AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
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Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
There are no strangers here, only friends you haven't made- William Butler Yeats
El sol brillaba en lo alto del cielo aquella mañana de marzo en que al fin el frio había comenzado a retroceder para dejar paso a la primavera y sus verdes retoños que llenaban los parterres de color, de aromas múltiples que hacían cosquillas en el refinado olfato de la cambiaformas quien, habiendo terminado sus labores empresariales de turno, sonreia y estiraba cuan largo era su pequeño cuerpo actual y con los ojos cerrados sacudia sus caderas, falta de una cola hecha y derecha, en una danza feliz y natural que festejaba el calor del astro rey sobre su pelaje dorado que caía como los copos de nieve en invierno; ligero y fino, para adaptarse a las siguiente estación que disfrutaría tanto como la anterior y sin embargo, de una forma indudablemente diferente.
Diferente porque, mientras caminaba por las calles de Paris hacia su siguiente aventura, notaba como la gente así como los arboles reaccionaban al cambio de estación como despertando de un sueño que blanco y pulcro que había sido bello pero que debía terminar con la risa de los niños corriendo mientras las madres agradecían el abandonar los grandes abrigos de pieles que compararon todo el invierno para hacer exactamente lo mismo con vestidos y adornos diversos. A Amethyst esta clase de cosas le daban risa y curiosidad ¿Valía acaso mas la piel del astuto zorro que del formidable lobo? ¿Por qué? ¿Cuánto valdría la suya? Se detuvo un instante para observarse a si misma y llego a la conclusión de que su cuerpito de pocos centímetros no alcanzaría ni siquiera a vestir a un niño. Lejos de desmotivarla aquello la hiso dar un salto de alergia. Era de valor incalculable! Sus pasos divertidos parecían haberla bailar mientras se internaba por los barrios de la clase alta entre los que estaba acomodada la casa estúpidamente grande que le habían conseguido sus consejeros, la evitaba todas las veces que podía y aquella tarde no era la excepción a la regla de salir a descubrir que tenia la ciudad de las luces para mostrarle. Pero no alcanzo a despegarse demasiado cuando noto una residencia particular a unas curadas más arriba donde un par de criadas se encargaban de golpear y sacudir sabanas y alfombras con rigurosos y rítmicos golpes que le recordaron a grandes tambores. Dio media vuelta y empezó una carrera desenfrenada, en un mes y medio poco había visto de su vecindario y aquello era un crimen para alguien tan entrometido y sociable como ella! Lo debió subsanar enseguida entreteniendo a las criadas con simpáticos trucos y saltitos mientras inspeccionaba de tanto en tanto aquella casa que le olia un tanto extraña…
Asi fue que, cuando las criadas fueron a buscarle un plato con agua y repitiéndole incontables veces el “quédate” como si un animal entendiese sus palabras o, en caso de hacerlo, fuera sordo, que la rubia se apresuró a colarse detrás procurando hacerlo en silencio y tan veloz como sus patitas le permitían. Se escondió debajo del sillón cuando comenzaron a llamarla usando, cabe aclarar, un género equivocado. Siguió así durante unos cuantos minutos antes de que se rindieran y ella pudiera explorar, olfateando aquí y allá, esperando descubrir algo del dueño del hogar mientras esquivaba con habilidad a todos los miembros del equipo de limpieza. Subió y bajo escaleras, olfateo entre los cojines, levanto alfombras antes de dejarlas en su lugar y miro con ojo crítico el jardín para delatar algo de la personalidad de aquel lugar que por algún motivo desconocido había llamado su atención.
Nada. El desazón le sentó pesado mientras escondida bajo la cama empezaba a entrarle el suelo digno hijo del aburrimiento. Bostezo y se hiso una esfera farfullando contra quien viviera alli por no dejarle pistas que le permitieran entenderle mejor a él o ella y a todos los de su estirpe social. El dia estaba casi perdido, salvando el haber podido apreciar el trabajo de los criados y como se desenvolvían de forma mas eficiente cuando el patrón no estaba, mas relajados eran mas divertidos también. Volvió a bostezar y cerro los ojos, saldría a la noche cuando todos estuvieran durmiendo y fuera mas seguro, además ella era una señora y necesitaba su descanso.
En pocos minutos quedo entregada a los brazos de Morfeo, jugando en las praderas oníricas con Hipnos. Caída la noche y agitada por los sueños, empezó a roncar desvergonzadamente hasta que la despertó el sonido de la puerta. Gruño aun presa de los hilos del cansancio y farfullo un “cierra la puerta, que entra el chiflón” que solo se entendió como un extraño sonido ronco seguido de un largo y sonoro bostezo. Dos segundos después, volvió a quedarse dormida
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
”En la soledad no se encuentra más que lo que a la soledad se lleva.”
Cualquiera que se dedicara a observar a Svein, podía darse cuenta de que era un hombre de estrictas costumbres y rutinas. No todos los días eran iguales, no, pues por más estricta y no afecta a cambio que fuera su rutina, era más bien una rutina mensual; una red meticulosa medida por día y hora, pero con unas cuantas excepciones. Todas sus actividades calzaban perfectamente en un calendario, y cada fecha tenía su próposito. Solo lo indispensable tenía cabida en el día a día, y lo que no lo fuera, tenía su hora y fecha. Todo esto a causa de su incapacidad de soportar cosas inesperadas e impredecibles; porque cualquier situación que estuviese fuera del alcance de su control se volvía desesperante e insufrible. Aquella era su maldición, la que había tenido incluso antes de haberse ganado la segunda maldición que le haría vivir y beber sangre hasta el Ragnarok.
Al mismo tiempo, le era imposible leer ciertas pistas en los comportamientos y lenguajes corporales de las personas, por lo que cuando volvió a su residencia luego de haber pasado el día en su escondite habitual, no cayó en cuenta de lo que esa noche estaba distinto en su casa. No se fijó en las risas nerviosas de las sirvientas, ni tampoco prestó atención cuando miraban a su alrededor en busca de algo mientras que le recibían. Él simplemente se desenvolvió como solía hacerlo: se quitó la chaqueta, saludó de forma monótona, respondió las preguntas de siempre, ¿cómo había estado su día? ¿quería algo de comer? 'Bien, y no, gracias. Ya pueden retirarse', dijo tal y como lo tenía ensayado desde el primer día. Y tal y como siempre, las sirvientas que creían tener un patrón humano se retiraron a sus respectivos hogares, pues no se sentía cómodo teniendo gente en su hogar durante la noche, durante su estadía allí.
Si bien hubiese quedado solo -o así pensaba-, continuó paso a paso con su rutina. Colgó la chaqueta en el perchero junto a la entrada de la residencia, se aseguró de revisar la correspondencia y ver que efectivamente no había nada que leer, como siempre, y se encaminó hacia la pequeña biblioteca que tenía en una de las habitaciones del primer piso para devolver a su lugar el libro que había tomado la noche anterior. ¿Y entonces? Entonces suspiró, se encogió de hombros y simplemente pensó en relajarse, o hacer nada. Y es que de ese momento en adelante, no había rutina alguna, no habían planes, porque nada de lo que hubiera dentro de la casa iba a ser inesperado, repentino o indeseado. Aquella casa adornada de la forma más simple posible, con el menos rastro de pertenecer a alguien extraño e inusual como él, era el único lugar en Francia en el que podía estar completamente tranquilo, sin ansiedades, ni mucho menos teatralidades. O eso creía.
Mientras el sonido de sus botas acompañaba sus pasos hacia las escaleras, un sonido inusual puso en alerta sus sentidos, y peor aún, sus ánimos, pues fue en ese entonces cuando se dio cuenta de que en realidad no estaba solo, sino que podía rastrear una extraña presencia desconocida en el segundo piso de su propia residencia. Con la inseguridad de quien no sabe qué esperar encontrarse allí arriba, pero con la seguridad de un guerrero bien entrenado y experimentado, mantuvo su mano derecha aferrada al mango de la daga que mantenía siempre fielmente amarrada a su cinturón de cuero mientras que comenzaba a subir las escaleras sigilosamente. Ya arriba, rastreó el sonido hasta su propio cuarto, aquel que fingía usar como un humano normal, y abrió la puerta sinpoder evitar el rechinido que siempre hacía en aquella época de humedad.
Al entrar y no ver de inmediato a aquel ser que, si no se equivocaba, ¿estaba roncando? Entró sigilosamente y observó al rededor, sin tomarle demasiado en darse cuenta de que quien sea que se haya infiltrado en su casa, estaba debajo de la cama. A unos pasos de esta, flectó las piernas y se agachó para ver o que había dejabo, encontrándose con la sorpresa de ver un perro. Un perro. ¿Un perro? Mmh, vaya curioso perro.
- ¿Cómo entraste aquí, bestia peluda? -Se preguntó más a sí mismo que a la criatura, pero en voz alta. Quitó entonces la mano del mango de la daga, pues no creía necesario usarla en contra de tal animal, aunque no dejaba de llamarle la atención el hecho de encontrarle durmiendo debajo de su cama. Era demasiado curioso, la verdad: de todos los años que llevaba en París, el primer intruso que se atrevía a entrar a su casa era, nada más y nada menos que un perro. Suspiró nuevamente, sin dejar de verle.- Hey, cosa, tú, bestia peluda. Despierta y sal de ahí. -Le habló como si nada, como si se tratara de un humano común y corriente. Y es que la verdad, si no sabía bien aún cómo tratar humanos, mucho menos sabía cómo se le debía hablar a un perro. Pero si algo estaba seguro, era que no iba a intentar ladrar. No señor.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
Apenas flotaba en ese espacio extraño entre la vigilia y el sueño cuando escucho la puerta rechinar despacio y con cierta inseguridad, haciendo que el pequeño can replicara con un quejido bajo al saberse en compañía. Apretó los ojos y se negó a abrirlos, no queriendo abandonar el mundo onírico pero sin poder evitar mover las orejas hacia las pisadas, sutiles, que se acercaban hasta donde se acercaban cada vez más y más pese a que rogaba que la dejaran seguir intentando dormir. No tuvo suerte pues al instante sintió la presencia a su derecha que la llamaba con un curioso apodo que le despejo todo mal pensamiento que tuviera hacia él en ese exacto mismo segundo: Bestia peluda! que imponente sonaba y con qué seriedad lo había dicho para tratarse de algo tan absurdo siendo ella nada mas que simple perro enano que, vale aclarar, estaba muy acostumbrado a los nombres absurdos como "Mr (MRRRR) Orejas de Ratón" tal cual la habían bautizado unos niños semanas atras; pero ellos eran infantes y reían con voces estridentes y aquel era un adulto con voz enojada que la hiso sentir lo suficientemente curiosa para abrir uno de sus minúsculos y negros ojos, observándole en unos prolongados e incomodos segundos que interrumpió con un bostezo agudo con el que mostro todos los dientes antes de arrastrarse, sacudiéndose exageradamente, hasta llegar al margen de la cama desde donde la miraba el vampiro. Jadeo una sonrisa, estirando los labios tanto como era caninamente posible y apoyo una de sus patas contra el rostro pálido –Hola! Bello colmilludo!– le responde mentalmente, con un tono aun adormilado pero no por ello menos contento con el cual luego agrego –¿Ya cenaste?– como si nada implicara y sacando la cabeza para mirar a los lados apra comprobar que ya no estaban las empleadas que habian jugado con ella hasta cansarla, suponiendo por supuesto que el vampiro había entrado a la propiedad de forma ilícita y no que podría ser el dueño. Son cosas que suelen escaparsele a uno, especialmente si aún los ojos están medio entrecerrados del sueño
Sin embargo no tardo mucho mas en despertarse por completo, su cuerpo era demasiado pequeño y su mente demasiado activa para tener tanto sueño acumulado (según ella) y pronto noto el brillo de la daga por la rendija de su funda. Se emocionó enseguida y levanto de un salto, pronto arrepintiéndose cuando su testa golpeo la madera de la cama, soltando al instante una serie de improperios perrunos y golpeando el piso con sus patas como si pudiera distraer asi a su cerebrito del dolor -Ay joder…como duele ser tan despistada- se llevo las garras como bien pudo por sobre la cabeza, frotándose con un manierismo muy poco propio de los canes hasta mitigar el dolor y asi, aprovechando la distracción que su propio show le otorgaba, se desplazarse hasta salir de la cama con el suficiente angulo para subir al colchón de un salto, robar el arma entre los diente y huir corriendo mientras gritaba -En guarde!- al final de la cama, parándose con las patas bien separadas y las caderas en alto como una invitación a jugar. Dio varios saltos laterales al colchón y se elevó sobre los cuartos traseros lanzando golpazos al aire como si fuera una boxeadora, cayéndose innumerables veces hacia adelante u atrás por el poco equilibrio que tenía en aquella forma tan desproporcionada. Le tardo un minuto de silencio y volteretas el notar que había ladrado incoherencias a los oídos del vampiro. Dejo al instante el cuchillo de lado, retomo una carrera hacia el hombre con la lengua afuera y apoyo nuevamente las patas contra su persona repitiendo a todo pulmón mental “EEEEN GUARDE!” antes de salir corriendo nuevamente por “su” arma
Sin embargo no tardo mucho mas en despertarse por completo, su cuerpo era demasiado pequeño y su mente demasiado activa para tener tanto sueño acumulado (según ella) y pronto noto el brillo de la daga por la rendija de su funda. Se emocionó enseguida y levanto de un salto, pronto arrepintiéndose cuando su testa golpeo la madera de la cama, soltando al instante una serie de improperios perrunos y golpeando el piso con sus patas como si pudiera distraer asi a su cerebrito del dolor -Ay joder…como duele ser tan despistada- se llevo las garras como bien pudo por sobre la cabeza, frotándose con un manierismo muy poco propio de los canes hasta mitigar el dolor y asi, aprovechando la distracción que su propio show le otorgaba, se desplazarse hasta salir de la cama con el suficiente angulo para subir al colchón de un salto, robar el arma entre los diente y huir corriendo mientras gritaba -En guarde!- al final de la cama, parándose con las patas bien separadas y las caderas en alto como una invitación a jugar. Dio varios saltos laterales al colchón y se elevó sobre los cuartos traseros lanzando golpazos al aire como si fuera una boxeadora, cayéndose innumerables veces hacia adelante u atrás por el poco equilibrio que tenía en aquella forma tan desproporcionada. Le tardo un minuto de silencio y volteretas el notar que había ladrado incoherencias a los oídos del vampiro. Dejo al instante el cuchillo de lado, retomo una carrera hacia el hombre con la lengua afuera y apoyo nuevamente las patas contra su persona repitiendo a todo pulmón mental “EEEEN GUARDE!” antes de salir corriendo nuevamente por “su” arma
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
"El hombre es un animal racional, pero no un animal razonable.”
Tal y como estaba, agachado junto a la cama, se quedó quieto y con la mirada fija en aquel intruso canino, mientras que su rostro mostraba tantas emociones en aquel mismísimo momento que era casi imposible de interpretarlas una por una, aunque el ceño tan fruncido como era posible daba a entender fácilmente que no se encontraba contento en lo más mínimo. No fue nada más que el bostezo del animal lo que le hizo entonces alzar una ceja en señal de extrañeza; y es que a simple vista no se había fijado en el aura del animal, que de haberlo hecho, hubiese notado no era una criatura cualquiera, pero con lo despistado que él era -y lo molesto que se encontraba-, por el momento creía genuinamente que frente a él había tan solo un perro. Con un suspiro fue que le miró acercarse sin prestar mucha atención, pues apenas se le quedó enfrente, llevó una mano a acariciarse la cien al tiempo que cerraba.- ¿Qué se supone que debo hacer contigo? -Comentó al aire de forma pensativa, más para sí mismo que para su peludo e intruso acompañante, y justo entonces, el animal posó una de sus patas en su rostro. Normalmente hubiese esquivado de forma brusca y rápida, pero en realidad, la aversión ansiosa era generalmente hacia las personas, por lo que en lugar de quitarse de allí o de empujar al canino a un lado, simplemente se lo permitió, cerrando el ojo más cercano a aquella helada patita.
Lo que siguió fue para él tan inesperado que llegó a hacer que su mandíbula cayera en incredulidad, perplejo por lo poco cuidadoso que había sido al verle. No movió un solo músculo aparte de los de la mandíbula luego de aquella comunicación mental que le había pillado desprevenido. Y es que, ¿quién se pone a la defensiva al ver un perro? Más específicamente, ¿un corgi? Cerró los ojos un momento ante su propia tortura mental, y los abrió entonces solo para ponerse de pie nuevamente, mirando a la criatura hacia abajo.- Asumo que eres un cambiante, ¿no es así? -Aseveró con un suspiro, llevando ambas manos a sus caderas y posándolas allí al tiempo que miraba hacia arriba con otro suspiro. ¿Por qué le pasaban esas cosas a él? Con la poca paciencia que tenía, sin duda era un signo de que sus dioses no paraban de molestarle con banalidades insoportables. Bajó nuevamente la mirada para volver a hablar, pero nuevamente el canino le sorprendió con algo que, nuevamente, no se esperaba. Le miró saltar en la cama con su propia daga vikinga en el hocico; sin embargo esta vez en lugar de caérsele la mandíbula, más bien volvió a fruncir el ceño. No por enojo, sino por incredulidad mezclada con una ligera molestia. “¿En serio? ¿Un perro me desafía con mi propia arma en mi propia casa? Ya nadie en este siglo sabe de respeto ni dignidad”, pensó.
Un tercer suspiro fue lo único que dio por respuesta a aquel espectáculo de ridiculez, ignorándolo mientras que su mente se preocupaba de cosas más importantes para él en aquel momento.- ¿No apareces con ropa cuando vuelves a tu forma humana, verdad? -Preguntó al tiempo que śe volteaba para no verle, caminando entonces hacia el armario de la habitación. Llevaba años sin revisar las pertenencias que tenía allí, por lo que al abrir las puertas de este, se quedó mirando por varios minutos, buscando con la mirada algo que sirviera para tapar y abrigar a quien sea fuere la persona tras aquellas patas peludas ensuciando y desordenando su cama. Descolgó un largo abrigo de piel que a él le llegaba hasta los muslos y se devolvió en dirección a la cama, negando ligeramente con la cabeza.- No, no, no, nada de “en guarde”. Ven aquí y devuelve eso. -Dijo con el tono más calmado que pudo -que no era muy calmado, en realidad-, pero al no recibir una respuesta que le calmara los nervios, nada más se acercó y aventó de forma repentina el abrigo sobre el animal, tapándolo y rodéandolo por completo. Se apresuró a encapsularlo con la prenda y entre forcejeo y forcejeo, le quitó el arma del hocico.- ¿Qué tienes, cinco años? Anda, basta de tonteras, y bájate de mi cama. -Ordenó, enfundando la daga y dejándole el abrigo enredado entre las patas, completamente a propósito.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
Sus patitas se movían rápidamente de un lado a otro esperando que su contrincante se alistara pues era una inglesa de mucho honor aunque en el fondo supiera que aquel enfrentamiento jamas se daría, ni siquiera como un juego pues asi se lo comunicaban los gestos del mayor. Intento comunicarse, gruñendo y pegando saltitos cuando el vampiro le dio la espalda, intentando advertirle que no le diera la espalda a sus enemigos pero con 40 centímetros era muy difícil ser respetada, especialmente con el cuerpo de corcho que tenia sin contar con las orejas que le daban el aspecto de un zorro amigable. Además estaba claro que saltando como conejo, sin importar cuanto gruñera, no asustaría jamás a nadie.
–Asi es, colmilludo. Soy un cambia pieles en toda su gloria– dijo con orgullo, hinchando el pecho y dando pasos tan amplios como sus patitas se lo permitían por el borde de la cama aun con el cuchillo entre los dientes, como si fuera alguna especie de marcha militar –No, no lo hago ¿Pero porque debería cambiar de forma?–Se detuvo y lo observo desvelar que es lo que había estado buscando durante ese tiempo que era tan importante para descuidar sus espaldas. Una oreja doblada hacia atrás y la otra levantada demostraban todo su escepticismo canino – Elijes un arma extraña am…HEY- se sobresalto y dejo caer el cuchillo en la bolsa improvisada que se había cerrado alrededor de ella ––SECUESTRO; SABOTAJE, MALTRATO ANIMAL! – daba patadas y cabezazos, se sacudía como pez fuera de agua y ladraba enloquecida porque nadie, nadie jamás la atrapaba como a un vil gato! La vergüenza! La osadía!
–Si…en años perrunos– refunfuñaba mientras intentaba librarse de la prenda consiguiendo casi caerse de bruces al intentar embestirlo con las patas aun atadas. Una nueva revuelta y protesta se dio inicio para librarse, incluso se arrastro como gusano hasta las piernas del hombre para darle mordiscones, sin éxito pues era mas lenta que una roca en el camino. Finalmente debió desistir de sus intentos al notar que ni siquiera mordiendo las telas podía librarse de las ataduras y que ceder era la unica opción; poner cara de perro que pateo la olla, con las orejas pegadas a la cabeza, las patitas unidas bajo el pecho, panza arriba y ojos tan grandes como fuera perrunamente posible seguido de un ––Desatame, soy demasiado pachoncita para morir- y demasiado cabeza dura para acabar la diversión de encontrarse convertida, pero eso no lo agrego, naturalmente.
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
Una vez que tuvo la daga enfundada en sus manos, caminó hacia el escritorio y la guardó en uno de los cajones. Entonces, al momento que volteó a ver nuevamente al animal, nada más se apoyó en el escritorio y dio otro suspiro mientras que veía el espectáculo de panza arriba del llamado animal que había sobre su cama.- ¿Aún no terminas? -Preguntó con notoria molestia, cruzándose de brazos mientras esperaba que su pataleo acabara, mas guardándose una risa y frunciendo el ceño para ocultar aquello cuando finalmente lo único que veía era una panza arriba.- ¿Demasiado "pachoncita" para morir, dices? Ah, mira, justo de eso te quería hablar. –Le comentó con tono serio, intentando de toda forma sonar enojado, aunque ignorando si es que lograba efectivamente entregar aquella impresión.- Al parecer, ya no te queda mucha gloria de andar cambiando pieles. ¿No ves que te has metido a la residencia equivocada? –Comentó ahora acercándose para mirarle de más de cerca, y para que ella pudiese verle mejor.- ¿No te irá a dar vergüenza morir en forma de un perro? Insisto en que cambies, creo que sería más digno. –Agregó, sonriendo ligeramente. La verdad era que no pretendía hacerle daño alguno, nada más no le gustaban los perros ni mucho menos sus pelos, especialmente no sobre su cama.
Aunque... -Susurró y se acercó entonces al escritorio nuevamente en busca del arma que había guardado, desenfundándola rápidamente y probando el filo de esta con su dedo índice, cortándose ligeramente la piel y jugando con un par de gotas de sangre entre sus dedos pulgar e índice con intenciones de asustarla.- Aunque, pensándolo bien, creo que con lo bien alimentada que estás, podrías ser un sacrificio decente para mis Dioses. -Susurró, dejando notar su acento nórdico entre sus palabras.- Alabado sea Loki. -Agregó, apuntándole con la daga.- Pues, decide, ¿cómo prefieres morir? A menos que te conviertas en ave, cosa que dudo, no vas a poder escapar de mí. -De pronto, una oleada de genuina curiosidad le arrebató, haciendo que abriera un poco más los ojos.- Espera... Si mueres en forma de perro, tu cuerpo no cambiaría de vuelta a humana, ¿verdad? Porque me da igual colgar un perro a secar en el patio trasero y que los vecinos reclamen, pero supongo que colgar a un humano sí sería un problema... -Miró entonces hacia un costado, divagando y comenzando a caminar hacia un lado y otro, formulando más y más preguntas en su mente, para luego mirar a la muchacha con toda la curiosidad y viveza que sus ojos brillosos pudiesen expresar. Definitivamente no quería matarla, no, tenía demasiadas preguntas, podría incluso convertirse en alguien que le entregue buena compañía, si tan solo no fuese un perro frente a él...
Aunque... -Susurró y se acercó entonces al escritorio nuevamente en busca del arma que había guardado, desenfundándola rápidamente y probando el filo de esta con su dedo índice, cortándose ligeramente la piel y jugando con un par de gotas de sangre entre sus dedos pulgar e índice con intenciones de asustarla.- Aunque, pensándolo bien, creo que con lo bien alimentada que estás, podrías ser un sacrificio decente para mis Dioses. -Susurró, dejando notar su acento nórdico entre sus palabras.- Alabado sea Loki. -Agregó, apuntándole con la daga.- Pues, decide, ¿cómo prefieres morir? A menos que te conviertas en ave, cosa que dudo, no vas a poder escapar de mí. -De pronto, una oleada de genuina curiosidad le arrebató, haciendo que abriera un poco más los ojos.- Espera... Si mueres en forma de perro, tu cuerpo no cambiaría de vuelta a humana, ¿verdad? Porque me da igual colgar un perro a secar en el patio trasero y que los vecinos reclamen, pero supongo que colgar a un humano sí sería un problema... -Miró entonces hacia un costado, divagando y comenzando a caminar hacia un lado y otro, formulando más y más preguntas en su mente, para luego mirar a la muchacha con toda la curiosidad y viveza que sus ojos brillosos pudiesen expresar. Definitivamente no quería matarla, no, tenía demasiadas preguntas, podría incluso convertirse en alguien que le entregue buena compañía, si tan solo no fuese un perro frente a él...
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
Arrugo el hocico en una mueca de descontento al notar que sus intentos por liberarse eran en vano y que el vampiro no se apiadaba de ella lo suficiente para soltarla. Sin embargo, pronto su gesto se acentuaría y mutaría al escuchar las palabras del inmortal que hicieron levantara las orejas rápidamente con interés antes de volver a bajarlas nuevamente, esta vez no en una señal de sumisión pero en un signo malicioso que brillaba en sus ojitos negros. Estiro los labios hacia atrás y mostro los afilados colmillos blancos en una sonrisa perturbadora que parecía reírse de él –Oh, un adorador de los viejos dioses– comento mientras, sirviéndose de su cuerpo cilíndrico, rodaba nuevamente por la cama hasta quedar echada nuevamente de la forma correcta para poder entablar una conversación que parecía tornarse más interesante –Aunque no es extraño, los vampiros siempre conservan algo de sus épocas originales– Inclino el rostro y entorno los ojos, quedándose callada mientras penetraba el nudo con los colmillos y comenzaba a jalar estratégicamente para aflojarlo. En su mente se repetía el nombre de “Loki” y todo lo que de él sabía gracias a sus viajes; era un personaje carismático y del que podría hacer uso si jugaba bien las cartas. Sin embargo, su problema yacía en que no lograba recordar la época en que aún se creía algo más que un dios cristiano y por ende, no podía descifrar la edad del vampiro para poder jugarlo a su favor… Bueno, si tenia que adivinar, supondría que tendría menos de un milenio puesto que no parecía estar particularmente loco como lo solian ser los llamados “antiguos” y, de hecho, parecía bastante humano más allá de su apariencia ¿sería un neófito? Por su conducta no lo parecía, tampoco olia a cadáver asi que supuso debería tener al menos unos 150 años siendo lo que era ¿Seria de mala educación preguntarle? Mordisqueo un poco mas el nudo y finalmente lo deshizo, poniéndose de pie de un salto victorioso –EUREKA- Se sacudió, haciendo que las orejas largas golpetearan la cabeza y observo al hombre. Seria difícil hablar sin estar en contacto permanentemente y por muy cuerdo que pareciera, Amethyst no subestimaba el fanatismo religioso o a los vampiros; mucho menos los vampiros religiosos o los vampiros religiosos con un cuchillo asi que sin mas aviso, revirtió la transformación; sus huesos y músculos se estiraron, los colmillos se retrajeron y el pelaje fue retrocediendo, como si se tratase la piel vieja de una serpiente, para exponer la figura humana nueva, brillante y sensible
-Ta Dah, my friend!– dijo con una sonrisa mucho mas agraciada que la anterior pero que aun conservaba unos colmillos poderosos a cada lado. Sin dar demasiada importancia a su desnudismo, Amethyst le lanzo la piel sobrante del canino y se enfundo en el abrigo que le habían ofrecido; era suave y evitaba que la dermis recién regenerada quedase expuesta al mas minimo de los disturbios. Le recordaba a su piel de Mastin y eso siempre era un plus ¿verdad? – Tienes muchas dudas para haber vivido tanto ¿Cuántos años tienes, vampiro? A cambio responderé tus dudas una por una. Fair deal, isnt it?- ahora que tenía la altura suficiente para poder mirar las paredes con una mejor perspectiva, observo a su alrededor y dio un pequeño recorrido por el lugar en busca de detalles que le dieran a conocer a su interlocutor – Al morir, los de mi raza regresan a la forma que tenían cuando nacieron, tienes razón, pero no lo hacen a la misma velocidad que lo harian si estuvieran vivos porque no hay conciencia que acelere el proceso. Si me hubieras matado, cosa que no podrías– dijo con una sonrisa como quien dice un hecho irrefutable – habrías visto esa misma transformación de recién, pero mucho mas lenta y retrasada. No es muy bonita de ver, en realidad y a tus dioses les ofendería que mataras a quienes provienen de su sangre– Amethyst sabia que Loki era un cambiaformas, uno que operaba de forma distinta quizas, pero uno que bien le serviría para alejar las tontas ideas de asesinarla solo por traspasar propiedad privada. Después de todo, muchos humanos al pie del monte Pindo les habían conferido a los cambiapieles el atributo de semidioses, hijos de Zeus quien también tenía la habilidad de convertirse en animales ¿Por qué no utilizarlo de ventaja, nuevamente? –y te equivocas en creer que una forma bípeda es mas digna puesto que yo soy yo, independientemente de la forma que tomes. Tu eres tu, seas humano seas vampiro– sentencio, asintiendo con seriedad como si dijese una gran verdad
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
Estaba ensimismado en su juego con el cuchillo, secándose la sangre de los dedos cuando de pronto las palabras del animal le llamaron la atención. Desvió la vista hacia ella y entonces frunció el ceño, pues no quería seguir viéndola en su forma animal.- Pues sí, soy adorador de dioses antiguos, ¿y eso qué? -Contestó, jugando con sus dedos mientras que hacía el esfuerzo de no mirarla, pues le ponía nervioso, aparte que se revoloteaba tanto que le daban ganas de agarrarla y dejarla quieta. Sin embargo, lo que siguió, le hizo reaccionar sin siquiera pensarlo.- ¿Y qué más podríamos conservar, aparte de nosotros mismos? -Alzó la voz, como si se sintiese ofendido por su comentario, pero sin dar señales de aquello en su tono de voz, que seguía siendo el mismo tono monótono que utilizaba siempre, siglo tras siglo sin cambio alguno. Desde el punto en el que la muchacha celebró su gran hazaña de desamarrar el nudo, nada más se quedó con el ceño fruncido y guió los ojos a mirarla con reproche, sorprendiéndose ante la transformación que le siguió. No tuvo escrúpulos en mirarla mientras se transformaba o incluso después, cuando estuvo desnuda y sin taparse frente a él. Para él no existía el pudor y, honestamente, lo que alguna vez le enseñaron de modales y moralidad, siempre se le olvidaba.
Entonces le tocó recibir la piel que le fue lanzada, la cual esquivó con rapide y con un notorio gesto de repulsión.- Ugh, ¡no vuelvas a hacer eso! Y por lo que más quieras, ya para de gritar. Me revienta. -Exclamó mientras que la veía y alzaba la mano con el cuchillo, como si la amenazara con él, cuando en realidad nada más estaba gesticulando sin darse cuenta de aquellos detalles. Más cuando acabó aquel desliz de mal humor, se giró mientras que se acariciaba las sienes y dio un respiro profundo.- Pues no salgo mucho, no soy de hacer muchos amigos tampoco y... -Estaba por decir que la gente como ella, los que se transformaban, le ponían los nervios de punta justamente por hacer cosas como aquellas (no lanzarle la piel, sino transformarse frente a él). Y es que, en su extraña naturaleza y forma de ser, le resultaba muy difícil lidiar con aquellos cambios tan rápidos e inesperados. Eran cosas que no podía controlar. Lo que diferenciaba esta ocasión de las anteriores era que, en primer lugar, el cambiante se había colado dentro de su casa, por lo que no había dónde más irse si quería estar solo y en paz y, en segundo lugar, su curiosidad estabaganando más fuerza que sus inseguridades, por lo que sin pensarlo, estaba dispuesto a dar la información que la cambiante pedía a cambio de responder sus preguntas. El único problema era que, honestamente, no sabía la respuesta.
Uhm, no estoy seguro. -Contestó a la pregunta de la cambiante mientras que la seguía con la mirada moverse de aquí y allá.- Perdí el recuento de los años hace mucho tiempo... Ni siquiera sé en qué año estamos ahora, pero estuve presente para la ejecución de Michael IV del Imperio Bizantino. Tenía 21 años para ese entonces, si es que sirve de algo. -Agregó, sin parar de prestar atención a la mujer, la que seguía con absolutamente todos sus sentidos.- Sí podría. -Corrigió interrumpiendo sus palabras mientras que explicaba lo que le había preguntado anteriormente, volviendo a fruncir el ceño por enésima vez en ese rato por el comentario que hizo luego.- Oh, no creas. Loki será uno de los tuyos, quizá, pero bien que me ha enseñado él a hacer el mal. -Refutó por fin lo que dijo respecto de sus dioses. ¿Qué iba a saber ella la relación que llevaba con ellos? Odín le había negado el Valhalla la noche en que Ciro lo convirtió y, desde entonces, aunque seguía honrándolos a todos, vivía bajo las formas de Loki.- Aunque no te preocupes, ya te transformaste así que ya no quiero matarte. Nada más odio los perros; no los soporto. Tampoco quiero que te vayas. Solo... no seas perro y no grites, eso es todo. -Agregó en un intento de arreglar la situación, pues si seguía dando la impresión de ser alguien hostil sin razón, aquella isntrusa iba a preferir irse en lugar de responder sus preguntas y no quería que eso pasara. Además, sería muy triste que hasta en su propia vivienda, alguien rechazara su compañía. Como prueba de lo anterior, pensó entonces en guardar el cuchillo en su funda y, como signo de confianza, se lo lanzó a la muchacha para que lo atrapara y tuviera ella.
Entonces le tocó recibir la piel que le fue lanzada, la cual esquivó con rapide y con un notorio gesto de repulsión.- Ugh, ¡no vuelvas a hacer eso! Y por lo que más quieras, ya para de gritar. Me revienta. -Exclamó mientras que la veía y alzaba la mano con el cuchillo, como si la amenazara con él, cuando en realidad nada más estaba gesticulando sin darse cuenta de aquellos detalles. Más cuando acabó aquel desliz de mal humor, se giró mientras que se acariciaba las sienes y dio un respiro profundo.- Pues no salgo mucho, no soy de hacer muchos amigos tampoco y... -Estaba por decir que la gente como ella, los que se transformaban, le ponían los nervios de punta justamente por hacer cosas como aquellas (no lanzarle la piel, sino transformarse frente a él). Y es que, en su extraña naturaleza y forma de ser, le resultaba muy difícil lidiar con aquellos cambios tan rápidos e inesperados. Eran cosas que no podía controlar. Lo que diferenciaba esta ocasión de las anteriores era que, en primer lugar, el cambiante se había colado dentro de su casa, por lo que no había dónde más irse si quería estar solo y en paz y, en segundo lugar, su curiosidad estabaganando más fuerza que sus inseguridades, por lo que sin pensarlo, estaba dispuesto a dar la información que la cambiante pedía a cambio de responder sus preguntas. El único problema era que, honestamente, no sabía la respuesta.
Uhm, no estoy seguro. -Contestó a la pregunta de la cambiante mientras que la seguía con la mirada moverse de aquí y allá.- Perdí el recuento de los años hace mucho tiempo... Ni siquiera sé en qué año estamos ahora, pero estuve presente para la ejecución de Michael IV del Imperio Bizantino. Tenía 21 años para ese entonces, si es que sirve de algo. -Agregó, sin parar de prestar atención a la mujer, la que seguía con absolutamente todos sus sentidos.- Sí podría. -Corrigió interrumpiendo sus palabras mientras que explicaba lo que le había preguntado anteriormente, volviendo a fruncir el ceño por enésima vez en ese rato por el comentario que hizo luego.- Oh, no creas. Loki será uno de los tuyos, quizá, pero bien que me ha enseñado él a hacer el mal. -Refutó por fin lo que dijo respecto de sus dioses. ¿Qué iba a saber ella la relación que llevaba con ellos? Odín le había negado el Valhalla la noche en que Ciro lo convirtió y, desde entonces, aunque seguía honrándolos a todos, vivía bajo las formas de Loki.- Aunque no te preocupes, ya te transformaste así que ya no quiero matarte. Nada más odio los perros; no los soporto. Tampoco quiero que te vayas. Solo... no seas perro y no grites, eso es todo. -Agregó en un intento de arreglar la situación, pues si seguía dando la impresión de ser alguien hostil sin razón, aquella isntrusa iba a preferir irse en lugar de responder sus preguntas y no quería que eso pasara. Además, sería muy triste que hasta en su propia vivienda, alguien rechazara su compañía. Como prueba de lo anterior, pensó entonces en guardar el cuchillo en su funda y, como signo de confianza, se lo lanzó a la muchacha para que lo atrapara y tuviera ella.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Who's the Beauty and who's the Beast?"(Privado)
De alguna extraña manera, la sonrisa eterna en los labios de la cambiaformas parecía lograr evocar diferentes sentimientos con el mas sutil de los cambios. La curva de su boca podría no desaparecer y albergar en cuestión de minutos en un solo gesto, una caricia amiga, empatía para quien sufría, una complicidad oculta y la más mordaz de las amenazas silentes. Sin embargo en aquel momento su gesto solo muto lo suficiente para dejar verdadera y divertida sorpresa que de pronto se vio elevada a la forma de una risa que escapo entre los dientes, bajito como si fuera un secreto del cual el vampiro no se había percatado. Aun cuando acabo, el sonido a campanillas que resultaba ser la risa de Amethyst siguió rebotando por las paredes de forma fantasmagórica – Haces preguntas extrañas. ¿Cómo que “Y qué”? Es lo que es. Rezas a dioses antiguos porque creías en ellos en tu vida mortal y sigues creyendo en ellos luego de haber muerto ¿O no? Y eso tiene algo que ver con lo que decía antes: los vampiros siempre conservan algo de sus épocas originales, es decir, incluso si pasa el tiempo y el mundo cambia, los vampiros parecen quedarse estancados en la época y las costumbres con las que murieron– se quedo callada, pensando un segundo antes de continuar –no que no aprendan de las nuevas eras, pero algo, en esencia siguen anclados al pasado– chasqueo la lengua- al menos es lo que se ve desde afuera, ignoro si es una verdad absoluta – dijo encogiéndose de hombros, con una de esas tantas sonrisas. Esta vez irradiaba tranquilidad y sencillez porque a Amethyst nunca le interesaba estar en lo correcto ni se sentía guía de nada en ningún aspecto, ella solo observaba y concluía en base a lo que se podría apreciar con la mirada cruda, sin experimentos, sin estudios y ninguna pregunta. Bueno, con algunas preguntas
-Relájate, no volveré a hacerlo porque…bueno no tengo otra piel y transformarme solo para arrojarte otra, es como mucho esfuerzo y yo muy floja. Lo de gritar es mas…relativo- gesticulo con la mano para que se diera una idea de que era algo que aún podría pasar y aunque ella procurara intentar no hacerlo, no podía hacer promesas al respecto que estuviera segura de poder cumplir y eso, según ella era peor además ¿para que hacerlo, de todos modos? – No importa que no salgas, yo entro por la ventana de todos modos. Friendship always fit its ways, my darling – termino en su idioma nativo para agregar una cuota de dramatismo. El francés era gracioso y divertido pero jamás superaría este al inglés y este, a su vez, no lograría ser mejor que el griego ¿Por qué? Por preferencias propias claro, y un amor a su tierra que parecía desorbitado para alguien que no le gustaba quedarse mas de medio minuto en un mismo lugar, que incluso ya en aquel momento desviaba su mirada hacia la puerta del dormitorio de forma constante, como si esperase que alguien entrase…o la oportunidad para salir – De hecho, no veo el punto de quedarnos aquí encerrados ahora que me has despertado de mi siesta – bromeo con una mirada acusadora que no engañaba a nadie –podemos explorar el resto de la vivienda mientras intentamos descubrir tu edad…hmn Jhon?– chasqueo la lengua – no tienes cara de Jhon ¿Cuál es tu nombre? Yo me llamo Cassandra pero la gente suele ponerme el nombre que prefieran asi que siéntete libre de hacerlo tu también –agito la mano quitándole importancia al asunto. Para ella, los nombres era solo un conglomerado de letras que formaban palabras que para ella nada significaba, habia tenido tantos diferentes para aquel punto de su vida que ya no le importaba demasiado, especialmente porque tenia la mala mania de no hacer caso a lo que le decían cuando la nombraban y, peor aun, no solia volver a ver a aquellas amistades tan particulares que solia encontrar por ahí.
-Si, eso m… ¿QUE? – exclamo sobresaltada, volteando de pronto en el marco de la puerta para observarlo con los ojos como platos. Buena idea no haber prometido nada - ¿A quien no le gustan los perros?¿Porque? – Era la primera vez que alguien se lo decía, especialmente luego de comprobar que ella misma era una cambiante canina domestica y naturalmente, se sintió sorprendida porque parte de su gran beneficio era que muchas personas gustaban de los fieles amigos del hombre y con esa excusa, se habia colado en muchas casas. Incluida la actual – Mejor que nuestra primera parada sea en las cocinas, necesito un trago para superar este duro golpe –dramatizo conteniendo las risas y saliendo a la habitación continua. Sin embargo apenas habia salido, se inclino hacia atrás para que solo su cabeza fuera visible desde la habitación y entonces agrego – Y no, no podrias – corrigio con toda la seriedad del mundo antes de desaparecer de nuevo. A su respuesta, volvió a repetir su ultimo comentario “No podrias. Y punto al infinito!”
-Relájate, no volveré a hacerlo porque…bueno no tengo otra piel y transformarme solo para arrojarte otra, es como mucho esfuerzo y yo muy floja. Lo de gritar es mas…relativo- gesticulo con la mano para que se diera una idea de que era algo que aún podría pasar y aunque ella procurara intentar no hacerlo, no podía hacer promesas al respecto que estuviera segura de poder cumplir y eso, según ella era peor además ¿para que hacerlo, de todos modos? – No importa que no salgas, yo entro por la ventana de todos modos. Friendship always fit its ways, my darling – termino en su idioma nativo para agregar una cuota de dramatismo. El francés era gracioso y divertido pero jamás superaría este al inglés y este, a su vez, no lograría ser mejor que el griego ¿Por qué? Por preferencias propias claro, y un amor a su tierra que parecía desorbitado para alguien que no le gustaba quedarse mas de medio minuto en un mismo lugar, que incluso ya en aquel momento desviaba su mirada hacia la puerta del dormitorio de forma constante, como si esperase que alguien entrase…o la oportunidad para salir – De hecho, no veo el punto de quedarnos aquí encerrados ahora que me has despertado de mi siesta – bromeo con una mirada acusadora que no engañaba a nadie –podemos explorar el resto de la vivienda mientras intentamos descubrir tu edad…hmn Jhon?– chasqueo la lengua – no tienes cara de Jhon ¿Cuál es tu nombre? Yo me llamo Cassandra pero la gente suele ponerme el nombre que prefieran asi que siéntete libre de hacerlo tu también –agito la mano quitándole importancia al asunto. Para ella, los nombres era solo un conglomerado de letras que formaban palabras que para ella nada significaba, habia tenido tantos diferentes para aquel punto de su vida que ya no le importaba demasiado, especialmente porque tenia la mala mania de no hacer caso a lo que le decían cuando la nombraban y, peor aun, no solia volver a ver a aquellas amistades tan particulares que solia encontrar por ahí.
-Si, eso m… ¿QUE? – exclamo sobresaltada, volteando de pronto en el marco de la puerta para observarlo con los ojos como platos. Buena idea no haber prometido nada - ¿A quien no le gustan los perros?¿Porque? – Era la primera vez que alguien se lo decía, especialmente luego de comprobar que ella misma era una cambiante canina domestica y naturalmente, se sintió sorprendida porque parte de su gran beneficio era que muchas personas gustaban de los fieles amigos del hombre y con esa excusa, se habia colado en muchas casas. Incluida la actual – Mejor que nuestra primera parada sea en las cocinas, necesito un trago para superar este duro golpe –dramatizo conteniendo las risas y saliendo a la habitación continua. Sin embargo apenas habia salido, se inclino hacia atrás para que solo su cabeza fuera visible desde la habitación y entonces agrego – Y no, no podrias – corrigio con toda la seriedad del mundo antes de desaparecer de nuevo. A su respuesta, volvió a repetir su ultimo comentario “No podrias. Y punto al infinito!”
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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