AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Una Corona de Muerte
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Una Corona de Muerte
Francia – París
Recuerdos y notas del pasado
Aquella noche en la mágica ciudad de Paris, todos siempre hablan de lo enigmática que es esta ciudad en cuanto al amor ¿será verdad?, pensaba y pensaba en ello a través de la ventana del carruaje que nos llevaba a la mansión, Isabella no dejaba de hablar de lo extasiada que está por visitar esta ciudad ¿entenderá ella como me siento?, entre suspiros comprendo que no, ella no imagina lo que pasa por mi cabeza con lo que me han comunicado al salir de España
Al final todo se reduce a ello; los suspiros debo mantenerlos a raya al menos hasta estar en la privacidad de mi habitación, en aquella oscura intimidad para poder expresar a voz silenciosa mis sentimientos; la risa de Isabella es lo único que logró distraerme en todo el viaje eso y sus conversaciones en cuanto a nuestra visita.
—Iremos al palacio ¿cuándo?—
—Cuando se les avise de nuestra llegada, hasta ello tendremos que estar en nuestra mansión, es un poco ostentosa pero no es como el palacio, quizás la encontrarás acogedora. Isa—
Como hubiera querido que mantuviera esa familiaridad pero incluso con ella se dibuja esa línea de “linaje”.
—Mi Rey— me regañó por haberla llamado de esa forma tan cariñosa. Su mirada era de desapruebo por mi comportamiento, ni ella, ni mi hermana puede aceptar que la llame con tanta familiaridad, el fruncido ceño debió confundirla pero más mis palabras.
—Caminaré por la ciudad hasta la mansión, y no, no quiero guardias ni nadie cerca mío, puedo defenderme muy bien—
Bajé del coche sin pedir perdón ni permiso, era el maldito Rey podía hacer lo que se me diera la gana ¿o no?, aún me sigo preguntando eso. Quien diría que esa rebelión contra mi propio séquito me traería algo bueno. Las calles estaban tan transitadas, hombres y mujeres, quien creyera que hay vida en las noches; los parques llenos de padres con hijos y de jovencitos en notas de amor ¿Es esa la magia de esta ciudad?, quizás. A cada paso que iba dando más y más personas salían a tomar prueba de su amor, pequeñas muestras que delataban sus sentimientos ¿está permitido eso para un monarca? NO, un Rey debe ser frio y distante de toda mujer, solo debe tener una para procrear nada más.
Al doblar una de las calles principales por la librería, una mujer muy hermosa y que reía moviendo aquella mano con desprecio a un hombre ¿lo estaba enfrentando?, me acerqué averiguar que era aquello, los cabellos oscuros de la dama me cautivaron y quería ver de cerca su rostro. Efectivamente ella estaba poniéndole “puntos sobre las i” estaba dando órdenes y diciendo que no debían desobedecerla, era una mujer con carácter y al parecer igual de solitaria porque no había varón que se le acercara, se mantenían a ralla ¿miedo?.
No pude irme sin al menos saber su nombre, sin saber de donde era o hija de quien, tenía que tener sus datos o me moriría en sueño por ella, sus ojos, sus labios como se curvaban y esas manos en la cintura que la hacían más esbelta y fina. ¿Quién era? La respuesta llegó cuando el hombre se despidió de ella como “Tamina Borgia”. ¿Borgia? Ese era el apellido del papa, el hombre que había aceptado mi ascensión a la corona, el hombre que bendijo mi reinado como el más próspero de todos en España y el que más duraría, ¿pero quién es ella? ¿su hija? ¿su hermana? ¿su amante?. El hombre se fue dejándola sola con el viento agitando esa melena y esa falda fina y delgada que se pegaba a sus largas piernas.
Con cuidado me acerqué a ella, sabía que ella no dudaría en darme cortón, pero solo sonrió haciendo una saludo de la corte, ella sabía quién era, al menos no tuve que mentirle.
—Señorita, me siento en desventaja usted sabe quién soy, pero yo no sé de usted, y como sabe que soy Monarca podría pedir que le corten la cabeza— reí, reí por vez primera durante toda la noche.
La mujer también se rio con esos labios rosáceos —Mi Rey, soy Tamina Borgia, soy la hija de Cesar Borgia hermano de Alejandro II— ahí estaba la confesión que quería, era ella la mujer de la que corrían los rumores de que andaba tras la corona española, pero no tenía apariencia de que fuera una busca coronas, tendría que irme con cuidado con ella.
—Tamina Borgia, eh, sabe señorita muchos rumores la preceden ¿debo andarme con cuidado con usted?— ver su rostro al termino de mis palabras y vislumbrar un sonrojo junto a la negación fue todo lo que quería y necesitaba en ese momento y siempre.
—No mi Rey, es mentira de los que echaron a mi familia, no me interesa la corona pero si usted ¿acaso no recuerda nuestra infancia?— susurró la joven acercándose moviendo todo alrededor de mi
Era ella, la mujer que siempre había soñado y pensé que era eso, era un sueño, pero no ella estaba ahí, frente a mi después de tanto tiempo y seguía aún más bella, no podía creerlo y aun no lo creo, ella estaba ahí frente a mi, la jovencita que había amado desde la infancia
“Una esposa debo buscar, porque mi futuro depende de ello, mi generación y la misma España”
Al final todo se reduce a ello; los suspiros debo mantenerlos a raya al menos hasta estar en la privacidad de mi habitación, en aquella oscura intimidad para poder expresar a voz silenciosa mis sentimientos; la risa de Isabella es lo único que logró distraerme en todo el viaje eso y sus conversaciones en cuanto a nuestra visita.
—Iremos al palacio ¿cuándo?—
—Cuando se les avise de nuestra llegada, hasta ello tendremos que estar en nuestra mansión, es un poco ostentosa pero no es como el palacio, quizás la encontrarás acogedora. Isa—
Como hubiera querido que mantuviera esa familiaridad pero incluso con ella se dibuja esa línea de “linaje”.
—Mi Rey— me regañó por haberla llamado de esa forma tan cariñosa. Su mirada era de desapruebo por mi comportamiento, ni ella, ni mi hermana puede aceptar que la llame con tanta familiaridad, el fruncido ceño debió confundirla pero más mis palabras.
—Caminaré por la ciudad hasta la mansión, y no, no quiero guardias ni nadie cerca mío, puedo defenderme muy bien—
Bajé del coche sin pedir perdón ni permiso, era el maldito Rey podía hacer lo que se me diera la gana ¿o no?, aún me sigo preguntando eso. Quien diría que esa rebelión contra mi propio séquito me traería algo bueno. Las calles estaban tan transitadas, hombres y mujeres, quien creyera que hay vida en las noches; los parques llenos de padres con hijos y de jovencitos en notas de amor ¿Es esa la magia de esta ciudad?, quizás. A cada paso que iba dando más y más personas salían a tomar prueba de su amor, pequeñas muestras que delataban sus sentimientos ¿está permitido eso para un monarca? NO, un Rey debe ser frio y distante de toda mujer, solo debe tener una para procrear nada más.
Al doblar una de las calles principales por la librería, una mujer muy hermosa y que reía moviendo aquella mano con desprecio a un hombre ¿lo estaba enfrentando?, me acerqué averiguar que era aquello, los cabellos oscuros de la dama me cautivaron y quería ver de cerca su rostro. Efectivamente ella estaba poniéndole “puntos sobre las i” estaba dando órdenes y diciendo que no debían desobedecerla, era una mujer con carácter y al parecer igual de solitaria porque no había varón que se le acercara, se mantenían a ralla ¿miedo?.
No pude irme sin al menos saber su nombre, sin saber de donde era o hija de quien, tenía que tener sus datos o me moriría en sueño por ella, sus ojos, sus labios como se curvaban y esas manos en la cintura que la hacían más esbelta y fina. ¿Quién era? La respuesta llegó cuando el hombre se despidió de ella como “Tamina Borgia”. ¿Borgia? Ese era el apellido del papa, el hombre que había aceptado mi ascensión a la corona, el hombre que bendijo mi reinado como el más próspero de todos en España y el que más duraría, ¿pero quién es ella? ¿su hija? ¿su hermana? ¿su amante?. El hombre se fue dejándola sola con el viento agitando esa melena y esa falda fina y delgada que se pegaba a sus largas piernas.
Con cuidado me acerqué a ella, sabía que ella no dudaría en darme cortón, pero solo sonrió haciendo una saludo de la corte, ella sabía quién era, al menos no tuve que mentirle.
—Señorita, me siento en desventaja usted sabe quién soy, pero yo no sé de usted, y como sabe que soy Monarca podría pedir que le corten la cabeza— reí, reí por vez primera durante toda la noche.
La mujer también se rio con esos labios rosáceos —Mi Rey, soy Tamina Borgia, soy la hija de Cesar Borgia hermano de Alejandro II— ahí estaba la confesión que quería, era ella la mujer de la que corrían los rumores de que andaba tras la corona española, pero no tenía apariencia de que fuera una busca coronas, tendría que irme con cuidado con ella.
—Tamina Borgia, eh, sabe señorita muchos rumores la preceden ¿debo andarme con cuidado con usted?— ver su rostro al termino de mis palabras y vislumbrar un sonrojo junto a la negación fue todo lo que quería y necesitaba en ese momento y siempre.
—No mi Rey, es mentira de los que echaron a mi familia, no me interesa la corona pero si usted ¿acaso no recuerda nuestra infancia?— susurró la joven acercándose moviendo todo alrededor de mi
El pequeño José y una joven que jugaban a las escondidas, Una joven que tomaba un pequeño jazmín siendo arrancado por José, la joven que corría por las calles de España tomada de la mano de un joven José
.Era ella, la mujer que siempre había soñado y pensé que era eso, era un sueño, pero no ella estaba ahí, frente a mi después de tanto tiempo y seguía aún más bella, no podía creerlo y aun no lo creo, ella estaba ahí frente a mi, la jovencita que había amado desde la infancia
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una Corona de Muerte
Francia – París
Pasado y Presente
Aquel encuentro me había marcado completamente, ella no era la misma jovencita con la que sabía jugar de crio, una bella mujer, no había rastro de la infancia porque ahora solo se daba lugar a los cambios que fueron para bien en ella, un cuerpo muy bello y esbelto cuyas telas del vestido la ceñían hasta mostrar lo debido dejando así paso a la imaginación, una que hizo estragos durante toda la noche luego de nuestro encuentro y paseo nocturno, hasta que ella tuvo que partir de ahí dejándome solo pero con una promesa de volvernos a ver muy pronto, no aquí, no en Italia si no en España, nuestra tierra natal.
Las palabras de mi hermana para desposar a una joven española ya no son tan desaprobatorias de mi parte. Pero hay algo que no he contado a nadie y que ahora me atrevo a revelar aquí en mis páginas que espero que el tiempo, las polillas o un fuego inesperado se lleven. Yo no me enamoré de Tamina Borgia en esta noche, la había amado desde niños solo que nunca pude expresarlo, hasta ahora. Esa era la razón por la cual no tomaba una esposa porque no quería a nadie más que no fuera ella, no deseaba otra mujer en mi vida a no ser que fuera la bella hija Alejandro. Su rostro dulce de niña, su sonrisa junto a sus manos amigas; seguía todo como antes, antes que la tragedia llegue a la corona española.
Mi hermana había arreglado mi habitación lo mejor que podía, todo a mis gustos oscuros, como solía ella llamar pero aun en esa oscuridad podría ver los ojos claros de mi amada Tamina. Contaré aquí como fue antes nuestro amor y como se encendió con más fuerza ahora que el tiempo no ha borrado en ambos aquellos sentimientos.
Hace unos años atrás, varios años para ser exactos, cuando apenas tenía seis y podía valerme por mi mismo, llegó una familia Española del interior a la capital, con una niña en el carruaje, pude verla porque su padre era asesor de mi padre y por ello se habían mudado a las cercanías del castillo, era de noche pero pude ver a un ángel, con ropas blancas y la mano agitándose para saludarme. Ella no sabía quién era pero en sus ojos de niña me perdí, pregunté a mi institutriz quienes eran ellos y me respondió lo que todos sabían “eran los Borgia”
Al día siguiente, ya en el castillo oigo a mi padre por los jardines conversando con un hombre, Cesar Borgia hermano del Alejandro II, junto a su hija y esposa que estaban sentadas esperando, mi padre, como un buen rey benevolente me llamó para estar con las damas hasta que los “asuntos” de estado finalizaran. Ahí, es en ese entonces que ella me conoce como el príncipe español, su reverencia y nerviosismo me encantan y la invito a jugar por le jardín. A partir de ese momento no había día que no pasáramos juntos jugando, en los jardines o por los bosques aunque siempre era en compañía de la guardia real. Hasta ese día
—Como se atreven a dejar a mi amiga así, que no ven que antes de mi persona esta ella, es una mujer por amor a Dios— regañé a la guardia pero ellos no me contestaban y solo la voz de Tamina puede oir en aquel silencio
—Está bien José no te preocupes, estoy bien solo fueron unos rasguños al caerme, nada grave, ellos están cumpliendo su deber soy una plebeya y tu el futuro rey de este nación— aun con mi furia ella pudo contenerla, éramos una pareja perfecta ya en ese entonces, me acerqué a ella y le ofrecía mi espalda para que montará, con su risa supe que había aceptado, la lleve hasta el castillo cuando llego su madre asustada al verla toda despeinada y sucia, su padre y el mío salieron después, al verla bien y en buen estado mi padre me felicito porque había sido un caballero con la dama. Solo su sonrisa podía ver y oír —Gracias— fue todo junto a un beso de sus labios a los míos…
Un beso que nuevamente se repitió esta noche, solo que no como en antaño donde ella ella me dio le beso dejándome petrificado, ahora se lo daba con la diferencia de que esta vez sí fue respondido por sus labios que se abrían al contacto de los míos.
Ansiaba volver ya a España y mi impaciencia lo estaba notando mi querida hermana.
Las palabras de mi hermana para desposar a una joven española ya no son tan desaprobatorias de mi parte. Pero hay algo que no he contado a nadie y que ahora me atrevo a revelar aquí en mis páginas que espero que el tiempo, las polillas o un fuego inesperado se lleven. Yo no me enamoré de Tamina Borgia en esta noche, la había amado desde niños solo que nunca pude expresarlo, hasta ahora. Esa era la razón por la cual no tomaba una esposa porque no quería a nadie más que no fuera ella, no deseaba otra mujer en mi vida a no ser que fuera la bella hija Alejandro. Su rostro dulce de niña, su sonrisa junto a sus manos amigas; seguía todo como antes, antes que la tragedia llegue a la corona española.
Mi hermana había arreglado mi habitación lo mejor que podía, todo a mis gustos oscuros, como solía ella llamar pero aun en esa oscuridad podría ver los ojos claros de mi amada Tamina. Contaré aquí como fue antes nuestro amor y como se encendió con más fuerza ahora que el tiempo no ha borrado en ambos aquellos sentimientos.
Hace unos años atrás, varios años para ser exactos, cuando apenas tenía seis y podía valerme por mi mismo, llegó una familia Española del interior a la capital, con una niña en el carruaje, pude verla porque su padre era asesor de mi padre y por ello se habían mudado a las cercanías del castillo, era de noche pero pude ver a un ángel, con ropas blancas y la mano agitándose para saludarme. Ella no sabía quién era pero en sus ojos de niña me perdí, pregunté a mi institutriz quienes eran ellos y me respondió lo que todos sabían “eran los Borgia”
Al día siguiente, ya en el castillo oigo a mi padre por los jardines conversando con un hombre, Cesar Borgia hermano del Alejandro II, junto a su hija y esposa que estaban sentadas esperando, mi padre, como un buen rey benevolente me llamó para estar con las damas hasta que los “asuntos” de estado finalizaran. Ahí, es en ese entonces que ella me conoce como el príncipe español, su reverencia y nerviosismo me encantan y la invito a jugar por le jardín. A partir de ese momento no había día que no pasáramos juntos jugando, en los jardines o por los bosques aunque siempre era en compañía de la guardia real. Hasta ese día
—Como se atreven a dejar a mi amiga así, que no ven que antes de mi persona esta ella, es una mujer por amor a Dios— regañé a la guardia pero ellos no me contestaban y solo la voz de Tamina puede oir en aquel silencio
—Está bien José no te preocupes, estoy bien solo fueron unos rasguños al caerme, nada grave, ellos están cumpliendo su deber soy una plebeya y tu el futuro rey de este nación— aun con mi furia ella pudo contenerla, éramos una pareja perfecta ya en ese entonces, me acerqué a ella y le ofrecía mi espalda para que montará, con su risa supe que había aceptado, la lleve hasta el castillo cuando llego su madre asustada al verla toda despeinada y sucia, su padre y el mío salieron después, al verla bien y en buen estado mi padre me felicito porque había sido un caballero con la dama. Solo su sonrisa podía ver y oír —Gracias— fue todo junto a un beso de sus labios a los míos…
Un beso que nuevamente se repitió esta noche, solo que no como en antaño donde ella ella me dio le beso dejándome petrificado, ahora se lo daba con la diferencia de que esta vez sí fue respondido por sus labios que se abrían al contacto de los míos.
Ansiaba volver ya a España y mi impaciencia lo estaba notando mi querida hermana.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una Corona de Muerte
París — España
De regreso a casa
Habían pasado meses desde aquel encuentro y no dejaba de pensar en aquella mujer, en Tamina. Sus ojos aun me seguían en las constantes noches de desvelos y sueño, no conseguía pensar en otra cosa que no fuera en ella, me hago aun las preguntas constantes de como estaría.
Tengo tantas preguntas pero las respuestas se me escapan de la mente y solo se desdibuja su figura. Incluso me he atrevido a hacer un dibujo de ella con carboncillo, sé que no le hace justicia y que a diferencia de los artistas de la corte el mío quedaría como un simple recuerdo, pero lo tengo guardado cerca de mi corazón recordando su bello rostro. En mi ser se estaba albergando una desilusión
Tengo nervios aun de pensar en ello, solo espero poder volver a España lo más rápido para volver a verla, sabía que estaba ahí ¿cómo lo sabía? Bueno, luego de nuestro encuentro fortuito en parís, envié a uno de mis guardias a averiguar todo sobre lo que hacía y hará la joven Tamina, sabía en qué lugares estaría en la ciudad y cuando volvería a España para radicarse ahí por unos meses antes de volver a Italia, por ella apresuré mi estadía en la ciudad para volver a mi hogar.
El viaje se estaba volviendo pesado junto a mi hermana no paraba de criticar mi decisión de no permanecer más de lo que habíamos estado, me reprochaba nuestra corta estadía y así como mi desplante a ciertos “aliados” de la corona, como si me importar hacer lazos viejos con fósiles de nuestro padre, ella sabe que tengo otras ideas para la corona española, solo que ella no los acepta. No se mantuvo en silencio hasta que cruzamos a la última estación férrea, cerca de las montañas, de ahí nos tocaría tomar la diligencia y eso era lo que ella más detestaba, ahora entendía sus rabietas y reproches, pero todo eso quedaba de lado al saber que en días estaría más cerca de la mujer que me había robado el corazón, que era dueña de todos mis pensamientos e incluyendo los más oscuros, nocivos y tórridos.
Solo un poco más, uno poco más de tener que aguantar a Isabella y podría ser libre al fin, libre en mis dominios; Si, por que para un rey, para EL REY, lo mejor que hay es poder moverse con toda la tranquilidad es su territorio donde puede hacer y deshacer a su antojo. Y de ello la primera en conocerlo sería mi querida hermana de la cual ya tenía pensado su castigo al llegar a España, una ligera venganza de buen gusto, claro que solo para mi.
¿Estará pensando en mí?
¿Sabrá ya que estoy de camino a España?
¿Aún recuerda el pasado?
¿Seguirá siendo la misma niña, o ya cambió?
¿Qué pensamientos tendrá ahora sobre nosotros?
¿Habrá un nosotros?
¿Sabrá ya que estoy de camino a España?
¿Aún recuerda el pasado?
¿Seguirá siendo la misma niña, o ya cambió?
¿Qué pensamientos tendrá ahora sobre nosotros?
¿Habrá un nosotros?
Tengo tantas preguntas pero las respuestas se me escapan de la mente y solo se desdibuja su figura. Incluso me he atrevido a hacer un dibujo de ella con carboncillo, sé que no le hace justicia y que a diferencia de los artistas de la corte el mío quedaría como un simple recuerdo, pero lo tengo guardado cerca de mi corazón recordando su bello rostro. En mi ser se estaba albergando una desilusión
¿Y si estaba casada y con hijos?
¿Y si el santo padre no nos da la bendición?
¿Y si el santo padre no nos da la bendición?
Tengo nervios aun de pensar en ello, solo espero poder volver a España lo más rápido para volver a verla, sabía que estaba ahí ¿cómo lo sabía? Bueno, luego de nuestro encuentro fortuito en parís, envié a uno de mis guardias a averiguar todo sobre lo que hacía y hará la joven Tamina, sabía en qué lugares estaría en la ciudad y cuando volvería a España para radicarse ahí por unos meses antes de volver a Italia, por ella apresuré mi estadía en la ciudad para volver a mi hogar.
El viaje se estaba volviendo pesado junto a mi hermana no paraba de criticar mi decisión de no permanecer más de lo que habíamos estado, me reprochaba nuestra corta estadía y así como mi desplante a ciertos “aliados” de la corona, como si me importar hacer lazos viejos con fósiles de nuestro padre, ella sabe que tengo otras ideas para la corona española, solo que ella no los acepta. No se mantuvo en silencio hasta que cruzamos a la última estación férrea, cerca de las montañas, de ahí nos tocaría tomar la diligencia y eso era lo que ella más detestaba, ahora entendía sus rabietas y reproches, pero todo eso quedaba de lado al saber que en días estaría más cerca de la mujer que me había robado el corazón, que era dueña de todos mis pensamientos e incluyendo los más oscuros, nocivos y tórridos.
Solo un poco más, uno poco más de tener que aguantar a Isabella y podría ser libre al fin, libre en mis dominios; Si, por que para un rey, para EL REY, lo mejor que hay es poder moverse con toda la tranquilidad es su territorio donde puede hacer y deshacer a su antojo. Y de ello la primera en conocerlo sería mi querida hermana de la cual ya tenía pensado su castigo al llegar a España, una ligera venganza de buen gusto, claro que solo para mi.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una Corona de Muerte
España
Al fin en casa…
La diligencia tarda más de lo que me esperaba, a este paso llegaremos en miles de años. Bueno no tanto pero si iniciando la estación invernal, solo me quedaría pocos meses para pasarlo con mi amada Tamina antes de que se embarque para Italia. No debo desesperarme o sea obvió para Isabella y luego no me la quitaré de encima con sus preguntas.
Todo el viaje me la paso mirando por la ventana, apenas y descanso y el resto de las horas escucho las cantaletas de mi preciada hermana, a veces me pregunto…
Lo dudo…así se refleja mi mirada sobre ella analizando su comportamiento tan desinteresado por los demás solo le llama la atención la moda, el lujo y lo que puede sacar provecho. Solo puedo reírme de ello, porque no sabe que su futuro está sellado con el matrimonio con algún noble que designe nuestro monarca o quizás yo, y sí, ese será el castigo de mi presumida hermana un compromiso con un hombre mayor y viudo, que no haya tenido hijos y que sea de los más desagradable posible.
Mientras habla la imagino con aquel futuro esposo y solo puedo reírme a lo que me gané una bofetada sonora que me ha dejado el rostro rojo.
Eso es todo por el momento…El resto del viaje lo pasamos en silencio, sin mirarnos.
Llevamos un mes de viaje y la impaciencia crece más y más, distingo por entre la ventana el paisaje de mi hogar y efectivamente ya está el invierno. Los árboles has perdido completamente las hojas, los lagos están congelados y los pequeños riachuelos corren con aguas heladas si seguía así el clima en dos o tres semanas más se podría ver la nieve caer, eso sería una mala señal para mí. Traté de que se apresuraran en el viaje, a Isabella le prohibí más paradas pero nada aun siendo el futuro rey ella no me obedece, seguimos con el mismo andar y sé que esto es su venganza por haberla traído tan rápido y por reírme.
Llegamos a una de las ciudades españolas, al fin estaba más cerca. Solo estaría a dos semanas de llegar a casa pero no soportaría mucho a ese paso y con los descansos largos que pide mi hermana. Así que solo quedaba una cosa por hacer. Me arriesgue y en aquella ciudad tomé un caballo para salir por mi propia cuenta a la aventura.
El viaje fue pesado descanse lo menos que podía mientras montaba, el caballo llegó en condiciones muy cansadas por lo que tuvieron que llamar al doctor, en cambio a mí, mi padre exigía la razón de mi regreso a solas sin la compañía de mi hermana en la diligencia respectiva. No tenía tiempo para ello, solo debía arreglarme y salir en busca de Tamina, sabía que estaría en una de los bosques Españoles en su paseo matutino.
En dos horas máximo estuve listo y ya en mi caballo real, con el pretexto de realizar mis “deberes reales” abandoné el castillo en busca del amor. Los bosques tan enigmáticos y mágicos despiertan los sentimientos más profundo y olvidados, el amor. Y ahí estaba el mío, sentada sobre un tronco caído, observando la nieve caer con aquella capucha verde esmeralda y sus ojos tan cálidos como siempre lo mismo que su sonrisa que se ensanchó al verme, no me detuve, bajé rápidamente y la cargue en brazos robándole un beso, pero no uno románticos, si no uno pasional, un beso como el que se dan los amantes luego de años sin verse, porque en nuestro caso era así.
Ahora no la dejaría irse de mi lado, aunque me lleve a la Iglesia de enemigo, lo haría, haría todo eso por ella.
Todo el viaje me la paso mirando por la ventana, apenas y descanso y el resto de las horas escucho las cantaletas de mi preciada hermana, a veces me pregunto…
¿Será que ella llegó a amar a alguien más que a si misma?
Lo dudo…así se refleja mi mirada sobre ella analizando su comportamiento tan desinteresado por los demás solo le llama la atención la moda, el lujo y lo que puede sacar provecho. Solo puedo reírme de ello, porque no sabe que su futuro está sellado con el matrimonio con algún noble que designe nuestro monarca o quizás yo, y sí, ese será el castigo de mi presumida hermana un compromiso con un hombre mayor y viudo, que no haya tenido hijos y que sea de los más desagradable posible.
Mientras habla la imagino con aquel futuro esposo y solo puedo reírme a lo que me gané una bofetada sonora que me ha dejado el rostro rojo.
Eso es todo por el momento…El resto del viaje lo pasamos en silencio, sin mirarnos.
Llevamos un mes de viaje y la impaciencia crece más y más, distingo por entre la ventana el paisaje de mi hogar y efectivamente ya está el invierno. Los árboles has perdido completamente las hojas, los lagos están congelados y los pequeños riachuelos corren con aguas heladas si seguía así el clima en dos o tres semanas más se podría ver la nieve caer, eso sería una mala señal para mí. Traté de que se apresuraran en el viaje, a Isabella le prohibí más paradas pero nada aun siendo el futuro rey ella no me obedece, seguimos con el mismo andar y sé que esto es su venganza por haberla traído tan rápido y por reírme.
Llegamos a una de las ciudades españolas, al fin estaba más cerca. Solo estaría a dos semanas de llegar a casa pero no soportaría mucho a ese paso y con los descansos largos que pide mi hermana. Así que solo quedaba una cosa por hacer. Me arriesgue y en aquella ciudad tomé un caballo para salir por mi propia cuenta a la aventura.
El viaje fue pesado descanse lo menos que podía mientras montaba, el caballo llegó en condiciones muy cansadas por lo que tuvieron que llamar al doctor, en cambio a mí, mi padre exigía la razón de mi regreso a solas sin la compañía de mi hermana en la diligencia respectiva. No tenía tiempo para ello, solo debía arreglarme y salir en busca de Tamina, sabía que estaría en una de los bosques Españoles en su paseo matutino.
En dos horas máximo estuve listo y ya en mi caballo real, con el pretexto de realizar mis “deberes reales” abandoné el castillo en busca del amor. Los bosques tan enigmáticos y mágicos despiertan los sentimientos más profundo y olvidados, el amor. Y ahí estaba el mío, sentada sobre un tronco caído, observando la nieve caer con aquella capucha verde esmeralda y sus ojos tan cálidos como siempre lo mismo que su sonrisa que se ensanchó al verme, no me detuve, bajé rápidamente y la cargue en brazos robándole un beso, pero no uno románticos, si no uno pasional, un beso como el que se dan los amantes luego de años sin verse, porque en nuestro caso era así.
Ahora no la dejaría irse de mi lado, aunque me lleve a la Iglesia de enemigo, lo haría, haría todo eso por ella.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una Corona de Muerte
España
A la cacería del amor
La búsqueda de aquella por la que mi corazón aun late no fue sencilla, los primeros indicios arrojaban que estaría en Italia de nuevo junto a aquel que la tenía prisionera eternamente, más como el futuro monarca de España no estaba en mi el rendirme tan fácilmente, algo debía hacer y pronto o de lo contrario sería muy tarde.
Aun cuando tenía todo en contra y no había nada favorable en mi posición sabía que solo había un camino a tomar, tendría que raptarla antes de que la obligaran a un matrimonio, pero ¿por dónde comenzar? Solo había una solución, sus parientes en España.
En silencio para no levantar sospechas de nadie de la corte y fuera de ella encontré a la gemela de mi amada, era tal cual. Juliett no había duda que era igual a Tamina pero muy diferente en su forma de ser ella era lo opuesto a mi amada, al ver a aquella mujer no hizo más que llenarme de más dudas
Tenía que averiguarlo y así comenzó mi plan para acercarme a la familia de Tamina, en secreto y a escondidas.
Al tratar con Juliett me di cuenta que ella no sabía nada de su familia más de lo que le habían contado, así que con ella sería imposible dar con Tamina, pero.
Y como esperaba, los rumores no se hicieron esperar, toda España hablaba de ello, de que estaba pretendiendo a una joven noble, y claro ello llamó la atención de la santa madre Iglesia, ahora tendría que esperar por aquellos espías. Todo estaba saliendo acorde mi plan, pronto vería a Tamina y podría hablar con ella abiertamente, mientras la amistad con Juliett tendría que servir, aunque me sienta mal por utilizarla de esta manera.
Aunque ella sabe casi la verdad, no le he dicho que por su hermana, sabe que es una mujer importante y de lo que siento por ella, así que Juliett me ayuda porque cree en el amor, por lo tanto le he prometido recompensarla por su sacrificio, porque es tan grande el aceptar dichos rumores
Y todo para que un monarca enamorado encuentre algo de amor en su fría y solitaria vida.
Aun cuando tenía todo en contra y no había nada favorable en mi posición sabía que solo había un camino a tomar, tendría que raptarla antes de que la obligaran a un matrimonio, pero ¿por dónde comenzar? Solo había una solución, sus parientes en España.
En silencio para no levantar sospechas de nadie de la corte y fuera de ella encontré a la gemela de mi amada, era tal cual. Juliett no había duda que era igual a Tamina pero muy diferente en su forma de ser ella era lo opuesto a mi amada, al ver a aquella mujer no hizo más que llenarme de más dudas
¿Será que ella conoce a su gemela?
Tenía que averiguarlo y así comenzó mi plan para acercarme a la familia de Tamina, en secreto y a escondidas.
Al tratar con Juliett me di cuenta que ella no sabía nada de su familia más de lo que le habían contado, así que con ella sería imposible dar con Tamina, pero.
¿Si se riega el rumor que el Rey de España pretende a la gemela, como lo tomaría su santidad?
Y como esperaba, los rumores no se hicieron esperar, toda España hablaba de ello, de que estaba pretendiendo a una joven noble, y claro ello llamó la atención de la santa madre Iglesia, ahora tendría que esperar por aquellos espías. Todo estaba saliendo acorde mi plan, pronto vería a Tamina y podría hablar con ella abiertamente, mientras la amistad con Juliett tendría que servir, aunque me sienta mal por utilizarla de esta manera.
Aunque ella sabe casi la verdad, no le he dicho que por su hermana, sabe que es una mujer importante y de lo que siento por ella, así que Juliett me ayuda porque cree en el amor, por lo tanto le he prometido recompensarla por su sacrificio, porque es tan grande el aceptar dichos rumores
Y todo para que un monarca enamorado encuentre algo de amor en su fría y solitaria vida.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una Corona de Muerte
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Castillo de José Alfonso de Castilla
Las campanas suenan nuevamente. Cada catedral española resuma los campanazos ante la muerte de Isabella de Castilla, la princesa de España e infanta de Asturias. Como rey debo soportar la muerte de alguien de la realeza, debo estar en medio de la catedral escuchando los buenos deseos y las santas escrituras del obispo, así como el ver a mis otras hermanas menores entre los asistentes llorando abiertamente mientras yo…
Yo me quedo entre el silencio de la nada.
Esa es la tarea del rey.
Pero como un hermano, como el hombre que perdió a su única confidente, a su única aliada y amiga, como el hermano que perdió a su irremplazable hermana no tengo fuerza para soportar aquella misa santa, y aunque deseara llevar el féretro de mi dulce Isabella, no puedo. Solo puedo verla sentado desde mi posición de Rey, observo todo como si fuera un sueño mas, uno que acabó destruyendo todo ESPAÑA realmente.
Su funeral y entierro se realizó con los mayores honores, nada salió mal. Al menos así me lo decía mi guardia y mano derecha. Solo quedaba Felipe, y mis otras pequeñas hermanas, pero ninguno de ellos se acercó a mí a preguntar cómo estaba. Y claro que no podían hacerlo, porque un rey no tiene tiempo para el luto.
Todos los nobles se acercaron a dar su mayor respeto y condolencias a la familia real, más que nada a su rey, un rey que no mostraba dolor en su rostro pero que por dentro estaba vacío, pues la dicha del castillo había muerto en manos de sus enemigos, la guerra había sido declarada pero aun no sabía de parte de quien…¿Quién sería tan insensato para retar a una batalla al león de España?.
Mi guardia privada se encargaba de investigar, o de lo contrario ellos serían los castigados. Las pruebas apuntaban a Franceses, pero también a Ingleses. Nadie sabía quien había sido el perpetuador de aquella muerte.
Dos meses después, llegó ella. Con un séquito de soldado de la iglesia a rendir sus condolencias por la pérdida de la princesa, pero ya no era momento para llorar, ahora estaba en los preparativos de mi boda, algo que nunca esperé que se diera, y menos delante de la mujer que una vez ame, y que siempre amé.
En ese momento la tormenta volvía a acechar a España.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una Corona de Muerte
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Castillo de José Alfonso de Castilla
Cuanto tiempo ha pasado desde que la alegría del castillo se fue…Solo se que ahora cae nieve en medio de España, que el agua del lago y las fuentes se han congelado así como el mismo castillo. Los planes de la boda marchaban tan rápido como podían, iba a desposar a una duquesa Española, cuya familia tenía lazos con los De Castilla por años.
Pero a mi no me hacía gracia la boda realmente, porque ella estaba ahí.
Habían decidido quedarse por un tiempo largo hasta que la “seguridad” del León de España estuviera comprobada, así lo había requerido su eminencia, el santo padre quien también fue Español. Aun así yo sabía los planes de él como para enviar a Tamina a presenciar mi boda. El quería asegurarse que entre su hija y yo no había nada mas que solo un estúpido recuerdo.
Pasaba los días entre el salón del trono y mi estudio privado resolviendo problemas del reino, era tan agotador sobre todo en los planes del nuevo acueducto que quería construir, sabía que habían muchos poblados que no tenían agua y estaban en guerra por ella, ahora entendía porque mi padre solo se preocupaba por solucionar problemas referentes a las cercanías del castillo, era menos agotador, pero yo no era mi padre y jamás lo sería.
La temporada de cacería llegó y todos estaban listos para cazar a los zorros del bosque, yo no tenía animo, y cuando miré por la ventana me parecía ver a mi querida Isabella, pararse enfrente de la caballería para proteger a aquellos animales, pero esta vez no hubo nadie en frente de ellos y marcharon.
Tal como marcharon mi guardia privada regresó con noticias, noticias que no fueron agradables para mi pues no había indicio alguno de quien fue el causante de la muerte de la princesa, pues nadie se quería meter con España en ese momento, al menos no políticamente, así que todo era personal, y esa lista era aun más grande.
No tuve otra opción que acudir a Tamina pero ella, ella estaba hablando con mi futura esposa dándole consejos de como atenderme.
Mi prometida salió llorando y Tamina esta muy enojada pero al verme fingió con una sonrisa. La llame a mi estudio privado para hablar, pero eso solo quedó para los demás, porque dentro solo nuestros cuerpos hablaron por ultima vez.
Incluso la muerte de Isabella fue menos dolorosa en ese momento.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una Corona de Muerte
España
Castillo de José Alfonso de Castilla
Esa fue la conclusión principal de la reunión que hubo mientras José dormía hace unas noches atrás. Llovieron ideas, pero sólo una fue la más aceptada por el nuevo consejero del Rey, que al día siguiente le informó de su nueva rutina nocturna. No supo interpretar si su silencio era señal positiva o negativa, pero no se dejó amedrentar por ello. Lo hacía por su bien y por el de todos. El León de España debía volver a relucir con galanura y bravío, admirado por sus aliados y temido por sus enemigos.
Sus pues no se habían despegado del balcón desde el inicio del atardecer hasta que la luna creciente se asomó en el cielo estrellado, donde dos astros blancos parecían resplandecer más que los demás, a juicio de él. La brisa no dejó de jugar con sus mejillas un solo momento, y cerraba los ojos ante cada escalofrío imaginando que eran Sus manos las que pasaban por su espalda y sus costados cubiertos por el traje negro que vestía. Un par de lágrimas se atrevieron a caer por sus mejillas, pero dos golpes en madera causaron cual acto reflejo que éstas desaparecieran acompañadas de un profundo suspiro mientras escuchaba a uno de sus mayordomos anunciar la llegada de su visita.
- No importa, sólo siga…- murmuró tras su propuesta, envidiando de forma inconsciente ese buen humor y ánimo que desconocía si era verdadero, pero el solo hecho de tenerlo era como para desearlo y a la vez detestarlo. ¿Por qué todos eran felices y él no? ¿Por qué para los demás era tan fácil levantarse de la cama y pensar en qué iban a hacer en el día que comenzaba? ¿Por qué les era tan sencillo sonreír? O más bien, ¿Por qué parecía tan sencillo y él no podía hacerlo? Lo sentía como un privilegio negado, pero los “reclamos” se quedaban bajo una niebla que le presionaba lo suficiente para no poder pasar a más. Y aunque no estuviera aquella niebla, seguramente no habría hecho nada. Para él, estaba mejor muerto.
Pasaron un par de horas –al fin- sin mayores interrupciones, y a pesar del estado actual del Rey, pudo mantener el hilo de la conversación y de la clase, aunque con un gran esfuerzo de por medio. Frente al León caído quedaron una serie de hojas con garabatos que asumían ser apuntes aunque parecían los bocetos de un discurso gracias a la elegante caligrafía del rubio. En cinco puntales minutos la puerta sonó tres veces y se abrió, dejando paso al mayordomo nuevamente. – Su carroza le espera en la entrada, Madame. Creo que la clase debe terminar aquí – Mencionó mirando a ambos, aunque fijándose más en su superior y protegido, quien con evidente agotamiento parecía estar leyendo lo que había escrito, incluso practicándolo con balbuceos. ¿Eso era un sinónimo de progreso? Era demasiado pronto como para concluirlo.
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José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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