El mundo no se pone patas arriba tan fácilmente || Gaspar.

por **Payne Manie Folie** Miér Oct 30, 2013 3:43 pm

Cuando desperté, tenía entre los brazos a la pequeña Morgen que había llegado a nuestro lecho apenas un par de horas antes. A diferencia de sus hermanos, ella insistía en querer ir a dormir con nosotros y pasar las horas nocturnas con sus manos en mi redondeado vientre. Me hace creer que puede sentir a los nuevos pequeños, que es capaz de escuchar su corazón o tal vez percibir su esencia como alguna vez dijo Epoch que era capaz de hacer con nuestros anteriores hijos. Desde que nos mudamos a este hogar fijo, él suele salir de casa muy temprano y volver cuando ya ha caído la noche. Las horas a solas aumentan y aunque estoy siempre con mis pequeños, su presencia me falta.

Cuento las monedas que tengo en mis manos, son escasas pero las suficientes para lo que tengo planeado. Con los años he ido aprendiendo a cocinar y de a poco la cena se transforma en mi especialidad y también el momento en que todos podemos compartir sentados en la misma meda, al menos por los minutos que los niños soporten tranquilos. Es así como luego de algunas preguntas a las vecinas puedo dar con la dirección del lugar que necesito para comprar lo que utilizaré esta noche. Caminar con tres niños entre 1 y 4 años además de un embarazo de 5 meses no es simple, Paris suele parecer una selva hambrienta intentando arrebatarnos todo lo que tenemos para ofrecer y también lo que no.

Pero encuentro con rapidez la panadería y el olor que de ahí proviene me envuelve y al mismo tiempo hace que los recuerdos aparezcan. Recuerdos que deberías tener olvidado. Recuerdos que yo no pido y que están ahí mientras abro la puerta y recorro con la mirada hasta encontrar a alguien que pueda atenderme. — Buenas tardes… — a pesar de los años, mi francés aún tiene rastros del acento de algún origen que nunca he podido identificar. — Me gustaría saber si tienen… — antes de que esa oración pueda terminar escucho el sonido de algo que se quiebra e inmediatamente lo asocio al chillido de Liebe y al “yo no fui” de Freiheit. Al girarme el rostro de mis mellizos es una mezcla de culpa y una sonrisa traviesa, y aunque en otra ocasión yo sonreiría del mismo modo, ahora no puedo hacerlo. — Lo lamento… lo lamento mucho —

Los planes de una cena diferente se van, con el dinero que había ahorrado tendré que pagar lo que ellos arruinaron. Es extraño sentir que esas monedas tienen un poder que nosotros otorgamos y también que es primera vez que tengo la real consciencia de todo eso.