AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
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Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
"Las preguntas más difíciles, a veces se contestan con silencio."
Las ocho de la mañana se marcaron en el reloj de pared de la sala, pero en la habitación no era tan obvio, menos aun cuando las cortinas cerradas escasamente dejaban pasar la luz a medias, apenas permitiendo notarlo todo pero sin ser lo suficientemente fuerte como para impedir que continuara el sueño.
Sin embargo, Gianna despertaba casi siempre a la misma hora y ese día no fue la excepción. Respiró profundo y acomodó la almohada bajo su rostro, cubierto a medias por el cabello y estando boca abajo. La sábana con la que se cubriera durante la noche le daba ya a media espalda entre los movimientos, pero ella mientras despertaba aún no recordaba nada, no caía en cuenta que hace unas horas había estado con un hombre en esa cama. Y no había sido ni cualquier hombre ni cualquier noche. Había sido su primera vez, y con Astor Gray, el cual pensaba ella que ya no estaría cuando despertara. Total, no eran nada y se decía que ninguna mujer ataba al licántropo y ni siquiera se quedaba para un té al desayuno o un café para empezar el día. Sencillamente desaparecía, como quien ejecuta una labor y parte al terminar el turno.
La italiana emitió una especie de ronroneo, típico de cada vez que despertaba y se preparaba para abrir los ojos. Suspiró de nuevo y se giró un poco, quedando de medio lado, como viendo hacia la ventana en vez de la puerta y abrió los ojos. Fue entonces cuando recordó todo lo que había pasado y sintió en el cuerpo el paso de Astor. Pero evidentemente él no estaba allí. La italiana estaba viendo hacia el lado donde él había estado acostado y ya no había nadie. Todo lo que pudiera ser culpa o realidad volvió a su mente y se cubrió los ojos con una mano girándose de nuevo y quedando ubicada hacia arriba —Che cosa stavo pensando?* — se dijo a sí misma en voz alta y en italiano ¿Por qué se hablaría a sí misma en otro idioma? Y se quedó ahí, durante un momento con los ojos cubiertos mientras levantaba las rodillas y apoyaba la planta de los pies en el colchón. Era todo un caos, recordar la traición y la posterior muerte de su prometido, el sentir que todo le daba un giro obligado y luego que cedía a Astor Gray como todas las mujeres que sobrepasaban la cuenta de los dedos de las manos.
Y en eso estaba, hasta que escuchó un ruido y de inmediato quedó helada. Quizás en otro momento hubiese reaccionado tomando una posición de defensa o ataque. Pero para ese momento el único que tenía en mente era Astor Gray y nadie más ¿Estaba entonces aún allí? Tomó aire, se giró de nuevo hacia el lado de la ventana y se terminó de cubrir como quien pretende extender el sueño durante un par de horas más. En resumen fingía que no había escuchaba nada, que estaba sola y que no tenía por qué levantarse. Por lo mismo cerró los ojos de nuevo, aunque se sentía más nerviosa que en otras situaciones, incluidas las misiones. Pero creía que si fingía seguir dormida, Astor sencillamente se iría y no tendrían que cruzar ni una sola palabra. Quizás hasta ahora despertaba y no planeaba que Gianna despertara tan pronto como él. Por tanto se lo hacía más fácil y se limitó a cerrar los ojos y a quedarse quieta mientras escuchaba el sonido de un cinturón agitarse. Sí, definitivamente era él, pero no tardaría en irse, creía ella.
Sin embargo, Gianna despertaba casi siempre a la misma hora y ese día no fue la excepción. Respiró profundo y acomodó la almohada bajo su rostro, cubierto a medias por el cabello y estando boca abajo. La sábana con la que se cubriera durante la noche le daba ya a media espalda entre los movimientos, pero ella mientras despertaba aún no recordaba nada, no caía en cuenta que hace unas horas había estado con un hombre en esa cama. Y no había sido ni cualquier hombre ni cualquier noche. Había sido su primera vez, y con Astor Gray, el cual pensaba ella que ya no estaría cuando despertara. Total, no eran nada y se decía que ninguna mujer ataba al licántropo y ni siquiera se quedaba para un té al desayuno o un café para empezar el día. Sencillamente desaparecía, como quien ejecuta una labor y parte al terminar el turno.
La italiana emitió una especie de ronroneo, típico de cada vez que despertaba y se preparaba para abrir los ojos. Suspiró de nuevo y se giró un poco, quedando de medio lado, como viendo hacia la ventana en vez de la puerta y abrió los ojos. Fue entonces cuando recordó todo lo que había pasado y sintió en el cuerpo el paso de Astor. Pero evidentemente él no estaba allí. La italiana estaba viendo hacia el lado donde él había estado acostado y ya no había nadie. Todo lo que pudiera ser culpa o realidad volvió a su mente y se cubrió los ojos con una mano girándose de nuevo y quedando ubicada hacia arriba —Che cosa stavo pensando?* — se dijo a sí misma en voz alta y en italiano ¿Por qué se hablaría a sí misma en otro idioma? Y se quedó ahí, durante un momento con los ojos cubiertos mientras levantaba las rodillas y apoyaba la planta de los pies en el colchón. Era todo un caos, recordar la traición y la posterior muerte de su prometido, el sentir que todo le daba un giro obligado y luego que cedía a Astor Gray como todas las mujeres que sobrepasaban la cuenta de los dedos de las manos.
Y en eso estaba, hasta que escuchó un ruido y de inmediato quedó helada. Quizás en otro momento hubiese reaccionado tomando una posición de defensa o ataque. Pero para ese momento el único que tenía en mente era Astor Gray y nadie más ¿Estaba entonces aún allí? Tomó aire, se giró de nuevo hacia el lado de la ventana y se terminó de cubrir como quien pretende extender el sueño durante un par de horas más. En resumen fingía que no había escuchaba nada, que estaba sola y que no tenía por qué levantarse. Por lo mismo cerró los ojos de nuevo, aunque se sentía más nerviosa que en otras situaciones, incluidas las misiones. Pero creía que si fingía seguir dormida, Astor sencillamente se iría y no tendrían que cruzar ni una sola palabra. Quizás hasta ahora despertaba y no planeaba que Gianna despertara tan pronto como él. Por tanto se lo hacía más fácil y se limitó a cerrar los ojos y a quedarse quieta mientras escuchaba el sonido de un cinturón agitarse. Sí, definitivamente era él, pero no tardaría en irse, creía ella.
*¿En qué estaba pensando?
Gianna Castiglione- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 104
Fecha de inscripción : 15/04/2014
Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
Solo quería tiempo para ser otra persona.
Jojo Moyes
Se quedó dormido en aquella cama que no le pertenecía y la que tampoco era parte de un hotel que después abandonaría sin más. Había dormido en la cama de Gianna Castiglione y al abrir los ojos por la mañana, vio la figura de la inquisidora a un lado. La respiración de la italiana era acompasada y tranquila, su espalda desnuda se mostraba ante los ojos de Astor, quien debió contenerse para no terminar por acercarse y besarle cada fragmento de aquella piel que se exhibía.
Estaba actuando de una manera completamente diferente a la que solía. Regularmente no esperaba dormir ni siquiera un poco para abandonar las camas en las que yacía con las mujeres que elegía, pero con Gianna todo había sido diferente. De inicio a fin, la inquisidora le había dejado en un estado complicado de entender para él mismo; a tal punto le afectaba que antes de haberse percatado de lo que ocurría, termino cediendo al sueño y acabo despertando al lado de ella. Si bien podía aprovechar el hecho de haber despertado antes y seguir ostentando esa reputación que ya le precedía, el licántropo termino por no mostrar intención alguna de abandonar aquel lugar. Se quedo de hecho en la cama otro buen rato, observando simplemente la manera en que de vez en cuando Gianna parecía querer moverse pero no lo hacía y únicamente era su respiración la que se modificaba por una fracción de segundo. Le parecía tan perfecta que no podía evitar sonreír de ves en cuando, hasta que finalmente termino por levantarse de aquella cama.
Con curiosidad y sin cubrir la desnudez que su cuerpo mostraba en aquellos momentos, camino con cuidado por aquella habitación, observando los detalles que existían en ella y en los cuales no pudo prestar atención alguna una vez que tuvo a la inquisidora entre sus brazos. Aquel lugar seguía demostrando el dolor que Gianna viviera los últimos días y eso no le agradaba para nada. Durante su paso por aquella habitación, recordó entonces que habían dejado el té que se disponían a beber y empujado más por curiosidad que por alguna otra cosa, salió de aquella habitación sin hacer mayor ruido y se dirigió a la cocina. En su salida había dejado la puerta entreabierta, lo suficiente como para no molestar al volver a entrar por su ropa.
Como era de esperarse, al llegar a la cocina se cercioro de que el agua para el té había pasado demasiado tiempo fuera del fuego y si bien en otra circunstancia hubiera sido una pena no beber algo al lado de Gianna, las circunstancias habían dado un giro tan dramático que ahora agradecida que nada de lo que esperaba hubiese sucedido. Nuevamente, en una manera muy poco suya de actuar, termino por poner más agua a calentar y preparo té para ambos antes de regresar a la habitación donde se suponía que ella seguía descansando, pero al entrar noto de inmediato la diferente posición en la que se encontraba Gianna y dejo las tazas en una mesita antes de avanzar en busca de su ropa. Si bien no había deseado irse antes de volver a tener la oportunidad de verle despierta o hablar con ella, por algún motivo se sentía diferente a otras ocasiones donde veía a alguna mujer con la que hubiese tenido algo que ver; pero mientras se ponía nuevamente los pantalones recordó que ella no era como todas y de nuevo, sonrió por esa idea.
Permaneció con el torso desnudo, porque no creía que eso fuera algo necesario de cubrir de manera inmediata. Fue hasta donde se encontraba el té y tomo ambas tazas, únicamente para regresar a la cama y sentarse en el borde de ella, de espaldas a donde se encontraba la italiana.
– Si sigues durmiendo, el té terminara por enfriarse – comento antes de dar un sorbo a la taza que llevaba para él. Quizás la situación fuera un tanto incomoda y novedosa para ambos, igual, no desagradaba del todo al inquisidor, quien podía permanecer ahí mucho tiempo más.
Jojo Moyes
Se quedó dormido en aquella cama que no le pertenecía y la que tampoco era parte de un hotel que después abandonaría sin más. Había dormido en la cama de Gianna Castiglione y al abrir los ojos por la mañana, vio la figura de la inquisidora a un lado. La respiración de la italiana era acompasada y tranquila, su espalda desnuda se mostraba ante los ojos de Astor, quien debió contenerse para no terminar por acercarse y besarle cada fragmento de aquella piel que se exhibía.
Estaba actuando de una manera completamente diferente a la que solía. Regularmente no esperaba dormir ni siquiera un poco para abandonar las camas en las que yacía con las mujeres que elegía, pero con Gianna todo había sido diferente. De inicio a fin, la inquisidora le había dejado en un estado complicado de entender para él mismo; a tal punto le afectaba que antes de haberse percatado de lo que ocurría, termino cediendo al sueño y acabo despertando al lado de ella. Si bien podía aprovechar el hecho de haber despertado antes y seguir ostentando esa reputación que ya le precedía, el licántropo termino por no mostrar intención alguna de abandonar aquel lugar. Se quedo de hecho en la cama otro buen rato, observando simplemente la manera en que de vez en cuando Gianna parecía querer moverse pero no lo hacía y únicamente era su respiración la que se modificaba por una fracción de segundo. Le parecía tan perfecta que no podía evitar sonreír de ves en cuando, hasta que finalmente termino por levantarse de aquella cama.
Con curiosidad y sin cubrir la desnudez que su cuerpo mostraba en aquellos momentos, camino con cuidado por aquella habitación, observando los detalles que existían en ella y en los cuales no pudo prestar atención alguna una vez que tuvo a la inquisidora entre sus brazos. Aquel lugar seguía demostrando el dolor que Gianna viviera los últimos días y eso no le agradaba para nada. Durante su paso por aquella habitación, recordó entonces que habían dejado el té que se disponían a beber y empujado más por curiosidad que por alguna otra cosa, salió de aquella habitación sin hacer mayor ruido y se dirigió a la cocina. En su salida había dejado la puerta entreabierta, lo suficiente como para no molestar al volver a entrar por su ropa.
Como era de esperarse, al llegar a la cocina se cercioro de que el agua para el té había pasado demasiado tiempo fuera del fuego y si bien en otra circunstancia hubiera sido una pena no beber algo al lado de Gianna, las circunstancias habían dado un giro tan dramático que ahora agradecida que nada de lo que esperaba hubiese sucedido. Nuevamente, en una manera muy poco suya de actuar, termino por poner más agua a calentar y preparo té para ambos antes de regresar a la habitación donde se suponía que ella seguía descansando, pero al entrar noto de inmediato la diferente posición en la que se encontraba Gianna y dejo las tazas en una mesita antes de avanzar en busca de su ropa. Si bien no había deseado irse antes de volver a tener la oportunidad de verle despierta o hablar con ella, por algún motivo se sentía diferente a otras ocasiones donde veía a alguna mujer con la que hubiese tenido algo que ver; pero mientras se ponía nuevamente los pantalones recordó que ella no era como todas y de nuevo, sonrió por esa idea.
Permaneció con el torso desnudo, porque no creía que eso fuera algo necesario de cubrir de manera inmediata. Fue hasta donde se encontraba el té y tomo ambas tazas, únicamente para regresar a la cama y sentarse en el borde de ella, de espaldas a donde se encontraba la italiana.
– Si sigues durmiendo, el té terminara por enfriarse – comento antes de dar un sorbo a la taza que llevaba para él. Quizás la situación fuera un tanto incomoda y novedosa para ambos, igual, no desagradaba del todo al inquisidor, quien podía permanecer ahí mucho tiempo más.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/04/2013
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
No, nadie me avisó bien de ti
¿Qué? Gianna no entendía nada, porque no le cabía en la cabeza el hecho de tenerlo a él ahí, sentándose en el borde de la cama y llevándole té, cuando se suponía que la rutina por su parte apenas implicaba el sexo y el escape. Entonces ¿Desde hace cuánto tiempo estaba allí mirándola? La italiana esperaba que por lo menos el licántropo no entendiera su idioma natal, para que la frase aquella que emitiera minutos antes pasara desapercibida.
Sin más remedio, porque el escape por su parte fingiendo dormir era inútil, bostezó irremediablemente, refregó sus ojos con una mano y se giró teniendo bien presente el mantener la sábana en el lugar adecuado, es decir, sobre sus pechos. Se sentó sin decir nada, aseguró la sábana bajo los brazos, acomodó la almohada tras de sí, se echó el cabello hacia atrás con una mano y se sentó por fin mirándolo, fingiendo mal que no estaba sorprendida, pero manteniendo el gesto serio que mantuviera casi siempre —Supongo que nos debíamos el té— musitó con voz perezosa, sin saber a ciencia cierta por qué lo decía, y extendió la mano hacia la ajena para tomar la taza, teniendo cuidado de no rozarlo a él en lo absoluto. —Gracias ¿Está sin azúcar? — preguntó sin mirarlo ya, deteniendo sus ojos en la taza y preguntando algo poco relevante, como si quisiera evitar cualquier conversación incómoda, aunque, realmente, Gianna creía que Astor permanecía allí para advertirle de su silencio, que no debía ligarse a él, o esperar que regresara ni nada por el estilo.
Sin embargo aunque Gianna permanecía quieta, sentada en la cama apenas cubierta con la sábana y manteniendo las piernas estiradas, su mente iba y venía de una situación a otra, planeando en su mente miles de respuestas para preguntas o afirmaciones que Astor aún no emitía. Por suerte para sus nervios, al menos él se había puesto el pantalón y eso ya era bastante ayuda. Verlo desnudo a la mañana sin toda la emoción de la noche previa, no sería lo mismo. Pero aún estaba descalzo, hasta donde pudo ver ella de reojo. Y el hecho de estar apenas con lo necesario le hacía creer que duraría allí durante mucho más tiempo. La pregunta era ¿Por qué? ¿Acaso los rumores sobre el Modus Operandi de Gray eran falsos? Gianna sintió que debió haber pensado más opciones, lejos de los cuchicheos de pasillo de la inquisición.
— ¿Qué hora es? — preguntó después del primer sorbo y, aunque realmente no tenía ni la menor idea, tampoco es que le importara. En realidad, buscaba rellenar molestos silencios con cualquier cosa que los llevara lejos de lo que realmente había pasado. Sin mencionar que el orgullo de la italiana no podía ser más pisoteado y por lo mismo fingía que la noche anterior no había significado demasiado para ella y que era como otra noche más, una a la que no le daría demasiada importancia aunque sintiera un cúmulo de emociones contenidas teniéndolo a él ahí al lado llevándole té a la cama como si pudiera permanecer más tiempo allí.
Pero luego no supo que más decir, no quedaba más remedio que esperar y beber de ese té que, aunque le gustaba amargo, sabía más amargo que nunca. Y no era culpa de él, o no al menos en lo que a preparación se refiere, puesto que la cuestión real, surgía del nerviosismo que le generaba a Gianna el motivo de su permanencia aún junto a ella.
Sin más remedio, porque el escape por su parte fingiendo dormir era inútil, bostezó irremediablemente, refregó sus ojos con una mano y se giró teniendo bien presente el mantener la sábana en el lugar adecuado, es decir, sobre sus pechos. Se sentó sin decir nada, aseguró la sábana bajo los brazos, acomodó la almohada tras de sí, se echó el cabello hacia atrás con una mano y se sentó por fin mirándolo, fingiendo mal que no estaba sorprendida, pero manteniendo el gesto serio que mantuviera casi siempre —Supongo que nos debíamos el té— musitó con voz perezosa, sin saber a ciencia cierta por qué lo decía, y extendió la mano hacia la ajena para tomar la taza, teniendo cuidado de no rozarlo a él en lo absoluto. —Gracias ¿Está sin azúcar? — preguntó sin mirarlo ya, deteniendo sus ojos en la taza y preguntando algo poco relevante, como si quisiera evitar cualquier conversación incómoda, aunque, realmente, Gianna creía que Astor permanecía allí para advertirle de su silencio, que no debía ligarse a él, o esperar que regresara ni nada por el estilo.
Sin embargo aunque Gianna permanecía quieta, sentada en la cama apenas cubierta con la sábana y manteniendo las piernas estiradas, su mente iba y venía de una situación a otra, planeando en su mente miles de respuestas para preguntas o afirmaciones que Astor aún no emitía. Por suerte para sus nervios, al menos él se había puesto el pantalón y eso ya era bastante ayuda. Verlo desnudo a la mañana sin toda la emoción de la noche previa, no sería lo mismo. Pero aún estaba descalzo, hasta donde pudo ver ella de reojo. Y el hecho de estar apenas con lo necesario le hacía creer que duraría allí durante mucho más tiempo. La pregunta era ¿Por qué? ¿Acaso los rumores sobre el Modus Operandi de Gray eran falsos? Gianna sintió que debió haber pensado más opciones, lejos de los cuchicheos de pasillo de la inquisición.
— ¿Qué hora es? — preguntó después del primer sorbo y, aunque realmente no tenía ni la menor idea, tampoco es que le importara. En realidad, buscaba rellenar molestos silencios con cualquier cosa que los llevara lejos de lo que realmente había pasado. Sin mencionar que el orgullo de la italiana no podía ser más pisoteado y por lo mismo fingía que la noche anterior no había significado demasiado para ella y que era como otra noche más, una a la que no le daría demasiada importancia aunque sintiera un cúmulo de emociones contenidas teniéndolo a él ahí al lado llevándole té a la cama como si pudiera permanecer más tiempo allí.
Pero luego no supo que más decir, no quedaba más remedio que esperar y beber de ese té que, aunque le gustaba amargo, sabía más amargo que nunca. Y no era culpa de él, o no al menos en lo que a preparación se refiere, puesto que la cuestión real, surgía del nerviosismo que le generaba a Gianna el motivo de su permanencia aún junto a ella.
Gianna Castiglione- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2014
Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
Dibujaría una línea infinita en tu espalda que hiciera que me perdiera en lo más profundo de tu horizonte.
Blue Jeans
Tanto había sucedido en las ultimas horas que nada de lo que pudiera decirse en aquella habitación terminaría las dudas que Astor experimentaba y tampoco eliminarían las resoluciones que su mente poco a poco tomaba con respecto a lo que vendría en su vida. Sus maneras de moverse estaban volviendose diferentes, no quedaba más duda ahora que se encontraba aún ahí, cuando para ese momento ya debería llevar varias horas de haber escapado de la mujer que quisiera atarle a ella. Sin embargo, no sabía que esperar de Gianna aunque estaba convencido de que ella no trataría de mantenerle a su lado y eso le dejaba con una enorme sensación de inconformidad en su interior.
Sentado en aquella cama que no le pertenecía, con Gianna tan cerca de él, era realmente complicado poder enfocarse en algo que no fuera desear volver a besarla y sentir la piel de ella. Contenerse con una mujer nunca había sido tan complicado y por eso fue que se limito a beber del té mientras que ella se movía en la cama. No le dijo palabra alguna hasta que no quedo sentada y al menos la voz de Gianna, logro calmar un poco la ansiedad que no demostraba pero le carcomía por dentro. La taza que llevaba para ella abandono su mano pero ninguno contacto se llevo a cabo entre ambos, lo que hizo que Astor terminara por girar el rostro para observarle.
– Sin azúcar – se limito a decir mientras que su mirada se posaba en ella. La italiana era hermosa hasta en aquellos momentos donde las mujeres creían que lucían peor, durante el despertar. Y aunque era más que obvio que ella se cubriría el cuerpo, Astor podía recordar perfectamente la figura de la inquisidora y su desnudez, así que no hizo más que sonreír por ese agradable recuerdo que llegaba a su mente y que le acompañaría incluso cuando saliera a la siguiente misión, bajo el mando del mismo Gian Pietro Caraffa; si lo pensaba detenidamente, era quizás la inquisidora aquella que le hiciera esforzarse para regresar a París y poder hablar mucho más calmado con ella, cuando el encuentro entre ambos y la pena de Gianna no fuera tan intensa.
Volvió la mirada a otro punto en aquella habitación y volvió a beber del té que llevaba en la mano.
– No lo sé – admito ante la pregunta de la italiana – La verdad es que no he puesto atención a la hora que es, simplemente me levante y fui a hacer el té – y era cierto. El tiempo no corría de la misma manera en aquel lugar, al menos eso sentía él, que podía quedarse un largo periodo de tiempo ahí y sentir que apenas habían pasado minutos. Aún así, suspiro y volvió la mirada a Gianna, quien bebía del té dando la sensación de una paz que Astor no estaba seguro de si realmente sentía. Leer a la italiana era una labor muy complicada y eso, le dejaba sin armas para utilizar más que las preguntas que pudiera hacer y que seguramente serían inadecuadas, dadas la inexperiencia del licántropo para vivir esas situaciones – ¿Te encuentras bien? – la pregunta no era lo mejor en aquellos momentos, pero por la mente de Astor seguía girando la idea de la virginidad de Gianna y como ella se había comportado como si nada de eso fuera importante. Ella siempre le sorprendía, de diversas maneras que lo dejaban sin saber como actuar o que decir. Como prueba de ello, estaba aquel momento.
Blue Jeans
Tanto había sucedido en las ultimas horas que nada de lo que pudiera decirse en aquella habitación terminaría las dudas que Astor experimentaba y tampoco eliminarían las resoluciones que su mente poco a poco tomaba con respecto a lo que vendría en su vida. Sus maneras de moverse estaban volviendose diferentes, no quedaba más duda ahora que se encontraba aún ahí, cuando para ese momento ya debería llevar varias horas de haber escapado de la mujer que quisiera atarle a ella. Sin embargo, no sabía que esperar de Gianna aunque estaba convencido de que ella no trataría de mantenerle a su lado y eso le dejaba con una enorme sensación de inconformidad en su interior.
Sentado en aquella cama que no le pertenecía, con Gianna tan cerca de él, era realmente complicado poder enfocarse en algo que no fuera desear volver a besarla y sentir la piel de ella. Contenerse con una mujer nunca había sido tan complicado y por eso fue que se limito a beber del té mientras que ella se movía en la cama. No le dijo palabra alguna hasta que no quedo sentada y al menos la voz de Gianna, logro calmar un poco la ansiedad que no demostraba pero le carcomía por dentro. La taza que llevaba para ella abandono su mano pero ninguno contacto se llevo a cabo entre ambos, lo que hizo que Astor terminara por girar el rostro para observarle.
– Sin azúcar – se limito a decir mientras que su mirada se posaba en ella. La italiana era hermosa hasta en aquellos momentos donde las mujeres creían que lucían peor, durante el despertar. Y aunque era más que obvio que ella se cubriría el cuerpo, Astor podía recordar perfectamente la figura de la inquisidora y su desnudez, así que no hizo más que sonreír por ese agradable recuerdo que llegaba a su mente y que le acompañaría incluso cuando saliera a la siguiente misión, bajo el mando del mismo Gian Pietro Caraffa; si lo pensaba detenidamente, era quizás la inquisidora aquella que le hiciera esforzarse para regresar a París y poder hablar mucho más calmado con ella, cuando el encuentro entre ambos y la pena de Gianna no fuera tan intensa.
Volvió la mirada a otro punto en aquella habitación y volvió a beber del té que llevaba en la mano.
– No lo sé – admito ante la pregunta de la italiana – La verdad es que no he puesto atención a la hora que es, simplemente me levante y fui a hacer el té – y era cierto. El tiempo no corría de la misma manera en aquel lugar, al menos eso sentía él, que podía quedarse un largo periodo de tiempo ahí y sentir que apenas habían pasado minutos. Aún así, suspiro y volvió la mirada a Gianna, quien bebía del té dando la sensación de una paz que Astor no estaba seguro de si realmente sentía. Leer a la italiana era una labor muy complicada y eso, le dejaba sin armas para utilizar más que las preguntas que pudiera hacer y que seguramente serían inadecuadas, dadas la inexperiencia del licántropo para vivir esas situaciones – ¿Te encuentras bien? – la pregunta no era lo mejor en aquellos momentos, pero por la mente de Astor seguía girando la idea de la virginidad de Gianna y como ella se había comportado como si nada de eso fuera importante. Ella siempre le sorprendía, de diversas maneras que lo dejaban sin saber como actuar o que decir. Como prueba de ello, estaba aquel momento.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
"El juicio se nubla entre tus labios. Y es por lo mismo que no debo volver allí"
Las miradas de Astor sobre sí la ponían más nerviosa, y era justo en esos momentos donde más se le perdía la mirada en la taza de té que ahora sostenía con ambas manos.
—Han de ser cerca de las ocho, aún no aclara lo suficiente— argumentó sin saber a ciencia cierta la hora o sin siquiera poder elaborar una especulación con argumentos válidos. Pero esa y todas sus frases lejanas a lo que había pasado entre ellos, eran mero relleno, de nuevo —Lo del té es buena idea, hace bastante frío. Incluso aún tengo sueño— aquello era completamente cierto, por lo mismo es que se intentaba calentar las manos con la taza de la bebida caliente llevada por Astor. Era probable que su nerviosismo le hiciera sentir más frío del habitual, pero eso y el verdadero clima eran nada comparado con la temperatura normal del licántropo. Seguramente él ni siquiera sentía el efecto de las mañanas de otoño sobre la piel tibia, pero al menos la piel erizada de Gianna tendría una justificación en su mente. Realmente sentía el frío. En cuanto al sueño, la italiana no sabía exactamente a qué hora se habían dormido, lo cierto es que la sensación de Astor sobre su cuerpo le añadía un cansancio que antes no había experimentado, pero que definitivamente le producía ganas de volver por un rato más a la cama.
Gianna bebió un largo trago del té, sintiendo como le recorría la garganta y bajaba calentándola por partes, y así y con todo aún no lo miraba, aunque sintiera su mirada sobre sí. Esa era como la caída a su coartada pero ella todavía no caía en cuenta de aquello. Sin embargo la pregunta de Astor la dejó desarmada, al punto que sus labios se quedaron apoyados en la taza sin beber nada ¿Qué se supone que debía responder? Esa pregunta podía abarcar muchas cosas y la italiana quedaba en un jaque mental que tardó unos segundos en responder, aunque parecieron horas —Sí, sólo me duele un poco la cabeza, debe ser por el frío— mintió, porque en realidad tenía toda una lista de respuestas en su mente que no saldrían de sus labios, algo como un “Me duele todo pero olvidé todo por una noche” o “¿No se supone que ya se debía haber ido como hace siempre?” pero ni eso ni el montón de preguntas que bailaban en su mente eran las adecuadas. Sobre todo a lo que respectaba a las sensaciones de su cuerpo y de sus emociones hacia él. De buena gana disfrutaría recostándose de nuevo con él en esa cama, dejando que ella se calentara con su calor natural y la abrazara como si quisiera decirle que no estaba sola. Su corazón anhelaba cosas que su postura no delataba y que sus labios no venderían. No obstante aunque no dijera nada, cada centímetro recorrido por Astor parecía resucitar en el recuerdo de la italiana, e incluso, aunque ella no lo hubiera notado, se le marcaba en el cuerpo como pequeñas mordidas. Como la del hombro, que era tan obvia que no podía pasar desapercibida. Y es que aunque fuera una mordida dada durante un momento de pasión, no se podía olvidar que esa naturaleza sobrenatural de Astor era capaz también de dejar sus marcas. — ¿Por qué? ¿De nuevo tengo cara de desastre? — añadió de pronto, con una sonrisita burlona en los labios que en medio de todo intentaba calmarla y que recordaba las primeras quejas de Gray en cuanto la viera al iniciar la noche. Aunque cuando hubo preguntado se arrepintió al instante de haber mencionado ese “Por qué”.
—Han de ser cerca de las ocho, aún no aclara lo suficiente— argumentó sin saber a ciencia cierta la hora o sin siquiera poder elaborar una especulación con argumentos válidos. Pero esa y todas sus frases lejanas a lo que había pasado entre ellos, eran mero relleno, de nuevo —Lo del té es buena idea, hace bastante frío. Incluso aún tengo sueño— aquello era completamente cierto, por lo mismo es que se intentaba calentar las manos con la taza de la bebida caliente llevada por Astor. Era probable que su nerviosismo le hiciera sentir más frío del habitual, pero eso y el verdadero clima eran nada comparado con la temperatura normal del licántropo. Seguramente él ni siquiera sentía el efecto de las mañanas de otoño sobre la piel tibia, pero al menos la piel erizada de Gianna tendría una justificación en su mente. Realmente sentía el frío. En cuanto al sueño, la italiana no sabía exactamente a qué hora se habían dormido, lo cierto es que la sensación de Astor sobre su cuerpo le añadía un cansancio que antes no había experimentado, pero que definitivamente le producía ganas de volver por un rato más a la cama.
Gianna bebió un largo trago del té, sintiendo como le recorría la garganta y bajaba calentándola por partes, y así y con todo aún no lo miraba, aunque sintiera su mirada sobre sí. Esa era como la caída a su coartada pero ella todavía no caía en cuenta de aquello. Sin embargo la pregunta de Astor la dejó desarmada, al punto que sus labios se quedaron apoyados en la taza sin beber nada ¿Qué se supone que debía responder? Esa pregunta podía abarcar muchas cosas y la italiana quedaba en un jaque mental que tardó unos segundos en responder, aunque parecieron horas —Sí, sólo me duele un poco la cabeza, debe ser por el frío— mintió, porque en realidad tenía toda una lista de respuestas en su mente que no saldrían de sus labios, algo como un “Me duele todo pero olvidé todo por una noche” o “¿No se supone que ya se debía haber ido como hace siempre?” pero ni eso ni el montón de preguntas que bailaban en su mente eran las adecuadas. Sobre todo a lo que respectaba a las sensaciones de su cuerpo y de sus emociones hacia él. De buena gana disfrutaría recostándose de nuevo con él en esa cama, dejando que ella se calentara con su calor natural y la abrazara como si quisiera decirle que no estaba sola. Su corazón anhelaba cosas que su postura no delataba y que sus labios no venderían. No obstante aunque no dijera nada, cada centímetro recorrido por Astor parecía resucitar en el recuerdo de la italiana, e incluso, aunque ella no lo hubiera notado, se le marcaba en el cuerpo como pequeñas mordidas. Como la del hombro, que era tan obvia que no podía pasar desapercibida. Y es que aunque fuera una mordida dada durante un momento de pasión, no se podía olvidar que esa naturaleza sobrenatural de Astor era capaz también de dejar sus marcas. — ¿Por qué? ¿De nuevo tengo cara de desastre? — añadió de pronto, con una sonrisita burlona en los labios que en medio de todo intentaba calmarla y que recordaba las primeras quejas de Gray en cuanto la viera al iniciar la noche. Aunque cuando hubo preguntado se arrepintió al instante de haber mencionado ese “Por qué”.
Gianna Castiglione- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2014
Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
Destilar una forma tan específica a partir de tal caos de improbabilidades resulta tan difícil como que el aire se transforme en oro… El cenit de lo imposible.
Alan Moore
Aquellas pocas frases que ambos intercambiaban eran simple protocolo, uno que ocultaba de manera apropiada todo lo que pasaran la noche anterior. Hablando y manteniendo de esa manera tan casi distante, parecía ser que ambos había pasado la noche con otras personas y simplemente se encontraban para charlar como viejos amigos que se contaban esa clase de sucesos. Aunque en el exterior pareciera de esa manera, por dentro, ambos estaban confusos y sin saber que era apropiado decir y que no.
El licántropo miraba con curiosidad a Gianna, quien se limitaba a mirar la taza y beber de ella sin observar directamente al inquisidor. Por un segundo la idea de que mostrarse desnudo incomodaba a la italiana surco su mente, pero la notaba tan tranquila que tal fuera otra cosa la que cruzaba por la mente de la inquisidora. Entrecierro los ojos porque la temperatura para él se mantenía agradable, aunque si prestaba atención notaba como la piel de la inquisidora reaccionaba al clima frío.
– Entonces he hecho bien en traerlo, pero es curioso que tengas sueño o al menos me lo parece porque yo no tengo, igual debe ser mi estado lo que impide que sienta tanto cansancio o el frío que tu mencionas – y se lo parecía porque en las misiones muchas veces se solía ir de noche y mantenerse despiertos muchas horas, así que creía, las palabras de Gianna eran una forma de escapar a las preguntas que le parecían incomodas. También las palabras de Astor eran un recuerdo para si mismo sobre las diferencias que existan entre ambos. Ella era resistente y diferente a las demás mujeres, pero eso no dejaba de hacerla humana y en comparación a él, existían grandes diferencias.
Ambos eran dos seres que aunque se hubiesen sincerado durante la noche anterior, no contaron gran parte de su vida y eso hacía que los silencios y las palabras resultaran un tanto incomodas. Aun así, Astor Gray estaba dispuesto a conocer más de ella, eso era lo que más deseaba por aquellos momentos ya que conocerle el cuerpo era satisfactorio, pero cuando se trataba de Gianna eso no bastaba, eso no saciaba la curiosidad que sentía por dentro y por lo mismo es que comenzaba por preguntar no lo más apropiado, pero en aquello que tenía quizás más cercanía como para preguntar. Después de todo, él era el primero en conocer aquel bello cuerpo y las reacciones de la italiana con toda la femineidad que el acto sexual le permitía demostrar. Se le quedo viendo de manera fija, porque le encantaba mirarla y no iba a perderse grabarse la imagen de ella al levantarse por la mañana. Ante la respuesta de la italiana, enarco la ceja y sonrío, cubriendo su sonrisa con la taza que llevaba nuevamente a sus labios para dar un sorbo. Esa era la primera ocasión que escuchaba a alguien decir que la cabeza le dolía por el frío y por lo mismo, le pareció una peculiaridad a indagar un poco más.
– Eso es extraño, ¿no es más bien con el calor que duele la cabeza? al menos eso es lo que yo tengo entendido – esta vez, le sonrió directamente a ella aunque no le mirara aún – Eres peculiar Gianna, y mucho.
No pudo evitar reír ante las preguntas que le hacía ella. ¿Qué trataba de hacer? Desde la perspectiva de Astor o quizás desde la de cualquier hombre embelesado por una mujer, aquellas preguntas se interpretaban como un deseo oculto por parte de ella. En el caso de Gianna, a Astor le decían que no estaba del todo disconforme con la manera en que habían pasado la noche y quizás también una invitación que él no rechazaría en otro momento. Desear a la italiana era sumamente sencillo pero contrario a lo que esperaba él de su mismo, las palabras ajenas le animaron a actuar de una manera mucho más natural con ella y a hablar más sincero, al igual que la noche anterior.
– No tienes cara de desastre, por el contrario, es la cara más hermosa que he visto en una mujer al despertar – se detuvo entonces y su mirada acaricio la piel de Gianna, hasta detenerse en la mordida en su hombro – claro que no tengo punto de comparación para eso pero estoy seguro que aunque lo tuviera, debes ser la más hermosa – con naturalidad, llevo la mano que no sostenía la taza hasta la marca de la mordida y paso un dedo sobre ella – Espero que no duela, no me di cuenta cuando la hice – su lado posesivo había actuado por su cuenta, al punto de dejar aquello en el cuerpo perfecto de Gianna y si bien sus palabras eran una manera extraña de pedir disculpas, la parte más salvaje de él se encontraba satisfecha por dejar en ella una marca visible.
Alan Moore
Aquellas pocas frases que ambos intercambiaban eran simple protocolo, uno que ocultaba de manera apropiada todo lo que pasaran la noche anterior. Hablando y manteniendo de esa manera tan casi distante, parecía ser que ambos había pasado la noche con otras personas y simplemente se encontraban para charlar como viejos amigos que se contaban esa clase de sucesos. Aunque en el exterior pareciera de esa manera, por dentro, ambos estaban confusos y sin saber que era apropiado decir y que no.
El licántropo miraba con curiosidad a Gianna, quien se limitaba a mirar la taza y beber de ella sin observar directamente al inquisidor. Por un segundo la idea de que mostrarse desnudo incomodaba a la italiana surco su mente, pero la notaba tan tranquila que tal fuera otra cosa la que cruzaba por la mente de la inquisidora. Entrecierro los ojos porque la temperatura para él se mantenía agradable, aunque si prestaba atención notaba como la piel de la inquisidora reaccionaba al clima frío.
– Entonces he hecho bien en traerlo, pero es curioso que tengas sueño o al menos me lo parece porque yo no tengo, igual debe ser mi estado lo que impide que sienta tanto cansancio o el frío que tu mencionas – y se lo parecía porque en las misiones muchas veces se solía ir de noche y mantenerse despiertos muchas horas, así que creía, las palabras de Gianna eran una forma de escapar a las preguntas que le parecían incomodas. También las palabras de Astor eran un recuerdo para si mismo sobre las diferencias que existan entre ambos. Ella era resistente y diferente a las demás mujeres, pero eso no dejaba de hacerla humana y en comparación a él, existían grandes diferencias.
Ambos eran dos seres que aunque se hubiesen sincerado durante la noche anterior, no contaron gran parte de su vida y eso hacía que los silencios y las palabras resultaran un tanto incomodas. Aun así, Astor Gray estaba dispuesto a conocer más de ella, eso era lo que más deseaba por aquellos momentos ya que conocerle el cuerpo era satisfactorio, pero cuando se trataba de Gianna eso no bastaba, eso no saciaba la curiosidad que sentía por dentro y por lo mismo es que comenzaba por preguntar no lo más apropiado, pero en aquello que tenía quizás más cercanía como para preguntar. Después de todo, él era el primero en conocer aquel bello cuerpo y las reacciones de la italiana con toda la femineidad que el acto sexual le permitía demostrar. Se le quedo viendo de manera fija, porque le encantaba mirarla y no iba a perderse grabarse la imagen de ella al levantarse por la mañana. Ante la respuesta de la italiana, enarco la ceja y sonrío, cubriendo su sonrisa con la taza que llevaba nuevamente a sus labios para dar un sorbo. Esa era la primera ocasión que escuchaba a alguien decir que la cabeza le dolía por el frío y por lo mismo, le pareció una peculiaridad a indagar un poco más.
– Eso es extraño, ¿no es más bien con el calor que duele la cabeza? al menos eso es lo que yo tengo entendido – esta vez, le sonrió directamente a ella aunque no le mirara aún – Eres peculiar Gianna, y mucho.
No pudo evitar reír ante las preguntas que le hacía ella. ¿Qué trataba de hacer? Desde la perspectiva de Astor o quizás desde la de cualquier hombre embelesado por una mujer, aquellas preguntas se interpretaban como un deseo oculto por parte de ella. En el caso de Gianna, a Astor le decían que no estaba del todo disconforme con la manera en que habían pasado la noche y quizás también una invitación que él no rechazaría en otro momento. Desear a la italiana era sumamente sencillo pero contrario a lo que esperaba él de su mismo, las palabras ajenas le animaron a actuar de una manera mucho más natural con ella y a hablar más sincero, al igual que la noche anterior.
– No tienes cara de desastre, por el contrario, es la cara más hermosa que he visto en una mujer al despertar – se detuvo entonces y su mirada acaricio la piel de Gianna, hasta detenerse en la mordida en su hombro – claro que no tengo punto de comparación para eso pero estoy seguro que aunque lo tuviera, debes ser la más hermosa – con naturalidad, llevo la mano que no sostenía la taza hasta la marca de la mordida y paso un dedo sobre ella – Espero que no duela, no me di cuenta cuando la hice – su lado posesivo había actuado por su cuenta, al punto de dejar aquello en el cuerpo perfecto de Gianna y si bien sus palabras eran una manera extraña de pedir disculpas, la parte más salvaje de él se encontraba satisfecha por dejar en ella una marca visible.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
"Me dolía la memoria,me dolían los ojos, me dolía el espejo en que me miré.
Habían hecho harapos mi amor y mi cordura"
Alejandra Pizarnik
Habían hecho harapos mi amor y mi cordura"
Alejandra Pizarnik
¿Cuánto tiempo duraría más Gray en ese lugar? Gianna esperaba que dijera sus advertencias y partiera sin hacer la situación más difícil de lo que ya era. Pero nada, él se limitaba a beber despacio y a mirarla fijo. Ella por el contrario bebía sorbos largos y lo evadía lo más posible. Eran diferentes en todo sentido y lo demostraban todo el tiempo: En las misiones, en las charlas, en sus cuerpos, en la cama, en el despertar e incluso hasta en la forma de beber un té. Y por supuesto, ellos lo sabían y se mantenían firmes, como si sus posturas fuesen a estar en contra de por vida y lo asimilaran bastante bien.
—Supongo. Mi cuerpo no genera el mismo calor que el de un licántropo. Y tampoco resisto igual como humana, claramente— respondió confirmando apenas la mitad de la frase, omitiendo que se sentía cansada y que por lo mismo quería dormir. Sin mencionar que el sueño era el único capaz de imperdirle por completo pensar en lo que sea que fuere. Ese era el método más efectivo por más que se tratara de una forma de evadir la realidad.
—Quizás a algunos. Aunque lo mío son meras especulaciones. Bien podría ser hambre, producto del sueño, agotamiento, no lo sé. Y tampoco es algo fuerte como para que realmente pueda apuntar a un culpable— aunque tenía ideas más certeras, como el asunto del hambre o la sobrecarga de cosas para ella en el transcurso de la noche. No obstante no estaba dispuesta a ahondar demasiado en ello, total, Astor Gray no era como que se fuera a quedar a desayunar con ella y Gianna tampoco pensaba invitarlo, básicamente porque no iba a darle a entender que quería atarlo como cualquier otra. —No soy peculiar, es sólo que a usted siempre le genera gusto llevarme la contraria— replicó obligándose a mirarlo durante un segundo, otorgando una mirada benévola que sólo pretendía fingir que la italiana no le daba la menor importancia a lo que sucediera entre ellos.
La inquisidora terminó su té y se estiró apenas un poco para poner la taza vacía en la mesa de luz que se encontraba al lado contrario de donde estaba Astor. Ahora tenía las manos libres y lo que hizo fue cruzarse de brazos, sin olvidarse de mantener bien segura la sábana. Y fue entonces cuando Astor le respondió de una manera que quizás ella no esperaba, pero que le daba pie para decirle de una vez por todas que ella no era como las otras. No importaba que le dijera que lucía hermosa, el asunto es que mencionaba en su frase el haber visto a otras mujeres, como si se enorgulleciera de tal hazaña con una y otra —¿De verdad cree que necesita decirme eso? — cuestionó mirándolo a los ojos, hablándole de usted de nuevo, poniendo una barrera pese a todo lo que había sucedido —Sin mentiras, Gray— repitió la frase de la noche que habían pasado y sabía que él iba a entenderlo. O eso esperaba, porque de lo contrario tendría que ser aún más específica.
No así la mano de Astor se acercó a ella y sus dedos acariciaron algo que Gianna no había notado. Como si el tacto del licántropo no le causara la menor sensación, ladeó el rostro y se miró de reojo. La marca de la mordida era bastante clara y la italiana abrió un poco más los ojos como si no esperara tener más huellas que las de la memoria —No lo había notado, ya pasará en unos días. Y tampoco es que vaya a ser importante mientras continúo en casa— dijo restándole importancia al asunto, fingiendo de nuevo que nada sucedía y retiró la mirada de allí, intentando pensar con claridad cómo demonios podría fingir que nada pasaba teniéndolo ahí, y con esa sensación que de nuevo estaba él cada vez más cerca.
—Supongo. Mi cuerpo no genera el mismo calor que el de un licántropo. Y tampoco resisto igual como humana, claramente— respondió confirmando apenas la mitad de la frase, omitiendo que se sentía cansada y que por lo mismo quería dormir. Sin mencionar que el sueño era el único capaz de imperdirle por completo pensar en lo que sea que fuere. Ese era el método más efectivo por más que se tratara de una forma de evadir la realidad.
—Quizás a algunos. Aunque lo mío son meras especulaciones. Bien podría ser hambre, producto del sueño, agotamiento, no lo sé. Y tampoco es algo fuerte como para que realmente pueda apuntar a un culpable— aunque tenía ideas más certeras, como el asunto del hambre o la sobrecarga de cosas para ella en el transcurso de la noche. No obstante no estaba dispuesta a ahondar demasiado en ello, total, Astor Gray no era como que se fuera a quedar a desayunar con ella y Gianna tampoco pensaba invitarlo, básicamente porque no iba a darle a entender que quería atarlo como cualquier otra. —No soy peculiar, es sólo que a usted siempre le genera gusto llevarme la contraria— replicó obligándose a mirarlo durante un segundo, otorgando una mirada benévola que sólo pretendía fingir que la italiana no le daba la menor importancia a lo que sucediera entre ellos.
La inquisidora terminó su té y se estiró apenas un poco para poner la taza vacía en la mesa de luz que se encontraba al lado contrario de donde estaba Astor. Ahora tenía las manos libres y lo que hizo fue cruzarse de brazos, sin olvidarse de mantener bien segura la sábana. Y fue entonces cuando Astor le respondió de una manera que quizás ella no esperaba, pero que le daba pie para decirle de una vez por todas que ella no era como las otras. No importaba que le dijera que lucía hermosa, el asunto es que mencionaba en su frase el haber visto a otras mujeres, como si se enorgulleciera de tal hazaña con una y otra —¿De verdad cree que necesita decirme eso? — cuestionó mirándolo a los ojos, hablándole de usted de nuevo, poniendo una barrera pese a todo lo que había sucedido —Sin mentiras, Gray— repitió la frase de la noche que habían pasado y sabía que él iba a entenderlo. O eso esperaba, porque de lo contrario tendría que ser aún más específica.
No así la mano de Astor se acercó a ella y sus dedos acariciaron algo que Gianna no había notado. Como si el tacto del licántropo no le causara la menor sensación, ladeó el rostro y se miró de reojo. La marca de la mordida era bastante clara y la italiana abrió un poco más los ojos como si no esperara tener más huellas que las de la memoria —No lo había notado, ya pasará en unos días. Y tampoco es que vaya a ser importante mientras continúo en casa— dijo restándole importancia al asunto, fingiendo de nuevo que nada sucedía y retiró la mirada de allí, intentando pensar con claridad cómo demonios podría fingir que nada pasaba teniéndolo ahí, y con esa sensación que de nuevo estaba él cada vez más cerca.
Gianna Castiglione- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
Has estado tan lejos y te he tenido tan cerca...Temo a las distancias.
Alejandro Lanús
Entendía mucho más tiempo del necesario su estancia en aquel lugar. No era necesario que continuara en el hogar de la inquisidora y sin embargo, bebía de manera lenta el té que preparará antes, porque sabía que lo más conveniente era que una vez terminará aquello, saldría de aquel hogar y sería como si nada hubiese pasado. Lo último que Astor Gray era hacer como que entre ellos nada había pasado, porque a pesar de que abandonara aquel hogar, en su mente continuaría presente la noche anterior y en su cuerpo podría reconocer el aroma de la cercanía de Gianna. Quizás en la cercanía con ella buscaba descubrir que se necesitaban ambos, pero no obtendría nada de eso, porque entre ambos surgían palabras apenas necesarias.
– Sí, debe ser entonces mi naturaleza de licántropo lo que me impide sentir muchas cosas – ni siquiera el dolor lo sentía igual que los humanos, otro punto que le separaba un mundo entero de la mujer que permanecía en la cama, con el cuerpo cubierto por una sabana y la mirada esquiva de la del lobo. Astor termino por suspirar, porque cada vez que trataba de probarse a su mismo que no eran tan diferentes y que era probable que en el fondo ambos buscaran en cierta manera lo mismo, la italiana le recordaba que no eran nada parecidos.
– Pensé que si mencionaba el dolor de cabeza era debido a la intensidad con que dolía, pero si dice que no tiene culpable seguro entonces no debe ser nada grave. No será nada por lo que debamos preocuparnos – y lo hablaba en plural porque le era imposible no pensar en ella y en que algo podría pasarle sin que eso le hiciera sentir de una manera muy poco agradable. Hasta esos momentos de su vida el licántropo se había preocupado por muy pocas personas y Gianna entraba en ellas, aunque eso la italiana no lo supiera. Termino por reír ante la manera en que ella aseguraba que siempre buscaba llevarle la contraria y negó con la cabeza antes de siquiera decir algo – por supuesto que no busco siempre llevarle la contraria, es al parecer una peculiaridad más el hecho de que siempre tengamos ideas diferentes en algunas cosas, aunque quizás no en todo – al menos no cuando estaban dejando llevar por el deseo que sentían por el otro y tampoco parecía ser ese el caso cuando ambos hablaban con sinceridad sobre las cosas. Pero en aquellos momentos donde el efecto de lo que fuera que pasará la noche anterior se desvanecía, nuevamente parecía aparecer un muro impenetrable entre ambos, uno que aún así Astor trataba de traspasar.
Gianna terminaba el té mientras el inquisidor hacía más tiempo. Realmente no quería irse de ahí, sino que buscaba aprovechar cada segundo que pudiese en compañía de la italiana. En las palabras que le había dicho, trato de decirle que ella era la primer mujer con quien se quedaba a dormir toda la noche pero, porque no tenía la fuerza suficiente como para decirlo de manera directa. Usaba palabras que al parecer habían terminado por permitir que malinterpretara lo que él trataba de decir y antes de que pudiera decirle algo más, Gianna fue más allá y le llamo por su apellido. Astor entrecerró los ojos y la molesta le lleno el semblante.
– De no créelo necesario no lo hubiera dicho y no te estoy mintiendo – le aseguro mirándole a los ojos y una leve sonrisa apareció en sus labios – Astor Gray jamás se quedo con una mujer hasta el amanecer… al menos no hasta ahora – después de decir aquello dejo de mirarla unos segundos y volvió a su té que cada vez desaparecía más. En parte sabía que era hora de irse, no creía ser más bienvenido en aquella casa donde al parecer a los ojos de Gianna era simplemente un hombre que iba de cama en cama; aquello nunca le molesto, pero cuando se daba cuenta de que ella también le veía de esa forma ahí hasta sentía un arrepentimiento por haberse hecho aquella fama. Con ella no quería tener fama de ningún tipo.
Antes de que otra cosa pasara, la volvía a mirar en y esa ocasión su mano fue a acariciar la mordida que dejara en ella la noche anterior. La italiana planeaba permanecer más tiempo en casa, lo que tranquilizo al licántropo, quien esa noche o a la mañana siguiente salía rumbo a Italia.
– ¿Tu licencia se extiende muchos días más? – preguntaba por la curiosidad y la necesidad de saber si al regresar debía ir a buscarla ahí o tendría después que ir a los cuarteles de la inquisición a verla. Italia le daría mucho tiempo para pensar, se los daría a ambos – Porque de ser así deberas descansar y comer mucho mejor, no me gustaría volver a verte de la manera en que estabas ayer. Sabiendo que puedes llegar a ese estado, nadie se iría tranquilo – y con nadie, se refería a él. Que estaba seguro de que no dejaría de pensar en ella un solo segundo a partir de que abandonara aquel hogar.
Alejandro Lanús
Entendía mucho más tiempo del necesario su estancia en aquel lugar. No era necesario que continuara en el hogar de la inquisidora y sin embargo, bebía de manera lenta el té que preparará antes, porque sabía que lo más conveniente era que una vez terminará aquello, saldría de aquel hogar y sería como si nada hubiese pasado. Lo último que Astor Gray era hacer como que entre ellos nada había pasado, porque a pesar de que abandonara aquel hogar, en su mente continuaría presente la noche anterior y en su cuerpo podría reconocer el aroma de la cercanía de Gianna. Quizás en la cercanía con ella buscaba descubrir que se necesitaban ambos, pero no obtendría nada de eso, porque entre ambos surgían palabras apenas necesarias.
– Sí, debe ser entonces mi naturaleza de licántropo lo que me impide sentir muchas cosas – ni siquiera el dolor lo sentía igual que los humanos, otro punto que le separaba un mundo entero de la mujer que permanecía en la cama, con el cuerpo cubierto por una sabana y la mirada esquiva de la del lobo. Astor termino por suspirar, porque cada vez que trataba de probarse a su mismo que no eran tan diferentes y que era probable que en el fondo ambos buscaran en cierta manera lo mismo, la italiana le recordaba que no eran nada parecidos.
– Pensé que si mencionaba el dolor de cabeza era debido a la intensidad con que dolía, pero si dice que no tiene culpable seguro entonces no debe ser nada grave. No será nada por lo que debamos preocuparnos – y lo hablaba en plural porque le era imposible no pensar en ella y en que algo podría pasarle sin que eso le hiciera sentir de una manera muy poco agradable. Hasta esos momentos de su vida el licántropo se había preocupado por muy pocas personas y Gianna entraba en ellas, aunque eso la italiana no lo supiera. Termino por reír ante la manera en que ella aseguraba que siempre buscaba llevarle la contraria y negó con la cabeza antes de siquiera decir algo – por supuesto que no busco siempre llevarle la contraria, es al parecer una peculiaridad más el hecho de que siempre tengamos ideas diferentes en algunas cosas, aunque quizás no en todo – al menos no cuando estaban dejando llevar por el deseo que sentían por el otro y tampoco parecía ser ese el caso cuando ambos hablaban con sinceridad sobre las cosas. Pero en aquellos momentos donde el efecto de lo que fuera que pasará la noche anterior se desvanecía, nuevamente parecía aparecer un muro impenetrable entre ambos, uno que aún así Astor trataba de traspasar.
Gianna terminaba el té mientras el inquisidor hacía más tiempo. Realmente no quería irse de ahí, sino que buscaba aprovechar cada segundo que pudiese en compañía de la italiana. En las palabras que le había dicho, trato de decirle que ella era la primer mujer con quien se quedaba a dormir toda la noche pero, porque no tenía la fuerza suficiente como para decirlo de manera directa. Usaba palabras que al parecer habían terminado por permitir que malinterpretara lo que él trataba de decir y antes de que pudiera decirle algo más, Gianna fue más allá y le llamo por su apellido. Astor entrecerró los ojos y la molesta le lleno el semblante.
– De no créelo necesario no lo hubiera dicho y no te estoy mintiendo – le aseguro mirándole a los ojos y una leve sonrisa apareció en sus labios – Astor Gray jamás se quedo con una mujer hasta el amanecer… al menos no hasta ahora – después de decir aquello dejo de mirarla unos segundos y volvió a su té que cada vez desaparecía más. En parte sabía que era hora de irse, no creía ser más bienvenido en aquella casa donde al parecer a los ojos de Gianna era simplemente un hombre que iba de cama en cama; aquello nunca le molesto, pero cuando se daba cuenta de que ella también le veía de esa forma ahí hasta sentía un arrepentimiento por haberse hecho aquella fama. Con ella no quería tener fama de ningún tipo.
Antes de que otra cosa pasara, la volvía a mirar en y esa ocasión su mano fue a acariciar la mordida que dejara en ella la noche anterior. La italiana planeaba permanecer más tiempo en casa, lo que tranquilizo al licántropo, quien esa noche o a la mañana siguiente salía rumbo a Italia.
– ¿Tu licencia se extiende muchos días más? – preguntaba por la curiosidad y la necesidad de saber si al regresar debía ir a buscarla ahí o tendría después que ir a los cuarteles de la inquisición a verla. Italia le daría mucho tiempo para pensar, se los daría a ambos – Porque de ser así deberas descansar y comer mucho mejor, no me gustaría volver a verte de la manera en que estabas ayer. Sabiendo que puedes llegar a ese estado, nadie se iría tranquilo – y con nadie, se refería a él. Que estaba seguro de que no dejaría de pensar en ella un solo segundo a partir de que abandonara aquel hogar.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
"No todas las heridas se curan con el tiempo."
¿Qué sentido tendría hablar de lo propio de la licantropía para ese momento? Quizás sería un buen método para cambiar de tema y disimular la realidad con algo que tenían bien claro ambos, sobre todo él. Pero Gianna no encajó las palabras en su mente y sencillamente asintió, frunciendo los labios y sin darle una mirada.
—No, el dolor no es intenso. Usted me preguntó cómo estaba y yo me limité a responder. No puedo responder que bien, pero tampoco es para tanto— masculló omitiendo eso de “Preocuparnos”, porque seguramente era una cuestión de mero formalismo. Como siempre, la italiana tenía un montón de teorías previas para aplicarle a Gray y a cuanto hombre se le cruzara en la vida ¿Qué más podía pensar? Había confiado en uno ciegamente, y este la había traicionado. Y luego se había entregado a otro en el que tenía claro que no se podía confiar desde el principio. Casi se podía decir que ella misma se cavaba la tumba para su confianza y la fe en cualquier otro. —Tal vez sólo me falta conocerlo más para ver hasta qué punto nos contrariamos o no. Ya veremos cómo nos va en las siguientes misiones, si es que coincidimos—. Gianna hablaba como si quisiera alejarlo, aunque sintiera deseos de todo lo contrario. Pero tomaba medidas, las suficientes como para no quedar como la víctima cuando él contara que había sido capaz de llevarse a la cama a la aparentemente apática Castiglione. No sabía si comportarse así serviría o no, pero al menos con él sería suficiente para no inflamarle el ego y hacerlo sentir aún más deseado por cuanta mujer se le cruzaba en la cama y en el camino.
—Bueno— dijo volteando el rostro para observarlo fijamente, justo en el momento en que le pescó la sonrisa en los labios mientras ella seguía pareciendo fría —Quizás no me mienta porque es su percepción y ya. Sin embargo no entiendo porque me dice eso. O mejor ¿Por qué habría entonces de quedarse conmigo? Si es por culpabilidad por el asunto de mi luto no tiene que hacerlo Gray— aclaró certera, sin titubear y sin retirarle la mirada ni un solo segundo. Quizás luciera frágil en ese momento, donde pretendía que una sábana le borrara el recuerdo de su cuerpo en la mente del licántropo, donde se le notaba el agotamiento general en la cara y el frío en la piel, y donde las marcas del paso de Gray se marcaban en su cuerpo con forma de mordidas, pero su carácter se esforzaba por mantenerse en pie muy a pesar del hombre con el que trataba.
Pero mientras decía aquello el que desvió la mirada fue él. La llevó hasta el té, como venía haciendo Gianna antes de terminarlo, pero finalmente era lo mismo. No obstante en el momento en que le acarició la mordida casi sintió quedar desarmada y quiso callar de nuevo, obligarse a no pedirle que se quedara pero más cerca. Sería una completa estúpida si se permitía ceder, de nuevo. Por lo mismo se quedó rígida, al punto que seguramente sería obvio.
—Creo que tengo unos cuatro días más si no me dan algún traslado— explicó dando un dato adicional que era bastante probable. —Supongo que debería comer mejor si realmente planeo sobrevivir a lo que sea que me envíen. Aunque sinceramente dudo que vaya como soldado a nada, al menos durante un tiempo y no precisamente por mi voluntad— ¿Por qué de nuevo se incluía en asuntos de preocupación? Si era por algún sentimiento de culpa o lástima, la italiana esperaba que desapareciera, incluso si jamás volvían a dirigirse la palabra. Aunque claramente ella no entendía muchas cosas y no se atrevía abiertamente a preguntar.
En la mente de Gianna se cruzó una pregunta para sí misma ¿Qué era lo que realmente quería? Por una parte prefería que Astor se callara y terminara por meterse a la cama de nuevo, que se quedara quieto y sólo le permitiera a ella tomar un poco del calor de su cuerpo. Quizás también el no sentirse sola, pero tampoco engañada o presionada, o con el alma desnudada. Pero por otra parte prefería levantarse y hacer las maletas para desaparecer, para olvidarse de todos, de hombres, de bestias, de la inquisición y hasta de sí misma.
—No, el dolor no es intenso. Usted me preguntó cómo estaba y yo me limité a responder. No puedo responder que bien, pero tampoco es para tanto— masculló omitiendo eso de “Preocuparnos”, porque seguramente era una cuestión de mero formalismo. Como siempre, la italiana tenía un montón de teorías previas para aplicarle a Gray y a cuanto hombre se le cruzara en la vida ¿Qué más podía pensar? Había confiado en uno ciegamente, y este la había traicionado. Y luego se había entregado a otro en el que tenía claro que no se podía confiar desde el principio. Casi se podía decir que ella misma se cavaba la tumba para su confianza y la fe en cualquier otro. —Tal vez sólo me falta conocerlo más para ver hasta qué punto nos contrariamos o no. Ya veremos cómo nos va en las siguientes misiones, si es que coincidimos—. Gianna hablaba como si quisiera alejarlo, aunque sintiera deseos de todo lo contrario. Pero tomaba medidas, las suficientes como para no quedar como la víctima cuando él contara que había sido capaz de llevarse a la cama a la aparentemente apática Castiglione. No sabía si comportarse así serviría o no, pero al menos con él sería suficiente para no inflamarle el ego y hacerlo sentir aún más deseado por cuanta mujer se le cruzaba en la cama y en el camino.
—Bueno— dijo volteando el rostro para observarlo fijamente, justo en el momento en que le pescó la sonrisa en los labios mientras ella seguía pareciendo fría —Quizás no me mienta porque es su percepción y ya. Sin embargo no entiendo porque me dice eso. O mejor ¿Por qué habría entonces de quedarse conmigo? Si es por culpabilidad por el asunto de mi luto no tiene que hacerlo Gray— aclaró certera, sin titubear y sin retirarle la mirada ni un solo segundo. Quizás luciera frágil en ese momento, donde pretendía que una sábana le borrara el recuerdo de su cuerpo en la mente del licántropo, donde se le notaba el agotamiento general en la cara y el frío en la piel, y donde las marcas del paso de Gray se marcaban en su cuerpo con forma de mordidas, pero su carácter se esforzaba por mantenerse en pie muy a pesar del hombre con el que trataba.
Pero mientras decía aquello el que desvió la mirada fue él. La llevó hasta el té, como venía haciendo Gianna antes de terminarlo, pero finalmente era lo mismo. No obstante en el momento en que le acarició la mordida casi sintió quedar desarmada y quiso callar de nuevo, obligarse a no pedirle que se quedara pero más cerca. Sería una completa estúpida si se permitía ceder, de nuevo. Por lo mismo se quedó rígida, al punto que seguramente sería obvio.
—Creo que tengo unos cuatro días más si no me dan algún traslado— explicó dando un dato adicional que era bastante probable. —Supongo que debería comer mejor si realmente planeo sobrevivir a lo que sea que me envíen. Aunque sinceramente dudo que vaya como soldado a nada, al menos durante un tiempo y no precisamente por mi voluntad— ¿Por qué de nuevo se incluía en asuntos de preocupación? Si era por algún sentimiento de culpa o lástima, la italiana esperaba que desapareciera, incluso si jamás volvían a dirigirse la palabra. Aunque claramente ella no entendía muchas cosas y no se atrevía abiertamente a preguntar.
En la mente de Gianna se cruzó una pregunta para sí misma ¿Qué era lo que realmente quería? Por una parte prefería que Astor se callara y terminara por meterse a la cama de nuevo, que se quedara quieto y sólo le permitiera a ella tomar un poco del calor de su cuerpo. Quizás también el no sentirse sola, pero tampoco engañada o presionada, o con el alma desnudada. Pero por otra parte prefería levantarse y hacer las maletas para desaparecer, para olvidarse de todos, de hombres, de bestias, de la inquisición y hasta de sí misma.
Gianna Castiglione- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
“A veces deseamos huir de lo que en realidad sentimos y eso termina por engañar a los otros y alejarnos de ellos”
La cercanía que antes sintiera era probablemente solo parte de su imaginación, porque las respuestas a sus interrogantes eran como las que solía recibir antes de aquella noche, antes de que le conociera el cuerpo y viera la fragilidad en la inquisidora. Gianna ponía ante ellos nuevamente una pared y Astor no comprendía el por qué de esa situación. Bien conocía lo que se decía de él, pero ¿No demostró ser diferente con ella al quedarse esa noche? En su mente las cosas eran así, sencillas y claras pero era un hombre y como tal no siempre captaba las cosas como debía. Para dejar en claro eso fueron necesarias las siguientes palabras de la italiana “Me falta conocerlo” había dicho ella y aunque no lo hubiese demostrado más que con una ligera sonrisa, el licántropo se encontraba ilusionado por esas palabras. Tal vez ella mantenía esa distancia por el nerviosismo y pudo creer de esa manera si no fuera porque las siguientes palabras demolieron esa creencia y en su rostro se mostró una mueca de completa frustración.
– Si claro, ya veremos que tal van las cosas en las siguientes misiones – no le llevo la contraria respecto a eso pero al continuar su voz sonó más como un gruñido – si es que coincidimos – tras esas palabras se sintió idiota. ¿Cómo había hecho tan evidente esa molestia? Porque él no tenía realmente nada que reclamarle a ella, nada por que estar molesto y aún así, le afectaba cada palabra de rechazo que captaba de los labios de la inquisidora.
En un intento por demostrar sin ser completamente directo, el interés que tenía en ella, le comento sobre el hecho de que era la única mujer con quien pasaba la noche. Probablemente hubiese sido mucho más conveniente que le asegurara que no planeaba que esa fuera la única noche, pero eso no lo dijo porque ya se veía siendo terriblemente rechazado y en parte deseaba saber que era lo que ella pensaría al respecto ¿Qué le diría Gianna sobre ese comentario? Busco mirarla y sonrió al escuchar lo que le preguntaba, mientras que negaba a lo que ella creía que era el motivo por el cual aún permanecía ahí.
– Es que estar en tu compañía aunque no siempre estemos de acuerdo en las cosas, es la mejor compañía que he podido tener y no me quede contigo por el luto; eso fue en lo ultimo que estaba pensando – y realmente lo era. Había pensado en sus celos, en el hombre que la había desperdiciado y en que deseaba tenerla más de esa manera, pero nunca pensó quedarse por un asunto como culpa, no después de que eso ya había sucedido con una mujer y no había funcionado – así que no pienses de esa manera; existen otros motivos, mejores motivos por los que un hombre se quedaría con alguien como tu.
No sería sencillo mostrarle a Gianna que él no era su ex prometido, pero tampoco sería sencillo alejar todas esas historias que existían sobre él; pese a todo, estaba dispuesto a enfrentarse a todo lo que se interpusiera entre Gianna y él.
–¿Traslado? ¿Le han dado algún indicio de que eso podría pasar? – su voz sonó acelerada, y sus ojos se abrieron más que en otra ocasiones. Definitivamente no había previsto la posibilidad de que ella se fuera pronto de París y dependiendo de su respuesta, debería acelerar el proceso de hacerse ver como el hombre realmente interesado en ella que era – Lo mejor es que no vayas como soldado, eso es cierto pero tampoco creó que sea conveniente que te traslades, menos en estos momentos donde necesitas estar tranquila y un traslado es lo peor que podría suceder ahora– carraspeo porque no sonaba convincente o no al menos para él, aunque esperaba que Gianna lo captara de otra manera – Además, París es un buen lugar y debo decir que yo preferiría estar en este lugar que en cualquier otro lado pero no siempre es posible – se refería al hecho de que quedandose en París podría estar cerca de ella ya que en esos momentos detestaba la idea de tener que dejarla para ir a una misión, porque por algún motivo al verla a los ojos sentía que si no hacía algo, ella se iría para siempre – ¿Vas a quedarte aquí Gianna? – la pregunta salió de manera natural, con una preocupación verdadera y sin duda alguna en la voz del inquisidor. Necesitaba saber que se quedaría al menos los días necesarios para él ir y volver de la misión; después de eso, se prometía decirle a Gianna más de lo que en esos momentos le comentaba.
La cercanía que antes sintiera era probablemente solo parte de su imaginación, porque las respuestas a sus interrogantes eran como las que solía recibir antes de aquella noche, antes de que le conociera el cuerpo y viera la fragilidad en la inquisidora. Gianna ponía ante ellos nuevamente una pared y Astor no comprendía el por qué de esa situación. Bien conocía lo que se decía de él, pero ¿No demostró ser diferente con ella al quedarse esa noche? En su mente las cosas eran así, sencillas y claras pero era un hombre y como tal no siempre captaba las cosas como debía. Para dejar en claro eso fueron necesarias las siguientes palabras de la italiana “Me falta conocerlo” había dicho ella y aunque no lo hubiese demostrado más que con una ligera sonrisa, el licántropo se encontraba ilusionado por esas palabras. Tal vez ella mantenía esa distancia por el nerviosismo y pudo creer de esa manera si no fuera porque las siguientes palabras demolieron esa creencia y en su rostro se mostró una mueca de completa frustración.
– Si claro, ya veremos que tal van las cosas en las siguientes misiones – no le llevo la contraria respecto a eso pero al continuar su voz sonó más como un gruñido – si es que coincidimos – tras esas palabras se sintió idiota. ¿Cómo había hecho tan evidente esa molestia? Porque él no tenía realmente nada que reclamarle a ella, nada por que estar molesto y aún así, le afectaba cada palabra de rechazo que captaba de los labios de la inquisidora.
En un intento por demostrar sin ser completamente directo, el interés que tenía en ella, le comento sobre el hecho de que era la única mujer con quien pasaba la noche. Probablemente hubiese sido mucho más conveniente que le asegurara que no planeaba que esa fuera la única noche, pero eso no lo dijo porque ya se veía siendo terriblemente rechazado y en parte deseaba saber que era lo que ella pensaría al respecto ¿Qué le diría Gianna sobre ese comentario? Busco mirarla y sonrió al escuchar lo que le preguntaba, mientras que negaba a lo que ella creía que era el motivo por el cual aún permanecía ahí.
– Es que estar en tu compañía aunque no siempre estemos de acuerdo en las cosas, es la mejor compañía que he podido tener y no me quede contigo por el luto; eso fue en lo ultimo que estaba pensando – y realmente lo era. Había pensado en sus celos, en el hombre que la había desperdiciado y en que deseaba tenerla más de esa manera, pero nunca pensó quedarse por un asunto como culpa, no después de que eso ya había sucedido con una mujer y no había funcionado – así que no pienses de esa manera; existen otros motivos, mejores motivos por los que un hombre se quedaría con alguien como tu.
No sería sencillo mostrarle a Gianna que él no era su ex prometido, pero tampoco sería sencillo alejar todas esas historias que existían sobre él; pese a todo, estaba dispuesto a enfrentarse a todo lo que se interpusiera entre Gianna y él.
–¿Traslado? ¿Le han dado algún indicio de que eso podría pasar? – su voz sonó acelerada, y sus ojos se abrieron más que en otra ocasiones. Definitivamente no había previsto la posibilidad de que ella se fuera pronto de París y dependiendo de su respuesta, debería acelerar el proceso de hacerse ver como el hombre realmente interesado en ella que era – Lo mejor es que no vayas como soldado, eso es cierto pero tampoco creó que sea conveniente que te traslades, menos en estos momentos donde necesitas estar tranquila y un traslado es lo peor que podría suceder ahora– carraspeo porque no sonaba convincente o no al menos para él, aunque esperaba que Gianna lo captara de otra manera – Además, París es un buen lugar y debo decir que yo preferiría estar en este lugar que en cualquier otro lado pero no siempre es posible – se refería al hecho de que quedandose en París podría estar cerca de ella ya que en esos momentos detestaba la idea de tener que dejarla para ir a una misión, porque por algún motivo al verla a los ojos sentía que si no hacía algo, ella se iría para siempre – ¿Vas a quedarte aquí Gianna? – la pregunta salió de manera natural, con una preocupación verdadera y sin duda alguna en la voz del inquisidor. Necesitaba saber que se quedaría al menos los días necesarios para él ir y volver de la misión; después de eso, se prometía decirle a Gianna más de lo que en esos momentos le comentaba.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
"Destruidos en medio de cualquier parte,
pensativos sin saber qué contarnos
y aquellos, en medio de toda la nada
sin saber qué decir."
pensativos sin saber qué contarnos
y aquellos, en medio de toda la nada
sin saber qué decir."
Gianna no quería más misiones con Astor Gray dada la idea que se había hecho de él, esa que le decía que al otro día las cosas serían como siempre y que, cuando se cruzaran sus caminos dentro de la inquisición, se ignorarían como ya venían haciendo la mayor parte del tiempo. Quizás ese modo de evadir al otro fuera completamente voluntaria y por motivos estúpidos, pero aquello se vería acentuado con más veras cuando ya no se pudieran mirar como siempre. Además, Astor parecía molesto con la idea de compartir de nuevo con ella, por lo que sentía Gianna más deseos de contribuir y acentuar su traslado.
—Entonces voy a empezar a creer que le gusta que le lleven la contraria, no encuentro otro motivo por el que decida quedarse además de sentir lástima o algo parecido— Respondió casi en un susurro, como si hubiera hablado sin sentir el mayor deseo de hacerlo, como si el temor de la respuesta que él le diera fuera mayor a cualquier otra cosa por el momento. Además ¿Por qué más se quedaría Gray? No así, la frase que el licántropo añadió le robó a ella un largo suspiro, más cansado que cualquier otra cosa, aunque sonaba más a resignación —O por sexo— se respondió ella con total crueldad, pero pretendiendo no verse enredada en ilusiones estúpidas que se hiciera ella sola. Era mejor ahorrarle a él la molestia de explicar por qué se había quedado y decirse a sí misma la verdad de las cosas —Pero no volverá a pasar, por si se queda por eso— agregó, sintiendo un nudo enorme en la garganta, con ganas de desaparecer de allí, de salir corriendo a donde sea que fuera. La situación era lo más incómoda posible, y sentía que el ánimo no le daba más, al punto que era más fría a la hora de aclarar las cosas.
—Yo venía sólo por un mes a París y regresaría a Italia. Ese mes se cumplirá en seis días, entonces deberé irme. No quiero permanecer en un lugar que no me pertenece y en el que me sentiré incómoda. Así que quizás pida que me envíen a Alemania o a cualquier otro país diferente. Tal vez pueda estar como soldado en otro lugar, mi situación no afecta en absoluto mi desempeño, Gray. Es más, podría iniciar con una especie de vacaciones en tanto me habitúo a donde sea que me envíen— aclaró, aunque no entendía cómo es que Astor parecía quererla lejos en un momento, y al siguiente ser todo lo contrario. —Yo no sé dónde prefiero estar, pero quizás estar lejos de aquí sea lo mejor. Mi nombre estará en los pasillos de la inquisición pronto, a menos que usted mantenga lo que pasó entre nosotros en silencio. Aunque al parecer nada les es oculto, cada nombre se conoce allí y quienes caen son señalados. Tener lectores de mentes en las filas no es algo demasiado grato— Meditó en voz alta, más para ella que para él, pero siendo de nuevo cortante cuando de decir la verdad se trataba.
¿Cómo debía proceder entonces? Sus ojos fueron a los del licántropo, buscando responder de manera clara lo que él preguntaba de nuevo en ese extraño tono de preocupación que venía usando de tanto en tanto durante esa noche y la mañana que la precedió —No debo quedarme. Pediré mi traslado en menos de tres días y entonces partiré—.
¿Qué quería probar Gianna con esa frase? Era como si se despidiera de Gray, como si a su modo le dijera lo mucho que sabía que él podía dañarla, que iba a hacerlo y que ella no estaba dispuesta a seguirle el juego.
—Entonces voy a empezar a creer que le gusta que le lleven la contraria, no encuentro otro motivo por el que decida quedarse además de sentir lástima o algo parecido— Respondió casi en un susurro, como si hubiera hablado sin sentir el mayor deseo de hacerlo, como si el temor de la respuesta que él le diera fuera mayor a cualquier otra cosa por el momento. Además ¿Por qué más se quedaría Gray? No así, la frase que el licántropo añadió le robó a ella un largo suspiro, más cansado que cualquier otra cosa, aunque sonaba más a resignación —O por sexo— se respondió ella con total crueldad, pero pretendiendo no verse enredada en ilusiones estúpidas que se hiciera ella sola. Era mejor ahorrarle a él la molestia de explicar por qué se había quedado y decirse a sí misma la verdad de las cosas —Pero no volverá a pasar, por si se queda por eso— agregó, sintiendo un nudo enorme en la garganta, con ganas de desaparecer de allí, de salir corriendo a donde sea que fuera. La situación era lo más incómoda posible, y sentía que el ánimo no le daba más, al punto que era más fría a la hora de aclarar las cosas.
—Yo venía sólo por un mes a París y regresaría a Italia. Ese mes se cumplirá en seis días, entonces deberé irme. No quiero permanecer en un lugar que no me pertenece y en el que me sentiré incómoda. Así que quizás pida que me envíen a Alemania o a cualquier otro país diferente. Tal vez pueda estar como soldado en otro lugar, mi situación no afecta en absoluto mi desempeño, Gray. Es más, podría iniciar con una especie de vacaciones en tanto me habitúo a donde sea que me envíen— aclaró, aunque no entendía cómo es que Astor parecía quererla lejos en un momento, y al siguiente ser todo lo contrario. —Yo no sé dónde prefiero estar, pero quizás estar lejos de aquí sea lo mejor. Mi nombre estará en los pasillos de la inquisición pronto, a menos que usted mantenga lo que pasó entre nosotros en silencio. Aunque al parecer nada les es oculto, cada nombre se conoce allí y quienes caen son señalados. Tener lectores de mentes en las filas no es algo demasiado grato— Meditó en voz alta, más para ella que para él, pero siendo de nuevo cortante cuando de decir la verdad se trataba.
¿Cómo debía proceder entonces? Sus ojos fueron a los del licántropo, buscando responder de manera clara lo que él preguntaba de nuevo en ese extraño tono de preocupación que venía usando de tanto en tanto durante esa noche y la mañana que la precedió —No debo quedarme. Pediré mi traslado en menos de tres días y entonces partiré—.
¿Qué quería probar Gianna con esa frase? Era como si se despidiera de Gray, como si a su modo le dijera lo mucho que sabía que él podía dañarla, que iba a hacerlo y que ella no estaba dispuesta a seguirle el juego.
Gianna Castiglione- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
Quédate siempre conmigo, bajo la forma que quieras, ¡vuélveme loco! Pero lo único que no puedes hacer es dejarme solo en este abismo donde no soy capaz de encontrarte.
Emily Brontë
No la deseaba lejos, la quería tan cerca como la noche anterior pero ante cada palabra de ambos, se acrecentaba un abismo entre ambos. Los muros derrumbados volvían a alzarse y no existía nada que pudiese derribarlos por completo, al menos no hasta que fuesen sinceros el uno con el otro y al parecer ese día, no lo serian de manera directa.
– Si eres tu quien me lleva la contraria, claro que si me gusta – admitió sin mirarla en esos momentos. Al licántropo nunca le gustaba perder, no le gustaba que dudaran de él, detestaba que le llevaran la contraria y que no siguieran sus indicaciones al pie de la letra; sin embargo a Gianna, podía permitirle todo. Era la mujer que más le frustraba, con la que más se le complicaba expresarse y con la única que verdaderamente deseaba ser sincero respecto a sus sentimientos.
Astor había dicho que existían más motivos para que se quedara con ella y escuchar de la italiana que era probable que fuera el sexo lo que le mantenía ahí, le hizo mirarle fijamente
–No me he quedado por ese motivo – aseguro con voz firme, casi sintiéndose ofendido de que ella pensara de esa manera acerca de él – Sé a la perfección todo lo que se rumora sobre mi en los pasillos de la inquisición pero no vine aquí buscando simplemente sexo y tampoco he permanecido por ello, así como también soy capaz de asegurarte que ninguno de los motivos que creas me han llevado a permanecer a tu lado, son la verdad detrás de mis acciones – entre abrió los labios para continuar hablando, solo que termino por guardarse las siguientes palabras. Si bien se había prometido explicarle a la inquisidora todo aquello que el pensaba realmente de ella, era consciente de que ese no era el momento indicado; la mente del licántropo aun se encontraba confundida sobre algunas cosas y necesitaba algo de tiempo para organizar sus palabras y que esas no fueran malinterpretadas.
Le fue mucho más evidente que era necesario explicarse de una manera más acertada, en el instante que la italiana hablo sobre el tiempo que se suponía debía permanecer en París y el cual estaba llegando a su fin. Seis días, ese era el tiempo con el que contaba para ir a Italia y después regresar para explicarle la realidad a ella. Ese tiempo era mucho menos del que había requerido para darse cuenta de que la necesitaba, pero era el suficiente para aclararle la mente y después regresar al lado de ella.
– Un traslado más que vacaciones es trabajo. La mudanza, organización y presentación a los cuarteles de la inquisición del sitio al que vayas a irte es todo menos tranquilo – suspiro – y no dudo que seas capaz de desempeñar tu trabajo como soldado, simplemente que considero que lo más conveniente es que te tomes las cosas con calma. Estas apresurando todo Gianna y eso no va a hacerte bien – Se preocupaba por ella y por la posibilidad de perderla por completo. Paso una mano por sus cabellos con frustración y gruñó con molestia ante las siguientes palabras que debió escuchar de ella – Yo no voy a decir nada de lo que ha pasado entre nosotros así que si eso es lo que esta provocando que tomes decisiones tan aceleradas, debes descuidar y los lectores de mentes no serán problema durante unos días. Tu estas aún de licencia y yo saldré fuera atender algunos asuntos así que podrás descansar debidamente sin la preocupación de lo que se enteren y comiencen a hablar – No iba a renunciar fácil a ella, iba a luchar cada segundo que pudiese por mantenerla a su lado y lo estaba demostrando en aquellos momentos – Debes quedarte – se levantó de aquella cama donde se había mantenido sentado ya tanto tiempo, solo para terminar poniendo las manos sobre la cama e inclinarse para quedar más cerca y más de frente a ella – Permanece aquí en París los seis días que faltan para que cumplas el mes – sus ojos se mantenían sobre los de la italiana y su voz daba la impresión de que estaba haciendo una petición de vida o muerte; para él, eso era – Prométemelo y me daré por bien servido, incluso me iré de tu casa, pero necesito que me garantices esos seis días, ¿Puedes? – El momento de irse se estaba acercando, pero no partiría tranquilo sino sabía que a su regreso, ella aún se encontraría en aquel lugar.
Emily Brontë
No la deseaba lejos, la quería tan cerca como la noche anterior pero ante cada palabra de ambos, se acrecentaba un abismo entre ambos. Los muros derrumbados volvían a alzarse y no existía nada que pudiese derribarlos por completo, al menos no hasta que fuesen sinceros el uno con el otro y al parecer ese día, no lo serian de manera directa.
– Si eres tu quien me lleva la contraria, claro que si me gusta – admitió sin mirarla en esos momentos. Al licántropo nunca le gustaba perder, no le gustaba que dudaran de él, detestaba que le llevaran la contraria y que no siguieran sus indicaciones al pie de la letra; sin embargo a Gianna, podía permitirle todo. Era la mujer que más le frustraba, con la que más se le complicaba expresarse y con la única que verdaderamente deseaba ser sincero respecto a sus sentimientos.
Astor había dicho que existían más motivos para que se quedara con ella y escuchar de la italiana que era probable que fuera el sexo lo que le mantenía ahí, le hizo mirarle fijamente
–No me he quedado por ese motivo – aseguro con voz firme, casi sintiéndose ofendido de que ella pensara de esa manera acerca de él – Sé a la perfección todo lo que se rumora sobre mi en los pasillos de la inquisición pero no vine aquí buscando simplemente sexo y tampoco he permanecido por ello, así como también soy capaz de asegurarte que ninguno de los motivos que creas me han llevado a permanecer a tu lado, son la verdad detrás de mis acciones – entre abrió los labios para continuar hablando, solo que termino por guardarse las siguientes palabras. Si bien se había prometido explicarle a la inquisidora todo aquello que el pensaba realmente de ella, era consciente de que ese no era el momento indicado; la mente del licántropo aun se encontraba confundida sobre algunas cosas y necesitaba algo de tiempo para organizar sus palabras y que esas no fueran malinterpretadas.
Le fue mucho más evidente que era necesario explicarse de una manera más acertada, en el instante que la italiana hablo sobre el tiempo que se suponía debía permanecer en París y el cual estaba llegando a su fin. Seis días, ese era el tiempo con el que contaba para ir a Italia y después regresar para explicarle la realidad a ella. Ese tiempo era mucho menos del que había requerido para darse cuenta de que la necesitaba, pero era el suficiente para aclararle la mente y después regresar al lado de ella.
– Un traslado más que vacaciones es trabajo. La mudanza, organización y presentación a los cuarteles de la inquisición del sitio al que vayas a irte es todo menos tranquilo – suspiro – y no dudo que seas capaz de desempeñar tu trabajo como soldado, simplemente que considero que lo más conveniente es que te tomes las cosas con calma. Estas apresurando todo Gianna y eso no va a hacerte bien – Se preocupaba por ella y por la posibilidad de perderla por completo. Paso una mano por sus cabellos con frustración y gruñó con molestia ante las siguientes palabras que debió escuchar de ella – Yo no voy a decir nada de lo que ha pasado entre nosotros así que si eso es lo que esta provocando que tomes decisiones tan aceleradas, debes descuidar y los lectores de mentes no serán problema durante unos días. Tu estas aún de licencia y yo saldré fuera atender algunos asuntos así que podrás descansar debidamente sin la preocupación de lo que se enteren y comiencen a hablar – No iba a renunciar fácil a ella, iba a luchar cada segundo que pudiese por mantenerla a su lado y lo estaba demostrando en aquellos momentos – Debes quedarte – se levantó de aquella cama donde se había mantenido sentado ya tanto tiempo, solo para terminar poniendo las manos sobre la cama e inclinarse para quedar más cerca y más de frente a ella – Permanece aquí en París los seis días que faltan para que cumplas el mes – sus ojos se mantenían sobre los de la italiana y su voz daba la impresión de que estaba haciendo una petición de vida o muerte; para él, eso era – Prométemelo y me daré por bien servido, incluso me iré de tu casa, pero necesito que me garantices esos seis días, ¿Puedes? – El momento de irse se estaba acercando, pero no partiría tranquilo sino sabía que a su regreso, ella aún se encontraría en aquel lugar.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
"Yo viví el amor, como el que muere de una enfermedad con esperanza de vida."
Por momentos se decía que no debía preguntar más, que debía callar y dejarlo partir, sin tratar de hacer más cuestionamientos para alargarle el tiempo allí de modo inútil. Era claro que el licántropo terminaría hartándose y saliendo como alma que lleva el diablo, y que al final de esa mañana, terminarían más alejados que de costumbre, como si la unión de sus cuerpos no hiciera enlace con sus almas, sino que por el contrario confirmara que ellos dos no podían permanecer juntos sin caer en una u otra discusión.
Y eso precisamente parecía ocurrir, porque la volteó a ver con tal seguridad que incluso parecía ofendido, aunque para Gianna eso fuera imposible dada la fama de él, esa que le precedía en su mente una y otra vez durante la noche y aquella mañana. —Cada quien hace su fama y eso es todo lo que tengo. Aunque no tiene que excusarse, no voy a estar detrás de usted, suplicándole que me tome en serio porque me confundí en el fruto de una noche. — se defendió ella de un ataque más imaginario que real, pese a que no sobraba dejar un claro un par de cosas que le reconstruyeran al menos un poco la dignidad que ya había perdido entre lágrimas envueltas en el cuerpo de Astor y las sábanas.
—No necesito estar tranquila, sino ocupada. No quiero exponerme aquí, no voy a tolerar adjetivos que no me gustan y mucho menos a tener que escucharlo gruñendo cada vez que tenga que trabajar conmigo. En cinco minutos lo ha hecho al menos unas diez veces. No soy tonta para notar que algo le molesta. Además, que los lectores de mentes tarden unos días es lo de menos, al final lo sabrán, para eso están allí. — farfulló. No era que le importara lo que pensaran los demás, pero el problema radicaba en que su posición en la inquisición podría tambalear con algo como eso. El papa le llamaría fornicación y ella no tendría excusas. Su carrera era lo único que le quedaba y no quería realmente ponerla en riesgo. Aunque no consideró necesario explicarle tanto a Gray.
El licántropo se levantó, y Gianna dio por hecho que se iría, de no ser porque se inclinó de nuevo, apoyando las manos en la cama y quedando mucho más cerca que antes. Por supuesto la italiana se sintió nerviosa, pero le mantuvo la mirada muy firme, como si no quisiera demostrar nada de nuevo. —Seis días y al séptimo me iré. Con o sin autorización de la inquisición voy a desaparecer de este país al igual que desaparecí de Italia. Aunque no entiendo para qué me pide ese tiempo. Tampoco entiendo sus motivos, ni a usted, de quien dicen que desaparece en las mañanas para luego fingir que no ha pasado nada distinto a querer mantenerlas lejos a todas. Si quiere pedir algo en particular, dígamelo ahora, sin más rodeos que me dejan con una incertimbre peor que la imaginación que me han hecho—.
Lo cierto es que Gianna no actuaba en ese momento como siempre, las emociones la dominaban al punto de hacerla un tanto paranóica con respecto a cualquier hombre. Se sentía sola, decepcionada y con un vacío que necesitaba llenar con lo que pudiera. Lo quería callado, acostándose de nuevo y abrazándola como si no pretendiera irse. Pero su razón le llamaba absurda, ciega por intentar creer de nuevo y buscar la luz en alguien más parecido a un agujero negro.
Y eso precisamente parecía ocurrir, porque la volteó a ver con tal seguridad que incluso parecía ofendido, aunque para Gianna eso fuera imposible dada la fama de él, esa que le precedía en su mente una y otra vez durante la noche y aquella mañana. —Cada quien hace su fama y eso es todo lo que tengo. Aunque no tiene que excusarse, no voy a estar detrás de usted, suplicándole que me tome en serio porque me confundí en el fruto de una noche. — se defendió ella de un ataque más imaginario que real, pese a que no sobraba dejar un claro un par de cosas que le reconstruyeran al menos un poco la dignidad que ya había perdido entre lágrimas envueltas en el cuerpo de Astor y las sábanas.
—No necesito estar tranquila, sino ocupada. No quiero exponerme aquí, no voy a tolerar adjetivos que no me gustan y mucho menos a tener que escucharlo gruñendo cada vez que tenga que trabajar conmigo. En cinco minutos lo ha hecho al menos unas diez veces. No soy tonta para notar que algo le molesta. Además, que los lectores de mentes tarden unos días es lo de menos, al final lo sabrán, para eso están allí. — farfulló. No era que le importara lo que pensaran los demás, pero el problema radicaba en que su posición en la inquisición podría tambalear con algo como eso. El papa le llamaría fornicación y ella no tendría excusas. Su carrera era lo único que le quedaba y no quería realmente ponerla en riesgo. Aunque no consideró necesario explicarle tanto a Gray.
El licántropo se levantó, y Gianna dio por hecho que se iría, de no ser porque se inclinó de nuevo, apoyando las manos en la cama y quedando mucho más cerca que antes. Por supuesto la italiana se sintió nerviosa, pero le mantuvo la mirada muy firme, como si no quisiera demostrar nada de nuevo. —Seis días y al séptimo me iré. Con o sin autorización de la inquisición voy a desaparecer de este país al igual que desaparecí de Italia. Aunque no entiendo para qué me pide ese tiempo. Tampoco entiendo sus motivos, ni a usted, de quien dicen que desaparece en las mañanas para luego fingir que no ha pasado nada distinto a querer mantenerlas lejos a todas. Si quiere pedir algo en particular, dígamelo ahora, sin más rodeos que me dejan con una incertimbre peor que la imaginación que me han hecho—.
Lo cierto es que Gianna no actuaba en ese momento como siempre, las emociones la dominaban al punto de hacerla un tanto paranóica con respecto a cualquier hombre. Se sentía sola, decepcionada y con un vacío que necesitaba llenar con lo que pudiera. Lo quería callado, acostándose de nuevo y abrazándola como si no pretendiera irse. Pero su razón le llamaba absurda, ciega por intentar creer de nuevo y buscar la luz en alguien más parecido a un agujero negro.
Gianna Castiglione- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2014
Re: Segundo Quiebre: La Realidad (Astor Gray)
No era el final, sino el principio de una gran aventura.
Marc Levy
Ella no era una aventura de una noche, Gianna era todo lo que él quería y eso lo sabía a pesar de que la razón dijera que entre ellos no podía existir nada. Eran completamente diferentes y cada que alguno abría la boca para hablar, parecía molestar al otro y sin importar eso, Astor sabía que necesitaba demostrarle a la italiana que a pesar de su mala fama, ella significaba algo serio para él.
– Bueno, no voy a negar que mucho de lo que se dice de mi es cierto pero no todo lo es y espero poder tener la oportunidad de demostrar que no soy el desalmado que todos piensan que soy – al menos no con ella. Con Gianna quería estar tranquilo, olvidarse de todo lo demás y perderse en ella por completo.
Enarcó la ceja al escucharla. La inquisidora no podía estar más equivocada respecto a los motivos por los cuales estaba gruñendo; Gianna no era un molestia para nada, de hecho ella era todo lo contrario, pero como era usual, él no sabía como demostrar las cosas. Un suspiro de frustración salió de sus labios y giró el rostro para mirarle.
– Nadie va a darte adjetivos que no te gusten y contrario a lo que piensas, no estoy molesto por nada y no estoy gruñendo debido a tu presencia – le sonrió – cuando alguien me molesta, le asesino, así que toma eso en cuenta para la siguiente vez que pienses que es de esa manera contigo – y eso que le decía era verdad. Cuando el licántropo no toleraba a alguien, simplemente buscaba la manera de eliminarlo y hacer su vida mucho más llevadera; a la italiana en cambio, quería tenerla cerca, tanto como para decir que ella era suya.
Tenía que irse, era su deber viajar a Italia y aunque sabía que más tiempo en casa de Gianna era retrasar la misión, se acercó a ella, pidiéndole que le garantizara más días en París. Miraba fijamente a la italiana, dispuesto a permanecer ahí hasta que ella le dijera que se quedaría. Astor era terco cuando se trataba de obtener algo que deseaba y con Gianna, no sería la excepción.
– Me parece perfecto – le sonrió estando muy cerca de ella – Seis días es todo lo que necesito – Gray pensaba tardar menos de esos días fuera de París, pero pedía ese plazo porque necesitaba aclarar su mente y buscar las palabras exactas para dejarle en claro a la inquisidora que ella no era un juego para él y que si ella estaba cerca, ya no necesitaba a ninguna otra mujer en su vida. Renunciar a una vida de libertinaje no era definitivamente sencillo, pero él sabía que podía hacerlo. Escuchó aquello que la italiana aún necesitaba decir y una vez que guardo silencio, él le sonrió – No necesito que me entiendas ahora, espero que lo hagas más adelante – estando tan cerca de ella deseaba volver a besarla, pero no lo hizo. Gray se alejo de ella y de aquella cama donde se encontraba para entonces volver a hablar – Si quiero pedir algo, pero es algo tan especifico lo que deseo que necesito pedirlo de una manera que no termine por ser malinterpretada mi intención – contra sus deseos, se arregló la ropa lo mejor que pudo. Astor era malo despidiéndose de las personas, de hecho, era malo casi en todo que tuviese que ver con el contacto sentimental con otras personas así que a modo de despedida observó a la mujer que se encontraba en la cama y le recordó lo que ella garantizaba – Seis días Gianna – caminó entonces hasta la puerta de aquella habitación – y más vale que no pienses siquiera en irte antes – puntualizó antes de cerrar la puerta y poner finalmente una barrera entre Gianna y él.
Estando aún cerca de la puerta, gruño por la frustración de no poder quedarse al lado de ella y sin más que hacer, encaminó sus pasos hasta la salida de aquella casa. Necesitaba apresurarse, terminar la misión en Italia y entonces, regresar al lado de ella y después de que eso sucediera, no la volvería a dejar jamás.
Marc Levy
Ella no era una aventura de una noche, Gianna era todo lo que él quería y eso lo sabía a pesar de que la razón dijera que entre ellos no podía existir nada. Eran completamente diferentes y cada que alguno abría la boca para hablar, parecía molestar al otro y sin importar eso, Astor sabía que necesitaba demostrarle a la italiana que a pesar de su mala fama, ella significaba algo serio para él.
– Bueno, no voy a negar que mucho de lo que se dice de mi es cierto pero no todo lo es y espero poder tener la oportunidad de demostrar que no soy el desalmado que todos piensan que soy – al menos no con ella. Con Gianna quería estar tranquilo, olvidarse de todo lo demás y perderse en ella por completo.
Enarcó la ceja al escucharla. La inquisidora no podía estar más equivocada respecto a los motivos por los cuales estaba gruñendo; Gianna no era un molestia para nada, de hecho ella era todo lo contrario, pero como era usual, él no sabía como demostrar las cosas. Un suspiro de frustración salió de sus labios y giró el rostro para mirarle.
– Nadie va a darte adjetivos que no te gusten y contrario a lo que piensas, no estoy molesto por nada y no estoy gruñendo debido a tu presencia – le sonrió – cuando alguien me molesta, le asesino, así que toma eso en cuenta para la siguiente vez que pienses que es de esa manera contigo – y eso que le decía era verdad. Cuando el licántropo no toleraba a alguien, simplemente buscaba la manera de eliminarlo y hacer su vida mucho más llevadera; a la italiana en cambio, quería tenerla cerca, tanto como para decir que ella era suya.
Tenía que irse, era su deber viajar a Italia y aunque sabía que más tiempo en casa de Gianna era retrasar la misión, se acercó a ella, pidiéndole que le garantizara más días en París. Miraba fijamente a la italiana, dispuesto a permanecer ahí hasta que ella le dijera que se quedaría. Astor era terco cuando se trataba de obtener algo que deseaba y con Gianna, no sería la excepción.
– Me parece perfecto – le sonrió estando muy cerca de ella – Seis días es todo lo que necesito – Gray pensaba tardar menos de esos días fuera de París, pero pedía ese plazo porque necesitaba aclarar su mente y buscar las palabras exactas para dejarle en claro a la inquisidora que ella no era un juego para él y que si ella estaba cerca, ya no necesitaba a ninguna otra mujer en su vida. Renunciar a una vida de libertinaje no era definitivamente sencillo, pero él sabía que podía hacerlo. Escuchó aquello que la italiana aún necesitaba decir y una vez que guardo silencio, él le sonrió – No necesito que me entiendas ahora, espero que lo hagas más adelante – estando tan cerca de ella deseaba volver a besarla, pero no lo hizo. Gray se alejo de ella y de aquella cama donde se encontraba para entonces volver a hablar – Si quiero pedir algo, pero es algo tan especifico lo que deseo que necesito pedirlo de una manera que no termine por ser malinterpretada mi intención – contra sus deseos, se arregló la ropa lo mejor que pudo. Astor era malo despidiéndose de las personas, de hecho, era malo casi en todo que tuviese que ver con el contacto sentimental con otras personas así que a modo de despedida observó a la mujer que se encontraba en la cama y le recordó lo que ella garantizaba – Seis días Gianna – caminó entonces hasta la puerta de aquella habitación – y más vale que no pienses siquiera en irte antes – puntualizó antes de cerrar la puerta y poner finalmente una barrera entre Gianna y él.
Estando aún cerca de la puerta, gruño por la frustración de no poder quedarse al lado de ella y sin más que hacer, encaminó sus pasos hasta la salida de aquella casa. Necesitaba apresurarse, terminar la misión en Italia y entonces, regresar al lado de ella y después de que eso sucediera, no la volvería a dejar jamás.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/04/2013
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