The true form of your desires -Libre-

por **Axter Moureau** Jue Abr 02, 2015 8:48 am

- El ser humano estaba compuesto de un porcentaje distintivo entre maldad y bondad, conocía que tenía responsabilidades pero muy pocos eran los que se encargaban de éstas, especialmente si el dinero estaba de por medio eran muchos los que preferían caer en la decadencia de sus instintos que optar por la carga de sus propias palabras. Él, era uno de los pocos que dijese lo que dijese, no le importaba si sus palabras eran bien acogidas o por el contrario le acabarían escupiendo como si tuviese el demonio dentro ( si supieran de su pasado, seguro que no es cabría duda de que Axter era un hombre al que solo le faltaban cuernos y rabo en el trasero para encarnar al diablo ). Estaba quieto, con los brazos cruzados mientras miraba a su alrededor, muchos cuando le veían podrían pensar varias cosas. Entre las opciones seguro que se encontraban que estaba aburrido, que le habían abandonado... pero abandonado o no, él estaba orgulloso, con el mentón en alto viendo pasar a los demás.

La verdad, era simple y llano ocio, había leído un pequeño libreto de teatro filosófico en el que se exponía que se podía saber más de las personas si se las observaba en un lugar seguro, donde ellos estuviesen en calma, tranquilos. No era un cazador o ese libro le había inspirado, pero le gustaba observar a las personas, como por ejemplo, los hombres que pecaban de vanidad con sus sombreros en alto eran los que miraban de reojo a las mujeres, las mismas que pecaban de modestia, que se escandalizaban cuando una de ellas mostraba un escote generoso, eran las mismas que cuando un hombre las miraba, parecían hinchar los pechos y acentuar sus curvas como un modo de sensualidad. Él incluso, inclinó el rostro como si estuviese dando las buenas tardes ante las mujeres. No se aburría, lejos de lo que había pensado en un momento, que vería a la gente llamando a la policia para alejar al mirón que allí estaba, detenido en una de las paredes, con los brazos cruzados y parado simplemente en el mismo lugar.

La brisa rozaba sus cabellos, su flequillo escondía su rostro, con vaivenes irregulares según el deseo del viento. Cuando sus piernas se cansaron, buscó con la mirada un sitio donde sentarse pero había escogido el sitio más privilegiado pero a la vez el más incómodo. A la derecha, solo había algunas calles en las que se encontraban salpicadas, tiendas de telas, de vestidos de especias, a la izquierda, parecía haberse puesto de acuerdo en copiar el lado derecho. Se movió de la zona de confort, con las manos iba apartando algunas motas de polvo ya que iba vestido como los propios de su clase, un traje formal, la chaqueta estaba abierta dejando entrever una camisa con los primeros botones abiertos y una corbata destensada que colgaba por su pecho como un vaivén mientras iba respirando, sus pantalones eran holgados a pesar de que se pegaban a las caderas, completamente de color negro, a parte de la corbata que tenía un matiz violáceo, igual que sus guantes, del mismo color - Disculpe - Pronunció con delicadeza, su tono de voz era apenas audible pero no necesitaba más para hacerse escuchar así que caminó de nuevo. Había chocado con una persona que estaba distraída .

No acostumbraba a pedir perdón, de reojo, para ver con quien había chocado, contempló a una pareja en un callejón, besándose. Sonrió entonces, mientras apartaba la vista ( como si eso les diese más intimidad a los amantes ) y fue directo a uno de los bancos que estaban cerca de otra de las calles más concurridas de París; Cruzó las piernas, sacando su tabaco mientras miraba ausente la cantidad que tenía en el bolsillo, él, prefería la pipa, como uno de esos hombres de antaño se aferraba a unas costumbres masculinas que poco o nada tenían que ver con lo que de verdad eran. Se lamió los labios, llenando la pipa con una cantidad algo menor y así, encendiéndola, pensó que tenía algo de envidia sobre todo por que deseaba tener en sus brazos a alguien, besar a esa persona y disfrutar de una noche entre gemidos y sudor -

por **Beatrice Delteria** Sáb Abr 18, 2015 3:21 am

La joven dama salió de casa acompañada de una rechoncha acompañante, hacía un día esplendido, y no soportaba quedarse encerrada sin hacer nada, estar tanto tiempo en casa la ponía nerviosa, sobretodo cuando no paraba de ver el ir y venir del ama de llaves, que, siguiendo las ordenes de su madre, colocaba las cosas en un lugar u otro.
Al principio había pensado ir a ver a su padre, por si, por casualidad, esta vez le permitía ayudarlo, pero rechazó la idea en cuanto lo vió bajar las escaleras poniendose su casaca, para, con rapidez, subir a un carruaje que lo esperaba en la puerta.

Beatrice entonces había dado un suspiro, tal vez debería salir a pasear, le apetecía caminar por las calles y observar a la gente con calma o ir a la librería a ver las nuevas adquisiciones. Tomó su paraguas y un mantillo y se dispuso a salir tras anunciar en voz alta su marcha. Fue mala idea, pues su madre, siempre preocupada, la obligó a llevar con ella a su nodriza, que seguía en la casa, más por amistad y la preocupación excesiva de sus padres, que por necesidad real, era una mujer rechoncha, de unos treintaymuchos, con la energía de un ciclón.

Empezaron a andar con el constante parloteo de la mujer, la chica abrió el paraguas, el sol ese día era bastante fuerte y, aunque a ella no le importaría que su piel fuese algo más morena, lady Delteria había repetido cientos de veces la importancia de tener una piel blanca, "de porcelana" según las propias palabras de la dama. Las charla imparable de la nodriza empezaba a molestar a Beatrice, quien amaba la calma y la paz, así que, entre pasos y asentimientos silenciosos, empezó a pensar como despistarla.

Paracía que la suerte ese día estaba de su parte, pues un gran grupo de mujeres, que posiblemente volviesen de la iglesia o de alguna reunión, se acercaba de cara a ellas, no le costaría mezclarse entre esas jovenes y, sin dificultad, librarse de la mujer. Así lo hizo, y se escondió en un callejón a la espera de que la señora desapareciese. La visión de la mujer hablando sola mientras seguía su camino, y su cara al darse cuenta de la desaparición de la chica, le sacó la primera sonrisa del día y una pequeña risa escapó de sus labios. De vez en cuando disfrutaba de esos pequeños arranques de travesura, ya que eran los únicos que le permitían algo de tiempo para si misma. Cuando vio desaparecer a la mujer, salió del callejón a tiempo de ver entrar una pareja que, claramente, iban a... "jugar", por decirlo de algún modo.

De pronto, una brisa, suave, pero que la pilló de improviso, sacudió su paraguas haciendo que se volase de sus manos y despeinando un poco su moño. La joven, ignorando su posición, su estatus y sus modales, salió corriendo tras su paraguas, no muy lejos había un joven sentado en un banco, así que, sin pensarlo dos veces, le pidió desde algo lejos, con su voz dulce:

- Disculpe, por favor, coja el paraguas por favor.- Pidió corriendo, sosteniendo un poco su vestido con manos finas y enguantadas.

por **Axter Moureau** Jue Abr 23, 2015 5:26 pm

- Abrió los labios en aquel silencio que había a su alrededor, el humo salía sin reticencia de sus labios mientras humedecía estos con el pasar de la lengua, en momentos como esos, no entendía como las personas podían quedarse horas enteras sentados sin hacer nada. Él era nervioso, podía ver a la gente pero siempre estaría deseando caminar, prefería que le mirasen los que estaban sentados a que fuese al revés, una pequeña chispa y los sentidos adormecidos del pelinegro advirtieron que había estado succionando demasiado rápido el tabaco, así no le duraría demasiado el placer agridulce que parecía cubrir como una nueva capa en el interior bucal, un suspiro y de nuevo apartó la pipa. Notó entonces que el entumecimiento de su mandíbula desaparecía generando casi al instante un cierto alivio, pues sin haberse percatado había estado con los labios apretados, firmes entre ellos mientras los dientes sostenían la boquilla de madera.

No sabía muy bien cuanto tiempo había pasado, pero con seguridad esperaba que no hubiese pasado mucho o por lo menos el suficiente como para centrar su tiempo en otra cosa, justo cuando se iba a levantar un ligero golpeteo en el pie le alarmó. La voz dulce que escuchó a continuación suavizó sus rasgos mientras se inclinaba para tomar el paraguas, aún no había visto a quien le pertenecía pero bastaba cualquier cosa para aliviar el aburrimiento en el que se encontraba en esos momentos, apartó con la diestra un mechón de su cabello, antes de volver su vista ahora sí, a la mujer que le había hablado- ¡ No hay problema ! -Elevó la voz, al hacerlo a su alrededor los más curiosos les estaban mirando, quizás pensando que había algo morboso que contemplar antes que entretenerse con los que paseaban agarrados de las manos; De ese modo, e indicaba con la mano que tenía el paraguas así que no tenía que apurarse o correr.

Aunque sería divertido ver a una dama arrastrarse para tomar aquello, de nuevo aquellos pensamientos hicieron aparición, como un niño travieso entraron deseos incluso de arrojar mucho más lejos el paraguas para verla gritar y correr, sí, se habría ganado una bofetada pero cuan divertido sería, no obstante, apenas pensó en eso la mujer ya estaba a pocos metros de él y automáticamente extendió la mano- Aquí tienes - Arqueó la ceja, la voz dulce de aquella mujer aliviaría a cualquier hombre pero no era nada comparado con las vistas. Atractiva, de clase alta por como estaba tomando su vestido pues había visto a mujeres de clase baja agarrar sus ropas al correr, no tenían esa manera de andar, además la tela no era de mala calidad se podía ver a simple vista. Como hombre que era, su mirada fue también a las curvas de aquella dama si bien algunas escondidas otras se potenciaban con aquella tela, sí, era bastante atractiva pero lo que era mejor, es que su aburrimiento empezaba a desvanecerse.-

Nunca entenderé porque las mujeres llevan paraguas cuando hace buen tiempo -Abrió el paraguas, se acercó a la mujer quedando a pocos centímetros de aquesta, se quedó admirandola con cierto aire de dominancia que como siempre forjaba el caracter de Axter quien podía ser considerado como uno de esos ricos que todos detestaban o por el contrario, envidiaban y admiraban. No hizo nada ofensivo y entregó en sus manos el paraguas, apartándose de forma automática- Este descarado se llama Axter, es un placer poder conocer a una dama como vos -No se enmascaraba ni planeaba hacer de tipo bueno, una sonrisa divertida se añadía a su repertorio antes de inclinarse, no se inclinó completamente, sino que era una "reverencia" a medias, bajando un poco el mentón como una inclinación. Los caballeros, decían, debían de inclinarse por completo cuando veían a una dama, pero lástima que a él, no le interesaba verdaderamente lo que pudiesen pensar de sus modales-

por **Beatrice Delteria** Vie Abr 24, 2015 1:53 am

A lo lejos, mientras corría, notó las miradas curiosas de los que por allí pasaban, pero poco le importaba, era el único paraguas que le gustaba, seguía siendo incomodo, pero al menos, era sencillo, y quería recuperarlo. vio al joven a quien había pedido que lo tomara levantarse del sitio tras coger el paraguas y dejar a un lado su pipa con aspecto divertido, la situación no era para menos, no todos los días veías correr a una persona de alta alcurnia tras un paraguas, ni mucho menos la veías despeinada o simplemente, haciendo algo que no fuese aparentar, estaba segura de que, en pocas horas, los rumores sobre ella corriendo como "una persona cualquiera", como dirían, se escucharían por todos lados. Mientras corría, Beatrice escuchó la voz del chico gritando un "No hay problema". Eso hizo que la chica se relajase y se acercara, aun corriendo un poco, al joven, que vestía de forma elegante y sobria.

-Aquí tienes- anunció el joven cuando la chica llegó a su lado.
- Muchas gracias- dijo al llegar al lado del chico soltando su vestido y poniendo un mechón de pelo tras su oreja- Disculpe que le haya molestado- se disculpó con una pequeña sonrisa.
-Nunca entenderé porque las mujeres llevan paraguas cuando hace buen tiempo- escuchó Batrice decir al joven mientras este abría el paraguas para entregarselo y apartandose un poco de ella.
- Si le soy sincera, yo tampoco lo tengo muy claro- rió ella aceptandolo de buen gusto. Sintió la mirada del chico sobre ella, y aguantó el escrutinio algo nerviosa, ¿que estaría mirando? ¿Tal vez es que lo que había hecho era peor de lo que ella sentía que lo era? No podía ser eso, Beatrice conocía muy bien las normas sociales, y, aunque perseguir un paraguas no era lo más adecuado del mundo, tampoco era tan malo, normalmente, cuando alguién la observaba tan fijamente, no era de cerca.
- Este descarado se llama Axter, es un placer poder conocer a una dama como vos - se presentó él con una leve reverencia al terminar de mirar a la chica.
- Está dama torpe se llama Beatrice- se presentó ella siguiendo el juego con una reverencia igual de leve que la del chico - el placer es mío- dijo alzando la cabeza para mirar al bien peinado muchacho.- Siento mucho haber interrumpido su día, espero no haber sido muy inoportuna- sonrió disculpandose una vez más.

Al rededor su alrededor las personas pasaban girandose a mirar curiosos, aunque a ella poco le importaba, no había hecho nada malo, y los curiosos bien podían verlo, aunque cuando alguién quiere chismorrear, nada se lo impide. Poniendo una mano sobre su pecho, la chica de cabellos color miel amarga, dió un pequeño suspiro para recuperar el aliento. El corazón aun le latía rápido por la carrera. Apartó un par de mechones de pelo que se habían revelado con el viento y esperó a que el joven dijese algo.

por **Axter Moureau** Miér Abr 29, 2015 12:37 pm

- La negación proveniente del pelinegro resultó parecida a la de una puesta en escena de cualquier teatro, arrastraba las sílabas e incluso se formaba una sonrisa de medio labio en las comisuras de su boca, esperando que notara que no era sino lo contrario. No era una molestia más bien ella era como un ángel que venía para arrastrarle lejos del aburrimiento que se había encargado de hacerle pasar como un idiota sentado en un banco viendo como los otros dedicaban sus atareadas agendas a mirar a los demás o a andar unos pasos mientras se quejaban - No es ningún problema mademoiselle, para que me crea le diré que yo no suelo ser caballeroso, tan solo cuando estoy aburrido parece que mis modales salen al instante.

-Aquello anteriormente dicho era nada más que la verdad, él, no conocía de modales sino de instintos. Los hombres de su clase social estaban tan aferrados al dinero y a un libro de ética tan estricto que muchas veces perdían la sensación de libertad, porqué vivir siempre aferrados al qué dirán, porqué estar siempre dispuestos a que alguien les diese todo por nada. Así que él, como siempre había hecho, era un hombre que no se inclinaba ni a aquellos que tenían más poder que él, decía lo que tenía que decir. ¿Porqué a los gordos decirles flacos y porque a los flacos decirles gordos? , no le interesaba ganar amistad con nadie, por eso había pronunciado aquello esperando que ella se sintiera cómoda y que no pensara que lo decía solamente por fingir una caballerosidad que él no tenía.

Ella era una mujer de clase alta, pero había encontrado ciertamente entretenida su reacción. Él siempre veía a las mujeres unos seres realmente interesantes, sobre todo porque él se acercaba a ellas, las halagaba o simplemente las incomodaba, otras en cambio descubrían el deseo, pero la muchacha que tenía en frente parecía nerviosa, no solo eso, sino que le pareció divertido que ella tampoco supiera el significado de esa sombrilla. A él no le gustaban las mujeres demasiado pálidas, parecían que estaban enfermas en vez de dar esa sensación de atractivo femenino, empalidecía ese mismo atractivo visual de éstas, igual que la nueva moda de la extrema delgadez que había visto practicas a algunas muchachas. Él se contuvo, se dedicó a observar no solo a la sombrilla sino también a su acompañante, no solo era hermosa, sino que su piel tenía un color aceitunado pálido que le dotaba de cierto atractivo, ella no parecía ser una mujer de clase alta todo el día con una sombrilla, pero dispuestos a juzgar, el tampoco parecía ser uno de esos amanerados hombres de Paris que esperaban ser el caballero de todas las mujeres que se encontraban por el camino. Así que dejó de admirarla, a pesar de que se había detenido justo en su figura vio adecuado volver a mirarle a los ojos, de un color que haría que hasta un plebeyo abriese la boca olvidándose de lo que había de hacer siguiente.-

Así que Beatrice -Comunicó al momento- Es un bonito nombre -Pensó, aunque bien sabía que en este caso los nombres eran algo ridículos pues no sabían si se volverían a ver o por el contrario se quedarían en el olvido. Por el momento, ese nombre era perfecto para ella, aunque no había visto muchas mujeres con ese mismo nombre. Antes de que la seriedad se hiciese por completo en su rostro, hizo un mohin casi teatral mientras le señalaba al banco, ella estaba intentando recuperar el aliento después de haber corrido tanto. Así que él mismo, por si ella acaso no se atrevía, se sentó de nuevo. Alisó los pliegues de la tela de sus pantalones mientras dirigía una mirada hacía el frente, al hacerlo, algunas miradas huidizas estaban volviendo a mirar a otro lado así que con una pequeña pero sonora carcajada pronunció, casi en voz alta para que le escucharan alrededor aquellos curiosos- Vaya, si que la alta sociedad de Paris está ocupada -Se dirigió a la dama que tenía en frente, con una sonrisa cómplice- entre la tarea que ocupa sus agendas, siempre está el chismorrear, pienso que eso les debe de robar mucho, pero que mucho tiempo.

por **Beatrice Delteria** Jue Abr 30, 2015 6:27 am

- No es ningún problema mademoiselle, para que me crea le diré que yo no suelo ser caballeroso, tan solo cuando estoy aburrido parece que mis modales salen al instante.
- Ya veo, así que no es usted de los que socorren a damas en apuros, supongo que eso quiere decir quqe debo decirle gracias dos veces, supongo que soy afortunada- contestó sonriendo, al tiempo que bromeaba.

Era un muchacho extraño, no parecía ser el típico caballero, no solo por lo que había dicho, sino por su mirada fija, que, sin pestañear apenas, no dejaba de recorrer la figura de la joven, que, aun acalorada por la carrera, no se daba cuenta de esto. Intentando soportar las miradas de los curiosos, la chica prefirió no mirar a los lados, no soportaba los cotilleos y mucho menos toleraba a quienes los esparcían. Miró al chico, era alto y delgado, tenía la figura de un inglés. El pensamiento le resultó gracioso, y se mordió el labio soportando una risilla, parecería loca si se reía sola por algo que, probablemente nadie, entendería. Escuchó que el joven alagaba su nombre, y le sonrió en respuesta diciendo un ligero "Gracias", era un detalle, aunque a chica nunca entendió porque se empeñaba la gente en elogiar un nombre, o el color de ojos o de pelo, era ago que las personas no trabajaban por mejorar, al fin y al cabo se les daba con el nacimiento, sabía que las damas en general, se sentían encantadas con ese tipo de cumplidos, pero ella prefería que elogiasen su personalidad o su inteligencia, al fin y al cabo, eso si era algo que se trabajaba por mejorar, aunque siempre está quien intepreta e intenta ser quien no es, eso no es agradable, pero incluso ese tipo de falsedad sería digno de eologio, pensaba Beatrice, muchas de las personas que había conocido en reuniones eran así, y ella no dejaba de maravillarsecon su esfuerzo, casi titánico, que les costaba a algunos no parecer estúpidos superficiales. Este joven parecía agradable, educado, pero no de los que fingen, sino no se habría presentado del modo que lo había hecho.

El chico se sentó y la invitó a hacer lo mismo, la chica cerró el paraguas, y, dejandolo a su lado tomó asiento. Las personas, entonces parecieron querer dispersarse, y el chico a su lado, hizo que incluso los más descarados lo hicieran:

-Vaya, si que la alta sociedad de Paris está ocupada- después miro a la chica, que, con una mano sobre los labios, intentaba no reirse - entre la tarea que ocupa sus agendas, siempre está el chismorrear, pienso que eso les debe de robar mucho, pero que mucho tiempo.
- A las damas sobretodo, parece que, en las reuniones de té, se nos obliga a charlar de banalidades- explicó aun intentando no reirse- y por supuesto, no intente sacarle a ninguna un tema medianamente interesante, ni literatura, ni música ni mucho menos hable de negocios, comercio o cifras, dios nos libre de hablar de cosas con sentido.- bromeó la chica, posiblemente con demasiada ironía - Yo no soy de cotillear, prefiero la discreción.- explicó con una sonrisa.

por Contenido patrocinado

The true form of your desires -Libre-

The true form of your desires -Libre-

Re: The true form of your desires -Libre-

Re: The true form of your desires -Libre-

Re: The true form of your desires -Libre-

Re: The true form of your desires -Libre-

Re: The true form of your desires -Libre-

Re: The true form of your desires -Libre-