AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El jardín de las maravillas [Privado]
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El jardín de las maravillas [Privado]
El arte nunca puede igualar la riqueza de la naturaleza.
Giacomo Leopardi. —
Época otoñal. La más mágica de las cuatro estaciones y la que tanto a mi familia como a mí, consideramos como nuestra favorita desde nuestra más temprana edad. Los arboles en esta época adquieren varios tonos y pronto las hojas terminan cayendo, aglomerándose hasta formar un tapiz de hojas secas por los campos y bosques bajo los pies de los viandantes. ¿No es bella esta estación? París luce hermosa y justo es también esta época en los que los bailes y las fiestas dan su inicio.También los valses se vuelven el orden del día convirtiendose no únicamente las calles parisienses en una estampa otoñal, sino también en un desfile casi permanente de vestidos de distintos colores y formas, como las alas de las maropisas. Vestidos que en su mayoría resultan ser de las jóvenes doncellas que en busca de un buen marido no escatiman en detalle y presupuesto, intentando siempre adquirir las más costosas y finas telas, como a los modistas más codiciados de París. Por suerte yo no soy una de ellos. Tengo mucho trabajo y los encargos cada mañana se acrecientan en mi cabeza, sin embargo, de ser una de las más codiciadas tendría trabajo hasta en la noche y entonces el lema de nuestro taller familiar quedaría inservible. Apenas se quedaría como un solo un recuerdo de cuando hacíamos los encargos personalmente y haciendo de cada pieza, algo único, inimitable, personal e intransferible. Y para hacer de cada vestido una pieza única nos hace falta tiempo para dedicar a cada uno de los pedidos, por lo que de superar nuestros máximos aceptados en cuanto a volumen de los pedidos, terminaríamos yendo demasiado rápido, acelerando nuestro trabajo y así estaba segura que solo saldríamos perjudicadas y nuestros clientes sin obtener aquello que buscan en nuestros vestidos, cambiarían de modistas. Fe doy de ello que por suerte en los últimos meses nuestra lista de clientes habituales se ha mantenido, lo que me da cierta paz y seguridad, pudiendo incluso salir alguna tarde de la mansión, como el día de hoy en que tras terminar un pedido me determiné a salir del enclaustro hacia el exterior.
Primero fui a ver a mi madre dormir y tras asegurarme que estuviese bien —solo entonces— dejé doblado mi vestido en una de las sillas de mi habitación y sin más desvelo dejé que la transformación de mi canina saliese a flote, escondiéndose mi cuerpo humano en la piel de la collie dorada. Rápidamente el sentido del olfato y de la vista se vio afectado, multiplicándose ambos a los sentidos caninos. Olfateé el aire y abriendo la puerta ejerciendo fuerza con una de las patas, salí en silencio de mi hogar perdiéndome como siempre en las bellas calles de París.
Mi cola inquieta no dejó de mostrar su alegría yendo de un lado para otro en lo que cruzamos un par de calles. Pasé frente la mansión de los Ballster, un recién llegado matrimonio proveniente de la industria de papel de la ciudad y tras ellos la mansión de los Renaldi que con las puertas abiertas daban la bienvenida a sus visitantes. Me paré en su puerta de entrada y viendo a los empleados salir y entrar de la mansión dejé que mi mirada fuera hacia una de las ventanas del segundo piso. Ahí estaba la habitación de Isaac y sin duda tras unos segundos recorriendo la hilera de ventanas, lo encontré. Isaac Renaldi, el cazador al que siempre había amado pero al que ahora mi naturaleza me negaba por ser un problema, más bien el problema era que el ser una cambiante me hacía similar a su peor enemigo. Suspiré y seguí buscandole con la mirada... debía de estar allí y aunque no pudiese presentarme ante él, deseaba verlo. Gimoteé y rascándome el hocico con una pata de reojo encontré finalmente su figura apoyada en uno de los cristales. Parecía preocupado y serio por lo que rápidamente sentí el impulso de correr hacia él y alegrarle más justo cuando me decidí a dar el primer paso adentrandome en sus terrenos, su mirada viró hacia la mía y viéndome atrapada por sus iris rápidamente hui antes de que pudiera siquiera decir nada o asegurarse de si era yo o no la que permanecía ante su hogar. Tras el encuentro que ambos habíamos tenido noches atrás, no habíamos vuelto a vernos, siquiera a buscarnos y de momento parecía que ningún escuadrón de la inquisición nos cercaba, lo que sin duda alguna quería decir que él de momento no había decidido delatarnos a mí y a mi familia. Quizás por nuestra amistad o porque no le convenía usar todavía esa información; sinceramente no lo sabía y antes de darme falsas esperanzas pensando que podía ser yo la causa de su silencio; de que tuviera sentimientos escondidos por mí, decidí que salir a correr de allí parecía la opción más prudente. No quería salir herida.
Por unos minutos permanecí corriendo por las calles sin destino en mente. Solo corría y disfrutaba del viento contra mi rostro. Era una cálida y fresca mañana de aquellas que el sol calentaba todo a su alrededor y mientras la gente se veía turbada por la intensidad de aquellos rayos de sol y su calor, una brisa fresca removía las hojas de los árboles y el cabello de la gente otorgándoles un poco de paz; un respiro del majestuoso sol que brillaba sobre sus cabezas. Pasé por el lado de una pareja que paseaban tranquilamente por el barrio y enseguida mi destino sin saberlo apareció frente a mí; El parque botánico. Ladeé la cabeza y tras observar que no parecía haber ningún guardia en la puerta me adentré sin titubear agradeciendo de corazón que a esas horas estuviese vacío. Necesitaba descansar y pensar bajo la sombra de algún gran árbol y allí, no faltaban árboles, sino todo lo contrario, allá donde fueran mis ojos me encontraba con más y más arboles de extensas sombras. Caminé hacia los adentros del parque botánico y tras recorrer la sección más lejana de la puerta y sus visitantes me decidí por tumbarme a la sombra de un abeto donde en silencio y calma estuve por minutos, hasta que un ruido atrajo mi atención y mis orejas se levantaron curiosas hacia el sonido. Parecía que al final no estaba tan sola como creía.
Última edición por Alenna Donovan el Jue Abr 16, 2015 7:43 am, editado 1 vez
Alenna Donovan- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: El jardín de las maravillas [Privado]
El otoño había llegado con un sabor agridulce a la vida de la felina. Hacía muy poco que había sido testigo de la muerte de su madre en manos de los inquisidores y aunque agradecía enormemente la compañía y el apoyo de Keath, la alegría de la estación y de las personas en general era algo que le dejaba con una mala sensación en el cuerpo. En otras ocasiones siempre estaba animada y quizás hasta hubiese querido buscar alguien que hiciera para ella un vestido bonito, uno que pudiera usar para sus salidas con el perro, pero no tenía más ganas de eso. Quería estar con Keath, mucho más que en otras ocasiones pero al mismo tiempo, deseaba un poco de soledad, tener esos momentos en los que su mente pudiera vagar libremente entre sus propios pesares y justo eso era lo que pensaba hacer al salir ese día.
Tenía últimamente la idea de que la seguían o le vigilaban y pese a esa sensación, no había hablado acerca de eso con Keath, no quería preocuparle más de lo que ya lo había hecho hasta es momento y tampoco tenía tantas ganas como de ir por las calles principales de París en su forma humana. Las aglomeraciones de gente últimamente eran cada vez mayores y no sabía si era por las reuniones para muertes de sobre naturales o simplemente porque las mujeres decidan salir a la calle a probar suerte con encontrar marido. Igual si salía a las calles más céntricas, no iría como todas las demás pues ella ya tenía al hombre que quería a su lado. Pienso detenidamente que era lo que debía hacer aquel día y después de bastante rato de estar pensando y decidiendo que era lo más apropiado, opto por escapar de la montonía en la que últimamente se encontraba enfrascada y salió de la casa en su forma animal. ¿Hacía cuanto tiempo que su felina figura no se paseaba como dueña de las calles? Tanto tiempo que ya casi olvidaba lo bien que se sentía pasar inadvertida por todos, como una simple mascota que optaba por dar un paseo por su cuenta. En sus formas animales, Camila se sentía libre. En esos momentos no existía nadie que juzgara nada de ella porque era una criatura que a la vista de la mayoría de las personas, no hacía daño alguno.
Como modo de precaución y al mismo tiempo por mera diversión. La felina busco la manera de subir a los techos de las casas y andar con cuidado entro ellos. Aquellos lugares eran sus dominios, ahí estaba completamente sola y podía dejar que la libertad le inundara el cuerpo y que el pesar de las recientes perdidas le abandonaran. En aquellos momentos era un ser completamente diferente y por eso fue que comenzó a corretear y saltar entre los techos, con todos los sentidos concentrados en eso. Quería salir corriendo directo a los bosques, a aquella naturaleza que también le llamaba pero en su interior, cierto temor se hacía presente por lo que termino por correr en dirección al jardín botánico. Aquel sitio era perfecto para sentirse en la libertad de la naturaleza, pero sin los peligros que los bosques significaban para cualquier sobre natural.
Entre saltos y una caminata delicada, Camila en su forma de gato domestico llego a lo que era la entrada del aquel enorme lugar y cual si fuera la invitada de honor, camino hasta estar dentro.
El aroma del pasto y los árboles le inundaron los sentidos y un ronroneo fue lo que regalo a aquel paisaje que le rodeaba, mientras que sus patas le indicaban el camino que había de seguir, completamente perdida entre aquellas maravillosas sensaciones e ideas que llegaban a su mente. Se sumergió en su mundo, ahí donde quería estar al lado de Keath y la seguridad de las lejanías. Se imagino en un lugar como aquel jardín, viviendo sin preocupación alguna al lado del perro y tan enfocada estaba en ese sueño que no fue sino que hasta la imagen de un canino aprecio ante si, que se erizo. No se percato de la presencia aquella, pero podía saber que era un cambiante al igual que ella aunque el acto reflejo de su parte felina le había hecho reaccionar antes de tiempo.
“Perdona, no me di cuenta de que estaba alguien más aquí” expreso de manera sincera, esperando porque aquel can no fuera a ser de esos cambiantes que se daban sus aires de hostiles.
Tenía últimamente la idea de que la seguían o le vigilaban y pese a esa sensación, no había hablado acerca de eso con Keath, no quería preocuparle más de lo que ya lo había hecho hasta es momento y tampoco tenía tantas ganas como de ir por las calles principales de París en su forma humana. Las aglomeraciones de gente últimamente eran cada vez mayores y no sabía si era por las reuniones para muertes de sobre naturales o simplemente porque las mujeres decidan salir a la calle a probar suerte con encontrar marido. Igual si salía a las calles más céntricas, no iría como todas las demás pues ella ya tenía al hombre que quería a su lado. Pienso detenidamente que era lo que debía hacer aquel día y después de bastante rato de estar pensando y decidiendo que era lo más apropiado, opto por escapar de la montonía en la que últimamente se encontraba enfrascada y salió de la casa en su forma animal. ¿Hacía cuanto tiempo que su felina figura no se paseaba como dueña de las calles? Tanto tiempo que ya casi olvidaba lo bien que se sentía pasar inadvertida por todos, como una simple mascota que optaba por dar un paseo por su cuenta. En sus formas animales, Camila se sentía libre. En esos momentos no existía nadie que juzgara nada de ella porque era una criatura que a la vista de la mayoría de las personas, no hacía daño alguno.
Como modo de precaución y al mismo tiempo por mera diversión. La felina busco la manera de subir a los techos de las casas y andar con cuidado entro ellos. Aquellos lugares eran sus dominios, ahí estaba completamente sola y podía dejar que la libertad le inundara el cuerpo y que el pesar de las recientes perdidas le abandonaran. En aquellos momentos era un ser completamente diferente y por eso fue que comenzó a corretear y saltar entre los techos, con todos los sentidos concentrados en eso. Quería salir corriendo directo a los bosques, a aquella naturaleza que también le llamaba pero en su interior, cierto temor se hacía presente por lo que termino por correr en dirección al jardín botánico. Aquel sitio era perfecto para sentirse en la libertad de la naturaleza, pero sin los peligros que los bosques significaban para cualquier sobre natural.
Entre saltos y una caminata delicada, Camila en su forma de gato domestico llego a lo que era la entrada del aquel enorme lugar y cual si fuera la invitada de honor, camino hasta estar dentro.
El aroma del pasto y los árboles le inundaron los sentidos y un ronroneo fue lo que regalo a aquel paisaje que le rodeaba, mientras que sus patas le indicaban el camino que había de seguir, completamente perdida entre aquellas maravillosas sensaciones e ideas que llegaban a su mente. Se sumergió en su mundo, ahí donde quería estar al lado de Keath y la seguridad de las lejanías. Se imagino en un lugar como aquel jardín, viviendo sin preocupación alguna al lado del perro y tan enfocada estaba en ese sueño que no fue sino que hasta la imagen de un canino aprecio ante si, que se erizo. No se percato de la presencia aquella, pero podía saber que era un cambiante al igual que ella aunque el acto reflejo de su parte felina le había hecho reaccionar antes de tiempo.
“Perdona, no me di cuenta de que estaba alguien más aquí” expreso de manera sincera, esperando porque aquel can no fuera a ser de esos cambiantes que se daban sus aires de hostiles.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: El jardín de las maravillas [Privado]
La brisa fresca de la mañana era un bálsamo de paz que iba directo a mi alma en este otoño que ya decían no sería tan caluroso como años pasados. A mí alrededor las amapolas, camelias y un puñado de alisiums se mecían al compás del viento mientras soltaban su perfume floral. Arrugué el hocico cuando el perfume invadió de lleno mis fosas nasales y tosí sonsacando a unos niños de la zona unas risas seguramente al ver a un perro toser. ¿Tan extraño era? Me pregunté acostumbrada a ver esas escenas diariamente en mi familia. Los olores siempre nos eran más fuertes y aunque al parecer mis hermanos mayores no eran tan sensibles a los olores, yo y mi collie siempre lo habíamos sido como madre lo había sido de joven. Suspiré y olvidándome del mundo resté en silencio e inmóvil observando como los niños volvían con sus padres y se alejaban de aquella parte del jardín botánico a la que no muchos se acercaban por ser uno de los laterales y zonas más alejadas.
Al verlos desaparecer por los caminos, me levanté y cambiando de posición terminé tumbada en la hierba descansando hasta que mis instintos me alertaron de que ya no estaba tan sola y me levanté lo suficiente para adoptar una posición de vigilancia y curiosidad. ¿Qué animal sería? Podría ser una ardilla, un felino e incluso algún otro canino que se hubiese internado en ese jardín sin que ningúno de los guardias que los custodian lo hubiese visto entrar. El aroma se fue acercando y alerta seguí cada uno de sus movimientos. Mis sentidos se agilizaron y rápidamente fui consciente de unas patitas saltando por los alrededores de donde me encontraba. Mis orejas siguieron alerta y mi hocico rastreó aquella presencia desde mi sitio en la sombra de aquel jardín. Parecía ser un gato ya que ningún otro animal podría ser tan silencioso y saltar con tanta gracia, ni yo podía ser tan silenciosa por más que lo intentara siempre tendría menos agilidad que los felinos. Sentí el impulso de levantarme y esperar al felino que se topara conmigo, sin embargo esperé tumbada como me encontraba ya que no quería asustarlo o participar en la hostilidad inicial tal corriente entre caninos y felinos. Por eso mismo esperé y al verla finalmente presentarse ante mí con el lomo erizado me alegré de no haberme levantado. La examiné detenidamente unos segundos y al oír su voz en mi cabeza sonreí, era una cambiante como yo.
—Tranquila… es un parque público y además no es mío. No eres ninguna molestia. —Le contesté sonriendo interiormente mientras recostaba de nuevo mi cabeza entre mis patas delanteras de forma que buscaba darle un poco de espacio para que sus instintos se calmaran y aquel pelaje rizado dejase de estarlo. Tenía curiosidad por ir y olfatearla. No siempre tenía la suerte de encontrarme con un felino tan cerca de mí y mis pieles caninas deseaban saciar su curiosidad. La última vez que nos habíamos encontrado con un felino en mi forma animal, este nos arañó el hocico y huyó asustado de nosotras, desde entonces no nos encontramos hasta ahora con ninguno de ellos y ciertamente habíamos aprendido la lección por lo que simplemente me contenté con olisquear la brisa que llevaba hacia mí su aroma y sacando la lengua afuera respiré tranquila. No parecía que fuera a atacarnos. — ¿Huyendo también del mundo real? —Pregunté con curiosidad clavando mis azules ojos en los de la felina mientras mi cola permanecía yendo de un lado a otro por la hierba tranquilamente. Era sumamente extraño encontrarse un felino por estos lares, siempre acostumbraban a estar entre los tejados o correteando por las calles por lo que al verla aquí y sin compañía pensé que quizás también le pasase como a mí. El mundo real era demasiado cruel y el bosque botánico para esos momentos, parecía un remanso de paz perfecto para cualquier alma desdichada. — Yo siempre que necesito huir del mundo, acudo aquí y me olvido entonces de todos los problemas. Entre estas flores es más fácil dejarse llevar y evadirse de todo lo que nos persigue.
Al verlos desaparecer por los caminos, me levanté y cambiando de posición terminé tumbada en la hierba descansando hasta que mis instintos me alertaron de que ya no estaba tan sola y me levanté lo suficiente para adoptar una posición de vigilancia y curiosidad. ¿Qué animal sería? Podría ser una ardilla, un felino e incluso algún otro canino que se hubiese internado en ese jardín sin que ningúno de los guardias que los custodian lo hubiese visto entrar. El aroma se fue acercando y alerta seguí cada uno de sus movimientos. Mis sentidos se agilizaron y rápidamente fui consciente de unas patitas saltando por los alrededores de donde me encontraba. Mis orejas siguieron alerta y mi hocico rastreó aquella presencia desde mi sitio en la sombra de aquel jardín. Parecía ser un gato ya que ningún otro animal podría ser tan silencioso y saltar con tanta gracia, ni yo podía ser tan silenciosa por más que lo intentara siempre tendría menos agilidad que los felinos. Sentí el impulso de levantarme y esperar al felino que se topara conmigo, sin embargo esperé tumbada como me encontraba ya que no quería asustarlo o participar en la hostilidad inicial tal corriente entre caninos y felinos. Por eso mismo esperé y al verla finalmente presentarse ante mí con el lomo erizado me alegré de no haberme levantado. La examiné detenidamente unos segundos y al oír su voz en mi cabeza sonreí, era una cambiante como yo.
—Tranquila… es un parque público y además no es mío. No eres ninguna molestia. —Le contesté sonriendo interiormente mientras recostaba de nuevo mi cabeza entre mis patas delanteras de forma que buscaba darle un poco de espacio para que sus instintos se calmaran y aquel pelaje rizado dejase de estarlo. Tenía curiosidad por ir y olfatearla. No siempre tenía la suerte de encontrarme con un felino tan cerca de mí y mis pieles caninas deseaban saciar su curiosidad. La última vez que nos habíamos encontrado con un felino en mi forma animal, este nos arañó el hocico y huyó asustado de nosotras, desde entonces no nos encontramos hasta ahora con ninguno de ellos y ciertamente habíamos aprendido la lección por lo que simplemente me contenté con olisquear la brisa que llevaba hacia mí su aroma y sacando la lengua afuera respiré tranquila. No parecía que fuera a atacarnos. — ¿Huyendo también del mundo real? —Pregunté con curiosidad clavando mis azules ojos en los de la felina mientras mi cola permanecía yendo de un lado a otro por la hierba tranquilamente. Era sumamente extraño encontrarse un felino por estos lares, siempre acostumbraban a estar entre los tejados o correteando por las calles por lo que al verla aquí y sin compañía pensé que quizás también le pasase como a mí. El mundo real era demasiado cruel y el bosque botánico para esos momentos, parecía un remanso de paz perfecto para cualquier alma desdichada. — Yo siempre que necesito huir del mundo, acudo aquí y me olvido entonces de todos los problemas. Entre estas flores es más fácil dejarse llevar y evadirse de todo lo que nos persigue.
Alenna Donovan- Cambiante Clase Alta
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Re: El jardín de las maravillas [Privado]
Había llegado como la dueña y señora del jardín botánico y ahora, terminaba con el lomo erizado ante la presencia de un canino. En otras circunstancias ella nunca se hubiera puesto a la defensiva tan radicalmente, pero tanto le había sucedido a la gata en tan poco tiempo que hasta sus reacciones eran diferentes a las usuales. Buscando calma y seguridad fue que termino por comunicarse con aquella canina que al igual que ella, era una cambiante y cuando recibió una respuesta sin ninguna clase de movimiento o signo de ataque fue que Camila comenzó a calmarse realmente y sentir que en aquel sitio definitivamente no existía peligro alguno. La felina tenía una suerte peculiar para rodearse de caninos, por más que ella tratara de estar lejos de la raza, ella sufría de una especie de imán que la llevaba de manera inevitable hasta quedar cerca de algún ser de una raza completamente opuesta a la suya.
“Bueno, la mayoría de los tuyos son muy territoriales aunque sean zonas publicas. Pero gracias, me hace sentir bien el que me digas que no soy ninguna molestia en este sitio” con más calma que antes, con la alteración inicial cediendo a pasos agigantados, Camila camino un poco más cerca de aquella mujer en forma de collie y se sentó de manera elegante.
Viendo a aquel par, mujeres ambas y cambiantes; era más que evidente que los animales que predominaban en ellas las volvían sumamente diferentes, lo mismo ocurría con todos los demás cambiantes. Los animales en que podían convertirse formaban parte importante de su manera real de ser y eso podía generar malos entendidos entre ellos, cosa que no estaba sucediendo en aquel jardín, donde tanto la canina como la felina parecían encontrarse muy cómodas.
De haber podido sonreír, Camila lo hubiera hecho pues aquella Collie dio justo en el blanco al preguntarle si también escapaba del mundo real.
“Justo eso trataba de hacer, al menos por unos minutos ya que sin importar a donde vaya la realidad va a terminar dándome alcance” y ahí todo parecía ser tan irreal; en el jardín no existían inquisidores, no se veía muerte, no había rastros de dolor y sin embargo en el exterior, París no había cambiado, seguían las cacerías, los sufrimientos y los peligros en cada esquina “¿Crees que verdaderamente se puede huir del mundo real? O al menos ¿Crees que puedes escapar de esta realidad y encontrar una mejor?” y eso era justamente lo que planeaba hacer. Camila estaba decidida a abandonar todo lo conocido, embarcarse en una nueva aventura y desaparecer al lado de Keath, quizás para nunca más regresar a París. “Este es un sitio hermoso, puedo entender porque escapas a este sitio. Yo prefiero los bosques, los que últimamente son demasiado inseguros para los nuestros así que no tenía otro lugar más que este para llenarme de la energía de la naturaleza que tanta falta me hace” levantó entonces una de sus patas para lamerla antes de recordar que había omitido algo importante “Por cierto, mi nombre es Camila. ¿Cómo te llamas tu?” tras hacer aquella pregunta, su cola comenzó a ir de un lado a otro de manera lenta y elegante, haciendo evidente que toda ella se relajaba por completo y se entregaba a aquel encuentro donde no veía peligro alguno.
“Bueno, la mayoría de los tuyos son muy territoriales aunque sean zonas publicas. Pero gracias, me hace sentir bien el que me digas que no soy ninguna molestia en este sitio” con más calma que antes, con la alteración inicial cediendo a pasos agigantados, Camila camino un poco más cerca de aquella mujer en forma de collie y se sentó de manera elegante.
Viendo a aquel par, mujeres ambas y cambiantes; era más que evidente que los animales que predominaban en ellas las volvían sumamente diferentes, lo mismo ocurría con todos los demás cambiantes. Los animales en que podían convertirse formaban parte importante de su manera real de ser y eso podía generar malos entendidos entre ellos, cosa que no estaba sucediendo en aquel jardín, donde tanto la canina como la felina parecían encontrarse muy cómodas.
De haber podido sonreír, Camila lo hubiera hecho pues aquella Collie dio justo en el blanco al preguntarle si también escapaba del mundo real.
“Justo eso trataba de hacer, al menos por unos minutos ya que sin importar a donde vaya la realidad va a terminar dándome alcance” y ahí todo parecía ser tan irreal; en el jardín no existían inquisidores, no se veía muerte, no había rastros de dolor y sin embargo en el exterior, París no había cambiado, seguían las cacerías, los sufrimientos y los peligros en cada esquina “¿Crees que verdaderamente se puede huir del mundo real? O al menos ¿Crees que puedes escapar de esta realidad y encontrar una mejor?” y eso era justamente lo que planeaba hacer. Camila estaba decidida a abandonar todo lo conocido, embarcarse en una nueva aventura y desaparecer al lado de Keath, quizás para nunca más regresar a París. “Este es un sitio hermoso, puedo entender porque escapas a este sitio. Yo prefiero los bosques, los que últimamente son demasiado inseguros para los nuestros así que no tenía otro lugar más que este para llenarme de la energía de la naturaleza que tanta falta me hace” levantó entonces una de sus patas para lamerla antes de recordar que había omitido algo importante “Por cierto, mi nombre es Camila. ¿Cómo te llamas tu?” tras hacer aquella pregunta, su cola comenzó a ir de un lado a otro de manera lenta y elegante, haciendo evidente que toda ella se relajaba por completo y se entregaba a aquel encuentro donde no veía peligro alguno.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: El jardín de las maravillas [Privado]
Aquel paraíso en el que nos encontrábamos parecía ocultarnos del mundo real, y así lo deseé. Solo viendo a la figura felina podía saber que ella también escapaba o se escondía de esa vida que teníamos fuera de los jardines en los que nos encontrábamos, significando esa vida muchos peligros que ambas corríamos solo por haber nacido diferentes al resto. Yo no es que estuviese escapando, o quizás sí. Ya no lo sabía, solo entendía de aquel hueco y aquel dolor tan fuerte tras la desaparición de Isak. Era como si el destino me estuviese devolviendo lo mismo que le hice en su momento, cuando hui con su familia por salvar nuestras vidas y nos separamos. Debía de ser aquello, que me estuviese reprendiendo por aquel dolor y a pesar de encontrarme en mi forma animal; en la forma que debíamos de sentir menos como humanas y más como animales, seguía sintiéndome igual de desdichada. Hasta mi collie extrañaba sus caricias. Hacía ya demasiado tiempo de aquella última vez.
Suspiré y lamiéndome una de las patas un segundo, regresé la mirada a la felina con cuidado de no hacerla sentir incomoda, aunque como me ocurría a mí con mi cola inquieta, ella tampoco parecía muy incómoda tras verle mover la cola de un lado a otro elegantemente. Al principio la movía lentamente, pero en cuanto la movió con más energía, me alegre. Estaba haciendo algo bien esa mañana. —Sí, es cierto que son territoriales, pero siempre depende el tipo de canino. Yo jamás podría hacer daño a nadie, no con esta piel. —Aclaré acercándome unos centímetros más hacia ella lentamente arrastrándome por el suelo sin apenas levantarme del mismo, solo levemente las patas. Al ver su mirada en mí, rápidamente detuve mi instinto de buscar su compañía y me contuve, quedándome inmóvil y de nuevo tumbada en el suelo. —Creo que se puede escapar del mundo real por un corto tiempo. Puedes encontrar la paz anhelada y protegerte en esa burbuja que creamos para convencernos de que todo es perfecto y todo está bien. —Eso era justamente lo que había hecho las primeras semanas de su desaparición, pensar que todo estaba bien y esperar que regresase a su casa y a mí. Pero al paso del tiempo, esa esperanza y ese sueño se fundió, sobre todo tras haber estado los últimos cinco días esperándole en su misma puerta día y noche sin moverme de allí. —Pero al final siempre debes despertar de ese sueño y volver a la realidad. No podemos escapar de ciertas cosas, pero siempre podemos cambiar eso y encontrar o crear una realidad mejor.
Todo iría mejor, eso quería pensar. Miré a la felina y sacando la lengua como en una sonrisa canina, me levanté de mi posición y me senté frente a ella, levantando una de las patas en señal de saludo. —Encantada de conocerte Camila, eres la primera felina que conozco. —comenté sonriendo en mi cabeza. Me acerqué todo lo que pude con mi hocico hacia ella y la olí, grabándome su olor para otras ocasiones poder reconocerla y me retiré tras conseguir mi propósito. —Yo soy Alenna y veo que no soy la única canina que conoces. —Dije al llegarme a mí su olor y junto a él, lo que parecía el olor de un canino muy unido a ella. Volví a levantar la pata y mi collie ladró feliz, sin dejar de mover su cola. Hacia demasiado tiempo que mi única compañía era la de mi madre enferma y su doncella, el tenerla de compañía en ese instante a Camila, era lo mejor que habría podido pasarme. —Y cuéntame, ¿Por qué pareces tan perdida? ¿Qué os ha pasado para buscar alejaros del mundo? —Pregunté, aunque en parte creía conocer la respuesta. Los peligros del mundo y del corazón eran muchos, aún más en estos tiempos.
Suspiré y lamiéndome una de las patas un segundo, regresé la mirada a la felina con cuidado de no hacerla sentir incomoda, aunque como me ocurría a mí con mi cola inquieta, ella tampoco parecía muy incómoda tras verle mover la cola de un lado a otro elegantemente. Al principio la movía lentamente, pero en cuanto la movió con más energía, me alegre. Estaba haciendo algo bien esa mañana. —Sí, es cierto que son territoriales, pero siempre depende el tipo de canino. Yo jamás podría hacer daño a nadie, no con esta piel. —Aclaré acercándome unos centímetros más hacia ella lentamente arrastrándome por el suelo sin apenas levantarme del mismo, solo levemente las patas. Al ver su mirada en mí, rápidamente detuve mi instinto de buscar su compañía y me contuve, quedándome inmóvil y de nuevo tumbada en el suelo. —Creo que se puede escapar del mundo real por un corto tiempo. Puedes encontrar la paz anhelada y protegerte en esa burbuja que creamos para convencernos de que todo es perfecto y todo está bien. —Eso era justamente lo que había hecho las primeras semanas de su desaparición, pensar que todo estaba bien y esperar que regresase a su casa y a mí. Pero al paso del tiempo, esa esperanza y ese sueño se fundió, sobre todo tras haber estado los últimos cinco días esperándole en su misma puerta día y noche sin moverme de allí. —Pero al final siempre debes despertar de ese sueño y volver a la realidad. No podemos escapar de ciertas cosas, pero siempre podemos cambiar eso y encontrar o crear una realidad mejor.
Todo iría mejor, eso quería pensar. Miré a la felina y sacando la lengua como en una sonrisa canina, me levanté de mi posición y me senté frente a ella, levantando una de las patas en señal de saludo. —Encantada de conocerte Camila, eres la primera felina que conozco. —comenté sonriendo en mi cabeza. Me acerqué todo lo que pude con mi hocico hacia ella y la olí, grabándome su olor para otras ocasiones poder reconocerla y me retiré tras conseguir mi propósito. —Yo soy Alenna y veo que no soy la única canina que conoces. —Dije al llegarme a mí su olor y junto a él, lo que parecía el olor de un canino muy unido a ella. Volví a levantar la pata y mi collie ladró feliz, sin dejar de mover su cola. Hacia demasiado tiempo que mi única compañía era la de mi madre enferma y su doncella, el tenerla de compañía en ese instante a Camila, era lo mejor que habría podido pasarme. —Y cuéntame, ¿Por qué pareces tan perdida? ¿Qué os ha pasado para buscar alejaros del mundo? —Pregunté, aunque en parte creía conocer la respuesta. Los peligros del mundo y del corazón eran muchos, aún más en estos tiempos.
Alenna Donovan- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: El jardín de las maravillas [Privado]
“Ya veo, eso no lo sabía” Desde su punto de vista ser un canino debía ser bastante complicado o al menos eso creía ya que su naturaleza era bastante diferente a la de ellos y aún así, la vida de la felina siempre estaba rodeada de caninos. De manera inevitable pensó en Keath y en su exceso de energía para hacer todo, algo que aquella mujer también parecía tener ya que en un momento trato de acercarse hasta la gata, pero termino por detenerse y hacer que Camila se cuestionase si no era demasiado fría o aterradora para que la canina se sintiera ligeramente incomoda “No me molesta que te acerques” le aseguró un tanto apenada por su manera quizás tan distante y fue ella quien se acercó entonces, al menos un poco “Perdona si pensaste que no te quería cerca, la verdad es que ya que me aseguras que no todos los caninos me atacaran pues, me siento más tranquila con tu presencia” la sinceridad de la gata muchas veces era lo que la llevaba a meterse en problemas, pero pensaba que con aquella cambiante, no existiría problema alguno.
Los pensamientos que la gata expresara tuvieron una rápida respuesta, una que ella misma se había dado ya varias veces, pero que siempre era mucho mejor escuchar de parte de otra persona que de uno mismo. De haber sido capaz de suspira lo hubiera hecho, pero lo único que demostró que estaba analizando seriamente lo que la canina tenía para decirle, fue el hecho de que su cola no se movía más y existió entre ellas un momento de silencio.
“En eso tienes razón, no se puede tratar de huir siempre y de hecho debería estar pensando en crear algo mejor, en vivir de una manera diferente” Nadie le aseguró que las cosas que fueran a venir serian sencillas pero seguramente una vez que tomara las decisiones correctas, todo lo que hiciera le sería satisfactorio y le ayudaría a olvidar el dolor que ahora sentía.
“Es todo un placer Alenna y… ¿En serió soy la primer felina que conoces? Eso es un gran honor para mi” contenta de saber eso, la cola de la felina se movió nuevamente de un lado a otro con lentitud y elegancia pero el lomo se le erizo ligeramente cuando se dio cuenta de que Alenna podía darse cuenta del olor de Keath impregnado en ella “No, no eres la única canina que conozco. Mi prometido también es de los tuyos” mencionó apenas como un detalle, antes de recostarse tranquilamente en el pasto para poder responder a las preguntas de aquella canina, en quien misteriosamente confiaba “Pues el mundo ha decidido que era demasiado feliz y varias cosas me han sucedido en poco tiempo” mantuvo el silencio, observando a la canina que tenía frente a ella antes de soltar de golpe las desgracias de su vida “Mi madre fue asesinada por inquisidores recientemente y ahora tengo el presentimiento de que están siguiéndome, aunque deben ser solo ideas mías. Tengo tanto miedo de lo que pueda pasar que veo enemigos por todos lados y maldad donde no existe. ¿Alguna vez has sentido que todo esta en tu contra y que lo mejor sería alejarte de quienes quieres para que estén a salvo?” quizás las confesiones y preguntas de Camila eran demasiado repentinas, pero no tenía nadie más a quien expresarle todo aquello y tomaba a aquella canina no solo como una de los suyos, sino además como una mujer que podía comprenderle; al menos ese sentimiento le trasmitía Alenna.
Los pensamientos que la gata expresara tuvieron una rápida respuesta, una que ella misma se había dado ya varias veces, pero que siempre era mucho mejor escuchar de parte de otra persona que de uno mismo. De haber sido capaz de suspira lo hubiera hecho, pero lo único que demostró que estaba analizando seriamente lo que la canina tenía para decirle, fue el hecho de que su cola no se movía más y existió entre ellas un momento de silencio.
“En eso tienes razón, no se puede tratar de huir siempre y de hecho debería estar pensando en crear algo mejor, en vivir de una manera diferente” Nadie le aseguró que las cosas que fueran a venir serian sencillas pero seguramente una vez que tomara las decisiones correctas, todo lo que hiciera le sería satisfactorio y le ayudaría a olvidar el dolor que ahora sentía.
“Es todo un placer Alenna y… ¿En serió soy la primer felina que conoces? Eso es un gran honor para mi” contenta de saber eso, la cola de la felina se movió nuevamente de un lado a otro con lentitud y elegancia pero el lomo se le erizo ligeramente cuando se dio cuenta de que Alenna podía darse cuenta del olor de Keath impregnado en ella “No, no eres la única canina que conozco. Mi prometido también es de los tuyos” mencionó apenas como un detalle, antes de recostarse tranquilamente en el pasto para poder responder a las preguntas de aquella canina, en quien misteriosamente confiaba “Pues el mundo ha decidido que era demasiado feliz y varias cosas me han sucedido en poco tiempo” mantuvo el silencio, observando a la canina que tenía frente a ella antes de soltar de golpe las desgracias de su vida “Mi madre fue asesinada por inquisidores recientemente y ahora tengo el presentimiento de que están siguiéndome, aunque deben ser solo ideas mías. Tengo tanto miedo de lo que pueda pasar que veo enemigos por todos lados y maldad donde no existe. ¿Alguna vez has sentido que todo esta en tu contra y que lo mejor sería alejarte de quienes quieres para que estén a salvo?” quizás las confesiones y preguntas de Camila eran demasiado repentinas, pero no tenía nadie más a quien expresarle todo aquello y tomaba a aquella canina no solo como una de los suyos, sino además como una mujer que podía comprenderle; al menos ese sentimiento le trasmitía Alenna.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/09/2012
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