AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
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La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
"La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor"
La tan ansiada noche había llegado y una vez más despertaba sin sentirse distinto y más bien complacido con saber que hace un año exactamente un vampiro lo había hecho parte de su clan sumándole como hijo de la noche. Poco sabia de él pero aun así sentía apego, gracias a él ahora era un ser inmortal, un ser níveo carente de sentimientos, menos aún de los que antes tenía. A veces pensaba incluso que la vida como hijo de la sangre le había dado un poco mas de humanidad al ser que siempre había sido. Muy por el contrario a lo que esperaba desde un principio. En un momento pensó que como era débil se aferraba mas a la idea de permanecer como humano mortal como había sido por 37 largos años, solo que en esta oportunidad necesitaba sangre a diario para poder sentirse vivo. Pero quizá esa etapa ya estaba zanjada, hoy íban a masacrar gente, sus valores que hasta hoy se habían mantenido firmes le pedían aprovechar esta situación sabiendo que el resto de sus pares lo amparaban (por ser un año de sangre) de beber y torturar a su antojo. No solo él, lo iban a acompañar más hijos de la noche que iban a beber a la par, celebrando el hecho de permanecer en las sombras. Esto solo duraba una noche al año. Sabía que mas era gula, estaba prohibido. Mas una noche bastaba y de allí comenzaría de seguro la cuenta regresiva una vez más hasta pasar los 365 días.
La caza de la noche anterior había sido útil para reclutar la mayor cantidad de sangre contenida en cuerpos como se pudiera, la sed hoy era voraz, carcomía los más íntimos sentimientos que tenía apoderándose de sus recuerdos y haciéndolo sentir añoranza por ello. Entre los reclusos había no solo humanos raptados y sedados por los venenos de Monsieur Kimura, también había de los que sufrían, esos presos de la sangre impura, a los que en Alemania le llamaban ghouls y aquí en París eran denominados como " esclavos de sangre". Muchos había en las filas. Todos protestando por ser alimentados, todos sufriendo por la sangre, no podía mas que sentir empatía por ellos, de alguna forma había pasado por lo mismo y las veces que no obtenía sangre volvía a tener esos sentimientos una vez más. Pero también se sentía empático con el sadismo…
Paseó por el corredor y siguió con la vista la fila de seres que se encontraban aferrados con cuerdas rojas a los barrotes de la escalera principal de la casa que conducía al sotano tan grande como el salón superiór, las escalinatas estaban limpias, impuras y blanquecinas, la alfombra roja en el centro. Los seres en ropas mínimas, respetando al menos en eso a cada quien. Bajó, deleitando sus sentidos, al sotano donde no habia mesas con comidas y canapés, ni nada parecido, apenas era necesario algo de mobiliario: unos muebles Luis XV, grandes sillones, algunas mesas y por supuesto dispuestos grilletes en las paredes y techos donde poder maniatar a las criaturas que hallarían su muerte dolorosa. Se colocó la máscara, después de todo esto no dejaba de ser una mascarada.
Sintió enseguida unos pasos acercándose por detrás y se dió vuelta con renovado esplendor para verle frente a él sin mas... una mirada sobre la otra.
Daba comienzo a la velada y la noche prometía ser eterna para los hijos de la noche.
Última edición por Julien el Vie Sep 18, 2015 11:03 pm, editado 3 veces
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
La noche se cernía espléndida y limpia sobre París, coreada de miles de estrellas centelleantes, las cuales no hacían más que arremolinarse sumisas alrededor de la gran joya nocturna: la Luna. Haciendo caso omiso de la mano que me ofrecía aquel estúpido sirviente, bajé del carruaje sin ayuda con los ojos aún puestos en el cielo.
El frescor otoñal recibió mi piel pulida como una caricia, alborotando ligeramente mi enorme y recargada falda, la cual tiraba furiosamente de mi cintura por su peso. Alcé la mano para tapar mi rostro con la máscara de color burdeos que acompañaba en color y ostentación mi atuendo. Observé la fachada de aquella mansión victoriana con cierta sorna, nadie podía sospechar el infierno que en realidad guardaba tras sus puertas.
Avancé hacia la entrada con paso firme y apresurado, algo excitada por la expectación, y sintiendo un cierto escozor en la garganta debido a la sed. Hermosas y adornadas criaturas de la noche también se dirigían hacia allí, con los ojos brillantes y cierta malicia en sus comisuras.
Nunca antes me había desenvuelto en un ambiente donde todos conocíamos nuestra naturaleza pecadora y macabra. De algún modo, sentía que, por fin, podía moverme y hablar como el depredador que era, sin trucos mentales ni apariencias con el fin de hacerme pasar por una simple humana.
Algunos vampiros y vampiresas me miraban de reojo, con cierta complicidad, conscientes de aquello que aguardaba en el interior de aquella mansión. Yo simplemente me oculté tras mi máscara, con cierta burla en mi rostro. No tardé en alcanzar el umbral, donde chasqueé los dedos para que mis criadas recogieran mi abrigo y se esfumaran para aguardarme junto al carruaje.
Observé con deleite la escalera, donde se exhibía un tétrico y a su vez espléndido espectáculo adornado de mármol blanco y rojo terciopelo. Sumisas criaturas atadas a la barandilla, algunas asustadas, otras expectantes, con los ojos cuajados de confusión.
Jóvenes semi desnudas de piel sonrosada medio dormidas o mirando en derredor con cierta excitación, mujeres aterrorizadas con rostros marcados por la edad, hombres de barba larga y sobrados en carnes, muchachos frágiles, jóvenes esbeltos…
Todo un repertorio donde elegir.
Ahogué una risita maliciosa mientras subía aquellos escalones analizando las posibles víctimas de mis colmillos ansiosos. No era fácil razonar con tantos aromas vibrantes y deliciosos en la atmósfera. Decidí no apresurarme y dirigí la vista al frente, con las pupilas ligeramente dilatadas por la sed.
El culpable de aquel macabro acontecimiento se encontraba en el salón principal, y no pude evitar sonreír con picardía por su osadía al celebrar aquellos 365 días como ser inmortal de una manera tan… desenfadada.
Me acerqué a su figura, la cual me daba la espalda en aquel momento, y pareció advertir mi presencia, pues se dio la vuelta para encontrarse con mis iris traviesos tras la máscara burdeos que sujetaba con aquel fino cilindro. Bajé el brazo, dejando al descubierto mi rostro justo cuando mi cabeza quedó a pocos centímetros de su espalda.
Alzando ligeramente el rostro pude susurrarle al oído por detrás:
-He de admitir que tiene un gusto exquisito por lo macabro… Monsieur Julien.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
¿Qué extrañas y oscuras sorpresas presenciaría aquella noche? Su cuerpo entero temblaba al escuchar – conforme acercaba sus pasos – los gritos desgarradores de decenas de almas inocentes arrebatados de sus lechos mientras dormían, muertas de miedo. Tal cuál se sentía el mismo. A pesar del tiempo transcurrido, de los años, Jimmy no había podido acostumbrarse a aquel modo de “vivir” de su Domitor, pues atentaba contra todo lo que le fue enseñado alguna vez en su niñez. Sus principios básicos y religiosos fueron pisoteados brutalmente, arrancados de raíz al momento en que sus ojos, ideas y pensamientos fueron arrastrados hacia un mundo completamente espantoso.
¿Dónde pues estaba Dios cuando más le necesitó? ¿Si Dios existía, por qué nunca escuchó sus ruegos ni limpió sus lágrimas cuando más sólo se sentía? Si Dios existía ¿Por qué permitió que le sucediera algo tan aberrante? ¿Por qué permitió que le despojaran de sus más grandes sueños y anhelos de la noche a la mañana? No. Dios no existía, nunca existió. ¡Nunca existió! Sólo fue una historia inventada por los hombres, para los hombres…
Dar algunos pasos hacia los pisos inferiores, fue todo un suplicio, un reto. Pareciese que llevara atados dos yunques en cada uno de sus pies, haciendo más difícil aproximarse a aquellos lugares donde se cometían los actos más atroces, barbaries en contra de una humanidad indefensa que sólo podía rogar y suplicar ayuda a un Dios que jamás iba a recatarles de aquel martirio.
Éstos demonios -así solía llamarles Jimmy- Gozaban del sufrimiento ajeno, pues todos aquellos pobres infelices, no eran más que simple animales de los cuáles alimentarse, saciando sus más bajos instintos. ¡Una matanza cruel e indiscriminada! De la cuál debía ser mudo testigo. Nada podía hacer por ayudar, incluso a sí mismo. El picor en su garganta no hacía más que recordarle que no era dueño de sus acciones ni pensamientos. Sólo era un remedo, una insignificante criatura postrada a los pies de su amo cumpliendo cabalmente y al pie de la letra cada uno de sus mandatos y caprichos.
Así transcurría su vida, escuchando y observando el sonido característico de la piel al rasgarse, intentando ser partícipe de un juego al cual nunca quiso ser invitado. Hacer caso omiso, permanecer de pie como una estatua, era uno de los mejores papeles que podía representar mientras esperaba su turno de ser alimentado, si la suerte estaba de su lado aquella noche sangrienta.
Su Domitor había “olvidado” alimentarle con su sangre, tres noches atrás, por lo que el ansia le carcomía todo el cuerpo. Tras la máscara que le había sido entregada obligándole a ser usada so pena de sufrir el más terrible de los castigos, nadie podría descifrar el rictus de dolor del cuál era preso Jimmy ; tan hambriento, tan fuera de sí, tembloroso y escondido en un oscuro rincón, mientras observaba con asco la dantesca escena en aquél sótano que servía de salón de juegos para quienes no tenían otra opción más que entregar lo más valioso que todo humano poseía: La vida.
¿Dónde pues estaba Dios cuando más le necesitó? ¿Si Dios existía, por qué nunca escuchó sus ruegos ni limpió sus lágrimas cuando más sólo se sentía? Si Dios existía ¿Por qué permitió que le sucediera algo tan aberrante? ¿Por qué permitió que le despojaran de sus más grandes sueños y anhelos de la noche a la mañana? No. Dios no existía, nunca existió. ¡Nunca existió! Sólo fue una historia inventada por los hombres, para los hombres…
Dar algunos pasos hacia los pisos inferiores, fue todo un suplicio, un reto. Pareciese que llevara atados dos yunques en cada uno de sus pies, haciendo más difícil aproximarse a aquellos lugares donde se cometían los actos más atroces, barbaries en contra de una humanidad indefensa que sólo podía rogar y suplicar ayuda a un Dios que jamás iba a recatarles de aquel martirio.
Éstos demonios -así solía llamarles Jimmy- Gozaban del sufrimiento ajeno, pues todos aquellos pobres infelices, no eran más que simple animales de los cuáles alimentarse, saciando sus más bajos instintos. ¡Una matanza cruel e indiscriminada! De la cuál debía ser mudo testigo. Nada podía hacer por ayudar, incluso a sí mismo. El picor en su garganta no hacía más que recordarle que no era dueño de sus acciones ni pensamientos. Sólo era un remedo, una insignificante criatura postrada a los pies de su amo cumpliendo cabalmente y al pie de la letra cada uno de sus mandatos y caprichos.
Así transcurría su vida, escuchando y observando el sonido característico de la piel al rasgarse, intentando ser partícipe de un juego al cual nunca quiso ser invitado. Hacer caso omiso, permanecer de pie como una estatua, era uno de los mejores papeles que podía representar mientras esperaba su turno de ser alimentado, si la suerte estaba de su lado aquella noche sangrienta.
Su Domitor había “olvidado” alimentarle con su sangre, tres noches atrás, por lo que el ansia le carcomía todo el cuerpo. Tras la máscara que le había sido entregada obligándole a ser usada so pena de sufrir el más terrible de los castigos, nadie podría descifrar el rictus de dolor del cuál era preso Jimmy ; tan hambriento, tan fuera de sí, tembloroso y escondido en un oscuro rincón, mientras observaba con asco la dantesca escena en aquél sótano que servía de salón de juegos para quienes no tenían otra opción más que entregar lo más valioso que todo humano poseía: La vida.
Jimmy Laborda- Esclavo de Sangre/Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/02/2015
Re: La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
Se giró y contempló maravillado la mirada de Molly tras el antifaz, mientras relucía sus ojos brillantes y cantarines que pedían sangre a gritos y bailaban por la proximidad. ¿Se verían igual los suyos? pensó internamente. Posiblemente así debía ser, la gélida mirada de costumbre ya habría cambiado por esta nueva ansiosa, expectante, el cumplir un sueño nuevo de una vida nueva era algo próximo y se sentía en el latido abrumador de cada ser expuesto en la escalera, en el salón, estaban por todos lados.
- Gracias por venir Molly, mis dominios son tuyos por esta noche, disfruta conmigo - comentó mientras la saludaba tomando su mano y besando el dorso, formalmente como pedía el protocolo. Le gustaba seguirlo, lo había hecho en vida y lo veía como algo normal, una práctica de lo más normal y respetable en la sociedad. La siguió contemplando, estaba muy bella en su vestido de noche, los detalles indicaban que el vestido era costoso.
- Estas muy bella hoy - aun recordando su último encuentro en la taberna maloliente donde había conocido a su amigo Dimitri y la noche y la sangre los habían cruzado.
Un grupo de vampiros se aproximó a los taburetes, dispuestos a entonar cantos para amenizar la velada. Varios invitados habían ingresado para entonces, sus palabras se mezclaban con los lamentos de algunas víctimas raptadas que estaban despertando lentamente del sueño inducido. Había otro grupo cercano a ellos: los esclavos. Entre medio del grupo, Julien, descubrió al suyo, lo había conocido en sus vueltas nocturnas por Paris. Suyo, lo sentía así por más que no lo hubiera convertido en lo que hoy era. Sentía un cierto cariño por él que demostraba solo como sabia. Como se le habían enseñado de pequeño, todo a los golpes y con sufrimiento.
Eso era el amor para Julien, sufrir, maltratar generaba esa sensación que despertaba los más bajos instintos de uno. Sacaba ese ser que mas amaba de mi mismo, ese ser puro instinto,el ello en estado puro. Desde donde estaba lo miró, feliz de ver como sus ansias del sagrado elixir buscaban redención, anhelaba beber sangre y estaba dispuesto a hacerlo después que se mereciera el premio. Lo haría rogar por ella esta noche, era su noche de todas formas. Pero antes quería compartirlo con alguien. Se lo imaginó en uno de esos sueños diurnos que había tenido recurrentemente y felizmente esta noche los encontraba juntos. Ella frente a él obviamente no leía sus pensamientos pero imaginaba que su expresión de curiosidad se vio reflejada en la cara de ella, así que la tomó por un hombro y la incitó a caminar a su lado por el salón y acercándose un poco a su oído susurró-
- Tengo algo en mente para este noche Molly- una mirada suspicaz cruzó su mirada al decirlo, ella la devolvió y después de un breve espacio prosiguió.
- Hoy está aquí mi esclavo, Jimmy, no le ofrecí sangre hace 3 noches y apenas se controla hoy - termino mirando a su dirección al joven inquieto cercano a la banda.
- Quisiera presentártelo y que le demuestres lo dura que puedes ser como Domitor- tras lo cual esbozó una leve sonrisa, de momento no sabía más que su anterior Domitor lo había maltratado bastante, no sabía si más que él mismo, no podía medir eso en su sangre pero si el temor. Acaso Molly ¿podría duplicar la apuesta? Seguramente, apenas la conocía pero sabía que su sangre era aun más fría que la propia y que su experiencia era mayor.
La fiesta apenas comenzaba y Julien ya estaba ansioso.
- Gracias por venir Molly, mis dominios son tuyos por esta noche, disfruta conmigo - comentó mientras la saludaba tomando su mano y besando el dorso, formalmente como pedía el protocolo. Le gustaba seguirlo, lo había hecho en vida y lo veía como algo normal, una práctica de lo más normal y respetable en la sociedad. La siguió contemplando, estaba muy bella en su vestido de noche, los detalles indicaban que el vestido era costoso.
- Estas muy bella hoy - aun recordando su último encuentro en la taberna maloliente donde había conocido a su amigo Dimitri y la noche y la sangre los habían cruzado.
Un grupo de vampiros se aproximó a los taburetes, dispuestos a entonar cantos para amenizar la velada. Varios invitados habían ingresado para entonces, sus palabras se mezclaban con los lamentos de algunas víctimas raptadas que estaban despertando lentamente del sueño inducido. Había otro grupo cercano a ellos: los esclavos. Entre medio del grupo, Julien, descubrió al suyo, lo había conocido en sus vueltas nocturnas por Paris. Suyo, lo sentía así por más que no lo hubiera convertido en lo que hoy era. Sentía un cierto cariño por él que demostraba solo como sabia. Como se le habían enseñado de pequeño, todo a los golpes y con sufrimiento.
Eso era el amor para Julien, sufrir, maltratar generaba esa sensación que despertaba los más bajos instintos de uno. Sacaba ese ser que mas amaba de mi mismo, ese ser puro instinto,el ello en estado puro. Desde donde estaba lo miró, feliz de ver como sus ansias del sagrado elixir buscaban redención, anhelaba beber sangre y estaba dispuesto a hacerlo después que se mereciera el premio. Lo haría rogar por ella esta noche, era su noche de todas formas. Pero antes quería compartirlo con alguien. Se lo imaginó en uno de esos sueños diurnos que había tenido recurrentemente y felizmente esta noche los encontraba juntos. Ella frente a él obviamente no leía sus pensamientos pero imaginaba que su expresión de curiosidad se vio reflejada en la cara de ella, así que la tomó por un hombro y la incitó a caminar a su lado por el salón y acercándose un poco a su oído susurró-
- Tengo algo en mente para este noche Molly- una mirada suspicaz cruzó su mirada al decirlo, ella la devolvió y después de un breve espacio prosiguió.
- Hoy está aquí mi esclavo, Jimmy, no le ofrecí sangre hace 3 noches y apenas se controla hoy - termino mirando a su dirección al joven inquieto cercano a la banda.
- Quisiera presentártelo y que le demuestres lo dura que puedes ser como Domitor- tras lo cual esbozó una leve sonrisa, de momento no sabía más que su anterior Domitor lo había maltratado bastante, no sabía si más que él mismo, no podía medir eso en su sangre pero si el temor. Acaso Molly ¿podría duplicar la apuesta? Seguramente, apenas la conocía pero sabía que su sangre era aun más fría que la propia y que su experiencia era mayor.
La fiesta apenas comenzaba y Julien ya estaba ansioso.
Última edición por Julien el Vie Mar 20, 2015 10:28 pm, editado 1 vez
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
- Gracias por venir Molly, mis dominios son tuyos por esta noche, disfruta.
Recogió con una cortesía ligeramente burlona mi mano, depositando un beso en el dorso como cualquier caballero haría. Alcé una comisura, juguetona, mientras me hundía en aquellos iris cristalinos que tras su claridad escondían un deseo oscuro, un deseo carnal y frívolo que compartíamos los de nuestra especie.
Siguiéndole el juego, incliné ligeramente la cabeza y el torso en una decorosa reverencia llena de orgullo, sin apartar mi mirada traviesa de la suya.
- Estas muy bella.
Alcé una ceja, divertida.
-Y usted sabe cómo recibir a una dama adecuadamente, caballero –susurré burlona, consciente de que podía oírme a pesar del gentío que parloteaba a nuestro alrededor.
Su mirada se desvió hacia algún punto de la sala detrás de mí, y yo no pude evitar girarme para descubrir qué era. Un grupo de humanos que no parecían sorprendidos por la situación se conglomeraba en aquel punto, y pude ver con cierto asombro que sus ojos más que miedo o desazón demostraban cierta expectación, una ansiedad que se asemejaba vertiginosamente a la de sus depredadores…
Había muchas cosas que no entendía en aquel mundo, pues en mis dos años de vampirismo nunca había estado rodeada de tantos inmortales, ni en aquella libertad de movimientos que nos brindaba aquel sótano engañosamente decorado de lujos. De alguna manera, aquella rectitud moral que guardaba Julien la noche en que lo conocí en extrañas circunstancias, se había esfumado…
Un brillo salvaje y despiadado relucía de vez en cuando en sus ojos cuando hablamos por primera vez, pero en aquella velada parecía dominar toda su persona, dando lugar a una criatura cruel y libertina que se asemejaba peligrosamente a mi forma de actuar. Y, había de admitirlo, me encantaba.
La sed y la excitación patentes en sus pupilas me contagiaron, y pude admirar al muchacho que tanto encandilaba sus ojos. Un joven de rostro aniñado, de ojos oscuros y pelo castaño que parecía observar a mi cómplice con cierto anhelo. Su aroma era realmente exquisito, fruto de uno garganta blanda y joven, pero también había algo familiar en aquella sangre…
Sentí el contacto de la mano de Julien en mi hombro para indicarme que avanzara junto a él hacia aquella misteriosa víctima. Sus labios rozaron mi oído por un instante para decirme algo:
- Tengo algo en mente para este noche Molly.
Sus juguetones iris transparentes me lanzaron una mirada cómplice, y yo solté una risita divertida.
- Hoy está aquí mi esclavo, Jimmy, no le ofrecí sangre hace 3 noches y apenas se controla hoy.
Alcé una ceja, extrañada, ¿esclavo? ¿Un esclavo que bebe sangre de un vampiro?
- Quisiera presentártelo y que le demuestres lo dura que puedes ser como Domitor.
Su sonrisa macabra provocó un ramalazo de curiosidad y expectación en mi interior.
-Desconocía que existieran esa clase de juegos peligrosos, monsieur –acepté, ciertamente intrigada por todo aquel asunto de amo y esclavo-. Pero supongo que no puedo rechazar una garganta tan suculentamente voluntariosa.
Llegamos a la altura de aquel joven, y yo me atreví descaradamente a alargar el brazo y recoger su rostro entre mis dedos delicadamente.
-Jimmy...Quel plaisir… -susurré, deleitada por aquella piel frágil y pálida-. Debe suponer toda una tortura beber de su sangre… y tener que detenerse para dejarlo con vida.
Con fingido arrepentimiento, miré de nuevo a Julien y liberé al muchacho.
-Mis disculpas, olvidé que aún no hemos sido presentados- volví a fijar los ojos en aquel rostro angelical, con una sonrisa traviesa.
Recogió con una cortesía ligeramente burlona mi mano, depositando un beso en el dorso como cualquier caballero haría. Alcé una comisura, juguetona, mientras me hundía en aquellos iris cristalinos que tras su claridad escondían un deseo oscuro, un deseo carnal y frívolo que compartíamos los de nuestra especie.
Siguiéndole el juego, incliné ligeramente la cabeza y el torso en una decorosa reverencia llena de orgullo, sin apartar mi mirada traviesa de la suya.
- Estas muy bella.
Alcé una ceja, divertida.
-Y usted sabe cómo recibir a una dama adecuadamente, caballero –susurré burlona, consciente de que podía oírme a pesar del gentío que parloteaba a nuestro alrededor.
Su mirada se desvió hacia algún punto de la sala detrás de mí, y yo no pude evitar girarme para descubrir qué era. Un grupo de humanos que no parecían sorprendidos por la situación se conglomeraba en aquel punto, y pude ver con cierto asombro que sus ojos más que miedo o desazón demostraban cierta expectación, una ansiedad que se asemejaba vertiginosamente a la de sus depredadores…
Había muchas cosas que no entendía en aquel mundo, pues en mis dos años de vampirismo nunca había estado rodeada de tantos inmortales, ni en aquella libertad de movimientos que nos brindaba aquel sótano engañosamente decorado de lujos. De alguna manera, aquella rectitud moral que guardaba Julien la noche en que lo conocí en extrañas circunstancias, se había esfumado…
Un brillo salvaje y despiadado relucía de vez en cuando en sus ojos cuando hablamos por primera vez, pero en aquella velada parecía dominar toda su persona, dando lugar a una criatura cruel y libertina que se asemejaba peligrosamente a mi forma de actuar. Y, había de admitirlo, me encantaba.
La sed y la excitación patentes en sus pupilas me contagiaron, y pude admirar al muchacho que tanto encandilaba sus ojos. Un joven de rostro aniñado, de ojos oscuros y pelo castaño que parecía observar a mi cómplice con cierto anhelo. Su aroma era realmente exquisito, fruto de uno garganta blanda y joven, pero también había algo familiar en aquella sangre…
Sentí el contacto de la mano de Julien en mi hombro para indicarme que avanzara junto a él hacia aquella misteriosa víctima. Sus labios rozaron mi oído por un instante para decirme algo:
- Tengo algo en mente para este noche Molly.
Sus juguetones iris transparentes me lanzaron una mirada cómplice, y yo solté una risita divertida.
- Hoy está aquí mi esclavo, Jimmy, no le ofrecí sangre hace 3 noches y apenas se controla hoy.
Alcé una ceja, extrañada, ¿esclavo? ¿Un esclavo que bebe sangre de un vampiro?
- Quisiera presentártelo y que le demuestres lo dura que puedes ser como Domitor.
Su sonrisa macabra provocó un ramalazo de curiosidad y expectación en mi interior.
-Desconocía que existieran esa clase de juegos peligrosos, monsieur –acepté, ciertamente intrigada por todo aquel asunto de amo y esclavo-. Pero supongo que no puedo rechazar una garganta tan suculentamente voluntariosa.
Llegamos a la altura de aquel joven, y yo me atreví descaradamente a alargar el brazo y recoger su rostro entre mis dedos delicadamente.
-Jimmy...Quel plaisir… -susurré, deleitada por aquella piel frágil y pálida-. Debe suponer toda una tortura beber de su sangre… y tener que detenerse para dejarlo con vida.
Con fingido arrepentimiento, miré de nuevo a Julien y liberé al muchacho.
-Mis disculpas, olvidé que aún no hemos sido presentados- volví a fijar los ojos en aquel rostro angelical, con una sonrisa traviesa.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
Las cosas más sencillas en la vida, representaban un reto para Jimmy, como el simple hecho de permanecer quieto en un rincón, esperando que su presencia no fuera requerida para ser parte del festín vampírico. Pobre alma inocente. Tener que vivir de sueños simplemente coartaba su vida en menor o mayor grado. Observar a su Domitor a lo lejos representaba una continua tortura; la sed de su sangre se desbordaba por cada poro de su piel, no podía seguir soportando mucho más tiempo el ir y arrodillarse suplicando por ser alimentado. Humillarse, el grado más bajo que puede padecer el ser humano. Suplicar, besar su mano, ¡cualquier cosa! Podría hacer cualquier cosa que se le pidiera sin mayor razonamiento. No bastaba ya con cerrar los ojos y controlar la respiración.
La voz de una mujer captó su atención. Si su intuición no le fallaba, sería partícipe de tan magnánime evento, la segunda a bordo en el puesto de mando. Se acercó sumiso hasta ella aletargando sus pasos, tratando de ocultar su nerviosismo. Guardó silencio como siempre se le había pedido, porque para su Domitor, simplemente era un saco de sangre, alguien con quien divertirse simplemente. Cualquier opinión hacia él ya fuera buena o mala, debía aceptarla como un manso cordero sin voz ni voto. Prohibidísimo interactuar si no se le daba el permiso correspondiente incluso siquiera para respirar. Jimmy estaba perdido, encerrado en una jaula de oro.
Cuando la hermosa vampira – era hermosa no podía negarlo – le tocó el rostro, las ansias se avivaron. Cerró los ojos y apretó la mandíbula, cada vez era mucho más difícil soportar la hambruna, faltaba tan poco para perder la compostura y morderle el mismo la muñeca para beber del primer individuo que tuviese frente a él. En éste caso, ella, la invitada de su Domitor que tenía una voz angelical. ¡Qué contradictorio era su pensamiento! Compararla con un ángel ¡Era absurdo! ¡Todo en aquella horrenda sala lo era! Él mismo lo era. Ya toda su hombría, todo su valor como persona, se había escapado por una cloaca inmunda.
Sólo esperaba aguardar por órdenes: Ve aquí, ve allá… Haz esto o aquello. ¿Qué más daba ya? Esperaba que la noche transcurriera rápido y la luz de un nuevo día le diera las fuerzas suficientes para seguir viviendo, olvidando el trago amargo. Olvidando una vez más; borrar de su memoria todo cuanto sus ojos estaban a punto de presenciar.
La voz de una mujer captó su atención. Si su intuición no le fallaba, sería partícipe de tan magnánime evento, la segunda a bordo en el puesto de mando. Se acercó sumiso hasta ella aletargando sus pasos, tratando de ocultar su nerviosismo. Guardó silencio como siempre se le había pedido, porque para su Domitor, simplemente era un saco de sangre, alguien con quien divertirse simplemente. Cualquier opinión hacia él ya fuera buena o mala, debía aceptarla como un manso cordero sin voz ni voto. Prohibidísimo interactuar si no se le daba el permiso correspondiente incluso siquiera para respirar. Jimmy estaba perdido, encerrado en una jaula de oro.
Cuando la hermosa vampira – era hermosa no podía negarlo – le tocó el rostro, las ansias se avivaron. Cerró los ojos y apretó la mandíbula, cada vez era mucho más difícil soportar la hambruna, faltaba tan poco para perder la compostura y morderle el mismo la muñeca para beber del primer individuo que tuviese frente a él. En éste caso, ella, la invitada de su Domitor que tenía una voz angelical. ¡Qué contradictorio era su pensamiento! Compararla con un ángel ¡Era absurdo! ¡Todo en aquella horrenda sala lo era! Él mismo lo era. Ya toda su hombría, todo su valor como persona, se había escapado por una cloaca inmunda.
Sólo esperaba aguardar por órdenes: Ve aquí, ve allá… Haz esto o aquello. ¿Qué más daba ya? Esperaba que la noche transcurriera rápido y la luz de un nuevo día le diera las fuerzas suficientes para seguir viviendo, olvidando el trago amargo. Olvidando una vez más; borrar de su memoria todo cuanto sus ojos estaban a punto de presenciar.
Jimmy Laborda- Esclavo de Sangre/Clase Baja
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 05/02/2015
Re: La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
Cuando estaban avanzando hacia Jimmy, el vampiro aprovechó a explicarse un poco mas ya que Molly confirmaba no saber tanto de estas prácticas, por un momento había creído que ella era mucho más experimentada que él en ello teniendo en cuenta lo que había visto en la taberna. Pero una pregunta no quitaba que ella supiera exactamente como llevar a un humano que ya había probado sangre vampírica y que seguía sediento de ella. La sangre vampírica era una perdición siendo humano porque te protegía de varios de los males, te permitía tener una vida normal mientras la bebiera de forma constante, pero en el caso de Jimmy había preferido dejarlo hambriento al punto de ser realmente apetecible esta noche y que rogara mansamente por ser mordido, flagelado para ser recompensado con sangre.
- Los esclavos buscarán complacerte en lo que desees, todos están disponibles y sedientos porque ya han probado sangre vampírica y quieren más por el frenesí que esta les causa- explicó al oído de Molly mientras se acercaban al grupo de esclavos y se cruzó de brazos al ver frente a ellos a Jimmy mientras veía como ambos interactuaban y no podía sacar su vista de él y ella. No podía negar que buscaba mantenerse cauto con él pero en el fondo no podía negar que ansiaba morderlo también.
En su cabeza resonó la frase de Molly, era muy real…”Debe suponer toda una tortura beber de su sangre… y tener que detenerse para dejarlo con vida”. Con él había tenido los momentos flacos donde por su inexperiencia terminaba dejándolo al borde de la muerte, no se había salvado. Y había resultado vivo después de ello, aun así eso le ayudaba a Julien a no ser tan impulsivo, a controlarse y moderarse al momento de beber sangre de humanos. Por más que abundaran humanos no era su idea matarlos o dejarlos al nivel de anemia que tenía Jimmy ya que la mayoría de los humanos sin sangre vampírica, morían en el hospital por la falta de sangre ya que las transfusiones no eran del todo fiables con las bajas defensas y las continuas pestes.
Hizo las presentaciones correspondientes, sin darle demasiado interés y buscando controlar el furor interno que tenía, además de los celos. ¿Celos porque? Porque sentía eso cuando ella lo tocó, en su sueño no se había sentido así… mejor dejaba pasar ello y proseguía.
- Él es Jimmy. Jimmy, ella es Molly y quiero que las ordenes que vengan de ella por esta noche, las tomes como las que vienen de mi – informó al muchacho esbelto frente a él con la mirada de Molly persiguiéndolo por lo que notaba a su lado. Tomó el mentón del muchacho y lo levantó para verlo directamente a esos ojos que reclamaban sangre – Conoces tu premio… y lo tendrás si le haces caso – inclinó su cabeza acentuando este punto, sabía que la vampiresa podía ser dura con los castigos pero confiaba en que se iba a moderar, de todas formas pensaba ser partícipe del intercambio y terminar alimentándose y darle su sangre al esclavo.
- Tenemos toda la noche, festejemos… - proclamó tomando unas copas de vino de la bandeja que tenía a su lado en la mesa. Ofreció una a Molly y se llevó la muñeca a la boca para abrir una arteria y derramar su sangre en la otra copa de vino, al terminar se la ofreció a Jimmy que continuaba sumiso esperando mas ordenes.
- Bebe- ordenó mientras le entregaba la copa y sonrió al notar la respuesta del joven. Agarrando la de él propuso un brindis y bebió hasta que no quedó nada.
- Los esclavos buscarán complacerte en lo que desees, todos están disponibles y sedientos porque ya han probado sangre vampírica y quieren más por el frenesí que esta les causa- explicó al oído de Molly mientras se acercaban al grupo de esclavos y se cruzó de brazos al ver frente a ellos a Jimmy mientras veía como ambos interactuaban y no podía sacar su vista de él y ella. No podía negar que buscaba mantenerse cauto con él pero en el fondo no podía negar que ansiaba morderlo también.
En su cabeza resonó la frase de Molly, era muy real…”Debe suponer toda una tortura beber de su sangre… y tener que detenerse para dejarlo con vida”. Con él había tenido los momentos flacos donde por su inexperiencia terminaba dejándolo al borde de la muerte, no se había salvado. Y había resultado vivo después de ello, aun así eso le ayudaba a Julien a no ser tan impulsivo, a controlarse y moderarse al momento de beber sangre de humanos. Por más que abundaran humanos no era su idea matarlos o dejarlos al nivel de anemia que tenía Jimmy ya que la mayoría de los humanos sin sangre vampírica, morían en el hospital por la falta de sangre ya que las transfusiones no eran del todo fiables con las bajas defensas y las continuas pestes.
Hizo las presentaciones correspondientes, sin darle demasiado interés y buscando controlar el furor interno que tenía, además de los celos. ¿Celos porque? Porque sentía eso cuando ella lo tocó, en su sueño no se había sentido así… mejor dejaba pasar ello y proseguía.
- Él es Jimmy. Jimmy, ella es Molly y quiero que las ordenes que vengan de ella por esta noche, las tomes como las que vienen de mi – informó al muchacho esbelto frente a él con la mirada de Molly persiguiéndolo por lo que notaba a su lado. Tomó el mentón del muchacho y lo levantó para verlo directamente a esos ojos que reclamaban sangre – Conoces tu premio… y lo tendrás si le haces caso – inclinó su cabeza acentuando este punto, sabía que la vampiresa podía ser dura con los castigos pero confiaba en que se iba a moderar, de todas formas pensaba ser partícipe del intercambio y terminar alimentándose y darle su sangre al esclavo.
- Tenemos toda la noche, festejemos… - proclamó tomando unas copas de vino de la bandeja que tenía a su lado en la mesa. Ofreció una a Molly y se llevó la muñeca a la boca para abrir una arteria y derramar su sangre en la otra copa de vino, al terminar se la ofreció a Jimmy que continuaba sumiso esperando mas ordenes.
- Bebe- ordenó mientras le entregaba la copa y sonrió al notar la respuesta del joven. Agarrando la de él propuso un brindis y bebió hasta que no quedó nada.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: La Mascarada (Molly Winslet / Jimmy Laborda)
- *:
- Siento mucho la tardanza
Mientras escuchaba la aterciopelada voz de Julien pronunciando el nombre del muchacho y dándole las respectivas órdenes, pude advertir cierto resquemor en sus palabras. No sin cierto esfuerzo, aparté los ojos de aquella suculenta y frágil víctima para observar el rostro de mi compañero con una cierta inquietud.
Sus increíbles e intensos iris de un gris cristalino se clavaban en los del muchacho con cierta fiereza, a la par que agarraba su mentón sin mucha delicadeza.
-Conoces tu premio… y lo tendrás si le haces caso.
La expectación sacudió mi cuerpo ante el abanico de suculentas oportunidades que se extendía en mi mente tras aquella afirmación. Mi mirada recorrió de nuevo al objeto de mi deseo, un animalillo tan asustado pero tan ansioso a la vez… ¿Cómo podía ofrecerse tan voluntariosamente a nosotros a cambio de un poco de poder vampírico?
Me fascinaba.
- Tenemos toda la noche, festejemos…
El contacto frío de una copa rozando mi mano me sacó de mis absortos y macabros pensamientos, dirigiendo de nuevo los ojos hacia mi cortés acompañante. Observé embelesada cómo su sangre se derramaba en otra de las copas, y se la entregaba a su esclavo tembloroso.
Sonreí de medio lado, divertida ante tanto libertinaje justo antes de beber tras brindar, pero no apuré todo el vino. Tras un sutil sorbo, me relamí los labios manchados del néctar violáceo, dulce pero no efectivo para mi garganta ansiosa de sangre. Con pasos suaves pero felinos, me rodeé lentamente al muchacho angelical, contoneándome juguetonamente a pocos centímetros de él.
Cuando me encontraba justo detrás del mismo, alcé unos dedos traviesos hacia el hombro del joven, mirando de frente a Julien, el cual no parecía del todo complacido. Divertida por el giro de los acontecimientos decidí arriesgarme un poco más sin apartar mis ojos azules de su mirada grisácea, dejando que mi mano se deslizara por el contorno del duro pecho varonil, acercándome a su espalda seductoramente.
Mi nariz quedó muy cerca de su nuca, deleitándome con aquel efervescente e irresistible olor a vida, tan frágil y tan fácil de arrebatar en tan sólo unos segundos… Sonreí con sorna a mi compañero asomada tras la cabeza del muchacho y con mi boca pegada al hueco entre su cuello y su espalda.
Estuve a punto de terminar mi jueguecito, pero por lo que me infundía aquella mirada cómplice y ciertamente celosa de Julien, decidí ofrecerle los honores al anfitrión. Así, me alejé del cuerpo de mi presa, dejando que mi mano se deslizara por su columna antes de pasar por su lado, dándole la espalda a Jimmy y avanzando hacia mi compañero.
Justo cuando sólo nos separaban escasos centímetros, me coloqué la máscara delicadamente y me puse de puntillas para susurrar al oído del vampiro.
-Messieurs premières – dije con una voz seductora, tras lo cual dejé escapar una risa juguetona.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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