AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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United we stand, dividede we fall. {privado}
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United we stand, dividede we fall. {privado}
Place du Tertre,
despacho del senescal de la Orden de Hellsing.
4 a.m
Son las 4 a.m, lo sé porque el reloj de la iglesia de Saint Pierre de Monmatre ha tañido lastimeramente dándole el último adiós a esa pequeña. El soplo ha llegado tarde, no pude avisar a nadie con tan poco tiempo de margen y salí yo mismo a por esa bestia sanguinaria, pero ya era tarde. El muy cabrón se había llevado dos vidas inocentes, madre e hija.
Todavía huelo la sangre en mi ropa, a pesar de que mi conciencia vaga entre vapores de alcohol, sigo extrañamente lúcido. Me recuerda demasiado a mi primera misión en solitario: los mismos ojos de terror grabados en esa carita sin vida. Que tus últimos segundos sobre la faz de la tierra discurran con dolor y miedo es terrible. Pasan los años y las razones por las que tomé este camino siguen siendo las mismas, y lamentablemente hay cosas que no cambian por mucho que nos esforcemos.
He matado muchos monstruos, y el de hoy no ha sido la excepción. Debería estar acostumbrado a esto ¿no? es lo que somos, es lo que hacemos, enfrentamos la muerte a cada paso, cada noche, hasta el último hálito de vida. Somos cazadores, moriremos cazadores. Nuestro propósito es dejar este mundo mejor que como lo encontramos ¿cierto? pero aún y con todo, no puedo evitar tirar mano de la botella de brandy en noches como esta.
No es sólo por la impresión que da la visión de una niña despedazada por la bestia, yo sé bien por qué recurro al alcohol en noches así. Por ella. Ninguna será como ella. Nadie en todo Londres o París tendrá sus ojos, ninguna voz sonará como el viento de deshielo entre las montañas, ninguna caricia sobre mis sienes me dará la paz para dormir como cuando ese tacto le pertenecía a ella.
Transformar el mundo, hacerlo mejor, alentar a las generaciones venideras a que lo crean, a que lo hagan, a que se comprometan para hacerlo posible ¿Tiene algún sentido cuando no lo puedo compartir con ella? Esa pregunta no halla la respuesta en el alcohol, pero al menos duele menos hasta que dejo de preguntármelo y sale sol.
Sentado en la oscuridad de mi despacho, mis dedos se deslizan inconscientemente sobre la tapa de mi reloj de bolsillo. Hubo una época en la que pensaba que lo más importante era la magnitud del amor, la cantidad del mismo que era capaz de entregar y recibir, sus devastadores efectos sobre mí. Qué equivocado estaba... Lo más importante era y es el tiempo. Tiempo que dejé escapar, tiempo que dediqué a otras cosas, tiempo que se me escurrió de los dedos y que ya no recuperaré jamás. Tiempo que debí haber empleado en lo que importaba, en ella y en construir una vida, una familia, alguien a quien poder legarle el mundo por el que a diario me mancho de sangre, ese mundo por el que a diario pierdo un trozo de alma al convertirla en piedra. Me embriagaron los ideales, el saber que estoy sirviendo a un fin mayor, que nuestro trabajo es por el bien de la humanidad, por nuestra supervivencia, y perdí de vista mi propio camino al recorrer la senda de las causas mayores.
No sirve de nada lamentar. Ella está muy lejos, y aunque viviese a dos calles, no puedo ser su mundo, lo que la completa, sus cimientos. Pero cuando algo me toca, mi mente y mis recuerdos vuelven a ella y a las preguntas sin respuesta. Apuro la última copa de brandy y me levanto cerrando la carpeta que tengo sobre el escritorio. Hoy dos almas buscarán la luz y otra arderá en el infierno; hoy el mundo es un poco más seguro y un poco más triste. Hoy mi mundo se detiene, me trae ecos del pasado y sigue girando. Mañana será un día nuevo, con más retos que afrontar, con más problemas que resolver. Me llevo a los labios mi reloj cerrado y lo regreso a mi bolsillo, cogiendo mi chaqueta y cerrando la puerta a mis espaldas.
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Place du Tertre,
despacho del senescal de la Orden de Hellsing.
5 p.m del día siguiente
Lord Blackmore había mandado llamar a Xaryne Ackerman y a Gael Lutz. Lo esperaba en su oficina situada en el centro de París. Le informaron de que Lutz no podría acudir, estaba ocupado en alguna misión.
El inglés presentaba liera ojeras de la noche anterior, pero por lo demás no mostraba ningun síntoma de haber estado en vela. Iba bien vestido, peinado y aseado, como siempre. Escribía inclinado sobre su mesa de caoba y se levantó cuando la cazadora entró en el despacho. Le tendió la mano para estrecharla. La cortesía estaba en su adn británico grabada a fuego.
— Ackerman... buenas tardes, llega pronto, me complace la puntualidad. ¿No tendrá usted sangre británica?. ¿Quiere tomar algo?.— le indicó una bandeja sobre la repisa, llena de vasos de cristal labrado y varias botellas de cristal con licores de colores variopintos.
Suponía que la alemana no gustaba de conversaciones largas y aburridas, así que decidió ir al grano.
— Le ofrecí al señor Lutz ser maestro de cazadores. Rechazó mi propuesta por el momento, porque dice andar metido en asuntos personales que requieren su atención. Creo firmemente que sería un buen maestro, pero entiendo su situación. La he llamado para proponerle a usted otra cosa. Ambos fueron entrenados por Thomas, un gran cazador de su generación. Creo que usted no tiene dotes para enseñar que son necesarias, como la paciencia o la capacidad de motivar. Sin embargo posee dos cualidades que la hacen una buena maestra: la primera, su tenacidad no tiene límites. Cuando quiere algo no se rinde jamás. Y la segunda, no tiene familia ni previsión de tenerla, con lo cual tiene la oportunidad de dejar su huella en el mundo, de que el día que caiga la recuerde alguien más que su pareja y el señor Lutz. No se ofenda, no la he hecho venir para ofenderla. Realmente me gustaría contar con usted. Por el momento voy a asumir yo mismo a algunos aprendices, hasta que el señor Lutz arregle sus asuntos y pueda incorporarse. Cuando lo haga, seguramente yo los deje a ambos al cargo de las nuevas generaciones como Thomas hizo con ustedes de niños.
Cuando le soltó todo a Ackerman su expresión fue variando de mera cortesía a afabilidad y de ésta a determinación. El inglés era un hombre de matices, su voz había permanecido imperturbable.
despacho del senescal de la Orden de Hellsing.
4 a.m
Son las 4 a.m, lo sé porque el reloj de la iglesia de Saint Pierre de Monmatre ha tañido lastimeramente dándole el último adiós a esa pequeña. El soplo ha llegado tarde, no pude avisar a nadie con tan poco tiempo de margen y salí yo mismo a por esa bestia sanguinaria, pero ya era tarde. El muy cabrón se había llevado dos vidas inocentes, madre e hija.
Todavía huelo la sangre en mi ropa, a pesar de que mi conciencia vaga entre vapores de alcohol, sigo extrañamente lúcido. Me recuerda demasiado a mi primera misión en solitario: los mismos ojos de terror grabados en esa carita sin vida. Que tus últimos segundos sobre la faz de la tierra discurran con dolor y miedo es terrible. Pasan los años y las razones por las que tomé este camino siguen siendo las mismas, y lamentablemente hay cosas que no cambian por mucho que nos esforcemos.
He matado muchos monstruos, y el de hoy no ha sido la excepción. Debería estar acostumbrado a esto ¿no? es lo que somos, es lo que hacemos, enfrentamos la muerte a cada paso, cada noche, hasta el último hálito de vida. Somos cazadores, moriremos cazadores. Nuestro propósito es dejar este mundo mejor que como lo encontramos ¿cierto? pero aún y con todo, no puedo evitar tirar mano de la botella de brandy en noches como esta.
No es sólo por la impresión que da la visión de una niña despedazada por la bestia, yo sé bien por qué recurro al alcohol en noches así. Por ella. Ninguna será como ella. Nadie en todo Londres o París tendrá sus ojos, ninguna voz sonará como el viento de deshielo entre las montañas, ninguna caricia sobre mis sienes me dará la paz para dormir como cuando ese tacto le pertenecía a ella.
Transformar el mundo, hacerlo mejor, alentar a las generaciones venideras a que lo crean, a que lo hagan, a que se comprometan para hacerlo posible ¿Tiene algún sentido cuando no lo puedo compartir con ella? Esa pregunta no halla la respuesta en el alcohol, pero al menos duele menos hasta que dejo de preguntármelo y sale sol.
Sentado en la oscuridad de mi despacho, mis dedos se deslizan inconscientemente sobre la tapa de mi reloj de bolsillo. Hubo una época en la que pensaba que lo más importante era la magnitud del amor, la cantidad del mismo que era capaz de entregar y recibir, sus devastadores efectos sobre mí. Qué equivocado estaba... Lo más importante era y es el tiempo. Tiempo que dejé escapar, tiempo que dediqué a otras cosas, tiempo que se me escurrió de los dedos y que ya no recuperaré jamás. Tiempo que debí haber empleado en lo que importaba, en ella y en construir una vida, una familia, alguien a quien poder legarle el mundo por el que a diario me mancho de sangre, ese mundo por el que a diario pierdo un trozo de alma al convertirla en piedra. Me embriagaron los ideales, el saber que estoy sirviendo a un fin mayor, que nuestro trabajo es por el bien de la humanidad, por nuestra supervivencia, y perdí de vista mi propio camino al recorrer la senda de las causas mayores.
No sirve de nada lamentar. Ella está muy lejos, y aunque viviese a dos calles, no puedo ser su mundo, lo que la completa, sus cimientos. Pero cuando algo me toca, mi mente y mis recuerdos vuelven a ella y a las preguntas sin respuesta. Apuro la última copa de brandy y me levanto cerrando la carpeta que tengo sobre el escritorio. Hoy dos almas buscarán la luz y otra arderá en el infierno; hoy el mundo es un poco más seguro y un poco más triste. Hoy mi mundo se detiene, me trae ecos del pasado y sigue girando. Mañana será un día nuevo, con más retos que afrontar, con más problemas que resolver. Me llevo a los labios mi reloj cerrado y lo regreso a mi bolsillo, cogiendo mi chaqueta y cerrando la puerta a mis espaldas.
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Place du Tertre,
despacho del senescal de la Orden de Hellsing.
5 p.m del día siguiente
Lord Blackmore había mandado llamar a Xaryne Ackerman y a Gael Lutz. Lo esperaba en su oficina situada en el centro de París. Le informaron de que Lutz no podría acudir, estaba ocupado en alguna misión.
El inglés presentaba liera ojeras de la noche anterior, pero por lo demás no mostraba ningun síntoma de haber estado en vela. Iba bien vestido, peinado y aseado, como siempre. Escribía inclinado sobre su mesa de caoba y se levantó cuando la cazadora entró en el despacho. Le tendió la mano para estrecharla. La cortesía estaba en su adn británico grabada a fuego.
— Ackerman... buenas tardes, llega pronto, me complace la puntualidad. ¿No tendrá usted sangre británica?. ¿Quiere tomar algo?.— le indicó una bandeja sobre la repisa, llena de vasos de cristal labrado y varias botellas de cristal con licores de colores variopintos.
Suponía que la alemana no gustaba de conversaciones largas y aburridas, así que decidió ir al grano.
— Le ofrecí al señor Lutz ser maestro de cazadores. Rechazó mi propuesta por el momento, porque dice andar metido en asuntos personales que requieren su atención. Creo firmemente que sería un buen maestro, pero entiendo su situación. La he llamado para proponerle a usted otra cosa. Ambos fueron entrenados por Thomas, un gran cazador de su generación. Creo que usted no tiene dotes para enseñar que son necesarias, como la paciencia o la capacidad de motivar. Sin embargo posee dos cualidades que la hacen una buena maestra: la primera, su tenacidad no tiene límites. Cuando quiere algo no se rinde jamás. Y la segunda, no tiene familia ni previsión de tenerla, con lo cual tiene la oportunidad de dejar su huella en el mundo, de que el día que caiga la recuerde alguien más que su pareja y el señor Lutz. No se ofenda, no la he hecho venir para ofenderla. Realmente me gustaría contar con usted. Por el momento voy a asumir yo mismo a algunos aprendices, hasta que el señor Lutz arregle sus asuntos y pueda incorporarse. Cuando lo haga, seguramente yo los deje a ambos al cargo de las nuevas generaciones como Thomas hizo con ustedes de niños.
Cuando le soltó todo a Ackerman su expresión fue variando de mera cortesía a afabilidad y de ésta a determinación. El inglés era un hombre de matices, su voz había permanecido imperturbable.
Última edición por Axel Blackmore el Dom Dic 11, 2016 9:26 am, editado 1 vez
Axel Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 07/12/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
Un nuevo senescal en Francia. Y era británico... la cosa iba de mal en peor. Había leído la carta de la Orden el día anterior. Regis Crástor, el senescal y capitán de la facción francesa de la Orden de Hellsing, había muerto hacía ya un mes en una misión prácticamente suicida. Los vampiros de aquella cloaca que era París se organizaban, se dividían y se estaban reproduciendo a una velocidad de vértigo. Aumentaban las muertes en las calles y los cazadores, tanto los de la Orden como los que iban por libre, no dábamos a basto. Había muchos frentes abiertos, poca organización y cada vez quedábamos menos al servicio de la Orden. Sobre todo porque en aquellas condiciones, no tenía muchos más beneficios estar dentro que fuera, ya que la ayuda externa que estábamos recibiendo era nula.
No dejé de resoplar en toda la mañana, me había quejado unas mil veces a Elora de tener que presentarme en la oficina del nuevo capitán. No sabía para qué quería verme, nunca había sido muy seguidora de las normas. De hecho, me había juntado con una bruja, algo bastante prohibido en la Orden. En tiempos de gloria, aquello hubiera supuesto mi expulsión inmediata, pero perder a una cazadora de mi categoría les suponía en proporción una cuota bastante pobre de bajas vampíricas al mes. No era afán de dármelas de buena, pero los número hablaban por sí solos. Cuarenta y ocho vampiros sólo este mes. No sabía si Kyle "El Halcón", al que apodaban así por su velocidad y tendencia a caer desde las alturas o Aveline, "La Parca" estarían en activo. Todos los grandes tenían apodo por alguna misión arriesgada, algo que no acababa de gustarme mucho. Resoplé por última vez antes de llamar a la puerta y entrar al despacho del nuevo capitán.
Axel Blackmore era un hombre alto, moreno, de constitución fuerte. El traje le daba ese aire de caballero inglés, matiz del que hizo gala con sus modales al presentarse. negué con la cabeza a su invitación de tomar algo de beber.
Por aspecto no parecía el típico británico, pero en cuanto hablaba se le notaba ese deje con el acento que arrastraba en algunas palabras. Aun así, su figura y porte pretendían ser imponentess y de hecho seguro que lo eran, aunque a mí no me sorprendieron demasiado. Así se suponía que tenían que ser los senescales.
Regis Crástor había sido un hombre fuerte y sabio, muy experimentado. Si bien es cierto que su labor de gestión había sido pésima, lo había suplido en batalla, sembrando la muerte de incontables criaturas de la noche durante años. Su error había sido meterse en aquel puesto, ya que su corazón siempre había estado en el trabajo de campo. Una noche, apareció muerto con una veintena de vampiros a su alrededor, destrozados y convertidos en cenizas. Había sido una vil emboscada, pero murió como quería: con sus armas y peleando hasta su último aliento.
Y así acabaríamos casi todos.
Escuché la propuesta del capitán Blackmore sin articular palabra y con expresión neutra. Mis ojos eran hielo en aquel momento, podía sentirlo, pero cuando mencionó que quería nombrarme instructora de iniciados aspirantes a cazadores, a punto estuve de soltar una carcajada. Gael se había escaqueado como había querido, no se me pasaría la oportunidad de preguntarle por esos "asuntos personales" que debía resolver con tanta urgencia. Miré al capitán y suspiré, me apreté el punte de la nariz frunciendo el ceño mientras pensaba cómo decirle aquello sin que sonara como estaba sonando en mi cabeza en esos momentos y le miré a los ojos fijamente.
- Mire capitán, agradezco mucho su ofrecimiento, pero déjeme aclararle unas cuantas cosas. En primer lugar y como usted ha mencionado muy acertadamente no, no tengo ningún don de enseñanza, paciencia o motivación para hacerlo. Simplemente no soy el tipo de persona que busca. Gael será mucho mejor maestro que yo, se lo aseguro. - me crucé de brazos sin inmutar mi tono de voz. - En segundo lugar y aún sabiendo que andamos cortos de personal, me niego a conducir a jóvenes que tienen toda su vida por delante a una muerte prácticamente segura. Los tiempos han cambiado, no hay tiempo para enseñanzas como las de antes y las personas que pudiéramos formar morirán como tarde en su cuarta cacería. Y en tercer lugar...
Me acerqué con movimientos pausados y posé las dos manos en la mesa, agachándome un poco para quedar a la altura del hombre, que se había sentado tras su mesa de roble. Mis ojos fulminaron los suyos cuando susurré con voz demasiado calmada:
- No vuelva a mencionar a mi pareja ni la incluya en ningún asunto que concierna a la Orden, porque le aseguro, capitán, que tendrá otro problema del que preocuparse.- me levanté de mi posición. - Dicho esto, ¿Me requiere para algún otro asunto, o puedo retirarme?
No dejé de resoplar en toda la mañana, me había quejado unas mil veces a Elora de tener que presentarme en la oficina del nuevo capitán. No sabía para qué quería verme, nunca había sido muy seguidora de las normas. De hecho, me había juntado con una bruja, algo bastante prohibido en la Orden. En tiempos de gloria, aquello hubiera supuesto mi expulsión inmediata, pero perder a una cazadora de mi categoría les suponía en proporción una cuota bastante pobre de bajas vampíricas al mes. No era afán de dármelas de buena, pero los número hablaban por sí solos. Cuarenta y ocho vampiros sólo este mes. No sabía si Kyle "El Halcón", al que apodaban así por su velocidad y tendencia a caer desde las alturas o Aveline, "La Parca" estarían en activo. Todos los grandes tenían apodo por alguna misión arriesgada, algo que no acababa de gustarme mucho. Resoplé por última vez antes de llamar a la puerta y entrar al despacho del nuevo capitán.
Axel Blackmore era un hombre alto, moreno, de constitución fuerte. El traje le daba ese aire de caballero inglés, matiz del que hizo gala con sus modales al presentarse. negué con la cabeza a su invitación de tomar algo de beber.
Por aspecto no parecía el típico británico, pero en cuanto hablaba se le notaba ese deje con el acento que arrastraba en algunas palabras. Aun así, su figura y porte pretendían ser imponentess y de hecho seguro que lo eran, aunque a mí no me sorprendieron demasiado. Así se suponía que tenían que ser los senescales.
Regis Crástor había sido un hombre fuerte y sabio, muy experimentado. Si bien es cierto que su labor de gestión había sido pésima, lo había suplido en batalla, sembrando la muerte de incontables criaturas de la noche durante años. Su error había sido meterse en aquel puesto, ya que su corazón siempre había estado en el trabajo de campo. Una noche, apareció muerto con una veintena de vampiros a su alrededor, destrozados y convertidos en cenizas. Había sido una vil emboscada, pero murió como quería: con sus armas y peleando hasta su último aliento.
Y así acabaríamos casi todos.
Escuché la propuesta del capitán Blackmore sin articular palabra y con expresión neutra. Mis ojos eran hielo en aquel momento, podía sentirlo, pero cuando mencionó que quería nombrarme instructora de iniciados aspirantes a cazadores, a punto estuve de soltar una carcajada. Gael se había escaqueado como había querido, no se me pasaría la oportunidad de preguntarle por esos "asuntos personales" que debía resolver con tanta urgencia. Miré al capitán y suspiré, me apreté el punte de la nariz frunciendo el ceño mientras pensaba cómo decirle aquello sin que sonara como estaba sonando en mi cabeza en esos momentos y le miré a los ojos fijamente.
- Mire capitán, agradezco mucho su ofrecimiento, pero déjeme aclararle unas cuantas cosas. En primer lugar y como usted ha mencionado muy acertadamente no, no tengo ningún don de enseñanza, paciencia o motivación para hacerlo. Simplemente no soy el tipo de persona que busca. Gael será mucho mejor maestro que yo, se lo aseguro. - me crucé de brazos sin inmutar mi tono de voz. - En segundo lugar y aún sabiendo que andamos cortos de personal, me niego a conducir a jóvenes que tienen toda su vida por delante a una muerte prácticamente segura. Los tiempos han cambiado, no hay tiempo para enseñanzas como las de antes y las personas que pudiéramos formar morirán como tarde en su cuarta cacería. Y en tercer lugar...
Me acerqué con movimientos pausados y posé las dos manos en la mesa, agachándome un poco para quedar a la altura del hombre, que se había sentado tras su mesa de roble. Mis ojos fulminaron los suyos cuando susurré con voz demasiado calmada:
- No vuelva a mencionar a mi pareja ni la incluya en ningún asunto que concierna a la Orden, porque le aseguro, capitán, que tendrá otro problema del que preocuparse.- me levanté de mi posición. - Dicho esto, ¿Me requiere para algún otro asunto, o puedo retirarme?
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
El senescal la miró por unos segundos y terminó por esbozar media sonrisa.
— Vaya. No decepciona usted. Su informe cita textualmente "Agresiva, insensible, letalmente eficaz, con serios problemas para socializar con otros humanos." No, no puede irse todavía.— Se tomó otra taza de té tranquilamente terminando un papeleo que tenía entre manos y haciendo esperar a Xaryne unos minutos.
Finalmente cerró la carpeta y se levantó caminando hacia la puerta, dándole la espalda e indicandole que lo siguiera. Salieron a un corredor largo, el edificio completo pertenecía a la Orden. Descendieron unas escaleras hasta el patio. Era una explanada cuadrada con varias zonas delimitadas. Una estaba pavimentada con adoquín, otra cubierta con arena y otra llena de ruinas y trincheras. Allí entrenaban las nuevas hornadas de cazadores. Había una pareja de unos dieciocho o veinte años pelando ambos contra una mujer. Usaban armas sin filo y se movían realmente bien, pero la entrenadora era un portento. Parecía un baile coreografiado a la perfección, pero la realidad era que estaban peleando sin tregua. Se quedaron allí observando un rato hasta que la mujer acabó por reducirlos a ambos.
— Se acabó.— alargó la mano para levantarlos del suelo.— ¿Cuál es la lección de hoy?.— Los chavales la miraron y se miraron entre ellos.
— que... no descuide la guardia baja?.— dijo uno de ellos.
— que no se puede atacar a la desesperada sin un plan.— dijo el otro.
—Incorrecto. Que sois dos y habéis luchado cada uno por su cuenta. Unidos vencemos, separados caemos.— La mujer les dio un golpecito en la frente a cada uno con el dedo índice.— Pensadlo. Practicadlo. La semana que viene lo veremos otra vez.
La mujer recogió las armas de madera y se las entregó a un ayudante, saliendo de la arena para dirigirse hacia donde estaban Xaryne y Axel. Éste último sonrió de medio lado a la cazadora que se aproximaba.
— ¿Sólo un golpecito en la frente? deberías ser más dura con ellos. Seguro que Ackerman estará de acuerdo conmigo.
— ¿La Muerte Negra? ajá...— la mujer se apartó unos mechones de la frente y se quedó de pie frente a ellos estirando la espalda.— no todos responden igual de bien a la coacción y al miedo.— le tendió la mano a Xaryne.— Aveline Faith, La Parca.
La Parca tenía unos penetrantes ojos verdes, como Axel y ostentaba esa aura de seguridad y aplomo como la del cazador. Se quedó mirando a la alemana, escrutándola.
—Pierdes el tiempo Axel, no va a ayudar. No es de esas. Es un caso perdido. Claude y René necesitan más entrenamiento antes de salir ahí fuera, pero por desgracia se tendrán que conformar conmigo y contigo. Ese es el verdadero cáncer de París, los cazadores no entienden que juntos somos más fuertes, van cada cual a su aire expiando sus traumas. Podrías ser toda una leyenda Ackerman, pero te quedarás en un intento. Una lástima.
—Necesito que esto salga adelante Aveline. Tú y yo sólos no podemos.— Faith sonrió hacia la morena.
—No creo que pueda hacerlo, sólo sirve para matar como un animal.
—Te equivocas.
—Ya...Seguro. Un placer, Ackerman, y buena muerte.— Le guiñó el ojo a la alemana y se giró sobre los talones desapareciendo por el patio.
— Vaya. No decepciona usted. Su informe cita textualmente "Agresiva, insensible, letalmente eficaz, con serios problemas para socializar con otros humanos." No, no puede irse todavía.— Se tomó otra taza de té tranquilamente terminando un papeleo que tenía entre manos y haciendo esperar a Xaryne unos minutos.
Finalmente cerró la carpeta y se levantó caminando hacia la puerta, dándole la espalda e indicandole que lo siguiera. Salieron a un corredor largo, el edificio completo pertenecía a la Orden. Descendieron unas escaleras hasta el patio. Era una explanada cuadrada con varias zonas delimitadas. Una estaba pavimentada con adoquín, otra cubierta con arena y otra llena de ruinas y trincheras. Allí entrenaban las nuevas hornadas de cazadores. Había una pareja de unos dieciocho o veinte años pelando ambos contra una mujer. Usaban armas sin filo y se movían realmente bien, pero la entrenadora era un portento. Parecía un baile coreografiado a la perfección, pero la realidad era que estaban peleando sin tregua. Se quedaron allí observando un rato hasta que la mujer acabó por reducirlos a ambos.
— Se acabó.— alargó la mano para levantarlos del suelo.— ¿Cuál es la lección de hoy?.— Los chavales la miraron y se miraron entre ellos.
— que... no descuide la guardia baja?.— dijo uno de ellos.
— que no se puede atacar a la desesperada sin un plan.— dijo el otro.
—Incorrecto. Que sois dos y habéis luchado cada uno por su cuenta. Unidos vencemos, separados caemos.— La mujer les dio un golpecito en la frente a cada uno con el dedo índice.— Pensadlo. Practicadlo. La semana que viene lo veremos otra vez.
La mujer recogió las armas de madera y se las entregó a un ayudante, saliendo de la arena para dirigirse hacia donde estaban Xaryne y Axel. Éste último sonrió de medio lado a la cazadora que se aproximaba.
— ¿Sólo un golpecito en la frente? deberías ser más dura con ellos. Seguro que Ackerman estará de acuerdo conmigo.
— ¿La Muerte Negra? ajá...— la mujer se apartó unos mechones de la frente y se quedó de pie frente a ellos estirando la espalda.— no todos responden igual de bien a la coacción y al miedo.— le tendió la mano a Xaryne.— Aveline Faith, La Parca.
La Parca tenía unos penetrantes ojos verdes, como Axel y ostentaba esa aura de seguridad y aplomo como la del cazador. Se quedó mirando a la alemana, escrutándola.
—Pierdes el tiempo Axel, no va a ayudar. No es de esas. Es un caso perdido. Claude y René necesitan más entrenamiento antes de salir ahí fuera, pero por desgracia se tendrán que conformar conmigo y contigo. Ese es el verdadero cáncer de París, los cazadores no entienden que juntos somos más fuertes, van cada cual a su aire expiando sus traumas. Podrías ser toda una leyenda Ackerman, pero te quedarás en un intento. Una lástima.
—Necesito que esto salga adelante Aveline. Tú y yo sólos no podemos.— Faith sonrió hacia la morena.
—No creo que pueda hacerlo, sólo sirve para matar como un animal.
—Te equivocas.
—Ya...Seguro. Un placer, Ackerman, y buena muerte.— Le guiñó el ojo a la alemana y se giró sobre los talones desapareciendo por el patio.
Axel Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 07/12/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
La espera en el despacho de Blackmore me puso de los nervios. Sólo quería irme a casa y tomarme una cerveza antes de devorar a Elora, que seguro que tendría cosas más interesantes que contarme que aquel capitán que se creía alguien por el simple hecho de serlo. Chasqueé la lengua antes de seguirle por el pasillo y bajar al patio. La escena era, cuanto menos, impresionante. Los muchachos, dentro de sus errores fruto de la poca experiencia en combate real, no se movían mal y su maestra era implacable. Se movía rápida, segura y letal. Se notaba que pertenecía a la vieja escuela. Se presentó como Aveline Faith, La Parca. Por supuesto, no podía ser otra. Su reputación la procedía, como a muchos de nosotros que habíamos sobrevivido a múltiples cacerías.
Estreché su mano y la observé mientras hablaba sin variar la expresión ni un ápice. Cuando vi que los dos tenían los mismos ojos comprendí que eran hermanos, detalle que ratifiqué al observar sus movimientos, imbuidos de poder y seguridad. Huelga decir que no me impresionó demasiado su pequeña demostración con aquellos novatos, aunque tenía que admitir que era buena. Lo que sí que me hizo apretar la mandíbula fueron sus palabras. Insinuó que era un caso perdido y fue esa arrogancia, fruto de los modales propios de una niñata a la que no le había faltado de nada, lo que me crispó los nervios. Se fue y observé su silueta desaparecer en el patio. Realmente había conseguido molestarme. Miré a Blackmore a los ojos y pregunté directamente:
- Qué agradable es su hermana. Aunque me alegra ver que no soy la única con "serios problemas para socializar con otros humanos".
Enarqué una ceja observando el lugar por donde había desaparecido Aveline y meneé la cabeza, cruzándome de brazos.
Estreché su mano y la observé mientras hablaba sin variar la expresión ni un ápice. Cuando vi que los dos tenían los mismos ojos comprendí que eran hermanos, detalle que ratifiqué al observar sus movimientos, imbuidos de poder y seguridad. Huelga decir que no me impresionó demasiado su pequeña demostración con aquellos novatos, aunque tenía que admitir que era buena. Lo que sí que me hizo apretar la mandíbula fueron sus palabras. Insinuó que era un caso perdido y fue esa arrogancia, fruto de los modales propios de una niñata a la que no le había faltado de nada, lo que me crispó los nervios. Se fue y observé su silueta desaparecer en el patio. Realmente había conseguido molestarme. Miré a Blackmore a los ojos y pregunté directamente:
- Qué agradable es su hermana. Aunque me alegra ver que no soy la única con "serios problemas para socializar con otros humanos".
Enarqué una ceja observando el lugar por donde había desaparecido Aveline y meneé la cabeza, cruzándome de brazos.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
El nuevo capitán de la Orden soltó una carcajada al escuchar a Xaryne, estaba utilizando el típico humor sarcástico del que hacían gala los británicos y eso le divertía mucho.
— Debería haber visto su informe, será mi hermana, pero no le cambiaría ni una coma a esa descripción. No son tan distintas, créame. Ambas viven para ser la muerte en persona, el azote de los monstruos nocturnos, lo demás son ... matices. Ciertamente creo que se llevarían bien trabajando juntas, básicamente porque podrán tener visiones del mundo totalmente opuestas pero en lo que a la caza concierne, están hechas de la misma pasta.
Echó a andar hacia el exterior, sabía que Xaryne quería irse de allí y no se lo iba a impedir, pero al final del día, de lo que importaba era ir plantando las semillas que algún día darían cosecha. Era un trabajo de constancia y paciencia, algo que no abundaba entre los cazadores de la Orden.
— Mañana hay un concierto importante en el Teatro Real, por favor, acepten mi invitación la señorita Paine y usted, valdrá la pena, sobre todo por la arpista. Creo que no salen mucho ¿cierto?.— el capitán sabía bastante de todo el entorno que rodeaba a tan curiosa pareja, ya que la Orden se preocupaba de tener vigilados a sus cazadores, y más cuando éstos se juntaban con posibles objetivos de caza. No querían ningun traidor entre sus filas.— no se enfurruñe porque sepa tantas cosas, Ackerman, entienda que es mi obligación. Sé que no es usted una traidora, me lo grita el instinto, pero debo velar por la Orden y por la seguridad de todos. Realmente me gustaría conocerla.— se detuvo en la puerta antes de abrirsela para que pudiera irse.— Estoy de su lado, incluso en los momentos más difíciles, Ackerman, no lo olvide en ningún momento. Que tenga un buen día.
El senescal clavó sus ojos verdes en la mirada de hielo de Xaryne. Había muchas capas de protección en cada uno de ellos, porque ningun cazador tenía el alma descubierta, no podían permitirse ese lujo. Pero a pesar de eso, el inglés destilaba un nosequé que hacía creíbles sus palabras, tenía una empatía natural que lo hacía confiable.
— Debería haber visto su informe, será mi hermana, pero no le cambiaría ni una coma a esa descripción. No son tan distintas, créame. Ambas viven para ser la muerte en persona, el azote de los monstruos nocturnos, lo demás son ... matices. Ciertamente creo que se llevarían bien trabajando juntas, básicamente porque podrán tener visiones del mundo totalmente opuestas pero en lo que a la caza concierne, están hechas de la misma pasta.
Echó a andar hacia el exterior, sabía que Xaryne quería irse de allí y no se lo iba a impedir, pero al final del día, de lo que importaba era ir plantando las semillas que algún día darían cosecha. Era un trabajo de constancia y paciencia, algo que no abundaba entre los cazadores de la Orden.
— Mañana hay un concierto importante en el Teatro Real, por favor, acepten mi invitación la señorita Paine y usted, valdrá la pena, sobre todo por la arpista. Creo que no salen mucho ¿cierto?.— el capitán sabía bastante de todo el entorno que rodeaba a tan curiosa pareja, ya que la Orden se preocupaba de tener vigilados a sus cazadores, y más cuando éstos se juntaban con posibles objetivos de caza. No querían ningun traidor entre sus filas.— no se enfurruñe porque sepa tantas cosas, Ackerman, entienda que es mi obligación. Sé que no es usted una traidora, me lo grita el instinto, pero debo velar por la Orden y por la seguridad de todos. Realmente me gustaría conocerla.— se detuvo en la puerta antes de abrirsela para que pudiera irse.— Estoy de su lado, incluso en los momentos más difíciles, Ackerman, no lo olvide en ningún momento. Que tenga un buen día.
El senescal clavó sus ojos verdes en la mirada de hielo de Xaryne. Había muchas capas de protección en cada uno de ellos, porque ningun cazador tenía el alma descubierta, no podían permitirse ese lujo. Pero a pesar de eso, el inglés destilaba un nosequé que hacía creíbles sus palabras, tenía una empatía natural que lo hacía confiable.
Axel Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/12/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
Fruncí el ceño ante la invitación. ¿Un concierto de arpa? Era lo que menos me apetecía. Pero conociendo a Elora, se moriría de la emoción y me haría pucheros hasta que prometiera ir con ella. Y la conocía lo suficiente para saber que no iba a aceptar un no por respuesta. Bueno, pensándolo bien... si la bruja iba a convencerla de todos modos... me ocuparía de resistirme un poco para que tirara de inventiva. Volví de mis pensamientos cuando mencionó que estaba de mi lado y no pude evitar un resoplido.
- Discúlpeme capitán, o no lo haga, pero no va a ganarse mi confianza con esos aires de alta alcurnia e invitaciones a concertos de alta sociedad. De hecho, dudo que consiga ganársela de ninguna manera, así que le aconsejo que no pierda el tiempo en ello. Le daré el mensaje a la señorita Paine de su parte.
Bajé un poco la cabeza en una irónica reverencia y me fui. La dichosa Faith unida a la propuesta de ser mentora de cazadores novatos había acabado por agotar mi paciencia. Llegué a la mansión con Zaros y me ocupé de desensillarlo y acicalarle bien. Eso siempre me calmaba. Entré en la casa y dejé la cazadora en un perchero. Subí las escaleras a paso rápido, deseando ver a Elora y allí estaba, enfrascada en algún hechizo y leyendo absorta un enorme libro polvoriento. Se levantó aún leyendo dispuesta a ir a por algo, pero la intercepté cuando se volvió y se pegó de lleno contra mi cuerpo, sacándola de sus pensamientos.
Frunció el ceño pero la sujeté antes de que se tambaleara, justo como cuando nos conocimos. La miré con ojos burlones e imité su voz al decir:
- ¡Mira por dónde vas! ¡Si quieres echar un polvo vete a molestar a las del puerto, que yo paso!
Solté una carcajada y la atraje hacia mi cuerpo, abrazándola con fuerza y relajando un poco la tensión de hombros que me acompañaba desde que había entrado en aquel maldito despacho.
- Discúlpeme capitán, o no lo haga, pero no va a ganarse mi confianza con esos aires de alta alcurnia e invitaciones a concertos de alta sociedad. De hecho, dudo que consiga ganársela de ninguna manera, así que le aconsejo que no pierda el tiempo en ello. Le daré el mensaje a la señorita Paine de su parte.
Bajé un poco la cabeza en una irónica reverencia y me fui. La dichosa Faith unida a la propuesta de ser mentora de cazadores novatos había acabado por agotar mi paciencia. Llegué a la mansión con Zaros y me ocupé de desensillarlo y acicalarle bien. Eso siempre me calmaba. Entré en la casa y dejé la cazadora en un perchero. Subí las escaleras a paso rápido, deseando ver a Elora y allí estaba, enfrascada en algún hechizo y leyendo absorta un enorme libro polvoriento. Se levantó aún leyendo dispuesta a ir a por algo, pero la intercepté cuando se volvió y se pegó de lleno contra mi cuerpo, sacándola de sus pensamientos.
Frunció el ceño pero la sujeté antes de que se tambaleara, justo como cuando nos conocimos. La miré con ojos burlones e imité su voz al decir:
- ¡Mira por dónde vas! ¡Si quieres echar un polvo vete a molestar a las del puerto, que yo paso!
Solté una carcajada y la atraje hacia mi cuerpo, abrazándola con fuerza y relajando un poco la tensión de hombros que me acompañaba desde que había entrado en aquel maldito despacho.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
Elora iba distraída, concentrada como estaba en el hechizo que Xaryne le había pedido para unir las almas. Era tal la complejidad y se necesitaba tanto poder, que dudaba que pudieran conseguirlo. Además no estaba claro que aquello pudiese funcionar porque se trataba de invocaciones mayores y pactos con dioses o demonios o entidades (como quisieran llamarlas) superiores. De hecho, la mayoria no se hallaban en su mismo plano existencial. Sabía que no eran meras leyendas porque cuando en los textos arcanos aparecían rituales de invocación de ese estilo, es porque alguien antes los había convocado.
Se chocó con ella, tal y como había sucedido la noche que se conocieron, y abrió los ojos desmesuradamente, presa de la sorpresa. Cuando escuchó sus palabras soltó una carcajada. Las había recitado tal cual salieron de su boca aquella vez. Xaryne era increible para eso, tenía una memoria fotográfica y una mente maravillosamente rápida. De haber tenido los poderes de Stein, sería una bruja tremendamente poderosa. Se agarró a su cintura para no caerse y se dejó abrazar, porque sus abrazos eran sumamente reconfortantes.
—¿ah sí?...mmmm.. pues el puerto queda un poco lejos, así que tendré que conformarme con asaltarte a ti.— Elevó la barbilla para buscar un beso de bienvenida.
La cazadora le contó su charla con su jefe y Elora sintió curiosidad desde el primer momento por ese hombre, ya que Thomas estaba claro qué tipo de mentor era. Sabía que a Xaryne le costaban muchos los cambios, pero ella mutable como el propio dios Mercurio, y los nuevos retos la estimulaban hasta el punto de volverla adicta al rock and roll. Vio de inmediato que lo que Blackmore le proponía a Xar era altamente beneficioso: por un lado, si se dedicaba a entrenar, cazaría menos y pronto habría más gente preparada para asumir esos peligros. Egoistamente deseaba que no saliera a jugarse el pellejo cada noche, aunque sabía que la caza le daba la vida. Por otro lado, sería una satisfacción enorme para Xar sentirse útil, sentirse importante para otros, no sólo para ella. ¡Y qué narices! que estaba super orgullosa de Xar, y quería que el resto del mundo también lo apreciase como lo apreciaba la bruja.
Insistió e insistió para ir a ese concierto. La música le gustaba pero no solía ir a teatros ni eventos, porque aún se sentía algo cohibida entre la alta sociedad, fuera de lugar, notaba todavía las miradas clavadas en su nuca. Esta vez, iría de invitada de alguien que realmente no tenía aún su lugar en aquella estructura social altamente jerarquizada, pero que todos respetaban por su apellido y posición. Era el concierto de Navidad, ejecutado por la filarmónica de París, y al parecer la arpista era Aveline Blackmore. Sería un encuentro curioso y se moría de ganas por conocer a gente interesante. A ella las marujas estiradas no le aportaban nada, pero los cazadores siempre tenían cosas interesantes que contar. En parte se sentía identificada con los Blackmore, porque gozaban de estatus y llevaban una vida paralela, como ellas. Sería enriquecedor conocerlos.
Tuvo que convencer a Xaryne, que era una dura negociadora, pero consiguió que aceptase tras muchas caricias, besos y sarcasmos. Toda una batalla en la cama que las dejó agotadas.
Llegó la noche del concierto y la Ópera estaba abarrotada, era un evento muy deseado por todos aquellos que querían lucir sus galas, sus nuevos anillos de compromiso o su recién adquirido estatus.
Elora llevaba un vestido negro y verde, con encajes y apliques de damasco, escote cuadrado y el pelo recogido en una cascada de ondas. Ya no era la viuda triste ni la chica sencilla de los suburbios de París. Era una mujer que reivindicaba su propio estilo, lo aprobasen o no los demás, y se vestía como le gustaba, no como la moda dictase. Seguramente más de una comentaría que ese vestido no era apropiado para la Opera, que parecía una buscona, pero le daba absolutamente igual. La envidia era muy mala.
Consiguió que Xaryne se pusiera una chaqueta larga de paño y seda, de abertura lateral con botones, cuello elevado y puños vueltos abotonados. Parecía una casaca pirata pero más larga, negra y elegante. Sobre los pantalones no hubo punto de acuerdo, así que la cazadora acudió con su atuendo habitual, unas botas negras nuevas y el cuchillo de ébano bien guardo dentro de ellas. Su cara lo decía todo.
— Amor, si frunces más el ceño se te va a quedar esa cara de perro para siempre.— le susurró la bruja sonriendo a una pareja que pasaban cerca de ellas.
— Ackerman, buenas noches. Me alegro de que hayan decidido venir. Señorita Paine...— el inglés las interceptó en la entrada y cómo no, tomó la mano de Elora para depositar un breve beso en el dorso, como mandaba la educación.
— Lord Axel Blackmore, el placer es mío... últimamente está usted muy presente en nuestras conversaciones y ya tenía ganas de conocerlo.— la bruja esbozó una sonrisa medio irónica. El lord sonrió de medio lado con ojos divertidos. No esperaba menos de aquella bruja, solían ser muy listas y con lengua viperina.
—Espero que mi nombre no esté presente cuando usted esté trabajando, eso me preocuparía bastante, en cualquier otro caso, me siento honrado. ¿Pasamos adentro? tenemos palco de segundo piso.— Le ofreció el brazo a la bruja porque sabía que Xaryne ni de coña lo tocaría ni con un palo. Estaba claro que no quería estar allí y que sólo venía de guardaespaldas de la bruja.
Se chocó con ella, tal y como había sucedido la noche que se conocieron, y abrió los ojos desmesuradamente, presa de la sorpresa. Cuando escuchó sus palabras soltó una carcajada. Las había recitado tal cual salieron de su boca aquella vez. Xaryne era increible para eso, tenía una memoria fotográfica y una mente maravillosamente rápida. De haber tenido los poderes de Stein, sería una bruja tremendamente poderosa. Se agarró a su cintura para no caerse y se dejó abrazar, porque sus abrazos eran sumamente reconfortantes.
—¿ah sí?...mmmm.. pues el puerto queda un poco lejos, así que tendré que conformarme con asaltarte a ti.— Elevó la barbilla para buscar un beso de bienvenida.
La cazadora le contó su charla con su jefe y Elora sintió curiosidad desde el primer momento por ese hombre, ya que Thomas estaba claro qué tipo de mentor era. Sabía que a Xaryne le costaban muchos los cambios, pero ella mutable como el propio dios Mercurio, y los nuevos retos la estimulaban hasta el punto de volverla adicta al rock and roll. Vio de inmediato que lo que Blackmore le proponía a Xar era altamente beneficioso: por un lado, si se dedicaba a entrenar, cazaría menos y pronto habría más gente preparada para asumir esos peligros. Egoistamente deseaba que no saliera a jugarse el pellejo cada noche, aunque sabía que la caza le daba la vida. Por otro lado, sería una satisfacción enorme para Xar sentirse útil, sentirse importante para otros, no sólo para ella. ¡Y qué narices! que estaba super orgullosa de Xar, y quería que el resto del mundo también lo apreciase como lo apreciaba la bruja.
Insistió e insistió para ir a ese concierto. La música le gustaba pero no solía ir a teatros ni eventos, porque aún se sentía algo cohibida entre la alta sociedad, fuera de lugar, notaba todavía las miradas clavadas en su nuca. Esta vez, iría de invitada de alguien que realmente no tenía aún su lugar en aquella estructura social altamente jerarquizada, pero que todos respetaban por su apellido y posición. Era el concierto de Navidad, ejecutado por la filarmónica de París, y al parecer la arpista era Aveline Blackmore. Sería un encuentro curioso y se moría de ganas por conocer a gente interesante. A ella las marujas estiradas no le aportaban nada, pero los cazadores siempre tenían cosas interesantes que contar. En parte se sentía identificada con los Blackmore, porque gozaban de estatus y llevaban una vida paralela, como ellas. Sería enriquecedor conocerlos.
Tuvo que convencer a Xaryne, que era una dura negociadora, pero consiguió que aceptase tras muchas caricias, besos y sarcasmos. Toda una batalla en la cama que las dejó agotadas.
Llegó la noche del concierto y la Ópera estaba abarrotada, era un evento muy deseado por todos aquellos que querían lucir sus galas, sus nuevos anillos de compromiso o su recién adquirido estatus.
Elora llevaba un vestido negro y verde, con encajes y apliques de damasco, escote cuadrado y el pelo recogido en una cascada de ondas. Ya no era la viuda triste ni la chica sencilla de los suburbios de París. Era una mujer que reivindicaba su propio estilo, lo aprobasen o no los demás, y se vestía como le gustaba, no como la moda dictase. Seguramente más de una comentaría que ese vestido no era apropiado para la Opera, que parecía una buscona, pero le daba absolutamente igual. La envidia era muy mala.
Consiguió que Xaryne se pusiera una chaqueta larga de paño y seda, de abertura lateral con botones, cuello elevado y puños vueltos abotonados. Parecía una casaca pirata pero más larga, negra y elegante. Sobre los pantalones no hubo punto de acuerdo, así que la cazadora acudió con su atuendo habitual, unas botas negras nuevas y el cuchillo de ébano bien guardo dentro de ellas. Su cara lo decía todo.
— Amor, si frunces más el ceño se te va a quedar esa cara de perro para siempre.— le susurró la bruja sonriendo a una pareja que pasaban cerca de ellas.
— Ackerman, buenas noches. Me alegro de que hayan decidido venir. Señorita Paine...— el inglés las interceptó en la entrada y cómo no, tomó la mano de Elora para depositar un breve beso en el dorso, como mandaba la educación.
— Lord Axel Blackmore, el placer es mío... últimamente está usted muy presente en nuestras conversaciones y ya tenía ganas de conocerlo.— la bruja esbozó una sonrisa medio irónica. El lord sonrió de medio lado con ojos divertidos. No esperaba menos de aquella bruja, solían ser muy listas y con lengua viperina.
—Espero que mi nombre no esté presente cuando usted esté trabajando, eso me preocuparía bastante, en cualquier otro caso, me siento honrado. ¿Pasamos adentro? tenemos palco de segundo piso.— Le ofreció el brazo a la bruja porque sabía que Xaryne ni de coña lo tocaría ni con un palo. Estaba claro que no quería estar allí y que sólo venía de guardaespaldas de la bruja.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
No había dejado de refunfuñar en todo el camino hasta la Ópera por varios motivos. El primero era que no me gustaban ese tipo de eventos. Se movían por la premisa de a ver quién aparentaba más, quién lucía las "mejores" galas o quién llevaba el mejor peinado. Y eso a mí me la traía al pairo. Todos aquellos aristócratas rancios se sentían muy seguros en las fiestas de alto copete; pero a la hora de la verdad, nobles y plebeyos gritaban de la misma manera cuando se encontraban cara a cara con la escoria a la que me dedicaba a eliminar. Había visto a más de un Lord mearse en los pantalones antes de caer desmayado ante lo que yo me encontraba cada noche. Vampiros cada vez más sedientos de sangre y con menos sentido de la discreción. Salí de mis oscuros pensamientos cuando una voz masculina que conocía nos saludó.
El capitán Axel Blackmore, con un traje negro impoluto, como dictaba el protocolo, se acercó a nosotras y besó la mano de Elora haciendo gala de sus impecables modales ingleses. Fue inteligente y no se me acercó demasiado, dada mi poca paciencia habitual que era incluso menor aquella noche. Si hubiera intentado saludarme así, le hubiera arrancado los morros de un guantazo. Me obligué a relajarme un poco. Elora también tenía derecho a divertirse, así que intenté cumplir lo que le había prometido a la bruja: Intentaría relajarme un poco.
Entramos en el edificio y subimos a la segunda planta. Había algo raro... me sonaban algunas caras. Unos cuantos cazadores importantes se reunían en aquella planta, supuse que Blackmore los habría invitado también. Aún quedaba un rato para que comenzara el concerto, así que nos ofrecieron unas copas de champán mientras esperábamos en una antesala muy adornada. Arrugué un poco la nariz cuando fui a darle un trago. Prefería la cerveza a esas cosas tan finolis.
Todas mis buenas intenciones desaparecieron cuando escuché otra voz que hacía tiempo que no oía, acompañada de un enorme brazo que pasó por mis hombros.
Miré hacia la mole que se había atrevido a agarrarme así y vi la cara de Rex Braco, un monstruo moreno de dos metros embutido en un traje de etiqueta que pintaba allí casi lo mismo que yo. Era uno de los conocidos, le llamaban "El Oso", debido a su tamaño y su fuerza. Sus músculos y su pelo negro, casi rapado y unido a su barba azabache, bien recortada, ofrecían una imagen imponente a sus enemigos.
Decían que partía vampiros en dos con sus propias manos. Lo aparté de un empujón certero y resoplé. El cazador se rió y me miró con sorna al decir:
- Pero a quién tenemos aquí... ¿La Muerte Negra en persona? ¿Qué mujer hermosa te ha arrastrado a un sitio de estos Ackerman? - observó a Elora, que nos miraba curiosa mientras Axel hablaba con alguno de los presentes.
Puse los ojos en blanco y le ofrecí mi brazo a Elora, que lo agarró poniéndose a mi lado. Miré a Braco, sus ojos oscuros brillaban divertidos. Suspiré y dije:
- No va a dejarme en paz hasta que te presente, así que... Elora, este es Rex Braco, el Oso, cazador de la Orden. Ya puedes imaginarte por qué le llaman así.- Braco hizo una reverencia divertida y besó suavemente el dorso de la mano de Elora. Sus enormes manos hacían incluso más frágiles las de la bruja.
- Me llaman así por mis músculos y mi enorme... - Unas manos más finas interrumpieron en escena, cayendo desde arriba. Yo estaba acostumbrada a las entradas de Kyle, pero un par de personas que pasaban dieron un respingo y se alejaron, murmurando horrorizados ante tal imprudencia.
Un chico delgado, algo más alto que yo pero mucho más estilizado, se interpuso entre Braco y Elora elegantemente. Sus movimientos parecían aéreos, afines a la velocidad. Se revolvió un poco el pelo corto y castaño, que siempre llevaba de punta y nos sonrió dirigiéndonos una mirada alegre desde sus ojos color ámbar.
- ... y tu enorme cabeza hueca, Braco. Deja de molestar ya a Ackerman, un día de estos conseguirás que te arranque la lengua. Y el resto se lo agradeceremos eternamente. - me dirigió una divertida sonrisa y fijó su atención en Elora. Kyle me caía bien, para variar. Era más sigiloso y prudente que la montaña con patas que era Braco. Hizo una leve y elegante reverencia ante Elora y besó suavemente el dorso de su mano. Su voz suave sonaba curiosa al presentarse:
- Kyle Reeves, el Halcón. No haga caso a Braco, señorita Paine, no es muy largo de entendederas. Aún nos preguntamos cómo sigue vivo.
El cazador castaño sonrió de medio lado cuando Braco se puso a refunfuñar detrás de él y se puso a perseguir a una camarera con la excusa de que quería una copa de champán. Por supuesto, Kyle había estado escuchándolo todo desde alguna repisa alta, inmóvil hasta aquel momento. Volvió a mirarnos con la curiosidad en los ojos. Sus movimientos de cabeza eran leves, rápidos, recordando al ave rapaz del que hacía gala su apodo. Sus pupilas no dejaban de escrutar el ambiente.
- Me alegro de ver que sigues viva Xaryne, aunque no osaría dudarlo de la personificación de la Muerte. Y hablando de la Muerte, he visto que Aveline ha venido muy guerrera esta vez... ten cuidado con la Parca. Su lengua ha matado más cazadores de lo que hacen los vampiros últimamente. - nos guiñó un ojo y bajó un poco la cabeza en señal de despedida. - Disfruten de la velada mademoiselles, un placer conocerla, señorita Paine. Alabo el hecho de que haya conseguido convencerla, es la primera vez que se ve a Ackerman en un evento social fuera de los propios de la Orden.
Fruncí el ceño para mandar a Kyle a un sitio poco agradable, siempre había tenido la lengua muy larga, pero no me dio tiempo. El castaño dio un salto hacia arriba y desapareció entre las telas rojas que colgaban del techo, esperando de nuevo como un halcón a su próxima presa.
Miré a Elora y suspiré agarrándome del puente de la nariz. Meneé la cabeza y dije mirándola:- Y es por esto que no vengo a este tipo de cosas. Pero bueno, ya estamos aquí así que...
El capitán Axel Blackmore, con un traje negro impoluto, como dictaba el protocolo, se acercó a nosotras y besó la mano de Elora haciendo gala de sus impecables modales ingleses. Fue inteligente y no se me acercó demasiado, dada mi poca paciencia habitual que era incluso menor aquella noche. Si hubiera intentado saludarme así, le hubiera arrancado los morros de un guantazo. Me obligué a relajarme un poco. Elora también tenía derecho a divertirse, así que intenté cumplir lo que le había prometido a la bruja: Intentaría relajarme un poco.
Entramos en el edificio y subimos a la segunda planta. Había algo raro... me sonaban algunas caras. Unos cuantos cazadores importantes se reunían en aquella planta, supuse que Blackmore los habría invitado también. Aún quedaba un rato para que comenzara el concerto, así que nos ofrecieron unas copas de champán mientras esperábamos en una antesala muy adornada. Arrugué un poco la nariz cuando fui a darle un trago. Prefería la cerveza a esas cosas tan finolis.
Todas mis buenas intenciones desaparecieron cuando escuché otra voz que hacía tiempo que no oía, acompañada de un enorme brazo que pasó por mis hombros.
Miré hacia la mole que se había atrevido a agarrarme así y vi la cara de Rex Braco, un monstruo moreno de dos metros embutido en un traje de etiqueta que pintaba allí casi lo mismo que yo. Era uno de los conocidos, le llamaban "El Oso", debido a su tamaño y su fuerza. Sus músculos y su pelo negro, casi rapado y unido a su barba azabache, bien recortada, ofrecían una imagen imponente a sus enemigos.
Decían que partía vampiros en dos con sus propias manos. Lo aparté de un empujón certero y resoplé. El cazador se rió y me miró con sorna al decir:
- Pero a quién tenemos aquí... ¿La Muerte Negra en persona? ¿Qué mujer hermosa te ha arrastrado a un sitio de estos Ackerman? - observó a Elora, que nos miraba curiosa mientras Axel hablaba con alguno de los presentes.
Puse los ojos en blanco y le ofrecí mi brazo a Elora, que lo agarró poniéndose a mi lado. Miré a Braco, sus ojos oscuros brillaban divertidos. Suspiré y dije:
- No va a dejarme en paz hasta que te presente, así que... Elora, este es Rex Braco, el Oso, cazador de la Orden. Ya puedes imaginarte por qué le llaman así.- Braco hizo una reverencia divertida y besó suavemente el dorso de la mano de Elora. Sus enormes manos hacían incluso más frágiles las de la bruja.
- Me llaman así por mis músculos y mi enorme... - Unas manos más finas interrumpieron en escena, cayendo desde arriba. Yo estaba acostumbrada a las entradas de Kyle, pero un par de personas que pasaban dieron un respingo y se alejaron, murmurando horrorizados ante tal imprudencia.
Un chico delgado, algo más alto que yo pero mucho más estilizado, se interpuso entre Braco y Elora elegantemente. Sus movimientos parecían aéreos, afines a la velocidad. Se revolvió un poco el pelo corto y castaño, que siempre llevaba de punta y nos sonrió dirigiéndonos una mirada alegre desde sus ojos color ámbar.
- ... y tu enorme cabeza hueca, Braco. Deja de molestar ya a Ackerman, un día de estos conseguirás que te arranque la lengua. Y el resto se lo agradeceremos eternamente. - me dirigió una divertida sonrisa y fijó su atención en Elora. Kyle me caía bien, para variar. Era más sigiloso y prudente que la montaña con patas que era Braco. Hizo una leve y elegante reverencia ante Elora y besó suavemente el dorso de su mano. Su voz suave sonaba curiosa al presentarse:
- Kyle Reeves, el Halcón. No haga caso a Braco, señorita Paine, no es muy largo de entendederas. Aún nos preguntamos cómo sigue vivo.
El cazador castaño sonrió de medio lado cuando Braco se puso a refunfuñar detrás de él y se puso a perseguir a una camarera con la excusa de que quería una copa de champán. Por supuesto, Kyle había estado escuchándolo todo desde alguna repisa alta, inmóvil hasta aquel momento. Volvió a mirarnos con la curiosidad en los ojos. Sus movimientos de cabeza eran leves, rápidos, recordando al ave rapaz del que hacía gala su apodo. Sus pupilas no dejaban de escrutar el ambiente.
- Me alegro de ver que sigues viva Xaryne, aunque no osaría dudarlo de la personificación de la Muerte. Y hablando de la Muerte, he visto que Aveline ha venido muy guerrera esta vez... ten cuidado con la Parca. Su lengua ha matado más cazadores de lo que hacen los vampiros últimamente. - nos guiñó un ojo y bajó un poco la cabeza en señal de despedida. - Disfruten de la velada mademoiselles, un placer conocerla, señorita Paine. Alabo el hecho de que haya conseguido convencerla, es la primera vez que se ve a Ackerman en un evento social fuera de los propios de la Orden.
Fruncí el ceño para mandar a Kyle a un sitio poco agradable, siempre había tenido la lengua muy larga, pero no me dio tiempo. El castaño dio un salto hacia arriba y desapareció entre las telas rojas que colgaban del techo, esperando de nuevo como un halcón a su próxima presa.
Miré a Elora y suspiré agarrándome del puente de la nariz. Meneé la cabeza y dije mirándola:- Y es por esto que no vengo a este tipo de cosas. Pero bueno, ya estamos aquí así que...
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
El Senescal se había asegurado de que un buen número de cazadores "populares" recibiesen su invitación a tal evento. No era tonto, había dejado a un buen retén de guardia, pero le interesaba que se hiciera equipo, que compartiesen algun momento "normal" o agradable lejos de las estacas, la sangre y los gritos. Era importante que hicieran una piña y para eso tenía que fomentar el sentimiento de pertenencia, de unidad, de falange.
Todos ellos compartían los rigores de una vida dedicada a la caza, todos ellos comprendían lo que era tener pesadillas recurrentes, dormir con el ojo abierto o tener miedo de socializar porque en un soplido del destino todo se iba a la mierda y dejabas tras de tí una familia desamparada. Cada cual tenía su estilo, su vida y su mochila detrás, pero era más lo que los unía que lo que los separaba, y eso lo sabía bien el inglés. Saludó a los que se iba encontrando, intercambiando algunas palabras amables con todo ellos.
— Señores... creo que la mayoría no gustan del champán, pongámosle remedio a esto. Camarero, por favor.— Le hizo un gesto al que llevaba las bandejas.— traiga whisky, brandy o lo que tenga, y atienda las peticiones particulares, no se preocupe por el coste, corre de mi cuenta.— Sacó varios billetes de cien francos y se los entregó al hombre como anticipo.
Elora estaba emocionada, por fin Xaryne le presentaba a sus compañeros de caza, que hablaban abiertamente de lo que hacían y cómo lo hacían. Era extraño verla reflejada en las palabras y opiniones de los demás, porque ella conocía a una Xar complatemente diferente. Esas personas eran quienes cubrirían sus espaldas en los momentos jodidos, y les estaba enteramente agradecida por ello. Confiaba en Gael, pero él sólo no era más que una gota en el océano, como Xaryne. Sin embargo, viendo a aquellos cazadores su esperanza de futuro con la alemana se veía más cumplida. Sus manos se perdieron entre las otras, enormes, del cazador llamado Braco. Le regaló una sonrisa.
— Es todo un placer conocerlo a usted y a su enorme... mmmm.. personalidad.— Le hizo una reverencia con la cabeza y después repitió el gesto con Kyle.— ¡Vaya entrada! si me hace eso yendo al lavabo de señoras me da un infarto, o lo que es peor... me aflojará la vejiga, así que por favor por el bien de las moquetas de la Ópera, no me lo haga más. Ya veo... el Oso y el Halcón, nombres muy apropiados. ¿Yo también debería ponerme un apodo? bah! seguramente no sería tan bueno como los suyos. Realmente me alegro de conocerlos a todos, Xaryne no suele hablar demasiado de su trabajo y mucho menos venir a este tipo de cosas.— Observó que el grandullón tenía una runa tatuada en el cuello que parecía una M. Señaló con el dedo índice y comentó.— Eiwhaz, la runa celta de la defensa. Por sí sola no le funcionará, Braco, pero sé cómo hacer que funcione, si algún día le interesa, se lo cuento.— Con ese comentario dejaba claro que aceptaba lo que era delante de aquellos que hipotéticamente podrían cazarla. Pero es que a esas alturas todos sabrían ya que Ackerman se relacionaba con una bruja. Al menos, si veían que Elora ponía sus conocimientos al servicio de los cazadores, la percibirían como menos amenaza.
Blackmore intervino, llevando un par de vasos con algun licor oscuro hacia ellos.
— Si lo hace, cuénteselo en algun lugar discreto, no me obligue a llevármela esposada a las mazmorras... ¡Bah! no, la soltaría en seguida, ya tiene usted suficiente tortura cargando con Ackerman.— Le guiñó el ojo a la alemana, bromeando y arrancando algunas risas a su alrededor. Nadie parecía tenso por la presencia de una bruja entre los cazadores, y era porque la aceptación por parte del superior, de aquella situación tan bizarra entre ellas, hacía que el resto lo aprobaran y lo percibieran como algo normal, natural y sin amenaza, más bien lo contrario, podía ser de ayuda.
Claro está que cada cazador era un mundo, y que algunos habían tenido serios problemas con hechiceros, pero ayudaba mucho que Elora no tenía aspecto amenazador, y que se desenvolvía con encanto entre la gente. Su don para captar auras y sabe cómo se sentía cada cual, le ayudaba bastante en esa tarea. Además no desaprovechaba la ocasión de soltar alguna ironía divertida que relajaba el ambiente. por otro lado, Xaryne tenía el más absoluto respeto de los suyos, así que si ella había decidido estar con esa mujer, nadie opniaría al respecto, al menos delante de ella.
— La Parca.... hum...La parca es una máquina, ya lo saben, y sí, puedo decirles que viene con ganas de repartir mucho amor por navidad. Y hablando de eso... vayan tomando asiento porque esto ya empieza. Ahí la tienen, Aveline Faith, la Parca.
En el escenario fueron saliendo los músicos de la Filarmónica entre aplausos y murmullos, las luces se atenuaron y colocaron el arpa en el centro de las tablas. Allí una mujer rubia, con un vestido negro ribeteado en encajes plateados saludó, sonrió y provocó murmullos en la sala, porque deslumbraba entre tantos músicos de porte serio y apagado. Se sentó al lado del instrumento y le hizo un gesto al concertino, el primer violín que era el encargado de dar la nota para que todos afinasen. Afinaron y el director de la orquesta dio la señal. A un movimiento de su batuta, comenzó a fluir la música en la sala, empezando el concierto de navidad con la "Danza de los Espíritus" de Christoph Willibald Gluck, el compositor alemán de la opera Orfeo y Eurídice. Las notas del arpa y la flauta llenaron de inmediato el auditorio de una especie de calidez que a la bruja no le pasó desaprecibida. El poder de la música, que amansaba las fieras.
No pudo evitar fijarse en la rubia y escuchar los comentarios, así que esa muchacha que parecía salida de un cuento de los Andersen, era la famosa Parca, hermana además del capitán. Era muy guapa. Suponía que además tendría los modales y el encanto de su hermano, y con aquel aspecto angelical podría parecer perfecta. Wao. Guapa, valiente, fuerte, letal, educada, culta, con una sensibilidad para la música fuera de lo común... de pronto se sintió empequeñecer. Ella era bajita, oscura, llena de cicatrices, sin educación ni modales, cobarde como una rata cuando no le daban arranques de estupidez o locura, y sólo sabía hacer una cosa bien: meterse en líos. Seguramente Aveline Faith y Axel supieran jugar al juego de la doble vida con una maestría pasmosa, a ella aun le costaba mucho hacerlo, y sintió que no les llegaba ni a la suela del zapato.
Escuchó la música entrecerrando los ojos, la melodía tenía staccatos crecientes y sonaba como un día de navidad, uno feliz, uno que ella aún no había tenido pero planeaba tener. Por fin tenía su casa, calor, comida y alguien con quien compartirla. Llevaba semanas reuniendo regalos para todos, buscando cosas especiales, personalizadas, para todos los que de algún modo estaban en su vida, porque jamás había tenido tanto amor en ella. Quería celebrarlo, quería disfrutar de una velada, al menos una, como tantas veces había visto en el interior de las casas cuando caminaba calle arriba, para acabar sola en su vieja buhardilla. Los Blackmore tenían estatus, dinero, una familia poderosa y unida... y ella tenía cuanto deseaba, no quería nada más. Tenía a Xar, a Leif, a Gael, a Höor, a Jana y Corbin y a Theron y Zaros. Más de lo que jamás hubiera podido imaginar. Pero por otro lado, aquella reunión la pondría en el mapa de otra gente, quizás pudiera ayudar a Xar a tener mas amigos entre los cazadores, si lograba hacerles entender que su casa estaba abierta para todos ellos, quizás consiguiese que la alemana socializara más.
Todos ellos compartían los rigores de una vida dedicada a la caza, todos ellos comprendían lo que era tener pesadillas recurrentes, dormir con el ojo abierto o tener miedo de socializar porque en un soplido del destino todo se iba a la mierda y dejabas tras de tí una familia desamparada. Cada cual tenía su estilo, su vida y su mochila detrás, pero era más lo que los unía que lo que los separaba, y eso lo sabía bien el inglés. Saludó a los que se iba encontrando, intercambiando algunas palabras amables con todo ellos.
— Señores... creo que la mayoría no gustan del champán, pongámosle remedio a esto. Camarero, por favor.— Le hizo un gesto al que llevaba las bandejas.— traiga whisky, brandy o lo que tenga, y atienda las peticiones particulares, no se preocupe por el coste, corre de mi cuenta.— Sacó varios billetes de cien francos y se los entregó al hombre como anticipo.
Elora estaba emocionada, por fin Xaryne le presentaba a sus compañeros de caza, que hablaban abiertamente de lo que hacían y cómo lo hacían. Era extraño verla reflejada en las palabras y opiniones de los demás, porque ella conocía a una Xar complatemente diferente. Esas personas eran quienes cubrirían sus espaldas en los momentos jodidos, y les estaba enteramente agradecida por ello. Confiaba en Gael, pero él sólo no era más que una gota en el océano, como Xaryne. Sin embargo, viendo a aquellos cazadores su esperanza de futuro con la alemana se veía más cumplida. Sus manos se perdieron entre las otras, enormes, del cazador llamado Braco. Le regaló una sonrisa.
— Es todo un placer conocerlo a usted y a su enorme... mmmm.. personalidad.— Le hizo una reverencia con la cabeza y después repitió el gesto con Kyle.— ¡Vaya entrada! si me hace eso yendo al lavabo de señoras me da un infarto, o lo que es peor... me aflojará la vejiga, así que por favor por el bien de las moquetas de la Ópera, no me lo haga más. Ya veo... el Oso y el Halcón, nombres muy apropiados. ¿Yo también debería ponerme un apodo? bah! seguramente no sería tan bueno como los suyos. Realmente me alegro de conocerlos a todos, Xaryne no suele hablar demasiado de su trabajo y mucho menos venir a este tipo de cosas.— Observó que el grandullón tenía una runa tatuada en el cuello que parecía una M. Señaló con el dedo índice y comentó.— Eiwhaz, la runa celta de la defensa. Por sí sola no le funcionará, Braco, pero sé cómo hacer que funcione, si algún día le interesa, se lo cuento.— Con ese comentario dejaba claro que aceptaba lo que era delante de aquellos que hipotéticamente podrían cazarla. Pero es que a esas alturas todos sabrían ya que Ackerman se relacionaba con una bruja. Al menos, si veían que Elora ponía sus conocimientos al servicio de los cazadores, la percibirían como menos amenaza.
Blackmore intervino, llevando un par de vasos con algun licor oscuro hacia ellos.
— Si lo hace, cuénteselo en algun lugar discreto, no me obligue a llevármela esposada a las mazmorras... ¡Bah! no, la soltaría en seguida, ya tiene usted suficiente tortura cargando con Ackerman.— Le guiñó el ojo a la alemana, bromeando y arrancando algunas risas a su alrededor. Nadie parecía tenso por la presencia de una bruja entre los cazadores, y era porque la aceptación por parte del superior, de aquella situación tan bizarra entre ellas, hacía que el resto lo aprobaran y lo percibieran como algo normal, natural y sin amenaza, más bien lo contrario, podía ser de ayuda.
Claro está que cada cazador era un mundo, y que algunos habían tenido serios problemas con hechiceros, pero ayudaba mucho que Elora no tenía aspecto amenazador, y que se desenvolvía con encanto entre la gente. Su don para captar auras y sabe cómo se sentía cada cual, le ayudaba bastante en esa tarea. Además no desaprovechaba la ocasión de soltar alguna ironía divertida que relajaba el ambiente. por otro lado, Xaryne tenía el más absoluto respeto de los suyos, así que si ella había decidido estar con esa mujer, nadie opniaría al respecto, al menos delante de ella.
— La Parca.... hum...La parca es una máquina, ya lo saben, y sí, puedo decirles que viene con ganas de repartir mucho amor por navidad. Y hablando de eso... vayan tomando asiento porque esto ya empieza. Ahí la tienen, Aveline Faith, la Parca.
En el escenario fueron saliendo los músicos de la Filarmónica entre aplausos y murmullos, las luces se atenuaron y colocaron el arpa en el centro de las tablas. Allí una mujer rubia, con un vestido negro ribeteado en encajes plateados saludó, sonrió y provocó murmullos en la sala, porque deslumbraba entre tantos músicos de porte serio y apagado. Se sentó al lado del instrumento y le hizo un gesto al concertino, el primer violín que era el encargado de dar la nota para que todos afinasen. Afinaron y el director de la orquesta dio la señal. A un movimiento de su batuta, comenzó a fluir la música en la sala, empezando el concierto de navidad con la "Danza de los Espíritus" de Christoph Willibald Gluck, el compositor alemán de la opera Orfeo y Eurídice. Las notas del arpa y la flauta llenaron de inmediato el auditorio de una especie de calidez que a la bruja no le pasó desaprecibida. El poder de la música, que amansaba las fieras.
No pudo evitar fijarse en la rubia y escuchar los comentarios, así que esa muchacha que parecía salida de un cuento de los Andersen, era la famosa Parca, hermana además del capitán. Era muy guapa. Suponía que además tendría los modales y el encanto de su hermano, y con aquel aspecto angelical podría parecer perfecta. Wao. Guapa, valiente, fuerte, letal, educada, culta, con una sensibilidad para la música fuera de lo común... de pronto se sintió empequeñecer. Ella era bajita, oscura, llena de cicatrices, sin educación ni modales, cobarde como una rata cuando no le daban arranques de estupidez o locura, y sólo sabía hacer una cosa bien: meterse en líos. Seguramente Aveline Faith y Axel supieran jugar al juego de la doble vida con una maestría pasmosa, a ella aun le costaba mucho hacerlo, y sintió que no les llegaba ni a la suela del zapato.
Escuchó la música entrecerrando los ojos, la melodía tenía staccatos crecientes y sonaba como un día de navidad, uno feliz, uno que ella aún no había tenido pero planeaba tener. Por fin tenía su casa, calor, comida y alguien con quien compartirla. Llevaba semanas reuniendo regalos para todos, buscando cosas especiales, personalizadas, para todos los que de algún modo estaban en su vida, porque jamás había tenido tanto amor en ella. Quería celebrarlo, quería disfrutar de una velada, al menos una, como tantas veces había visto en el interior de las casas cuando caminaba calle arriba, para acabar sola en su vieja buhardilla. Los Blackmore tenían estatus, dinero, una familia poderosa y unida... y ella tenía cuanto deseaba, no quería nada más. Tenía a Xar, a Leif, a Gael, a Höor, a Jana y Corbin y a Theron y Zaros. Más de lo que jamás hubiera podido imaginar. Pero por otro lado, aquella reunión la pondría en el mapa de otra gente, quizás pudiera ayudar a Xar a tener mas amigos entre los cazadores, si lograba hacerles entender que su casa estaba abierta para todos ellos, quizás consiguiese que la alemana socializara más.
Axel Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 07/12/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
Nos sentamos y el concierto comenzó. La música comenzó a relajarme, iba a ser cierto eso de que amansaba a las fieras. Tenía que reconocer algo, y era que la hermana del capitán era terriblemente buena, tanto tocando el arpa como matando. Su reputación le precedía desde hacía años en lo que a letalidad se refería. Calculé que tendría mi edad, más o menos. Y hablando de edades, caí en que nunca le había preguntado a Elora cuándo era su cumpleaños. Habían pasado tantas cosas que no me había parado a pensar en asuntos tan cotidianos como aquellos. Mierda. ¿Querría celebrar la Navidad? Quedaban pocos días y tendría que comprarle algo... ¿no? Fruncí un poco el ceño, pensativa. Nunca le había comprado nada a nadie, sólo a Gael en alguna ocasión especial y siempre era muy fácil, sólo queía accesorios para su ballesta o cualquier atuendo o accesorio de cazador.
Pero Elora... ¿Qué querría la bruja? En ese tema, me sentí totalmente perdida.
Pero entonces, uno de sus movimientos captó mi atención por el rabillo del ojo. Noté que se encogía ligeramente cuando observó a la hermana de Blackmore en todo su esplendor. Por la mirada preocupada de sus ojos, intuí que se sentía pequeña, impotente ante la grandeza del capitán y su hermana, que siendo recién llegados habían conseguido montar todo esto y salir indemnes. Parecía que lo tenían todo bajo control. Había que añadirle el hecho de que Aveline parecía una muñeca, tan rubia y perfecta que costaba creer que fuera humana.
Observé las expresiones que se iban formando en el rostro de la bruja, pero cuando empezó a encogerse inconscientemente en su asiento, tomé su mano y entrelacé mis dedos con los de ella, aportándole seguridad. Me incliné desde mi asiento y le susurré al oído:
- Ni se te ocurra. No olvides que siempre volveré a ti. - apreté su mano con confianza. - Siempre.
Entonces hice algo que nadie esperaba. Sonreí en su oído y muy lentamente dejé un suave beso en su cuello, que dejó atónito a un ojiplático Braco y que apunto estuvo de soltar uno de sus comentarios de no ser por Kyle, que le dio un codazo con una sonrisa satisfecha. Todos los que vieron ese gesto, hasta entonces inexistente en mí, supieron de inmediato que la había elegido a ella. Ese beso la hacía digna de confianza y si yo confiaba en ella, los demás lo harían sin dudar, ya que por algo era, aunque no me gustara, una de las leyendas de la Orden.
Dejé mi mano entrelazada a la suya lo que duró el concierto, que terminó con una pieza fuerte y con un épico final, con todos los instrumentos sonando en una alagarabía de poderío y belleza. El público aplaudió entusiasmado y tras el tiempo de rigor, se levantaron para irse a casa.
Lo que nadie sabía era que los cazadores la acabábamos de comenzar. Era sabido por todos los de la Orden que en estos eventos los cazadores siempre gozábamos de una fiesta privada, que más bien era una reunión social donde se veía a los que seguían vivos y se distendía un poco el serio ambiente habitual.
Salí cogiendo la mano de Elora, sin importarme lo más mínimo de lo que dirían los invitados ya que casi todos en esa planta eran cazadores. Y aunque no lo hubieran sido, tampoco me importaba lo que pensara nadie que no fuera ella.
Los empleados nos guiaron a una sala donde estarían los músicos, había una enorme mesa central con todo tipo de comida y bebida, y los camareros seguían pasando con bandejas con todo tipo de bebidas a demanda. Sonreí de medio lado al notar la cara de asombro de Elora y dije:
- Sí, apuesto a que esto no te lo esperabas...
Pero Elora... ¿Qué querría la bruja? En ese tema, me sentí totalmente perdida.
Pero entonces, uno de sus movimientos captó mi atención por el rabillo del ojo. Noté que se encogía ligeramente cuando observó a la hermana de Blackmore en todo su esplendor. Por la mirada preocupada de sus ojos, intuí que se sentía pequeña, impotente ante la grandeza del capitán y su hermana, que siendo recién llegados habían conseguido montar todo esto y salir indemnes. Parecía que lo tenían todo bajo control. Había que añadirle el hecho de que Aveline parecía una muñeca, tan rubia y perfecta que costaba creer que fuera humana.
Observé las expresiones que se iban formando en el rostro de la bruja, pero cuando empezó a encogerse inconscientemente en su asiento, tomé su mano y entrelacé mis dedos con los de ella, aportándole seguridad. Me incliné desde mi asiento y le susurré al oído:
- Ni se te ocurra. No olvides que siempre volveré a ti. - apreté su mano con confianza. - Siempre.
Entonces hice algo que nadie esperaba. Sonreí en su oído y muy lentamente dejé un suave beso en su cuello, que dejó atónito a un ojiplático Braco y que apunto estuvo de soltar uno de sus comentarios de no ser por Kyle, que le dio un codazo con una sonrisa satisfecha. Todos los que vieron ese gesto, hasta entonces inexistente en mí, supieron de inmediato que la había elegido a ella. Ese beso la hacía digna de confianza y si yo confiaba en ella, los demás lo harían sin dudar, ya que por algo era, aunque no me gustara, una de las leyendas de la Orden.
Dejé mi mano entrelazada a la suya lo que duró el concierto, que terminó con una pieza fuerte y con un épico final, con todos los instrumentos sonando en una alagarabía de poderío y belleza. El público aplaudió entusiasmado y tras el tiempo de rigor, se levantaron para irse a casa.
Lo que nadie sabía era que los cazadores la acabábamos de comenzar. Era sabido por todos los de la Orden que en estos eventos los cazadores siempre gozábamos de una fiesta privada, que más bien era una reunión social donde se veía a los que seguían vivos y se distendía un poco el serio ambiente habitual.
Salí cogiendo la mano de Elora, sin importarme lo más mínimo de lo que dirían los invitados ya que casi todos en esa planta eran cazadores. Y aunque no lo hubieran sido, tampoco me importaba lo que pensara nadie que no fuera ella.
Los empleados nos guiaron a una sala donde estarían los músicos, había una enorme mesa central con todo tipo de comida y bebida, y los camareros seguían pasando con bandejas con todo tipo de bebidas a demanda. Sonreí de medio lado al notar la cara de asombro de Elora y dije:
- Sí, apuesto a que esto no te lo esperabas...
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
— El ser elegante se nace, no se hace.— Las palabras de Thomas me llegaron desde su habitación hasta donde me encontraba esperándole con un traje en color negro. Me apoyé en el marco de la puerta mientras lo veía terminar de arreglarse, era tan lento como cinco mujeres y ya estaba seguro de que nos habíamos perdido la obra de arpa, que era realmente para lo que se había celebrado la fiesta. Thomas por fin, terminó de atarse la americana en color plata que se había puesto, estaba muy guapo y parecía encontrarse mejor que nunca. Seguro que gracias a Nirole... —El ser elegante también es llegar puntual y nosotros llegamos muy tarde.— Le espeté poniendo los ojos en blanco, pero no podía enfadarme con él, parecía que le hubiesen quitado veinte años de encima, aunque por fuera seguía teniendo la barba incipiente plagada de canas,sus cuatro pelos encima de la cabeza y más arrugas que en el carnet de identidad... Pero sus ojos verdes brillaban como hacía años... Seguro que a Xaryne le agradaba verlo, y también a los demás de la orden.
Se movía con fluidez y ya no era necesario que llevase el bastón, ni siquiera lo había cogido. Sonreí, mis ojos también brillaban de emoción, quería que todo el mundo lo viera, este era el Thomas de siempre, no aquel que se había pasado dos años enfermo. Nos montamos en un carruaje que habíamos pedido con anterioridad y le indicamos que nos llevase a la Ópera. —Una lástima que Regis no pueda verme ahora. ¿Qué diría? Ese vejestorio estará removiéndose en su tumba. ¿Crees que podré volver a cazar?— Me miró con una cara que me recordó a un niño pequeño, intentando recuperar algo que hacía años había perdido. —No lo creo, Thom... Pero sí que podrás montar a caballo, seguro que cuando Raksha se recupere de haber parido, te deja montar.— Sabía que para él eso no era lo mismo, pero también le haría ilusión volver a montar a caballo.
Estaba un poco nervioso por ver a Xaryne, seguro que se quedaba anonadada de ver al viejo así, y seguro que me gritaba por como lo había conseguido, pero... Me daba igual, íbamos a tener Thomas para muchos años más. Bajamos del carruaje como auténticos señores, él era un auténtico caballero y sabía todo lo necesario sobre protocolo, incluso como bajarse de un carruaje. Iba a darle mi brazo para que se agarrase a mí, pero no me hizo caso y avanzó él primero por toda la entrada de la ópera, hasta que entramos dentro. —Thomas Aucoin y Gael Lutz. Sí, llegamos tarde, lo bueno se hace esperar, señorita.— Puse los ojos en blanco al escucharle decir eso, no éramos tan parecidos después de todo, teníamos un mismo sentido del humor.
Conseguimos entrar y subimos a la planta que habían "cerrado" para los cazadores. Una sala de lo más amplia, donde luego se iban a reunir los músicos que habían participado en la obra. Iba a poder conocerlos y mentir sobre lo mucho que me había gustado. Thomas fue directo hasta Xaryne y Elora, quienes ya estaban allí y yo le seguí. —¡Hola! Siento que hayamos llegado tarde, este hombre no sabía que ponerse.— Lo miré de reojo y lo vi saludando a Elora con entusiasmo. —Hola señorita Paine, un lujo el verla. Xaryne ¿No vas a abrazarme?— Aproveché mientras se saludaban para parar a un camarero que pasaba cerca nuestra y coger bebidas para los cuatro.
Se movía con fluidez y ya no era necesario que llevase el bastón, ni siquiera lo había cogido. Sonreí, mis ojos también brillaban de emoción, quería que todo el mundo lo viera, este era el Thomas de siempre, no aquel que se había pasado dos años enfermo. Nos montamos en un carruaje que habíamos pedido con anterioridad y le indicamos que nos llevase a la Ópera. —Una lástima que Regis no pueda verme ahora. ¿Qué diría? Ese vejestorio estará removiéndose en su tumba. ¿Crees que podré volver a cazar?— Me miró con una cara que me recordó a un niño pequeño, intentando recuperar algo que hacía años había perdido. —No lo creo, Thom... Pero sí que podrás montar a caballo, seguro que cuando Raksha se recupere de haber parido, te deja montar.— Sabía que para él eso no era lo mismo, pero también le haría ilusión volver a montar a caballo.
Estaba un poco nervioso por ver a Xaryne, seguro que se quedaba anonadada de ver al viejo así, y seguro que me gritaba por como lo había conseguido, pero... Me daba igual, íbamos a tener Thomas para muchos años más. Bajamos del carruaje como auténticos señores, él era un auténtico caballero y sabía todo lo necesario sobre protocolo, incluso como bajarse de un carruaje. Iba a darle mi brazo para que se agarrase a mí, pero no me hizo caso y avanzó él primero por toda la entrada de la ópera, hasta que entramos dentro. —Thomas Aucoin y Gael Lutz. Sí, llegamos tarde, lo bueno se hace esperar, señorita.— Puse los ojos en blanco al escucharle decir eso, no éramos tan parecidos después de todo, teníamos un mismo sentido del humor.
Conseguimos entrar y subimos a la planta que habían "cerrado" para los cazadores. Una sala de lo más amplia, donde luego se iban a reunir los músicos que habían participado en la obra. Iba a poder conocerlos y mentir sobre lo mucho que me había gustado. Thomas fue directo hasta Xaryne y Elora, quienes ya estaban allí y yo le seguí. —¡Hola! Siento que hayamos llegado tarde, este hombre no sabía que ponerse.— Lo miré de reojo y lo vi saludando a Elora con entusiasmo. —Hola señorita Paine, un lujo el verla. Xaryne ¿No vas a abrazarme?— Aproveché mientras se saludaban para parar a un camarero que pasaba cerca nuestra y coger bebidas para los cuatro.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
La fiesta empezó sin incidentes y mejor de lo que esperaba. Aún era pronto, ni siquiera habían llegado los músicos. Elora y yo comimos algo y yo por fin pude coger una cerveza tostada doble malta. Después del primer trago lo vi todo un poco menos negro. Vimos a Kyle aparecer de nuevo y ya que Elora parecía tan emocionada por haber conocido a otros cazadores, comencé a contarle algunas cosas de ellos.
Kyle, El Halcón, siempre se enteraba de todo, ya que era experto en acechar desde las alturas y tenía un oído excepcional. A pesar de su esbelta figura y su pequeño tamaño comparado con Braco, Kyle era tan sigiloso que los vampiros, aún con su oído sobrenatural, no le oían acercarse. Su arma preferida era un arco de plata ligera y jade, al que llamaba Diana en honor a la diosa romana de la caza. Su puntería era impecable y cuando tenía que luchar cuerpo a cuerpo terminaba el trabajo con dos puñales persas grabados en hojas de jade, afiladas como demonios. El prototipo del asesino sigiloso.
Miré a Braco mientras intentaba ligar con la camarera de antes y meneé la cabeza. Rex Braco, El Oso, una montaña de músculos. Luchaba con un hacha a dos manos de doble filo, a la que llamaba Kratos en honor al dios de la guerra. No era para nada sigiloso y se le oía acercarse desde lejos, pero su fuerza no era comparable a la de ningún otro. Solía ir a cacerías de rango S, lo que significaban guaridas grandes de vampiros, donde no pudieran esconderse y podía matar una gran cantidad. Tenía un aire a los antiguos gigantes y de haber sido nórdico, se hubiera proclamado rey de algún pueblo vikingo.
A la derecha se encontraban dos chicas de unos 20 años, completamente iguales. Media melena azabache, bajitas y delgadas. Las gemelas Riekova, de apodo "Las Siamesas". Natasha y Annia Riekova eran dos de las jóvenes promesas de la Orden y en dos años ya se habían labrado un nombre. Utilizaban sendos látigos convertibles, que al recogerse se volvían espadas de una mano y eran veloces y letales. Sólo se les diferenciaba por el color de los ojos, que Natasha tenía de color verde y Annia de color azul. Al cruzarse con nosotras agacharon la cabeza en señal de saludo y yo hice lo mismo. Susurré a Elora:
- No he hablado nunca con ellas, pero dicen que si les aguantas mucho la mirada, acabas volviéndote loca.- Elora me miró raro, pero sólo me encogí de hombros. Esas chicas nunca me habían dado buena espina, pero se estaban convirtiendo en una leyenda.
Di un trago de mi cerveza y casi me atraganto cuando escuché una voz conocida. Acababa de escuchar la voz de Thomas. Pero no podía ser, porque mi antiguo maestro estaba enfermo y... vestido de traje con una americana plateada, sonriendo y saludando a Elora efusivamente. Si no se me desencajó la mandíbula en medio del salón fue de la propia impresión de ver a aquel hombre que nos había entrenado de pie de nuevo, sin bastón, con brillo en los ojos y sin ningún rastro de enfermedad visible. No daba crédito a lo que veían mis ojos y me quedé completamente quieta con la cerveza en la mano. Elora le saludó algo soprendida y fue cuando me dijo que si no iba a abrazarle. Yo nunca le abrazaba, pero la sorpresa hizo que no pudiera moverme un ápice cuando me saludó con un cálido abrazo y se separó para mirarme de arriba a abajo.
- ¿Thomas? ¿Pero qué... cómo...? - fue entonces cuando me percaté de la presencia de Gael. Entrecerré los ojos.
Lo conocía desde hacía tantos años que bastó sólo una mirada para que viera el remordimiento en los suyos. Había hecho algo y tenía que ver con Thomas. Algo gordo. Le fulminé con la mirada mientras se acercaba con bebidas para todos.
Kyle, El Halcón, siempre se enteraba de todo, ya que era experto en acechar desde las alturas y tenía un oído excepcional. A pesar de su esbelta figura y su pequeño tamaño comparado con Braco, Kyle era tan sigiloso que los vampiros, aún con su oído sobrenatural, no le oían acercarse. Su arma preferida era un arco de plata ligera y jade, al que llamaba Diana en honor a la diosa romana de la caza. Su puntería era impecable y cuando tenía que luchar cuerpo a cuerpo terminaba el trabajo con dos puñales persas grabados en hojas de jade, afiladas como demonios. El prototipo del asesino sigiloso.
Miré a Braco mientras intentaba ligar con la camarera de antes y meneé la cabeza. Rex Braco, El Oso, una montaña de músculos. Luchaba con un hacha a dos manos de doble filo, a la que llamaba Kratos en honor al dios de la guerra. No era para nada sigiloso y se le oía acercarse desde lejos, pero su fuerza no era comparable a la de ningún otro. Solía ir a cacerías de rango S, lo que significaban guaridas grandes de vampiros, donde no pudieran esconderse y podía matar una gran cantidad. Tenía un aire a los antiguos gigantes y de haber sido nórdico, se hubiera proclamado rey de algún pueblo vikingo.
A la derecha se encontraban dos chicas de unos 20 años, completamente iguales. Media melena azabache, bajitas y delgadas. Las gemelas Riekova, de apodo "Las Siamesas". Natasha y Annia Riekova eran dos de las jóvenes promesas de la Orden y en dos años ya se habían labrado un nombre. Utilizaban sendos látigos convertibles, que al recogerse se volvían espadas de una mano y eran veloces y letales. Sólo se les diferenciaba por el color de los ojos, que Natasha tenía de color verde y Annia de color azul. Al cruzarse con nosotras agacharon la cabeza en señal de saludo y yo hice lo mismo. Susurré a Elora:
- No he hablado nunca con ellas, pero dicen que si les aguantas mucho la mirada, acabas volviéndote loca.- Elora me miró raro, pero sólo me encogí de hombros. Esas chicas nunca me habían dado buena espina, pero se estaban convirtiendo en una leyenda.
Di un trago de mi cerveza y casi me atraganto cuando escuché una voz conocida. Acababa de escuchar la voz de Thomas. Pero no podía ser, porque mi antiguo maestro estaba enfermo y... vestido de traje con una americana plateada, sonriendo y saludando a Elora efusivamente. Si no se me desencajó la mandíbula en medio del salón fue de la propia impresión de ver a aquel hombre que nos había entrenado de pie de nuevo, sin bastón, con brillo en los ojos y sin ningún rastro de enfermedad visible. No daba crédito a lo que veían mis ojos y me quedé completamente quieta con la cerveza en la mano. Elora le saludó algo soprendida y fue cuando me dijo que si no iba a abrazarle. Yo nunca le abrazaba, pero la sorpresa hizo que no pudiera moverme un ápice cuando me saludó con un cálido abrazo y se separó para mirarme de arriba a abajo.
- ¿Thomas? ¿Pero qué... cómo...? - fue entonces cuando me percaté de la presencia de Gael. Entrecerré los ojos.
Lo conocía desde hacía tantos años que bastó sólo una mirada para que viera el remordimiento en los suyos. Había hecho algo y tenía que ver con Thomas. Algo gordo. Le fulminé con la mirada mientras se acercaba con bebidas para todos.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
Desde luego que la bruja no se esperaba algo así. Al parecer La Orden se lo montaba muy bien, a saber de dónde sacaban los fondos para montar las operaciones, costear la vida de los cazadores y todos los demás gastos...Eso le hizo pensar. Hablaría con Blackmore después, quería interesarse por asuntos prácticos.
Todavía notaba el calor de la mano de Xaryne y su beso cómplice en el cuello. Para ella ese gesto había significado mucho porque de esa forma le estaba haciendo entender a todos los suyos, que eran quienes potencialmente podían atacarla, que la bruja estaba de su lado y que nadie podía tocarla.
En la "fiesta" de cazadores que había organizado Blackmore, todos comían, bebían, charlaban poniéndose al día y se dedicaban a contarse anécdotas sobre sus logros o sus situaciones más rocambolescas, pero lo importante es que reinaba el buen ambiente. De alguna forma, era la presentación y entrada del nuevo capitán y su hermana, otra leyenda. Hablando de ella... hizo aparción en la sala todavía vestida con las galas de arpista. La mayoría de los ojos volaron hacia ella, por méritos propios. Saludó a todos cuantos se cruzaba en su camino y se entretuvo un rato con las gemelas Riekova, que parecían bromear y reir con ella con toda la naturalidad del mundo.
Elora aprovechó para acercarse a Axel mientras Xaryne hablaba con Kyle.
— Disculpe señor Blackmore, me preguntaba si tendría usted unos minutos.
— Por supuesto, señorita Paine. Espero que el evento haya sido de su agrado.Usted dirá.
— Descuide, ha estado todo genial, puede invitarme a más como estos cuando quiera.— Le de dicó una sonrisa al cazador.— Verá, puedo ser muy ladina y muy bruja si me lo propongo, pero en este caso prefiero ir de frente y decirle la verdad a bocajarro. No se lo tome a mal por favor, en realidad mi intención no es criticar su labor, al contrario, quiero ayudar. Verá, entiendo su lucha, y aunque le parezca extraño, estoy completamente de acuerdo con su causa y quiero comprometerme con ella. No se equivoque, no lo hago por las mismas razones que usted, porque París tenga una calles seguras y bla bla. Egoistamente, quiero que Xaryne regrese a casa viva y a ser posible con todos sus órganos en el sitio, y sé que ella sola no puede con todo y que más pronto que tarde podría caer en una emboscada o similares. Entiendo que la unión hace la fuerza, así que cuente conmigo en esta tarea de unificar a todos los suyos.
El inglés la miró entrecerrando los ojos y terminó por esbozar media sonrisa y chocó su copa con la de Elora.
— Vaya... es usted una caja de sorpresas señorita Paine, ahora entiendo por qué Ackerman la defiende como un rottweiler. Sus habilidades podrían ser valiosas, y le tomo la palabra en cuanto a lo que me ha dicho, pero poco a poco. La Orden tiene un Consejo, y son ellos los que deben aprobar su apoyo. Desde luego, a mi entender su ofrecimiento nos abre una nueva vía de mutua colaboración muy interesante. Pero serán los mayores los que decidan dicha conveniencia. Pero descuide, defenderé su opción como debe hacerse.
—Hum... un Consejo. Entiendo. Al menos no podrán negarse a un generoso donativo para La Orden. ¿No tienen ustedes gastos? los chavales que se entrenan ¿no necesitan que alguien costee su educación? Sólo dígamelo. Como ya tendrá en mi ficha, tengo negocios textiles que afortunadamente funcionan muy bien, y no quiero que ningun cazador pase miseria, hacen una labor demasiado importante.
—Nuestras finanzas están saneadas por fortuna, pero desde luego no nadamos en el lujo y la abundancia.Quizás después de todo sí que pueda ayudarnos de alguna forma. ¿Tiene un par de habitaciones libres en su mansión? Necesito alojar a dos jóvenes promesas que acaban de perder a su mentor y viven en unapartamento con goteras. Será sólo temporal hasta que halle alguna solución para ellos.
— Cuente con ello, señor Blackmore. Se lo diré a Xaryne, seguro que no le hace ilusión, pero lo entenderá.
En ese momento entró Thomas con Gael y el revuelo que se organizó fue curioso. Lo que menos se espraba era que la abrazase como si fuera de la familia, la dejó algo estupefacta pero reaccionó en seguida.
— Thomas!! me alegro de verte, estás más repuesto de la enfermedad, se te ve muy bien.— Le estampó dos besos en las mejillas, porque ya que el viejo estaba animado y efusivo, ella no se iba a quedar atrás. ¿Estaría borracho? A continuación saludó a Gael con un abrazo. Se percató de la mirada de Xaryne y se mantuvo en un segundo plano porque estaba claro que aquellos dos tenían una conversación pendiente.
— Espero que le haya gustado la función, desde el escenario se la veía disfrutar de la música.— Aveline Faith estaba justo detrás de Elora y para hacerle ese comentario se inclinó sobre la bruja. Ésta se sobresaltó al notar el aliento de la cazadora en su cogote.
—¿qué..?! ah! ehm.. sí, desde luego, muy bonito... todo. Usted es Aveline Blackemore ¿cierto?.— La rubia esbozó una sonrisa de medio lado asintiendo.— Es usted una leyenda en la Orden segun tengo entendido, y además es una virtuosa del arpa...vaya, es como conocer al presidente de la república. Elora Paine.— le tendió la mano, que la cazadora apretó con firmeza.
— Lo sé, la hechicera con la que vive Ackerman. No suelo tener mucho tiempo libre pero... algún día de estos podríamos tomar el té. Para los británicos el té es sagrado, así que podría acercarme a su casa. ¿Le va bien el jueves?
Desde luego que la Parca era directa y estaba acostumbrada a mandar. Elora titubeó, porque eran demasiadas cosas que contarle a Xaryne y que no habían decidido juntas pero... a la mierda, estaba esperando la respuesta y algo le decía que aquella mujer no se detendría ante una negativa.
— Si, claro, el jueves estará bien.
— Perfecto, hasta entonces.— La rubia se retiró para enganchar a otra cazadora y ponerse a charlar con ella. Elora suspiró. A ver como le decía a Xar que acababa de meterse en un huerto.
Todavía notaba el calor de la mano de Xaryne y su beso cómplice en el cuello. Para ella ese gesto había significado mucho porque de esa forma le estaba haciendo entender a todos los suyos, que eran quienes potencialmente podían atacarla, que la bruja estaba de su lado y que nadie podía tocarla.
En la "fiesta" de cazadores que había organizado Blackmore, todos comían, bebían, charlaban poniéndose al día y se dedicaban a contarse anécdotas sobre sus logros o sus situaciones más rocambolescas, pero lo importante es que reinaba el buen ambiente. De alguna forma, era la presentación y entrada del nuevo capitán y su hermana, otra leyenda. Hablando de ella... hizo aparción en la sala todavía vestida con las galas de arpista. La mayoría de los ojos volaron hacia ella, por méritos propios. Saludó a todos cuantos se cruzaba en su camino y se entretuvo un rato con las gemelas Riekova, que parecían bromear y reir con ella con toda la naturalidad del mundo.
Elora aprovechó para acercarse a Axel mientras Xaryne hablaba con Kyle.
— Disculpe señor Blackmore, me preguntaba si tendría usted unos minutos.
— Por supuesto, señorita Paine. Espero que el evento haya sido de su agrado.Usted dirá.
— Descuide, ha estado todo genial, puede invitarme a más como estos cuando quiera.— Le de dicó una sonrisa al cazador.— Verá, puedo ser muy ladina y muy bruja si me lo propongo, pero en este caso prefiero ir de frente y decirle la verdad a bocajarro. No se lo tome a mal por favor, en realidad mi intención no es criticar su labor, al contrario, quiero ayudar. Verá, entiendo su lucha, y aunque le parezca extraño, estoy completamente de acuerdo con su causa y quiero comprometerme con ella. No se equivoque, no lo hago por las mismas razones que usted, porque París tenga una calles seguras y bla bla. Egoistamente, quiero que Xaryne regrese a casa viva y a ser posible con todos sus órganos en el sitio, y sé que ella sola no puede con todo y que más pronto que tarde podría caer en una emboscada o similares. Entiendo que la unión hace la fuerza, así que cuente conmigo en esta tarea de unificar a todos los suyos.
El inglés la miró entrecerrando los ojos y terminó por esbozar media sonrisa y chocó su copa con la de Elora.
— Vaya... es usted una caja de sorpresas señorita Paine, ahora entiendo por qué Ackerman la defiende como un rottweiler. Sus habilidades podrían ser valiosas, y le tomo la palabra en cuanto a lo que me ha dicho, pero poco a poco. La Orden tiene un Consejo, y son ellos los que deben aprobar su apoyo. Desde luego, a mi entender su ofrecimiento nos abre una nueva vía de mutua colaboración muy interesante. Pero serán los mayores los que decidan dicha conveniencia. Pero descuide, defenderé su opción como debe hacerse.
—Hum... un Consejo. Entiendo. Al menos no podrán negarse a un generoso donativo para La Orden. ¿No tienen ustedes gastos? los chavales que se entrenan ¿no necesitan que alguien costee su educación? Sólo dígamelo. Como ya tendrá en mi ficha, tengo negocios textiles que afortunadamente funcionan muy bien, y no quiero que ningun cazador pase miseria, hacen una labor demasiado importante.
—Nuestras finanzas están saneadas por fortuna, pero desde luego no nadamos en el lujo y la abundancia.Quizás después de todo sí que pueda ayudarnos de alguna forma. ¿Tiene un par de habitaciones libres en su mansión? Necesito alojar a dos jóvenes promesas que acaban de perder a su mentor y viven en unapartamento con goteras. Será sólo temporal hasta que halle alguna solución para ellos.
— Cuente con ello, señor Blackmore. Se lo diré a Xaryne, seguro que no le hace ilusión, pero lo entenderá.
En ese momento entró Thomas con Gael y el revuelo que se organizó fue curioso. Lo que menos se espraba era que la abrazase como si fuera de la familia, la dejó algo estupefacta pero reaccionó en seguida.
— Thomas!! me alegro de verte, estás más repuesto de la enfermedad, se te ve muy bien.— Le estampó dos besos en las mejillas, porque ya que el viejo estaba animado y efusivo, ella no se iba a quedar atrás. ¿Estaría borracho? A continuación saludó a Gael con un abrazo. Se percató de la mirada de Xaryne y se mantuvo en un segundo plano porque estaba claro que aquellos dos tenían una conversación pendiente.
— Espero que le haya gustado la función, desde el escenario se la veía disfrutar de la música.— Aveline Faith estaba justo detrás de Elora y para hacerle ese comentario se inclinó sobre la bruja. Ésta se sobresaltó al notar el aliento de la cazadora en su cogote.
—¿qué..?! ah! ehm.. sí, desde luego, muy bonito... todo. Usted es Aveline Blackemore ¿cierto?.— La rubia esbozó una sonrisa de medio lado asintiendo.— Es usted una leyenda en la Orden segun tengo entendido, y además es una virtuosa del arpa...vaya, es como conocer al presidente de la república. Elora Paine.— le tendió la mano, que la cazadora apretó con firmeza.
— Lo sé, la hechicera con la que vive Ackerman. No suelo tener mucho tiempo libre pero... algún día de estos podríamos tomar el té. Para los británicos el té es sagrado, así que podría acercarme a su casa. ¿Le va bien el jueves?
Desde luego que la Parca era directa y estaba acostumbrada a mandar. Elora titubeó, porque eran demasiadas cosas que contarle a Xaryne y que no habían decidido juntas pero... a la mierda, estaba esperando la respuesta y algo le decía que aquella mujer no se detendría ante una negativa.
— Si, claro, el jueves estará bien.
— Perfecto, hasta entonces.— La rubia se retiró para enganchar a otra cazadora y ponerse a charlar con ella. Elora suspiró. A ver como le decía a Xar que acababa de meterse en un huerto.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 04/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: United we stand, dividede we fall. {privado}
Thomas, tras saludar demasiado efusivo a Xaryne y a Elora, se alejó de nosotros para pasar a saludar a otros miembros de la Orden, sus ex compañeros y algunos nuevos, sobre todo estaba muy interesado en conocer al nuevo jefe de la Orden en París, el señor Blackmore. Lo dejé hacer, podía mantener el equilibrio él solo, y si le sucedía algo, no iba a estar demasiado lejos. Saludé yo a Elora y Xar, aunque esta última sabía que algo había pasado. No se le escapaba ni una.
Elora se marchó un poco de nuestro lado para hablar con la que parecía ser la arpista, había sido una lástima el habérmelo perdido. Cogí por el brazo a Xaryne para llevármela un poco a parte, tenía que estar seguro de que no había miradas ni oídos indiscretos... Si alguno de los aquí presentes descubría lo que había hecho... Bueno, quizás mi cabeza en una pica no fuera suficiente castigo para ellos.
Bebí del vaso que había cogido para mí, ni siquiera sabía que líquido había cogido, pero me sorprendí al ver que era Brandy. — Um, parece que la orden no es tan pobre como pensaba. ¿Qué tal el nuevo jefe? ¿Has hablado con él?— Sabía que mi cambio de tema no le iba a hacer ninguna gracia, así que le sonreí, intentando ponerle mi mejor cara. — ¿Sabías que Thomas en su juventud... se enamoró de una vampiresa? Pues bien. Cuando tuve que ir a cuidarlo, ella estaba allí. Casi me ataca, de hecho, lo hizo, pero Thomas la paró. Ella se preocupa por él después de todo este tiempo, así que hemos hecho un pacto. Ella le pone unas gotas de su sangre en la copa, eso hace que Thomas mejore y a cambio, le doy yo un poco de la mía. — Volví a beber pero la miré a modo de advertencia. —No grites, ni me pegues, ni nada de nada. Disimula, dime lo que tengas que decir pero en voz baja, no montes un drama de esos que te gustan. Lo he hecho por Thomas, sé los riesgos que corro, pero míralo.— Alcé la vista hasta Thomas, estaba hablando muy animado con el Oso y el Halcón, seguramente, contándoles como era él con su edad.
Elora se marchó un poco de nuestro lado para hablar con la que parecía ser la arpista, había sido una lástima el habérmelo perdido. Cogí por el brazo a Xaryne para llevármela un poco a parte, tenía que estar seguro de que no había miradas ni oídos indiscretos... Si alguno de los aquí presentes descubría lo que había hecho... Bueno, quizás mi cabeza en una pica no fuera suficiente castigo para ellos.
Bebí del vaso que había cogido para mí, ni siquiera sabía que líquido había cogido, pero me sorprendí al ver que era Brandy. — Um, parece que la orden no es tan pobre como pensaba. ¿Qué tal el nuevo jefe? ¿Has hablado con él?— Sabía que mi cambio de tema no le iba a hacer ninguna gracia, así que le sonreí, intentando ponerle mi mejor cara. — ¿Sabías que Thomas en su juventud... se enamoró de una vampiresa? Pues bien. Cuando tuve que ir a cuidarlo, ella estaba allí. Casi me ataca, de hecho, lo hizo, pero Thomas la paró. Ella se preocupa por él después de todo este tiempo, así que hemos hecho un pacto. Ella le pone unas gotas de su sangre en la copa, eso hace que Thomas mejore y a cambio, le doy yo un poco de la mía. — Volví a beber pero la miré a modo de advertencia. —No grites, ni me pegues, ni nada de nada. Disimula, dime lo que tengas que decir pero en voz baja, no montes un drama de esos que te gustan. Lo he hecho por Thomas, sé los riesgos que corro, pero míralo.— Alcé la vista hasta Thomas, estaba hablando muy animado con el Oso y el Halcón, seguramente, contándoles como era él con su edad.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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