El cordero de Dios || libre

lein había pasado el día en su mansión esperando lo que habían descrito como "una encomienda urgente", finalmente llego a la mansión un hombre con una carta dirigida explícitamente a él, la recibió pagándole una buena propina al hombre por sus servicios y se dirigió a leer la carta.


Las iniciales de su padre finalizaban la carta, ciertos detalles llamaron su atención pero ordenes son ordenes, fue a la armería de la mansión donde Luke estaba afilando sus dagas, habían recibido una misión pero esta era más importante por lo que le informo a su hermano de los cambios en el plan, el viajaría a Italia mientras que Luke completaba el contrato aquí en parís.

Tomo su equipo y se puso en marcha despidiéndose de su hermano, el viaje fue largo y tedioso pero finalmente había llegado a las puertas de la ciudad. Saco de su bolsillo el sobre que su padre le había enviado con la información del contacto, un tal Medici, Lorenco Medici, no sabía absolutamente nada del hombre ni de donde había salido y mucho menos porque su padre lo enviaría a contactarlo a él en lugar de la inquisición, algo que sin duda lo puso en alerta.
Se dirigió al lugar de encuentro donde logro divisar una oscura figura, un hombre de pie en un callejón cubierto en su totalidad por una larga túnica negra le hacía señas para que se acercara.

- Medici, ¿asumo? -

Le dijo con aquel remarcado acento inglés y voz ronca, el hombre por unos segundos se mantuvo en silencio así que Lein le quito la capucha que llevaba solo para descubrir que el hombre estaba muerto, la lluvia empezó a caer y un aullido se escuchó en el ambiente; solo podía significar una cosa. Una trampa.

Se preparó para combatir a cualquier criatura infernal que pudiera aparecer frente a él, unos segundos de silencio y luego las garras de aquel lobo empezaron a retumbar en la fría piedra del piso, su objetivo estaba justo frente a él y no estaba solo.
La batalla fue dura, unas cuantas horas de sangre y violencia en mitad de la calle habían terminado con la vida de aquellos licántropos que tan audazmente le habían tendido esa trampa, reparo que hasta la carta era falsa y que todo había sido preparado para librar al mundo de uno de los Ashford.

Dando tumbos y sangrando camino por la calle hasta una gran iglesia, subió los escalones de mármol hasta el gran umbral de la entrada y toco con la poca fuerza que le quedaba a las puertas, la tormenta empeoraba empapándolo por completo, estaba a escasos minutos de encontrar su final, y todo por un descuido.

Finalmente las puertas se abrieron dando paso a la luz del interior, una joven dama estaba de pie frente a él atendiendo a su llamado.
Lein estaba deshecho, un licántropo era sencillo de matar, pero tres al mismo tiempo y durante una emboscada era demasiado para cualquier cazador.
La joven ayudo a Lein a entrar a la iglesia, con cierta dificultad debido al peso que el cazador representaba, no contaba con fuerzas suficientes para pararse por sí mismo así que se vio forzado a recargar todo su peso en la joven alma que se había apiadado de él.

Una toalla y un poco de pan fue lo que la joven había traído, tal vez no se había percatado por la lluvia que toda la ropa del cazador estaba manchada con su sangre y la de sus enemigos, tenía una herida en el hombre derecho, tres garras lograron conectar, en su abdomen derecho otras tres marcas de garras, nada que pudiera infectarlo, ni una mordida ni mucho menos, aquellos seres no buscaban transformarlo. Querían matarlo.


- Medico -

Fueron las únicas palabras que pudo mascullar antes de caer inconsciente por la pérdida de sangre.