► Privado +18 ◄ En busqueda de la luz en un mar de oscuridad

por **Salomé Ameris** Miér Mar 18, 2015 7:45 pm

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► CAPITULO III ◄
"En busqueda de la luz en un mar de oscuridad"

“Mi sangre canta en mis venas. ¿Tendrá siempre ese efecto sobre mí? ¿Y yo sobre ella?”

El cielo se oscurecía. El horario nocturno parecía no entorpecer el movimiento de la mansión, muchas damiselas se apresuraban a encender velas en lugares estratégicos para que las sombras no invadieran el lugar. Pero aunque se esforzaran en hacerlo, aquella mansión había sido edificada para ser lúgubres y tenebrosos, las sombras y los miedos eran como el alfa y omega del lugar. Todo estaba en movimiento mientras Salome y Ionemarie parecían pérdidas en el tiempo y espacio, estaban en un mundo en donde solamente existían ellas dos. Posiblemente ese sería el sueño ideal de la cambiante; aunque no lo diría públicamente. El alejarse de todo lo conocido y formado desde la muerte de su hermana podría ser lo mejor.

El libido de aquellas dos siempre parecía estar lo suficientemente alto como para sonrojar a alguna que otra damisela. Si trabajabas en aquella mansión no debías tener el pudor que podrían llegar a instruirte de la sociedad. Las más antiguas, que estaban acostumbradas a esas imprudencias por parte de su loca dueña, simplemente desviaban la mirada y seguían con su trabajo mientras la cambiante y su juguete favorito podría estar metiéndose mano en cualquier lado.

Salomé lo aceptaba, era la privacidad de su casa, ella tenía todo el derecho de hacer lo que se le viniera en gana en su hogar, por eso nadie podría reprocharle, el que lo internara terminaría castigado severamente. Solamente una mirada con una pizca de desagrado ante lo que estaba viendo podría ser suficiente como para que la ira del cambiante cayera sobre esa persona.

La cambiante estaba atrapada en una de las amplias paredes de la mansión, arriba de su cabeza había un cuadro de un paisaje que combinaba perfectamente con todo lo que alrededor de ellas. Su Ionemarie le rogaba atención. Buscaba la única forma de amor que le había enseñado a recibir — No te desesperes, sabes que tienes que ganarte las recompensas — acaricio su cabello con una amplia sonrisa en su rostro — Ahora obedece y luego serás recompensada — ordeno, con su timbre de voz severo — Se la perra en celo que dices ser y sígueme como tal. Arrodíllate y camina como una — La egipcia debía obedecer. Salome comenzó a caminar por toda la casa, con Io detrás de ella, siendo obediente como lo había querido la cambiante.

Terminaron subiendo las escaleras. Salome en ningún momento volteo a mirar si la egipcia estaba siguiéndola, abrió la puerta de su habitación, la cual estaba como nueva, las sabanas habían sido cambiadas y algunas velas encendidas. En el aire también había un cierto olor a incienso que era agradable para la nariz de la rubia. Giro su cuerpo y ella estaba allí, sentada esperando mas ordenes.

— ¡Muy buena chica! —exclamo con una sonrisita en sus labios. Se sentó en la cama y con ayuda de sus manos reveló parte de su intimidad, abrió las piernas para que la egipcia viera lo que deseaba. —Ahora como fuiste buena niña puedes alimentarte de mi coño todo lo que desees — Salome le indicaba que se acercase, la sujeto de sus cabellos y la adentro en aquel mar de tela negra, en donde el premio seria el placer del tercero

por **Ionemarië** Sáb Mayo 09, 2015 9:35 pm

Tan repentino le parecía todo que ella no hizo más protestas. Simplemente estuvo a las órdenes de Salome a quien obedecía obedientemente. Fue acercándose a cuatro patas, estando cerca de aquel premio que Salomé llamaba. Siendo sometida y sujeta de los cabellos Ionemarie se acercó plantando su rostro en aquel centro sexual, hundiendo la cabeza sin más remedio en el hueco secreto donde la obligaban a meterse.

Se sujetó de los muslos a cada lado, acariciando la tela sedosa de las medias oscuras para sumo placer, yendo desde las rodillas hasta el interior de esta, poco a poco, rozando sus dedos contra la tela que ocultaba el secreto que ella quería probar.

Cogió con sutileza la tela que le obstaculizaba la vista y simplemente sonrió ladeando su perversa sonrisa de lado, observo y se acercó hasta su vagina para comenzar a lamerla una y otra vez, a la vez que metió dos dedos dentro de su interior. Los movía lentamente una y otra vez. Siguiendo un rimo suave para después moverlos un poco más acelerado, pero los saco porque una de las sirvientas entro de repente en la habitación, observándolas de aquella manera de asco reciente, tapándose la boca y huyendo hasta encontrarse con sus otros iguales.

Ionemarie se detuvo por el mero hecho de que no sabía que hacer o como seguir adelante. Se puso bastante nerviosa a lo que se puso a contar los segundos hasta que Salomé le dijera que continuase pero inmediatamente salió corriendo detrás de la doncella en su busca para que no pudiera decir nada de nada, para que no le dijera al resto de los sirvientes lo que había visto pero al no encontrarla volvió hacia donde estaba Salomé y cuando se la encontró prefirió desaparecer.

por **Salomé Ameris** Lun Jun 22, 2015 1:40 pm

Le gustaba eso de ella. Su sumisión total hacia su persona, era lo que la hacía sonreír. Tener a alguien a sus pies la mantenía superior a los demás, le encantaba y no lo podía negar. Verla arrestándose hasta donde estaba solo para obedecer y adorarla como si se tratara de algún tipo de diosa, la hacía estremecerse de puro placer.

La Lengua de Ionemarie era muy buena, no podía negarlo, era una mujer que sabia como dar el placer adecuado en el momento oportuno. Aun asi salome la miraba con una pequeña sonrisilla despectiva, solo por el hecho de no querer admitir lo bueno que se estaba sintiendo, aun así su coño la delataba fácilmente. Dejo salir un leve jadeo al mismo momento que sujetaba a la egipcia de su cabello, obtuvo una buena maraña de su pelo y la atrajo todo lo que pudo a su coño. Tenía la pelvis levantada, sus caderas se movían al ritmo del vals que compartía con la lengua de su compañera.

― Eres toda una perra, mira como te encanta― Salome se relamió los labios. No podía evitar que sus movimientos fueran coordinados con los de ella. Tenía dos dedos en su interior, mientras su clítoris era acariciado por la húmeda lengua de la contraria. El ambiente se comenzaba a calentar cada vez más. La piel de la cambiante comenzaba a enrojecerse cada vez más y los dedos de sus manos parecían deslizarse entre los cabellos de la egipcia.

Una de las empleadas de la mansión pareció haber sido criada por simios que no entienden la parte de ser una sombra de la casa. Si las miradas mataran ya hubiera estado tres metros bajo tierra, la criada aterrada realizo una reverencia y trato de salir de ese lugar lo más pronto posible, hasta se le había olvidado lo que iba a decirle a la Madame Ameris. Salome suspiro, acomodo parte de su cabello con sus ojos entrecerrados, pero un cambio de peso en la cama la hizo abrir sus ojos, era Io que se iba detrás de esa persona.

La cambiante se sentó en la orilla de la cama. No pasaron tres minutos cuando la egipcia volvió, se detuvo justo en la puerta cuando vio el rostro de Salome ― ¿Acaso de dije que me dejaras? ― gruño. Miro como la joven que mantenía la cabeza gacha como un perrito siendo regañado ―Aun parece que te falta mucho que aprender, eres una perra muy desobediente ― gruño levantándose de donde estaba para dar unos pasos y quedar frente a ella.

por **Ionemarië** Vie Jul 10, 2015 2:09 am

Ionemarie estaba mirando a Salomé, sabría que decir pero posiblemente desagradaría a la cambiante. Estaba pendiente de que tenía que hacer lo correcto, que tenía que esperar a que la castigase pero en eso se adelantó la egipcia. Cerró la puerta esta vez y fue desnudándose lentamente, en lo que se refiere a estar frente a frente a Salomé, desnuda y sin ningún tipo de ropaje – Merezco un castigo, novia de la muerte –enfrente a Salomé cara a cara, tenía un poco de miedo, sí, pero igualmente se quedaba frente a ella, enfrentándola.

Algún día tenía que enfrentarla y ser valiente – Soy vuestra Salomé, el amo experto es el que ha dominado y observa como dominan los demás, no te avergüences de someterme a las leyes y al que sabe más que yo, pero el dominante vale tanto como su ser sumiso…..pues este es sumiso de dominar a otros –murmuro fijamente y bien cerca de su rostro y conforme había estado hablándole se había acercado a Salomé lentamente, posando sus manos sobre las nalgas de la cambiante, situándola poco a poco cerca del peligro en el que estarían ambas – Hazme el amor Salomé –le lame la nariz – Dale a esta sumisa lo que un dominador debe darle –murmuro en su oído, lamiéndoselo también, la empujo hacia la cama y termino echándola contra el lecho, ella se tumbó sobre ella, volviéndole a levantar la falda, lamiéndole el cuello, probando su sabor - ¿Te gustara esto? –dijo metiendo dos dedos repentinos en el interior de su sexo de una vez, comenzando a moverlos dentro y fuera a la vez que con una mano jugaba con uno de los senos sobre la espesa tela de encaje.

Ionemarie seguía moviendo los dedos sin ni siquiera detenerse ni un instante, se quedó plasmada al ver la sonrisa de Salomé mientras la tocaba, parecía estar haciéndolo bien, siguió entonces moviendo su mano una y otra vez, le levanto la falda y volvió a lamerle todo lo negro, siguió una y otra vez, jugando con las manos y la lengua dentro del sexo ajeno, pero ella, la misma Ionemarie comenzó a tocarse uno de sus senos, quería también sentir placer, al menos pensaba que era lo justo en aquel momento de lujuria prematura.

por **Salomé Ameris** Mar Jul 21, 2015 9:34 pm

Realmente no podía enojar con ella, pero debía siempre tener ese temblé de tirana que siempre se le conocía, no podía darse el lujo de verse débil y blanda con una persona ¿Qué sería de su imperio? Se derrumbaría completamente por un acto de bondad y cariño. Por eso su semblante y temple parecían hacerla ver como si nunca dudara — Sabes que lo hare… — musito con los brazos cruzados en su pecho. Debía darle algo de crédito de enfrentarla, aunque parece que le tiemblan las piernas sigue allí al frente de ella, enfrentado lo que tuviera que enfrentar.

Io se había convertido en muy buena en cambiarle el humor a Salome. Era caprichosa, hacia lo que quería y luego podría salirse con las suyas siendo estratégicamente doblegada ante la seductora cambiaformas. Ahora en un cerrar y abrir de ojos estaban en la cama, juntándose nuevamente entre los cuerpos que se necesitaban uno del otro. Era una forma agradable de contentarla, que sabía también que mutuante se haría.

Los dos cuerpos danzaban deseosos de poder seguir moviéndose con los dedos de la contrario en su interior, quemado de placer su interior, dejando que cada parte que tocara sus dedos dejara una experiencia placentera que hacia desear mas.

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