Reunited /// Flora Levallois

por **Leinhart A. Ashford** Lun Mar 30, 2015 6:37 pm

Abrió los ojos lentamente viendo solo una imagen borrosa de lo que tenía en frente, se incorporo en la cama donde reposo esa noche frotándose los ojos para desperezarse y junto con ello lograr enfocar la vista, se sentía desorientado y un dolor de cabeza lo atacaba, nuevamente la misma pesadilla, aquella habitación donde la vida de su hermana se esfumó para siempre, la respiración agitada, el sudor corría por su cuerpo y las imágenes se repetían una y otra vez en su cabeza.

- Lucille... -

Dijo en medio de un suspiro; hacia apenas unos días que los hermanos habían llegado a la ciudad de París en busca del asesino de su hermana por lo que no tenían idea de por donde comenzar. Se levanto de la cama y se dedico a estudiar la información que su padre les había dado antes de venir, seguramente algo se les habría escapado. Estudio aquellos papeles y pistas por alrededor de una hora sin parar hasta que la fatiga mental pudo con el por lo que decidió tomar un descanso y despejar su mente.

Cada vez se hacia mas evidente que necesitarían ayuda si planeaban conseguir al demonio por lo que repaso su pasado buscando alguna cara familiar de sus viajes a París. La primera que salto fue la joven flora de la casa Levallois, cuando se conocieron a través de sus padres, ambos cazadores ella era apenas una pequeña niña al cuidado de su cariñosa madre, a través de los años se convirtieron en familia sin sangre, un fuerte lazo se formo hasta considerarla hermana y sobrina a la vez -esta ultima mas que todo por la joven flora quien consideraba al joven Angelos su tío- estuvo presente en el funeral de su madre y luego de eso siempre mantuvo el contacto con esta joven haciendo honor a la promesa que le había hecho a su madre. Por unos momentos recordó a la mujer y la promesa de mantener sus poderes y los de la niña en secreto y de proteger a la niña siempre.

Decidió que le caería bien volver a ver a esa jovencita, por lo que se puso en marcha hacia el viñedo de la familia esperando que aun estuviera allí aquella niña que a estas alturas de la vida ya seria una dama hecha y derecha.

Llego al lugar, un extenso campo se presentaba ante el cazador, eran tempranas horas de la mañana por lo que los trabajadores del lugar ya estaban desempeñando sus faenas diarias en el viñedo, el lugar parecía funcionar a la perfección sin ningún inconveniente, observo con admiración la actitud de los trabajadores del lugar y sintió una pequeña medida de orgullo por la joven que había forjado aquel espectáculo.

Se presento ante uno de los hombres que lo recibió en la entrada principal y pidió se le informara a la joven que el había llegado a lo que el joven asintió y cumplió.

Espero en un pequeño estar hasta que la joven llegara, lo cual no se hizo esperar y tras escuchar sus pasos por el pasillo volteo para encontrar su mirada con la de ella,

- Pequeña Flora, tanto tiempo sin vernos -

le dijo con una gran sonrisa en su rostro, de verdad que se había convertido en una hermosa dama en la cual no pudo evitar ver cierto parecido con su ahora difunta madre.

por **Flora Levallois** Dom Abr 05, 2015 8:22 pm

Flora sabía gracias a sus mensajeros que tendría una de las pocas visitas queridas que solía tener en casa, era muy precavida con eso y a raíz de la desaparición del resto de su familia. Su padre era tema a parte, cada vez que la visitaba ella sentía un frío recorrer su espalda, no le agradaba para nada. La hacía sentir triste y abandonada, traicionada por lo que él se había atrevido a romper, no sin antes inculcárselo a todos...El amor a la familia, honor y amor. Flora cuidaba de mandar a cerrar las puertas de la planta alta de la segunda gran casa de su hacienda, la segunda de muchas era una gran bóveda, con vivero y espacio suficiente para todos sus ingredientes, libros y cuartos que ella utilizaba para pruebas e invocación, cuando deseaba complacer el lado de su poder más oscuro. El techo era alto, de vidrio y metal, un perfecto mecanismo diseñado por arquitectos norteamericanos, podía correrse con poleas permitiendo así que la luz del sol y de la luna la inundara en sus noches de insomnio.

Repasó lo que diría y su peinado, la sencilla trenza caía por su espalda, dejando que unos cuantos mechones adornaran su rostro para ver sus rasgos naturales y juveniles. Angelos era lo más parecido a familia que ella poseía, lo recordaba de pequeña...él rudo, sereno y noble. Noble con su familia, una duradera amistad guardaba con su padre, pero a Flora no le parecía de doble filo confiar en el caballero ingles que de manera rápida supo ganarse la voluntad y el aprecio de los tres pequeños Levallois incluido el de su madre, quien parecía guardarle un afecto sincero, pero siempre en deuda. Le alegraba que la tuviera de nuevo en cuenta al volver a París, una buena cena, unos cuantos días a su lado haciéndolo acompañarla a reuniones inútiles por el placer de tenerlo a su lado y divertidas veladas como la de hoy, conversando con un buen vino y recordando a sus hermanos con melancolía pero sin evitar reír ante sus travesuras, saber de sus años lejos de ellos a pesar de algunas cartas que ella hacía llegar a su tío para esperar paciente respuesta.

Ordenó que arreglaran una cena especial, perfecta y digna de la nobleza sin escatimar precio alguno para recibir a su tío, no olvidando tener en cuenta su visita para todos, incluidos los capataces, guardias y mayordomos, se alegró de tener muy en claro a todos que su privacidad y lealtad era lo principal para trabajar con ella, recibiendo los mejores beneficios incluida protección. Bajó los escalones con la velocidad que su adolescencia le daba, impetuosa y feliz se le hicieron eternos. El pasillo a la sala de estar fue largo su corazón palpito fuerte antes de salir de nuevo a la luz del estar, las luces brillaban cálidas pero precisas. Lo vio allí tan alto y elegante como era, esa sonrisa sincera y escasa, no a cualquiera solía sonreírle, excepto suponía Flora a alguna bella dama que poco podía resistirse a los encantos de aquel ingles que rondaba los 32 años. Los brazos abiertos y unos cuantos pasos más la hicieron acercarse a él, para abrazarlo fuerte y sentir por primera vez el pasar de los años, hace cuánto había sido una niña y ahora se estaba convirtiendo en una linda señorita?, para haber dejado la inocencia atrás y haber hecho cosas un poco injustificables a los ojos del mundo.

- Angelo, felicidad es lo que trae a mi corazón vuestra visita. Me encanta abrir mi alma y mi hogar para ti.- dijo al separarse de él, tomando sus manos teniendo que elevar un poco su cabeza para verlo a los ojos. - Ven, debes contarme que te ha traído a esta ciudad, estás lejos. Viniste solo?- caminó tomando su brazo sin enterarse de que poco estaba permitiendo al hombre hablar, paró un momento soltando una risilla. - Lo siento, no me había dado cuenta que ni una palabra te dejado pronunciar.- siguió el camino a la sala principal de la casa, donde los esperaba unas buenas botellas de aquellos elegantes vinos y licores propios de su hogar, no quería que le pasara como aquel dicho. "En casa de herrero cuchara de palo." Adentro todo estaba adecuado, no necesitaba el comedor en aquel momento...estaba en confianza y segura de que todo estaría bien, confiaba en él, el olor a suave hierbabuena inundaba el ambiente, la chimenea encendida con el fuego preciso y los sofás de tela hindú que hace poco había traído de aquellas tierras, unos elegantes tabacos por si se le antojaba alguno, en verdad no recordaba si le gustaban o no, pequeñas memorias iban y venían, tenía que ver con su madre y algo más, ella no sabían aún en realidad a que tenían que ver.

Se sentó sobre unos de los cojines persas, suaves con un entremés de la cena. Un foie grass de ternera con finas hierbas, un jamón de Bayona, como plato principal un quiché Lorraine...esa exquisita masa de hojaldre relleno de champiñones, nata y carne de cerdo con tocineta. Manzanas caramelizadas con canela al horno. Una pasta para untar hecha con aceitunas, aceite de oliva, ajo y perejil, otro hecho con carne picada, tomate y cebollin. Las verduras que no podían olvidarse, esta vez en forma del famoso plato francés que tanto grandes como pequeños chefs deseaban cocinar a los largo de aquella tierra bohemia, el ratatouille, hecho de hortalizas frescas. Ella solía alimentarse de manera saludable, apreciaba el arte de la comida y contaba con los mejores cocineros que alguien de su clase podía tener a su servicio.

De postre, la parte favorita de Flora, contaba con un flan de sandia y arándanos, otro flan diferente venía tras el primero de cerezas deshuesadas escogidas a la perfección ya que solo de su maduración y dulzor se obtenía el mejor plato. Suaves crepes con chocolate y melocotones maduros. Cosechas de vinos de gran reserva y jóvenes en forma de botellas, tintos, rosados y blancos. Limonada con menta y jengibre y finalmente agua, jamas se sabía cuando podría necesitarse. A su izquierda en el fondo estaba el bar, si Angelo decidía comer algo podría tomar lo que quisiera al igual que lo que se encontraba en la mesa baja al estilo oriental, las doncellas de color pacientes esperando para servir a su señora y sus acompañantes. - Escoge lo que desees. Esto es en tu honor y el de la familia Leinhart.- levantó su copa de limonada decorada con una rodaja de este cítrico y otra de naranja, queriendo hacer el brindis feliz y prospero para él.

por **Leinhart A. Ashford** Jue Abr 16, 2015 7:06 pm

Había pasado lo que parecía una eternidad desde la última vez que vio a la joven flora, era solo una niña en aquel entonces, rebelde y cariñosa en igual medida pero que por alguna razón supo encontrar un buen lugar en el corazón del cazador. Cuando ella llego al estar donde angelos se encontraba una sonrisa amplia y sincera se mostró en su rostro, poco pudo hacer antes de sentir los brazos de la joven rodear su cuerpo en un cálido abrazo a lo que Angelos respondió de la misma manera, la emoción de su visita se notaba en su voz, parecía un poco impaciente y esto se hizo notar en su discurso incesante.

Cuando finalmente se dio cuenta que su ímpetu no había permitido al cazador articular palabra alguna se disculpó lo que le causo gracia al inglés - Ha sido un largo tiempo mi querida Flora. - le dijo con una remarcada sonrisa en su rostro antes de ser guiado por un largo pasillo, - Esta vez he venido con mi hermano, tenemos unos asuntos pendientes en la ciudad y debía aprovechar la ocasión para visitar a la luz de mi corazón - no sabia si la joven recordaba a lo que angelos se dedicaba por lo que decidió esperar un poco antes de pasar a esos temas. Al llegar a su destino se encontró con un banquete digno de un dios, una variedad de platos infinita cada uno mas suculento en apariencia que el anterior, el cazador no pudo hacer mas que sorprenderse ante tal espectáculo culinario, si bien angelos no era un chef, sabia una buena medida de cocina ¿pero esto? Esto parecía una cena no para dos personas sino una multitud, - Flora, no debiste. Se que hacia años que no nos veíamos pero este recibimiento; me quedó corto de palabras para describir mis sentimientos -

Camino un poco por el salón detallando todos los platos que se encontraban frente a el, la variedad, el color y el aroma tan exquisitos que desprendían era como para morir comiendo ese mismo día, en una pequeña mesa vio una caja repleta de tabaco, un vicio que Angelos había abandonado hace algunos años, lo hacían lento en su trabajo y en un trabajo como el suyo un segundo de retraso puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Miro a los ojos a la joven nuevamente y con una sonrisa en su rostro levanto su copa - por la familia, y por la hermosa joven que hizo todo esto posible - toco suavemente su copa con la de ella y le dio un pequeño trago dando inicio al festín, si bien había mucha comida no se podía obviar que Angelos era de muy buen comer por lo que al final de la velada, nada quedaría en pie. Una vez sentados digiriendo aquellos manjares Angelos miro nuevamente a la joven y entrando como en un pequeño trance recordó a esa niña de su pasado que no hacia mas que pegarse a el cada vez que visitaban a los levallois, la felicidad de aquellos días de jubilo e inocencia no se comparaban con el purgatorio por el cual estaba siendo obligado a vivir actualmente. Saliendo finalmente de sus memorias le dirigió la palabra a la dama - ¿Como esta todo Flora? - refiriéndose de manera general a su vida y sus proyectos, ya llegarían a temas mas profundos eventualmente así que no había necesidad de apresurarlos - Veo que has mantenido la finca en excelentes condiciones, me enorgulleces - le dedico un pequeño gesto con lo cabeza en signo de aprobación, realmente estaba muy contento de ver que la joven había sabido seguir su rumbo después de la muerte de su madre. Aunque aun no estaba seguro de que había sido de su padre y sus hermanos.

Plato tras plato, bocado tras bocado la comida fue desapareciendo ante ellos hasta que finalmente solo el postre permanecía, se decanto por el flan de cerezas pues el sabor era su preferido, nunca podía decir que no a una buena comida con cerezas en la mezcla, tomo una porción del flan y se dispuso a comerlo, el sabor era exquisito como una explosión en su boca, la joven debía contar con los mejores chefs en toda París porque jamas en su vida había probado tan deliciosos manjares, - Deberás prestarme a tu chef un día damita, no creo poder seguir viviendo sin comida de este tipo. - le bromeo mientras reía levemente.

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