Librame y llévame contigo [Priv]

por **Lothaire D. Donovan** Lun Feb 23, 2015 1:45 pm

Esta noche tocaba ir de gala. Las invitaciones habrán llegado perfectamente. Todos asistirían al baile en honor a la llegada del joven Donovan como todos en París le conocían. Como cuando antaño era un infante que correteaba feliz entre las niñas de su edad soltando versos y piropos. Vendrían las mujeres casaderas más cotizadas de todo Paris, el champan sería abierto por primera vez en aquella mansión. Todo saldría a la perfección. Estando en su estudio repasando los modales de cómo se comportaba en mitad de un evento como el que la noche celebraría, sin tener que pensar en posicionar unas tropas o ir en busca de soluciones para encontrar el punto flaco del enemigo aunque ese se lo conocía y era el del tabaco y la bebida para los más mayores y para las mujeres que el salón de baile estuviera bien repleto de testosterona y flores, como si fuera el puñetero jardín del edén.

-No, quiero algo más sencillo, es un baile en una sala adornada de cuadros de mi familia, no quiero más adornos en la sala de los que ya hay – Dijo al decorador que le inculcaba la necesidad de pararle los pies. Quería volver su mansión en algo que Lothaire detestaba.

La mansión.

Algo con lo que creció con su madre y hermanas…y Falcon. Ahora se quedó pensando en si en realidad fue su culpa todo lo que paso. Él fue quien se puso en contacto con los inquisidores por una simple venganza de amor ciego pero resulto que esa gitana era una espía del hombre del que huye y que prefiere ver muerto. Era un tío demasiado basto como para estar con él. Era necesaria la fiesta de bienvenida. Lo necesitaba para poder despejarse de todos aquellas personas que tentaban en contra de él. Lothaire no se escondería para nada. Daría la cara, estaba amaestrado por un inquisidor…Ex inquisidor aunque de cualquier modo estaba entrenado para matar sin preámbulos.

-Señor todos los invitados vendrán a la fiesta, debería ir a descansar antes del gran evento.
-Gracias Ana María, pero –negó con lentitud- Repasaré algunos documentos antes de acicalarme.
-Como desee, señor.

La doncella se mezcló entre la gente que estaba decorando la mansión para la fiesta que acontecería en la noche, Lothaire recordaba a su madre acicalándose frente al tocador, cuando de pequeño, se subió al regazo de aquel vestido de encaje rosa pálido y observó la belleza de su madre. Esa noche bailó con ella en brazos, acabando por quedarse dormido en los brazos de su madre a mitad del vals. Como estaba a solas, se permitió apoyar los codos sobre la mesa del escritorio y ocultar su rostro lleno de nostalgia de la mirada ajena de sus criados. Algunos notaron el estado de su señor y le cerraron las puertas para más intimidad en el estudio, pero aquella intimidad iba a durar demasiado poco al escuchar su nombre estrepitosamente de los labios de la única persona que no quería volver a ver y no, no era aquella gitana que conoció, sino, Giulietta, una muchacha que Lothaire conoció no hace más de un año en Venecia a mitad de un carnaval y que por acercarse mucho con demasiadas copas de más ahora la joven sufría una inmensa obsesión por el cambiaformas.

- Ahhh… Giulietta, Come stai? –Lothaire con lentitud se levantaba pero termino acabando en el suelo y detras del escritorio con Giulietta encima tras abersele avalanzado – Mierda Giulieta, ¿eres lanzada eh?
-Jajaja Si! ¡Como me conoces!
-Con una noche me basto, gracias – Dijo algo molesto por la osadia de la apasionada italiana, la aparto sin tener cuidado alguno y rapidamente se levanto antes de que alguien pudiera haber visto nada. Levantó a Giulietta sin esfuerzo, esta se le agarro a la cintura y Lothaire maldijo a los mil demonios por lo pegada que era la italiana – Giulietta, mira, me agrada de que estes aqui en la fiesta pero debo irme a...-Intentaba soltarse de ese buen agarre – a hacer cosas, ya sabes....
-¡No! ¡Espera! Podemos empezar la fiesta sin el resto –Tras decir esto intentó robarle un beso pero Lothaire solo levanto la mandibula hacia arriba esquivando cualquier movimiento estratega femenino para que lo atrapara de nuevo.
-Giulietta en serio – Se zafo y le agrado ver el gesto ceñudo en la italiana – Tu, estas como en tu casa, descansa, habrá sido un largo viaje...-Y con eso mismo, salio con prisa del estudio para perder de vista a Giulietta y ahora si, poder descansar hasta la fiesta.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Había venido mas gente de lo que se había esperado. Simplemente el salon estaba repleto de alguna que otra cara conocida y Lothaire escondiendose de la envenenada mirada de embrujo de Giulietta, aunque cuando la veia, estaba bailando siempre en la pista. Aquello le hizo soltar una risa. Obviamente Giulietta vivia en un cuento de hadas y creía que Lothaire iria a su rescate, que iria a bailar con ella pero no, no fue y se cogio la copa llena de champan y cuando se disponía a salir del vibrante y ostentoso ambiente en el salon de baile, le notificó uno de sus criados que había alguien, una mujer la cual no conocia nadie y no traía invitacion. Lothaire mandó que la llevaran hacia el interior de su estudio y que él iria en breves.

Las ordenes se acotaron en seguida y dejó la copa con sumo sigilo, vigilando por ultima vez de que Giulietta no se lanzara a sus brazos y cuando se disponia a salir, fue atrapado por quien creia que habría despistado, estaba pidiendole de bailar, pidiendole estar a solas con ella. Lothaire miró a Germán –un buen amigo suyo – y la aparto de Lothaire como bien sabia hacerlo. Con la mirada, Lothaire devolvio un “te debo una” al albino de Germán y directamente se fue al estudio.

por **Melissa Landry** Miér Mar 11, 2015 8:25 pm

Gerard iba a matarla. La primera noche que la dejaba salir de noche de la seguridad de su mansión —donde ahora la joven bruja se hospedaba temporalmente tras la muerte de su madre. — Y resultaba que buscando aquellas plantas medicinales que necesitaba para una de las pociones importante que debía realizar y la que solo crecía por lo más espeso de los bosques franceses, había terminado perdiéndose. Irremediablemente perdida; así se encontraba. La joven suspiró al aire y siguiendo el único instinto que le quedaba tras descubrir que su magia aquella noche acostumbraba a errar y no encontraba como regresar a la mansión, hizo lo único que le quedaba; buscar el final del bosque, o alguno de los lindes del bosque y entonces pedir ayuda a la primera mansión que se encontrase por los alrededores, esperando obviamente que hubiera alguna mansión a la que acudir y así no tener que pasar la noche a la intemperie, que aunque no le tuviera miedo a la oscuridad, con la vigilancia estricta y más notable de inquisidores y cazadores por las noches en la capital francesa, podía estar en un buen lío si no la encontraba primero Gerarld o Daphne. Y esta última se encontraba fuera de París, otra vez.

Las botas húmedas de la llovizna que minutos atrás la habían atrapado de lleno, habían sido la causa directa de los tropiezos de la joven al intentar salir de la laguna en la que se había metido antes de que fuera demasiado tarde y no pudiese salir con vida. Maldijo internamente su poco sentido de la orientación y se imaginó el sentido de humor del cazador cuando le explicase, porque de algo estaba segura; le pediría explicaciones convincentes de porque su ausencia y su tardía llegada. Eso, contando con la suerte de que llegase. De nuevo otro interrogante que no sabría hasta poder alejarse de aquel lugar que desconocía y encontrar algo de humanidad en la que poderse camuflar. Porque si ahora la encontraban los fanáticos de la iglesia y de Dios todo poderoso, no tendría muchas oportunidades para escapar tras que sospecharan de ella. ¿Y una joven oculta en una capa y recogiendo hierbas a la caída de la noche, como no iba a resultar sospechoso? «Otro día debería haber acudido acompañada por Gerarld o llevarme alguno de los guardias conmigo…» se dijo de nuevo acelerando el paso por aquel bosque oscuro y espeso de follaje aprovechando que la luz de la luna alumbraba suficientemente el camino para saber dónde pisar y que caminos seguir, esperando que este definitivamente la llevara a alguna de las mansiones cercanas, en las afueras del bosque. Por suerte tras una larga media hora, logró dejar el bosque atrás, encontrándose frente a frente con una calle poco concurrida en la que aparecían haber tres mansiones. Dos de ellas yacían sin vida en su interior. Parecían abandonadas; olvidadas; muertas, mientras que la última de ellas y la que se encontraba justo al final de la calle parecía en plena ebullición de gente, por los invitados que no dejaban de entrar y los ruidos provenientes de su interior, que anticipaban una alegre fiesta.

En nada voy de forma adecuada para una fiesta, aún menos una de valses y bailes, se dijo al llegar frente la puerta y retirar la capa que cubría su rostro, dejando que finalmente su cabello lacio saliera visible y se deslizara por su espalda y hombros. Sus intensos ojos se fijaron en uno de los guardias que custodiaban la entrada y aprovechando la ausencia del otro guardia que vio adentrarse un momento en el interior, aprovechó para hacer uso de sus poderes y cautivar al joven guardia para sus fines. Tenía que entrar y ponerse a salvo, y una fiesta seria el lugar ideal para esconderse. Nadie la encontraría entre tanta gente, ni la reconocería.

—Perdón señor, ¿Podría ayudarme? —Preguntó al acercarse a la entrada de la construcción y sonriéndole triste le enseñe los rasguños de sus manos que tenía tras las fortuitas caídas por culpa del barro traicionero de la laguna. — He tenido un incidente y me perdí por el bosque. Recién ahora salí con mucho esfuerzo y esperaba poder descansar mientras sano mis heridas y me recupero del ajetreo vivido allá en la oscuridad del bosque y de la noche. —Le explicó adquiriendo un tono de voz dulce e incluso inocente, para conseguir así engatusarle y que fuera más fácil obtener su voto de confianza y su ayuda. — ¿Podría dejarme pasar y avisar a su señor de mi presencia? Solo soy una joven que se ha perdido y no encuentro el camino de regreso a casa.

Poco más hizo falta para que el joven asintiera y con cuidado de no pasar por el salón central donde se desarrollaba la fiesta, la dejó en uno de los salones adyacentes y más lejanos a los bailes de forma así que los invitados no se incomodasen de ver a una joven desconocida entre ellos, ni de que la joven se encontrase superada tras aquella mala noche por los bailes y las habladurías de la gente, que muchas veces resultaban siendo ponzoñosas. El joven le hizo seguirla y obedientemente lo siguió contemplando por el camino todos los cuadros y retratos que se repartían por las paredes y por doquier. Recuerdos de la vida familiar de sus habitantes, los que supuso Melissa estarían celebrando y a cargo de esa fiesta. Tras subir una planta llegaron a un pequeño salón —pequeño estudio— donde la dejó sola tras anunciarle que en breves iría el señor de la mansión a su recepción. La joven bruja asintió y en cuanto el guardia cerró las puertas tras de sí, no perdió tiempo y fue directamente frente la chimenea encendida que yacía en medio la sala. Se quedó lo más cerca que pudo, calentándose así e intentando que el vestido que llevaba y la capa empezara a secarse cuando las puertas se abrieron y sobresaltada por no prever antes su llegada, se volvió sobre sí misma para verle. Un joven con los ojos más azules que había visto llenó con toda su presencia la sala y agachando su cabeza en una ligera reverencia, no consiguió ni aun cerrando los ojos olvidar aquel azul intenso y a la vez claro. Esos ojos parecían ser la fuerza del mar junto con la clara bruma del mar al dar contra la playa y deslizarse por la arena.

— Señor...— Musito irguiéndose tras la reverencia con una suave sonrisa en su rostro. Si le hubiese visto en alguna de sus visiones le habría reconocido enseguida. No obstante no parecía ser así y el sentirse tan intrigada por el hombre que se escondía tras esos ojos, le era algo desconocido hasta ahora. Con Gerarld existía un juego de curiosidad y atracción que no podía negar, no cuando la figura del barón se encontraba cerca de ella mientras observaba como hacía sus conjuros y pociones para él. Sin embargo, nunca antes se la había acelerado tanto el corazón al conocer a alguien y sin duda alguna aquel joven, había causado solo con su presencia lo que nadie antes había logrado. Atraer por completo la atención de la joven bruja en apenas unos segundos, desde que atravesó las puertas del pequeño y modesto salón. — Agradezco el que me haya podido atender aún con vuestra fiesta del salón y vuestro papel de anfitrión… No deseo robarle mucho tiempo, solo necesito amparo y protección esta noche y mañana seguiré mi camino de regreso a casa. Pues mucho me temo que esta noche tras recorrer por horas el bosque, terminé perdiéndome y no ha sido hasta ahora que conseguí salir, teniendo la suerte de encontrarme con vuestra mansión cerca y recibir de mano de vuestros guardias que se congraciaron de mi situación enseguida, llevandome a este salón buscando y rogando por su amabilidad y su hospitalidad, que espero podeís otorgarme. Os prometo no os seré ninguna molestia.

por **Lothaire D. Donovan** Dom Mar 22, 2015 6:25 pm

Escuchaba atentamente a las palabras que soltaba la bruja. El sin embargo las escuchaba atentamente con las manos hacia atrás en su espalda. Se mantenía erguido y caballeroso, observando los rasgos castaños detenidamente. Seguramente ella se había dado cuenta de sus características más o menos etéreas, bellos ojos azules y cabello oscuro. Ella le pedía cobijo, pero era una desconocida – En efecto, ahora mismo se celebra una fiesta pero no por ello voy a omitir su presencia y sus necesidades.– Con que estuviera alejado de Giulietta, cualquier excusa le parecería lo bastante buena como para poder ocupado.

Observo las ropas mojadas por la lluvia seguramente, estaban secándose pero era tarde y con eso no bastaba. Su sonrisa se dibujó horizontal mientras pensaba en como poder ayudar a su nueva invitada aunque fuera de regla – Puedo ofrecerte algo de comer y después hacer que te lleven en carruaje hacia donde desees y sobre todo ropa seca – Chasqueo los dedos tan perfectamente, que los sirvientes abrieron la puerta de par en par con algunos condimentos y un par de toallas con las que pudiera secarse.

Lothaire se mantuvo cerca de la puerta, se apartó cuando entraron de golpe todos, entonces este se fue hacia la ventana para observar la preciosidad de la noche en campos franceses, sonrió de la nostalgia que le daba de haber nacido en esta misma casa, el país que le vio nacer, después todo aquel episodio horrible con los amantes de su madre y que además resulto ser el fruto entre uno de aquellos amantes de los que seguramente, ahora mismo odiaba con toda su alma. Su pobre madre. Se preguntaba como estaría. Esperaba que no estuviera muerta en algún cementerio o que estuviera triste solamente porque no estaba a su lado.

Se metió tanto en sus pensamientos que se le olvido que tenía una invitada en su despacho, giro a verla mientras tenia apoyada un brazo sobre la columna de la pared, cerca de las cortinas de terciopelo esmeralda – ¿Está a gusto? –Pregunto irguiéndose y preguntándose si podría hacer algo más por ella – Ehm, ¿Necesita alguna otra cosa más? Lamento ser tan prematuro con mis modales pero, lo lamento, es la primera vez que me pasa esto y no tengo idea de si quieres distraerme para robarme o engatusarme como lo has hecho con mis guardias – Dijo conforme se acercaba a ella con tranquilidad, dando pasos tranquilos en los que sonaban pasos secos y retumbaban en el silencio del despacho - ¿Qué eres? Y tranquila, no me temas. No voy a hacerte nada, por ahora.

por **Melissa Landry** Sáb Abr 11, 2015 4:17 pm

El joven parecía uno de aquellos amos a los que todos sus sirvientes parecían obedecerle ciegamente. Podía parecer bueno e inclusive honrado —de eso no le cabía duda tras observar como los sirvientes y guardias esperaban por sus pautas— pero una parte en la joven bruja le hacía desconfiar. En aquel joven habitaba también una criatura llena de magia o por lo menos eso se dijo Melissa, quien seguía fascinada por aquellos bellos ojos que le habían arrebatado hasta el habla.

— Muchísimas gracias. Es todo lo que necesito. — Atinó a responder cuando le habló de las toallas y comida, dando paso que tras su asentimiento aparecieran por la puerta unas tres sirvientas llevando lo que él había pedido. Una joven llevaba dos pares de toallas mientras las otras sostenían bandejas con aperitivos variados de los que se estaban sirviendo en la fiesta y el salón correspondiente. Y así de un momento a otro se encontró rodeada de atenciones, recordándole por unos instantes a la calma, paz y alegría de la mansión Landry cuando era pequeña y todos estaban por ella y sus deseos. Melissa tomó alguno de los aperitivos y frente el fuego ayudo a secar sus ropas con las toallas mientras una joven le secaba el cabello húmedo. Por unos momentos la atención de la bruja dejó de centrarse en la compañía masculina hasta que al terminar las doncellas volvieron de regreso a la fiesta para servir lo que se encomendara y volvió a quedarse de nuevo sola con la compañía del señor de la mansión. El joven Donovan como había oído llamarle una de las doncellas que trabajaban para él.

—No me parece apropiado el agasajar a una dama con esas preguntas. — Respondió centrando la mirada en la figura masculina que se acercaba a ella. En otra situación o antes de esos tiempos habría titubeado y habría respondido a cada una de las preguntas del señor, sin embargo, tras permanecer semanas con Gerarld y estudiándole, como ella sabía que él la estudiaba había tomado de él la desconfianza. Daphne muchas veces se lo había repetido, pero no era hasta que su vida había cambiado tras la muerte de su madre, que le había empezado a hacer caso. — Me llamo Melissa y no he engatusado a vuestros guardias, solo entré por necesidad de cobijo, que sean más o menos influenciables por la belleza de cualquier joven no es de mi incumbencia, ni mi interés. — Ahí estaba el recelo, veía su aura y bien conocía a los de su especie; era un cambiante y como ella; él la había reconocido. ¿Pero porque se acercaba tanto? ¿Por qué esa tranquilidad cuando sus ojos parecen incluso amenazantes? La joven bruja dejó a un lado la toalla húmeda que aún seguía en su mano y permaneció en su lugar desviando la mirada hacia el fuego de las llamas, lejos de aquellos orbes que arrebataban toda su atención. — ¿No os parece mágico como el fuego calienta los hogares?— Mormuró refiriendose a las llamas del fuego y el calor que empezaba lentamente a secar la humedad de su ropa. Sonrío a medias y suspiró. — Podéis tranquilizaros, soy alguien inofensiva para un lobo hambriento. Tampoco me temáis y si lo consideráis prudente, puedo partir inmediatamente, ya hicisteis todo lo que estuvo en vuestras manos hacer y os lo agradezco. Os tomaré la palabra en tanto el carruaje y prometo desaparecer de esta agradable velada sin más demora. En ningún momento fue mi intención activar vuestra alarma. — Le sentía cerca de ella y tras esas palabras se volteó quedando contra él a pocos centímetros. Sus ojos azules como el hielo la mantenía cautiva y con una sonrisa sencillamente ladeó el rostro, escapándosele de detrás su oreja un mechón de su cabello aún húmedo tras pasar la noche bajo la lluvia. — ¿Es esto, lo que queréis? —Preguntó en un susurro que abarcó parte de los labios masculinos justo en el mísero instante en que la puerta a sus espaldas volvió a abrirse entrando una figura femenina que charloteaba mientras dos guardias intentaban detenerla.

La mirada de la joven que no había sido invitada pasó por el joven a quien por la alegría de su rostro podría decirse que había encontrado a quien andaba buscando. No obstante, al ver a la desconocida la joven se detuvo en la entrada taladrando con la mirada a Melissa la que sonrío antes de que el joven cambiante se volteara a descubrir quien había osado entrar de esa forma en su despacho, interrumpiéndole. Destensando aquella tensión que había latido entre ambos desde coincidir sus orbes, terminando en aquel suspiro que quedó atascado en un acercamiento que no llegó a tomar forma en sus labios.

por **Lothaire D. Donovan** Miér Abr 22, 2015 4:06 pm

Giullietta estaba sobrepasándose en lo que le correspondía de estar en su sitio. Sabía que tenía que domarla pero no sería si no estaba cerca de ella para tranquilizarla aunque no debería ya que no le importaba en absoluto. Observo con detenimiento a aquella que se llamaba Melissa, le recoloco el mechón húmedo de aquellos cabellos mojados y después le tomo la mano para besársela lentamente – Espéreme aquí –Susurro lentamente, dejando a Melissa sola con algunas doncellas quien mano a que la ayudaran en todo lo que necesitaba. Se fue con Giulietta al exterior y enseguida se formó una acalorada discusión que hizo que la italiana atolondrada de la admiradora de Lothaire, se fuera de la mansión, cogiendo un carruaje para así no volver, al menos no a la fiesta.

Después de un momento en el que se enfrió su mente, volvió a entrar a la sala en donde estaba su recién y nueva invitada. Mando salir a todos los sirvientes y entonces cerró la puerta donde después se sentó en un sofá cómodo y a la espera de alguna palabra de su invitada – Lamento que hayas tenido que presenciar dicho infortunio entre ambos. Es demasiado pasional y en verdad, las prefiero en su sitio, que sepan conformarse y comportarse frente a la gente –Habló porque la experiencia y la educación de antaño era importante para él en el futuro. Situándose delante de la chimenea, aún más cerca, coloco dos troncos, para avivar las llamas y se recostó cómodamente sobre el respaldo del sofá de cuero.

Estaba en silencio, pensativo – Siéntese, no muerdo –Murmuro divertido pero simpático - ¿Qué buscaba en el interior del bosque? ¿Alguna criatura mágica tal vez? Esos solo salen en cuentos de hadas, señorita, aunque, en verdad, nosotros ya somos de ese tipo o ¿no? –De ese modo, apoyo un brazo flexionado sobre el respaldo, entrelazando sus dedos entre ambas manos, la una con la otra – Tranquila, puedes confiar en mí, pero puedes darte el tiempo que necesites – Mostro algo de paciencia pues tendría que estar asombrada de tanta honestidad que le brindaba Lothaire en ese instante.

por **Melissa Landry** Jue Jul 09, 2015 5:12 pm

— Claro, os espero. —Susurró viéndole marchar llevándose a la joven que los había interrumpido. — No tengo nada mejor que hacer, por lo que no os preocupéis; aquí seguiré y aquí me encontrareis a vuestro regreso.

Sin duda, la llegada de la joven enamorada no había podido ser en peor momento que aquel. Por unos segundos había sentido el aliento del cambiante contra el suyo y la mirada ajena posada en sus labios a la espera de aquel beso que se presentó y al final no terminó. Suspirando al sentir la puerta cerrarse y la discusión acalorada que se llevaba a cabo en el pasillo, dejó que las doncellas terminasen de secarle el cabello y en acomodarla con ropas secas, las que por suerte terminaron antes de que el joven regresara. La bruja que como las doncellas allí presentes había también escuchado parte de la discusión que había tenido con la joven, esperó que él se calmara mientras por la ventana contemplaba a la joven alejarse de la mansión y tomar el primer de los carruajes en dirección a su hogar o por lo menos, lejos de él y aquella fiesta.

— Veo que no es de aquellos que anhelan desafíos constantes, sino más bien sois del tipo de hombre que desea en su vida, una mujer en su papel de esposa perfecta, dulce y sumisa en la cama. Sois un hombre muy simple señor Donovan. —Dijo volteándose de la ventana y encaminarse hacia el sofá en que se encontraba el cambiante. Al llegar no tomó asiento a su lado, si no que tomo asiento en uno de los sillones y sonrío viéndole. Lo estaba evaluando y aunque parecía alguien de quien pudiera fiarse, fiarse en los días actuales siempre se presentaba peligroso. — Que un cambiante como usted no muerda, no quiere decir que no podaís morder. Incluso los mortales mordemos en algún momento. Entonces... ¿Por qué razón no deberiaís? — Clavó sus intensos orbes en los de él y ladeando ligeramente el rostro pensó en cuales pieles animales podría poseer. ¿Sería un felino? ¿Un tigre, un león? Aunque pensándolo mejor luego se parecía más bien a un canino, de vidas tranquilas y apacibles. Los felinos siempre según sus estudios y experiencias solían ser más esquivos, menos complacientes y más agresivos y aquel joven, incluso en la discusión y fuera de sí, era un cambiante contenido. — Estaba más bien recolectando hierbas, mi magia es inofensiva siempre y cuando no me enfurezcan y como tal, suelo hacer servir todo tipo de hierbas y flores, como de otros ingredientes más difíciles de conseguir. —Explicó sin indagar demasiado en ella, primero de todo tendría que averiguar si de verdad era de confianza. No es que fuera una necia que confiara en todos en cuando le dijeran que eran de fiar, si no que necesitaba sentirlo y a pesar de que los fantasmas de su madre parecían no avisarle de ningún peligro proveniente del joven, no las tenía todas consigo, no hasta que supiera contra quien se estaba midiendo y quien escondía realmente aquel rostro y aquellos ojos de un intenso mar embravecido que no dejaban de escoltarla. — No deseo hostigaros con preguntas, ni tampoco con explicaciones de mis quehaceres como joven peculiar que soy, pero tengo una pregunta que no puedo dejar olvidada, me es imposible. —Lo miró fijamente y adoptó la misma postura que él, o por lo menos parecida, entrelazando sus manos la una con la otra sobre su falda. — Sé que sois un cambiante, lo noto. Pero, ¿Qué sois? Cual es vuestra autentica naturaleza? —Preguntó y los ojos le brillaron al tiempo que parecía sentir hundirse en los de él, como de un imán se tratase.

Si Gerarld la viera de esa forma, seguro la mataría por andar coqueteando y conversando con quien siempre podría ser un enemigo. Tendría que cubrirse las espaldas, pero por una sola vez no deseaba cubrírselas. Él, ya se las cubría.

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