AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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When the rain falls || Privado
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When the rain falls || Privado
Entonces ¿qué amargura de la tierra puede opacarnos
sin que en el otro encontremos eterno consuelo?
Piensa que, escalando alto, los ángeles nos contemplan;
deseando derramar una dorada, una perfecta melodía
sobre nuestro abismal y querido silencio.
—Elizabeth Barret Browning.
sin que en el otro encontremos eterno consuelo?
Piensa que, escalando alto, los ángeles nos contemplan;
deseando derramar una dorada, una perfecta melodía
sobre nuestro abismal y querido silencio.
—Elizabeth Barret Browning.
Las horas se volvían silenciosas y morían en la oscuridad de los rincones de aquella mansión, Vanessa se resignaba a quedarse nuevamente atrapada entre las cuatro paredes que parecían apresarla cada vez más. Se repetía con deliberada constancia de que no debía continuar enjaulándose a sí misma como si fuera un pobre canario. Afuera, el otoño lucía sus mejores colores y la brisa fresca hacia danzar las hojas con armonía. Quizás era una señal de que aquel pobre canario debía alzar el vuelo y escapar de su pequeña jaula una vez más. Pero estaba temeroso, pues a pesar de todo, su prisión era el único lugar seguro que conocía. Caminaba a través de los corredores de la residencia con un libro en manos, observaba como los rayos de luz se colaban entre los ventanales. El texto que leía parecía tener sólo páginas blancas, Vanessa no lograba concentrarse siquiera en aquello que tanto la entretenía y la ausencia de su hermano mayor era aún más sofocante y más cuando guardaba tantas cosas en su corazón.
El día que había decidido salir en busca de paz, al caer la noche todo se volvió como la peor de las tormentas. Ella le huía a las noches, pues algo en su pasado le hacía recordar el mal que albergaban las horas nocturnas. Lo que era una grata visita al mercado ambulante se volvió una daga clavada en su pecho. Vanessa no contaba con encontrarse con otro miembro de su familia, aunque extrañaba a su madre no se permitía regresar a su antiguo hogar, no ahora que estaba más segura con Ryley. Sin embargo, aquella vez haberse topado con Drake no fue lo más agradable para Vanessa y menos al conocer su nueva condición. El gemelo de Ryley era un vampiro y eso indudablemente causó cierto recelo en la chica, quien no se acostumbraría tan fácilmente a tener que lidiar con él en esas circunstancias.
¿Debía contárselo a Ryley en cuanto regresara de su viaje? No lo sabía. Estaba confundida, quizás su hermano no reaccionaría de la mejor manera. La relación entre ambos nunca fue la mejor y en tal situación no era lo más sensato. Vanessa debía cargar con aquello como si se tratase de un secreto de confesión, pero alguna solución tenía que haber, eso junto con superar su temor a los sobrenaturales. A sus espaldas una voz la distrajo, era de una muchacha de la servidumbre a la cual ayudaba de vez en cuando en los quehaceres de la residencia. La dama notando la nostalgia en la mirada de Vanessa y que ésta sólo se la pasaba encerrada día y noche, le invitó a dar un paseo.
Era la primera vez que ponía un pie en el parque de diversiones, las atracciones eran coloridas y sin duda alguna llamaba la atención de la joven. Vanessa se paseó junto con la criada por todo el parque, ambas no lograban decidir en cual de todas estar. Pero al final, sería Adelaide quien se animaría a subirse al carrusel mientras que Vanessa buscaría un lugar en donde poder estar más tranquila. Volvió a sumergirse en sus pensamientos y por supuesto, en uno de sus queridos libros, sólo una gota de agua que golpeó en su mejilla llamó su atención. Al azar la mirada, las nubes oscuras y la noche cerniéndose sobre París despertó una insana alerta en la joven. Se puso de pie de inmediato y fue en busca de Adelaide a la cual había perdido de vista. Dirigió sus pasos hacia el carrusel, pero al parecer la otra chica simplemente desapareció. Vanessa sintió que el miedo se apoderaba de su cuerpo. Sólo se quedó inmóvil frente a la atracción, tratando de calmar sus nervios.
—Vamos Adelaide, no creo que hayas ido tan lejos —masculló al momento en que su mirada viajaba de un lado a otro. Quizás sería la muchedumbre que la tranquilizó un poco, pero a sabiendas de que no sabía cómo regresar y con la lluvia amenazando como una feroz tormenta se sintió algo perturbada—. Esto no me puede estar pasando…
Última edición por Vanessa Ende el Dom Mar 29, 2015 11:06 pm, editado 1 vez
Gwynneth Aylwin- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 08/02/2015
Localización : París
Re: When the rain falls || Privado
Y con su presencia ilumina las tinieblas en que ellos están inmersos.
TANGINA, acerca de Carol Anne, en Poltergeist
¿A qué lugar viajan los vampiros cuando se sienten tristes? Era una muy buena pregunta y en París, yo no tenía respuesta alguna para ella. Hacía tanto desde la última vez que me sentí de esa manera que cuando sucedió, aquella especie de tristeza que había sentido me abandono muy pronto. En cambio, en estos tiempos era verdaderamente imposible que esa tristeza me abandonara, porque yo había tenido la culpa de generar aquello en mi. Fueron mis descuidos y la manera de tratar a mi hermano los que terminaron por alejarnos a ambos y si bien no lo demostraba demasiado, amaba a mi hermano. La hermandad era algo que no podía evitarse, nacías ligado a esas personas y seguías estándolo hasta que murieran, pero en nuestro caso, aquella unión había ido más allá. Convertidos por la misma mujer, hermanos que jamás se dejaron en paz y que ahora, por mi culpa, terminábamos alejados, sin posibilidades de un próximo encuentro y por tanto es que yo debía comenzar a aceptar aquella situación y avanzar. ¿No era eso lo que esperaba Jarko? Que saliera por mi mismo y sin necesidad de seguir comportando cual chiquillo que no acepta su acciones. Desde mi punto de vista, eso era algo que mi hermano había esperado de mi y para poder ser el inmortal con más de cinco mil años que era, debía eliminar primero que nada la tristeza.
Los sitios con mucha gente eran la mejor opción para quienes buscaban eliminar algo de su interior. La tristeza sobre todo era algo que podía dejarse de lado lentamente con la presencia de más personas y como la única persona en casa era Lanna, opte por alejarme de la mansión, salir en busca de aquello que lentamente me ayudara a avanzar y volverme el inmortal que desde hacía tanto tiempo debería haber sido.
Con pasos seguros y sin la característica sonrisa divertida en mi rostro, abandone la mansión para ir a un lugar que se consideraba alegre, lleno de luz y color; un sitio perfecto para aquellos que nos encontrábamos tan perdidos como yo en aquellos momentos. Luna Park debía ser el sitio donde más gente aparentaba estar feliz, no lo sé, tal vez en el fondo cada una de las personas que se hallaban en aquel lugar fueran felices pero mientras me adentraba más en el famoso lugar, solo podía ver a las personas tratas de desprenderse de esa tristeza, sufrimiento o malos pensamientos. Tal fuera también la negatividad que cargaba dentro de mi lo que me hacía verlos de esa manera, pero dudaba enormemente que fuera simplemente eso. Era probable que la vulnerabilidad en la que sentía encontrarme en aquellos momentos hiciera que terminara viendo lo que los demás trataban de ignorar, ¿Quién sabía?. Igual, yo también estaba en aquel sitio para dejar volar las preocupaciones y problemas, así que trate de dejar que la felicidad del lugar me inundara, aunque no me llegara a lo más profundo de mi ser.
Camine entre los mortales, como si fuese uno más de ellos a pesar de que mis naturaleza me lleva a desear la sangre que corre por las venas de cada uno de ellos. Las atracciones de aquel lugar eran interesantes y llamativas, sin embargo, fue la atracción llamada carrusel lo que termino por mantenerme estático en un solo lugar, observando como las personas en aquel juego reían y parecían estarlo pasando realmente bien. Las gotas que caían del cielo de manera esporádica no parecían estar afectando para nada a las personas que se iban de un lado a otro, pero era cuestión de tiempo, cuando la tormenta se volviera más intensa, todos comenzarían a emprender camino. Yo por mi parte, era capaz de permanecer en la lluvia sin preocuparme realmente por lo que me sucediera así que continue inmovil en mi sitio, hasta que los movimientos de una persona cercana a mi me hicieron girarme. Era una mujer; más bien una joven que miraba de un lado a otro y se veía en un estado no muy favorable; además de que pude escuchar sus palabras a la perfección y dando un ligero paso en dirección a ella me atreví a cuestionarle.
– ¿Se encuentra bien? ¿Puedo ayudarle en algo? – mis modales siempre eran buenos cuando se trataba de mujeres y pese a mi tristeza, esa ocasión no sería una excepción.
TANGINA, acerca de Carol Anne, en Poltergeist
¿A qué lugar viajan los vampiros cuando se sienten tristes? Era una muy buena pregunta y en París, yo no tenía respuesta alguna para ella. Hacía tanto desde la última vez que me sentí de esa manera que cuando sucedió, aquella especie de tristeza que había sentido me abandono muy pronto. En cambio, en estos tiempos era verdaderamente imposible que esa tristeza me abandonara, porque yo había tenido la culpa de generar aquello en mi. Fueron mis descuidos y la manera de tratar a mi hermano los que terminaron por alejarnos a ambos y si bien no lo demostraba demasiado, amaba a mi hermano. La hermandad era algo que no podía evitarse, nacías ligado a esas personas y seguías estándolo hasta que murieran, pero en nuestro caso, aquella unión había ido más allá. Convertidos por la misma mujer, hermanos que jamás se dejaron en paz y que ahora, por mi culpa, terminábamos alejados, sin posibilidades de un próximo encuentro y por tanto es que yo debía comenzar a aceptar aquella situación y avanzar. ¿No era eso lo que esperaba Jarko? Que saliera por mi mismo y sin necesidad de seguir comportando cual chiquillo que no acepta su acciones. Desde mi punto de vista, eso era algo que mi hermano había esperado de mi y para poder ser el inmortal con más de cinco mil años que era, debía eliminar primero que nada la tristeza.
Los sitios con mucha gente eran la mejor opción para quienes buscaban eliminar algo de su interior. La tristeza sobre todo era algo que podía dejarse de lado lentamente con la presencia de más personas y como la única persona en casa era Lanna, opte por alejarme de la mansión, salir en busca de aquello que lentamente me ayudara a avanzar y volverme el inmortal que desde hacía tanto tiempo debería haber sido.
Con pasos seguros y sin la característica sonrisa divertida en mi rostro, abandone la mansión para ir a un lugar que se consideraba alegre, lleno de luz y color; un sitio perfecto para aquellos que nos encontrábamos tan perdidos como yo en aquellos momentos. Luna Park debía ser el sitio donde más gente aparentaba estar feliz, no lo sé, tal vez en el fondo cada una de las personas que se hallaban en aquel lugar fueran felices pero mientras me adentraba más en el famoso lugar, solo podía ver a las personas tratas de desprenderse de esa tristeza, sufrimiento o malos pensamientos. Tal fuera también la negatividad que cargaba dentro de mi lo que me hacía verlos de esa manera, pero dudaba enormemente que fuera simplemente eso. Era probable que la vulnerabilidad en la que sentía encontrarme en aquellos momentos hiciera que terminara viendo lo que los demás trataban de ignorar, ¿Quién sabía?. Igual, yo también estaba en aquel sitio para dejar volar las preocupaciones y problemas, así que trate de dejar que la felicidad del lugar me inundara, aunque no me llegara a lo más profundo de mi ser.
Camine entre los mortales, como si fuese uno más de ellos a pesar de que mis naturaleza me lleva a desear la sangre que corre por las venas de cada uno de ellos. Las atracciones de aquel lugar eran interesantes y llamativas, sin embargo, fue la atracción llamada carrusel lo que termino por mantenerme estático en un solo lugar, observando como las personas en aquel juego reían y parecían estarlo pasando realmente bien. Las gotas que caían del cielo de manera esporádica no parecían estar afectando para nada a las personas que se iban de un lado a otro, pero era cuestión de tiempo, cuando la tormenta se volviera más intensa, todos comenzarían a emprender camino. Yo por mi parte, era capaz de permanecer en la lluvia sin preocuparme realmente por lo que me sucediera así que continue inmovil en mi sitio, hasta que los movimientos de una persona cercana a mi me hicieron girarme. Era una mujer; más bien una joven que miraba de un lado a otro y se veía en un estado no muy favorable; además de que pude escuchar sus palabras a la perfección y dando un ligero paso en dirección a ella me atreví a cuestionarle.
– ¿Se encuentra bien? ¿Puedo ayudarle en algo? – mis modales siempre eran buenos cuando se trataba de mujeres y pese a mi tristeza, esa ocasión no sería una excepción.
Akseli Nygard- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 09/04/2014
Re: When the rain falls || Privado
Porque sólo una cosa trémula queda de mí,
Que jamás podrá ser algo,
Salvo un pájaro de alas rotas
Huyendo en vano de ti.
—Elizabeth Eleanor Siddal.
Que jamás podrá ser algo,
Salvo un pájaro de alas rotas
Huyendo en vano de ti.
—Elizabeth Eleanor Siddal.
Su mano se aferraba fuertemente a la valla que se hallaba frente al carrusel mientras que los latidos de su pequeño corazón iban en aumento. Estaba nerviosa y quizás exageraba, pero en partes Vanessa tenía razones para estar así. En su mente se había grabado con fuego una experiencia que lograba perturbarla más que cualquier otra cosa en el mundo, incluso, más que la soledad. No podía negar que se sentía completamente idiota por actuar de aquella manera y se repetía a sí misma que todo estaría bien. Ella ya no debía depender más de Ryley. Odiaba tener que ser una carga para su hermano y ni siquiera quería buscar apoyo en Drake. Él jamás le había dado esa oportunidad y mucho menos ahora que era un vampiro. Una de las criaturas a las que más temía Vanessa.
¿Y si le hubiera pedido a Clementine que la llevara con ella? Quizás las cosas serían diferentes y hasta un poco mejores. Pero eso no lo podía asegurar, no estaba en condiciones para hacerlo. Aún así, Vanessa guardaba esa ilusión infantil de que en algún momento todo mejoraría para ella, que podría a llegar a ser más fuerte y así poder valerse por sí misma. Lo haría, de eso estaba segura. Pero la inseguridad traía sombras consigo que no la dejaban dar el primer paso. No sabía que tantos horrores le esperaban ocultos entre tinieblas y eso obviamente la asustaban y no podía hacer más nada que quedarse en un rincón esperando a que el sol saliera y dispersara toda aquella oscuridad. Así como cuando era una niña. Vanessa siempre se guardaba las cosas para sí misma, jamás le contaba a nadie sus angustias, ni siquiera a su madre. Con él único que lograba desahogarse de vez en cuando era con Ryley, pero cuando él se marchó de casa, la menor de los Ende terminó cerrándose completamente a todos.
Adelaide en poco tiempo se había ganado la confianza de Vanessa y ella la admiraba por eso. La joven criada era una persona que se ganaba las cosas con esfuerzo, que luchaba por sus ideales y que no se dejaba abrumar por nada y le hacía ver a Vanessa que afuera había un mundo maravilloso por descubrir, que debía dejar a un lado sus miedos y ser ella misma. Tenía razón, claro que sí, pero, ¿cómo podía volver a confiar en ese mundo que la había dañado una vez más? ¿Quién podía asegurarle que no volvería a salir lastimada nuevamente? Ni la misma Adelaide tenía respuesta a esas interrogantes, pero aún así se las ingenió para convencer a Vanessa a acompañarla a un lugar nuevo. Quizás eso despejaría las muchas dudas de la chica.
Lo que en un principio se supone iba a ser divertido, diferente. Se había convertido en una tormenta, como la que ahora amenazaba desde el horizonte. Buscó a Adelaide entre las personas y esperaba lo peor, ¿y si le había ocurrido algo? No pudo más que ahogar un grito de angustia en su interior. Pero confiaba en su compañera, de seguro andaba por ahí haciendo amigos o en otra atracción y siendo tan distraída no le mencionó nada a Vanessa. Miles de posibilidades se pasaban por su mente en un intento desesperado de convencerse a sí misma de que todo estaría bien.
Palmeó varias veces la verja de la cual se encontraba apoyada y tras exhalar decidió que sería ella quien buscaría a la criada. No debía estar muy lejos. El parque Luna Park no era tan exageradamente grande y de seguro Adelaide tendría que buscar alguno de los pocos lugares seguros para resguardarse de la lluvia. Estaba tan ensimismada en sus propias deducciones, que la voz que le habló en ese momento parecía de ensueño, como si fuera su mente la que estuviera hablándole, pero sabía que no era así. Entonces cayó en cuenta de que era alguien a su lado quien se había dirigido a ella. Vanessa volteó sólo para confirmar que no se tratara de su imaginación y se cruzó con un joven de ojos claros y piel pálida. Le observó por unos segundos hasta que finalmente la realidad le golpeó.
— ¿Yo? ¿Qué si estoy bien? No… Quise decir, sí. ¿Por qué tendría que estar mal? O sea, habrá tormenta y mi amiga no sé en donde está, pero estoy bien. De seguro ha de estar —tartamudeó y volvió su mirada a todas las direcciones posibles—. En algún lugar que desconozco, claro —susurró. No podía ocultar su nerviosismo, por más que lo intentase, era inútil.
Gwynneth Aylwin- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 08/02/2015
Localización : París
Re: When the rain falls || Privado
Triste puedo estar solo; para estar alegre necesito compañía.
Emily Dickinson
Era aparentemente imposible que me encontrara cómodo en algún lugar definido, ya que después de estar vagando por Luna Park no me había sentido para nada motivado. Claro que las presencias de los mortales ir y venir ayudaban a que entrara en un estado de mayor calma que si me hubiera encontrado solo en casa, pero igual me sentía sumamente vacío por dentro y la única forma de sentir que parte del vacío era cubierto era dejando que la melodía de los corazones humanos supliera a las palabras y gritos que salían de sus bocas. Aparte de los latidos, los movimientos de una joven fueron los que terminaron por atraer mi atención por completo y entonces, me centre en ella y en su corazón que se desbocaba en su pecho.
Los latidos de la fémina aquella iban en aumento; su ritmo era algo que seguramente me llamaba no únicamente a mi, sino a otros inmortales que pudieran estar cerca. Afortunadamente para ella, estaba en un lugar lo suficientemente lleno de gente como para evitar ser atacada en ese preciso momento e igual, no estaba completamente segura en el parque. Ya podía imaginar en mi mente que cuando abandonara el parque, si es que sus latidos seguían tan acelerados, cualquier vampiro buscaría aprovecharse de aquel precioso llamado y tomaría su vida en un abrir y cerrar de ojos. Para fortuna de ella, yo no era de esos que pensaba en tomar cada una de las gotas de aquel elixir que nos permita mantenernos con vida, o algo parecido a esta. Así que me acerque a ella, más por curiosidad que por otra cosa; ya que era bastante inusual que alguien se moviera con semejante nerviosismo en un lugar como Luna Park. A nuestro alrededor existían otros corazones agitados, pero lo estaban por la excitación del momento, algo que ella no parecía estar experimentando por tanto, me atreví a hablarle y ofrecerle mi auxilio si es que lo requería.
Nuestros ojos se encontraron y trate de mostrarle mi aspecto más amigable, ya que si bien era amable la mayor parte del tiempo, mi cara de hombre amargado y entristecido no ayudaba mucho en aquellas situaciones donde tratas de animar a alguien más. Con cierto grado de dificultad, sonreí; no lo hice mucho para mantener ocultos mis colmillos pero igual, le sonreí.
– Si, te pregunto a ti ¿Te encuentras bien? – mantenía una distancia prudente para no ser considerado una molestia o un hombre que buscaba aprovecharse de ella, ya que esperaba que se tranquilizara no que se asustara más – ¿No? – le mire fijo, antes de que se contradijese a si misma y terminara por hacerme reír de una manera mucho más sincera y natural, pero no dije nada de inmediato, sino que me quede a escuchar lo que aún le quedaba por decir y dejaba al descubierto que al decir que estaba bien, mentía.
Me encogí de hombros de manera despreocupada. A nuestro alrededor, podía ver a las personas comenzar a moverse con mayor velocidad debido a que las gotas de lluvia caían con una mayor intensidad.
– Bueno, se lo pregunte porque de hecho supuse que buscaba a alguien ya que se notaba un tanto… desconcertada – señale casual, aunque para mi era más que obvio que ella se encontraba sinceramente nerviosa – Lo más probable es que su amiga este buscando refugio de la lluvia que se avecina y la verdad es que yo planeaba irme pronto del parque, pero no esta en mi naturaleza dejar a una mujer sola, mucho menos cuando no encuentra las personas con las que vino – le mire y di un paso más en su dirección – Mi nombre es Akseli Nygard y si usted acepta puedo hacerle compañía hasta que encuentre a su amiga.
No iba a dejarle ahí sola ahora que entendí un poco más porque el nerviosismo de ella, además, las compañías de bellas mujeres era siempre algo que podía distraer mi atención de las peores cosas.
Emily Dickinson
Era aparentemente imposible que me encontrara cómodo en algún lugar definido, ya que después de estar vagando por Luna Park no me había sentido para nada motivado. Claro que las presencias de los mortales ir y venir ayudaban a que entrara en un estado de mayor calma que si me hubiera encontrado solo en casa, pero igual me sentía sumamente vacío por dentro y la única forma de sentir que parte del vacío era cubierto era dejando que la melodía de los corazones humanos supliera a las palabras y gritos que salían de sus bocas. Aparte de los latidos, los movimientos de una joven fueron los que terminaron por atraer mi atención por completo y entonces, me centre en ella y en su corazón que se desbocaba en su pecho.
Los latidos de la fémina aquella iban en aumento; su ritmo era algo que seguramente me llamaba no únicamente a mi, sino a otros inmortales que pudieran estar cerca. Afortunadamente para ella, estaba en un lugar lo suficientemente lleno de gente como para evitar ser atacada en ese preciso momento e igual, no estaba completamente segura en el parque. Ya podía imaginar en mi mente que cuando abandonara el parque, si es que sus latidos seguían tan acelerados, cualquier vampiro buscaría aprovecharse de aquel precioso llamado y tomaría su vida en un abrir y cerrar de ojos. Para fortuna de ella, yo no era de esos que pensaba en tomar cada una de las gotas de aquel elixir que nos permita mantenernos con vida, o algo parecido a esta. Así que me acerque a ella, más por curiosidad que por otra cosa; ya que era bastante inusual que alguien se moviera con semejante nerviosismo en un lugar como Luna Park. A nuestro alrededor existían otros corazones agitados, pero lo estaban por la excitación del momento, algo que ella no parecía estar experimentando por tanto, me atreví a hablarle y ofrecerle mi auxilio si es que lo requería.
Nuestros ojos se encontraron y trate de mostrarle mi aspecto más amigable, ya que si bien era amable la mayor parte del tiempo, mi cara de hombre amargado y entristecido no ayudaba mucho en aquellas situaciones donde tratas de animar a alguien más. Con cierto grado de dificultad, sonreí; no lo hice mucho para mantener ocultos mis colmillos pero igual, le sonreí.
– Si, te pregunto a ti ¿Te encuentras bien? – mantenía una distancia prudente para no ser considerado una molestia o un hombre que buscaba aprovecharse de ella, ya que esperaba que se tranquilizara no que se asustara más – ¿No? – le mire fijo, antes de que se contradijese a si misma y terminara por hacerme reír de una manera mucho más sincera y natural, pero no dije nada de inmediato, sino que me quede a escuchar lo que aún le quedaba por decir y dejaba al descubierto que al decir que estaba bien, mentía.
Me encogí de hombros de manera despreocupada. A nuestro alrededor, podía ver a las personas comenzar a moverse con mayor velocidad debido a que las gotas de lluvia caían con una mayor intensidad.
– Bueno, se lo pregunte porque de hecho supuse que buscaba a alguien ya que se notaba un tanto… desconcertada – señale casual, aunque para mi era más que obvio que ella se encontraba sinceramente nerviosa – Lo más probable es que su amiga este buscando refugio de la lluvia que se avecina y la verdad es que yo planeaba irme pronto del parque, pero no esta en mi naturaleza dejar a una mujer sola, mucho menos cuando no encuentra las personas con las que vino – le mire y di un paso más en su dirección – Mi nombre es Akseli Nygard y si usted acepta puedo hacerle compañía hasta que encuentre a su amiga.
No iba a dejarle ahí sola ahora que entendí un poco más porque el nerviosismo de ella, además, las compañías de bellas mujeres era siempre algo que podía distraer mi atención de las peores cosas.
Akseli Nygard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/04/2014
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