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Trato de ver en la obscuridad para hacer que esto funcione. [Lucciano] 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lilith O'Hara Lun Feb 23, 2015 11:29 pm

Una chica de cabello castaño y ojos claros con voz traviesa inundaba mi cabeza, ¿Quién era esa niña?

Su rostro viajaba por todas partes entre el fondo negro, me rodeaba mientras yo la seguía con la mirada pues era lo único colorido que había, fuera de su cara el resto era como una noche aburrida sin estrellas.

Escuché sus risas como eco entre cada una de las palabras que decía, tan dulce y con una cara angelical e inocente, aunque era solo su apariencia quien lo decía ya que conocía muy bien de seducción y de besos al estar coqueteando con el vampiro.

¿Lucciano?

Si no fuera por la mirada cálida que cargaba hubiera estado segura desde un principio que aquél que veía era Lucciano, a quien ahora veía era la misma persona con su cara más con una diferente mirada. Una curva que rara vez yo había visto se posaba en sus labios mientras miraba a la niña, la cual seguía portando ese rostro tan tierno y tan dulce mientras su cuerpo destellaba locura.

Curvas perfectas y senos redondos acompañados de una vocecilla traviesa y una falsa inocencia… para mi siendo mujer era demasiado obvio, mas de una vez había usado ese truco para que algunos hombres me contaran secretos o emborracharlos hasta caer para que no me pidieran sexo. Mas esa mujer estaba abusando de su encanto.

Luego vi un hombre detrás de Lucciano, ¿Por qué esa mirada tan fija? El vampiro parecía no verlo, no prestaba atención a nada más que a esa mujer a la que besaba. Vi una marca… ¿Qué significaba aquello? No lo sabía, pero el hecho de estar cargando una daga no podría significar nada bueno.

-¡Lucciano, cuidado! –grité con todas mis fuerzas pero nadie pareció escucharme. Me lancé hacia el hombre para detenerlo mas fue imposible siquiera tocarlo y al final lo terminé atravesando.

Finalmente lo último que vi fue a la estúpida niña que minutos antes había besado al vampiro abrazada de aquel asesino y a Lucciano agonizando en el piso…
___
-Lucciano… Lucciano… -mis ojos ya no eran capaces de visualizar nada, seguía sumergida en aquella escena tan rara en la cual trataba de gritar y hacer que el vampiro pudiera levantarse, pero por más que sentía que gritaba mis labios apenas parecían moverse.

-…por favor señorita O’Hara tranquilícese. Abra los ojos. –una voz conocida me rogaba mientras me daba un poco de agua y me ponía unos pañuelos en la cara. Mis ojos lentamente se abrieron y por fin pude salir de lo que tan solo había sido un mal sueño. Visualicé a la sirvienta, una señora negra ya vieja pero con mirada dulce la cual parecía haberme estado cuidando. –Gracias a Dios, por un momento pensé que al señor se le había pasado la mano y la había matado.

-¿Ma... tado? –apenas podía hablar, mi cuerpo se sentía un poco cansado. Me incorporé lentamente hasta que mi memoria fue recordando lo que había pasado. -¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

-Lleva todo el día dormida, Ya está anocheciendo de nuevo… El señor se quedó con usted descansando un rato pero luego me encargó que la cuidara. –contestó la sirvienta mientras me retiraba los paños mojados de la cabeza y recogía la cubeta de agua helada.

-Si no me iba a dar lo que deseaba, ¿Para qué me daba su sangre? –dije entre susurros para mis sin importar si la mujer escuchaba. -…debió dejarme con Lakme.

-…no debió de beberla hasta que estuviera casi muerta señorita O’Hara, ahora el podrá controlarla. –habló la negra contestando a mis palabras, luego se puso de pie y se dirigió a la puerta para cruzarla.

¿Por qué podría controlarme ahora el vampiro? De pronto recordé como segundos antes de desvanecer mi cuerpo mis brazos y piernas ya no eran míos, había perdido el control sobre ellos y tan solo aquello que veía o decía era mío.

Me levanté de la cama con un camisón blanco puesto, seguro la sirviente me lo había puesto para poder descansar, mas no le tomé importancia a eso. La duda me invadió mientras me paraba descalza y caminaba rápidamente sobre la puerta. La palabra “dominar” no me gustaba y hacía que mi sangre comenzara a hervir del coraje, esto tenía que tener una explicación.

-¡LUCCIANO… LUCCIANO! –salí gritando por toda la casa para encontrarlo.
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Mensaje por Lucciano Vecchio Dom Mar 01, 2015 3:50 pm

En la tranquilidad de aquella habitación, las voces que iban acercándose poco a poco, alertaban la presencia de la joven mortal y de su enfado.

Por el pasillo no dejaban de entrar y salir esclavos de sangre de la habitación donde él estaba, trayendo y llevándose distintos objetos: armas, trapos mancillados de la sangre, ropa que apenas eran jirones de cenizas... así que tampoco hacía falta que Lilith tuviese que interrumpir o pegar en la puerta.

¿Qué habría pasado durante el día? Era como si éste hubiese estado bastante movido y así había sido, ya que Lucciano no había aun dormido desde que la había dejado en su casa inconsciente, había estado durante todo el día haciendo "ciertas visitas", y la luz el sol no había sido benévola con su piel en cuanto las vendas o su ropas no lo protegían, y sus enemigos tampoco lo había sido.

Uno de los sirvientes comenzaba a encender los candelabro de la habitación, mientras otro habría las cortinas por donde la luz rojiza del atardecer se desvanecía en oscuridad.

La cama de Lucciano estaba llena de trapos mancillados de la sangre y armas de todas las modalidades, desde dagas hasta de fuego. Al lado de ésta, una bañera de mármol blanco estaba llena de agua mezclada con el color escarlata, señal de que esta se había encargado de eliminar la sangre de la piel del vampiro, el cual con tan solo los pantalones puestos se secaba los cabellos y parte del... ¿Qué le ocurría a su rostro? La luz del sol... Había sido fuego sobre su piel pálida la cual parecía tardar más de la cuenta en cicatrizas las quemaduras.

-Estoy aquí... -Dijo suavemente, mientras se sentaba sobre la cama y tomaba entre sus manos la muñeca que una joven le ofrecía. Bebiendo los primeros tragos las heridas del rostro comenzaron a oscurecerse del rojizo a un tono más oscuro. Tras la chica, un chico le ofreció la muñeca, era como si llevasen rato turnándose los distintos esclavos para ofrecerle sangre suficiente para curar sus heridas, no pasaban ni un minuto hasta que de nuevo cambiaba de piel a la que hincarle los colmillos.

Sus esclavos más fieles, no tenía el destino de convertirse cadáveres, era alimento a mano para tomar cuando deseaba, y en pocas cantidades, a cambio él los protegía y les daba un motivo de ser. Pero la necesidad de mucha sangre hacía que tuviese muchos a su alrededor cuando necesitaba alimento.

-¿Te gusta? Es para ti. -Señalo un vestido que llevaba una chica en la puerta de la habitación, mientras otra le enseñaba dos tipos de joyas para elegir como complemento. -¿Cuáles te gustan más? Nos vamos al teatro urgentemente...


Se comportaba como si no hubiese pasado nada la noche anterior, como si no le hubiese dado su sangre marcandola como suya. Como si no le hubiese dicho... que para ser inmortal, debía de suicidarse...
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Mensaje por Lilith O'Hara Lun Mar 02, 2015 3:31 am

Entré echando gritos por toda la casa hasta que noté un camino hecho por personas, éstas llevaban cargamentos de armas y trapos entre otras cosas en las manos mas no me detuvo a preguntar qué pasaba.

Al escuchar su voz me adentré por la puerta ya abierta a encontrarme con el vampiro para que me diera una explicación acerca de lo que me había dicho la negra, pero más grande fue mi sorpresa al verlo en su lecho tirado y desgastado, su piel parecía quemada y su cara lucía un poco desfigurada. Me detuve en seco frente a la cama en donde Lucciano bebía de aquellas dos personas.

-¿Qué… pasó? –pregunté asustada. Debido a la pesadilla que había tenido con el vampiro hace un momento me había dado cuenta que por más que quisiera creer lo contrario Lucciano no era invencible después de todo. “¡Deja de preocuparte por él!” me gritó la voz de mi conciencia la cual parecía molestarse conmigo cada vez que salían a la luz mis sentimientos por el vampiro. No debía quererle ni debía preocuparme en lo más mínimo por él, era un maldito que estaba haciendo conmigo lo que quería y se le antojaba, quien me engañaba y me torturaba al ponerme condiciones tan inhumanas como era el suicidarme para poder conseguir lo que yo más deseaba. Sabía que en el fondo Lucciano con su orgullo y su ego que era igual o más grande que el mío, tan solo buscaba despojarme de lo único que me pertenecía: mi libertad.

Parecía que el vampiro herido había ignorado mi pregunta al mostrarme un vestido, al verlo mis ojos se abrieron enormes y mi cara parecía iluminada. Las telas rojizas que posaban sobre aquella sirvienta eran preciosas, rodeé a la sirvienta mientras recorría con mi mirada cada centímetro de ese vestido y acariciaba ese moño que lo sujetaba de atrás. Aunque el escote ella no lo llenaba sabía que a mi cuerpo ese vestido le vendría perfecto, sin duda había sabido elegirlo a mi gusto y medida.

La otra sirvienta se acercó a mí con una cajita en donde posaban dos joyas preciosas, ambas con piedras grandes y llamativas justo como a mí me gustaban aunque ni en mis planes futuros había pensado en portar algo como eso. Alcé la mano para pensar en cual de ambas elegir como una niña pequeña emocionada por recibir un juguete. Pero, de pronto una chispa me recordó a lo que yo había ido a hablar con Lucciano mientras ese vampiro tan solo me compraba.

Bruscamente cerré la caja de aquellas joyas sin importar si casi machucaba el dedo de la sirvienta.

-¿Teatro?, ¡¿Me traes a la fuerza y luego me quieres llevar al teatro?! –empujé a ambas sirvientas lejos de mi y seguidamente me acerqué a la cama del vampiro haciéndome camino entre los demás sirvientes y esclavos de sangre. -¡¿PORQUE ME MENTISTE?!, ¡¿POR QUE NO ME MATASTE Y ME CONVERTISTE?! –por un instante me pregunté si reclamarle aquello era correcto después de ver el estado en el que se encontraba. “No, el me ha marcado y me ha traido a la fuerza... no se merece mi lástima…” pensé tratando de ignorar nuevamente lo que estaba sintiendo.

Lo miré postrado en la cama con el pecho descubierto, las heridas abiertas y sangrantes de la cara, no sabía si me sentía contenta de que alguien le hubiera dado su merecido y lo hubiera dañado o si me sentía preocupada por su estado.

-Tu… debiste haberme dejado ir… con Lakme… -las heridas de su pecho parecían desconcentrarme. Recordaba el sabor de su sangre la noche anterior y el éxtasis al que había llegado antes de perder la conciencia, el dolor que había pasado no se comparaba con el sabor exquisito y tibio que la sangre de Lucciano me había dado.

La sangre salía a pequeños brotes a través de sus heridas casi cicatrizadas, parecía que me llamaban y yo muy pronto no me podría resistir a probarlas. Como si estuviera hipnotizada, el tono de mi voz y mi cara se fueron desvaneciendo, muy pronto el coraje fue sustituido por deseo.

Mi mano rosó su pecho sangrante. Sin detenerme, lentamente recorrí todo su pecho para manchar bien la yema de mis dedos. –Que me hiciste Lucciano… -susurré antes de llevar mi mano con su deliciosa sangre a humedecer mis labios.
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Mensaje por Lucciano Vecchio Sáb Mar 07, 2015 8:18 pm

Si, exacto. Una reacción bastante esperada por su parte: enfado... Le ha falto un poco de miedo, que también lo esperaba en la reacción de su protegida, pero al parecer estaba más cegada por la indignación y la ira que por el otro sentimiento.

Sangre que desaparecía tras el trapo húmedo de unos de los esclavos y heridas que se cerraban por completo. Lucciano se incorporó rápidamente y justo cuando Lilith iba a llevarse la sangre a los labios éste le tomo de la muñeca con un movimiento seco y se puso a su altura.

-Ha pasado que básicamente, estoy en guerra con los inquisidores y sus mascotas vampiros... No he descansado aun, es más llevo todo el "día", por así decirlo "reconquistando" lo que es mío y poniendo bien "nuestro" lugar. -Con "reconquistar" se refería a masacrar unos cuantos lugares claves para los inquisidores, y con "nuestro" al parecer daba por hecho de que en un futuro o más bien en un presente ya compartía con ella todo lo que le pertenecía, es más, era como si diese por hecho que ella iba a ser su compañera. -Y no te mentí, te dí lo que TÚ deseabas, solo quedaba la parte que no iba a hacer por ti, pero que TÚ podía hacer... Que era morir, en todo caso suicidarte. -Comenzó a abrocharse la camisa frente a uno de los espejos. -No te ayude en esa parte, porque para mí aun no estas preparada, pero que igualmente puedes quitarte aun la vida, aun tienes mi sangre aunque no se si pasada las horas te daría la inmortalidad, tendría que dartela de nuevo en grandes cantidades... Te dejo que te lo piense, y luego si salgo de esta podemos volver a intentarlo, porque ahora tenemos que ir al teatro. No hay tiempo. -Se estaba colocando la chaqueta arreglada, hablaba demasiado normal y tranquilo, con deje de seriedad, pero con naturalidad como si no hubiese pasado nada anoche, como si no hubiese ocurrido drama ninguno o ella estuviese enfadada y decepcionada. ¿A qué se refería con "si salgo de ésta"? ¿En que clase de lío se metería ahora.

Un gesto y todos los esclavos de sangre salieron de la habitación, menos la chica del vestido que comenzó a desnudarse y las chicas de las joyas, parecía a la espera de la orden.

Vecchio se acerco a Lilith de nuevo y tomó su barbilla suavemente, su rostro se acerco lo suficiente para que ambos hablaran en susurro. Aquellos ojos de hielo azules, se clavaron en los de ella.

-Marcharte con Lakme, ambiciando la inmortalidad para tí es una condena. Ella nunca te la dará, es más se alimento de los de nuestra especie o acaba con al vida de los nuestro si puede, intenta diezmar a los más jóvenes, dice que no deberíamos crear a más tan a la ligera, o incluso no deberíamos crear. La inmortalidad debe ser para unos pocos, y éstos deben de tener el motivo y el merecer poseearla, "solo para unos sabios", suele decir. -Sin quererlo sus ojos se desviaron detenidamente en la muchacha mirándola de arriba a abajo silencioso, hubo un brillo efímero de deseo inevitable, y sus dedos acariciaron su mejilla. -Si fueses inmortal y te fueses con ella, ella pronto acabaría con tu vida, no quiere vampiros compañeros, no quiere neonatos a su alrededor, y yo no podría permitir eso, así que como consecuencia terminaríamos ambos muertos. -Su voz fue apagada en aquella última frase, tenía aquel color de voz que solo él tenía, siendo su rasgo más fascinante. Sus dedos comenzaron a desenredar las tiras de la bata que ella llevaba. -No te voy a mentir, te he marcado... Has bebido la sangre suficiente para que se haya creado un "vinculo", al no completar la transformación ahora eres adicta a mi sangre y... y... otra cosas, con poca importancia como... Digamos que si lo deseo "serás más obediente". Ponte el vestido, tenemos algo que hacer esta noche urgente y te necesito, es más lo hacemos por nosotros y por Lakme, han descubierto su identidad y "alguien" tiene demasiado interés por su "don".

Le ordeno, las chicas se acercaron para vestirla, y él las vigilo en el caso que ella no quisiese obedecer, ya había introducido la orden en su sangre para que lo hiciese quisiera o no.
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Mensaje por Lilith O'Hara Dom Mar 08, 2015 4:39 pm

Mi lengua parecía ansiosa por volver a sentir aquél líquido rojizo del vampiro, no sabía que me había hecho ni lo que me estaba sucediendo en este momento, tan solo las ganas y mi deseo por obtener más de él iban en aumento. Mis ojos no podían ver más que mis dedos manchados como si fuera eso lo que me había hipnotizado, querían llevarlos a mi boca y degustar de nuevo el sabor de su sangre, pero interrumpió el trayecto sacándome de mi trance.

-Sabes perfectamente que… no me atrevería a suicidarme. –dije ya tranquila tratando de fijar mi mirada en Lucciano y no en la sangre de sus heridas que parecían llamarme antes de que desaparecieran por completo.

Me quedé ahí parada observando cómo se ponía la camisa, confundida aún por lo que me pasaba cada que veía la sangre de Lucciano, además me sentía indecisa. ¿Podría ser capaz de quitarme yo mi propia vida? Ni siquiera Lucciano estaba seguro de que eso sirviera.
-No iré contigo… no hasta que me mates tu mismo y me des lo que quiero ahora si no me marcho con Lakme. –mis palabras sonaban tranquilas pero seguras, yo no era capaz de quitarme la vida… me daba miedo si no volvía a recuperarla. Sabía que si él lo hacía podría tener el control de todo y darme vida vampírica inmediatamente. Pero si yo lo hacía y Lucciano no alcanzaba a darse cuenta del último latido de mi corazón antes de darme su sangre nuevamente para abrirme la puerta al vampirismo…. No podría volver a reclamarle.

Y justo como lo había declarado, no di ni un solo paso a pesar de que todos se habían ya retirado de la habitación de Lucciano. Caminó hacia mí y yo me mantuve firme, segura de mi decisión hasta que él me transformara por completo, aún y cuando se acercó a mi rostro para susurrarme haciendo que mis cabellos se erizaran, mas no había pasado eso por el miedo... él me provocaba.

Un lento suspiro escapó por mi boca difícilmente pues yo estaba evitando que lo hiciera, pero tener al vampiro tan cerca, tomándome de la barbilla, mirando mi cuerpo con ojos de deseo y susurrándome palabras con esa voz tan grave y seca que tenía hacía que en el fondo me derritiera. Y ahí estaba yo de nuevo, luchando conmigo misma y con todo lo que sentía.

Sus dedos jugaron con el nudo que había hecho a los cordones de mi bata al retirarme de mi habitación. Traté de mantener la calma mas el sonido de su voz y el sentir de sus dedos sobre mi ropa no ayudaban.
-¿Mas… obediente? –repetí al mismo tiempo en que detenía la mano de Lucciano. Por alguna razón desde que él había dicho que me había “marcado” sus palabras comenzaron a desagraadarme. -¿A qué te refieres con…? –El vampiro se había alejado de mí dejándome con la palabra en la boca mientras se ordenaba a las sirvientas que me vistieran. Una vez más había logrado que me alterara. -¡NO QUIERO IR CONTIGO! –mi voz subió de tono al mismo tiempo en que el vampiro se estaba alejando. Me molestaba el que no me dejara terminar de hablar y que se fuera como si hubiera terminado todo solo porque él así lo había decidido. -¡NO ME IMPORTA SI ERES TU EL QUE ESTÁ EN PELIGRO, AÚN NO TERMINO CONTIGO!... ¡LUCCIANO! –traté de seguirlo y atraer su atención, pero él parecía seguirme ignorando a menos que cumpliera su orden. Odiaba que tratara de darme una sola orden.

Hizo una seña y le ordenó a las sirvientas que se acercaran a mí con el vestido rojo y las joyas preciosas, pero apenas se acercaron a mí y me retiraron la bata las empujé para evitar que me pusieran todas esas cosas.
-¡Aléjense!, ¡No me pondré eso ni quiero acompañarte y no vas a obligarm…! –me quedé callada de inmediato al sentir mis propias manos desnudándome y tomando el vestido. Lucia como una tonta al decir una cosa y haciendo otra. –Así que de esto se trataba vampiro desgraciado… -maldije muy molesta al mismo tiempo en que un corsé delgado que iría bajo el vestido resbalaba sobre mi cuerpo y las sirvientas tratando de ser ajenas a la conversación me ayudaban a ajustarlo.

Traté de empujar nuevamente a las sirvientas y evitar que me vistieran mas la orden solo se quedaba dentro de mi cabeza escuchándose quejidos resultados de una lucha contra mí y mi cuerpo. Había perdido el completo control de mis brazos y piernas.

Finalmente después de unos minutos y al darme cuenta que el vampiro tan solo se quedaba observando decidí rendirme al mismo tiempo en que el hermoso y brillante vestido cubría por completo mi cuerpo.
-…no puedes obtener siempre lo que quieres Lucciano. No de esta forma. –mi orgullo una vez más había sido pisoteado, el vampiro me había controlado para calmarme y hacer que me vistiera y estaba segura que así sería de ahora en adelante. Por primera vez me había rendido ante el vampiro.

Tenía ya puesto el vestido al igual que las joyas, no presté mucha atención a mi apariencia pero sabía que aún faltaban algunos detalles antes de poder salir de la mansión al teatro.
Caminé hacia la puerta para dirigirme a mi cuarto, si me iba a obligar a arreglarme quería terminar de maquillarme y peinarme lejos de él.

-Y lo que siento por ti… ¿También vas a controlarlo? –susurré apenas pasé a su lado sin mirarlo. ¿A que me refería con “lo que siento por ti”? Ni si quiera yo lo sabía, era una mezcla de cariño y a la vez de odio por destruir mi orgullo en tantas ocasiones haciéndo que me rindiera a la fuerza.
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Mensaje por Lucciano Vecchio Lun Mar 09, 2015 5:25 pm


Al parecer las ordenes en su sangre por sí solas ya hablaban, Lilith estaba poniéndose el vestido y las joyas sin rechistar. Había sido más fácil de lo que creía, habitualmente no solía tener que usar aquel tipo de poder con nadie, ya el tan solo escuchar una orden de su voz hacía que los esclavos obedeciesen; también estaba el detalle de que los esclavos que tenía habían elegido la mayoría su condición de siervos, Lilith no, y ella no era alguien que no podía domarse. Era demasiado parecido a él.


“Realmente con esto no estoy obteniendo precisamente lo que quiero... “ Pensó distraído, sintiendo a su lengua tentada por soltarlo en voz alta, mirando que chaqueta elegiría, mientras a ella continuaba cual autómata vistiéndose con todo detalle, de vez en cuando las mismas esclavas de sangre le ayudaban a atarse algún detalle o a colocarle las joyas sobre el alto peinado. Debía de aparentar tranquilidad, debía de ser frío, no dejarse llevar por las pasiones o los sentimientos... Estos le había hundido la última vez, debía demostrar que él era más fuerte... Al menos esa noche.

Ante sus ojos ella estaba reluciente y espectacular, si no fuese por la cita pendiente que tenía aquella noche, detendría el tiempo para deshacerse de toda aquella ropa que le sobraba. A esas alturas ella parecía poco consciente del poder que era capaz de ejercer sobre él, y como continuamente él se negaba en pensar en aquello, y el temor al sentir que ella podía convertirse en su perdición al haberse encaprichado con ella en demasiados sentidos, algunos profundos.

Ella había salido de la habitación con aquella palabras hirientes. Lucciano fijo su mirada en su presencia ausente cuando ella había abandonado la sala por la puerta. Si ella supiese lo que él realmente sentía por ella y como se lo negaba constantemente... Por la parte de ella no estaba seguro, podía volver a ser otra treta, otro engaño.. Pero ahí estaba aflorando aquella humanidad evitada en su interior, aquello que en cierto modo le calmaba y daba vida, pero que a la vez lo hacía débil.

“Nunca más...” Se repetí en pensamientos, en un engaño contradictorio de sus acciones. “Nunca más...”

Fue el cielo era del color de la sangre que poco a poco se desvanecía en la oscuridad estrellada.
En los jardines de la Villa los grillos comenzaban con su canto, y la nocturna no era tan fría como hacía unas semanas. Poco a poco se notaba la cercana primavera.

Vecchio junto a la carroza esperaba a su acompañante contemplando los jardines, ensimismado. Algo rondaba por su cabeza, o más bien varias cosas, entre ellas estaba el tema de los sentimientos confusos que ella era capaz de proporcionarle y luego la cita de aquella noche. Su gesto era duro, pero en sus ojos estaba la preocupación.
Impaciente se introdujo en la carroza y solo pudo quedarse mudo y exhalar un profundo suspiro cuando la vio por fin entrar, arreglada del todo. ¿Cómo podría describirlo? No había palabras, por culpa de Lilith se sentía perdido, por culpa de ella actuaba como actuaba pensando que alejarla en un sentido abstracto y sentimental, le ayudaría a él a conseguir lo mismo... Perdido y solo... No sabía porque pero se sentía solo, y vacío. Por no poder tenerla, por ser suya. Por qué... ¿Podrías acaso encerrar a un ave criado salvaje? Dicen por ahí que el único ave que no puede ser enjaulado, es le gorrión y que si lo encierras... Muere.
A pesar de ello él la tenía encerrada, y podría obligarla a más y a que fuese suya, pero no podría hacerlo, tarde o temprano aquella situación terminaría, ella no sabía que había ganado la batalla, que tenía más que asegurada la inmortalidad por su parte, que Lucciano se la daría por seguro, y que fingía que todo era más difícil, solo por el temor de que se diese cuenta que ella ya era libre.

En el viaje hacia el teatro, solo se escuchaba el balanceo del carro. Un silencio tan tenso que cortaba el aire, ni una mirada, minutos largo que pasaban en la oscuridad, hasta que se detuvo.

La puerta no se abrió.
Los minutos pasaban.
Los nervios se crispaban.
¿A qué estaba esperando el vampiro?

Desde que había comenzado el recorrido sus ojos azules volvieron a clavarse en los de ella, indecisos.
A su alrededor la gente bajaba de sus carrozas y entraban en el teatro en un desfile de elegancia, y ellos continuaban dentro. Era como si él tuviese que decirle algo, que no se atrevía. La noche iba a ser extraña.

-Maldita sea, eres demasiado joven para entender nada... -Se dijo para sí mismo, mientras decidido sus labios se posaron en los de ella. No del mismo modo que solía hacerlo, no había furia ni lujuria, eran suaves, acariciantes, impacientes, bebedores... Cálidos y profundos. Se deleitaban detenidos con cada roce de piel contenidos en aire. Aquel beso, dulce y el cual esperaba rechazo, era extraño, parecía como una despedida, un adiós, ¿pero de qué? El beso no fue largo, se detuvo y luego vino corto.

Después de ello se bajo de la carroza, y espero para ofrecerle el brazo. Los carteles del teatro titulaban “Dido & Eneas”. Una ópera, y un palco que les esperaba.
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Mensaje por Lilith O'Hara Mar Mar 10, 2015 2:50 am

Terminé de arreglar los últimos detalles como el maquillaje y el peinado en mi habitación con ayuda de las sirvientas y demás esclavas de sangre. En verdad yo no había hecho gran cosa, pues me la pasé frente al espejo observando mi reflejo y viendo como ellas trabajaban como si esa fuera su única meta en la vida.

¿Cómo podían sentirse seguras mientras eran controladas? Entendía a las de raza negra, ellas seguro solamente eran sirvientas y lo hacían por tener un lugar en donde pasar la noche o llevar algo de comida a sus familias… sin embargo había otras chicas ahí metidas en la mansión que atendían a todo lo que Lucciano les decía. ¿Tenía que ser yo como ellas acaso?

No, jamás sería de esa forma. “El no podrá tenerme nunca…” afirmé entre mis pensamientos aunque realmente algo dentro de mi no se sentía tan segura. ¿Y si ya me tenía? No podía dejar de pensar en aquella noche en donde por primera vez en mucho tiempo me sentí seducida, desde aquella vez nada había sido igual… ¿Por qué no había soportado ver ese abrazo tan efusivo de Lakme y esa sonrisa de ambos al reencontrarse?

Mis manos comenzaron a dolerme y sentí un dolor punzante, no me había dado cuenta de la nueva fuerza que tenía ahora. Tan metida estaba entre mis pensamientos que las uñas de mis manos habían comenzado a encajarse en mi piel al apretarlas tanto. Observé mi sangre… mas no se me antojaba, no como había deseado tanto la del vampiro cuando estaba en su cuarto.

-Está lista señorita O’Hara, el señor Veccio la espera afuera. –dijo una de las muchachas que me estaba ayudando a arreglarme. Me limpié la poca sangre que había derramado y la limpié con un paño que se encontraba sobre el tocador antes de salir hacia el carruaje.

No quise ni siquiera dirigirle la mirada al subirme, mas él no hizo nada tampoco para que lo viera. “Perfecto… el odio es mutuo por lo menos.” Pensé mientras fingía ver el paisaje por las ventanas, aunque en realidad el hecho de pensar que el vampiro me odiaba tampoco era algo que me alegrara.

¿Qué iba a pasar cuando él me convirtiera totalmente? Comenzaba a preocuparme el hecho de que realmente pudiera poseerme cuando quisiera y no porque él me obligara. El odio que fingía constantemente tenerle era como mi única forma de escapar de la única verdad que ya había aceptado desde un día antes: él me gustaba. El hecho de ser tan duro y siempre quisiera tenerme por un lado me encantaba a pesar de los corajes, él era el único de llevarme al límite de todas mis emociones... ¿Que otra prueba necesitaba para entender que enserio el vampiro me gustaba? Si esto continuaba de esta manera me enamoraría y de ser así podría entregarme completamente. Lo único que tenía... mi libertad se esfumaría entonces.

El paisaje dejó de moverse sacándome de mis pensamientos, seguro el carruaje se había detenido mas nadie me había abierto aún la puerta. Miré por el reflejo a Lucciano con la sorpresa de encontrarme con sus ojos posados sobre mí, me estaba observando desde hace un rato.

Lentamente me digné por fin a contestar su mirada. ¿Y si mis sentimientos estaban siendo también controlados para ser por completo suya? Mis pensamientos habían convertido a mis ojos en una canción algo triste, no podía esconder de mi cara que algo me preocupaba...

El vampiro musitó unas palabras. ¿Era eso acaso alguna forma de disculparse por lo que había pasado hace rato? ¿Por haber controlado mi cuerpo y obligarme a hacer lo contrario a lo que ya había yo decretado?

No pude contestar nada, tan solo correspondí a ese beso tan tierno a comparación con las demás veces en las que él me había besado de forma salvaje. Cerré los ojos y me perdí en sus labios tan suaves… pero la magia no duró más que unos segundos al separarse de mi boca tan rápidamente. ¿Por qué se había alejado tan pronto?

Otro beso parecía haber escuchado a la pregunta que me había formulado en la mente y con este una sensación de nerviosismo me atacaba por dentro. Algo no estaba bien dentro de todo esto.

-Lucciano... ¿Por que me has traído realmente? –Parecía que una conexión se había formado entre yo y la criatura, aunque aún no podía estar segura.

Un poco de miedo me invadió al sentir que Lucciano se había bajado como si él también lo estuviera sintiendo al poner un pie cerca del teatro… más no lo expresaba. ¿Qué era ese sentimiento?

Caminé junto a él adentrándome en el lugar y pronto me olvidé de todo… El lugar era nuevo para mis ojos y no tenía nada que ver con el pequeño escenario en el que yo me movía en el burdel o en los que había visitado en los cabarets.

Este lugar era grande, lujoso y hermoso.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro al ver el escenario y la gente corriendo detrás de las cortinas arreglando todo. Los músicos que estaban al frente afinaban sus instrumentos y un hombre con un palo largo en la mano arreglaba su traje antes de chocar su “instrumento” contra un libro que tenía enfrente mientras Lucciano me conducía hasta nuestros lugares.

Pronto me topé con la mirada del vampiro admirando mi cara de asombro.
-Eh… Sabes que no estoy aquí por gusto. –reproché avergonzada antes de que se apagaran las luces, mas no podía quedarme callada admirando la obra como si me sintiera fascinada y contenta (aunque realmente fascinada si estaba) y una vez más me quejé como una niña chiquita que quiere tener la última palabra. -…si me hubiera ido con Lakme, probablemente yo estaría ahí abajo en ese escenario.
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Mensaje por Lucciano Vecchio Mar Mar 10, 2015 6:29 pm

Curiosidad y asombro era lo que veía en los ojos de Lilith mientras caminaban hacia el palco privado que tenían, por un momento disfruto al verla en aquella situación. A pesar de su reproche infantil, él no pudo evitar sonreír ante tal mentira descarada. No estaría allí por gusto, pero disfrutaría.

-Te he traído porque te necesito, y puede que por última vez, y... -Susurró, ya que el silencio se estaba haciendo y la luces ya había fallecido ante la oscuridad. -...Dudo que si estuvieses ahora mismo con Lakme, estuvieses ahora en ese mismo escenario. Estaría en otro lugar bien distinto.

Calló rotundamente ya que la música había comenzado, y las primeras danzas había comenzado.
La obra que aquella noche se representaba la famosa ópera "Dido & Eneas", si podíamos ser sinceros, Lucciano no sabía ya cuantas veces la había visto representada desde la primera vez que fue anunciada allá hacía demasiados siglos, y cada vez que la veía más le gustaba y nuevos matices encontraba en ella.
El argumento de la obra ya lo conocía desde niño, ¡qué sorprendente que un mito de hace miles de años, con el cual había aprendido a leer y escribir, en un siglo como aquel siguiese vivo y ahora representado con voz, danza y música.
En resumidas la historia contaba como el héroe troyano, escapa y en su camino para cumplir su destino su barco termina en Cártago, donde conocerá a la reina Dido de la que se enamorará y vive intrigas, hasta que de nuevo su destino lo reclama y debe de abandonarla.

Mientras la representación era realizada, por un momento el vampiro parecía haberse perdido en la obra, era como si estuviese astraido olvidando el objeto que tenía aquella noche, olvidando los riesgo, hasta por unos minutos, la compañía y preocupaciones. En su vida había vivido horrores y visto demasiados, por eso tal vez su extraña obsesión y gusto por la belleza, no solo un concepto de belleza estético sino en todas su manifestaciones. Le fascinaba, lo mismo podía ser una obra musical, como un simple cuadro.


Acercándose el acto final, de repente éste volvió a la realidad y con gesto emocionado, pero calmo tomó la mano de Lilith.

-Es mi parte favorita... Escucha, escucha la música. Tanto siglos llevo en éste mundo y nunca había escuchado la tristeza y el abandono tan bien representado por la voz humana... -En la escena Eneas se ha marchado, y ha abandonado a la Reina Dido; esta se lamenta desfallecida en el suelo abrazando la espada de su enamorado, mientras sus esclavos preparan una pira funeraria. -Ella le esta pidiendo a su esclava que se quede con ella hasta el final... Ya no es capaz de soportar más la vida; probablemente termine suicidándose junto a su reina, como era normal en aquel entonces. Ella le acompaña en su congoja. -Vecchio calla, escucha y disfruta. Siente emociones humanas, él también siente el lamento sus ojos lo dicen. Su mano no suelta la de Lilith. -"... la oscuridad me envuelve[...]/La muerte es ahora una bienvenida visita." -Traduce las palabras de la soprano que en su llanto, parece haber tomado fuerzas al levantarse gracias a la empuñadura de la espada, la cual, en su caminar lamentable y parsimonioso arrastra junto a ella, mientras la pira funeraria arde. -.".. [...]Cuando yazga, yazga en la tierra, / que mis errores no causen cuitas a tu pecho; /Recuérdame, pero, olvida mi destino", le dice y repite... Ella no soporta la vida sin Eneas, su marcha en como un veneno, es la muerte para ella... El abandono la ha hundido, ya no había más fondo, no hay más fuerzas para seguir hacia delante. Él la ha matado prácticamente, e igualmente ella le perdona por ello, no quiere que se sienta culpable, quiere que la recuerde con vida, y que en su conciencia ni en su memoria este la culpabilidad ni el hecho de que su muerte, ella debe de seguir viva en su memoria... -El vampiro ha seguido hablando, se ha convertido en narrador, siente verdadera tristeza, pero... ¿por ella? ¿por un personaje ficticio? Cuando habla de ese tipo de dolor, de esa congoja, parece estar narrando el final, como la preparación de un funeral, ¿el suyo propio acaso? ¿Qué es lo que iba a pasar aquella noche para que estuviese tan extraño?

La Reina Dido, sobre el escenario, finalizada la aria hunde la espada de su amante sobre su pecho y tras ello deja caer su cuerpo sobre la pira ardiente, las llaman lamen su cuerpo, ahora sin vida. Los coros lloran la despedida de esta vida de la protagonista. Una historia que empezó con esperanzas pero que termino con un final para nada feliz.

El telón cae y todos aplauden, un reflejo de lagrimas saltadas se desvanecen. La magia se ha marchado, un sentimiento de vacío ante aquel final. Lucciano mira a Lilith en silencio.

-Si me obedeces esta noche, si consigues lo que te voy a pedir, no habrá más pruebas y te lo daré “todo”. Vivirás eternamente, conmigo o con quien tu desees. -Se había puesto demasiado serio. -Aunque si quieres mi sincera opinión, no lo tomaría tan pronto y disfrutaría un poco más de mi humanidad y más lecciones, aun te queda mucho por saber. -Le pasa los prismáticos de teatro y le señala a un palco. -Ahora hay una recepción, en ella hay inquisidores infiltrados, esta noche han querido reunirse para celebrar “algo”, quiero que te acerques al hombre del palco y lo seduzcas, luego atraélo a la zona de detrás del escenario, todo estará vacio y ahí te estaremos esperando... Si tienes la oportunidad mátalo. -Era extraño, muy extraño ya que el hombre que Lucciano era exactamente y físicamente al vampiro, si viviesen unos siglos más adelante en el futuro alguien podría afirmar que aquel hombre era un clon de éste, un doble que se diferenciaba en su color de cabello castaño oscuro y piel más oscura. Gesto similares, debía de tener la edad que Lucciano aparentaba, humano. Un descendiente del vampiro. -Sé que me tienes ganas, puede que hasta lo disfrutes...
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Mensaje por Lilith O'Hara Sáb Mar 14, 2015 1:42 am

La música ya había comenzado y por mi cabeza no dejaban de rondar unas palabras que había dicho el vampiro. “Te necesito y puede que por última vez…” ¿A que se había referido? Quise preguntar pero los altos tonos de la música y el silencio absoluto del publico me lo impidió.

Los bailarines salían al escenario mientras entonaban cantos y representaban los diálogos o cantaban. Al principio no entendí de qué iba todo aquel espectáculo, mas ver a tanta gente ejecutando danzas y cantando de aquella manera tan dramática hacía que me adentrara en la historia.

A mitad de la obra, justo en el momento en que las luces se apagaron y tan solo una luz se asomaba iluminando a una de las cantantes en el centro del escenario miré a Lucciano. Por primera vez me había atrevido a despegar los ojos de el escenario y aproveché para observarlo, nuevamente lo vi humano… sus ojos parecían llenos de nostalgia y aquella suave curva que se dibujaba sobre sus labios me transmitían paz y alegría.

Una vez más la conexión que tenía rulicó y estaba segura de que en esos momentos se sentía relajado y tranquilo, sin las preocupaciones del feroz y desgraciado vampiro que no le importaba pasar sobre su propia familia con tal de conseguir lo que tanto deseaba, como si Lakme jamás lo hubiera convertido o como aquella vez cuando lo había visto en mis sueños antes de haber sido traicionado.

En medio de los coros de esa interpretación pude ver un ligero suspiro que salía de su pecho. Yo lo sabía… su humanidad aún estaba ahí adentro, sonreí al darme cuenta de eso.

Volví a fijar mis ojos en la obra antes de que se diera cuenta de que lo estaba viendo, no quería que se metiera en mis pensamientos justo ahora y se diera cuenta de mis sentimientos pues, aunque odiaba admitirlo, yo sabía que poco a poco y mientras mas me daba cuenta que aún tenía su lado frágil y humano... me estaba condenando lentamente a amarlo.

En una parte del acto me tomó de la mano explicándome la obra, me sentí aliviada de que las luces estuvieran apagadas por si acaso me hubiera puesto un poco sonrojada.

Mientras Lucciano mas me explicaba mas sentía la desdicha de la pobre Reina, olvidando que todo aquello que estaba viendo era una simple representación ficticia ya que por un momento podía sentirme identificada. Recordé un poco a Stephan, el hechicero del que me había enamorado al ser la única persona que me había demostrado cariño… claro que no había sido tan dramático como aquella historia, pero estaba segura de que el dolor de aquella niña de 16 años la cual había sido abandonada por su primer amor era en cierta forma parecido a lo que la Reina probablemente sentía.

La reina se había enterrado la espada haciéndo que me sorprendiera al mismo momento en que apreté la mano del vampiro. Una lágrima rodaba sobre mi mejilla… ¿Por qué él no se había sorprendido tanto?

El telón cayó al mismo tiempo en que la gente aplaudió y se ponía de pie, mi mano apenas quedó libre de la de Lucciano y rápidamente se limpió la mejilla para borrar cualquier rastro de sentimientos que pudieran haber aflorado durante el último acto.
-Entonces… tu… antes de convertirme… ¿me… matarás? –musité entre la confusión y aún sumida entre mis sentimientos humanos provocados por el espectáculo.

Escuché atentamente a las instrucciones de Lucciano, ya había escuchado acerca de los inquisidores y la forma en como trataban a quien no era humano, esa había sido una de las razones por las cuales no creía en la iglesia ni en ningun otro tipo de secta.
-Seducir a alguien de la iglesia… -sonreí de manera divertida. –He de confesar que sigo molesta y no quisiera ayudarte… pero la idea de ponerlos en contra de sus creencias me agrada. –Tomé los prismáticos para visualizar a mi víctima. –Se parece mucho a ti… entonces será sencillo.

Le día los prismáticos a Lucciano mientras me reía de lo fácil que sería sin siquiera voltear a mirarlo, mi atención estaría enfocada ahora hacia ese hombre.

Subí las escaleras rápidamente y antes de llegar al piso me quité un arete escondiéndolo dentro de mi ropa interior, luego di un respiro y caminé tranquila entre las sillas chocando contra el hombre en el preciso momento en el que se había levantado de su lugar. Fingí sentirme avergonzada y le ofrecí mis disculpas de una manera amable y falsamente sumisa mientras agachaba mi cabeza, ¿Lucciano me reconocería de esta forma si me estuviera viendo de lejos?

Me despedí de él y al darse la vuelta grité decepcionada por “haber perdido mi arete” lo cual atrajo de nuevo la atención del hombre para ayudarme a buscarlo. Justo en el blanco. Amablemente me ayudó a buscarlo por el piso con la mirada culpable, mas entre toda la gente que se estaba retirando del teatro le fue imposible ver algo.
-Es una lástima que se pierda, mi abuela me los heredó en su lecho de muerte junto con este regalo… -musité tristemente mientras acariciaba aquel collar tan caro que me había dado Lucciano para ponerme esta noche. Era apropiadamente largo y hacía que su terminación culminara en donde mis pechos iniciaban, lo suficiente como para que cualquier hombre desviara un poco la mirada.

Naturalmente para “tranquilizarme” trató de hacerme platica, le conté acerca de mi abuela ficticia y millonaria la cual me había criado desde que yo era pequeña al fallecer mis padres en un accidente. No sabía de dónde me estaba sacando la historia pero todo parecía dar resultado y aquel hombre se lo estaba tragando mientras se reía con algunas anécdotas mías de mi supuesta abuela y luego él me contaba un poco de su familia.

Aunque me demoré un poco y presentía la desesperación de Lucciano, finalmente logré que el hombre me hablara al oído para decirme en voz baja su invitación a “tomar una copa” a su casa mientras acariciaba mi oreja sin arete. Respondí de manera afirmativa mientras acariciaba su brazo, ambos sabíamos lo que realmente quería.
-Oh, pero antes tengo que despedirme de unos amigos… ¿Por qué no me acompañas y te los presento? –le dije tomándolo del brazo y haciendo que me acompañara detrás del escenario.
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Mensaje por Lucciano Vecchio Miér Mar 18, 2015 3:12 pm

-No. Te daré la resurrección y la vida eterna. -Le había afirmado minutos antes de que se pusieran en marcha con la operación. -No te dejes engañar por ese hombre, será inquisidor, pero no lleva la fe a rajatabla... Y el gusto por la “belleza”, y el sexo femenino, es algo que me parece heredado. -Le guiño el ojo y con un gesto se despidió de ella, indicándole que siguiese su camino y el desapareciendo por uno de los pasillos.

Desde su escondite y junto con los suyos, espero con paciencia. Cerrando los ojos noto su propia sangre latiendo en el cuerpo de Lilith, ahora ellos tenían un vinculo que con pocos compartía. La mayoría de sus esclavos de sangre aun esperaban con ganas el día en el que el vampiro crease el vinculo y les diese de beber su sangre, pero esto aun no había pasado y tal vez no pasase.  Sus ojos ahora eran los ojos de Lilith, podía ver lo que ella veía.

El juego de seducción había comenzado, podía ver las armas que Lilith usaba con su descendente, armas que reconocía perfectamente, ya que había usado esas mismas con él. No sabía porque pero por una parte aquello le pincho, era como si hubiese desvelado un velo donde él no había sido especial para ella de algún modo, aquello le dolía y en cierto modo, verlo a gusto que se sentía con él le traía cierto celos.
Si todo terminaba bien en aquella noche, estaba seguro que ella lo abandonaría, tal vez fuese lo último que ellos hicieran juntos.

La joven se llevo al inquisidor tras el escenario, éste se volvió demasiado insistente en ir a su casa, incluso tomó a Lilith del brazo y la detuvo en su ida para despedirse con “unos amigos”, y la aferro contra su cuerpo con cierta violencia. Una sonrisa lujuriosa, al parecer se había tomado aquella invitación a detrás del escenario como una cosa diferente, excusa e insinuación que él esperaba e hizo que olvidase lo de ir a su casa.
Su físico era demasiado exacto al del vampiro, pero sus ojos, su manera de mirar más bien muy distinta.

Detrás del escenario el hombre no tuvo paciencia ni miramientos por Lilith, ferozmente se abalanzó sobre su presa besándola y llevando su manos por lugares poco apropiados, incluso rompió sin querer algún cosido de aquel vestido el cual deseaba deshacer del cuerpo de ella.
Los besos, las caricias se volvían violentos y doloroso, aquel hombre tenía algo en común con su antepasado, le gustaba ser dominante, pero a diferencia de ambos, a Lucciano no le gustaba que ellas tuviesen miedo cuando iba a hacerlo, a éste le excitaba crear el miedo.

La situación había comenzado a descontrolarse, Lucciano había decidido que había visto suficiente y...

De repente la sangre comenzó a brotar por el escenario, una cabeza voló junto a otra. La sorpresa se vio en sus ojos, eran las cabezas de sus Guardianes de Día,  licántropos y brujas a su servicio.... Su equipo. Se había quedado solos y ahora rodeados por vampiros inquisidores. Una maldita trampa.

-Anciano, puedes salir de tu escondite. -El heredero de su estirpe, le había hablado, había soltado y dejado a Lilith ciertamente despeinada y con el vestido con algún roto y desordenado. Parecía haberse olvidado de sus lujuriosas intenciones con ella. -Al final no te han salido los planes como has querido, lo peor de todo es que ella misma te ha llevado a esto, menos mal que carece para ti de valor, sino no la hubiese usado de cebo. Puede que cuando acabemos con esto sigamos jugando un rato. Lo tienes perdido todo, viejo, así que dinos pronto donde esta “la oráculo egipcia”.

Lucciano con paso tranquilo apareció junto a ellos, no había temor ni rabia en sus ojos. Azules, era esquilar fría, carentes del sentir.

Algunos de los vampiro tensaron su cuerpo y bufaron al ver al Anciano inmortal. De repente uno de ellos comenzó a retorcerse, y la sangre comenzó a salir por ojos, nariz, oreja y boca... Era como si su sangre rebozara de su cuerpo, como si se hubiese espesado o quisiera salir de él. El vampiro de repente paro de retorcerse y cayó al suelo muerto y desplomado.
Lucciano sonrió con malicia. Hemokinesis.

Un vampiro tras otro comenzó a seguir el mismo proceso, esto creo la alarma e hizo que en grupo todos se lanzasen como animales salvajes sobre el vampiro, así comenzó la lucha, una lucha cuyo movimientos apenas se apreciaban por su sobrenatural velocidad. Mordiscos, golpes, desmembramientos, vampiros que se retorcían ahogados por el efecto de la hemokinesis... Lucciano parecía llevar las de ganar, actuaba con tranquilidad mientras aniquilaba enemigos, incluso parecía disfrutar... Era como si algo su interior le pidiese luchar, como si un campo de batalla fuese el lugar donde estuviese más a gusto, y en cierto modo así era, ya que él había nacido y se había criado en tiempos de guerra y entre batallas, había sido soldado, legionario y centurión...

La sangre salpicaba sobre su piel y su cuerpo se veía impregnado por el escarlata ajeno cuando apenas quedaba inquisidores en pie, cuando todo parecía decidido vino el primer golpe. Lucciano había soltado la daga que en su mano llevaba sorprendido y con gesto dolorido. Una estaca de punta de plata y cuerpo de madera había atravesado su espalda, tras ella llegó otro, y otro y otro...
Pum pum pum, el vampiro podía sentir el latir doloroso de un corazón que no necesitaba, pero que ahí estaba sintiendo atravesar a su alrededor, peligrosamente cerca, la madera astillada...
Pum pum pum, los pulmones heridos, no entendía porque le dolía respirar cuando no lo necesitaba para sobrevivir...
Pum pum pum... Rodillas que impactaban contra el suelo, la vista se hacía borrosa, y la cabeza se nublaba en la inconsciente...
Y el mundo se volvió oscuridad y ya... no había sentir.






No sabía cuando tiempo había pasado.
Despertaba.
El cuerpo le dolía, y aire parecía ser pesado.
Estaba oscuro pero sus ojos de vampiro podían apreciar su alrededor.
A su lado Lilith estaba tumbada, parecía estar dormida o inconsciente.
Había espacio para estar tumbados incluso para rodar por unos metros, también para permanecer sentados.... ¿Dónde estaban?
¡Maldite sea, estaban metido en una caja de plata y madera! Lo trasladaban, pero... ¿A dónde?
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Mensaje por Lilith O'Hara Mar Mar 24, 2015 4:06 am

Todo parecía ir a la perfección. Después de tantas insistencias de aquel vampiro por ir a su casa logré convencerlo de que antes quería presentarle a mis supuestos amigos. No podía creer lo fácil que había sido llevarlo detrás del escenario… una sonrisa se dibujó en mi cara al pensar en que en eso no era parecido a Lucciano, por algo siempre estábamos peleando.

Apenas el telón del escenario nos cubrió y yo esperaba que mi vampiro atacara o hiciera algo con mi invitado, sin embargo nada de eso pasó y por el contrario sin haberme dado cuenta me dio un jalón fuerte del brazo para lanzarse a mis labios y poner sus manos sobre mi cuerpo.

-Espera… -traté de calmarlo. ¿Qué se creía aquel hombre?, ¿Por qué me trataba como su juguete? El hecho de que lo sedujera no significaba que podía tocarme de aquella manera yo no le había dado permiso de eso. Aunque el acto me molestó, en el fondo sabía que tampoco podía golpearlo o defenderme mucho si no quería arruinar la trampa. -…por favor, ah… no. –susurré tratando de no gritar cuando sentí su mano por debajo de la falda de el vestido acariciando mi trasero. ¿Dónde estaba Lucciano?, ¿Por qué no lo atacaba de una vez?

“Si ese vampiro no aparece pronto, yo misma tendré que tratar de matarlo…” pensé ya harta y asqueada de sentir su saliva recorriendo mi cuello y mi oreja. Traté de no ser tan brusca para que la víctima no sospechara de nada, pero sus manos rodeaban mi trasero acariciando mis piernas y dirigiéndose a mis muslos. -…no hagas eso, aquí no. Espera… -volví a insistir tratando de detenerlo de las muñecas antes de que lograra meter una de sus manos a mi entrepierna y a mí se me agotara la paciencia.

De repente escuché un oído sordo, entonces el inquisidor me soltó y como si fuera un trapo viejo y usado me empujó lejos de él haciendo que mi espalda chocara contra una pared del fondo y me lastimase un poco, como si de la nada su deseo se hubiera extinguido.

-¿Qué…? –apenas mi garganta pudo susurrar una palabra. Todo había salido al revés y la trampa resultaba haber sido para nosotros o por lo menos eso entendía… mi esfuerzo de seducir a aquel hombre descendiente de Lucciano había sido en vano y no solo eso, también aquellas ganas de resistirme a darle una bofetada mientras me tocaba de manera sucia y perversa no había servido de nada y por si fuera poco, seguía hablando de mi como un objeto al que después usaría al acabar con Lucciano.

Mi futuro compañero salió por fin de las sombras, y como de costumbre sentí unas ganas enormes de reclamarle por haber tardado tanto en salir y dejar que el inquisidor me tratara de aquella manera. Pero sabía que no era el momento y tan solo me limité a enderezarme y quedarme callada en espera de alguna orden para poder ayudar a mi vampiro a salvarse.

Los compañeros del hombre salieron de la nada, ¿Acaso habían estado todo el tiempo ahí escondidos? Los observé por un momento y sus pieles hermosas y pálidas revelaban que no eran humanos comunes como aquel descendiente de Lucciano corriente. Yo tan solo era una simple humana… una humana mas fuerte al ser convertida en esclava de sangre claro, pero al fin y al cabo humana por lo tanto sabía que corría peligro alrededor de ellos.

Lenta y silenciosamente me alejé de los otros vampiros aunque no fue suficiente, uno de ellos volteó la cara y me miró sonriendo de manera malévola haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo. Era la primera vez que un vampiro que no fuera Lucciano me daba miedo, por lo menos con mi vampiro tenía la ventaja de dudar si algún día llegaría a matarme, pero con ellos estaba segura que en cuanto me tuvieran en sus brazos sería como un cristal contra el suelo. Por suerte Lucciano también lo había notado y no tardó en usar algún tipo de poder para desangrarlo… no sabía por cuánto tiempo duraría inconsciente o si realmente lo había matado así que rápidamente me alejé de los cuerpos.

¿Hacia dónde caminaba?, ¿Qué hacía para ayudarlo? De repente me vi sumergida en un campo de batalla salpicada de sangre inmortal pero, ¿Dónde estaba ese maldito al que había seducido minutos atrás? Busqué con la mirada entre los cuerpos caídos esperando ver su asquerosa mirada muerta en ese lugar y de repente, un dolor fuerte en la nuca y nada más que la obscuridad.



Un eco sonaba… una voz conocida pero que no lograba reconocer. Mis ojos pesaban y muy apenas era capaz de sentir los dedos de mis manos y el intenso dolor sobre mi cabeza. Mi conciencia estaba perdida.

-Mhh… -tenía ganas de decir algo pero no lograba hacer nada. Los sonidos de mi cabeza se aclararon y me di cuenta que aquella voz era la de Lucciano tratando de hacer que despertara y diciendo que estábamos dentro de una caja, pero mis ojos se sentían muy pesados y mi cuerpo demasiado débil. ¿Acaso habían intentado matarme? ¿O había sido su plan dejarme de esta manera?

-Ese… idiot… ah –fue lo único que conciso que logré pronunciar mientras trataba de levantarme del suelo sin éxito y cayendo nuevamente. Mis brazos dolían demasiado y no podían lograr sostenerme… parecía que no solo en la cabeza me habían dado un golpe y aunque no lo había visto estaba segura de que estúpido inquisidor era.

Finalmente, después de intentar levantarme del suelo sin éxito y cayendo ante la debilidad de mis brazos mis ojos lograron abrirse. Pero nada… seguía igual de obscuro que cuando tenía los ojos cerrados a excepción de que podía notar una silueta demasiado cerca. Era Lucciano viendo como yo intentaba moverme sin éxito mientras el trataba de recobrarme la conciencia.
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Mensaje por Lucciano Vecchio Dom Mar 29, 2015 4:36 pm


Había notado el pulso lento de Lilith a su lado, poco a poco esta comenzó a acelerarse bombeando aquella sangre que por su olfato captaba y en su boca, sedienta, paladeaba. Un suspiro de tranquilidad ante percibir que poco a poco la consciencia de su protegida volvía a la normalidad; señales de vida, señales de que estaba bien.

-Lilith... ¿Estas bien? -Susurro muy bajo. -Recuerda, aun tienes mi sangre en ti, la oscuridad en tus ojos si te concentras no supondrá nada... Y la fuerza...-Realmente ser esclavo de sangre debía de tener alguna ventaja con respecto a la adquisición de cierto poder vampirico como ver en la oscuridad.
Una insinuación de que probase romper la caja, al menos para crear algun pequeño agujero o lo mínimo, una insinuación de que las fuerzas del vampiro estaba bastante mermadas.

Poco poco a la memoria llego el hecho de que estaba en un lugar cerrado, y la posibilidad de que no pudiesen salir de ella. Los primeros síntomas de agobio y claustrofobia hicieron mella en Lucciano cuya respiración comenzaba a acelerarse.

-Vuelve a repetirse... -Susurro para sí mismo, mientras colocaba sus manos sobre la madera, y la acariciaba. -No puede volver a repetirse... -La respiración innecesaria se hacía sonora, Lucciano golpeo suave la madera, una y otra, vez.

Desde aquellos siglos encerrado en una tumba de plata, con más compañía que sus propios gritos, había desarrollado un miedo por los espacios reducidos. Si algo horrorizaba a un vampiro que no temía supuestamente nada era aquello, la claustrofobia se hacia con él y los golpes se comenzaron a convertir en arañazos y la respiración era ahogada y a un ritmo frenético.

-No... no... no.. Prefiero estar muerto, prefiero morirme... No puedo volver a estar aquí, no puedo.. esto debe ser una pesadilla, una broma de mal gusto... ¡No podéis encerrarme aquí! ¡¿Por qué no me habéis matado?! Prefiero estar muerto que volver a esta tortura... Prefiero estar muerto... -La últimas palabras nerviosas se convirtieran en un susurro que moría junto con los arañazos que cesaron y sus brazos se dejaron caer. El vampiro cerro los ojos, rendido, buscando un modo de calmar esa respiración y ansiedad que no terminaba de calmarse al entrar al estado de pánico. -Lilith... Esto... Estoy hambriento, débil y no creo que aguante de nuevo esto... Podrías acabar con esto fácilmente, beber mi sangre, drenarme por completo y puede... puede que... Tu si aguantas, y ser inmortal... No puedo estar aquí, prefiero morirme...

La caja de gruesa madera se había detenido, en su exterior la luz del sol la iluminaba, siendo un impedimento si el vampiro conseguía salir, creando más debilidad en el estado oculto dentro de la caja pero no una barrera para la humana.
Les había dejado en un lugar en el cual debía de haber ventanas, y varias personas hablaba fueran la palabra “espera”, “sacar información” y “tortura” se hacían comprensible. Un plan en todo aquello, el encierro eran temporal, necesitaban saber donde esta Lakme y solo tenía a un vampiro y a su protegida para averiguarlo, y tal vez toda la paciencia del mundo, o no.
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Mensaje por Lilith O'Hara Mar Mar 31, 2015 1:06 am

Traté de ver en la obscuridad, más aún me sentía débil de fuerzas y extremadamente sedienta. La voz de Lucciano y el sonido que hacía al tratar de quebrar la caja en la que nos habían encerrado eran como mis guías para darme cuenta de todo lo que estaba pasando.

-¿Qué pasa? Tranquilo… no nos pueden dejar aquí encerrados. –hablé a aquellos arañazos que escuchaba tan cerca de mí. Estaba segura de que tarde o temprano abrirían la caja, como cuando mi tutora me encerraba y tan solo abría la puerta de la habitación para golpearme u obligarme a hacer alguna cosa. Estaba segura que aquellos inquisidores abrirían tarde o temprano la caja… aunque fuera para matarnos.

El hecho de querer ser asesinada me inquietaba un poco, pero tenía a Lucciano a mi lado y confiaba totalmente en su fuerza inmortal de vampiro, sabía que en este tiempo encerrados podríamos trazar un plan y liberarnos de estos religiosos malnacidos en cuando nos sacaran de la caja. Podríamos parecer resignados, caminar hacia nuestras hogueras y clamar por piedad y luego… cuando menos se lo esperaran luchar. La idea sonaba muy arriesgada, quizás con pocas probabilidades de lograr nuestro objetivo pero habría que intentarlo, tan solo necesitaban organizar mejor el plan.

Escarbé entre mis pensamientos tratando de pensar en algo, pero entre mi debilidad y los gritos del vampiro no me permitían concentrarme. Jamás lo había notado tan asustado y con ganas de morir, hasta había llegado a pensar que él no tenía ningún tipo de debilidad, era invencible. Hasta entonces ahí sentada en medio de la obscuridad y escuchando los sollozos de Lucciano fue cuando me di cuenta que hasta el más grande monstruo oculta una debilidad y ahora estaba presenciando la suya.

Desde que escuché de su viva voz llena de pánico mi nombre, sabía que de sus palabras vendría algo negativo y no me había equivocado. El vampiro fuerte y poderoso ya no estaba más conmigo, como si ese hombre se hubiera quedado afuera combatiendo con los demás hombres que querían capturarlo, ahí se quedó Lucciano. A mí me habían encerrado en esta caja con un niño asustado.

-Lucciano…. Lucciano…. –le hablé en la obscuridad tratando de interrumpir sus palabras pero parecía no escucharme. Estiré mis brazos tratando de buscarlo hasta sentir su hombro, por el cual me guié para poder sostenerlo frente a mí e imaginar su silueta. -¡LUCCIANO! –finalmente pude sostenerle el rostro y por primera vez con mi garganta rasposa y seca le grité a la cara sin ningún miedo o lo que pudiera contestarme. –Tu y yo tenemos un trato… seré inmortal y te seré fiel a pesar de todas las cosas. ¿Recuerdas? –mi voz sonaba tranquila, pues la situación no me preocupaba porque le tenía confianza y sabía que aunque sería arriesgado junto a él podría dar una buena lucha tratando de salir vivos. Lo único que me asustaba era que él con todo ese trauma de su pasado no lo creyera del mismo modo… -…¿Recuerdas? –volví a repetir al no escuchar ninguna contestación de su parte aunque esta vez mi voz sonó algo rasposa, me sentía un poco cansada y sedienta. –Por esa razón, no puedo abandonarte. Ahora lo entiendo todo y tienes razón, no estoy preparada para esto… no puedo ser un vampiro todavía. Soy muy joven y tú eres mi maestro así que cuando salgamos juntos de aquí obedeceré cada cosa que me digas. –Las palabras salían muy naturales y fluidas de mi, pero no entendí el porqué las decía. ¿Enserio sería capaz de ponerle fin a mi rebeldía o tan solo era algo que sentía en ese momento?

Parecía que aquello lo tranquilizaba, mas aún no sonaba totalmente convencido. Aun tenía miedo y esto para mí no era bueno ya que si él se sentía perdido. ¿Qué podía hacer yo? Tan solo era una débil humana contra un montón de inquisidores y si llegaba a matar a Lucciano y tomar por fin mi tan ansiada inmortalidad seguro que no duraría mucho tiempo y muy pronto sería capturada y asesinada.

Una energía muy extraña me empujó entonces, posiblemente las últimas fuerzas que tenía dentro de mi cuerpo dirigiéndose hacia mi cabeza y mis dedos los cuales sostenían su rostro. Me dejé llevar por aquella fuerza la cual me llevó a posar mis labios sobre su boca y besarlo.

Mi respiración la cual había estado tranquila se aceleró poco a poco hasta entregarle mi último aliento dentro de esa danza entre nuestras bocas y lenguas. Mis dedos se encajaron sobre la piel de su cara para retenerlo al mismo momento en que mis ojos se abrieron y mi garganta comenzó a arder más fuerte. No podía más…. Tenía que hacerlo.

Como si se tratara de un animal salvaje devorando a su presa mis dientes se clavaron en sus labios y parte de su lengua. Escuché un leve quejido de su parte mas no me importó si le causaba dolor alguno, necesitaba probar de nuevo su sangre y sentirla correr por mi garganta reseca. Mi lengua se hundía en un placer exquisito al degustar ese líquido y mi garganta por fin después de varias horas parecía entrar en calma. Aquél beso tranquilizador que le había dado de pronto se había convertido en algo muy sádico. Podía sentir como a través de la comisura de nuestros labios se desperdiciaban algunas gotas de sangre de Lucciano.

El movimiento de la caja se detuvo de un golpe lo que me hizo salir por un momento de mi trance. Por un momento me había sumido demasiado en la adicción de su sangre bebiendo gran cantidad de ella, por suerte me había dado cuenta de eso antes de drenarlo en el momento en que la caja frenó y había hecho que me detuviera.

Mis ojos ahora podían ver todo, ya no veía en color negro si no que ahora podía distinguir cada cosa con su respectivo color aunque en un tono más obscuro. Mi cuerpo se había revitalizado y ya no me sentía cansada ni dañada, me había curado de todo. Podía percibir perfectamente la figura de la caja de madera y la figura de Lucciano sentado frente a mí, con la boca manchada y jadeando, pero sabía que aunque había bebido mucha de su sangre se repondría pronto. También pude escuchar las voces y la intensa luz que brotaba de entre las esquinas.

-Bien, este es el plan… me juraste protección y es ahora cuando me demostrarás que sabes cumplir tu palabra. Confío en ti... –No podía creer lo que estaba a punto de decirle pero estaba segura de mis palabras porque no tenía otra alternativa. Tenía que hacerlo aunque fuera por esta única vez, alejarme de mi orgullo y deshacerme por un momento de mi libertad... y ser suya. –Úsame. –Me entregué a sus poderes dominantes.

Tan solo necesitaba que el vampiro recuperara la confianza en sí mismo y sabía que todo saldría bien.

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Mensaje por Lucciano Vecchio Sáb Abr 04, 2015 7:11 pm

Su respiración que no conseguía pausa pero que por un momento comenzó a hallarla en cuanto su nombre apareció dibujado entre las sombras.

El leve peso de la humana sobre su cuerpo, su pecho seguía subiendo y bajando en aquel nerviosismo creado por el terror; y ahí estaba la sensatez de las palabras ajenas que le ayudaba a centrar su cabeza, a distraerle de su fobia.

Por un parte hubo sorpresa al escucharla, ¿esa era Lilith? ¿Sería la situación límite lo que le había hecho comprender? ¿Madurar de algún modo? Iba a contestar cuando los labios de ella le silenciaron en forma de beso.

Su beso no fue suave, no fue parsimonioso, no ni delicado. La respiración nerviosa del vampiro se detuvo al ser robado su aliento, sus manos temblorosas recorriron sus formas femeninas con gusto, y envolvieron junto con sus brazos el cuerpo cálido de la mortal, la cual, ahora le estaba convirtiendo en su presa. No estaba la inseguridad o el temor de aquella pequeña cosita bonita solía tener, ella era ahora todo un depredador que hundía sus dientes en su carne y le robaba su vitalidad con fuerzas increíbles. El sentir aquella mezcla placentera de dolor hizo que él se aferrase con ella con más fuerza y cierta excitación recorriese su cuerpo, haciéndola deseable.

Ojos que brillaban escarlatas en la oscuridad de aquella tumba improvisada, "ojo" que poco a poco se apagaba al drenarse su sangre, "ojo robado" que se convertía en lágrimas de sangre con cada parpadeo y que desaparecía haciendo que el vampiro recuperase su condición de tuerto.

Sus labios había luchado contra los de ella, en aquel juego de bocas y lenguas, por un momento él había sentido hambre de ella, pero las fuerzas mermaban al igual que la energía; ella estaba poco poco a poco absorviéndole la vida, hasta que pudo tomar control de sus acciones y detener sus ansias. Un autocontrol fundamental para un futuro inmortal.

De nuevo las palabras rasgaron el silencio, Lucciano abrió la boca pero de ella ni un sonido salió. Tal era su debilidad que el aliento le costaba para hablar. Ahora ella era en cuerpo la más fuerte, pero él seguía contando con su poder mental, el cual, se había visto fortalecido por los siglos.

"Úsame" Dijo Lilith... Dicho y hecho.

No había tardado ni un milésima de segundo en penetrar la mente de la humana y hacerse con ella y su fuerza. Desde los rincones de la inconsciencia de Lilith, busco los mecanismo necesarios para hacer uso de su telepatía y desde ella buscar las mentes de los que afuera se situaba para meterle a uno de esos pobres "humanos" un pequeño y manipulador pensamiento.
A la vez que hacia esto, rincones más complejos comenzaba abrirse como nuevos en la cabeza de Lilith, puertas secretas que con la sangre adecuada, eran accesos a poderes demasiados antiguos y difíciles de entender.

Pensamiento en la mente de Lilith, ya que hablá no llegaba precedieron:

"No tardaremos mucho en conseguir que alguien desde fuera abra la caja, quiero pensar de que vienen de camino a ayudarnos. Pero no cuento demasiado con esa posibilidad. Cuando la caja se abra vas a sentir dolor de cabeza, confusión o incluso cierto mareo. Los que te intenten atacar comenzarán a sangrar, por culpa de la hemokinesis, voy a usar tu fuerza y mente como vía para usar este poder; tu solo debes de limitarte en huir y no detenerte, nada más... Quiero dejarte esta orden grabada, "te marchas y no miras atrás"-, en algún momento no podre seguir contigo, en algún momento el vinculo se romperá y no podre seguirte más... Y, y creo..."

"...¿Vas a decirle que crees que te has enamorado de ella? Recapacita, no seas patético en lo poco que te queda, ni precipitado" Hacía había interrumpido por un momento sus pensamientos en ella, para llevar los suyos personales.

]]"..y creo que debería buscar a Lakme, ella te ayudará."

La caja comenzó a crujir, y la luz a penetrar dentro en señal de que abría.

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Mensaje por Lilith O'Hara Vie Abr 17, 2015 1:43 am

Después de esa cegadora obscuridad en la que había estado por tanto tiempo parecía que al fin podía ver a Lucciano tirado en el suelo de aquella caja levantando el pecho desesperadamente para lograr absorber lo que mas pudiera de vida. Me pasé el dedo índice por encima de los labios para limpiar cualquier rastro de sangre que hubiera quedado y lo lamí descaradamente como si nada de lo que había bebido me pareciera suficiente.

No había necesitado pedírselo dos veces, pues de inmediato sentí como una fuerza muy grande se comenzaba a apoderar de mi mente. No pude ocultar los gestos de desagrado en mi cara al notar como Lucciano pasaba por cada rincón de mi razonamiento... mi orgullo y mi capricho de ser solamente mía se sentía asqueado de la decisión que había tomado, de lo que estaba por pasar en los siguientes minutos. ¡Me estaba entregando por completo y a voluntad propia!

Aún con todo y los gestos yo resistí y tan solo me limite a escuchar al vampiro dentro de mi mente para no arrepentirme de la decisión, no podía empezar con mis berrinches de mujer libre e independiente cuando en estos momentos necesitaba de él para poder escapar con vida. Sabía que ahora esta decisión era la mejor aunque  no me gustara ser controlada por el, además confiaba en que esta ultima alternativa serviría para salvarnos de las crueldades que los de afuera planeaban.

"Te marchas y no miras atrás" había dicho dentro de mi. Ya sabía a donde iba eso y no estaría dispuesta a aceptarlo.

-No... no lo digas Lucciano, no lo haré. -pero mi compañero parecía fingir no escucharme y prosiguió con sus instrucciones para hacerme huir. -...no te puedo dejar aquí solo. No con todos ellos queriendo matarte.

Me rehusaba a la idea de abandonarlo, ¿Como planeaba que lo dejara en ese lugar para morir? Tan pronto escapara y los inquisidores notaran que había matado a sus compañeros no dejarían que Lucciano viviera otro segundo. A pesar de verse tan débil seguía siendo una amenaza para todos ellos.

-Lakme... -alcancé a susurrar al escuchar la ultima orden. Ella era mi única esperanza de nuevo.

La puerta crujió y se abrió de golpe. Los guardias afuera estaban esperando bajo la luz de los soles, pero por suerte debido a la posición de el sol esta no alcanzaba a entrar por completo a la caja en donde a la mitad aun reinaba una obscuridad muy tenue necesaria para no herir al vampiro.

Apenas me asomé fuera de la caja mis ojos no soportaron la luz haciendo que me cubriese con el brazo. Uno de los guardias no tardó en burlarse de aquello y tiro de mi brazo obligandome a descubrir mi cara.

-Ya sé lo que haremos contigo y ese cuerpo. -habia dicho uno de los guardias mirando hacia las rasgaduras de  mi sucio vestido rojo de una forma morbosa. Tras esas palabras el miedo comenzó a invadirme, no quería que me hicieran nada y lo único que deseaba era que sus sucias manos perversas dejaran de tocarme. ¿Como se atrevían a decir que servían a un dios cuando trataban a sus semejantes peor que a un animal o un objeto?

Apenas el guardia me abrazó para poder tocarme y cerré los ojos esperando lo peor pero también rogando porque el plan pronto se pusiera en marcha. No pude ver como ni en que momento sucedió pero lo unico que sentí en los siguientes segundos fue una lluvia espesa callendo sobre mi cuerpo y los gritos ahogados de los guardias al ser asesinados uno por uno. ¿Había sido yo? ¿Había sido Lucciano? Quizás por primera vez eramos ambos trabajando juntos sin ninguna diferencia que nos separara, ignorando sus aires de superioridad queriendose apoderar de todo y por mi parte dejando de lado mi orgullo.

Abrí lentamente los ojos para ver a los guardias de mi alrededor muertos... desmembrados y uno que otro con los nervios aún intactos que hacían que partes de sus brazos o piernas se movieran como si estuvieran teniendo alguna descarga eléctrica.

"Te marchas y no miras atrás..." la orden que el vampiro me había dado resonaba con fuerza dentro de mi mientras los cuerpos seguían cayendo. Mi estómago comenzaba a ponerse en contra mia entre mas observaba la masacre que había frente a mis ojos, debía salir de ahi cuanto antes sin mirar atrás justo como Lucciano me habia dicho pero mis piernas se rehusaban a abandonarlo.

Por unos segundos me quedé congelada en medio de todos esos cuerpos desmembrados y la lluvia de sangre, incluso pensé en desobedecer a lo que el habia dicho y buscar una forma de traerlo conmigo... pero también sabía que si dejaba de trabajar en equipo y comenzaba a hacer las cosas a mi modo podía arruinarlo todo.

Apreté fuerte mi puño y mi cuerpo se tensó, como si una fuerza interior quisiera llevarme lejos de ahi justo como habíamos acordado pero yo estaba peleando contra esa fuerza al no desear abandonarlo.

-Volveré... juro que no te abandonaré. -le dije bien claro en la mente esperando a  que me escuchara. No fue necesario mirarlo, aún dándole la espalda sabía que estaba asustado pero confiaba en mi palabra, y dicho esto comencé a correr a paso desesperado entre los demás inquisidores que se acercaban para ver lo que pasaba.

La hemokinesis continuaba abriendome paso entre aquellos guardias hasta que frente a mi no quedaba uno solo, pero escuchaba los pasos de mas que se avecinaban.

No sabia cuanto mas duraría la conexión con Lucciano, nuestras mentes seguirían conectadas pero la fuerza y poder que usaba con mi energía sabía que pronto se perderían así que opté por tratar de esconderme de cualquier persona sospechosa que se cruzara en mi camino directo al teatro. Ahi encontraría a mi última esperanza...

Me adentré corriendo al callejón en donde había estado la noche anterior con Lucciano, ahí era donde él me había dado de su sangre antes de llevarme a su mansión nuevamente. Busqué la puerta por la que había salido invadida de celos y que conectaba con los camerinos de el teatro.
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Mensaje por Lucciano Vecchio Lun Abr 20, 2015 3:11 pm

Lo último que pudo dejarle antes de romper el vinculo fue un pensamiento incompleto, como una frase llena de dudas, como palabras que nunca se pronunciaron, pero que tenían mucho que decir.

Y después de ello llego la soledad, el silencio y el dolor, hasta el aliento era inaguantable en el sentir del hambre desgarrante y una debilidad que quebraba toda voluntad.

La vida se marchaba, y Lucciano comenzaba a aceptarlo, habían sido demasiados siglos y ya había llegado el momento. ¿De la vida? No se arrepentía de nada, ya había aceptado la culpa, y el no recibir el perdón. ¿Para qué?

El mundo se volvía negro y ya todo se había acabado.

Antes de desaparecer un último pensamiento... A ella.
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Mensaje por Lakme Sáb Mayo 09, 2015 7:21 pm

Era como si estuviesen esperándola desde largo rato, ya que no le había dado tiempo a ella a llegar a la puerta cuando esta fue abierta por un hombre de piel morena y ojos pintados con el negro kohl; vestido con las ropas azules de bereber podría ser perfectamente su padre por la edad, pero en él había un rara belleza excepcional.

Silencioso, probablemente no hablase su idioma condujo a Lilith al camerino de Lakme. En la puerta otro hombre de similares características pero mucho más joven custodiaba.

Abierta la habitación y luego de nuevo sellada para dejarla en la soledad y la oscuridad que en ella habitaba.
Lakme estaba sentada frente al espejo, miraba su reflejo en callada.
Algo había cambiado en ella, su pecho no subía y bajaba del modo natural que lo haría alguien que respiraba; su piel era mármol lleno de palidez, pero no había señales ni marcas de venas azuladas de desnutrición; sus pupilas estaban completamente estrechadas siendo un pequeño puntito caso perdido en el iris, era como si sus ojos estuviesen expuesto a una sobre iluminación, como si captara una luz que casi la cegaba...

-Ya has obtenido lo que querías... ¿Para qué vienes? -Su voz sonaba áspera desde el fondo de su pecho. -Tienes su sangre, solo tienes que morir y tendrás todo su poder. -Se levanto de la silla. Sus gestos eran lentos y extraños, como si estuviese ajustando sus huesos a su sitio, como cuando te colocas un traje que no es tuyo y debes de acostumbrarte a él; en este caso un traje de carne y huesos.

De nuevo silencio, plantada frente a ella, de repente imponía un extraño aura de peligrosidad, el aire parecía pesado para quien lo respirase. ¿Qué estaba sucediendo allí? ¿Era Lakme?

-No le necesitas, no “nos necesitas”... Eres libre, pequeña. Valder, Lucciano, Nebt, Lakme... Como quieras llamarlos. ¡Maldita sea! Eres libre de todos nosotros... -Los labios de Lakme se torcieron en una maquiavélica sonrisa, como si decir “de todos nosotros” sonase como lo más divertido del mundo. Y rió en una carcajada que estremecía todo ser. -Por ahora...

La inmortal le volvió la espalda con aquella extrañas palabras que sonaron a amenaza, de repente el aire cargado de helaba y el aire que Lilith respiraba se convertía en visible vaho. Las pocas llamitas de las velas se torcieron en tonos azulados que oscurecían el mundo, y volvía todo en nada en oscuridad tras desvanecerse la luz.

A pesar de haber oscuridad Lilith gracias al poder de Lucciano podía ver las velas apagadas y la sala que se torcía en un aura extraña.
Un largo silencio, Lakme se había cruzado de brazos, disponía su mano sobre su frente con gesto de dolor de cabeza mientras volvía a girarse. Sus labios por un momento exhalaron una queja, y levemente parpadeo dando a ver por el gesto que por unos segundos había vuelto en sí, su conciencia estaba allí.

-¿Qué es eso que siento? Mmmm... ¿Es? ¿Acaso es miedo por el ajeno, arrepentimiento? ¿Hay conciencia? ¿Sientes algo más por él y no quieres admitirlo? -Era su voz, Lakme hablaba de nuevo por sus labios, pero de nuevo sus ojos fueron fijos en los de Lilith estrechándose las pupilas y las velas volviéndose a encender. La voz áspera volvió a hablar por ella. -Vaya, vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? Yo también lo siento, Nebt... -Su voz se convirtió en miles. -Nosotros también sentimos los de la humana... Teníamos que dejarlo morir, es por nuestra superviviencia... -Hablaba sola, se debatía en una discusión que solamente ocurría en la cabeza de Lakme. ¿Con quién hablaba acaso? -Solo por esta vez... -Había dicho la voz de Lakme con gesto de ruego, quería salvar a Lucciano pero las voces no querían poner en peligro al cuerpo por el que hablaban. -Solo por esta vez... -Respondieron otra vez entre los labios ajenos. Después los ojos que carecían de brillo o sentir, miraron directamente a los de Lilith helando su alma y sus pasos se hicieron veloces y amenazantes hacía Lilith. Había cierta ferocidad en su forma dirigirse, como se acercaba parecía apunto de devorarla pero justo cuando llego frente a suya un golpe con sus dedos en la frente de la mortal y sus voces. -Pero ella es la que debe de decidir... Nosotros “le” vemos en su futuro...

Tras el golpe la oscuridad.

La soledad.

El silencio carente de sonido.

El vació.

La nada...

De repente dos pequeñas luces surgieron de la oscuridad acercándose a ella a demasiada velocidad. No llegaron a impactar con ella pero al pasar a su lado aquella carroza que no iba tirada por caballos, el aire se volvió frío y húmedo. La calles estaban mojadas por la lluvia, y sonidos extraños la rodeaban.
El mundo era muy distinto al que conocía, eran las calles de siempre, pero cambiadas. Los edificios más altos, las farolas iluminaban de tal modo que la noche parecía día, y las carrozas no llevaban cocheros e iban con motor, la gente vestía ropas peculiares; y Lilith estaba allí, parecía esperar frente a un cartel que ponía “La pluma escarlata”.

Estaba igual que siempre, los siglos no había pasado por ella. Se había cortado un poco el pelo y no llevaba vestidos largos, al contrario, pantalones ajustados oscuros de cuero, y chaqueta ceñida similar; un rasgo que no había cambiado para nada era, que llevaba un ajustadamente corsé bajo aquella chaqueta.
Una vez más sacaba de su bolso aquella caja que al tocarla, encendía una luz y marcaba la fecha y la hora: “30 Noviembre 2007”.

El sonido del rugido hizo que ella levantase el gesto, y al reconocerlo sus labios sonrieron de felicidad.
-¿Cuánto ha pasado? ¿Unos 100? ¿Unos 200 años, fierecilla? -Era aquella voz tan peculiar y que era capaz con su tono acariciar el aire. Le hablaba con cariño, y una sonrisa también iluminaba su rostro de ojos dispares. Lucciano vestía con unos vaqueros y una chaqueta ceñida de cuero sobre aquel caballo de dos ruegas que apagaba su motor retirando las llaves. En su giro, su mano revelo dos anillos de oro: uno en el dedo anular y otro en el meñique. Signo de viudedad.

No se lo había pensado ni dos veces pero en cuando bajo de la moto, no hubo palabra, sino gesto. Se había aferrado a ella con un abrazo y luego la había besado de tal modo que daba a entender de que llevaba demasiado tiempo queriendo probar aquellos labios, estaba sedientos de ellos.

-Vamos adentro, “todos” nos esperan... -Le indico con una sonrisa, no sabía porque pero en su voz y en sus gestos había un sentimiento que probablemente Lilith no había visto hasta ahora en Lucciano, en él poco vería: esperanza. -Puede que hoy cambie todo para los “nuestros”.

Le había tomado de la mano para que le siguiese, pero justo cuando la puerta iba a ser cruzada un nuevo golpe en la frente de la muchacha por los dedos de Lakme y en un parpadeo su realidad y presente había vuelto. Ya no estaban en aquella calle húmeda, ni en el camerino... Había vuelto a la habitación donde les habían retenidos en aquel cajón.
Los cadáveres sangrientos de los inquisidores aun continuaban en el suelo, y Lucciano jadeaba en el interior de aquella caja. Lakme estaba sentada a su lado, se había abierto una herida en la muñeca y ahora alimentaba a su vástago. Mientras tanto los guardianes que vestían de azul de Lakme vigilaban las entradas armados. Un carro listo, les esperaba para huir

-Ya no estamos seguros en ningún lugar, puede que no lo sepas Lilith, pero ellos no os querían a vosotros. Me quieren a mí, llevan siglos buscándome. Quieren “algo” de mí, y os han usado para atraerme. Es largo de explicar aquí. -De repente la anciana inmortal volvía a hablar con su voz habitual, volvía a ser la de siempre. No tenía la voz áspera y ajena de miles, no había ni un ápice de demencia o de sinsentir, ni palabras ambiguas ni conversaciones incompletas. Era ella misma. -Vamos a moverlo y nos marchamos, pero ven, acércate. Creo que él te esta llamando. Debes de estar cerca de él hasta que recupere fuerzas.
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Trato de ver en la obscuridad para hacer que esto funcione. [Lucciano] Empty Re: Trato de ver en la obscuridad para hacer que esto funcione. [Lucciano]

Mensaje por Lilith O'Hara Miér Mayo 13, 2015 1:16 am

Apenas me alejé del terrible lugar en donde nos tenían a Lucciano y a mi secuestrados eché a correr sin mirar atrás, llegaría lo más pronto posible sin importar que mi cuerpo tan débil y humano se cansara… mi respiración se estaba agotando, por lo cual llegué casi jadeando pero no me importaba porque sabía que esa mujer que tanto admiraba y parecía apreciar a Lucciano ayudaría a salvarle la vida.

Desde el momento en el que llegué al teatro todo se tornó extraño, empezando por toda esa seguridad que había alrededor de ella, no recordaba haber visto nada similar la noche anterior, sin embargo no quise prestar atención y apenas me permitieron pasar a su habitación caminé rápidamente hacia ella sin prestar atención a la imagen congelada que tenía al frente mío ni a todas esas luces apagadas.

Mi respiración se estaba calmando de una manera rápida, supuse que era gracias a que tenía dentro de mí la sangre de Lucciano, pero aunque ya había llegado a mi destino no me detuve y hablé cuanto antes aceleradamente para pedirle la ayuda que necesitaba. –Por favor, tienes que ayudarme. Nos han metido en una caja y--- ¿Qué? –no terminé mi súplica, pues al mismo tiempo en el que yo había comenzado a hablar la voz de la mujer parecía hablarme con un tono diferente a la noche anterior.

Sabía que algo estaba diferente, lo había presentido mas no me detuve y seguí caminando lentamente acercándome a esa silla en donde se encontraba la mujer sentada. Escuché sus palabras atentas mientras me acercaba paso a paso despacio… hasta que la mujer se levantó mostrando la imagen del horror.

Impulsos electrizantes parecieron invadirme por todo mi cuerpo como hacían cada vez que me encontraba en peligro, esto ya era demasiado. Si no hubiera sido por la energía y la fortaleza de la sangre del vampiro seguramente yo ya estaría desmayada después de todos los peligros que había pasado con Lucciano y el esfuerzo que recién acababa de hacer al correr hasta aquí. Mis ojos se encajaron en la cara de ella, tan deforme y maquiavélica. Di un paso hacia atrás rogando que mis piernas no me traicionaran al doblarse y dejarme caer mientras sentía como la sangre abandonaba mi cara.

-¿A qué… te refieres? Lakme me estás asustando para ya con esto. –mi cuerpo me estaba rogando con huir de ahí pero mi orgullo no me lo permitía, le había prometido a Lucciano que volvería con ayuda y ella sería la única que podría otorgármela y no me iría sin ella.

Las débiles luces se las velas murieron y un suave jadeo lleno de temor se escapó por mi garganta. -…por favor, Lucciano necesita tu ayuda. –rogué una vez más esperando a que todo esto se tratara de una cruel broma por parte de ella. -Por favor Lakme. ¡No es momento de hablar de estas cosas! –mi cuerpo se puso rígido y la expresión de temor que tenía en la cara cambió por una de coraje al escuchar semejantes palabras tratando de averiguar lo que yo sentía mientras Lucciano podía estar muerto en estos momentos.

De pronto otra vez la voz chiflada y loca salió de ella. ¿Por qué su tono cambiaba tanto y de forma tan repentina? Me relajé un poco y la miré extrañada, parecía que alguien más estaba con ella mas yo no podía verle…

No, ella era esa otra persona también.

En cuanto pude aprender a diferenciar aquellas voces y sus personalidades, mi miedo hacía ella se esfumó pero me entró una nueva preocupación al escuchar que sus planes eran dejar morir a ese vampiro al cual le tenía cariño; mis ojos se cristalizaron al pensar en que la única esperanza que tenía para salvarlo se iba escapando de mis manos. ¿Qué haría entonces?, ¿Desobedecería una vez más a Lucciano y regresaría a salvarlo yo sola?, ¿Podría hacerlo?, ¿Aún era necesario?

“Solo por esta vez.” Había escuchado por primera vez el dulce y alegre tono de voz a forma de ruego que yo recordaba del día de ayer mientras las demás personalidades parecían acceder.

Un helado aire pareció golpearme la cara al sentir poco a poco recuperadas las esperanzas. -…si, solo por esta vez. –susurré mientras mis labios temblaban esperando que no fuera demasiado tarde.

Luego todo fue tan rápido y fugaz.

El cuerpo de Lakme me tocó la frente y apenas sentí sus dedos sobre mí, muchas imágenes corrieron dentro de mi mente como si una obra de teatro rápida estuviera sucediendo dentro de mi cabeza.

Velas que no necesitaban fuego para encenderse, telas similares a las que ya usaba pero combinadas de una manera diferente y vehículos que no usaban animales… todo era distinto y extraño, incluso Lucciano el cual veía con una mirada tan llena de emoción y ternura a una mujer que besaba tan apasionadamente como lo había hecho conmigo alguna vez.

Un momento...
Esas piernas, esa cara y esos labios, los ojos y el mismo cabello pelirrojo… ¡Esa chica era yo! ¿Por qué Lucciano me tomaba de esa manera y porque yo se lo permitía? Hablaba de aproximadamente 200 años pero, ¿En qué?

De pronto el telón de aquella obra de teatro bajó con telas color negro haciendo que me desmayara.

Abrí los ojos confundida ante ese sueño que había presenciado y con dolor de cabeza. Divisé algunos cuerpos ensangrentados en el suelo lo cual me hizo sentir náuseas e incorporar rápidamente la mitad de mi cuerpo en el suelo.

-¿Que pasó aquí? –dije para mí misma asqueada de toda esa escena que veía ante mis ojos hasta que mi vista se topó con la del cuerpo del vampiro herido y jadeando. Rápidamente me levanté y me dirigí hacia el sin acercarme demasiado observando como Lakme lo curaba.

Verlo tan débil me hacía sentir culpable, me había dado todas sus fuerzas para que yo pudiera salvarme. Pude haberme ido ilesa y dejarlo morir, él lo sabía… sin embargo se había arriesgado dándome su sangre inmortal dejándolo débil y herido.

-Así que tú eres la culpable de todo… -levanté la mirada llena de odio hacia la mujer apenas escuché sus palabras cuando me acerqué. Luego recordé lo que me había dicho Lucciano antes de salir de su mansión...

“Lo hacemos por nosotros y por Lakme, han descubierto su identidad y ‘alguien’ tiene demasiado interés por su ‘don’”

-¡Por tu culpa pudimos haber muerto ambos!, ¡El solo quería protegerte! –le grité y reclamé sin medir mis palabras. Acaricié el pecho de Lucciano el cual se movía de manera desenfrenada tratando de recuperar su vitalidad y luego busqué los dedos fríos de su mano para sujetarla. –Casi lo dejabas morir cuando fui a pedir tu ayuda... -mi voz sonaba grave y amenazadora, si Lucciano hubiera muerto todo sería su culpa... la ópera, el inquisidor que seduje, la trampa, la caja... todo había sido por ella. Él había querido protegerla arriesgando su propia vida y cargando también con la mía y aún así cuando había ido a buscarla no accedió de inmediato y se había puesto a jugar con esas miles de vocesitas... Ya no me importaba si esas voces habían sido o no ella, Lakme era la culpable de todas las desgracias que habíamos pasado. -...ibas a dejarlo aquí aun sabiendo que él lo estaba haciendo por ti… –mis ojos estaban llenos de enojo y mucho coraje, pero algo más había en ellos y era algo igual o mas grande que todo ese odio que a pasos grandes de agigantaban. Decepción. Desde que había aparecido en la vida de Lucciano tan solo había traido desgracias consigo y ahora que yo la acababa de conocer estaba pasando lo mismo. -…eres un peligro para él y para todos los que te rodean Lakme, no debiste aparecer nunca en la vida de Lucciano. -No medí mis palabras y las solté como cuchillos afilados. Si alguna vez había sentido admiración por aquella hermosa bailarina, desde este día y de ahora en adelante toda esa admiración que sentía se había convertido en algo más que solo celos, ahora la detestaría por todo lo que había hecho pasar a Lucciano no solo ahora, si no desde el momento en que se habían conocido... Lakme se había ganado mi odio.


Lilith O'Hara
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Mensaje por Lucciano Vecchio Dom Mayo 17, 2015 2:10 pm

Sus labios débilmente se aferraban a la única fuente que en ese momento le proporcionaba vida; poco a poco sus sentidos iban despertando, los sonidos inundaban sus oídos, su lengua podía notar el gusto a aquella poderosa sangre, exquisita, la luz penetraba su único ojo activo y luego el tacto... Pudo notar el calor humano de Lilith, su mano aferrarse a al suya, su voz reprochadora de las acciones de su Hacedora,

Su respiración antes acelerada se ralentizaba, y el aliento llegaba a sus pulmones. Un leve parpadeo y sus ojos pudieron distinguir la figura de ambas mujeres sobre él. Uno de sus ojos era del claro hielo, el otro era la oscuridad misma, apagado y sin vida... Inservible.

-Lo... Lo conseguiste, Lilith. -Aquella voz tan suya, tan peculiar volvía a rozar el aire débilmente. Al parecer el sonido de su voz fue lo que hizo que todos se silenciaran. -No es culpa suya.. es... es mía, no debería haberte traído, no debía de haberte engañado con otra lección. -Tosió levemente, su garganta se secaba, no había ingerido demasiado sangre. -Tenía que haberlo hecho solo... Quería anticiparme desde que me entere que la habían encontrado. -Había disculpa en su voz para la humana. El tuerto paso su mirada de Lilith a Lakme. -Moriría miles de veces por ella, soy un soldado, soy su protector cuando nuestros caminos se cruzan. Hice una promesa.

Miro a Lilith, y le apretó levemente la mano con las pocas fuerzas que tenía. Su ojo brillaba al mirarla de una manera extraña, que poco consciente de la oportunidad nueva que ella le había regalado al traer a Lakme al lugar, al traer a su salvación. Su sentimientos estaba realmente encontrados, si... Sentimientos. El vampiro egolatra, fanfarrón y egoísta que era el Lucciano los tenía; el siempre había tenido claro que el primero en su mundo era él y solo él, cuando todo su mundo familiar acabo con sus muchos biznietos, y luego venía Lakme por el valor que la inmortal que poseía en su mundo; para ahora sumarse Lilith, de la cual, por un parte tenía claro su lugar pero por otro estaba ese resquicio de temor y debilidad.

-Ella... Ella... Si no se cruza en mi camino aquella noche de nevada, yo hubiese muerto... No hubiésemos podido salvarlos a todos... Mi familia, mis hijos... Mi hermandad, yo mismo... -La justificaba por encima de todo, sabía que eso a Lilith no le haría ninguna gracia, pero era joven y desconocedora de sus secretos. Volvió a toser, y de nuevo volvió a beber lentamente de la herida que aun nos e había curado.

La luz del sol empezaba a iluminar las calles en el exterior y una carroza cubierta se acercaba poco a poco.
El ambiente era extraño, un silencio tenso y ni una rastro de inquisidores que debían de estar de camino. Los hombres que acompañaban a Lakme guardaban cada esquina vigilantes.

-Sé el riesgo que supone estar al lado de Lakme, pero no es la creadora de problemas... Ni del sufrimiento, son aquellos que ambicionan su don... -Pudo levantar la mano, y rozar con uno de sus dedos la mejilla de Lilith, la miraba con esa fascinación con la que solo él podía mirarla, la miraba con comprensión ante su actitud. -Fierecilla, puede que ahora no lo entiendas... Pero  ella... Ella: es "esperanza".

No eran los ojos de un hombre enamorado por su Hacedora, ni otro tipo de sentimiento lo que movían las palabras de Lucciano; Lilith seguro que en cierta manera podía notar la fe ciega que él tenía ella. ¿Esperanza? ¿De qué? ¿Qué era ese don del que tanto hablaba y que protegería con su vida? ¿Qué era lo que a Lilith se le escapaba?
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Mensaje por Lakme Lun Mayo 18, 2015 4:11 pm

Con el brazo extendido y sintiendo sus labios sobre su piel, aquella belleza milenaria permaneció en silencio con sus cabellos de ébanos cubriendo la mitad de su rostro.

No decía nada, solo observaba con gesto demasiado serio, esperando a que su sangre obrase aquel milagro que solía realizar. Por un momento suspiro con aliviada y sin quererlo no pudo evitar sonreír al ver como el único ojo de Lucciano se abría.

De repente Lilith comenzó a gritarle, lo único que pudo hacer ante tal reproche es callar y agachar la cabeza.
Por un instante mientras cada palabra chocaba contra ella, podía sentir como cierta fibra de su ser se sentía de nuevo culpable; volvía a sentir que la historia se repetía una y otra y otra vez, y nunca terminaba, y eso era lo único que ella conocía.

Como siempre Valder (Lucciano) la defendía ante el desconocimiento de aquella mortal, pero tal vez era mejor que viviese en aquella ignorancia, no saber nada de lo que ella poseía desde nacimiento, no saber nada de sus visiones y dones, de cuantos la ansiaban, de cuanto había renunciado a la mortalidad por ver lo que ocurría en ese futuro que ella nunca se había detenido en ver y que con paciencia esperaba, a pesar de que la desesperación había llegado alguna vez en su vida y había querido ser reducida como otros ancianos a las cenizas, pero “ellos” no la dejaban. Era la desventaja de nacer enlaza a un ente más antiguo que la propia humanidad, y encima convertirse en inmortal para conservarlo por los siglos.
El vampiro en su debilidad volvía a tomar de su sangre, ella solo miraba a la nada y sentía sus labios suaves absorbiendo su energía, de nuevo seguía con su discurso de fidelidad, sin darse cuenta que ella no iba a entenderlo que solo iba a conseguir llevarla a la incomprensión por su posición,a alejarla de él y a herirla, en suma a odiar más a Lakme.

“Estos hombres...”.  Pensó para sus adentros, ella si se había dado cuenta como espectadora de aquella tensión romántica-sexual entre ambos, en lo mucho que se parecían y a la vez chocaban. Eran un perfecto complemento. Era todo lo que desearía para su vástago, admitiéndolo sinceramente.

-Ella tiene razón. -Tan solo dijo apretando su mandíbula y de manera cortante a Lucciano. -Todo lo que toco lo destruyo. -Ella se inclinó y beso superficialmente los labios de Lucciano y luego su frente. -Y lo sabes mejor que yo. Nos marchamos.

Se levanto y con un gesto simple, los hombres de ropajes azules y extraños cargaron con Lucciano.

-Ya no tenemos lugares seguros, mis “Lobos” os llevaran a uno, y yo me marcharé de la capital. Sé termino el espectáculo para mí. -Aquello le dolía decirlo, era la primera vez en siglos que había cogido la suficiente valentía para desenterrar aquellas danzas sagradas que en su antiguo Egipto natal, y en su mortalidad usaba para adorar a su diosa. Era la primera vez que había decidido salir de las sombras y retar al mundo desvelando su rostro.

Justo cuando dio sus primeros pasos y antes de que Lucciano fuese a replicar, ella extendió su mano e hizo uso de su poder. De repente el vampiro cayó dormido.

-Sé que me odias, y que no entiendes “su” actitud. Pero eres la primera que tantos siglos ha sacado algo de humanidad en él. -Se dirigió a Lilith. -No la destruyas, ya que al fin y al cabo es lo único de valor que nos queda... Lo que fuimos en el pasado, nuestras historias, nuestra memoria... Nuestros sentimientos. Es lo único que nos hace seguir vivos. -Y justo de ir a cruzar la puerta se detuvo frente a ella y tomo su rostro entre sus manos, sus labios se posaron sobre los de ella y con sonrisa lánguida dijo. -Nos volveremos a ver, en esta vida o en la otra, dentro de unos pocos siglos, cuando la noche tenga tanta luz que compita con la del día. Comprenderás, y tu también tendrás esperanza.
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