AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nuevos Destinos por Conocer (Flora Levallois)
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Nuevos Destinos por Conocer (Flora Levallois)
Sentia nauseas ¿era eso normal en un vampiro? Siempre imaginó que sus problemas de viajes en embarcaciones se iban a terminar apenas corriera sangre vampírica por sus venas, pero parecía ser que el destino tenía otros planes para él y sus nauseas. Tomó una pluma del bolso, sacó el pequeño diario con la tapa algo agrietada y buscó la próxima hoja libre.
Miércoles 26 de Octubre de 1801 - Alejandría, Egipto - 23.45 PMMe encuentro en una embarcación rumbo directo a Alejandría, el "Gran Puerto Egipcio", donde muchos empresarios debemos establecer negocios rentables con el país. A la cabeza de la reunión se encuentra nada más ni nada menos que Mehmet Alí, actual mandatario otomano y reconstructor. Desconozco sus formas, lo que me genera una gran incertidumbre y espero tener el tiempo suficiente para entablar una férrea relación de negocios con él. En la nave voy acompañado de otros empresarios Parisinos que buscan también oportunidades en estos puertos. Agradezco que esta reunión sea por la noche, las que se realicen por la mañana las llevará a cabo mi socio Christopher, no confío en nadie más que él para estas cosas ya que es el único al tanto de mi actual condición.
Sufro nauseas aun, me siento realmente ofuscado y cansado por el viaje...
Cerró rápidamente el diario al sentir unos pasos fuera del pequeño camarote. Seguramente estarían congregándose para una reunión y teniendo en cuenta que Christopher ya estaba en su séptimo sueño decidíó salir a ver con sus propios ojos que pasaba y ser parte de la asamblea. El bamboleo era constante y se imaginaba el doble de pálido de lo que normalmente era. Lo único que podía atinar acá era a alimentarse de las ratas que paseaban por el lugar, pero ahora no se daba la oportunidad con todos allí afuera. Salíó a una pequeña sala entre los camarotes y vio a la mayoría juntándose con en muchedumbre, no eran demasiados pero si los suficientes para llenar el rellano.
Con voz grave pero suave uno de los empresarios más conocidos de toda Francia en la rama de la agricultura estaba informando ser cautos al momento de hablar y negocias con Mehmet Alí ya que se le conocían grandes promesas incumplidas, él advertía esto antes que lleguemos a tierra porque Egipto no era como Francia, confirmaba que aquí las distracciones abundaban, las bebidas eran fuertes y robustas y las mujeres y hombres increíblemente atractivos. Julien observó con delicadeza entre los convocados para encontrar un círculo de mujeres emprendedoras, sucesoras de familias de renombre. Conocía a dos de ellas, al menos en varias reuniones había cruzado palabras con ambas. Una de ellas era Mademoiselle Rembrand, cuyo apellido era garantía de confianza dentro de la industria textil y la otra dama era Mademoiselle Levallois cuyo amplio destaque era por proveer a toda Francia de los mejores vinos del país.
La reunión terminó sin más palabras, todos advertidos y conscientes, teniendo en cuenta que Egipto no era lo que había sido hace unos años atrás, no venían mal algunas palabras sobre conocedores. Después de unas horas más, aun de madrugada desembarcaron en Alejandría, aprovechando la luna el vampiro observó mientras se acercaban a esa gran ciudad, lejos de la destrucción conservaba su esplendor. Un trecho los esperaba para llegar al palacio que tenían que circular a pie, después de tanto tiempo sobre la embarcación era un milagro pisar tierra firme y aun tener algo de tiempo para acomodar las cosas y salir a alimentarse antes de la salida del sol. Iban en fila cuando notó que Mademoiselle Levallois se encontraba a unos pocos pasos delante y acortó las distancias hacia allí.
- Mademoiselle, no sé si recuerde, soy Julien, nos conocimos en el Palacio Royal en una de las tantas reuniones empresariales. ¿Cómo ha estado? - preguntó sin más, dejando a Chris con las demás cosas, de todas formas además de su socio era quien se encargaba de ello. El tramo a recorrer parecía largo asi que ¿qué mejor que entablar una conversación?
Última edición por Julien el Jue Mar 19, 2015 4:59 pm, editado 2 veces
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Nuevos Destinos por Conocer (Flora Levallois)
La ciudad se imponía en el horizonte con la majestuosidad que solo poseían los nuevos comienzos, las luces brillaban como los ojos de un tigre a medida que el navío se acercaba más a ella, prestas a devorar tu mente si deseabas sumergirte en la oscuridad de sus fauces. Era a lo que ella había venido, le parecía divertido que la cortina de humo que solía usar siguiera intacta para el resto del mundo, el poder llevar sus vinos a tierras lejanas la hacía sentirse orgullosa, esperando decidida el momento de mirar a su padre Gédéon a los ojos, para reclamar su derecho a la verdad a cambio de la incalculable fortuna con que la adolescente llenaba ahora sus arcas, pero el anciano jamás aceptaría, antes mordería su lengua para envenenarse que confesarle el lugar en el que sus hermanos se encontraban, o si en verdad habían fallecido...la ubicación de dos tumbas sobre las cuales colocar flores. A parte de que a comparación de la fortuna de su padre la de ella era un grano de arena en el desierto de aquella tierra. Pero algo debía agradecerle al regalo de su padre,la libertad de viajar donde quisiera con la fachada perfecta siguiendo sus instintos y su poder, el conocimiento y los ingredientes exóticos que encontraría sobre las artes prohibidas, aquellas que eran suyas desde siempre.
Flora miró de nuevo el libro que reposaba ahora en su regazo, pronto habrían de pasar golpeando la puerta de cada camarote para anunciar la llegada al puerto, así que dejando atrás su breve descanso se preparó para el arribo. Entre sus manos tomó el libro con delicadeza, hace años había decidido empezar a escribir sus sueños, unas cuantas extrañas palabras con resultados bastante satisfactorios, pociones e ingredientes para estás...así entre recuerdos, abrió la fina y turquesa tapa de cuero del grimorio, observó pasando uno de sus dedos sobre la primera página en la que una elegante caligrafía le daba siempre la bienvenida:
Siempre sentía al leerla la emoción de la primera vez, así esperaba fuera su estadía en Alejandría, feliz y cálida como el clima que le recordó no llevar ningún estorboso abrigo sobre sus hombros. Prefirió vestirse sola para lograr ignorar a las mozas, las cuales insistentes cada mañana pretendían solucionar su vida y ajuar. El vestido de organdí color indigo cayó sobre ella definiendo su silueta, dejando al descubierto sus claros hombros y pecho, una delgada línea de diamantes surcó su espalda desnuda por completo y una corona de margaritas de la misma piedra preciosa recogía su cabello en una trenza. Dejó libres algunos mechones que caían por su rostro. Frescas se sintieron las gotas de jazmín y sauco que aplicó tras sus orejas, cuello, muñecas y entre sus senos, nada en exceso ya que como decía su hermano Luka... - Nada peor que una dama parisina orgullosa de su olor a pachulí.- y de eso Flora no tenía la menor duda. Los toscos golpes en la puerta retumbaron sus oídos y se extendieron por el pasillo del navío, lo poco que alcanzó a entender de las palabras casi gritadas del hombre era que habrían de reunirse en el rellano, una que otra instrucción acerca del encuentro con el Sultan. En poco habrían llegado por fin tierra firme. - Sultan Mehmet Alí, es un honor.- dijo en voz alta con una aceptable pronunciación, le parecía vistoso aquel nombre, con el se podía saber el carácter del portador...sus anhelos y ambiciones. Ambiciones que Flora debía incrementar a favor de ella con un buen vino y tabaco por supuesto.
El pasillo aún se encontraba casi vacío, así que tomó un lugar alejado, sonrío a los que sin querer la empujaban intentando acomodarse, presentándose a los desconocidos, dando uno que otro dato a los interesados, ellos eran los clientes potenciales y saludó amena a los que ya degustaban de su fino producto. Las personas no eran su fuerte pero podía ser encantadora cuando de negocios se trataba. El tiempo de bajar había llegado, caminó lentamente entre sonrisas y murmuros nerviosos, alegrándose de haber traído a su siervos de confianza no sin antes darles las ordenes debidas para su llegada al palacio, una de ella que se mantuvieran alejados a no ser que los necesitara. Perdida entre sus pensamientos sintió a su lado una presencia diferente, extraña. Giró suavemente su cabeza, observando al hombre que alto y pálido se refería a ella con cierta familiaridad, resaltaba entre el gris de la multitud, algo particular entre los comunes. Escuchó sus palabras con cierta confusión dándose un tiempo para pensar. - Julien...- se esforzó por recordarlo mirando al suelo mientras se llevaba a la boca dos de sus dedos, jugueteando inconsciente con el labio inferior. - Me sería más fácil con un apellido, Sieur.- sonrió traviesa intentando ignorar el momento incomodo que por culpa de ella estaban teniendo. Era un infortunio que no pudiera recordar el rostro de los presentes en aquel lugar, cada uno de ellos era un cliente potencial y más si al caballero lo había conocido en el Palacio.
Alejandria, lugar de danza y arena, de encuentros casuales y extravagantes. - Espero que las bestias sean vuestras amigas, me alegraría mucho contar con compañía, estimula mis recuerdos.- extendió su mano hacia los dos majestuosos sementales que la esperaban en tierra firme, invitándolo a seguir con ella. Tiniebla, su yegua, a la cual tomó con sus manos acariciando suave su lomo se encontraba allí. Ayudada por dos de sus hombres subió a esta, tomando entre sus manos el dominio del corcel, poco le importaban sus ropajes y agradeció al clima su disposición para hacer ameno aquel viaje. - Eres rojo...o más bien escarlata.- le dijo al hombre con duda ya que la creería demente por tal disparate, pero el color en su aura lo delataba, el color sangre vibraba alrededor de él con la fuerza de cien dragones hambrientos y la curiosidad aumentó en su pecho agitado por el ansía de un sí por parte de él, la excusa a su curiosidad estaba dada...una disculpa por el agravio de no recordarlo. - El viaje fue largo y turbulento, o bueno...creo que para vos lo fue. Una buena copa de vino nos espera en aquel lugar.- apretó ligeramente las riendas girando suave al animal en la dirección correcta, tomando el amplio sendero de la ciudad que aún con ruinas se abría hermosa ante ellos, pondría a prueba la habilidad ecuestre de su acompañante y para ello dobló brusca perdiéndose en las calles levantando a su paso la arena hasta ahora en reposo.
Flora miró de nuevo el libro que reposaba ahora en su regazo, pronto habrían de pasar golpeando la puerta de cada camarote para anunciar la llegada al puerto, así que dejando atrás su breve descanso se preparó para el arribo. Entre sus manos tomó el libro con delicadeza, hace años había decidido empezar a escribir sus sueños, unas cuantas extrañas palabras con resultados bastante satisfactorios, pociones e ingredientes para estás...así entre recuerdos, abrió la fina y turquesa tapa de cuero del grimorio, observó pasando uno de sus dedos sobre la primera página en la que una elegante caligrafía le daba siempre la bienvenida:
"Crecerás hermosa y poderosa. No olvides en el interior guardar cualquier sueño y secreto por disparatado que sea, palabras y sílabas al azar, elementales poderosos con sus delgadas voces solo para los escogidos. Los fuegos fatuos de la sangre femenina Jules te acompañarán por siempre maldiciendo a aquel que sin tu permiso se atreva a leer vuestros secretos.
Hermosa vuelta al sol. Mamá."
Hermosa vuelta al sol. Mamá."
Siempre sentía al leerla la emoción de la primera vez, así esperaba fuera su estadía en Alejandría, feliz y cálida como el clima que le recordó no llevar ningún estorboso abrigo sobre sus hombros. Prefirió vestirse sola para lograr ignorar a las mozas, las cuales insistentes cada mañana pretendían solucionar su vida y ajuar. El vestido de organdí color indigo cayó sobre ella definiendo su silueta, dejando al descubierto sus claros hombros y pecho, una delgada línea de diamantes surcó su espalda desnuda por completo y una corona de margaritas de la misma piedra preciosa recogía su cabello en una trenza. Dejó libres algunos mechones que caían por su rostro. Frescas se sintieron las gotas de jazmín y sauco que aplicó tras sus orejas, cuello, muñecas y entre sus senos, nada en exceso ya que como decía su hermano Luka... - Nada peor que una dama parisina orgullosa de su olor a pachulí.- y de eso Flora no tenía la menor duda. Los toscos golpes en la puerta retumbaron sus oídos y se extendieron por el pasillo del navío, lo poco que alcanzó a entender de las palabras casi gritadas del hombre era que habrían de reunirse en el rellano, una que otra instrucción acerca del encuentro con el Sultan. En poco habrían llegado por fin tierra firme. - Sultan Mehmet Alí, es un honor.- dijo en voz alta con una aceptable pronunciación, le parecía vistoso aquel nombre, con el se podía saber el carácter del portador...sus anhelos y ambiciones. Ambiciones que Flora debía incrementar a favor de ella con un buen vino y tabaco por supuesto.
El pasillo aún se encontraba casi vacío, así que tomó un lugar alejado, sonrío a los que sin querer la empujaban intentando acomodarse, presentándose a los desconocidos, dando uno que otro dato a los interesados, ellos eran los clientes potenciales y saludó amena a los que ya degustaban de su fino producto. Las personas no eran su fuerte pero podía ser encantadora cuando de negocios se trataba. El tiempo de bajar había llegado, caminó lentamente entre sonrisas y murmuros nerviosos, alegrándose de haber traído a su siervos de confianza no sin antes darles las ordenes debidas para su llegada al palacio, una de ella que se mantuvieran alejados a no ser que los necesitara. Perdida entre sus pensamientos sintió a su lado una presencia diferente, extraña. Giró suavemente su cabeza, observando al hombre que alto y pálido se refería a ella con cierta familiaridad, resaltaba entre el gris de la multitud, algo particular entre los comunes. Escuchó sus palabras con cierta confusión dándose un tiempo para pensar. - Julien...- se esforzó por recordarlo mirando al suelo mientras se llevaba a la boca dos de sus dedos, jugueteando inconsciente con el labio inferior. - Me sería más fácil con un apellido, Sieur.- sonrió traviesa intentando ignorar el momento incomodo que por culpa de ella estaban teniendo. Era un infortunio que no pudiera recordar el rostro de los presentes en aquel lugar, cada uno de ellos era un cliente potencial y más si al caballero lo había conocido en el Palacio.
Alejandria, lugar de danza y arena, de encuentros casuales y extravagantes. - Espero que las bestias sean vuestras amigas, me alegraría mucho contar con compañía, estimula mis recuerdos.- extendió su mano hacia los dos majestuosos sementales que la esperaban en tierra firme, invitándolo a seguir con ella. Tiniebla, su yegua, a la cual tomó con sus manos acariciando suave su lomo se encontraba allí. Ayudada por dos de sus hombres subió a esta, tomando entre sus manos el dominio del corcel, poco le importaban sus ropajes y agradeció al clima su disposición para hacer ameno aquel viaje. - Eres rojo...o más bien escarlata.- le dijo al hombre con duda ya que la creería demente por tal disparate, pero el color en su aura lo delataba, el color sangre vibraba alrededor de él con la fuerza de cien dragones hambrientos y la curiosidad aumentó en su pecho agitado por el ansía de un sí por parte de él, la excusa a su curiosidad estaba dada...una disculpa por el agravio de no recordarlo. - El viaje fue largo y turbulento, o bueno...creo que para vos lo fue. Una buena copa de vino nos espera en aquel lugar.- apretó ligeramente las riendas girando suave al animal en la dirección correcta, tomando el amplio sendero de la ciudad que aún con ruinas se abría hermosa ante ellos, pondría a prueba la habilidad ecuestre de su acompañante y para ello dobló brusca perdiéndose en las calles levantando a su paso la arena hasta ahora en reposo.
Última edición por Flora Levallois el Miér Mar 11, 2015 2:56 pm, editado 3 veces
Flora Levallois- Hechicero Clase Alta
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Re: Nuevos Destinos por Conocer (Flora Levallois)
- Se podría decir que Julien es nombre y apellido a la vez- dijo y luego sonrió, después de su conversión solo había mantenido un nombre falso y posiblemente el apellido adoptado iba a ser el del padre, pero sus empresas de verían perjudicadas en nombre así que todo había sido dividido, mitad de los fondos permanecerían bajo su apellido y el resto bajo el de Julien. Así era más sencillo y práctico, sabiendo esto solo los financistas del momento y los más cercanos del circulo empresarial, aquí en Francia era todo dominio Julien nadie conocía la otra empresa que solo tenía vigencia en el Sacro Imperio Germánico. Quizá cuando la vida le diera más años de oscuridad procuraría volver a su imperio a ver de que venían las cosas y que era del resto de su familia pero por ahora no tenía la fuerza y entereza necesarias.
Se subió al equino, realmente no cabalgaba desde pequeño cuando iba de vacaciones al campo y se entregaban a este tipo de actividades. Era extraño, ahora que era más alto que de niño era mucho más sencillo subirse al lomo del animal. Aun tenía sus reservas igual. Tocó el cabello del animal y la suavidad de su crin -Están muy bien cuidados- comentó al pasar. Mientras intentaba adaptarse al nuevo movimiento. Estaba conforme con que la vestimenta que le habían preparado para este nuevo continente era la apropiada, en contrario a París aquí se usaban vestimentas que cubrían toda la piel pero las telas eran mucho más ligeras, ni hablar de los miriñaques ni nada armado, las personas que nos recibieron a esas horas en el puerto vestían pantalones holgados y bombachos, algo totalmente impresentable en Europa. Aquí las telas tenían colores vivos también pero no se destacaba demasiado la calidad, era todo color pero sencillo, Flora llevaba también ropa del lugar. En cambio Julien siempre buscaba ser intemporal así que optó por una sencilla vestimenta negra con telas finas por mas que no iba a salir a caminar al sol. Solo mantuvo un medallón consigo que llevaba colgado en el cuello y que en estas tierras ya no se veía tan raro.
-¿Rojo o escarlata? - preguntó con interés mientras terminaba de ajustarse al asiento y observaba la mirada de la mujer que observaba mas allá de la simple persona ¿era así como se veía? Con un aura hambrienta y colorida a tal punto que notó su falta de sangre fresca de forma automática.
-Espero que no sea demasiado notorio. Pero si, ha sido un viaje complicado realmente, espero encontrar sustento antes que termine la noche... -dejó observando la fina línea del cuello de la dama mientras esta acomodaba su ubicación. Ella le dio una simple mirada y giró bruscamente su caballo perdiéndose en la polvareda. Esperaba no haber sido inoportuno, no entendía el motivo sino. Salió al trote tras ella con menos elegancia respondió su caballo y de todas formas siguió la estela de polvo dibujada y los cascos en la arena hasta que la encontró unos kilómetros mas adelante, aumentó la velocidad para estarle a la par y a los gritos a su lado en el trote le dijo
-Le pido disculpas, estoy algo mareado aun Mademoiselle - bajando la vista y sacudiéndose, retomando al conversación anterior quizo hacer las paces -Pohl, mi apellido de humano era ese. Su padre posiblemente conociera a mi familia -
Se subió al equino, realmente no cabalgaba desde pequeño cuando iba de vacaciones al campo y se entregaban a este tipo de actividades. Era extraño, ahora que era más alto que de niño era mucho más sencillo subirse al lomo del animal. Aun tenía sus reservas igual. Tocó el cabello del animal y la suavidad de su crin -Están muy bien cuidados- comentó al pasar. Mientras intentaba adaptarse al nuevo movimiento. Estaba conforme con que la vestimenta que le habían preparado para este nuevo continente era la apropiada, en contrario a París aquí se usaban vestimentas que cubrían toda la piel pero las telas eran mucho más ligeras, ni hablar de los miriñaques ni nada armado, las personas que nos recibieron a esas horas en el puerto vestían pantalones holgados y bombachos, algo totalmente impresentable en Europa. Aquí las telas tenían colores vivos también pero no se destacaba demasiado la calidad, era todo color pero sencillo, Flora llevaba también ropa del lugar. En cambio Julien siempre buscaba ser intemporal así que optó por una sencilla vestimenta negra con telas finas por mas que no iba a salir a caminar al sol. Solo mantuvo un medallón consigo que llevaba colgado en el cuello y que en estas tierras ya no se veía tan raro.
-¿Rojo o escarlata? - preguntó con interés mientras terminaba de ajustarse al asiento y observaba la mirada de la mujer que observaba mas allá de la simple persona ¿era así como se veía? Con un aura hambrienta y colorida a tal punto que notó su falta de sangre fresca de forma automática.
-Espero que no sea demasiado notorio. Pero si, ha sido un viaje complicado realmente, espero encontrar sustento antes que termine la noche... -dejó observando la fina línea del cuello de la dama mientras esta acomodaba su ubicación. Ella le dio una simple mirada y giró bruscamente su caballo perdiéndose en la polvareda. Esperaba no haber sido inoportuno, no entendía el motivo sino. Salió al trote tras ella con menos elegancia respondió su caballo y de todas formas siguió la estela de polvo dibujada y los cascos en la arena hasta que la encontró unos kilómetros mas adelante, aumentó la velocidad para estarle a la par y a los gritos a su lado en el trote le dijo
-Le pido disculpas, estoy algo mareado aun Mademoiselle - bajando la vista y sacudiéndose, retomando al conversación anterior quizo hacer las paces -Pohl, mi apellido de humano era ese. Su padre posiblemente conociera a mi familia -
Última edición por Julien el Jue Mar 19, 2015 5:03 pm, editado 1 vez
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Nuevos Destinos por Conocer (Flora Levallois)
Paró el corcel divertida al hombre intentando no perder el equilibrio para llegar a ella, paciente a que el hombre pudiera repetir palabra y asintió con una sonrisa de satisfacción al escuchar su apellido. - Pohl.- repitió con ese peculiar acento francés imaginando que era aleman, le creyó completamente y en su tez notó la palidez evidente según ella por el cansancio. Se acercó a él aún en el corcel y puso su mano sobre la frente fría, la noche estaba fresca pero en tierras árabes no debías tener la de las praderas rusas en invierno. La quitó para pensar unos segundos. - Me disculpo, no debí haberos hecho venir acá, pero ansiaba un momento a solas...o bueno...con vos y pensé que siendo un hombre de mundo podríais guiarme a través de esta ciudad por un lugar más solitario. - habló con sinceridad esperando el caballero entendiera sus valiosas razones, por lo menos para ella lo eran.
Siguió por donde creía era el camino, haciendo que Tiniebla caminara lento, no deseaba que su primera impresión fuera la de haber torturado a su acompañante todo el tiempo. Paró un instante. - Soy Flora, pero parece que ya nos conocíamos. Cuáles son vuestros negocios? - preguntó curiosa mirando los ojos celeste del chico, no negaba su sangre sajona, alto y de cabellos color onix, le recordó a la Levellois su visita a las inmensas ciudades alemanas, sus imponentes castillos y las masculinidad de sus hombres y la belleza de sus damas, sin olvidar la cerveza, por supuesto. - Perdona mis preguntas, Monsieur...sois aleman? Sólo deseo salir de dudas, para no olvidaros jamas.- sonrío nerviosa y coqueta, sonrojándose un poco, su padre se había asegurado de educar a una mujer hábil en los negocios y el ser encantadora debía llevarlo por instinto, claro que no todo lo que le divertía se lo había dejado él, para nada...su madre le había dejado su don y el amor por aquellos detalles sutiles de los hombres, un buen peinado, una perfecta sonrisa, una mirada salvaje y la capacidad para abrir la mente al igual que incrementar su riqueza. Así que estos momentos Flora los guardaba disfrutándolos cada vez que la ocasión se le daba, igual que un colibrí, sin saber que en cualquier momento podría ser atrapada.
- Y sí, yo os veo escarlata, brillas hambriento...Ojalá pudiera ver mi color, a veces lo intento pero es una sensación borrosa.- los colores vinieron a su mente, había distinguido un azul indigo con tonos turquesa y amarillo, agachó la cabeza encogiendo un poco sus hombros para volver a erguirse elegante sobre el caballo. - Es una maña extraña, no la contempléis mucho.- tintineó el cascabel que llevaba en la mano derecha, levantándola para dejar a la vista su pequeño tatuaje de la luna en el dorso inferior de su muñeca, los diamantes del brazalete brillaron con la luna y con un suspiro se dejo perder en la magnífica construcción que aún a lo lejos se veía, luminosa y vibrante, atrayendo a los tímidos europeos a los placeres de una tierra lejana, mezclada con diversos aromas. - Pronto llegaremos, podremos descansar y te sentirás mejor, me encargaré de ello.- pocos eran sus viajes entretenidos, siempre habían ancianos con caras amargadas o adultos pretenciosos o angustiados por la bancarrota, pero de este no solamente se llevaría un sí de un Sultan feo y gordo, sino también buena compañía para pasar una que otra tarde en París.
Siguió por donde creía era el camino, haciendo que Tiniebla caminara lento, no deseaba que su primera impresión fuera la de haber torturado a su acompañante todo el tiempo. Paró un instante. - Soy Flora, pero parece que ya nos conocíamos. Cuáles son vuestros negocios? - preguntó curiosa mirando los ojos celeste del chico, no negaba su sangre sajona, alto y de cabellos color onix, le recordó a la Levellois su visita a las inmensas ciudades alemanas, sus imponentes castillos y las masculinidad de sus hombres y la belleza de sus damas, sin olvidar la cerveza, por supuesto. - Perdona mis preguntas, Monsieur...sois aleman? Sólo deseo salir de dudas, para no olvidaros jamas.- sonrío nerviosa y coqueta, sonrojándose un poco, su padre se había asegurado de educar a una mujer hábil en los negocios y el ser encantadora debía llevarlo por instinto, claro que no todo lo que le divertía se lo había dejado él, para nada...su madre le había dejado su don y el amor por aquellos detalles sutiles de los hombres, un buen peinado, una perfecta sonrisa, una mirada salvaje y la capacidad para abrir la mente al igual que incrementar su riqueza. Así que estos momentos Flora los guardaba disfrutándolos cada vez que la ocasión se le daba, igual que un colibrí, sin saber que en cualquier momento podría ser atrapada.
- Y sí, yo os veo escarlata, brillas hambriento...Ojalá pudiera ver mi color, a veces lo intento pero es una sensación borrosa.- los colores vinieron a su mente, había distinguido un azul indigo con tonos turquesa y amarillo, agachó la cabeza encogiendo un poco sus hombros para volver a erguirse elegante sobre el caballo. - Es una maña extraña, no la contempléis mucho.- tintineó el cascabel que llevaba en la mano derecha, levantándola para dejar a la vista su pequeño tatuaje de la luna en el dorso inferior de su muñeca, los diamantes del brazalete brillaron con la luna y con un suspiro se dejo perder en la magnífica construcción que aún a lo lejos se veía, luminosa y vibrante, atrayendo a los tímidos europeos a los placeres de una tierra lejana, mezclada con diversos aromas. - Pronto llegaremos, podremos descansar y te sentirás mejor, me encargaré de ello.- pocos eran sus viajes entretenidos, siempre habían ancianos con caras amargadas o adultos pretenciosos o angustiados por la bancarrota, pero de este no solamente se llevaría un sí de un Sultan feo y gordo, sino también buena compañía para pasar una que otra tarde en París.
Flora Levallois- Hechicero Clase Alta
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Re: Nuevos Destinos por Conocer (Flora Levallois)
La forma de pronunciar Pohl su apellido de humano por los franceses era una de las cosas divertidas con las que disfrutaba, a veces los viajes se disfrutaban solo con esas pequeñas cosas, con un idioma distinto y una pronunciación distinta se podía generar una empatía inesperada. No pudo más que reír cuando lo escuchó en la voz de Flora.
- No tiene porqué disculparse, bien lo sabe. Si, coincido que el viaje fue una tortura, posiblemente no tanto por el mareo que me provoca las constantes olas sino porque mi socio se la pasó durmiendo la mayor parte del camino dejándome en compañía de mi mismo y eso me aburre a veces, es mejor así - comentó señalándola y señalándose - Hace mucho no visito estas tierras infértiles...- comentó observando el horizonte donde se veían unas antorchas indicando el camino principal, sabía que no tenían otro camino que el mas fácil, pero quien le diría algo si iban a perderse un poco en esta magnífica ciudad. Observó más allá hacia el este y no notó la claridad típica del amanecer próximo, eso les daba más tiempo.
-Sería oportuno hacer turismo...considerando que no todo son negocios - asintió mientras ella lo miraba con una curiosidad viajera, si algo no podía rechazar este vampiro era una invitación a la aventura del conocimiento, mas cuando se trataba de lugares nuevos, la curiosidad siempre estaba presente en su vida, se contentaba solo de saberse neófito así que le sonrió y dio vueltas sobre si con el caballo observando las posibilidades de caminos cuando ella tomó el de la derecha así que optó por acompañarla por ese.
-Negocios...varios- respondió a su pregunta - Pero hoy en día estoy haciendo una fuerte inversión en el área de ...- entrecerró sus ojos e hizo una pausa- entretenimiento nocturno por así decirlo - aún no sabía si podía hablar de estas cosas con las mujeres de París de ese nivel como el de Mademoiselle Llevallois, no sabía si ella estaba al tanto de las aventuras de hombres y mujeres en prostíbulos y menos aun de las salidas nocturnas de los vampiros y sus esclavos de sangre, era mejor esperar una respuesta de ella antes de seguir avanzando en el tema en caso que sea caído como inoportuno por mencionarlo así.
-Wenn Fräulein... - afirmó a la pregunta de la dama acerca de su procedencia, se sentía orgulloso de sus orígenes aunque no tanto de su conducta con sus familiares que estaban allí aun, les debía una visita, pero no estaba preparado aun para enfrentarse a sus miradas acusatorias. Ella se había sonrojado y se veía tan bella así de coqueta como cuando la había visto en sus actos en el palacio.
- No llevo mucho tiempo siendo un hijo de la noche, aunque es cierto que se notan ciertas auras como usted menciona alrededor de la gente. La de los humanos además desprende un calor especial, pero imagino que eso solo debe ser la sed - comentó resignándose un poco al notar que ella no confirmaba lo mismo, de seguro su percepción aun era muy básica. Aunque había episodios que notaba que alrededor de los seres brillaba un haz de luz colorido que antes no había visto. Había quedado pensando en ello hasta que sintió el cascabel de su muñeca que lo trajo de vuelta y reparó en el sutil tatuaje - Veo que le gustan los tatuajes, le mostraré el mío cuando estemos en el palacio del sultán - informó a la dama dándolo por hecho y tiró de las riendas del caballo para seguir por el camino que ella había elegido.
"Pronto llegaremos, podremos descansar y te sentirás mejor, me encargaré de ello" eran las palabras que siguieron cual eco resonando en al cabeza del vampiro y despertaron una ambición aun mayor.
-Oh, me encantaría que se encargara de mi Mademoiselle ...- se deleitó mientras cabalgaba a su lado dejando entrever un lado más confiado con ella y dejándose llevar por un juego de seducción, lo dijo con un tono relajado apenas observándola y luego volviendo la mirada al frente una vez más - Mientras tanto, podemos divertirnos perdiéndonos por Alejandría - y apuró un poco el trote del animal para meterse bajo una entrada a lo que era la parte de la ciudad y alejándose un poco del camino que corría al igual que el marcado con antorchas.
- No tiene porqué disculparse, bien lo sabe. Si, coincido que el viaje fue una tortura, posiblemente no tanto por el mareo que me provoca las constantes olas sino porque mi socio se la pasó durmiendo la mayor parte del camino dejándome en compañía de mi mismo y eso me aburre a veces, es mejor así - comentó señalándola y señalándose - Hace mucho no visito estas tierras infértiles...- comentó observando el horizonte donde se veían unas antorchas indicando el camino principal, sabía que no tenían otro camino que el mas fácil, pero quien le diría algo si iban a perderse un poco en esta magnífica ciudad. Observó más allá hacia el este y no notó la claridad típica del amanecer próximo, eso les daba más tiempo.
-Sería oportuno hacer turismo...considerando que no todo son negocios - asintió mientras ella lo miraba con una curiosidad viajera, si algo no podía rechazar este vampiro era una invitación a la aventura del conocimiento, mas cuando se trataba de lugares nuevos, la curiosidad siempre estaba presente en su vida, se contentaba solo de saberse neófito así que le sonrió y dio vueltas sobre si con el caballo observando las posibilidades de caminos cuando ella tomó el de la derecha así que optó por acompañarla por ese.
-Negocios...varios- respondió a su pregunta - Pero hoy en día estoy haciendo una fuerte inversión en el área de ...- entrecerró sus ojos e hizo una pausa- entretenimiento nocturno por así decirlo - aún no sabía si podía hablar de estas cosas con las mujeres de París de ese nivel como el de Mademoiselle Llevallois, no sabía si ella estaba al tanto de las aventuras de hombres y mujeres en prostíbulos y menos aun de las salidas nocturnas de los vampiros y sus esclavos de sangre, era mejor esperar una respuesta de ella antes de seguir avanzando en el tema en caso que sea caído como inoportuno por mencionarlo así.
-Wenn Fräulein... - afirmó a la pregunta de la dama acerca de su procedencia, se sentía orgulloso de sus orígenes aunque no tanto de su conducta con sus familiares que estaban allí aun, les debía una visita, pero no estaba preparado aun para enfrentarse a sus miradas acusatorias. Ella se había sonrojado y se veía tan bella así de coqueta como cuando la había visto en sus actos en el palacio.
- No llevo mucho tiempo siendo un hijo de la noche, aunque es cierto que se notan ciertas auras como usted menciona alrededor de la gente. La de los humanos además desprende un calor especial, pero imagino que eso solo debe ser la sed - comentó resignándose un poco al notar que ella no confirmaba lo mismo, de seguro su percepción aun era muy básica. Aunque había episodios que notaba que alrededor de los seres brillaba un haz de luz colorido que antes no había visto. Había quedado pensando en ello hasta que sintió el cascabel de su muñeca que lo trajo de vuelta y reparó en el sutil tatuaje - Veo que le gustan los tatuajes, le mostraré el mío cuando estemos en el palacio del sultán - informó a la dama dándolo por hecho y tiró de las riendas del caballo para seguir por el camino que ella había elegido.
"Pronto llegaremos, podremos descansar y te sentirás mejor, me encargaré de ello" eran las palabras que siguieron cual eco resonando en al cabeza del vampiro y despertaron una ambición aun mayor.
-Oh, me encantaría que se encargara de mi Mademoiselle ...- se deleitó mientras cabalgaba a su lado dejando entrever un lado más confiado con ella y dejándose llevar por un juego de seducción, lo dijo con un tono relajado apenas observándola y luego volviendo la mirada al frente una vez más - Mientras tanto, podemos divertirnos perdiéndonos por Alejandría - y apuró un poco el trote del animal para meterse bajo una entrada a lo que era la parte de la ciudad y alejándose un poco del camino que corría al igual que el marcado con antorchas.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/02/2014
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Re: Nuevos Destinos por Conocer (Flora Levallois)
Asintió contenta al verlo sonreír al escuchar su acento tonto y poco acorde para el alemán. Poco a poco fue frunciendo en ceño mientras lo escuchaba hablar. - Entonces fue cuestión de tedio, Caballero. Me place que haya decidido acompañarme en esta mini aventura.-apretó un poco las riendas al alcanzando al chico. - Mi viaje agotador se define igual que el vuestro. Me aburro en extremo, reduciendo mi vista a solo mar y cielo...lo único que encuentro extasiante es el viento.- dejó que una corriente de aire fresco estremeciera su piel entrecerrando los ojos. Si su padre llegaba a verla vestida de tal manera pensaría que su pequeña de 17 era una bella pequeña y no debería vestir de tal manera. Pero Flora lo disfrutaba, nada peor que sentirse aprisionado como un ave o un zorro en una jaula...abrió los ojos rápidamente sintiendo el ahogo de solo pensarlo. Amaba su vida así,la amaba.
Lo observó curiosa y satisfecha de hacerlo su acompañante en este viaje o por lo menos en esta noche, no tendría que aguantar a los guardias, compañías aburridas para su edad y ante todo el asedio de algunos hombres. Una sonrisa de niña afortunada se le escapó por su labios rojos y juveniles. Observó el horizonte asintiendo. - Entonces soy afortunada, nada me place que buena compañía, compras en tierras lejanas y el dinero.- soltó una risilla ambiciosa pero aún adolescente. Cualidad o quizás defecto obtenido de su padre Gédeón. Entretenimiento nocturno, eso le interesaba a ella y hace unos días había conversado sobre negocios y otros placeres con el dueño de uno de aquellos lugares, esclavos de sangre de vampiros, Flora jamás había tenido contacto con un ser de la noche, a excepción de cartas y la plabra, contratos dados como el tatuaje en su nuca, la tocó para recordar el dolor pero la belleza de su marca, era de ellos y con placer ella obtenía ganancias, buenas ganancias según Lucciano, ella también había estudiado las posibilidades y le habían gustado tanto como para incursionar en aquel mundo buscando algo más que dinero, oscuridad?...curiosidad a lo sobrenatural?...la compañía?
Sintió aquella mirada fija sobre ella, no se puso nerviosa por un momento y se mantuvo fija en los callejones medio iluminados, algo no había entendido de aquella frase. "- No llevo mucho tiempo siendo un hijo de la noche, aunque es cierto que se notan ciertas auras como usted menciona alrededor de la gente. La de los humanos además desprende un calor especial, pero imagino que eso solo debe ser la sed -" pensó que de pronto preguntar sería inoportuno, no quería incomodarla y que tomará vuelo en su caballo lejos de ella o que sintiera invadida su privacidad. Calló.
Le gustó el tono que utilizó el joven al referirse a mostrarle su tatuaje, o era muy confiado o quizás era su forma de encantar, dejando que la presa se acercara inocente, pero Flora pensaba en todo, a su edad la vida se le había mostrado como los negocios y l naturaleza, das y pierdes, quitas y ganas. -Prometo ser la mejor compañía, tenéis mi palabra.- Aplaudió la decisión juntando sus manos para descansar sus muñecas, ella era frágil a veces, pero era solo necesidad de descansar, peor no en aquel momento, el barco la había dejado satisfecha. - Mi tatuaje simboliza la unión de la mujer con la luna, donde sea que esté tiene influencia sobre ella, sobre mi. - fue medio honesta, si era por eso pero era porque incrementaba su poder, la conexión era superior, los conjuros, las pocimas, el vino...todo.
Ella no sintió el gusto que el vampiro encontró en su frase, ella pensaba en otros menesteres para su satisfacción y el más inocente era compañía, la noche iba bien y giró llevando una de las manos a su vestido cuando el hombre aceleró con aquella frase que le movió la emoción, parecía ser que se encontraba ya mejor y pretendía hacerla jugar en aquella exótica ciudad. Golpeó a Tiniebla suavemente para empezar la marcha, un poco más fuerte apretando más las riendas, le gustaba estar allí y ver a los incautos que salían a su paso para observar a los recién llegados, algunos ladrones, otros ciudadanos tranquilos y niños o niños ladrones, cabía resaltar. Pero así lo siguió hacía lugares tranquilos, le gustaba que llevara el mando, los hombres hallaban la ruta y si no, la mujer guiaba sutilmente desde las sombras, eso decía su madre al igual que sus nanas, ella pensaba lo mismo. El viento desordenaba sus cabellos con encanto, sintió bajo ella el roce de la silla de montar entre sus piernas, era suave, mañana dolería, pero sería un dolor agradable. Mientras lo seguía el color apareció de nuevo ante ella y alrededor de él, rojo...le gustaba pero intimidaba al mismo tiempo, hasta donde la haría llegar y cómo.
Lo admitió, se sentía atraída a preguntarle. - Cuándo decís "un hijo de la noche", a qué te refieres?- su corazón palpitó fuerte antes de recibir respuesta, aún no sabía si deseaba saber la respuesta o si no, él debía ser sabio y deducir lo que se debía hacer con aquella información. Pregunta..pregunta. Sólo eso divagaba en su mente. Le gustaba, sí. - Por qué la sed? Y humano también eres tú, o no?- ladeó su rostro. -O no?- pensó mientras llegaban de nuevo a una zona poblada, más gente y público para cualquier escena, abrían paso a ellos ceremoniosos y sonrientes, una bendición a su estilo, pieles y joyas. Pero ella deseaba algo más, estar a solas con él, con obstáculos y con respuestas, podría pensarse que su energía era bastante intensa, pero su edad la hacía sentirse en el derecho de preguntar, saber y experimentar. Saber era la puerta a la sabiduría a la apertura de mente que ella deseaba para manipular su poder. La procesión pasó lenta frente a ellos, Recordó India y lo bien que la había pasado, pero aquí ella tenía una corazonada, de nuevo...tan lejos.No disimuló su mirada, fijamente vio su pálida piel, sus labios sonrosados y sus ojos, celestes como ningunos otros. Sintió latir su corazón de nuevo, por qué no le contestaba?
- Basta.- se susurró con fuerza interna, habían demasiadas personas, extrañas y quizás era un hombre reservado quizás se estaba portando como una loca y su comentario haya sido trivial. Respiró profundo.
Lo observó curiosa y satisfecha de hacerlo su acompañante en este viaje o por lo menos en esta noche, no tendría que aguantar a los guardias, compañías aburridas para su edad y ante todo el asedio de algunos hombres. Una sonrisa de niña afortunada se le escapó por su labios rojos y juveniles. Observó el horizonte asintiendo. - Entonces soy afortunada, nada me place que buena compañía, compras en tierras lejanas y el dinero.- soltó una risilla ambiciosa pero aún adolescente. Cualidad o quizás defecto obtenido de su padre Gédeón. Entretenimiento nocturno, eso le interesaba a ella y hace unos días había conversado sobre negocios y otros placeres con el dueño de uno de aquellos lugares, esclavos de sangre de vampiros, Flora jamás había tenido contacto con un ser de la noche, a excepción de cartas y la plabra, contratos dados como el tatuaje en su nuca, la tocó para recordar el dolor pero la belleza de su marca, era de ellos y con placer ella obtenía ganancias, buenas ganancias según Lucciano, ella también había estudiado las posibilidades y le habían gustado tanto como para incursionar en aquel mundo buscando algo más que dinero, oscuridad?...curiosidad a lo sobrenatural?...la compañía?
Sintió aquella mirada fija sobre ella, no se puso nerviosa por un momento y se mantuvo fija en los callejones medio iluminados, algo no había entendido de aquella frase. "- No llevo mucho tiempo siendo un hijo de la noche, aunque es cierto que se notan ciertas auras como usted menciona alrededor de la gente. La de los humanos además desprende un calor especial, pero imagino que eso solo debe ser la sed -" pensó que de pronto preguntar sería inoportuno, no quería incomodarla y que tomará vuelo en su caballo lejos de ella o que sintiera invadida su privacidad. Calló.
Le gustó el tono que utilizó el joven al referirse a mostrarle su tatuaje, o era muy confiado o quizás era su forma de encantar, dejando que la presa se acercara inocente, pero Flora pensaba en todo, a su edad la vida se le había mostrado como los negocios y l naturaleza, das y pierdes, quitas y ganas. -Prometo ser la mejor compañía, tenéis mi palabra.- Aplaudió la decisión juntando sus manos para descansar sus muñecas, ella era frágil a veces, pero era solo necesidad de descansar, peor no en aquel momento, el barco la había dejado satisfecha. - Mi tatuaje simboliza la unión de la mujer con la luna, donde sea que esté tiene influencia sobre ella, sobre mi. - fue medio honesta, si era por eso pero era porque incrementaba su poder, la conexión era superior, los conjuros, las pocimas, el vino...todo.
Ella no sintió el gusto que el vampiro encontró en su frase, ella pensaba en otros menesteres para su satisfacción y el más inocente era compañía, la noche iba bien y giró llevando una de las manos a su vestido cuando el hombre aceleró con aquella frase que le movió la emoción, parecía ser que se encontraba ya mejor y pretendía hacerla jugar en aquella exótica ciudad. Golpeó a Tiniebla suavemente para empezar la marcha, un poco más fuerte apretando más las riendas, le gustaba estar allí y ver a los incautos que salían a su paso para observar a los recién llegados, algunos ladrones, otros ciudadanos tranquilos y niños o niños ladrones, cabía resaltar. Pero así lo siguió hacía lugares tranquilos, le gustaba que llevara el mando, los hombres hallaban la ruta y si no, la mujer guiaba sutilmente desde las sombras, eso decía su madre al igual que sus nanas, ella pensaba lo mismo. El viento desordenaba sus cabellos con encanto, sintió bajo ella el roce de la silla de montar entre sus piernas, era suave, mañana dolería, pero sería un dolor agradable. Mientras lo seguía el color apareció de nuevo ante ella y alrededor de él, rojo...le gustaba pero intimidaba al mismo tiempo, hasta donde la haría llegar y cómo.
Lo admitió, se sentía atraída a preguntarle. - Cuándo decís "un hijo de la noche", a qué te refieres?- su corazón palpitó fuerte antes de recibir respuesta, aún no sabía si deseaba saber la respuesta o si no, él debía ser sabio y deducir lo que se debía hacer con aquella información. Pregunta..pregunta. Sólo eso divagaba en su mente. Le gustaba, sí. - Por qué la sed? Y humano también eres tú, o no?- ladeó su rostro. -O no?- pensó mientras llegaban de nuevo a una zona poblada, más gente y público para cualquier escena, abrían paso a ellos ceremoniosos y sonrientes, una bendición a su estilo, pieles y joyas. Pero ella deseaba algo más, estar a solas con él, con obstáculos y con respuestas, podría pensarse que su energía era bastante intensa, pero su edad la hacía sentirse en el derecho de preguntar, saber y experimentar. Saber era la puerta a la sabiduría a la apertura de mente que ella deseaba para manipular su poder. La procesión pasó lenta frente a ellos, Recordó India y lo bien que la había pasado, pero aquí ella tenía una corazonada, de nuevo...tan lejos.No disimuló su mirada, fijamente vio su pálida piel, sus labios sonrosados y sus ojos, celestes como ningunos otros. Sintió latir su corazón de nuevo, por qué no le contestaba?
- Basta.- se susurró con fuerza interna, habían demasiadas personas, extrañas y quizás era un hombre reservado quizás se estaba portando como una loca y su comentario haya sido trivial. Respiró profundo.
Flora Levallois- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 09/01/2015
Re: Nuevos Destinos por Conocer (Flora Levallois)
Fijó la vista en el horizonte y se regodeó en sí mismo sin poder contener una sonrisa de satisfacción. Le agradaba ¿qué podía hacer? Compórtate neófito… se reprendió internamente mientras acomodaba su caballo y bajaba un poco la velocidad, tampoco le interesaba dejarla a la dama bajo la estela de tierra seca que levantaban los cascos. A su lado se encontraba ella nuevamente continuando con la conversación. El significado de su tatuaje era algo romántico. A pesar de la infinidad de atrocidades que había hecho de joven se había tomado un tiempo en el que se había preguntado por todo, ese ser existencial de algún lado afloraba a pesar de parecer perdido en el infinito y profundo corazón de Julien. Las historias que solían contarle hablaban de la luna como si fuera una mujer y el hombre como si fuera un sol. El hombre era siempre igual, una estrella brillante que explotaba con destellos de fuego. En cambio la mujer era mucho más cambiante, tenía un carácter que cambiaba con las estaciones, ciclos diferentes a los hombres e incluso podía traer vida al mundo. Ella era la luna. Sus fases la marcaban y así la hacían la más bella de las cosas que se podían observar en una noche estrellada.
-Ustedes los franceses realmente le dan sentido al amor, Cherie – comentó sin perder la sonrisa de la cara. Era cierto, en Alemania las cosas eran un poco mas frías, incluso aquí en Egipto lo eran, el amor solo pasaba por las alcobas, los hombres con su harén de mujeres, culturas muy diversas donde las mujeres solo servían para satisfacer placeres y dedicarse a la crianza de niños. Allá en Europa todo había cambiado, para bien o para mal, aun no lo sabía; pero las mujeres ya tenían mucha más participación en las decisiones. Era un cambio…grande.
Siguieron en un galope suave, se sorprendió al encontrar actividad por la noche aun antes del amanecer. Se percató de pronto que en estas tierras el sol era fuerte en demasía y que era preferible hacer las actividades cuando este no estaba y refugiarse de día. O bien ocultarse en carpas. Además estaban las tormentas de arena. La noche siempre era más fría y servía para refrescar la arena. Ni se imaginaba exponerse al sol en ese lugar pero lo iba a considerar para el futuro. Aquí era mejor la noche al dia para hacer reuniones en grandes salones, cortinados y sedas lujosas colgando de los techos, alfombras en todos los pisos contado historias con imágenes y vino y otras hierbas por así decirlo.
Su pregunta lo trajo de sus cavilaciones una vez mas y rió con gracia antes de contestarle – Hmmm… ¿Qué me gusta en demasía la noche y que de día no podría vivir quizá? ¡Oh vamos! – e hizo un gesto de complicidad con ella pero en su cara seguía dibujándose una pregunta implícita, como si algo no cerraba y menos aun su comentario. Seguía con la duda y el vampiro terminó por deducir que realmente no lo sabía. Él lo había dado por hecho. Las siguientes preguntas obvio las respuestas, prefería comentárselo lejos del murmullo de gentes, había mucha por ser de noche, ataviadas con túnicas que cubrían su boca de las ráfagas de arena. Necesitaba una de esas, en negro, pensó.
Flora no le quitaba la vista de encima, obviamente buscaba respuestas, en eso se parecía un poco a Julien, ambos eran ambiciosos cuando de información se trataba – Creo que será mejor que te lo explique cuando estemos más tranquilos – terminó explicando mientras observaba un grupo de personas desfilando frente a sus caballos con montones de telas cargadas al hombro y hablando en ese idioma tan extraño que rozaba las palabras contra el paladar y lo hacía algo áspero al oído, pero que en el fondo no perdía su identidad. Después de un año en Francia parecía que ya se lo había comprado, tanto el país como sus costumbres y su lenguaje, terminaría siendo uno más en unos pocos años más.
Pensó. Bajó el caballo y sosteniendo su rienda tomó las de la dama y la ayudó a bajar – La desvelo un poco mas esta noche Mademoiselle… ¿le apetece ir de compras? – preguntó sosteniendo una de sus manos e invitándola, a pocos metros de donde estaban habían una serie de puestos disponibles para las compras, los vendedores se hallaban cómodamente apostados en cada tienda, eran inmensas, todas vendían cosas del lugar. Y el aroma a sándalo y especias, a sahumerios e incienso era realmente intenso. Allí podrían conseguir de todo, una feria nocturna era algo que no había pensado. Aunque observando bien, ya no era tan de noche sino que más bien estaban preparando todo para la salida del sol que se daría en una hora, quizá dos. La miró fijamente buscando respuesta hasta que la halló.
-Ustedes los franceses realmente le dan sentido al amor, Cherie – comentó sin perder la sonrisa de la cara. Era cierto, en Alemania las cosas eran un poco mas frías, incluso aquí en Egipto lo eran, el amor solo pasaba por las alcobas, los hombres con su harén de mujeres, culturas muy diversas donde las mujeres solo servían para satisfacer placeres y dedicarse a la crianza de niños. Allá en Europa todo había cambiado, para bien o para mal, aun no lo sabía; pero las mujeres ya tenían mucha más participación en las decisiones. Era un cambio…grande.
Siguieron en un galope suave, se sorprendió al encontrar actividad por la noche aun antes del amanecer. Se percató de pronto que en estas tierras el sol era fuerte en demasía y que era preferible hacer las actividades cuando este no estaba y refugiarse de día. O bien ocultarse en carpas. Además estaban las tormentas de arena. La noche siempre era más fría y servía para refrescar la arena. Ni se imaginaba exponerse al sol en ese lugar pero lo iba a considerar para el futuro. Aquí era mejor la noche al dia para hacer reuniones en grandes salones, cortinados y sedas lujosas colgando de los techos, alfombras en todos los pisos contado historias con imágenes y vino y otras hierbas por así decirlo.
Su pregunta lo trajo de sus cavilaciones una vez mas y rió con gracia antes de contestarle – Hmmm… ¿Qué me gusta en demasía la noche y que de día no podría vivir quizá? ¡Oh vamos! – e hizo un gesto de complicidad con ella pero en su cara seguía dibujándose una pregunta implícita, como si algo no cerraba y menos aun su comentario. Seguía con la duda y el vampiro terminó por deducir que realmente no lo sabía. Él lo había dado por hecho. Las siguientes preguntas obvio las respuestas, prefería comentárselo lejos del murmullo de gentes, había mucha por ser de noche, ataviadas con túnicas que cubrían su boca de las ráfagas de arena. Necesitaba una de esas, en negro, pensó.
Flora no le quitaba la vista de encima, obviamente buscaba respuestas, en eso se parecía un poco a Julien, ambos eran ambiciosos cuando de información se trataba – Creo que será mejor que te lo explique cuando estemos más tranquilos – terminó explicando mientras observaba un grupo de personas desfilando frente a sus caballos con montones de telas cargadas al hombro y hablando en ese idioma tan extraño que rozaba las palabras contra el paladar y lo hacía algo áspero al oído, pero que en el fondo no perdía su identidad. Después de un año en Francia parecía que ya se lo había comprado, tanto el país como sus costumbres y su lenguaje, terminaría siendo uno más en unos pocos años más.
Pensó. Bajó el caballo y sosteniendo su rienda tomó las de la dama y la ayudó a bajar – La desvelo un poco mas esta noche Mademoiselle… ¿le apetece ir de compras? – preguntó sosteniendo una de sus manos e invitándola, a pocos metros de donde estaban habían una serie de puestos disponibles para las compras, los vendedores se hallaban cómodamente apostados en cada tienda, eran inmensas, todas vendían cosas del lugar. Y el aroma a sándalo y especias, a sahumerios e incienso era realmente intenso. Allí podrían conseguir de todo, una feria nocturna era algo que no había pensado. Aunque observando bien, ya no era tan de noche sino que más bien estaban preparando todo para la salida del sol que se daría en una hora, quizá dos. La miró fijamente buscando respuesta hasta que la halló.
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