La hechicera caza al lobo.

por **Nix Dion** Mar Feb 17, 2015 3:25 pm

Entre al bien conocido burdel con un saludo tenue hacia la madama, ella sabía perfectamente que aunque me llevaba a mi cama a algunos de los mejores clientes también atraía a hombres de clase alta que por lo regular no pasaban mis estándares pero se conformaban con cualquier otra chica; así que mientras yo siguiera atrayendo buenos tipos aquí, habría una entrada y una cama libre para mí.

El olor a sexo, opio y licor me borraron de la cabeza todo pensamiento de cuentas y números de mi empresa que por cierto tenía que mandar cartas mañana a Escocia y España para saber porque los últimos envíos de azucenas y cardos eran tan livianos además del casi inexistente envío de lavandas ¿Cómo nuestra producción de la flor más vendida va a bajar antes de que siquiera el primer cúmulo de nieve cayera? Eso era una estupidez, tan solo esperaba no tener que viajar fuera de París para asegurarme de que los idiotas hombres que manejaban esos cultivos no estuvieran maltratando a los trabajadores (hecho que disminuye la producción de forma frecuente) o vendiendo a terceros gran parte del producto para quedarse con las ganancias mientras en Francia nuestras sucursales estaban vendiendo más que nunca: las damas prefería una botella de perfume antes de bañarse y arruinar sus trabajados peinados o soportar los frentes fríos de la llegada del invierno que mes a mes se aproxima.

En fin, eso no es mi prioridad ahora, al pasar frente a la mujer que recoge los abrigos le doy en sus manos la larga y delgada seda que cubría mi cuerpo: no soy una de esas damas sin carne en los huesos que no pueden andar ni siquiera en su carruaje sin numerosas pieles para evitar la hipotermia aun cuando la estación helada no está a nuestro alrededor como espero que este mi amante de esta noche. Pido en la barra un vaso de ron en las rocas, puedo apostar que pronto llegaran vinos a mi mesa como si fuera agua cuando no es una de mis bebidas predilectas; por fin con mi vaso en mano me siento en una esquina apartada, en un diván que debe haber sentido el roce de mi piel unas mil veces ya que es mi puesto preferido gracias a ser un perfecto puesto de observación donde mis piernas se ven exquisitamente largas además de mis caderas anchas y senos proporcionados enfundados en un ligero camisón azul marino que hacia brillar mis ojos mejor que los zafiros que las mujeres de los ricachones que visitan este lugar tienen en sus alforjas.

Al pasar mi vista por el lugar, un gran hombre llama mi atención… Un Licántropo; buenos amantes en lo que respecta a mi experiencia y al parecer a sentido mi mirada ya que la suya reposa en mis piernas lo que parece una eternidad.

por **Friedrich Lahm** Jue Feb 26, 2015 3:49 am

Pues al final, con la tontería, Friedrich había acabado en uno de los muchos prostíbulos que había por París. A ver, la noche había empezado normalita, cenando con una ristra de pobretones y pordioseros que afirmaban ser filósofos. La cosa se fue caldeando poco a poco por culpa del vino y la cerveza y al final alguien propuso la idea. Y como invitaba Friedrich (o eso había dicho alguien que no era él) acabaron dándole el visto bueno. La sorpresa iba a ser cuando el licántropo se hubiera quitado de en medio y tuvieran que pagar. ellos Jé. La mera idea le hacía sonreír.

Algo distraído y absorto, Friedrich iba paseando por el gran salón del burdel, echándole un ojo a la mercancía. Había muchísimas chicas por todas partes. Vulgares, coquetas, risueñas, tristes, golpeadas o alegres. Bonitas, flacuchas, de tetas caídas y varices tras algún parto. Ninguna despertaba deseo alguno en él.

Siempre le pasaba lo mismo, después del plenilunio se sentía sin fuerzas ni energías. Había estado toda la noche bastante callado y absorto en sus pensamientos, más pendiente en poder volver a casa a dormir que en la conversación. No digamos, pues, las ganas que tendría de follarse a alguna puta en aquél momento...

Bueno. Vale. Espera.

Había tardado, pero por fin la captó, oculta en una esquina como estaba. Aquello era otra cosa. Pelo negro, caderas anchas, piernas largas y fuertes, busto más que generoso... Se mordió el labio inferior mientras notaba un cosquilleo en su entrepierna. No estaba mal. Seguro que gritaba mucho. Le encantaban las mujeres chillonas.

Cuando dejó de imaginársela desnuda se fijó un poco más en su cara. Al parecer la prostituta también se había fijado en él y le miraba. El licántropo se encaminó hacia ella y, una vez estuvo a su altura, le hizo una pequeña reverencia.

-Buenas noches, mi mademoiselle-Friefrich tuvo la referencia de mirarla a los ojos antes de volver a echar un largo vistazo a todo su cuerpo. De hecho se quedó un buen rato mirándole las tetas. No fue discreto ni lo pretendió en ningún momento-. ¿Le importaría si busco algún asiento para sentarme a su lado? ¿O desea seguir espiando el resto del salón desde su trono sin que nadie la moleste?

De las tetas pasó a mirarle las piernas. Estaba claro, quería follársela. ¿Se dejaría hacer por el culo? Hacía tiempo que no sodomizaba a nadie. De hecho, ahora que lo pensaba, hacía tiempo que no se acostaba con ningún chico. Si aquello no prosperaba tal vez probara suerte con alguien del mismo sexo.

por **Nix Dion** Vie Feb 27, 2015 2:45 pm

Cuerpo exquisito, excitación a la vista con un miembro de apariencia fuerte y del tamaño perfecto para mi, su rostro en extremo expresivo me dejaba ver claramente que la imagen de mi donde estoy sentada le seduce… Noto su mirada en mis senos, piernas, rostro; su análisis exhaustivo solo parecía excitarle más así que le deje hacer, muy pronto seria yo la que tomara la iniciativa, seria yo la que le miraría sin disimulo (cosa que ya hago) y seria yo la que disfrutaría utilizando ese cuerpo para alcanzar mi clímax.

—Buenas noches— respondí educada aunque de una forma tan fuerte e impositiva que pude ver como los cabellos de su nuca se erizaban, siempre era así: la mayoría de los hombres de esta ciudad nunca se acostumbrarían a que una mujer usara su voz frete a ellos, ella en lo usual solo la utilizarían o en la cama para fingir o mientras gritaba a sus sirvientes, otro tema repulsivo que no quería llegar a tocar cuando tenía cosas más interesantes frete de mis ojos y al alcance de mis manos que solicitaban permiso para sentarse; lo hice esperar unos segundos que se nos hicieron minutos, tantos que el parecía desesperarse cada vez más o eso era lo leído en su cuerpo.

—He de suponer la poca cantidad de hombres en esta ciudad que puedan llamar mi atención, caballero— la última palabra la había dicho en un fluido castellano de mi tierra natal —así que adelante, busque un asiento y acompáñeme junto a trono que si ha de jugar bien sus cartas pronto eso no es lo que estará debajo de mi cuerpo.

Como siempre la mezcla de sorna, desvergüenza honesta y ego está presente en mi tono, uno que invitaba a caer pronto en mis encantos.

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