AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Caged in pain [Privado]
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Caged in pain [Privado]
“El futuro depende de ambos”
Las heridas en los cuerpos de los cambiantes mejoraban a una velocidad que a Rylan le parecía sorprendente. Si bien el gitano sabía que los sobre naturales sanaban diferente de los humanos comunes, ver los avances de Monicke no dejaban de asombrarle. Aún existían marcas en el cuerpo femenino que tal vez nunca se desvanecerían del todo y su vista era un sentido que nunca más recuperaría; pero sin contar esas desventajas, ella estaba lista para adaptarse a su nueva vida.
A sabiendas de que no sería posible desarrollar las habilidades de Monicke en el campamento gitano y que tampoco era el mejor lugar para pensar que hacer entre ambos en busca de un mayor ingreso monetario, es que termino por llevarla a la zona de bosques. Ahí encontrarían paz, no hallarían molestias y la cambiante podría entrenar tanto las habilidades humanas básicas que quizás no resultaban tan sencillas dada la carencia de visibilidad, como las animales. Rylan definitivamente no era el mejor maestro; era un hombre que se desesperaba rápidamente y decía las cosas sin importarle si es que dañaba a Monicke o no; trataba de comportarse ligeramente mejor, después de todo se había propuesto ser diferente con la presencia femenina constante que tenía y sin embargo, la presencia de la cambiante parecía alterarle de manera completamente opuesta. Cuando la mujer daba alguna idea que consideraba apropiada, Rylan rápidamente encontraba las desventajas; cada vez que ella parecía estar triste, Rylan trataba de ver lo estúpido que era llorar sobre lo perdido. Y tal vez no es que fuera que había empeorado, sino que de verdad no sabía como demostrarle a Monicke la preocupación que sentía por ella. Hacía relativamente poco de hecho es que se había encontrado con Deméter y de manera ferviente -más bien grosera y burda- le pido que se alejara de la cambiante. Para el gitano, la protección de Monicke era primordial y eso le llevaba a ser exigente y poco tolerante hasta con la misma cambiante, incluso más de lo que fuera él de manera natural.
En los bosques se escucha únicamente los animales en libertad y las quejas y resoplidos de molestia que daba Rylan. Ni siquiera en aquellos lugares podía mantenerse en paz y mostrarse un poco condescendiente con la cambiante.
– Debe existir una forma en que puedas concentrarte más en tus otros sentidos, recuerda que no volverás a ver nunca y no puedes andar a tientas todo el tiempo, eso solo te volverá una presa fácil para cualquiera además de que, si apenas y caminas ¿Cómo esperas que podamos conseguir algo de dinero? – Existían varias ideas en la mente del gitano para que entre ambos pudieran salir adelante, pero era definitivo que necesitaba a Monicke y que si ella no lograba adaptarse entonces sería el fin no solo de ella, sino de ambos.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: Caged in pain [Privado]
“La constante sensación de ser una molestia”
Muy poco había pasado desde que a Monicke Austerlitz le cambiara la vida para siempre y del modo más radical posible. Habían sido días de aprender de nuevo y de reconocer a Rylan como lo único cercano. Él era su búsqueda del calor de la esperanza, pero presentado como un cubo de hielo deslizado en cualquier momento por la espalda. Y ella había agradecido y pedido perdón mil veces. Perdón donde ya no quedaba nada.
Ahora lucía en los huesos, que llamaban a la puerta a través de su piel. Pidiéndole carne, viva o muerta. Su corazón daba toques y toques, pero ella lo ignoraba. Monicke no quería sentir nada distinto a la necesidad de pagar lo tomado: La comida, el techo, las ropas gitanas que la declaraban de nuevo como lo que no era. Como todo.
No se negó a la idea de ir al bosque, aunque en uno había empezado todo. Pero ¿Qué más daba? Ya no había nada más que perder y las lecciones pendientes eran muchas. Rylan como siempre se mostraba molesto y durante todo el camino Monicke no chistó nada. Tropezó un par de veces, y se levantó las mismas. Hacía caso omiso a cualquier lastimadura permanente puesto que nada le dolería más que el día de embarcar en Alemania. Las marcas de aquél día habían desaparecido casi en su totalidad, exceptuando las marcas de la plata que se dejaban ver como pequeñas cicatrices en los tobillos y muñecas. Sin mencionar, claro, que aquellos ojos miel tampoco volverían.
Pero parecía no ser suficiente con saberse ciega, sino que el gitano se lo recordaba cada vez que podía en un afán que a pesar de todo lastimaba. No obstante tenía razón en que ella debía desarrollar más sus sentidos para sobrevivir y, para ello, debía dejar de negar lo que era, una cambiante que odiaba su propia naturaleza. Ya las alas replegadas le sabían a destierro.
—Enséñame, aunque me duela. Finge que me atacas y pídeme que me defienda, que te encuentre, que te busque con lo que tengo. Oblígame a que cambie de forma y a que haga lo mismo que al principio pero con alas— sugirió del modo más sutil que le fue posible. Finalmente, para ella era claro que a él no le podía hablar directo ni de frente sin recibir un rotundo no como respuesta. Estaba en sus manos y su entrenamiento entregado a su carácter.
Hasta ahora, la cambiante desconocía los modos de obtener dinero de Rylan, pero lo cierto es que no tenía las típicas jornadas de trabajo y pasaba de tanto en tanto a la carpa donde Monicke permanecía en silencio y practicamente quieta como una estatua durante horas. Él le había prohibido salir y aunque no le mencionara nada, era probable que ya supiera del encuentro con Deméter. Pero no era bueno tentar a su genio, era necesario aplacarlo hasta que realmente el ave aprendiera a volar.
Ahora lucía en los huesos, que llamaban a la puerta a través de su piel. Pidiéndole carne, viva o muerta. Su corazón daba toques y toques, pero ella lo ignoraba. Monicke no quería sentir nada distinto a la necesidad de pagar lo tomado: La comida, el techo, las ropas gitanas que la declaraban de nuevo como lo que no era. Como todo.
No se negó a la idea de ir al bosque, aunque en uno había empezado todo. Pero ¿Qué más daba? Ya no había nada más que perder y las lecciones pendientes eran muchas. Rylan como siempre se mostraba molesto y durante todo el camino Monicke no chistó nada. Tropezó un par de veces, y se levantó las mismas. Hacía caso omiso a cualquier lastimadura permanente puesto que nada le dolería más que el día de embarcar en Alemania. Las marcas de aquél día habían desaparecido casi en su totalidad, exceptuando las marcas de la plata que se dejaban ver como pequeñas cicatrices en los tobillos y muñecas. Sin mencionar, claro, que aquellos ojos miel tampoco volverían.
Pero parecía no ser suficiente con saberse ciega, sino que el gitano se lo recordaba cada vez que podía en un afán que a pesar de todo lastimaba. No obstante tenía razón en que ella debía desarrollar más sus sentidos para sobrevivir y, para ello, debía dejar de negar lo que era, una cambiante que odiaba su propia naturaleza. Ya las alas replegadas le sabían a destierro.
—Enséñame, aunque me duela. Finge que me atacas y pídeme que me defienda, que te encuentre, que te busque con lo que tengo. Oblígame a que cambie de forma y a que haga lo mismo que al principio pero con alas— sugirió del modo más sutil que le fue posible. Finalmente, para ella era claro que a él no le podía hablar directo ni de frente sin recibir un rotundo no como respuesta. Estaba en sus manos y su entrenamiento entregado a su carácter.
Hasta ahora, la cambiante desconocía los modos de obtener dinero de Rylan, pero lo cierto es que no tenía las típicas jornadas de trabajo y pasaba de tanto en tanto a la carpa donde Monicke permanecía en silencio y practicamente quieta como una estatua durante horas. Él le había prohibido salir y aunque no le mencionara nada, era probable que ya supiera del encuentro con Deméter. Pero no era bueno tentar a su genio, era necesario aplacarlo hasta que realmente el ave aprendiera a volar.
Victoria M. Austerlitz- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/04/2014
Re: Caged in pain [Privado]
“Adapatate y avanza o estancate y muere”
No podía mantenerla en una jaula, no podía protegerla del mundo si es que ella iba por ahí luciendo débil y vulnerable. Por eso era que a la fuerza de regaños y reclamos, palabras duras y actos groseros, Rylan estaba haciendo su parte, aquello que consideraba lo mejor y por lo que no descansaría. El gitano esperaba ver a la cambiante orgullosa, alzarse de las cenizas de la vida perdida por completo y comenzar de nuevo con la frente en alto. ¿Por qué esperaba verla de esa manera? Muy sencillo, porque así aprendió él a vivir, a salir adelante pese a las dificultades de la vida y pese a que la muerte estuviese tocando a su puerta, lucharía contra ella y estaba dispuesto a vencerla.
Noto las veces que Monicke tuvo problemas para andar pero fingió no prestar atención, no porque fuera malo y quisiera que se hiciera daño, sino porque le desesperaba hasta un nivel muy superior que ni siquiera pareciera tratar de lograr las cosas - al menos desde donde Rylan podía ver - y eso le era imperdonable. La había salvado, hacía lo posible porque recuperara una vida y ella simplemente parecía querer lanzar todo por la borda, como si nuevamente fuera la chica de la playa que se hallaba desvalida y al borde de la muerte.
Una vez que se detuvo le observo con atención. Monicke andaba con paso torpe por el mundo a pesar de poseer unos sentidos más agudizados que los de un simple humano, pero parecía como si todos y cada uno de aquellos sentidos se encontraran muertos como su vista, dejándole cual polluelo que por primera vez sale del cascaron y se enfrenta a un mundo hostil donde sabe que no sobrevivirá. Sus palabras eran también duras y por eso mismo era increíble que la cambiante aún estuviese soportándolo, haciendo lo que nadie hacía jamás pero el hecho de que no tuviera ningún otro lugar ni persona a quien pedir por ayudaba era lo que Rylan sabía la mantenía ahí.
– ¿Atacarte? Si apenas y puedes caminar unos pasos sin estrellarte en algún sitio – cruzo los brazos y observo todo a su alrededor, si la dejaba ahí para que ella lo buscara lo más probable es que terminara perdida – primero que nada deberas encontrarme en distancias cortas, aprender a saber donde es que están los demás. No voy a hablarte mucho y así es como comenzaremos, sé capaz de hallarme antes de que me pidas que te ataque, serás capaz de curar heridas rápidamente pero eres inútil, no te pidas de una más de lo que puedes dar. Usa los sentidos que aún tienes, déjate guiar por ellos y no permitas que el temor te los deje ciegos. En estos momentos yo soy tu presa y debes hallarme.
Entre aquel claro comienzo a andar, con cuidado y tratando de hacer la menor cantidad de ruido posible para que Monicke se concentrara.
– Ven – le llamó en tono bajo, sin detener sus pasos y sin separar su mirada de la cambiante. Esperaba verla reaccionar, caminar y encontrarle. Quería no verla titubear no, deseaba que ella lo encontrara y le hiciera sentir que su ayuda, aunque burda, servia de algo realmente.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: Caged in pain [Privado]
"Siempre es digna la derrota del kamikaze,
pero qué triste el que perdió por el puro miedo a perder."
pero qué triste el que perdió por el puro miedo a perder."
Quien decidió que no fuese más pájaro para impedirle llamar aterrizar al miserable acto de caer. Quien. Con qué derecho. Quien decidió que su lengua materna fuese hija de tantas palabras bellas que ya no se dicen, pero que sin embargo asfixian. Quien decidió que su deber era acortar sus tragedias para comunicarse en sílabas, mientras el dolor le colgaba de las manecillas de cualquier reloj abandonado. Era menos pájaro, menos libre, menos ella.
Los afectos habían pasado a un plano inexistente y ella aprendía a vivir con eso, como si aquella sensación cálida hubiese partido con sus ojos aunque no tuviera nada que ver, aparentemente. Rylan la continuaba tratando igual e incluso le daba la sensación que la alimentaba para cobrarle con creces todo después. Y a eso iban al bosque, entendía ella.
“Aún no me estrello” quiso decir. Pero se contuvo porque sí tropezaba y quizás para él representaba lo mismo. “Eres inútil” le dijo él, que no se daba cuenta que ella no quería despertar a sus sentidos ni a nada que la alejara de la humanidad. Había aprendido que ser diferente cuesta y era precisamente a eso lo que le temía. Quizás tenía más miedo de ella misma que de cualquier otro, incluido Rylan, incluida la inquisición.
Cuando empezaba su entrenamiento, se puso en cuclillas, contrario a lo que Rylan pedía, que era caminar. Mantuvo los ojos cerrados como siempre, suspiró y prestó completa atención. “Ven” llamó él en un susurro y Monicke se quedó inmóvil, por apenas unos segundos, antes de levantar la mano y señalar el lugar exacto en el que él se encontraba —Ahí—.
Lo que intentaba la cambiante era despertar sus sentidos porque ya no tenía alternativas. Era como ver la libertad desde una jaula en la que aprendería a moverse, pero no a escaparse. Afuera de su prisión invisible danzaban las sombras del pasado, aterrorizando, consumiendo de a pocos a la alemana que empezaba a olvidar lo que representaba la misericordia. Y eso el gitano tampoco lo entendía, porque no se puede cruzar un campo de minas vestida de flores y tampoco se puede sonreír cuando se tiene tanto miedo a morir y, también, a sentirse vivo.
—Jamás pregunté porque me ayudaste, ni que pretendes conmigo— preguntó de la nada, como si ya no pudiera guardarse las dudas y como si buscara en la respuesta el motor para moverse o pagar. Él no la trataba de muy buena gana y ayudarla le resultaba una molestia, o eso demostraba todo el tiempo. Si él quería marcarle un camino, tendría que señalárselo más claro. —Dime quién eres. Dime quién soy contigo— agregó con la incomodidad de su pregunta, con esas ganas de saber de sí mientras le señalaba a él, al gitano que debía ya estar molesto por las marcas que le había dejado a ella el pasado y por cómo parecía aplastarle el peso de un futuro que desconocía.
Y ambos estaban en su derecho, porque a su modo, cada uno hacía el maldito esfuerzo de quitarle el peso al tiempo para que al ser más ligero, les permitiera volar.
Los afectos habían pasado a un plano inexistente y ella aprendía a vivir con eso, como si aquella sensación cálida hubiese partido con sus ojos aunque no tuviera nada que ver, aparentemente. Rylan la continuaba tratando igual e incluso le daba la sensación que la alimentaba para cobrarle con creces todo después. Y a eso iban al bosque, entendía ella.
“Aún no me estrello” quiso decir. Pero se contuvo porque sí tropezaba y quizás para él representaba lo mismo. “Eres inútil” le dijo él, que no se daba cuenta que ella no quería despertar a sus sentidos ni a nada que la alejara de la humanidad. Había aprendido que ser diferente cuesta y era precisamente a eso lo que le temía. Quizás tenía más miedo de ella misma que de cualquier otro, incluido Rylan, incluida la inquisición.
Cuando empezaba su entrenamiento, se puso en cuclillas, contrario a lo que Rylan pedía, que era caminar. Mantuvo los ojos cerrados como siempre, suspiró y prestó completa atención. “Ven” llamó él en un susurro y Monicke se quedó inmóvil, por apenas unos segundos, antes de levantar la mano y señalar el lugar exacto en el que él se encontraba —Ahí—.
Lo que intentaba la cambiante era despertar sus sentidos porque ya no tenía alternativas. Era como ver la libertad desde una jaula en la que aprendería a moverse, pero no a escaparse. Afuera de su prisión invisible danzaban las sombras del pasado, aterrorizando, consumiendo de a pocos a la alemana que empezaba a olvidar lo que representaba la misericordia. Y eso el gitano tampoco lo entendía, porque no se puede cruzar un campo de minas vestida de flores y tampoco se puede sonreír cuando se tiene tanto miedo a morir y, también, a sentirse vivo.
—Jamás pregunté porque me ayudaste, ni que pretendes conmigo— preguntó de la nada, como si ya no pudiera guardarse las dudas y como si buscara en la respuesta el motor para moverse o pagar. Él no la trataba de muy buena gana y ayudarla le resultaba una molestia, o eso demostraba todo el tiempo. Si él quería marcarle un camino, tendría que señalárselo más claro. —Dime quién eres. Dime quién soy contigo— agregó con la incomodidad de su pregunta, con esas ganas de saber de sí mientras le señalaba a él, al gitano que debía ya estar molesto por las marcas que le había dejado a ella el pasado y por cómo parecía aplastarle el peso de un futuro que desconocía.
Y ambos estaban en su derecho, porque a su modo, cada uno hacía el maldito esfuerzo de quitarle el peso al tiempo para que al ser más ligero, les permitiera volar.
Victoria M. Austerlitz- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/04/2014
Re: Caged in pain [Privado]
"Mis acciones son por tu bien.
Aunque no lo entiendas ahora, algún día lo sabrás"
Ella había caído en las peores manos, manos que no buscaban del todo lastimarle pero sin duda lo hacían con cada palabra y con cada acto. No actuaba como deseaba hacerlo, no porque no quisiera tratarle bien, sino porque no sabía la manera correcta de hacerlo. El gitano no prestaba atención al rostro de Monicke, no se enfocaba en el dolor que ella pudiera sufrir y mucho menos en lo que ella pudiera pensar respecto a él. Dentro de su mente, solo existía algo que era la prioridad; que la cambiante aprendiera a valerse por si misma y a no depender más de él. Rylan no era un completo idiota, pero era consciente de que no era el gitano más apreciado y que durante su búsqueda de dinero para mantenerse ambos, algo podía salir mal y él, terminar muerto. Lo ultimo que deseaba si es que eso llegaba a suceder, era que Monicke pasara por malos momentos; esos pensamientos en la cabeza del gitano eran los que le empujaban a exigirle cosas que para ella eran complicadas.Aunque no lo entiendas ahora, algún día lo sabrás"
Le dio indicaciones de lo que esperaba de ella, pero contrario a lo que esperaba, le toco observar como es que Monicke se agachaba y parecía prestar atención a todo su alrededor. Rylan le observo desde su lugar, sin hacer ruido alguno y cuando ella le señalo, una sonrisa afloro en sus labios.
– Eso no era precisamente lo que yo tenía en mente, pero lo has hecho bien – en esas palabras le decía que estaba orgulloso de ella, aunque sonara a otra cosa. Pese ese orgullo interno que sentía, su voz volvió a adquirir una seriedad mayor – Igual no nos sirve que te quedes en el suelo. De no poder moverte bien estas muerta, asesinada por cualquiera que te vea y observe la fragilidad de tu existencia – camino nuevamente, sin despegar la mirada de ella – Tu no eres débil. ¿Por qué te empeñas en demostrar que lo eres? ¿Tienes miedo? Todos lo tenemos, pero eso no significa que dejemos de vivir – continuo andando alrededor de ella – Eso no va a servirte Monicke, trata de encontrarme nuevamente justo como lo hiciste antes y después, trata de moverte más – se detuvo de nuevo; la cambiante era un ave, ella no tenía que estar en el suelo como otros. La alemana había nacido con alas y quizás sus ojos no sirvieran más, pero sus alas se encontraban intactas.
Ante las palabras de la cambiante, cruzó los brazos frente a si. Esa misma pregunta se había hecho a si mismo un montón de ocasiones; solo le bastaba observar a Monicke para formularse los por qué pero no llegar a ninguna conclusión valida hasta esos momentos . Guardo silencio, incapaz de darle alguna respuesta que fuera a dejarla satisfecha a ella y peor aún, incapaz de dejarse satisfecho a si mismo.
Sumido en el silencio del momento, recordó la manera en la que la encontrara. Había cambiado porque las heridas no eran ya más que un recuerdo que estaba terminando por perderse pero seguía estando tan perdida como siempre y él también.
– Te ayude porque sentí que debía hacerlo, iba a dejarte en esa playa a tu suerte y simplemente no pude hacerlo – confeso con la voz firme – Pretendo que continuemos con vida; por algún motivo creo que si no seguimos un trayecto del camino juntos, nuestras vidas van a extinguirse y contrario a lo que pienses, sé que no es nuestro momento de morir – sonrío para si y levanto la mirada a la copa de los árboles – Somos supervivientes eso somos cuando estamos juntos. Separados, solo somos Monicke y Rylan – dicho eso, se acercó a ella – Vamos a estar bien, no temas.
Rylan Cerny- Gitano
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Fecha de inscripción : 19/04/2014
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Re: Caged in pain [Privado]
"Aquí estoy, de pies y de sueños descalzos"
Es difícil comprender las situaciones de alguien a quien no se conoce y que apareció de la nada traída por las olas, como una vieja botella que posee un mensaje adentro y que no puede abrirse. Quizás ella era así, del tipo que necesita romperse para poder decirlo todo de una vez antes de enmudecer de nuevo.
Pero lo bueno de ese día en medio de tanto gris, era que por primera vez, Rylan le decía que hacía algo bien. Casi creyó entenderle mal, pero sus oídos funcionaban perfectamente y tenía claro lo que había entendido. Sin embargo las palabras que dolían volvieron a salir de sus labios en un caudal que no se detenía nunca. Eso era él, un recordatorio permanente de un pasado que desconocía. El gitano sabía lo necesario, el hecho de tener consigo a una cambiaformas ciega e inútil, y lastimada por alguien antes de arrojarla al mar. Pero eso era sólo una parte, y no era precisamente lo que más dolía. “Muerta, asesinada, fragilidad” qué bien la describía todo eso y qué profundo podía llegar a ser. Monicke apenas suspiró. —Sí, tengo miedo— admitió apenas en un susurró y de tener los ojos abiertos, los habría cerrado al presentir la futura reprimenda. Por un momento creyó que lo mejor era explicarlo todo. Quizás tenía que hacerlo de una vez. De una maldita vez. No podía fallarse ahora. Ni a ella ni a él que a pesar de quejarse de ciertas cosas la seguía alimentando, vistiendo y dando techo sin decirle de modo directo lo que hacía por ella.
La cambiante guardó silencio por un momento, bajó la cabeza y escuchó lo que él tenía para decir. Si ella estaba esperando que él cediera un poco para confesar, quizás ese era el momento preciso y seguramente se lo debía. Él merecía verdades, porque Monicke sabía, muy en el fondo, que lo de él no era mera malicia. Suspiró una vez más, con un nudo en la garganta que amenazaba con no poder retener las lágrimas esa vez. Rylan la vería llorar de nuevo, pero esa vez entendería por qué, aunque no le gustara lo que tenía para decir. O incluso aunque no le importara o no le encontrara importancia.
Los minutos parecieron eternos y ella se puso de pie. Sin ninguna dificultad, caminó hacia donde el gitano estaba y se detuvo a una corta distancia de él. Si eso era lo que quería, ella podía hacerlo. Los sonidos la guiaban, las ondas que chocaban y se devolvían la ubicaban como si fuera un murciélago en lugar de una lechuza. —Pero te voy a decir de donde surgen mis miedos, si tú me lo permites. Luego de ello te buscaré otra vez, si así lo quieres— le dijo en un tono que parecía promesa e incluso pareció más coherente en ese momento, puesto que siempre hablaba poco y de su boca salían las palabras necesarias de quien no domina bien un idioma.
Es momento, se dijo a sí misma y aunque quiso tomarle la mano, sólo se limitó a levantar el rostro y a abrir por primera vez los ojos frente a él —Esto que ves, es el resultado de un ácido—.
Pero lo bueno de ese día en medio de tanto gris, era que por primera vez, Rylan le decía que hacía algo bien. Casi creyó entenderle mal, pero sus oídos funcionaban perfectamente y tenía claro lo que había entendido. Sin embargo las palabras que dolían volvieron a salir de sus labios en un caudal que no se detenía nunca. Eso era él, un recordatorio permanente de un pasado que desconocía. El gitano sabía lo necesario, el hecho de tener consigo a una cambiaformas ciega e inútil, y lastimada por alguien antes de arrojarla al mar. Pero eso era sólo una parte, y no era precisamente lo que más dolía. “Muerta, asesinada, fragilidad” qué bien la describía todo eso y qué profundo podía llegar a ser. Monicke apenas suspiró. —Sí, tengo miedo— admitió apenas en un susurró y de tener los ojos abiertos, los habría cerrado al presentir la futura reprimenda. Por un momento creyó que lo mejor era explicarlo todo. Quizás tenía que hacerlo de una vez. De una maldita vez. No podía fallarse ahora. Ni a ella ni a él que a pesar de quejarse de ciertas cosas la seguía alimentando, vistiendo y dando techo sin decirle de modo directo lo que hacía por ella.
La cambiante guardó silencio por un momento, bajó la cabeza y escuchó lo que él tenía para decir. Si ella estaba esperando que él cediera un poco para confesar, quizás ese era el momento preciso y seguramente se lo debía. Él merecía verdades, porque Monicke sabía, muy en el fondo, que lo de él no era mera malicia. Suspiró una vez más, con un nudo en la garganta que amenazaba con no poder retener las lágrimas esa vez. Rylan la vería llorar de nuevo, pero esa vez entendería por qué, aunque no le gustara lo que tenía para decir. O incluso aunque no le importara o no le encontrara importancia.
Los minutos parecieron eternos y ella se puso de pie. Sin ninguna dificultad, caminó hacia donde el gitano estaba y se detuvo a una corta distancia de él. Si eso era lo que quería, ella podía hacerlo. Los sonidos la guiaban, las ondas que chocaban y se devolvían la ubicaban como si fuera un murciélago en lugar de una lechuza. —Pero te voy a decir de donde surgen mis miedos, si tú me lo permites. Luego de ello te buscaré otra vez, si así lo quieres— le dijo en un tono que parecía promesa e incluso pareció más coherente en ese momento, puesto que siempre hablaba poco y de su boca salían las palabras necesarias de quien no domina bien un idioma.
Es momento, se dijo a sí misma y aunque quiso tomarle la mano, sólo se limitó a levantar el rostro y a abrir por primera vez los ojos frente a él —Esto que ves, es el resultado de un ácido—.
Victoria M. Austerlitz- Cambiante Clase Media
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Re: Caged in pain [Privado]
“Las adversidades nos indicaran un mejor camino. Por eso es que sin temer, caminare a tu lado”
El desconocimiento de algo era lo que más podía llevar a las personas a dañar a quienes no se quería. Sobre todo con las palabras, aquello que se pensaba que era incapaz de lastimar, pero más que los golpes y cualquier herida que pudiera causarse en un cuerpo, las palabras llegaban profundo, se instalaban en un lugar donde curarlas era sumamente complicado y continuaban ahí por mucho más tiempo del que se planeaba. Eso era precisamente lo que el gitano hacía con Monicke. Creía que las palabras eran llevadas lejos por el viento, pero cada palabra se quedaba en la cambiante, al igual que las cicatrices de sus heridas que no desaparecían nunca.
Se acercaba a ella, dejando por un momento aquellos maltratos que hacían que ella pareciera estar asustada de él. Que ella no temiera era quizás complicado, pero la verdad era que tampoco ayudaba mucho que la tratara como si fuera una inútil, aunque lo hiciera con la intensión de verla salir de un letargo en que se había sumido de manera voluntaria. De los labios del gitano salieron palabras que trataban de calmarla y no pudo evitar un suspiro cuando Monicke admitió que tenía miedo.
– Todos tenemos miedo. Nunca he conocido a alguien que no lo sintiera – rió ligeramente – aunque claro que no conozco a muchas personas, pero he visto el temor en aquellos a quienes he tratado así que es algo natural; lo importante es que no desistas, no te rindas – dijo manteniendo aún algo de distancia, aún sin estar seguro a romper con aquello que les mantenía a salvo de sentir.
Observo como ella se ponía de pie y avanza hasta él, sin ningún indicio de duda o temor y una sonrisa sincera apareció en los labios de Rylan, pues ella era capaz de llegar hasta él si es que realmente se lo proponía, así que era seguro que poseía la capacidad para hacer muchas más cosas. La escucho hablar, y una de sus manos alejo un mechón de cabello de la cara de la cambiante, como si aquel fuera un gesto que realizara con frecuencia, contrario a lo que sucedía usualmente, cuando ambos mantenían distancias prudentes. Pero ¿Qué eras las distancias? Meras manera de buscar el menos contacto porque no deseaban mostrarse más al otro. Ambos tenían miedo de diferente forma y en aquellos momentos todo parecía estar cayendo, para dejar no a una cambiante y un gitano, sino a dos personas con historias que sufrieron y que por azares del destino, ahora se encontraban juntos.
– Por supuesto que te lo permito, no soy tan malo como todos creen que soy – era meramente que su manera de ser no le ayudaba para nada, pero de verdad que no era una mala persona.
Y sin más, los ojos de la cambiante se abrieron ante él y contemplo aquellos ojos que no veían más. Sabía que aquellos que la arrojaron al mar eran unas bestias salvajes, incapaces de comprender lo que era diferente y tan poca era su comprensión que habían dejado aquellos ojos dañados hasta el punto de lo inútil y él; él había dicho cosas duras a ella cuando no las merecía. Cosas que quería creer le habían ayudado al menos de alguna manera. Sin permiso alguno le tomo el rostro entre las manos y pego su frente a la ajena en un gesto de compresión poco usual por parte de Rylan.
– Te lo dije el día que te encontré en aquella playa. Los humanos normales son monstruos que están aterrados o celosos de aquello que es diferente. Yo podré decirte muchas cosas, pero definitivamente jamás te haría daño de esa manera – y entonces le soltó y dio un paso hacía atrás – Habla Monicke, dime todo aquello que me ayude a comprenderte y entonces yo tratare de explicarte parte de mi. Compartir tu pasado conmigo y que yo comparta parte del mío contigo, eso sería bueno para los dos – hacía tanto que Rylan no hablaba de su pasado que algunas veces creía que terminaría por olvidarlo, pero no lo haría. Guardaría su pasado junto al de Monicke, en su corazón de gitano.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: Caged in pain [Privado]
"Cual reloj de arena. No podremos parar si no es rompiéndonos."
Los miedos nunca son iguales, porque en la mayoría son fábulas y en unos pocos recuerdos que queman al haber sido realidades. Pero nadie parecía entenderlo, y Monicke ya no quería explicarlo. —El miedo te permite caminar, hasta que te alcanza…— susurró luego de resumir lo que realmente quería decir: Que no rendirse es como caminar cansado, hasta que aparece la piedra, te hace tropezar, y el miedo llega hecho verdad cayendo con todo su peso sobre aquél que ha caído.
Sin embargo todo en ese día le resultaba extraño, al punto que hablaba diferente a como le era costumbre y cometía la quizás imprudencia de ser más abierta con Rylan, que por un momento rio y la dejó tan sorprendida que casi cesan las palabras, como si tuviera en los ojos un color lila que de pronto se tornaba amarillo y refulgía más que siempre, calentaba más que el hielo que solía usar y que quemaba. Pronto su mano le apartó un mechón de cabello del rostro y fue la primera vez que la tocaba con esa rara dulzura, como si por fin dejara de querer reprenderla y la premiara por haber ido a donde tocaba como si fuera un perro al que condicionan. Seguramente no era esa la intención de Rylan, no al menos de modo consciente. Pero la finalidad era la misma. —Yo sé que no eres malo, porque no me dejaste morir sobre la arena. Y a veces me digo que también tienes miedo, aunque no sé por qué— especular era apresurado con el gitano, y de alguna manera ella parecía más ingenua que siempre al confiarse de sus risas y del humor benigno que tenía para esa mañana. Poco propio de él, pero el momento justo para decirle por fin quién era ella.
No obstante las sorpresas no terminaban, porque luego de abrir los ojos, las manos de Rylan le acunaron las mejillas y su frente se apoyó en la de Monicke como si le dijera con eso que podía comprenderla. Y ella lloró, aunque no de modo audible. Asintió a sus palabras, porque sabía que él no la dañaría, aunque de nuevo se alejara de modo brusco, como si se arrepintiera de abrirse a otro y romper su barrera fría de siempre. —Había esperado para decirte todo, pero esto que ves no lo hizo un humano cualquiera. La inquisición me encontró…— explicó y se detuvo, comprendiendo que no sería fácil volver a imaginar lo sucedido para poder narrarlo a otro. Por lo mismo se inclinó, se puso de rodillas y dejó caer el cuerpo para sentarse de costado, con las manos en el suelo, más lejos de él por la dureza misma que le generaba en el corazón ese asunto. —Mis padres y mis hermanos estaban conmigo, todos de la misma naturaleza, excepto mi padre que era muy viejo y completamente humano. Nos llevaron a los sótanos de una de las sedes de la iglesia y allí nos separaron. Escuché gritar a mi madre y a mis hermanos. También a mi padre gritar nuestros nombres a modo de despedida mientras también lo mataban…— la voz se le entrecortó, las lágrimas siguieron fluyendo al recordar al anciano hombre que ya era su padre y que había muerto inocente. Las manos se le crisparon en la tierra y la misma se le metió en las uñas mientras ella recuperaba el aliento —A mí me dejaron para lo último. A la mañana siguiente, luego de haberme dormido después de tanto llorar colgada de las cadenas, me sacaron de allí y me llevaron a un barco que zarpaba con rumbo a no sé dónde. Estuve a bordo durante días donde los hombres a bordo me golpearon hasta saciar su deseo de muerte, como si ser cambiante fuera equivalente a ser la peor asesina. Luego me violaron, días y noches se turnaron mi cuerpo para satisfacer sus deseos. Y cuando por fin creí que llegaba por mí la muerte, me quemaron los ojos y me arrojaron al mar. Lo demás ha sido aquí…— un suspiro ahogado salió de sus labios mientras mantenía el rostro bajo. No podía decir que se sentía aliviada, pero realmente quería que Rylan supiera todo para que su modo de juzgarla ya no doliera al restar tanta importancia. Él la cuidaba a su modo, era su derecho saber a quién acogía.
—Es esto lo que recogiste. Y aunque me pediste que no llorara lo he hecho hoy, y en tus ausencias. No lo haré más, porque estoy a tus órdenes desde que me trajiste. Voy a cambiar para ti, voy a dejarme entrenar por ti sin reproches y sin negarme a lo que soy como hasta ahora lo he hecho. Aunque no sepa exactamente a qué es a lo que tienes miedo…—
Sin embargo todo en ese día le resultaba extraño, al punto que hablaba diferente a como le era costumbre y cometía la quizás imprudencia de ser más abierta con Rylan, que por un momento rio y la dejó tan sorprendida que casi cesan las palabras, como si tuviera en los ojos un color lila que de pronto se tornaba amarillo y refulgía más que siempre, calentaba más que el hielo que solía usar y que quemaba. Pronto su mano le apartó un mechón de cabello del rostro y fue la primera vez que la tocaba con esa rara dulzura, como si por fin dejara de querer reprenderla y la premiara por haber ido a donde tocaba como si fuera un perro al que condicionan. Seguramente no era esa la intención de Rylan, no al menos de modo consciente. Pero la finalidad era la misma. —Yo sé que no eres malo, porque no me dejaste morir sobre la arena. Y a veces me digo que también tienes miedo, aunque no sé por qué— especular era apresurado con el gitano, y de alguna manera ella parecía más ingenua que siempre al confiarse de sus risas y del humor benigno que tenía para esa mañana. Poco propio de él, pero el momento justo para decirle por fin quién era ella.
No obstante las sorpresas no terminaban, porque luego de abrir los ojos, las manos de Rylan le acunaron las mejillas y su frente se apoyó en la de Monicke como si le dijera con eso que podía comprenderla. Y ella lloró, aunque no de modo audible. Asintió a sus palabras, porque sabía que él no la dañaría, aunque de nuevo se alejara de modo brusco, como si se arrepintiera de abrirse a otro y romper su barrera fría de siempre. —Había esperado para decirte todo, pero esto que ves no lo hizo un humano cualquiera. La inquisición me encontró…— explicó y se detuvo, comprendiendo que no sería fácil volver a imaginar lo sucedido para poder narrarlo a otro. Por lo mismo se inclinó, se puso de rodillas y dejó caer el cuerpo para sentarse de costado, con las manos en el suelo, más lejos de él por la dureza misma que le generaba en el corazón ese asunto. —Mis padres y mis hermanos estaban conmigo, todos de la misma naturaleza, excepto mi padre que era muy viejo y completamente humano. Nos llevaron a los sótanos de una de las sedes de la iglesia y allí nos separaron. Escuché gritar a mi madre y a mis hermanos. También a mi padre gritar nuestros nombres a modo de despedida mientras también lo mataban…— la voz se le entrecortó, las lágrimas siguieron fluyendo al recordar al anciano hombre que ya era su padre y que había muerto inocente. Las manos se le crisparon en la tierra y la misma se le metió en las uñas mientras ella recuperaba el aliento —A mí me dejaron para lo último. A la mañana siguiente, luego de haberme dormido después de tanto llorar colgada de las cadenas, me sacaron de allí y me llevaron a un barco que zarpaba con rumbo a no sé dónde. Estuve a bordo durante días donde los hombres a bordo me golpearon hasta saciar su deseo de muerte, como si ser cambiante fuera equivalente a ser la peor asesina. Luego me violaron, días y noches se turnaron mi cuerpo para satisfacer sus deseos. Y cuando por fin creí que llegaba por mí la muerte, me quemaron los ojos y me arrojaron al mar. Lo demás ha sido aquí…— un suspiro ahogado salió de sus labios mientras mantenía el rostro bajo. No podía decir que se sentía aliviada, pero realmente quería que Rylan supiera todo para que su modo de juzgarla ya no doliera al restar tanta importancia. Él la cuidaba a su modo, era su derecho saber a quién acogía.
—Es esto lo que recogiste. Y aunque me pediste que no llorara lo he hecho hoy, y en tus ausencias. No lo haré más, porque estoy a tus órdenes desde que me trajiste. Voy a cambiar para ti, voy a dejarme entrenar por ti sin reproches y sin negarme a lo que soy como hasta ahora lo he hecho. Aunque no sepa exactamente a qué es a lo que tienes miedo…—
Victoria M. Austerlitz- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/04/2014
Re: Caged in pain [Privado]
“Siempre creí que escuchar era sencillo, pero me equivoque,
escucharte es lo más difícil que he experimentado”
Trataba de decirse a si mismo que a su manera la comprendía pero ¿Cómo comprender el dolor de un cuerpo maltratado cuando no has pasado por eso? Rylan había sido maltratado a su manera, pero en su cuerpo jamás debieron sanar heridas como las que Monicke exponía al momento en que le encontró varada en la arena, con la vida que le pendía de un hilo y la esperanza más perdida que en aquellos momentos donde ambos se hablaba con mayor sinceridad. Ella aún parecía exhibir cierto grado de temor que Rylan no podía entender y ¿Cómo hacerlo? Si desde la perspectiva del gitano él se preocupaba por ella, a maneras rudas porque de esa forma aprendió, pero finalmente preocupaciones que no la alejaban de sus pensamientos cuando estaban cerca y mucho menos cuando se encontraban lejos.
Las palabras de la alemana eran como una caricia para quien nunca las recibía. El gitano había recibido palabras de bondad y caricias únicamente por parte de su madre, fuera de ella, todos lo trataban como si fuera un hombre lleno de maldad así que escuchar las palabras de Monicke le hicieron que se le calentara el alma, al punto que sus sonrisas y sus actos se volvieron más suaves. Había sido terriblemente torpe al tratarla siempre, pero en esos momentos le acariciaba a su manera, con la esperanza de que ella se percatara de que no la iba a dejar sola a pesar de las dificultades que se les vinieran encima.
– Pero pensé en dejarte, no pude hacerlo pero lo pensé – sus palabras fueron un susurro lleno de culpabilidad ante aquel pensamiento y cuando ella le menciono el miedo, Rylan se mantuvo silente. Tenía miedo, claro que lo tenía. Tenía miedo porque no era capaz de vivir de una manera normal, no era capaz de convivir como lo hacían los demás; tenía miedo de no ser suficiente para ayudar a que Monicke saliera adelante pero sobre todo, en los últimos tiempos, tenía miedo de encontrarse a solas consigo mismo, todo por el simple hecho de no saber que era lo que su interior tenía para decir. Termino por suspirar y asentir pese a que ella no pudiera verlo – Siempre tengo miedo, pero no estoy seguro a que le tengo ese miedo así que creo que ignorarle por ahora debe ser la mejor opción que poseo.
Cuando le vio sentarse justo después de pedirle que le dijera todo, él hizo lo mismo. La cambiante no poseía la capacidad de observarlo, pero él la miraba quizás por los dos; y así, se permitió escuchar una historia que no era la suya, una historia que a pesar de eso estaba dispuesto a cargar por el resto de su vida.
Conforme el relato de Monicke avanzaba y la mente del gitano le dibujaba escenas, sus manos comenzaron a empuñarse y su ceño a fruncirse ante la ira contenida y la pena que sentía en su interior. ¿Por qué existían seres tan crueles? ¿Qué mal podía provocar la existencia de Monicke y su familia a otros? La crueldad intencionada era algo que Rylan no alcanzaba a comprender y no lo hacía porque él era consciente de haber herido a otros, pero nunca lo hizo por la mera satisfacción de eso. En su interior esa necesidad de consolarla llegaba más fuerte que nunca y pese a eso, era tan bruto que no sabía como hacerlo. Las palabras de Monicke parecían quedarse en la nada, aunque Rylan abrazaba aquella historia como si fuera la suya propia, todo porque no existía mejor manera de comprender un dolor que hacer tuyo el ajeno. Era la primera vez que deseaba llevar la carga junto a alguien y ese mismo deseo le hacía sentir una enorme opresión en el pecho, esa que era tan parecida a la que sintió cuando se entero de la muerte de su madre. Una vorágine de sentimientos le atacaban, al punto de que las manos le dolían de la fuerza con que las empuñaba y a momentos, le temblaban por la misma razón.
Se mantuvo pensando durante más tiempo del que cualquiera hubiera pensado que demoraría en dar una respuesta; pero simplemente le era imposible hablar. No fue hasta que encontré algo de calma y sus pensamientos se organizaron un poco, que termino por moverse más cerca de ella y tomo aire.
– No me has pedido cargar parte de esto que me cuentas, pero lo hago porque me nace hacerlo. Si me lo hubieras contado en un inicio, tengo por seguro que no hubiera sido más que una historia que se llevaría el viento, pero he aprendido a apreciarte, a moverme en base no solo de mis intereses sino también pensando en los tuyos. Cuando te vi en la playa eras solo una desconocida a la que le ofrecía un poco de apoyo pero hace tiempo que has dejado de ser eso; para mi, eres Monicke; alguien que merece llorar no solo hoy ni en mis ausencias, sino cada vez que lo necesite. Yo no puedo hacerlo, pero tu no permitas que eso se te olvide – negó suave – No deseo que cambies por mi. Mi intención siempre ha sido que lo hagas por ti y hasta mi manera de entrenarte estaba buscando simplemente que tuvieras una vida mejor porque yo no soy querido y puede que en algún momento algo me suceda y de ser así, me gustaría mucho que vivieras. Eres mi apoyo Monicke, eres mi compañera. – sonrió entonces – No sé a que le temo, son quizás demasiadas cosas pero todas complicadas tal vez. La verdad es que no lo sé, nunca fui bueno para hablar de como me sentía o lo que me preocupaba, tampoco es como que hubiera sido necesario porque la mujer que fue mi madre sabía todo de mi con tan solo darme una mirada. Con ella siempre sobraban las palabras – y dicho eso se quedo observando a Monicke, pero era la primera en saber esas cosas de él y él en saber cosas de ellas. A su manera, ambos formaban un vinculo que les acompañaría desde ese momento y en delante.
escucharte es lo más difícil que he experimentado”
Trataba de decirse a si mismo que a su manera la comprendía pero ¿Cómo comprender el dolor de un cuerpo maltratado cuando no has pasado por eso? Rylan había sido maltratado a su manera, pero en su cuerpo jamás debieron sanar heridas como las que Monicke exponía al momento en que le encontró varada en la arena, con la vida que le pendía de un hilo y la esperanza más perdida que en aquellos momentos donde ambos se hablaba con mayor sinceridad. Ella aún parecía exhibir cierto grado de temor que Rylan no podía entender y ¿Cómo hacerlo? Si desde la perspectiva del gitano él se preocupaba por ella, a maneras rudas porque de esa forma aprendió, pero finalmente preocupaciones que no la alejaban de sus pensamientos cuando estaban cerca y mucho menos cuando se encontraban lejos.
Las palabras de la alemana eran como una caricia para quien nunca las recibía. El gitano había recibido palabras de bondad y caricias únicamente por parte de su madre, fuera de ella, todos lo trataban como si fuera un hombre lleno de maldad así que escuchar las palabras de Monicke le hicieron que se le calentara el alma, al punto que sus sonrisas y sus actos se volvieron más suaves. Había sido terriblemente torpe al tratarla siempre, pero en esos momentos le acariciaba a su manera, con la esperanza de que ella se percatara de que no la iba a dejar sola a pesar de las dificultades que se les vinieran encima.
– Pero pensé en dejarte, no pude hacerlo pero lo pensé – sus palabras fueron un susurro lleno de culpabilidad ante aquel pensamiento y cuando ella le menciono el miedo, Rylan se mantuvo silente. Tenía miedo, claro que lo tenía. Tenía miedo porque no era capaz de vivir de una manera normal, no era capaz de convivir como lo hacían los demás; tenía miedo de no ser suficiente para ayudar a que Monicke saliera adelante pero sobre todo, en los últimos tiempos, tenía miedo de encontrarse a solas consigo mismo, todo por el simple hecho de no saber que era lo que su interior tenía para decir. Termino por suspirar y asentir pese a que ella no pudiera verlo – Siempre tengo miedo, pero no estoy seguro a que le tengo ese miedo así que creo que ignorarle por ahora debe ser la mejor opción que poseo.
Cuando le vio sentarse justo después de pedirle que le dijera todo, él hizo lo mismo. La cambiante no poseía la capacidad de observarlo, pero él la miraba quizás por los dos; y así, se permitió escuchar una historia que no era la suya, una historia que a pesar de eso estaba dispuesto a cargar por el resto de su vida.
Conforme el relato de Monicke avanzaba y la mente del gitano le dibujaba escenas, sus manos comenzaron a empuñarse y su ceño a fruncirse ante la ira contenida y la pena que sentía en su interior. ¿Por qué existían seres tan crueles? ¿Qué mal podía provocar la existencia de Monicke y su familia a otros? La crueldad intencionada era algo que Rylan no alcanzaba a comprender y no lo hacía porque él era consciente de haber herido a otros, pero nunca lo hizo por la mera satisfacción de eso. En su interior esa necesidad de consolarla llegaba más fuerte que nunca y pese a eso, era tan bruto que no sabía como hacerlo. Las palabras de Monicke parecían quedarse en la nada, aunque Rylan abrazaba aquella historia como si fuera la suya propia, todo porque no existía mejor manera de comprender un dolor que hacer tuyo el ajeno. Era la primera vez que deseaba llevar la carga junto a alguien y ese mismo deseo le hacía sentir una enorme opresión en el pecho, esa que era tan parecida a la que sintió cuando se entero de la muerte de su madre. Una vorágine de sentimientos le atacaban, al punto de que las manos le dolían de la fuerza con que las empuñaba y a momentos, le temblaban por la misma razón.
Se mantuvo pensando durante más tiempo del que cualquiera hubiera pensado que demoraría en dar una respuesta; pero simplemente le era imposible hablar. No fue hasta que encontré algo de calma y sus pensamientos se organizaron un poco, que termino por moverse más cerca de ella y tomo aire.
– No me has pedido cargar parte de esto que me cuentas, pero lo hago porque me nace hacerlo. Si me lo hubieras contado en un inicio, tengo por seguro que no hubiera sido más que una historia que se llevaría el viento, pero he aprendido a apreciarte, a moverme en base no solo de mis intereses sino también pensando en los tuyos. Cuando te vi en la playa eras solo una desconocida a la que le ofrecía un poco de apoyo pero hace tiempo que has dejado de ser eso; para mi, eres Monicke; alguien que merece llorar no solo hoy ni en mis ausencias, sino cada vez que lo necesite. Yo no puedo hacerlo, pero tu no permitas que eso se te olvide – negó suave – No deseo que cambies por mi. Mi intención siempre ha sido que lo hagas por ti y hasta mi manera de entrenarte estaba buscando simplemente que tuvieras una vida mejor porque yo no soy querido y puede que en algún momento algo me suceda y de ser así, me gustaría mucho que vivieras. Eres mi apoyo Monicke, eres mi compañera. – sonrió entonces – No sé a que le temo, son quizás demasiadas cosas pero todas complicadas tal vez. La verdad es que no lo sé, nunca fui bueno para hablar de como me sentía o lo que me preocupaba, tampoco es como que hubiera sido necesario porque la mujer que fue mi madre sabía todo de mi con tan solo darme una mirada. Con ella siempre sobraban las palabras – y dicho eso se quedo observando a Monicke, pero era la primera en saber esas cosas de él y él en saber cosas de ellas. A su manera, ambos formaban un vinculo que les acompañaría desde ese momento y en delante.
Rylan Cerny- Gitano
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Fecha de inscripción : 19/04/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Caged in pain [Privado]
"Vi nuevamente sueños reducidos a telarañas:
Casa vacía. Noche. Animal blanco.
O bien: Playa. Tarde. Huellas que se extravían en el mar."
Casa vacía. Noche. Animal blanco.
O bien: Playa. Tarde. Huellas que se extravían en el mar."
—Cualquiera hubiera pasado por alto mi presencia y de seguro habría muerto en un par de días. O en un par de horas, quizás— y era lo más probable, porque ella deseaba tan sólo morir mientras yacía en la arena, sin tener la fuerza suficiente para levantarse, ni el aliento necesario para desprender su rostro de la arena que se le quedaba pegada a la piel y le raspaba sin preguntar por las heridas —Pero no lo hiciste, por eso insisto en tu bondad aunque el mundo que tiene ojos se niegue a verlo—.
Suspiró también, muy a la par de él —Yo también tengo miedo, pero no puedo evitarlo. Tú tienes una luz que yo ya no poseo. Es como si viviera bajo la cama con los monstruos de mi infancia y los demonios de mi edad adulta. Yo no puedo correr hacia la luz, pero tú sí— se declaraba desahuciada, pero no arrastraba al gitano a ella, porque sería pagar con alacranes a quien te da duraznos. Quizás parecían golpeados, pero al fin y al cabo le saciaban la sed y el hambre y eso era lo que realmente importaba.
—Deja que se la lleve el viento— susurró con respecto a su historia, queriendo pedir también que no se apegara a ella, porque era probable que la muerte volviera por la cambiante en esos sus años de juventud. Qué suerte para esos segundos porque no podía mirarlo, ni debía ocultar el rostro. Qué suerte que primero había aprendido a alimentarse de sus silencios, como ahora de sus suspiros. —No puedo hacer nada por mí, porque conozco el miedo que siento y que he experimentado cada noche. Siento la muerte suspirar a mi oído, como si me advirtiera que regresará pronto. Y siento un temor aún peor que la muerte sobrecogiéndome desde la espalda — un temor que callaba y frente al que primero, preferiría morir.
Pero se limitó a callar durante unos minutos para terminar de escuchar a Rylan, sin poner objeciones como había aprendido. —Quizás es la soledad. No soy buena compañera y partiré de este mundo pronto, pero si tan sólo tuvieras una… Mi padre decía que la alegría de un hombre es una mujer que lo hace feliz. Eres demasiado bueno para creer que no eres querido. No te quedes solo, aun cuando me vaya— la voz le sonaba a súplica, a un ruego dolorido de quien se despide mientras muere. Y no exageraba, porque se sentía decaída y en muchas noches permaneció con fiebre. La sed en las noches le quemó las palabras y la sobrecogió en su deseo de partir para encontrar a los suyos. Ella no pertenecía a ese lugar, ni a él, ni a ella tampoco. Era como una frazada hecha de retazos, una mentira que pretendía calentar pero que no podía por tener tantos agujeros. Pero así y todo quería al gitano, a su salvador tirano, como le llamara para sí misma antes. —No te cierres como yo en la ausencia de los míos. Nadie reemplazará a mi madre, y tampoco a la tuya, pero sé que tu bondad conmigo será compensada por algo mayor que las monedas que pueda ganar para ti—.
Sus deseos de llorar no se iban, y aunque su rostro se dirigía a cualquier parte, las lágrimas sí cedían al rumbo de la gravedad. —Voy a intentar con las fuerzas que me quedan retribuir lo que me sea posible— suspiro de modo entrecortado y se limpió las lágrimas con la mano, sin importar que antes, estas acariciaran la tierra y le dejaran marcas como todo lo que la tocaba. Estaba dispuesta a intentarlo, a esforzarse en dejar algo mejor que lamentos en las manos de Rylan y a no ser una carga más ni siquiera en el momento de partir.
—Necesito reconocer el olor del dinero para tomarlo— musitó poniéndose de nuevo en sus rodillas. —Toma algo en tus manos y aléjate. Yo cambiaré de forma e intentaré arrebatártelo ¿Sí?—.
Suspiró también, muy a la par de él —Yo también tengo miedo, pero no puedo evitarlo. Tú tienes una luz que yo ya no poseo. Es como si viviera bajo la cama con los monstruos de mi infancia y los demonios de mi edad adulta. Yo no puedo correr hacia la luz, pero tú sí— se declaraba desahuciada, pero no arrastraba al gitano a ella, porque sería pagar con alacranes a quien te da duraznos. Quizás parecían golpeados, pero al fin y al cabo le saciaban la sed y el hambre y eso era lo que realmente importaba.
—Deja que se la lleve el viento— susurró con respecto a su historia, queriendo pedir también que no se apegara a ella, porque era probable que la muerte volviera por la cambiante en esos sus años de juventud. Qué suerte para esos segundos porque no podía mirarlo, ni debía ocultar el rostro. Qué suerte que primero había aprendido a alimentarse de sus silencios, como ahora de sus suspiros. —No puedo hacer nada por mí, porque conozco el miedo que siento y que he experimentado cada noche. Siento la muerte suspirar a mi oído, como si me advirtiera que regresará pronto. Y siento un temor aún peor que la muerte sobrecogiéndome desde la espalda — un temor que callaba y frente al que primero, preferiría morir.
Pero se limitó a callar durante unos minutos para terminar de escuchar a Rylan, sin poner objeciones como había aprendido. —Quizás es la soledad. No soy buena compañera y partiré de este mundo pronto, pero si tan sólo tuvieras una… Mi padre decía que la alegría de un hombre es una mujer que lo hace feliz. Eres demasiado bueno para creer que no eres querido. No te quedes solo, aun cuando me vaya— la voz le sonaba a súplica, a un ruego dolorido de quien se despide mientras muere. Y no exageraba, porque se sentía decaída y en muchas noches permaneció con fiebre. La sed en las noches le quemó las palabras y la sobrecogió en su deseo de partir para encontrar a los suyos. Ella no pertenecía a ese lugar, ni a él, ni a ella tampoco. Era como una frazada hecha de retazos, una mentira que pretendía calentar pero que no podía por tener tantos agujeros. Pero así y todo quería al gitano, a su salvador tirano, como le llamara para sí misma antes. —No te cierres como yo en la ausencia de los míos. Nadie reemplazará a mi madre, y tampoco a la tuya, pero sé que tu bondad conmigo será compensada por algo mayor que las monedas que pueda ganar para ti—.
Sus deseos de llorar no se iban, y aunque su rostro se dirigía a cualquier parte, las lágrimas sí cedían al rumbo de la gravedad. —Voy a intentar con las fuerzas que me quedan retribuir lo que me sea posible— suspiro de modo entrecortado y se limpió las lágrimas con la mano, sin importar que antes, estas acariciaran la tierra y le dejaran marcas como todo lo que la tocaba. Estaba dispuesta a intentarlo, a esforzarse en dejar algo mejor que lamentos en las manos de Rylan y a no ser una carga más ni siquiera en el momento de partir.
—Necesito reconocer el olor del dinero para tomarlo— musitó poniéndose de nuevo en sus rodillas. —Toma algo en tus manos y aléjate. Yo cambiaré de forma e intentaré arrebatártelo ¿Sí?—.
Victoria M. Austerlitz- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/04/2014
Re: Caged in pain [Privado]
“Vamos a existir tanto tiempo como seamos recordados”
Las palabras de Monicke eran realidades que no podía negar. Los azares del destino le habían guiado a él hasta la playa donde ella yacía en la arena; en esa donde ella creía poder morir de no ser por él. Por motivos inexplicables ella había resistido pese a que no deseaba vivir más y Rylan había terminado por auxiliarla pese a que se decía que no debía de hacerlo. Los motivos que le impulsaron a ello y los que hicieron que Monicke aceptara su ayuda, estaban de sobra porque lo que ya importaba era el presente que ambos estaban atravesando, ese donde de alguna manera ambos estaban haciendo cambiar al otro, ya fuera de manera poco notoria o de una mucho más significativa. La cambiante le hablaba de una bondad invisible para todos, menos para ella y eso le hizo sonreír.
– Dicen que no existe peor ciego que el que no quiere ver; así que un par de ojos sanos no garantizan que podamos ser capaces de ver todo lo que verdaderamente nos rodea. Yo no he visto siempre aquello que me rodea, quizás es necesario que no solo yo, sino el resto del mundo, nos encontremos en una situación como la tuya para así, ser capaces de apreciar la verdadera esencia de los otros.
– Puedo correr tratando de escapar de mis temores pero existe algo que me lo impide aunque yo posea la luz de la que tu careces – menciono con cierto grado de pesar por ambos. Él poseía algo que a ella bien podía servirle para escapar de los monstruos de su niñez y aunque eso podía considerarse una ventaja, el hecho de que no supiera que era aquello a lo que temía le volvía imposible la huida. ¿Cómo escapar del miedo cuando frente a ti vez millones de luces y no sabes a cual dirigirte? Así era para Rylan la situación al desear enfrentar aquello a lo que le temía – Yo no sé a donde dirigirme Monicke, no sé si la luz que utilizare para escapar es verdaderamente la que necesito – le observo entonces con tristeza – ¿Qué puedo hacer para descubrir que es eso a lo que le temo? – el final de la pregunta fue más que nada un susurro seguido del silencio del gitano.
Ella le pedía que no se aferrara a esa historia pero dejarla escapar era algo que Rylan no podía permitir.
– No me pidas que deje ir todo esto que me has contado, quizás no tiene lógica para ti el que yo busque hacer parte de tu historia mía, pero lo hago porque estas salvándome – sonrió entonces, un tanto más animado – Tu has dado una nueva perspectiva a todo lo que me rodeaba – escucho entonces como ella nuevamente hablaba de la muerte y suspiro ante sus palabras – Cuando partas ya sea de este mundo o de mi lado, únicamente poseeré tu historia para recordarte, tu historia me ayudara a saber que existen personas que cambian nuestra vida aun sin que lo esperemos así que disculpame si tomo más de lo que me corresponde – mientras ella continuaba hablando, la cabeza de Rylan asentía. No era de lo mejor consiguiendo amistades y quizás mucho menos una mujer como la que decía Monicke que era necesario que consiguiera para si, pero lo intentaría por ella – No voy a cerrarme a otros, pero no te des por vencida. Aún tienes muchas cosas que vivir y muchas más cosas que enseñar a otros solo te pido que no te derrumbes –menciono antes de que la cambiante hablara de retribuir tanto como pudiera, dando a entender entonces que el momento de hablar desde el corazón llegaba a su fin y que ahora, era tiempo de continuar con el entrenamiento. Si bien el gitano había sentido cosas que nunca antes en su vida experimentara o compartiera con nadie no podía cambiar de un momento a otro su manera de ser y quizás eso a la larga, solo le hiciese ver mucho más insensible o malo.
Rylan se levanto con calma de donde se hallaba, saco de un bolsillo en su pantalón un pequeño anillo de oro, el cual, coloco de nuevo en su bolsillo y se alejo algunos pasos de la alemana.
– Esto además de ayudarte para que puedas retribuirme algo, va servirte Monicke. Bien has dicho que no siempre estaremos juntos y esto te será de utilidad así no tendrás de que preocuparte. En mi bolsillo tengo un anillo, tendrás que quitármelo sin que yo sienta que lo has hecho. Trata de hacerlo como si yo fuera cualquier persona con la que accidentalmente has chocado debido a tu ceguera – se alejo un poco más de ella – Comenzaremos con esto que me parece lo más sencillo y de ahí, las cosas se irán complicando para ti y no quiero escuchar quejas o que digas que no puedes hacerlo. Ya sabes que si no eres capaz de llevar a termino la tarea más sencilla entonces no me sirves para nada, ni a mi, ni a ti misma – suspiro – y primero aprenderás a hacerlo como humana, conforme avancemos en el entrenamiento sabremos si serás capaz de hacer algo en tus formas animales – aquel era el inicio del entrenamiento de la cambiante, un entrenamiento que el gitano no le pondría sencillo, ni siquiera por lo especial que resultaba ser ella para él.
Las palabras de Monicke eran realidades que no podía negar. Los azares del destino le habían guiado a él hasta la playa donde ella yacía en la arena; en esa donde ella creía poder morir de no ser por él. Por motivos inexplicables ella había resistido pese a que no deseaba vivir más y Rylan había terminado por auxiliarla pese a que se decía que no debía de hacerlo. Los motivos que le impulsaron a ello y los que hicieron que Monicke aceptara su ayuda, estaban de sobra porque lo que ya importaba era el presente que ambos estaban atravesando, ese donde de alguna manera ambos estaban haciendo cambiar al otro, ya fuera de manera poco notoria o de una mucho más significativa. La cambiante le hablaba de una bondad invisible para todos, menos para ella y eso le hizo sonreír.
– Dicen que no existe peor ciego que el que no quiere ver; así que un par de ojos sanos no garantizan que podamos ser capaces de ver todo lo que verdaderamente nos rodea. Yo no he visto siempre aquello que me rodea, quizás es necesario que no solo yo, sino el resto del mundo, nos encontremos en una situación como la tuya para así, ser capaces de apreciar la verdadera esencia de los otros.
– Puedo correr tratando de escapar de mis temores pero existe algo que me lo impide aunque yo posea la luz de la que tu careces – menciono con cierto grado de pesar por ambos. Él poseía algo que a ella bien podía servirle para escapar de los monstruos de su niñez y aunque eso podía considerarse una ventaja, el hecho de que no supiera que era aquello a lo que temía le volvía imposible la huida. ¿Cómo escapar del miedo cuando frente a ti vez millones de luces y no sabes a cual dirigirte? Así era para Rylan la situación al desear enfrentar aquello a lo que le temía – Yo no sé a donde dirigirme Monicke, no sé si la luz que utilizare para escapar es verdaderamente la que necesito – le observo entonces con tristeza – ¿Qué puedo hacer para descubrir que es eso a lo que le temo? – el final de la pregunta fue más que nada un susurro seguido del silencio del gitano.
Ella le pedía que no se aferrara a esa historia pero dejarla escapar era algo que Rylan no podía permitir.
– No me pidas que deje ir todo esto que me has contado, quizás no tiene lógica para ti el que yo busque hacer parte de tu historia mía, pero lo hago porque estas salvándome – sonrió entonces, un tanto más animado – Tu has dado una nueva perspectiva a todo lo que me rodeaba – escucho entonces como ella nuevamente hablaba de la muerte y suspiro ante sus palabras – Cuando partas ya sea de este mundo o de mi lado, únicamente poseeré tu historia para recordarte, tu historia me ayudara a saber que existen personas que cambian nuestra vida aun sin que lo esperemos así que disculpame si tomo más de lo que me corresponde – mientras ella continuaba hablando, la cabeza de Rylan asentía. No era de lo mejor consiguiendo amistades y quizás mucho menos una mujer como la que decía Monicke que era necesario que consiguiera para si, pero lo intentaría por ella – No voy a cerrarme a otros, pero no te des por vencida. Aún tienes muchas cosas que vivir y muchas más cosas que enseñar a otros solo te pido que no te derrumbes –menciono antes de que la cambiante hablara de retribuir tanto como pudiera, dando a entender entonces que el momento de hablar desde el corazón llegaba a su fin y que ahora, era tiempo de continuar con el entrenamiento. Si bien el gitano había sentido cosas que nunca antes en su vida experimentara o compartiera con nadie no podía cambiar de un momento a otro su manera de ser y quizás eso a la larga, solo le hiciese ver mucho más insensible o malo.
Rylan se levanto con calma de donde se hallaba, saco de un bolsillo en su pantalón un pequeño anillo de oro, el cual, coloco de nuevo en su bolsillo y se alejo algunos pasos de la alemana.
– Esto además de ayudarte para que puedas retribuirme algo, va servirte Monicke. Bien has dicho que no siempre estaremos juntos y esto te será de utilidad así no tendrás de que preocuparte. En mi bolsillo tengo un anillo, tendrás que quitármelo sin que yo sienta que lo has hecho. Trata de hacerlo como si yo fuera cualquier persona con la que accidentalmente has chocado debido a tu ceguera – se alejo un poco más de ella – Comenzaremos con esto que me parece lo más sencillo y de ahí, las cosas se irán complicando para ti y no quiero escuchar quejas o que digas que no puedes hacerlo. Ya sabes que si no eres capaz de llevar a termino la tarea más sencilla entonces no me sirves para nada, ni a mi, ni a ti misma – suspiro – y primero aprenderás a hacerlo como humana, conforme avancemos en el entrenamiento sabremos si serás capaz de hacer algo en tus formas animales – aquel era el inicio del entrenamiento de la cambiante, un entrenamiento que el gitano no le pondría sencillo, ni siquiera por lo especial que resultaba ser ella para él.
FINALIZADO
Rylan Cerny- Gitano
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Fecha de inscripción : 19/04/2014
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