AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Acaso mencionaste que querías acción? [Meredith]
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¿Acaso mencionaste que querías acción? [Meredith]
Se dijese lo que se dijese, los dragones eran hombres de guerra y el hecho de que estuviesen destacados en el interior de París, con el fin de ayudar a resguardar el orden y de servir como fuerza de guardia del rey, no los convertía en policías como cualquier otro. Por ello, era que también precisamente los dragones carecían del ya de por sí poco tacto de los policías de la ciudad, quienes en ocasiones podían hacer la vista gorda en ciertos asuntos "menores" con tal de evitar que escalaran los conflictos , ellos en cambio no perdían oportunidad de verse envueltos en un combate si es que hallaban una justificación. Así fue que la mera inspección a una taberna desembocó, afortunadamente en parte, en que se formase una pequeña turba que en realidad no eran más que los mismos ladrones y malvivientes que utilizaban ese lugar como tapadera y refugio para no levantar sospechas, mismo grupo que era conocido y al que habían estado buscando desde hacía tiempo. Obviamente las noticias llegaron a Maximilian y en minutos ya avanzaba una columna formada por una docena de dragones rumbo al lugar donde solo una patrulla de éstos mismos se estaba viendo superada numéricamente.
Claro, el hecho de haber hecho este mismo trabajo hacía ya diez años, le permitía saber que lo que en realidad tramaban los sujetos era que en vez de huir y arriesgarse, tomarían ventaja de la ignorancia del pueblo y buscarían llevarlos a la formación de un disturbio mientras ellos escapaban con sus botines y pertenencias. —¡Detened esta locura en nombre del rey!—. Ordenó en voz alta, miró al grupo de maleantes que no hacía ademán de replegarse y en el acto desenvainó su sable.— ¡A la carga!— Gritó, lanzándose el escuadrón de jinetes sobre el grupo de criminales, barriendo con la mayoría en solo el primer choque y provocando su desbandada inmediata, a la vez que establecían un perímetro alrededor de la patrulla antes acorralada. Obviamente no todos escaparon en el acto y a él mismo le tocó recibir la puñalada de una botella quebrada en la pierna, arrancándole un grito de dolor e ira. Llegaba entonces el turno de aprehender a tantos como fuese posible para que así recibieran el castigo que dictase la justicia. Maximilian por su parte se abalanzó sobre uno de los ladrones que huían del nido como ratas de un barco que se hunde, saltó sobre él desde el caballo y en un instante yacía éste en el piso, inconsciente. Golpeó con la empuñadura de su espada a otro y lo hizo caer de bruces.
La herida de su pierna ni siquiera le dolía y con el fragor de la lucha, se lanzó por un callejón atrás de otro hombre, dándose vuelta éste y enseñando una pistola, ante lo que el oficial respondió desenvainando su sable y acercándose con éste en ristre mientras gritaba advertencias y órdenes de rendición, sin percatarse de que desde su espalda, un segundo sujeto se aproximaba blandiendo una navaja.
Claro, el hecho de haber hecho este mismo trabajo hacía ya diez años, le permitía saber que lo que en realidad tramaban los sujetos era que en vez de huir y arriesgarse, tomarían ventaja de la ignorancia del pueblo y buscarían llevarlos a la formación de un disturbio mientras ellos escapaban con sus botines y pertenencias. —¡Detened esta locura en nombre del rey!—. Ordenó en voz alta, miró al grupo de maleantes que no hacía ademán de replegarse y en el acto desenvainó su sable.— ¡A la carga!— Gritó, lanzándose el escuadrón de jinetes sobre el grupo de criminales, barriendo con la mayoría en solo el primer choque y provocando su desbandada inmediata, a la vez que establecían un perímetro alrededor de la patrulla antes acorralada. Obviamente no todos escaparon en el acto y a él mismo le tocó recibir la puñalada de una botella quebrada en la pierna, arrancándole un grito de dolor e ira. Llegaba entonces el turno de aprehender a tantos como fuese posible para que así recibieran el castigo que dictase la justicia. Maximilian por su parte se abalanzó sobre uno de los ladrones que huían del nido como ratas de un barco que se hunde, saltó sobre él desde el caballo y en un instante yacía éste en el piso, inconsciente. Golpeó con la empuñadura de su espada a otro y lo hizo caer de bruces.
La herida de su pierna ni siquiera le dolía y con el fragor de la lucha, se lanzó por un callejón atrás de otro hombre, dándose vuelta éste y enseñando una pistola, ante lo que el oficial respondió desenvainando su sable y acercándose con éste en ristre mientras gritaba advertencias y órdenes de rendición, sin percatarse de que desde su espalda, un segundo sujeto se aproximaba blandiendo una navaja.
Maximilian Bernadotte- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/04/2015
Localización : París, Île-de-France
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Re: ¿Acaso mencionaste que querías acción? [Meredith]
Si algo inexplicable tiene Paris, es la cantidad de bandidos y ladrones que habitan en ella. Bueno…en cierto modo era explicable. Las cosas iban mal. Había pobreza por todos los rincones, y, personalmente hablando, nadie recibía una mísera ayuda de nuestro gobernante, de nuestro monarca. Es mas! Lo que se veía por las calles, era su guardia personal, la guardia del rey, o policías…o…bueno, un cúmulo de gente que, si mas no, se dedicaba a crear disturbios entre nuestra sociedad.
Bandidos y ladrones se escondían en callejuelas o en alguna taberna de bajo coste, situada en los suburbios de Paris. Por mi parte, no solía frecuentar esos lares, pero de vez en cuando, tenía que hacer el reparto a última hora de la tarde. El panadero estaba anciano ya, y me mandaba ir a repartir el pan encargado y ya pagado de cada una de esas tabernas. El pan lo vendían de buena mañana, o incluso aquella misma noche.
Jamás pensé que podía ver tal cosa cuando giraba una esquina. Oía caballos relinchar, y pasar detrás de mi, persiguiendo a gente que no conocía de nada. Me apoyé contra la pared y vi como uno de aquellos guardias se abalanzaba contra uno de los bandidos. Finalmente, quedó rodeado en un callejón. Vi su pierna, sangraba, estaba herido. Solté el pan de repente y gemí del espanto. Alguien por detrás se acercaba con una navaja.
-Por detrás! Tiene una navaja!
Me arrepentí justo en aquel momento de haber abierto la maldita boca. El personaje de la navaja me miró furioso e hizo una seña. En nada, me cogieron del brazo y me empujaron contra el guardia. Me separé levemente y miré a mis alrededores. Nos habían rodeado.
-Porque siempre me meto en líos…maldita sea…
Bandidos y ladrones se escondían en callejuelas o en alguna taberna de bajo coste, situada en los suburbios de Paris. Por mi parte, no solía frecuentar esos lares, pero de vez en cuando, tenía que hacer el reparto a última hora de la tarde. El panadero estaba anciano ya, y me mandaba ir a repartir el pan encargado y ya pagado de cada una de esas tabernas. El pan lo vendían de buena mañana, o incluso aquella misma noche.
Jamás pensé que podía ver tal cosa cuando giraba una esquina. Oía caballos relinchar, y pasar detrás de mi, persiguiendo a gente que no conocía de nada. Me apoyé contra la pared y vi como uno de aquellos guardias se abalanzaba contra uno de los bandidos. Finalmente, quedó rodeado en un callejón. Vi su pierna, sangraba, estaba herido. Solté el pan de repente y gemí del espanto. Alguien por detrás se acercaba con una navaja.
-Por detrás! Tiene una navaja!
Me arrepentí justo en aquel momento de haber abierto la maldita boca. El personaje de la navaja me miró furioso e hizo una seña. En nada, me cogieron del brazo y me empujaron contra el guardia. Me separé levemente y miré a mis alrededores. Nos habían rodeado.
-Porque siempre me meto en líos…maldita sea…
Meredith Deveraux- Humano Clase Baja
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 19/03/2015
Re: ¿Acaso mencionaste que querías acción? [Meredith]
Afortunadamente para Maximilian, era precisamente una de las pocas personas en París que de toparse en un callejón con un bandido, tenía la seguridad, éste último sería el que debía temer por su integridad. Miró al delincuente con diversión, sabía que éstos estaban más preparados para intimidar y sustraer los bienes con rapidez enseñando sus armas que para llegar realmente a su uso, particularmente cuando eran de fuego y más todavía cuando para Maximilian la oscuridad del lugar no era un obstáculo a su visión.
Estaba listo para atacar, una estocada rápida y pondría rápido fin a la existencia del miserable, tuviese o no un arma de fuego entre ellos, le harían falta varias más siquiera para detenerlo. Inhaló una última vez y dio un nuevo paso al frente cuando hasta sus oídos llegó la advertencia a manera de grito de que un segundo adversario se aproximaba. —Cuidado—. Le advirtió a la joven cuando ésta fue a dar contra él, sujetándola firmemente desde la manga de su vestido.
Las cosas se habían complicado un tanto, él solo se bastaba para acabar con ambos en un parpadeo pero la presencia de alguien inocente lo obligaba a a velar por su seguridad a la vez que se ocupaba de los dos sujetos, tendría que actuar rápido. —Al suelo, ¡Ya!— Gritó, jalando de su vestido hacia el suelo con fuerza mientras se interponía en la línea de tiro del pistolero y le arrojaba su sable al hombre con la navaja, clavándose éste en su pecho y oyéndose un poderoso alarido de dolor.
Entonces sonó el estruendo y una familiar sensación recorrió su hombro derecho, la quemazón de los restos de pólvora aún ardiendo en torno a la herida provocada. Aprovechó la ira que ello le provocaba y saltó sobre el criminal, armado simplemente con sus manos, levantándolo desde el cuello y desatando toda su furia animal al arrojarlo encima su compañero que sangraba profusamente. Él por su parte no dejaba de aportar con una porción de su sangre que manaba desde la herida en su hombro, tiñendo una aureola oscura el verde de su uniforme alrededor de la zona desde donde había recibido el disparo. Levantó entonces a ambos hombres, uno con cada mano, y los acercó a su rostro, mirándolos con furia.— En nombre de vuestra majestad, Nigel I de Francia, os condeno a ser ejecutados—. Sentenció, sacando el largo sable de caballería desde el vientre de uno de los hombres antes de arrojarlo al piso y proceder a poner el mismo en el cuello de su compañero, acabando con su vida en el acto. Claro, todo ésto lo hizo intentando dar siempre la espalda a la joven, no quería que tuviese que apreciar tamaño espectáculo.
—Madame, debo pediros que me acompañéis—. Le solicitó, quitándose un guante negro, algo ensangrentado, y ofreciendo su mano, ahora desnuda, a la joven de cabello rubio que podría haberle salvado la vida con su grito, arriesgando la propia al mismo tiempo.
Estaba listo para atacar, una estocada rápida y pondría rápido fin a la existencia del miserable, tuviese o no un arma de fuego entre ellos, le harían falta varias más siquiera para detenerlo. Inhaló una última vez y dio un nuevo paso al frente cuando hasta sus oídos llegó la advertencia a manera de grito de que un segundo adversario se aproximaba. —Cuidado—. Le advirtió a la joven cuando ésta fue a dar contra él, sujetándola firmemente desde la manga de su vestido.
Las cosas se habían complicado un tanto, él solo se bastaba para acabar con ambos en un parpadeo pero la presencia de alguien inocente lo obligaba a a velar por su seguridad a la vez que se ocupaba de los dos sujetos, tendría que actuar rápido. —Al suelo, ¡Ya!— Gritó, jalando de su vestido hacia el suelo con fuerza mientras se interponía en la línea de tiro del pistolero y le arrojaba su sable al hombre con la navaja, clavándose éste en su pecho y oyéndose un poderoso alarido de dolor.
Entonces sonó el estruendo y una familiar sensación recorrió su hombro derecho, la quemazón de los restos de pólvora aún ardiendo en torno a la herida provocada. Aprovechó la ira que ello le provocaba y saltó sobre el criminal, armado simplemente con sus manos, levantándolo desde el cuello y desatando toda su furia animal al arrojarlo encima su compañero que sangraba profusamente. Él por su parte no dejaba de aportar con una porción de su sangre que manaba desde la herida en su hombro, tiñendo una aureola oscura el verde de su uniforme alrededor de la zona desde donde había recibido el disparo. Levantó entonces a ambos hombres, uno con cada mano, y los acercó a su rostro, mirándolos con furia.— En nombre de vuestra majestad, Nigel I de Francia, os condeno a ser ejecutados—. Sentenció, sacando el largo sable de caballería desde el vientre de uno de los hombres antes de arrojarlo al piso y proceder a poner el mismo en el cuello de su compañero, acabando con su vida en el acto. Claro, todo ésto lo hizo intentando dar siempre la espalda a la joven, no quería que tuviese que apreciar tamaño espectáculo.
—Madame, debo pediros que me acompañéis—. Le solicitó, quitándose un guante negro, algo ensangrentado, y ofreciendo su mano, ahora desnuda, a la joven de cabello rubio que podría haberle salvado la vida con su grito, arriesgando la propia al mismo tiempo.
Maximilian Bernadotte- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Acaso mencionaste que querías acción? [Meredith]
Todo se me antojó a paso muy lento, como si de un caracol se tratara. Intenté abrir los ojos, pero la presión y el miedo pudieron contra esa fuerza. El hombre uniformado, me indicó que me agachara, y, a partir de allí, todo se fue acelerando. En nada, yacían los dos hombres en el suelo, y un tercero que miraba desde lejos, huyó. Me levanté apenas sin mirar al oficial, que me había tendido la mano, la cual no cogí. Si algo me había enseñado mi madre, era a desconfiar de todo aquel que parece más fuerte que tu, y, por supuesto, ese parecía mas fuerte que cualquiera.
Lo miré a los ojos, aún algo asustada. Por el momento, mis pulmones aguantaban, no me ahogaba. Miré detrás de el, y vi los cadáveres. En nombre del rey…no había nada peor que matar a alguien en nombre de otra persona. Cerré los ojos con dolor y negué.
-Los habéis matado…Monsieur…
Cierto, eran bandidos, ladrones, quien sabe que. Pero, a pesar de todo, eran personas, y eso no podía dejar de pasar por mi mente. Suspiré y lo miré nuevamente. Carraspeé y cambie mi tono.
-Gracias por salvarme…estáis herido…deberíais ir al hospital…o …algo así…no se…yo…yo me voy…
No quería acompañarle. ¿Por qué debería hacerlo? ¿Qué quería? No entendía nada, yo no había hecho nada. Miré mi ropa, era vieja, destartalada, tal vez me confundía con una ladrona más. Por ello, me empecé a poner nerviosa.
-Yo no he hecho nada Monsieur, yo, yo solo pasaba, bueno, yo…
Era mejor permanecer en silencio y dejar que se explicara el oficial. Lo que menos quería es que me matara por bocazas, bocachancla, nerviosa y miles de cosas mas que se me pasaban pr la cabeza , como: “ lo mismo las rubias no le gustan, me matará” “soy pobre, y llevo el vestido sucio de harina, tal vez me mate por ello”. Chorradas y bobadas que no podía parar de pensar.
Lo miré a los ojos, aún algo asustada. Por el momento, mis pulmones aguantaban, no me ahogaba. Miré detrás de el, y vi los cadáveres. En nombre del rey…no había nada peor que matar a alguien en nombre de otra persona. Cerré los ojos con dolor y negué.
-Los habéis matado…Monsieur…
Cierto, eran bandidos, ladrones, quien sabe que. Pero, a pesar de todo, eran personas, y eso no podía dejar de pasar por mi mente. Suspiré y lo miré nuevamente. Carraspeé y cambie mi tono.
-Gracias por salvarme…estáis herido…deberíais ir al hospital…o …algo así…no se…yo…yo me voy…
No quería acompañarle. ¿Por qué debería hacerlo? ¿Qué quería? No entendía nada, yo no había hecho nada. Miré mi ropa, era vieja, destartalada, tal vez me confundía con una ladrona más. Por ello, me empecé a poner nerviosa.
-Yo no he hecho nada Monsieur, yo, yo solo pasaba, bueno, yo…
Era mejor permanecer en silencio y dejar que se explicara el oficial. Lo que menos quería es que me matara por bocazas, bocachancla, nerviosa y miles de cosas mas que se me pasaban pr la cabeza , como: “ lo mismo las rubias no le gustan, me matará” “soy pobre, y llevo el vestido sucio de harina, tal vez me mate por ello”. Chorradas y bobadas que no podía parar de pensar.
Meredith Deveraux- Humano Clase Baja
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 19/03/2015
Re: ¿Acaso mencionaste que querías acción? [Meredith]
Algo curioso acerca de capturar y/o ejecutar criminales era que éstos se sentían mucho más reales que los soldados en una batalla. Normalmente la mayoría de los delincuentes a los que atrapaba ya tenían largo prontuario y algunos incluso se habían llegado a labrar una reputación y hasta utilizaban un alias, idea bastante tonta según Maximilian, pues, lo único que conseguían con ello era ser fácilmente identificables a la vez que llamaban la atención de las fuerzas de la ley, por lo menos los ladrones más inteligentes intentaban permanecer en el anonimato para no tener a los dragones pisando sus talones. Pero de todas formas siempre había una historia que algunas veces él mismo se encargaba de redactar, vestían diferente y obviamente decían unas últimas palabras propias, aunque sorprendentemente no eran pocos los que recurrían a usar frases clichés, simples hasta su muerte.
—Pues la verdad...— Dudó durante un instante, aprovechando su visión sobrehumana para notar como las yugulares de ambos estaban ingurgitadas, lo que se lo confirmó. —Sí, efectivamente están muertos—. Con los soldados enemigos siempre era más fácil; para empezar, no hablaban el mismo idioma, lo cual evitaba hacer caso de cualquier súplica, amenaza o grito; iban vestidos de manera similar así que al acabar con ellos se pensaba como mucho en "maté a uno del 12o regimiento bávaro", lo cual tampoco es que fuese a provocarle demasiada culpa, claro, había que acabarlos rápido antes de grabar su rostro en la memoria, ya que una vez alojado ahí, el recuerdo permanecería. Aunque los hombres de ese callejón eran un intermedio ya que al estar armados y amenazar no solo su vida sino que también la de una persona inocente, no iban a representar para él más de lo que podía ser alguien que cayese por una bala perdida a cien metros.
Claro, la joven no parecía tan fría al respecto sino que, con obvia razón, se había asustado y no había correspondido a su ofrecimiento. —¿Esto?— Dijo mirando sus heridas con desdén. —.No es nada de que preocuparse. Pero debo insistir en que me acompañéis—. Respondió, no le ofreció su mano esta vez pero de aquel callejón solo había una salida y llevaba de regreso hacia donde minutos atrás se hubiese desatado el disturbio. —En serio, no tenéis nada de qué preocuparos, no os estoy acusando. Pero ya que ibais pasando quiere decir que ibais hacia algún lugar y luego de que me acompañéis a ver que el orden se ha restaurado, lo cual no tomará más de un minuto, os llevaré hasta ahí. Es lo mínimo que puedo hacer luego de que me advirtieseis del peligro aún a costa de vuestra propia seguridad—. Finalizó, se lo debía y no iba a aceptar un "no" como respuesta, no podía.
—Pues la verdad...— Dudó durante un instante, aprovechando su visión sobrehumana para notar como las yugulares de ambos estaban ingurgitadas, lo que se lo confirmó. —Sí, efectivamente están muertos—. Con los soldados enemigos siempre era más fácil; para empezar, no hablaban el mismo idioma, lo cual evitaba hacer caso de cualquier súplica, amenaza o grito; iban vestidos de manera similar así que al acabar con ellos se pensaba como mucho en "maté a uno del 12o regimiento bávaro", lo cual tampoco es que fuese a provocarle demasiada culpa, claro, había que acabarlos rápido antes de grabar su rostro en la memoria, ya que una vez alojado ahí, el recuerdo permanecería. Aunque los hombres de ese callejón eran un intermedio ya que al estar armados y amenazar no solo su vida sino que también la de una persona inocente, no iban a representar para él más de lo que podía ser alguien que cayese por una bala perdida a cien metros.
Claro, la joven no parecía tan fría al respecto sino que, con obvia razón, se había asustado y no había correspondido a su ofrecimiento. —¿Esto?— Dijo mirando sus heridas con desdén. —.No es nada de que preocuparse. Pero debo insistir en que me acompañéis—. Respondió, no le ofreció su mano esta vez pero de aquel callejón solo había una salida y llevaba de regreso hacia donde minutos atrás se hubiese desatado el disturbio. —En serio, no tenéis nada de qué preocuparos, no os estoy acusando. Pero ya que ibais pasando quiere decir que ibais hacia algún lugar y luego de que me acompañéis a ver que el orden se ha restaurado, lo cual no tomará más de un minuto, os llevaré hasta ahí. Es lo mínimo que puedo hacer luego de que me advirtieseis del peligro aún a costa de vuestra propia seguridad—. Finalizó, se lo debía y no iba a aceptar un "no" como respuesta, no podía.
Maximilian Bernadotte- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Acaso mencionaste que querías acción? [Meredith]
Los nervios dejaron de aflorar mínimamente. Seguía sin fiarme de aquel hombre, si mas no, seguía teniendo un arma, seguía siendo un guardia real, y seguía habiendo matado a aquellos hombres. Miré detrás de él, la oscuridad no me dejaba ver mucho, pero tampoco quise seguir cotilleando los cadáveres. Suspiré y negué a la oferta de aquel guardia.
-Me quiero ir a casa, al fin y al cabo, mañana tendré una gran deuda con todo ese pan que han tirado al suelo. Me tocará dar explicaciones y será un día muy largo, si me disculpáis, puedo ir sola a casa.
Me daban ganas de salir corriendo. Quería llegar a casa, dormir, y no volver a levantarme. Había ido justa este último mes, pero ahora, el derroche de pan, haría que mis cuentas volvieran al rojo. No tenía con que pagar todo aquello, no tenía con que comer, pues si el panadero me despedía por aquello, ya podía olvidarme de alimentarme. Sin decir nada, pasé por su lado y empecé a andar hacia lo que parecía la salida del callejón. Tropecé con algo, miré el suelo. Era un brazo. Me tapé la boca y contuve el aire antes de soltar un pequeño grito de terror.
Pronto, y era de esperar, alguien más entró en el callejón. Era un barrio de bandidos, y la pelea no había sido ignorada al parecer. Solo veía una sombra, apenas había luz, y el cielo encapotado no permitía ver mas allá de la luz de alguna casa, donde alguna vela mostraba sus serpenteantes rayos de luz.
-Me quiero ir a casa, al fin y al cabo, mañana tendré una gran deuda con todo ese pan que han tirado al suelo. Me tocará dar explicaciones y será un día muy largo, si me disculpáis, puedo ir sola a casa.
Me daban ganas de salir corriendo. Quería llegar a casa, dormir, y no volver a levantarme. Había ido justa este último mes, pero ahora, el derroche de pan, haría que mis cuentas volvieran al rojo. No tenía con que pagar todo aquello, no tenía con que comer, pues si el panadero me despedía por aquello, ya podía olvidarme de alimentarme. Sin decir nada, pasé por su lado y empecé a andar hacia lo que parecía la salida del callejón. Tropecé con algo, miré el suelo. Era un brazo. Me tapé la boca y contuve el aire antes de soltar un pequeño grito de terror.
Pronto, y era de esperar, alguien más entró en el callejón. Era un barrio de bandidos, y la pelea no había sido ignorada al parecer. Solo veía una sombra, apenas había luz, y el cielo encapotado no permitía ver mas allá de la luz de alguna casa, donde alguna vela mostraba sus serpenteantes rayos de luz.
Meredith Deveraux- Humano Clase Baja
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