Por favor, llévame de la oscuridad · Libre ·

Definitivamente Dianthe estaba perdida, no sabía cómo había terminado allí si solo había estado paseando buscando un lugar donde estar un rato sola, desde que le habían dicho que estaba comprometida y que faltaban pocos meses para el gran acontecimiento todo se había vuelto una locura, la planificación del lugar, la decoración, los vestidos, las flores, el ajuar, la luna de miel… No había podido parar, sus hermanas la habían tenido de un lado al otro preparando todo y aunque se los agradecía con toda el alma la estaban ahogando, no podía dejar de pensar en el acontecimiento ni un segundo ya que se lo recordaban día y noche, entonces, ¿Qué hacía allí sola y perdida?, pues no era una historia demasiado larga, pero aun así la rubia no estaba segura como había pasado todo.

Esa mañana se había levantado como lo hacía usualmente, tal vez un tanto cansada por no haber podido dormir demasiado bien, aunque eso le había estado pasando las últimas semanas por tener tantas cosas en la cabeza, siguió su rutina diaria sin pensarlo demasiado, totalmente distraída, y luego de que las sirvientas salieran del lugar, estando vestida, sentada frente al espejo de su habitación para peinarse, se quedó viendo por un momento su reflejo y por fin cayó en cuenta que se iba a casar, sin estar enamorada ni tener aunque fuera una amistad con su futuro esposo, ¡No lo conocía siquiera!, y para empeorar todo, no tendría a su madre con ella en todo el proceso. Se quedó sin respiración y lo primero que se le ocurrió fue volver a su cama y largarse a llorar para desahogarse, decir que se sentía mal para no tener que salir de ella en todo el día, aunque eso significara que atrasaría todo lo que tenían planeado para el día, pero sentía que eso no era suficiente, que al hacerlo la hostigarían preguntándole que tenía hasta hacerla explotar, así tuvieran buenas intenciones en sus actos, por lo que rápidamente decidió que hacer.

Se terminó de arreglar rápidamente, buscó una de sus capas con capucha, la que más le cubría y se la acomodo frente al espejo, cuando estuvo contenta con su aspecto y segura de que no se notaba demasiado quien era, salió de su habitación y de la casa, con mucho cuidado de no ser vista por sus hermanas ni por demasiados criados, no la dejarían salir sola o ni la dejarían irse, tenían muchas cosas que hacer en casa.

Cuando logró estar en las llenas calles de Paris suspiró aliviada, había podido salir sin que la notaran y ahora podía dar una vuelta un rato por sí misma, sin tener un objetivo en específico, simplemente caminar, despejar su mente y terminar de caer en cuenta en la situación en la que se encontraba, lograr volver en sí misma para enfrentar todo sin derrumbarse y terminar pidiéndole a su padre que cancelara todo, que buscara la manera de hacerla salir de ello, aunque terminara deshonrando a la familia.

Eso la llevaba a donde estaba ahora, había estado tan distraída caminando metida en sus pensamientos, sin contar que la joven era un tanto despistada y no era raro que se le olvidara ciertos caminos, terminó metida en aquel callejón sin saber cómo volver a la zona principal de la ciudad, en donde se podía guiar nuevamente hacia su casa, o por lo menos a alguna parte que si conociera mejor. En eso le pasó alguien corriendo, por un lado, sin estar segura si era hombre o mujer y la hizo sobresaltarse un poco, además de suspirar porque sus oportunidades de conseguir quien la ayudara a salir de allí disminuían, por lo que siguió caminando, pidiendo que alguien apareciera, cuando vio a una joven rubia delante de ella con algunas cosas en las manos, que podía ser su salvación, sonrió aliviada y se acercó a la joven con cuidado — Buenas, disculpe la molestia, ¿sabría cómo volver al centro de la ciudad?, temo que me he perdido un poco — Esperaba que la chica la ayudara y no la dejara a su suerte, pues duraría más para volver a casa.