Depende del aroma de las rosas [Privado]

por **Viola de Lesseps** Miér Oct 24, 2012 2:13 am

Ciertamente el dia domingo era el dia que mas disfrutaba, era el dia en que podia estar cien por ciento para mi, me levante con un animo unico y con gran tranquilidad, sabia que lo que habia vivido en la semana era unico, todo un secreto para la sociedad; pero que pienso ¿Desde cuando me preocupa la sociedad? Hoy no seria el día que empezaría con esa preocupación.

Senti dos golpecitos en la puerta, yo estaba sentada en frente del tocador arreglando mis rizos, el dia esta hermoso y habia que disfrutarlo de cierta manera, últimamente el clima estaba bastante raro pero en estos tiempo era algo normal; la puerta se abrio y aparecio Darla con una bandeja me traia el desayuno unas galletas hechas por ella y un baso con jugo de naranja, - Buenos dias,mi lady, su desayuno – dijo con su tipico tono de voz suave y dulce dejo la bandeja sobre una mesa que habia en la habitacion, se me acerco y me beso la frente, me quedo mirando y me dijo – Que esta raidiante Viola – me dijo con la confianza que nos carcterizaba - Hoy me siento diferente, siento que hoy puede ser un dia grandioso – sonrei ampliamente mientras Darla tomaba el peine y me sepillaba el cabello dejando los rizos intactos, solo como ella sabia hacerlos – Sabes como peinarme – dije mientras me retocaba la cara, ponia un color oscuro sobre mis parpados y encrespaba mis pestañas, queria que todo fuera perfecto – llevo mucho tiempo haciendo esto y conosco tus rizos rebeldes – dije mi nodriza con un tono de broma – Lo se, Darla.. – ella termino de acomodar mis rizos y yo de recotarme me rocie sobre mi cuello de "Il Imagine" mi primera creacion haciendome viajar y dejandome hipnotizada por unos segundos, fui hasta el ropero y tome un traje como para lo que tenia planeado hacer este dia. Me vesti no sin antes comer de lo que me habia traido Darla, me ayudo a vestirme y salir a pasar un dia diferente.

Habia mandado a ensillar mi caballo Zaino, Darla me preparo una canasta con frutas y algo de jugo para que pasara la tarde afuera, me asegure que todo estuviera en orden en la casa August estaba enfermo asi que lo fui a visitar a su habitacion, converce unos momentos con el y me despedi le di un beso en la frente y Sali de la habitacion. Darla estaba en el establo revisando la montura ultimamente andaba con presentimientos y como siempre me cuidaba mas de lo que devia – No te preocupes Darla, hoy sera un dia normal… - sonrei mientras le daba un abrazo y montaba mi caballo cuando me disponia a salir me dijo casi gritando – Viola, recuerda… Depende del azul del cielo… - el caballo comenzo a cabalgar velozmente y me di vueltas un poco extrañada de su frase.

Mientras pensaba en lo que habia querido decir con esa frase llegue a la laguna, estaba algo calmada y decidi bajarme de Zaino, lo deje andar libre por el lugar, llebaba mucho tiempo con el y no se alejaba mas de lo debido. Acaricie su lomo y su cabeza era tan suave y brillante, su color negro lo hacia unico… le di un beso en su frente, y me puse a caminar por la orilla de la laguna hasta que llegue a una especia de muelle de madera, camine sobre el no sin antes sacarme los zapatos que llebaba puestos, me encantaba caminar a pies delcalsos y sentir todo a mi alrededor… llegue a una orilla del muelle y me sente dejando los pies tocar el agua… y me heche hacia atrás, dejando mis pies en el agua y mi cuerpo en el muelle – Depende del azul del cielo – repeti mientras miraba el cielo que poco a poco comenzaba a nublarce, este verano esta mas extraño que nunca pense mientras cerraba los ojos e intentaba desifrar que decia esa simple frase.

por **Larisa Navratinova** Miér Oct 24, 2012 2:03 pm

Aquel era un buen día para Larisa. El calor sofocante de las últimas semanas había pasado de a poco, para ser reemplazado por una suave y refrescante brisa, lo suficientemente helada como para que la chica pudiera salir sin quejarse.

Así fue como, previo aviso a su madre, tomó un par de sus partituras favoritas y se dirigió a un lugar al que nunca había ido: La Laguna. No sabía cómo era su aspecto, pero al poner los pies allí no la decepcionó. Era un lugar más bien tranquilo, rodeado de verde y sin gente. Un lugar sin gente era siempre bienvenido para Larisa, que no soportaba bien las
aglomeraciones de personas. Inspiró largamente, disfrutando su soledad, y se sentó bajo la sombra de un árbol a leer las partituras.

A la vez que leía, sus dedos golpeaban levemente el papel, siguiendo el ritmo de la sonata que estaba practicando. No era una difícil, o por lo menos no lo era para ella, acostumbrada ya a tocar Mozart. En un momento perdió el compás y tuvo que empezar de nuevo, pero se detuvo ante una fugaz visión roja. Levantó la cabeza, curiosa.

Una mujer pasaba a su lado, sin haberla visto. Tenía una cabellera espectacularmente roja, casi como fuego flotante. Por su vestimenta y el modo de moverse se notaba que era de clase alta. Alrededor de ella había un gran halo de misterio, que se acentuaba por la fragancia que despedía, una que Larisa no había olido nunca en su vida.

Y luego, aquella mujer misteriosa dijo una frase. “Depende del Azul del Cielo”.

-¿A qué se refiere con eso?- preguntó, de pronto. Luego se dio cuenta y se cubrió la boca rápidamente. Había delatado su presencia.

por **Viola de Lesseps** Dom Nov 11, 2012 7:26 pm

El cielo parecía de un perfecto color azul, realmente Darla tenía razón siempre que hablaba, no por nada había sido una gitana bien reconocida en su tiempo ahora simplemente era mi nana, mi mejor amiga la persona que ayudo a mi padre a criar de mi era casi como una madre para mi, mis pies acariciaban la el suelo que húmedo estaba el calor estaba siendo agradable aun para ser verano. Veinte días, precisos habían pasado de aquella fatídica noche donde intente acabar con mi vida pero no pude hacerlo, un castigo divino había tenido y ahora simplemente tenía que vivir, así me lo había dicho Arlett, aquella mujer que siempre andaba tras mis pasos no entendía como siendo una vampira sabia de mi hasta lo que hacía en los días, quizás algún animal, o un guardia en realidad no entendía y tampoco quería hacerlo.

La voz femenina que escuche en ese momento me hizo girar mi cabeza algo asustada y mirando a la claridad de aquellos ojos que me habían tomado por sorpresa me quede pensando que debía hacer primero, sentí unas ganas de correr en realidad no quería hablar con personas, todo estaba escrito y encariñarme no era lo mejor si me alejarían de lo que yo había forjado hasta ahora – No todos los días tienen el mismo color azulado, depende del azul es el clima que habrá en el día – apunte al cielo mirando yo hacia arriba – El color azulado de hoy dice que será una tarde fresca – si recordé cuando Darla me había enseñado aquello de los colores hacía muchos años que no me fijaba en el celestial manto que nos cubría, pasaba mis días encerrada en la perfumería y los días anteriores había pasado más de una semana en cama recuperándome, haciendo que cicatrizara la herida con ayuda de ungüentos preparados por mi nodriza.

Me acerque a la joven de ojos inmensos y de mirada pura – No te había visto – en realidad, si no me habla no me hubiera dado cuenta que ella estaba ahí sentada, estaba en otro mundo desde hacía mucho tiempo – Espero no haber interrumpido tu lectura – era extraño conocer a damas que supieran leer y escribir, en la sociedad machista en que vivimos los hombre tenían la preferencia para estudiar y solo las niñas de las familias más ricas tenían institutrices que nos enseñaran.

Pase una de mis manos por mis cabellos para que la brisa los desordenara y luego mire nuevamente a la jovencita – Soy Viola de Lesseps – hice una pequeña venia y volví a mi lugar girando en mi propio eje para observar el maravilloso lugar, el suave oleaje que había, los pájaros cantando por un lugar algunos patos silvestres en el agua, todo lleno de color que hacían a cualquiera querer ser el protagonista de aquella realidad que estábamos viendo pasar delante de nuestros ojos. ¿Cuántas veces deje de mirar el cielo? Infinitas…

por **Larisa Navratinova** Miér Nov 28, 2012 6:03 pm

Lo que aquella mujer con cabello de fuego había dicho era sabiduría pura y dura. La joven rusa se quedó allí, sorprendida ante esas palabras. Trivialmente recordó que los peones que trabajaban para su padre hacían las mismas conjeturas, mirando el cielo y las nubes. Era impresionante cómo aquellas personas se basaban en sus impresiones, en sus corazonadas, para hacer esas afirmaciones llenas de seguridad.

Seguridad… Esa mujer, Viola de Lesseps, la irradiaba. Era algo casi magnético, como si fuese el polo positivo de algún extraño imán. En contraste, Larisa era el negativo absoluto. Era uno de sus momentos de mayor indecisión, esos donde el futuro se veía como especulación y no como certeza. Esas etapas donde el porvenir es como una niebla espesa, intocable, que escapa al entendimiento humano. Su propia inseguridad ante el mundo era su debilidad, y uno de los temas que no le gustaba recordar.

-No se preocupe, estaba distraída. Mi nombre es Larisa Navratinova. Un gusto.

Dejando de lado a Mozart, Larisa se dedicó a mirar los contrastes entre ambas. Eran completamente diferentes. Viola era como un fuego viviente, o al menos eso le parecía a la joven. Un fuego fuerte, vivaz, capaz de inflamar todo lo que estuviera a su paso. Larisa, en cambio, era como el aire. Volátil, cambiante, sin color ni forma definida.

Con cuidado, se levantó, a la vez que se limpiaba el vestido, de tul blanco, cual encarnación del viento. Se acercó lentamente hacia su acompañante para admirar junto a ella el paisaje que se desplegaba ante sus ojos. Una verdadera maravilla de la naturaleza.

-Aquí están todos, los cuatro elementos, en armonía- reflexionó, con voz leve-. Usted se parece mucho al fuego- continuó, con un suspiro-. Se ve como alguien que se inflama y doblega al mundo.

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