, limpias, con aire fresco y sin gente alrededor. Las voces de los demás hacían que perdiera la que más me importaba. La de Liza. Si perdía esa voz, posiblemente no pudiera volver a encontrarme a mí misma. Ya estaba medio perdida dentro de mi mente, ¿para qué aumentar mis problemas?

Liza era como mi cable a tierra, por así decirlo. Su presencia me mantenía atenta y serena. Sabía que, aunque muerta hace ya tiempo, me seguía protegiendo como el primer día. Ella se encargaba de la vigilancia. Yo del trabajo sucio.

Y tengo que admitirlo, disfrutaba de mi parte del trabajo. Nada como el olor de la sangre de los siervos de Dios empapando el cemento a primera hora de la mañana.

Liza me gruño, molesta. Era bastante más pacífica que yo. Siempre lo había sido. Ella era la gemela buena, y yo la mala, si hay que ponerlo de algún modo.

-Calma, hermanita. Hoy me portaré bien. Sólo será un paseo, nada más. No mataré a nadie. No me comeré a nadie. Sólo caminaré tranquilamente y disfrutaré del paisaje.

Y planeaba cumplir esa promesa. No tenía ánimos de matar a nadie, ni deudas que cobrar. Hasta ahora había sido un día pacífico, y quería que siguiera igual hasta que se terminara.
Aunque claro, siempre hay que estar atenta. Puede aparecer alguien por ahí…

por **Camile Avery** Vie Oct 12, 2012 7:21 pm

Killer Bee había llegado a París y se paseaba por ahí, más por conocer vías de escape o emboscadas, que por simple placer. Había llegado por rumores que se cernían acerca de la sobre población de seres super naturales o como ella los llamaba "almas en pena".

Tendría un pesado trabajo, sabía perfectamente que en aquella ciudad no sería fácil ser reconocida una vez que hubiere mandado a dos o tres almas en pena al juicio de Dios, tenía que ser rápida, detectar a varios y dar muerte a tantos como pudiera en una noche.

Entró por un callejón con una luz tenue, iluminaba lo suficiente para que Killer Bee notara que no había nadie caminando por la acera, ningún carruaje avanzaba por las calles estaba deshabitada esa era la palabra.

Miró por todos los callejones contiguos, las intersecciones y sobre todo los nombres de cada calle.

La noche ya había tomado absoluta posesión de los cielos, la luna llena se alzaba justo en su punto más alto y a Killer Bee le pareció un gran espectácutlo y conforme avanzó llegó hasta una banca donde tomó asiento.

Ella llevaba su clásica blusa azul, unos pantalones negros que en la bastilla tenía pelaje de lobo gris y su cazadora de piel negra, lanzó un suspiró, sacó la daga que le dio su maestro, brillaba bajo la luz de la luna y evocó cada recuerdo, las veces que aquella daga había liberado almas en penas, sobre todo de cambiaformas, la guardó y desenfundó su revólver de plata, verificó que estuviera cargado y la aseguró.

Entonces se escucharon pasos, eran lejanos pero el perfecto entrenamiento de Killer Bee y su experiencia hacía detectarlos a pesar de que se tratara de decenas de metros, la inquisidora aguardó sentada, esperando a quien pasara frente a ella.

por **Riful** Sáb Oct 13, 2012 11:20 pm

A medio camino de mi paseo, sentí la presencia de un inquisidor. Me lamenté en mi fuero interno. Podría haberme divertido asesinándolo, pero ya le había hecho la promesa a Liza de que no dañaría a nadie. Una lástima.

El olor de los Inquisidores me escocía la nariz. Era como una especie de mezcla entre la Gracia de Dios y las almas más podridas que se pudieran encontrar. Una mezcla pintoresca, una dicotomía interesante. Una paradoja que me mantenía curiosa y confundida. Ofreciendo sus almas al creador, pero manchándose las manos con la sangre de las criaturas creadas por él. Y encima, creían que nos daban la salvación.

Aunque ya había hecho mi pequeña promesa de "no matar", sentía deseos de ver qué clase de persona se atrevía a esperarme de esa forma. Por que me estaba esperando, lo sentía. Estaba sentada tranquilamente, esperando a que apareciera para matarme. Qué iluso. Puedo ser bastante difícil de atrapar, cuando quiero.

Así que confié en mis habilidades y simplemente me dirigí hacia la fuente de aquel aroma tan particular, el olor de Inquisidores que siempre seguía.

por **Camile Avery** Jue Oct 18, 2012 9:00 pm

Y apareció, una mujer desalineada con la mirada un tanto perdida pero muy lista, despierta y atenta.

¿Acaso había reconocido la naturaleza de Killer Bee?

Lo cierto era que Killer Bee si reconoció la naturaleza de aquella mujer, y aunque no pudo afirmar de que clase supo que era una cambiaformas, el olor particular que detectó, aquellos ojos tan distintos a los del hombre, de una mirada sobrehumana, aterradora y con un brillo especial en aquella sosegada noche.

La pregunta que Killer Bee se hacía era, -¿Liberaré aquel cuerpo de la desgracia maligna que vive en ella y aprisiona el alma en una desesperación que sólo el salvador Dios puede auxiliar por medio de la muerte?-

Sin embargo, tenía que pensar en algo, si actuaba en aquellos momentos pondría en alerta a los sobrenaturales y era algo que Killer Bee no quería hacer.

La inquisidora se puso en pie y dio un par de pasos hacía la mujer y -¿un momento aquel rostro... acaso lo he visto antes?-, la mujer también miró el rostro de la inquisidora que se mostraba gracias a la luz mortecina y la luna llena que iluminaban el desolado callejón.

Killer Bee tuvo la sensación de haberla visto antes, su alma estaba inquieta y llegó hasta la mujer, la rodeó como asechándola, invitándola a actuar, a decir algo o en una peligrosa acción atacara, la inquisidora estaba preparada para todo.

por **Riful** Sáb Oct 20, 2012 11:43 am

Y entonces miré, y una epifanía vino a mi mente. Conocía ese rostro, lo conocía muy bien, y no lo había olvidado, aún cuando habían pasado varios años.

Es ella.

-Es ella- lo único que lanzaba mi mente era esa frase. Muchas voces me lo decían. Es ella, es ella, es ella.

La que me había quitado a Liza.

Los recuerdos empezaron a llegar. Aquel día, hace varios años, cuando Liza y yo hacíamos planes para movernos en París. Aquel día en el que los Inquisidores descubrieron nuestro escondite, nos atacaron sin piedad. Aquel día en el que, en un descuido, Liza dejó que aquella mujer al frente mío la matara sin piedad. Aquel día en el que quedé sola.

La rabia comenzó a llenar mi ser. El odio, la venganza. Estaba tan cerca, tan tangible…

Riful, me prometiste que no ibas a hacer nada.

-Este es un caso distinto, Liza. Creo que no voy a poder cumplir esa promesa después de todo. Lo siento mucho. Te recomiendo que no veas.

No me vengas con eso. ¡Lo prometiste! Te voy a hacer cumplir esa promesa como sea. ¿Por qué siempre tienes que matar a la gente a la primera oportunidad? Ella me asesinó, sí. Pero puedes tener más oportunidades para hacerla sufrir. De seguro la verás mucho por aquí. Ahora huye, corre. ¡¿Pero qué estás haciendo?! ¡Riful!

No le hice mucho caso. Sabía que con ella molestándome, no iba a poder hacer mucho, pero si no podía matarla allí mismo, al menos le iba a dejar la amenaza tangible en el aire, a mi manera particular.

-Saludos, Inquisidora. He prometido hace un rato que no le haría daño a nadie, pero si me ataca no tendré más opción que defenderme.

Mis labios se curvaron en la más siniestra de las sonrisas.

por **Camile Avery** Sáb Oct 20, 2012 9:22 pm

Killer Bee noto una lucha interna en aquella mujer, como si fuera víctima de una doble personalidad, una voz que le decía actúa y otra que le detenía y luego. Aquella voz... sí aquella voz ya la había escuchado, aquel mismo rostro, esos ojos felinos... Era ella, Killer Bee ya lo recordaba, esa noche la dejó ir.

-¿Lo prometiste... a tu hermana?- provocó Killer Bee y se mantuvo atenta, esas palabras agresivas provocarían una reacción. -¡Estás sola no hay nadie que se interponga entre nosotras...! ¿O tendrás otra hermana?- dijo y la miró a esos ojos felinos, noto la fuerza que emanaba del alma de aquella mujer. Le costaría trabajo, sí, no sería fácil Killer Bee lo sabía pero no le temía esperaba dos cosas que la cambiaformas actuara y en acto de defensa Killer Bee obtuviera la bendición para defenderse sin faltar a Dios, o ver que la mujer se fuera y continuara con su recorrido, estudiando con prisa y siempre atenta a cuando la cambiaformas se liberara de esa promesa y buscara a Killer Bee que la esperaría con una emboscada.

Dedicó una sonrisa perspicaz, un touchè y dio una vuelta alrededor de la cambiaformas, volvió a clavar sus ojos a los felinos de ella, retándola y luego otra sonrisa.

-¿No..?- cuestionó con decepción, -marcha mujer habrá otra ocasión y cuando se dé te enviaré a con tu hermana y que nuestro padre santísimo les dé salvación- dijo, dio dos pasos hacía atrás y le entregó su espalda, Killer Bee llevó su mano derecha a su revólver izquierdo y preparó la izquierda para desenfundar la daga de plata.

por **Riful** Dom Oct 21, 2012 10:12 pm

Sus palabras hicieron que rechinara los dientes por un par de segundos ante tamaña provocación, pero después volví a sonreírle, de manera aparentemente inocente.

-Vaya vaya, pero qué valentía más grande- dije, con un tono sarcástico-. Tengo más hermanos por ahí, de donde vengo, pero no eran como nosotras y nunca nos importaron. Liza es la única que entiende.

Y la única que me acompaña, por descontado. Siempre junto a mí, como las gemelas que somos. Sin separarnos incluso en la muerte.

Vi cómo aquella mujer se daba vuelta y me daba la espalda, posiblemente preparando sus armas para matarme a la primera oportunidad. Qué ilusa. Aún no entendía que yo cumplía fielmente las promesas que hacía, especialmente las que le hacía a Liza. Ésas eran ineludibles. Además, quizá le habían dado un buen entrenamiento, pero le sería difícil enfrentarse a aquella que todos los inquisidores buscaban, especialmente si tomaba mi forma de tigre.

Riful, la promesa. Pobre de ti que no la cumplas. Te dije que corrieras.

-¿Estás hablando de Dios?- pregunté, con una sonrisa, sin hacer caso a la voz de mi hermana-. Quizá me de la salvación, quizá no. No he sido una buena chica- ahí mi sonrisa se ensanchó. Las matanzas que había perpetrado posiblemente me dejaran un tiempo muy largo en el purgatorio-. Aunque la Iglesia tampoco lo hace nada mal, asesinando a diestra y siniestra sin tomar en cuenta lo que Dios dice en verdad. ¿Es que acaso ustedes no leen la Biblia?

Yo sí que la había leído. Varias veces. Y allí no decía nada sobre matar sobrenaturales. La verdad, no sabía de dónde había sacado la Inquisición aquella firme idea de que tenía que sacar del mapa a toda cosa diferente a ellos. Posiblemente de su miedo o sus intereses particulares. Nunca lo sabría.

-¿Por qué simplemente no guardas tus armas? Tendremos más oportunidades para desollarnos vivas, eh... ¿Cómo era tu nombre?

por **Camile Avery** Lun Oct 22, 2012 2:37 am

Killer Bee sonrió luego de escuchar las palabras de la mujer a su espalda.

–Sólo Dios decide a quien otorga la salvación, no es desición nuestra, no somos jueces sólo le entregamos sus almas pecadoras y en algunos abominables– dijo Killer Bee, liberó sus manos de las armas y se dio media vuelta dedicándole una sonrisa falsa.

–¿Leer la biblia?, es nuestra educación, aquel que ose llamarse inquisidor y no conozca la palabra de Dios es un pecador pagano, un cazador, un verdugo que busca una respuesta para justificar su forma de vivir. ¿Pretendes santificar a los sobrenaturales usando la palabra de Dios?... Brujos, Livítico 20:27 Y el hombre o la mujer en quienes hubiere espíritu pitónico o de adivinación, morirán; los apedrearán con piedras; su sangre será sobre ellos... O algo sobre ustedes cambiaformas y licántropos, con cuerpo de hombre y alma de bestías, pecadores y seres de vida blasfema que creyéndose humanos se condenan más y lo hacen a otros... Livítico 20:15 Y cualquiera que tuviere cópula con bestia, morirá; y mataréis a la bestia... ¿Quiéres escuchar algo de vampiros, bebedores de sangre, inmortales señores de los siglos, que reinan oportunándose de su poder, burlándose de la palabra y existencia del creador... Efecios 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del siglo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los cielos– y no dijo más, hizo una larga pausa.

Killer Bee la niña prodigio que ha temprana edad leyó, comprendió y dio la palabra del señor a otros; destinada alguna vez a ser bibliotecaria y conocedora de testamentos escritos por el puño de Jesucrusto, secretos ocultos por la Iglesia Católica y cientos de rollos de ciencias, religiones y culturas paganas de toda Europa y Asia. No iba a titubear en un debate de conocimiento con una cambiaformas.

–Mi nombre es Cammy White y nací en Inglaterra... aunque tu hermana, antes de darle la comunión me conoció por Killer Bee... ella se llamaba... Mmmm... ¿Liza? Me parece– dijo al fin, rompiendo el incómodo silencio, luego esperó la contestación de la mujer. Pero no hubo tal respuesta, –es cortesia decir la persona o ser su nombre a quién se lo pidió sí fue solicitado–

por **Riful** Mar Oct 23, 2012 12:41 pm

Parpadeé un par de veces, para luego soltar una risotada ahogada. ¿Hablaba en serio? ¿De verdad no sabía quien era yo? ¡Impresionante!

Mi risa ahogada pasó a ser una explosión de carcajadas dirigidas a aquella inquisidora que sabía a duras penas a quién estaba amenazando. ¡Casi toda la iglesia me perseguía, por dios! ¡Hasta tenían retratos míos pegados en cada pequeña capilla! Cielos, qué risa, la verdad. Y lo más triste era que no me iba a detener en un buen tiempo.

Cuando pude respirar de nuevo, traté de responder con una voz más o menos normal, pero tuve que esperar otro rato para recuperar la voz y limpiarme las lágrimas que habían caído por mi rostro, producto del ataque de risa. En mi mente, Liza estaba más bien furiosa.

¡RIFUL! ¡¿A qué vino eso?! ¡¿Qué pasa si la enfureciste más?! ¡Ahora te va a matar, de seguro te matará! ¡¿Tenías que reírte?!

-No me va a matar ahora, Liza- le respondí, a duras penas, con la voz aún ausente. Ya estaba en vías de reponerme. Cuando lo logré, me puse bien derecha y le dediqué una gran sonrisa.

Si no huía despavorida al momento de oír mi nombre, entonces le daría parte de mi respeto, pero sólo parte. Hice una pequeña reverencia a su persona, como las que le había visto hacer a las monjas del convento ante alguien importante, hace muchísimos años atrás.

-Tengo muchos nombre, cada uno más extraño que el anterior. Pero tú puedes llamarme por el más conocido: Riful del Oeste.

por **Camile Avery** Mar Oct 23, 2012 2:56 pm

Y la mujer se echó a reír, Killer Bee la miraba con indiferencia, no era una risa sana y eso lo sabía Killer Bee con cada segundo que la risa desvocada continuaba, era una mujer pertubada por la locura y algo se tenía que hacer al respecto, librarla de la locura y enviarla al juicio de Dios.

Y dijo su nombre y ahora tocó el turno para que Killer Bee riera, una bofada breve y también le dedicó una sonrisa.

—Así que eres Riful del Oeste, la tan sobreestimada cambiaformas— dijo y dio media vuelta, dejando que la cambiaformas le contemplara el perfil.

Vaya que Killer Bee había escuchado de ella, nunca había visto su rostro no era de las personas que se detenían a ver los anuncios de "Se Recompensará" sólo leía lo que tenía que leer y nada más.

—Riful debería de ser un sobre nombre adoptado luego de lo que ella ha de llamar tragedia... Eso no importa ahora, ¿qué haría mi maestro en esta situación... cómo actuaría Ruggero Rosso? Puedo encararla y librar una batalla nada fácil y que podría dejarme cicatrices si me descuido y así salvar a novatos y soldados incopetentes que caerían víctimas de tan orgullosa cambiaformas, después de todo cuanto más grande es el orgullo más dura es la caída esa sería mi mayor arma, atacar su orgullo. Pero también sacrificaría mi encubierta situación— debatió Killer Bee en su mente.

—Intimidación— susurró. Desenfundó su revólver izquierdo con la mado derecha y apuntó a la cambiaformas, quitó el seguro y acarició el gatillo con su dedo índice... —¡Que la gracia del señor esté contigo!— dijo Killer Bee y esperó a que la cambiaformas hicera algo, de lo que hiciera dependería la próxima acción de Killer Bee.

por **Riful** Dom Oct 28, 2012 10:03 pm

Me quede allí, parada, esperando que apretara de una vez el maldito gatillo. No temía a la muerte. ¡Que va! La muerte era la que me temía a mí, la que me rehuía constantemente y de manera bastante eficaz. Si aquella inquisidora creía que con una pistola iba a intimidarme, estaba muy equivocada.

Me acerqué un poco más, para ver el estilo y la potencia. La voz de Liza ya retumbaba en mi cabeza en forma de gritos.

¡¿Es que estás considerando el suicidio?! ¡¿A qué viene eso de acercarte tranquilamente a una pistola llena de balas de plata?! ¡¿Tanto deseas morir?!

-Callate, Liza, estoy ocupada- le espeté, mientras miraba aquella arma con una sonrisa. Luego me dirigí a Killer Bee- Linda pistola. Debe tener una potencia impresionante. Me pregunto cuántos han muerto a manos de ella...

Decenas, quizá cientos. O miles. La verdad no importaba demasiado. Las armas como esa eran útiles, pero demasiado endebles. Con un golpecito se hacían trizas. Ya lo había hecho. Cientos, miles de veces. Todas las armas de fuego eran iguales. Y era bastante divertido ver como morían a manos de su propia pólvora. No era un espectáculo común, pero vaya que era interesante.

Te estás desviando del tema. Ahora vuelve a la realidad y aléjate.

-Si me alejo me disparará por la espalda. No hay diferencia- le respondí a Liza, con voz aburrida. Este paseo nocturno necesitaba un poco de acción-. ¿Vas a atacarme, o te irás? Respetaré cualquiera de las dos decisiones, pero si te llego a encontrar de nuevo créeme que no volverás a ver la luz del sol.

Acababa de lanzar mi amenaza, en el tono más oscuro que pude conjurar.

por **Camile Avery** Lun Oct 29, 2012 2:32 pm

Riful no había actuado como Killer Bee había esperado, recordó lo que había escuchado de ella... se transforma hasta dónde la Iglesia sabe en un tigre y un geopardo.

Killer Bee meditó, la cambiaformas le retó pero antes de hacer algo tenía que evaluar la situación, los tigres siempre le habían causado problemas y si la velocidad de transformarse era rápida no podría escapar de un geopardo si la situación cambiaba de perspectiva.

Killer Bee bajó el arma y la enfundó, luego fue a la banca y se sentó, aquella cambiaformas tenía gran autocontrol pese a su psicología distorsionada.

—Entonces me arriesgaré a que llegué ese día— dijo la inquisidora y le guiñó el ojo de forma burlona.

—Y dime Riful... tienes alguna clase de mania, ¿llevar no solamente una cuenta de los inquisidores a los que has matado, sino también, conservar alguna parte de su cuerpo o mechones de cabello?—

La inquisidora esperó y tomó una postura más cómoda mientras miraba a la cambiaforma, Killer Bee lo sabía, era una estúpida pregunta pero más que recibir una estúpida contestación esperaba una reacción, tenía que seguir estudiando a Riful, retenerla el tiempo suficiente para que la inquisidora aprendiera lo necesario para hacerle frente la próxima ocasión en que la muy orgullosa y ufana Riful del Oeste amenazara con terminar la vida de Killer Bee.

Killer Bee bostezó, —¿ves a tu hermana muerta Riful? De ser así, como es... ¿tal cual era en vida o quizás con el bello vestido que llevaba manchado de sangre por la daga que atravezó su corazón, con el rostro manchado y la cruz que hice de sangre en su frente para darle la comunión? Comunión que Dios no aceptó sí tú hermana sigue en este mundo terrenal al menos que hayas hecho un acto de brujería atando tu cuerpo al de tu hermana— dijo y cambió de postura, recargando su cuerpo a la derecha, al brazo de la banca.

por **Riful** Dom Nov 04, 2012 9:06 am

Estuve a punto de soltar una risotada. ¿A qué venía esa pregunta? ¿Para qué quería yo las partes de aquellos soldados de Dios? ¿Para qué guardar recuerdos que no deseaba tener? Al menos para mí, bastaba con matarlos, destazarlos y hacerlos sufrir el peor dolor que podrían experimentar en su patética vida.

-¿De qué me serviría guardar cosas de Inquisidores? No quiero basura de recuerdos. Y la verdad tampoco llevo la cuenta de cuantos han desaparecido. Sólo los hago desaparecer, y ya.

Quizá eran cientos, miles, decenas de miles, no lo tenía claro. Lo único que me importaba era matarlos. Los números no me importaban. De hecho, apenas sabía contar. Nunca había aprendido hasta más allá del diez. No era ninguna sorpresa, dado que yo era de la clase social más baja que podría pensarse, y las monjas nos temían tanto que apenas se dignaban a enseñarnos nada.

Como si necesitara saber algo. La enseñanza era una mentira más de esta sociedad basada en una escala de falsedades.

- ¿Si veo a Liza? Por supuesto que no, está muerta. Sólo la escucho, siempre está allí, sólo en presencia pero no como algo material. Es como si fuera la voz buena de mi consciencia.

La voz buena. La que a veces me detenía cuando estaba a punto de cometer algo... no malo, o por lo menos no para mí. Para Liza, lo que hacía era un horror de horrores. Para mí, era simple y pura diversión. Aunque después de escuchar sus regaños, no me daban ganas de hacer nada, aparte de vagar entre los tejados de la ciudad.

-Y tampoco conozco brujos o se nada de brujería como para traerla del otro mundo. De cualquier modo, me ha dejado más que claro que no le gustaría volver a un lugar tan horrible y aburrido como la vida. Prefiere quedarse donde está, bien enterrada.

La miré. De seguro era algún plan para después poder enfrentarse a mí de manera más eficaz, pero no me importaba soltarle todo ese torrente de información. No tenía nada que ocultar, mi vida era una sin secretos, con todas mis acciones visibles. ¿Para qué esconder cosas, si quería ser encontrada de todas las maneras posibles?

Podrías preguntarle algo también. Aplaza el momento en el que se enfrenten y así estarás igual de preparada que ella.

-Como quieras, Jefa- solté con ironía. Luego me dirigí a la inquisidora-. ¿Y cómo llegaste a ser parte de la mentira que son los Soldados del Señor?

por **Camile Avery** Dom Feb 17, 2013 5:17 pm

Ahí sentada Killer Bee soltó una risilla a la pregunta de su rival.

— Fui educada desde mi niñez, conocí la palabra del señor a muy temprana edad, la comprendí y con los años aprendí y acepté que el mejor camino para servir a Dios no era oculta en una catedral, sino como una soldado — bostezó y cruzó las piernas con interés a la conversación que Riful le estaba brindando.

— Así como te has de jactar de tu ferocidad, yo lo hago con mis habilidades corporales. Admito que somos pecadores como cualquier humano, pero no son los mismos pecados los de las bestias y demonios como ustedes que los del hombre — la inquisidora le dedicó una sonrisa astuta, un brillo nació en sus ojos y continuó contemplando a Riful.

Y era porque a pesar de haberle mencionado la promesa que hiciera a su difunta hermana - una locura - dudaba que aprovechara la mejor oportunidad para terminar con la mujer que le arrebatara lo que pudo haber sido lo más querido para ella y que tal vez la convirtió en lo que ahora era, una desquiciada asesina.

– ¿Dime Riful, te gusta esta vida, no piensas como tu hermana después de todo le hice un favor al liberar su cuerpo del mal? Quizás lo mejor sea enviarte con ella, para que descanses en paz o no, independientemente de hacer un favor a la Iglesia y salvar incompetentes soldados, te haré un favor a ti. No te pediré que te entregues a mi bala, sólo que me des un buen combate... ¿te parece, ambas ganamos no lo crees? — dijo con una sonrisa cómplice.

por **Riful** Sáb Feb 23, 2013 8:03 pm

Sopesé su oferta por… cinco segundos. Y le devolví una sonrisa enorme y divertida como respuesta, además de una afirmación universal.

-No gracias, ni aunque me ofrecieran la silla del papa. Todavía considero la muerte como algo lejano, pues tengo cosas más interesantes que hacer con vida, no sé si me entiendes…-caminé unos pasos alrededor, juguetona-. Pero supongo que lo del buen combate puedo dártelo sin un trato de por medio.

Con una sonrisa, tensé mis músculos, esperando a ver las reacciones de la inquisidora. Pero una vocecilla que distaba de ser calmada estaba retumbando en mi cabeza de manera molesta. Entorné los ojos ante los reclamos de Liza, que no paraba de hacerme polvo la cabeza con sus gritos de desaforada. ¡Y se supone que yo era la desequilibrada! A decir verdad, nunca la había visto tan furiosa en toda mi vida.

Tú hiciste una promesa conmigo, pequeña pendenciera. ¿La vas a cumplir o no? Te juro que si no la cumples te gritaré el resto de tu patética y miserable vida, hasta que vengas aquí conmigo y pueda darte una verdadera paliza.

-Liza, ¿Desde cuándo eres tú la que manda? Puedo tomar mis decisiones solita, si no te das cuenta. Muchas gracias por tu apoyo.

¡A la porra! ¡Haz lo que quieras!

Y con ese grito de derrota, la voz de mi hermana se tomó un descanso. Precisamente lo que necesitaba para estar con los cinco sentidos puestos en mi rival de allá adelante. ¿Quién sabe? Probablemente me daría una buena pelea.

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