AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Join in you [Neliel y Camila]
3 participantes
Página 1 de 1.
Join in you [Neliel y Camila]
“El atardecer se puede confundir con tu sonrisa”
Incluso para un sobrenatural como yo, los últimos días del frío otoño son bastante molestos, avisaban que pronto el invierno se avecinaría y las tardes de correr entre niños jugando con balones se terminarían. El ruido divertido de las hojas rompiéndose entre mis patas no volvería a existir hasta dentro de un año antero. Y mis garras comenzarían a sufrir las nevadas y congelamientos de pisos, que terminaban por hacerme resbalar y mojar. Lo cual solo era divertido cuando lo hacíamos en el lago con Camila, arrastrarnos hasta llegar al otro lado en nuestras formas animales. Recordarlo me hizo sonreír tanto que cuando pasé por al lado de unas damas, no se gastaron en disimular su curiosidad y asombro por mi rostro. Pero no me importó y tan solo apuré el paso para llegar más rápido a mi destino. Se preguntarán cual era y la respuesta es más que sencilla. Una corrida hasta la casa de aquella gata, hacerla girar entre los brazos y llevarla a pasear por los jardines o algún lugar donde pueda aprovecharme de su entusiasmo y besarla en cada rincón de su cuerpo y su alma. Estaba tan anonado en mis propios pensares que casi llevo por delante a dos ancianos y una niña que vendía unas largas rosas que estaban metidas en una canasta de mimbre. La miré por unos segundos y palpé mis bolsillos. Tenía los francos que había rescatado de entremedio de las sabanas y el suelo. Algunas veces se cruzaba por mi cabeza acomodar la casa en la que vivía. Seguro y me volvía millonario. Pero no pasaría, no por el momento. Así que le entregué un franco entero, seguramente mucho más de lo que salía la flor, porque recibí dos a cambio.
— ¿Ésta otra es para mí? Me robarás el corazón. — Coqueteé con la pequeña niña que lucía un gran gorro de paja y un vestido gastado en las puntas blanco y grisáceo. Su piel era extranjera, color marrón oscuro y sus labios eran anchos con unos ojos extremadamente negros. Pero a mi mirar, era como un pequeño ángel caído del cielo. Pues su sonrisa blanca y avergonzada me dejando tildado, como quien no puede encubrir su entusiasmo. Pronto fueron sus dedos los que se movieron, insistiendo en que siga mi camino. Quizá no sabía hablar, no me resultaría extraño, la vida de los esclavos era sumamente difícil, muchos podían entender lo que decíamos, pero no podían responder, ni tampoco les salía escribir. Por mi parte, era bastante tosco escribiendo, pero sabía leer lo suficiente en francés como para considerarme normal. El problema es que mi nacionalidad era estadounidense, con lo cual el inglés mi idioma natal. Pero nadie lo sabía, tan solo Camila, por obvias razones, pero divulgarlo era perjudicial, la época, aunque estábamos en un lapso de paz, no permitía demasiados forasteros y menos si se trataba de los de clase baja o media, todos terminaban como esclavos o sirvientes. Chasqueé la lengua ante el pensamientos y seguí el camino propuesto, con ojos vigilantes y controlando todo a mi alrededor. Siempre había sido despistado, pero desde que la inquisición comenzó la cacería y más luego de la muerte de aquella que sería mi suegra, las cosas iban de mal en peor. Y no tenía otra salida más que intentar que nadie me descubriera, lo que me obligaba a andar la mayor parte del día como una persona normal, mis instintos querían salir de mí de manera tajante y yo se lo estaba impidiendo, lo cual me ponía más hiperactivo.
Pero por otra parte, tenía que estar agradecido, aún no habíamos tenido encuentros con ellos desde aquel suceso que había dejado a Camila con la tristeza a flor de piel. Al parecer no nos habían visto en aquel auto de fe o bien dicho, en la quema de su madre. El recuerdo perduraba en mi cabeza cada noche, apresándola como si fuese una pequeña alimaña, el abrazo agarrotado para no permitirle ir a salvarla y el pequeño tiritar de un alma pura a punto de quebrarse. Suspiré y bajando la mirada me encontré con las flores, eran rojas y apenas estaban floreciendo, por lo que se encontraban con los pétalos muy levemente abiertos. Tenían algunas espinas y lucían hermosas, pero eso no estaba bien, ella no se merecía una flor con un tallo para lastimarse. A decir verdad, ninguna mujer merecía algo como eso. Por lo que saqué la pequeña navaja de mi bolsillo y me dispuse a cortar los gajos, sin ver hacía donde caminaba. Sin percatarme de que me encontraría con alguien mucho más parecido a un ángel de lo que me había hallado minutos atrás, quizá -justamente- esa había sido la razón de las dos flores en mis dedos.
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 14/05/2013
Edad : 31
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
"Se puede ser delicada
como las más adorables hadas
sin ser necesariamente una de ellas."
—Catulle Mendès.
como las más adorables hadas
sin ser necesariamente una de ellas."
—Catulle Mendès.
Sólo bastaría un pequeño descuido de Kirian para que la pequeña Neliel hiciera de las suyas, esa curiosa suya era la le causaba dolores del cabeza al cambiante, quien ya hace un tiempo había asumido responsablemente su paternidad y parecía no molestarle en lo absoluto, en realidad él parecía estar feliz al lado de su pequeña Neliel. La niña había heredado las habilidades mágicas de su madre y eso resultaba un tanto complicado para Kirian, quien a veces no hallaba cómo explicarle a la infanta ciertas situaciones que eran atribuidas al saber mágico. Como por ejemplo, las extrañas criaturas o los espíritus que veía en los bosques, el no saber reconocer las auras y eso asustaba un tanto al hombre, pues siendo Neliel tan pequeña e inocente, podría estar expuesta a cualquier peligro, pero en partes la presencia de Iduna, el espíritu de la madre de la niña, lo tranquilizaba y se llevaba esa angustia con tan sólo susurros.
Ese día, padre e hija paseaban por las calles de la ciudad, Neliel abrumaba con tantas preguntas a Kirian, quien no podía evitar reírse de sí mismo al sentirse completamente fuera de sí con todas las interrogantes de la pequeña. Su diestra sostenía fielmente la mano de su padre, mientras que con su otro brazo abrazaba a su querido Señor Nieve. La brujita observaba curiosa a todas aquellas personas que incurrían en la ciudad a pesar de que el otoño iba haciéndose más frío con el pasar de los días. Neliel disfrutaba de correr por el bosque y sentir las hojas secas crujir bajo sus pies y tomar las que más le gustaban para hacer sus coronas de hojas tal como se lo había enseñado su madre.
Estaba muy feliz, ese día habían ido a visitar a Gretchen y la mujer había tejido un lindo abrigo para la niña y una bufanda para Kirian. Parecía que aquella mujer hacia de madre del cambiante y abuela de Neliel, pues, desde el momento en que se despidió de ambos en el hospital, se preocupaba por su bienestar. La infanta jamás olvidaría a Gretchen, la recordaba con infante emoción, pues cuando su madre había fallecido, sería la enfermera quien decidió acoger a Neliel, pero por razones del destino fue Kirian quien al final cargaría con la responsabilidad de cuidarla.
—Papi, ¿por qué en otoño hace tanto frío si es todo tan bonito? —Interrogó con la curiosidad típica de los niños, mientras Kirian compraba algo de alimento—. Lucecitas… ¡Haditas! —Sólo bastó un pequeño descuido para que Neliel, motivada por su nata curiosidad y habilidad para ver otros seres, siguiera alegremente las pequeñas esferas de luz de las cuales más nadie reparaba.
La infanta correteaba tras aquellos diminutos seres sin percatarse de más nada, era algo común en los niños, esa inocencia capaz de alejar cualquier miedo y lanzarse a la aventura con mucho valor. La pequeña Neliel se centró tanto en sus juegos que terminó por alejarse completamente de su padre. Cuando sus pasos se detuvieron se dio cuenta que estaba perdida entre las personas que paseaban de un lado a otro, pero ella jamás mostró una señal de estar asustada. Abrazó a su peluche y caminó entre las calles buscando a sus nuevos amigos. No sabía cómo regresar con Kirian, pero estaba confiada de que el Señor Nieve la ayudaría, como siempre lo hacía. Al echar la vista hacia adelante, de nuevo, las esferas brillantes que tanto había perseguido aparecieron de la nada, ocultándose entre el abrigo de un hombre, sin que éste pudiera notarlo. A Neliel le pareció curioso que aquel personaje tuviera algo parecido con su padre. Era el aura, pero la niña apenas conocía sobre el tema, así que sin la hubieran invitado, corrió tras el hombre con toda la confianza que sólo un infante era capaz de conservar.
—Disculpe señor que se parece a Papi, ¿podría regresarme mis lucecitas? —Dijo al momento de haber alcanzado al hombre y por supuesto también tiró de la tela del abrigo que éste cargaba encima—. Es que las seguí desde hace ratote y ahora lo usaron a usted como escondite.
Neliel era capaz de sonreír aún en las situaciones más arriesgadas, siendo capaz de conmover a cualquiera. Sus enormes ojos azules se fijaron en el cambiante que tenía en frente. Entre sus bracitos se refugiaba su querido peluche y continuaba de pie esperando que de nuevo sus queridas “lucecitas” volvieran a aparecer.
Ese día, padre e hija paseaban por las calles de la ciudad, Neliel abrumaba con tantas preguntas a Kirian, quien no podía evitar reírse de sí mismo al sentirse completamente fuera de sí con todas las interrogantes de la pequeña. Su diestra sostenía fielmente la mano de su padre, mientras que con su otro brazo abrazaba a su querido Señor Nieve. La brujita observaba curiosa a todas aquellas personas que incurrían en la ciudad a pesar de que el otoño iba haciéndose más frío con el pasar de los días. Neliel disfrutaba de correr por el bosque y sentir las hojas secas crujir bajo sus pies y tomar las que más le gustaban para hacer sus coronas de hojas tal como se lo había enseñado su madre.
Estaba muy feliz, ese día habían ido a visitar a Gretchen y la mujer había tejido un lindo abrigo para la niña y una bufanda para Kirian. Parecía que aquella mujer hacia de madre del cambiante y abuela de Neliel, pues, desde el momento en que se despidió de ambos en el hospital, se preocupaba por su bienestar. La infanta jamás olvidaría a Gretchen, la recordaba con infante emoción, pues cuando su madre había fallecido, sería la enfermera quien decidió acoger a Neliel, pero por razones del destino fue Kirian quien al final cargaría con la responsabilidad de cuidarla.
—Papi, ¿por qué en otoño hace tanto frío si es todo tan bonito? —Interrogó con la curiosidad típica de los niños, mientras Kirian compraba algo de alimento—. Lucecitas… ¡Haditas! —Sólo bastó un pequeño descuido para que Neliel, motivada por su nata curiosidad y habilidad para ver otros seres, siguiera alegremente las pequeñas esferas de luz de las cuales más nadie reparaba.
La infanta correteaba tras aquellos diminutos seres sin percatarse de más nada, era algo común en los niños, esa inocencia capaz de alejar cualquier miedo y lanzarse a la aventura con mucho valor. La pequeña Neliel se centró tanto en sus juegos que terminó por alejarse completamente de su padre. Cuando sus pasos se detuvieron se dio cuenta que estaba perdida entre las personas que paseaban de un lado a otro, pero ella jamás mostró una señal de estar asustada. Abrazó a su peluche y caminó entre las calles buscando a sus nuevos amigos. No sabía cómo regresar con Kirian, pero estaba confiada de que el Señor Nieve la ayudaría, como siempre lo hacía. Al echar la vista hacia adelante, de nuevo, las esferas brillantes que tanto había perseguido aparecieron de la nada, ocultándose entre el abrigo de un hombre, sin que éste pudiera notarlo. A Neliel le pareció curioso que aquel personaje tuviera algo parecido con su padre. Era el aura, pero la niña apenas conocía sobre el tema, así que sin la hubieran invitado, corrió tras el hombre con toda la confianza que sólo un infante era capaz de conservar.
—Disculpe señor que se parece a Papi, ¿podría regresarme mis lucecitas? —Dijo al momento de haber alcanzado al hombre y por supuesto también tiró de la tela del abrigo que éste cargaba encima—. Es que las seguí desde hace ratote y ahora lo usaron a usted como escondite.
Neliel era capaz de sonreír aún en las situaciones más arriesgadas, siendo capaz de conmover a cualquiera. Sus enormes ojos azules se fijaron en el cambiante que tenía en frente. Entre sus bracitos se refugiaba su querido peluche y continuaba de pie esperando que de nuevo sus queridas “lucecitas” volvieran a aparecer.
Neliel Stendhal- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Re: Join in you [Neliel y Camila]
“Será el camino brillante que te hará seguir”
Las dos flores, junto a una bolsa de papel, eran sujetadas por mi mano derecha, en lo que la otra estaba dentro del bolsillo de aquel saco que llevaba puesto. El frío era suave, casi viscoso sobre mi piel que mantenía una temperatura constante más alta que la de los humanos. No tenía bufanda o guantes puestos, me eran incómodos para andar. Más iba con paso firme por las calles, yendo directamente a aquel lugar en donde me pasaba largas tardes, acariciando unos cabellos rubios y alborotados. Intentando encontrar una sonrisa que se había perdido cuando la tristeza había contaminado su interior. Suspiré y cerrando los ojos empecé a ir a trote más alto, notando en aquel instante como una presencia estaba persiguiéndome. En principio, no miré hacia atrás, la razón es porque sabía que si lo hacía sería algo peligroso y arriesgado. Por lo contrario, me quedé aferrado a mí mismo, sintiendo la esencia sobrenatural en las lejanías. Algo se estaba acercando y cuando al fin me giré para ver, casi con los puños alzados. La nada misma estaba contra mí. Mis orbes verdes y sobresaltados se quedaron observando y enarcando una ceja, intenté ver más allá, por los bosques. Me sentía acechado y estuve a punto de separarme de mis pertenencias para ir a husmear en la forma de un canino. Lastimosamente o quizá para mi suerte, una mano pequeña me asaltó por detrás y agaché la cabeza para saber de qué se trataba. Un casquito rubio se apareció frente a mí por arte de magia. Su aura era tranquila, dulce y muy pura. Completamente diferente a la que antes estaba sintiendo. Así que, a menos que estuviese en alguna clase de ilusión, la niña no era una amenaza.
Me agaché, apoyándome sobre mis rodillas y me quedé mirando sus ojos, sonriendo de punta a punta. Así que una niña hechicera es lo que tenía de vanguardia. Era peculiar la cantidad de sobrenaturales que estaban escondidos en Paris, una de las sedes con más inquisidores del mundo. Y aun así, pasábamos desapercibidos mucho más que en las zonas abandonadas del planeta. — ¿Tus lucecitas? ¿Y dónde me las he guardado? — Investigué exageradamente mis bolsillos, abriendo mi saco en lo que lo sacudía un poco. Sonriéndole emocionadamente, con una pequeña risa que estaba guardando para mis adentros, me resistía a dar la apariencia de estar jugando. La realidad es que ella tranquilamente podía tener razón, las brujas eran seres excepcionalmente perceptivos y más aún si se trataba de una niña, que veían los seres espirituales con más facilidad. Ya que sus círculos mágicos estaban abiertos y dispuestos a todo. Miré entonces alrededor, buscando de alguna manera a aquel “papi” del que ella antes había hablado. Pero no era prudente seguir en ese lugar, pues estaba seguro, realmente convencido, de que alguien me estaba espiando y podía deberse a muchas cosas que para mí infortunio, no eran nada bueno. Me encargaría de ello en otra oportunidad. No dejaría que nadie termine matándome y menos ese día, con aquella pequeña muchachita que tal parecía estaba perdida.
— Creo que no puedo ver tus luces, si quieres puedes buscarlas en mis bolsillos. Soy Keath, ¿de qué lado viniste persiguiéndolas? Mmm, creo que te has portado mal. Tenemos que volver con tu papi o nos regañarán a ambos. ¿Me quieres decir tu nombre? — Me levanté entonces de estar en cuclillas y con cuidado revolví la bolsa de madera. Hacía apenas unos minutos había terminado de guardar la navaja con la que cortaba las espinas. Y daba gracias, pues era tan bruto que podía haberse resbalado de mis dedos y lastimado a aquella niña que extrañamente se había acercado. Era una sensación rara, sus ojos claros y su sonrisa dulce parecían haberme hecho un hechizo de santidad. Pero nada difería más de la realidad que eso. Así que me dispuse a entregarle un bollo con crema dentro. Era el aperitivo habitual que comíamos con Camila en las tardes, con grandes tazas de infusiones. — ¿Quieres uno? Iba a casa de mi novia, ¿acaso quieres que se enojen conmigo y enamorarme tú? — Bromeé en lo que curiosamente observaba el peluche que ella sujetaba entre sus brazos. Con fuerzas lo estaba estrujando y aunque sin duda no parecía tener miedo de haberse perdido. Se notaba que sabía que estaba lejos de donde debería. Y esperaba que aquellos seres mágicos que se habían escondido entre mis ropas estuviesen ahora llamando su atención desde afuera. Sabía tratar con niños, pero no justamente en forma humana. Más era habitual en mí, jugar con ellos de forma canina, con las bolas de tela o haciendo de partícipe en las fiestas de té de las niñas.
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 14/05/2013
Edad : 31
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
"Misty lights 'neath the tree of life,
The midnight air was crisp.
Gathered in the circle of night,
The will o'the wisp."
—Will O' The Wisp - Woodland.
The midnight air was crisp.
Gathered in the circle of night,
The will o'the wisp."
—Will O' The Wisp - Woodland.
Neliel era muy traviesa, su curiosidad infantil la llevaba a lugares que para alguien tan pequeño eran magníficamente fantásticos. Aunque eso terminaba causándoles grandes dolores de cabeza a Kirian. Pero algo poderoso y especial cuidaba a esa niña tan pequeña, la conciencia maternal de su madre, ese espíritu que la seguía a todas partes y la alejaba de grandes peligros. ¿Qué iba a saber Neliel de inquisidores y cazadores? ¿De gente malvada? Ella era tan sólo una niña, un alma pura e inocente, que creció entre ovejas y era resguardada por seres espirituales poco comunes, a los cuales seguía a todas partes.
Y precisamente, esos seres, fueron la que guiaron a la pequeña por las calles de la ciudad hasta que no pudo saber ni siquiera en donde estaba o peor aún, en dónde estaba su padre. Pero eso no era algo que hiciera que Neliel temiera, no era una niña asustadiza y esa extraña valentía que sacaba era sin duda especial. Ella se sentía confiada de que su papi, su peluche y sus “haditas”, la cuidarían siempre.
Daba pequeños saltitos y algunas veces les sonreía a las personas con las que se tropezaba mientras iba en búsqueda de sus preciadas lucecitas. Hasta les decía a aquellos que preguntaban si estaba perdida que ella sólo buscaba a sus lucecitas y ellas la llevarían hasta su padre, que estaba comprando galletitas para la merienda. Luego de sus palabras continuaba el camino, infinito y divertido, perdiéndose de vez en cuando en el inmenso cielo azul volviendo de nuevo a pegar la carrera atrás de sus amigos elementales y deteniéndose cuando éstos, en sus acostumbradas jugarretas y quién sabe por qué razón, se ocultaron entre las prendas de un hombre al que Neliel consideró que era parecido a su padre, porque según ella “tenía los mismos colores de su papi”.
Siendo una infanta no sabía del atrevimiento y viviendo como un espíritu libre en el mundo, no entendía los modales de las personas de la ciudad. Sólo conservaba con mucho cariño todo lo que le había enseñado su amada madre, aunque para una niña todo aquello no poseía el mismo significado como para un adulto.
La niña sonreía ampliamente mientras el hombre se revisaba los bolsillos en busca de las lucecitas de las que le había hablado Neliel. Las cuales empezaban a jugar con el cambiante, saliéndose de los bolsillos, vacilantes y volviéndose a ocultar en éste. La brujita sabía que ellas estaban jugando y ella dejó soltar una risita cubriéndose la boca y guardándoles el secretito de su escondite a sus amiguitos.
—Están jugando al escondite —susurró para luego taparse la boca con una de sus manitos—. Dicen que podrás encontrarlas si cierras tus ojitos y te concentras mucho… —Apretó los parpados exageradamente.
De repente, algo la hizo perder el equilibrio, se trataban de los espíritus elementales de antes que le dieron un empujoncito; eran unas criaturas bastante juguetonas y Neliel se echó a reír llevándose la mano en la cabeza como si se estuviera sosteniendo de ésta. Pero cuando escuchó que se estaba portando mal, le hizo una seña con el dedo índice de manera negativa, haciendo lo mismo con su cabeza.
—No me porté mal, sólo buscaba a mis lucecitas, que no pueden estar solitas porque se pueden perder… Y mi nombre es Neliel, tengo cuatro años, así —mostró cuatro de sus deditos para enfatizar mejor lo que había dicho—. ¿Son dulcecitos? —Preguntó mientras tomaba de lo que le ofrecía el cambiante y dándole un mordisco al panecillo, asintió— sabe bien… Es dulcecito. Le guardaré la mitad a papi —sonrió y observó al hombre ladeando levemente su cabeza— ¿Enamorarme? ¿Eso se come? Yo no como personas, eso lo hacen los malos y yo no soy mala. Si no me porto bien, entonces mami no me cuidará desde el país de las hadas.
Y precisamente, esos seres, fueron la que guiaron a la pequeña por las calles de la ciudad hasta que no pudo saber ni siquiera en donde estaba o peor aún, en dónde estaba su padre. Pero eso no era algo que hiciera que Neliel temiera, no era una niña asustadiza y esa extraña valentía que sacaba era sin duda especial. Ella se sentía confiada de que su papi, su peluche y sus “haditas”, la cuidarían siempre.
Daba pequeños saltitos y algunas veces les sonreía a las personas con las que se tropezaba mientras iba en búsqueda de sus preciadas lucecitas. Hasta les decía a aquellos que preguntaban si estaba perdida que ella sólo buscaba a sus lucecitas y ellas la llevarían hasta su padre, que estaba comprando galletitas para la merienda. Luego de sus palabras continuaba el camino, infinito y divertido, perdiéndose de vez en cuando en el inmenso cielo azul volviendo de nuevo a pegar la carrera atrás de sus amigos elementales y deteniéndose cuando éstos, en sus acostumbradas jugarretas y quién sabe por qué razón, se ocultaron entre las prendas de un hombre al que Neliel consideró que era parecido a su padre, porque según ella “tenía los mismos colores de su papi”.
Siendo una infanta no sabía del atrevimiento y viviendo como un espíritu libre en el mundo, no entendía los modales de las personas de la ciudad. Sólo conservaba con mucho cariño todo lo que le había enseñado su amada madre, aunque para una niña todo aquello no poseía el mismo significado como para un adulto.
La niña sonreía ampliamente mientras el hombre se revisaba los bolsillos en busca de las lucecitas de las que le había hablado Neliel. Las cuales empezaban a jugar con el cambiante, saliéndose de los bolsillos, vacilantes y volviéndose a ocultar en éste. La brujita sabía que ellas estaban jugando y ella dejó soltar una risita cubriéndose la boca y guardándoles el secretito de su escondite a sus amiguitos.
—Están jugando al escondite —susurró para luego taparse la boca con una de sus manitos—. Dicen que podrás encontrarlas si cierras tus ojitos y te concentras mucho… —Apretó los parpados exageradamente.
De repente, algo la hizo perder el equilibrio, se trataban de los espíritus elementales de antes que le dieron un empujoncito; eran unas criaturas bastante juguetonas y Neliel se echó a reír llevándose la mano en la cabeza como si se estuviera sosteniendo de ésta. Pero cuando escuchó que se estaba portando mal, le hizo una seña con el dedo índice de manera negativa, haciendo lo mismo con su cabeza.
—No me porté mal, sólo buscaba a mis lucecitas, que no pueden estar solitas porque se pueden perder… Y mi nombre es Neliel, tengo cuatro años, así —mostró cuatro de sus deditos para enfatizar mejor lo que había dicho—. ¿Son dulcecitos? —Preguntó mientras tomaba de lo que le ofrecía el cambiante y dándole un mordisco al panecillo, asintió— sabe bien… Es dulcecito. Le guardaré la mitad a papi —sonrió y observó al hombre ladeando levemente su cabeza— ¿Enamorarme? ¿Eso se come? Yo no como personas, eso lo hacen los malos y yo no soy mala. Si no me porto bien, entonces mami no me cuidará desde el país de las hadas.
Neliel Stendhal- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Re: Join in you [Neliel y Camila]
En un principio había pensado que sería un día completamente normal, especial a su manera, ya que disfrutaba cada segundo que pasaba alrededor de la esencia de la cambiante felina. Pero uno cotidiano al fin y al cabo; no obstante me encontré con que estaban a punto de tergiversar todos mis razonamientos. Pues aquella pequeña hechicera estaba deambulando por mi entorno. Desde siempre me habían dado algo de curiosidad, el hecho de poder hacer cosas fuera de lo común con solo decir un par de palabras me sorprendía mucho. Sin embargo no estaba demasiado contento con el aura explosiva de la niña, suficiente tenía que pasar desapercibido por las calles cuando todo estaba despejado; tener que caminar junto con la rubia sería algo realmente laborioso. Pero no quería hacerle notar mi preocupación, en realidad ella no parecía tenerlo en lo más mínimo lo cual me hacía mentirme a mí mismo, pensando en que todo estaría bien. — ¿Eso dicen? Y dime, Neliel, ¿De dónde viniste? — Consulté, ignorando por completo la idea de cerrar mis ojos, mis preocupaciones de adultos eran algo que actualmente me estaba molestando bastante, me gustaba mucho más estar como un perro labrador correteando y jugando con los niños, pero no en Paris ni en el tiempo en el cual vivíamos, llenos de amenazas, en donde tiempo atrás incluso había llegado a ver como un niño era parte de la inquisición, de apenas nueve años, ya iba de cacería. Eso, fue lo que sacó el último anhelo de esperanza que tenía para con la sociedad.
— Ohh… ¿Será que tu mami nos estará espiando ahora mismo? —Consulté en tanto me proponía a comenzar a caminar, la bruja diminuta no parecía ser capaz de decirme de qué lado de la ciudad había venido, así que decidí que lo mejor sería llevarla a donde estaba Camila, aunque ambos teníamos grandes habilidades de rastreo, no se me daba muy bien ser completamente sigiloso para olisquearla y por otro lado, sabía que la felina estaría preocupada pues aún no había llegado a nuestro hogar. Tomé entonces la mano desocupada de la niña y comencé a dar pasos lentos hacía donde antes me dirigía. — Por supuesto que no eres mala, ¿eres quizá traviesa? Te presentaré a una amiga, así vamos junto con tus hadas a buscar a papá, seguro él estará preocupado. — Comente con la sonrisa tonta en mi rostro, observado como la niña se guardaba un pedazo de pan dulce en el bolsillo. Estaba preocupado, ¿cómo podría haberse perdido de al lado de su padre? ¿Acaso éste quizá la habría querido perder en propósito? No, no podía siquiera imaginarme algo como eso. Intenté mantener la calma, mirando a cada paso que daba sus ojos extremadamente claros, eran casi transparentes. Y así como podía leerle el aura, también podía notar sus pequeños pensamientos inocentes. Ella parecía estar segura de lo que hacía, como si no le tuviese miedo a nada ni nadie y en realidad, probablemente era cierto. No parecía temer, siquiera estaba asustada por haberse perdido. Por momentos, pensé en dudar de su alma pura, pero no pude negarme a ayudarla, no tenía capacidades físicas ni mentales como para dejarla sola por más extraña que ella pareciera. — ¿Tienes cuatro años? ¿Así? ¿Te dieron premio por ser tan grande? — Mostrando mis cuatro dedos, intentaba distraerla, caminando despacio, pero en ritmo para salir de allí, me sorprendí un poco cuando la vi tambalearse, pensé que quizá estaría mareada pero escucharla reír me dio la pauta de que probablemente era otro ser de energía que estaba jugando con ella. — Tienes muchos amigos que te persiguen a todos lados, ¿tienen nombre? — En parte, estaba curioso, ver tanta estamina flotando a su alrededor me hacía pensar que quizá, en algún futuro, ella sería una poderosa bruja de los elementos, pero me preguntaba también si aguantaría en Paris con tantas fuerzas cósmicas rodeándola.
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 14/05/2013
Edad : 31
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
¿miedo? ¿Qué era eso para Neliel? Pues al parecer, nada. La niña poseía un espíritu alegre y curioso; aparte, la protección que le brindaba las energías de su difunta madre era la que motivaba a la infanta a sentirse completamente segura, como si París fuera su patio de juegos, en donde no correría ningún peligro. Ella contaba con la compañía de su padre y por supuesto, la de sus “amigos”, que eran nada más y nada menos que espíritus del mundo elemental, todo aquel creado por la naturaleza. Siendo tan pequeña, Neliel era capaz de usarlos a su favor, pero no lo hacía de manera consciente, sino simplemente se dejaba llevar por su emoción infantil. Claro, esos seres eran los mismos que aparecían en las historias que le relataba su madre y el hecho de poder verlos era algo maravilloso para una niña de su edad.
Realmente no se esperaba encontrarse con alguien que poseyera los mismos tonos del aura de Kirian, la infanta desconocía todo el tema de las auras. Era de suponerse, pues sólo contaba con cuatro años de edad y su madre, quien había sido su maestra en la magia, había fallecido hace poco, por lo tanto, todo indicaba que Neliel debía aprender por su cuenta sobre el uso de sus poderes y habilidades. Sin embargo, no parecía sentirse muy presionada o curiosa; Neliel disfrutaba de las cosas que aprendía o que veía, todo para ella era una gran aventura.
—Yo vine de… Yo vine de muchos lugares muy bonitos, por allá —señaló a la distancia, en donde apenas se alcanzaban a ver las copas de los árboles del bosque—. Estaba de paseo porque papi iba a comprar galletitas y me aburría de estar tanto tiempo de pie. Me dolían mis piecitos —alzó un pie y luego el otro como si estuviera marchando.
Neliel ni siquiera se percató de la preocupación del hombre y los espíritus que la rodeaban tampoco advirtieron sobre el cambio en el aura del cambiante. Quizás lo que buscaban las criaturas era evitar tanta angustia por parte de aquel, ¿por eso tropezarían a propósito, incluso guiando a la pequeña Neliel hasta él? Puede ser, las criaturas de la naturaleza suelen ser enigmáticas a la hora mover las piezas del destino a su favor.
—Mami siempre está conmigo porque ella dice que tiene que cuidarme hasta que yo esté grande, porque cuando yo sea grande seré como ella —esbozó una amplia sonrisa mientras caminaba al lado del hombre—. ¿Un amiga? ¿Y cómo se llama tu amiga? ¿A ella también le gustan los dulces? Mis lucecitas dicen que también irán porque tienen que cuidarnos de los ogros, entonces irán adelante y sonarán como campanitas para que sepas que están ahí. —Hizo una mueca al escuchar lo de la edad, como si estuviera pensando— pero no soy tan grande como mami, me falta muchote para ser como ella… Papi dice que algún día lo seré y así me darán un premio. Ojalá sean galletitas, ¿te gustan las galletitas con chocolate? A mí sí, son muy ricas. Papi siempre me compra galletitas con chocolate en la tiendita del señor de los pasteles.
La brujita parecía estar cómoda al lado del cambiante y al parecer, sus espíritus acompañantes, también. Neliel de vez en cuando les echaba un vistazo cuando alguna de estas criaturas se les acerca y ella no hacía más que esbozar una sonrisa y seguirla con la mirada.
—Pues ellas tienen muchos nombrecitos algo raritos y no sé decirlos bien, así que sólo les digo lucecitas y por ahí me entienden —sonrió y alzó sus cejas con emoción infantil— ¿las escuchas? Hacen como campanitas… Ding ding ding —movió su cabeza de un lado a otro—. Dicen que les agradas y por eso dejan que las escuches…
Realmente no se esperaba encontrarse con alguien que poseyera los mismos tonos del aura de Kirian, la infanta desconocía todo el tema de las auras. Era de suponerse, pues sólo contaba con cuatro años de edad y su madre, quien había sido su maestra en la magia, había fallecido hace poco, por lo tanto, todo indicaba que Neliel debía aprender por su cuenta sobre el uso de sus poderes y habilidades. Sin embargo, no parecía sentirse muy presionada o curiosa; Neliel disfrutaba de las cosas que aprendía o que veía, todo para ella era una gran aventura.
—Yo vine de… Yo vine de muchos lugares muy bonitos, por allá —señaló a la distancia, en donde apenas se alcanzaban a ver las copas de los árboles del bosque—. Estaba de paseo porque papi iba a comprar galletitas y me aburría de estar tanto tiempo de pie. Me dolían mis piecitos —alzó un pie y luego el otro como si estuviera marchando.
Neliel ni siquiera se percató de la preocupación del hombre y los espíritus que la rodeaban tampoco advirtieron sobre el cambio en el aura del cambiante. Quizás lo que buscaban las criaturas era evitar tanta angustia por parte de aquel, ¿por eso tropezarían a propósito, incluso guiando a la pequeña Neliel hasta él? Puede ser, las criaturas de la naturaleza suelen ser enigmáticas a la hora mover las piezas del destino a su favor.
—Mami siempre está conmigo porque ella dice que tiene que cuidarme hasta que yo esté grande, porque cuando yo sea grande seré como ella —esbozó una amplia sonrisa mientras caminaba al lado del hombre—. ¿Un amiga? ¿Y cómo se llama tu amiga? ¿A ella también le gustan los dulces? Mis lucecitas dicen que también irán porque tienen que cuidarnos de los ogros, entonces irán adelante y sonarán como campanitas para que sepas que están ahí. —Hizo una mueca al escuchar lo de la edad, como si estuviera pensando— pero no soy tan grande como mami, me falta muchote para ser como ella… Papi dice que algún día lo seré y así me darán un premio. Ojalá sean galletitas, ¿te gustan las galletitas con chocolate? A mí sí, son muy ricas. Papi siempre me compra galletitas con chocolate en la tiendita del señor de los pasteles.
La brujita parecía estar cómoda al lado del cambiante y al parecer, sus espíritus acompañantes, también. Neliel de vez en cuando les echaba un vistazo cuando alguna de estas criaturas se les acerca y ella no hacía más que esbozar una sonrisa y seguirla con la mirada.
—Pues ellas tienen muchos nombrecitos algo raritos y no sé decirlos bien, así que sólo les digo lucecitas y por ahí me entienden —sonrió y alzó sus cejas con emoción infantil— ¿las escuchas? Hacen como campanitas… Ding ding ding —movió su cabeza de un lado a otro—. Dicen que les agradas y por eso dejan que las escuches…
Neliel Stendhal- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Re: Join in you [Neliel y Camila]
Menuda estrella brilla en nuestro pequeño planeta
Esther Earl
Me encontraba esperando pacientemente a Keath en el lugar que ahora era nuestro hogar; le esperaba en una de esas típicas citas en las que solíamos quedarnos en casa y comer algún postre, como cualquier pareja normal de humanos solo que claro, nosotros éramos un poco más especiales. Los tiempos eran complicados para nosotros y por eso mismo es que decidimos usar nuestras formas animales lo menos posible, en un intento de llamar lo menos posible la atención de la inquisición que en esos tiempos se habían vuelto más implacables que nunca cuando sospechaban de alguien. Mi familia ya había sido golpeada por eso hecho, pues hacía unos cuantos días había perdido a mi madre en manos de los inquisidores y desde ese momento, tanto el perro como yo, nos habíamos vuelto más precavidos siendo esa misma idea de que teníamos que protegernos la que me hizo salir de la casa con preocupación.
Si bien Keath tenía la mala costumbre de quedarse en algún sitio para llevar algo a casa que me hiciera sonreír, la verdad era que ya había pasado demasiado tiempo desde que abandonara nuestro hogar y ese detalle me preocupaba demasiado. Aún no había sido capaz de decirle a Keath mis temores más recientes, los que a su vez también me impulsaban a salir en su búsqueda. Desde la muerte de mi madre, había comenzado a sentir que existía algo o alguien que me seguía continuamente y vigilaba cada uno de mis movimientos.
– Por favor que estés a salvo – hable para mi, pero dirigiendo esas palabras al perro. Habiendo perdido tan recientemente a mi madre, me sentía incapaz de soportar una perdida más en mi vida, por lo que me apure a seguir el camino usual y el más concurrido por el que íbamos a casa.
Con cada paso que daba mi preocupación se volvía mayor, creía que el corazón iba a salírseme del pecho y que en el momento menos esperado iba a echarme a llorar de manera desconsolada, todo aún sin saber si es que el perro realmente se encontraba en peligro (que esperaba fuera meramente mi paranoia). Giraba entonces por una de las callejuelas cuando un olor familiar llegó hasta mi; con algo más de lentitud avance entre la gente, solo hasta que mis ojos dieron finalmente con la figura de Keath y entonces si, avance con paso más veloz y una tranquilidad cada vez mayor al saberlo a salvo.
– Keath, eres un tonto – le dije al tiempo que la distancia entre ambos llegaba a su fin y terminaba por abrazarle en la calle – ¿Sabes lo preocupada que estaba? – después de preguntar eso me separe de él con cuidado y fue solo hasta que lo hice, que note la otra aura y mis ojos siguieron la mano de Keath, que se mantenía aferrada a la de una pequeña de cabellos rubios, mirada inocente y un aura mágica hermosa – Así que por eso no habías llegado a casa, tenías una cita con otra rubia – dije con diversión al perro antes de agacharme y centrarme en la pequeña – ¿Quién es ella? – pregunte al perro sin dejar de mirar a la infanta – Es una pequeña hermosa – sonreí fascinada, pues verla era encontrar algo de paz y pureza en tiempos oscuros.
Esther Earl
Me encontraba esperando pacientemente a Keath en el lugar que ahora era nuestro hogar; le esperaba en una de esas típicas citas en las que solíamos quedarnos en casa y comer algún postre, como cualquier pareja normal de humanos solo que claro, nosotros éramos un poco más especiales. Los tiempos eran complicados para nosotros y por eso mismo es que decidimos usar nuestras formas animales lo menos posible, en un intento de llamar lo menos posible la atención de la inquisición que en esos tiempos se habían vuelto más implacables que nunca cuando sospechaban de alguien. Mi familia ya había sido golpeada por eso hecho, pues hacía unos cuantos días había perdido a mi madre en manos de los inquisidores y desde ese momento, tanto el perro como yo, nos habíamos vuelto más precavidos siendo esa misma idea de que teníamos que protegernos la que me hizo salir de la casa con preocupación.
Si bien Keath tenía la mala costumbre de quedarse en algún sitio para llevar algo a casa que me hiciera sonreír, la verdad era que ya había pasado demasiado tiempo desde que abandonara nuestro hogar y ese detalle me preocupaba demasiado. Aún no había sido capaz de decirle a Keath mis temores más recientes, los que a su vez también me impulsaban a salir en su búsqueda. Desde la muerte de mi madre, había comenzado a sentir que existía algo o alguien que me seguía continuamente y vigilaba cada uno de mis movimientos.
– Por favor que estés a salvo – hable para mi, pero dirigiendo esas palabras al perro. Habiendo perdido tan recientemente a mi madre, me sentía incapaz de soportar una perdida más en mi vida, por lo que me apure a seguir el camino usual y el más concurrido por el que íbamos a casa.
Con cada paso que daba mi preocupación se volvía mayor, creía que el corazón iba a salírseme del pecho y que en el momento menos esperado iba a echarme a llorar de manera desconsolada, todo aún sin saber si es que el perro realmente se encontraba en peligro (que esperaba fuera meramente mi paranoia). Giraba entonces por una de las callejuelas cuando un olor familiar llegó hasta mi; con algo más de lentitud avance entre la gente, solo hasta que mis ojos dieron finalmente con la figura de Keath y entonces si, avance con paso más veloz y una tranquilidad cada vez mayor al saberlo a salvo.
– Keath, eres un tonto – le dije al tiempo que la distancia entre ambos llegaba a su fin y terminaba por abrazarle en la calle – ¿Sabes lo preocupada que estaba? – después de preguntar eso me separe de él con cuidado y fue solo hasta que lo hice, que note la otra aura y mis ojos siguieron la mano de Keath, que se mantenía aferrada a la de una pequeña de cabellos rubios, mirada inocente y un aura mágica hermosa – Así que por eso no habías llegado a casa, tenías una cita con otra rubia – dije con diversión al perro antes de agacharme y centrarme en la pequeña – ¿Quién es ella? – pregunte al perro sin dejar de mirar a la infanta – Es una pequeña hermosa – sonreí fascinada, pues verla era encontrar algo de paz y pureza en tiempos oscuros.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 391
Fecha de inscripción : 10/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
Su hermosa cabellera rubia parecía brillar entre todo lo demás, claro que su aura me asustaba, había llegado a conocer tanto a la cambiante felina que era fácil notar sus cambios de humor, cuando pasaba de uno a otro sus energías se comprimían o expandían como si la presión a su alrededor se transformara. Era una densidad fuera de lo común y que, por supuesto, me atraía como un imán de polo opuesto haciéndome girar en su eje sin ninguna resistencia por mi parte. Si se hubiese tratado de otro momento, hubiese saltado a sus brazos, para hundirla en el suelo de la calle y besarla sin siquiera pensar en que una docena de personas podían estar mirándonos. ¡Eso no era algo por lo que temer! Podía ser precavido en mis conversiones animales, incluso en la forma de utilizar los dones que tenía, pero jamás, nunca, encarcelaría todo el amor y la pasión que tenía para la felina. Mas en ese momento la pequeña y adorable niña estaba a mi lado. Una mujercita que se había escapado de al lado de su padre, el cual no me cabía la menor duda que seguro estaba buscándonos y con un ataque de nervios total, pues yo así lo estaría y al observar las formas compatibles que tenía con aquel diminuto ángel, no había dudas de que aquel otro señor era una persona de confiar. Un hombre, por supuesto distraído por naturaleza e incapaz de hacer dos cosas al mismo tiempo, incluso si se trataba de cuidar a su hija y comprarle algo de comer en el mismo momento. Podía comprenderlo, aunque me daba gran frustración creer que me podría suceder. — ¿Quieres que te lleve en brazos así descansas los pequeños pies que tienes? ¡Ah! Esos zapatos son hermosos, ¿tu papa los eligió? — Bromeé con la sonrisa principesca tatuada sobre los labios, asintiendo con cuidado a cada palabra de la niña.
Estaba al tanto de que Camila estaba llegando, podía olerla y temía que estuviese enfadada, pero no había dudas de que luego se derretiría como el pequeño postre que era cuando sus ojos se toparan con los pardos de la muñeca que sujetaba mis dedos con una fuerza fraternal. —Oh, le encantan los dulces, ella se llama Camila y nos ayudará a encontrar a tu papá. Sí… las escucho, ellas te trajeron al campeón indicado. Yo Keath, por mi honor, prometo llevarte al mundo de las galletitas y encontrar a papá. — Me comprometí con ímpetu al tiempo que aquel sonido peculiar de la espiritualidad se hacía presente. Hubiese gustado poder saborearlo por un poco más de tiempo, sin embargo, al parecer era éste mismo el que se había adelantado, dejándome con una esbelta mujer, fina y elástica como si se tratase de una fiera salvaje y pues bien, así lo era. Alcé mi brazo libre, rodeándola por completo, apretándola dulcemente contra mi pecho, sin dejar que la otra chiquilla se fuera, no podría soportar dejar que vuelva a perderse. — Princesa, sí lo soy, pero ésta vez tengo razones más importantes que un pudin de chocolate. — Le aseguré entre sonrisas al tiempo que observaba como el dúo de ojos claros se enfocaba uno con otro. Claramente parecían familiares, la piel terminó por hacerme elevar los vellos. La imaginación corrió una maratón y los sentimientos una vez más me apuñalaron con deseos. Los inhibí, no quería pensar en mis ganas de formar una familia, de tenerla a ella como mi esposa y hacerla tener miles de pequeños príncipes y princesas como lo era aquella niña a mi lado. — Creo que me he enamorado de ésta otra rubia, ¿sabes? […] Puedes presentarte una vez más a nuestra nueva acompañante, ¿quieres? Mientras podemos seguir y buscar al papa, ¿cómo se llama tu padre? — Consulté, dándole a entender a Camila que la niña se había perdido, estaba seguro que ella misma se daría cuenta de que se trataba de una bruja. Lo cual nos ponía en claro peligro, más siendo que aquella muchachita no podía controlarse y emanaba una gran cantidad de estamina a su paso. Eso, aunque quisiera negarlo, me atraía, me emocionaba como el perro que siempre se ha metido en problemas. Una energía vital sumamente grande y pude notar que mantenía un ángel, un fantasma que la protegía a todo momento. El aura de su madre fallecida seguramente la rondaba a donde quiera que vaya y recordé entonces a Camila y a la muerte de su propia progenitora, pensando entonces, que quizá, si ella se enterara lo de la niña y la manera en lo que ésta se tomaba la muerte, quizá, podría comenzar a superar aquel sufrimiento que solo yo era capaz de notar las veinticuatro horas del día. Escondido, intentando camuflarse con sonrisas humildes, pero destrozado aun así. — Tenemos una meta, encontrar a papá y luego ir a asaltar una tienda de galletas con chispitas de chocolate. ¿Nos quieres acompañar? Seguro serán buenas amigas, ¿No lo crees Neliel? ¿Qué piensas de mi amiga? —
Estaba al tanto de que Camila estaba llegando, podía olerla y temía que estuviese enfadada, pero no había dudas de que luego se derretiría como el pequeño postre que era cuando sus ojos se toparan con los pardos de la muñeca que sujetaba mis dedos con una fuerza fraternal. —Oh, le encantan los dulces, ella se llama Camila y nos ayudará a encontrar a tu papá. Sí… las escucho, ellas te trajeron al campeón indicado. Yo Keath, por mi honor, prometo llevarte al mundo de las galletitas y encontrar a papá. — Me comprometí con ímpetu al tiempo que aquel sonido peculiar de la espiritualidad se hacía presente. Hubiese gustado poder saborearlo por un poco más de tiempo, sin embargo, al parecer era éste mismo el que se había adelantado, dejándome con una esbelta mujer, fina y elástica como si se tratase de una fiera salvaje y pues bien, así lo era. Alcé mi brazo libre, rodeándola por completo, apretándola dulcemente contra mi pecho, sin dejar que la otra chiquilla se fuera, no podría soportar dejar que vuelva a perderse. — Princesa, sí lo soy, pero ésta vez tengo razones más importantes que un pudin de chocolate. — Le aseguré entre sonrisas al tiempo que observaba como el dúo de ojos claros se enfocaba uno con otro. Claramente parecían familiares, la piel terminó por hacerme elevar los vellos. La imaginación corrió una maratón y los sentimientos una vez más me apuñalaron con deseos. Los inhibí, no quería pensar en mis ganas de formar una familia, de tenerla a ella como mi esposa y hacerla tener miles de pequeños príncipes y princesas como lo era aquella niña a mi lado. — Creo que me he enamorado de ésta otra rubia, ¿sabes? […] Puedes presentarte una vez más a nuestra nueva acompañante, ¿quieres? Mientras podemos seguir y buscar al papa, ¿cómo se llama tu padre? — Consulté, dándole a entender a Camila que la niña se había perdido, estaba seguro que ella misma se daría cuenta de que se trataba de una bruja. Lo cual nos ponía en claro peligro, más siendo que aquella muchachita no podía controlarse y emanaba una gran cantidad de estamina a su paso. Eso, aunque quisiera negarlo, me atraía, me emocionaba como el perro que siempre se ha metido en problemas. Una energía vital sumamente grande y pude notar que mantenía un ángel, un fantasma que la protegía a todo momento. El aura de su madre fallecida seguramente la rondaba a donde quiera que vaya y recordé entonces a Camila y a la muerte de su propia progenitora, pensando entonces, que quizá, si ella se enterara lo de la niña y la manera en lo que ésta se tomaba la muerte, quizá, podría comenzar a superar aquel sufrimiento que solo yo era capaz de notar las veinticuatro horas del día. Escondido, intentando camuflarse con sonrisas humildes, pero destrozado aun así. — Tenemos una meta, encontrar a papá y luego ir a asaltar una tienda de galletas con chispitas de chocolate. ¿Nos quieres acompañar? Seguro serán buenas amigas, ¿No lo crees Neliel? ¿Qué piensas de mi amiga? —
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 14/05/2013
Edad : 31
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
La confianza que suelen depositar los niños en ciertas personas es inquebrantable. Los pequeños ofrecen sus más sinceras sonrisas a aquellos que les brinden protección y amistad. Eso mismo ocurría con Neliel, quizás era muy ingenua, pues apenas tenía cuatro años, pero algo le decía que podía confiar en aquel hombre con el que tropezó por accidente mientras seguía a sus amigos elementales, quienes paseaban a su lado, flotando como pequeñas esferas brillantes que sólo la niña era capaz de ver. Sujetaba con firmeza la mano masculina y de vez en cuando, esquivaba los charquitos de agua, dando brincos cortos. Ella no tenía miedo, no le asustaba ir al lado de un desconocido, la verdad se sentía tan segura como cuando estaba al lado de su padre.
Sentía curiosidad por conocer a la muchacha de la que tanto hablaba su nuevo amigo. A Neliel le gustaba hacer nuevas amistades, conocer a muchas personas con las que pudiera jugar y el destino se había encargado de colocarle en el camino a dos personas maravillosas.
Observó desde su altura a la chica rubia que se había dirigido al cambiante. En un principio, Neliel ignoró lo de la cita, a su edad, se escapaban ciertas cosas de su comprensión. Al fijar su mirada con la de la mujer, esbozó una sonrisa amplia, de esas que sólo ella era capaz de mostrar. Y moviendo su pequeña mano, le saludó:
—¡Hola! —mencionó animada—. ¿A ti también te gustan los dulces? ¿Verdad que son ricos? Mis amigas haditas dicen que eres muy bonita.
Neliel hablaba con una seguridad increíble sobre sus compañeros elementales, se refería a éstos como criaturas muy reales y que en su condición, era capaz de ver sin problema, hasta podía acercarse a esos seres sin problema alguno. Había heredado toda habilidad mágica de Iduna, su madre y eso de seguro la convirtiría en una gran hechicera en el futuro. Pero ahora era apenas una niña que necesitaba cuidados, a pesar de siempre estar protegida.
—Mi papi se llama Kirian y es altototote —agregó, poniéndose de puntitas y extendiendo su brazo derecho, pues con el otro sostenía a su peluche—. Y le gusta andar por el bosque y siempre jugamos a que yo soy un dragón malote, malote... Grrr.
Se quedó mirando a Keath pensativa, tanto él como su amiga estaban dispuestos a buscar a su papá. Pero la idea de las galletitas no pudo pasarla por alto. A Neliel le encantaban las galletas, eran, entre todos los dulces, sus favoritas.
— ¿Y si compramos galletitas y luego vamos a buscar a mi papi? —Dijo con una sonrisa en los labios—. Así nos hacemos más fuertesotes —asintió muy convencida de su idea—. Las lucecitas siempre encuentran a papi cuando me pierdo, luego les preguntamos a ellas. Compremos galletitas. Por favor, por favor, por favor, por favor, ¿si?
Sentía curiosidad por conocer a la muchacha de la que tanto hablaba su nuevo amigo. A Neliel le gustaba hacer nuevas amistades, conocer a muchas personas con las que pudiera jugar y el destino se había encargado de colocarle en el camino a dos personas maravillosas.
Observó desde su altura a la chica rubia que se había dirigido al cambiante. En un principio, Neliel ignoró lo de la cita, a su edad, se escapaban ciertas cosas de su comprensión. Al fijar su mirada con la de la mujer, esbozó una sonrisa amplia, de esas que sólo ella era capaz de mostrar. Y moviendo su pequeña mano, le saludó:
—¡Hola! —mencionó animada—. ¿A ti también te gustan los dulces? ¿Verdad que son ricos? Mis amigas haditas dicen que eres muy bonita.
Neliel hablaba con una seguridad increíble sobre sus compañeros elementales, se refería a éstos como criaturas muy reales y que en su condición, era capaz de ver sin problema, hasta podía acercarse a esos seres sin problema alguno. Había heredado toda habilidad mágica de Iduna, su madre y eso de seguro la convirtiría en una gran hechicera en el futuro. Pero ahora era apenas una niña que necesitaba cuidados, a pesar de siempre estar protegida.
—Mi papi se llama Kirian y es altototote —agregó, poniéndose de puntitas y extendiendo su brazo derecho, pues con el otro sostenía a su peluche—. Y le gusta andar por el bosque y siempre jugamos a que yo soy un dragón malote, malote... Grrr.
Se quedó mirando a Keath pensativa, tanto él como su amiga estaban dispuestos a buscar a su papá. Pero la idea de las galletitas no pudo pasarla por alto. A Neliel le encantaban las galletas, eran, entre todos los dulces, sus favoritas.
— ¿Y si compramos galletitas y luego vamos a buscar a mi papi? —Dijo con una sonrisa en los labios—. Así nos hacemos más fuertesotes —asintió muy convencida de su idea—. Las lucecitas siempre encuentran a papi cuando me pierdo, luego les preguntamos a ellas. Compremos galletitas. Por favor, por favor, por favor, por favor, ¿si?
Neliel Stendhal- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Re: Join in you [Neliel y Camila]
Ese hombre iba a terminar con mi vida. No podía quedarme tranquila cuando lo sabía lejos de mí, exponiéndose a los peligros de las calles parisinas. Prefería en esos casos exponerme yo a su lado que quedarme como ese día, esperando a que volviera a casa o a que nunca más lo hiciera. Por eso fue que cuando mis ojos dieron con él, camine decidida y mirándole con seriedad, ¿Qué se pensaba, que podía hacerme sufrir de esa manera? Pero toda la molestia se desvaneció al tenerlo a mi alcance, siendo así como termine abrazada a él, riendo por la manera en que aceptaba siempre todo lo que le decía.
– Más te vale que fuera más importante que pudín – susurre en su oído antes de ver a la pequeña que se encontraba a su lado y maravillarme por su presencia. Con una enorme sonrisa en los labios hice la broma de que me engañaba con ella, aunque la respuesta del perro hizo que se llevara un golpecito de mi parte – Te enloquecen las rubias, ya me di cuenta de ello.
El aura mágica que rodeaba a aquella pequeña transmitía una paz tan maravillosa que no podía dejar de sonreír al verla, así como no podía dejar de pensar en lo bien que lucía Keath llevando niños de su mano.
– Claro que me presentare. Mi nombre es Camila, un gusto conocerte hermosa – me inclinaba para hablar con la infanta, quien de manera natural provocó que mis mejillas enrojecieran – Tú eres mucho más bonita que yo, pero diles a tus amigas que les agradezco mucho y que ellas deben ser igual de bonitas que tú – asegure, antes de asentir a su pregunta de los dulces – Me encantan los dulces, son de lo más rico que se puede comer y… – iba a continuar hablando con la niña cuando observe a Keath y fruncí el entrecejo – ¿Buscar a su padre? – comprendí entonces el motivo por el que aquel canino no fue capaz de abandonar a la niña. ¿Qué clase de padre abandonaba a su pequeña en medio de París y sin protección alguna? Claro que encontró a Keath, pero eso no significaba que siempre iba a toparse con personas buenas – Pequeña dinos todo de tu papá para poder ayudarte a encontrarlo – dije después del perro, escuchando entonces la descripción infantil del padre que respondía al nombre de Kirian.
Me preocupaba el hecho de que la brujita no se pudiera encontrar con su padre pero ella parecía estar tan segura y despreocupada que no pude evitar sonreírle y después mirar a Keath.
– Roggers, parece que la misión ha cambiado. Primero vayamos por galletitas y después buscaremos al padre ¿si? – le dedique una amplia sonrisa, olvidando por completo la preocupación por la que antes me hiciera pasar y mire nuevamente a la pequeña – Neliel, ¿Pierdes de vista seguido a tu papá? ¿No se preocupa él por ti? – cuestione a la infanta, al tiempo que le ofrecía mi mano también para que juntos fuésemos en dirección a la panadería.
– Más te vale que fuera más importante que pudín – susurre en su oído antes de ver a la pequeña que se encontraba a su lado y maravillarme por su presencia. Con una enorme sonrisa en los labios hice la broma de que me engañaba con ella, aunque la respuesta del perro hizo que se llevara un golpecito de mi parte – Te enloquecen las rubias, ya me di cuenta de ello.
El aura mágica que rodeaba a aquella pequeña transmitía una paz tan maravillosa que no podía dejar de sonreír al verla, así como no podía dejar de pensar en lo bien que lucía Keath llevando niños de su mano.
– Claro que me presentare. Mi nombre es Camila, un gusto conocerte hermosa – me inclinaba para hablar con la infanta, quien de manera natural provocó que mis mejillas enrojecieran – Tú eres mucho más bonita que yo, pero diles a tus amigas que les agradezco mucho y que ellas deben ser igual de bonitas que tú – asegure, antes de asentir a su pregunta de los dulces – Me encantan los dulces, son de lo más rico que se puede comer y… – iba a continuar hablando con la niña cuando observe a Keath y fruncí el entrecejo – ¿Buscar a su padre? – comprendí entonces el motivo por el que aquel canino no fue capaz de abandonar a la niña. ¿Qué clase de padre abandonaba a su pequeña en medio de París y sin protección alguna? Claro que encontró a Keath, pero eso no significaba que siempre iba a toparse con personas buenas – Pequeña dinos todo de tu papá para poder ayudarte a encontrarlo – dije después del perro, escuchando entonces la descripción infantil del padre que respondía al nombre de Kirian.
Me preocupaba el hecho de que la brujita no se pudiera encontrar con su padre pero ella parecía estar tan segura y despreocupada que no pude evitar sonreírle y después mirar a Keath.
– Roggers, parece que la misión ha cambiado. Primero vayamos por galletitas y después buscaremos al padre ¿si? – le dedique una amplia sonrisa, olvidando por completo la preocupación por la que antes me hiciera pasar y mire nuevamente a la pequeña – Neliel, ¿Pierdes de vista seguido a tu papá? ¿No se preocupa él por ti? – cuestione a la infanta, al tiempo que le ofrecía mi mano también para que juntos fuésemos en dirección a la panadería.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 391
Fecha de inscripción : 10/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
La sola imagen, en la lejanía, no hacía más que provocarme pequeñas alucinaciones de amor. Una familia perfectamente completa, con una niña a la cual cuidar dulcemente, una madre hermosa a la cual adorar y besar cada vez que pudiera. Mis ojos se desorbitaban de los deseos de darle empalagosos besos a la muchacha. En cambio le pasé la mano por su cintura aguantando todos aquellos deseos que estaban en popa. Simplemente era un perro incontrolable, amando a una felina audaz. Y dejé explotar mi risa cuando ambas se presentaron. Era todo teatral y divertido, aunque me tomaba muy en serio el hecho de que ella se había perdido. Estaba en buenas manos, de eso no había dudas, pero; ¿qué haría yo si mi propia hija se me perdiera? Sin duda enloquecer terriblemente y andar en forma canina por todos lados hasta encontrar a mi niño. ¡¿Qué tanto podía correr una pequeña como esa?! Claro, los seres mágicos seguramente la ayudaban mucho en sus aventuras, seres que físicamente no podía ver, pero no dudaba que estuvieran. Escuché el tono de mí rubia, me aseguré entonces que comprendiera la situación, éramos buenos hablando en códigos, mantener la calma era algo que habíamos aprendido a los golpes. En aquel lugar en donde ella misma no había podido controlarse y también en la pelea que habíamos tenido en los comienzos, siempre enfrentándonos a todos con tal de encontrar la libertad. Al final eso era algo que jamás podríamos tener, simplemente, Paris no era un buen lugar para lo sobrenatural y huir era la única alternativa para nosotros. Para poder tener una verdadera felicidad, casarnos, amarnos continuamente sin el temor que nos encontraran. Le sonreí, mostrando los dientes vivamente en lo que una risa divertida terminó por salir y tomé la mano de la niña que hablaba con seguridad y fuerzas. Era increíble y deseé tener una niña tan hermosa y perspicaz como esa.
— ¿Acaso tanta hermosura hay en un solo lugar? Pues bien, compremos esas galletas, conozco la panadería indicada en donde las chispas de chocolate son especiales y abundantes. Mientras tanto cuéntanos, Neliel, ¿qué te dicen tus amigas? ¿A dónde nos tendríamos que dirigir luego de las galletas? Esto es información clasificada. — Le aseguré agachándome para acercar la oreja a ella, mirando a Camila a los ojos en tanto esperaba la información. Y fue que pronto, llegamos al lugar, acababa de salir de allí después de todo. Pedí una abundante cantidad de barquillos chispeados en una bolsa de madera dura. Estaban tibias y el chocolate parecía derretirse en la boca. Como todo buen hombre, le entregué el paquete a la fémina que tenía al lado mío, manteniendo una expresión feliz durante todo el camino. A sí mismo, buscaba en los alrededores cualquier hombre que fuese alto y estuviera buscando a alguien. — Mandaré a algunos animales a buscarlo. Aunque sin más información dudo que podamos hacer algo. — Susurré muy bajo, entregándole una de las galletitas a la niña para distraerla unos instantes en lo que la mirada de preocupación se dejaba ver unos segundos. — ¿Quizá tú puedas escuchar si alguien grita su nombre? — Pregunté rápidamente y al instante me volví para tomar la mano desocupada de Neliel, empezando a caminar por los alrededores de la calle, estábamos cerca del parque y del bosque, por lo que no me sorprendería si su padre viniera de alguno de los dos lugares. — Creo que eres muy traviesa, ¿o no? ¿Te gusta investigar la ciudad? A mí también, ¿deberíamos ir por un recorrido mientras comemos? — Con soltura comencé a caminar, esperando a que Camila estuviera del otro lado, protegiendo entonces a la chiquilla por todos los costados, si se nos perdía a nosotros también sería un golpe muy bajo, no podía permitirlo. — ¿Y tu papá está solo o venía con alguien más? — Con una expresión distraída seguía hablando, esperando pronto recuperar la familia de la cría que aunque parecía sumamente tranquila, no agradaba en absoluto que estuviera desorientada.
— ¿Acaso tanta hermosura hay en un solo lugar? Pues bien, compremos esas galletas, conozco la panadería indicada en donde las chispas de chocolate son especiales y abundantes. Mientras tanto cuéntanos, Neliel, ¿qué te dicen tus amigas? ¿A dónde nos tendríamos que dirigir luego de las galletas? Esto es información clasificada. — Le aseguré agachándome para acercar la oreja a ella, mirando a Camila a los ojos en tanto esperaba la información. Y fue que pronto, llegamos al lugar, acababa de salir de allí después de todo. Pedí una abundante cantidad de barquillos chispeados en una bolsa de madera dura. Estaban tibias y el chocolate parecía derretirse en la boca. Como todo buen hombre, le entregué el paquete a la fémina que tenía al lado mío, manteniendo una expresión feliz durante todo el camino. A sí mismo, buscaba en los alrededores cualquier hombre que fuese alto y estuviera buscando a alguien. — Mandaré a algunos animales a buscarlo. Aunque sin más información dudo que podamos hacer algo. — Susurré muy bajo, entregándole una de las galletitas a la niña para distraerla unos instantes en lo que la mirada de preocupación se dejaba ver unos segundos. — ¿Quizá tú puedas escuchar si alguien grita su nombre? — Pregunté rápidamente y al instante me volví para tomar la mano desocupada de Neliel, empezando a caminar por los alrededores de la calle, estábamos cerca del parque y del bosque, por lo que no me sorprendería si su padre viniera de alguno de los dos lugares. — Creo que eres muy traviesa, ¿o no? ¿Te gusta investigar la ciudad? A mí también, ¿deberíamos ir por un recorrido mientras comemos? — Con soltura comencé a caminar, esperando a que Camila estuviera del otro lado, protegiendo entonces a la chiquilla por todos los costados, si se nos perdía a nosotros también sería un golpe muy bajo, no podía permitirlo. — ¿Y tu papá está solo o venía con alguien más? — Con una expresión distraída seguía hablando, esperando pronto recuperar la familia de la cría que aunque parecía sumamente tranquila, no agradaba en absoluto que estuviera desorientada.
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 14/05/2013
Edad : 31
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
Neliel lucía más tranquila y confiada que la pareja que la acompañaba. La pequeña se sentía segura al lado de ambos y en compañía de sus peculiares amigas, a las que se refería siempre como "lucecitas"; eran seres féericos que sólo pocas personas en el mundo eran capaces de ver gracias a ciertos dones otorgados y tal parecía que la pequeña Neliel había sido elegida como una de esas contadas personas. Y pensar que muchos otros consideraban a aquellas criaturas, tan propias de la magia de la naturaleza, como una idea infantil y absurda. Pero, lo cierto es que estaban en todas partes, manteniendo el equilibrio energético del planeta tal y como debería de estar siempre. Aunque Neliel aún era muy pequeña para comprender muchas cosas, ella creía firmemente que sus queridas amigas hacían cosas hermosas por la naturaleza y eso la hacía muy feliz.
La pequeña, desde su nacimiento, siempre estuvo rodeada de todas esas auras fantásticas; era capaz de atraerlas con su única presencia y éstas la cuidaban de cualquier peligro que la acechara. Por eso, es que Neliel terminaba siempre topándose con personas, que de cierta manera, se iban volviendo importantes en su vida. Como lo empezaban a ser aquellos dos cambiantes que ahora estaban a su lado.
Observó a ambos cuando éstos le hablaban, la sonrisa no se dibujaba de sus labios, pero apenas alcanzaba a entender todo lo que Camila y Keath le decían.
—Pero ya les dije que siempre terminamos encontrando a papi... Él siempre termina apareciendo mágicamente —dijo asintiendo con mucha seguridad de lo que decía—. ¿Qué dicen las lucecitas? —Observó a los diminutos puntos de luz que yacían estáticos frente a ella y luego miró al hombre, enarcando ambas cejas—. Dicen que... La ciudad no es segura y que en el bosque el hombre verde nos cuidará y llamará a papi para que me busque.
Neliel no comprendía del todo lo que aquellos espíritus le querían dar a entender, para ella era como una de las tantas historias que le contaba su madre cuando estaba viva. La niña sólo repetía lo que las "lucecitas" le decían y confiaba plenamente en sus amigas, pues, ellas eran quienes se encargaban de cuidarla cuando estaba sola o se perdía.
—Y también dicen que comamos las galletitas y demos un paseo por el bosque porque la ciudad no es segura. Las lucecitas nuncan mienten —mencionó con una amplia sonrisa, mientras tomaba la galleta que le daba el cambiante y mordía un extremo—. Papi y yo nunca estamos solitos, las lucecitas y mi mami nos acompañan. Mami tiene que estar con él para cuidarlo, ¿entonces vamos al bosque? Por favorcito... Es un lugar muy bonito y hay muchos pajaritos y animalitos para jugar. ¡Ya sé! Y les presento a mis amiguitos también.
Y tal parecía que aquella infanta vivía rodeada de seres fantásticos, aquellos que habitaban los bosques y que el ojo común no percibía. Neliel por ser una bruja, tenía una sensibilidad tremenda, siendo tan pequeña era capaz de percibir energías que otros no y eso, sin duda, la convertía en una niña prodigio. Una niña que estaba en este mundo para cumplir una importante misión.
La pequeña, desde su nacimiento, siempre estuvo rodeada de todas esas auras fantásticas; era capaz de atraerlas con su única presencia y éstas la cuidaban de cualquier peligro que la acechara. Por eso, es que Neliel terminaba siempre topándose con personas, que de cierta manera, se iban volviendo importantes en su vida. Como lo empezaban a ser aquellos dos cambiantes que ahora estaban a su lado.
Observó a ambos cuando éstos le hablaban, la sonrisa no se dibujaba de sus labios, pero apenas alcanzaba a entender todo lo que Camila y Keath le decían.
—Pero ya les dije que siempre terminamos encontrando a papi... Él siempre termina apareciendo mágicamente —dijo asintiendo con mucha seguridad de lo que decía—. ¿Qué dicen las lucecitas? —Observó a los diminutos puntos de luz que yacían estáticos frente a ella y luego miró al hombre, enarcando ambas cejas—. Dicen que... La ciudad no es segura y que en el bosque el hombre verde nos cuidará y llamará a papi para que me busque.
Neliel no comprendía del todo lo que aquellos espíritus le querían dar a entender, para ella era como una de las tantas historias que le contaba su madre cuando estaba viva. La niña sólo repetía lo que las "lucecitas" le decían y confiaba plenamente en sus amigas, pues, ellas eran quienes se encargaban de cuidarla cuando estaba sola o se perdía.
—Y también dicen que comamos las galletitas y demos un paseo por el bosque porque la ciudad no es segura. Las lucecitas nuncan mienten —mencionó con una amplia sonrisa, mientras tomaba la galleta que le daba el cambiante y mordía un extremo—. Papi y yo nunca estamos solitos, las lucecitas y mi mami nos acompañan. Mami tiene que estar con él para cuidarlo, ¿entonces vamos al bosque? Por favorcito... Es un lugar muy bonito y hay muchos pajaritos y animalitos para jugar. ¡Ya sé! Y les presento a mis amiguitos también.
Y tal parecía que aquella infanta vivía rodeada de seres fantásticos, aquellos que habitaban los bosques y que el ojo común no percibía. Neliel por ser una bruja, tenía una sensibilidad tremenda, siendo tan pequeña era capaz de percibir energías que otros no y eso, sin duda, la convertía en una niña prodigio. Una niña que estaba en este mundo para cumplir una importante misión.
Neliel Stendhal- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Re: Join in you [Neliel y Camila]
Era sorprendente la manera en que el nerviosismo y el temor que sintiera por esa niña se desvaneciera un poco, todo gracias a la misma energía y seguridad que poseía la pequeña bruja. Neliel parecía tener un aura capaz de tranquilizar a todos aquellos que la rodeaban y no solo es, sino que además, podía hacer que una situación aparentemente desafortunada se convirtiese en una oportunidad para vivir una aventura.
Sonriendo pues a aquella infanta y al hombre que estaba a nuestro lado, decidimos encaminarnos en la búsqueda no del padre, sino de las galletitas que ella tanto pedía y las cuales esperaba la hicieran feliz. Eso era lo menos que podíamos hacer en lo que aparecía el padre de la brujita.
– Escuchaste Keath, su padre aparece mágicamente – dije al perro en un intento de simplemente disfrutar la compañía de la niña y el hombre al que amaba, todo porque la idea de que algún día pudiéramos estar de esa manera con nuestros hijos, me encantaba. Caminando pues al lado de mis acompañantes, el camino hasta la panadería fue sumamente corto y con velocidad, Keath entró en el negocio, saliendo instantes después con las galletas prometidas a Neliel. A manera de distracción una de aquellas delicias fue a manos de la pequeña bruja y en susurros respondí al perro, aprovechando que la pequeña centraba su atención en degustar el chocolate de la galleta – No hace mal que mandes a nuestro amigos, si notan a un hombre en estado de pánico buscando una niña… ese será nuestro hombre – le sonreí tomando uno de los barquillos con chocolate y volviendo entonces la vista a Neliel. Ante la petición de Keath, cerré los ojos, tome aire y me concentre en los sonidos a nuestro alrededor. París era una ciudad ruidosa por naturaleza pero eso no hizo que escuchara lo que deseaba y tras un suspiro abrí los ojos para encontrarme con los del cambiante y negué.
Lo positivo de toda aquella situación era que Neliel se encontró con nosotros y no con alguien que pudiera hacerle daño.
– Un paseo para investigar suena excelente – respondí de manera animada a lo que Keath decía – pero si las amigas de Neliel dicen que es buena idea ir a los bosques, entonces deberíamos investigar esa zona ¿No lo crees? – En otras circunstancias no hubiera temido el que fuéramos por la cuidad pero dada nuestra situación de los últimos tiempos, las palabras de la brujita encendieron en mi una alarma, haciendo que deseara salir de las calles parisinas lo más rápido posible – Neliel… ¿Cómo se llama tu mami? – Pregunté con curiosidad, sintiendo algo mucho más profundo dentro de las palabras de la pequeña, hablaba únicamente de su padre como alguien tangible, así que su madre, debía ser algo más. Su madre y las luces cuidaban de su padre y evidentemente de ella, mientras que Keath y yo nos teníamos el uno al otro lo que no quitaba mi inseguridad. Con decisión entonces tome la mano de la pequeña, la que había dejado libre para que comiera libremente y comencé a caminar en dirección a la zona de bosques más cercana.
Sonriendo pues a aquella infanta y al hombre que estaba a nuestro lado, decidimos encaminarnos en la búsqueda no del padre, sino de las galletitas que ella tanto pedía y las cuales esperaba la hicieran feliz. Eso era lo menos que podíamos hacer en lo que aparecía el padre de la brujita.
– Escuchaste Keath, su padre aparece mágicamente – dije al perro en un intento de simplemente disfrutar la compañía de la niña y el hombre al que amaba, todo porque la idea de que algún día pudiéramos estar de esa manera con nuestros hijos, me encantaba. Caminando pues al lado de mis acompañantes, el camino hasta la panadería fue sumamente corto y con velocidad, Keath entró en el negocio, saliendo instantes después con las galletas prometidas a Neliel. A manera de distracción una de aquellas delicias fue a manos de la pequeña bruja y en susurros respondí al perro, aprovechando que la pequeña centraba su atención en degustar el chocolate de la galleta – No hace mal que mandes a nuestro amigos, si notan a un hombre en estado de pánico buscando una niña… ese será nuestro hombre – le sonreí tomando uno de los barquillos con chocolate y volviendo entonces la vista a Neliel. Ante la petición de Keath, cerré los ojos, tome aire y me concentre en los sonidos a nuestro alrededor. París era una ciudad ruidosa por naturaleza pero eso no hizo que escuchara lo que deseaba y tras un suspiro abrí los ojos para encontrarme con los del cambiante y negué.
Lo positivo de toda aquella situación era que Neliel se encontró con nosotros y no con alguien que pudiera hacerle daño.
– Un paseo para investigar suena excelente – respondí de manera animada a lo que Keath decía – pero si las amigas de Neliel dicen que es buena idea ir a los bosques, entonces deberíamos investigar esa zona ¿No lo crees? – En otras circunstancias no hubiera temido el que fuéramos por la cuidad pero dada nuestra situación de los últimos tiempos, las palabras de la brujita encendieron en mi una alarma, haciendo que deseara salir de las calles parisinas lo más rápido posible – Neliel… ¿Cómo se llama tu mami? – Pregunté con curiosidad, sintiendo algo mucho más profundo dentro de las palabras de la pequeña, hablaba únicamente de su padre como alguien tangible, así que su madre, debía ser algo más. Su madre y las luces cuidaban de su padre y evidentemente de ella, mientras que Keath y yo nos teníamos el uno al otro lo que no quitaba mi inseguridad. Con decisión entonces tome la mano de la pequeña, la que había dejado libre para que comiera libremente y comencé a caminar en dirección a la zona de bosques más cercana.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 391
Fecha de inscripción : 10/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
¿Qué podía hacer yo, si no era confiar en las palabras de mi propia mujer? Era sencillo, la confianza que Camila podía depositar en alguien –o quizá en mí especialmente-, siempre era perfecta y acorde. Yo la aceptaba, tomándola como mía, tal cual si yo la hubiese pensado desde un principio. Después de todo, tenía algo de sentido, la niña era una bruja y quizá con sus poderes hacía que su padre aparezca de alguna mágica manera, tal cual ella lo dijo. Era iluso de mi parte pensar algo así, después de todo lo que habíamos pasado, los inquisidores, las muertes, la sangre manchada bajo nuestras manos. Habíamos sido unos rebeldes y terminamos pagando nuestros pecados por más de una razón. Ahora, Neliel parecía una pequeña luz de esperanza que nos decía que no toda la existencia pura estaba perdida. Y eso, en gran medida, no hacía más que preocuparme. ¿Qué pasaría si algo malo lo sucediera? Si esa llama de alegría se apagara de un solo soplido. No podía siquiera imaginarlo e intenté alejarme de sus sentimientos, teníamos que irnos de París y realmente, nada podría pararnos esta vez, no a mí al menos y por lo pronto, haría lo que fuera para llevarme a Camila conmigo. — Mmm, son muy sabias, yo diría que les hagamos caso entonces. Estoy seguro de que nos llevarás al lugar correcto. — Acepté con la sonrisa blanca y triunfal sobre el rostro, hundiendo los dedos pequeños de la niña en mi mano, acurrucándola suavemente, el frío otoñal no era tan filoso como así el crudo invierno, pero la frescura seguía sintiéndose. Como sobrenatural no era capaz de sufrir como los humanos, sin embargo sabía las temperaturas que ellos debían tener y me aseguré de que la niña estuviese lo suficientemente tibia para estar tranquilo. Fue entonces que terminé el recado, dejando a ambas muchachas solas por unos segundos.
Minutos más tarde, nos estábamos dirigiendo a los bosques profundos. Sí, ese era nuestro lugar, el que más amábamos por sencilla naturaleza. Éramos parte de lo verde, habíamos nacido de allí mismo y por supuesto, era el lugar donde yo me había criado, las raíces parecían conectarse con todo el mundo y eso me llevaba directo a mi hogar en Pensilvania. Las dos pequeñas rubias comían con calma, agarradas de la mano, en lo que yo estaba a un lado, observándolas. Y sigilosamente busqué en los alrededores algunos animales que pudieran ayudarme, rápidamente algunas aves despegaron para los lados, prometiéndome venir con la información de un hombre y quizá una mujer buscando a alguien. Tal situación me dejaba en calma, estaba haciendo lo correcto, lo lastimoso era que por cada segundo que nosotros pasábamos de felicidad, había un padre desesperado. Y me pregunté si podía ser yo alguna vez el que estuviera en esa posición y qué es lo que haría para remediarlo. — ¿Tienes amigos dentro del bosque? Nosotros también, te presentaremos algunos. ¿Compartimos amistades, quieres? ¿Te gustan los animales Neliel? Conozco un gatito que es sumamente mimoso. — Salté entonces una de las grandes raíces que había en la entrada del bosque espeso y boscoso. Tomé, entre risas, algunas ramas del suelo, aquellas que aún tenían algunas hojas verdes alrededor y comencé a hacer lentamente una corona. Enredando con cuidado de que ningún linaje se me rompiera y con calma la puse en los cabellos sumamente suaves y cortos de la muchacha que sin duda parecía muy entretenida con la galleta y en parte, parecía una princesa de los bosques. Al final no pude evitar caer en la tentación de agarrar una galleta tibia y la engullí de un solo bocado. — ¿A dónde deberíamos ir? ¿Deberíamos trepar un árbol acaso? — Bromeé, divertido en tanto masticaba el chocolate recién hecho, algo me decía que podían pasar cosas muy interesantes al lado de la pequeña. Y fue lentamente que me volví al lado de Camila, pasando la mano por su cintura. — Alguna vez tendremos una niña tan linda como esa. — Fue un susurro casi imposible de escuchar, como si fuese más un anhelo al cielo que algo para ella.
Minutos más tarde, nos estábamos dirigiendo a los bosques profundos. Sí, ese era nuestro lugar, el que más amábamos por sencilla naturaleza. Éramos parte de lo verde, habíamos nacido de allí mismo y por supuesto, era el lugar donde yo me había criado, las raíces parecían conectarse con todo el mundo y eso me llevaba directo a mi hogar en Pensilvania. Las dos pequeñas rubias comían con calma, agarradas de la mano, en lo que yo estaba a un lado, observándolas. Y sigilosamente busqué en los alrededores algunos animales que pudieran ayudarme, rápidamente algunas aves despegaron para los lados, prometiéndome venir con la información de un hombre y quizá una mujer buscando a alguien. Tal situación me dejaba en calma, estaba haciendo lo correcto, lo lastimoso era que por cada segundo que nosotros pasábamos de felicidad, había un padre desesperado. Y me pregunté si podía ser yo alguna vez el que estuviera en esa posición y qué es lo que haría para remediarlo. — ¿Tienes amigos dentro del bosque? Nosotros también, te presentaremos algunos. ¿Compartimos amistades, quieres? ¿Te gustan los animales Neliel? Conozco un gatito que es sumamente mimoso. — Salté entonces una de las grandes raíces que había en la entrada del bosque espeso y boscoso. Tomé, entre risas, algunas ramas del suelo, aquellas que aún tenían algunas hojas verdes alrededor y comencé a hacer lentamente una corona. Enredando con cuidado de que ningún linaje se me rompiera y con calma la puse en los cabellos sumamente suaves y cortos de la muchacha que sin duda parecía muy entretenida con la galleta y en parte, parecía una princesa de los bosques. Al final no pude evitar caer en la tentación de agarrar una galleta tibia y la engullí de un solo bocado. — ¿A dónde deberíamos ir? ¿Deberíamos trepar un árbol acaso? — Bromeé, divertido en tanto masticaba el chocolate recién hecho, algo me decía que podían pasar cosas muy interesantes al lado de la pequeña. Y fue lentamente que me volví al lado de Camila, pasando la mano por su cintura. — Alguna vez tendremos una niña tan linda como esa. — Fue un susurro casi imposible de escuchar, como si fuese más un anhelo al cielo que algo para ella.
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 14/05/2013
Edad : 31
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
No había lugar más mágico y maravilloso que el bosque. Neliel era feliz corriendo por sus recovecos de abundate vegetación; disfrutaba del olor fresco de las hojas y aquel aroma húmedo de las piedras y de los troncos de los árboles. Los sonidos alegres de aves y otros habitantes del bosque eran regocijantes y se mezclaban con sus risas y su vocecita parlanchina. La pequeña siempre encontraba ocasión para volver a refugiarse bajo el cielo lleno de montones de hojas, que solían cambiar de colores durante cada estación. Ahí pasaba la mayor parte del tiempo, tanto con su padre como con sus peculiares amigos féericos, quienes se escurrían entre los rincones, invitándola a jugar con ellos. Aquellas amistades tan peculiares eran las que despertaban cada vez más su poder tan especial dentro del mundo de la magia.
Estaba contenta de hacer nuevos amigos. A Neliel le encantaba estar rodeada de personas que le sacaran una sonrisa Percibían en los dos cambiantes a unos valerosos guardianes, y cuando sus amigas lucecitas le pidieron que los llevara al bosque, no pudo resistirse; confiaba en que su padre estaría bien, pues, éstas pequeñas esferas brillantes, así se lo hicieron saber. Pero igualmente, ella, como sus dos nuevos amigos, tenían que irse bajo la protección del Señor Verde, que no era sino la esencia del mismo bosque manifestándose en todo su territorio.
—Las lucecitas siempre saben mucho mucho, igual que el Señor Nieve y la abuelita Gretchen. —Abrazó a su amado peluche con forma de oveja, con el mismo cariño de siempre. Ese era su bien más preciado—. Y mi mamita se llama Iduna, ¿verdad que es un bonito nombre? Es tan bonito como ella. El señor pastor decía siempre eso y que yo tenía los ojos de mi madre. —Hizo una pausa y frunció el ceño—. Pero... ¿cómo puedo yo tener los ojos de mi mami si ella siempre los tenía puestos?
La pregunta surgió de la más pura ingenuidad. Observó a ambos como queriendo que le aclararan aquella duda que no pudo evitar dejar que escapara de sus labios.
—Sí me gustan los animalitos y también les presentaré a todos mis amigos del bosque, pero... ¿me pueden explicar lo de los ojitos? No entiendo nadita —dijo, al momento en que movía su cabeza de un lado a otro—. Las lucecitas tampoco entienden y dicen que trepar árboles es peligroso porque nos podríamos caer y lastimar nuestros pompis. —Asintió con mucha seguridad—. Una vez, un duendecito quiso trepar un árbol y se cayó de pompis y dijo que más nunca volvería a hacer eso, que no era ninguna ardilla. Y se fue muy enojado.
Imitó al personaje del que hablaba, encorvando la espalda y caminando como lo hizo aquel ser en aquel momento. Pero luego se enderezó y dio un salto de la emoción.
—¡Ya sé! Vamos a la cuevita del Señor Verde —exclamó con alegría, sando pequeños saltitos—. ¡Vamos, vamos! Está por allá, por ese caminito, cerca del arroyo. No está muy lejos.
Y la primera en avanzar fue ella, quien se dirigió por un camino de tierra angosto que antes había señalado. Se detuvo un par de pasos y esperó que sus nuevos amigos la acompañaran; de seguro su otro amigo verde estaría feliz de tener visitas ese día.
Estaba contenta de hacer nuevos amigos. A Neliel le encantaba estar rodeada de personas que le sacaran una sonrisa Percibían en los dos cambiantes a unos valerosos guardianes, y cuando sus amigas lucecitas le pidieron que los llevara al bosque, no pudo resistirse; confiaba en que su padre estaría bien, pues, éstas pequeñas esferas brillantes, así se lo hicieron saber. Pero igualmente, ella, como sus dos nuevos amigos, tenían que irse bajo la protección del Señor Verde, que no era sino la esencia del mismo bosque manifestándose en todo su territorio.
—Las lucecitas siempre saben mucho mucho, igual que el Señor Nieve y la abuelita Gretchen. —Abrazó a su amado peluche con forma de oveja, con el mismo cariño de siempre. Ese era su bien más preciado—. Y mi mamita se llama Iduna, ¿verdad que es un bonito nombre? Es tan bonito como ella. El señor pastor decía siempre eso y que yo tenía los ojos de mi madre. —Hizo una pausa y frunció el ceño—. Pero... ¿cómo puedo yo tener los ojos de mi mami si ella siempre los tenía puestos?
La pregunta surgió de la más pura ingenuidad. Observó a ambos como queriendo que le aclararan aquella duda que no pudo evitar dejar que escapara de sus labios.
—Sí me gustan los animalitos y también les presentaré a todos mis amigos del bosque, pero... ¿me pueden explicar lo de los ojitos? No entiendo nadita —dijo, al momento en que movía su cabeza de un lado a otro—. Las lucecitas tampoco entienden y dicen que trepar árboles es peligroso porque nos podríamos caer y lastimar nuestros pompis. —Asintió con mucha seguridad—. Una vez, un duendecito quiso trepar un árbol y se cayó de pompis y dijo que más nunca volvería a hacer eso, que no era ninguna ardilla. Y se fue muy enojado.
Imitó al personaje del que hablaba, encorvando la espalda y caminando como lo hizo aquel ser en aquel momento. Pero luego se enderezó y dio un salto de la emoción.
—¡Ya sé! Vamos a la cuevita del Señor Verde —exclamó con alegría, sando pequeños saltitos—. ¡Vamos, vamos! Está por allá, por ese caminito, cerca del arroyo. No está muy lejos.
Y la primera en avanzar fue ella, quien se dirigió por un camino de tierra angosto que antes había señalado. Se detuvo un par de pasos y esperó que sus nuevos amigos la acompañaran; de seguro su otro amigo verde estaría feliz de tener visitas ese día.
Neliel Stendhal- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Re: Join in you [Neliel y Camila]
Nuestra ruta cambio entonces. Pasamos de tratar de encontrar al padre de Neliel en las calles a estar rodeados de la naturaleza. Algo en mi interior me hacía sentir mucho más segura en ese lugar y me decía que la aventura que viviríamos con la pequeña brujita, sería algo que nos daría fortaleza ante las adversidades. La pequeña bruja era después de todo tan pura y hermosa que te hacía dudar de que en el mundo existiera maldad.
Siguiendo entonces los pasos de Neliel que caminaba por el bosque como si llevara mucho tiempo habitando en él, no pude evitar cuestionar sobre su madre, quien no había salido a la charla hasta en esos momentos. La brujita aseguraba que su padre debía estarla buscando pero en ningún momento había mencionado a su madre hacer lo mismo, lo cual me llenaba de dudas.
– Es un nombre sumamente bonito – asegure al tiempo que miraba a Keath y le sonreía, aunque mi sonrisa se apagó un poco al escuchar como es que Neliel hablaba de los ojos de su madre en tiempo pasado. No sabía exactamente si la madre de la pequeña bruja había muerto o aun estaba muy cerca de ella, me parecía además poco adecuado indagar más respecto a eso así que me centre en que tanto Keath como yo resolviésemos su duda y después, cambiáramos de tema – No es que tu tengas los ojos de tu mami, Neliel. Lo que ese señor trataba de decir era que tus ojos y los de tu mami se parecen mucho, ¿Verdad Keath?
Con atención escuche la historia de la brujita sobre el duende y sin poder evitarlo me eche a reír. El perro tenía muy buenas intenciones de mantener a Neliel ocupada pero al parecer aquella brujita tenía sus propias manera de divertirse, unas que nosotros no conocíamos porque nunca antes tratamos con brujas tan jóvenes y vivaces.
– Lo ves Roggers, podemos lastimarnos si trepamos – me acerque a él y le bese la mejilla – o al menos tú podrías lastimarte porque yo siempre caigo de pie – presumí, justo antes de que sus deseo de una niña tan hermosa como Neliel llegara a mis oídos, provocando que mis mejillas se encendieran de inmediato y comenzara entonces a seguir de manera torpe los pasos de la brujita, quien nos guiaban a la cueva del ser que ella llamaba el señor Verde.
Siguiendo entonces los pasos de Neliel que caminaba por el bosque como si llevara mucho tiempo habitando en él, no pude evitar cuestionar sobre su madre, quien no había salido a la charla hasta en esos momentos. La brujita aseguraba que su padre debía estarla buscando pero en ningún momento había mencionado a su madre hacer lo mismo, lo cual me llenaba de dudas.
– Es un nombre sumamente bonito – asegure al tiempo que miraba a Keath y le sonreía, aunque mi sonrisa se apagó un poco al escuchar como es que Neliel hablaba de los ojos de su madre en tiempo pasado. No sabía exactamente si la madre de la pequeña bruja había muerto o aun estaba muy cerca de ella, me parecía además poco adecuado indagar más respecto a eso así que me centre en que tanto Keath como yo resolviésemos su duda y después, cambiáramos de tema – No es que tu tengas los ojos de tu mami, Neliel. Lo que ese señor trataba de decir era que tus ojos y los de tu mami se parecen mucho, ¿Verdad Keath?
Con atención escuche la historia de la brujita sobre el duende y sin poder evitarlo me eche a reír. El perro tenía muy buenas intenciones de mantener a Neliel ocupada pero al parecer aquella brujita tenía sus propias manera de divertirse, unas que nosotros no conocíamos porque nunca antes tratamos con brujas tan jóvenes y vivaces.
– Lo ves Roggers, podemos lastimarnos si trepamos – me acerque a él y le bese la mejilla – o al menos tú podrías lastimarte porque yo siempre caigo de pie – presumí, justo antes de que sus deseo de una niña tan hermosa como Neliel llegara a mis oídos, provocando que mis mejillas se encendieran de inmediato y comenzara entonces a seguir de manera torpe los pasos de la brujita, quien nos guiaban a la cueva del ser que ella llamaba el señor Verde.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 391
Fecha de inscripción : 10/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
La ínfima bruja me recordaba a los momentos viejos en Pensilvania, en donde la comunidad de cambia formas siempre tenía humanos especiales alrededor. Vivíamos la mayor parte del tiempo como animales del bosque, pero cada tanto alguno se enamoraba de brujos o licántropos y empezaban a vivir como humanos. En ese entonces todos los niños mantenían esa curiosidad tan inusual, tan característica de aquellos que poseen un don más allá de la propia naturaleza de tener un animal interior. Los brujos, como siempre, eran especialmente poderosos y la jovencita daba la perfecta alusión de que iba a ser brillante.
Me distraje en mi propio análisis, no podía mantener demasiadas cosas activas al mismo tiempo, así que salté en mi lugar y abrí los ojos asombrado al ver que ya nos estábamos moviendo. Al final solo atiné a decirle que sí a absolutamente todo. Como si de repente me hubiesen amenazado. Y sí, me estaban amenazando con tanta dulzura que había posibilidades de desmayarme en ella. — Es porque ella te regaló la misma esencia que tenía en sus ojos. Ahora la tienes tú, como esta otra rubia alta dice, son muy parecidos. Seguramente tu mami te hizo con mucho amor. — Jugué apoyando apenas una mano en sus cabellos, sintiendo como la felina se acercaba. La miré y era casi obvio que quería besarla hasta tragármela entera. Hasta un ciego lo podía notar y en su menudo beso terminé por olisquearla hasta que no me quedó lugar en su rostro sin recordar. Mantuve la sonrisa de lado, pasando un brazo alrededor de la cintura de Camila, gravemente chistoso por esa maldad tan habitual en los gatos, en donde solamente querían mostrar amor haciéndose lucir. Me reí y moví la cabeza a los lados irónicamente. — Ay que linda, siempre cayendo de pie. Ahora, vamos a conocer a los amigos de Neliel, sino veremos si puedes caer de pie cuando te tir- — Fruncí la nariz y miré a la niña, estaba por decir algo tan desubicado que ni yo me lo creía, ¿cuándo la tire a dónde? Obviamente a la cama, pero me lo guardé en lo profundo de mis obscenidades y desubicaciones matutinas. Así que me apuré como si me estuvieran corriendo elefantes y solté a la fémina que había agarrado como para no dejarla escaparse, tomando de la mano a la pequeña para ir corriendo a la su lado entre unas risas completamente enérgicas y avergonzadas. Ahora entendía un poco lo complicado que podía ser tener un niño, aunque también la emoción y diversión que era seguirle los juegos como si éstos en verdad existieran. Pese a eso, ¿cómo podía decir que lo que ella decía no existía? No. En eso estaba errado, incluso pensándolo mejor, casi estaba seguro de que la jovencita veía cosas de verdad, hasta el duende del que tanto habló, que hizo que me tumbara en una carcajada. Los seres celestiales eran una tradición bastante común en mis tierras y muchas veces cuando los pequeños que recién se transformaban terminaban perdidos, mágicamente aparecían en nuestra zona diciendo que habían sido guiados por amigos del bosque. Se creía que era el propio instinto que los guiaba a su hogar, no obstante ahora podía dudarlo, ¿no es así? — ¡¿Así se cayó?! Pobre señor duende. ¿Y cómo es el Señor Verde? ¿Deberíamos llevarle algún regalo? Tenemos galletitas. — Sacudí un poco la bolsa, en tanto seguía a la muñequita que iba de un lado a otro. Al final, no tardamos en llegar al lado del arroyo. La calma que me daba la naturaleza siempre era inminente. Era mi lugar en el mundo, podía notar hasta nuestras propias auras calmarse y volverse más serenas y a su vez más poderosas, era exactamente estar en nuestro hábitat. Miré alrededor, como si intentase encontrarlo y apoyé los dedos sobre mi mentón, seriamente curioso. Me agaché y levanté una piedra, mirando debajo de ésta. — ¿Dónde? ¿Me cuentas? Cuando me los presentes quiero hablar seriamente con ellos. Les diré que sus lucecitas son muy buenas y que tú eres muy traviesa. —
Me distraje en mi propio análisis, no podía mantener demasiadas cosas activas al mismo tiempo, así que salté en mi lugar y abrí los ojos asombrado al ver que ya nos estábamos moviendo. Al final solo atiné a decirle que sí a absolutamente todo. Como si de repente me hubiesen amenazado. Y sí, me estaban amenazando con tanta dulzura que había posibilidades de desmayarme en ella. — Es porque ella te regaló la misma esencia que tenía en sus ojos. Ahora la tienes tú, como esta otra rubia alta dice, son muy parecidos. Seguramente tu mami te hizo con mucho amor. — Jugué apoyando apenas una mano en sus cabellos, sintiendo como la felina se acercaba. La miré y era casi obvio que quería besarla hasta tragármela entera. Hasta un ciego lo podía notar y en su menudo beso terminé por olisquearla hasta que no me quedó lugar en su rostro sin recordar. Mantuve la sonrisa de lado, pasando un brazo alrededor de la cintura de Camila, gravemente chistoso por esa maldad tan habitual en los gatos, en donde solamente querían mostrar amor haciéndose lucir. Me reí y moví la cabeza a los lados irónicamente. — Ay que linda, siempre cayendo de pie. Ahora, vamos a conocer a los amigos de Neliel, sino veremos si puedes caer de pie cuando te tir- — Fruncí la nariz y miré a la niña, estaba por decir algo tan desubicado que ni yo me lo creía, ¿cuándo la tire a dónde? Obviamente a la cama, pero me lo guardé en lo profundo de mis obscenidades y desubicaciones matutinas. Así que me apuré como si me estuvieran corriendo elefantes y solté a la fémina que había agarrado como para no dejarla escaparse, tomando de la mano a la pequeña para ir corriendo a la su lado entre unas risas completamente enérgicas y avergonzadas. Ahora entendía un poco lo complicado que podía ser tener un niño, aunque también la emoción y diversión que era seguirle los juegos como si éstos en verdad existieran. Pese a eso, ¿cómo podía decir que lo que ella decía no existía? No. En eso estaba errado, incluso pensándolo mejor, casi estaba seguro de que la jovencita veía cosas de verdad, hasta el duende del que tanto habló, que hizo que me tumbara en una carcajada. Los seres celestiales eran una tradición bastante común en mis tierras y muchas veces cuando los pequeños que recién se transformaban terminaban perdidos, mágicamente aparecían en nuestra zona diciendo que habían sido guiados por amigos del bosque. Se creía que era el propio instinto que los guiaba a su hogar, no obstante ahora podía dudarlo, ¿no es así? — ¡¿Así se cayó?! Pobre señor duende. ¿Y cómo es el Señor Verde? ¿Deberíamos llevarle algún regalo? Tenemos galletitas. — Sacudí un poco la bolsa, en tanto seguía a la muñequita que iba de un lado a otro. Al final, no tardamos en llegar al lado del arroyo. La calma que me daba la naturaleza siempre era inminente. Era mi lugar en el mundo, podía notar hasta nuestras propias auras calmarse y volverse más serenas y a su vez más poderosas, era exactamente estar en nuestro hábitat. Miré alrededor, como si intentase encontrarlo y apoyé los dedos sobre mi mentón, seriamente curioso. Me agaché y levanté una piedra, mirando debajo de ésta. — ¿Dónde? ¿Me cuentas? Cuando me los presentes quiero hablar seriamente con ellos. Les diré que sus lucecitas son muy buenas y que tú eres muy traviesa. —
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 14/05/2013
Edad : 31
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
¿Traviesa? Claro que lo era. Pero no eran acciones que dañaran a nadie, sino que enternecían; aunque, claro, el hecho de que Neliel se echara a correr por el bosque, podía ser preocupante para cualquier adulto a su cargo. Sin embargo, la pequeña siempre se la veía muy segura de sí misma a pesar de tener sólo cuatro años. Y con mayor razón, esa niña rubia, de ojos tan claros como el cielo en verano, tenía una protección muy especial; no sólo el espíritu de su madre, también estaban los seres del bosque, y otro aún más poderoso, al que ella misma llamaba “Señor Azul”, asociando este seudónimo a las tonalidades del ser espectral.
Y Neliel no sólo tenía amigos espirituales, sino que tenía la capacidad de robar el corazón de cuanta persona la conociera. Era adorable y hablaba sin cansancio; invitaba a cualquiera a sus aventuras y conectaba muy fácilmente con los sobrenaturales. Y lo hacía, aún más, con los cambiantes, ya que éstos poseían una íntima conexión con la naturaleza, y la niña, precisamente, poseía sangre de hechiceros elementales.
Esa vez justo tuvo la dicha de encontrarse con aquella pareja tan divertida. Neliel les tomó mucho cariño, aunque apenas los estuviera conociendo; era como si su mirada transparente, y esa ingenuidad tan especial, la hicieran capaz de ver los corazones de las personas. Por eso los invitaba al interior del bosque, justo a la casa de otra de las criaturas que había conocido (y descubierto) en sus jugarretas. Para un incrédulo cualquiera, aquellas palabras podían tratarse de un infante sumamente creativo, pero, eso no aplicaba para Neliel; ella sabía con seguridad que sus amigos feéricos eran muy reales, y sus dos nuevos amigos iban a corroborarlo con sus propios ojos. La pequeña estaba tan feliz, que parecía que las energías nunca se le acababan. Incluso, se hizo más resistente, como si el ambiente del bosque se tornara más especial y sereno.
El arroyo descendía entre las rocas con elegancia, sus aguas parecían más cristalinas que de costumbre, y el canto de las aves resonaba como una maravillosa composición que no podía ser copiada por mortal alguno, ni siquiera usando el más hábil instrumento. Neliel se detuvo a orillas de la corriente de agua y observó hacia su derecha, en un punto en donde el suelo se elevaba un poco más, creando una pequeña colina de abundante vegetación. Y mucho más arriba, se podía ver una especie de cueva, cubierta por ramas, enredaderas y líquenes. La infanta se alegró tanto que casi sale corriendo a buscar al Señor Verde, pero recordó que no iba sola, así que se aguantó.
—Ahí vive el Señor Verde —dijo, señalando la cueva—. Más arriba están las casitas de los gnomos y más arribita hay una pradera con muchas flores que son de la anciana Rosa —aseguró—. ¡Señor Verde! ¿Está por ahí? Le he traído galletitas y amigos nuevos —exclamó las pequeña con entusiasmo, pero nada ocurría—. Seguro debe estar dormidito. Tengo una idea.
Y con suspicacia, tomó un trozo del bocadillo que llevaba guardado en el bolsillo y lo arrojó lo más cerca de la cueva. Éste cayó al agua, pero no se hundió, tampoco se dejó arrastrar por la corriente, simplemente desapareció, como si algo lo hubiera agarrado. Neliel aplaudió y sonreía de contenta, y como por arte de magia, algo en la zona empezó a cambiar y el suelo se estremeció. La cueva empezó a alzarse como si tuviera vida propia; de ahí emergió un ser de figura imposible, hecho de piedras, hojas y musgo. Era el ser del que Neliel tanto habló.
—Holita —saludó con su pequeña mano—. Ellos son mis amiguitos. Él es el Señor Verde, y le gustan mucho las galletitas, como a mí. —Neliel mostraba una confianza increíble. La criatura simplemente hizo una ligera reverencia, como si atendiera a la presentación hecha por la brujita.
«Veo que la pequeña hechicera también se divierte haciendo amistades en el mundo humano. Aunque... ustedes no son tan humanos. Son el equilibrio; bienvenidos sean.»
Y la voz del elemental resonó como un pensamiento alentador. Era tranquila y pausada, como la de un anciano muy sabio.
Y Neliel no sólo tenía amigos espirituales, sino que tenía la capacidad de robar el corazón de cuanta persona la conociera. Era adorable y hablaba sin cansancio; invitaba a cualquiera a sus aventuras y conectaba muy fácilmente con los sobrenaturales. Y lo hacía, aún más, con los cambiantes, ya que éstos poseían una íntima conexión con la naturaleza, y la niña, precisamente, poseía sangre de hechiceros elementales.
Esa vez justo tuvo la dicha de encontrarse con aquella pareja tan divertida. Neliel les tomó mucho cariño, aunque apenas los estuviera conociendo; era como si su mirada transparente, y esa ingenuidad tan especial, la hicieran capaz de ver los corazones de las personas. Por eso los invitaba al interior del bosque, justo a la casa de otra de las criaturas que había conocido (y descubierto) en sus jugarretas. Para un incrédulo cualquiera, aquellas palabras podían tratarse de un infante sumamente creativo, pero, eso no aplicaba para Neliel; ella sabía con seguridad que sus amigos feéricos eran muy reales, y sus dos nuevos amigos iban a corroborarlo con sus propios ojos. La pequeña estaba tan feliz, que parecía que las energías nunca se le acababan. Incluso, se hizo más resistente, como si el ambiente del bosque se tornara más especial y sereno.
El arroyo descendía entre las rocas con elegancia, sus aguas parecían más cristalinas que de costumbre, y el canto de las aves resonaba como una maravillosa composición que no podía ser copiada por mortal alguno, ni siquiera usando el más hábil instrumento. Neliel se detuvo a orillas de la corriente de agua y observó hacia su derecha, en un punto en donde el suelo se elevaba un poco más, creando una pequeña colina de abundante vegetación. Y mucho más arriba, se podía ver una especie de cueva, cubierta por ramas, enredaderas y líquenes. La infanta se alegró tanto que casi sale corriendo a buscar al Señor Verde, pero recordó que no iba sola, así que se aguantó.
—Ahí vive el Señor Verde —dijo, señalando la cueva—. Más arriba están las casitas de los gnomos y más arribita hay una pradera con muchas flores que son de la anciana Rosa —aseguró—. ¡Señor Verde! ¿Está por ahí? Le he traído galletitas y amigos nuevos —exclamó las pequeña con entusiasmo, pero nada ocurría—. Seguro debe estar dormidito. Tengo una idea.
Y con suspicacia, tomó un trozo del bocadillo que llevaba guardado en el bolsillo y lo arrojó lo más cerca de la cueva. Éste cayó al agua, pero no se hundió, tampoco se dejó arrastrar por la corriente, simplemente desapareció, como si algo lo hubiera agarrado. Neliel aplaudió y sonreía de contenta, y como por arte de magia, algo en la zona empezó a cambiar y el suelo se estremeció. La cueva empezó a alzarse como si tuviera vida propia; de ahí emergió un ser de figura imposible, hecho de piedras, hojas y musgo. Era el ser del que Neliel tanto habló.
—Holita —saludó con su pequeña mano—. Ellos son mis amiguitos. Él es el Señor Verde, y le gustan mucho las galletitas, como a mí. —Neliel mostraba una confianza increíble. La criatura simplemente hizo una ligera reverencia, como si atendiera a la presentación hecha por la brujita.
«Veo que la pequeña hechicera también se divierte haciendo amistades en el mundo humano. Aunque... ustedes no son tan humanos. Son el equilibrio; bienvenidos sean.»
Y la voz del elemental resonó como un pensamiento alentador. Era tranquila y pausada, como la de un anciano muy sabio.
Neliel Stendhal- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Re: Join in you [Neliel y Camila]
Me sentía en otro mundo. Los sonidos de la naturaleza aunados a nuestras palabras y risas nos transportaban lentamente a un mundo diferente, aunque a simple vista pareciera el mismo. Mi mirada iba del hombre a mi lado a la pequeña hechicera a quien seguíamos completamente a ciegas, aquella en la que confiábamos completamente pese a haberla conocido hacía tan poco.
Las charlas entre los tres eran divertidas y variadas. Pasábamos de preocupaciones ligeras sobre el paradero del padre de Neliel a cosas más divertidas y claro, a algunas otras en las que tanto Keath como yo preferimos no indagar demasiado.
– Keath ahora no… – susurre muy cerca de él cuando note sus oscuros pensamientos acerca de no dejarme caer de pie – Recuerda que estamos con Neliel y tenemos una misión que cumplir antes – encontrar al amigo de la brujita y a su padre era la prioridad en aquellos momentos. Sabía que aunque nada de eso ocurriera ella estaría a salvo a nuestro lado pero también sabía que su padre estaría preocupado y que lo mejor era que lo encontrásemos pronto para que viera sana y salva a su pequeña.
– Después de conocer al Señor Verde buscaremos a tu papi, ¿Te parece la idea Neliel? – mencione aquello mientras que nos internábamos cada vez más en el bosque, llegando hasta un zona donde más adelante se veía una cueva. Realmente no tenía idea de a donde éramos guiados así como tampoco imaginaba lo que encontraríamos al final del camino. Escuchando las peguntas de Keath, se me vino una a la mente, misma que exprese a la pequeña brujita casi al instante – Es cierto, ¿Cómo reconoceremos al Señor Verde? ¿No se molestara de que vayamos nosotros contigo? – pregunte aquello de manera un tanto ingenua y es que respecto a magia la verdad es que era prácticamente una ignorante. Poseía la certeza de que los brujos veían más del mundo que nosotros y que sus poderes eran asombrosos pero de ahí en fuera, desconocía los alcances de su magia – Y Keath, Neliel no es traviesa – sonreí ante ese cambio de tema – es juguetona como cualquier niña – levante el mentón de manera orgullosa – Yo era igual de pequeña – quizás exageraba con esa afirmación, pero de joven claro que había sido aventurera.
Mi mirada fue de inmediato a seguir la dirección que el pequeño dedo de Neliel apuntaba pero ante mis ojos aquel lugar no parecía ser nada fuera de lo común.
– ¿Qué clase de idea? – alcance a preguntar antes de que la infanta lanzara algo cerca del lago, algo que desapareció de manera misteriosa. – Keath… – susurre su nombre, acercándome más a él y tomando su mano solo segundos antes de que la tierra bajo nuestros pies comenzara a moverse y de la cueva saliera el ser más misterioso y mágico que alguna vez mis ojos contemplaran.
La naturalidad con que la brujita hablaba con aquel ser me dejaba perpleja y maravillada, al punto que lo único que podía hacer era aferrarme con fuerza a la mano del cambiante a mi lado, misma que apreté aún más cuando el llamado Señor Verde se dirigió a nosotros llamándonos equilibrio.
– Pellízcame y dime que esto esta pasando de verdad – dije a Keath antes de lanzarle una mirada fugaz y después posar mis ojos una vez más en el ser que se mantenía frente a nosotros – Gracias por la bienvenida, mi nombre es Camila y él es Keath – nos presente, sin saber después que más decir o hacer.
Las charlas entre los tres eran divertidas y variadas. Pasábamos de preocupaciones ligeras sobre el paradero del padre de Neliel a cosas más divertidas y claro, a algunas otras en las que tanto Keath como yo preferimos no indagar demasiado.
– Keath ahora no… – susurre muy cerca de él cuando note sus oscuros pensamientos acerca de no dejarme caer de pie – Recuerda que estamos con Neliel y tenemos una misión que cumplir antes – encontrar al amigo de la brujita y a su padre era la prioridad en aquellos momentos. Sabía que aunque nada de eso ocurriera ella estaría a salvo a nuestro lado pero también sabía que su padre estaría preocupado y que lo mejor era que lo encontrásemos pronto para que viera sana y salva a su pequeña.
– Después de conocer al Señor Verde buscaremos a tu papi, ¿Te parece la idea Neliel? – mencione aquello mientras que nos internábamos cada vez más en el bosque, llegando hasta un zona donde más adelante se veía una cueva. Realmente no tenía idea de a donde éramos guiados así como tampoco imaginaba lo que encontraríamos al final del camino. Escuchando las peguntas de Keath, se me vino una a la mente, misma que exprese a la pequeña brujita casi al instante – Es cierto, ¿Cómo reconoceremos al Señor Verde? ¿No se molestara de que vayamos nosotros contigo? – pregunte aquello de manera un tanto ingenua y es que respecto a magia la verdad es que era prácticamente una ignorante. Poseía la certeza de que los brujos veían más del mundo que nosotros y que sus poderes eran asombrosos pero de ahí en fuera, desconocía los alcances de su magia – Y Keath, Neliel no es traviesa – sonreí ante ese cambio de tema – es juguetona como cualquier niña – levante el mentón de manera orgullosa – Yo era igual de pequeña – quizás exageraba con esa afirmación, pero de joven claro que había sido aventurera.
Mi mirada fue de inmediato a seguir la dirección que el pequeño dedo de Neliel apuntaba pero ante mis ojos aquel lugar no parecía ser nada fuera de lo común.
– ¿Qué clase de idea? – alcance a preguntar antes de que la infanta lanzara algo cerca del lago, algo que desapareció de manera misteriosa. – Keath… – susurre su nombre, acercándome más a él y tomando su mano solo segundos antes de que la tierra bajo nuestros pies comenzara a moverse y de la cueva saliera el ser más misterioso y mágico que alguna vez mis ojos contemplaran.
La naturalidad con que la brujita hablaba con aquel ser me dejaba perpleja y maravillada, al punto que lo único que podía hacer era aferrarme con fuerza a la mano del cambiante a mi lado, misma que apreté aún más cuando el llamado Señor Verde se dirigió a nosotros llamándonos equilibrio.
– Pellízcame y dime que esto esta pasando de verdad – dije a Keath antes de lanzarle una mirada fugaz y después posar mis ojos una vez más en el ser que se mantenía frente a nosotros – Gracias por la bienvenida, mi nombre es Camila y él es Keath – nos presente, sin saber después que más decir o hacer.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 391
Fecha de inscripción : 10/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Join in you [Neliel y Camila]
Un gran cúmulo de aura se alzaba entre la muchacha y el húmedo y brillante bosque, por entre las ramas se veía un gran arco encendido. No había niebla, no obstante una especie de nebulosa surgía como un espeso halo de magia. En bandazos y ráfagas intentaba tragarme esa especie de miedo que solía abrazarme cuando de cosas desconocidas se trataba. Era aventurero, mas no en esa rama de la extrañeza. El ser intentaba tragarse no solo la galletita que flotaba en el agua, sino la misma agua y aire, como si él mismo fuese parte del flujo de la naturaleza, supuse que realmente así era.
Demasiado magnificente era ese espectáculo y también la profunda y hermosa silueta de la niña y la mujer a mi lado que no tardó demasiado en agarrarme y acercarse a mí con unos ánimos que no pude descifrar. Abrí los ojos y sonreí de lado, eso podría ser una ilusión de la niña también, era una hechicera y se sabía que podían hacer ese tipo de cosas, sin embargo no era algo que estaba del todo dispuesto a creer. A través de la viscosa figura se podía apreciar la misma tranquilidad de siempre en el bosque. Allí estaría a salvo. Pasé los dedos por la espalda de Camila, cuidadosamente acercándola a mi pecho para ladear un poco la cabeza, sumamente anonadado, la sonrisa de perro faldero se había desaparecido por unos instantes. — Igual de pequeña, ¿no? Interesante. — Bromeé a medias y saludé con una mano al ente que se había aparecido, supuse que estaba hablando porque parecían comunicarse, pero yo no tenía ni la menor idea de lo que estaban diciendo. Simplemente dejé que la pequeña niña terminara la conversación con lo que se podía apreciar como alimaña, pero más bien tranquila y en paz con lo que nos rodeaba. — No te sabría decir, gatita. — Le aseguré dejando que un sutil cosquilleo recorriera mi cuello al sentir el fresco de sus cabellos contra los míos y no tardé en apoyar el mentón sobre su hombro. Recordé entonces lo que habíamos venido a hacer y me dediqué a escuchar alrededor por un rato, observando cómo se disponían a comer galletas con el ser. Pronto la voz de un anciano resonó y al alzar la vista noté que salía del espectro, pestañeé un par de veces y miré a Camila cuando ella le respondió. Había estado seguro de pensar que eso no hablaba, aparentemente me había confundido bastante y al escuchar a un anciano no pude hacer otra cosa que responder. Si había algo que había aprendido muy bien a lo largo de los años era a darle mi respeto a la gente mayor, aunque no estaba seguro si eso se consideraba gente. — Sí, soy Keath, ella es mi prometida, futura esposa. Neliel se perdió de su padre, ¿sabe dónde está por pura casualidad? — Le miré y luego de un rato pude encontrar los ojos de un anciano dispuestos sobre la punta de su extendida figura. Me observaba bastante intimidante, pero con esa discreción que tenían los sabios. Y al instante le vi alzando una especie de ramas y raíces, supuse que eran sus manos. Con lentitud apuntaba a un camino, pareció que por algún motivo las plantas se hicieron a un lado para mostrarnos tierra blanca, era tal cual si se abriera un paso rápido a algún sitio. Mi boca se abrió y deje escapar una sonrisa y risa al mismo tiempo. — Que increíble, la naturaleza… ¿Viste eso? Creo que nos está indicando a dónde está el padre de Neliel, él debe estar preocupado. Muchas gracias Señor Verde. — Alenté y con mucho cuidado dejé otra galleta en el suelo, tal cual una muestra de agradecimiento, observé como el alimento empezaba a irse hacia abajo y se hundía entre las ramas. Al mismo tiempo el ente empezaba a hacerse más pequeño, como queriendo desaparecer. La travesía de la hechicera empezaba a llegar a su fin, pero sin duda quedaría como lo más extraño y auténtico que nos había sucedido en esa ciudad. O más bien que me había sucedido a mí, contaba en que en Pensilvania cosas similares sucedieran, realmente la idea de conocer a seres de la naturaleza llamaba mi atención. Cuando la humareda empezó a desintegrarse dejé llegar mis pasos hacia el camino y me dispuse a ver a través de él, comunicándome con los animales que estaban alrededor. Había un hombre esperando del otro lado, parecía buscar a alguien. Minutos más tarde supe que era el padre que estábamos buscando, pues el grito del nombre de su hija volvía a resonar entre los animales hasta llegar a mí. — Tu padre te espera del otro lado pequeña. Nos volveremos a encontrar pronto, ¿sí? —
Demasiado magnificente era ese espectáculo y también la profunda y hermosa silueta de la niña y la mujer a mi lado que no tardó demasiado en agarrarme y acercarse a mí con unos ánimos que no pude descifrar. Abrí los ojos y sonreí de lado, eso podría ser una ilusión de la niña también, era una hechicera y se sabía que podían hacer ese tipo de cosas, sin embargo no era algo que estaba del todo dispuesto a creer. A través de la viscosa figura se podía apreciar la misma tranquilidad de siempre en el bosque. Allí estaría a salvo. Pasé los dedos por la espalda de Camila, cuidadosamente acercándola a mi pecho para ladear un poco la cabeza, sumamente anonadado, la sonrisa de perro faldero se había desaparecido por unos instantes. — Igual de pequeña, ¿no? Interesante. — Bromeé a medias y saludé con una mano al ente que se había aparecido, supuse que estaba hablando porque parecían comunicarse, pero yo no tenía ni la menor idea de lo que estaban diciendo. Simplemente dejé que la pequeña niña terminara la conversación con lo que se podía apreciar como alimaña, pero más bien tranquila y en paz con lo que nos rodeaba. — No te sabría decir, gatita. — Le aseguré dejando que un sutil cosquilleo recorriera mi cuello al sentir el fresco de sus cabellos contra los míos y no tardé en apoyar el mentón sobre su hombro. Recordé entonces lo que habíamos venido a hacer y me dediqué a escuchar alrededor por un rato, observando cómo se disponían a comer galletas con el ser. Pronto la voz de un anciano resonó y al alzar la vista noté que salía del espectro, pestañeé un par de veces y miré a Camila cuando ella le respondió. Había estado seguro de pensar que eso no hablaba, aparentemente me había confundido bastante y al escuchar a un anciano no pude hacer otra cosa que responder. Si había algo que había aprendido muy bien a lo largo de los años era a darle mi respeto a la gente mayor, aunque no estaba seguro si eso se consideraba gente. — Sí, soy Keath, ella es mi prometida, futura esposa. Neliel se perdió de su padre, ¿sabe dónde está por pura casualidad? — Le miré y luego de un rato pude encontrar los ojos de un anciano dispuestos sobre la punta de su extendida figura. Me observaba bastante intimidante, pero con esa discreción que tenían los sabios. Y al instante le vi alzando una especie de ramas y raíces, supuse que eran sus manos. Con lentitud apuntaba a un camino, pareció que por algún motivo las plantas se hicieron a un lado para mostrarnos tierra blanca, era tal cual si se abriera un paso rápido a algún sitio. Mi boca se abrió y deje escapar una sonrisa y risa al mismo tiempo. — Que increíble, la naturaleza… ¿Viste eso? Creo que nos está indicando a dónde está el padre de Neliel, él debe estar preocupado. Muchas gracias Señor Verde. — Alenté y con mucho cuidado dejé otra galleta en el suelo, tal cual una muestra de agradecimiento, observé como el alimento empezaba a irse hacia abajo y se hundía entre las ramas. Al mismo tiempo el ente empezaba a hacerse más pequeño, como queriendo desaparecer. La travesía de la hechicera empezaba a llegar a su fin, pero sin duda quedaría como lo más extraño y auténtico que nos había sucedido en esa ciudad. O más bien que me había sucedido a mí, contaba en que en Pensilvania cosas similares sucedieran, realmente la idea de conocer a seres de la naturaleza llamaba mi atención. Cuando la humareda empezó a desintegrarse dejé llegar mis pasos hacia el camino y me dispuse a ver a través de él, comunicándome con los animales que estaban alrededor. Había un hombre esperando del otro lado, parecía buscar a alguien. Minutos más tarde supe que era el padre que estábamos buscando, pues el grito del nombre de su hija volvía a resonar entre los animales hasta llegar a mí. — Tu padre te espera del otro lado pequeña. Nos volveremos a encontrar pronto, ¿sí? —
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 14/05/2013
Edad : 31
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Estrellitas y luceros, pintados con mucho amor, ¡Quiero subir a la Luna y llenarla de color! [Neliel ID]
» Join us [Búsqueda múltiple]
» Toujours [Camila]
» ¿Te he lastimado? [Camila]
» Come on, join the party. [Sophie's Relations]
» Join us [Búsqueda múltiple]
» Toujours [Camila]
» ¿Te he lastimado? [Camila]
» Come on, join the party. [Sophie's Relations]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour