AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Soy lo que soy. Alguien tiene que serlo. || Alina y Devendra
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Soy lo que soy. Alguien tiene que serlo. || Alina y Devendra
Disfrutó mucho de la biblioteca de John Walker en África; Devendra, que jamás había tocado un libro, se encontró de repente con una inmesa colección que contenía los tratados más importantes del momento y la antigüedad. Y aprendió muchísimo, es cierto, pero también lo es que no todo el conocimiento del mundo se encuentra escrito, y esto lo aprendió de Sai Baba y los swamis hindús.
Los estudiantes de la biblioteca y el propio bibliotecario lo miraron con recelo al entrar en el edificio. Devendra no poseía los rasgos más identificativos de los gitanos, a excepción quizá de su tono de piel, que era algo ligeramente oscura, olivácea, pero que bien podría confundirse con un moreno de sol. Y los ojos. Sus ojos eran grandes, almendrados y cristalinos, y poseían toda la fuerza que su sangre romaní materna podrían haberle transmitido. Los parisinos que allí se encontraban parecían dudar, pero pronto volvieron a sus lecturas olvidándose de aquel tipo extraño vestido de paisano, con camisa y tirantes y pantalones en color marrón.
En su viaje por África, hasta llegar a las colonias británicas, Devendra había aprendido el francés que comenzaban a enseñar a los nativos del continente, pero jamás, y es comprensible, aprendió a leerlo con propiedad. Éste era el motivo por el que su primera visita a la ciudad a la que le había guiado su Sueño era la biblioteca. Era justo y necesario. Y además quería hacerlo. Adentrándose en los pasillos, libres de los entusiastas que ya se encontraban en las mesas centrales, embriagados en sus novelas, se encontró con la literatura rusa, y Devendra no pudo más que suspirar con cierta melancolía amarga. Le habían llegado noticias de una nueva zarina, y ésto le hizo recordar que, pese llevar ausente tanto tiempo, el mundo seguía girando sin él.
Los estudiantes de la biblioteca y el propio bibliotecario lo miraron con recelo al entrar en el edificio. Devendra no poseía los rasgos más identificativos de los gitanos, a excepción quizá de su tono de piel, que era algo ligeramente oscura, olivácea, pero que bien podría confundirse con un moreno de sol. Y los ojos. Sus ojos eran grandes, almendrados y cristalinos, y poseían toda la fuerza que su sangre romaní materna podrían haberle transmitido. Los parisinos que allí se encontraban parecían dudar, pero pronto volvieron a sus lecturas olvidándose de aquel tipo extraño vestido de paisano, con camisa y tirantes y pantalones en color marrón.
En su viaje por África, hasta llegar a las colonias británicas, Devendra había aprendido el francés que comenzaban a enseñar a los nativos del continente, pero jamás, y es comprensible, aprendió a leerlo con propiedad. Éste era el motivo por el que su primera visita a la ciudad a la que le había guiado su Sueño era la biblioteca. Era justo y necesario. Y además quería hacerlo. Adentrándose en los pasillos, libres de los entusiastas que ya se encontraban en las mesas centrales, embriagados en sus novelas, se encontró con la literatura rusa, y Devendra no pudo más que suspirar con cierta melancolía amarga. Le habían llegado noticias de una nueva zarina, y ésto le hizo recordar que, pese llevar ausente tanto tiempo, el mundo seguía girando sin él.
Última edición por Devendra Vārānāsi el Miér Dic 31, 2014 9:20 am, editado 1 vez
Devendra Vārānāsi- Gitano
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: Soy lo que soy. Alguien tiene que serlo. || Alina y Devendra
Libros; mis grandes enemigos. No haber aprendido a leer es algo que siempre me mortifica, aunque intente olvidarlo. Tarde o temprano, acabo aparentando. Una y otra vez. Es tan cansado.. pero necesario. Mucha de la gente con la que me relaciono, y me he relacionado en el pasado, me habría mirado con otros ojos de saber la verdad. ¿Por algo tan simple? Os preguntaréis. Pues sí. Para mi, ser analfabeta, sería una minudencia si la sociedad no lo tuviera en tan alta estima. Quizás por eso estoy esta mañan aquí, la biblioteca. Vengo de vez en cuando, no tengo todavía muy claro para qué. O por qué. Sin pensarlo, mis pasos me llevan a ese lugar, lleno de objetos incomprensibles por mi.
Una vez más, acabo en el único sitio en el que aún podría haber algo de esperanza: Departamento de literatura Rusa. Me he criado en Rusia, allí he vivido más años que en cualquier otro sitio, y recuerdo muchas más palabras. Ojalá recordara de la misma manera el lenguaje que utilizaban en Prusia; por desgracia, me pasaba demasiado tiempo observando cosas que eran más importantes en ese momento. Y ni hablar del idioma que utilizaban allí, en Francia, pues apenas llevo dos días como aquel que dice. Así que, como de costumbre, cojo el primer libro que me encuentro. Me fijo en las palabras escritas en la carátula, al principio parecen extrañas pero con el tiempo se vuelven nítidas en mi cabeza. Bueno, sólo un poco. En realidad, tampoco están tan nítidas.
La historia de Romeo y Julieta
En un rato que se me hace eterno, saco el título y me siento exhausta. ¿Cómo es que a la gente le gusta leer? Siempre que lo intento acabo preguntándome lo mismo. Es cansado, nada divertido y da dolor de cabeza. Maldigo, de haberlo abierto lo cerraría con furia. Al parecer estoy tan exasperada que lanzo el libro por los aires, sin ser consciente en el momento del acto de lo que conlleva hacer eso en una biblioteca como aquella. Una biblioteca bastante estricta. Oigo el estruendo del libro contra el suelo, que llama la atención de la gente más allá de los estantes que nos separan. No, espera. En realidad, estoy esperando a escuchar precisamente eso pero.. no he escuchado nada. Dirijo la vista hacia el lugar del impacto y encuentro la explicación, a decir verdad, bastante peor que lo que había imaginado. Hay una persona ahí. En medio. Se ha puesto entre la trayectoria del libro y el suelo. Su tobillo es el que se ha puesto en medio, concretamente.
Le miro a la cara y me muerdo el labio. Uppppsss…
Una vez más, acabo en el único sitio en el que aún podría haber algo de esperanza: Departamento de literatura Rusa. Me he criado en Rusia, allí he vivido más años que en cualquier otro sitio, y recuerdo muchas más palabras. Ojalá recordara de la misma manera el lenguaje que utilizaban en Prusia; por desgracia, me pasaba demasiado tiempo observando cosas que eran más importantes en ese momento. Y ni hablar del idioma que utilizaban allí, en Francia, pues apenas llevo dos días como aquel que dice. Así que, como de costumbre, cojo el primer libro que me encuentro. Me fijo en las palabras escritas en la carátula, al principio parecen extrañas pero con el tiempo se vuelven nítidas en mi cabeza. Bueno, sólo un poco. En realidad, tampoco están tan nítidas.
La historia de Romeo y Julieta
En un rato que se me hace eterno, saco el título y me siento exhausta. ¿Cómo es que a la gente le gusta leer? Siempre que lo intento acabo preguntándome lo mismo. Es cansado, nada divertido y da dolor de cabeza. Maldigo, de haberlo abierto lo cerraría con furia. Al parecer estoy tan exasperada que lanzo el libro por los aires, sin ser consciente en el momento del acto de lo que conlleva hacer eso en una biblioteca como aquella. Una biblioteca bastante estricta. Oigo el estruendo del libro contra el suelo, que llama la atención de la gente más allá de los estantes que nos separan. No, espera. En realidad, estoy esperando a escuchar precisamente eso pero.. no he escuchado nada. Dirijo la vista hacia el lugar del impacto y encuentro la explicación, a decir verdad, bastante peor que lo que había imaginado. Hay una persona ahí. En medio. Se ha puesto entre la trayectoria del libro y el suelo. Su tobillo es el que se ha puesto en medio, concretamente.
Le miro a la cara y me muerdo el labio. Uppppsss…
Alina1- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 02/12/2014
Re: Soy lo que soy. Alguien tiene que serlo. || Alina y Devendra
¿Lo echaba de menos? ¿Que el qué? ¡Pues Rusia, qué va a ser! El frío, el vaho en cualquier cristal. Los lobos, sus aullidos y la vía láctea que parecía dibujarse atendiendo a los Urales. El agua de vida era el vodka, no el whiskey, por mucho que insistieran los americanos o pesase sobre los irlandeses. La tierra del verde, y del blanco, y también del oro si lo apuras. Autócratas y pueblo llano (y subterráneo, siendo más concreto). ¡Cómo no extrañarlo!
¿Y por qué hacerlo? Desde luego el patriotismo no había sido uno de los valores que le habían sido inculcados. Había pasado su infancia y parte de su adolescencia vagando de sitio en sitio, aprendiendo a adorar cada detalle que el lugar podía y de hecho ofrecía. Sin embargo, a pesar de no ser fiel amante de la patria, sí lo era de la tierra. Y es que la Madre Rusia tenía una cosa que no podía compararse a nada de ningún otro lugar, y ésto era su luz. La inclinación del eje terráqueo y la manera en el que los rayos incidían a causa de ésto, acompañado del color y el clima siberiano, daba lugar a un espectáculo de luces, sombras y tonalidades que no escapaba al ojo de cualquiera con un criterio estético decente.
Una vez soñó con un francés, y con una magdalena cuyo sabor le recordaba una historia. Y precismente ésto le sucedió a Devendra cuando se encontró con el alfabeto cirílico en la grafía de aquellos lomos.
-О, черт! -Dicen, y por una vez los rumores son ciertos, que la lengua materna renace en los impulsos, y es que Devendra de su ensoñación había sido expulsado de golpe. Y quizá nunca una expresión había sido mejor empleada, porque uno de estos tomos había alcanzado su tobillo de malas formas. ¿Sin tan si quiera avisar? El proyectil había sido lanzado por una mujer con cabellos anaranjados con el rostro ensombrecido por algo que parecía ser furia, o frustración. Devendra recogió la novela, leyendo el título y enarcando una ceja de confusión- ¿Sabéis... -preguntó acercándose a la mujer- que si algún purista literario os ve haciendo esto con un clásico lo que menos puede haceros es quemaros en la hogera? -Colocó el libro en su hueco correspondiente y, sin mirar a la dama, con cierto deje de indiferencia, continuó- Habéis tenido suerte de no toparos con uno. Yo os comprendo, ¿qué clase de idiota decide suicidarse antes de acabar el velatorio?
FDR: No te preocupes, tú escribe cuanto quieras, te comenté éso por mis respuestas, que siempre serán más o menos de la misma extensión. No me importa leer mucho, el problema es escribirlo!
¿Y por qué hacerlo? Desde luego el patriotismo no había sido uno de los valores que le habían sido inculcados. Había pasado su infancia y parte de su adolescencia vagando de sitio en sitio, aprendiendo a adorar cada detalle que el lugar podía y de hecho ofrecía. Sin embargo, a pesar de no ser fiel amante de la patria, sí lo era de la tierra. Y es que la Madre Rusia tenía una cosa que no podía compararse a nada de ningún otro lugar, y ésto era su luz. La inclinación del eje terráqueo y la manera en el que los rayos incidían a causa de ésto, acompañado del color y el clima siberiano, daba lugar a un espectáculo de luces, sombras y tonalidades que no escapaba al ojo de cualquiera con un criterio estético decente.
Una vez soñó con un francés, y con una magdalena cuyo sabor le recordaba una historia. Y precismente ésto le sucedió a Devendra cuando se encontró con el alfabeto cirílico en la grafía de aquellos lomos.
-О, черт! -Dicen, y por una vez los rumores son ciertos, que la lengua materna renace en los impulsos, y es que Devendra de su ensoñación había sido expulsado de golpe. Y quizá nunca una expresión había sido mejor empleada, porque uno de estos tomos había alcanzado su tobillo de malas formas. ¿Sin tan si quiera avisar? El proyectil había sido lanzado por una mujer con cabellos anaranjados con el rostro ensombrecido por algo que parecía ser furia, o frustración. Devendra recogió la novela, leyendo el título y enarcando una ceja de confusión- ¿Sabéis... -preguntó acercándose a la mujer- que si algún purista literario os ve haciendo esto con un clásico lo que menos puede haceros es quemaros en la hogera? -Colocó el libro en su hueco correspondiente y, sin mirar a la dama, con cierto deje de indiferencia, continuó- Habéis tenido suerte de no toparos con uno. Yo os comprendo, ¿qué clase de idiota decide suicidarse antes de acabar el velatorio?
FDR: No te preocupes, tú escribe cuanto quieras, te comenté éso por mis respuestas, que siempre serán más o menos de la misma extensión. No me importa leer mucho, el problema es escribirlo!
Devendra Vārānāsi- Gitano
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: Soy lo que soy. Alguien tiene que serlo. || Alina y Devendra
Una palabra malsonante o mirada acusatoria era lo normal en aquellos casos. No es que estuviera acostumbrada a lanzar libros a otras personas, pero personalmente es lo que yo haría si me ocurriera. Sin embargo.. no fue lo que escuché o vi de aquel hombre. Un hombre joven, todavía no estaría en sus cuarenta. Fuerte, quizás. Mi atención iba directa a sus ojos, pero fueron sus palabras las que me llamaron. Rusas. Era ruso. ¿O no? Bien puede que sólo supiera.. por qué maldecía en ese idioma entonces. No, tenía que ser de allí. Si había algo que la gente hacía en su idioma natal, era maldecir. Yo misma lo habré hecho sin darme cuenta. Y así, me entró una inesperada y estúpida ilusión, sin venir a cuento. Hacía tanto tiempo que no hablaba con nadie en mi idioma natal; quizás fuera por eso.
Mi cuerpo se mueve solo, decide acercarse y me pienso dos segundos si responder cómo está en mis pensamientos. - Я на самом деле не читал книгу En realidad, no he leído el libro - No le miro, pero coqueta me muerdo el labio y acaricio el lomo de “La historia de Romeo y Julieta”. Me separo entonces, y decido que mis ojos se encuentren con los suyos. - Но спасибо за информацию Pero gracias por la información -Sonrío con un tono picarón y me río. Estoy contenta. Eufórica. Me siento libre, nostálgica y un montón de cosas más que no sé cómo describir. Sea lo que sea, me hace querer correr para abrazar y besar a ese hombre que me ha hecho sentirme de tales maneras. Por supuesto me contengo, no quiero que salga corriendo el primer paisano que encuentro en aquel país. Simplemente me acerco demasiado, hasta casi pegar nuestras narices. - Soy Ekaterina, me crie en un pueblecito al norte de Rusia - Mis palabras fluyen sin control. No pienso que hace ya mucho que no utilizo ese nombre. No pienso que decidí en su momento no ser más Ekaterina, cuándo me convertí en Alina. No pienso en nada, en realidad. Sólo tengo una cosa en mi mente. Curiosidad. - ¿Y tú? ¿Quién eres? ¿De qué parte eres? ¡Eres el primero que encuentro por aquí! Encantada de conocerte - Rodeo su cuello con mis brazos y mis labios besan sus mejillas. Primero una; después la otra.
Cuándo me separo, sigo mirándole a los ojos con renovada emoción; y mis brazos parecen no estar preparados para soltarlo.
Mi cuerpo se mueve solo, decide acercarse y me pienso dos segundos si responder cómo está en mis pensamientos. - Я на самом деле не читал книгу En realidad, no he leído el libro - No le miro, pero coqueta me muerdo el labio y acaricio el lomo de “La historia de Romeo y Julieta”. Me separo entonces, y decido que mis ojos se encuentren con los suyos. - Но спасибо за информацию Pero gracias por la información -Sonrío con un tono picarón y me río. Estoy contenta. Eufórica. Me siento libre, nostálgica y un montón de cosas más que no sé cómo describir. Sea lo que sea, me hace querer correr para abrazar y besar a ese hombre que me ha hecho sentirme de tales maneras. Por supuesto me contengo, no quiero que salga corriendo el primer paisano que encuentro en aquel país. Simplemente me acerco demasiado, hasta casi pegar nuestras narices. - Soy Ekaterina, me crie en un pueblecito al norte de Rusia - Mis palabras fluyen sin control. No pienso que hace ya mucho que no utilizo ese nombre. No pienso que decidí en su momento no ser más Ekaterina, cuándo me convertí en Alina. No pienso en nada, en realidad. Sólo tengo una cosa en mi mente. Curiosidad. - ¿Y tú? ¿Quién eres? ¿De qué parte eres? ¡Eres el primero que encuentro por aquí! Encantada de conocerte - Rodeo su cuello con mis brazos y mis labios besan sus mejillas. Primero una; después la otra.
Cuándo me separo, sigo mirándole a los ojos con renovada emoción; y mis brazos parecen no estar preparados para soltarlo.
Alina1- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 02/12/2014
Re: Soy lo que soy. Alguien tiene que serlo. || Alina y Devendra
- Я на самом деле не читал книгу -Luis XIV firmando sin cabeza la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Levitski retratando a Catalina la Grande desnuda. Indígenas americanos en la corte de de la reina Victoria. Podía esperarse cualquier cosa. Osos polares en Andalucía. Cualquier cosa. ¿Pero una respuesta en ruso? No es que fuera una sorpresa agradable, porque no extrañaba demasiado el idioma. Su relación con Rusia era del más genuino amor/odio.
Devendra miró con recelo desde el rabillo del ojo a la mujer, que encontró de una belleza auténticamente hechizadora. La tierra estaba encantada, quizá era porque las personas que la habitaban eran auténticos brujos. Sin embargo, la impetuosa alegría en la que de pronto se había el rubor furioso de su rostro, determinaron que los sentimientos hacia la desconocida debían ser positivos. Hablaron en ruso, quizá demasiado cerca, pero Devendra guardó su compostura sosteniéndole la cercanía.
- Disculpe, Ekaterina, mademoiselle, no comprendo su entusiasmo -Confesó perplejo, oscilando entre la diversión y la suspicacia- Devendra; no recuerdo dónde fui nacido. Recorrí mucho antes de si quiera tener conciencia -Quizá debió haberle dicho algún nombre ruso, o el suyo auténtico, Míhail, que tanto ha que decidió desechar- Enchanté .
Chitaron desde la sala central, y Devendra miró a su compañera sonriendo, mostrando complicidad, y mitigó la entonación de su voz.
- ¿Vamos a la sala de debates? Seguro tiene una historia fascinante. Me encantaría escucharla. -Conoce a las personas. Explora su espíritu. Descubre qué les mueve. Ésta es la única riqueza por la que vale la pena ser avaricioso. Resonaban las palabras de su maestro en su cabeza.
Devendra miró con recelo desde el rabillo del ojo a la mujer, que encontró de una belleza auténticamente hechizadora. La tierra estaba encantada, quizá era porque las personas que la habitaban eran auténticos brujos. Sin embargo, la impetuosa alegría en la que de pronto se había el rubor furioso de su rostro, determinaron que los sentimientos hacia la desconocida debían ser positivos. Hablaron en ruso, quizá demasiado cerca, pero Devendra guardó su compostura sosteniéndole la cercanía.
- Disculpe, Ekaterina, mademoiselle, no comprendo su entusiasmo -Confesó perplejo, oscilando entre la diversión y la suspicacia- Devendra; no recuerdo dónde fui nacido. Recorrí mucho antes de si quiera tener conciencia -Quizá debió haberle dicho algún nombre ruso, o el suyo auténtico, Míhail, que tanto ha que decidió desechar- Enchanté .
Chitaron desde la sala central, y Devendra miró a su compañera sonriendo, mostrando complicidad, y mitigó la entonación de su voz.
- ¿Vamos a la sala de debates? Seguro tiene una historia fascinante. Me encantaría escucharla. -Conoce a las personas. Explora su espíritu. Descubre qué les mueve. Ésta es la única riqueza por la que vale la pena ser avaricioso. Resonaban las palabras de su maestro en su cabeza.
Devendra Vārānāsi- Gitano
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: Soy lo que soy. Alguien tiene que serlo. || Alina y Devendra
Devendra; así se llama el hombre. Aunque no me suena a Ruso, pienso que puede ser un apodo igual que Alina, o quizás no y simplemente es su nombre. No sé nada de su historia e intento que no me cree más interés del ya mostrado. Demasiado para mi. Por un momento me permito liberar a Ekaterina, esa niña que he mantenido por tanto tiempo encerrada en lo más profundo de mi ser. No comprendo su entusiasmo Me dice, con cierta sorpresa. Lleva razón. Ha salido de la nada, igual que yo. Como una tormenta en un cielo azul; inesperada. Me mentalizo de que debo calmarme, ser Ekaterina no tiene por qué significar volver a la niñez. A la ingenuidad y la emoción sin sentido. Años de control tienen que servir para algo ¡¿no?!.
Doy un paso atrás y vuelvo a relajarme. La bibliotecaria nos ha llamado la atención, por mi culpa, así que debo disculparme. - Lo siento mucho, de verdad. - Hago una pequeña reverencia con la cabeza, a penas imperceptible excepto para aquel que de verdad se fije. Espero que él la esté tomando en cuenta. Asiento, ante la proposición de irnos a un lugar que requiera menos silencio ¿Sala de debates? No la conozco, prueba del poco tiempo que paso en ese sitio, así que dejo que él guíe mis pasos. No es en absoluto de mi estilo contarle a nadie mi vida, conocido o no conocido, pero nada de lo que he hecho con Devendra es de mi estilo ¿Qué importa una cosa más?. - No sé qué me ha pasado. Es que hace ya mucho tiempo que no me encontraba con un paisano mío, y llevo taaaanto tiempo fuera de Rusia... - Dejo cinco segundos de silencio, pensando con qué más puedo justificarme. - … Supongo que me he emocionado - Me río, esta vez más discretamente pero no por ello con menos alegría. Sigo contenta de estar en su compañía. En la compañía de Devendra, un completo extraño para mi y sin embargo; lo siento más cercano que muchos con los que he tenido más trato. Aunque, como siempre, un trato superficial.
No sé dónde nos encontramos, yo sólo camino a su lado. Le observo de arriba a abajo, seguramente con mucho descaro para lo que estará acostumbrado de las damas francesas ¿qué remedio? es el resultado de pasar tantos años sin tener que dar explicaciones. Sin importarme lo que otros piensen de mis actos. Eso no puedo cambiarlo. Devendra no parece un hombre pobre, ni vagabundo. Sus ropas son modestas, por lo que seguramente tampoco sea de alta curnia ¿Estará entre la clase media?. La trabajadora y obrera, que es la más frecuente por los barrios corrientes de la ciudad. - Yyy.. ¿Cuánto tiempo hace que estás por aquí? ¿Llevas mucho fuera de Rusia? - Me pregunto, qué historia estará él dispuesto a contarme.
Doy un paso atrás y vuelvo a relajarme. La bibliotecaria nos ha llamado la atención, por mi culpa, así que debo disculparme. - Lo siento mucho, de verdad. - Hago una pequeña reverencia con la cabeza, a penas imperceptible excepto para aquel que de verdad se fije. Espero que él la esté tomando en cuenta. Asiento, ante la proposición de irnos a un lugar que requiera menos silencio ¿Sala de debates? No la conozco, prueba del poco tiempo que paso en ese sitio, así que dejo que él guíe mis pasos. No es en absoluto de mi estilo contarle a nadie mi vida, conocido o no conocido, pero nada de lo que he hecho con Devendra es de mi estilo ¿Qué importa una cosa más?. - No sé qué me ha pasado. Es que hace ya mucho tiempo que no me encontraba con un paisano mío, y llevo taaaanto tiempo fuera de Rusia... - Dejo cinco segundos de silencio, pensando con qué más puedo justificarme. - … Supongo que me he emocionado - Me río, esta vez más discretamente pero no por ello con menos alegría. Sigo contenta de estar en su compañía. En la compañía de Devendra, un completo extraño para mi y sin embargo; lo siento más cercano que muchos con los que he tenido más trato. Aunque, como siempre, un trato superficial.
No sé dónde nos encontramos, yo sólo camino a su lado. Le observo de arriba a abajo, seguramente con mucho descaro para lo que estará acostumbrado de las damas francesas ¿qué remedio? es el resultado de pasar tantos años sin tener que dar explicaciones. Sin importarme lo que otros piensen de mis actos. Eso no puedo cambiarlo. Devendra no parece un hombre pobre, ni vagabundo. Sus ropas son modestas, por lo que seguramente tampoco sea de alta curnia ¿Estará entre la clase media?. La trabajadora y obrera, que es la más frecuente por los barrios corrientes de la ciudad. - Yyy.. ¿Cuánto tiempo hace que estás por aquí? ¿Llevas mucho fuera de Rusia? - Me pregunto, qué historia estará él dispuesto a contarme.
Alina1- Humano Clase Baja
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