Always and forever || Cárthaigh Family

por **Mikolas** Miér Feb 25, 2015 10:08 pm

“Más que nada, anhelaba la muerte.
Eso lo sé ahora. Yo la invité.
Una emancipación del dolor de vivir.”

-No es personal…son solo…negocios.- Murmuro con voz gélida aunque no menos profunda mientras se daba la vuelta. Gritos…No, aullidos, si, aullidos de dolor. Eran música para los oídos de quien, con una sonrisa retorcida en su níveo rostro, salía de la habitación limpiándose las ensangrentadas manos con un pañuelo blanco, solo para después tirarlo en el suelo. Fuera de aquello estaba impecable, como siempre. Un simple humano quería burlarse en su cara, una maldita sabandija mortal se había atrevido a ignorar la astucia y los miles años que el vampiro llevaba transitando por esta tierra. Que le robara era una cosa, era predecible de los neandertales, sinceramente aquello no le importaba. Era un hombre bastante rico, multimillonario, si podida decirse, ¿Pero qué insultaran su inteligencia? Eso en definitiva era su sentencia de muerte. Y de aquello se encargarían sus hombres, no dejarían un cadáver reconocible, es más, estaba seguro que no quedaría resto alguno del humano.

Mikolas abrió las puertas del oculto sótano y camino tranquilamente por un largo pasillo que daba acceso a las diversas instalaciones del nuevo negocio que en parís poseía, había sido inaugurado días anteriores, y como era de esperarse estaba lleno. No hay mejor negocio que la codicia, no importa si eres un humano o un ser sobrenatural, cuando deseas algo más que de lo que piensas, y aquello es muy fuerte, eres capaz de hacer lo que sea con tal de conseguir siquiera la oportunidad de obtenerlo, (lo sabrá el que había sido usado como objeto de trueque.) Y para el humano no hay cosa más atractiva, que el dinero fácil. Por eso su casa de juegos tenía tanto éxito. Verlos sumidos en el vicio y consumidos por la codicia le llenaba de satisfacción. ¿El por qué? Era algo que se guardaba, él no hablaba o confraternizaba mucho, ni siquiera con los empleados que tenían años para él y se podía decir que tenían su confianza. Mikolas posea un temperamento reservado y muy serio. Solo se limitaba a darles estrictas órdenes, revisar que absolutamente todo se hiciera según sus instrucciones, y de que no hubiese ningún peligro de que su naturaleza fuera expuesta a miembros del personal, pocos le conocían realmente y tenía contados empleados cercanos, muy pocos podría decirse, y eran aquellos que se lo habían ganado a pulso en su vida mortal, aquellos a quienes les dio el abrazo. Y quienes aun después de siglos continuaban a su lado demostrando lealtad. Tal cual su maestro había hecho con él.

-Tengo un compromiso, quizás vuelva antes del alba, de lo contrario, espero no ser molestado, ni recibir mensaje alguno de nimiedades. –El vampiro miro de reojo a su contrario- ¿Esta claro? – El vampiro asintió. – Esta demás decir que sabes qué hacer con quien se pasa de listo o forme algún tipo de espectáculo en mi establecimiento…-se terminaba de colocar los guantes y arreglar su pajarita, sin necesidad de verse en un espejo sabía que estaba perfecto para la ocasión, impecable y con expresión neutra, siempre era una sorpresa cada vez que demostraba una emoción al público, salvo en lo privado donde por lo general se podía observar en su rostro cierta diversión ante el dolor y la venganza.

[…]

El vampiro se encontraba en la entrada del Theatre des Vampires, Vyse parecía con ganas de presenciar un espectáculo esa noche, y aquello…era inusual, pero Mikolas no se pudo negar en acudir a la cita con su maestro, después de todo y a través de los milenios entre ellos se había creado cierto vinculo además de los negocios en los que estaban asociados. Entro en el elegante vestíbulo pintando de carmesí y decorado con una gran lámpara de araña, de las cuales cientos de velas desprendían una luz tenue, agregándole cierto misterio y elegancia al lugar, más de lo que debería. Entonces observo que las personas aún permanecían dispersas en este, su olfato capto el olor de humanos vampiros y otras criaturas, pero aquello último en minoría, entonces supuso que la mitad de aquellos humanos, como menos, serian parte del show y jamás volverían a ver la luz del día.

-Esta vez haz llegado antes…Eso en ti es una hazaña. -Aquella voz con tono de burla tras él fue reconocía inmediatamente. Solo el podría hacer comentarios acerca de la estricta puntualidad del irlandés. Dándose la vuelta lentamente observo tras el la figura de quien lo había convocado hasta allí. – Sin embargo yo llegue primero y me he dado cuenta de algo que debo advertirte…- Hizo una pausa-Ellos están aquí. –Los ojos de Mikolas se abrieron un poco, y su postura fue un poco más rígida pero no menos elegante, el sabia a que se refería, Vyse nunca le pondría sobre alerta de algo que él no pudiese controlar. Sin embargo aquello era caso aparte. Siempre lo seria. –Desaparecere de esta sala, no tengo ganas de un re-encuentro, nos vemos dentro.

Un impresionado pero visiblemente calmado Mikolas, recorrió el salón completo en busca de aquellos rostros que había dejado de ver desde que los espíritus dejaron de hablarle al convertirse en vampiro. Mucho tiempo, demasiado podría decirse, pero aquellas caras estaban grabadas con fuego en su memoria. Entonces allí, en una esquina, situada al lado de una estatua de mármol que evocaba a la venus de milo, un par de ojos rojos le encontraron, mirándoles con la astucia que les caracterizaba pero con una chispa de curiosidad. Aquellos ojos que recordaba tan bien. Los ojos de su madre.

por **Scarlett Crane** Dom Mar 08, 2015 4:59 pm

"Verlo era sentirse entre vasos vacíos y ceniceros sucios.
Transaparente por momentos, tóxicos por otros"

Vyse se le había cruzado a Muriel sin planearlo y quizás sin siquiera reconocerla. Y así estaba bien, porque ella pretendía seguirlo y dar con el paradero de Mikolas a como diera lugar. No sabía si él estaba vivo o si permanecía con él, pero el inmortal al que los Cárthaigh habían entregado su hijo era la pieza fundamental en aquél extraño puzle.

La última vez que ella y Carrick vieron a su hijo, tenía ocho años. Mikolas era un niño de hermosa apariencia y poder, puesto que heredaba lo mejor de cada familia de hechiceros celtas que tenían por ascendencia sus padres. Sin embargo siempre parecía muy callado. Para ellos, quizás fuera demasiado tranquilo comparado con ellos, pero tal vez aquél silencio era muestra de lo que haría de él un hombre analítico y probablemente inteligente ¿Cómo luciría ahora? De verlo ¿Sería capaz de reconocer en él los rasgos de ella y de Carrick para no confundirlo con cualquier otro? Era complicado, Mikolas tuvo ocho años hace más de mil seiscientos años.

La irlandesa sabía el lugar donde Vyse residía pero no había pasado por allí más de lo necesario para confirmar su presencia. Lo había seguido muy pocas veces y en aquella ocasión había cargado consigo a Carrick para dilucidar de una vez por todas las dudas que tenían acerca de su hijo que, para ser sinceros, no sabían siquiera si estaba vivo o por qué lo buscaban después de tanto tiempo.

Siguieron al inmortal que también había creado a Carrick y llegaron al teatro. Una vez allí, ingresaron mezclándose entre la gente y observando a la distancia a Vyse que aún continuaba solo. —Por momentos me pregunto qué demonios hacemos aquí— cuestionó de mala gana a Carrick, aunque era ella quién más había insistido en aquella empresa. Quizás debieran esperar a que la noche avanzara para quizás confrontarlo. O probablemente algo diera un giro que les cambiara la rutina e hiciera de esa noche algo diferente a una aburrida persecución. No obstante guardaron el silencio que les fue posible para no alertarlo de ningún modo.

La mitad del recinto estaba lleno y en la sala contigua la gente avanzaba para ocupar los mejores lugares. Vyse estaba de pie, inmutable y con el típico gesto soberbio que Muriel recordaba, hasta que un vampiro de edad avanzada pero de apariencia joven llegó y lo saludó con absoluta confianza ¿Podría ser él? Aún no podía saberlo, menos aun cuando el recién llegado se quedó solo y Vyse desaparecía entra la multitud ¿Por qué no habían seguido más a Vyse? En vez de hacerlo se quedaron observando al “desconocido” a lo lejos, hasta que la gente cada vez fue menos y la vista de aquél que continuaba inmóvil mejoró.

Sus ojos de pronto parecieron buscar algo y tras pocos segundos los de aquél muchacho y los de Muriel se cruzaron, quedándose fijos allí durante aún más tiempo y sin siquiera parpadear. El parecido con Carrick era bastante, sobre todo para la época en que Muriel lo conoció siendo un enemigo. Era él, se jugaba esa noche a que lo era y por lo mismo apretó apenas el brazo de quien fuera aún su esposo —Es él— le dijo en un susurro, siendo incapaz de decir o pensar nada más.

¿Qué sentía Muriel para ese momento? No lo tenía claro, porque a pesar de sus ambiciones, aquél seguía siendo su hijo, el único que tuvo y el único que tendría a menos que encontrara el grimorio. Quizás podría hacer lo mismo que con Carrick, tratarlo como si nada y mostrarse inquebrantable anteponiendo cualquier sentimiento. Pero las dudas la invadían y aquél muchacho que podría reconocerlos, también tenía toda la posibilidad y el derecho de odiarlos y querer eliminarlos. Por primera vez en muchos años no sabía que hacer ni por qué, y fue por lo mismo que se mantuvo inmóvil y con el rostro adusto como si no sintiera nada, esperando que Carrick o Mikolas la sacaran de ese modo de mirarlo mientras parecía estar hecha en piedra.

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