Un escándalo al atardecer -Libre-

- Lo primero que tuvo oportunidad de sentir fue un golpe, sonaría a cliché pero todo sucedió demasiado rápido ya que antes de tener oportunidad de mediar siquiera con lo sucedido un empujón fuerte parecido al que habría podido recibir cuando alguien le hacía un placaje a otro en alguna pelea o deporte violento que empezaban a surgir en Paris, por ello, sin saber que había sucedido se sorprendió, estaba en el suelo boca-arriba quejándose de una quemazón que sentía en el costado derecho, el que había sido golpeado así como de notorios pinchazos en la espalda que había frenado el golpe, afortunadamente no había sufrido más que eso, molestias además del conocimiento de que ese golpe dejaría una marca, no obstante, lo que más le había sorprendido era averiguar la fuente de aquel empujón, su ceja derecha se arqueó mientras que la respiración agitada intentaba serenarse, ¿una mujer?. No quería sonar machista pero era extraño que una mujer tuviera la fuerza necesaria para hacer que un hombre de su envergadura cayese con semejante fuerza, cuando le tomó la cara ( algo aturdido aún, debía de reconocer ) sintió unas delicadas manos, entonces su confusión era aún más que palpable, ¿una dama con estas delicadas manos ha sido capaz de volcarme?.

La escena se habría repetido como uno de esos momentos que todos sabían que era lo que sucedería a continuación, puesto que cuando eso sucedía la mujer entonces era la que caía con un sonido un tanto agudo, chillando que el hombre debía de mirar por donde debía o muy al contrario lloriqueando por un poco de ayuda a aquella persona; No había herido su orgullo masculino, sin embargo, que fuese una mujer la culpable le forzó a reponer sus gestos doloridos, enmascarando las verdaderas sensaciones de dolor en una sonrisa carismática de medio labio, las comisuras del hombre, parecían divertirse elevándose pero no obstante, sin transformar del todo una sonrisa en los labios de éste, más bien, era un ademán de ésta que indicaba silenciosamente que no tenía que disculparse- Si una mujer me mira del modo del que lo haceis vos, ¿Creeis que tendría el corazón para gritar incluso si me hubierais enviado al infierno? - Sus ademanes coquetos, indicaban que estaba bien ( o eso quería dar a entender ) así que con cierta suavidad, tomó la mano derecha de la mujer, la besó y se acercó más a su rostro-

A no ser que querais repararme el daño con un beso, creo que debería de levantarme para asegurar que mi valioso objeto no acaba siendo para los peces - Se levantó, fingió que no le dilía nada a pesar de que sus ropas estaban aún más arrugadas, no solo eso, dado que cuando se las había puesto cuando estaba aún mojado la suciedad había manchado aún más la camisa, especialmente en la zona de los hombros que habían ido a parar como "almohadón" un terreno de tierra mojada. Caminaba con las manos en los bolsillos, se agachó con cierta dificultad mientras tomaba la pipa, había sufrido arañazos y aunque había bromeado con que era su objeto más valioso, cuando examino los daños, supo que había golpeado cualquier piedra dado que estaba rasgada por partes vitales así que la arrojó sin miramientos en el agua, por unos segundos se olvidó de la presencia de la mujer, sus pensamientos se embargaron con la inocuidad del vacío mientras el agua sumergía sin compasión el objeto de madera que parecía querer transpirar, cuando algunas burbukas en torno a este le hundían, después, se giró, una vez más viendo a aquella mujer.

No por haberse desprendido de aquel objeto o de no haber presentado más daño de los actuales, indicaba que sus sospechas o su confusión habían sido mínimas dado que ahora que estaba de pie y ella estaba a una altura cercana, le costaba creer que una mujer así hubiese sido tan fuerte, ¿estaba sola?- ¿Has sido tu? -mencionó algo ronco, recuperando el tono normal de su voz con un carraspeo que frenó la sequedad que obligaba a su voz a sonar quejumbrosa en algunos momentos; Se paso la lengua por los labios, sangraban un poco, una delgada línea al haber expulsado con violencia la pipa de sus belfos. Continuó con sus miradas a la mujer, pero sabía que no lograría nada con ponerse serio o querer sacar una información de la que aún no estaba ni siquiera seguro de decirla al exterior, lo más probable es que le trataran de loco y ya estaba él suficiente loco para añadir a su historial otro tipo de locuras aparte de la coquetería y de vivir al máximo sus instintos. Se limpió la sangre con la manga, volviendo a acercarse a la mujer, de ese modo sonrió de nuevo, solo que una sonrisa más bien normal- Tenéis una fuerza que más quisieran los hombres, sin embargo, espero que eso no me impida saber vuestro nombre -chasqueó la lengua, sonido que fue ahogado por el movimiento tranquilo de las aguas, o de algunos bañistas que apurados salían del agua al encontrarla demasiado fría- Pero que no os confunda mi manera de hablar, suelo ser más hosco con mis palabras pero aunque quisiera serlo con vos, me habéis sobrecogido, asustado, interesado y me provocais curiosidad al mismo tiempo... -se apartó un que otro mechón de su frente, mientras que miraba fijamente a esa mujer- Por algo se corre tan rápido o tan fuerte -razonó- y como me importa una soberana mierda el porqué corríais, solo me queda haceros la pregunta que estáis o no esperando -carraspeó de nuevo, ofreciendo su mano a la mujer, como una nueva ( y repetida) señal de salud- ¿Estáis bien?