AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Robos indiscretos || Renata
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Robos indiscretos || Renata
Cartas, dados y apuestas son todas las cosas que un hombre puede soñar, por las calles andando con una moneda que baila entre los dedos, mirando aquí y allá, silbando en tarareos una melodía de calma hasta llegar a esas calles donde la decencia se acaba. Por toda la calle hay pequeños puestos con algunos que otros juegos de azar, sin importancia la verdad. Vagando por esos rumbos directo a las tiendas de la zona donde los más deliciosos banquetes se van sirviendo, postres de todo sabor y color, diamantes y joyas en todo tamaño, mujeres vestidas de finas galas que pasean todas pomposas por la vista de hombres que desean sus fortunas, hombres que solo quieren desposarlas y por ende quitarles las dotes matrimoniales.
A pasos calmados y con la diestra en el bolsillo y en la zurda una libra que no deja de danzar entre los dedos, el cabello alborotado, la ropa humilde pero limpia ¿propia?, que va, sus pasos le llevan cerca de un café que a una dama de buena reputación aborda seduciéndola con pequeñas palabras acertadas y sin que ella se dé cuenta él ha robado los pendientes y collar de oro que lleva junto al bolso que descansaba sobre la mesa.
—Bah solo tiene pocas monedas no más, que avara, aunque veré si puedo sacar más al vender esto— se guarda las joyas importantes en el bolsillo donde sus dedos lo apresan, el bolso lo deposita en un cesto de basura. Entre otras calles más abajo de la transitada calle parisina alcanza a divisar a una jovencita de cabellos castaños cobrizos, su aspecto y sonrisa son de una niña rica. Le llama la atención las bolsas que lleva ¿compras?, efectivamente, eso es lo que le llama la atención aún más, se acerca a ella sigilosamente a duras penas tocando el hombro de ella.
—Bonjour, puedo ayudarle si gusta madame?— sonrisa de lado con un destello de maldad oculta, la mentira y el robo que pronto pondrá en marcha.
A pasos calmados y con la diestra en el bolsillo y en la zurda una libra que no deja de danzar entre los dedos, el cabello alborotado, la ropa humilde pero limpia ¿propia?, que va, sus pasos le llevan cerca de un café que a una dama de buena reputación aborda seduciéndola con pequeñas palabras acertadas y sin que ella se dé cuenta él ha robado los pendientes y collar de oro que lleva junto al bolso que descansaba sobre la mesa.
—Bah solo tiene pocas monedas no más, que avara, aunque veré si puedo sacar más al vender esto— se guarda las joyas importantes en el bolsillo donde sus dedos lo apresan, el bolso lo deposita en un cesto de basura. Entre otras calles más abajo de la transitada calle parisina alcanza a divisar a una jovencita de cabellos castaños cobrizos, su aspecto y sonrisa son de una niña rica. Le llama la atención las bolsas que lleva ¿compras?, efectivamente, eso es lo que le llama la atención aún más, se acerca a ella sigilosamente a duras penas tocando el hombro de ella.
—Bonjour, puedo ayudarle si gusta madame?— sonrisa de lado con un destello de maldad oculta, la mentira y el robo que pronto pondrá en marcha.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 17/11/2014
Re: Robos indiscretos || Renata
.La sangre barbotea como agua en un caldero, siento el calor recorrerme el cuerpo, la ira invadirme tal cual como se movería el líquido entre burbujas y por supuesto no tiene absolutamente nada que ver con el hecho del caluroso día de verano, o no, por supuesto que no tiene absolutamente nada que ver; todo esto tiene que ver con las estupideces, malditas e incoherentes decisiones que mis progenitores se les pasa por la descerebrada cabeza que llevan en el cuello. Hace una semana que se nos notifico del próximo acontecimiento que se celebrara en mi vida y aun siento el puñetazo doloroso de las palabras formuladas por mi padre. Si en algún momento fue mi mas amado ser en este momento es a quien mas aborrezco, odio y repudio en toda la tierra... a escisión claro esta -mis ojos rolan mientras suspiro intentando recuperar la compostura- de mi apestoso, patético e inestable mentalmente, renacuajo que tengo por hermano.
Las calles de París siempre me proporcionaron un increíble desahogo a toda la presión y estrés que mi hermoso cuerpo no debe tener, para nada, me saldrán arrugas sin continuo con esto. Por supuesto despilfarrar la herencia familiar calma mis nervios y resta todo el estrés de mis delicados hombros, pero en este momento -suspiro nuevamente caminando llevándome la diestra al rostro pasando mis delicados dedos por la cien, mirando las tiendas que pasan a mi alrededor- en este momento no ayudan en absoluto. Nada. En absoluto.
Bonjour
Saludo por educación alzando la ceja derecha y torciendo ligeramente los labios por inercia. Mi acento francés en es definitiva hermoso, pese a que no e nacido ni haberme criado en este paradisíaco lugar -miro cínica y despectiva encogiéndome, alzando ligeramente mi abanico cerrado a la altura del pecho pegándolo a mi sin apartar los ojos del hombre que se a atrevido a tocarme sin pedir permiso- en si, toda yo soy hermosa. Y NADIE puede negadlo.
Dudo que alguien como usted, pueda siquiera hacer algo para mi beneficio
Le miro con desprecio, señalando con el indice su pinta de medio-sobreviviente, la ropa del hombre es al menos una talla mas grande a su físico, pero con un toque semi elegante. El traje que porta seguramente se lo han prestado o robado o regalado por caridad. Asco.
¿Acaso no te das cuenta que ya tengo sirvientes y esclavos? ¡Octave! llévate al carruaje las compras, que las lleven a casa
Trueno los dedos dando las ultimas dos bolsas al anciano sin mirarle, que importa que ya no puede cargar ni una bolsa mas. Sonrio honrrando al hombre regalarle una de mis miradas. Prefiero los sirvientes, los esclavos me dan mucho asco, el simple hecho de tenerlos cerca me provoca urticaria.
Pero, mirando que tienes agallas para atreverte a dirigirte a mi, puede que podemos ver si me puedes ayudar de alguna otra foram
Ordeno me siga con un gesto de mi dedo, calle abajo dejando las tiendas atrás.
Mi institutriz y apoderada estaría terriblemente avergonzada por lo que estoy a punto de hacer, pero enverad necesito desestrezar. No soy tan quisquillosa, bien si que lo soy -me apresuro a corregir como una chiquilla traviesa en mi mente- pero este hombre es atractivo y así tenga que bañarlo en alcohol primero, me sacara el maldito estrés que no me deja desde que me dijeron que debo cazarme con la escoria de Renato.
Las calles de París siempre me proporcionaron un increíble desahogo a toda la presión y estrés que mi hermoso cuerpo no debe tener, para nada, me saldrán arrugas sin continuo con esto. Por supuesto despilfarrar la herencia familiar calma mis nervios y resta todo el estrés de mis delicados hombros, pero en este momento -suspiro nuevamente caminando llevándome la diestra al rostro pasando mis delicados dedos por la cien, mirando las tiendas que pasan a mi alrededor- en este momento no ayudan en absoluto. Nada. En absoluto.
Bonjour
Saludo por educación alzando la ceja derecha y torciendo ligeramente los labios por inercia. Mi acento francés en es definitiva hermoso, pese a que no e nacido ni haberme criado en este paradisíaco lugar -miro cínica y despectiva encogiéndome, alzando ligeramente mi abanico cerrado a la altura del pecho pegándolo a mi sin apartar los ojos del hombre que se a atrevido a tocarme sin pedir permiso- en si, toda yo soy hermosa. Y NADIE puede negadlo.
Dudo que alguien como usted, pueda siquiera hacer algo para mi beneficio
Le miro con desprecio, señalando con el indice su pinta de medio-sobreviviente, la ropa del hombre es al menos una talla mas grande a su físico, pero con un toque semi elegante. El traje que porta seguramente se lo han prestado o robado o regalado por caridad. Asco.
¿Acaso no te das cuenta que ya tengo sirvientes y esclavos? ¡Octave! llévate al carruaje las compras, que las lleven a casa
Trueno los dedos dando las ultimas dos bolsas al anciano sin mirarle, que importa que ya no puede cargar ni una bolsa mas. Sonrio honrrando al hombre regalarle una de mis miradas. Prefiero los sirvientes, los esclavos me dan mucho asco, el simple hecho de tenerlos cerca me provoca urticaria.
Pero, mirando que tienes agallas para atreverte a dirigirte a mi, puede que podemos ver si me puedes ayudar de alguna otra foram
Ordeno me siga con un gesto de mi dedo, calle abajo dejando las tiendas atrás.
Mi institutriz y apoderada estaría terriblemente avergonzada por lo que estoy a punto de hacer, pero enverad necesito desestrezar. No soy tan quisquillosa, bien si que lo soy -me apresuro a corregir como una chiquilla traviesa en mi mente- pero este hombre es atractivo y así tenga que bañarlo en alcohol primero, me sacara el maldito estrés que no me deja desde que me dijeron que debo cazarme con la escoria de Renato.
Renata O. D´Souza- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2014
Re: Robos indiscretos || Renata
La sonrisa no se aparta de aquel rostro jovial pero infame, sus manos de los bolsillos se han alejado posándose sobre la barbilla en forma pensativa; la mujer que tiene en frente “porta un vestido muy entallado tanto que la vuelva tan amargada” es el primer comentario en su irreverente cabeza lo que viene, la mira de pies a cabeza aquella aura que despide la mujer es de “todopoderosa” pero ya las conoce, las ha visto y vive con ellas en las calles y burdeles “una más una menos, todas son iguales al final” se jacta para si mismo con esa risa burlona. Mece las manos al comentario de ella.
La retaguardia de la mujer era única provocando las risas que no se ocultan al contrario se muestran todas jocosas e impúdicas en el lugar, como si el mundo fuera su hogar, y lo es —Ya, ya, no me diga que está así porque su marido no le mete la mano bajo las apretadas enaguas, Virgen maría será un diluvio nuevamente— se adelanta cruzando cerca de la mujer a su diestra para tocarle el hombro con los dedos que repiquetean en la piel y la tela del vestido trepándose a una de las banquetas que está en media parterre, sentándome sobre lo que sería el respaldo y cruzo las piernas riéndome de aquella mujer —La osadía es para los valientes y si voy a tener que morir al menos moriré con el gusto de haberle quitado la cara apretada y molesta que tiene, y si con ello me la tengo que follar pues que dios me agarre confesado, aunque mejor será si me pagas primero por tener que soportar tu pequeño coño apretado, ya sabes, además tus empleados no podrían lo que yo puedo hacer con los dedos y la lengua ¿o será que si?, nah dudo que puedan hacerlo, no tienen los pantalones para ello— al bajarse de ahí queda frente a la mujer cuya mirada es retadora y eso le gusta.
Enseña victorioso su premio, uno de los pendientes de la mujer, lo mueve de lado a lado como si vitoreara aquel logro —Bueno, ahora dígame, madame, será que le puedo ayudar realmente o es que esta apariencia no le es suficiente, si quiere me puedo vestir como un príncipe, si eso soy un apestoso príncipe que gobierna a todos y todo ¿Qué tal, eso le gusta? — se ríe lanzándole el pendiente con una mirada obscena y cínica.
La retaguardia de la mujer era única provocando las risas que no se ocultan al contrario se muestran todas jocosas e impúdicas en el lugar, como si el mundo fuera su hogar, y lo es —Ya, ya, no me diga que está así porque su marido no le mete la mano bajo las apretadas enaguas, Virgen maría será un diluvio nuevamente— se adelanta cruzando cerca de la mujer a su diestra para tocarle el hombro con los dedos que repiquetean en la piel y la tela del vestido trepándose a una de las banquetas que está en media parterre, sentándome sobre lo que sería el respaldo y cruzo las piernas riéndome de aquella mujer —La osadía es para los valientes y si voy a tener que morir al menos moriré con el gusto de haberle quitado la cara apretada y molesta que tiene, y si con ello me la tengo que follar pues que dios me agarre confesado, aunque mejor será si me pagas primero por tener que soportar tu pequeño coño apretado, ya sabes, además tus empleados no podrían lo que yo puedo hacer con los dedos y la lengua ¿o será que si?, nah dudo que puedan hacerlo, no tienen los pantalones para ello— al bajarse de ahí queda frente a la mujer cuya mirada es retadora y eso le gusta.
Enseña victorioso su premio, uno de los pendientes de la mujer, lo mueve de lado a lado como si vitoreara aquel logro —Bueno, ahora dígame, madame, será que le puedo ayudar realmente o es que esta apariencia no le es suficiente, si quiere me puedo vestir como un príncipe, si eso soy un apestoso príncipe que gobierna a todos y todo ¿Qué tal, eso le gusta? — se ríe lanzándole el pendiente con una mirada obscena y cínica.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/11/2014
Re: Robos indiscretos || Renata
.Atrevido, esa es la mejor forma de definir al imberbe hombre que se atreve a mirarme directamente a los ojos. Capaz y osado, eso le da puntos a favor, cabron e insolente al hablarme tan abiertamente, me gusta, ha pasado la primera prueba que siempre pongo a aquellos que tiene el privilegio de que obsequie mi atención. La risotada indecorosa que escapa sin permiso alguno de sus labios hace que aun me agrade más este hombre. Por supuesto que no se lo mostrare, no soy tan fácil. Si bien, es verdad que está en nimiedad y jamás me llegara pero no soy como mi maestra que todos están por debajo de sus pies, incluida yo, a mi a pesar de ser enseñada en este fino arte de joder a las personas y tratarles como lo que son realmente, seres inferiores… a mi me gusta divertirme un poco antes de terminar siendo lo que el asevera una “Apretada señora de sociedad insatisfecha y amargada” y él me divierte y continuara divirtiéndome hasta que me irrite de su presencia. Una ceja se alza al terminar de escucharle.
Al recuperar el arete que me ha quitado sin esfuerzo, adelanto dos pasos, rolo los ojos fastidiada antes de abofetearlo con el dorso de mi delicada mano creando el eco con el golpazo, girándole el rostro al marcarle la mejilla de un ligero tono rojizo, seguro eso le causa gracia.
Ya acabaste. Hablas mucho pero dudo que hagas todo eso que
¡Oh mi dios! Lo he tocado, que asco. Alzando una ceja le miro mejor, puede y solo seria una remota posibilidad si se da un baño y adecuadamente vestido podría tratar con él, porte lo tiene, porte de vago claro está.
Ni a mi marido le permito que me toque. Dime ¿Qué te hace pensar que podrás follarme con tanta facilidad? ¿Crees que me alzare las faldas, me inclinare y me joderas a placer tuyo? ¡Jajajajajajajajajaja!.
Pido con la sonrisa que provocan sus curiosas y jocosas palabras cubriendo ligeramente mi rostro. Con solo mirarme y ya sabe que estoy tan mal follada, que jodida estoy. Es verdad, hace tanto que no lo hago con un hombre que hasta comienzo a olvidar que tan bien se siente un cuerpo sobre mi. Mirando mi arete acaricio el diamante que cuelga. Quien sabe puede que una noche baste simplemente para nuestros fines. ¿Es eso no es así Renata? No es realmente una pregunta la que me hago. Camino un poco y antes de que él se marche me quito el otro arete y se lo lanzo en gesto elegante y delicado con un delicado movimiento de muñeca.
Muéstrame, puede que si logras que obtenga lo que deseo te daré lo que tú desees.
Obsceno y cínico asqueroso pero me agrada. No es de extrañarse pues tengo bajos y sucios gustos.
Al recuperar el arete que me ha quitado sin esfuerzo, adelanto dos pasos, rolo los ojos fastidiada antes de abofetearlo con el dorso de mi delicada mano creando el eco con el golpazo, girándole el rostro al marcarle la mejilla de un ligero tono rojizo, seguro eso le causa gracia.
Ya acabaste. Hablas mucho pero dudo que hagas todo eso que
¡Oh mi dios! Lo he tocado, que asco. Alzando una ceja le miro mejor, puede y solo seria una remota posibilidad si se da un baño y adecuadamente vestido podría tratar con él, porte lo tiene, porte de vago claro está.
Ni a mi marido le permito que me toque. Dime ¿Qué te hace pensar que podrás follarme con tanta facilidad? ¿Crees que me alzare las faldas, me inclinare y me joderas a placer tuyo? ¡Jajajajajajajajajaja!.
Pido con la sonrisa que provocan sus curiosas y jocosas palabras cubriendo ligeramente mi rostro. Con solo mirarme y ya sabe que estoy tan mal follada, que jodida estoy. Es verdad, hace tanto que no lo hago con un hombre que hasta comienzo a olvidar que tan bien se siente un cuerpo sobre mi. Mirando mi arete acaricio el diamante que cuelga. Quien sabe puede que una noche baste simplemente para nuestros fines. ¿Es eso no es así Renata? No es realmente una pregunta la que me hago. Camino un poco y antes de que él se marche me quito el otro arete y se lo lanzo en gesto elegante y delicado con un delicado movimiento de muñeca.
Muéstrame, puede que si logras que obtenga lo que deseo te daré lo que tú desees.
Obsceno y cínico asqueroso pero me agrada. No es de extrañarse pues tengo bajos y sucios gustos.
Última edición por Renata O. D´Souza el Dom Mayo 31, 2015 5:36 pm, editado 1 vez
Renata O. D´Souza- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2014
Re: Robos indiscretos || Renata
–PLAF……….– Eso fue todo lo que se pudo oír por las transitadas calles, aun con tantos sonidos estruendosos solo pudo oírse el eco de la carne contra la carne ajena, el rostro girado con los ojos fijos en el infinito de la gravita en la calle, eso fue todo lo que jamás había esperado aquel hombre que solo elevó sus dedos para tocarse la marca roja que aparecería. En ningún momento pensó él que ella le daría aquel golpe uno que hizo estragos entre la bragueta de su pantalón y en la boca de su estómago se arremolinaba esa sensación de “peligro”. Maldita fuera aquella mujer por todo el desplante de superioridad que derrochaba, pero ya le habían advertido de ello y jamás había hecho caso ¿Qué pensaba ella, que le seguiría como un perrito faldero solo por su dinero?, su tono de voz y risa ya estaban lejos de la mente de él ahora solo permanecía ese deseo inequívoco de la seducción peligrosa. No le prestó atención alguna sus dedos seguían acariciando la herida causad por la mujer con una sonrisa perniciosa en los labios, sus ojos se cerraron para que al abrirlos brillaran sus pupilas como un lobo ante su presa, pues ella le había mostrado lo insatisfecha que estaba y él la iba a domar, le gustara o no, le iba a cobrar la ofensa en su rostro por unas palmadas y sus gemidos. ¡Oh sí!
La mano se estira para atrapar el pago por… ¿por qué? ¿Por follarla?, ¿acaso ella lo consideraba un furcio de mala muerte?...quizás, pero en este caso él no cumplía el estándar de esos lugares, de complacer a clientas a su antojo pues era él quien imponía todo a la hora de darles lo que más les urge a esas mujeres y estaba claro ante los ojos del rubio que a ella le urgía mucho y de muchas maneras. Sonrió viéndola caminar con todo su desplante, se frotó las manos pasándoselas luego por el cabello “es hora de apostar y jugar”.
Miro por la calle algún lugar idóneo, no le importaba en lo más mínimo si estaba aseado o no y entonces la divinidad de los dioses antiguos lo iluminó, uno de los callejones de una tienda de ropa íntima, había unas cajas y un basurero con alguna que otras ratas rondando por las pútridas sobras. Se acercó todo tranquilo hasta que estar a su lado y fue entonces que cuando estaban a punto de cruzar por aquel callejón le tomó del brazo empujándola contra aquella pared húmeda y sucia entonces, le colocó la mano sobre la boca callándola empujándola hasta estar tras aquel basurero, pero aun así no le quito la mano de la boca si no que más le ajusto aquella mano —Escúchame bien, crees que porque tienes dinero puedes ir por ahí apretando las piernas y golpeando a todos, así que eso quieres, tienes que estar tan húmeda que chorreas por tus piernas— sin permiso alguno la coloco de espaldas a él la diestra bajo alzando la tela molestosa de aquel vestido rozando sus largos dedos entre los pliegues de las bragas —si estas tan caliente y húmeda, a puesto que te le abres a tu marido tan fácil pero él no te llena verdad, por eso tienes esa cara de amargada, pues bien yo te la voy a quitar de una vez, y tu bofetada te la devolveré, zorra— le susurra al oído mordiéndole le lóbulo, aquellos dedos que inspeccionaban desde atrás el sexo de la mujer iban deslizando las bragas hasta estar en el suelo. La soltó un momento para agacharse a recoger las bragas y entonces….entonces….entonces…la empuñó en su diestra y se las metió a la boca de la mujer con la zurda sobre la nuca de ella para que no se desapegara de aquel basurero, su diestra azotó con fuerza el trasero de ella, una, dos y tres veces para luego restregar su bragueta contra aquel trasero —La que habla mucho y no hace nada eres tú, porque eres una zorra que no sabe hacer nada más que solo gritar y ahora vas a hacerlo, vas a gritar tan fuerte que mojaras tus bragas y luego tú mismo me las pondrás en la mano— otro azote con fuerza al trasero de la mujer —Entendiste— demanda cuando da tres azotes más a ese trasero viéndolo ponerse rojo.
Quería que la tela del vestido le rozara y le escociera recodándole lo sucia que fue por estar con aquel sucio hombre.
La mano se estira para atrapar el pago por… ¿por qué? ¿Por follarla?, ¿acaso ella lo consideraba un furcio de mala muerte?...quizás, pero en este caso él no cumplía el estándar de esos lugares, de complacer a clientas a su antojo pues era él quien imponía todo a la hora de darles lo que más les urge a esas mujeres y estaba claro ante los ojos del rubio que a ella le urgía mucho y de muchas maneras. Sonrió viéndola caminar con todo su desplante, se frotó las manos pasándoselas luego por el cabello “es hora de apostar y jugar”.
Miro por la calle algún lugar idóneo, no le importaba en lo más mínimo si estaba aseado o no y entonces la divinidad de los dioses antiguos lo iluminó, uno de los callejones de una tienda de ropa íntima, había unas cajas y un basurero con alguna que otras ratas rondando por las pútridas sobras. Se acercó todo tranquilo hasta que estar a su lado y fue entonces que cuando estaban a punto de cruzar por aquel callejón le tomó del brazo empujándola contra aquella pared húmeda y sucia entonces, le colocó la mano sobre la boca callándola empujándola hasta estar tras aquel basurero, pero aun así no le quito la mano de la boca si no que más le ajusto aquella mano —Escúchame bien, crees que porque tienes dinero puedes ir por ahí apretando las piernas y golpeando a todos, así que eso quieres, tienes que estar tan húmeda que chorreas por tus piernas— sin permiso alguno la coloco de espaldas a él la diestra bajo alzando la tela molestosa de aquel vestido rozando sus largos dedos entre los pliegues de las bragas —si estas tan caliente y húmeda, a puesto que te le abres a tu marido tan fácil pero él no te llena verdad, por eso tienes esa cara de amargada, pues bien yo te la voy a quitar de una vez, y tu bofetada te la devolveré, zorra— le susurra al oído mordiéndole le lóbulo, aquellos dedos que inspeccionaban desde atrás el sexo de la mujer iban deslizando las bragas hasta estar en el suelo. La soltó un momento para agacharse a recoger las bragas y entonces….entonces….entonces…la empuñó en su diestra y se las metió a la boca de la mujer con la zurda sobre la nuca de ella para que no se desapegara de aquel basurero, su diestra azotó con fuerza el trasero de ella, una, dos y tres veces para luego restregar su bragueta contra aquel trasero —La que habla mucho y no hace nada eres tú, porque eres una zorra que no sabe hacer nada más que solo gritar y ahora vas a hacerlo, vas a gritar tan fuerte que mojaras tus bragas y luego tú mismo me las pondrás en la mano— otro azote con fuerza al trasero de la mujer —Entendiste— demanda cuando da tres azotes más a ese trasero viéndolo ponerse rojo.
Quería que la tela del vestido le rozara y le escociera recodándole lo sucia que fue por estar con aquel sucio hombre.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/11/2014
Re: Robos indiscretos || Renata
.El jalón y la incrustada contra la pared realmente fue lo de menos, en verdad, en verdad que me daba igual que fuera agresivo o sínico o cabrón o eso que ya he dicho que pienso que es, incluso el que se atreviera y tomara la libertad y osadía de taparme la boca con sus sucias manos no me importo en lo mas absoluto hasta que vi lo que rondaba a los pies de ambos.
Ratas
Susurre con pánico en los ojos aun con la boca tapada, mas apretada que otra cosa por el susurro creo yo. No solo me daban asco, me daban pánico, estaba a punto de soltarme y no por obra de Jesucristo, no, no, con ayuda de mi magia pero… Ah, así que le dolía el ego. Ay que va, no me gustaba apretar las piernas, bueno si, pero solo cuando tenia bien enterrado hasta adentro un miembro duro masculino que me llenara y no esas tonterías de meñiques diminutos.
¡Temblé! Temblé como no había hecho hace mucho al sentir sus largos dedos recorrerme, apretando los dientes, obligándome a no apretar los muslos, no le daría esa satisfacción.
Si estoy caliente y húmeda eso no te concierne escoria inmunda. No me le abro y no me llena porque no tengo a quien rendir cuentas y mucho menos decirte a ti lo que me a pasado por entre las piernas o no.
Al menos por el momento, claro que tenía en cuenta la historia desastrosa de mi familia y sus incestuosas uniones y también vigilaba muy de cerca las decisiones de mi madre con respecto a mi pronta inexistente soltería pero mientras tanto…
¡Amargada tu madre! A mi no me vas a devolver nada
¡Renata! ¡Estúpida Renata ya suéltate de él! Me ordene un par de veces mas, haciendo caso omiso porque quiero saber que ara… y el gemido se escapa al morderme el lóbulo, una parte sensible de mi cuerpo y la fuerza me llegan de carestía al verme dejándome caer en las manos de otro ser inferior a mi. ¿Soltarme o no soltarme? Mi mentora me reprendería en inmediato, pero yo no soy tan apretada como ella, a mi me gusta que me follen, y llevo demasiado tiempo.
El golpe me estremece, si, así, mas, suplico en silencio con la boca llena de mi propia ropa intima. Será idiota, como gritare con la boca llena. Pero eso se arregla de buenas a primera ahora mismo… bien, no ahora mismo al sentir la piel de mi trasero escocer por los golpes. Esos golpes que me estremecen y hacen gemir mojándome, demostrando que si que soy inmune a sus salvajes carisias. Escupo mis bragas y escuchándole llamar zorra me volteo abofeteándole la mejilla una vez mas. Respirando agitada con el rubor en las mejillas.
¡Carbón maldito! Si el que solo viene… y blasfema… eres tu.
Grito no lo suficientemente alto. Y agarrándole del cuello lo acerco a mi chocando los labios y los dientes mordiéndolo. Buscando y hurgando, exigiendo que me bese.
Ratas
Susurre con pánico en los ojos aun con la boca tapada, mas apretada que otra cosa por el susurro creo yo. No solo me daban asco, me daban pánico, estaba a punto de soltarme y no por obra de Jesucristo, no, no, con ayuda de mi magia pero… Ah, así que le dolía el ego. Ay que va, no me gustaba apretar las piernas, bueno si, pero solo cuando tenia bien enterrado hasta adentro un miembro duro masculino que me llenara y no esas tonterías de meñiques diminutos.
¡Temblé! Temblé como no había hecho hace mucho al sentir sus largos dedos recorrerme, apretando los dientes, obligándome a no apretar los muslos, no le daría esa satisfacción.
Si estoy caliente y húmeda eso no te concierne escoria inmunda. No me le abro y no me llena porque no tengo a quien rendir cuentas y mucho menos decirte a ti lo que me a pasado por entre las piernas o no.
Al menos por el momento, claro que tenía en cuenta la historia desastrosa de mi familia y sus incestuosas uniones y también vigilaba muy de cerca las decisiones de mi madre con respecto a mi pronta inexistente soltería pero mientras tanto…
¡Amargada tu madre! A mi no me vas a devolver nada
¡Renata! ¡Estúpida Renata ya suéltate de él! Me ordene un par de veces mas, haciendo caso omiso porque quiero saber que ara… y el gemido se escapa al morderme el lóbulo, una parte sensible de mi cuerpo y la fuerza me llegan de carestía al verme dejándome caer en las manos de otro ser inferior a mi. ¿Soltarme o no soltarme? Mi mentora me reprendería en inmediato, pero yo no soy tan apretada como ella, a mi me gusta que me follen, y llevo demasiado tiempo.
El golpe me estremece, si, así, mas, suplico en silencio con la boca llena de mi propia ropa intima. Será idiota, como gritare con la boca llena. Pero eso se arregla de buenas a primera ahora mismo… bien, no ahora mismo al sentir la piel de mi trasero escocer por los golpes. Esos golpes que me estremecen y hacen gemir mojándome, demostrando que si que soy inmune a sus salvajes carisias. Escupo mis bragas y escuchándole llamar zorra me volteo abofeteándole la mejilla una vez mas. Respirando agitada con el rubor en las mejillas.
¡Carbón maldito! Si el que solo viene… y blasfema… eres tu.
Grito no lo suficientemente alto. Y agarrándole del cuello lo acerco a mi chocando los labios y los dientes mordiéndolo. Buscando y hurgando, exigiendo que me bese.
Renata O. D´Souza- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2014
Re: Robos indiscretos || Renata
Nuevamente la bofetada a su rostro y los ojos de ¿ira?, no de deseo y orgullo eso mostraba aquel brillo lujurioso en los ojos del rubio, la sonrisa pícara y los labios entreabiertos cuando la mujer osó a volver a marcarle el rostro, entornó los ojos pero antes de hacer algo pudo sentir esos labios sobre los suyos, los dientes chocar y entonces sus manos tomaron la cintura de ella apegándola contra su cuerpo con fuerza hasta que ella siente la dureza de su miembro contra su vientre, bajó las manos hasta sus nalgas apretándolas más contra él, puso sentir los senos de la mujer y fue ahí cuando su diestra subió a los cabellos de ella tirándola con fuerza, no le importaba si la lastimaba, apartó los labios de ella y fue ahí, justo ahí que se comenzó a reír de ella.
La empujó contra la pared, arrojándola mejor dicho y antes de que se mueva él le propinó una bofetada fuerte acercándose para besarla, introdujo su lengua en la boca de ella recorriéndole la boca por dentro, tocando a la lengua de ella y cuando le respondía él le mordía los labios con saña, mordió su lengua y la succionó hasta que separó dejando un hilo de saliva entre los dos —Así es como se besa, zorra— se ríe limpiándose el rastro del beso sobre los labios y entonces mira las bragas en el suelo, las recoge oliéndolas y pasando su lengua justo en la parte donde la tela toca el sexo femenino, se ríe más acercándose a ella nuevamente y ahí, es ahí cuando se las entrega con una mirada dura y llena de peligro —Métetelas en la boca, o te meteré otra cosa en esa linda boquita sucia que tienes y no será esto— se toca su miembro endurecido tras la tela que le comienza a molestar, le toma del cabello atrayendo su rostro al de él, la sujeta con fuerza —Me excita cuando me dices escoria y sabes por qué zorra, porque sé que esta escoria te moja, mira como están tus piernas cerrándose para aclamar ese calor que te chorrea ahora, quieres que te la meta tan fuerte hasta gritar y luego me golpearás, oh si, tus golpes que hacen que se me pare pero también puedo golpear niña— acerca sus labios como a querer besarle pero solo le muerde el labio bajando por su cuello besándole.
La aleja de él y la mira, sus ojos van a la calle viendo a la gente pasar y entonces se le ocurre una idea, le regresa la mirada y alza la mano para callarla, no la quiere oír, o bueno si, porque le pone esa rebeldía de la mujer —Vas a hacer lo que te diga porque me pedirás que te folle, lo suplicarás porque yo no soy como tus patéticos amantes, yo no soy nada tuyo ni soy tu marido, harás todo sin responderme o te irá mal, pequeña zorrita, primero desvístete pero déjate las medias y los zapatos, el resto quiero que te lo quites, pero quiero que muestres lo urgida que estas, si no lo haces, lo hare yo y créeme no soy tan bueno con la ropa, mis manos terminan rasgando esas telas— se acerca sinuosamente a ella llevándola más al fondo de aquel callejón hasta tenerla nuevamente contra la pared, su miembro arremete contra el inicio de su pubis por sobre la tela, lo tiene endurecido —No me toques, no me beses quien dará las ordenes seré yo, y sé que te gusta porque si no, ya te hubieras largado con tu orgullo herido de dama, pero te gusta eso, si no entonces dime ¿por qué sigues aquí?, por eso blasfemo contra ti, porque se que te pone mucho esto, puedo sentir tus pezones duros y ansiando que los muerda, puedo sentir tu coño caliente rogando que lo penetre hasta que grites, pero no, no haré lo que digas tu harás lo que diga, No estoy aquí por tu placer si no para hacer negocio contigo, ¿lo olvidas? Soy ladrón y hoy voy a robarte, te lo advertí niña— sisea alejándose y cruzando los brazos sobre su torso con una ceja enarcada y esa sonrisa en los labios. Si ella se va, la dejará irse así sin más, pero no sin antes haberla perturbado lo suficiente.
La empujó contra la pared, arrojándola mejor dicho y antes de que se mueva él le propinó una bofetada fuerte acercándose para besarla, introdujo su lengua en la boca de ella recorriéndole la boca por dentro, tocando a la lengua de ella y cuando le respondía él le mordía los labios con saña, mordió su lengua y la succionó hasta que separó dejando un hilo de saliva entre los dos —Así es como se besa, zorra— se ríe limpiándose el rastro del beso sobre los labios y entonces mira las bragas en el suelo, las recoge oliéndolas y pasando su lengua justo en la parte donde la tela toca el sexo femenino, se ríe más acercándose a ella nuevamente y ahí, es ahí cuando se las entrega con una mirada dura y llena de peligro —Métetelas en la boca, o te meteré otra cosa en esa linda boquita sucia que tienes y no será esto— se toca su miembro endurecido tras la tela que le comienza a molestar, le toma del cabello atrayendo su rostro al de él, la sujeta con fuerza —Me excita cuando me dices escoria y sabes por qué zorra, porque sé que esta escoria te moja, mira como están tus piernas cerrándose para aclamar ese calor que te chorrea ahora, quieres que te la meta tan fuerte hasta gritar y luego me golpearás, oh si, tus golpes que hacen que se me pare pero también puedo golpear niña— acerca sus labios como a querer besarle pero solo le muerde el labio bajando por su cuello besándole.
La aleja de él y la mira, sus ojos van a la calle viendo a la gente pasar y entonces se le ocurre una idea, le regresa la mirada y alza la mano para callarla, no la quiere oír, o bueno si, porque le pone esa rebeldía de la mujer —Vas a hacer lo que te diga porque me pedirás que te folle, lo suplicarás porque yo no soy como tus patéticos amantes, yo no soy nada tuyo ni soy tu marido, harás todo sin responderme o te irá mal, pequeña zorrita, primero desvístete pero déjate las medias y los zapatos, el resto quiero que te lo quites, pero quiero que muestres lo urgida que estas, si no lo haces, lo hare yo y créeme no soy tan bueno con la ropa, mis manos terminan rasgando esas telas— se acerca sinuosamente a ella llevándola más al fondo de aquel callejón hasta tenerla nuevamente contra la pared, su miembro arremete contra el inicio de su pubis por sobre la tela, lo tiene endurecido —No me toques, no me beses quien dará las ordenes seré yo, y sé que te gusta porque si no, ya te hubieras largado con tu orgullo herido de dama, pero te gusta eso, si no entonces dime ¿por qué sigues aquí?, por eso blasfemo contra ti, porque se que te pone mucho esto, puedo sentir tus pezones duros y ansiando que los muerda, puedo sentir tu coño caliente rogando que lo penetre hasta que grites, pero no, no haré lo que digas tu harás lo que diga, No estoy aquí por tu placer si no para hacer negocio contigo, ¿lo olvidas? Soy ladrón y hoy voy a robarte, te lo advertí niña— sisea alejándose y cruzando los brazos sobre su torso con una ceja enarcada y esa sonrisa en los labios. Si ella se va, la dejará irse así sin más, pero no sin antes haberla perturbado lo suficiente.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/11/2014
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