Sweet,Sweet Scandal -Libre-

Señora ¿Acaso nunca en su vida presenció el cuerpo desnudo de un hombre? debe de ser una de esas solteronas amargadas -Chasqueó la lengua, estaba completamente desnudo con un cigarro en los labios, el olor a tabaco se volvía vacuo en algunos momentos, sinceramente odiaba que los vendedores le timaran, estaba seguro de que cuando encontrase a ese chino mentiroso le haría meter esos cigarrillos por su peludo trasero; Escupió el cigarrillo de sus labios y volvió a meterse en el agua, no entendía como las mujeres se escandalizaban o los hombres insultaban cual si estuviesen viendo una obscenidad, un hombre bañándose desnudo no era tanto escándalo como querían hacer creer a la sociedad, todos jodidamente corruptos que se escandalizaban por un hombre mostrando sus posaderas mientras se reían con los dientes de oro a boca llena viendo las orgías que se presentaban por esos sitios.

Su cuerpo se tensó, los músculos se marcaron debido a la frialdad del agua aunque no obstante sirvió para meterse por completo en el agua, el ejercicio le gustaba y no tenía deseos de rodearse en las piscinas con los demás ricos que había por esos sitios y mucho menos recibir los halagos de alguna chica rica que se creía la más hermosa solo por ser la hija de papi; nadó con fuerza incluso con furia para calentar su cuerpo con cada brazada, iba lejos, volvía, se quedaba quieto para volver a nadar en los siguientes minutos cual si estuviera tratando una rutina típica. Por lo menos, dentro del agua no tenía que escuchar las voces molestas de quienes le veían pasar y no debía de preocuparse por el frío que sentía que a medida que pasaba los segundos iba disminuyendo hasta encontrarse en el agua como si fuese una fuente termal.

Salió a la media hora, sí una cosa era que te gustase el agua mientras que otra muy distinta, con lo presumido que era últimamente era permitir que todo su cuerpo se arrugase, aun no era viejo ni tampoco iba a permitir arrugarse como una vieja pasa, de nuevo los sonidos se dividieron pero no eran tan escandalosos ( o eso quería pensar ); con reticencia se cubrió, era un ser humano después de todo, su vida dependía de estar sano para pavonearse ante quienes deseaban su muerte. Se puso los pantalones, éstos se iban humedeciendo mientras metía las manos en los bolsillos buscando la pipa que abultaba en el bolsillo derecho, cuando arañó la madera de ésta con la diestra, se sintió tranquilo, alejado del mundo, para dedicarse simplemente a consentir sus propios caprichos; colocó la pipa en la boca, se diría que era demasiado joven para tener gustos de viejo no obstante, le encantaba el tabaco añejo, era fuerte, con carácter sin añadidos ni modernizaciones afrodisíacas - Bien, ya es hora... -Decía por decir colocándose la camisa, aún podían distinguirse algunas gotas de agua que cubrían su torso, las mangas empezaban a humedecerse desde los hombros hasta las mangas aunque tan solo se creaban formas circulares que ondeaban conforme las arrugas de su camisa deformaban éstas- ¿Hora de que? -se respondió paladeando el aroma a tabaco mientras colocaba de forma adecuada el cuello de la camisa, sus músculos aún estaban tensos debido a los cambios de temperatura que se experimentaba al salir del agua. El humo de la pipa, difuminaba su visión en contenidos segundos, relamiéndose los labios que a pesar de la humedad estaban resecos -

Por recomendación de mi familia, veían aconsejable que si quería ir sola en algún lado fuese siempre acompañada de alguien del servicio. Llevaba días encerrada en el palacete de Marsella y necesitaba disfrutar de aire limpio y salir a pasear - Prepara las cosas - inquirí a la mujer de color que trabajaba en el palacete como mi doncella personal. Dispuse sobre mi cuerpo un vestido de seda bastante sencillo para ser de la Nobleza, pero aún así era elegante en un suave tono crema con detalles en encaje blanco. Sin duda un vestido de lo más apto para los días de calor que habían empezado a mostrarse sin apenas timidez. El carruaje nos dejó cerca de la laguna, primero bajó la joven de color y con su ayuda bajé yo colocándome el vestido. Era un día soleado por lo que tuve que abrir el parasol tejido a mano con algodón y lino en color blanco y empecé a caminar con la chica a mi lado. Ella se detuvo tímida al divisar algo o más bien alguien en la laguna. Miré hacia ella y luego hacia el lugar en el que su mirada se hallaba fija. Sonreí levemente- Tranquila, no es más que un hombre. - dije tranquilizadora. La chica en cuestión había sido una esclava de la cual habían abusado físicamente desde niña. Por ello fue que decidí elegirla a ella sobre otras sirvientas más cualificadas. La trataba bien, e intentaba ser lo más gentil posible con ella. Me acerqué sin hacer mucho ruido hasta el caballero que se encontraba semidesnudo y me situé a su lado mirando hacia el lago con una suave sonrisa en los labios. La sirvienta se mantuvo por detrás de nosotros- Parece ser que por fin el sol ha dejado de ser tímido. - miré al caballero que había a mi lado. Entrecerré los ojos, su rostro me resultaba familiar quizás de alguna fiesta o evento social de la clase alta- Disculpe monsieur, ¿nos conocemos? - pregunté ante la duda.