AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
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Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Entre los confines de la tierra, dormía el hambriento demonio de la lujuria. La noche vestida de luto, brillando junto a las estrellas que mostraba de su madre la oscuridad y junto con sus ancestros las sombras, estaba inquieta cual gata que comienza con mil suspiros a gritar en la soledad. Dormían las calles de París, despertaban los oficios, tocaban los boticarios con sus almireces a pino y abeto para cerrar y asegurar la nada. Oficios encantados, de princesas novatas del placer y burladores del azar, se alzaban en carteles de grandes tamaños y colores, anunciando diversión descontrolada y ruidos de beodeces asustando a pobres ratas de alcantarilla. Caminando a través de lo desconocido, Duncan volvía de la laguna para tener de una vez algo de descanso.
Estaba cansado y la ropa le pesaba demasiado y no querría llegar al hotel para encontrarse de nuevo junto a lo que llamaban soledad temporal. Las diferencias iban creciendo entre él y su mujer, lentamente por el transcurso de la larga línea temporal que seguía en curso. El era alguien que poco a poco se iba convirtiendo en alguien solitario, pero cuando estaba junto a su mujer, era todo lo contrario. Sería una pena el deshacerse de algo tan bonito como lo que habían cosechado durante tanto tiempo juntos, pero Duncan seguiría intentando que siguieran juntos, le traería comida, lo que sea, pero no se separaría de Maribella aunque eventos más pretenciosos tuvieran que jugarle una mal pasada a Duncan. El suelo pétreo de las hermosas calles de París, eran pisoteadas, manchadas, juzgadas por los habitantes de París.
Olores y rostros desconocidos confundían a Duncan por doquier, pero era inevitable si alguien se encontraba cerca del abanico de los sentidos, filtrados por ángeles de fuego, que enmascaradas con el rostro de la pura inocencia innata, acabas cayendo en las finos hilos de la oscura egolatría, consumiéndose lentamente en el calor de caricias y sueños entre sabanas de seda blanca. Escondido entre las sombras, Duncan podría arriesgarse a encontrar la fuerza necesaria para absorber el calor fatuo que desprendía aquel lugar. Sí, el burdel, lugar de encantamientos y filtros de amor, del cual era peligroso entrar por muchos que intentaron salir con el raciocinio y la moral en un modo justo, cuando se sabía lo que les esperaba dentro de aquel presumido lugar.
Era irónico cuando se trataba con Duncan en temas del amor. Desde que conoció a su tesoro en aquel campo de trigo a espaldas de la escuela, iba poco a poco el amor huyendo de él por saber demasiado. Era una cosa que hasta casi le daba la risa en mitad de la calle de París frente al burdel. Observó a las doncellas de encantos ligeros y por una noche no pasaría nada por probar y divertirse un rato.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Aquella noche me tocaba ejercer en el burdel, de modo que me vi obligada a apartar la vista de la ventana, cuya vista me tentaba a escaparme por ella, a volar por el cielo de París y disfrutar de la noche... pero no debía olvidar mi mala situación económica y lo mucho que necesitaba cualquier franco que pudiese ganar con la venta de mi cuerpo.
Resignada, mudé mi vestido por uno mucho más descarado, pero tampoco en exceso, pues lo que solía atraer la atención sobre mi persona era el hecho de que tenía el aspecto de una joven inocente e incluso virginal, lo que no era para nada. Sin embargo, muchos clientes buscaban esto, y era mi modo más seguro para cazarlos.
Terminé de peinarme un poco y, tras aplicarme un poco de carmín en los labios, bajé a la sala principal del burdel, donde comencé a rondar, buscando posibles clientes. Un caballero me llamó la atención, situado casi a las puertas del burdel, de modo que me acerqué, para pararme a los pocos segundos; era un licántropo. Yo no tenía nada en contra de ellos, pero desconocía si él odiaba a los miembros de mi raza. Pese a todo, me arriesgué a acercarme.
-Buenas noches, monsieur-dije mirándole a los ojos-¿Puedo ofrecerle algo?
Resignada, mudé mi vestido por uno mucho más descarado, pero tampoco en exceso, pues lo que solía atraer la atención sobre mi persona era el hecho de que tenía el aspecto de una joven inocente e incluso virginal, lo que no era para nada. Sin embargo, muchos clientes buscaban esto, y era mi modo más seguro para cazarlos.
Terminé de peinarme un poco y, tras aplicarme un poco de carmín en los labios, bajé a la sala principal del burdel, donde comencé a rondar, buscando posibles clientes. Un caballero me llamó la atención, situado casi a las puertas del burdel, de modo que me acerqué, para pararme a los pocos segundos; era un licántropo. Yo no tenía nada en contra de ellos, pero desconocía si él odiaba a los miembros de mi raza. Pese a todo, me arriesgué a acercarme.
-Buenas noches, monsieur-dije mirándole a los ojos-¿Puedo ofrecerle algo?
Dianne Bentrim- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Entro con sumo pavoneo al burdel donde diversos aromas provenientes de diferentes rincones del lugar, se filtraron uno por uno hasta que tuvo que disimular el ataque a sus fosas nasales el cual hizo que su cabeza bailara unos instantes. Pero para cuando terminó con su mareo, diviso la imagen de una joven de cabellos rubios hasta la cintura y de labios rojos cual carmín ocultaban la inocencia de aquellos labios que se movieron en un saludo y en un ofrecimiento. El atuendo descocado que ocultaba su piel de porcelana, parecía haber sido efectivo, pues atrapó parte de su atención en acercar su mirada perdida en ella.
-Quién sabe si encontraré algo en lo que me pueda ofrecer-Dijo sonriendo para sus adentros. La observó de arriba para abajo y pensó por un momento que podría ser su hija, pero el olor a oscuridad filtró sus fosas nasales proviniendo de la joven que tenía delante. Increíble su suerte echada al azar. Tenía a una criatura bella delante de él y para colmo se trataba de un vampiro. Al fin y al cabo convivía con uno y estaba acostumbrado a todo lo que pudiera sucederle. Gracias a su don de sanación rápida, no tenía apenas marcas visibles de las cual les dejaba su mujer en el cuello o en cualquier otra parte del cuerpo. Eso dejaba escozor los primeros días, pero el dolor desaparecía en segundos.
-Pues para empezar, bella damisela, su nombre sería un entrante exquisito para mis oídos.-Dijo educadamente hacia la joven que aún seguía en frente de él.-Por cierto, la vestimenta que ha escogido parece ser la adecuada para mi llegada, ¿o no?-Dijo sonriendo de lado. La miró y seguía con su sonrisa de lado hasta que la convirtió en una sonrisa de lado a lado. Duncan iba a hablar, pero el roce de un borracho y otra cortesana que empujó con fuerza a la misteriosa joven que estaba enfrente de él, hizo que se cayera en sus brazos. Duncan la agarró con sumo cuidado mientras echaba una mirada fulminante a la pareja ebria que se alejaba hacia las habitaciones. Miró a la joven.-¿Se encuentra bien?-Dijo preocupado, pues la joven se sentiría avergonzada pues echarse en los brazos de un noble o casi. La ayudo a colocarse frente a él y otra cortesana empujo esta vez a Duncan. Comenzaba a inquietarse y rugiria en el burdel por el desorden que se montaba poco a poco. Pero estando enfrente muchas damas de tonos ligeros, prefirió callarse y mantener paciencia en frente de la joven.
-Quién sabe si encontraré algo en lo que me pueda ofrecer-Dijo sonriendo para sus adentros. La observó de arriba para abajo y pensó por un momento que podría ser su hija, pero el olor a oscuridad filtró sus fosas nasales proviniendo de la joven que tenía delante. Increíble su suerte echada al azar. Tenía a una criatura bella delante de él y para colmo se trataba de un vampiro. Al fin y al cabo convivía con uno y estaba acostumbrado a todo lo que pudiera sucederle. Gracias a su don de sanación rápida, no tenía apenas marcas visibles de las cual les dejaba su mujer en el cuello o en cualquier otra parte del cuerpo. Eso dejaba escozor los primeros días, pero el dolor desaparecía en segundos.
-Pues para empezar, bella damisela, su nombre sería un entrante exquisito para mis oídos.-Dijo educadamente hacia la joven que aún seguía en frente de él.-Por cierto, la vestimenta que ha escogido parece ser la adecuada para mi llegada, ¿o no?-Dijo sonriendo de lado. La miró y seguía con su sonrisa de lado hasta que la convirtió en una sonrisa de lado a lado. Duncan iba a hablar, pero el roce de un borracho y otra cortesana que empujó con fuerza a la misteriosa joven que estaba enfrente de él, hizo que se cayera en sus brazos. Duncan la agarró con sumo cuidado mientras echaba una mirada fulminante a la pareja ebria que se alejaba hacia las habitaciones. Miró a la joven.-¿Se encuentra bien?-Dijo preocupado, pues la joven se sentiría avergonzada pues echarse en los brazos de un noble o casi. La ayudo a colocarse frente a él y otra cortesana empujo esta vez a Duncan. Comenzaba a inquietarse y rugiria en el burdel por el desorden que se montaba poco a poco. Pero estando enfrente muchas damas de tonos ligeros, prefirió callarse y mantener paciencia en frente de la joven.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
El extraño caballero pareció interesado en mi persona, sin mostrar signos de aparente rechazo; no había muchos licántropos que tuvieran tal consideración hacia nosotros. Me percaté de que mi vestido había cumplido parte de su misión, pues sus ojos parecían haberse clavado, aunque solo fuera en parte, sobre mi persona. Aunque tal vez el motivo de aquel acto fuera mi capacidad para engatusar a los demás simplemente con mi aspecto.
El hombre me miró de arriba a abajo, tras contestar con un cierto tono enigmático a la pregunta que le había formulado, para luego, sin dejar su tono educado, preguntar por mi nombre. Esta pregunta no era nada fuera de lo común, pero su comentario sobre mi vestuario, efectuado poco después, me dejó algo descolocada, pues no sabía como contestarle. ¿Por qué consideraba mi vestido adecuado a su aparición? En mi opinión, la prenda no era más que un clásico vestido de cortesana, aunque un poco más recatado.
-Mi nombre es Dianne Bentrim-me presenté, mientras hacía una leve reverencia; podría ser una chica perteneciente a una clase miserable, pero no había perdido mis modales-Y en cuanto a mi vestimenta se podría decir que trato de poseer algo que me haga diferente a las demás, sería demasiado monótono entrar aquí y ver a todas las cortesanas vestidas iguales, ¿no?
Callé tras esas últimas palabras, escuchando el ruido que todos los presentes montaban. No era algo extraño, pero aquella noche en concreto los clientes estaban más... animados, por decirlo de alguna forma. Uno de ellos, con su correspondiente cortesana, me empujó a los brazos de aquel caballero, logrando que en mi rostro se dibujase una expresión de suprema vergüenza, tanto por el hecho de haberme caído como por el de acercarme tanto a ese hombre de buenas a primeras. Él parecía molesto con los causantes de aquella embarazosa situación, para luego preguntarme si me encontraba bien. Agradecí que no pudiera ruborizarme, pues de haber seguido siendo humana, mi rostro tendría el mismo color que el de un salmón.
-Bueno, he pasado por tragos peores-dije recolocándome un poco el peinado, justo cuando el caballero volvía a ser empujado. Noté que se estaba poniendo nervioso, por lo que decidí poner fin a aquella situación antes de que las cosas empezaran a ponerse peor-Si no le importa, ¿por qué no vamos a un lugar más tranquilo? Aquí es imposible mantener una conversación civilizada.
El hombre me miró de arriba a abajo, tras contestar con un cierto tono enigmático a la pregunta que le había formulado, para luego, sin dejar su tono educado, preguntar por mi nombre. Esta pregunta no era nada fuera de lo común, pero su comentario sobre mi vestuario, efectuado poco después, me dejó algo descolocada, pues no sabía como contestarle. ¿Por qué consideraba mi vestido adecuado a su aparición? En mi opinión, la prenda no era más que un clásico vestido de cortesana, aunque un poco más recatado.
-Mi nombre es Dianne Bentrim-me presenté, mientras hacía una leve reverencia; podría ser una chica perteneciente a una clase miserable, pero no había perdido mis modales-Y en cuanto a mi vestimenta se podría decir que trato de poseer algo que me haga diferente a las demás, sería demasiado monótono entrar aquí y ver a todas las cortesanas vestidas iguales, ¿no?
Callé tras esas últimas palabras, escuchando el ruido que todos los presentes montaban. No era algo extraño, pero aquella noche en concreto los clientes estaban más... animados, por decirlo de alguna forma. Uno de ellos, con su correspondiente cortesana, me empujó a los brazos de aquel caballero, logrando que en mi rostro se dibujase una expresión de suprema vergüenza, tanto por el hecho de haberme caído como por el de acercarme tanto a ese hombre de buenas a primeras. Él parecía molesto con los causantes de aquella embarazosa situación, para luego preguntarme si me encontraba bien. Agradecí que no pudiera ruborizarme, pues de haber seguido siendo humana, mi rostro tendría el mismo color que el de un salmón.
-Bueno, he pasado por tragos peores-dije recolocándome un poco el peinado, justo cuando el caballero volvía a ser empujado. Noté que se estaba poniendo nervioso, por lo que decidí poner fin a aquella situación antes de que las cosas empezaran a ponerse peor-Si no le importa, ¿por qué no vamos a un lugar más tranquilo? Aquí es imposible mantener una conversación civilizada.
Dianne Bentrim- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Asintió con rapidez pues estallaría en cualquier momento si no salía de aquel descontrolado lugar que comenzaba a estar cada vez más animado. Acompaño a la joven damisela de rostro querubín a lo que parecía una habitación con la decoración adecuada a un burdel. Una cama, una mesa junto con una incomoda silla y una lampara encima de una mesilla de noche. Observó a la joven como entraba antes que él y vió que tenía un rostro serio-Si he llegado a ofenderla con algo, no tiene porque reprimirselo.-Dijo directo. A Duncan no le gustaba ir con rodeos de ningún modo asi que preguntó antes de tener que seguir actuando.-Su vestimenta esta a la altura de sus zapatos, y me gustó, si, pero no fue mi intención herirla si en algún momento le hice sentir asi.-Dijo a la vez que andaba y cerraba la puerta de la habitación.
Una llave se había quedado unida al cerrojo de la puerta y una sonrisa curvó los labios de Duncan maliciosamente. Cerró la puerta con la llave y disimuladamente, sin que la dama que le acompañaba le viera, se guardó en el bolsillo interior del chaleco que llevaba puesto la llave maestra que abría la puerta que tenía enfrente. Poco a poco se fué girando y se enfrente de Dianne mirándola desde abajo. Duncan era un poco más alto que ella asi que su mirada siempre se iría hacia abajo en busca de sus tiernos ojos azules.
-Parece ser que aquí no nos molestará nadie-Dijo Duncan mientras se acercaba al borde de la cama para descansar un poco las piernas. Estaba cansado corporalmente, pero de mente estaba en plena forma y no tendría ningun problema en hablar o lo que sucediera a continuación. Observó a Dianne y tenía el cuerpo de una jovencita, pero su respuesta fue la de una mujer con alguna que otra experiencia ganada a lo largo de su vida, a pesar de la cruz que le había caído encima tras ser un vampiro.-Duncan, me llamo Duncan, Dianne.-Dijo a la mujer. La miraba con una sonrisa burlona mientras esperaba respuesta alguna de Dianne. Risas de otras parejas, de beodos bastante animados con sus correspondientes cortesanas, golpeaban las finas paredes del burdel por ir dando tumbo por las paredes a la vez que iban haciendo ESES por los pasillos.-¿Es esta su habitación?-Dijo al observar la habitación azul y tonos negros.
Una llave se había quedado unida al cerrojo de la puerta y una sonrisa curvó los labios de Duncan maliciosamente. Cerró la puerta con la llave y disimuladamente, sin que la dama que le acompañaba le viera, se guardó en el bolsillo interior del chaleco que llevaba puesto la llave maestra que abría la puerta que tenía enfrente. Poco a poco se fué girando y se enfrente de Dianne mirándola desde abajo. Duncan era un poco más alto que ella asi que su mirada siempre se iría hacia abajo en busca de sus tiernos ojos azules.
-Parece ser que aquí no nos molestará nadie-Dijo Duncan mientras se acercaba al borde de la cama para descansar un poco las piernas. Estaba cansado corporalmente, pero de mente estaba en plena forma y no tendría ningun problema en hablar o lo que sucediera a continuación. Observó a Dianne y tenía el cuerpo de una jovencita, pero su respuesta fue la de una mujer con alguna que otra experiencia ganada a lo largo de su vida, a pesar de la cruz que le había caído encima tras ser un vampiro.-Duncan, me llamo Duncan, Dianne.-Dijo a la mujer. La miraba con una sonrisa burlona mientras esperaba respuesta alguna de Dianne. Risas de otras parejas, de beodos bastante animados con sus correspondientes cortesanas, golpeaban las finas paredes del burdel por ir dando tumbo por las paredes a la vez que iban haciendo ESES por los pasillos.-¿Es esta su habitación?-Dijo al observar la habitación azul y tonos negros.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Dejé escapar un mudo suspiro de alivio mientras entraba en la habitación, cuyo aspecto era de puro orden y cierta pulcritud. Parecía como si nadie la hubiera usado aquella noche, lo que me suponía un cierto alivio; no había cosa que más asco me diera que acostarme en una cama donde otra pareja ya había fornicado. Este hecho era muy común en el burdel, pero aún así siempre me sentía agradecida cuando cogía un dormitorio "limpio" por decirlo de alguna manera.
-No me he molestado por su comentario-respondí a su pregunta-Es simplemente que me vi sorprendida por él; no es el clásico comentario que una escucha por aquí. La mayoría de las veces son mucho más soeces y malintencionados, créame.
Tomé asiento en la silla, recostándome contra el respaldo para encontrarme más cómoda, apoyando un codo sobre el reposabrazos, y el rostro sujeto por la mano. Crucé las piernas, dejando ver inconscientemente una de ellas hasta la rodilla.
Mientras tanto, el hombre terminó de cerrar la puerta y se acomodó en el lecho, presentándose a continuación. Cuando me dijo su nombre, incliné levemente la cabeza, una vieja costumbre que tenía de mis tiempos en Londres; lo hacía como deferencia hacia su persona.
La pregunta sobre si esa era mi habitación me hizo esbozar una leve sonrisa sarcástica. Las empleadas nos alojábamos en el piso superior, tres por cada dormitorio.
-Ojalá lo fuese-dije con cierta ironía-Se nota que no está acostumbrado a la forma de vida de nuestra clase, lo cual es una suerte, si me permite el comentario. Estas habitaciones están como... "lugar de trabajo" por decirlo de algún modo.
Decidí ser cortés y tratar de ofrecerle una compañía agradable, por lo que decidí servirle una copa o algo similar (aunque desconocía si los licántropos bebían), o al menos saber que podía darle para que se sintiese a gusto.
-¿Le apetece algo, monsieur?
-No me he molestado por su comentario-respondí a su pregunta-Es simplemente que me vi sorprendida por él; no es el clásico comentario que una escucha por aquí. La mayoría de las veces son mucho más soeces y malintencionados, créame.
Tomé asiento en la silla, recostándome contra el respaldo para encontrarme más cómoda, apoyando un codo sobre el reposabrazos, y el rostro sujeto por la mano. Crucé las piernas, dejando ver inconscientemente una de ellas hasta la rodilla.
Mientras tanto, el hombre terminó de cerrar la puerta y se acomodó en el lecho, presentándose a continuación. Cuando me dijo su nombre, incliné levemente la cabeza, una vieja costumbre que tenía de mis tiempos en Londres; lo hacía como deferencia hacia su persona.
La pregunta sobre si esa era mi habitación me hizo esbozar una leve sonrisa sarcástica. Las empleadas nos alojábamos en el piso superior, tres por cada dormitorio.
-Ojalá lo fuese-dije con cierta ironía-Se nota que no está acostumbrado a la forma de vida de nuestra clase, lo cual es una suerte, si me permite el comentario. Estas habitaciones están como... "lugar de trabajo" por decirlo de algún modo.
Decidí ser cortés y tratar de ofrecerle una compañía agradable, por lo que decidí servirle una copa o algo similar (aunque desconocía si los licántropos bebían), o al menos saber que podía darle para que se sintiese a gusto.
-¿Le apetece algo, monsieur?
Dianne Bentrim- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Observó a la joven acercarse a la mesa donde había botellas de vino y de bebida alcoholica y se levantó a la vez que negaba con la cabeza. Se acercó a la joven lentamente y la agarró de la cintura.-No quiero nada, gracias.-Dijo con suma seguridad.-Creo que deberíamos dejarnos de cursilerías e ir directamente al grano a hacer supuestamente lo que hacen las de "su clase"-Dijo con una sonrisa a la vez que la atraía más hacia ella. Con una mano fue lentamente a apartar un mechón de pelo para ponerlo hacia atrás, justo en la espalda de la joven y apoyo una mano en el hombro de la joven.
Fue acercándose a aquellos tiernos labios sonrojados y los besó con ternura. Se separó lentamente de la joven y la sonrió a la vez que la callaba con el índice.-Shh...creo que nos vigílan desde algún punto del perímetro.-Dijo con seguridad. El estado de alerta se activó al escuchar un sonido extraño cerca de las ventanas. Duncan se acercó disimuladamente a la joven a la vez que la abrazaba por su cintura con cariño. Se acercó a su oído.-Me alegra saber que no se haya molestado por mi comentario-Paró un instante para poder seguir después.-Espero que de ahora en adelante escuche de mi boca palabras que le hagan pensar lo contrario de soeces y malintencionadas.-Paró.-No tengo ningún interés en hacerla sentir invalorada en ningún sentido ni nada por el estilo.-Dijo terminando en una sonrisa.
La alerta que Duncan sintió hace unos instantes se desvaneció de repente y soltó enseguida a Dianne que quizás se estuviera pensando algo erroneo y con razón. Observo a Dianne y se volvió a sentar en el borde de la cama sin quitarle el ojo de encima.-No se si lo ha sentido o no, pero la sensacion de peligro a traves de mi aguda audición, me ha hecho involucrarme en usted...pérdoneme.-Dijo con rostro serio. Lo estaba diciendo en serio y protegería a cualquiera mujer que no estaría al borde de la salvación. Su mujer quizás podría haber llegado ya al hotel, pero no lo sabría hasta que no volviera después de jugar un rato.
Fue acercándose a aquellos tiernos labios sonrojados y los besó con ternura. Se separó lentamente de la joven y la sonrió a la vez que la callaba con el índice.-Shh...creo que nos vigílan desde algún punto del perímetro.-Dijo con seguridad. El estado de alerta se activó al escuchar un sonido extraño cerca de las ventanas. Duncan se acercó disimuladamente a la joven a la vez que la abrazaba por su cintura con cariño. Se acercó a su oído.-Me alegra saber que no se haya molestado por mi comentario-Paró un instante para poder seguir después.-Espero que de ahora en adelante escuche de mi boca palabras que le hagan pensar lo contrario de soeces y malintencionadas.-Paró.-No tengo ningún interés en hacerla sentir invalorada en ningún sentido ni nada por el estilo.-Dijo terminando en una sonrisa.
La alerta que Duncan sintió hace unos instantes se desvaneció de repente y soltó enseguida a Dianne que quizás se estuviera pensando algo erroneo y con razón. Observo a Dianne y se volvió a sentar en el borde de la cama sin quitarle el ojo de encima.-No se si lo ha sentido o no, pero la sensacion de peligro a traves de mi aguda audición, me ha hecho involucrarme en usted...pérdoneme.-Dijo con rostro serio. Lo estaba diciendo en serio y protegería a cualquiera mujer que no estaría al borde de la salvación. Su mujer quizás podría haber llegado ya al hotel, pero no lo sabría hasta que no volviera después de jugar un rato.
Siento que sea tan corto.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Justo cuando estaba depositando una copa sobre una mesita, para luego servir el vino, Duncan me detuvo, cogiéndome por la cintura. Al parecer no era uno de esos que prefería beber algo antes de acostarse con la cortesana en cuestión, sino que prefería hacer directamente aquello por lo que había venido.
De buenas a primeras, me encontré con que me estaba besando, de una forma dulce y tierna, que poco tenía que ver con los besos que normalmente los clientes me proporcionaban, llenos de lujuria y destinados a inflamar mis pasiones. Era como si aquel beso fuera de una especie distinta de los otros, por decirlo de algún modo.
Le devolví el beso de forma suave, tal y como él estaba haciendo conmigo, acariciándole levemente la mejilla con las llemas de mis fríos dedos, cuando se separó de mí.
Lo miré sorprendida, para escuchar sus sospechas de que estábamos siendo vigilados. No comprendía bien quién podía estar haciendo algo así en un sitio como este, donde casi todo el mundo estaba borracho o en brazos del placer.
Poco después de comunicarme esto, me susurró que jamás me trataría de forma que me sintiese infravalorada... aquello era realmente algo extraordinario en esta profesión, donde todos los clientes te consideraban como a una yegua sobre la que estaban a punto de cabalgar.
-Se lo agradezco mucho-respondí-Es algo muy importate para mí el ser tratada como a una igual, a pesar de mi humilde condición.
Todo parecía ir bien, pero de buenas a primeras me encontré sola en mitad de la estancia, con Duncan de nuevo sobre la cama, diciendo algo que solo logró confundirme. ¿Había hecho yo algo mal, o lo había molestado de alguna forma? Era la primera vez que me pasaba algo semejante.
-¿He hecho algo malo o le he molestado de alguna forma?-pregunté, sorprendida y algo preocupada.
De buenas a primeras, me encontré con que me estaba besando, de una forma dulce y tierna, que poco tenía que ver con los besos que normalmente los clientes me proporcionaban, llenos de lujuria y destinados a inflamar mis pasiones. Era como si aquel beso fuera de una especie distinta de los otros, por decirlo de algún modo.
Le devolví el beso de forma suave, tal y como él estaba haciendo conmigo, acariciándole levemente la mejilla con las llemas de mis fríos dedos, cuando se separó de mí.
Lo miré sorprendida, para escuchar sus sospechas de que estábamos siendo vigilados. No comprendía bien quién podía estar haciendo algo así en un sitio como este, donde casi todo el mundo estaba borracho o en brazos del placer.
Poco después de comunicarme esto, me susurró que jamás me trataría de forma que me sintiese infravalorada... aquello era realmente algo extraordinario en esta profesión, donde todos los clientes te consideraban como a una yegua sobre la que estaban a punto de cabalgar.
-Se lo agradezco mucho-respondí-Es algo muy importate para mí el ser tratada como a una igual, a pesar de mi humilde condición.
Todo parecía ir bien, pero de buenas a primeras me encontré sola en mitad de la estancia, con Duncan de nuevo sobre la cama, diciendo algo que solo logró confundirme. ¿Había hecho yo algo mal, o lo había molestado de alguna forma? Era la primera vez que me pasaba algo semejante.
-¿He hecho algo malo o le he molestado de alguna forma?-pregunté, sorprendida y algo preocupada.
Dianne Bentrim- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Duncan miro inocentemente a Dianne.-Para nada.-Se acercó deprisa antes de que se procupara de más. La envolvió en un abrazo y la atrajó hacia él a la vez que metía por el hueco de su cuello sus labios que iban directos a besarla en su suave piel.-No me gusta que sobrepasen mi intimidad cuando estoy junto con otra persona, ya sea quien sea.-Dijo en susurros cerca del oído de Dianne. Se separó un poco para besarla en la mejilla lentamente y cuando la solto poco a poco, fué directo a su cintura a la vez que la arrastraba hacia la pared con ambas manos.
-Si hay algo en lo que se sintiera íncomoda-Duncan comenzó a susurrarla a la vez que con una mano recorría lentamente su brazo desnudo a lo que se paró en el tirante que se ajustaba a su delicado hombro.-Haga el favor de decirmelo-Fué bajando poco a poco hasta que sus labios arremetieron contra el canal de su cuello, después siguió y continuó por su clavícula. Se separó y fué suavemente a capturar sus labios a lo que Duncan tuvo que sujetarse en la pared a la vez que dejaba atrapada a Dianne contra la pared. La besaba, a la vez que la saboreaba con su lengua y encontraba la lengua de ella, iniciando un baile sensual que hizo que un gemido resonara en la habitación.
Duncan, poco a poco fue rompiendo el beso a la vez que descendía por la línea de su mentón y seguía el camino de besos lentos hasta que llegó a la parte trasera de su lóbulo. La besaba detrás de su oreja y con la punta de su lengua, fue en círculos pequeños lamiendo la parte de atras de la oreja, mientras las manos de Duncan acariciaban con suma lentitud el cuerpo de Dianne sobre las ropas de cortesana que la vestían esta noche. No sabía si él estaba complaciendo poco a poco a Dianne, pues a un vampiro, muy pocos sabían cual eran sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Volvió a enreder sus brazos por alrededor de la cintura de Dianne y sus labios descendieron en línea recta, sumamente con suavidad, hasta llegar al pecho que estaba al descubierto.
Media parte de su pecho al descubierto y el escote del vestido le ímpedía hacer poco más. La sonrió y la besó en sus labios. Suave..como debía ser tratada una mujer, con cariño, con cuidado y esmero. Numerosas historias escuchó de sus ociosos compañeros en su vida juvenil, que llevaban a veces cortesanas a sus alcobas. Era indignante, pero por mucho que le fastidiaba, siempre quiso saber que se sentía al estar con una de ellas, pues era algo diferente que estar casado con tu media mitad.
-Si hay algo en lo que se sintiera íncomoda-Duncan comenzó a susurrarla a la vez que con una mano recorría lentamente su brazo desnudo a lo que se paró en el tirante que se ajustaba a su delicado hombro.-Haga el favor de decirmelo-Fué bajando poco a poco hasta que sus labios arremetieron contra el canal de su cuello, después siguió y continuó por su clavícula. Se separó y fué suavemente a capturar sus labios a lo que Duncan tuvo que sujetarse en la pared a la vez que dejaba atrapada a Dianne contra la pared. La besaba, a la vez que la saboreaba con su lengua y encontraba la lengua de ella, iniciando un baile sensual que hizo que un gemido resonara en la habitación.
Duncan, poco a poco fue rompiendo el beso a la vez que descendía por la línea de su mentón y seguía el camino de besos lentos hasta que llegó a la parte trasera de su lóbulo. La besaba detrás de su oreja y con la punta de su lengua, fue en círculos pequeños lamiendo la parte de atras de la oreja, mientras las manos de Duncan acariciaban con suma lentitud el cuerpo de Dianne sobre las ropas de cortesana que la vestían esta noche. No sabía si él estaba complaciendo poco a poco a Dianne, pues a un vampiro, muy pocos sabían cual eran sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Volvió a enreder sus brazos por alrededor de la cintura de Dianne y sus labios descendieron en línea recta, sumamente con suavidad, hasta llegar al pecho que estaba al descubierto.
Media parte de su pecho al descubierto y el escote del vestido le ímpedía hacer poco más. La sonrió y la besó en sus labios. Suave..como debía ser tratada una mujer, con cariño, con cuidado y esmero. Numerosas historias escuchó de sus ociosos compañeros en su vida juvenil, que llevaban a veces cortesanas a sus alcobas. Era indignante, pero por mucho que le fastidiaba, siempre quiso saber que se sentía al estar con una de ellas, pues era algo diferente que estar casado con tu media mitad.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Seguramente mi rostro debía reflejar preocupación, la cual desapareció al escuchar su respuesta. Al parecer realmente debía de haber algo rondando por allí, aunque visto que él volvía a retomarme entre sus brazos, debía de haberse ido. Era comprensible que tuviera esa preocupación por la intimidad, pues seguramente no le agradaría que en los círculos sociales en los que él se movía supieran que había visitado el burdel. Eso era algo que no estaba bien visto en las clases altas, aunque la gran mayoría de ellos acababan pasando por el local antes o después.
-Le aseguro que su trato es de los más agradables que he tenido la suerte de experimentar-repuse, pues su forma de abrazarme y besarme no era nada comparable a las ya experimentadas, lo cual me parecía algo irónico; siempre había considerado que los licántropos eran más salvajes en lo que al sexo se refería que los humanos.
Sus besos eran profundos, y conseguían obnubilar mi mente, haciendo que se centrase en las sensaciones que comenzaban a despertar en mi cuerpo. Sentí como un gemido se me escapaba desde lo más profundo de la garganta, escapando entre mis labios entreabiertos.
Poco a poco, sus besos iban descendiendo por mi cuello, logrando que yo reclinase la cabeza hacia atrás, ofreciéndole aquel trozo de piel, que sus labios iban acariciando, provocando que soltase pequeños suspiros de placer.
Abandonó esta zona para atacar mi pecho, y luego volver de nuevo a mis labios. Con un paso firme aunque algo lento, lo conduje hacia la cama, mientras enlazaba mis brazos tras su espalda, para luego recostarle sobre el lecho, situándome yo sobre él.
Mi respiración ya estaba agitada, y sentía mis manos temblar levemente, como si aquella fuera mi primera vez, cuando ya llevaba varios años de experiencia en ese oficio.
Lentamente, queriendo dilatar al máximo cada gesto, comencé a desabrochar los botones de su chaleco, mientras de vez en cuando depositaba un beso en su cuello o en sus labios; en ocasiones incluso un leve mordisco, procurando no clavarle mis afilados colmillos. En ese detalle debía ser especialmente cuidadosa, pero mi experiencia ayudaba.
-Le aseguro que su trato es de los más agradables que he tenido la suerte de experimentar-repuse, pues su forma de abrazarme y besarme no era nada comparable a las ya experimentadas, lo cual me parecía algo irónico; siempre había considerado que los licántropos eran más salvajes en lo que al sexo se refería que los humanos.
Sus besos eran profundos, y conseguían obnubilar mi mente, haciendo que se centrase en las sensaciones que comenzaban a despertar en mi cuerpo. Sentí como un gemido se me escapaba desde lo más profundo de la garganta, escapando entre mis labios entreabiertos.
Poco a poco, sus besos iban descendiendo por mi cuello, logrando que yo reclinase la cabeza hacia atrás, ofreciéndole aquel trozo de piel, que sus labios iban acariciando, provocando que soltase pequeños suspiros de placer.
Abandonó esta zona para atacar mi pecho, y luego volver de nuevo a mis labios. Con un paso firme aunque algo lento, lo conduje hacia la cama, mientras enlazaba mis brazos tras su espalda, para luego recostarle sobre el lecho, situándome yo sobre él.
Mi respiración ya estaba agitada, y sentía mis manos temblar levemente, como si aquella fuera mi primera vez, cuando ya llevaba varios años de experiencia en ese oficio.
Lentamente, queriendo dilatar al máximo cada gesto, comencé a desabrochar los botones de su chaleco, mientras de vez en cuando depositaba un beso en su cuello o en sus labios; en ocasiones incluso un leve mordisco, procurando no clavarle mis afilados colmillos. En ese detalle debía ser especialmente cuidadosa, pero mi experiencia ayudaba.
Dianne Bentrim- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Los botones del chaleco de Duncan fueron desabrochándose ciegamente por los dedos hábiles de Dianne, poco a poco hasta que ambos se recostaron en el lecho de la cama, quedando Duncan debajo de Dianne. Los prudentes besos de Dianne seguidos de leves mordiscos alrededor de su cuello, de algún modo u otro hizo despertar la vena dominante que por haber estado cuatro años en busca de su hija, había estado apartada en algún remoto de su conciencia. Miro a Dianne a la vez que la agarraba de las caderas y la daba la vuelta haciendo que ella se quedara ahora debajo de él. Sonrió maliciosamente y lentamente se acercaba a ella con ambas manos aún en las caderas de Dianne mientras se coloca entre sus piernas y las piernas a ambos lados. Se deshizo del chaleco y fue lentamente desabrochando su camisa a modo de tortura de los ojos y las manos de Dianne.
Dianne le miraba con una sonrisa y Duncan respondió igual. Con la camisa desabrochada y aún puesta sobre su torso, se acercó lentamente con ambas manos hacia el escote de barco del vestido de Dianne, posándolas en ambos pechos para comenzar un masaje lento y excitante, a la vez que con una de las manos comenzaba a bajar uno de los tirantes del vestido, lentamente por la suave piel blanquecina de Dianne. La miraba con algo que parecía deseo, anhelo por sentir como era esa sensación de la cual se beneficiaban sus compañeros hace años atrás. Puso una mano detrás de su espalda y fue desatando poco a poco el cordón del corsé azul marino que formaba parte del vestido de Dianne. Una vez que estuviera desatado, comenzaría el juego de verdad.
Agarró el borde de las sabanas y deshizo la cama para meterse junto con Dianne a la vez que conseguía bajarle del todo la parte superior del vestido. Arrastró consigo el montón de tela del cual se componía la falda y se la sacó por los pies de un solo tirón, dejando medio desnuda a Dianne encima de la cama con sabanas de seda azul oscuro y rayas negras. Aún tenía el vestido de interior, así que poco a poco fue deshaciendo el nudo del lazo que unía al escote y lo mantenía bien cerrado. Sus pechos estaban a la vista, casi pero veía ambos pechos, perfectamente curvos y tentadores para Duncan. Se acercó a Dianne y fue directamente a besar su delicado cuello a la vez que deslizaba ambas manos por sus brazos de nuevo.
-Dianne...hueles bien...-dijo mientras olia su aroma lentamente y la seguía propinando con más besos tiernos. Se acerco a su cara y la besó, a la vez que arremetía con sus caderas contra el sexo de Dianne que poco a poco comenzaba a estar sensible bajo aquella ropa interior. Juró escuchar un gemido debajo de sus labios y para cuando la vió, pensó haber notado un temblor debajo de él. Esperaba que Dianne se encontrara bién y no estuviera temblando por culpa suya.-¿Estás bién?-Dijo después de romper suavemente el beso.
Dianne le miraba con una sonrisa y Duncan respondió igual. Con la camisa desabrochada y aún puesta sobre su torso, se acercó lentamente con ambas manos hacia el escote de barco del vestido de Dianne, posándolas en ambos pechos para comenzar un masaje lento y excitante, a la vez que con una de las manos comenzaba a bajar uno de los tirantes del vestido, lentamente por la suave piel blanquecina de Dianne. La miraba con algo que parecía deseo, anhelo por sentir como era esa sensación de la cual se beneficiaban sus compañeros hace años atrás. Puso una mano detrás de su espalda y fue desatando poco a poco el cordón del corsé azul marino que formaba parte del vestido de Dianne. Una vez que estuviera desatado, comenzaría el juego de verdad.
Agarró el borde de las sabanas y deshizo la cama para meterse junto con Dianne a la vez que conseguía bajarle del todo la parte superior del vestido. Arrastró consigo el montón de tela del cual se componía la falda y se la sacó por los pies de un solo tirón, dejando medio desnuda a Dianne encima de la cama con sabanas de seda azul oscuro y rayas negras. Aún tenía el vestido de interior, así que poco a poco fue deshaciendo el nudo del lazo que unía al escote y lo mantenía bien cerrado. Sus pechos estaban a la vista, casi pero veía ambos pechos, perfectamente curvos y tentadores para Duncan. Se acercó a Dianne y fue directamente a besar su delicado cuello a la vez que deslizaba ambas manos por sus brazos de nuevo.
-Dianne...hueles bien...-dijo mientras olia su aroma lentamente y la seguía propinando con más besos tiernos. Se acerco a su cara y la besó, a la vez que arremetía con sus caderas contra el sexo de Dianne que poco a poco comenzaba a estar sensible bajo aquella ropa interior. Juró escuchar un gemido debajo de sus labios y para cuando la vió, pensó haber notado un temblor debajo de él. Esperaba que Dianne se encontrara bién y no estuviera temblando por culpa suya.-¿Estás bién?-Dijo después de romper suavemente el beso.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
No supe como, pues mis sentidos se encontraban bastante pendientes de las sensaciones que comenzaban a recorrer mi cuerpo, me encontré debajo de Duncan, el cuál se situaba entre mis piernas y se deshacía de su chaleco, con una lentitud tal que sentía mis manos temblar, como si quisieran ellas desempeñar con más rapidez aquella tarea, como si no se pudieran esperar a deshacerse de aquella prenda.
Pese a todo, esbocé una sonrisa, como asumiendo mi supuesta derrota; no me quedaba otra que esperar a que él terminase de desabrocharse la prenda al ritmo lento que había adoptado, mientras que yo me conformaba con deslizar mis manos por su cuello y el trozo de pecho que ya se encontraba descubierto.
Finalmente, el último botón de la hilera fue soltado de su cierre, y el hombre, con la prenda aún puesta sobre él, comenzó a acariciar mis senos sobre la ligera tela del vestido. Aquel gesto me produjo soltar un gemido de placer y de anhelo, puesto que quería sentir esas manos contra mi piel, sin sentir por medio el tacto del tejido, segura de que las sentiría cálidas sobre mi gélido pecho. De buenas a primeras noté como una mano de Duncan se situaba tras mi espalda, soltando los nudos que ataban el vestido, mientras que abría el lecho para que ambos pudiéramos meternos bajo las sábanas. Aprovechando aquel gesto, logré quitarle por completo la camisa, logrando que él se quedase con el torso desnudo, el cual acaricié a conciencia, trazando con las manos dibujos invisibles sobre su piel.
Mientras yo hacía esto, Duncan volvió a atacar mi cuello, para luego susurrar que mi olor le agradaba. Me sorprendió ese hecho, pues algún que otro licántropo con el que me había cruzado había dicho que mi olor le desagradaba a más no poder.
-Es todo un cumplido viniendo de alguien como usted, monsieur-dije mientras depositaba un leve beso en el lóbulo de su oreja, para luego darle un leve mordisco-No todos los caballeros de su... clase dicen lo mismo-añadí.
Fui a añadir algo más, cuando sentí como me embestía, logrando que un gemido brotase de mis labios, y mi cuerpo temblase de deseo. Pareció notar esto último, pues me preguntó si me encontraba bien. Decidida a darle una buena respuesta, cavilé unos momentos.
-Sí, estoy bien-dije con calma, lo cual no era fácil por lo excitada que me encontraba. Busqué a tientas la hebilla de su pantalón, para luego abrirla y quitárselo, quedando al fin sin ninguna prenda sobre él-Pero ahora estoy mucho mejor-añadí con una sonrisa un tanto lasciva.
Pese a todo, esbocé una sonrisa, como asumiendo mi supuesta derrota; no me quedaba otra que esperar a que él terminase de desabrocharse la prenda al ritmo lento que había adoptado, mientras que yo me conformaba con deslizar mis manos por su cuello y el trozo de pecho que ya se encontraba descubierto.
Finalmente, el último botón de la hilera fue soltado de su cierre, y el hombre, con la prenda aún puesta sobre él, comenzó a acariciar mis senos sobre la ligera tela del vestido. Aquel gesto me produjo soltar un gemido de placer y de anhelo, puesto que quería sentir esas manos contra mi piel, sin sentir por medio el tacto del tejido, segura de que las sentiría cálidas sobre mi gélido pecho. De buenas a primeras noté como una mano de Duncan se situaba tras mi espalda, soltando los nudos que ataban el vestido, mientras que abría el lecho para que ambos pudiéramos meternos bajo las sábanas. Aprovechando aquel gesto, logré quitarle por completo la camisa, logrando que él se quedase con el torso desnudo, el cual acaricié a conciencia, trazando con las manos dibujos invisibles sobre su piel.
Mientras yo hacía esto, Duncan volvió a atacar mi cuello, para luego susurrar que mi olor le agradaba. Me sorprendió ese hecho, pues algún que otro licántropo con el que me había cruzado había dicho que mi olor le desagradaba a más no poder.
-Es todo un cumplido viniendo de alguien como usted, monsieur-dije mientras depositaba un leve beso en el lóbulo de su oreja, para luego darle un leve mordisco-No todos los caballeros de su... clase dicen lo mismo-añadí.
Fui a añadir algo más, cuando sentí como me embestía, logrando que un gemido brotase de mis labios, y mi cuerpo temblase de deseo. Pareció notar esto último, pues me preguntó si me encontraba bien. Decidida a darle una buena respuesta, cavilé unos momentos.
-Sí, estoy bien-dije con calma, lo cual no era fácil por lo excitada que me encontraba. Busqué a tientas la hebilla de su pantalón, para luego abrirla y quitárselo, quedando al fin sin ninguna prenda sobre él-Pero ahora estoy mucho mejor-añadí con una sonrisa un tanto lasciva.
Dianne Bentrim- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
¿De su clase? Es obvio que ya sabía que Duncan era un licántropo. Dianne le había despojado de sus ropas en un santiamén y ahora estaba desnudo frente a ella. Sonrió y veía a Dianne debajo suya y dentro de las sabanas azules. Apoyó serio una rodilla en la cama y después la otra hasta que se quedó en cuatro patas, mirando hacia Dianne con una mirada perversa que hizo que sonriera maliciosamente. Se fue acercando a ella y cuando estuvo justo a pocos centímetros de ella, agarró el borde del escote de su vestido y deshizo el nudo a la vez que rompía el escote dejando a la vista los insinuantes y tímidos pechos de Dianne. Dirigió su mirada hace la cara de Dianne y vio que estaba meramente turbada y pudo notar que su cuerpo comenzaba a temblar a su lado.
Duncan sonrió y con una mano en su pecho, una rodilla en su entrepierna, la sentó contra el cabecero de la cama y arremetió contra su cuello, lentamente a la vez que rozaba su rodilla contra su sexo escondido tras aquella capa fina de seda. Masajeaba su pecho y jugaba con los pezones con sus dedos, una y otra vez, no paraba a la vez que seguía arremetiendo en su cuello y fue subiendo poco a poco por detrás de su oreja. La mano dejo de moverse en su pecho y la mano que andaba libre fue al hombro contrario de Dianne, inclinándola hacia atrás, pero sin que Dianne se diera cuenta, Duncan fue arrastrando poco a poco por el suave vientre de Dianne su mano hasta que por fin llegó a donde quería llegar. Metió la mano lentamente por su delicadas braguitas de seda y fue acariciando con suavidad su sexo el cual estaba un poco húmedo. Notó que la mano en la que estaba en el hombro de Dianne, se dirigía hacia su miembro erecto, pero antes de que lo tocara, agarró por detrás ambas manos de Dianne y la sujetó con la cuerda que sujetaba el escote de Dianne.
Duncan la miró sonriendo y volvió a acariciarla su sexo por encima, lentamente hasta que comenzara a temblar aún más de lo que estaba en este mismo instante. Sacó su mano de las braguitas y fue acariciando por detrás de los muslos, suavemente, pasando su mano lascivamente por encima de sus braguitas de seda, a su muslo contrario y la besó en sus labios con toda la sensualidad. Se separo y pudo ver ambos pecho erectos y que gritaban ser mordidos. Duncan los miró y la atrajo hacia él, pasando una mano por su cintura y su mano fue a la goma de las braguitas y se las quitó de cuajo. Sonrió a la vez que miraba aquel premio y acerco la cara a su vientre. La besó en el vientre y poco a poco fue llegando a su parte intima, a la parte que la haría suya poco a poco. Acariciaba con su nariz su recto vientre y mientras fue sacando su lengua hasta que llegó finalmente a su sexo. Comenzó a lamerlo pero estaba en una postura demasiado incomoda para darla placer. Así que cogió las manos atadas de Dianne y las enganchó bien fuerte en un pincho que sobresalía de la decoración del cabecero. Duncan se movió delante de Dianne y se coloco entre ella.
-Ahora me toca a mí-Dijo antes de que se fuera directo a saborearla. Estuvo cinco segundos hasta que cambio de movimiento y ahora metía y sacaba dos de sus dedos dentro y fuera de su sexo. Tuvo que sujetar ambas piernas de Dianne, dado que se movía mucho al estar jugando con su sexo.
Duncan seguía concentrado en su trabajo inferior, pero su miembro iba a explotarle si no la hacía suya o calmaba su dureza en ella. Dejo los dedos y los fue sacando lentamente y se puso encima de Dianne, pero antes la miró.-Creo que es el momento, preciosa.-Dijo antes de acercarse hasta ella. La beso en el lóbulo de la oreja y se quedó mirándola de repente.
Duncan sonrió y con una mano en su pecho, una rodilla en su entrepierna, la sentó contra el cabecero de la cama y arremetió contra su cuello, lentamente a la vez que rozaba su rodilla contra su sexo escondido tras aquella capa fina de seda. Masajeaba su pecho y jugaba con los pezones con sus dedos, una y otra vez, no paraba a la vez que seguía arremetiendo en su cuello y fue subiendo poco a poco por detrás de su oreja. La mano dejo de moverse en su pecho y la mano que andaba libre fue al hombro contrario de Dianne, inclinándola hacia atrás, pero sin que Dianne se diera cuenta, Duncan fue arrastrando poco a poco por el suave vientre de Dianne su mano hasta que por fin llegó a donde quería llegar. Metió la mano lentamente por su delicadas braguitas de seda y fue acariciando con suavidad su sexo el cual estaba un poco húmedo. Notó que la mano en la que estaba en el hombro de Dianne, se dirigía hacia su miembro erecto, pero antes de que lo tocara, agarró por detrás ambas manos de Dianne y la sujetó con la cuerda que sujetaba el escote de Dianne.
Duncan la miró sonriendo y volvió a acariciarla su sexo por encima, lentamente hasta que comenzara a temblar aún más de lo que estaba en este mismo instante. Sacó su mano de las braguitas y fue acariciando por detrás de los muslos, suavemente, pasando su mano lascivamente por encima de sus braguitas de seda, a su muslo contrario y la besó en sus labios con toda la sensualidad. Se separo y pudo ver ambos pecho erectos y que gritaban ser mordidos. Duncan los miró y la atrajo hacia él, pasando una mano por su cintura y su mano fue a la goma de las braguitas y se las quitó de cuajo. Sonrió a la vez que miraba aquel premio y acerco la cara a su vientre. La besó en el vientre y poco a poco fue llegando a su parte intima, a la parte que la haría suya poco a poco. Acariciaba con su nariz su recto vientre y mientras fue sacando su lengua hasta que llegó finalmente a su sexo. Comenzó a lamerlo pero estaba en una postura demasiado incomoda para darla placer. Así que cogió las manos atadas de Dianne y las enganchó bien fuerte en un pincho que sobresalía de la decoración del cabecero. Duncan se movió delante de Dianne y se coloco entre ella.
-Ahora me toca a mí-Dijo antes de que se fuera directo a saborearla. Estuvo cinco segundos hasta que cambio de movimiento y ahora metía y sacaba dos de sus dedos dentro y fuera de su sexo. Tuvo que sujetar ambas piernas de Dianne, dado que se movía mucho al estar jugando con su sexo.
Duncan seguía concentrado en su trabajo inferior, pero su miembro iba a explotarle si no la hacía suya o calmaba su dureza en ella. Dejo los dedos y los fue sacando lentamente y se puso encima de Dianne, pero antes la miró.-Creo que es el momento, preciosa.-Dijo antes de acercarse hasta ella. La beso en el lóbulo de la oreja y se quedó mirándola de repente.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
No pude evitar una sonrisa cuando vi que se situaba a cuatro patas sobre mí, mientras que en mi mente no podía evitar compararlo con un lobo. De saber lo que se me estaba pasando por la cabeza seguro que se molestaría, no creía que le resultase agradable que lo comparase con un animal, como a mi no me agradaba que me tachasen de monstruo.
Dejé aquellos pensamientos un tanto absurdos de lado cuando él comenzó a acercarse a mí, que lo esperaba con todo el cuerpo en tensión y terriblemente perceptivo, de tal forma que el mínimo roce de sus manos sobre mi piel repercutía en todo mi ser. Esto se hizo más notorio cuando sentí como deshacía el nudo de mi escote, dejando mis senos a la vista. A pesar de no haber sido tocada todavía, comencé a temblar, tal vez como una reacción a lo que estaba a punto de suceder, como si mi cuerpo presintiera el placer que vendría a continuación.
Me sorprendió que me apoyase contra el cabecero de la cama, pues esperaba que me tomase. Estuve a punto de quejarme ante este hecho, pues realmente me encontraba excitada en esos momentos, pero de repente Duncan comenzó a atacar mi cuello, logrando que aferrase su cuerpo contra el mío con más fuerza, mientras jadeaba y gemía de placer. En ese gesto de acercarle contra mí sentí como su rodilla presionaba mi sexo de tal forma que logró que mi deseo aumentase, si es que eso ya era posible a estas alturas. No era consciente de como una de sus manos, las cuales se entretenían sobre mis pechos, acariciándolos hasta casi llevarme al delirio, había comenzado a descender, para comenzar a masturbarme. Gemí, sorprendida, cuando sentí que sus dedos fueron reemplazados por su lengua, logrando que me acercase al clímax. Era tal mi obnubilación ante ese gesto, que no fui consciente de que me encontraba atada de ambas manos al cabecero de la cama, impidiéndome cualquier tentativa de movimiento.
Duncan dijo algo, pero fui incapaz de oírle, sumida en el placer como estaba. Me tocaba de una forma que me hacía enloquecer, y aumentaba mi deseo por que tomase de una vez. Finalmente, extrajo sus dedos de mi interior, para ponerse sobre mí y asegurar que era el momento. Estaba segura de que si hubiera esperado un poco más para tomarme, habría acabado yo misma rompiendo las cuerdas y abalanzándome sobre él, a pesar de que se pudiera molestar ante ese hecho.
Sonreí con lascivia cuando me miró, alzando mi cabeza de modo que pude morder suavemente sus labios.
-Fóllame-me limité a decir-Fóllame lo más fuerte que puedas.
Yo misma me sorprendí de escucharme decir aquellas palabras, pero una vez dichas no podía hacer que desaparecieran. Seguramente se debía a que estaba demasiado excitada como para poder pensar con racionalidad, y lo cierto es que ahora mismo no me importaba lo que pudiera hacerme. Solo quería que me tomase de una vez.
Dejé aquellos pensamientos un tanto absurdos de lado cuando él comenzó a acercarse a mí, que lo esperaba con todo el cuerpo en tensión y terriblemente perceptivo, de tal forma que el mínimo roce de sus manos sobre mi piel repercutía en todo mi ser. Esto se hizo más notorio cuando sentí como deshacía el nudo de mi escote, dejando mis senos a la vista. A pesar de no haber sido tocada todavía, comencé a temblar, tal vez como una reacción a lo que estaba a punto de suceder, como si mi cuerpo presintiera el placer que vendría a continuación.
Me sorprendió que me apoyase contra el cabecero de la cama, pues esperaba que me tomase. Estuve a punto de quejarme ante este hecho, pues realmente me encontraba excitada en esos momentos, pero de repente Duncan comenzó a atacar mi cuello, logrando que aferrase su cuerpo contra el mío con más fuerza, mientras jadeaba y gemía de placer. En ese gesto de acercarle contra mí sentí como su rodilla presionaba mi sexo de tal forma que logró que mi deseo aumentase, si es que eso ya era posible a estas alturas. No era consciente de como una de sus manos, las cuales se entretenían sobre mis pechos, acariciándolos hasta casi llevarme al delirio, había comenzado a descender, para comenzar a masturbarme. Gemí, sorprendida, cuando sentí que sus dedos fueron reemplazados por su lengua, logrando que me acercase al clímax. Era tal mi obnubilación ante ese gesto, que no fui consciente de que me encontraba atada de ambas manos al cabecero de la cama, impidiéndome cualquier tentativa de movimiento.
Duncan dijo algo, pero fui incapaz de oírle, sumida en el placer como estaba. Me tocaba de una forma que me hacía enloquecer, y aumentaba mi deseo por que tomase de una vez. Finalmente, extrajo sus dedos de mi interior, para ponerse sobre mí y asegurar que era el momento. Estaba segura de que si hubiera esperado un poco más para tomarme, habría acabado yo misma rompiendo las cuerdas y abalanzándome sobre él, a pesar de que se pudiera molestar ante ese hecho.
Sonreí con lascivia cuando me miró, alzando mi cabeza de modo que pude morder suavemente sus labios.
-Fóllame-me limité a decir-Fóllame lo más fuerte que puedas.
Yo misma me sorprendí de escucharme decir aquellas palabras, pero una vez dichas no podía hacer que desaparecieran. Seguramente se debía a que estaba demasiado excitada como para poder pensar con racionalidad, y lo cierto es que ahora mismo no me importaba lo que pudiera hacerme. Solo quería que me tomase de una vez.
Dianne Bentrim- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Miro con un rostro serio a la excitación de Dianne que estaba debajo de él. Colocó ambas extremidades superiores a ambos lados de su cabeza y se fue acercando a Dianne lentamente a sus labios. La besó lentamente a la vez que se sentaba encima de su vientre. Una de sus manos junto con la otra fue a lo que quedaba del vestido y se lo arrancó de cuajo del cuerpo, ahora estaba mostrando Dianne su cuerpo desnudo frente al desnudo de Duncan. No podría hacer nada por impedirlo, ahora estaba bajo su dominio o lo estaría dentro de poco en cuanto la poseyera dentro de poco.
Aparto los restos del vestido y se acerco a su pecho. Acaricio con su nariz lentamente sus pechos a la vez que se movía hacia abajo, paró y se acerco a su vientre mientras comenzaba a lamer su blanca piel en línea recta hasta que llegó a su cuello y la mordía dejándola un círculo colorado a la vez que masajeaba con mas ansia su pecho.
Se separó y la miró. Se comió con la vista su cuerpo y sus manos las metió más en el saliente, procurando que no salieran de ahí. Se alejó de ella y se puso a la altura de sus piernas. Estaban cerradas y su sexo estaba muy húmedo con lo que le formó una sonrisa triunfante a Duncan. Levantó sus piernas poniéndolas en su hombro y fue directo a lamer el sexo de Dianne una y otra vez y cuando ya estaba su lengua dentro de ella, comenzó a hacer movimientos en círculos y se salía a causa de los respingos de placer que posiblemente estaría teniendo Dianne, con lo que la sujetó de sus nalgas y pudo trabajar mejor.
En un momento, Duncan paró y saco su lengua de Dianne y ya estaba Dianne chorreando aunque solo un poquito y Duncan aprovechó la ocasión para comenzar el juego. Se incorporo de rodillas y fue metiendo su miembro poco a poco en Dianne a la vez que aún tenía las piernas sujetas por Duncan sobre su hombro, lentamente fue arremetiendo su miembro en Dianne, pero fue haciendo movimientos lentos y cortos, llegando poco a poco a una ascenso rítmico que hizo que cogiera una de las piernas de Dianne y se la pusiera al otro lado teniéndolas así, lado a lado.
Fue moviendo sus caderas rítmicamente, soltó lentamente las piernas de Dianne y se apoyo a ambos lados de su torso, comenzando a jadear y se fue directo a su cuello para lamerlo detrás de su oreja y moviendo sus caderas sin parar. Escucho un rasgueado cerca y ya no iba a impedir nada a Dianne, dado que también ella merecía probar un poco de él.
Aparto los restos del vestido y se acerco a su pecho. Acaricio con su nariz lentamente sus pechos a la vez que se movía hacia abajo, paró y se acerco a su vientre mientras comenzaba a lamer su blanca piel en línea recta hasta que llegó a su cuello y la mordía dejándola un círculo colorado a la vez que masajeaba con mas ansia su pecho.
Se separó y la miró. Se comió con la vista su cuerpo y sus manos las metió más en el saliente, procurando que no salieran de ahí. Se alejó de ella y se puso a la altura de sus piernas. Estaban cerradas y su sexo estaba muy húmedo con lo que le formó una sonrisa triunfante a Duncan. Levantó sus piernas poniéndolas en su hombro y fue directo a lamer el sexo de Dianne una y otra vez y cuando ya estaba su lengua dentro de ella, comenzó a hacer movimientos en círculos y se salía a causa de los respingos de placer que posiblemente estaría teniendo Dianne, con lo que la sujetó de sus nalgas y pudo trabajar mejor.
En un momento, Duncan paró y saco su lengua de Dianne y ya estaba Dianne chorreando aunque solo un poquito y Duncan aprovechó la ocasión para comenzar el juego. Se incorporo de rodillas y fue metiendo su miembro poco a poco en Dianne a la vez que aún tenía las piernas sujetas por Duncan sobre su hombro, lentamente fue arremetiendo su miembro en Dianne, pero fue haciendo movimientos lentos y cortos, llegando poco a poco a una ascenso rítmico que hizo que cogiera una de las piernas de Dianne y se la pusiera al otro lado teniéndolas así, lado a lado.
Fue moviendo sus caderas rítmicamente, soltó lentamente las piernas de Dianne y se apoyo a ambos lados de su torso, comenzando a jadear y se fue directo a su cuello para lamerlo detrás de su oreja y moviendo sus caderas sin parar. Escucho un rasgueado cerca y ya no iba a impedir nada a Dianne, dado que también ella merecía probar un poco de él.
Siento que sea tan pobre...para la proxima lo hare mejor. : (
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Respondí a ese beso que me dio con un cierto toque de lascivia, pues había perdido mis últimos ápices de contencion hacía ya un buen rato, tal vez ayudada por su toque. Notaba mi garganta seca por el deseo, jamás había deseado tanto que un hombre me tomase, aunque había que tener en cuenta que la mayoría de mis clientes no se andaban con tantos miramientos como Duncan, simplemente me tiraban contra la cama y me poseían sin tratar de excitarme previamente. Él era el primero que se tomaba su tiempo, como si quisiera sacarle el máximo provecho a la situación, lo cual tenía cierta lógica.
Me habría gustado poder hacerle algo, intentar darle placer del mismo modo que él me lo estaba dando a mí, pero por desgracia mis manos estaban sujetas al cabecero de la cama, imposibilitándome de cualquier tentativa de movimiento. Estaba claro que le gustaba ser el dominante en la cama, y mi deber era complacerle, por lo que me resigné a permanecer así amarrada, temblando de placer y retorciendo las muñecas como un cierto gesto reflejo, a pesar de que sabía de sobra que no podía hacer nada para soltarme.
Me volví a estremecer cuando sus manos aferraron mis piernas y las pusieron sobre sus hombros; el tacto de su piel con la mía era ciertamente un poco diferente al de los humanos, aunque no sabía definir en que sentido. Su piel parecía demasiado caliente en contraste con mi gelidez, pero era un contraste agradable, me permitía percivir muchos detalles que normalmente no conseguía apreciar por culpa de mi frialdad, como el hecho de volver a sentir calor en algunas zonas de mi cuerpo.
Involuntariamente, comencé a dar leves respingos, al sentir como volvía a introducir su lengua en mi sexo. Esto pareció molestarle, pues me aferró con cierta brusquedad, para que dejase de moverme. Puse una gran fuerza de voluntad en mantenerme quieta, pues no quería estorbarle en sus actos, por demasiado placenteros que me resultasen. Estaba segura de que mis gemidos debían oírse en las habitaciones contiguas, aunque pensándolo bien tan poco era tan extraño, teniendo en cuenta el tipo de local en el que estábamos.
Finalmente, se fue introduciendo en mí poco a poco, logrando que me viera obligada a aferrarme al cabecero con todas mis fuerzas para evitar retorcerme de placer, lo cual se volvió más complicado cuando aumentó el ritmo; adoptando una postura un tanto sorprendente a mi entender; poseyendome de tal forma que yo estaba doblada. Tras un tiempo, se dejó caer sobre mí, atacando de nuevo mi cuello, sin dejar de penetrarme. Al mismo tiempo que me embestía, yo movía las caderas, tratando de conseguir la mayor profundidad posible.
Mis instintos, que había estado manteniendo a raya durante el encuentro, salieron finalmente a relucir, y mordí su cuello con tal ferocidad que manó un poco de sangre. Sintiéndome un poco violenta por el hecho, lamí la herida, sabiendo que la saliva la sellaría. Temía que le pasase algo, pues desconocía los efectos que una mordida de un vampiro podían tener en un licántropo.
Me habría gustado poder hacerle algo, intentar darle placer del mismo modo que él me lo estaba dando a mí, pero por desgracia mis manos estaban sujetas al cabecero de la cama, imposibilitándome de cualquier tentativa de movimiento. Estaba claro que le gustaba ser el dominante en la cama, y mi deber era complacerle, por lo que me resigné a permanecer así amarrada, temblando de placer y retorciendo las muñecas como un cierto gesto reflejo, a pesar de que sabía de sobra que no podía hacer nada para soltarme.
Me volví a estremecer cuando sus manos aferraron mis piernas y las pusieron sobre sus hombros; el tacto de su piel con la mía era ciertamente un poco diferente al de los humanos, aunque no sabía definir en que sentido. Su piel parecía demasiado caliente en contraste con mi gelidez, pero era un contraste agradable, me permitía percivir muchos detalles que normalmente no conseguía apreciar por culpa de mi frialdad, como el hecho de volver a sentir calor en algunas zonas de mi cuerpo.
Involuntariamente, comencé a dar leves respingos, al sentir como volvía a introducir su lengua en mi sexo. Esto pareció molestarle, pues me aferró con cierta brusquedad, para que dejase de moverme. Puse una gran fuerza de voluntad en mantenerme quieta, pues no quería estorbarle en sus actos, por demasiado placenteros que me resultasen. Estaba segura de que mis gemidos debían oírse en las habitaciones contiguas, aunque pensándolo bien tan poco era tan extraño, teniendo en cuenta el tipo de local en el que estábamos.
Finalmente, se fue introduciendo en mí poco a poco, logrando que me viera obligada a aferrarme al cabecero con todas mis fuerzas para evitar retorcerme de placer, lo cual se volvió más complicado cuando aumentó el ritmo; adoptando una postura un tanto sorprendente a mi entender; poseyendome de tal forma que yo estaba doblada. Tras un tiempo, se dejó caer sobre mí, atacando de nuevo mi cuello, sin dejar de penetrarme. Al mismo tiempo que me embestía, yo movía las caderas, tratando de conseguir la mayor profundidad posible.
Mis instintos, que había estado manteniendo a raya durante el encuentro, salieron finalmente a relucir, y mordí su cuello con tal ferocidad que manó un poco de sangre. Sintiéndome un poco violenta por el hecho, lamí la herida, sabiendo que la saliva la sellaría. Temía que le pasase algo, pues desconocía los efectos que una mordida de un vampiro podían tener en un licántropo.
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
La mordida que sintió hizo que se separase de Dianne y sacase su miembro de ella. Desató sus manos y cogió con sumo cuidado a Dianne por los hombros a la vez que la arrodillaba enfrente de él. La sujetó por la cadera con ambas manos y la dio la vuelta haciendo que su bello trasero se quedara al roce de su miembro erecto. La tenía sujeta por las caderas y con los pulgares fue acariciando mientras pensaba cual era su próximo objetivo. Acerco su rostro a la espalda de Dianne y sopló suavemente a la vez que la movía más hacia él.
Movió sus manos por sus caderas y aprisiono a Dianne en su pecho, la abrazó a la vez que apartaba lentamente su cabello a un lado y comenzó a olerla por su cuello. Duncan se sentó y puso de la misma manera a Dianne, la sentó encima de él y Duncan acariciaba sus pechos, su cuello, su vientre y volvió a llevar una mano a su sexo y otra a la mano de Dianne, que la llevó hasta que Dianne pudiera sentir el miembro erecto de Duncan.
-Estas temblando pequeña...-Comenzó a decir lascivamente en susurros cerca del oído de Dianne a la vez que disfrutaba de su cuerpo, tirando, masajeándolo suavemente y de nuevo hacia el sexo de ella. Tenía la mano de Dianne sujeta en su miembro pero Dianne no lo había cogido. Se extrañó pero no tenía tiempo de perder el tiempo en tonterías.
Dejó de acariciarla y la tumbo suavemente en un abrazo boca abajo sobre el lecho de la cama. Separo un poco el abrazo y se la penetró por detrás, puso sus piernas a cuatro patas y con su miembro dentro, fue embistiéndola de golpe y con suavidad. Movía sus caderas y continuaba meciéndose dentro de Dianne una y otra vez. Un gemido salió ronco de su garganta y fue a más esta vez. Se la iba metiendo, sacando, le golpeaba la nalga suavemente, se la agarraba y se la metía cada vez más hondo, mas dentro y que sintiera de quien era el dominio. Era de él.
Se apoyo en Dianne que estaba a cuatro patas, y agarró uno de los pechos de Dianne y comenzo a jugar con ellos. Agarró a Dianne de las caderas y las movia para que fuera mayor la excitación de la que estaban sintiendo en este instante. Con las manos aún en las caderas, movió a Dianne a la vez que Duncan se sentaba de nuevo, pero esta vez contra el cabecero de la cama. Sentó a Dianne con su miembro aún dentro de ella y siguió con el movimiento de caderas, pero esta vez, al tener cerca a Dianne, fue lamiendola el lobulo de la oreja descendiendo lentamente por su delicado cuello y acabando en el circulo de su hombro. Las manos de Duncan acariciaban con ternura, contrastando con el salvajismo que comenzaba a salir de él y el cual había estado escondido durante mucho tiempo.
-Bella joven....-Besó su cuello y siguió lentamente moviendo su mano derecha por su cuerpo hasta acabar en su pecho derecho.-Criatura fragil e inocente...-Susurros en la oreja de Dianne parecían colarse en ella tras ser dichas de los seductores labios de Duncan.-una mariposa perdida en un jardín lúgubre de oscuridad.-Dijo con una sonrisa lasciva en sus labios. Agarro con su mano derecha el mentón de Dianne e hizo que la mirara.-Eres mía....para siempre que desee...-La acercaba lentamente y la tenía a un milimetro de él.-Dime que soy tuyo....-Una embestida dió a la vez que aún la sujetaba y vió que Dianne cerraba los ojos y su cara comenzó a temblar sobre su mano.
Movió sus manos por sus caderas y aprisiono a Dianne en su pecho, la abrazó a la vez que apartaba lentamente su cabello a un lado y comenzó a olerla por su cuello. Duncan se sentó y puso de la misma manera a Dianne, la sentó encima de él y Duncan acariciaba sus pechos, su cuello, su vientre y volvió a llevar una mano a su sexo y otra a la mano de Dianne, que la llevó hasta que Dianne pudiera sentir el miembro erecto de Duncan.
-Estas temblando pequeña...-Comenzó a decir lascivamente en susurros cerca del oído de Dianne a la vez que disfrutaba de su cuerpo, tirando, masajeándolo suavemente y de nuevo hacia el sexo de ella. Tenía la mano de Dianne sujeta en su miembro pero Dianne no lo había cogido. Se extrañó pero no tenía tiempo de perder el tiempo en tonterías.
Dejó de acariciarla y la tumbo suavemente en un abrazo boca abajo sobre el lecho de la cama. Separo un poco el abrazo y se la penetró por detrás, puso sus piernas a cuatro patas y con su miembro dentro, fue embistiéndola de golpe y con suavidad. Movía sus caderas y continuaba meciéndose dentro de Dianne una y otra vez. Un gemido salió ronco de su garganta y fue a más esta vez. Se la iba metiendo, sacando, le golpeaba la nalga suavemente, se la agarraba y se la metía cada vez más hondo, mas dentro y que sintiera de quien era el dominio. Era de él.
Se apoyo en Dianne que estaba a cuatro patas, y agarró uno de los pechos de Dianne y comenzo a jugar con ellos. Agarró a Dianne de las caderas y las movia para que fuera mayor la excitación de la que estaban sintiendo en este instante. Con las manos aún en las caderas, movió a Dianne a la vez que Duncan se sentaba de nuevo, pero esta vez contra el cabecero de la cama. Sentó a Dianne con su miembro aún dentro de ella y siguió con el movimiento de caderas, pero esta vez, al tener cerca a Dianne, fue lamiendola el lobulo de la oreja descendiendo lentamente por su delicado cuello y acabando en el circulo de su hombro. Las manos de Duncan acariciaban con ternura, contrastando con el salvajismo que comenzaba a salir de él y el cual había estado escondido durante mucho tiempo.
-Bella joven....-Besó su cuello y siguió lentamente moviendo su mano derecha por su cuerpo hasta acabar en su pecho derecho.-Criatura fragil e inocente...-Susurros en la oreja de Dianne parecían colarse en ella tras ser dichas de los seductores labios de Duncan.-una mariposa perdida en un jardín lúgubre de oscuridad.-Dijo con una sonrisa lasciva en sus labios. Agarro con su mano derecha el mentón de Dianne e hizo que la mirara.-Eres mía....para siempre que desee...-La acercaba lentamente y la tenía a un milimetro de él.-Dime que soy tuyo....-Una embestida dió a la vez que aún la sujetaba y vió que Dianne cerraba los ojos y su cara comenzó a temblar sobre su mano.
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Acababa de llegar al címax, dejando escapar un fuerte gemido de placer, cuando salió de mí, logrando que experimentase una sensación pérdida ante eso. Al mismo tiempo, mis manos finalmente se vieron libres de la sujeción que las ataba al cabecero, hecho que no noté hasta que pasaron unos momentos desde que se vieron libres. Estuve tentada de acercar de nuevo a Duncan contra mí, pero no pude tan siquiera plantearme la idea, pues me cogió por la cintura, dándome la vuelta, mientras soplaba sobre mi espalda, logrando que me estremeciera de pies a cabeza.
Dejé que hiciera conmigo lo que quisiese, de forma que no opuse ninguna resistencia cuando me sentó sobre sus piernas, de espaldas a él, sintiendo como sus manos se situaban sobre mis pechos, para luego tomar una de mis manos y llevarlas hasta su sexo, que sentí duro con la punta de mis dedos.
Sus palabras susurradas en mi oído me hicieron temblar más, si aún me era posible. Quise aferrar su miembro entre mis dedos, pero estos no me respondían, parecían haberse quedado rígidos, incapaces de efectuar el movimiento que yo quería que hiciesen. Sentí que Duncan parecía un tanto defraudado ante esto, pero yo no iba a decir que no lo había intentado, pues trataba de mover mis díscolos dedos con todas mis fuerzas. Tal vez se debiese a mi enajenación de esos momentos.
Volví a encontrarme tumbada en la cama, pero en esta ocasion bocabajo, para notar como volvía a penetrarme, pero en esta ocasión por detrás. Mordí mis labios, aunque un gemido sordo brotó desde mi garganta, mientras clavaba las uñas en los almohadones de la cama. Estaba claro que le gustaba ser quien dominaba, llevar el control y dominar a la mujer con la que yacía, tal vez fuera algo propio de su raza. Yo me dejaba hacer, le permitía que me tomase a voluntad, rindiéndome a las sensaciones que brotaban por todo mi cuerpo, las cuales me llevaban a la locura, pero era una locura placentera.
De nuevo volvió a cambiar la postura en la que nos encontrábamos, pues dejamos de estar a cuatro patas sobre la cama, para encontrarnos de nuevo sentados, yo sobre él, y con su miembro todavía dentro de mí. Las palabras que susurró en mi oído en ese instante, en el que nuestros cuerpos estaban entrelazados, y yo me sentía al borde del orgasmo, me hicieron emitir un suave gemido, mientras rodeaba su cuello con ambos brazos.
-Eres mío-jadeé cuando me pidió que lo dijese, penetrándome de nuevo a continuación, provocando que cerrase los ojos y asintiese con un leve temblor-Y yo me abriré de piernas siempre que lo desees.
Dejé que hiciera conmigo lo que quisiese, de forma que no opuse ninguna resistencia cuando me sentó sobre sus piernas, de espaldas a él, sintiendo como sus manos se situaban sobre mis pechos, para luego tomar una de mis manos y llevarlas hasta su sexo, que sentí duro con la punta de mis dedos.
Sus palabras susurradas en mi oído me hicieron temblar más, si aún me era posible. Quise aferrar su miembro entre mis dedos, pero estos no me respondían, parecían haberse quedado rígidos, incapaces de efectuar el movimiento que yo quería que hiciesen. Sentí que Duncan parecía un tanto defraudado ante esto, pero yo no iba a decir que no lo había intentado, pues trataba de mover mis díscolos dedos con todas mis fuerzas. Tal vez se debiese a mi enajenación de esos momentos.
Volví a encontrarme tumbada en la cama, pero en esta ocasion bocabajo, para notar como volvía a penetrarme, pero en esta ocasión por detrás. Mordí mis labios, aunque un gemido sordo brotó desde mi garganta, mientras clavaba las uñas en los almohadones de la cama. Estaba claro que le gustaba ser quien dominaba, llevar el control y dominar a la mujer con la que yacía, tal vez fuera algo propio de su raza. Yo me dejaba hacer, le permitía que me tomase a voluntad, rindiéndome a las sensaciones que brotaban por todo mi cuerpo, las cuales me llevaban a la locura, pero era una locura placentera.
De nuevo volvió a cambiar la postura en la que nos encontrábamos, pues dejamos de estar a cuatro patas sobre la cama, para encontrarnos de nuevo sentados, yo sobre él, y con su miembro todavía dentro de mí. Las palabras que susurró en mi oído en ese instante, en el que nuestros cuerpos estaban entrelazados, y yo me sentía al borde del orgasmo, me hicieron emitir un suave gemido, mientras rodeaba su cuello con ambos brazos.
-Eres mío-jadeé cuando me pidió que lo dijese, penetrándome de nuevo a continuación, provocando que cerrase los ojos y asintiese con un leve temblor-Y yo me abriré de piernas siempre que lo desees.
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Duncan la tenía sujeta por su mentón a Dianne y sonrió lascivamente antes de besarla. La besaba hasta que la separó y fue sacando su miembro lentamente de ella. Fue acunándola poco a poco y la puso sobre su regazo poco a poco. Dianne estaba temblando y la colocó con sumo cuidado cual muñeca de porcelana en el lecho de la cama haciendo que su cabeza coincidiera con la almohada. La tumbo y cuando estuvo bien puesta, Duncan se colocó delante de ella, la besó en la frente y fue apartando sus piernas para hacerla suya por esa noche.
Antes de nada la observó y fue besando su pecho, su barriga y su vientre con mucho cariño, agarró ambas de sus piernas y poco a poco fue penetrándosela hasta que la sentía en el fondo. La sentía y era suave, estrecha, fácil de manejar y fue moviendo sus caderas a la vez que intentaba colocar ambos brazos a cada lado de ella. La movía una y otra vez dentro de ella enérgicamente hasta que tuvo que casi tumbarse sobre ella, simplemente por la subida de adrenalina que le estaba subiendo en ese momento.
-OOhh...-Duncan gimió tras sentir caer las gotas de sudor sobre su piel y del placer que estaba teniendo en ese momento.-Suave...-Dijo de repente. Sí, se refería a Dianne. El interior de Dianne posiblemente era lo único que quería probar esta noche, nada más la quería probar hasta el final. Duncan miro a Dianne y se acercó a sus labios para propinarla con un tierno beso, pero se cansaba del movimiento de las caderas y decidió cambiar de postura, poniendo a Dianne delante de él. Volvió a mirarla y agarró una de sus manos para atarla en un lado y la otra mano al otro lado.
La apoyo contra el cabecero y se acercó a su oído.-Te abrirás...-Comenzó a susurrar palabras a Dianne bajo el concepto de la sensualidad, bajo el roce de la excitación a la vez que cogía con sumo cuidado uno de sus pechos y la besaba. Se separo y volvió a su oreja.-Para mí siempre que te lo diga...-Miro sin abandonar su oído a los pezones de ella y después apoyando su cabeza en su hombro, miró a la mano que arremetía con dos dedos dentro de su sexo. Duncan noto que dio un nuevo respingo.-Y a cambio...dinero...Ropas...lo que quieras...-Dijo en un susurro mucho mas lascivo levantando uno de sus mechones que tapaban su oído.-Y todo por un roce más intimo.-Duncan se apoyo casi en ella pasando un brazo por encima de ella y colocándolo detrás a la vez que seguía en el sexo de ella.
Sacó los dedos y se puso delante de ella y cogió ambas piernas y se la fue penetrando poco a poco de nuevo. Poco a poco la cosa iba cambiando y el cuerpo de Duncan iba a estallar de un momento a otro, pero hasta que Dianne no lo hiciera primero, el aguantaría dándole una y otra vez. Fue penetrándosela cada vez más profundo hasta que no podía sujetar por más tiempo sus piernas y las soltó poco a poco en la cama, pero aun seguía moviendo las caderas frenéticamente.
Escucho algún que otro gemido y eso le animaba a seguir dándola, pero lo dicho. Las damas van primero, y él como buen caballero que era, esperaría a que Dianne se corriera antes que él. La miro con una sonrisa y se acerco hasta que sus labios se encontraran de nuevo y este fue vivido y pasional comparado con los otros del principio.
Antes de nada la observó y fue besando su pecho, su barriga y su vientre con mucho cariño, agarró ambas de sus piernas y poco a poco fue penetrándosela hasta que la sentía en el fondo. La sentía y era suave, estrecha, fácil de manejar y fue moviendo sus caderas a la vez que intentaba colocar ambos brazos a cada lado de ella. La movía una y otra vez dentro de ella enérgicamente hasta que tuvo que casi tumbarse sobre ella, simplemente por la subida de adrenalina que le estaba subiendo en ese momento.
-OOhh...-Duncan gimió tras sentir caer las gotas de sudor sobre su piel y del placer que estaba teniendo en ese momento.-Suave...-Dijo de repente. Sí, se refería a Dianne. El interior de Dianne posiblemente era lo único que quería probar esta noche, nada más la quería probar hasta el final. Duncan miro a Dianne y se acercó a sus labios para propinarla con un tierno beso, pero se cansaba del movimiento de las caderas y decidió cambiar de postura, poniendo a Dianne delante de él. Volvió a mirarla y agarró una de sus manos para atarla en un lado y la otra mano al otro lado.
La apoyo contra el cabecero y se acercó a su oído.-Te abrirás...-Comenzó a susurrar palabras a Dianne bajo el concepto de la sensualidad, bajo el roce de la excitación a la vez que cogía con sumo cuidado uno de sus pechos y la besaba. Se separo y volvió a su oreja.-Para mí siempre que te lo diga...-Miro sin abandonar su oído a los pezones de ella y después apoyando su cabeza en su hombro, miró a la mano que arremetía con dos dedos dentro de su sexo. Duncan noto que dio un nuevo respingo.-Y a cambio...dinero...Ropas...lo que quieras...-Dijo en un susurro mucho mas lascivo levantando uno de sus mechones que tapaban su oído.-Y todo por un roce más intimo.-Duncan se apoyo casi en ella pasando un brazo por encima de ella y colocándolo detrás a la vez que seguía en el sexo de ella.
Sacó los dedos y se puso delante de ella y cogió ambas piernas y se la fue penetrando poco a poco de nuevo. Poco a poco la cosa iba cambiando y el cuerpo de Duncan iba a estallar de un momento a otro, pero hasta que Dianne no lo hiciera primero, el aguantaría dándole una y otra vez. Fue penetrándosela cada vez más profundo hasta que no podía sujetar por más tiempo sus piernas y las soltó poco a poco en la cama, pero aun seguía moviendo las caderas frenéticamente.
Escucho algún que otro gemido y eso le animaba a seguir dándola, pero lo dicho. Las damas van primero, y él como buen caballero que era, esperaría a que Dianne se corriera antes que él. La miro con una sonrisa y se acerco hasta que sus labios se encontraran de nuevo y este fue vivido y pasional comparado con los otros del principio.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Entre encajes y sueños de porcelana. { Dianne Bentrim } - PRIVADO -
Me sorprendí levemente cuando Duncan me tomó entre sus brazos, acunándome. Puede parecer extraño que semejante gesto me resultase tan sorprendente, pero lo cierto era que en mis nuemerosos años como inmortal, incluso en mis últimos de humana, los hombres con los que había tratado no se habían detenido a regalarme esas muestras de cariño, o al menos de aprecio. Se limitaban a dejarse llevar por el propio goce, incluso golpeándome, sin pensar en que yo, pese a todo, seguía siendo una joven. Este hecho solía olvidársele a la gran mayoría de los que acudían a los burdeles. Si mi memoria no me fallaba, la última persona que había tenido aquel gesto conmigo había sido mi padre, antes de que pereciera en el gran incendio de Londres.
No pude evitarme preguntarme si Duncan me veía como a una niña, opinión que muchos clientes del burdel compartían respecto a mí. Nunca me había molestado, pues era una especie de "atracción" que me hacía ganar la asiduidad de algunos sujetos con gustos pedófilos. Sin embargo, en esta ocasión, me importaba mucho que él supiera que yo, por mucho aspecto de muñeca de porcelana que tuviera, no era una jovencita; podría parecerlo, pero poseía la misma madurez que una persona de mucha mayor edad.
Pese a todo, me vi forzada a contenerme, recordando que yo allí era la sumisa, la que se dejaba hacer. Si él quería considerarme como a una niña, no me quedaba otro remedio que aceptarlo.
Sentada de nuevo sobre él, mientras me besaba con cierta delicadeza, me sentí como una muñeca, sometida a la voluntad del otro, permitiendo que me controlase a voluntad. Yo le prodigaba suaves caricias en su espalda y sus brazos, separando aún más las piernas cuando me percaté de que volvía a tomarme, logrando así que pudiera llegar más adentro que en las ocasiones anteriores. Lo cierto era que yo era una persona intuitiva, y podía saber lo que alguien pretendía, lo cual siempre ayudaba un poco en este negocio, de modo que ahora obedecía a sus deseos sin necesidad de que los pronunciase en voz alta.
Volvió a atarme contra el cabecero de la cama, mientras que yo presentaba la misma resistencia que un pelele, permitiendo que de nuevo me viera reducida de cualquier intento de movilidad. Jadeé ante sus besos sobre mi pecho, y el toque de sus dedos en mi sexo, para luego sobresaltarme ante sus promesas de dinero y ropa. Parecía que mi suerte, siempre tan miserable, había tomado un nuevo camino, que quizás me permitiese mejorar con el paso de los días. Si Duncan se convertía en mi cliente asiduo, significaría que mi capital tal vez aumentase, con el dinero que él acababa de prometerme. No es que fuera materialista o ambiciosa, simplemente buscaba mejorar, adquirir una cierta posición económica que me liberase de vender mi cuerpo, y tal vez lo lograse entregándome a Duncan unas cuantas veces. Tampoco iba a negar que no estaba gozando con él, pues realmente era hábil en los asuntos de cama.
-Yo haré todo cuanto me pidas-respondí con un hilo de voz-Trataré de complacer todas y cada una de sus fantasías, seas cuales sean.
Sus dedos dejaron mi entrepierna, para ser sustituidos por su miembro, el cual me colmaba casi por completo solo con entrar. Muchos hombres habían cabalgado sobre mí, pero ninguno de ellos habían encajado de esa forma, sentía a todos como si sobrase espacio, por decirlo de algún modo. Sus embestidas me acercaron de nuevo al orgasmo, estimulando aquel lugar de mi cuerpo que conseguía que yo me retorciera y gritase de placer, que me llevaba al cielo durante unos instantes. Era cuestión de segundos que llegase, y finalmente, con un grito de puro placer, me vine, arqueando la espalda y logrando que el cabecero crujiese ante el espamo que sacudió todo mi cuerpo, y que hizo que mis manos, de nuevo atadas a él, casi se liberasen de sus ataduras.
No pude evitarme preguntarme si Duncan me veía como a una niña, opinión que muchos clientes del burdel compartían respecto a mí. Nunca me había molestado, pues era una especie de "atracción" que me hacía ganar la asiduidad de algunos sujetos con gustos pedófilos. Sin embargo, en esta ocasión, me importaba mucho que él supiera que yo, por mucho aspecto de muñeca de porcelana que tuviera, no era una jovencita; podría parecerlo, pero poseía la misma madurez que una persona de mucha mayor edad.
Pese a todo, me vi forzada a contenerme, recordando que yo allí era la sumisa, la que se dejaba hacer. Si él quería considerarme como a una niña, no me quedaba otro remedio que aceptarlo.
Sentada de nuevo sobre él, mientras me besaba con cierta delicadeza, me sentí como una muñeca, sometida a la voluntad del otro, permitiendo que me controlase a voluntad. Yo le prodigaba suaves caricias en su espalda y sus brazos, separando aún más las piernas cuando me percaté de que volvía a tomarme, logrando así que pudiera llegar más adentro que en las ocasiones anteriores. Lo cierto era que yo era una persona intuitiva, y podía saber lo que alguien pretendía, lo cual siempre ayudaba un poco en este negocio, de modo que ahora obedecía a sus deseos sin necesidad de que los pronunciase en voz alta.
Volvió a atarme contra el cabecero de la cama, mientras que yo presentaba la misma resistencia que un pelele, permitiendo que de nuevo me viera reducida de cualquier intento de movilidad. Jadeé ante sus besos sobre mi pecho, y el toque de sus dedos en mi sexo, para luego sobresaltarme ante sus promesas de dinero y ropa. Parecía que mi suerte, siempre tan miserable, había tomado un nuevo camino, que quizás me permitiese mejorar con el paso de los días. Si Duncan se convertía en mi cliente asiduo, significaría que mi capital tal vez aumentase, con el dinero que él acababa de prometerme. No es que fuera materialista o ambiciosa, simplemente buscaba mejorar, adquirir una cierta posición económica que me liberase de vender mi cuerpo, y tal vez lo lograse entregándome a Duncan unas cuantas veces. Tampoco iba a negar que no estaba gozando con él, pues realmente era hábil en los asuntos de cama.
-Yo haré todo cuanto me pidas-respondí con un hilo de voz-Trataré de complacer todas y cada una de sus fantasías, seas cuales sean.
Sus dedos dejaron mi entrepierna, para ser sustituidos por su miembro, el cual me colmaba casi por completo solo con entrar. Muchos hombres habían cabalgado sobre mí, pero ninguno de ellos habían encajado de esa forma, sentía a todos como si sobrase espacio, por decirlo de algún modo. Sus embestidas me acercaron de nuevo al orgasmo, estimulando aquel lugar de mi cuerpo que conseguía que yo me retorciera y gritase de placer, que me llevaba al cielo durante unos instantes. Era cuestión de segundos que llegase, y finalmente, con un grito de puro placer, me vine, arqueando la espalda y logrando que el cabecero crujiese ante el espamo que sacudió todo mi cuerpo, y que hizo que mis manos, de nuevo atadas a él, casi se liberasen de sus ataduras.
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