Ven, demos a beber vino a nuestro padre, y durmamos con él.

Alphonse es un hombre enamoradizo, por lo tanto la lista de sus amantes es interminable. Él, en sus días como sacerdote, se enamoró de una joven recién enviudada, perteneciente a una familia aristócrata de gran fortuna e importancia. Él era su confesor, y ella lo era también por su parte. ¿La razón? La mujer había perdido a su marido siendo muy joven, y de igual manera de La Rive había perdido a su amante y gran amor, un soldado de la Inquisición llamado Angelo. Tanto para ella como para él fue el resurgimiento de emociones que creían olvidadas, desapareció el rencor, el odio hacia el mundo, y el amor, la tranquilidad, la paz volvió a ambos. No es que estuvieran realmente enamorados, pero rápidamente se encapricharon el uno del otro y fue un gran apoyo mutuo para superar la muerte.

Como es lógico, la relación permaneció oculta. Ella una noble enviudada y él un religioso. Estuvieron años juntos, y en el último ella quedó embarazada. Jamás le contó nada a Alphonse, y optó por dejarle. Abandonó Francia, refugiándose en otro país durante el embarazo. Cuando dio luz a su hija, ella lo ocultó de la mejor forma que pudo con la ayuda de sus familiares más cercanos -y de los que más confiaba-. La niña pasó de una familia a otra, de internado en internado; sin saber quién era realmente -aunque siempre entre lujos, buena vida en general-. La mujer nunca se casó de nuevo, y cuando la muchacha tenía quince años decidió unirse de nuevo con ella. Le dijo a todo el mundo que se sentía sola, que tras la muerte de su marido no querría casarse jamás, pero que necesitaba un heredero y quería un hijo -acababan de diagnosticarle una grave enfermedad que iría mermando su vida hasta morir, por lo que creyó que era una señal del Cielo para volver a estar con su retoño-. La adolescente pasaría a ser su hija -lo que en verdad era-, pero siempre diciendo que era adoptada.

Ella, la muchacha, seguía sin conocer la verdad. En los últimos años, la enfermedad se hizo más y más evidente, y murió en pocos días. Esos últimos días los paso en París, y decidió llamar a Alphonse -ya cardenal- para que él fuera el encargado de la extremaunción. Al comienzo, el religioso se negó -ella le había abandonado sin decirle nada, y ya había pasado por lo que es que un ser querido se muera entre tus brazos-. Sin embargo, algo de humanidad quedaba en su alma, por lo que acudió. Hablaron largo y tendido sobre sus últimos años, se perdonaron, y ella le contó la verdad, que la joven que lloraba en el salón sabiendo que su madre moriría, era hija de él. Alphonse no se lo podía creer, mas aceptó cumplir el último deseo de la mujer: velar por su seguridad, cuidar de ella. Para alguien de su posición no sería complicado.

Y allí es el primer encuentro, la primera vez que Alphonse habla con su hija. Una muchacha recién entrada en la vida adulta, sola en el mundo, pero con un título nobiliario importante y una riqueza a tener en cuenta.

En un principio, la relación entre ambos será fría y distante, obviamente. Él no le dirá que es su padre, y ella tampoco lo sabe. Le contará que era un gran amigo de su madre y le hizo prometer que la cuidaría. Alphonse ve como la muchacha se parece muchísimo a su madre no solo físicamente, sino también en su forma de hablar, de comportarse. Se acerca a ella creyendo que podrá aprovecharse de su inocencia, de su fortuna y su título de aristócrata, pero poco a poco pasará a quererla.

Aviso de que es un personaje MUY importante para la trama de Alphonse. A su lado él dejará de ser el hombre vil y cruel, siempre pensando en el poder e ignorando la vida de los demás. Junto a ella, abrirá su corazón y se mostrará como un hombre bondadoso, y sobre todo paciente. Así se mostrará el otro lado del Cardenal.

Por parte de ella, me es indiferente su forma de ser. O como ella ve al cardenal, puede decidir aprovecharse o acabar apreciándolo de igual forma a pesar de que todos le dicen que es uno de los hombres más peligrosos de Francia -salvo con ella-.

-Por favor, no abandonar el personaje. Y si esto sucede, avisadme. Aunque sería de agradecer que esto no suceda. Somos adultos, comportémonos como tal. Si uno se compromete en algo, debe cumplirlo.

-No me gustan los roles que tardan un año en realizarse, soy una persona muy impaciente y rápidamente me aburro. De modo que si por x motivo tardas muchísimo en rolear, estás descartado. Como dije, esta trama la quiero llevar a cabo sí o sí, y que vaya avanzando. Pido al menos dos post o tres por mes (sé que en determinados meses es imposible, trabajo, estudios...). Es solo una mera indicación.

-Prueba de rol. No algo muy amplio, pero quiero ver como el personaje se desenvolvería. Y el user llevándolo.

-Buena ortografía. Todos cometemos faltas de orcografía, pero por favor, que se abstenga cualquiera que nunca ponga comas, o aquel para quien no existan las tildes.

-La edad ideal del personaje serían 17 años. Pero podría oscilar entre 17/20. Todo es hablarlo.

Es un hombre ambicioso, cruel y deseoso de llegar a las más altas esferas.  No tiene límites en cuanto a este tema se refiere (si hay que matar a alguien o traicionar a algunos de sus más allegados, él nunca dudará en hacerlo.) Su objetivo es llegar a Papa, ser la cabeza del Colegio Episcopal. Sabe que desde esa posición podrá controlar prácticamente toda la Europa católica. De momento, desde su posición de arzobispo también tiene un alcance considerable en la política de Francia (después de todo los cardenales y arzobispos son más políticos que representantes de Dios.)

Su posición en la Inquisición es meramente estratégica. Él no está interesado en perseguir herejes ni tampoco ningún tipo de criatura contraria al Señor. En verdad, cuando la ocasión lo requiere, él mismo usa a estos seres en su propio beneficio o se acerca peligrosamente a la magia negra. Todo sea por el poder.

Dentro de la propia Iglesia algunos de sus congéneres le repudian por su hipocresía y su falta de escrúpulos. Además, una vez se le conoce mínimamente es evidente el desprecio que tiene hacia Dios (y su no creencia en ningún tipo de representación divina.)

De La Rive siente un profundo desprecio hacia los gitanos. Los ve como series inferiores y los mira por encima del hombro. Por esa razón me gustaría que estuviera encaprichado de un/a gitano/a (aunque prefiero que sea una gitana, una mujer, en resumidas cuentas.) Él se odia a sí mismo por este caprichoso, ya que es ir en contra de sus propias convicciones.

Este personaje puede estar con el cardenal para obtener favores, dinero, por ser un espía... vamos, que no es necesario tener una fijación especial por el Arzobispo, como él sí la tiene.

Podría ser tanto hombre como mujer, pero mejor lo último. Entre 20/30 años, más o menos. No es necesario que sea humano/a.

Pues eso, espías que trabajen para él a cambio de dinero o lo que a ambos les venga bien.

Altas esferas, eso es lo que realmente le interesa al Cardenal. De aquí pueden surgir varias tramas, nobles de los que el Arzobispo quiera conseguir algo, les pueda intentar manipular o engañar… U otros que estén hartos de él.

Los cardenales por aquel entonces eran políticos y solían estar al lado de la realeza, siendo consejeros de éstos. De ahí que me interese que mi personaje tenga a esta gente entre sus contactos.

Entre cierta parte de la Iglesia y la Inquisición, el hecho de que De La Rive es un corrupto, no es nada nuevo. Por eso me gustaría que tuviera a Inquisidores de su lado (que también busquen el poder o que puedan ayudarse mutuamente para conseguir algo ambos), pero también otros que deseen acabar con él ya que, en verdad, no es más que otro hereje cubierto de gloria.

También enemigos, aquí ya sin distinciones. Se pueden pensar tramas para que los dos personajes se odien y quieran matarse entre ellos.

Aquí ya que vuele la imaginación. Fuera de lo que pido puede haber otro tipo de tramas que también serán bienvenidas, sin importar de que índole… A saber, amantes (le va de todo), vampiros que quieran algo de él… Lo que se nos pueda ocurrir.