Amargas pesadillas - Privado

por **Mia Deacon** Mar Nov 25, 2014 7:15 pm

Las pesadillas volvían a arremeter en la mente de la joven Deacon, que con fuerzas se agarraba a las sabanas y musitaba palabras incoherentes junto con la creciente necesidad de despertarse y dejar otras esa nueva pesadilla. Nadie sabía cuándo habían empezado sus pesadillas, solo que un día de pequeña se la encontraron delirando, agonizando en fiebre y desde ese entonces, aquellos episodios habían ido en aumento. Solo en algunas épocas los desvelos habían ido disminuyendo, volviendo con fuerza en cuanto todos se habían relajado y celebrado que parecía dar fin su tormento. Con los pocos recursos que poseían, poco habían podido hacer más que acudir a un extraño sanador que intentó tratar y calmar sus vigilias nocturnas, sin solución alguna tras todo un tratamiento de hierbas y pócimas. Así que sin poder solucionar aquello, solo habían descubierto que de cansarse, o de pasear antes de dormir le ayudaba a calmarse y a reducir las probabilidades de aquellas atormentadoras pesadillas. Por eso y precisamente por ello, era que muchas noches Mia y su hermana salía a dar un paseo por los alrededores de la casa. Momento que aprovechaban para contarse cualquier secreto y compartían risas antes de acostarse y dormirse.

Aquella noche empezó igual que muchas otras noches y tras que pudiera darle fin a su pesadilla, apresurada, Mia se levantó con miedo yendo directamente a la habitación de su hermana mayor en busca de su consuelo. En total silencio pasó por la habitación de sus padres y por el pasillo encaminada hacia allí, sintiendo todavía su corazón acelerado a causa de la mala noche. Lo malo de aquella situación iba a ser que de nuevo iba a molestar a su hermana y con ello, ambas se desvelarían. Aun así al contrario de lo que su razón le decía, siguió con su camino y sus pasos finalmente terminaron frente a la puerta de la habitación de su hermana, la que con cuidado y suavidad abrió entrando al poco tiempo y volviendo a cerrarla tras de sí.

—¿Hermana, estás despierta? —Preguntó con un hilo de voz bajo para no despertar también a sus padres mientras se acercaba a la cama de su hermana y suavemente se dejaba caer al lado de ella. La luz de la luna a través de la ventana incidía sobre el rostro de Aileen, remarcando sus facciones que dormida se veían más dulces. Mia se la miró por unos minutos, acurrucándose más cerca de ella hasta que a causa de sus movimientos terminó despertándola. — Lo siento, volví a tener esas pesadillas y no sabía a quién acudir. — susurró tras que los ojos de su hermana terminaran por fijarse ahora sí, en ella. — ¿Vendrías conmigo a dar un paseo? Nuestros padres duermen pero aún no es tan tarde y no consigo volver a dormirme. Iría yo sola, pero bien sabes del miedo que le tengo a la oscuridad, sobretodo estas noches tan oscuras y frescas.