Jamás olvides tus secretos - Gaspard

por **Vane Kramm** Mar Nov 25, 2014 9:31 am

Pasan los años y la responsabilidad crece,
sin embargo muchas veces con los años
nos hacemos más irresponsables.
Anónimo.

Harto. Aquella era la palabra correcta al comportamiento y estado del cambiante, que como león enjaulado daba vueltas sobre el mismo terreno. Una vez tras otra, yacía esperando a que su líder volviera de sus excursión nocturna y atento, a que cada uno de los miembros de la manada se encontraran donde debían de estar.

Ya hacia horas que Gaspard se había marchado dejándole a él como sub líder de la manada que él lideraba. Y aunque a Vane siempre le había gustado ser de ayuda, actuar como líder en sus ausencias, esta vez presentía que esas ausencias guardaban un secreto y los secretos para él -líder a espaldas de Gaspard de un grupo de ladrones- significaban debilidades. Y ahora mismo que se acercaba la época del celo de las hembras y las luchas territoriales entre los machos, no veía con buenos ojos que su líder se planteara tener debilidades. No en este preciso instante. No ahora que todo por lo que había luchado, podría perderse en una sola noche de combates y desafíos.

— Despreocupado felino, no siempre podré estar tras de ti para vigilar que nadie te siga y descubra lo que seas que escondas tras tus actos. —Se dijo a sí mismo, esbozando una breve sonrisa un instante al ser consciente de como las cosas podían cambiar de un momento a otro.

Él siempre había sido el más despreocupado, el más agresivo e impulsivo y Gaspard a su lado, el más calmado y paciente, quien no se dejaba llevar por sus bestias a menos de que se sintiera amenazado o amenazaran a su extensa familia de cambiantes. Por eso encontró irónico que ahora fuera él quien pensara en desaprobar la conducta de su líder en sus escapadas, cuando él desde jovencito había sido participe de demasiadas escapadas a espaldas de su líder. Y lo que era peor; aún seguía con sus escapadas y secretos. Como el último de ellos, una humana que guardaba celoso de los demás solo para sí, y que de salir a la luz, podía significar la muerte de ambos.

— ¿Dónde estarás condenado felino? Y con quien, maldita sea… —Con el pie pisó con fuerza las hojas del suelo y tras un seco gruñido, terminó por sentarse en una roca dispuesto a esperar hasta verle aparecer. Porque no iba a moverse de allí hasta hablar con él, y hacerle confesar que era lo que planeaba: Lo que solía distraer su mente aquellas noches de cacería.

por **Gaspard Cossment** Dom Ene 25, 2015 2:43 pm

Era lógico suponer que habría perdido la noción del tiempo junto a la felina, fácilmente podrían haber transcurrido semanas. No era menor enterarse en una noche que aquella pequeña cambiaformas —a la cual había salvado años atrás— era su meta de caza ahora, precisamente a quien debía exiliar. Pero como la naturaleza es extremadamente sabia, se encargó de ponerlos frente a frente, confrontando el destino que tenía para ellos. Había conocido a su mujer y la misma noche tuvo que abandonarla en su cabaña, por mas que le había asegurado mantenerse con ella ahí, velando su sueño. Y aunque lo anhelaba, eso no sería posible, él debía volver a tomar sus responsabilidades.

Su salida del hogar de la fémina fue silenciosa, aunque no menos apresurada. Se preocupó antes que nada de dejarla cómoda sobre el colchón y cubrir su cuerpo. Esa, sin dudas fue la primera noche en todos sus años en que sintió aquel vacío por dejar a alguien, desconociendo cuando podría volver a reunirse con ella.
Adoptó su forma mas imponente para llegar más rápidamente a la aldea. Sabía que uno de sus cercanos ya tendría que estar altamente nervioso o molesto, y todo producto de su inexplicable tardanza. Aunque Vane siempre lo cubrió en los momentos más inoportunos, era de esperarse que luego de eso Gaspard siempre le comentaba acerca de los resultados de sus salidas, pero esta vez desde el inicio fue diferente, y después de otorgarle las vagas palabras "-Necesito que te quedes al frente. Tengo que salir.-", obviamente Vane desearía saber donde carajo se había metido, y era ese su mayor contratiempo. No estaba dispuesto a darle explicaciones.

Al llegar a su hogar, la visión que tuvo fue tal y como lo imaginaba. Brotaba la impaciencia por cada poro del felino. Sólo produjo un gruñido para alertar su presencia desde una distancia prudente, retomando su humanidad a los pocos segundos.
— Ya puedes ir a descansar, Vane. Has echo bien.— le dijo con un tono forzadamente neutral, calzándose uno de los pantalones ocultos entre los arbustos del lugar.
— ¿No tuviste inconvenientes? — buscó saber por costumbre más que por preocupación, ya que confiaba plenamente en el liderazgo que su mano derecha poseía. Todos eran capaces de estar tranquilos en su ausencia si Vane quedaba al frente.
Exhaló, golpeándose las palmas contra los muslos y caminar al encuentro del joven. Dos palmadas de aliento estrelló contra la espalda ajena. Le estaba agradecido, pero sólo era cosa de tiempo para que el felino abriera la boca y el molesto interrogatorio comenzara.

Gaspard no podía hablar de Kaya con él, o mas bien no debía. Lo único que conseguiría con eso sería ponerla en alto riesgo, y eso no era bueno para nadie. Ella sería rechazada, eso era algo obvio e incluso él mismo no terminaba de asimilar los últimos acontecimientos.
Se sentía atrapado, entre lo que tenía que hacer, su deber y lo que su instinto le gritaba.

por **Vane Kramm** Lun Ene 26, 2015 9:44 am

Cada suspiro del cambiante parecía en su cabeza un lastre de minutos en aquella eterna espera. Surgían en su mente tantos problemas y peligros que podrían haber tomado desprevenido a Gaspard aquella noche, que se encontraba luchando incesantemente contra su pantera y su necesidad de acudir en su ayuda. Aún sin que le quisiese, él siempre estaría para protegerle. Excepto esta noche en que le había dejado en claro que no se moviera y vigilara la manada en su ausencia.

Un nuevo gruñido de impaciencia brotó por sus labios rompiendo la tranquilidad de aquella noche. Inquieto, sus ojos fueron hacia la dirección por donde el cuerpo del felino había desaparecido horas atrás y obligándose a calmarse, llevó sus dedos a su sien haciendo presión en un intento de alejar todo pensamiento y jaqueca de su cabeza, al tiempo que una olor conocida se acercó a él, distrayendolo.

—Pareces más mayor Vane de esa forma. Das la sensación de ser más adulto, me atrevería a decir que luces como mi hermano la mayor parte de su tiempo. —La voz y la risa cantarina a su espalda le hizo sonreír en contra de todo pronóstico y negando con su cabeza abrió de nuevo los parpados encontrándose con la figura femenina de Dianna: La hermana menor de Gaspard. — Hoy mi hermano se toma su tiempo en regresar, no? ¿Crees estará bien?

Los ojos dorados de Vane recorrieron el rostro femenino en busca de algo que le diese respuestas a porqué aquella noche la joven pantera luciera tan melancólica y preocupada y asintió tras unos segundos a sus palabras, desviando de nueva cuenta su mirada a la lejanía del oscuro bosque.

— Vuestro hermano debe tener asuntos de los que ocuparse, nada de lo que debamos preocuparnos. — Contestó intentando reconfortarla aunque él mismo tenía sus dudas. —Además, hierba mala nunca muere. —Intentó bromear con ella. Sin embargo, al no ver la sonrisa femenina llegar a sus ojos se envaró y levantándose de la piedra en que se encontraba fue hacia ella, dejando caer su mano en su hombro como gesto de protección y de confianza. — No es su tiempo todavía Dianna… no nos puede dejar, y menos te dejaría a ti. Lo que eso me recuerda que deberías estar durmiendo sino deseas que tu hermano me tenga sin dormir oyendo su discursillo de que debo ser responsable de todos. Incluyéndote. Y eso no es lo que quieres… ¿verdad? — Le preguntó con una sonrisa divertida que sirvió para alejar momentáneamente la preocupación de su rostro.

La joven río tras sus palabras y simplemente tras un adiós más bien vago y una última mirada hacia la lejanía del bosque volvió hacia la espesura del bosque directamente hacia la cabaña más cercana; la que ocupaban ella y su hermano.

La mirada del felino siguió todos sus movimientos hasta verla entrar en la cabaña que más tranquilo de nuevo volvió su rostro serio al frente, esperando por la aparición de su líder. De nuevo inquieto a medida que avanzaba la noche y seguía sin saber de su paradero, volvió a adoptar la mala costumbre de caminar de un lado para otro ocupando su cuerpo en algo que no fuera en transformarse en pantera e ir tras sus pasos, hasta que un gruñido le alertó sumado al aroma de un felino acercándose a él.
Finalmente Gaspard estaba de regreso.

Vane esperó que se volviera humano y observándole acercarse con la curiosidad y la intriga rompiendo sus orbes, mantuvo un exhausto repaso sobre él al acercársele, cayendo en la firmeza de su rostro. Tal que mantenía cuando una idea se le cruzaba inamovible en su cabeza. ¿Sería capaz de esconderle el motivo de su ausencia?

— Apenas alguna que otro altercado entre jóvenes y tu hermana trasnochando como de costumbre. —Le contestó viéndole con el ceño fruncido acercársele. — La cercanía de la época del celo en nuestros felinos creo nos tiene a todos inquietos, sobre todo a los féminas más jóvenes. —Comentó sin darle mucha importancia. El celo era normal entre sus pieles y al ser una manada de varios individuos la llegada de esa época se sentía mucho más intensa bajo sus pieles.
— Pero eso ahora carece de importancia. —Alegó al verlo pasar por su lado, volviéndose enseguida hacia él extrañando el comportamiento ensimismado y taciturno del ajeno.
— ¿Qué ha sucedido Gaspard? ¿Algo de lo que alertarnos? No sueles llegar de este modo. — Indicó yendo tras él sin dejar su interrogatorio. Y tampoco tenía pensado dejar de indagar en lo que había ido a hacer aquella noche fuera de sus territorios. Desde el ataque de una desconocida pantera a dos jóvenes hacia unos días nada le olía bien y sus instintos no solían equivocarse.

— ¿Habéis ido a buscar la pantera desconocida, verdad? —Preguntó finalmente presintiendo que nada más importante que erradicar esa amenaza podía llenar la cabeza del felino del que dependían la vida de tantos como ellos.

por **Gaspard Cossment** Dom Abr 05, 2015 10:49 pm

Ni siquiera el mismo líder sabía hasta donde llegaría su mentira, o mejor dicho; Su secreto.

Después de todo su compañero no era ningún idiota y no tardó en comenzar con sus preguntas e insinuaciones sobre el supuesto paradero de Gaspard. Mientras más hablaba, —aunque sin darse cuenta— se acercaba lentamente a la verdad del asunto, pero sin importar que Vane fuera capaz de decirle exactamente lo que estaba pasando, el felino no iba a darle la razón, eso significaría un peligro. E inevitablemente eso terminaría como una inminente alerta de caza, e irían tras Kaya.

Intentó avanzar sin prestar demasiada atención, o en su defecto atender los puntos que no estuvieran relacionados con el tema en cuestión. El más fácil de abordar por ahora era el de su hermana Dianna.
— Tendré que hablar con ella. No me preocupa que se duerma tarde; si no, a donde puede ir cuando se desvela.—comentó frunciendo el entrecejo. Velar por ella era su responsabilidad, y ahora había mucho más en juego, ya que se trataba de su propia sangre.
— Vane, todos han sido advertidos acerca de la temporada de apareamiento, y sinceramente espero que hasta tú logres encontrar una felina de la manada... Lo digo muy en serio.— recalcó, observando seriamente al que era su mano derecha. Quien también -aunque lo olvidara aveces- debía comportarse responsablemente. Aunque las palabras de Gaspard estuvieron cargadas de sarcasmo, él sabía que Vane también tenía sus secretos. Muchas veces había logrado captar en él aromas ajenos, unos que asombrosamente se acercaban más a los humanos que a su propia especie.

Era inútil que Gaspard intentara persuadir al joven para que se fuera a descansar, en sus ojos brillaba la curiosidad y ésto no tardó en aflorar, así como las preguntas que tanto había evitado.
— Quédate tranquilo, no hay nada que pueda romper la paz de la manada.— le aseguró, buscando conservar aquella característica serenidad. Sus dichos eran ciertos, al final el único que debía estar alertado era él, sólo él era el máximo implicado en el asunto.

Tuvo que exhalar para quitarse la presión del pecho en cuanto se detuvo. Su cuerpo giró para enfrentarse a Vane, poniendo una mano en su hombro, y luego de intentar transmitirle cierta calma, rebuscó en su cabeza las palabras más correctas.
— Escucha, no quiero que nadie sepa ésto, ¿de acuerdo? —comenzó a hablar, reduciendo estrictamente el tono de su voz.

Estaba a punto de entregarle una información que había planeado mantener oculta, pero por otro lado podría obtener alguna ventaja por hacerlo.
— Sí, fui a buscarla, y la encontré...— musitó con un tono agitado, más que frustrado.
— Lo único que me interesa que tengas claro es que ella no planea nada malo contra nadie, ni mucho menos contra la manada. Por lo que tú y todos, pueden continuar viviendo muy tranquilos.— finalizó dejando caer su mano y retomando su camino.

Apelaba a que sus palabras hubieran sido las suficientes para ahogar la terquedad del felino, y no terminara siendo empujado a seguirlo.

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