AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Particolare giudizio [Privado]
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Particolare giudizio [Privado]
Verdetto
Al asecho por el juicio particular
Para terminar el juicio final…
Para terminar el juicio final…
Aquí yacen reunidos ante la casa del juicio, en pleno silencio, Páramo era expuesto para cumplir su siguiente misión, era informado en la demanda que debe ejecutar con perfección, debía capturar a una traidora cachorra que había escapado de su cueva, el libro donde fichaban a la semi-humana le fue brindado al brujo, el cual inspecciono en una ojeada y obtuvo solo datos relevantes para dar con su paradero, dictado su labor emprendió marcha a la detención.
Como el juez de ese caso, prepara sus armas, la vestimenta que emprendía era un pantalón amoldado a su templo, ¡La pistola no es la mejor arma para esta misión! No sentiría pena por esa desertora, así que la ballesta escogió, ¡Oh, tan bien entrenado con ese artefacto! [/i]Un amante de los tiros, y su especialidad era la distancia, que le encantaba usar el filo del metal, tan brillante su fuerza que la plata era tan atrayente como la madera. ¡Tan descarado la posa sobre su espalda! No tiene miedo, se viste de inquisidor sin querer guardar esta vez su apariencia. Portaba el estandarte de lo que representaba, su boca enjuiciaba con los versículos que para Páramo la tortura se empleaba con encanto para juzgarlos. Y por último su estaca sujetada en la bota de su pie derecho.
Estando bien equipado para la cacería, sería un atardecer bellísimo, el sol está de su lado puesto que los rayos indican que Dios ya ha dado el toque de queda para esa escoria que no debe seguir en el mundo. ¡Para el brujo no existe lo imposible más que lo que puede ser posible en la destreza! Porque eso afecta a la hora de condenar, se autoproclama defensor de su palabra, de la ley.
Púes se confiesa el delito cuando huyen del juicio, y ahí iba, montado en su caballo hacia los bosques, con el pelaje de un oscuro café, un caballo que él mismo había alistado y amaestrado para el servicio propio. Corriendo contra el viento, ya resuenan las voces del lamento, podía percibir la rendición a flote, el caballo relincha porque el mal ya estaba en esas tierras que pisoteaban, los arboles silenciosos para que no sean examinados por el inquisidor, el aura es del mismo Luzbell, ya estaba en los infiernos de la tierra, sigue corriendo entre los árboles, sometiendo la vista al alrededor, el territorio ya era analizado, el caballo “Dio” bautizado en nombre de lo que protege, su instinto se altiva, la pesadez del aire le traía el olor de un animal, sonando la cacería, alistando la ballesta, se inclina un poco y va con furia hacia el objetivo que corría porque su dictaminador ya vino por ella…—¡Aquí estas, pérfida, ríndete, no tienes escapatoria! — Sabiendo que le escucharía, le habla, con la voz grave y segura, teniendo el poder del destino prescrito. ¡Yendo a un lado de ella, corre como el animal que un día fue usado por beneficio! conoce sus debilidades, lleva un paso adelante por tenerla en la mira como quería, ya están alejados, ya casi llegando al final del bosque, posándose con la confianza a Dio y apunta hacia la cachorra, disfrutando la sensación para tirar de ella en su pierna, pero espero, solo necesitaba un poco más girarla y ¡trakk! El filo del metal recorre con rapidez hasta dar en el blanco; en la pierna trasera le alcanzó.
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Particolare giudizio [Privado]
“Es el pasado y pecado. El placer es aplastado por el dolor de la mancha”
Hacía menos de dos semanas que había escapado de aquel inquisidor del mercado ambulante. Mi cuerpo se sentía agotado, dos años de licántropo no eran suficientes para acostumbrarme a aquella vida y las heridas, aunque sanaban correctamente, aún se sentían en el interior. Había dejado la inquisición cuando en una misión había terminado abandonada y mi cuerpo había sido mordido tan dolorosamente que aún conservaba las marcas en mi sumamente pálida piel. Nadie había ido a buscarme, me habían dado por perdida sin siquiera rastrillar la zona. Me sentía defraudada, completamente miserable, sin contar que estaba desnuda y adolorida. No tenía idea qué me había pasado y lamentablemente esa misma noche había podido terminar de saberlo. Me había convertido de un lobo deforme de la luna. ¡Ahora lo comprendía! Me habían desechado por eso mismo y si me encontraban torturarían mi ser por siempre. Me mandarían a la fase de los condenados. No quería vivir así. Y fue por ello que me escapé y busqué formar parte de un nuevo grupo. Personas que deseaban que las razas sean escondidas, por siempre. Buscaban hacer que todo se silencie a tal punto de hacer creer que estábamos extintos. Me cerraba por todos lados, protegería mi integridad. Y aunque en principio había pensado en suicidarme, aquel hombre de ojos celestes y cabello rubio había aparecido para salvarme del miedo y la desesperación que tenía. Un sucio vampiro estaba dándome la mano y yo la había tomado con lágrimas en los ojos.
El flashback aún me marcaba cada vez que pasaba por mi cabeza y el dolor en mi pecho provocaba que me agite de tal manera que las personas podían llegar a pensar que no era yo. “Livia Pon” ese era mi verdadero nombre, aquel que había quedado en el pasado, uno que no quería volver a recordar nunca más. Pero me perseguía y no podía huir, lo tenía en mi cabeza torturando mi mente en cada día de mal humor o de inesperada depresión. Aquella vez terminé por dar mi caminata, llegando a las zonas abandonadas. Recordé cada ser que había asesinado en aquel lugar y con las manos en los bolsillos me digne a sonreír fríamente. Llevaba puesto un traje de hombre por debajo y un vestido de clase baja por arriba. La camisa salía por los lados hasta mi muñeca y parecía estar acorde al atuendo. La realidad es que me era muy incómodo y me quedaba mal. Parecía un chico vestido de mujer. Y al ver mi rostro tampoco se sabía que pensar. Tenía los cabellos sumamente cortos y desmechados. ¿La razón? El inquisidor que había intentado matarme hacía poco tiempo me había agarrado de mi trenza de caballo y yo la había terminado cortando. Siempre me había resultado una molestia llevar el cabello largo, pero desde aquel entonces, había decidido que siquiera por amor a la patria lo haría. Por consiguiente, ni ojos ni labios llevaban maquillaje. Y los zapatos, aunque no se veían, eran botas de hombre. Todo apuntaba a estar cómoda por si debía salir huyendo más rápido que el viento.
Pensé que aquel día terminaría sin disturbios como el anterior, pero el grito de un hombre y los trotes de un caballo me indicaron que algo andaba mal. Fue bastante tarde cuando me di cuenta. Me giré para mirarlo. Mis orbes celestes se desorbitaban de terror, su insignia estaba alzada y se notaba que apuntaría con aquella ballesta de una vez por todas. "No otra vez" Pensé, tragando difícilmente saliva y apoyé las manos en el suelo, de un salto inquirí que varios metros vuelvan a mi favor. Pero en la tercera zancada que daba, el suplicio subió hasta mis hombros y me hizo aguantar la respiración un segundo. No me detuve, tenía la dota de la fortaleza. Podía aguantar torturas que a un humano podía matar de un paro cardíaco. Pero no me dejaba llevar por eso, la madera estaba corroyendo mi piel y sin duda la iba a necesitar. Me giré entonces alzándome hacía la calle que estaba perpendicular a nosotros, jadeando apenas en tanto me sujetaba de una pared y hundía allí mis dedos. Ni un solo sonido volvió a salir de mi boca en lo que con ambas manos buscaba quitarme la flecha, no había tiempo. No necesitaba preguntarle por qué, sabía que no había remedio. Tenía un arma cargada en la cintura, otra en el talón y varios cuchillos en el bolsillo del trasero. Pero iba a intentar escaparme, no podía ser torturada nuevamente. Sabía cómo eran los inquisidores, terminaría demente si aquello continuaba así.
“El pago que debo darles, es temer día y noche por mi vida.”
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/12/2012
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Re: Particolare giudizio [Privado]
El bosque llama a su alma, esa cachorra maldita reconoce los secretos del paraje, por ello, ya una vez alejados, atacó el inquisidor, se ha trasformado en un cazador porque todos los animales se alteran con su presencia y se sienten ofendidos por los actos del brujo, así como “Dio” es su arma para decapitar las escorias sin tocarlas.
Y tras hallarla, cruzarse con esa mirada y el filo de la ballesta penetrar la osamenta, el pie trasero al cuál solo preparaba su puntería, púes para ser el primer tiro, dio en el blanco una vez más. Porque esta para capturarle, viva o muerta la llevara arrastrando hacía su superior. Y tras el clamor del truak, el ruido se prolonga a la espera de otros más, ella corre y sabe que será castigada, este sentenciador le perseguirá hasta hacer que pague su pena.
Y así galopando el caballo, su jinete le trasmite la evocación por cazar, ambos se fusionan y resaltan ante sus maniobras sincronizadas. Relinchando, la cachorra seguía corriendo asustadiza y fue la causa de que el caballo se mofara por él. —Pobre mentecata, ya atrapada has quedado, tan sencillo fue que tú misma creaste este punto muerto…—Se daba el placer de aclarar su equivocación, al correr al lado equivocado, por un momento se había perdido de su vista, solo fueron segundos que al visualizarla por su aura, en seguida, como su superior queda presentado ante ella… —Hereje maldita, juraste no tomar el nombre del señor, tu Dios en vano, en frente del templo del señor, juraste no dar falsos testimonios. ¡Traicionaste la fe de la iglesia! Te has revolcado por el pecado, excomulgada escoria, pide perdón por tu mísera alma…—padre dictador en ese momento, su voz juzgadora ante las ofensas que ha osado liberar esa inmunda semi-humana, alzando la falange, con la insignia de la cruz, por la cual fue protegido, hace el lábaro en lo alto y con las riendas del caballo tira de estas y lo alza, quedando en dos patas mientras las otras dos las emplea en golpes con los cascos…
Solo castiga, conoce sus instintos, sabe a la perfección que luchara por escapar, se lo impediría, así tenga que atarla con cadenas y grilletes, hará entrega del cuerpo. —Livia Pon, arrepiéntete de tus pecados, es mejor tener la voluntad de arremedar tus males porque sin ella será peor, y lo sabes muy bien…—De un jalón más, hizo que el caballo se detuviera, poniéndose en 4 patas y al alzar la mano para apoderarse de la ballesta, de un apretón del pie izquierdo, movió a Dio para que retrocediera, sin bajar la guardia por el virote que sostenía, aquel que manchado de esa sangre se posesiono y altanero, se hizo de otro perno y amenazo que tiraría con todo el equipamiento si fuese necesario. —No hay escapatoria, ríndete porque al tirar de esta, estas declarando tu decapitación. —Decisión recia, sin un deje de duda— No puedes seguir escondiéndote, donde quiera que estés, yo seré el que te encuentre, sigue tu instinto, por siempre y para siempre sentenciada estas.
La mente adoctrinada domina, a menudo contiene pensamientos judiciales, entregados para la justicia, el deber y la obligación que tiene ante sí mismo para hacer a la herejía caer, que los débiles se fortalecieran y los demonios desfallecerían por no proteger al prójimo. ¡Esto no es maldad, sino lo que se predica!
—No es mi regla orillarte con los mensajes de dios a perdonar tus pecados, te condeno por tus errores, mírate en un espejo y el silencio eterno te concedo, pide justicia con lamentos, el perdón no se te otorgara, ni la careciente voluntad se debe de olvidar, abusaste del poder en el jardín del edén, donde la manzana lleva una cara juvenil, la maldición te envolvió y por ello es que estoy aquí. — Sin ningún temblor, la rectitud, la postura junto con la de su caballo aterrorizan, está a punto de soltar el final…—El futuro ya está escrito por ti, ¿Aun no entiendes el significado de esto? Teme a lo que se avecina, olfatea la muerte, has sido despreciada por la iglesia, sométete a mi mandato de una vez por todas. —Algo más se estaba ocultando ante esas palabras, frente a esa ballesta, él tenía un as bajo la manga, estaba inspirado para luchar, amando el valor de las palabras que solo un poco más ante la reacción ajena y cumpliría su objetivo cuando ella se moviera y empezara a luchar.
Y tras hallarla, cruzarse con esa mirada y el filo de la ballesta penetrar la osamenta, el pie trasero al cuál solo preparaba su puntería, púes para ser el primer tiro, dio en el blanco una vez más. Porque esta para capturarle, viva o muerta la llevara arrastrando hacía su superior. Y tras el clamor del truak, el ruido se prolonga a la espera de otros más, ella corre y sabe que será castigada, este sentenciador le perseguirá hasta hacer que pague su pena.
Y así galopando el caballo, su jinete le trasmite la evocación por cazar, ambos se fusionan y resaltan ante sus maniobras sincronizadas. Relinchando, la cachorra seguía corriendo asustadiza y fue la causa de que el caballo se mofara por él. —Pobre mentecata, ya atrapada has quedado, tan sencillo fue que tú misma creaste este punto muerto…—Se daba el placer de aclarar su equivocación, al correr al lado equivocado, por un momento se había perdido de su vista, solo fueron segundos que al visualizarla por su aura, en seguida, como su superior queda presentado ante ella… —Hereje maldita, juraste no tomar el nombre del señor, tu Dios en vano, en frente del templo del señor, juraste no dar falsos testimonios. ¡Traicionaste la fe de la iglesia! Te has revolcado por el pecado, excomulgada escoria, pide perdón por tu mísera alma…—padre dictador en ese momento, su voz juzgadora ante las ofensas que ha osado liberar esa inmunda semi-humana, alzando la falange, con la insignia de la cruz, por la cual fue protegido, hace el lábaro en lo alto y con las riendas del caballo tira de estas y lo alza, quedando en dos patas mientras las otras dos las emplea en golpes con los cascos…
Solo castiga, conoce sus instintos, sabe a la perfección que luchara por escapar, se lo impediría, así tenga que atarla con cadenas y grilletes, hará entrega del cuerpo. —Livia Pon, arrepiéntete de tus pecados, es mejor tener la voluntad de arremedar tus males porque sin ella será peor, y lo sabes muy bien…—De un jalón más, hizo que el caballo se detuviera, poniéndose en 4 patas y al alzar la mano para apoderarse de la ballesta, de un apretón del pie izquierdo, movió a Dio para que retrocediera, sin bajar la guardia por el virote que sostenía, aquel que manchado de esa sangre se posesiono y altanero, se hizo de otro perno y amenazo que tiraría con todo el equipamiento si fuese necesario. —No hay escapatoria, ríndete porque al tirar de esta, estas declarando tu decapitación. —Decisión recia, sin un deje de duda— No puedes seguir escondiéndote, donde quiera que estés, yo seré el que te encuentre, sigue tu instinto, por siempre y para siempre sentenciada estas.
La mente adoctrinada domina, a menudo contiene pensamientos judiciales, entregados para la justicia, el deber y la obligación que tiene ante sí mismo para hacer a la herejía caer, que los débiles se fortalecieran y los demonios desfallecerían por no proteger al prójimo. ¡Esto no es maldad, sino lo que se predica!
—No es mi regla orillarte con los mensajes de dios a perdonar tus pecados, te condeno por tus errores, mírate en un espejo y el silencio eterno te concedo, pide justicia con lamentos, el perdón no se te otorgara, ni la careciente voluntad se debe de olvidar, abusaste del poder en el jardín del edén, donde la manzana lleva una cara juvenil, la maldición te envolvió y por ello es que estoy aquí. — Sin ningún temblor, la rectitud, la postura junto con la de su caballo aterrorizan, está a punto de soltar el final…—El futuro ya está escrito por ti, ¿Aun no entiendes el significado de esto? Teme a lo que se avecina, olfatea la muerte, has sido despreciada por la iglesia, sométete a mi mandato de una vez por todas. —Algo más se estaba ocultando ante esas palabras, frente a esa ballesta, él tenía un as bajo la manga, estaba inspirado para luchar, amando el valor de las palabras que solo un poco más ante la reacción ajena y cumpliría su objetivo cuando ella se moviera y empezara a luchar.
Debes estar consiente; el tiempo y la cronología muestran como todo debería de ser en las formas de la existencia.
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Particolare giudizio [Privado]
“Ni el lamento ni la plegaria, harán que la maldición se vaya”
La sonrisa se formaba en mi rostro cuando aquel maldito inquisidor se disponía a encontrarme. No me iba a dar tregua, eso estaba más que claro. Su aura era maléfica y sus instintos eran tan parecidos a los míos de aquella época que no podía evitar sentir un miedo algo desgarrante en mi pecho. Pues jamás en toda mi existencia de cacería había fallado. Claro, sin contar las últimas tres veces, donde al parecer Dios me estaba diciendo que mi hora pronto llegaría. Y fue de ese modo, en la anteúltima misión un animal terminó por devorarme, había pensado que era tan solo un lobo, pues estaba demasiado ocupada intentando darle caza a un vampiro. Pero fueron tan solo días más tardes en la última salida cuando la luna llena me tocó y toda mi vida había terminado por cambiar para siempre. Aunque era culpa de ellos, me habían abandonado, me habían dado por muerta y siquiera habían buscado mi cadáver. ¿Por qué tendría que volver para vivir entre traiciones? No, no pude hacerlo y yo misma me convoqué para desertar todas mis creencias y volverme una fugitiva, una amante de la libertad como aquellos pequeños engendros de sobrenaturales que se escondían o luchaban contra la iglesia. Yo era de las primeras, pues sabía que no se podía contra ellos, ni aunque todos los súper humanos intentáramos destruirlos terminaríamos simplemente extinguiéndonos, lo cual no me parecía demasiado mal, quizá esa sería la mejor forma de vivir. Mordí mi labio ante sus últimos fraseos y con los movimientos típicos de un soldado, terminé arrastrándome entre medio de dos casas, subiéndome con abismal sigilo y atletismo al techo.
Mi respiración estaba adolorida por no poder ser liberada. Había cortado el sobrante de las flechas de mi pierna, dándome asi más libertad de movimiento y con una oscilación lo suficientemente rápida para desvelar mi posición pero causarle daño, dejé que tres de mis dagas se dirigieran no exactamente a él. Sino a su arma, una ballesta era demasiado peligrosa, pues no tenía una sola carga, sino que podía disparar un sinfín de veces. Así que por primera instancia busqué cortar aquel hilo macabro y si las siguientes armas llegaban a su brazo estaría mucho mejor. — Tus miserables palabras no resuenan en mi mente. Todo lo que dices, ya lo he pensado, lo he tragado y ahora esto es lo que soy. No hay nada más que pueda hacer y ni tú ni nada van a poder arreglarme o adulterar el pasado. — Le reclamé quizá con demasiado odio. Nadie había ido a rescatarme y aun así intentaban dañarme con fuego. ¿Qué más hipócritas podían ser? Que Dios me perdone, que me lleve al infierno si así es lo que merezco, pero no podía volver, ni viva ni muerta a la inquisición. Ya no era parte de eso, por lo contrario, la cazadora se había convertido en presa. Y por lo mismo fue que me deslicé hacía el suelo, ya no había manera de escapar, pero al menos podía perder cuidado de las fechas, siempre había sido mala con el combate a distancia, por lo contrario, era la pelea y el cuerpo a cuerpo mi fuerte. Y aunque no me gustaba la idea de lastimar a los animales, apunté directamente a su caballo con una de mis armas. — Bájate de allí o haré que tu caballo se desangre en menos de dos segundos. Maldito condenado, no eres más que un títere de la iglesia que sueña con ir al cielo. Tienes el mismo final que yo, el infierno y el fuego. —
Mis caninos se podían notar a leguas y así mismo la fuerza que había heredado como poder estaba notándose en mis músculos que se agrandaban un poco más. Aunque la herida dolía, estaba muy lejos de poder detenerme. Mi mente estaba a divagando y con cuidado busqué entablar una conversación con aquel animal, podía hacerlo, aunque lo odiaba, porque los animales se suponían que no podían hablar, pero allí estaban hablándome y haciéndome caso cuando así se los pedía. Y mi orden fue clara. “Tíralo o te obligaré a hacerlo” No tardó, el caballo rechinó buscando hacer flaquear a su amo y me dispuse a esperarlo. Ahora, estaba cara a cara y a un hechicero es a lo que me tendría que enfrentar. En el pasado, siempre intentaba atacar antes de que pudiesen lanzarme sus magias, ahora, estaba esperándolo cara a cara como aquella mujer de honores que siempre había sido. Se trataba de un soldado después de todo. Mi mano estaba apretada contra mi arma y mis uñas empezaban a convertirse en garras con venas salidas hacia afuera, con la sangre bombeando y la mano palpitando, deseando encarnarse en la piel de aquel hombre que parecía tener demasiados deseos de matarme. No lo dejaría, nadie me robaría nuevamente aquella libertad, aunque saliera sin un brazo o con el cuerpo magullado, de allí terminaría viva.
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: Particolare giudizio [Privado]
Así se llama la conciencia, mirando las leyes de la iglesia, cantando en esa captura la gloria y su fuerza acompañada por el poder de Cristo, su mirada aferrada a la justicia, evocando ante sus armas la defensa de la fe, sentenciando a la semi-humana justo al tenerle atrapada, pero sabía que no duraría por mucho tiempo, ella se movía, actuaba ante la captura pero era inútil que siguiera escapando, una vez teniéndola en la mira, jamás se le escaparía. Como ese panorama parece ya no haber salida, “pobre tonta” Ni por haber pertenecido a la etnia aprendió el importante punto, «jamás huyas de tus adversarios, dar la cara si así la muerte nos espera» Con mayor razón quiso castigarla con su propia mano, no había justificación alguna para que cometiera demasiados errores, no por miedo debía perder el sentimiento de lucha.
Era preciso que tras percibir las tres dagas voladoras, la atmosfera comenzaba a gustarle, esquivo una, al hacerse a un lado, había sido afectada la ballesta pero no le tomo importancia, si no a la última daga que alcanzo a rasgar su brazo y sonrió ante la marca, sin bajar la guardia, observo con detenimiento sus movimientos.
¡Cuántas lágrimas, cuántos gritos, cuántos aullidos de desesperación! Era lo único que presenciaba ante la cachorra, pero ningún sentimiento será tocado por ese brujo. Fue que de manera práctica dejo caer la ballesta mas no los pernos, deshaciéndose de su túnica de un tirón, provocado por el relinché de Dio, su manera de alzarse y no espero a ser diversión enajenada, emprendió un salto, ejerciendo un chiflido (el cual era más un hechizo al dar una orden) Dio galopeo al girarse, retirándose del lugar, y así fue como solo ellos dos quedaron. Y como todo eso llego a pensarlo, no por amenaza, ni por no desear que su caballo fuese perjudicado lo dejo fuera de este combate, sino porque a él lo necesitaba para arrastrarla en el camino. —Yo soy quien algún dia te asesinara, hoy no, hoy solo conocerás el verdadero dolor y después al pie del altar canonizada serás, haré que crujan tus huesos y lloraras sangre por maldecir tu pasado… ¿Qué esperas? Aquí estamos, frente a frente, la diferencia es que tu existencia ya pende de mis manos, eso te convierte en mi títere. —Al ensuciar a la iglesia con su comentario, emprendió dos pasos, sin dudar de lo que hacía—Reacciona en nombre de la verdad, soy libre de mis actos, cuidador y defensor de MI FE, generas la guerra ignorando la paz, escucha mi clamor, soy bendecido por el señor, soy su mensajero, el portador de su palabra aunque no espero ir al cielo, ni mucho menos al infierno, cumplir con mi deber es lo único que oro. —Y tomando control, le mira con fijeza, encadenando esas pupilas…—¡Los demonios andan sueltos! En la hoguera, en la guillotina o la rueda es voluntad de la Santa Inquisición, madre respetada que limpia los pecados. Bestia, monstruo, no eres de este mundo, no perteneces a ningún lugar más que el inframundo y te condeno bajo mi mando, la araña de hierro… — en murmuros, conjura el dolor impregnado en su mente:« calvario incarnito trova arrotolato» elevando la mano a los cielos— Siente el dolor de Cristo, le has fallado —Le obligaba a postrarse de rodillas, ya no solo era el conjuro, la estaba controlando, haría que pidiera perdón a él, y sobre todo a Cristo…— Entrégale tus armas al señor, cada una descubre de esos escondites, suplica porque te escuche, entona la oración de los pecadores, aclama ser purificada y entrégate.
Era preciso que tras percibir las tres dagas voladoras, la atmosfera comenzaba a gustarle, esquivo una, al hacerse a un lado, había sido afectada la ballesta pero no le tomo importancia, si no a la última daga que alcanzo a rasgar su brazo y sonrió ante la marca, sin bajar la guardia, observo con detenimiento sus movimientos.
¡Cuántas lágrimas, cuántos gritos, cuántos aullidos de desesperación! Era lo único que presenciaba ante la cachorra, pero ningún sentimiento será tocado por ese brujo. Fue que de manera práctica dejo caer la ballesta mas no los pernos, deshaciéndose de su túnica de un tirón, provocado por el relinché de Dio, su manera de alzarse y no espero a ser diversión enajenada, emprendió un salto, ejerciendo un chiflido (el cual era más un hechizo al dar una orden) Dio galopeo al girarse, retirándose del lugar, y así fue como solo ellos dos quedaron. Y como todo eso llego a pensarlo, no por amenaza, ni por no desear que su caballo fuese perjudicado lo dejo fuera de este combate, sino porque a él lo necesitaba para arrastrarla en el camino. —Yo soy quien algún dia te asesinara, hoy no, hoy solo conocerás el verdadero dolor y después al pie del altar canonizada serás, haré que crujan tus huesos y lloraras sangre por maldecir tu pasado… ¿Qué esperas? Aquí estamos, frente a frente, la diferencia es que tu existencia ya pende de mis manos, eso te convierte en mi títere. —Al ensuciar a la iglesia con su comentario, emprendió dos pasos, sin dudar de lo que hacía—Reacciona en nombre de la verdad, soy libre de mis actos, cuidador y defensor de MI FE, generas la guerra ignorando la paz, escucha mi clamor, soy bendecido por el señor, soy su mensajero, el portador de su palabra aunque no espero ir al cielo, ni mucho menos al infierno, cumplir con mi deber es lo único que oro. —Y tomando control, le mira con fijeza, encadenando esas pupilas…—¡Los demonios andan sueltos! En la hoguera, en la guillotina o la rueda es voluntad de la Santa Inquisición, madre respetada que limpia los pecados. Bestia, monstruo, no eres de este mundo, no perteneces a ningún lugar más que el inframundo y te condeno bajo mi mando, la araña de hierro… — en murmuros, conjura el dolor impregnado en su mente:« calvario incarnito trova arrotolato» elevando la mano a los cielos— Siente el dolor de Cristo, le has fallado —Le obligaba a postrarse de rodillas, ya no solo era el conjuro, la estaba controlando, haría que pidiera perdón a él, y sobre todo a Cristo…— Entrégale tus armas al señor, cada una descubre de esos escondites, suplica porque te escuche, entona la oración de los pecadores, aclama ser purificada y entrégate.
Ha llegado el vals de las mariposas de acero
mientras la noche te abandona, eclipse de luna
luna roja, alma oscura ¿dónde escaparás?
efímeros rezos, joven cachorra esta cruz debes cargar.
mientras la noche te abandona, eclipse de luna
luna roja, alma oscura ¿dónde escaparás?
efímeros rezos, joven cachorra esta cruz debes cargar.
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Particolare giudizio [Privado]
“No evitaré el castigo, lo confrontaré”
El gruñido salía ferozmente de mi garganta, los deseos de hundir las garras en su cuerpo y quedarme con su corazón estaban tan en popa que mis ojos celestes comenzaban a tomar un color miel intenso, bordeado a lo colorado. Como si fuese a transformarme en una mitad lobo en medio de la tarde sin luna. Las magias, difícilmente eran esquivables, eso lo sabía por sobre todas las cosas. Actualmente podía combatirlas únicamente con la fortaleza que me había sido entregada. Pero sabía que no era suficiente, martirizando mis orbes por sobre él, me digné a utilizar una habilidad que solo cuando la conversión y maldición llegó a mí, me obligué a usar. El poder de la comunicación con los animales me resultaba terriblemente irritante. Verlos hacer lo que les pedía era un lujo que no me daba a menos de estar en situaciones sumamente riesgosas como era aquella misma. Entrecerré los orbes y gruñendo en lo que sentía sus hechizos comenzar, tomé una de las pistolas de carga común y con un crack quité el seguro y fui directamente a una de sus pantorrillas. Hablar en medio de una pelea me exasperaba por sobre todas las cosas. Y jamás respondía demasiado, en aquel pasado, cuando los vampiros intentaban persuadirme o hacerme molestar, les devolvía el favor con balas de plata cerca de sus corazones. Eso los debilitaba, no los mataba, porque los inquisidores no solíamos tener permiso de asesinar a mano propia. Debíamos dejarlo en las manos de los actos de fe y que los incendiaran en un debido lugar. Y eso es lo que parecía que él tenía pensado hacer conmigo.
— Te faltan cien años para poder asesinarme. Te vales de trucos que te dio el infierno. Haré una excepción y me pondré a tu nivel hoy. — Terminé de disparar, la bala rasgó sus ropas y sin duda parte de su piel, pero no pudo meterse de lleno en su carne. Aquel encantamiento provocó que me arrodillara y con eso la pistola se desvió. Jadeé. La ira me consumía en lo que mis dedos me despojaban de las armas que había conservado entre mis ropas. Eran muchas, una estaca de madera y otra de plata, pequeñas dagas rodeando mis botas. Granadas de humo escondidas en el cinturón de mi pantalón. Junto con dos pistolas y varias cuchillas enganchadas en la parte de la espalda. Tiré la última con furia, haciendo que la punta se estampe contra el suelo. Y antes de dar pie a nada miré al hombre fijamente y dejé que una sonrisa cínica me invada el rostro. — En toda mi vida, nunca le fallé a Cristo. Él me abandonó cuando dejó que me conviertan en esto. Ahora no hay nada que hacer al respecto. Ni Dios, ni la santísima trinidad pueden quitarme esta maldición. Y no viviré bajo el lecho de los condenados. Tú, por ser uno, no sabes lo que hacen con ustedes cuando ya no les sirven. Disfrutaré tu cremación cuando el día llegue. — Alardeé, pero con un halo de confianza y seguridad que era difícil pensar que estaba mintiendo. Y en realidad, lo hacía a medias. Varias veces había tenido que cazar licántropos que por su naturaleza habían perdido el control. Los tenía que llevar a la parte donde los torturadores, para que así sientan la ira de Dios y no lo vuelvan a hacer. Aun cuando bien sabían que era imposible de controlar.
Mordí mi labio con fuerzas, cerré los ojos y en lo que me arrodillaba susurraba en mente a los pájaros de alrededor que viniesen a ayudarme. No sabía cuánto tiempo tardarían en llegar, pero era lo único que podía hacer antes de que aquel brujo de magia negra se viniese contra mí. Una vez más, odiaba aquellas dotas y deseaba con mi alma poder arrancarle la mirada con las manos. Sí, el placer de solo pensar en destruirlo me calmaba en lo que balbuceaba una oración que ya no tenía ningún significado para mí. Y al terminarla escupí en el suelo. Él podía dominar mi cuerpo, pero no tenía la capacidad de hacer que mis memorias cambiaran. La fuerza que poseía era mayor que un simple hechizo como ese. Las lágrimas en mis ojos se podían notar levemente perladas. ¿Acaso pensaba que yo no sentía nada? Había pasado toda mi vida sirviendo a la iglesia. Literalmente, había nacido en el convento. Y aun así, ellos me habían abandonado en el momento más débil. Quizá por ser la hija de quien sabe qué monja y padre. Jamás lo había sabido y me habían enseñado que no debía interesarme. Ahora, con más de veinticinco años. Nadie me pararía. — Ojalá pudiese ser purificada. Ojalá Dios me esté escuchando. Ojalá también te pudras en el infierno. Y que los cielos me perdonen por ser algo que no deseé. Se lo pido al padre y al hijo. Y que el espíritu santo esté con nosotros. Amén. — Exclamé al final, los ojos me hervían y el aleteo de unos animales empezaba a escucharse de lejos. Aún no podía moverme, luego de haber ya susurrado aquel padre nuestro minutos antes. Y había suplicado con una voz que no era la mía. Pero no había nada que deseara más, que el deseo de que Dios me escuchara y viniera a explicarme, por qué a mí.
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Re: Particolare giudizio [Privado]
“Páramo le desterró del paraíso; no tendrá paz puesto que caerá en la encarnación de su herejía, prisionera, es un réprobo que reconoce la distancia que los separa, ese superior y la que sin cadenas, ni estigmas le harán volver a ser humana; sujeto creado por Dios y para ejecutar sus mandamientos.”[1].
Estaba empezando la sanción, el demonio ya daba la cara, percibía su ira, su aura endemoniada le aumentaba la fuerza de voluntad para exorcizarlo pero mediante el sonar del seguro del arma, de inmediato se desplegó, puede que sus movimientos no sean realizados con rapidez, sin embargo las tácticas de esquivarlos para que el daño sea menor le servían, ya que esta vez los hechizos los mantenía para el acto final.
—Roedora maldita, no oses compararte conmigo, reza por no despojarte de este mundo, rata caminante…—El himno de la sangre que se formulaba en el rasgón, el roce de la bala como burla a la desespero ajeno, demandando el juicio ante el lavado de los pies de Cristo; de rodillas, que sea el amor y la humildad que resaltan ante la humillación que recibía.
Indefensa, su armamento es expuesto, arma tras arma son liberadas, protestando por sus negligencias, mientras el brujo siendo un manto de retención lo que engendraba en la mente y se figuraba en sus pupilas grisáceas, apoderándose de la estaca de madera y de plata, emprendiendo un movimiento con el pie para alejar las dagas juntos con las pistolas y cuchillas que se hace dueño de estas y sabe que falta aún más para que conserve su sonrisa cínica que se desvanecerán en lágrimas de sangre....
—¡Callate! Jesús no se opuso a las abyecciones que los humanos hicieron con él, el colocado en la cruz, torturado, mofándose de sus virtudes lo sujetaron desgarrando su templo, ningún corazón se apiadó de los martillazos que atravesaron sus huesos, recibió los clavos por amor a la humanidad, no culpo a nadie de las desgracias, ni castigo por la sangre derramada...Él no abandonó, ¡Tú lo abandonaste! La falta de fé te llevo a lo que eres, no culpes a nadie por tus faltas, inútil semi-humana, aún como bestia careces de valor…—El coro translúcido de gloria, tomando con fuerzas la estaca de madera.
«offre le mani verso il basso» Y en seguida, al mostrarlas le clava en una mano el filo de la estaca, la oración no fue dicha como marca la biblia y lo único que quedaba era sacrificar en la consolación—Tu propia crueldad te hizo caer de rodillas, agoniza lentamente, encomiendate al padre del cielo por levantar falsos testimonios.
Y aquí es cuando el brujo orgulloso porta el estandarte de defensor a su ideología, la plena confianza que lo destaca en su labor. — “Jesús entregó su poder, la gloria, su inmortalidad para llegar a ser un hombre hecho en la semejanza de carne humana, para el propósito de llegar a ser el sacrificio de Dios el Padre, para el perdón de pecados —nuestros pecados y los del mundo entero— ¡No puede haber un acto más grande de humildad y servicio que éste! “[2].—Le citaba, brindando respuesta a su ignorante pregunta— Cristo está sentado a la mano derecha de Dios. Coloquen su afección sobre las cosas que están arriba, y no sobre las cosas que están sobre la tierra. Dios es misericordioso y sólo escucha las oraciones de sus hijos, de los que le aman, esta es mi mejor arma, la llave al corazón de mi señor, no se le habla con los labios sino con la fé…”Pero el cobarde, e incrédulo, y abominable, y asesinos, y fornicarios, e idólatras, y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que quema con fuego y azufre; el cual es la segunda muerte.”[3]. —Y aquí, utilizando una cuchilla, que con habilidad la hace bailotear en su mano y coger el mango de esta, apuntando con la punta su cabeza…—Puedo descifrar en esa mirada, aparte de homicidio contra mi, ese hábito de preguntar, como todos los bastardos «por qué a mi» ha arruinado el mundo.—con el filo recorre su piel, forjando presión para que en su mejilla una abertura se vislumbre— Prontamente mi recompensa estará conmigo, bendito sea aquel que guarda sus mandamientos para poder tener el derecho de comer del árbol de vida, el poder entrar por las puertas a la ciudad, desdichado el que postrado permanezca pidiendo por no ser olvidado…¿Y ahora por que demoras? Levantate —Se alzó, arrojando la cuchilla en la pared, liberando de la posesión que la naturaleza le alarmó, llevando las manos al cielo que musita como a un trueno llamando al señor.
—Diventare vostra volontà sia fatta in terra come in cielo … —Desvió la mirada a la cachorra, emitiendo un grito, semejandose de voces torturadas, llegó el momento en que arranque los gritos de ella, amesrar con el suplicio que Dios padeció.
1. ↑Versículo 1, brujo inquisidor.
2. ↑I Juan 2:2.
3. ↑Apocalipsis 21:8.
«Diventare vostra volontà sia fatta in terra come in cielo … » [Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo]
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Particolare giudizio [Privado]
“Ni el cielo más puro podría blandir una espada contra lo que ya está muerto”
Una pequeña sonrisa se formaba en mi rostro iracundo cuando aquel estúpido brujo se sonsacaba al verme dejar mis armas. Sí, una a una estaban cayendo al suelo, mi mente no estaba apresada, pero por lo contrario mi cuerpo era víctima de una vil brujería. Mi odio contra esos seres estaba más encandilado que nunca y los ojos no me traicionaban, parecían que iban a quemar mi propio ser por lo enardecidos que estaban. De un color miel oscuro, aquel celeste que mantenía siempre se diluía y la ferocidad de mis caninos estaba desgarrando la parte interior de mi boca. ¿Cuántas veces había estado en la posición de él? ¿Cuántas veces había decapitado a un licántropo sin siquiera pensar en los sentimientos ajenos? Miles, no podía contarlas siquiera, pero jamás había dado tantas vueltas, mis muertes eran limpias, sin necesidad de hacer una tortura como símbolo de cristianismo. Él era solo un sádico inútil y cruel. Y estuve a punto de escupirle los pies cuando se acercó a mí, no lo quería ni oler. Las heridas de la pierna estaban empezando a cerrarse débilmente y el jadeo suave que me provocaban me desconcentraban de sus palabras. Ciertamente, lo agradecía, no había cosa más detestable que escuchar lo que me habían enseñado desde pequeña. Pero ahora era en vano, todo eso estaba perdido para siempre. Ellos me habían abandonado y por lo pronto no sentía la necesidad de tenerlo a Dios, ya era un caso perdido. Me mordí entonces la lengua, controlando aquellos instintos asesinos que terminarían provocándome un suicidio.
— Puedes decir lo que quieras. Si estás buscando purificarme antes de matarme, no lo podrás lograr. Rata de la iglesia. Estúpida y cobarde. — Llegué a decir antes de sentir como la punta de plata se hundía en mi mano y el dolor hacía saltar los chorros de sangre sobre el suelo macizo. Lo maldije en mil idiomas, pero siquiera una lágrima se salió de mis ojos, por lo contrario. Estaba odiándolos más que nunca, a los inquisidores, a Dios, a todo lo que tuviese que ver con una jodida cruz colgada que ya no tenía ningún valor para mí. Ya no eran nada, más que un pasado que había dejado sin pensarlo. Me retorcí ligeramente, observé su pantorrilla y las ganas de morderlo hasta enterrarle por completo la mandíbula se acentuaron. Era una lástima que no fuese luna llena. Pues qué cosa más hermosa que convertirlo en un licántropo podría regalarle. Quería ofrecerle mi maldición, ya que si me iba a robar la vida, yo también le quitaría una parte de él. Pero no estaba en condiciones, por ende solo quedaba salir viva de ahí. Le miré a los ojos, mientras que agarraba la estaca de mi mano y la hundía un poco más como acto de rebeldía. — Haz estudiado bien. Te sabes de memoria lo que debes decir. ¿Quieres que te felicite? No, no me pregunto más “por qué a mí” Eso es algo que ya… no me interesa saber. — Negué, ciertamente aquella incógnita salía a relucir algunas veces, principalmente luego de que la luna me trituraba y al día siguiente no tenía idea de qué cosas había hecho. Pero no era importante, no en ese momento donde un cuchillo largo estaba empezando a hundirse en mi mejilla. Hice sonar los huesos de mi espalda al estirarme. Y sin nada más que decir, me apresuré a quitar el pedazo de madera rápidamente. La agilidad que tenía como licántropo y como humana me daban esos segundos fieros para poder adelantarme. Hubiese querido clavárselo en medio de la frente, pero tenía que ser precisa.
Fui a su pierna, justo en donde una flecha estaba incrustada en la mía propia. Se la enterré hasta escuchar un pequeño fluido bajar por la tela y me deslicé por el piso como un perro a cuatro patas, estirándome y apoyando mi peso sobre mis manos, hasta volver a estar de pie, tal como él acababa de pedirme. Al menos quería devolverle un favor — ¿Tú me callas? ¿Quién piensas que eres? Mensajero de Dios. Sí, eso es lo que todos pensábamos que éramos. Luego te das cuenta que una mordida puede ponerle fin a todo lo que creías real. Sigue peleando contra mí, porque solo daños físicos son los que podrás darme. Recita la biblia entera si quieres. Tus palabras no me afectan. Si creo en Dios, es muy diferente al tuyo y al que me enseñaron. El Dios verdadero nos mira desde arriba y no te dará nada. Ni un fruto, ni a tu puta madre bañada en oro. — Mi lengua estaba descontrolada, estaba escupiendo todos los venenos que tenía. Mis colmillos se notaban desde metros atrás y las uñas estaban semi deformadas por el odio que estaba empezando a apresarme. El dolor que sentía estaba disminuyendo, no porque las heridas no estuviesen, por el contrario, la sangre chorreaba de mi cuerpo a cántaros. Pero el anhelo de muerte estaba indeformable. Me lancé contra él. Siquiera observé como lanzaba la cuchilla. Eso no me intimidaba, nada lo hacía realmente. Nada me asustaba, porque… — Una vez que no tienes nada que perder. Es cuando le pierdes el temor a todo. — Dije en voz alta, dejando lucir mis pensamientos que ahora se mezclaban con la realidad de mis labios. Que Dios me perdonara, pues eran sus hijos los que habían hecho conmigo un intento perdido de inquisidora, de oradora y ahora de pecadora.
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Re: Particolare giudizio [Privado]
El gran trono blanco se te ha denegado…
Las faltas implican castigo y las malas decisiones conllevan malas secuelas. Los gobiernos de la tierra han establecido cortes de justicia con el fin de hacer que el que ha violado la ley pague las consecuencias de su comportamiento ya sea con encarcelamiento de un tiempo determinado o con su propia vida. Dios, el creador de los cielos y la tierra, ha puesto sus leyes desde el comienzo en las cuales también estableció que el que peca debe morir. Esa es la sentencia de Dios para los pecadores. Ese es la máximo castigo piadoso para los herejes pero aquí se hallaba un caso particular, la semi-humana no dejaba de ofender la palabra y no había purificación alguna, desde un principio lo dedujo el inquisidor que sólo inculca la verdad de lo que debió creer. Ya que todo lo que representaba ella era lo contrario, así que no tiene perdón del Señor, su sentencia fue escrita por su mano.
Fue que dio paso al siguiente orden juicioso, no importaba cuantas veces fuese clavada la estaca en su mano, ni cuantas veces el brujo sea maldecido, los sentimientos ajenos le eran como un viento, demasiado revuelto pero a la hora suave tacto que se gana la sonrisa. Pero el odio, la venganza resuenan en el estandarte de la lucha, la ley del Talión se mostró al ser clavada el pedazo de madera en su pierna, no fue daño lo que obtuvo, fue un aviso de que el estado de condenación ante la corte celestial quien le declara ‘¡culpable!’ y es merecedor de la ira de Dios.
Retomando la postura, fortaleciendo el alma que al primer movimiento engendrado al retirarse la madera su fé se acrecentó, recitando el evangelio de Tomás «El reino de los cielos está en tu interior... parte un pedazo de madera y ahí estaré, levanta una piedra y me encontrarás» Y con ambas manos capturó a la cachorra al ser lanzada con el desdén.
Apoyándose más en sus segmentos firmes, dejándose caer como maniobra y girar para que el impacto fuese sobre el adversario, haciendo el llamado a Dio, que un chiflido emitido resonó, seguido de un murmuró,« dominazione » Dilatando las pupilas grisáceas que pasaron a un color blanquecino, encarcelandole con la mirada en cuanto la obtuvo con facilidad, ella misma se ofreció que tenía que llevarla ya a la corte. — No es necesario seguir hablando, tu boca ha sido sellada, tus males acogerán el daño producido. Pero, si tu boca te hace pecar, cortarla será, y si un ojo te hace pecar, sacarlo...Y así sucesivamente, hasta que pase a ser la primera muerte. — El castigo debe ser pagado semejante al crimen, por tal que se levantó, las misma quejas no eran necesarias, no había piedad, no cabe duda que su misión será cumplida.
Y a la espera de su arma secreta, camina sin despegar la mirada sobre ese templo, realizando un acto de cristianismo, al tomar la sangre que escurría de su pierna, manchando el pulgar y se baja a plasmar la cruz en la frente del hereje, acto seguido del relincheó de Dio y se inclinó esté, ofreciendo las cadenas, aunque una de sus manos se mantuvo elevada, estirando cada falanges con el murmullo de un hechizo, estaba durmiendo sus sentidos. « La paralisi del sonno » Sin poder moverse, estando consciente actúo de inmediato, tenía 2 minutos para atarla, encadenar cada parte que el vibrar del metal era fascinante, se enfocó en opresar los tobillos, las muñecas, sujetar el cuello con un babero de hierro, cumpliendo la captura al rodearla con una cuerda gruesa, cautivandole en su propia jaula, donde ella misma se sofoque con sus pensamientos, ya que a este paso el hechizo desvaneció el efecto, motivo por el cual se tomó la molestia de cubrirse con la capa y dar un salto, empezando a cabalgar, mientras sujetando la cuerda al enrollarla en la muñeca como todo inquisidor e ir arrastrando a su presa, dando inicio a su sentencia al fin…
«Confesso a Dio onnipotente ea voi miei fratelli che la mia missione era compiuta .. »Y con su oración brindada en el pensamiento, se encaminó a la corte.
Y los látigos de cadenas están a la espera de ser ensuciadas...
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Particolare giudizio [Privado]
La repugnancia crecía desde lo profundo de mi estómago, vomitar es lo que haría en sus pies si seguía con las estupideces que nada me sugestionaban. Era un caballito de la iglesia y esos merecen ser asesinados. Tan estúpido el profeta, que intentaba ocultar el dolor canturreando un simple texto que algún humano había hecho siglos atrás. Pena era lo que me daba verlo tan ensimismado con su Dios, un Dios que no era igual al mío, él se basaba en la biblia, en un libro que fácilmente podía ser tergiversado por la iglesia. ¿Acaso estaba intentando que me sienta herida por su despropósito? Ni cuando se volcó sobre mí, tuve algo de lástima, mis mano se engulleron en la carnosidad de su espalda, hundiéndome hasta que pude arrancar un pedazo de su piel, los orbes color azul se sentían vibrar en oscuridad y con fiereza logré escupir su rostro al tiempo que me removía como un maldito gusano, pateando y crepitando por la pesadez. Sabía que estaba intentando algo, los brujos siempre habían sido los seres más odiados para mí. Y no entendía por qué la iglesia había empezado a dejar de cazarlos. Eran los más viles, los más herejes, capaces de dominar los cuerpos ajenos sin ningún tipo de piedad. Así que intenté no mirarlo a los ojos, era uno de los primeros ítems que enseñaban para no dejarse perder por esa clase de bestias. Ignoraba lo que decía, estaba ocupada intentando patear sus genitales hasta el quiebre total. — Jamás he estado bajo el cuerpo de un hombre, no empezaré ahora. —
Con una ira total le empujé, negando con una mirada que no decía demasiado, estaba entre la molestia y el cansancio. Sí, no quería seguir con eso, podía decirse que estaba aburriéndome de sus palabras tan vacías. Era como un pajarito capaz de repetir las cosas una y otra vez. ¿Acaso se pensaba que no conocía aquellos canturreos? Yo misma había llegado a decir algunos, aunque me gustaban las cosas más sencillas. Solía poner inconsciente de tan solo un par de golpes a quien cazaba y terminaba la función. A él le gustaba el circo y estaba bien, parecía un payaso en todo su esplendor. — Enfermo. —Blasfemé cuando supe que una vez más, y sin saber de dónde había sacado tanta estamina, había vuelto a paralizarme, era extraño, los brujos no podían hacer tantos hechizos al mismo tiempo, sin duda alguna él la iba a pagar muy caro por eso. Pues bien yo sabía que nada podía hacerme hasta no llegar a un acto de fe. Momentos en donde iba a poder escapar casi diría, que fácilmente. Sabía los momentos exactos donde los inquisidores no prestaban atención, también conocía los pasajes más cortos. Empecé a recordar todo eso cuando sentí las cadenas abrazándome. Me apretaba y me amordazaba como si realmente se tratase de un lobo salvaje, posé mi mirada ante él y una sonrisa lasciva se dejó entrever.
El silenció reinó en esos instantes, en donde dejé que mi cuerpo fuese llevado por aquel animal, hubiese deseado poder matarle al caballo, al menos parecía que tenía una fascinación con él. Pero la capacidad de comunicarme con los animales me había quitado esa insensibilidad, no era capaz de asesinar animales con tanta facilidad como antes. Y justamente por ello recordé lo que tiempo antes me habían dicho. ¿Sería correcto recurrir a ellos para salvarme esa vez? Observé el cielo, los pájaros sabían muy bien lo que me estaba ocurriendo y suavemente dejé salir mis poderes, en principio la capacidad para bloquear mi mente y que nadie pudiese descubrirme y por otro lado la capacidad de conversar a través de pensamientos. Esperé entonces que aquellos animales me siguieran, que lo hicieran al menos para tener la seguridad de que si necesitaba ayuda, allí estarían para mí. Apretando con fuerzas las cadenas, me cercioré de saber si podía romperlas o no. De saber si tendría que esperar a que él mismo me las quitara. Aunque a ese paso, aquel hombre debería estar perdiendo muchísima sangre. Mis heridas estaban sanando, pero él no era más que un humano, incapaz de curarse por sí mismo en un período corto de tiempo. Por lo que pensé que al llegar, él no podría tomar el trabajo de hacerme confesar alguno de mis pecados, momento en el que podría escapar de cualquier otro inquisidor que intentara hacerlo, mis planes estaban listos para ser realizados y aprobados.
[CERRADO]
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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