Sweet premonition -Libre-

por **Axter Moureau** Sáb Ene 17, 2015 12:15 pm

- La sonrisa socarrona que brotaba de las comisuras de sus labios, parecía dispuesta a insultar a quienes por lo pronto estaban decaídos, más que un insulto podía tomarse aquello como una provocación pues minutos después había "desflorado" a una de las mujeres que con tanto descaro le había seguido desde que le había visto de un mercado, le preguntó si creía en el amor a primera vista a lo que, como es obvio él respondió que no, su único credo era bajarse la cremallera cuando era el momento oportuno, así que como un absurdo papel de novela ella se hizo la inocente, él ¿para que desaprovecharlo? se coló entre sus piernas golpeando las caderas contra la piedra, la pared y cualquier cosa que sirviese para apoyar el cuerpo de la muchacha. Un estremecimiento bloqueó aquella felicidad cuando una gota de sudor fría golpeó desde la nuca hasta la espalda, no era de extrañar dado que la temperatura no era la más agradable para ir con ropas propias del verano, sin embargo, hoy se había despertado con ganas de sentir el viento.

"Así me resfríe o muera en un intento por cumplir mi capricho" se dijo a sí mismo, a la par que volvía a brotar la sonrisa en sus labios aunque ésta era un poco más elegante incluso masculina, como única sospecha de resignación se abrochó los botones de la camisa que se pegaban al cuello, Axter había optado por un traje informal, no le apetecía vestir con traje y corbata, mucho menos del sombrero que nunca dejaba de ser un somero adorno que le aportaba lo mismo tanto dentro como fuera de su hogar, es decir, absolutamente nada. De todos modos, el sonido que hacía la tela al friccionar con cualquier movimiento le provocaba otra tenue satisfacción, sus gustos eran vulgares así se referían a él cuando le miraban. Ahora estaba aburrido, de nada había servido el "ejercicio" practicado antes, se lamió los labios, provocando otro ramalazo de frío cuando tras volver a meter la lengua en la boca, la brisa empezó una vez más a reírse de él.

No podía competir contra la naturaleza, aunque de haber podido se habría asegurado su victoria, dejando a un lado las necesidades propias de su estado vegetativo de aburrimiento" le estaban provocando, su curiosidad se centró en un sitio, había gente elegante, parecía una de esas obras de teatro que siempre asistía para cortejar a alguna mujer o para tomarse las manos con un desconocido solo porque sí, no obstante, no podía asegurar que fuese igual que esos sitios a los que había entrado, se sentía mirado, observado, incluso aunque le importase más bien poco que le mirasen por encima del hombro no le provocaba demasiada cortesía el atrevimiento de algunas miradas, así que, quizás por eso que llamaba el inútil orgullo varonil compró su entrada pagando el doble del dinero que le habría costado para dirigirse, ante la mirada de muchos al interior. "Joder" se reclamaba para sí "debería de haber pagado el triple" y con ese pensamiento tan poco sutil se sentó en su asiento, con las piernas cruzadas tomó el panfleto en sus manos, aunque más que mirarlo al final acabó mirando a quienes le miraban, altivo, orgulloso, egocéntrico, sin deseos de bajar la mirada ante nadie-

por **Rouge Höffer** Lun Ene 19, 2015 3:04 pm

Fanfarronería. El teatro y las obras expuestas en el recinto, son sólo un reflejo de la vida cotidiana, por más fantasioso, lúgubre o perturbador que sea, siempre hay una verdad escondida detrás de cada escena. ¿Qué mejor que ese sitio para leer a sus víctimas? El hombre, en un ambiente que se cree controlado, baja la guardia y, cuando nada está en su lugar, se pierden los estribos y reina el caos. A Rouge no le sorprende en lo absoluto, toparse de lleno con la sonrisa burguesa en los rostros de gente que le debe su vida al benefactor. Miradas de autoritarismo falso. Frases arrogantes y movimientos gráciles que enmascaran su podredumbre interior. ¿Quién está más jodido? En ese momento, todos estaban en el mismo nivel que ella. El felino, observador y curioso, prestó atención a solo aquellos que no había visto antes, a las personas que apestaban a metal oxidado, o tal vez a esencias de azar, lavanda o vainilla. Ellos serían sus víctimas.

La conmoción se hizo presente cuando un hombre de dudosa gentileza, pagó el doble por su maldita entrada, haciéndose respetar por el resto y mofándose de su suerte adinerada. Lo que él no entendió en ese momento, es que aquel acto, le costaría la tranquilidad de su velada.

Las patas del animalejo –el cual asemeja más una rata que un felino-, se movieron rápidamente por el dintel de las ventanas, saltando una a una y esquivando los vacíos. Fueron sus garras las que le ayudaron a subir entre los pilares y las estatuillas que adoquinan la construcción. Los enormes ventanales, en su interior, poseían esas características cortinas rojas con decoraciones en tonos dorados. Una digna imitación de los palacios. A Rouge no le fue difícil escabullirse en medio de un cristal roto y un pasillo diminuto en el antiteatro. Una vez ahí, se escondió en las sombras, esperando a que el elenco abandonara el lugar y se postrara en el escenario a hacer lo propio.

Asomándose por una de las esquinas, observó al público, pero más específicamente buscaba al despilfarrador en alguno de los palcos. Y, como acto reflejo, sonrió al encontrarlo ensimismado en sus propios y arrogantes pensamientos, en el segundo privado de la derecha.

Robando vestuario de la obra, dejó su forma animal para volverse mujer en los baños del teatro. El vestido no era el mejor de todos, a decir verdad, carecía de gracia, pero no pudo haber escogido mejor el color de la prenda, pues el tono verdoso de este hacía que lo pálido de su piel, resaltara en contraste con el fuego de su melena. Tomó un par de pasadores y atoró mechones de su cabello por aquí y por allá, quien dijo que una bestia no sabe arreglarse, mentía. Admiró su reflejo en el espejo, y lejos de parecer un salvaje, Rouge había dado con el clavo, se veía realmente digna de la clase alta. Sonrió y pellizcó sus mejillas para que estas tomaran el color rosado que caracteriza a las jóvenes casaderas. Estaba lista…. O al menos eso parecía si no levanta las faldas del vestido, pues bajo los listones, sus pies descalzos rompen con la ilusión que había conseguido.

Sin prestar mucha atención a los demás, recorre los pasillos. Sube las escaleras de la recepción y aparenta llegar con sus entradas en la mano. Simple basura que recogió en el camino. Tímida, se quedó atrás, esperando a que todos ocuparan su asiento. Adivinando si su objetivo iba solo, acompañado, o simplemente con su guardia personal. No había nadie. –Pobre infeliz- Musitó socarronamente, pues la pelirroja había aventurado ya, todo lo que podría o no hacerle. Con el frío de las lozas de madera bajo sus pies, abrió la puerta del palco donde él se encontraba. Deslizó su desnuda plantilla hasta la alfombra y se sentó sin más nada al lado de este. –Pero que descaro. Se supone este sitio había sido reservado sólo para mi designio. ¿Qué hace usted aquí? Oh. Debe de haber un error.- Su acento, sus palabras e incluso la forma de sus movimientos. Todo en ella parecía indicar que se trataba de una mujer con clase, sólo esperaba que él no viese por debajo del vestido, y si lo hacía, entonces tendría que acelerar un poco su jugada. Pero a Rouge le gusta preparar la escena y divertirse en el acto, si no ¿Qué chiste tendría tanta preparación? Pudo haberlo asaltado al salir del teatro, ¿O no?

por **Axter Moureau** Mar Ene 20, 2015 10:40 am

- La mayor parte de las personas le miraban de reojo otros en cambio parecían adivinar sus intenciones cuando inclinaban la cabeza, él respondía con cierta ironía mientras contemplaba algún que otro bufido, una mirada ausente, otras que simplemente se dejaban adivinar y cuando eran cazadas se giraban a otro lado. No tardó demasiado tiempo en estar aburrido, ¿que diablos estaba haciendo allá? había venido porque no paraban de mirarle como si fuese un ser inferior algo que siempre había odiado, sí, el orgullo masculino le había podido aun cuando había momentos en los que le importaba una soberana mierda quien le mirase o que intuiciones tenía, esta vez, él, chasqueó lo dientes mientras se peinaba los cabellos con la yema de los dedos de la diestra, que incluso parecía juguetear con los mechones de éste; No tenía un cabello que destacara en exceso por su orden, pero sí acentuaba el atractivo de sus rasgos, por eso, no se dedicaba mucho tiempo a peinarlo, sino más bien lo contrario había tomado incluso la costumbre de despeinarlo incluso, claro que para los bailes a la sociedad no es que tuviese otra opción sino que colocar una de esas prendas que tanto odiaba, un sombrero. No pensó más en esa idiotez así que continuó mirando hacía la gente, con ademanes más que ociosos, se fijó en una pareja que estaba sonriendo de forma coqueta entre sí.

Se dedicó unos segundos de su tiempo a rememorar a aquella mujer que había tomado en uno de los callejones, no había sido demasiado limpio pero no es que le importara demasiado cuando se trataba del sexo. Fue en ese preciso momento cuando la voz de una mujer interrumpió sus pensamientos, aunque, lejos de dedicarle más de una mirada, se quedó como si estuviese en su propia casa, con las rodillas separadas, la espalda en el respaldo de la silla que había adivinado como cómoda por lo menos- Eres demasiado ruidosa, ¿Te lo han dicho alguna vez? -mencionó con cara de pocos amigos, se dijo con razón que debería de portarse un poco más adecuado a su status, al menos con las mujeres debía de disimular pero no le importaba mucho si era un hombre o mujer, así que giró el rostro, al fin, pudo contemplar a aquella mujer, dejando la mano diestra en el mentón el cual elevó casi con entretenimiento hasta divisar a aquella mujer- Seguro que la que ha cometido un error eres tu -sonrió casi de forma divertida, mientras se adivinaba un brillo malicioso en sus orbes-¿Porque no llamamos al revisor? claro que aunque no viniese y este en un hipotético caso fuese tu asiento, no me movería -fue sincero, a pesar de estar aburrido y lo más probable es que se fuese en el descanso no daba a entender que le daría o regalaría la entrada a quien quisiera.

Por ello, se quedó mirándola de nuevo, el color pelirrojo le encantaba, era uno de aquellos fetiches que muchos hombres tenían ya que la era de las morenas o de las rubias iba desvaneciéndose para dejar a las pelirrojas arrasar con todas las fantasías de los hombres, el vestido, la sonrisa, el movimiento de sus manos era incluso divertido como parecía querer expresar con las manos lo que acompañaba con palabras, aún así, dejó de reírse- Ya se, ¿porqué no te sientas en mi regazo? aunque no sabría decir quien de los dos acabaría estando más cómodo -Bostezó de nuevo, la gente, parecía mirarle con cierta molestia, todo estaba empezando a ser silencioso, aunque ellos dos estaban hablando, bueno, quería decir que él estaba hablando porque no se había detenido en ningún momento, encontrando al fin algo que podía hacer hasta que empezara la función, pero debía de ser realista, dudaba que hubiese un error por la parte suya, sin embargo, no quería que le echaran de aquel sitio por estar pegando berridos con aquella mujer, así que simplemente se levanto y se sentó en el suelo, apoyando la espalda en una de las paredes, viendo aún desde su posición parte del escenario y arqueó la ceja se dirigió con cierto descaro hacía la mujer-

Si no quieres que te vea lo que tienes debajo de las faldas, siéntate antes de que me hagas enojar -apoyó la mejilla en la fría pared, mientras miraba con indiferencia como estaban pidiendo silencio o como llegaban los últimos rezagados, se alisó la ropa, aunque era un sitio de clase alta, no podía evitar ver como algunas zonas estaban cubiertas de polvo, seguramente ese teatro más que preocuparse por el polvo se preocupaba de las apariencias, sacó un cigarrillo de los labios, de nuevo lo colocó en su boca, se maldijo de nuevo, a lo largo de menos de una hora había maldecido más que durante todo ese día, habría deseado tener una botella de licor, bebiendo y tragando, si hubiera sido en el burdel habría sido sin duda la mejor parte, en cambio ahí estaba, con una mujer a la que ni conocía, que le acusaba y lo peor de todo es que era tan hermosa, que indiferentemente quería "meterse" con ella, no bajo sus faldas, sino bromear, hacerle rabiar para después irse sin haber aprendido su nombre que a pesar de la belleza de esta, no es que le importase demasiado- Shh va a empezar -reacciono, mirando fijamente los ojos de la mujer-

por **Rouge Höffer** Lun Mar 16, 2015 11:41 am

Si existe en esta vida algo interesante, es toparse con un ente que, sin pretenderlo, alimente la locura ajena. Mordiendo sus labios en súplica quizá lasciva, Rouge aventuró su mirada hasta la entre pierna del joven. ¿Por qué ahí precisamente, por qué no apreciar mejor su rostro y perderse en la beldad masculina? Sencillo, aquel hombre de apariencia dudosa y sombría ha dejado en claro quien es el macho y quien debe de obedecer a sus órdenes. Lejos de sentirse ofendida por las zánganas palabras del sujeto, le fue extremadamente divertido, por lo que su carcajada se escuchó más allá del palco en el que se hallaban. Rápidamente, alguien ajeno a la situación chistó, deseaba que el ruido que ambos habían elaborado, cesara pues la obra se encontraba en pleno apogeo. A la pelirroja no le importó, total no sería la primera vez que la sacasen a patadas de un lugar, menos su primera experiencia siendo cazada.

Asintió a su propuesta, en acto seguido apoyó sus brazos sobre los hombros del joven y sus posaderas cayeron pesadamente sobre las piernas ajenas. La única diferencia entre una dama de alcurnia y Rouge, era la decencia, quizá ni siquiera esto. Las manos de la pelirroja rodearon el cuello del ignoto, desenvolviendo su papel seductor y al mismo tiempo agreste. No tenía modales, aunque los hubiese estudiado y la copia fuese exacta, para ella la sencillez de los actos radicaba en lo pueril que pueden llegar a ser. Fue entonces su rostro el que se detuvo a escasos centímetros del otro, y así mismo, sus propios labios los que rosaron sólo la comisura de los opuestos. –Casi siempre me lo dicen estando en la cama- Acarició la nuca del joven y al término de aquel siniestro susurro se levantó de su regazó. –Y por mi comodidad, no se preocupe, que bien podría ponerme cómoda en el suelo y retirándome este corsé que me sofoca- Con la ceja en lo alto, observó los movimientos casi infantiles del joven. ¿Qué edad tendría realmente? Los rasgos endurecidos de su rostro, lo hacen ver más grande de lo que en verdad debe de tener, pues el aroma que despedía su cuerpo era mucho más jovial que el propio, pero por supuesto, Rouge y su apariencia son un engaño.

Se preocupó al escuchar algo sobre sus faldas, incluso pudo verse un vestigio efímero de su aceleración cardiaca en su semblante. Sin embargo, su astucia y experiencia con las situaciones fuera de control, la habían vuelto una experta en desviar la atención de las personas hacia otro tipo de acontecimientos. A gatas, se arrastró por el suelo hasta pretender acorralar al joven contra la pared. –¿Seguro que sólo quiere ver lo que escondo debajo de las faldas o prefiere admirar el escenario por completo?- Toma con una de sus manos el mentón ajeno y lo atrae hasta ella al punto de la intimidación. –Pero tiene razón, no quiero hacerlo enojar. Sabrá dios las cosas terribles que se le pueden ocurrir para hacer…- Se retiró de golpe sin apartar la vista de los orbes contrarios. -O hacerme, eso es aún más aterrador- Musitó con mueca burlesca, altiva y retadora.

Al ponerse de pie, su mirada se pierde en el escenario, donde los actores han señalado un punto entre el auditorio, de no ser porque aquella puesta en escena la reconocía casi de memoria, habría saltado del susto al sentir la acusación hacia a ella. Sonriendo de medio lado, optó por sentarse en la butaca que, tan amablemente, se le había cedido.

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