|| Preguntas y Respuestas || Flora Levallois

por **Mark Bass** Dom Mar 22, 2015 12:53 am

Habían pasado varios días después de mis investigaciones acerca de la inquisición y sus conexiones con el lavado de dinero en el sistema político. La influencia del clero era asquerosamente más vista conforme los años pasaban y era algo que no podía tolerar, al menos no si yo estoy fuera de los negocios. Por ello decidí partir al Vaticano, juntando algunos nombres y otros favores para al final verme ahora de nuevo en Francia, más esta vez decidí salir a aclarar mi mente y entonces las calles se volvieron mi patio de juegos una vez más.

La noche era fría y desolada, la Luna oculta entre las sombras mientras que los vientos alzaban cortinas de polvo que se rompían con mi andar que resonaba cuál eco por todo el marco escénico. Con un traje negro, de camisa albina y bien sujetada del cuello por una corbata azabache. En mi cintura mi fiel espada pendía y entonces me dispuse a buscar el lugar ideal para pasar un buen rato, quizás para meditar y planear... Quizás yo mismo tentaba a la muerte o a algo mucho más placentero.

Me topé con el flamante Hotel Des Arenes, decidí entrar y me dirigí al bar. Una vez sentado en la barra el cantinero ni se molestó en preguntarme que tomaré, instantáneamente puso un vaso con whisky frente a mí y con seriedad se lo agradecí moviendo mi rostro, empezando a beber un poco para entonces sentir el exquisito ardor por mi garganta conforme la bebida caía. Mis ojos empezaron a viajar, a investigar y estudié a cada presente, desde empleados hasta los mismos clientes... Sabía bien que no podía fiarme de nadie, no después de haber despertado la peor de las furias: La iglesia.

por **Flora Levallois** Dom Mar 22, 2015 9:27 am

Flora siguió al encargado, le alegraba hacer uno de sus proyectos, ahora el Hotel había decidido comprarle a ella cada mes una buen cantidad de vino, llenando así sus bodegas de Vino Levallois para aquellos extranjeros o ciudadanos de alto alcurnia que deseaban una buena copa de vino o de algún otro licor. El contrato estaba firmado y el primer cargamento de vinos había llegado junto con ella al recibir los cuantiosos francos en el banco. Así deberían ser los negocios, que no te subestimaran por ser una joven, 17 y con todo ese dinero, lo que diría tu padre, momento...se reiría.- No está mal, Flora.- apretó sus faldas queriendo salir pronto al bar y celebrar como era debido, allí una pequeña reunión de celebración se hacía en su honor. El vestido blanco liso que dejaba ver gran parte de su pecho y su espalda, delicado y con un pequeño encaje en las mangas. Un broche plateado y azul adornaba medio lado dejando sus cabellos sueltos. No necesitaba su abrigo, había estado en una oficina todo el día discutiendo y el calor se acumulaba al pasar las horas, había tenido que salir varias veces para tomar un poco de aire. Respiró al salir sonriendo al hombre que tan amablemente la había guiado, dándole unas buenas monedas que el hombre rechazó pero que Flora en un conjuro le había obligado a aceptar.

- Gracias, Martin.- dijo con ese acento casual que solo el nacer en París o venir de otros pueblos allí se te daba, entre conocidos el lenguaje cambiaba y ella era jovial, además el encargado era un poliglota excepcional, varias clases los dos habían tenido. Caminó en dirección a los conocidos, habían resultado ser 7...eso para ella era demasiado, pasaría un buen rato, reiría y luego diría que tiene que ir al conservatorio al día siguiente, eso siempre funcionaba. Además no era mentira, casi todos los día tenía que ir, a practicar y estudiar, excepto mañana...su día libre de celebración pero había deseado pasarla con más privacidad. En unos segundos cada uno se perdería en la coquetería, dicha descontrolada o ebriedad y ella siempre estaba con los mismos. Por ello decidía ese plan para ella maquiavélico de partir en varias horas. Saludó a todos, recibiendo halagos sobre su cabellos castaño, su sonrisa y sus ojos, ella no pensaba en eso o si? No lo sabía...sin olvidarse de su vestido y tan solo a su llegada una copa de su vino, la casa habían invitado a otros licores, pero este...este ello lo habían comprado. Lo tomó con gusto reconociendo sabores...- Le Late Bottled Vintage 1700 Magalhães. Wi?- sus amigos gritaron eufóricos, eran demasiado escandalosos como para estar en un lugar así, pero Flora se mezcló, al fin y al cabo ella era joven y pocos día podía celebrar. Brindó y la tomó completa moviendo un poco sus caderas en señal de celebración. Dejó la copa en la mesa frente a ella, pronto llegaría la comida...

- Ya sé, yo invito...- caminó de vuelta a la barra acercándose al cantinero, no terminaba de sonreír cuando llegó, a su lado había sentado un hombre, bastante atractivo y de mirada profunda. Flora le sonrió. - Bonjour, Monsieur.- inclinó levemente su cabeza para luego dar vuelta a la barra. -Glenavon.- el sabor del licor de whisky destilado era lo mejor del mundo, su padre tenía varias y a escondidas Flora tomaba de ellas, lo cual su padre jamas preguntó creyendo que era alguno de sus hermanos. Recordó que de algún lugar ella conocía al caballero sentado a su lado. Tenía un mal presentimiento pero a veces solía ser así con las personas, había tenido que aprender a serlo, así que ignoró por completo sus sospechas e intentó recordar mejor. - El dueño de varias floristerias y del café. Mefisto...Mefistófeles.- habló en voz prudente y con alegría.- Muero por un tulipán y una buena taza de ese café en las mañanas. Vive en París?- estaba contenta de hacerlo preguntado, curiosidad...la curiosidad mató al gato y a todos los animales...a los humanos, sintió una suave voz que le decía en un susurro...- No.- ella giró a todos lados disimulando lo que acababa de pasar. - Ohhh, por fin ha llegado, veo que le gusta el whisky así que permítame compartir.- el cantinero sirvió los dos vasos de whisky, un poco, con eso bastaba.

- Salud, Bass.- no usó formalidades, le agradaba el chico y conocer gente nueva era uno de sus gustos, además la voz de sus espaldas parecía a la de su padre, cerró los ojos minimizándola, repitiendo con su mente dos palabras. Youma vox. Funcionaba. - Espero acepte las invitaciones de una chica. Salud por ser dos más de los extraños en el Hotel Des Arenes, espero que su estancia sea placentera.- mientras le hablaba con la copa en alto fue recorriéndolo con la mirada, tenía una espada y su presencia era impecable, para que necesitaría un hombre poderoso aquella espada? ano ser que no todo fuera legal o tuviera demasiados enemigos, deseó preguntar. No.Prefirió indagar un poco más. Ahora si lo deseaba el invitado debía hacer su brindis, el abrir la noche.

por **Mark Bass** Lun Mar 23, 2015 1:12 pm

-Flora Levallois, fiel personaje en el conservatorio musical y por demás de joven cuándo se trata de estereotipos de mujeres en los negocios- El cazador fijó su mirada sobre la mujer que llegó hacia él, la reconoció en ese mismo instante, después de todo, él mismo ha hecho unas cuántas ordenes por sus vinos para abastecer una de sus tantas guaridas prohibidas -La palabra "morir" es demasiado aburrida, significa el inicio del descanso eterno y dígame... ¿En verdad desea simplemente descansar?- movió un poco su posición para apreciarla. Una exquisita hembra de cuerpo perfecto, una juventud que se reflejaba en la belleza de su rostro y la elegancia a la forma de hablar, todo un monumento a la tentación.

-Acepto la invitación, me llena de curiosidad saber el por qué de ésta pero no reniego y yo digo que salud... Por la noche, esa que es la mejor de las cómplices y que es testigo de estos dos extraños brindando con una bebida fuerte- chocó de pronto el vaso con el de ella y lo bebió de golpe. Su rostro demostró el placer al sentir el viaje del ardiente liquido por toda su garganta y así simplemente la invitó a sentarse, pidiendo después otra ronda para ambos.

Sus ojos se enfocaron en los de ella, buscó ese camino a su interior, a su alma. Le observó fijamente y sin mucho tiempo o tacto simplemente dijo -Una señorita joven, bebiendo con un extraño... Eso no harían las señoritas de éstas épocas- sonrió de lado, entrecerró sus ojos y con su voz rasposa prosiguió -Sin embargo detesto los seres supremos y por ello no juzgo, al contrario, me siento... Feliz por el hecho de estar aquí compartiendo su... ¿pecado?-

por **Flora Levallois** Lun Mar 23, 2015 3:33 pm

- Me alegra ser recordada de tal manera o conocida por lo menos. Me gusta lo que hago y si lo hago bien...a celebrar con whisky.- aún tenía en sus manos la copa, quería ver el efecto de aquel licor en el joven. Ese sabor fuerte e irresistible solo para los conocedores de buenos licores. Un nerviosismo juvenil se apoderó de su cuerpo, se sentía casi paralizada y sin ver al chico movió la copa suavemente, aún no entendía porque su cuerpo se sentía así, y menos su mente...nerviosa respondió con encanto. - El descanso es algo dado solo para nosotros...elegimos como hacerlo, cuando y con quien. Si lo deseamos se nos da, no se nos niega porque tenemos como adquirirlo. Lo que sucede tras nuestras puertas de descanso es una simple fachada para el placer.- no sabía porque había dicho la última palabra, pero le había dado entonación.
Qué de malo podría pasar? estaba con sus amigos, en un lugar reconocido con...un extraño. Buen punto, pero Flora deseaba más. Notó como se acomodaba aún con su mirada fija en ella. Lo vio pasar el trago con experiencia y satisfacción, ella sonrío por fin bebiendo el suyo sin ocultar aquel gesto divertido que hacía cuando bebía algo muy fuerte. Arrugó la nariz y con fuerza puso la copa en la mesa, así tomaban las chicas fuertes, afirmaba su hermano cuando la veía pasar tragos masculinos a escondidas en las reuniones familiares o sociales.

Le gustó el brindis, el ingles no se andaba por la nubes cuando de palabras se trataba. - Por la noche.- susurró mientras se sentaba un poco alejada de él, sus manos juguetearon con las faldas de su vestido mientras él daba las ordenes para el siguiente trago a beber. - Te parece curioso?- deseó salir de sus dudas, curioso podría ser incomodo o excelente, según el punto de vista del resto del mundo. Su mirada se encontró con la de él, ansiaba saber su respuesta y en esos ojos supo lo que vendría. Su voz era atractiva, le gustaba escucharlo y eso hizo con paciencia, lo demás llegaría después. - No, los hombres prefieren la imagen de poder sobre las mujeres, por ello olvidan que tenemos necesidades. A mi me gusta...dos desconocidos en una ciudad tan fría, con tanto que contar y con la invitación de una "Señorita joven" da para una velada interesante. Las costuras y los rezos por conseguir esposo dejemoslo a otro tipo de señoritas. Yo deseo el mundo y sus secretos.- habló con emoción, en verdad los deseaba...su magia lo necesitaba.

Se sonrojó cuando escuchó aquella palabra, su padre la usaba mucho para los inmorales, seres oscuros y sucios. Pero para ella tenía otro significado, el mesero llegó con el pedido de su cliente, ella se acercó sin dejar de ver a Mark, pidiendo otra botella para sus amigos que parecían haberla olvidado y verla como una extraña al lado de un extraño coqueteando, entre risillas le guiñaban el ojo y parecían empujarla a quedarse allí. Ella conocía las malas lenguas, varias de ellas habían lanzado acusaciones sobre su poca experiencia y su género femenino cuando tomó cargo del negocio familiar que ahora era de ella. Asintió con emoción pensando lo mismo que él. - Cuántos años tiene, Sieur Bass?- lanzó la pregunta. - La mías son 17 lunas y no creo que vuestra edad sea tan engañosa como para que nuestra inocente conversación de para hablar en estos lugares. - error, lo daba en verdad, pero ella se extasiaba conociendo detalles y en verdad no tenía idea de cuantas lunas llevaba encima suyo Mark, pero Flora calculó que debía estar entre los 20, ese aire serio y pulcro lo daban esos años, o podría equivocarse a su edad.

- Seres supremos?. Aún alguien cree en ellos? Yo no, mi padre sí.- dijo con aire despreocupado pero cargado de melancolía, luego suspiró dejándose llevar por la música que con gracia comenzaba con violines, una sonrisa lujuriosa para el Monsieur. - Mis pecados...desea saber sobre ellos, los diré todos. Pero no sin antes yo saber los suyos.- era una buena forma de librarse de aquella intima pregunta, la chica Levallois tenía varios y el más importante ser una bruja, así que escucharía paciente sabiendo el terreno que pisaba. Atrajo hacia ella la copa, aún no se sentía preparada para un acercamiento y las cosquillas en su vientre se hacían cada vez más fuertes. El hombre de cabellos y mirada oscura parecía brindarle un santuario y Flora sabía que si él encontraba el camino accedería a ella.

por **Mark Bass** Lun Mar 23, 2015 3:57 pm

La palabra "placer" instantáneamente llegó a los oídos del cazador, quien alzó la ceja y dejó que la dama siguiera hablando; sonriente, egocéntrico y lleno de esa energía para continuar con la velada. Realmente sabía más de ella que lo que parece, después de todo si ya hicieron negocios en el pasado por lo tanto fue investigada de pies a cabeza, sabiendo bien las incomodidades a la sociedad cuándo la pequeña tomó el poder de la compañía a tan corta edad.

-Mis lunas son más que las suyas, eso es seguro- sonrió y bebió un poco más de whisky, anexando -Pero si quiere hablar de mis pecados entonces le deberé de detener pues ni siquiera caben en el infierno, por ello sigo aquí... Sentado, relajado y bebiendo una copa con una señorita que es menor de edad y aun así sabe lo que quiere, lo que... desea- cómo susurro dio la última palabra e instantáneamente sus ojos se adueñaron de la mirada de la musa.

Chasqueó los dedos y entonces con un par de señas hechas solo con su cabeza logró dar la orden al cantinero, quien llamó al jefe de meseros e instantáneamente empezaron a trabajar en una de las mesas de aquel salón, específicamente en la del fondo, grande y separada de los demás clientes.

Se puso de pie, se abrochó el saco y extendió su mano -¿Le gustaría cenar algo?- esbozó una sonrisa y con calma observó de reojo cómo preparaban los manteles, colocando algunas velas y otras cuántas copas -Justamente hay una mesa especialmente preparada... Quizás podamos beber algo más que whisky y podamos cenar algo mientras nos conocemos, claro, si así es que toma el riesgo... Piénselo bien, soy un extraño... Me dedico al entretenimiento nocturno y mi patio de juegos se llama... Placer- esperando que esto último hiciera conexión con la bella fémina.

por **Flora Levallois** Lun Mar 23, 2015 9:07 pm

"Más que las suyas." Más podrían ser 10 o 20 lunas, pero la verdad eso nada le importaba, un hombre que permaneciera de tal manera a pesar de sus experiencias merecía ser escuchado y servido. - Pecados que ni siquiera caben en el infierno? Acaso ha asesinado a las criaturas hijas del fuego para no ser esperado siquiera en el infierno o lastimado a alguien con sus manos para no entrar al "cielo"?- dejó que la pregunta saliera con una sonrisa de incredulidad, no parecía el tipo de hombre que mataría a alguien, demasiado refinado pero con una espada en el cinto. Flora se hizo la misma pregunta pero en su mente. Y si en verdad lo era? debía preguntar más sobre aquello, allí quizás había una clave, en los pecados. - No me detenga, por favor. Deseo saber todo...sobre usted.- calló perdiéndose en él por unos instantes, no quería que pensara que era una histérica adolescente queriendo husmear en su privacidad con tan solo conocerlo, pero la verdad es que si deseaba husmear en él, un poco.

El movimiento en el bar fue instantáneo, sus dedos dieron el toque de energía y de decisión que la situación merecía, los meseros veloces prepararon la mesa, Flora calculó la distancia de la de sus amigos, era demasiada, pero así ella lo había decidido y como próxima mujer debía aceptar lo que su destino le traería aquella noche. Lo observó levantarse y dirigirse a ella, ella quiso entrar, así que miró más allá fijamente. Los colores no existían en aquel ser, no había seña alguna, más que el suave tono de su piel. La francesa tuvo temor de tomar su mano por unos segundos, pero no quería dejar esperando aquella muestra de caballerosidad y en verdad anhelaba tocarlo y la poca distancia que los separaba cada vez se hacía más larga para ella. La palabra "No" recurría a su mente con más fuerza, era peligroso, ella ya lo sabía. Aún con esto estiró su delgada mano a él, sintiendo la suya firme y suave, que cerrándose con fuerza la guió sin perder la naturalidad.

- Me encantaría solo si hay postre.- miró a donde el miraba, velas, copas, sin olvidar los "petits fours" que como pequeños fuegos endulzaban cualquier fino lugar en París. Flora sonrío con alegría sincera dejando de lado la extraña idea de no fiarse de él. Caminó unos pasos casi llevándolo a la mesa, los sofás se veían cómodos, allí descansarían como si estuvieran en su hogar, nada como la silla del bar, dura y simple. - Entretenimiento nocturno el que me está dando esta noche...Ohhhh, sabe lo qué estos pequeños hacen a nuestras papilas?- tomó con sus dos dedos el pequeño cuadrado de pastel. - Cerezas, hierbabuena y dátiles con flor de sal, perfecta para los sentidos.- Giró a él acercándose un poco, llevando a los labios del caballero el ligero pasaboca, se encogió de hombros para luego lamer de sus dedos la crema suave y perfumada que había quedado en ellos, le soltó una risilla traviesa para por fin sentarse para por fin soltar su mano.

Se acomodó al final del del sofá que daba a la pared, subió los pies como una maña de pequeña, dejando ver solo un poco de sus pies adornados con unos tacos bajos, azules y plateados. - Supongo que el placer hace parte de sus pecados. Por qué avergonzarse de ellos o más bien por qué no compartirlos con una joven parisina?- una sonrisa afilada y retadora, jugaría el juego recibiendo preguntas y respuestas, dando verdades y dudas, pensaba mientras jugaba con uno de los tenedores brillantes y dorados, con un borde fino de plata. - En verdad deseo ir a aquel patio de juegos, se escucha divertido, Monsieur Bass.- dijo inocente sin pensar si aquel lugar existía o no, al parecer más hombres como su socio Lucciano existían, portadores de los más bajos deseos, satisfacían a los grandes e importantes hombres de negocios o iglesia. Hombres y mujeres hermosas, bacanales donde quizás algunos desaparecían y otros no volverían a ser los mismos, El sujeto frente a ella era uno de los patrocinadores de aquel mundo en París. Y si ella no volvía a ser la misma?

El tenedor se quedó de pie solo por un momento, era una de las cosas que Flora olvidaba no debía hacer en público como en la soledad de su hogar, rápido dejo de presionar el objeto para que cayera rápido sobre su mano, como si nada hubiera pasado. Respiró aliviada de que el caballero no la hubiera visto, parecía que no solo su cuerpo deseaba estar fuera de control, también su poder y ello no era algo inteligente ni seguro. No hay que usar la magia en lugares concurridos si no quieres ver y sentir tu cuerpo ardiendo en una hoguera. Un sudor frío paso por su cuello, tenía allí la marca de los esclavos de sangre del club donde hace unas noches había decidido asistir por curiosidad, su largo cabello suelto tapaba el lugar en el cual lo había decidido tener. - Eres una tonta, Flora...siempre dejando cabos sueltos. Si el hombre se queda a tu lado es solo porque no sabe de tu naturaleza, la ignora aún a pesar de lo que acaba de pasar. Respira y disfruta.- eso suponía la chica de ojos salvajes y personalidad suave, que ahora se llenaba de miedo.

por **Mark Bass** Mar Mar 24, 2015 1:14 pm

El cazador tomó la mano de la bella mujer para así conducirla lentamente hacia dónde la mesa les esperaba ya un plato con postres. Con toda calma esperó a que ella se sentara y consiguiente él tomó asiento a su lado -Conocer de mí y de mis labores requiere más que una cena... O al menos no en la primera- dijo sin tapujos ni rodeos, colocando la servilleta en su muslo y acomodándose perfectamente en la mesa que resultaba ser vistosa pues al yacer en la mejor zona del restaurante evidentemente jalaba las miradas de los testigos en aquella noche.

De pronto la bella chica le acercó un postre a su boca y con calma lo recibió, masticando lentamente para degustar su sabor, percatándose del buen ojo y conocimiento de la fémina en cuestiones de postres -Tiene toda la razón, veo que alguien se especializa en la degustación de postres- rio por lo bajo, luego ajustó bien su silla una vez que ella se acomodó y sorpresivamente negó con su cabeza a los pocos segundos -Mi patio de juegos es muy... Singular, debo decir que mis gustos no son muy compartidos por la definición de la palabra "correcto" sin embargo sé divertirme y sé acerca del placer-

Cómo espinazo a su espalda se percató de un suceso que otros llamarían imposible pero que él sabía bien. No era la primera vez que presenciaba algo sobrenatural y su instinto lo condujo a tratar de deducir que era lo que pasaba -Hace unos momentos me preguntó sobre que clase de pecados he tenido... Si he matado a criaturas del infierno o si he pecado lo suficiente para no tener el paraíso asegurado... Bueno, debo decir que en la primer instancia la respuesta es un rotundo: No. Porque yo admiro la esencia, analizo la perspectiva objetiva y no me asusta lo sobrenatural- esperando ver la reacción de la dama con ésta última pregunta.

El mesero llegó y sirvió dos copas de vino tinto para los jóvenes. Con un gesto hecho por su cabeza el varón agradeció y enseguida el sirviente se retiró -Sobre si ir al cielo es permitido... La respuesta es: No, también... Porque asimismo me lo propuse yo, porque el paraíso impone demasiadas reglas y yo soy muy bueno en romper éstas- chocando su copa contra la de la dama, bebiendo un poco de aquella exquisita bebida.

-Pero bueno, ¿Qué desea cenar? Creo llegó la hora de ordenar-

por **Flora Levallois** Mar Mar 24, 2015 7:50 pm

Flora se encogió de hombros resignada, el hombre era más controlador de lo que parecía, pero también era claro que ella estaba invadiendo un terreno desconocido y privado.- De acuerdo, parece ser que esa pregunta no tendrá respuesta...por ahora.- sonrió mirando como se sentaba a su lado, tranquila colocó la servilleta en su regazo. - Una duda no contestada para mi, una pregunta menos para usted.- terminó por decir antes de ver como el chico con una sonrisa negaba de nuevo su petición, suspiró pesadamente entrecerrando los ojos para mirar a su alrededor. Jamás le había sido negado algo y más si lo pedía con encanto. - Parece ser que el juego no está a mi favor esta noche. Pero me satisface que el postre haya sido de vuestro agrado.- dos alemanes cruzaron la puerta del bar con gran ruido, Flora tuvo que acercarse de más para escuchar sus palabras, acortando la distancia y apartando su cabello para ponerlo tras su oreja.

- Poco puedo creerlo de alguien que lleva un espada. Pero no soy nadie para prohibirle a un hombre protegerse...supongo.- lo miró con desconfianza, la adrenalina latente se hacía cada vez más presente. Tenía ganas de apartarse de aquel lugar, solos, ella y él sin ningún obstáculo, el peligro era una pulsión constante en ella, la necesitaba, no en vano incursionaba en los crepúsculos en bosques solitarios y lugares llenos de sangre hasta el amanecer o en países donde ir vestida d ella mera en que estaba hoy sería sinónimo de ser apedreada viva. Intentó olfatear su esencia con discreción, moviendo suave su nariz aspirando los aromas dulces de la mesa y el vino seco que el mesero traía para ellos, en él nada...ni bruma, sólo silencio y barreras. - Por romper las reglas.- apuró su bebida con dos sorbos no sin antes brindar junto al caballero.

- Para mi cordero con dátiles, potaje de ragú y algunos esparragos. Vino tinto, por favor, merci.- dijo con su acento natural, sonriendo al joven que diligente sirvió la cena. Flora esperó paciente que Bass ordenara, para luego cortar la jugosa carne, llevando el pequeño trozo a su boca, cerró sus ojos degustando aquel placer para las papilas, un sorbo de vino y la felicidad era completa, la carne era uno de sus más primitivos gustos, pero no sólo aquellos...sus sentidos parecían estar abiertos a cualquier nueva sensación. - Y vuestra esposa? Aguanta que Monsieur sea el dueño de un patio de placeres de los que estoy segura también se place?- poco le importaba si la tenía, pero saber si la señora Bass era problemática si que le interesaba. Aunque en el fondo no quería que fuera de nadie, así no compartiría su aroma, ni sus besos si llegaba a haberlos. Flora se sonrojó con sus pensamientos inapropiados, el negociante quizás solo deseaba ser cordial y atento con una chiquilla de cuna libertina y descarriada. - Podría ver vuestra espada al terminar de cenar?-preguntó casi implorando dejando los cubiertos sobre el plato sin hacer ruido girando a él con sus ojos brillantes esperando que por fin la velada sonriera a favor de sus caprichos.

por **Mark Bass** Miér Mar 25, 2015 10:06 am

El cazador instantáneamente pidió su orden, consistiendo un corte de res grande con zanahoria y un vino especial para acompañar tal platillo. El mesero se limitó a simplemente irse por unos momentos por la orden -La Señora Bass está excelente, cómo siempre. Ajustada a mi cintura y preparada para cualquier cosa que ordene- Dijo el de cabellos cortos, observando los gestos de la dama y apreciando la belleza de su físico -Ya en un sentido más serio... No tengo esposa, mi trabajo no me lo permite- y al cabo de los minutos la cena ya estaba servida.

Con todo cuidado el inglés cortó un poco de carne y la probó. Degustó su sabor y se ayudó a pasarla bebiendo un poco de vino, repitiendo el proceso un par de veces hasta que giró sus ojos a la hermosa mujer -¿Desea ver mi espada? Eso si que es una sorpresa... Pero no veo el motivo por el que no se la muestre, sin embargo, deberá ser en otra ocasión ya que sacarla en público y frente a tanta gente va a alterar los ánimos- siguió comiendo entre risas, presenciando la llegada de tres individuos realmente molestos.

-Se la mostraré, pero en otro momento cuándo estemos solos... O con más privacidad- Y la gota que derramó el vaso fue la caída de uno de estos tipos sobre una mesa a ciertos metros de donde estaban. La quijada de Mark fue apretada, su ceño se frunció.

-Vea, por allá está uno de los principales ministros de la guardia... Si ve un arma estaremos rodeados por molestos uniformados en solo segundos, no desea eso... ¿verdad?- tratando de que la fémina gire su rostro para en la distracción utilizar la destreza de su mano diestra, tomando tres alfileres de adentro de su bolsillo, arrojándolos de una forma casi invisible y veloz sobre las gargantas de los extranjeros.

Precisión perfecta pareciese pues las pequeñas armas de Mefistófeles se incrustaron en los esófagos de los borrachos. Provocándoles un asfixia casi instantánea que los dejó sobre la mesa inconscientes; el jefe de meseros no tardó en llegar con algunos subordinados para llevarlos fuera del lugar pensando que solamente estaban inconscientes. Ingenuos.

por **Flora Levallois** Jue Mar 26, 2015 1:28 am

Lo miró sorprendida por tal respuesta, una mujer atada y presta a servir siempre. Pobre mujer, un esposo apuesto, posiblemente apasionado, rico, inteligente y talentoso para los negocios, pero como premio mayor dominante, mandón y quizás represivo...pero entonces qué hacía quedarse a su lado si poseía aquellos defectos a pesar de tan buena virtudes? Algo muy bueno debía tener para que la Señora Bass decidiera hacerlo, quizás el sexo - eso decía su amiga Hilda del internado en el que había estado hasta hace dos años, cuando se decidió que estaba lista para el conservatorio.-...o quizás también algún talento, a parte de un buen físico que destacaba a simple vista, había hombres que nacían dotados de estas dos junto al dinero y la elegancia, espero que aquel que la acompañaba fuera uno de ellos.

Un breve silencio para luego soltar una carcajada por la broma que le acababan de jugar, 1000 puntos para él, la conversación en su cabeza tomaba otro rumbo, le gustaban los hombres con don de hacer reír y dar una buena conversación sin perder el respeto que merecían. Un alivio calló sus nervios, no existía ninguna señora con su apellido y no era que Flora deseará casarse en aquel momento, sólo que sería un chisme y obstáculo menos con el que lidiar. - No veo nada de malo a complacerme pero veo que no es de muy de vuestro agrado hacerlo, Sieur Bass.- habló en ese tono que solo le daba su belleza. - Deberé dejar que lleve el mando a partir de ahora si gusta hacerlo, por mi no hay problema.- el tomate de la sopa se sintió ácido y empalagoso, cada cucharada era cada vez más fuerte pero adictiva, como la compañía de él.

Flora giró hacía el hombre que el extraño le indicaba, claro que conocía al guardia pero no había tenido contacto alguno con él a parte de un saludo, la sensación de miedo comenzó llevándose la certeza de que algo habría de estar bien, estaba a su lado la presencia de la cual provenía esa energía. Su piel se erizó haciendo que girara su cuerpo para reaccionar y no parecer rara. - No ahora, Flora.- pensó al llevar una mano al brazo de su caballero esperando fuera el héroe que la sacara de aquella pesadilla, no fue así. El suave contacto con un poco de su piel hizo que la huella de su dedo índice, medio y anular conectaran con ciertos momentos de la vida del hombre.

Este suceso ocurría en el Hotel Des Arenes, en el bar y en el mismo lugar en el que en esté mismo momento se debían encontrar los peculiares alemanes que acababan de pasar por el frente de su mesa hace unos segundos, acostados sobre la barra al parecer ebrios en alegría y alcohol - Flora pensó que así debería estar pero en movimiento...ebria de placer y esa misma alegría-, la visión o ilusión le daba la sensación de estar al lado del mismo hombre y en la misma noche, el sentimiento de muerte era lo que la impacientaba y la hacía temer de aquella manera, giró hacía él sin terminar de ver lo que pasaría, lo soltó de inmediato, viendo sus ojos fijamente. El color negro vibró alrededor del Mark, juntó a sus palabras el aura resplandeció como el ónix atrayendo todo a sí como un agujero negro, su piel de nuevo palideció un poco pero disimuló con un respiro ansiando aquello fuera solo un desvarío causado por el whisky y el vino.

- Acabo de tener un déjà vu, mi Señor. Debo admitir que no sé si es efecto de mi imaginación o de la mezcla de licor.- reposó su cabeza sobre el hombro de él, sin recostarse mucho para no incomodar, pero luego hundiéndose un poco más, cerrando sus ojos miró de nuevo al lugar donde los hombres aún dormían en silencio, silencio que solo era interrumpido por las risas de sus amigos en la mesa del extremo opuesto de la habitación y uno que otro visitante nocturno o huésped acompañado de una pelirroja cortesana, le gustaba su aroma...era suave y masculino. O podía ser una más de las revelaciones de su poder, la habilidad de ver a través de sus ojos. Ojos ajenos. Negó sintiéndose mejor, las personas viven ignorando lo extraño e inusual cuando se presenta ante sus ojos, como ahora, ella lo prefería así por el momento, él le agradaba, se sentía segura.

por **Mark Bass** Jue Mar 26, 2015 11:54 am

La reacción de la dama no hizo otra cosa más que confirmar la curiosidad del Cazador, quien al momento de escucharle hablar sobre un Déjá vu empezó a conectar los cabos sueltos, tejiendo su propia hipótesis acerca de la naturaleza de los sucesos de minutos atrás tales cómo el tenedor, la supuesta visión e inclusive esa forma en la que su piel se erizó y se sintió de una manera extraña cuándo la fémina rozó su piel con la de él. No es que le asustara, al contrario, eso le hizo interesarse aun más en ella -Pero que interesante, eso quiere decir que... Anhelaba pasar un momento así, ¿no? Porque en las casualidades yo no creo en lo absoluto-

Finalmente el varón terminó con su corte y las verduras, se limpió los labios con la servilleta y finiquitó el exquisito vino tinto. De pronto se vio rodeado y de cierta manera aprisionado por la joven ante un especie de abrazo, teniéndola totalmente apegada a él -Espero la cena haya sido de su agrado. Le ofrecería el postre, sin embargo con eso empezamos- soltando una risa suave y gruesa. Sus ojos se mantuvieron fijos en los de ella y trató de escarbar su interior, su alma, tratando de llegar a los motivos que la hacen ser tan inquieta y curiosa.

Lo sobrenatural palpitaba más lógico en su mente.

-Sus amigos parecen estar bastante entretenidos, dudo que sepan siquiera dónde se encuentran- menciona cuándo uno de los sujetos de la mesa a la lejanía terminó por tropezar y caerse entre carcajadas incoherentes y poco prudentes para un lugar de aquella categoría. La estupidez sea humana o inhumana enfermaba de cólera al inglés, sin embargo, esa noche había decidido hacer a un lado su naturaleza omnipotente -Ya es tarde y no dudo que alguien le espere a usted en casa, puede ser un prometido o inclusive sus padres... Yo pasaré la noche aquí, ¿me permitiría escoltarla hacia su hogar?-

La moneda estaba echada al aire. Mark se decidió a averiguar más de ella y el juego de la seducción ya estaba puesto sobre la mesa; ¿Cuál será el siguiente destino? Un adiós... O quizás el camino hacia la Suite Principal en el Hotel Des Arenes?

por **Flora Levallois** Jue Mar 26, 2015 1:39 pm

No entendía muy bien el porque el hombre hablaba sobre anhelar un momento así, ella en serio deseaba entenderlo, sus palabras la confundieron pero le gustaron, eso quería decir que él disfrutaba de su compañía al igual que ella en ese momento. Lo observó en silencio imitándolo, él parecía querer escudriñar en su mente a través de ellos. ¿Por qué demoraba tanto en besarla si estaban tan cerca?, llevó su mirada turquesa a sus amigos, los vio sentados de aquella manera tan vulgar y torpe, Flora no podría darse aquellos lujos o no por lo menos en público, pero le agradó que a su modo disfrutaran aquel momento especial para ella.

-Mis amigos son jóvenes al igual que yo, Monsieur. Pero yo tengo obligaciones que ellos no poseen. Usted me entiende.- le guiñó un ojo, el mundo de los negocios para nada era fácil y menos si se era exitoso como ellos dos. Se le hizo eterno el momento en el que decidió que se marchaban, pero algo en su corazón la hizo querer detenerse, pero ese algo era débil y se esfumó de la misma manera en que ella decidió responder a su pregunta, en su hogar nadie la esperaba, la palabra familia se había roto hace tiempo gracias a su padre, la desaparición inexplicable de sus hermanos que según su progenitor habían sido asesinados, pero que ella estaba segura habían sido convertidos y quizás cazados por él, pero a la vez guardaba fuerte la esperanza de que en algún lugar aún vivieran.

Él, el cazador y a la vez su padre, sólo ansiaba callar a su hija para seguir llevando la fachada de hombre de negocios, así que como regalo por el amor que en verdad le tenía, aprovechó que su única hija al parecer normal era la más aventajada en el arte del negocio y le regalo los viñedos, apareciendo de vez en cuando para visitarla, algo no muy del agrado de ella.
- No tengo familia, un padre sí, pero eso no es ya familia. Nadie me espera y mi hogar es demasiado grande para quedarme sola esta noche.- no deseaba irse a su casa, era la verdad, deseaba quedarse con él y aún no entendía el porque hacía que ella decidiera por los dos, gimoteó en su interior, la parte infantil hacía que se sintiera abandonada y despreciada. Pero ella domaba aquella fierecilla llevándola a donde quería llegar, coqueteaba y cuando deseaba algo lo hacía con talento.

- No creo que desee quedarse en mi casa, aunque está siempre a vuestra disposición cuando desee visitarme. Pero no me gustaría irme aún, tiene algún lugar o residencia cercana donde podamos estar más tranquilos?- le preguntó haciéndose la tímida, ojalá él optara por un sí a su pregunta...quizás decidiera algo más y todo se diera. Mordió su labio suavemente, pasando su lengua por estos, humedeciéndolos un poco para terminar con una sonrisa. - Le place mi compañía o algo más urgente ocupa su noche? Lo entendería.- jugó a querer aceptar que no quisiera estar con ella, eso le gustaba a los hombres al parecer no se sentían atrapados, su madre hacía eso con su padre de vez en cuando, ser dócil y paciente, Flora lo aplicaba a la perfección, en algún momento se daría, pero esperaba que fuera aquella noche, había estado a punto de hacer una pataleta, así que esperó tranquila y mirando esos ojos fríos y encantadores.

Lanzó en silencio un conjuro, sutil y como un empujoncito a lo que ya estaba por venir, aún creía que el hombre diría que no, así que con fuerza lo hizo:

"Nací con la boca abierta...
entrando a este mundo jugoso
de duraznos y limones y sol maduro
y esta rosada y secreta carne de mujer,
este mundo donde la cena está
en el aliento del desierto sutil
en las especias del mar distante
que flotan en el sueño tarde en la noche."

Hace poco lo había creado y se enorgullecía de aquello, sin pensar que en las redes de Bass caería, ya estaban las cartas lanzadas dadas al ganador y no era para ella...quizás sí, quizás al rato.

por **Mark Bass** Vie Mar 27, 2015 8:06 pm

La respuesta de aquella dama dejó en el cazador un sentimiento de satisfacción y a su vez de triunfo. Saber que ella no tiene familia ni compromisos y que además de ello, vive sola, le resultó algo tan exquisito e interesante que no dudó en darle toda la razón al cabo de sus diálogos -Bueno, entonces si su morada resulta incómoda para lo nocturno pero ideal para una visita en un futuro no dude que así será, sin embargo, ya que lo menciona... Si, ahorita mismo tengo mi habitación justo aquí en el Hotel, ni siquiera tendríamos que salir a la calle- Su sonrisa llena de maldad no tardó en dibujarse.

Al cabo de los segundos, el inglés ya tenía bien planeado su siguiente paso y sin embargo algo impactó en él que lo dejó removido por dentro, cómo si su voluntad cambiara junto a sus decisiones de buenas a primeras y se conocía la suficiente para saber que eso no fue obra de él, sin embargo, no pudo evitar colocarse de pie para extender después su mano y decir -Si no le parece demasiado atrevido, me encantaría que me acompañara a mi Suite, le aseguro que ahí estaremos más tranquilos... Cualquier asunto puede esperar pues usted... Es prioridad- ignorando por completo a los inmaduros de la mesa a lo lejos.

"¿Qué coño ha pasado? ¿Por qué actué de forma tan impulsiva? No es que no lo desee... Pero no soy tan descuidado en mis decisiones... Esto solo puede tener una explicación..." meditó para él sin borrar aquella sonrisa y sin dejar de extender su palma hacia la preciosa doncella.

Con una señal mandó traer al jefe de meseros una vez más, se acercó a él y le susurró al oído la orden de preparar su habitación, a lo que éste accedió y se apresuró a tomar acción, dejando a Mark viendo a la señorita -He mandado preparar todo, ¿podemos irnos?- tomando dos copas y la botella de vino, indicándole el camino fuera del restaurante bar, empezando así a subir los escalones piso por piso, riendo y apreciando la belleza de su acompañante.

No pasó mucho tiempo hasta llegar al último piso, donde en el corredor un empleado del Hotel ya los esperaba -Por ahí- le indicó la ruta hacia la Suite principal, misma que es abierta en automático por el sirviente, quien en silencio les recibe y hace una reverencia efímera una vez que ambos protagonistas cruzan la línea y se adentran en la lujosa habitación.

Paredes matizadas en rojo con muebles rústicos cafés y detalles dorados. Una cama enorme al fondo con cortinas adornándole dignas en la calidad de la realeza. Mesas junto con sus respectivas sillas que parecían valer más que la existencia de los sirvientes de aquel recinto y por último una vista hacia la ciudad que es tapada por las enormes cortinas que se promulgan magníficas debido al toque final del cuarto, una chimenea encendida que adorna en perfección junto a otros elementos artísticos colocados por el suelo y las paredes.

-¿Desea platicar en la mesa... O sobre la cama?- con atrevimiento cuestionó, colocando las copas y la botella de vino sobre la mesa principal de aquellos aposentos que los mantenían lejos de cualquier ruido o inclusive de cualquier chismoso que atente con la privacidad de ambos locos.

por **Flora Levallois** Sáb Mar 28, 2015 12:40 am

Funcionaba, claro que funcionaba. Flora festejó con una sonrisa infantil que le dio cuando escuchó las frases que deseaba escuchar. Por fin la situación parecía favorecerla, la suerte brillaba para ella y su poder quizás se hacía cada vez más fuerte. Pero entonces se quedó pensativa unos segundos...y si el hombre solo por eso deseaba que ella se quedara con él, si sólo eran palabras causadas por un conjuro?...La sonrisa del hombre fue lujuriosa y ella quizás debería retroceder su marcha y aún así no pudo, era un trampa y no lo sabía. Pero asintió rápida, con una leve reverencia de cabeza.- Sería para mi un honor compartir una suit en este maravilloso hotel con usted. Eso significa que le agrado, verdad?- curiosa preguntó sabiendo que el hombre muy seguramente no atendería pronto en responderle.

La mano de él se sintió de nuevo cálida, haciendo que ella la sujetara con fuerza para no soltarla al levantarse, aunque su fuerza era mínima en comparación a la normal en hombres y mujeres, era un poco frágil cuando de fuerza se trataba, pero otras virtudes muy seguramente debía poseer. Levantó su falda un poco, caminando dócil hacia lo que vendría, ni tiempo tuvo ni deseo para despedirse de sus amigos, mañana o después seguramente un conjuro o pócima les enviaría para que no recordaran nada, eso hacía con sus enemigos de vez en cuando, su otra opción era destruirlos. El viaje a través de la escaleras fue divertido, sonrió, le habló, lo provocó y de vez en cuando guardó silencio cuando la situación lo ameritaba.

La suit era tal y como ella la recordaba de hace algún tiempo, sus viajes y el que poseía una cómoda casa donde hacer sus practicas de hechicería la habían hecho estar ausente desde hace mucho tiempo, pero le divertía aquel momento, la soledad de un cuarto, dos atractivos desconocidos, los dos misteriosos, secretos y más secretos tenían por descubrir, sonrió al sirviente hablando de nuevo en su francés jovial. - Bonsoir!- pasó al fondo de la gran recamara, ninguno se paraba a pensar en que con tanto lujo podrían vivir familias enteras en París, pero a nadie le importaba, el lujo era exclusivo de los ganadores...pero Flora defendía el ayudarles, con trabajo y con donaciones, así algo mejoraría.

Caminó hacía el lavabo, le encantaba, agua de rosas...su favorita. Sus manos estaban lo bastante húmedas como para quedar impregnadas con el delicado olor. Se secó mientras se miraba en el espejo, los colores habían vuelto a su rostro, se veía igual de hermosa como siempre, agradecía desde pequeña tener aquella belleza...sus padre le decía que esta abría más puertas en el mundo que algún día dirigiría. Unos cuantos pasos y ya estaba de nuevo en el cuarto, impecable y con el servicio ya pedido, Flora sirvió las dos copas llevando una de ellas al caballero, atendiendo a sus necesidades. - Este lugar es más hermoso de lo que recuerdo. O quizás es por la compañía.- Se sentó en la cama dejando de lado sus zapatos, sus pies blancos descansaron sobre la impecable y suave alfombra. Ella jugueteó con esta mientras tomaba un sorbo de vino.

-Ahora si me mostrará vuestra espada?- lo miró inquisitiva, apurando otro sorbo llevando su mirada al objeto con curiosidad e impaciencia. Miró sus partes intimas por accidente, sonrojándose un poco por lo incomodo de la situación. Su arma podría referirse a aquella también, esperaba el hombre no se hubiera dado cuenta de eso. La llama de la chimenea se encendió a causa de ella, aún no sabía como controlarse del todo con la Atmokinesis, esta vez fuego, que propicio. - Otro grave error en esta noche, primero el cubierto y ahora esto. Qué te pasa?- pensó. - Debe ser de aquellas nuevas chimeneas que funcionan a vapor, bastante convenientes para estas noches frías.- intentó explicar con la mayor convicción posible esperando el hombre lo pasara por alto. Las llamas brillaron en el fondo, bailando y ella se perdió un instante en ellas. Le gustaba. - Volviendo a lo interesante, aún deseo ver su espada, Mr.- dijo en un ingles británico elegante pero con acento extranjero, una sonrisa y así él olvidaría todo, esperaba ella.

por **Mark Bass** Sáb Mar 28, 2015 6:15 pm

El joven recibió aquella copa otorgada por la hermosa dama -Muchas gracias... ¿Lo ve? Usted me agrada y mucho... Aunque para ser claro y sincero, prefiero decir que usted me gusta- fue directo, justo a la yugular y con una sonrisa fijó su mirada de manera indebida sobre la belleza que yace frente a él. Su cuerpo se quedó a los pies de la cama donde pronto la hermosa hechicera descansaba.

-Así que desea ver mi espada... Está bien, prometí hacerlo cuándo estuviésemos solos- Se acercó a la mesa que estaba a un lado de la cama, colocando ahí su copa para después sujetar el mango de su espada y así regresar a tomar cierta distancia prudente -Le presento... Mi más fiel compañera- y así, desenvainó con todo lujo y maestría el arma. El filo tan delgado y perfecto hacía reflejo de las varias luces que adornaban el lugar. En los costados, algunas inscripciones en un lenguaje no conocido que fungían cómo protección; el acero de la Espada del Ángel Caído había sido bendecida y forjada con aguas benditas en el mismo Vaticano, proporcionando el arma más letal conocida en el bajo mundo.

Moviendo de lado a lado su instrumento, Mark se fue acercando a la bella mujer, a quien solo le dejó ver unos segundos su espada para así musitar -Con cuidado, no deseo que se haga daño- dejando entrever la potencia y letalidad de la misma con tal ejemplo que parecía que el mismo viento se partía por la mitad una vez que tocaba susodicha arma -Las inscripciones citan... "Si Dios se interpone en el camino, inclusive él saldría herido por este filo"… Supongo que eso puede saciar su curiosidad, Flora-

Pocos segundos luego, el cazador guardó su arma y con la sorpresa de la chimenea incendiada y las palabras de su acompañante, por "accidente" tira la copa de vino sobre todo el vestido de la fémina -Maldición... ¡Lo lamento!- se apresura a atenderla, sacando un pañuelo del bolsillo de su saco para inútilmente tratar de limpiar lo ocurrido, dejando a un lado el hecho de que sus ojos atraparon las miradas de la joven sobre el bulto en su entrepierna "El cubierto... Ahora esto... Mi comportamiento... Es una hechicera, no hay duda" medita para él mientras que con un suspiro de resignación le ayudó a levantarse para decir -Arruiné su vestido... Puede quitárselo en el baño, tengo varia ropa pero no es para mujer... ¿Le molestaría usar una camisa mía?-

Los minutos siguen pasando y su forma de ser no es convencional... Los sucesos son sobrenaturales y todo indica que su actual compañera es algo más que una simple mujer de negocios. ¿Una mejor compañía? Imposible.

por **Flora Levallois** Dom Mar 29, 2015 11:30 am

Se quedó atenta mirándolo, en sus ojos brilló una chispa de felicidad cuando el hombre desenfundó su espada. Se levantó admirándola, claro que era hermosa y en los ojos de Flora brilló el esplendor de aquel fino filo. La elegante escritura tallada en un idioma extraño la atrajo haciendo que la joven intentara deducir que quizás era un sello de protección o fuerza. Nada más perfecto para un caballero, eso quería decir que creía en la magia de cierta manera. Curioso...Se alejó para dejarlo hacer su presentación, era obvio que manejaba aquel arte a la perfección. Aplaudió alegre su muestra, como domaba la espada, Flora inclinó su rostro a oír la traducción de aquellas palabras. - Aunque debo decir que las rosas siempre tienen espinas, sé defenderme...a mi manera.- era cierto, nada mejor que una frase cliché para explicarlo, contaba con su poder, su dinero y sus encantos. Para qué más?

- Acaban de ser saciadas. Me alegra lo haya hecho, es perfecta y hermosa como el talento que usted posee.-respondió sin demora, él tomó la copa y para que todo se complicara aún más el vino cayó sobre su vestido, el lindo vestido, pero bueno...tenía muchos más y era posible que pudiera mandar a hacer uno nuevo, suspiró soltando una risilla. - No se incomode, mi Señor. Iré a cambiarme entonces, espero no verme graciosa vestida de hombre.- sonrió más ampliamente, dejando ver sus dientes blancos y brillantes, se observó frente al espejo unos segundos, la mancha de vino era ya escarlata y con menos fuerza seguía expandiéndose a través de la tela. La camisa era cómoda. Flora la sintió suave, no cabía duda de la calidad de su tela, exquisita al tacto, así que cerrando uno a uno los cuantos botones que faltaban sus piernas quedaron expuestas de la rodilla para abajo, lo cual si se pensaba la hacía lucir pequeña, le quedaba gigante. Quitó el broche de su cabello dejando así su melena castaña caer por completo libre. Aún quedaba la desazón de que él no era normal, no sabía si poseía algún poder, valiosa información o características más allá de su necesidad de dominio frente a los demás sin el desespero de esconderlo.

Salió tímida del baño, cubriendo sus piernas, la cama fue su primera opción para cubrir su cuerpo un poco, al menos el calor del cuarto era un refugio para ella del frío exterior. Era otoño y todo cambiaba a medida que pasaban los días, la cama rebotó un poco cuando ella subió, le divertía lo que sucedía, pero tenía un vacío en su vientre, que subía y bajaba incontrolable, Flora le indicó al mozo donde se encontraba su vestido, la detención en aquel lugar era indiscutible, era como estar en su casa, solo que más pequeña, reducida a una suite y con un desconocido en ella. No olvidó enviar con este un cuervo hasta su hogar, Helga acataría su orden a la perfección y al día siguiente otro vestido, abrigo y zapatos encontraría donde estuviese y se le antojase. - Gracias, Bass...aunque en verdad me queda un poco grande. - Lo miró fijamente levantando los brazos para luego descansar, se inclinó para llegar hasta la cabecera de la amplia cama, allí se arrodillo colocando una de sus almohadas - bordada con hilos rosa, dorado y azul formando grandes extensiones de rosas hechas con cintas - sobre su regazo, esperó paciente sin dejar de observarlo a que llegara a ella. - Tiene alguna otra pregunta, Sieur?.- aunque se le ocurrió que debía ser de otro tipo, haciéndola sonreír con picardía...Le gustaría acompañarme más cerca, mi Señor? La ficha de Flora estaba movida, era turno del caballero.

por **Mark Bass** Lun Mar 30, 2015 9:54 am

La dama no hizo mucho problema por el pequeño accidente con el vino, sin embargo, tan pronto cómo ella se retiró y dejó de hacer contacto visual con el cazador, éste sintió un fuerte alivió que se manifestó en un golpeteo justo sobre su pecho, cómo si se librara de algo "Sin dudar... Estoy bajo un hechizo" meditándolo literalmente, por lo que tan pronto llegó el sirviente no tardó en abrirle la puerta, dándole el vestido para que así al cabo de solo segundos se retirara con la mujer ya en escena una vez más.

"Maldición... Esta sensación de nuevo..." Medita con cierta queja, trata de aliviar su rostro y no hacer evidente la pesadez del ambiente para él -Se ve perfecta con la camisa puesta, debo decir- Y no mintió pues le observó de pies a cabeza con cierto descaro, así como era él. Delineando en sus pupilas las curvas de la mujer, cómo la tela albina que le cubría era holgada pero sobresalía en sus senos. Su melena suelta, esa mirada llena de coquetería y una sonrisa que lo invitaba a varias cosas.

-Claro, me sentaré un poco más cerca y preguntaré algo...- Se acercó, se sentó al borde de la cama muy cerca de ella, le miró fijamente a sus ojos y con una falsa sonrisa empezó a escarbar los adentro y el alma de la musa. Su mano fue acariciando la pierna ajena y poco a poco entre caricias subió hasta sus muslos, luego delineó el abdomen de la musa hasta que traviesamente desabrochó dos botones de la camisa, provocando un pronunciado escote que asomaba parte de la ropa interior.

Su otra mano se quedó libre, paciente y esperando el momento oportuno. Los ojos del varón no se separaron de los de la dama -Quisiera preguntarle y por supuesto que espero también que responda con toda sinceridad...- su mano derecha se posicionó en su pecho y luego empezó a rozarle con toda calma su cuello, paseándose por su yugular.

De pronto el ceño del cazador de frunció, su quijada se apretó y con demanda tomó el cuello de la dama con cierta fuerza, la suficiente para someterla pero dejarle hablar -¡¿Por qué me ha hechizado?!- exclamando con toda potencia, queriendo arrancarle el alma con su mirada mientras que su paciencia se agotaba rápidamente -¡¡¿Por qué?!!- presionó. No quería lastimarla, al contrario, realmente le gustaba... Pero esa clase de juegos no iban con el peor de los Demonios.

por **Flora Levallois** Lun Mar 30, 2015 10:58 am

Se perdió un largo rato en aquella mirada profunda, aún no podía ver nada de su interior, una barrera después de lo sucedido en el bar. Por qué esa sensación de que nada era tan fácil como parecía? Sin embargo no puso resistencia a ningún pedido de él, al contrario, lo había buscado y deseado. Dejó que se moviera a su antojo, aunque si llegaba a aquella zona aún prohibida para todos excepto ella lo detendría, el juego previo era uno de sus gustos, le gustaba que la consintieran cuando de esto se trataba. La mano suave e inteligente del caballero se movió a través de sus muslos, haciéndola sonreír dejando que se acercara más a ella. Arqueó su espalda un poco, acariciando mientras tanto los cabellos negros de Mark, suave e intensa intentó besarlo, pero él tenía una pregunta a la cual ella contestaría sin dudar. Los botones cedieron fácil ante el caballero, quien con intensidad la miraba y ella no se negaba el también hacerlo, ella comenzó a quitar botón por botón de él, asintiéndole con servilismo.

Pocos segundos pasaron luego de su respuesta para que el hombre cerrara las manos alrededor de su cuello, al principio Flora tuvo la impresión de que era un juego, un simple juego, pero de nuevo en segundos cambiaría para convertirse en un ruego de que lo fuera. Llevó sus manos a las de él, subiendo asustada hasta sus muñecas, intentando separarlas de su cuello. - No sé de qué hablas...- susurró aún confundida. Le dolía y más aún le dolía la pregunta, sus dedos empezaban ya a sentirse clavados en su piel, parecían quemar al igual que su mirada siniestra y su actitud implacable. A eso venía todo...era un trampa quien sabe desde cuando, el aire empezó a hacerse más escaso en sus pulmones y con un hilo de voz se esforzó en responder. - Pensé que no le agradaba, mi Señor...- por fin cedió, se dio cuenta que cualquier esfuerzo estaba en vano, lo miró con los ojos llenos de lagrimas, era la verdad...pero si no le creía? su cara giró a un lado viendo el fuego mecerse fuerte y furioso en la chimenea, como si quisiera escapar lentamente de su contenedor de piedra para ayudarle. Calor y miedo, sólo sentía eso y el latente dolor en su cuello.

Podría haberse mantenido en que no tenía idea alguna de lo que hablaba, pero eso hubiera empeorado las cosas y el miedo la verdad la había invadido, su mirada recorrió el tejido blanco de las sábanas, cerró sus ojos y en el fondo una palabra. - Cazador...-se alzó como un susurro en sus oídos, suave y tranquilizador al principio, tener conocimiento siempre daba esa sensación, allí estaba todo...su visión, su espada, su elegancia y perspicacia. Pero con ella traía otras consecuencias, quizás la estaban buscando los inquisidores, se habían dado cuenta de su naturaleza y la deseaban asesinar, un fuerte emporio no podía estar dirigido por una bruja, pero su desaparición no podía ser tan a la deriva y deseo saber cual sería el siguiente movimiento de él. Aún le quedaban energías, no tenía idea alguna de porque no había terminado de apretar su cuello, sería fácil...él era hombre, atlético, fuerte y parecía tener habilidades notables para hacer esta tipo de cosas, el padre de Flora las tenía. - Me asesinaras, Cazador mentiroso?- habló en calma, lo miró con rabia, odio y los ojos cristalizados por las lagrimas, ella había sido gentil y él le gustaba, claro que sí, pero no así la primera noche. Recordaba que hace unos momentos de sus labios había negado asesinar personas...y ella qué era? un monstruo para él?

Apretó una de sus manos contra la colcha de piel de ganso sobre la que su cuerpo se movía intentando aún zafarse, la otra mano golpeó el pecho de Mark con la misma rabia que su mirada. Sintió que no lo merecía...era una niña, una Levallois y por primera vez sintió que era buena a su modo. - Fue mi padre?- esa duda asomó por su cabeza y sus labios, siempre esperaba dos días...el primero era cuando regresaran sus hermanos y el segundo el día de su muerte, sería en una hoguera? lanzada a un mar bravío? la asesinaría un cliente confundido? un amante celoso? su padre? Un último hechizo flotó en su cabeza como la salvación, pero en el momento adecuado, buscaría hasta el fin del mundo para encontrar al que había osado lastimarla de esta manera...y si había sido su padre, algún modo de castigarlo pensaría. Se ahogó un poco sin poder pensar, tosió dos veces cerrando sus ojos y dejando salir las lagrimas de sus ojos a causa de esto. Entró en sollozos poniendo esas bonitas manos de pianista sobre su rostro, húmedas quedaron y ella no sabía donde pararía todo esto...estaba a punto de perder el control.

por **Mark Bass** Jue Abr 09, 2015 10:38 am

La cólera seguía invadiendo todo el cuerpo del cazador, estaba estático con un rostro envuelto en la furia que le producía sentirse manipulado y especialmente por una mocosa tan inexperta en la magia cómo en la seducción. Era un insulto para su omnipotencia, caer ante un conjuro tan improvisado y peor aun, ante alguien más de diez años menor que él... Una vergüenza que le costaría caro a la curiosa fémina -¡No seas estúpida!- le apretó más el cuello, observó con placer los gritos y el forcejeo, la estaba haciendo pagar y eso le gustaba... Nadie se burlaba del peor de los Demonios, ni siquiera una niña con el libido alto -Nadie te ha mentido y por supuesto que no ensuciaré el filo de mi espada con tu sangre de traidora- prosiguió con la asfixia, realmente estaba a punto de matarla con sus propias manos, sin embargo, entre golpeteos inútiles a su pecho y lágrimas de terror que soltaba la mujer pudo notar o mejor dicho, sentir dos cicatrices en su cuello... Una mordida de vampiro.

-¿Qué demonios es esto?- promulgó con asco, soltándola con un rostro lleno de asco, mirándole tan profundo cómo su espada era posible de penetrar el cuerpo de alguna criatura -Eres una maldita esclava de sangre y aun así intentaste seducirme... ¿Qué ganabas con esto?... ¡¿QUÉ GANABAS?!- con un cambio radical en su voz ronca ejerce un fuerte grito, ahogando el coraje con un golpe que se coloca en la cabecera de la cama, justo al lado del rostro de la joven donde fácilmente se puede apreciar cómo el mueble se rompe por la potencia implementada -Alguien te envió... ¿No es así?- alza la ceja con un tono de voz relajado, esbozando una sonrisa ladina.

Tomó su espada y al desenvainó casi en un pestañeo, de pronto mientras ella tocía y ajustaba su respiración el inglés decidió colocar la punta de su arma justo en la yugular de la chica, sacando algo del bolsillo de su camisa -Trágalo- ordenó, acercando una hierba a la boca de la mujer -Hazlo o si no aquí mismo me encargo de desangrarte... Y te juro que no me importará ensuciar mi arma con tu sangre inmunda- frunciendo su ceño, tensando su quijada y haciendo un poco de presión sobre el cuello ajeno, casi a punto de romper la piel con su filo.

Lo que pudo ser una exquisita noche de pasión terminó por desatar al mismo Mefistófeles, dándole posiblemente la peor velada a la inmadura chica.

-Ahorrate la magia... Porque esta espada es inmune... Ignoras el problema y con quien te has metido-

por **Flora Levallois** Sáb Abr 11, 2015 9:16 pm

Nada de lo que estaba pasando le caía muy en gracia, hace unos segundos ella había sido una dama ante él y ante toda la sociedad, dueña del mundo si lo deseara...con su poder podría lograr lo que fuere, pero se conformaba con ser tratada con gentileza en los negocios - se refería a dinero, recibir mucho dinero.- y lo más importante, ser ignorada y que nadie se metiera a husmear en sus secretos, tantos inocentes tenía que ya habría ardido delante de los inquisidores, nadie había pedido nacer así...era un regalo, pero si el mundo respetaba esto último no tendría que derramar sangre o hacer que algunas vidas se perdieran...unas cuantas o lo intentaría por lo menos. Pero este sujeto estaba rompiendo completamente con ello, no eran lágrimas más que de ira y coraje, pobre cazador. Así que él también había caído, respuestas a preguntas no hechas...exceso de información y soberbia. La sutil voz que escuchaba cuando estaba en peligro o no debía hacer un buen negocio que ante sus ojos e investigaciones parecía ser perfecto volvió a hablar diciéndole que resistiera un poco. Corazonada o su madre en forma de susurro? Movió sus manos de nuevo. Acaso no pensaba dejarla en paz, en realidad planeaba asesinarla? No quiso esperar para saber.

- Auxilio...- intentó gritar cuando el hombre apretó más las manos alrededor de su cuello, pero sabía que era en vano, nadie sabía que dirección habían tomado o eso creía. Luego supo porque el hombre cedía su asfixia para levantarse, no alcanzó a recuperarse cuando el volvía a caer a su lado, tosió...demasiado, le dolía el cuello, en su piel sentía ardor y en su carne dolor. A él que rayos le importaba que ella fuera esclava de sangre, una dulce cortesana o mendiga? ella era joven, rica...inteligente, adinerada y bella. Y si su sangre era manjar de vampiros no les negaría el placer de probarla de vez en cuando. Además la naturaleza, su madre tierra la había elegido desde milenios atrás para ser la portadora de tan maravilloso poder y virtudes. Podría hacer con si misma lo que le placiera y con quien deseara. Y ella que pensaba dejar su virtud atrás con él, algo que según su madre unía su sexualidad con el poder, incrementándolo si era placentero y si su experiencia era agradable o mutándolo si no. Eres una tonta, Flora...el ingles resultaba odiar a las brujas y cuestionaba la sexualidad de sus recién conocidas y más importante...parecía ser una completa bestia con las mujeres. Aunque con menos violencia y si no se hubiera sabido su secreto esto hubiera sido mucho mejor.

Respiró y se calmó mientras pensaba con habilidad como solía hacerlo, no por nada era una zarina en lo que a negocios se trataba. A los 15 años tomó por completo las riendas de su vida y los viñedos con extrema facilidad, su padre pensaba que era una niña genio y muchos en el mundo de las finanzas lo consideraban así, hija de un experto y magnate...una esposa bruja, unos hijos convertidos en monstruos y muertos para él, linda familia. Sabía varias cosas, era un cazador y que detrás de esa mirada encantadora debía haber hecho algo muy malo para que desearan asesinarlo o tal vez era un poco paranoico. O lo mejor de todo, estaba huyendo de algo o de alguien y que ese alguien era lo bastante poderoso como para contratar a algún asesino...no estaría mal, una hechicera asesina a sueldo. Tuvo que contener una risilla, eso habría sido peligroso.
Debía saber que lo asustaba hasta tal punto de hacerlo perder la compostura tan rápido.

Ni siquiera se tomó la molestia de responder, no tuvo tiempo ni le importaba, tenía cosas que pensar, pero mantuvo su mirada asustada...de algo debía servir. Flora volvía al juego, lo veía sonreírle con ternura, vaya encanto que tenía, ella debía aceptarlo. Era guapo y malo, el sueño de cualquier damisela, solo que todo caballero debía saber cuando parar, él parecía querer seguir con esto y a ella le estaba empezando a gustar de nuevo el juego, la libido se le había bajado, lo consideraba aún apuesto, encantador y decidido, pero imprudente.
Él olía a hierba húmeda y en la habitación parecía hacer demasiado calor.
Eran las llamas que provenían de la chimenea.

Ahora la motivaba el querer beber del craneo de su enemigo, esos pequeños detalles que tan feliz hacían a la humanidad al parecer, la jovencita no pensaba en que el mundo fuera colorido, sabía de la ambición y el abandono, la traición y la fiebre de poder. Pero también sabía sus propios limites - no quería convertirse en su padre- y de vez en cuando no demoraba en satisfacer su orgullo cobrando ultrajes. Observó de nuevo el filo de la espada con miedo, Monsieur Bass hablaba en serio y lo vio alto, levantado sobre ella la miraba y decidió llevar a su boca aquella hierba extraña, la chica supuso que era algún tipo de inhibidor para la magia, rozó con sus labios los dedos del joven y lo sintió al instante. - Lo persiguen...- el chico estaba marcado y la voz había hablado de nuevo. Escupió la hierba ya que era amarga como él, tenía lo que necesitaba. - Lo persiguen a usted, mi Señor. No a mi.- habló con voz calmada y no amenazadora mientras limpiaba su boca quitando ese horroroso y seco sabor, debía averiguar cual hierba era, más tarde la llevaría con ella si alcanzaba a tomarla para hacer algunos estudios, esto era lo que destruía a cientos de brujas inocentes como ella y alguna clase de escudo debía encontrar para impedir que esto siguiera sucediendo. Él tenía el arma, ella la información. - No podría asesinarme, todos en este hotel saben quien es...quien soy y con quien me fui del bar hace unos minutos.- alejó el arma, no le gustaba y se levantó para sentarse al borde de la cama, arreglando su desordenado cabello para terminar limpiando sus lagrimas, ya estaba bien de lloriqueos. Lo hizo con temor de que la atacara por la espalda y en verdad la hiriera con aquella espada.

Lo miró con recelo. - El que no debería buscar otro problema es usted, sería pertinente que se alejara de mi lado a no ser que desee algo más que una copa de mi vino.- exclamó cuando se acercó a las llamas, sabía que ellas no eran pacientes pero si poderosas, impulsivas como ella, esperaría el momento, era buena para eso. Siempre lo había sido, aún le quedaba otro as bajo la manga si el sujeto no cedía ante su amable carácter, esto no se quedaría así, giró sus ojos a la chimenea respirando y tocando su cuello para relajar la tensión, agradecía el estar viva, en serio. - Me duele y mucho, espero esté dispuesto a pagar esto, Señor.- afirmó serena y en voz baja, más que una amenaza para él era un juramento para ella y algún día lo cobraría. Por lo menos ya podía estar tranquila al entender que no era a ella a quien buscaban, podría quemarlo si se acercaba más de la cuenta y nadie lo extrañaría, el enemigo de su enemigo resultaría siendo su amigo?. - Nadie me ha enviado y a qué se refiere con eso de llamarme sangre inmunda?...A mi magia, verdad?- encendió sus dedos con unas cuantas llamas con descaro, su rostro se iluminó y sus ojos se perdieron en ellas. - Si lo soy o no, eso a usted, Señor...es algo que no le interesa o por qué debería de hacerlo?. Envidia?...- aumento el descaro en el tono de sus palabras, se había acabado la sonrisa tierna y complaciente quedando solo la afilada, no le dirigió mirada alguna, estaba enojada y cansada, quería llegar a casa para dormir en su cama, en su seguro hogar.

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|| Preguntas y Respuestas || Flora Levallois

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