AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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el color de la noche, el aroma de tu piel - privado
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el color de la noche, el aroma de tu piel - privado
Se acomodó en la silla, intentando que el dolor de cintura se disipara, inspiró profundamente y cerró los ojos, trató de poner su mente en blanco, pero no pudo. Hacía días que una sensación extraña la asaltaba. Una forma de premonición, que provocaba que su piel se erizara, de la misma forma como lo hiciera aquella noche en Venecia, cuando conoció a ese vampiro, el que trastocaría su vida, de quien se había enamorado sin haberlo buscado, a Rashid.
Su humor se agrió de solo pensar en él, hacía meses, aunque le parecían años, que no tenía ni una sola noticia suya. Se había esfumado como la niebla de su Inglaterra natal. Para Rannia, no existía nada que la molestara más, que el hecho de no saber por qué de su desaparición. Además, se sentía dolida, por no decir rabiosa de que ni siquiera le hubiera dejado una mísera carta, con alguna inverosímil escusa, - eso no se hace… no después que dijeras que me amabas – pero la verdad era muy simple, el vampiro había desaparecido.
No podía estar del todo segura, pero había escuchado en distintos lugares de Paris, por algunas mujeres y caballeros que frecuentaban la tienda y el teatro, que el señor Sayf al Dîn, un magnate marroquí, se había casado y vuelto a su país natal, aquel recuerdo hico que frunciera el entrecejo y la aguja se clavara en su dedo índice – ay!!! - exclamó, - lo único que me falta, un disgusto – se exasperó, al momento que llevaba su dedo a la boca y chupar su propia sangre. Dejó el trabajo a un lado y frustrada se levantó, - bueno… basta – pensó mientras seguía lamiendo su dedo, como un gato cuando tiene una espina en la pata, - si esa fue tu decisión, no puedo hacer nada – habló como si pudiera decir lo que sentía a ese ser ausente, que tanto la hería. En su corazón había rabia, desilusión y tristeza, porque por fin caía en la cuenta que era inútil seguir esperando por un sueño roto.
Terminó de acomodar las cosas en el taller de costura, apagó la luz, caminó por el salón de su tienda de alta costura y cerró la puerta de entrada. Una brisa helada acarició sus mejillas y su cuello descubierto, porque al cabello lo llevaba peinado en una trenza complicada que se escondía dentro de su sombrero de plumas y cintas azules, que hacían juego con su vestido. Se colocó los guantes de cabritilla y comenzó a caminar por una de las calles más transitadas de Paris. ¿A dónde se estaba dirigiendo? No lo sabía, aunque de seguro, iría como cada noche al mismo lugar donde meses atrás, había vuelto a ver esos hermosos ojos oscuros, negros como la obsidiana que la perseguían en todo momento.
Su humor se agrió de solo pensar en él, hacía meses, aunque le parecían años, que no tenía ni una sola noticia suya. Se había esfumado como la niebla de su Inglaterra natal. Para Rannia, no existía nada que la molestara más, que el hecho de no saber por qué de su desaparición. Además, se sentía dolida, por no decir rabiosa de que ni siquiera le hubiera dejado una mísera carta, con alguna inverosímil escusa, - eso no se hace… no después que dijeras que me amabas – pero la verdad era muy simple, el vampiro había desaparecido.
No podía estar del todo segura, pero había escuchado en distintos lugares de Paris, por algunas mujeres y caballeros que frecuentaban la tienda y el teatro, que el señor Sayf al Dîn, un magnate marroquí, se había casado y vuelto a su país natal, aquel recuerdo hico que frunciera el entrecejo y la aguja se clavara en su dedo índice – ay!!! - exclamó, - lo único que me falta, un disgusto – se exasperó, al momento que llevaba su dedo a la boca y chupar su propia sangre. Dejó el trabajo a un lado y frustrada se levantó, - bueno… basta – pensó mientras seguía lamiendo su dedo, como un gato cuando tiene una espina en la pata, - si esa fue tu decisión, no puedo hacer nada – habló como si pudiera decir lo que sentía a ese ser ausente, que tanto la hería. En su corazón había rabia, desilusión y tristeza, porque por fin caía en la cuenta que era inútil seguir esperando por un sueño roto.
Terminó de acomodar las cosas en el taller de costura, apagó la luz, caminó por el salón de su tienda de alta costura y cerró la puerta de entrada. Una brisa helada acarició sus mejillas y su cuello descubierto, porque al cabello lo llevaba peinado en una trenza complicada que se escondía dentro de su sombrero de plumas y cintas azules, que hacían juego con su vestido. Se colocó los guantes de cabritilla y comenzó a caminar por una de las calles más transitadas de Paris. ¿A dónde se estaba dirigiendo? No lo sabía, aunque de seguro, iría como cada noche al mismo lugar donde meses atrás, había vuelto a ver esos hermosos ojos oscuros, negros como la obsidiana que la perseguían en todo momento.
Rannia- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 25/01/2015
Re: el color de la noche, el aroma de tu piel - privado
Volver a Francia había sido un enorme error. El estaba consciente pero ..¿le podía alguien prohibir algo al vampiro?. Ni siquiera el tenía el poder absoluto de frenar sus actos.
Se encontraba en su habitación ,la más oscura posible y sin duda la más misteriosa de todas. Delante del ventanal tal cual un espectro proseguía con sus pensamientos más profundos, buscando soluciones a todos los problemas que yacían sobre los hombros. ¿A dónde ir si su corazón estaba dividido en tres partes?. ¿Volver con Nadia y pretender tener una vida "normal"?¿ Buscar a Hafsa y al bastardo que habían creado los dos ?¿O..buscar a Rannia y quedarse en Francia?. Suspiró profundamente , cualquier camino le llevaría al sufrimiento como siempre lo había sido . A veces un fugaz pensamiento le hacía creer que su destino era otro ,que los planes de Aláh eran distintos y que este mismo había forzado la mano de la suerte. Decidió rezar, hacer una plegaria a su dios ,al único que le atribuya toda su atención .
Arrodillado ,con el rostro mirando hacía la Meca , levantó sus dos manos hacía los hombros susurrando " “Alaju Akbar”(Dios es el Grandioso) ",estirando los dedos hacía los oídos . Después dobló la mano izquierda sobre su pecho y la mano derecha arriba de la izquierda . La mirada la tenía fija en el lugar donde iba a colocar su frente para postrarse . Se encontraba en paz, en perfecta armonía casi angelical. Aláh era el único que lograba calmar todas las ansias y gravedades de su martirico ser - Subjana rabbial adim- repitió una vez, inclinándose hasta de cabeza hacia la cintura en forma perpendicular al descanso de su cuerpo. Repitió la segunda vez las mismas palabras, era ley recitar aquellas palabras tres veces antes de alabar a Aláh. Despegó los labios, totalmente sumiso ,con el ardor islámico por repetir la tercera vez pero alguien osó entrar en sus aposentos. Era Ahmed , su fiel confidente ,acompañante y maestro.
Rashid se levantó con su incorruptible ego - Has interrumpido mi conversación con Aláh, nuestro señor - apuntó con tono frío ,sin volver a moverse una vez incorporado. Ahmed vaciló unos segundos y bajó la cabeza en señal de disculpa . Rashid no mostraba clemencia, ya no ,y menos con alguien que le conocía y era consciente de que odiaba ser interrumpido en sus horas de plegarias - No te e permitido que bajes la mirada . Dime a que has venido - le ordenó con la mirada desafiante . El consejero dio un paso al frente - Hay un traidor entre nosotros - tras escupir las palabras imaginó las posibles reacciones de Rashid. Se lo imaginaba todo hecho una furia, tirando y destrozando todos los bienes de la habitación e incluso a el por traerle una noticia tan pésima . Ni que estuviera con el periodo! . Y lo cierto era que nadie conocía a Rashid mejor que el mismo. Por su parte ,formó una sonrisa excéntrica y llena de matices turbulentas -Tráeme su cabeza antes de que yo vuelva de caza. Tienes tres horas a tu disposición ,si no lo consigues me temo que la única cabeza que rodara será la tuya - hizo una pausa - No me malinterpretes, hermano pero tanto tu como yo sabemos que no nos podemos permitir más piedras en el camino - volvió a sonreír deslizando sus pies en un andar imperial hasta la puerta - Las horas pasan volando date prisa! - exclamó en tono severo.
En unos minutos Rashid salió a la calle respirando o al menos intentando respirar el frío aire de París. No lo había echado de menos. El aire que se respiraba era viscoso,denso,en un compendio miscelaneo entre criaturas y humanos. Rashid caminaba en un silencio sepulcral mientras el simposio de sus sensaciones ,pugnaban por intentar fluctuar de una manera menos anárquica . Con cada paso vibrante que daba había un olor que le envolvía ,que le desinhibía la carnalidad de sus instintos y mataba todos sus fantasmas. Paró la caminata con brusquedad ,contuvo el aliento y giró su rostro hacía lo que era un Café . No era un simple Café ,era EL Café . Donde una vez, el vampiro logró enamorarse . Tal vez eran imaginaciones suyas, estar amarrado a un pasado fortuito tenía sus desventajas . A la pausada continuidad de unos minutos de debate, se adelantó hacia la entrada ,taimado,tanteando con la mirada todo el local . Y alli estaba ella .Anhelar coherencia y flema para sus emociones en esos momentos, se convertía en una tarea ardua a la que no podía hacer frente. Una marabunta de sentimientos convulsos parecía despedazar SUS entrañas en una súplica por abrirse camino entre las mesas y llegar hasta ella. Su presencia provocaba en el una sensación turbadora, difusa, una inquietud desconcertante que le subyugaba a su ser, una fiebre en el alma que le despojaba de cualquier voluntad propia que pudiera poseer -Rannia- habló,la nombró, pronunció su nombre y se deleitó con el en un cálculo perfecto. No tomó asiento, no quería sentarse en frente de ella, deseaba manejarla a su maestría,tensionarla,inquietarla.
Se encontraba en su habitación ,la más oscura posible y sin duda la más misteriosa de todas. Delante del ventanal tal cual un espectro proseguía con sus pensamientos más profundos, buscando soluciones a todos los problemas que yacían sobre los hombros. ¿A dónde ir si su corazón estaba dividido en tres partes?. ¿Volver con Nadia y pretender tener una vida "normal"?¿ Buscar a Hafsa y al bastardo que habían creado los dos ?¿O..buscar a Rannia y quedarse en Francia?. Suspiró profundamente , cualquier camino le llevaría al sufrimiento como siempre lo había sido . A veces un fugaz pensamiento le hacía creer que su destino era otro ,que los planes de Aláh eran distintos y que este mismo había forzado la mano de la suerte. Decidió rezar, hacer una plegaria a su dios ,al único que le atribuya toda su atención .
Arrodillado ,con el rostro mirando hacía la Meca , levantó sus dos manos hacía los hombros susurrando " “Alaju Akbar”(Dios es el Grandioso) ",estirando los dedos hacía los oídos . Después dobló la mano izquierda sobre su pecho y la mano derecha arriba de la izquierda . La mirada la tenía fija en el lugar donde iba a colocar su frente para postrarse . Se encontraba en paz, en perfecta armonía casi angelical. Aláh era el único que lograba calmar todas las ansias y gravedades de su martirico ser - Subjana rabbial adim- repitió una vez, inclinándose hasta de cabeza hacia la cintura en forma perpendicular al descanso de su cuerpo. Repitió la segunda vez las mismas palabras, era ley recitar aquellas palabras tres veces antes de alabar a Aláh. Despegó los labios, totalmente sumiso ,con el ardor islámico por repetir la tercera vez pero alguien osó entrar en sus aposentos. Era Ahmed , su fiel confidente ,acompañante y maestro.
Rashid se levantó con su incorruptible ego - Has interrumpido mi conversación con Aláh, nuestro señor - apuntó con tono frío ,sin volver a moverse una vez incorporado. Ahmed vaciló unos segundos y bajó la cabeza en señal de disculpa . Rashid no mostraba clemencia, ya no ,y menos con alguien que le conocía y era consciente de que odiaba ser interrumpido en sus horas de plegarias - No te e permitido que bajes la mirada . Dime a que has venido - le ordenó con la mirada desafiante . El consejero dio un paso al frente - Hay un traidor entre nosotros - tras escupir las palabras imaginó las posibles reacciones de Rashid. Se lo imaginaba todo hecho una furia, tirando y destrozando todos los bienes de la habitación e incluso a el por traerle una noticia tan pésima . Ni que estuviera con el periodo! . Y lo cierto era que nadie conocía a Rashid mejor que el mismo. Por su parte ,formó una sonrisa excéntrica y llena de matices turbulentas -Tráeme su cabeza antes de que yo vuelva de caza. Tienes tres horas a tu disposición ,si no lo consigues me temo que la única cabeza que rodara será la tuya - hizo una pausa - No me malinterpretes, hermano pero tanto tu como yo sabemos que no nos podemos permitir más piedras en el camino - volvió a sonreír deslizando sus pies en un andar imperial hasta la puerta - Las horas pasan volando date prisa! - exclamó en tono severo.
En unos minutos Rashid salió a la calle respirando o al menos intentando respirar el frío aire de París. No lo había echado de menos. El aire que se respiraba era viscoso,denso,en un compendio miscelaneo entre criaturas y humanos. Rashid caminaba en un silencio sepulcral mientras el simposio de sus sensaciones ,pugnaban por intentar fluctuar de una manera menos anárquica . Con cada paso vibrante que daba había un olor que le envolvía ,que le desinhibía la carnalidad de sus instintos y mataba todos sus fantasmas. Paró la caminata con brusquedad ,contuvo el aliento y giró su rostro hacía lo que era un Café . No era un simple Café ,era EL Café . Donde una vez, el vampiro logró enamorarse . Tal vez eran imaginaciones suyas, estar amarrado a un pasado fortuito tenía sus desventajas . A la pausada continuidad de unos minutos de debate, se adelantó hacia la entrada ,taimado,tanteando con la mirada todo el local . Y alli estaba ella .Anhelar coherencia y flema para sus emociones en esos momentos, se convertía en una tarea ardua a la que no podía hacer frente. Una marabunta de sentimientos convulsos parecía despedazar SUS entrañas en una súplica por abrirse camino entre las mesas y llegar hasta ella. Su presencia provocaba en el una sensación turbadora, difusa, una inquietud desconcertante que le subyugaba a su ser, una fiebre en el alma que le despojaba de cualquier voluntad propia que pudiera poseer -Rannia- habló,la nombró, pronunció su nombre y se deleitó con el en un cálculo perfecto. No tomó asiento, no quería sentarse en frente de ella, deseaba manejarla a su maestría,tensionarla,inquietarla.
Rashid Sayf al Dîn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 15/08/2013
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Re: el color de la noche, el aroma de tu piel - privado
Habia terminado en la misma mesa que no hacía tanto los reuniera, Rashid, allí sentado ante ella, allí le juró que la amaba. Pero después, simplemente se había marchado, a la mañana siguiente todo se había convertido en un sueño. Rannia había quedado desbastada, sus manos sobre la superficie de la mesa, ocultaron un trozo de tela. Frente a ella, el ventanal que reflejó la imagen de un rostro demasiado pálido, unos ojos cansados de esperar lo que ya era en vano, no se sorprendió al comprobar que aquella mujer era ella, - mira en lo que me he convertido por extrañarlo y no resignarme, ¿cuándo comprenderás que solo fuiste una diversión para él? El último romance antes de volverse un hombre casado - . Puso, entonces su atención en contemplar el paso de los carruajes y las parejas que recorrían la calle, en esa noche de cielo despejado y tachonado de estrellas. Suspiró, no podía negarse más la realidad, lo extrañaba, tanto que si por alguna razón llegaba algún día a estar delante de él, no permitiría que su orgullo le impidiera decirle que lo había amado desde el momento en que, arrogante, prepotente y altanero, se sentó a su mesa, allá, en ese pequeño restaurante de Venecia, increpándola por algo que jamás le había hecho.
Él no lo sabía, pero cuando los días pasaron y no volvía a encontrarle, no dudó en buscarle, así encontró al sastre que en la última estadía del marroquí en París, le había confeccionado algunos trajes. El hombre, le contó que Rashid jamás pasó a retirar su pedido. Como Rannia tenía el don de hacerse querer por las personas, no fue difícil lograr que el anciano le permitiera inspeccionar aquel pedido. Al verla tan interesada por el marroquí, el sastre se sintió en la obligación de contarle lo que ya era un hecho, por lo menos en voces de quienes conocían al magnate y a la familia de la esposa, - no sé si la señorita se ha enterado que el señor Rashid… se… ejmm… se… ha casado -. Seguramente sus ojos la habían delatado, porque el anciano, al ver como rompía en llanto, había tomado uno de los pañuelos de seda que hacían juego con las corbatas de los trajes y se lo entregó. Con aquel pañuelo había secado aquellas lágrimas de desilusión. Sus manos apretaron el trozo de tela que tenía entre ellas, aquel pañuelo, con las iniciales del vampiro, tuvo que contenerse para no romper nuevamente en llanto, como lo había hecho en la sastrería.
Se sintió ridícula conservando ese objeto, con la devoción de una reliquia. No podía seguir conservando recuerdos de su amor contrariado, por eso, prometió abandonarlo allí, de la misma manera que debía olvidar los sentimientos que consumían su corazón. Con su mirada observaba el delicado trabajo, aquellas iniciales le dolían el alma. Se lo acercó a su nariz, intentando encontrar el perfume de la piel del vampiro entre su trama, aquello era imposible, pero aun así, cerró sus ojos e inspiró profundamente, deseaba poder estar nuevamente frente a él.
Fue extraño, le pareció que su aroma, llegaba a sus fosas nasales, estuvo a punto de olisquear el aire, como cuando convertida en pantera, se aseguraba que no la estuvieran siguiendo. Pero allí, estaba ese aroma tan particular, haciéndose, cada vez más fuerte. La voz inconfundible del vampiro, diciendo su nombre, la hizo sobresaltar, incorporándose de un salto, la silla se volcó y ella apretó aquel trozo de tela contra su pecho. Sus ojos se llenaron de sorpresa, de alegría, para terminar mirándolo con todo el rencor que no creyó podría guardar su corazón, - pero… como te atreves a presentarte ante mí -.
Él no lo sabía, pero cuando los días pasaron y no volvía a encontrarle, no dudó en buscarle, así encontró al sastre que en la última estadía del marroquí en París, le había confeccionado algunos trajes. El hombre, le contó que Rashid jamás pasó a retirar su pedido. Como Rannia tenía el don de hacerse querer por las personas, no fue difícil lograr que el anciano le permitiera inspeccionar aquel pedido. Al verla tan interesada por el marroquí, el sastre se sintió en la obligación de contarle lo que ya era un hecho, por lo menos en voces de quienes conocían al magnate y a la familia de la esposa, - no sé si la señorita se ha enterado que el señor Rashid… se… ejmm… se… ha casado -. Seguramente sus ojos la habían delatado, porque el anciano, al ver como rompía en llanto, había tomado uno de los pañuelos de seda que hacían juego con las corbatas de los trajes y se lo entregó. Con aquel pañuelo había secado aquellas lágrimas de desilusión. Sus manos apretaron el trozo de tela que tenía entre ellas, aquel pañuelo, con las iniciales del vampiro, tuvo que contenerse para no romper nuevamente en llanto, como lo había hecho en la sastrería.
Se sintió ridícula conservando ese objeto, con la devoción de una reliquia. No podía seguir conservando recuerdos de su amor contrariado, por eso, prometió abandonarlo allí, de la misma manera que debía olvidar los sentimientos que consumían su corazón. Con su mirada observaba el delicado trabajo, aquellas iniciales le dolían el alma. Se lo acercó a su nariz, intentando encontrar el perfume de la piel del vampiro entre su trama, aquello era imposible, pero aun así, cerró sus ojos e inspiró profundamente, deseaba poder estar nuevamente frente a él.
Fue extraño, le pareció que su aroma, llegaba a sus fosas nasales, estuvo a punto de olisquear el aire, como cuando convertida en pantera, se aseguraba que no la estuvieran siguiendo. Pero allí, estaba ese aroma tan particular, haciéndose, cada vez más fuerte. La voz inconfundible del vampiro, diciendo su nombre, la hizo sobresaltar, incorporándose de un salto, la silla se volcó y ella apretó aquel trozo de tela contra su pecho. Sus ojos se llenaron de sorpresa, de alegría, para terminar mirándolo con todo el rencor que no creyó podría guardar su corazón, - pero… como te atreves a presentarte ante mí -.
Rannia- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 25/01/2015
Re: el color de la noche, el aroma de tu piel - privado
Observó su rostro casi como si estuviera espiando su alma. Había cambiado , aquellos ojos grandes y expresivos estaban más que rotos escondidos bajo el velo lagrimal , los labios secos parecidos a la cruel llegada de la sequía y su cuerpo ,aquel que nunca llegó a rozar , estaba faltado de proteínas. Se maldijo internamente y rezó a Aláh que fuese castigado con crueldad por abandonar un alma en pena. Pero no era su figura rota lo que impactó al vampiro si no las palabras que había pronunciado con rencor. Intentaba adentrarse en una maldad que no le pertenecía , no le convenía y sin embargo logró sorprenderle . Rashid no mostró facialmente ningún rasgo de sorpresa , las facciones duras y angulosas se tensaron de inmediato. Se sintió tentado en abandonar la escena ,salir corriendo y alejarse de ella. Pero eso sería el abandono parte dos y una etiqueta de "cobarde" que no caracterizaba en absoluto a Rashid. Cerró los ojos y acorraló los enloquecidos pensamientos en un rincón de su conciencia . Tras unos segundos ,volvió a despegar los párpados atrapando la mirada de Rannia con brusquedad - Siento haberte..asustado - apenas pudo deslizar una disculpa ,una que no venía a cuento en comparación con las otras miles que ella se merecía . Eliberó las pupilas de Rannia intentando remediar el pequeño sobresalto de ella . Colocó la silla en silencio ,en el mismo sitio que antes y una vez incorporado dio un paso más acortando la distancia entre ellos dos. Notó un rechazo por su parte, diminuto pero significativo para el vampiro. ¿Que podía hacer para impedírselo? ¿atarla? . No se rindió ,volvió a repetir el acercamiento a sabiendas que podría ser rechazado de nuevo. Se lo merecía, merecía el odio de Rannia - No me atrevo - susurró calmado a pesar de las balas de plata que ella disparaba sin darse cuenta - No me atrevo a plantarte cara o pedirte disculpas - susurró de nuevo, cada vez más cerca - No las aceptarías - eran ciertas las palabras " la verdad duele" - Ni yo lo haría - soltó una sonrisa que no era suya si no producto de la estupidez que cometió .
Los ojos del vampiro fueron a sus delicadas manos ,las cuales apretaba con desdén un ¿objeto ?. Frunció el ceño ,pero no enfadado, si no por curiosidad. Abarcó sus manos sobre las de ella con el intento de coger lo que sostenía sin hacer la más mínima fuerza . Por su parte, Rannia apartó rapidamente sus manos como si le tuviera asco y repugnancia al vampiro. Hacía bien. No podía culparla. Rashid suspiró y bajó la mirada a lo que parecía ser un trozo de tela con sus propias iniciales - Me has buscado..- no preguntó, afirmó con seguridad pasando un dedo sobre el trozo de tela . Reconocía la tela y por supuesto la letra del autor. El mismo que le había traicionado ,revelando una parte de la vida del vampiro que el intentaba esconder . Se sentía traicionado. No tenía ni el mas minimo valor de encontrarse con su mirada pero no era un cobarde. Volvió a mirarla con los ojos vidriosos - Te debo disculpas, te debo explicaciones ...te debo todo . Sin embargo no voy a pronunciarme en un juicio contigo - ¿a quién intentaba convencer?¿a el o a ella? - Te advertí que puedo protegerte de todo menos de lo que soy. Mi partida tuvo que ser inmediata pero eso no justifica el por qué no pude contactarme contigo -estuvo tentado de romper el muro que les separaba , adentrar los dedos en su cabello y en un final besarla con la pasión acumulada tras tantos meses distanciados - Advertí que mi situación es complicada en todos los sentidos. Rannia , eres el Sol. ¿Sabes lo que significa eso para mi condición ? - suspiró apretando el trozo de tela en una de sus manos - Por favor, escucha lo que tengo que decir. Necesito que me escuches - sonaba a súplica y en verdad era lo único que le quedaba ,la dignidad había sido enterada . ¿Dónde estaba el poderoso Rashid, Sultán de los Ashirra? - Sentémonos, por desgracia mi tiempo es limitado - sugirió suavemente con los párpados medio cerrados al mismo tiempo que apretaba la mandíbula ,indignado ante las miradas rencorosas de ella.
Por alguna extraña razón ,sabía que aceptaría su petición y no esperó la respuesta. Cogió el respaldo de la silla y con la caballerosidad que le caracterizaba ,tiró de la silla en una invitación expuesta. Tomó asiento delante de ella aun a la espera de su decisión - Estarás en tu derecho de irte pero créeme que si lo haces no volverás a verme nunca. E arriesgado mucho para venir aquí y volvería siempre y cuando tenga un motivo para hacerlo - la miró a los ojos y vio en ellos sus dudas, sus inseguridades, sus temores .
Los ojos del vampiro fueron a sus delicadas manos ,las cuales apretaba con desdén un ¿objeto ?. Frunció el ceño ,pero no enfadado, si no por curiosidad. Abarcó sus manos sobre las de ella con el intento de coger lo que sostenía sin hacer la más mínima fuerza . Por su parte, Rannia apartó rapidamente sus manos como si le tuviera asco y repugnancia al vampiro. Hacía bien. No podía culparla. Rashid suspiró y bajó la mirada a lo que parecía ser un trozo de tela con sus propias iniciales - Me has buscado..- no preguntó, afirmó con seguridad pasando un dedo sobre el trozo de tela . Reconocía la tela y por supuesto la letra del autor. El mismo que le había traicionado ,revelando una parte de la vida del vampiro que el intentaba esconder . Se sentía traicionado. No tenía ni el mas minimo valor de encontrarse con su mirada pero no era un cobarde. Volvió a mirarla con los ojos vidriosos - Te debo disculpas, te debo explicaciones ...te debo todo . Sin embargo no voy a pronunciarme en un juicio contigo - ¿a quién intentaba convencer?¿a el o a ella? - Te advertí que puedo protegerte de todo menos de lo que soy. Mi partida tuvo que ser inmediata pero eso no justifica el por qué no pude contactarme contigo -estuvo tentado de romper el muro que les separaba , adentrar los dedos en su cabello y en un final besarla con la pasión acumulada tras tantos meses distanciados - Advertí que mi situación es complicada en todos los sentidos. Rannia , eres el Sol. ¿Sabes lo que significa eso para mi condición ? - suspiró apretando el trozo de tela en una de sus manos - Por favor, escucha lo que tengo que decir. Necesito que me escuches - sonaba a súplica y en verdad era lo único que le quedaba ,la dignidad había sido enterada . ¿Dónde estaba el poderoso Rashid, Sultán de los Ashirra? - Sentémonos, por desgracia mi tiempo es limitado - sugirió suavemente con los párpados medio cerrados al mismo tiempo que apretaba la mandíbula ,indignado ante las miradas rencorosas de ella.
Por alguna extraña razón ,sabía que aceptaría su petición y no esperó la respuesta. Cogió el respaldo de la silla y con la caballerosidad que le caracterizaba ,tiró de la silla en una invitación expuesta. Tomó asiento delante de ella aun a la espera de su decisión - Estarás en tu derecho de irte pero créeme que si lo haces no volverás a verme nunca. E arriesgado mucho para venir aquí y volvería siempre y cuando tenga un motivo para hacerlo - la miró a los ojos y vio en ellos sus dudas, sus inseguridades, sus temores .
Rashid Sayf al Dîn- Vampiro Clase Alta
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Re: el color de la noche, el aroma de tu piel - privado
Escuchó atenta lo que Rashid decía, su mirada buscaba la ajena, intentando encontrar un mínimo sentido para quedarse y no salir huyendo de aquel café, - ¿tuviste que abandonar Paris tan intempestivamente? ¿Acaso fue por… esa mujer…? – un gesto de interrogante se marcó en su semblante, mientras cavilaba – ni siquiera dejaste una nota en el teatro, algo que me hiciera desistir de venir noche tras noche a buscarte – inspiró profundamente, cerrando sus ojos, devastados por el cansancio mental de todos esos meses en que vivió solo con la esperanza de encontrarle.
Las palabras de aquel hombre, intentaban dar una explicación que jamás salía de sus labios y si en algo se parecía Rannia a su parte animal, era a la impaciencia. ¿acaso él no podía entender que deseaba que hablara menos y actuara mas? Sonrió de costado, al pensar en como si pudiera le callaría con un beso. Y mientras aquellos pensamientos la delataban levemente, sus mirada contemplaba el rostro moreno y majestuoso de ese vampiro que tenía el don de calmar la fiera que reinaba en el interior de la cambiante, a pesar de lo enfadada que estuviera - jamás te juzgaría, no soy quien para hacerlo, pero no puedo mentirte, tu desaparición, tu desamor, marcó mi alma… aunque ahora vengas y me expliques el porqué de aquella desaparición… mi corazón aún llora y teme que lo hieras nuevamente –.
Rashid, había rosado su mano y comprendió por el gesto del hombre que la había malinterpretado, - jamás podría sentir asco de ti – susurro - ¿Acasos no eres capaz de entender lo que provocas en mí? A veces ni yo se verdaderamente que es lo que provocas – caviló, con la intención de decirle aquellas palabras en voz alta, pero haciéndolas morir en su mente. – mentira, se lo que me provocas, eres el culpable, de que mi piel se me erice con solo acercarte, logras que mi corazón salte con desesperación en mitad del pecho y mi mente, solo piense en estar entre tus brazos, sentirme protegida, como jamás lo fui en la vida… - su mirada se iluminó, soñando con ser su amada - pero no puedo… no debo… porque eres un hombre casado… prohibido… jamás podría romper un matrimonio… interponer mis sentimiento al de otra mujer… aunque deseara hacerlo -, sus pensamientos se agolpaban en la garganta, en el instante que él intentaba justificarse, - nunca te he pedido que me cuides – le dijo, mordiendo las palabras, con sus ojos brotando furia, - no quiero que me cuides… de ti… - susurró bajando la mirada a las manos del vampiro y temblando en deseo de que él la callase con un abrazo, apretándola contra su pecho.
Pero eso no ocurrió, lo observó tomar el control de la situación, como siempre ocurría y en verdad eso jamás le molesto, menos ahora. Rashid se sentó a la mesa, las palabras con las que se dirigía nuevamente a ella, eran una clara advertencia, le permitía elegir, pero si ella huía, él no la iría a buscar. Sus ojos chispearon nuevamente como cuando algo le molestaba, porque sus palabras la herían, - ¿quiero saber lo que me dirá? ¿Estoy dispuesta a dejar todo mi orgullo, mis miedos con tal estar a su lado? – el tiempo que se demoró en sentarse fue apenas un instante, aunque a ella le pareció una eternidad. Suspiró, dejando que las tensiones, los miedos, dejaran su cuerpo, su mente. Se sentó con elegancia, colocando sus manos una sobre la otra sobre la mesa. – Esta bien Rashid… jamás he huido… bueno… casi nunca – sonrió, esquivando su mirada y luego volviendo a dedicarle una suave sonrisa, recordando la noche en que se conocieron, - te prometo que no me iré, pero júrame que serás sincero conmigo -.
Las palabras de aquel hombre, intentaban dar una explicación que jamás salía de sus labios y si en algo se parecía Rannia a su parte animal, era a la impaciencia. ¿acaso él no podía entender que deseaba que hablara menos y actuara mas? Sonrió de costado, al pensar en como si pudiera le callaría con un beso. Y mientras aquellos pensamientos la delataban levemente, sus mirada contemplaba el rostro moreno y majestuoso de ese vampiro que tenía el don de calmar la fiera que reinaba en el interior de la cambiante, a pesar de lo enfadada que estuviera - jamás te juzgaría, no soy quien para hacerlo, pero no puedo mentirte, tu desaparición, tu desamor, marcó mi alma… aunque ahora vengas y me expliques el porqué de aquella desaparición… mi corazón aún llora y teme que lo hieras nuevamente –.
Rashid, había rosado su mano y comprendió por el gesto del hombre que la había malinterpretado, - jamás podría sentir asco de ti – susurro - ¿Acasos no eres capaz de entender lo que provocas en mí? A veces ni yo se verdaderamente que es lo que provocas – caviló, con la intención de decirle aquellas palabras en voz alta, pero haciéndolas morir en su mente. – mentira, se lo que me provocas, eres el culpable, de que mi piel se me erice con solo acercarte, logras que mi corazón salte con desesperación en mitad del pecho y mi mente, solo piense en estar entre tus brazos, sentirme protegida, como jamás lo fui en la vida… - su mirada se iluminó, soñando con ser su amada - pero no puedo… no debo… porque eres un hombre casado… prohibido… jamás podría romper un matrimonio… interponer mis sentimiento al de otra mujer… aunque deseara hacerlo -, sus pensamientos se agolpaban en la garganta, en el instante que él intentaba justificarse, - nunca te he pedido que me cuides – le dijo, mordiendo las palabras, con sus ojos brotando furia, - no quiero que me cuides… de ti… - susurró bajando la mirada a las manos del vampiro y temblando en deseo de que él la callase con un abrazo, apretándola contra su pecho.
Pero eso no ocurrió, lo observó tomar el control de la situación, como siempre ocurría y en verdad eso jamás le molesto, menos ahora. Rashid se sentó a la mesa, las palabras con las que se dirigía nuevamente a ella, eran una clara advertencia, le permitía elegir, pero si ella huía, él no la iría a buscar. Sus ojos chispearon nuevamente como cuando algo le molestaba, porque sus palabras la herían, - ¿quiero saber lo que me dirá? ¿Estoy dispuesta a dejar todo mi orgullo, mis miedos con tal estar a su lado? – el tiempo que se demoró en sentarse fue apenas un instante, aunque a ella le pareció una eternidad. Suspiró, dejando que las tensiones, los miedos, dejaran su cuerpo, su mente. Se sentó con elegancia, colocando sus manos una sobre la otra sobre la mesa. – Esta bien Rashid… jamás he huido… bueno… casi nunca – sonrió, esquivando su mirada y luego volviendo a dedicarle una suave sonrisa, recordando la noche en que se conocieron, - te prometo que no me iré, pero júrame que serás sincero conmigo -.
Rannia- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 25/01/2015
Re: el color de la noche, el aroma de tu piel - privado
"La piel es de quién la eriza"
Los pensamientos de Rannia no paraban de bombardear la mente del vampiro. Le sorprendió enormemente el primero de ellos y con las manos cruzadas sobre la mesa totalmente a la disposición de Rannia, contestó en voz alta - Esa mujer es mi esposa - afirmó con tono de voz severo aclamando que se merecía un poco de respeto . Aunque amaba a Rannia ,Nadia también formaba parte de el en todos los sentidos - Si,efectivamente tuve que abandonar París por ella. Decidimos que era mejor tener la luna de miel en nuestras tierras - explicó sin perder ningún momento el contacto visual - Entiende que no pude dejar ninguna nota a nadie y sé que ese fue un grave error - concluyó bajando por unos segundos sus pupilas ,clavándolas en la mesa sin ningún interés aparente. No había venido hasta París con la intención de abandonar nuevamente a su amada. Había venido para hacerla suya, proponer que formase parte de una vida ajetreada entre desamores y guerras religiosas. De nuevo los pensamientos de la morena golpearon con fuerza su mente pero lo a quién dejó herido fue a su corazón . Estaba más que dispuesto a poner las cartas sobre la mesa - Rannia por Alá.. - pronunció con un acento árabe marcable mientras sus pupilas se derretían en los ajenos - ¿Acaso crees que e vuelto por el simple capricho de volver? - preguntó incrédulo con las cejas fruncidas - E vuelto a por ti ,habibe . ¿Crees que para mi fue fácil abandonarte sin previo aviso? - volvió a cuestionar esta vez profundizando su tono de voz en uno más suave que el anterior - Lo único que nos separa ahora mismo es esta mesa que si no estuviese entre nosotros no dudaría ningún segundo en besarte hasta desgastarte los labios - amenazó y aseguró con una sonrisa picarona - Pero soy consciente que no sería justo sin antes darte una explicación - poco a poco la sonrisa esbozada desapareció tenuamente .
Los pensamientos contradictorios de Rannia divertían de un modo u otro al marroquí pero no lo expresó de ninguna manera. No quería que ella pensara que se estaba burlando de la situación . Las ganas del vampiro no desaparecían ,se acumulaban con cada pensamiento que lograban enloquecer por completo a Rashid - No es ningún secreto que muero por estar contigo,Rannia - en un final soltó aquellas palabras acomodando su espalda contra el respaldo de la silla en un pose magistral - Soy un hombre casado pero créeme si te digo que mi corazón está partido en dos - en verdad estaba partido en tres pero no quiso darle importancia al asunto -Por eso me encuentro ante ti sin orgullo - dijo con los destellos de sus ojos visiblemente enfocados en el cuerpo de su amada - Perdóname por tener la osadía de escuchar tus pensamientos. No puedo ignorarlos - no era una costumbre escuchar algo tan privado pero siempre había una excepción. En la pausada continuidad de unos minutos Rannia accedió a sentarse - Te juro por Alá que seré sincero - juró mirando el cielo como si su dios estuviese presente ante el juramento tan profundo - Te voy a ser sincero. Soy marroquí, mi único dios es Alá . La religión a la que pertenezco me permite tener cuatro esposas siempre y cuando pueda mantenerlas y amarlas por igual . De momento estoy casado con Nadia,la primera mujer. La única mujer que ,mediante una firma, me permitirá volver a casarme - hizo una pausa estudiando las expresiones de la cambiaformas. No tenía ni la menor intención de asustarla. Tal vez ser tan sincero no era una idea plausible - El hombre que te dio este trozo de tela - lo puso sobre la mesa con cuidado, extendiéndolo con los dedos a las manos de la morena - fue el que se encargó de mi traje de boda - aclaró por si las dudas - Omitiré la parte en la que los dos sabemos que mi condición es distinta a los demás pero bastante común en París - sonrió con una sonrisa ladina .
- Tú me pides ser sincero pero no eres capaz de sincerarte con tus sentimientos hacía mi - habló nuevamente - Te repito que vine a por ti - se levantó de la silla con lentitud. Acto seguido hundió una de sus rodillas en el suelo sin liberar las pupilas atrapadas de la gata - Rannia soy consciente que no soy el hombre que todas sueñan. No te voy a coger en brazos tras una discusión, no te prometo coger la luna del cielo o tocar el sol por ti - deslizó su mano hasta tocar las de Rannia, solo una en concreto - Yo seguiré discutiendo contigo hasta que no queden reproches por añadir porque nuestros cuerpos se derriten con el tacto del otro , te prometeré tierras fértiles , te obsequiaré cada noche haciendo de ti mi propia Mezquita y cuando los rayos del sol nos separen estarás leyendo un puñado de cartas de mi puño y letra - el cuerpo del vampiro experimentó una excitante descarga que sacudió su espalda en una ráfaga de extraño roce - Cásate conmigo, Rannia - recalcó, cuando el abismo que se abría en sus ojos dejaba escapar los sentimientos por ella .
Todo el mundo se había girado a la espera de la contestación de Rannia. Pero ninguno de los presentes tenía el corazón encogido como lo tenía el vampiro. Era incapaz de pensar, concentraba su atención en los labios ligeramente rosados ,esperanzado en recibir una respuesta positiva. Aquello parecía ser el efecto natural y devastador de un amor llevado al extremo.
Rashid Sayf al Dîn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 15/08/2013
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Re: el color de la noche, el aroma de tu piel - privado
Rannia, se sentó, acomodando la falda del vestido y tratando de no mirar los ojos de Rashid, bien sabía ella, que él era su debilidad, que si no se controlaba, le callaría con un beso y por Dios que en verdad, por momentos, pensaba que él no se lo merecía. Suspiró al escuchar como la reprendía por la forma sarcástica con que se había referido a la esposa del vampiro. Clavó la mirada en sus propias manos y las lágrimas cayeron a su piel como la lluvia de primavera en la verde campiña de su Inglaterra natal. Asintió como una niña al ser reprendida cuando él le reprochó su comportamiento.
Ante sus preguntas, de si creía que había vuelto por un capricho, ella levantó su mirada encharcada de lágrimas y negó con la cabeza, - no… bueno… no lo sé… solo espero… ruego, que haya vuelto por el amor que os profeso… – volvió a suspirar mientras bajaba nuevamente su mirada, para luego volver a clavar sus orbes en los ajenos, escrutando el alma de quien estaba allí, tan cerca que dolía no poder tocarlo. Estaba atemorizada, por el sentimiento que la embargaba, por saberse vencida ante el inmenso amor. Por su mente las dudas, los miedos giraban en un baile macabro – ¿cómo podré compartir tu amor con otras? ¿Cómo sabré que estaré en tu corazón cuando los años pasen, cuando mi cuerpo ya no sea el que ves ahora? -, frunció el entrecejo, intentando que sus miedos y dudas se acallaran, encontrando en esa mirada la respuesta a ellos.
Lo observó levantarse, para luego hincarse delante de ella, con recelo intentó comprender que era lo que el vampiro intentaba hacer, el animal que dormía en su interior se agazapó por la duda y el miedo. Su instinto le decía que corría peligro, no por ser herida físicamente, sino, porque sería su corazón, su alma, quienes podrían sufrir si ella no tomaba una buena decisión. No pudo apartar su mirada de aquellos profundos y oscuros orbes, esos que desde la primera vez que la contemplaron, marcaron su alma para la eternidad. A pesar de ser un cambiante, fuerte y valiente en batalla, Rannia era solo una joven que amaba a ese hombre que, postrado ante ella, le pedía compartir su vida, sus noches, su amor, por todos los años que la existencia le valiera.
Sonrió con tristeza al pensar que ella, a pesar de ser un sobrenatural, poseía una vida finita, aunque su cuerpo duraría mucho más que la mayoría de los allí presentes, un día, moriría, pero Rashid seguiría vivo, pensó en que no deseaba causarle dolor, ni ahora, ni nunca, - tal vez merece un ser igual a él, y no alguien, como yo, que tarde o temprano solo será un recuerdo - caviló, mientras su mano se extendía para acariciar la mejilla del hombre que era dueño de su corazón.
Asintió con un leve gesto de cabeza, era egoísta, porque a pesar de pensar en el futuro que podría herir a quien tanto amaba, no podía dejar de pensar en que merecía ser feliz a su lado, aun fueran esos años un abrir y cerrar de ojos para Rashid. Sonrió, llevando una de sus manos al rostro y secando sus lagrimas – si, si quiero vivir mi vida a tu lado… conocerte… amar lo que tu amas… adorar a quien tu adores… ser parte de tu alma y tú de la mía… - tomó entre sus manos el rostro del vampiro, - … enséñame a ser una buena esposa… a comprender tus costumbres… a esperar cada noche tu presencia… pero… jamás me abandones… que jamás concluya la noche sin haber arreglado nuestras diferencias… porque la vida se escapa… como el agua de las manos… y no deseo que lo último que puedas recordar de mi sea un reproche… un llanto… una amargura… - inspiró intentando no llorara, pero ella también quería ser sincera con él – si algún día muero, quiero que recuerdes que te he amado… desde la primera vez que pusiste tus ojos sobre mi… y lo haré hasta el último instante de mi existencia… mi amado Rashid, mi querido… esposo-.
Ante sus preguntas, de si creía que había vuelto por un capricho, ella levantó su mirada encharcada de lágrimas y negó con la cabeza, - no… bueno… no lo sé… solo espero… ruego, que haya vuelto por el amor que os profeso… – volvió a suspirar mientras bajaba nuevamente su mirada, para luego volver a clavar sus orbes en los ajenos, escrutando el alma de quien estaba allí, tan cerca que dolía no poder tocarlo. Estaba atemorizada, por el sentimiento que la embargaba, por saberse vencida ante el inmenso amor. Por su mente las dudas, los miedos giraban en un baile macabro – ¿cómo podré compartir tu amor con otras? ¿Cómo sabré que estaré en tu corazón cuando los años pasen, cuando mi cuerpo ya no sea el que ves ahora? -, frunció el entrecejo, intentando que sus miedos y dudas se acallaran, encontrando en esa mirada la respuesta a ellos.
Lo observó levantarse, para luego hincarse delante de ella, con recelo intentó comprender que era lo que el vampiro intentaba hacer, el animal que dormía en su interior se agazapó por la duda y el miedo. Su instinto le decía que corría peligro, no por ser herida físicamente, sino, porque sería su corazón, su alma, quienes podrían sufrir si ella no tomaba una buena decisión. No pudo apartar su mirada de aquellos profundos y oscuros orbes, esos que desde la primera vez que la contemplaron, marcaron su alma para la eternidad. A pesar de ser un cambiante, fuerte y valiente en batalla, Rannia era solo una joven que amaba a ese hombre que, postrado ante ella, le pedía compartir su vida, sus noches, su amor, por todos los años que la existencia le valiera.
Sonrió con tristeza al pensar que ella, a pesar de ser un sobrenatural, poseía una vida finita, aunque su cuerpo duraría mucho más que la mayoría de los allí presentes, un día, moriría, pero Rashid seguiría vivo, pensó en que no deseaba causarle dolor, ni ahora, ni nunca, - tal vez merece un ser igual a él, y no alguien, como yo, que tarde o temprano solo será un recuerdo - caviló, mientras su mano se extendía para acariciar la mejilla del hombre que era dueño de su corazón.
Asintió con un leve gesto de cabeza, era egoísta, porque a pesar de pensar en el futuro que podría herir a quien tanto amaba, no podía dejar de pensar en que merecía ser feliz a su lado, aun fueran esos años un abrir y cerrar de ojos para Rashid. Sonrió, llevando una de sus manos al rostro y secando sus lagrimas – si, si quiero vivir mi vida a tu lado… conocerte… amar lo que tu amas… adorar a quien tu adores… ser parte de tu alma y tú de la mía… - tomó entre sus manos el rostro del vampiro, - … enséñame a ser una buena esposa… a comprender tus costumbres… a esperar cada noche tu presencia… pero… jamás me abandones… que jamás concluya la noche sin haber arreglado nuestras diferencias… porque la vida se escapa… como el agua de las manos… y no deseo que lo último que puedas recordar de mi sea un reproche… un llanto… una amargura… - inspiró intentando no llorara, pero ella también quería ser sincera con él – si algún día muero, quiero que recuerdes que te he amado… desde la primera vez que pusiste tus ojos sobre mi… y lo haré hasta el último instante de mi existencia… mi amado Rashid, mi querido… esposo-.
Rannia- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 25/01/2015
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