Entre sueños, pesadillas y realidades puedes encontrar momentos de paz [Privado]

El sonido del aire golpear su cuerpo era lo único que la estaba acompañando. Sintió frío, sintió temor, sintió que estaba en total peligro sin embargo se quedó ahí, sentada, disfrutando de esa paz que hace mucho tiempo no había encontrado. Su cuerpo comenzó a sudar pero ella sentía frío ¿Qué estaba pasando? Siempre había sido sana, claro con pequeñas enfermedades normales de los seres humanos llegamos a tener por descuido, como gripe y esas cosas, por extraña razón se sentía rara, bastante débil, sedienta pero al mismo tiempo con ese deseo de vomitar que le nublaba la mente. Su primera reacción fue tararear una hermosa canción de cuna que su madre le canturreaba antes de dormir para no sentir que el silencio se volvía soledad, poco a poco su mismo sonido se fue perdiendo en las sombras de la noche hasta que sus párpados cayeron como bloques de concreto pesados haciendo que cayera en un profundo sueño. Estaba vez no había ninguna pesadilla, en el sueño solo había una pared blanca que no podía llegar a tocar, estaba a punto por gritar cuando el sueño se interrumpió. La cabeza comenzó a darle muchas vueltas, se llevó ambas manos a esta presionando un poco - Eso dolió - Susurró mostrando una sonrisa inocente mientras volteaba a ver a su nuevo compañero de aquella noche.

La rubia no pudo evitarlo, arqueó una ceja y frunció los labios al darse cuenta que una mujer estaba frente a ella, no porque le molestará al contrarió era gratificante poder estar con alguien como ella, quizás alguna platica larga y buena con una conocida le vendría bien, estaba siempre tan rodeada de hombres revolucionarios que ya se le había olvidado que era tener una platica cómoda y educada con una señorita. Lo que la consternaba era el hecho de ver a una mujer solitaria, los hombres eran más comúnmente vistos de noche y en este tipo de lugares ya que son "fuertes" o bueno mucho más que las mujeres. Como pudo se puso de pie, sacudió ambas manos con cuidado para limpiarlas de la tierra que habían tomado al ponerse de pie, acomodó su vestido después de sacudirlo y por fin la miró a los ojos con tranquilidad - ¿Qué hace en el bosque señorita?¿En el cementerio? - Si, no había sido la mejor pregunta pero al menos era la más aproximada, o la primera que se le había ocurrido.

Observó con atención la fina tela que cubría el vestido y su cuerpo - ¿Es de usted? - Preguntó con cierta timidez agachando la mirada. Seguramente había pesando que era de esas mujeres que no tenían techo, hogar, que solo deambulaban de un lugar a otro. Lo cierto es que Doreen se sentía de esa manera en esos momentos, la casa de la noche la vía muy lejos de ser un hogar pues era ahora el lugar al cual veía como una cárcel, tenía que cuidar sus movimientos, sus palabras, todo y eso no era una vida para nadie.

Aclaró su garganta para poder hablar con la joven. Alzó la vista con cuidado y sonrió con timidez - Disculpe que me encuentre en este estado pero… Aquí es tan tranquilo y silencioso que… - Tomo un poco de aire - Quizás no me entienda pero es tan tranquilo que incluso puedo descansar - Se encogió de hombros - Oh me llamo Doreen - Estiró sus delicadas manos blancas hasta las puntas de su vestido e hizo una reverencia ligera de manera educada a la señorita de cabellos oscuros que tenía enfrente. - ¿Se encuentra bien? - Preguntó ligeramente acelerada, le estaba costando trabajo respirar, sin embargo intentaba parece que no le pasaba nada malo.