♦ Rivaille ♦

Su nombre es Rivaille y su apellido lo desconoce. A pesar de ser humano, es muy buen cazador y tiene unos 30 años de edad. Tiene una posición de la realeza ya que es Conde de Francia. Además, es panromántico demisexual.


A pesar de ser de baja estatura (160cm.), una parte importante de su masa corporal (65kg.) son músculos bien desarrollados por su extenso y arduo entrenamiento. Su cabello es corto y negro azabache, con flequillo al frente de partitura al medio. Al mismo tiempo, tiene un rebaje más corto en la parte de la nuca. Sus claros ojos grises se perciben casi siempre como intimidantes y mordaces, especialmente a su constante fruncido del ceño y al pequeño surco debajo de sus ojos, el cual delata su edad, puesto que a simple vista se ve bastante joven.  Así mismo, esto hace que su expresión sea  veces difícil de leer.

La mayor parte del tiempo se le puede ver con su uniforme militar, puesto que para él, su profesión es un trabajo de tiempo completo, mas esto no impide que suela vestir trajes formales, aunque la mayoría de las veces que lo hace, solo viste un traje negro, camisa blanca y zapatos de vestir. Sin embargo, sea cual sea su vestimenta, siempre lleva puesta su corbata blanca.


Haber vivido en la calle por tanto tiempo dejó dos marcas muy importantes en la personalidad de Rivaille: el excesivo uso de lenguaje vulgar y el excesivo fanatismo por la limpieza.

Tiene la pésima costumbre de utilizar lenguaje muy soez con demasiada frecuencia, la mayoría de las veces junto a sarcasmo o a insultos de estilo shakesperianos (e.g. “No podrías derramar un líquido de adentro de una bota ni aunque tuvieras las instrucciones en el taco.”). Es el rey del descaro y la imprudencia, y del momento preciso para decir las cosas. A pesar de eso, no es muy locuaz, por lo que se limita a decir lo justo y necesario, casi siempre con frases cortas.

En cuanto a la limpieza, es su primera prioridad en todo lo que hace, y se ha ganado reputación como fanático por esta. Es un ávido limpiador; es capaz de asear una casa completa en tan solo unas horas, y con todo el compromiso del mundo, tal y como si su vida dependiera de ello (como en realidad lo era cuando vivía en la calle). Así mismo, también se preocupa de que todo esté cuidadosamente ordenado y en su lugar.

Con una actitud calmada y estoica, Rivaille tiene una personalidad casi repelente. Es difícil de acercarse a él –no así ganar su confianza– por su áspera forma de ser, lo poco que expresa sus emociones –suele tener una expresión bastante fría– y su constantemente inapropiada forma de hablar. Además, tiene un sentido del humor terriblemente negro que cuando no es descortés, es derechamente vulgar. Todo esto hace muy difícil estar a su alrededor, pero no imposible.

Adicionalmente, y a pesar de lo anterior, Rivaille es una persona muy compasiva y comprensiva, además de ser muy buen oyente. Siempre que alguien a su alrededor tiene un problema, él es el primero en ayudar, y de esta forma ha logrado ganarse la lealtad y confianza de varios de sus subordinados. De mismo modo, Rivaille es una persona de gran valor por la lealtad, y haría lo que fuera por aquellos a quienes responde. Sin embargo, su obediencia está limitada exclusivamente hacia aquellos a los que respeta –por ello surgió su conflicto con el conde que lo precedía–.

Como soldado, es fuerte tanto psicológica como físicamente, y no se deja doblegar en situaciones de presión o peligro. Es asertivo y rápido; pero por sobre todo, valora la vida de sus compañeros y subordinados, hasta la más mínima célula de cada uno, por lo que suele sentir frustración y enojo cuando la situación lo obliga a posponer o abandonar una misión, especialmente si es que han tenido bajas.

Sin embargo, aunque siempre se preocupa del bienestar de sus compañeros, jamás muestra misericordia hacia los seres sobrenaturales que extermina. Al contrario, los elimina con indiferencia, e incluso se vuelve un poco sádico. Además, sabiendo que sus habilidades son notablemente excepcionales, jamás ha sido arrogante al respecto, pues sigue teniendo en mente que no importa qué tan bueno sea, no le hace invulnerable.  

Rivaille nació un 25 de diciembre en los barrios abandonados de una ciudad al sur de París, en la más baja de las clases. Su padre brillaba por su ausencia y su madre murió durante el parto, por lo que fue acogido por el asesino que era su tío. Durante sus años de infancia y adolescencia, su tío le enseñó exhaustivamente combate cuerpo a cuerpo, tanto armado como desarmado; espionaje; e incluso, cómo encubrir asesinatos y deshacerse de cadáveres. Sin embargo, a Rivaille no le gustaba la vida criminal, y después de haber vivido –y trabajado– con su tío por 15 años, decidió separarse de él con la intención de llevar una vida más honorable de allí en adelante.

Desafortunadamente Rivaille no tenía a donde ir, por lo que pensó que su mejor opción era unirse a alguna milicia y servir a la nación, o a quien sea que lo acepte entre sus tropas. Para su pesar, no fue así. Donde fuese que se presentara, lo reconocían por el pasado con su tío y muchas veces tuvo que escapar, puesto que su cabeza tenía recompensa. Pero para el consuelo de su alma, no tuvo que volver a matar humanos.

Supo mantenerse en las calles de los barrios bajos robando solamente para poder comer, hasta que encontró un grupo de niños que, de no haberles ayudado, hubiesen muerto de hambre en las calles. Con sus habilidades de espionaje y combate, Rivaille y el grupo de niños a los que cuidaba comenzaron de a poco a armar pequeños ataques inconvenientes a los comercios de la ciudad, procurando siempre  tener el cuidado de no ser atrapados ni de llamar mucho la atención. Así fue como Rivaille armó un grupo grande de jóvenes que trabajaban junto a él, manteniendo el mismo propósito que al principio: dar de comer y hacer sobrevivir a cada uno de ellos, y a cada infante huérfano y sin hogar que se les cruzara. Durante este tiempo, Rivaille resultó descubrir que era un buen líder.

Obviamente, al pasar de los años, la policía seguía buscando a Rivaille, al mismo tiempo que otros grupos de personas se interesaban en atrapar a tan buen ladrón. Del mismo modo fue que hubieron personas que quisieron contratarlo y hacer uso de sus habilidades. En un principio, sin embargo, Rivaille se rehusaba, mas con el tiempo y con la necesidad, comenzó a aceptar trabajos pequeños de buena paga: recuperar objetos que tal fulanito le había robado, infiltrarse en algún edificio en busca de alguna información, espiar a fulanita, y cosas por el estilo, pero jamás aceptó realizar asesinatos. Jamás, hasta que un día, un hombre se le acercó con una petición algo… poco común.

Era un padre desesperado y en completo pavor porque su hija había sido secuestrada y nadie más había sido capaz de ayudarle, porque cada lugar al que iba, lo tachaban de lunático o le decían que su hija ya estaba muerta. Pues se trataba de que el hombre estaba seguro que su hija se la había llevado un vampiro y nadie en la ciudad estaba dispuesto a hacer algo por él. Escéptico, Rivaille aceptó el trabajo que le pedía el hombre: recuperar a su hija a cambio de una buena suma de dinero. Para ello, desafortunadamente, debía abandonar su ciudad natal y viajar a un condado del sur de Francia. Para este entonces, él ya tenía unos 22 años.

Aunque escéptico, Rivaille no subestimó su tarea. Trató, en un principio, evitar todo tipo de enfrentamiento con el secuestrador, más no fue posible pues, efectivamente, era un vampiro. Siendo este su primer enfrentamiento con un ser sobrenatural, el resultado –a su propio criterio– no estuvo tan mal. La rehén salió con vida de aquel lugar, el vampiro no, y Rivaille tan solo se había roto un tobillo y continuaba siendo humano. De vuelta en casa, aquella hazaña le trajo fama, y poco a poco más personas le comenzaron a encargar ese tipo de trabajos. Desde entonces que Rivaille se convirtió en cazador; no por el morbo de detestar a las criaturas sobrenaturales que plagaban la tierra, sino que con el solo fin de ganar dinero tras ese oficio. Y a decir verdad, no le iba nada mal, y mientras que el dinero le permitiera seguir alimentando a los suyos, no había protestas.

Una tarde, cuando Rivaille ya vivía sus 25 años, un grupo de mercenarios lo atrapó a él y a dos de sus cómplices mientras que intentaban sabotear una caravana que transportaba comida. Allí, el líder del escuadrón le propuso a Rivaille que se uniera su milicia y usara sus habilidades para proteger el condado, o si no, lo entregaba junto a sus amigos a la policía para acabar en la horca por sus crímenes. Por el bien de sus compañeros, Rivaille acepta y se une a nada más y nada menor que las tropas mercenarias del en ese tiempo conde. Al unirse, sus crímenes son perdonados y poco a poco ayudó a limpiar el condado de asesinos, violadores, hechiceros de magia negra y otros criminales potencialmente peligrosos, incluyendo vampiros y licántropos. Desafortunadamente, sus dos compañeros y amigos más cercanos, los mismos que habían sido atrapados con él en el pasado, fallecieron semanas después de haberse unido al grupo de mercenarios.

Con el tiempo, no tardó en destacar entre los otros soldados, por lo que le fue otorgado el rango de capitán y asignado su propio equipo. Sin embargo, a pesar de ser un buen líder, Rivaille no estaba contento con aquel cambio y exigió que se le permitiera elegir a quienes iba a incluir en su equipo. Así, Rivaille armó un nuevo equipo con los mejores soldados que encontró y, con el buen rating de éxito en sus misiones, el equipo fue nombrado como el Escuadrón de Operaciones Especiales, en el cual Rivaille se dedicaría exclusivamente a cazar seres sobrenaturales. Al pasar de los años, varias veces se le ofreció un rango más alto, y aunque no se había olvidado de sus compañeros en las calles, él no era ambicioso, por lo que rechazó la oferta cada vez que se presentó.

Cuando tenía 28 años, sin embargo, ocurrió algo que a Rivaille no solo le enfadó hasta la médula, sino que cambiaría las cosas por completo. El conde, quien a ojos de Rivaille era un «cruel cerdo adinerado», decidió que iba a limpiar los barrios bajos y financiar proyectos para urbanizarlos, para lo cual pidió que cada vagabundo, sea niño, adolescente o adulto, sea arrestado y enviado a prisión o a una fosa común. Furibundo por tener que prácticamente cazar humanos, y más enfurecido aún por tener que cazar a aquellos con los que alguna vez convivió y protegió, Rivaille se opuso a la idea.

Todo comenzó con inocentes –pero fieras– quejas a sus superiores, más al recibir la respuesta «son órdenes desde arriba», Rivaille no dudó en comenzar a quejarse con los superiores de sus superiores, inclusive hasta llegar al mismo conde para el que trabajaba. Sin si quiera quererlo, sus dotes del habla comenzaron a reclutar más soldados que pensaban como él, y pronto se armó una rebelión que Rivaille jamás habría planeado. Al comienzo, la rebelión pedía que el proyecto del conde se cancelara, mas luego de los primeros enfrentamientos, los objetivos eran sacar al conde de su puesto, fuera como fuera con el fin de evitar el genocidio que planeaba. Mientras que el conflicto se agravaba y las voces corrían, Rivaille finalmente logró tener al conde donde quería: entre sus espadas. Sin embargo, habiendo jurado en el pasado que jamás volvería a asesinar a un ser humano, en lugar de quitarle la vida al hombre, lo persuadió para que abdicara de su puesto. No obstante, habiendo el conde abdicado, la historia no acababa allí, ya que, con el puesto libre, llegó una carta de París que haría a Rivaille a enterarse de que aquel puesto era de «nobleza de privilegio» y que, para su sorpresa, el siguiente en ejercerlo sería él mismo.

De capitán a conde, han pasado ya dos años desde entonces, en los cuales Rivaille se ha dedicado a justamente limpiar las calles de su jurisdicción de la pobreza, pero de una forma más humana.  

♦  Su frase típica es “no está mal”.
♦  Tiene mucha resistencia al alcohol.
♦  Disfruta mucho de tomar té. También colecciona distintos tipos de té.
♦  Suele dormir poco, no más de cuatro horas.
♦  Se toma duchas de tan solo cinco minutos.
♦  Su color favorito es el verde.
♦  Su nombre se pronuncia como Rivai, con r suave.
♦  Siempre lleva consigo una daga [x] colgada de su cinturón, incluso cuando no está uniformado.
♦  Su especialidad es el combate con espadas dobles de cualquier tipo.
♦  A pesar de ahora ser conde, sigue conservando su Escuadrón de Operaciones Especiales y sigue ejerciendo como cazador.
♦  Prefiere no tener apellido antes que usar el de su tío.
♦  Se le da bien cantar.
♦  Siempre ha querido aprender a tocar algún instrumento musical.
♦  Es muy reservado respecto de su vida amorosa.
♦  Conde o no conde, aun así le gusta salir al comercio de la ciudad en lugar de tener lujos en su residencia.
♦  Ha descubierto que tiene hermanos por parte de su padre y que una de sus hermanas, Cirene, lo está buscando.