AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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It's more than I can stand!
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It's more than I can stand!
Crucé la puerta de el bar muy apresurada, ¿Como era posible que me dejara llevar tanto por esa rubia? Había pasado tanto tiempo dentro de su oficina tan hipnotizada por esos ojos azules que me recordaban al mar que hasta el tiempo había olvidado y ya comenzaba a obscurecer.
"El sol se acaba de meter... si me apresuro llegaré a tiempo antes de que despierte." Pensé como ilusa mientras corría apresuradamente por las calles.
Sabía que el vampiro se molestaría si se enterase que me habría escapado con su dinero pero ¿Que otra cosa hacía? Tenía que regresarle el favor a Pavilion y pagarle el dinero que le debía... cuando empezara a trabajar en el club de Lucciano se lo recompensaría y estaba segura que no se iba a dar cuenta. ¿Porque me sentía tan nerviosa entonces si tan segura estaba de que había hecho lo correcto?
El lugar estaba alejado de la mansión y el bar al que había asistido estaba escondido entre las calles del centro, el sol hacía tiempo que se había escondido y la noche ya estaba invadiendo. Seguí corriendo entre las calles hasta que mi respiración comenzó a agitarse, por mas que traté de apresurarme parecía que mi cuerpo no aguantase atenerse a lo que yo le pedía. ¿Sería porque al no dormir ese día no había recuperado suficiente las fuerzas perdidas la noche anterior?
Ya había corrido demasiado y mis energías se agotaban, apenas había recorrido medio camino y sabía que ya era tarde, el vampiro ya se estaría despertando. ¿Que le diría cuando no me viese en mi cuarto y me viese llegar a esta hora a su casa?
Comencé a caminar lentamente para recuperar el aire mientras jadeaba debil y agotada, tenía que idear una buena coartada. Era un hecho de que Lucciano se daría cuenta que había salido y si tenía suerte quizás no se molestaría por eso... pero definitivamente no podía enterarse de los billetes que había extraído de su escritorio, no quería que me viese como una ladrona aunque básicamente aquello era lo que había hecho.
Continué mi camino perdida entre mis pensamientos hasta que llegué a la entrada de un callejón, era el mejor atajo para llegar un poco mas rápido a mi destino, al vivir mi adolescencia en las calles este tipo de lugares no me causaban ni el mas mínimo miedo, pero en esta ocasión algo diferente pasaba... un presentimiento extraño parecía invadir mi cuerpo causándome nerviosismo apenas me adentré en el obscuro lugar. Mi corazón palpitaba como si estuviera sintiendo la presencia de alguien ya conocido que me observaba.
Busqué entre mi ropa el colgante con la sangre de Lucciano, sabía que si alguien intentaba atacarme aquello me protegería de casi cualquier cosa. ¿Porque me sentía con temor entonces?
Recordé la imagen del vampiro diciéndome para que servía aquella joya mientras la tuviera conmigo.
-Seas quien seas... aléjate. -dije al aire a quien fuera que me estuviera observando, sabía que debía salir pronto de ahí antes de que cualquiera que me estuviera vigilando saliese y pudiera atacarme.
Apreté fuertemente el frasco mientras seguí caminando con el miedo de que el maleante se atreviera atacarme. ¿Porque me sentía tan vulnerable ahora? Algo dentro de mi me decía que quien me estaba observando era alguien que ya conocía y con quien tenía algun tipo de... ¿Conexión?
-No... -susurré para mi mientras miraba el frasco y volvía a recordar aquella noche...
Las ultimas palabras del vampiro rebotaron en mi mente haciendo eco por mi cabeza, ahora entendía por que esta vez tenía miedo... ¿Quien mas podría causarme temor aunque odiara aceptarlo?
-¡Demonios...! -maldije al darme cuenta quien era el que me estaba mirando.
Detuve mi paso en medio del callejón y me quedé parada apenas mi perseguidor dio la cara y se puso frente a mi. Ya no tenía caso apresurarme... me había atrapado.
"El sol se acaba de meter... si me apresuro llegaré a tiempo antes de que despierte." Pensé como ilusa mientras corría apresuradamente por las calles.
Sabía que el vampiro se molestaría si se enterase que me habría escapado con su dinero pero ¿Que otra cosa hacía? Tenía que regresarle el favor a Pavilion y pagarle el dinero que le debía... cuando empezara a trabajar en el club de Lucciano se lo recompensaría y estaba segura que no se iba a dar cuenta. ¿Porque me sentía tan nerviosa entonces si tan segura estaba de que había hecho lo correcto?
El lugar estaba alejado de la mansión y el bar al que había asistido estaba escondido entre las calles del centro, el sol hacía tiempo que se había escondido y la noche ya estaba invadiendo. Seguí corriendo entre las calles hasta que mi respiración comenzó a agitarse, por mas que traté de apresurarme parecía que mi cuerpo no aguantase atenerse a lo que yo le pedía. ¿Sería porque al no dormir ese día no había recuperado suficiente las fuerzas perdidas la noche anterior?
Ya había corrido demasiado y mis energías se agotaban, apenas había recorrido medio camino y sabía que ya era tarde, el vampiro ya se estaría despertando. ¿Que le diría cuando no me viese en mi cuarto y me viese llegar a esta hora a su casa?
Comencé a caminar lentamente para recuperar el aire mientras jadeaba debil y agotada, tenía que idear una buena coartada. Era un hecho de que Lucciano se daría cuenta que había salido y si tenía suerte quizás no se molestaría por eso... pero definitivamente no podía enterarse de los billetes que había extraído de su escritorio, no quería que me viese como una ladrona aunque básicamente aquello era lo que había hecho.
Continué mi camino perdida entre mis pensamientos hasta que llegué a la entrada de un callejón, era el mejor atajo para llegar un poco mas rápido a mi destino, al vivir mi adolescencia en las calles este tipo de lugares no me causaban ni el mas mínimo miedo, pero en esta ocasión algo diferente pasaba... un presentimiento extraño parecía invadir mi cuerpo causándome nerviosismo apenas me adentré en el obscuro lugar. Mi corazón palpitaba como si estuviera sintiendo la presencia de alguien ya conocido que me observaba.
Busqué entre mi ropa el colgante con la sangre de Lucciano, sabía que si alguien intentaba atacarme aquello me protegería de casi cualquier cosa. ¿Porque me sentía con temor entonces?
Lucciano escribió:"Parece una simple joya, que lo es, pero es un frasco hechizado. Contiene mi sangre, la suficiente para curar cualquier herida, pero no para resucitarte"
Recordé la imagen del vampiro diciéndome para que servía aquella joya mientras la tuviera conmigo.
-Seas quien seas... aléjate. -dije al aire a quien fuera que me estuviera observando, sabía que debía salir pronto de ahí antes de que cualquiera que me estuviera vigilando saliese y pudiera atacarme.
Apreté fuertemente el frasco mientras seguí caminando con el miedo de que el maleante se atreviera atacarme. ¿Porque me sentía tan vulnerable ahora? Algo dentro de mi me decía que quien me estaba observando era alguien que ya conocía y con quien tenía algun tipo de... ¿Conexión?
-No... -susurré para mi mientras miraba el frasco y volvía a recordar aquella noche...
Lucciano escribió:Si alguna vez me necesitas, podrás llamarme con ella y yo sabré donde estas...
Las ultimas palabras del vampiro rebotaron en mi mente haciendo eco por mi cabeza, ahora entendía por que esta vez tenía miedo... ¿Quien mas podría causarme temor aunque odiara aceptarlo?
-¡Demonios...! -maldije al darme cuenta quien era el que me estaba mirando.
Detuve mi paso en medio del callejón y me quedé parada apenas mi perseguidor dio la cara y se puso frente a mi. Ya no tenía caso apresurarme... me había atrapado.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/04/2014
Edad : 31
Localización : Mansión de Lucciano Vecchio
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Re: It's more than I can stand!
Ante las despreocupaciones de la noche anterior parecía que el día se iba a poner interesante en su ausencia, mientras el noctambulo descansaba con el astro rey alzado.
El primer ataque fue en uno de los locales pequeños que tenía abierto a un nombre falso en las afueras, sus "guardianes de día", entre los que incluía licántropos, cambiaformas y brujos lo sofocaron bastante bien y avisados por ello pronto comunicaron el siguiente ataque que sería en otro de sus locales, al anochecer. Otro de sus Nidos vampírice.
Parecía que habían esperado a que el sol muriese al atardecer para realizarlo, no era un ataque con la intención de acabar con su vida o hacer un golpe definitivo. Algunos de los inquisidores ya se habían dado cuenta de la presencia de un vampiro anciano, el cual no ubicaban ni encontraban su refugio, querían atraerlo y así lo hicieron, porque en cuanto Lucciano se entero de aquello pronto marcho al local e hizo lo que mejor se le daba... Arrasarlo todo y matar, de una manera poco galante, más bien desatada, olvidando completamente el ojo que le faltaba. Y cuando toda la masacre finalizo, volvieron las migrañas, las cuales no pudo atender ya que le había llegado el rumor de que le siguiente ataque se estaba realizando en esos momentos en su propio hogar. Rumor... Falso para su alivio, pero en cuanto llego a la Mansión, sintiendo el peso de la preocupación, no encontró al motivo de su preocupación: ella había desaparecido y en conjunto cierta cantidad de dinero.
Enseguida Lucciano ordenó que la buscaran, y todos sus guardianes se pusieron a ello. Pensó en las distintas posibilidades, pocas, ya que sus pensamientos se veían nubladas por el dolor de aquel ojo. Pensó en que había sido necia traicionando su confianza y se había escapado con dinero, había pensando en que los inquisidores además de robarle habían llegado hasta ella y la usarían como moneda de cambio, o que simplemente no la usaría para ello... Pensó en tantas cosas y las horas pasaban sin que apareciese, la impaciencia se había hecho con él y consigo la furia ya nacida en el calor de la masacre de hacía pocas horas, aumentaba.
Recordando el colgante decidió usar su poder vampírice y localizarla, y así pronto lo hizo.
No pidió carroza, el mismo se movió veloz entre las calles... Hasta que la encontró.
La calle era oscura y ella ya se había dado cuenta de una presencia que la acechaba, una maldición y aquello le hizo ver que ella sabía quien era.
Un único ojo azul, con mirada de hielo, la camisa arrugada y manchada de la sangre de aquellos con los que había acabado en anterioridad. Un silencio sepulcral y el se movió con pasos ligeros y veloces. Lucciano apretó los dientes y con gesto frío la abofeteo con fuerza. Luego la tomo con fuerza de los cabellos de la nuca y la obligo a que le mirara, sus ojos eran feroces y en cuanto comenzó a hablar sus largos colmillos se hicieron notables.
-¡Maldita sea Lilith!¡¿No te doy bastante para que estas escapadas infantiles?! ¡¿No te lo doy todo?! -El vampiro tuerto no gritaba, pero casi le faltaba, más bien su voz contenido y con esa esencia tan suya, era firme cortante, carente de sentimiento humano pero llena de peligrosidad.
Un empujón hacia uno de los muros, haciéndola impactar contra éste con la fuerza que probablemente conseguiría desequilibrarla y tirarla al suelo.
Lucciano se arranco del cuello un colgante bien distinto al de Lilith, era de un metal resistente, pequeño redondo con un símbolo, una runa, la runa que todos sus esclavos de sangre llevaban tatuados en su piel como marca de esclavos. Acercándose a una hoguera improvisada en la misma calle, seguramente de algún vagabundo que en esos momento no se encontraba demasiado cerca, dispuso el colgante en la llama por un rato y con aquella velocidad, la levanto del suelo por el cuello y desgarro parte de su ropa, dejando uno de sus muslos al descubierto.
-Recuerda tenemos un trato, no eres más que los demás, pero te doy privilegios que ellos no tienen, te doy más libertad, te dejo conocer secretos que muchos no podrían acceder a ellos, hasta su muerte... Solo veo una manera de bajar esa rebeldía, el hecho que me desafíes continuamente y salgas impugne. Ellos están marcados, TÚ no serás de menos... -El colgante con la runa, al rojo vivo dañaban los dedos del vampiro, pero el olor a carne viva frita vino después al impactar el colgante contra la piel delicada de Lilith, creando una dolorosa marca, como la del ganado. -¿Esto es lo que querías? ¿Ves a lo que obligas? Te saco de la inmundicia y tu quieres volver a ella...
El primer ataque fue en uno de los locales pequeños que tenía abierto a un nombre falso en las afueras, sus "guardianes de día", entre los que incluía licántropos, cambiaformas y brujos lo sofocaron bastante bien y avisados por ello pronto comunicaron el siguiente ataque que sería en otro de sus locales, al anochecer. Otro de sus Nidos vampírice.
Parecía que habían esperado a que el sol muriese al atardecer para realizarlo, no era un ataque con la intención de acabar con su vida o hacer un golpe definitivo. Algunos de los inquisidores ya se habían dado cuenta de la presencia de un vampiro anciano, el cual no ubicaban ni encontraban su refugio, querían atraerlo y así lo hicieron, porque en cuanto Lucciano se entero de aquello pronto marcho al local e hizo lo que mejor se le daba... Arrasarlo todo y matar, de una manera poco galante, más bien desatada, olvidando completamente el ojo que le faltaba. Y cuando toda la masacre finalizo, volvieron las migrañas, las cuales no pudo atender ya que le había llegado el rumor de que le siguiente ataque se estaba realizando en esos momentos en su propio hogar. Rumor... Falso para su alivio, pero en cuanto llego a la Mansión, sintiendo el peso de la preocupación, no encontró al motivo de su preocupación: ella había desaparecido y en conjunto cierta cantidad de dinero.
Enseguida Lucciano ordenó que la buscaran, y todos sus guardianes se pusieron a ello. Pensó en las distintas posibilidades, pocas, ya que sus pensamientos se veían nubladas por el dolor de aquel ojo. Pensó en que había sido necia traicionando su confianza y se había escapado con dinero, había pensando en que los inquisidores además de robarle habían llegado hasta ella y la usarían como moneda de cambio, o que simplemente no la usaría para ello... Pensó en tantas cosas y las horas pasaban sin que apareciese, la impaciencia se había hecho con él y consigo la furia ya nacida en el calor de la masacre de hacía pocas horas, aumentaba.
Recordando el colgante decidió usar su poder vampírice y localizarla, y así pronto lo hizo.
No pidió carroza, el mismo se movió veloz entre las calles... Hasta que la encontró.
La calle era oscura y ella ya se había dado cuenta de una presencia que la acechaba, una maldición y aquello le hizo ver que ella sabía quien era.
Un único ojo azul, con mirada de hielo, la camisa arrugada y manchada de la sangre de aquellos con los que había acabado en anterioridad. Un silencio sepulcral y el se movió con pasos ligeros y veloces. Lucciano apretó los dientes y con gesto frío la abofeteo con fuerza. Luego la tomo con fuerza de los cabellos de la nuca y la obligo a que le mirara, sus ojos eran feroces y en cuanto comenzó a hablar sus largos colmillos se hicieron notables.
-¡Maldita sea Lilith!¡¿No te doy bastante para que estas escapadas infantiles?! ¡¿No te lo doy todo?! -El vampiro tuerto no gritaba, pero casi le faltaba, más bien su voz contenido y con esa esencia tan suya, era firme cortante, carente de sentimiento humano pero llena de peligrosidad.
Un empujón hacia uno de los muros, haciéndola impactar contra éste con la fuerza que probablemente conseguiría desequilibrarla y tirarla al suelo.
Lucciano se arranco del cuello un colgante bien distinto al de Lilith, era de un metal resistente, pequeño redondo con un símbolo, una runa, la runa que todos sus esclavos de sangre llevaban tatuados en su piel como marca de esclavos. Acercándose a una hoguera improvisada en la misma calle, seguramente de algún vagabundo que en esos momento no se encontraba demasiado cerca, dispuso el colgante en la llama por un rato y con aquella velocidad, la levanto del suelo por el cuello y desgarro parte de su ropa, dejando uno de sus muslos al descubierto.
-Recuerda tenemos un trato, no eres más que los demás, pero te doy privilegios que ellos no tienen, te doy más libertad, te dejo conocer secretos que muchos no podrían acceder a ellos, hasta su muerte... Solo veo una manera de bajar esa rebeldía, el hecho que me desafíes continuamente y salgas impugne. Ellos están marcados, TÚ no serás de menos... -El colgante con la runa, al rojo vivo dañaban los dedos del vampiro, pero el olor a carne viva frita vino después al impactar el colgante contra la piel delicada de Lilith, creando una dolorosa marca, como la del ganado. -¿Esto es lo que querías? ¿Ves a lo que obligas? Te saco de la inmundicia y tu quieres volver a ella...
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/06/2014
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Re: It's more than I can stand!
Al verlo ahí enfrente me paralizaba, no era el temor normal que yo le tenía a ese hombre lo que me tenía de esta forma, si no la forma en que estaba vestido… las ropas rasgadas y manchadas de sangre, el ojo solitario en su rostro marcado con un aire de furia y su gesto de odio al haberme encontrado.
Ni siquiera hablar o respirar pude, apenas lo visualicé un segundo antes de sentir su mano sobre mi mejilla… una bofetada en mi cara me había dado de la nada haciéndome caer al suelo y chocando contra el suelo.
-Su… suéltame Lucciano. –dije al sentir sus dedos enredados en mi cabellera tratando de ser dura entre mis palabras pero sin poder lograrlo.
Una gran parte del miedo que me provocaba ver su mirada furiosa se notaba entre mis palabras por más que tratara de ocultarlo, ver los colmillos del vampiro tan cercanos no ayudaba a calmarme en nada pues aunque yo supiera defenderme y me hiciera la fuerte en el fondo sabía que por ahora era una sencilla humana.
Mi cabeza golpeó contra el muro al momento en el que el vampiro me aventaba, grité del dolor que el golpe me había ocasionado mientras sentía como me invadía al mismo tiempo un gran ardor en mi espalda. Quise levantarme para defender mi orgullo y tratar de explicarle mis razones, pero el cuerpo se había debilitado con el golpe y tan solo me dejé resbalar por la pared hasta quedarme sentada en el suelo mientras los mareos ocasionados por el golpe me pasaban.
No logré reponerme demasiado tiempo, pues cuando menos lo esperaba el vampiro atacó nuevamente y me tomó por el cuello.
-Lucciano detente, estás exagerando… ¡YA BASTA! –exigí pidiendo que me soltara pero sin conseguir la mas mínima atención de aquel animal enfurecido que tan solo parecía estar hablando con el mismo mientras sostenía el metal que poco a poco se pintaba rojizo. -…Por favor Lucciano, detente… ¡DETENTE LUCCIANO, NO ME HAGAS ESTO! –rogué sin dejarlo terminar de hablar, pero aún parecía que no me escuchaba.
El metal se veía cada vez mas encendido y mi dureza se desintegraba lentamente hasta sentirme frágil frente al vampiro.
No encontraba otra forma de pedirlo, no quería ser marcada… no era propiedad de nadie, yo era libre de actuar como quisiese y nadie podría nunca domarme, él no iba a hacerlo conmigo. Alcé mis brazos y patalee con mis piernas tratando de golpear a Lucciano como pudiera, pero aunque llegara a tocarlo muy en el fondo sabía que todo eso sería en vano, tan solo me cansaba y gastaba mis energías ¿Porqué seguía un simple humano como yo queriendo luchar contra él?
-…no lo hagas... te lo suplico... no lo hagas -Finalmente como última forma de ruego mis ojos comenzaron a llorar mientras mi voz se quebraba, sabía que no iba a ganar esta batalla.
El sonido que hice fácilmente pudo haberlo escuchado cualquiera que estuviera cerca, pero había sido tan horroroso el grito que me había provocado el vampiro que quien hubiera estado cerca pensaría que lo mejor era huir de ahí antes de ser los siguientes en ser torturados.
Mi garganta raspaba del gran gemido de dolor que había expulsado, el dolor era inmenso y podía sentir perfectamente como el pedazo de carne de mi cuerpo se estaba friendo al tener contacto con la joya de Lucciano, las lágrimas rodaron por mi rostro mientras gritaba, mas no sufría tanto por el ardor que la joya ardiente me provocaba si no por el dolor de mi orgullo que en ese momento se estaba encargando de destruir el vampiro al mismo tiempo.
-No he salido de ninguna inmundicia, tan solo cambié a una peor… -contesté aún sollozando con mi orgullo destrozado pero con coraje aumentado. Si no podía ganarle ya no importaba porque por lo menos lo miraría a los ojos y no me quedaría callada. -…cambié a una peor porque ahora estoy… con el ser mas inmundo y asqueroso de todos. –no me detuve más que para respirar y tomar aire mientras cesaban mis lágrimas de dolor, aún recordaba las pláticas de aquella noche y recordaba quien era el humano antes de haberse convertido en la bestia que ahora era. -…ahora estoy con un monstruo… ¡QUE ES CAPAS DE CAMBIAR A SU PROPIA FAMILIA POR OBTENER MAS PLACERES!
Ni siquiera hablar o respirar pude, apenas lo visualicé un segundo antes de sentir su mano sobre mi mejilla… una bofetada en mi cara me había dado de la nada haciéndome caer al suelo y chocando contra el suelo.
-Su… suéltame Lucciano. –dije al sentir sus dedos enredados en mi cabellera tratando de ser dura entre mis palabras pero sin poder lograrlo.
Una gran parte del miedo que me provocaba ver su mirada furiosa se notaba entre mis palabras por más que tratara de ocultarlo, ver los colmillos del vampiro tan cercanos no ayudaba a calmarme en nada pues aunque yo supiera defenderme y me hiciera la fuerte en el fondo sabía que por ahora era una sencilla humana.
Mi cabeza golpeó contra el muro al momento en el que el vampiro me aventaba, grité del dolor que el golpe me había ocasionado mientras sentía como me invadía al mismo tiempo un gran ardor en mi espalda. Quise levantarme para defender mi orgullo y tratar de explicarle mis razones, pero el cuerpo se había debilitado con el golpe y tan solo me dejé resbalar por la pared hasta quedarme sentada en el suelo mientras los mareos ocasionados por el golpe me pasaban.
No logré reponerme demasiado tiempo, pues cuando menos lo esperaba el vampiro atacó nuevamente y me tomó por el cuello.
-Lucciano detente, estás exagerando… ¡YA BASTA! –exigí pidiendo que me soltara pero sin conseguir la mas mínima atención de aquel animal enfurecido que tan solo parecía estar hablando con el mismo mientras sostenía el metal que poco a poco se pintaba rojizo. -…Por favor Lucciano, detente… ¡DETENTE LUCCIANO, NO ME HAGAS ESTO! –rogué sin dejarlo terminar de hablar, pero aún parecía que no me escuchaba.
El metal se veía cada vez mas encendido y mi dureza se desintegraba lentamente hasta sentirme frágil frente al vampiro.
No encontraba otra forma de pedirlo, no quería ser marcada… no era propiedad de nadie, yo era libre de actuar como quisiese y nadie podría nunca domarme, él no iba a hacerlo conmigo. Alcé mis brazos y patalee con mis piernas tratando de golpear a Lucciano como pudiera, pero aunque llegara a tocarlo muy en el fondo sabía que todo eso sería en vano, tan solo me cansaba y gastaba mis energías ¿Porqué seguía un simple humano como yo queriendo luchar contra él?
-…no lo hagas... te lo suplico... no lo hagas -Finalmente como última forma de ruego mis ojos comenzaron a llorar mientras mi voz se quebraba, sabía que no iba a ganar esta batalla.
El sonido que hice fácilmente pudo haberlo escuchado cualquiera que estuviera cerca, pero había sido tan horroroso el grito que me había provocado el vampiro que quien hubiera estado cerca pensaría que lo mejor era huir de ahí antes de ser los siguientes en ser torturados.
Mi garganta raspaba del gran gemido de dolor que había expulsado, el dolor era inmenso y podía sentir perfectamente como el pedazo de carne de mi cuerpo se estaba friendo al tener contacto con la joya de Lucciano, las lágrimas rodaron por mi rostro mientras gritaba, mas no sufría tanto por el ardor que la joya ardiente me provocaba si no por el dolor de mi orgullo que en ese momento se estaba encargando de destruir el vampiro al mismo tiempo.
-No he salido de ninguna inmundicia, tan solo cambié a una peor… -contesté aún sollozando con mi orgullo destrozado pero con coraje aumentado. Si no podía ganarle ya no importaba porque por lo menos lo miraría a los ojos y no me quedaría callada. -…cambié a una peor porque ahora estoy… con el ser mas inmundo y asqueroso de todos. –no me detuve más que para respirar y tomar aire mientras cesaban mis lágrimas de dolor, aún recordaba las pláticas de aquella noche y recordaba quien era el humano antes de haberse convertido en la bestia que ahora era. -…ahora estoy con un monstruo… ¡QUE ES CAPAS DE CAMBIAR A SU PROPIA FAMILIA POR OBTENER MAS PLACERES!
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: It's more than I can stand!
La soltó dejándola caer en el suelo.
Le había desobedecido, lo retaba continuamente... Y le estaba dejando hacer... Se lo permitía. Él que era el diablo personalizado, él que todo humano que fijaba sus ojos con los suyos o escuchaba su voz se estremecía, él que consideraba a los mortales como una raza inferior y que poco le costaba arrebatar la vida por mucho menos... ¿Por qué le dejaba traspasar esos límite y se sentía responsable de ella? ¿Por qué aquel egolatra carente del sentir había temido por la vida de ella tras los ataques?
Al principio sus palabras eran nada para sus oídos, simple reproches. Pero en cuanto toco aquel tema espinoso, hizo que se enfuereciera más, y de nuevo caminando hacia ella la tomó del brazo con fuerza levantándola del suelo con fuerza.
-Maldita sea, eres demasiado joven para entender y tu corazón es impulsivo... Estas siendo una necia con tus prejuicios. -Su voz severa tensaba el ambiente a causa de aquella frialdad que daba entender enojo, esta era capaz de hacer estremecer a cualquiera y cortar al mismo aire. Le dio el primer tironazo de brazo. -No sabes nada, no valoras nada, te lo regalo todo y lo llamas inmundicia... Pues llámalo infierno, puede que no quiera que vuelvas más, ¿me entiendes? Puede que no quiera dart... -Otro tironazo y sin querer con aquella fuerza sobrehumana le desencajo el hombro. No lo había controlado, no era su intención.
Pasaron unos segundo donde el gesto furioso de Lucciano se calmó ¿era arrependimiento lo que se veía en aquel único ojo? Y enmudeció antes de volver con otro tironazo a colocarle el hombro. Luego la soltó tragando saliva y dio unos pasos hacía atrás alejándose de ella.
-Nunca siento miedo por nada, y he esta noche he tenido que sentirlo por culpa de la escapada de una niña estúpida... Esta noche no vuelvas, empieza a valorar lo que estas a punto de perder. Sin mirada alguna, Lucciano desaparecio dejándola en la oscuridad de la noche.
Le había desobedecido, lo retaba continuamente... Y le estaba dejando hacer... Se lo permitía. Él que era el diablo personalizado, él que todo humano que fijaba sus ojos con los suyos o escuchaba su voz se estremecía, él que consideraba a los mortales como una raza inferior y que poco le costaba arrebatar la vida por mucho menos... ¿Por qué le dejaba traspasar esos límite y se sentía responsable de ella? ¿Por qué aquel egolatra carente del sentir había temido por la vida de ella tras los ataques?
Al principio sus palabras eran nada para sus oídos, simple reproches. Pero en cuanto toco aquel tema espinoso, hizo que se enfuereciera más, y de nuevo caminando hacia ella la tomó del brazo con fuerza levantándola del suelo con fuerza.
-Maldita sea, eres demasiado joven para entender y tu corazón es impulsivo... Estas siendo una necia con tus prejuicios. -Su voz severa tensaba el ambiente a causa de aquella frialdad que daba entender enojo, esta era capaz de hacer estremecer a cualquiera y cortar al mismo aire. Le dio el primer tironazo de brazo. -No sabes nada, no valoras nada, te lo regalo todo y lo llamas inmundicia... Pues llámalo infierno, puede que no quiera que vuelvas más, ¿me entiendes? Puede que no quiera dart... -Otro tironazo y sin querer con aquella fuerza sobrehumana le desencajo el hombro. No lo había controlado, no era su intención.
Pasaron unos segundo donde el gesto furioso de Lucciano se calmó ¿era arrependimiento lo que se veía en aquel único ojo? Y enmudeció antes de volver con otro tironazo a colocarle el hombro. Luego la soltó tragando saliva y dio unos pasos hacía atrás alejándose de ella.
-Nunca siento miedo por nada, y he esta noche he tenido que sentirlo por culpa de la escapada de una niña estúpida... Esta noche no vuelvas, empieza a valorar lo que estas a punto de perder. Sin mirada alguna, Lucciano desaparecio dejándola en la oscuridad de la noche.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: It's more than I can stand!
Y así sin mas vergüenza ni lástima le solté sus verdades mas dolorosas a la cara.
Me sentía tan humillada por los ataques del vampiro que no me importaba ni siquiera si lo lastimaba o si incluso en ese momento me mataba. Me había marcado pensando que ahora podría tratarme como de su propiedad y eso nunca se lo perdonaría. Sabía que de las palabras de odio que salían de mi alma para lastimarlo quizás después me arrepentiría, sabía que seguramente en algún momento me disculparía por todo lo que ahora le estaba diciendo porque de alguna forma y aunque aún no quisiera aceptarlo… había empezado a tomarle cariño.
Pero tampoco podía dejar que me pisoteara.
-¿Yo necia? Tu eres quien no a querido escucharme por mas que te he suplicado y a tomado la justicia por su propia mano. –reclamé entre quejidos mientras sentía los tirones que daba a mi brazo, la mirada que me lanzaba y el tono de voz con el que me hablaba me aterraba, pero mi coraje era mas fuerte.
Así como el vampiro no se detuvo tampoco yo lo hice a pesar de que el miedo se apoderara de mi voz temblorosa, no podía quedarme callada y sin contraatacar a cada una de sus palabras.
-No valoraría nunca a alguien que quisiera apoderarse de mi vida… ahora suéltame. –exigí mientras el vampiro seguía hablando, mi brazo parecía una goma entre sus dedos el cual tomaba sin ninguna dificultad con su mano, pero a mi me causaba un dolor sobrehumano que iba aumentando. Con mi otra mano traté de empujarlo pero por mas que intentaba alejarlo, yo seguía siendo una sencilla humana a su lado.
-AH…! –otro gritó de dolor al sentir el crujir de mi brazo por debajo de mi piel, mi brazo por fin se había dislocado y por dentro sentí que de no haberse detenido me lo podía haber arrancado. Me sentí débil al caer en cuenta de lo que había ocurrido y lo mas grave que pudo haber pasado.
Lo miré a la cara con mirada aterrorizada… mi odio se había disipado por un instante y el miedo se apoderó de mi cuerpo. El cariño que podía haberle tenido se desvaneció por completo y me llené de tristeza y de miedo mientras me alejaba lo mas lejos que pudiera de aquella bestia.
-…no… no puedo creer que no creyeras en mi palabra. –susurré mientras las lágrimas rodaban por mi cara después de que el vampiro me acomodara el brazo de nuevo. ¿Por qué todo esto?, ¿Enserio pensaría que no volvería?, ¿Era por el dinero? No podía entender nada. -…pensé que yo había sido capás de ver tu lado humano… no quise ver que hasta a tu propia humanidad habías asesinado. –dije finalmente al sentir mi espalda chocar contra la pared mientras me sostenía el brazo.
No quería que volviera a tocarme… a pesar de tener la pared del callejón en mi espalda seguí caminando aunque fuera hacia los lados, tan solo quería alejarme. Me sentí como un gato triste y asustado, sus ataques de furia superaban a mi coraje, no importaba lo que hiciera, el vampiro podría matarme si así lo deseaba.
Lo vi marcharse mientras mi cuerpo se desvanecía en el suelo… estaba sola ahora, lo suficientemente abandonada en ese callejón como para poder sacar todo el dolor de mi pecho entre sollozos y gritos.
¿Por qué temía que escapase?, ¿Por qué me había tratado así?
Toda esa reacción de Lucciano me hizo dudar por un momento si ser como él era lo que yo realmente quería… “Tan solo quiero ser eterna… libre y eterna.” Pensé mientras seguí llorando y deseando no convertirme en alguien tan violento y sin sentimientos como el.
Miré la marca que el vampiro me había hecho con su joya, la piel quemada y hundida se había tornado muy roja.
–No importa lo que hagas Lucciano, podrás marcarme las veces que quieras, incluso podrás matarme… pero nunca seré tuya, no puedes controlarme. –dije en voz alta al aire por si aún seguía cerca y con la esperanza de que me oyera.
Me sentía tan humillada por los ataques del vampiro que no me importaba ni siquiera si lo lastimaba o si incluso en ese momento me mataba. Me había marcado pensando que ahora podría tratarme como de su propiedad y eso nunca se lo perdonaría. Sabía que de las palabras de odio que salían de mi alma para lastimarlo quizás después me arrepentiría, sabía que seguramente en algún momento me disculparía por todo lo que ahora le estaba diciendo porque de alguna forma y aunque aún no quisiera aceptarlo… había empezado a tomarle cariño.
Pero tampoco podía dejar que me pisoteara.
-¿Yo necia? Tu eres quien no a querido escucharme por mas que te he suplicado y a tomado la justicia por su propia mano. –reclamé entre quejidos mientras sentía los tirones que daba a mi brazo, la mirada que me lanzaba y el tono de voz con el que me hablaba me aterraba, pero mi coraje era mas fuerte.
Así como el vampiro no se detuvo tampoco yo lo hice a pesar de que el miedo se apoderara de mi voz temblorosa, no podía quedarme callada y sin contraatacar a cada una de sus palabras.
-No valoraría nunca a alguien que quisiera apoderarse de mi vida… ahora suéltame. –exigí mientras el vampiro seguía hablando, mi brazo parecía una goma entre sus dedos el cual tomaba sin ninguna dificultad con su mano, pero a mi me causaba un dolor sobrehumano que iba aumentando. Con mi otra mano traté de empujarlo pero por mas que intentaba alejarlo, yo seguía siendo una sencilla humana a su lado.
-AH…! –otro gritó de dolor al sentir el crujir de mi brazo por debajo de mi piel, mi brazo por fin se había dislocado y por dentro sentí que de no haberse detenido me lo podía haber arrancado. Me sentí débil al caer en cuenta de lo que había ocurrido y lo mas grave que pudo haber pasado.
Lo miré a la cara con mirada aterrorizada… mi odio se había disipado por un instante y el miedo se apoderó de mi cuerpo. El cariño que podía haberle tenido se desvaneció por completo y me llené de tristeza y de miedo mientras me alejaba lo mas lejos que pudiera de aquella bestia.
-…no… no puedo creer que no creyeras en mi palabra. –susurré mientras las lágrimas rodaban por mi cara después de que el vampiro me acomodara el brazo de nuevo. ¿Por qué todo esto?, ¿Enserio pensaría que no volvería?, ¿Era por el dinero? No podía entender nada. -…pensé que yo había sido capás de ver tu lado humano… no quise ver que hasta a tu propia humanidad habías asesinado. –dije finalmente al sentir mi espalda chocar contra la pared mientras me sostenía el brazo.
No quería que volviera a tocarme… a pesar de tener la pared del callejón en mi espalda seguí caminando aunque fuera hacia los lados, tan solo quería alejarme. Me sentí como un gato triste y asustado, sus ataques de furia superaban a mi coraje, no importaba lo que hiciera, el vampiro podría matarme si así lo deseaba.
Lo vi marcharse mientras mi cuerpo se desvanecía en el suelo… estaba sola ahora, lo suficientemente abandonada en ese callejón como para poder sacar todo el dolor de mi pecho entre sollozos y gritos.
¿Por qué temía que escapase?, ¿Por qué me había tratado así?
Toda esa reacción de Lucciano me hizo dudar por un momento si ser como él era lo que yo realmente quería… “Tan solo quiero ser eterna… libre y eterna.” Pensé mientras seguí llorando y deseando no convertirme en alguien tan violento y sin sentimientos como el.
Miré la marca que el vampiro me había hecho con su joya, la piel quemada y hundida se había tornado muy roja.
–No importa lo que hagas Lucciano, podrás marcarme las veces que quieras, incluso podrás matarme… pero nunca seré tuya, no puedes controlarme. –dije en voz alta al aire por si aún seguía cerca y con la esperanza de que me oyera.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: It's more than I can stand!
-¿Sabes? No pasará ni una hora para que vuelva otra vez aquí a buscarte arrepentido y desesperado.No te pedirá perdón ni te rogará, es demasiado orgulloso. -Una voz junto a ella comenzó a hablar como si al conociera de toda la vida. -Hacía mucho tiempo que no lo veía de esa manera, y menos con una mortal. Tienes suerte... -Los ojos esmeralda de la desconocida la miraron de arriba abajo. -Dentro de lo que cabe.
Su pelo quedaba recogido en un ébano sobre el cual brillaban distintas piezas esmeraldas, color que hacía juego con sus ojos y aquel abrigo de negros bordados sobre el mismo verde. Unos guantes de piel a juego, una señal del frío que hacía en el exterior, y de que aquello era solo decoración para su cuerpo que no padecía ante el clima.
La inmortal era belleza extraña y de por si denotaba presencia poderosa. Tenía algo enigmático, y rasgos poco comunes en los vampiros, si se la comparaba con Lucciano en ella no había evidencias ni gestos de su ancianidad, podía ser confundida con un ser humano cualquiera; el rubor y calor de su piel, el elevarse y bajar de su pecho al respirar un aire innecesario, el latir de su sangre en un corazón vivo. Una máscara perfecta, ella había perfeccionado su técnica de engaño mejor que su aprendiz que a pesar de conseguir engañarlos a todos, incluyendo a los suyos propios, no llegaba al logro de la ancestral.
-Soy Lakme. -Una sonrisa amable de sus labios finos rojizos. Su voz era dulce al igual que su trato. Si ella se fijaba un rato en su rostro, podía reconocerla del montón de carteles que por París empapelaba mostrando a una "bailarina" exótica, venida de tierras lejanas con un misterioso espectáculo. -Levanta y acompáñame Lilith, yo te daré protección esta noche, y seguro que te gustará que alivie tu dolor con un buen masaje. Hasta que las aguas se calmen, y decidas lo que quieras. Además, creo que te gustará fastidiar a mi "vástago". Lo tiene bien merecido, aunque pueda que te ayude a comprender muchas cosas.
Ahí fue cuando le revelo su identidad verdadera, dandole entender que era la Hacedora del vampiro.
Su pelo quedaba recogido en un ébano sobre el cual brillaban distintas piezas esmeraldas, color que hacía juego con sus ojos y aquel abrigo de negros bordados sobre el mismo verde. Unos guantes de piel a juego, una señal del frío que hacía en el exterior, y de que aquello era solo decoración para su cuerpo que no padecía ante el clima.
La inmortal era belleza extraña y de por si denotaba presencia poderosa. Tenía algo enigmático, y rasgos poco comunes en los vampiros, si se la comparaba con Lucciano en ella no había evidencias ni gestos de su ancianidad, podía ser confundida con un ser humano cualquiera; el rubor y calor de su piel, el elevarse y bajar de su pecho al respirar un aire innecesario, el latir de su sangre en un corazón vivo. Una máscara perfecta, ella había perfeccionado su técnica de engaño mejor que su aprendiz que a pesar de conseguir engañarlos a todos, incluyendo a los suyos propios, no llegaba al logro de la ancestral.
-Soy Lakme. -Una sonrisa amable de sus labios finos rojizos. Su voz era dulce al igual que su trato. Si ella se fijaba un rato en su rostro, podía reconocerla del montón de carteles que por París empapelaba mostrando a una "bailarina" exótica, venida de tierras lejanas con un misterioso espectáculo. -Levanta y acompáñame Lilith, yo te daré protección esta noche, y seguro que te gustará que alivie tu dolor con un buen masaje. Hasta que las aguas se calmen, y decidas lo que quieras. Además, creo que te gustará fastidiar a mi "vástago". Lo tiene bien merecido, aunque pueda que te ayude a comprender muchas cosas.
Ahí fue cuando le revelo su identidad verdadera, dandole entender que era la Hacedora del vampiro.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: It's more than I can stand!
Mientras mis lágrimas de decepción y mis palabras llenas de coraje salían de mi ser escuché la melodiosa voz de una persona, alguien que parecía estarme contestando a todas esas palabras que pensé tan solo le decía al aire que me acompañaba.
-¿Quién… eres? –susurré apenas dejándome escuchar apenas observé a la mujer adornada de distintos tonos esmeraldas, aunque realmente no me importaba. Me sentía anímicamente destrozada.
Escuché su nombre y no dije nada, tan solo me limité a observar su figura tan delicada y muy bien cuidada para luego bajar la mirada hacia el suelo demostrando que no me interesaba el porque me hablaba ni porque se me aparecía de la nada, tan solo deseaba estar sola por ese momento. –Vete… -contesté sin mirarle hundiendo mi rostro entre mis piernas, me tapé con mis brazos como niña pequeña que quisiera esconderse jugando a las escondidas tratando de aislarme del mundo nuevamente, sin embargo la chica parecía ser muy insistente.
-¿Tu vástago? –me descubrí rápidamente la cara para poder verla, quien estaba frente a mi era la creadora de Lucciano, quien lo había iniciado en todo...
Por fin le miré a su rostro, era impresionante lo joven que aparentaba incluso aún mas joven que el vampiro que ella había creado.
Inmediatamente pude reconocerla de aquellos carteles que en ocasiones me detenía a ver en la calle, pues siempre me había gustado el baile y no era de extrañarse que al ver los empapelados me detuviera a admirar las figuras de aquellas verdaderas bailarinas profesionales. En el fondo aspiraba a ser como ellas después de conseguir inmortalizar mi belleza. Mas no pude hablarle de baile como siempre había pensado que lo haría al conocer a una verdadera bailarina... no tenía ánimos para pensar en ese tipo de cosas ahora.
De nuevo había confiado, cuando no quise hacerlo pero por perseguir mi anhelo de ser inmortal lo había hecho, confié en que aquella bestia nunca me haría daño y me sentía con todo mi orgullo pisoteado.
-Yo… no quería huir con su dinero, juro que iba a regresarle cada franco completo. ¿Por qué no confió en mí así como yo he confiado en él desde que maté a ese vampiro en el burdel? -Mis ojos ya se mostraban rojos e hinchados de toda la desesperación que había tenido, el cuerpo me dolía tanto como mi orgullo y mi cariño hacia el vampiro. -No le perdonare nunca que me haya marcado como si fuera su propiedad… –me levanté con dificultad agarrándome de las paredes con mi brazo sano y dando pequeños pasos hacia la mujer.
–Llévame contigo Lakme… no quiero volver con él. Por favor, ayúdame.
-¿Quién… eres? –susurré apenas dejándome escuchar apenas observé a la mujer adornada de distintos tonos esmeraldas, aunque realmente no me importaba. Me sentía anímicamente destrozada.
Escuché su nombre y no dije nada, tan solo me limité a observar su figura tan delicada y muy bien cuidada para luego bajar la mirada hacia el suelo demostrando que no me interesaba el porque me hablaba ni porque se me aparecía de la nada, tan solo deseaba estar sola por ese momento. –Vete… -contesté sin mirarle hundiendo mi rostro entre mis piernas, me tapé con mis brazos como niña pequeña que quisiera esconderse jugando a las escondidas tratando de aislarme del mundo nuevamente, sin embargo la chica parecía ser muy insistente.
-¿Tu vástago? –me descubrí rápidamente la cara para poder verla, quien estaba frente a mi era la creadora de Lucciano, quien lo había iniciado en todo...
Por fin le miré a su rostro, era impresionante lo joven que aparentaba incluso aún mas joven que el vampiro que ella había creado.
Inmediatamente pude reconocerla de aquellos carteles que en ocasiones me detenía a ver en la calle, pues siempre me había gustado el baile y no era de extrañarse que al ver los empapelados me detuviera a admirar las figuras de aquellas verdaderas bailarinas profesionales. En el fondo aspiraba a ser como ellas después de conseguir inmortalizar mi belleza. Mas no pude hablarle de baile como siempre había pensado que lo haría al conocer a una verdadera bailarina... no tenía ánimos para pensar en ese tipo de cosas ahora.
De nuevo había confiado, cuando no quise hacerlo pero por perseguir mi anhelo de ser inmortal lo había hecho, confié en que aquella bestia nunca me haría daño y me sentía con todo mi orgullo pisoteado.
-Yo… no quería huir con su dinero, juro que iba a regresarle cada franco completo. ¿Por qué no confió en mí así como yo he confiado en él desde que maté a ese vampiro en el burdel? -Mis ojos ya se mostraban rojos e hinchados de toda la desesperación que había tenido, el cuerpo me dolía tanto como mi orgullo y mi cariño hacia el vampiro. -No le perdonare nunca que me haya marcado como si fuera su propiedad… –me levanté con dificultad agarrándome de las paredes con mi brazo sano y dando pequeños pasos hacia la mujer.
–Llévame contigo Lakme… no quiero volver con él. Por favor, ayúdame.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: It's more than I can stand!
Lakme se dejo caer agachándose junto a ella. Los movimientos de aquella mujer eran tan ligeros, que parecía que su cuerpo pesará poco, incluso aquel pesado vestido que se extendió en suelo, no era nada aparatoso en aquel cuerpo.
La mujer tomó entre sus manos el rostro de Lilith, con gesto cándido, ¿quién podría creer que tras esos ojos verdes habían milenios y que ella era en la capital uno de los seres más peligrosos de los que habitaba allí? Muchos la había deseado, y buscaban con ansia, no solo de su especie, otros muchos por lo que en ella verdaderamente residía. Por eso nunca permanecía en un lugar fijo, por eso siempre huía, y siempre cambiaba de identidad, aunque nunca de rostro.
Lakme suspiró unas palabras en otro idioma, y sin permiso poso sus labios sobre los de la mortal. Un ligero cosquilleo salieron entre ellos, simplemente apoyados en los otros, un cosquilleo cálido como luz que entraba dando fuerzas y salud al cuerpo de la mortal, que por aquel extraño arte iba recuperándose de la tortura a la que Lucciano le había sometido.
-¿Mejor? -Dijo mientras le ayudaba a levantarse, y tomándola de la mano para que la siguiente. -Respondiendo a lo que has dicho antes. No creo que le hiriese el hecho que le robases. Haz que un hombre que nunca siente miedo, y se jacta de ello lo sienta por "algo" que considera insignificante, inferior para él. Y ahí provocarás inseguridad, frustración y su furia. "Valder", nació en un mundo con más violencia que éste... Puede imaginar lo único que ha conocido.-Le había llamado con otro nombre, puede que le verdadero de Lucciano, un nombre antiguo, un nombre de nacido.
Las calles poco a poco se hacía más y más estrechas, Lakme caminaba como si estuviesen dando un simple paseo con una amiga. Era contradictoria en toda su apariencia, caminaba elegante ligera, como si sus huesos fuesen huecos como los de ave, pero a la vez sus gesto, el calor de su piel, el aire que entraba en sus pulmones y sus gesto... Tan humanos, es como si fuese más humana que los simples mortales. Una contradicción.
-Ya estamos aquí. -Uno de los muchos teatros de París, pronto le abrieron y tras el vestíbulo decorado de efigies clásicas, pasaron al lugar donde estaba el escenario. -Comenzad los ensayos sin mí, pronto "nos" uniremos con vosotros.
Una mujer de piel oscura y aspecto exótico se había acercado a ella hablándole en otro idioma, pronto asintió y fue con las demás chicas a darle las ordenes. Algunas iban con ropas holgadas, otras semidesnudas, muchas de ella parecían ir en paños menores... Toda comodidad. Unas hablaban con otras, otras sentadas en los asientos le daban indicaciones a las que comenzaba a colocarse sobre el escenario, otras estiraban sus cuerpos y se preparaban para bailar al igual que los músicos sobre el escenario que preparaban aquellos extraños instrumentos venidos de tierras lejanas al igual que su música. Eran muy distintas sus razas, y todas ella bellas. Muñecas delicadas, bailarinas profesionales.
Lakme la hizo entrar en una de las salas mientras la música comenzaba detrás de ella. Un camerino acomodado con cama, espejos, un armario lleno de trajes, una bañera de latón llena de agua caliente.
-Aseate y elige la ropa cómoda, creo que lo tengo ahí te valdrá. -Se sentó junto al tocador mientras dejaba los guantes y el abrigo sobre una cómoda. Después comenzó a quitarse uno a unos los alfileres de esmeraldas dejándo caer aquella larga cabellera tan negra como el plumaje de un cuervo. -Te quedarás todo el tiempo que desees, hasta que todo se calme, si quieres serás otra de mis bailarinas mientras estés a mi lado. Pronto la compañía se marchará de aquí, nunca me quedo demasiado en un lugar fijo, y aquí se esta alargando mi estancia. Tendrás que cumplir ciertas reglas, eres la única que sabe “qué soy” realmente, el resto creen que soy tan humana como ellos y tú. Sabes mi secreto... Y nunca me pedirás la inmortalidad. Me prometí a mí misma que nunca crearía más vástagos. -Ligeramente movió su cabellos, y se levantó para comenzar a deshacerse de los lazos del corsé, así deshaciéndose de su vestido y desnudándose por completo. Tras ésto se puso una especie de pantalones anchos con una corta camisa. Después de cubrió con una bata decorada con motivos vegetales, de seda purpura. -Esto va a ser muy divertido.-Rió mientras se sentaba en un diván y comenzaba a peinar aquella cascada que cubría sus hombros. -Le he mandando una carta a Valder, sabrá donde estas, y con quién. Veremos cuanto tardará en venir, y si se arrastrará para que vuelvas con él, es demasiado orgulloso.
La mujer tomó entre sus manos el rostro de Lilith, con gesto cándido, ¿quién podría creer que tras esos ojos verdes habían milenios y que ella era en la capital uno de los seres más peligrosos de los que habitaba allí? Muchos la había deseado, y buscaban con ansia, no solo de su especie, otros muchos por lo que en ella verdaderamente residía. Por eso nunca permanecía en un lugar fijo, por eso siempre huía, y siempre cambiaba de identidad, aunque nunca de rostro.
Lakme suspiró unas palabras en otro idioma, y sin permiso poso sus labios sobre los de la mortal. Un ligero cosquilleo salieron entre ellos, simplemente apoyados en los otros, un cosquilleo cálido como luz que entraba dando fuerzas y salud al cuerpo de la mortal, que por aquel extraño arte iba recuperándose de la tortura a la que Lucciano le había sometido.
-¿Mejor? -Dijo mientras le ayudaba a levantarse, y tomándola de la mano para que la siguiente. -Respondiendo a lo que has dicho antes. No creo que le hiriese el hecho que le robases. Haz que un hombre que nunca siente miedo, y se jacta de ello lo sienta por "algo" que considera insignificante, inferior para él. Y ahí provocarás inseguridad, frustración y su furia. "Valder", nació en un mundo con más violencia que éste... Puede imaginar lo único que ha conocido.-Le había llamado con otro nombre, puede que le verdadero de Lucciano, un nombre antiguo, un nombre de nacido.
Las calles poco a poco se hacía más y más estrechas, Lakme caminaba como si estuviesen dando un simple paseo con una amiga. Era contradictoria en toda su apariencia, caminaba elegante ligera, como si sus huesos fuesen huecos como los de ave, pero a la vez sus gesto, el calor de su piel, el aire que entraba en sus pulmones y sus gesto... Tan humanos, es como si fuese más humana que los simples mortales. Una contradicción.
-Ya estamos aquí. -Uno de los muchos teatros de París, pronto le abrieron y tras el vestíbulo decorado de efigies clásicas, pasaron al lugar donde estaba el escenario. -Comenzad los ensayos sin mí, pronto "nos" uniremos con vosotros.
Una mujer de piel oscura y aspecto exótico se había acercado a ella hablándole en otro idioma, pronto asintió y fue con las demás chicas a darle las ordenes. Algunas iban con ropas holgadas, otras semidesnudas, muchas de ella parecían ir en paños menores... Toda comodidad. Unas hablaban con otras, otras sentadas en los asientos le daban indicaciones a las que comenzaba a colocarse sobre el escenario, otras estiraban sus cuerpos y se preparaban para bailar al igual que los músicos sobre el escenario que preparaban aquellos extraños instrumentos venidos de tierras lejanas al igual que su música. Eran muy distintas sus razas, y todas ella bellas. Muñecas delicadas, bailarinas profesionales.
Lakme la hizo entrar en una de las salas mientras la música comenzaba detrás de ella. Un camerino acomodado con cama, espejos, un armario lleno de trajes, una bañera de latón llena de agua caliente.
-Aseate y elige la ropa cómoda, creo que lo tengo ahí te valdrá. -Se sentó junto al tocador mientras dejaba los guantes y el abrigo sobre una cómoda. Después comenzó a quitarse uno a unos los alfileres de esmeraldas dejándo caer aquella larga cabellera tan negra como el plumaje de un cuervo. -Te quedarás todo el tiempo que desees, hasta que todo se calme, si quieres serás otra de mis bailarinas mientras estés a mi lado. Pronto la compañía se marchará de aquí, nunca me quedo demasiado en un lugar fijo, y aquí se esta alargando mi estancia. Tendrás que cumplir ciertas reglas, eres la única que sabe “qué soy” realmente, el resto creen que soy tan humana como ellos y tú. Sabes mi secreto... Y nunca me pedirás la inmortalidad. Me prometí a mí misma que nunca crearía más vástagos. -Ligeramente movió su cabellos, y se levantó para comenzar a deshacerse de los lazos del corsé, así deshaciéndose de su vestido y desnudándose por completo. Tras ésto se puso una especie de pantalones anchos con una corta camisa. Después de cubrió con una bata decorada con motivos vegetales, de seda purpura. -Esto va a ser muy divertido.-Rió mientras se sentaba en un diván y comenzaba a peinar aquella cascada que cubría sus hombros. -Le he mandando una carta a Valder, sabrá donde estas, y con quién. Veremos cuanto tardará en venir, y si se arrastrará para que vuelvas con él, es demasiado orgulloso.
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Re: It's more than I can stand!
Mis ojos se habían vuelto pesados, quería cerrarlos y no volver a abrirlos por lo menos hasta sentirme mejor. Mi cuerpo se sentía agotado y tan solo deseaba recostarse sobre algo suave para poder descansar a gusto… me sentí fuera de mi misma, tan solo era un pedazo de carne lo que la mujer de ojos verde tomaba y yo estaba observando toda la escena sintiendo lástima de la estúpida y débil humana que yo era, Lucciano se había aprovechado de eso para tratarme de esa forma sin dejar defenderme.
De pronto algo volvió a unirme… aquella bailarina tan hermosa me había besado y yo no lo había esperado, un cosquilleo por los labios y un choque eléctrico casi invisible que recorrió rápidamente mi cuerpo hicieron que me recuperase rápidamente, en un parpadear de ojos parecía como si todo lo que había sucedido antes con Lucciano hubiera sido un invento de mi imaginación.
Me observé el brazo que ya no me dolía y mi cuerpo ya estaba recuperado, a excepción de la marca que me había dejado mi ahora rival en mi cuerpo estaba como nuevo, sin embargo mi corazón seguía algo quebrado.
-¿Miedo? No entiendo porque deba tenerlo… -contesté sin tragarme esas palabras mientras caminaba junto a ella. ¿Por qué aquel cruel ser sentiría miedo por alguien tan insignificante como me había demostrado que yo era para él? Nada de lo que me decía la mujer tenía sentido, nada de lo que me dijera era posible de que yo lo creyera.
Finalmente llegamos a un teatro el cual no estaba muy lejos del callejón. Mis ojos se iluminaron al verlo por dentro y apreciar cada uno de los detalles tallados en las columnas de aquel lugar, era sorprendente como desde una perspectiva el teatro parecía un simple lugar pequeño en el que tan solo pasaba mucha gente hablando o bailando entreteniendo a quien se sentaba en las butacas de enfrente, a pesar de que el teatro estaba vacío casi podía imaginar a todo ese público aplaudiendo. Por otro lado, el poder ver desde atrás de el escenario y ver tan de cerca a todas esas personas a las que les hablaba Lakme las cuales hacían que el teatro o el baile tomara vida parecía otra cosa aún más excitante y emocionante, un lugar donde últimamente había deseado estar.
Por un segundo olvide todo el mal rato y mis ojos brillaron al pensar que quizás en algún momento yo podría acompañarlos en sus ensayos y con un poco de suerte bailar frente al gran público del teatro algún día.
-Magnifico… -dije para mí misma al ver a todas esas personas calentando para sus ensayos.
Por un momento sentí un poco de envidia al ver cómo estaban estirando su cuerpo sin perder ni un poco la mitad de la belleza tan fina que poseían, mientras yo ahí estaba con la ropa rasgada y mi pálida cara manchada de melancolía.
Si unos días antes la mansión de Lucciano me había encantado, el simple camerino de Lakme entonces me había enamorado. Mis ojos se abrieron sorprendidos al ver aquel cuarto casi del mismo tamaño de la habitación en donde dormía yo en la mansión.
Entré lentamente observándolo todo con ganas de tocarlo mientras escuchaba a la bailarina, mas evitaba tomar aquellas prendas tan preciosas por temor a arruinarlas, todo aquello iba más allá de lo que mis sueños alguna vez hubieran imaginado.
“...si quieres serás otra de mis bailarinas mientras estés a mi lado” había dicho ella. Inmediatamente mi cara volteó ilusionada. Por supuesto que yo lo deseaba… mas no quería que con el tiempo mi cuerpo resintiera los bailes o mi belleza dejara de adornar los movimientos que tanto deseo tenía de interpretar. Quería ser como ella, una bailarina inmortal y bella… “Podría pedírselo…” pensé, hasta que la mujer habló como si estuviera leyendo mis pensamientos.
-¿Por qué no puedo pedírtelo? Te lo ruego, así no tendría ningún otro motivo para volver con Lucciano… podría acompañarte en tus bailes, podrías enseñarme Lakme. Piénsalo...
La mujer aún desnuda tenía un cuerpo más hermoso del que mostraba con los vestidos, estaba segura que en algún momento el vampiro no había desistido de aquellos encantos y la habría tomado. Al pensar en aquello y como seguramente había existido algo entre ambos vampiros, sentí una extraña presión en mi pecho.
-...no quiero volver, lo odio por haberse atrevido a tocarme cuando al salir del Burdel me había prometido no hacerlo. –mi tristeza quizás se habría ido, pero mi enojo parecía seguir intacto. Me voltee dándole la espalda a Lakme y caminando molesta en dirección hacia la cama. -...se aprovechó de sus poderes sobrehumanos para dejarme tirada, sabe que no tengo oportunidad sobre él por ser una simple humana, porque si no lo fuera yo no le tendría miedo. ¿Y sabes qué? ¡No le temo! –Jalé una almohada y la alcé contra mi pecho para apretarla fuertemente con mis brazos y sacar todo el enojo que sentía en ese momento. –Y pensar que llegué a creer en la posibilidad de que el podría querer-… -interrumpí mi propia frase antes de terminar mientras mis brazos se iban aflojando.
Aventé la almohada fuertemente contra el suelo al pensar nuevamente en la posibilidad de que alguien por mi se interesase, aquello era una tontería y en el fondo sabía que para mí eso no existía.
-…sé que no vendrá Lakme, llévame contigo.
De pronto algo volvió a unirme… aquella bailarina tan hermosa me había besado y yo no lo había esperado, un cosquilleo por los labios y un choque eléctrico casi invisible que recorrió rápidamente mi cuerpo hicieron que me recuperase rápidamente, en un parpadear de ojos parecía como si todo lo que había sucedido antes con Lucciano hubiera sido un invento de mi imaginación.
Me observé el brazo que ya no me dolía y mi cuerpo ya estaba recuperado, a excepción de la marca que me había dejado mi ahora rival en mi cuerpo estaba como nuevo, sin embargo mi corazón seguía algo quebrado.
-¿Miedo? No entiendo porque deba tenerlo… -contesté sin tragarme esas palabras mientras caminaba junto a ella. ¿Por qué aquel cruel ser sentiría miedo por alguien tan insignificante como me había demostrado que yo era para él? Nada de lo que me decía la mujer tenía sentido, nada de lo que me dijera era posible de que yo lo creyera.
Finalmente llegamos a un teatro el cual no estaba muy lejos del callejón. Mis ojos se iluminaron al verlo por dentro y apreciar cada uno de los detalles tallados en las columnas de aquel lugar, era sorprendente como desde una perspectiva el teatro parecía un simple lugar pequeño en el que tan solo pasaba mucha gente hablando o bailando entreteniendo a quien se sentaba en las butacas de enfrente, a pesar de que el teatro estaba vacío casi podía imaginar a todo ese público aplaudiendo. Por otro lado, el poder ver desde atrás de el escenario y ver tan de cerca a todas esas personas a las que les hablaba Lakme las cuales hacían que el teatro o el baile tomara vida parecía otra cosa aún más excitante y emocionante, un lugar donde últimamente había deseado estar.
Por un segundo olvide todo el mal rato y mis ojos brillaron al pensar que quizás en algún momento yo podría acompañarlos en sus ensayos y con un poco de suerte bailar frente al gran público del teatro algún día.
-Magnifico… -dije para mí misma al ver a todas esas personas calentando para sus ensayos.
Por un momento sentí un poco de envidia al ver cómo estaban estirando su cuerpo sin perder ni un poco la mitad de la belleza tan fina que poseían, mientras yo ahí estaba con la ropa rasgada y mi pálida cara manchada de melancolía.
Si unos días antes la mansión de Lucciano me había encantado, el simple camerino de Lakme entonces me había enamorado. Mis ojos se abrieron sorprendidos al ver aquel cuarto casi del mismo tamaño de la habitación en donde dormía yo en la mansión.
Entré lentamente observándolo todo con ganas de tocarlo mientras escuchaba a la bailarina, mas evitaba tomar aquellas prendas tan preciosas por temor a arruinarlas, todo aquello iba más allá de lo que mis sueños alguna vez hubieran imaginado.
“...si quieres serás otra de mis bailarinas mientras estés a mi lado” había dicho ella. Inmediatamente mi cara volteó ilusionada. Por supuesto que yo lo deseaba… mas no quería que con el tiempo mi cuerpo resintiera los bailes o mi belleza dejara de adornar los movimientos que tanto deseo tenía de interpretar. Quería ser como ella, una bailarina inmortal y bella… “Podría pedírselo…” pensé, hasta que la mujer habló como si estuviera leyendo mis pensamientos.
-¿Por qué no puedo pedírtelo? Te lo ruego, así no tendría ningún otro motivo para volver con Lucciano… podría acompañarte en tus bailes, podrías enseñarme Lakme. Piénsalo...
La mujer aún desnuda tenía un cuerpo más hermoso del que mostraba con los vestidos, estaba segura que en algún momento el vampiro no había desistido de aquellos encantos y la habría tomado. Al pensar en aquello y como seguramente había existido algo entre ambos vampiros, sentí una extraña presión en mi pecho.
-...no quiero volver, lo odio por haberse atrevido a tocarme cuando al salir del Burdel me había prometido no hacerlo. –mi tristeza quizás se habría ido, pero mi enojo parecía seguir intacto. Me voltee dándole la espalda a Lakme y caminando molesta en dirección hacia la cama. -...se aprovechó de sus poderes sobrehumanos para dejarme tirada, sabe que no tengo oportunidad sobre él por ser una simple humana, porque si no lo fuera yo no le tendría miedo. ¿Y sabes qué? ¡No le temo! –Jalé una almohada y la alcé contra mi pecho para apretarla fuertemente con mis brazos y sacar todo el enojo que sentía en ese momento. –Y pensar que llegué a creer en la posibilidad de que el podría querer-… -interrumpí mi propia frase antes de terminar mientras mis brazos se iban aflojando.
Aventé la almohada fuertemente contra el suelo al pensar nuevamente en la posibilidad de que alguien por mi se interesase, aquello era una tontería y en el fondo sabía que para mí eso no existía.
-…sé que no vendrá Lakme, llévame contigo.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: It's more than I can stand!
-Estas viva, no te ha matado. Es decir, tu vida tiene más valor para él de lo que crees. ¿Y el miedo? Me entere que atacaron uno de sus negocios al atardecer... Un aviso, una amenaza. Al no no encontrarte, es probable que temiese por tu vida, y el miedo le enfurece...
Lakme sabía más de lo que aparentaba, ¿cómo podía saber tanto? Tenia sus recursos, pero no recursos demasiado normales. Al fin y al cabo más que un simple vampiro, ella era algo más.
Había continuado peinando su largo cabello, contemplando su reflejo en el espejo cuando se detuvo y dejo lentamente éste mismo sobre el tocador.
-Nunca, no creo más inmortales. Ni regalo el poder de mi sangre. No habrá más monstruos, no deberíamos existir, no todos están preparados para esta vida, si se le puede llamar así. Mi único vástago vivo, es Valder, a él le concede el deseo de crear más, él suele reconocer quien esta preparado o no, si puedo evitar que otros lo hagan, los detengo. Vivimos una época en que la inmortalidad se concede muy adrede, no es merecida por todos. No deberíamos ser tantos...
La anciana se levanto de su sitio mientras la escuchaba y luego se sentó a su lado.
-Te llevaré conmigo. Te enseñaré todo lo que desees, pero nunca te daré la inmortalidad. Si la quieres solo podrás pedirsela a él. -Suspiró, mientras le ponía las manos sobre los hombros de ella, en silencio paso sus manos por los brazos de Lilith hasta romper el contacto. -Si no esta ya de camino, vendrá pronto, él te ha marcado y tú a él. Y no lo sabéis.
Se dejo caer sobre la cama estirando su cuerpo con movimiento felino, dejándole un hueco para que la imitará. Entre sus pensamientos río pícara.
-Y seguro que mezclastéis vuestros cuerpo, de eso no pongo duda, las pieles nunca olvidan. -Sus dedos se deslizaron por la espalda de Lilith, juguetones. Volvió a reír con una sonrisa que la hacía parecer más jovial, luego se puso más seria. -Pero nunca te contó la verdad, ni su historia... Ni su... Sacrificio.
Lakme sabía más de lo que aparentaba, ¿cómo podía saber tanto? Tenia sus recursos, pero no recursos demasiado normales. Al fin y al cabo más que un simple vampiro, ella era algo más.
Había continuado peinando su largo cabello, contemplando su reflejo en el espejo cuando se detuvo y dejo lentamente éste mismo sobre el tocador.
-Nunca, no creo más inmortales. Ni regalo el poder de mi sangre. No habrá más monstruos, no deberíamos existir, no todos están preparados para esta vida, si se le puede llamar así. Mi único vástago vivo, es Valder, a él le concede el deseo de crear más, él suele reconocer quien esta preparado o no, si puedo evitar que otros lo hagan, los detengo. Vivimos una época en que la inmortalidad se concede muy adrede, no es merecida por todos. No deberíamos ser tantos...
La anciana se levanto de su sitio mientras la escuchaba y luego se sentó a su lado.
-Te llevaré conmigo. Te enseñaré todo lo que desees, pero nunca te daré la inmortalidad. Si la quieres solo podrás pedirsela a él. -Suspiró, mientras le ponía las manos sobre los hombros de ella, en silencio paso sus manos por los brazos de Lilith hasta romper el contacto. -Si no esta ya de camino, vendrá pronto, él te ha marcado y tú a él. Y no lo sabéis.
Se dejo caer sobre la cama estirando su cuerpo con movimiento felino, dejándole un hueco para que la imitará. Entre sus pensamientos río pícara.
-Y seguro que mezclastéis vuestros cuerpo, de eso no pongo duda, las pieles nunca olvidan. -Sus dedos se deslizaron por la espalda de Lilith, juguetones. Volvió a reír con una sonrisa que la hacía parecer más jovial, luego se puso más seria. -Pero nunca te contó la verdad, ni su historia... Ni su... Sacrificio.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: It's more than I can stand!
Di media vuelta para escuchar como la mujer seguía justificando a Lucciano, sus palabras comenzaban a tener algo de lógica y deseaba que tuviera razón, pero mi orgullo no me dejaría perdonar a ese hombre por ahora.
-¿Por qué atacarían sus negocios? Nadie tiene oportunidad contra ese hombre... dudo mucho que Lucciano se quede de brazos cruzados. –a pesar de estar enojada por los golpes que el vampiro me había dado, me sentí algo curiosa por los enemigos que tenía el vampiro. De pronto desee que si llegaba a enfrentar a sus enemigos, aquellos no vivieran para contarlo porque si lo hacían... podrían volver a atacarlo y dañarlo.
Sentí el tacto de Lakme recorrer mis brazos y agradecí el que me hicieran olvidar la preocupación tan absurda que comenzaba a tener por los enemigos de su vástago. Tan suaves y sin una temperatura fija, ni tan cálida ni tan fría... sin duda ella había dominado muchas maneras de pasar desapercibida mientras que con Lucciano solamente pocas eran las veces que lo había sentido realmente como un humano.
Suspiré ante la idea que me planteaba ella, viajando por el mundo y aprendiendo de baile, siendo feliz sobre el escenario y seducir a la gente con movimientos hermosos, teniendo la atención de todos…
-…pero no quiero morir. –susurré contestando a mis propios pensamientos. No tenía alternativa y tendría que buscar otra ayuda para que me convirtiera en vampira, sin embargo no regresaría al burdel y Lucciano seguro ya no me querría al alcance de su vista. Yo no sabía si quería saber más de él…
-¿Yo… marcarlo a él? –pregunté sorprendida y algo incrédula mientras la vampira se tiraba a la cama. Me sonrojé un poco al escuchar la afirmación de ella tan segura de que nuestras pieles no se olvidarían, más para evitar que se diera cuenta acepté su invitación a la cama para acostarme a un lado de ella y tratar de cambiarle de tema. –No sé de lo que hablas, lo único común entre ese infeliz y yo es que nos odiamos. Está muy claro que estamos mejor solos, separados uno de otro. –afirmé ignorando sus risitas y sin prestar atención en los dedos que jugaban con mi espalda.
-Solo sé que cambió a su familia por todo lo que ahora tiene, perdió a su hijo en alguna batalla supongo y le faltó el respeto a su esposa. –mi voz sonada odiosa, la forma en la que los hombres trataban a sus esposas me parecía de lo más desagradable, como si tan solo la mujer fuera el trofeo hermoso y brillante que no debe salir nunca de casa para que no se maltrate mientras los hombres van en busca de otros trofeos más brillantes y grandes, así habían tratado a mi madre...
De pronto me sentí avergonzada ante mis palabras, pues estaba frente a la mujer que había matado al hombre para convertirlo en vampiro y que seguramente había sido la amante. -…lo siento, no es que tú seas la mala, solo que no soporto como algunas personas tratan a sus esposas. –di media vuelta en la cama para colocarme frente a frente a ella apoyando mi cabeza contra mi brazo. –Cualquier sacrificio no creo que haya sido tan difícil para él tomarlo, desde antes de ser un vampiro seguro Lucciano ya era aborrecible…
-¿Por qué atacarían sus negocios? Nadie tiene oportunidad contra ese hombre... dudo mucho que Lucciano se quede de brazos cruzados. –a pesar de estar enojada por los golpes que el vampiro me había dado, me sentí algo curiosa por los enemigos que tenía el vampiro. De pronto desee que si llegaba a enfrentar a sus enemigos, aquellos no vivieran para contarlo porque si lo hacían... podrían volver a atacarlo y dañarlo.
Sentí el tacto de Lakme recorrer mis brazos y agradecí el que me hicieran olvidar la preocupación tan absurda que comenzaba a tener por los enemigos de su vástago. Tan suaves y sin una temperatura fija, ni tan cálida ni tan fría... sin duda ella había dominado muchas maneras de pasar desapercibida mientras que con Lucciano solamente pocas eran las veces que lo había sentido realmente como un humano.
Suspiré ante la idea que me planteaba ella, viajando por el mundo y aprendiendo de baile, siendo feliz sobre el escenario y seducir a la gente con movimientos hermosos, teniendo la atención de todos…
-…pero no quiero morir. –susurré contestando a mis propios pensamientos. No tenía alternativa y tendría que buscar otra ayuda para que me convirtiera en vampira, sin embargo no regresaría al burdel y Lucciano seguro ya no me querría al alcance de su vista. Yo no sabía si quería saber más de él…
-¿Yo… marcarlo a él? –pregunté sorprendida y algo incrédula mientras la vampira se tiraba a la cama. Me sonrojé un poco al escuchar la afirmación de ella tan segura de que nuestras pieles no se olvidarían, más para evitar que se diera cuenta acepté su invitación a la cama para acostarme a un lado de ella y tratar de cambiarle de tema. –No sé de lo que hablas, lo único común entre ese infeliz y yo es que nos odiamos. Está muy claro que estamos mejor solos, separados uno de otro. –afirmé ignorando sus risitas y sin prestar atención en los dedos que jugaban con mi espalda.
-Solo sé que cambió a su familia por todo lo que ahora tiene, perdió a su hijo en alguna batalla supongo y le faltó el respeto a su esposa. –mi voz sonada odiosa, la forma en la que los hombres trataban a sus esposas me parecía de lo más desagradable, como si tan solo la mujer fuera el trofeo hermoso y brillante que no debe salir nunca de casa para que no se maltrate mientras los hombres van en busca de otros trofeos más brillantes y grandes, así habían tratado a mi madre...
De pronto me sentí avergonzada ante mis palabras, pues estaba frente a la mujer que había matado al hombre para convertirlo en vampiro y que seguramente había sido la amante. -…lo siento, no es que tú seas la mala, solo que no soporto como algunas personas tratan a sus esposas. –di media vuelta en la cama para colocarme frente a frente a ella apoyando mi cabeza contra mi brazo. –Cualquier sacrificio no creo que haya sido tan difícil para él tomarlo, desde antes de ser un vampiro seguro Lucciano ya era aborrecible…
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: It's more than I can stand!
-Mientras más siglos sumamos, más enemigos acumulamos... Aunque él por su parte tiene enemigos naturales. Hay cuestiones que siguen abiertas incluso pasado los siglos. Yo también mis enemigos... O quienes desean atraparme, pero eso es otra historia y bien larga...
Suspiro elevando su pecho levemente, y mientras se giraba mirando el techo.
La que ahora se hacía llamar Lakme la escuchaba con atención, sus labios se curvaron, conocía demasiado a su vástago para saber que en su cabeza tenía que haber algo más con respecto a aquella chica, ya que había conseguido alterar sus templanza y frialdad haciendo que perdiera por un momento su cordura, sacando su lado violento, y todo ello... Sin matarla.
Luego siguió escuchando sus palabras, por una parte le daba la razón por otra se veía clara su ignorancia ante la historia de Lucciano.
-No te preocupes, sé a lo que te refieres y, buena, digamos que tan poco es que sea santa. -Ella se giro hacia ella para mirarla a los ojos directamente, aquellos ojos verde que tenían algo extraño y profundo en su mirada de anciana. Su actitud alegre y apacible cambio a una seriedad. -Te contaré una historia y comprenderás. -Se silencio, giro su cuerpo mientras tomaba la mano de Lilith y alzo su brazo junto al de ella mientras miraba el techo, sus dedos jugaban con la palma de la mano, con sus lineas como si leyera en ellas. -Lucciano como lo conoces, Valder como le puso su madre, Lucio como fue demasiados años y como le llamaba su padre.
Nosotros nacimos en un tiempo muy distinto a éste, un mundo antiguo arcaico, y yo nací en un mundo mucho más antiguo que el de Valder. Él nació como el hijo bastardo de un general romano, nació en tierras extrañas y salvajes, su madre era una "salvaje"; y en toda su vida fue un extranjero para el pueblo de su madre y para los de su padre, pero supo sobrevivir. Él se crió entre soldados, se crió en la violencia y cuando llego a la civilización, descubrió un mundo distinto: política, sociedad, intrigas, enemigos, y una boda temprana.
Su padre pertenecía a una sociedad secreta, él formo parte de ella y como toda sociedad secreta tiene sus antagonistas, que hoy en día siguen con vida como: inquisidores. Una obligación ante una sociedad y una familia, un primer hijo muy deseado de una esposa que no amaba, pero que quería desde niños.
Luego vino las guerras, y los años lejanos, el regreso y un segundo embarazo, y una hija que nunca le perteneció, pero él quería a su esposa, y la crió como si fuese suya. Luego vino él último, y las intrigas se intensificaron, y un atentado le dejo tuerto y agrio su carácter, y él se marcho lejos a la guerra con su hijo, ahí es cuando nuestros caminos se cruzaron.
>>En esa época solo había conseguido que un vástago de los muchos intentos sobrevivieran, nunca tuve Hacedor que me enseñará, nunca supe lo que era ni como se hacía, cree uno y vivió breve. Cuando conocí a Valder, vi en el perfecto inmortal, tenía todas las cualidades, y algún día comprenderás el por qué, si llegas a compartir esto que tenemos. Él era insaciable, se aferraba la vida con tal ímpetu... No niego que llegamos a ser amantes por mucho tiempo, yo le enseñe lo que sabía y le prometí la inmortalidad, pero vi algo en su futuro, tuve una "visión".
"Una vida por la de miles...". -Se silencio, soltando la mano de Lilith, al contarle eso le estaba revelando que ella era más que un simple vampiro, algo más había en aquella mujer. -Valder iba a morir pronto por culpa de ese ojo que le faltaba, el futuro de la sociedad secreta a la que pertenecía y su familia pendía de un hilo ante sus enemigos... Vi en su futuro que la persona a la que más amaba sería la causa de demasiadas muertes, puede que de un modo intencionado o puede que indirectamente. Le dí una condición para concederle la inmortalidad, la vida de su hijo, el ser más amado, la causa de miles de muertes... "Una vida por la de miles...".
>>Le costó demasiado decidirse, muchas noches en vela, muchos arranques de violencia... y el sacrificio fue hecho, y él resucito de entre los muertos y no solo cambio su condición a la inmortalidad, también fue marcado para siempre.
>>Regresamos, y a unos pocos de los suyos le revelo nuestro secreto, así se convirtió en el protector de su sociedad, su arma secreta ante sus enemigos, y nunca se separó de su familia. Cuido de sus nietos, de sus bisnietos y de todos los que vinieron... Familia. Yo perdí la mía, y él la tenía... Fueron años apacibles, y él consiguió todo ello por un único sacrificio, por una vida...
>>Hace poco pude saber, que estuvo encerrado demasiado tiempo en un ataúd de plata, la plata no me permitía encontrarle ni localizarle. Tampoco he tenido la intención directa de buscarle, no puedo permanecer mucho tiempo en los lugares, es "complicado de explicar".
Al parecer alguien de su familia lo traicionó, al parecer se volvió a enamorar y le costo una cárcel de plata...
Tenemos demasiados siglos a nuestras espaldas, a pesar de todos tenemos esencia humana, evolucionamos y somos consecuencias de lo que vivimos... Él vendrá a buscarte, y probablemente éste en camino.
Suspiro elevando su pecho levemente, y mientras se giraba mirando el techo.
La que ahora se hacía llamar Lakme la escuchaba con atención, sus labios se curvaron, conocía demasiado a su vástago para saber que en su cabeza tenía que haber algo más con respecto a aquella chica, ya que había conseguido alterar sus templanza y frialdad haciendo que perdiera por un momento su cordura, sacando su lado violento, y todo ello... Sin matarla.
Luego siguió escuchando sus palabras, por una parte le daba la razón por otra se veía clara su ignorancia ante la historia de Lucciano.
-No te preocupes, sé a lo que te refieres y, buena, digamos que tan poco es que sea santa. -Ella se giro hacia ella para mirarla a los ojos directamente, aquellos ojos verde que tenían algo extraño y profundo en su mirada de anciana. Su actitud alegre y apacible cambio a una seriedad. -Te contaré una historia y comprenderás. -Se silencio, giro su cuerpo mientras tomaba la mano de Lilith y alzo su brazo junto al de ella mientras miraba el techo, sus dedos jugaban con la palma de la mano, con sus lineas como si leyera en ellas. -Lucciano como lo conoces, Valder como le puso su madre, Lucio como fue demasiados años y como le llamaba su padre.
Nosotros nacimos en un tiempo muy distinto a éste, un mundo antiguo arcaico, y yo nací en un mundo mucho más antiguo que el de Valder. Él nació como el hijo bastardo de un general romano, nació en tierras extrañas y salvajes, su madre era una "salvaje"; y en toda su vida fue un extranjero para el pueblo de su madre y para los de su padre, pero supo sobrevivir. Él se crió entre soldados, se crió en la violencia y cuando llego a la civilización, descubrió un mundo distinto: política, sociedad, intrigas, enemigos, y una boda temprana.
Su padre pertenecía a una sociedad secreta, él formo parte de ella y como toda sociedad secreta tiene sus antagonistas, que hoy en día siguen con vida como: inquisidores. Una obligación ante una sociedad y una familia, un primer hijo muy deseado de una esposa que no amaba, pero que quería desde niños.
Luego vino las guerras, y los años lejanos, el regreso y un segundo embarazo, y una hija que nunca le perteneció, pero él quería a su esposa, y la crió como si fuese suya. Luego vino él último, y las intrigas se intensificaron, y un atentado le dejo tuerto y agrio su carácter, y él se marcho lejos a la guerra con su hijo, ahí es cuando nuestros caminos se cruzaron.
>>En esa época solo había conseguido que un vástago de los muchos intentos sobrevivieran, nunca tuve Hacedor que me enseñará, nunca supe lo que era ni como se hacía, cree uno y vivió breve. Cuando conocí a Valder, vi en el perfecto inmortal, tenía todas las cualidades, y algún día comprenderás el por qué, si llegas a compartir esto que tenemos. Él era insaciable, se aferraba la vida con tal ímpetu... No niego que llegamos a ser amantes por mucho tiempo, yo le enseñe lo que sabía y le prometí la inmortalidad, pero vi algo en su futuro, tuve una "visión".
"Una vida por la de miles...". -Se silencio, soltando la mano de Lilith, al contarle eso le estaba revelando que ella era más que un simple vampiro, algo más había en aquella mujer. -Valder iba a morir pronto por culpa de ese ojo que le faltaba, el futuro de la sociedad secreta a la que pertenecía y su familia pendía de un hilo ante sus enemigos... Vi en su futuro que la persona a la que más amaba sería la causa de demasiadas muertes, puede que de un modo intencionado o puede que indirectamente. Le dí una condición para concederle la inmortalidad, la vida de su hijo, el ser más amado, la causa de miles de muertes... "Una vida por la de miles...".
>>Le costó demasiado decidirse, muchas noches en vela, muchos arranques de violencia... y el sacrificio fue hecho, y él resucito de entre los muertos y no solo cambio su condición a la inmortalidad, también fue marcado para siempre.
>>Regresamos, y a unos pocos de los suyos le revelo nuestro secreto, así se convirtió en el protector de su sociedad, su arma secreta ante sus enemigos, y nunca se separó de su familia. Cuido de sus nietos, de sus bisnietos y de todos los que vinieron... Familia. Yo perdí la mía, y él la tenía... Fueron años apacibles, y él consiguió todo ello por un único sacrificio, por una vida...
>>Hace poco pude saber, que estuvo encerrado demasiado tiempo en un ataúd de plata, la plata no me permitía encontrarle ni localizarle. Tampoco he tenido la intención directa de buscarle, no puedo permanecer mucho tiempo en los lugares, es "complicado de explicar".
Al parecer alguien de su familia lo traicionó, al parecer se volvió a enamorar y le costo una cárcel de plata...
Tenemos demasiados siglos a nuestras espaldas, a pesar de todos tenemos esencia humana, evolucionamos y somos consecuencias de lo que vivimos... Él vendrá a buscarte, y probablemente éste en camino.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: It's more than I can stand!
Dejé que la chica jugara con mi mano mientras me contaba la historia de Lucciano sin sentirme sorprendida, a juzgar por el carácter que tenía ya imaginaba desde hace tiempo que había vivido en los días más violentos del pasado.
-Curioso… él ha hecho una promesa similar conmigo, pero ahora dudo que enserio me de la inmortalidad. –hablé en voz baja al analizar las palabras de Lakme sobre el día en que se conocieron.
Me acomodé mejor sin dejarle de ver a los ojos, quería estar segura de que todo aquello que me contaba sería verdadero así al más mínimo movimiento sospechoso en su verdosa mirada sabría que me estaría mintiendo. Sin embargo por mas que lo esperaba parecía que el momento de la mentira nunca llegaba.
-¿La vida de su propio hijo? –el aire parecía escasearse por un segundo y desee que la vampiresa estuviera mintiendo o quizás exagerando, aquella historia sonaba tan increíble y maléfica. ¿Cómo sería capaz un padre de matar a su propio hijo? –Al final el vampiro resultó ser un ser muy apegado a su familia… vaya. –suspiré luego de imaginarme a ese hombre de una manera tan diferente a la que yo conocía, cuidando de sus nietos, bisnietos y del resto de la familia que le quedaba gracias a que había sido capaz de haber sacrificado tan solo una vida, la de su propia sangre.
Lakme había terminado de hablar sin dar muchas explicaciones, toda esa historia parecía haberla resumido para no demorarse en detalles con el único fin de hacerme entender lo que había pasado, pero su afirmación al finalizar me hizo sentirme insegura de mi misma.
-Le mandaste la carta. –Dije mientras me levantaba de la cama de un solo salto y me alejaba de ella. -Yo… no quiero verlo… -añadí sin creer en mis propias palabras.
Toda esa historia había hecho que se mezclaran las cosas en mi cabeza.
Por un lado me hacía entender la actitud de Lucciano y el porqué era tan desconfiado, al ser traicionado por su propia familia ante la inquisición debía haber sido uno de los peores tormentos en su vida, no solo por aquellos años encerrado si no por el acto que había cometido uno de sus seres más amados. Por otro lado en mi mente no dejaba de pensar en el hecho de que si él quisiera ya me hubiese matado, ¿Por qué querría conservarme con vida en ese caso?
Entre mas intentaba ordenar las ideas de mi cabeza me iba sintiendo todavía mas confundida, no podía si quiera saber si sería capaz de perdonar a alguien a quien pensaba que solo me quería tener como su trofeo de la suerte, seguro me querría tener encerrada como lo habían hecho con mi madre, yo era un ser libre y no quería ser el adorno de nadie. También pensé que quizá me usaría solo para beber mi sangre cuando se le antojara, ¿Para qué otra cosa si no era eso?
En mi cabeza retumbaba también lo que me había confesado la chica “A pesar de todo tenemos esencia humana”, quizás y del todo no me había equivocado… Había sido capaz de ver al humano y darme cuenta de que Lucciano no era tan malo después de todo, el miedo a perderme lo había hecho perder el control y por eso mismo se había alejado por temor a hacerme más daño.
La confusión aumentaba, mi mente se sintió dividida entre mis sentimientos y mi orgullo, quería creer todo aquello pero otra parte de mi aún se sentía ofendida.
-Cállate, no quiero saber. ¿Por qué me cuentas todo esto? -Caminé lentamente de espaldas en dirección a la puerta, no necesitaba escucharla más, tan solo ayudaba a que mi mente se desorientara.
-Curioso… él ha hecho una promesa similar conmigo, pero ahora dudo que enserio me de la inmortalidad. –hablé en voz baja al analizar las palabras de Lakme sobre el día en que se conocieron.
Me acomodé mejor sin dejarle de ver a los ojos, quería estar segura de que todo aquello que me contaba sería verdadero así al más mínimo movimiento sospechoso en su verdosa mirada sabría que me estaría mintiendo. Sin embargo por mas que lo esperaba parecía que el momento de la mentira nunca llegaba.
-¿La vida de su propio hijo? –el aire parecía escasearse por un segundo y desee que la vampiresa estuviera mintiendo o quizás exagerando, aquella historia sonaba tan increíble y maléfica. ¿Cómo sería capaz un padre de matar a su propio hijo? –Al final el vampiro resultó ser un ser muy apegado a su familia… vaya. –suspiré luego de imaginarme a ese hombre de una manera tan diferente a la que yo conocía, cuidando de sus nietos, bisnietos y del resto de la familia que le quedaba gracias a que había sido capaz de haber sacrificado tan solo una vida, la de su propia sangre.
Lakme había terminado de hablar sin dar muchas explicaciones, toda esa historia parecía haberla resumido para no demorarse en detalles con el único fin de hacerme entender lo que había pasado, pero su afirmación al finalizar me hizo sentirme insegura de mi misma.
-Le mandaste la carta. –Dije mientras me levantaba de la cama de un solo salto y me alejaba de ella. -Yo… no quiero verlo… -añadí sin creer en mis propias palabras.
Toda esa historia había hecho que se mezclaran las cosas en mi cabeza.
Por un lado me hacía entender la actitud de Lucciano y el porqué era tan desconfiado, al ser traicionado por su propia familia ante la inquisición debía haber sido uno de los peores tormentos en su vida, no solo por aquellos años encerrado si no por el acto que había cometido uno de sus seres más amados. Por otro lado en mi mente no dejaba de pensar en el hecho de que si él quisiera ya me hubiese matado, ¿Por qué querría conservarme con vida en ese caso?
Entre mas intentaba ordenar las ideas de mi cabeza me iba sintiendo todavía mas confundida, no podía si quiera saber si sería capaz de perdonar a alguien a quien pensaba que solo me quería tener como su trofeo de la suerte, seguro me querría tener encerrada como lo habían hecho con mi madre, yo era un ser libre y no quería ser el adorno de nadie. También pensé que quizá me usaría solo para beber mi sangre cuando se le antojara, ¿Para qué otra cosa si no era eso?
En mi cabeza retumbaba también lo que me había confesado la chica “A pesar de todo tenemos esencia humana”, quizás y del todo no me había equivocado… Había sido capaz de ver al humano y darme cuenta de que Lucciano no era tan malo después de todo, el miedo a perderme lo había hecho perder el control y por eso mismo se había alejado por temor a hacerme más daño.
La confusión aumentaba, mi mente se sintió dividida entre mis sentimientos y mi orgullo, quería creer todo aquello pero otra parte de mi aún se sentía ofendida.
-Cállate, no quiero saber. ¿Por qué me cuentas todo esto? -Caminé lentamente de espaldas en dirección a la puerta, no necesitaba escucharla más, tan solo ayudaba a que mi mente se desorientara.
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Re: It's more than I can stand!
-Ya lo dicen... Las apariencias engañan. -Dijo como si nada mientras se incorporaba y sentada sobre la cama sus ojos verdes la seguía. -Tus ojos tenían demasiadas preguntas, yo solo he intentado contestarlas lo mejor que he podido, ahora te toca a ti decidir que hacer con ellas. Si creerlas o no, y como tomartelas. Tu eres la única que debe decidir sobre tu vida, tienes varias ofertas que te digo que no están cerradas... Y dudo que la suya haya decaído.
Lakme se levanto de la cama y camino hacia las ropas colgadas y las acaricio, mientras sobre el asiento al lado del tocador dejaba la bata de seda purpura. Fuera llevaba rato sonando la música, una melodía en particular hizo que esta se apresurará.
-Lavate, ponte ropa cómoda y luego si deseas, descansa y duerme, o puedes sentarte en una de las butacas para ver el ensayo. Yo ahora debo de atender mis obligaciones, me va tocando mi parte de la actuación.
Tras decir esto la dejo sola en el camerino para reunirse en el escenario con los bailarines.
Al principio daba pautas mientras se paseaban entre ellos al ritmo de aquella musical de tierras lejanas, extraña para oído extranjeros. De vez en cuando alguna parada y una corrección de pasos o postura. Luego le toco el turno de ensayar ella en solitario...
De repente todo el mundo calló, situada en su postura inicial, con aquellas ropas curiosas pero cómodas, y mostrando partes de su cuerpo, que en aquella época llamaba bien la atención, y era visto como impúdico. Sus brazos comenzaba a ondearse, al igual que su cintura y caderas una manera sensual, movida con aquella música, como si fuese una serpiente, la cual dejaba, un extraño hechizo sobrenatural, que encandilaba a cualquiera.
Sus ojos seductores eran ajenos a aquellos que le rodeaban, Lakme bailaba para sí más que para ellos. Su cuerpo parecía estar fusionada con aquella música que al principio era movida por el ritmo de alguna clase de reloj pero que más tarde se volvía extasiada y frenética, al igual que los movimientos y las ondulaciones más violentas; su cabello negro seguía el ritmo de los darbukas salvajes... Aquel tipo de danzas tribales, era una reminiscencia de su anterior vida, de su vida en los templos cuando aun era humana y bailaba para la Diosa, prácticamente desnuda bajo el abrasador sol del desierto; aun recordaba la piel quemada y dolorosa, el sudor brillante en su piel y la musculatura cansada después de tanto tiempo sin detener el rito; merecía la pena, ella amaba a la Diosa y la Diosa le había dado "la gracia" para poder ver... Otra época, en la que tan solo era una niña inocente que creía en el cuento de los antiguos, una época en la aun no había sido devorada por la oscuridad...
El mundo era bien distinto, y ella había cambiado con él.
Terminada la danza hipnótica mientras su cuerpo se deja caer desfallecida como parte del espectáculo y como so hubiese finalizado su trance, al alzar su cabeza hacia las butacas pudo verlo.
Lakme se levanto de la cama y camino hacia las ropas colgadas y las acaricio, mientras sobre el asiento al lado del tocador dejaba la bata de seda purpura. Fuera llevaba rato sonando la música, una melodía en particular hizo que esta se apresurará.
-Lavate, ponte ropa cómoda y luego si deseas, descansa y duerme, o puedes sentarte en una de las butacas para ver el ensayo. Yo ahora debo de atender mis obligaciones, me va tocando mi parte de la actuación.
Tras decir esto la dejo sola en el camerino para reunirse en el escenario con los bailarines.
Al principio daba pautas mientras se paseaban entre ellos al ritmo de aquella musical de tierras lejanas, extraña para oído extranjeros. De vez en cuando alguna parada y una corrección de pasos o postura. Luego le toco el turno de ensayar ella en solitario...
De repente todo el mundo calló, situada en su postura inicial, con aquellas ropas curiosas pero cómodas, y mostrando partes de su cuerpo, que en aquella época llamaba bien la atención, y era visto como impúdico. Sus brazos comenzaba a ondearse, al igual que su cintura y caderas una manera sensual, movida con aquella música, como si fuese una serpiente, la cual dejaba, un extraño hechizo sobrenatural, que encandilaba a cualquiera.
Sus ojos seductores eran ajenos a aquellos que le rodeaban, Lakme bailaba para sí más que para ellos. Su cuerpo parecía estar fusionada con aquella música que al principio era movida por el ritmo de alguna clase de reloj pero que más tarde se volvía extasiada y frenética, al igual que los movimientos y las ondulaciones más violentas; su cabello negro seguía el ritmo de los darbukas salvajes... Aquel tipo de danzas tribales, era una reminiscencia de su anterior vida, de su vida en los templos cuando aun era humana y bailaba para la Diosa, prácticamente desnuda bajo el abrasador sol del desierto; aun recordaba la piel quemada y dolorosa, el sudor brillante en su piel y la musculatura cansada después de tanto tiempo sin detener el rito; merecía la pena, ella amaba a la Diosa y la Diosa le había dado "la gracia" para poder ver... Otra época, en la que tan solo era una niña inocente que creía en el cuento de los antiguos, una época en la aun no había sido devorada por la oscuridad...
El mundo era bien distinto, y ella había cambiado con él.
Terminada la danza hipnótica mientras su cuerpo se deja caer desfallecida como parte del espectáculo y como so hubiese finalizado su trance, al alzar su cabeza hacia las butacas pudo verlo.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: It's more than I can stand!
Había camino durante demasiado tiempo por aquella calles oscuras y frías, sintiendo el atenuando dolor que como agujas se le clavaban en la cabeza a causa del ojo que le faltaba.
No se hizo el exquisito a la hora de tomar a la primera víctima desampara que por la calle en soledad se topo con el depredador. Sin un ojo menos, el hombre, cadáver cayó al suelo y llegando a casa Lucciano se froto su nuevo ojo.
Mientras terminaba de asearse eliminando toda sangre y colocándose nuevas ropas un pensamiento se repetía en su mente, el arrepentimiento por haberse dejado llevar tan violentamente por sus emociones, por haber respondido por ello de esa manera. Había dejado que su mente se nublara por el miedo y la ira, no tenía que haberse precipitado, y ahora la había dejado allí tirada en el suelo, sin saber si esta vez la perdería a causa de que ella lo odiase, pensamiento natural o alguno de sus enemigos ya la hubiese encontrado antes.
Arrepentimiento, ¿qué sentimiento más curioso dentro de un se sin sentimientos? Odiaba aquello, odiaba no poder controlar la situación y que ella le confundiese tanto. No iba a volver a caer en ese juego, no estaba dispuesto, la última vez que se dejo llevar por las emociones venidas por una mujer había terminado siendo traicionado y encerrado en una tumba de plata durante demasiado tiempo.
Pero, ¿y si le había pasado algo? Bastante daño el mismo le había causado, sacando esa parte tan animal de él. Aun le costaba acostumbrarse a "aquella sociedad tan relativamente civilizada" comparada con la que él había vivido.
De nuevo las dudas, el orgullo que le decían que ella debía de aprender la lección, pero otra vez la contradicción, la culpa...
"Voy a ir a buscarla..." Se dijo tomando su chaqueta y dirigiendose a la puerta, justo antes uno de sus esclavos le detuvo dándole un sobre.
No había pasado pocos minutos desde que aun estaba leyendo el sobre, el cual reconoció su dueña a causa de aquel perfume. Un escalo frío habia pasado por su espalda en ese momento, había pasado demasiados siglos desde que la vio por última vez, y ahora estaba allí sentado en una de las butacas traseras de aquel teatro donde se había colado mirandola desde su escondite en aquel ensayo, sintiendo aquella fascinación que solo ella conseguía crear en él, aquel fuego y deseo que ella con su encanto creaba.
Como una nube, intento borrar aquel sentimiento, ¿había venido para reencontrarse con su Hacedora y con suerte compartir el lecho con ella? ¿O a intentar enmendar el daño que le había hecho Lilith y con suerte hacerla volver con él de vuelta? Tenía que centrar sus ideas y objeto.
La música se detuvo y en el silencio el aplaudió anunciando su presencia.
No se hizo el exquisito a la hora de tomar a la primera víctima desampara que por la calle en soledad se topo con el depredador. Sin un ojo menos, el hombre, cadáver cayó al suelo y llegando a casa Lucciano se froto su nuevo ojo.
Mientras terminaba de asearse eliminando toda sangre y colocándose nuevas ropas un pensamiento se repetía en su mente, el arrepentimiento por haberse dejado llevar tan violentamente por sus emociones, por haber respondido por ello de esa manera. Había dejado que su mente se nublara por el miedo y la ira, no tenía que haberse precipitado, y ahora la había dejado allí tirada en el suelo, sin saber si esta vez la perdería a causa de que ella lo odiase, pensamiento natural o alguno de sus enemigos ya la hubiese encontrado antes.
Arrepentimiento, ¿qué sentimiento más curioso dentro de un se sin sentimientos? Odiaba aquello, odiaba no poder controlar la situación y que ella le confundiese tanto. No iba a volver a caer en ese juego, no estaba dispuesto, la última vez que se dejo llevar por las emociones venidas por una mujer había terminado siendo traicionado y encerrado en una tumba de plata durante demasiado tiempo.
Pero, ¿y si le había pasado algo? Bastante daño el mismo le había causado, sacando esa parte tan animal de él. Aun le costaba acostumbrarse a "aquella sociedad tan relativamente civilizada" comparada con la que él había vivido.
De nuevo las dudas, el orgullo que le decían que ella debía de aprender la lección, pero otra vez la contradicción, la culpa...
"Voy a ir a buscarla..." Se dijo tomando su chaqueta y dirigiendose a la puerta, justo antes uno de sus esclavos le detuvo dándole un sobre.
No había pasado pocos minutos desde que aun estaba leyendo el sobre, el cual reconoció su dueña a causa de aquel perfume. Un escalo frío habia pasado por su espalda en ese momento, había pasado demasiados siglos desde que la vio por última vez, y ahora estaba allí sentado en una de las butacas traseras de aquel teatro donde se había colado mirandola desde su escondite en aquel ensayo, sintiendo aquella fascinación que solo ella conseguía crear en él, aquel fuego y deseo que ella con su encanto creaba.
Como una nube, intento borrar aquel sentimiento, ¿había venido para reencontrarse con su Hacedora y con suerte compartir el lecho con ella? ¿O a intentar enmendar el daño que le había hecho Lilith y con suerte hacerla volver con él de vuelta? Tenía que centrar sus ideas y objeto.
La música se detuvo y en el silencio el aplaudió anunciando su presencia.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: It's more than I can stand!
Lakme salió dejándome abandonada en ese cuarto, si bien era cierto que yo tenía muchas dudas acerca de Lucciano, pero después de lo del callejón ya no me interesaba saberlo. ¿Por qué me lo había contado todo? Mi corazón tan solo hacía que palpitara fuerte y mi cabeza se volviera aún mas confusa. ¿Debería de haber entendido aquellos golpes?
-No Lilith, nadie puede volver a tratarte de esa forma, ya no eres una niña pequeña e indefensa… -dije para mi sola dudando de mis propias palabras. Esa frase podía haber sonado tan sencilla hace unos meses cuando aún no había confirmado la existencia de los inmortales pero, ahora mis palabras ya no tenían sentido.
¿Realmente ya no era como una niña indefensa? Yo no tenía oportunidad con los vampiros, nunca ganaría a menos que yo me convirtiese en uno de ellos… Y Lucciano parecía ser la única persona que podría otorgarme el regalo.
Me desvestí de camino al baño y decidí darme una ducha rápidamente, los jabones relajantes y entre otros polvos y lociones invadían el baño y por un momento me vi tentada a usarlos, pero sabía que tenía que tomar una decisión pronto antes de que Lucciano llegara y en caso de no querer regresar salir huyendo de ese lugar por lo menos en lo que el vampiro se retiraba.
Tan solo lavé mi cabello y dejé que las gotas de agua jugaran sobre mi cuerpo antes de salir y dirigirme hacia los vestidos de la bailarina. Todos eran bellos y muy brillantes, como si con cada uno quisiera atraer las vistas de todos y muy pocos eran los que se mostraban discretos. Tomé un vestido largo de color rojo obscuro para no resaltar tanto en la noche, la parte de arriba era similar a un corsé como los que tanto me gustaba usar y parecía tejido con un elegante hilo. La falda era tan larga que era capas de cubrirme las piernas, algo ideal para cubrir aquella marca hecha con el metal de Lucciano.
Aproveché los ensayos para poder huir del teatro sin ser vista por alguno de los bailarines de Lakme pero en mi camino forzosamente parecía que tenía que pasar detrás del escenario. Di pasos rápidos cruzando el gran escenario por detrás del telón sin detenerme en mi paso, pero el sonido que acompañaba el baile de Lakme parecía llamarme obligándome a verla ejecutar su baile.
Los pasos que daba se asimilaban mucho a lo que yo hacía en el burdel cuando armaba mis propias coreografías, lo único bueno de ese lugar había sido que al ser un lugar poco decente era perfecto para poder expresarme con todo mi cuerpo sin temor a que juzgaran mis movimientos.
Una vez más tuve algo de envidia ver a aquella mujer de ojos verdes moverse sin importarle las miradas de nadie y lo mejor era que ella no había necesitado de un lugar tan sucio como en el que yo había estado para moverse de aquella forma, suspiré al verla y una vez mas deseé ser como ella.
Escondida aún entre las cortinas del telón quise observar bien todo el lugar que Lakme adornaba con sus brazos y las magníficas poses que hacía con su cuerpo, así fue como mis ojos se cruzaron con los de el vampiro el cual mi presencia parecía no haber notado.
-Me vino a buscar… -susurré en voz baja mientras mi corazón parecía palpitar fuertemente. Todo se sentía diferente ahora, la mujer había tenido razón y tal vez lo único que había pasado era que había temido a perderme y reaccionó de manera errónea. “Quizás el también quiera perdonarme por haberme ido sin avisarle…” pensé mientras una leve sonrisa se dibujaba en mis labios e imaginaba como todo podría volver a la normalidad como era antes. Volvería a las tenebrosas pero fructíferas lecciones, me enseñaría a cazar a los mejores humanos para cuando él decidiera convertirme y si tenía suerte quizás las cosas esta vez serían mejores al conocer ahora su vida… “Volvería a ver ese lado humano y agradable de Lucciano…” un leve sentir cálido se posó sobre mis mejillas al pensar lo último mientras mi mano apretaba el frasco que llevaba colgando en mi cuello, quizás perdonarlo no era tan malo…
Pero así de rápido como habían llegado esos extraños sentimentalismos a mi corazón, así se fueron desvaneciendo al notar que el vampiro al reencontrarse con aquel viejo amor ni mi presencia había notado. Haciendo coro con los aplausos de Lucciano, mi mano tiró de aquella cadena para soltármela del cuello y tirarla al suelo. “No soy yo a la que busca…” pensé al mismo tiempo en que el frasco hechizado caía silenciosamente sobre la madera del suelo del escenario.
–Entiende Lilith… ¿Por qué deberías de importarle de todas formas? –terminé de cruzar el escenario por detrás de los grandes telones tratando de ignorar los celos que estaba sintiendo y así fue como logré llegar a la puerta trasera del teatro para cruzarla y retirarme de el teatro.
-No Lilith, nadie puede volver a tratarte de esa forma, ya no eres una niña pequeña e indefensa… -dije para mi sola dudando de mis propias palabras. Esa frase podía haber sonado tan sencilla hace unos meses cuando aún no había confirmado la existencia de los inmortales pero, ahora mis palabras ya no tenían sentido.
¿Realmente ya no era como una niña indefensa? Yo no tenía oportunidad con los vampiros, nunca ganaría a menos que yo me convirtiese en uno de ellos… Y Lucciano parecía ser la única persona que podría otorgarme el regalo.
Me desvestí de camino al baño y decidí darme una ducha rápidamente, los jabones relajantes y entre otros polvos y lociones invadían el baño y por un momento me vi tentada a usarlos, pero sabía que tenía que tomar una decisión pronto antes de que Lucciano llegara y en caso de no querer regresar salir huyendo de ese lugar por lo menos en lo que el vampiro se retiraba.
Tan solo lavé mi cabello y dejé que las gotas de agua jugaran sobre mi cuerpo antes de salir y dirigirme hacia los vestidos de la bailarina. Todos eran bellos y muy brillantes, como si con cada uno quisiera atraer las vistas de todos y muy pocos eran los que se mostraban discretos. Tomé un vestido largo de color rojo obscuro para no resaltar tanto en la noche, la parte de arriba era similar a un corsé como los que tanto me gustaba usar y parecía tejido con un elegante hilo. La falda era tan larga que era capas de cubrirme las piernas, algo ideal para cubrir aquella marca hecha con el metal de Lucciano.
Aproveché los ensayos para poder huir del teatro sin ser vista por alguno de los bailarines de Lakme pero en mi camino forzosamente parecía que tenía que pasar detrás del escenario. Di pasos rápidos cruzando el gran escenario por detrás del telón sin detenerme en mi paso, pero el sonido que acompañaba el baile de Lakme parecía llamarme obligándome a verla ejecutar su baile.
Los pasos que daba se asimilaban mucho a lo que yo hacía en el burdel cuando armaba mis propias coreografías, lo único bueno de ese lugar había sido que al ser un lugar poco decente era perfecto para poder expresarme con todo mi cuerpo sin temor a que juzgaran mis movimientos.
Una vez más tuve algo de envidia ver a aquella mujer de ojos verdes moverse sin importarle las miradas de nadie y lo mejor era que ella no había necesitado de un lugar tan sucio como en el que yo había estado para moverse de aquella forma, suspiré al verla y una vez mas deseé ser como ella.
Escondida aún entre las cortinas del telón quise observar bien todo el lugar que Lakme adornaba con sus brazos y las magníficas poses que hacía con su cuerpo, así fue como mis ojos se cruzaron con los de el vampiro el cual mi presencia parecía no haber notado.
-Me vino a buscar… -susurré en voz baja mientras mi corazón parecía palpitar fuertemente. Todo se sentía diferente ahora, la mujer había tenido razón y tal vez lo único que había pasado era que había temido a perderme y reaccionó de manera errónea. “Quizás el también quiera perdonarme por haberme ido sin avisarle…” pensé mientras una leve sonrisa se dibujaba en mis labios e imaginaba como todo podría volver a la normalidad como era antes. Volvería a las tenebrosas pero fructíferas lecciones, me enseñaría a cazar a los mejores humanos para cuando él decidiera convertirme y si tenía suerte quizás las cosas esta vez serían mejores al conocer ahora su vida… “Volvería a ver ese lado humano y agradable de Lucciano…” un leve sentir cálido se posó sobre mis mejillas al pensar lo último mientras mi mano apretaba el frasco que llevaba colgando en mi cuello, quizás perdonarlo no era tan malo…
Pero así de rápido como habían llegado esos extraños sentimentalismos a mi corazón, así se fueron desvaneciendo al notar que el vampiro al reencontrarse con aquel viejo amor ni mi presencia había notado. Haciendo coro con los aplausos de Lucciano, mi mano tiró de aquella cadena para soltármela del cuello y tirarla al suelo. “No soy yo a la que busca…” pensé al mismo tiempo en que el frasco hechizado caía silenciosamente sobre la madera del suelo del escenario.
–Entiende Lilith… ¿Por qué deberías de importarle de todas formas? –terminé de cruzar el escenario por detrás de los grandes telones tratando de ignorar los celos que estaba sintiendo y así fue como logré llegar a la puerta trasera del teatro para cruzarla y retirarme de el teatro.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: It's more than I can stand!
La danza y la música había finalizado, y a pesar de ello la vibración de las notas musicales y la energía que aquella danza había creado a un podía notarse en el aire.
Saliendo de ese hipnótico estado en la que sumaba el baile, el único y solitario aplauso la despertó y con sorpresa, Lakme reconoció a Valder entre las butacas.
Como si de una alocada adolescente se tratase, es decir, comportántose como alguien de la edad que aparentaba, salto del escenario y corrió loca de alegría para lanzarse entre los brazos de su vástago. Una sonrisa iluminó el rostro de aquella anciana que se dejo balancear entre los brazos de él. Pero pronto la alegría se vio perturbada cuando ella busco la mente de Lilith en el camerino y la encontró en un lugar bien distinto.
-Se esta marchando, si no quieres perderla sé razonable con ella... Aun estas a tiempo de arreglar las cosas. -Le susurro con suavidad mientras se retiraba de entre sus brazos. -He visto tú sangre mezclada con la de ella, en un tiempo distinto a de éste, un tiempo donde las velas se olvidarán, pero de aquí a que llegue éste tiempo he visto complicaciones. Ahora ve, porque si no arreglas las cosas, la haré mía, humana y mía y nunca la recuperaras.
Saliendo de ese hipnótico estado en la que sumaba el baile, el único y solitario aplauso la despertó y con sorpresa, Lakme reconoció a Valder entre las butacas.
Como si de una alocada adolescente se tratase, es decir, comportántose como alguien de la edad que aparentaba, salto del escenario y corrió loca de alegría para lanzarse entre los brazos de su vástago. Una sonrisa iluminó el rostro de aquella anciana que se dejo balancear entre los brazos de él. Pero pronto la alegría se vio perturbada cuando ella busco la mente de Lilith en el camerino y la encontró en un lugar bien distinto.
-Se esta marchando, si no quieres perderla sé razonable con ella... Aun estas a tiempo de arreglar las cosas. -Le susurro con suavidad mientras se retiraba de entre sus brazos. -He visto tú sangre mezclada con la de ella, en un tiempo distinto a de éste, un tiempo donde las velas se olvidarán, pero de aquí a que llegue éste tiempo he visto complicaciones. Ahora ve, porque si no arreglas las cosas, la haré mía, humana y mía y nunca la recuperaras.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: It's more than I can stand!
Si hubiese tenido un corazón humano, este podría sentirse con tal fuerza al reencontrarse con su Hacedora. La que ahora se hacía llamar Lakme continuaba desprendiendo aquel hechizo enigmático y aquel poder que tanto le fascinaban y hacía que se olvidase de sí mismo. Nunca había habido evidencia de que lo sintiese por ella fuese amor o similar, nunca se dio tal paso ni por parte de ella ni por parte de él. Antes de ser inmortal ya había se sentía atraído por ella perdidamente, era como algo entre físico y del espíritu, era como si le hiciese sentir fuerte y a la vez el hombre más débil de la tierra. Debía de ser por su secreto, por su poder, su aura... Lakme no era un vampiro común, era algo más.
El silencio de nuevo se hizo, sus brazos estaban allí ya esperando para recibirla y envolverla en su abrazo. Elevando del suelo, medía un poco que él era delgada y etérea mientras la giraba por un momento y luego su rostro agachado hizo ademán de ir a besarla, pero su beso se poso sobre su frente.
-Nebt, creo que tienes algo que me pertenece. -Le sonrió mientras le hablaba por su nombre de humana. Lucciano tomo sus manos y poso sus labios en cada una de ellas mientras sus ojos no había dejado de mirarla directamente a los suyos. No podía definirse como un amor dulce, puro o cariñoso, no era compromiso o temor, era extraño y casi indefinible lo que le hacía sentir aquella mujer, habían pasado los milenios, había cambiado su naturaleza y seguía sintiendo aquel deseo y lujuria que se encendía cada vez que la tenía cerca, un sentimiento que sacaba su parte animal, mezclada con aquella devoción ciega ante su poder.
A pesar de ser más anciana y poseer dones que él nunca entenderían eran muy iguales pero a la vez tan distintos.
Él era el mortal perfecto para ser vampiro, era inhumano en su humanidad, le faltaba escrúpulos, era egoísta, egocéntrico y no temía matar a nadie. Era el inmortal perfecto, era como si hubiese nacido para ello, criado para ser lo que era; pero a pesar de ello estaba su humanidad y solo había amado a pocas personas en su vida verdaderamente.
Ella en cambio para ser inmortal era demasiado humana, había sido obligada a ser lo que era sin saber las consecuencias o tener un guía, sentía piedad, empatía... Y tenía ese halo sobrenatural incluso dentro de su naturaleza vampírice, podía sentir las emociones y las sensaciones más que cualquier mortal pero a pesar de ello, había desarrollado con el tiempo la capacidad de encerrar las emociones en una caja, apagar el botón... O eso al menos era lo que aparentaba, ya que cuando decía de haberlo hecho, se volvía un ser imparable y peligroso. Pero, ¿y si solo fuese un máscara?
Nebt habló y de repente Lucciano olvidó aquella atracción, aquel hechizo. Era como si le hubiesen dando una bofetada que le devolvía a la realidad. Siguiendo a sus palabras corrió hacia la salida trasera y allí la encontró, muy diferente a lo que pensaba. Recuperada seguramente a causa del hechizo de su Sire, con ropas ajenas bella, herida pero con esa fuerza que a él tanto le gustaba.
Había estado las horas anteriores sintiendo el miedo y preocupación, la rabia y luego el arrepentimiento por no haberse contenido, por no haber reaccionado con razocinio, por un momento había pensando ojala hubiese podido retroceder en el tiempo para reparar todo el mal que había hecho por un malentendido, por el miedo. Había estado pensando en aquellos sentimientos, en la confusión que la joven había creado en él. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Humanidad acaso? En el mundo para él siempre había existido una cosa importante, él mismo y sus planes, o en todo caso su Sire si esta se cruzaba en su camino, pero siempre había sido él. Y esto se incremento en cuanto sus hijos envejecieron y murieron, al igual que su esposa, y sus descendientes se extendieron de tal modo que ya era complicado seguirles el rastro. Y luego estaba aquella traición, por... ella. Y luego no quiso saber de su familia, ni de ese sentimiento que "ella" había conseguido despertar para luego darle la puñalada.
Había estado horas impaciente por encontrarla, por sentirla a salvo, y también pensaba en que debía de decirle... Ni el lo tenía claro, a veces el propio orgullo se hacía con pensamiento de perdón.
Y allí la tenía delante. Triste y frágil como lo eran los humanos, rota por... Puede que el miedo, puede que... Por todo el daño.Ella lo odiaba, él le desagradaba, lo toleraba porque él la había tomado por prisionera y tenía las respuestas que tanto ansiaba, tenía el poder que ella deseaba. Pero luego sus acciones había sido contradictorias.
-Lilith... Yo... He obrado mal, tenía demasiado...-¿Miedo iba a ser la palabra que sus labios iban a pronunciar? -... Creía que "ellos" te habían encontrado y... No saben lo que son capaces de hacer, si lo que te he hecho te ha parecido una tortura, ellos pueden hacerte algo peor, no me lo perdonaría. -Aquella voz tan suya había vuelto a susurrar al aire nocturno. Sus ojos ahora de un mismo color, aquel azul claro helado miraban al suelo arrepentido. -Vuelve conmigo, te lo ruego.
El silencio de nuevo se hizo, sus brazos estaban allí ya esperando para recibirla y envolverla en su abrazo. Elevando del suelo, medía un poco que él era delgada y etérea mientras la giraba por un momento y luego su rostro agachado hizo ademán de ir a besarla, pero su beso se poso sobre su frente.
-Nebt, creo que tienes algo que me pertenece. -Le sonrió mientras le hablaba por su nombre de humana. Lucciano tomo sus manos y poso sus labios en cada una de ellas mientras sus ojos no había dejado de mirarla directamente a los suyos. No podía definirse como un amor dulce, puro o cariñoso, no era compromiso o temor, era extraño y casi indefinible lo que le hacía sentir aquella mujer, habían pasado los milenios, había cambiado su naturaleza y seguía sintiendo aquel deseo y lujuria que se encendía cada vez que la tenía cerca, un sentimiento que sacaba su parte animal, mezclada con aquella devoción ciega ante su poder.
A pesar de ser más anciana y poseer dones que él nunca entenderían eran muy iguales pero a la vez tan distintos.
Él era el mortal perfecto para ser vampiro, era inhumano en su humanidad, le faltaba escrúpulos, era egoísta, egocéntrico y no temía matar a nadie. Era el inmortal perfecto, era como si hubiese nacido para ello, criado para ser lo que era; pero a pesar de ello estaba su humanidad y solo había amado a pocas personas en su vida verdaderamente.
Ella en cambio para ser inmortal era demasiado humana, había sido obligada a ser lo que era sin saber las consecuencias o tener un guía, sentía piedad, empatía... Y tenía ese halo sobrenatural incluso dentro de su naturaleza vampírice, podía sentir las emociones y las sensaciones más que cualquier mortal pero a pesar de ello, había desarrollado con el tiempo la capacidad de encerrar las emociones en una caja, apagar el botón... O eso al menos era lo que aparentaba, ya que cuando decía de haberlo hecho, se volvía un ser imparable y peligroso. Pero, ¿y si solo fuese un máscara?
Nebt habló y de repente Lucciano olvidó aquella atracción, aquel hechizo. Era como si le hubiesen dando una bofetada que le devolvía a la realidad. Siguiendo a sus palabras corrió hacia la salida trasera y allí la encontró, muy diferente a lo que pensaba. Recuperada seguramente a causa del hechizo de su Sire, con ropas ajenas bella, herida pero con esa fuerza que a él tanto le gustaba.
Había estado las horas anteriores sintiendo el miedo y preocupación, la rabia y luego el arrepentimiento por no haberse contenido, por no haber reaccionado con razocinio, por un momento había pensando ojala hubiese podido retroceder en el tiempo para reparar todo el mal que había hecho por un malentendido, por el miedo. Había estado pensando en aquellos sentimientos, en la confusión que la joven había creado en él. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Humanidad acaso? En el mundo para él siempre había existido una cosa importante, él mismo y sus planes, o en todo caso su Sire si esta se cruzaba en su camino, pero siempre había sido él. Y esto se incremento en cuanto sus hijos envejecieron y murieron, al igual que su esposa, y sus descendientes se extendieron de tal modo que ya era complicado seguirles el rastro. Y luego estaba aquella traición, por... ella. Y luego no quiso saber de su familia, ni de ese sentimiento que "ella" había conseguido despertar para luego darle la puñalada.
Había estado horas impaciente por encontrarla, por sentirla a salvo, y también pensaba en que debía de decirle... Ni el lo tenía claro, a veces el propio orgullo se hacía con pensamiento de perdón.
Y allí la tenía delante. Triste y frágil como lo eran los humanos, rota por... Puede que el miedo, puede que... Por todo el daño.Ella lo odiaba, él le desagradaba, lo toleraba porque él la había tomado por prisionera y tenía las respuestas que tanto ansiaba, tenía el poder que ella deseaba. Pero luego sus acciones había sido contradictorias.
-Lilith... Yo... He obrado mal, tenía demasiado...-¿Miedo iba a ser la palabra que sus labios iban a pronunciar? -... Creía que "ellos" te habían encontrado y... No saben lo que son capaces de hacer, si lo que te he hecho te ha parecido una tortura, ellos pueden hacerte algo peor, no me lo perdonaría. -Aquella voz tan suya había vuelto a susurrar al aire nocturno. Sus ojos ahora de un mismo color, aquel azul claro helado miraban al suelo arrepentido. -Vuelve conmigo, te lo ruego.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: It's more than I can stand!
Salí por la puerta pero sin caminar tan rápido, estaba casi segura de que nadie me seguiría y en cuanto se acordaran de mi no me encontrarían tan fácilmente ya que había tirado el frasco de sangre dentro del teatro.
Por mi mente tan solo rondaba la imagen de Lucciano aplaudiéndole a aquél viejo amor y ella felizmente bajando del escenario para abrazarlo, por suerte no me había quedado a ver el resto de su reencuentro pero estaba segura de que ya se habrían besado o reconciliado. Di un gran suspiro de tristeza y levanté la cabeza para retomar mis fuerzas y emprender mi camino hacia adelante.
Apenas unos pasos di cuando el vampiro se apareció frente a mí, los ojos se abrieron sorprendidos al darme cuenta que no estaba allá dentro con ella y mi aliento parecía haber desaparecido.
-… -me quedé callada mientras lo veía frente a mi y lo escuchaba sin poder fingir la tristeza que luchaba por quebrarme por dentro hasta hacerme llorar, mas no permití que una sola lágrima saliera por mis ojos a pesar de que el nudo me estaba lastimando la garganta.
Lo observé balbucear palabras sin encontrar las exactas, como si nunca antes se hubiera retractado de sus actos pareciendo un niño pequeño frente a su madre el cual no sabe de qué manera disculparse para que esta no dejara de quererlo. ¿Acaso… me estaba pidiendo el perdón?
-Me dejaste abandonada… y muy dañada. –susurré recordando el odio que le tenía algunas horas antes y haciéndolo notar entre dientes. Tomé una gran bocanada de aire antes de hablar nuevamente para poder retener mas fuerzas, a pesar de que el sentimiento de tristeza era intenso no quería quebrarme frente a él y llorar.-…y con “dañada” no me refiero a los golpes, desde niña estoy acostumbrada a ellos, mi... tutora me golpeaba todo el tiempo. –bajé la mirada al recordar mi pasado, había prometido que después de ella nadie mas pasaría por encima de mi, que me defendería de ahora en adelante... pero mis fuerzas no se comparaban con las de un vampiro.
Caminé lentamente dando pasos delicados hasta acercarme un poco más a Lucciano. –Yo no les temo a ellos. Le temo a quien se aproveche de su fuerza, de mi deseo o se aproveche del cariño que le tengo para privarme de mi libertad... Te temo a ti Lucciano. –había aguantado tanto hasta las últimas palabras las cuales fueron la gota que derramó el vaso dejando que una lágrima terca escapara por mi ojo derecho. Poco a poco me estaba debilitando y mis sentimientos humanos salían a flote a través de mis ojos.
Aquel temor que le tenía iba más allá de su fuerza o de la criatura que era, eso no me atemorizaba en ese momento si no la forma extraña en cómo me estaba sintiendo últimamente ante su presencia.
Aunque se lo había dicho a Lucciano, más bien aquella confesión había sido un mensaje de mi subconsciente hacia mí, ahora lo entendía todo… Así como él no quería permitir que nadie más me hiciera daño yo no podía permitir que mi corazón se perdiera en el sentimiento más humano si quería conseguir mis inmortales metas.
-Lakme… me ofreció irme con ella. –le dije ignorando su petición para que volviera a casa. –Podría ir a sus giras y me enseñaría todo lo que sabe de baile para participar con ella, ese ha sido mi más grande sueño después de ser vampiro, Lucciano. –sonreí mientras me secaba rápidamente la cara y le miraba a sus ojos al pensar por un momento que pronto podría estar arriba de los escenarios. -…solo… que yo no quiero vivir ese sueño tan solo por unos años, quiero que sea por siempre y Lakme no quiere dármelo, pero tengo la esperanza de que podré convencerla algún día. –mi tono de voz se fue haciendo cada vez más débil, temía no poder convencerla pero también temía volver con Lucciano. Muy pronto su mirada fue más fuerte que la mía y decidí evadirla al mismo tiempo en que bajaba mi rostro hacia el suelo. -Además si me voy… ya no tendrás que preocuparte de más por mí.
Por mi mente tan solo rondaba la imagen de Lucciano aplaudiéndole a aquél viejo amor y ella felizmente bajando del escenario para abrazarlo, por suerte no me había quedado a ver el resto de su reencuentro pero estaba segura de que ya se habrían besado o reconciliado. Di un gran suspiro de tristeza y levanté la cabeza para retomar mis fuerzas y emprender mi camino hacia adelante.
Apenas unos pasos di cuando el vampiro se apareció frente a mí, los ojos se abrieron sorprendidos al darme cuenta que no estaba allá dentro con ella y mi aliento parecía haber desaparecido.
-… -me quedé callada mientras lo veía frente a mi y lo escuchaba sin poder fingir la tristeza que luchaba por quebrarme por dentro hasta hacerme llorar, mas no permití que una sola lágrima saliera por mis ojos a pesar de que el nudo me estaba lastimando la garganta.
Lo observé balbucear palabras sin encontrar las exactas, como si nunca antes se hubiera retractado de sus actos pareciendo un niño pequeño frente a su madre el cual no sabe de qué manera disculparse para que esta no dejara de quererlo. ¿Acaso… me estaba pidiendo el perdón?
-Me dejaste abandonada… y muy dañada. –susurré recordando el odio que le tenía algunas horas antes y haciéndolo notar entre dientes. Tomé una gran bocanada de aire antes de hablar nuevamente para poder retener mas fuerzas, a pesar de que el sentimiento de tristeza era intenso no quería quebrarme frente a él y llorar.-…y con “dañada” no me refiero a los golpes, desde niña estoy acostumbrada a ellos, mi... tutora me golpeaba todo el tiempo. –bajé la mirada al recordar mi pasado, había prometido que después de ella nadie mas pasaría por encima de mi, que me defendería de ahora en adelante... pero mis fuerzas no se comparaban con las de un vampiro.
Caminé lentamente dando pasos delicados hasta acercarme un poco más a Lucciano. –Yo no les temo a ellos. Le temo a quien se aproveche de su fuerza, de mi deseo o se aproveche del cariño que le tengo para privarme de mi libertad... Te temo a ti Lucciano. –había aguantado tanto hasta las últimas palabras las cuales fueron la gota que derramó el vaso dejando que una lágrima terca escapara por mi ojo derecho. Poco a poco me estaba debilitando y mis sentimientos humanos salían a flote a través de mis ojos.
Aquel temor que le tenía iba más allá de su fuerza o de la criatura que era, eso no me atemorizaba en ese momento si no la forma extraña en cómo me estaba sintiendo últimamente ante su presencia.
Aunque se lo había dicho a Lucciano, más bien aquella confesión había sido un mensaje de mi subconsciente hacia mí, ahora lo entendía todo… Así como él no quería permitir que nadie más me hiciera daño yo no podía permitir que mi corazón se perdiera en el sentimiento más humano si quería conseguir mis inmortales metas.
-Lakme… me ofreció irme con ella. –le dije ignorando su petición para que volviera a casa. –Podría ir a sus giras y me enseñaría todo lo que sabe de baile para participar con ella, ese ha sido mi más grande sueño después de ser vampiro, Lucciano. –sonreí mientras me secaba rápidamente la cara y le miraba a sus ojos al pensar por un momento que pronto podría estar arriba de los escenarios. -…solo… que yo no quiero vivir ese sueño tan solo por unos años, quiero que sea por siempre y Lakme no quiere dármelo, pero tengo la esperanza de que podré convencerla algún día. –mi tono de voz se fue haciendo cada vez más débil, temía no poder convencerla pero también temía volver con Lucciano. Muy pronto su mirada fue más fuerte que la mía y decidí evadirla al mismo tiempo en que bajaba mi rostro hacia el suelo. -Además si me voy… ya no tendrás que preocuparte de más por mí.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/04/2014
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Re: It's more than I can stand!
Aquella iba a ser una de las únicas veces que en su vida había conseguido desarmarle dialécticamente. Literalmente se había quedado mudo, sin saber que decir exactamente, sin encontrar las palabras adecuadas. Había poco que decir, cuando ya prácticamente estaba todo dicho, y su orgullo no iba a permitirle humillarse, podía con él y contra aquella sentimientos tan humanos que comenzaban a aflorar entre la confusión.
¿Temor? ¿En qué sentido? ¿Es que el interés que había creado aquella relación, la conveniencia se estaba transformando en algo más para la humana? Ciertamente para él ya habían cambiado muchas cosas, ¿qué le beneficiaba ella realmente porque seguir en aquel problema? Tal vez aquella era la oportunidad para quitarse un lastre que podía amenazar su planes de venganza, tal vez debía dejarla ir.
Sus ojos ahora azules e idénticos como el hielo, bajaron su mirada al escuchar la propuesta que Lakme le había ofrecido, conocía esa tentativa que la vampira era capaz de crear, esa influencia. Ella era capaz de tener poder sobre las personas, tenía ese hechizo.
Una presión en el pecho, un sentimiento que le hacía dudar sobre su anterior pensamiento, que quería aferrarse a ella.
-Nunca lo hará, no te dará la inmortalidad... Te dará una vida apetecible, pero nunca tendrás un lugar fijo, siempre estarás huyendo con ella, ya que es su estilo de vida, ella siempre esta "buscando" o "huyendo", pero nunca te dará la vida eterna. -Le dijo rotundamente, lanzando el peso de una realidad cierta, fija y sin oportunidad de cambiarla. -Ella hizo una promesa, no crearía más de los nuestros y se alimentara de los nuestro para diezmarnos. Debemos de ser pocos.
Con actitud calma y ojos fijos en los de ella, Lucciano avanzo hacía Lilith, tomó una de sus manos en él y la beso suavemente, luego mordió su propia muñeca el olor a férreo invadió la calle, la sangre comenzó a ser vertida sobre la mano de Lilith en aquel oscuro escarlata.
-Aquí la tienes... -Apretó los dientes, y le contenido, intentaba contener que se sentía dolido, así que la seriedad era su máscara, aquel gesto hierático y neutro. -... la inmortalidad que te prometí. Primero debes de beber, nutrir tu cuerpo por completo con mi sangre.
¿Había truco en aquella acción? ¿Algo oculto?
¿Temor? ¿En qué sentido? ¿Es que el interés que había creado aquella relación, la conveniencia se estaba transformando en algo más para la humana? Ciertamente para él ya habían cambiado muchas cosas, ¿qué le beneficiaba ella realmente porque seguir en aquel problema? Tal vez aquella era la oportunidad para quitarse un lastre que podía amenazar su planes de venganza, tal vez debía dejarla ir.
Sus ojos ahora azules e idénticos como el hielo, bajaron su mirada al escuchar la propuesta que Lakme le había ofrecido, conocía esa tentativa que la vampira era capaz de crear, esa influencia. Ella era capaz de tener poder sobre las personas, tenía ese hechizo.
Una presión en el pecho, un sentimiento que le hacía dudar sobre su anterior pensamiento, que quería aferrarse a ella.
-Nunca lo hará, no te dará la inmortalidad... Te dará una vida apetecible, pero nunca tendrás un lugar fijo, siempre estarás huyendo con ella, ya que es su estilo de vida, ella siempre esta "buscando" o "huyendo", pero nunca te dará la vida eterna. -Le dijo rotundamente, lanzando el peso de una realidad cierta, fija y sin oportunidad de cambiarla. -Ella hizo una promesa, no crearía más de los nuestros y se alimentara de los nuestro para diezmarnos. Debemos de ser pocos.
Con actitud calma y ojos fijos en los de ella, Lucciano avanzo hacía Lilith, tomó una de sus manos en él y la beso suavemente, luego mordió su propia muñeca el olor a férreo invadió la calle, la sangre comenzó a ser vertida sobre la mano de Lilith en aquel oscuro escarlata.
-Aquí la tienes... -Apretó los dientes, y le contenido, intentaba contener que se sentía dolido, así que la seriedad era su máscara, aquel gesto hierático y neutro. -... la inmortalidad que te prometí. Primero debes de beber, nutrir tu cuerpo por completo con mi sangre.
¿Había truco en aquella acción? ¿Algo oculto?
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/06/2014
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